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APUNTE SOBRE TEORÍA CONVENCIONAL DE LOS ELEMENTOS O CONDICIONES

DE EXISTENCIA DEL ESTADO1*

El estado como estructura jurídico social de la convivencia es un ente de gran


complejidad. Tradicionalmente, se señ ala que el Estado cuenta con tres grandes
elementos: el grupo humano (pueblo), el territorio y el poder.

Debemos tener presente que cuando se estudian los elementos que componen el
Estado, la distancia que media entre estos ingredientes y los que figuran en una
asociació n inferior es muy grande y el sentido que los informa, es también bastante
diferente. Por ello es que debemos tener presente que la teoría de los elementos del
estado ha de considerarse ante todo como el estudio jurídico-político de los mismos,
en la medida de que son componentes de una estructura que es capitalmente política
que es el Estado. Esto nos lleva a la idea de que los elementos contienen sobre todo
una significativa carga política que se traduce habitualmente en su inclusió n dentro de
la Constitució n del Estado, que normativiza en el sentido que le es propio los
elementos que componen al Estado.

Ademá s de los tres elementos tradicionales hay quienes agregan como elemento el fin
del Estado, su justificación, e inclusive, algunos autores como Biscaretti di Ruffia,
agrega al gobierno como elemento del Estado, en cuanto conjunto de instituciones y
ó rganos que lo dirigen, tesis con la cual se pueden suscitar discrepancias, como las
señ aladas por Lucas Verdú y Lucas Murillo, quienes entienden que el gobierno sería
má s bien una concreció n orgá nico-institucional del poder político que se ejerce sobre
los individuos dentro de unos confines.

Luego, ademá s de elementos que se añ aden a los tradicionales, también la estructura


convencional de elementos recibe críticas, como la de autores como Kelsen o Smend,
quienes dirían que es impropio hablar de elementos del Estado, en la medida de
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Apunte preparado por el profesor Pablo Gó mez Manzano para la asignatura de Teoría Política y
Constitucional. Este apunte es una síntesis de lo referido a los elementos del Estado en el Manual de
Derecho Político de Mario Verdugo y Ana María García, Pá g. 91-136 y Manual de Derecho Político de
Pablo Lucas Verdú y Pablo Lucas Murillo, Pá g. 125-141.

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que ello equivale a reducir la idea de Estado exclusivamente a una realidad
corpórea, o estructura físico tangible. Kelsen por ejemplo al identificar el Estado y
Orden jurídico rechaza una concepció n del estado de tipo corpó rea-físico-tangible.
Smend por su parte sostiene que el Estado es antes una realidad espiritual, diná mica
que se integra, incesantemente, mediante procesos personales, funcionales y reales.

Má s allá de las crítica y elementos adicionales que se pueden plantear, hay que señ alar
que esta distinció n de elementos tiene un propó sito didá ctico, en el que la comunió n
de los distintos elementos no es una mera suma aritmética de componentes, sino que
constituye una unidad de acuerdo a la cual entre dirigente y dirigidos surge una
conexió n e interacció n mutua. Dicha conexió n se realiza mediante el derecho, tanto
normativa como institucionalmente, pues el Estado es, como ya hemos reiterado, un
ordenamiento jurídico comprende normas e instituciones.

Otra observació n previa al desarrollo de cada uno de los 3 elementos que componen el
Estado, y asimismo, también, de la separació n del Estado en 3 poderes, refiere a que
precisamente estos grupos de triadas manifiestan las fuentes de la imaginació n
jurídico-política burguesa-liberal, en el sentido de que son la secularizació n de
dogmas religiosos convertidos en teología política: el dogma de la santísima trinidad,
tres personas distintas y un solo dios verdadero se transforma en tres elementos
distintos y un Estado auténtico, o tres poderes distintos, y un solo Estado verdadero.

Dicho lo anterior y como ú ltima observació n, debemos enfatizar que sería un error
confundir al Estado con uno solo de los elementos o subrayar la primacía absoluta de
los mismos, todos ellos son interdependientes y conforman una unidad.

ANÁLISIS DE LOS 3 ELEMENTOS TRADICIONALES DEL ESTADO:

A) Grupo humano o Pueblo:

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Un Estado supone un grupo de hombres y mujeres, pueblo o nació n, que hacen
historia, que luchan por sobrevivir, por mejorar sus condiciones de existencia y que
cooperan en la realizació n de los valores humanos. Entendemos por este elemento a
la multitud de personas que componen un Estado. En el á mbito estatal entonces, el
elemento personal, humano, es el pueblo, quién se manifiesta jurídica y políticamente
como el titular del poder constituyente en los países democrá ticos.

Sabemos que este punto es específicamente sensible y discutible en Chile: ninguna de sus
constituciones históricas ha sido un proceso desarrollado auténticamente de
conformidad a esta idea base del pueblo como titular del poder constituyente: tanto en
1925 como en 1980, el pueblo ha quedado marginado de la construcción de su
Constitución y solo ha sido convocado para refrendar por plebiscito el hecho consumado
constitucional. Incluso en el actual proceso constituyente en curso, es posible apreciar la
relativización que se hace de este principio del pueblo como titular del poder
constituyente, toda vez que su participación en los diálogos ciudadanos es no vinculante
de cara a una nueva Constitución.

También se manifiesta el pueblo jurídica y políticamente como elemento del Estado


cada vez que elige a sus representantes en las instancias má s importantes de su
organizació n política. Como sujeto soberano en toda democracia, como legitimador
del poder por la misma razó n y como destinatario de las ventajas que se logran en la
comunidad estatal y de las normas jurídicas que se producen en su seno y como sujeto
acreedor de su defensa tanto en las relaciones internas como internacionales.

El pueblo no es un ente yuxtapuesto, inorgá nico, sino que es una comunidad: el pueblo
en cuanto realidad y concepto jurídico político se compone de individuos, familias,
partidos, sindicatos, asociaciones, etc. Distribuidos territorialmente que han
alcanzado cierto grado de solidaridad mediante una continua interacció n de intereses
y propó sitos a través de la historia.

Con el advenimiento y consolidació n de los regímenes constitucionales los sú bditos


devienen en ciudadanos integrados en un grupo nacional (o plurinacional en ciertos
países que reconocen la consistencia de diversas naciones en torno a un solo Estado,

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no es el caso de Chile, en el que se nos reputa forzosamente ser nacionales chilenos,
sin má s distinciones).

Repasados los conceptos e ideas anteriores, es menester referir a términos que


habitualmente se utilizan como sinó nimos haciendo referencia a esta idea má s
genérica del “grupo humano” y es así como sería necesario distinguir términos como
Pueblo, Població n y Nació n má s allá de su confusió n habitual.

En relació n a la distinció n població n/pueblo, para el autor argentino Mario Justo


Ló pez, la distinció n entre uno y otro concepto refiere al status jurídico que se confiere
a los integrantes de cada grupo; así població n sería un conjunto humano má s
abarcador puesto que referiría a todos los hombre y mujeres que serían sujetos de
derechos y obligaciones civiles, en tanto que pueblo referiría para este autor
ú nicamente al conjunto de ciudadanos, quienes no solo tendrían a su haber derechos y
obligaciones civiles, sino que también derechos y obligaciones políticas. De esta
manera, el pueblo sería só lo una parte de la població n en la medida que designa a un
grupo que tiene un determinado status jurídico.

Luego nos queda por determinar si ademá s del vínculo político, o también sin él,
existen otros vínculos naturales de comunidad: de allí es que desembocamos en la
idea de nació n. Esta idea es relativamente moderna, tiene sus antecedentes en el
Renacimiento y llega a su plenitud con la revolució n francesa y las demá s revoluciones
del siglo XIX y XX. En los albores de la edad moderna las naciones son meros
fenó menos culturales cuyo sentido integrador político deviene exclusivamente de la
persona del rey, que era el promotor del vínculo unitivo entre los pertenecientes a
todo el grupo estatal, como se manifiesta en que muchas fiestas nacionales que aú n
hoy existen fueron originalmente fiestas de la familia real. Posteriormente, será Fichte
en Alemania quien hacia 1807 y 1808, por medio de sus famosos catorce discursos a la
nació n alemana, afirmara que todo pueblo tiene una lengua comú n que constituye una
nacionalidad fuerte y robusta.

Para la escuela francesa, la nación es la comunidad integrada por varios


elementos (lengua, cultura, raza, religión) que, arrancando de un mismo pasado

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histórico, se realiza políticamente en el presente y se pretende continuar en el
futuro. Son grupos de población unidos por un lazo de parentesco espiritual que
desenvuelve el pensamiento de la unidad del grupo mismo. A menudo se crea la
identidad nacional a partir de rasgos de unidad que se encuentran en aspectos
culturales comunes como lengua, costumbres, etnia, etc.

El inconveniente de este enfoque de idea de nació n ha estado en que algunas doctrinas


han dado mayor relevancia a un determinado origen étnico singular, en desmedro de
otros factores unificantes, al punto de excluir de la convivencia social a todos quienes
no cumplen los criterios rígidamente establecidos: es el caso de los totalitarismos en
los cuales se ha producido una identificació n absoluta entre Estado, nació n y sociedad,
como el caso del nacionalsocialismo alemá n que identificó las ideas de raza y nació n
bajo la fó rmula de que “la nació n alemana es la raza germana”.

Una síntesis particular de la idea de nación es la que desarrolla el marxismo:


establece el origen de la idea de nació n como una forma histó ricamente constituida de
comunidad humana, en específico, la forma má s amplia de comunidad a la que ha
dado origen el nacimiento y desarrollo del capitalismo. La base econó mica de la que
surge la nació n emerge por la liquidació n de la fragmentació n feudal, por la
consolidació n de los nexos econó micos entre las distintas regiones del país, por la
unió n de los mercados locales en un mercado nacional ú nico. Todo este proceso tiene
por fuerza rectora a la burguesía, lo cual agudiza con el correr del tiempo una serie de
contradicciones sociales, apareciendo la oposició n de las clases. La burguesía para
amortiguar estas contradicciones internas intenta avivar los antagonismos entre
naciones que desembocan en las ideologías nacionalistas como discursos de discordia
y odios. Frente a todo esto, el proletariado opondrá la tesis del internacionalismo
proletario: derribando el capitalismo y las viejas naciones burguesas aparecen las
naciones socialistas que se fundan en la alianza de la clase obrera con el campesinado
trabajador, quedando a la postre, libres de antagonismos de clases, desapareciendo
consecutivamente los odios entre naciones siendo sustituidos por la amistad entre los
pueblos. Por todo esto, a la sociedad comunista desarrollada le sería propia una nueva
forma de comunidad histó rica humana, mucho má s amplia que nació n, capaz de unir

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en una sola familia a toda la humanidad, en la medida de que se alcance la plena
homogeneidad social.

Relación Nación-Estado:

Se sostiene tradicionalmente que “el Estado es la nación políticamente


organizada, o bien “que el Estado es el ordenamiento jurídico de la nación”.
Estas ideas se discuten desde quienes enfatizan que el Estado só lo se funda sobre el
vínculo político, aun cuando falten otros vínculos sociales como el de la nació n.
Inclusive, la nació n consta de elementos naturales que pueden mantenerse fuera de la
unidad política.

Del otro lado de la vereda, se puede enfatizar que toda nació n representa un conjunto
de vínculos naturales, un complejo de identidades y elementos comunes, que
persiguen cuando no son Estado, convertirse en tal o bien, adquirir un vínculo jurídico
como forma má s só lida y perfecta de comunidad. En ese sentido se puede plantear que
la nació n es el fundamento natural de la idea de Estado.

Con todo, la nació n ni se identifica automá ticamente con el Estado ni debe pretender
identificarse con este, no solo por que la nació n es una entidad colectiva mucho má s
compleja, sino porque histó rica y psicoló gicamente trasciende a la forma política con
la que puede expresarse.

Elemento Grupo humano en el derecho chileno

Respecto a este elemento “grupo humano”, a nivel de Derecho positivo chileno, es


posible apreciar en la Constitució n vigente un capítulo titulado “Nacionalidad y
Ciudadanía” en el que se especifican varios aspectos que se consideran
fundamentales en torno a este elemento del Estado. De esta manera, en el Art. 10 se
señ ala quienes son chilenos, estableciéndose las denominadas fuentes de la
nacionalidad, entendida esta idea de nacionalidad como “el vínculo jurídico que une a
un individuo con un Estado determinado”. En el caso de Chile, la regla general esta
dada por el principio del IUS SOLIS, segú n la cual se entenderá que “son chilenos los
nacidos en el territorio chileno, con excepció n de los hijos de extranjeros que se

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encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de extranjeros
transeú ntes, todos los que, sin embargo, podrá n optar por la nacionalidad chilena”
(Art. 10 Nº1). Residualmente en Chile, opera como fuente de la nacionalidad el
principio del IUS SANGUINIS, segú n la cual el vínculo que ata a una nacionalidad está
má s bien dado por el lazo sanguíneo respecto de los progenitores, que el caso de
quienes son chilenos por la vía del numeral 2 del Art. 10: “los hijos de padre o madre
chilenos, nacidos en territorio extranjero”.

A su vez, el Art. 13 de la Constitución regula el concepto de ciudadanía,


estableciendo quienes poseen esta calidad (los chilenos mayores de 18 añ os de edad
que no hayan cometido pena aflictiva) y los derechos que le otorga la calidad de
ciudadano (derechos de sufragio, derechos de optar a cargos de elecció n popular
fundamentalmente).

En definitiva, podemos decir que dentro de un Estado, hay un grupo humano que
primero refiere a sus habitantes, que segú n nuestra legislació n pueden ser nacionales
y extranjeros. Luego distinguimos a quienes son “nacionales” y finalmente, má s
selecto aú n, quienes son “ciudadanos”, como aquel grupo de nacionales con mayoría
de edad que cuenta con derechos políticos de participació n.

B) Territorio:

El grupo humano requiere de un suelo en el que desplazarse, en el cual desarrollar su


existencia. De esta manera, el territorio es para la nació n o pueblo lo que el hogar es
para la familia. El territorio del estado nacional supone la adscripción
permanente y querida por un pueblo a un espacio geofísico (tierra firme,
continua o discontinua, insular, continental, marítimo, aguas interiores, ríos,
lagos, plataforma submarina, espacio aéreo, subsuelo) que considera propio. Es
la base física del Estado, en la que impera la soberanía sobre nacionales y
extranjeros, como lugar donde se ejerce el poder.

Como características del territorio que se predican desde la teoría política tradicional
podemos señ alar las siguientes:

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1. Unidad jurídica: se encuentra vinculado y sometido directamente a un
ordenamiento fundamental.
2. Indivisibilidad: el territorio es unitario y sobre el se ejerce la soberanía
3. Exclusividad: el Estado ejerce sobre él un poder en forma exclusiva y
excluyente de cualquier otro Estado.
4. Inviolabilidad: ningú n otro Estado puede ejercer poder sobre el territorio de
otro Estado.

Má s allá de la diversidad enumerada precedentemente con la idea de espacio


geofísico, comú nmente se entiende que el espacio geográ fico al que referencia la idea
de territorio como elemento del Estado corresponde fundamentalmente al espacio
terrestre (suelo y subsuelo), espacio marítimo y espacio aéreo.

⮚ Espacio terrestre: lo subdividimos en:


El suelo: corresponde al territorio firme del Estado y está encerrado
dentro de líneas que se llaman límites o fronteras. Las fronteras se
determinan generalmente en tratados.
El subsuelo: abarca una figura có nica que va desde el suelo hasta el
centro de la tierra. Se manifiesta fundamentalmente en el derecho del
Estado sobre las sustancias minerales
⮚ Espacio marítimo: refiere a la prolongació n del territorio del Estado hacia el
mar. Se suele distinguir en el espacio marítimo, a partir de la costa en:
1. Mar territorial: cubre una franja de mar adyacente a las costas de
un Estado y se extiende hasta la línea exterior o de contorno que
lo separa de alta mar. En Chile equivale al lecho marino y
subsuelo hasta 12 millas desde la línea de baja marea. En este
espacio el Estado ejerce soberanía plena con la ú nica limitació n
de que está obligado a permitir el paso inocente como
consecuencia del principio de libre navegació n.
2. Zona contigua: Comprende un espacio de alta mar contiguo al
mar territorial, donde el estado ribereñ o tiene competencia para
adoptar medidas de fiscalizació n para la prevenció n y sanció n de

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las infracciones de sus leyes y reglamentos aduaneros, fiscales,
de inmigració n o sanitarios. Esta zona comprende hasta 24 millas
contadas desde la línea de baja marea o línea de base (a las
primeras 12 millas que componen el mar territorial se
sobreponen otras 12 millas marinas que en estricto rigor
constituyen la zona contigua)
3. Zona econó mica exclusiva: Es el espacio situado má s allá del mar
territorial y adyacente a este, y donde el estado ribereñ o tiene
derechos de soberanía para los fines de exploració n y
explotació n, conservació n y administració n de recursos
naturales, tanto vivos como no vivos. Comprende 200 millas
marinas desde la línea de base o línea de baja marea.
4. Alta mar: Es una zona comú n a todos los hombres y mujeres, con
lo cual no forma parte del espacio marítimo de ningú n Estado y
por tanto, no está sujeto a ninguna soberanía ni jurisdicció n de
Estado alguno.
⮚ Espacio Aéreo: Todo Estado tiene sobre la parte del espacio aéreo que se
extiende sobre sus dominios terrestres pleno derecho de soberanía, que se
extiende también al espacio aéreo que está por sobre el mar territorial. La
soberanía respecto a este espacio es por tanto absoluta y no admite la idea de
“paso inocente”.
Para efectos de la circulació n por el espacio aéreo interestatal, sobre la base de
tratados bilaterales que regulan el transporte aéreo se han ido reconociendo
las llamadas “libertades del aire” que refieren fundamentalmente a:
1. Libertad de sobrevolar el territorio de otro Estado sin hacer escalas
2. Libertad de hacer escalas para fines no comerciales como el caso de
efectuar reparaciones, etc.
3. Libertad de llevar pasajeros, carga, correo desde el propio país de la
aeronave a otro país
4. Libertad de llevar pasajeros, carga y correo al país de la aeronave
respectiva desde otro país

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5. Libertad de llevar pasajeros, carga y correo entre dos países que no son
los de la aeronave respectiva.

C) Poder político:

El pueblo es el elemento personal del Estado y el territorio su soporte material. En


cambio, el poder político es una magnitud político-jurídica que no tiene cará cter
personal, aunque lo manejen personas y actú e sobre personas. Tampoco es algo
material sino que má s bien se concreta en hechos reales a veces drá sticos (multas,
privaciones de libertad, coacció n física) y también en decisiones importantísimas que
pueden afectar a una colectividad (declaraciones de guerra, firma de la paz).

El poder político no es real en el sentido de inmediatamente dado, tangible, corpó reo,


materializado, sino en su alcance como relació n: El poder político es una dimensió n
relacional que media entre el mando y la obediencia con el importante añ adido que en
el caso de que esta falte, se impone por quien o quienes mandan una coerció n, con lo
cual en definitiva, el poder implica la relación, eventualmente coercitiva, que
media entre quienes mandan y quienes obedecen, dentro de una comunidad

Se entiende que el Estado en cuanto unidad de fines necesita de esta voluntad de


poder para cuidar de los fines comunes de la asociació n para ordenar y dirigir la
ejecució n de sus ordenaciones. De acuerdo a esta comprensió n, se puede entender la
idea de poder como condició n de existencia del Estado, como la aptitud, capacidad,
energía, fuerza o competencia de que el Estado dispone para cumplir su fin

Características del poder estatal:

1. Soberanía: existe un solo centro de poder que genera relaciones de mando y no


esta sometido a obediencia alguna: el poder supremo o poder del Estado. Así
pues, el Estado es el conjunto de relaciones de poder sometidas a un mando
supremo. Este hecho de que no exista otro poder superior al Estado o
concurrente a él se denomina soberanía. La soberanía es el carácter
supremo de un poder; supremo en el sentido de que dicho poder no

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admite a ningún otro, ni por encima de él ni en concurrencia con él. Por
tanto, el Estado es soberano siempre que en la esfera en que su autoridad
es llamada a ejercerse, posee una potestad que no depende de ningún oro
poder.
2. El poder del estado es temporal: poder temporal equivale a poder político,
poder del Estado, poder civil, en oposició n a poder espiritual que equivale a
poder religioso. Es un poder secular por tanto.
3. Monopolio legítimo de la fuerza física: Max Weber ha ejemplificado al Estado
como aquella comunidad humana que dentro de un determinado territorio
reclama para sí, “el monopolio legítimo de la violencia”, en tanto que a las
demá s asociaciones e individuos só lo se les concede el derecho a la violencia
física en la medida en que el Estado lo permite, siendo el Estado la ú nica fuente
del derecho a la violencia.
4. Poder institucionalizado: El estado es el titular del poder y los gobernantes no
ejercen má s que por delegació n las facultades que implica. De esta manera el
poder se divide entre un titular que es el Estado y agentes de ejercicio que son
los gobernantes. El poder, por esta vía, se reintroduce en la concepció n jurídica
del Estado, siendo má s que instrumento de fuerza, la forma má s acabada a la
vez que humana del poder político, que no solo es dominació n material, sino
que fundamentalmente es un poder que tiende ha hacer prevalecer un orden
social que al cabo de todo es su fin y justificació n. El orden político se
institucionaliza en derecho y el derecho es la institucionalizació n del orden.
La institucionalización del poder es la operación jurídica por la cual el
poder político es transferido de la persona de los gobernantes a una
entidad abstracta que es el Estado. El efecto jurídico de esta operación es
la creación del Estado como soporte del poder, independientemente de
los gobernantes. Esta institucionalización hace del poder un elemento
jurídico del orden constitucional, pues es poder organizado mediante
normas jurídicas, que regulan la sucesión y la participación del poder y
delimitan su esfera y su orden.

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