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APOLOGIA DE SOCRATES APOLOGIA DE SOCRATES Yo no sé, atenienses, la impresién que habra hecho en vos- otros el discurso de mis acusadores- Con respecto a mi, confieso que me he desconocido a mi mismo; tan persuasiva ha sido su manera de decir. Sin embargo, puedo asegurarlo, no han dicho una sola palabra que sea verdad. Pero, de todas sus calumnias, la que més me ha sorprendido es la prevencién que os han hecho de que estéis muy en guardia Para no ser seducidos por mi elocuencia. Porque el no haber temido el mentis vergonzoso que yo les voy a dar en este momento, haciendo ver que no soy elocuente, es el colmo de la impudencia, a menos que no Ilamen elocuente al que dice la verdad. Si es esto lo que pretenden, confieso que soy un gran orador, pero no lo soy a su manera; porque, repito, no han dicho ni una sola palabra verdadera y vosotros vais a saber de mi boca la pura verdad, no jpor Zeus! en una arenga vestida de sentencias brillantes y palabras escogidas, como son los discursos de mis acusadores, sino en un lengucie sencillo ¥_esponténeo; porque descanso en la confianza de que digo la verdad y ninguno de vosotros debe esperar otra cosa de mi. No seria propio de mi edad venir, atenienses, ante vosotros como un joven que hubiese preparado un discurso. Por esta razén, la Unica gracia, atenienses, que os pido es que cuando vedis que en mi defensa emplee términos y mane- ras comunes, los mismos de que me he servido cuantas veces he conversado con vosotros en la plaza publica, en las casas de contrataci6n y en los deméds sitios en que me habéis visto, no os sorprendais ni os irritéis contra mi; porque es esta la primera vez en mi vida que comparezco ante un tribunal de justicia, aunque cuento mas de setenta afios. 3 <9 al lenguaie Ave aqui se h, 100 isi abla, ayo 207 28 Cramer, Me disimulariais que © ese YOU el lenguole le mi pais, en igual f fuerera ¥ 27 Sara mi peticion, ave re hagais Y ceo ena 0 malay ¥ ave iE sol Jo ible, si OS digo cosas justas 0 no, 7 , rod | Y Sha. forma Precig Mente le del juez, como Ia del orate rier a vil : - responder @ mis primero omit et ent ns Sa refurar l0® Ee yscitado contra mi. Porque tengo ¢, 2 que 5° horS yosotros hace muchos afios, los cyte: is cae JO VOFSIES, Temo mas @ 63108 due a Anis qe inque sean estOs Gltimos muy elocuente? ices, Uo mas temibles por cuanto, compa tes; 0 re desde Ia infancia, 08 han odd Poestros en SU Metvigs y os han dicho que hay un cierto Sécrq. wsinuy malas nove indaga lo que Poe en los cielos y en oy mre iertay que SADE erwertir en BUENA UNG tals mbrado estos falsos TUMOFES Son mis mé scusadores, POrAUes prestandoles ofdos, llegan ne ros0s weligrs persuadirse de Ue fos hombres que se consagran by “een en Ia existencia de los dioses. Por otra i <1 feles indagaciones ro eter en gran némero y hace mucho tier sot idos en esta trama. Os han iprevenido contra mien 08 er ermente es muy crédulo, poraue erais nifios una oe parte o muy jovenes cuando Te acusaban ante vosotres om yena libertad, sin que acusado los contradijese; y lo més injusto es que no me ‘es permitido conocer ni nombrar a mis acusadores, @ excepcién de un cierto autor de comedias. Todo: eee que, por envidic 0 Pot MOCO, Ob han inculeado todos aquellos ayes y fos que, persuadides ellos mismos, han per estos foe juedan ocults sin que pueda yo llamarios ante seestros ni refutarlos; y, por consiguiente, para defenderme es voseito que yo me bato, como suele decirse, con una sombra y rie ataque y me defienda sin que ningén adversario Spat T Los iltimos aeusadores de Séerates fueron, Anito, que murié después lapi " 1 Anito, que murié después lapidado en 1 Ponto; Livsa, que sostuvo la acusacién, y Melito. Véase Eutifrén, : 4 Considerad, ateniense dos suertes de acusadore Gcusando ha mucho tierr tribunal; ¥ creedme, OS lo jo pronto a los primeros, béke ido y han producid Pues bien, ateniense vwestro espiritu, en tan envejecida y que ha ech tia con todo mi corazon mi apologia pudiese se! dificil es esto, sin que e! ga lo que los dioses a fenderse. Remontémonos, Pt bre la que he sido ta confianza para arras primeros acusadores? Geusacién, como si a bidos: Sécrates es un penetrar lo que pas Buena una mala cat He aqui la acus Aristéfanes, en la ¢ ce que se pasea por que yo ignoro abso cie esta clase de ¢ entendido en ellos | esta concesién), sin me he mezclado e a la mayor parte « Los que habéi gran numero, os ¢ blar de semejant: por esto, conoceré se han levantado dad; y si alguna fianza y que exi: Considerad, atenienses, que yo tengo que habérmelas con dos suertes de acusadores, como os he dicho: los que me estan acusando ha mucho tiempo y los que ahora me citan ante el tribunal; y creedme, os lo suplico, es preciso que yo responda por lo pronto @ los primeros, porque son los primeros a quienes ha- 6 's oido y han producido en vosotros mas profunda impresién. Pues bien, atenienses, es preciso defenderse y arrancar de vuestro espiritu, en tan corto espacio de tiempo, una calumnia envejecida y que ha echado en vosotros profundas raices. Desea- ria con todo mi corazén que fuese en ventaja vuestra y mia y que mi apologia pudiese servir para mi justificacién. Pero yo sé cuan dificil es esto, sin que en este punto pueda hacerme ilusién. Ven- ga lo que los dioses quieran es preciso obedecer a la ley y de- fenderse. Remontémonos, pues, al primer origen de la acusacién, so- bre la que he sido tan desacreditado y que ha dado a Melito confianza para arrastrarme ante el tribunal. Qué decian mis primeros acusadores? Porque es preciso presentar en forma su ‘acusacion, como si apareciese escrita y con los juramentos reci- bidos: Sécrates es un impio; por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa y ensefia a los demas sus doctrinas. He aqui la acusacién; ya la habéis visto en la comedia de Aristofanes, en la que ‘se representa un cierto Sécrates, que di- ce que se pasea por los aires y otras extravagancias semejantes, que yo ignoro absolutamente; y esto no lo digo porque despre- cie esta clase de conocimientos, si entre vosotros hay alguno entendido en ellos (que Melito no me formule nuevos cargos por esta concesién), sino que es slo para haceros ver que yo jamas me he mezclado en tales ciencias, pudiendo poner por testigos a la mayor parte de vosotros. Los que habis conversado conmigo, y que estais aqui en gran numero, 0s conjuro a que declaréis si jamas me ofsteis ha- blar de semejante clase de ciencias ni de cerca ni de lejos y, por esto, conoceréis ciertamente que en todos esos rumores que se han levantado contra mi, no hay ni una sola palabra de ver- dad; y si alguna vez habéis ofdo que yo me dedicaba a la ense- fianza y que exigia salario es también otra falsedad. bueno el poder j 9 tend? Pee Je Leoncio, Prédigo' air ; 3 personaies tienen el marg ersuadir a los ig a sus conciudadanos, ostarles un ébolo, 4 Villog! fo ven Cuan efianza, Sino que contr an erento infinito. He ofdo deg ©n ragaros, que es MY. hébil, porque, de ‘jas en casa de Cat ‘mas con 10s sofistas qua 4, iio ide decirle, hablando gos os dos potros 0 dos tem Sus flado de un hombre enten perpara hacerlos tan buenos y hermee” oot re adas las buenas cualidace® santo pS ste hombre entendido éno deberig « wi n tener? |gbrador? Y puesto que 10 tiene po ve debi buen ae 1 yn buen que maesttO has resuelto darles? gQué one vice nombres, 1M Copaz de dat lecciones sobre los debene hs rs av, 28 Cen? Poraue ne sso a ae fe el acto que has tenido hijos, ey conoces g ae) in esto dete Odi, Callios.“gQuien &s —Ie rep : cuanto lleva?”. “Es Eveno, Sécrates samteinco mings”. "Para lo sucesivo fen, ichoso si es cierto que tiene este talent ye a mi toca, atenienses, me llenaria de orgy me Pat aha @ Srtunado si tuviese esta cualidad, pero ae y ‘iadamente no la tengo. Alguno de vosotros me dir, quiz: “pero Socrates, eque &S lo que haces? gDe dénde nacen esta: reer que 30 nan propalldo contra ti? Pere si te has I 8 cons gr fo mismo que hacen los demés ciudadonos, i eee won esparcirse tales rumores. Dinos, pues, el hecho ferns Seal pare que no formemos un juicio temerario". Esa obje er me parece justa: Voy a explicaros lo que tanto me ha pi cién ditado y ha hecho mi nombre tan famoso. Escuchadme, ssacre- Quiza algunos de entre vosotros creerdn que yo no hablo puss mente, pero estad persuadidos que no os diré més que la verdad, 6 _ la reputacién Origen que una cie sobiduria? Quiza que yo haya podido adquirir no tiene otro Ma sobiduria que existe en mi. eCudl es esta M es una sabiduria puramente humana y corro el riesgo de no ser, en otro concepto, sabio, al paso que los hombres de que acabo de hablaros son sabios de una sa mucho més que humana. Nada tengo que deciros de esta Ultima sabiduria, porque no la conozco, y todos los que me la imputan mienten y sdlo intentan calumniarme. No os incomodéis, atenienses, si al pa- recer os hablo de mi mismo demasiado ventajosamente; nada diré que proceda de mi, sino que lo atestiguaré con una autori- dad digna de confianza. Por testigo de mi sabiduria os daré al mismo Dios de Delfos, que os dird si la tengo y en qué con- siste. Todos conocéis a Querefén, mi compafiero en la infancia, como lo fue de la mayor parte de vosotros, y que fue desterra- do con vosotros, y con vosotros volvié. Ya sabéis qué hombre era Querefén y cuan ardiente era en cuanto emprendia, Un dia, habiendo partido para Delfos, tuvo el atrevimiento de pre- guntar al oréculo (os suplico que no os irritéis de lo que voy a decir] si habia en el mundo un hombre mas sabio que yo, la Pythia le respondié que no habia ninguno. Querefén ha muerto, Pero su hermano, que esta presente, podra dar fe de ello, Tened presente, atenienses, por qué os refiero todas estas costs, pues es Gnicamente para haceros ver de dénde proceden esos falsos. rumores que han corrido contra mi. iduria Cuando supe la respuesta del ordculo, dije para mi: sicién para serlo, | °Pinién suenta de todas mi : todas mis tentay, > emprendi para congeer ves de Estado me fui ics como a los oct ‘os. Para esto examing Ja. a it trabajadas y les pregunos fo, para que me sirviera s, en deciros la verdad, 2. . honor de Baco, 1S? fe tos profetas y adi¥inoss Se comprencler nada de lo que dicen Prere couoy y, al mismo HieMPO, 1 oan os mas sabi0s er Los deje, pues, PersUS: eta misma’ razén que IO J. Estaba bien convencido je los encontrar entusiasmo semejonte dicen muy buenas coro sin cor me fonvenci que, a tule de poetas; fodos materias sf bien nada entendi fido ‘de que era yo superior a ellos, Besa respecto @ los hombres po ful on busca, de Jos orietes. E le que yo nada entendia de su profesién, qu Ge oe Yeces de hacer muy buenas cosas y en esto no Uy, Sarme. Sabian cosas que yo ignoraba y en esto eran reece gue yo. Pero, atienenses, los mas entendidos entre cies M0 parecleron ineurrir en el mismo defecto que los poetas, sergue ne hallé uno que, a titulo de ser buen artista, no se porise muy capaz y muy instruide en las mas grandes cosas Y Eee Seravagancia quitaba todo el mérito a su habilidad. ‘Me pregunté, pues, a mi mismo, como si hablara por el oréculo, Pa Guerria’ mas ser tal como soy, sin la habilidad de Shas gentes e igualmente sin su ignorancia, o bien tener lo Sha y‘la otra y ser como ellos, y me respondi a mi mismo y To .Zeulo que era mejor para mi ser como soy. De esta indaga- Gen, atenienses, han nacido contra mi todos estos odios y estas énemistades peligrosas, que han producido todas las calumnias que sabéis y me han hecho adquirir el nombre de sabio; porque todos los que me escuchan creen que yo sé todas las cosas sobre las que descubro la ignorancia de los demés: Me parece, ate- nienses, que sélo Dios es el verdadero sabio y que esto ha qu tido decir por su ordculo, haciendo entender que toda Ia sabi duria humana no es gran cosa 0, por mejor decir, que no es nada; y si el oréculo ha nombrado a Sécrates, sin duda se ha valido de mi nombre como un ejemplo y como si dijese a todos Jos hombres: “El mas sabio entre vosotros es aquel que reconoce como Sécrates que su sabiduria no es nada”. Convencido de esta verdad, para asegurarme més y obede- cer al Dios, continué mis indagaciones no sdlo entre nuestros En fin, 9 ‘ los extranieros, pa, = sino entre jéndol na Ver 5 jadanas, 8M” bio y, no habiéndolo encontrg ! ene rdader al ordculo, haciendo ver ¢ tod” tan lof Pabio. sto me PreOcUPA tanto qua el inguno etme al servicio de la repblica i, ™ a dedicarme na gran pobreza d causa dy . i 10 par mis cosas ¥ vi indo a Dios- a 4 rind muchos j6venes de los mae vic, ios, se unen a MI de buen oroee tienen taetligg en sus = de qué manera pongo a prod oo todos te ple’ cer en ver eren imitarme con aquellos que ENcuentyg hon, bres, ave aye que encuentian unc Buena cosecha, tah hay ae eecque ereen saberlo todo, aunque no s¢p°Tau mucho: a casi nada. . AF agen convencen de su ignorancia Todos quell cue con diciendo que hay un Tero EN ca, migo y no alvado y un infame que corrompe a log iat, que a se les pregunta qué hace o qué ensefia, no tlenen®™ ¥ errr y para disimular su floqueza se desatan co" Gus respon triviales que ordinariamente se dirigen contra log Fiess or9rt bindaga To que pasd en los cele yen an ene la tierra, que no cree en los dioses, Su ace buenas las man malas causas; y todo porque no =a reven @ decir la ver dock ue es que Secrates los sorprende y descubre que se figu saben, cuando no saben nada. mimigantes, actives numa fos, hablando de mi con plan combinado y'con una alocuen capaz de seducir, ha largo tiempo que os Soplan al oido ode estas calumnias que han forjado contra mi y hoy Rai desteet do con este objeto a Melito, Anito y Licén, Melito Tepresentg q los poetas, Anito a los politicos y artistas y licén @ los oradg. res. Esta es la razén porque, como os dlije al principio, tener’, por un gran milagro si en tan poco espacio pudiese destruir una calumnia que ha tenido tanto tiempo para echar raices y fort. ficarse en vuestro espiritu. He aqui, atenienses, la verdad pura; no os oc nada, aun cuando no ignoro que cuanto digo n envenenar la llaga; y esto prueba que digo la es el origen de estas calumnias. Cuantas veces trabajo de profundizarlas, sea ahora o sea ulto ni disfrazg 10 hace mas que verdad y que tal querdis tomar el mas adelante, os 10 —— convenceréis plenamente de que es éste el origen. Aqui tenéis una apologia que considero suficiente contra mis primeras acu- saciones, Pasemos ahora a las dltimas y tratemos de responder a Me- lito, a este hombre de bien, tan llevado, si hemos de creerle, por el amor a Ia patria. Repitamos esta dltima acusacién, como he- mos enunciado la primera, Hela aqui, poco mas 0 menos: Sécrates es culpable, porque corrompe a los jvenes, porque no cree en los dioses del Estado y porque, en lugar de éstos, pone divinidades nuevas bajo el nombre de demonios. _ He aqui la acusacién. La examinaremos punto por punto. Dice que soy culpable porque corrompo la juventud; y yo, ate- nienses, digo que el culpable es Melito, en cuanto, burlandose de las cosas serias, tiene la particular complacencia de arrastrar @ otros ante el tribunal, queriendo figurar que se desvela mucho Por cosas por las que jamas ha hecho ni el mas pequefio sacri- ficio, y voy a probaroslo. Ven aca, Melito; dime: gha habido nada que te haya pre- ocupado mas que el hacer a los jovenes lo mas virtuosos po- sible? MELITO.—Nada, indudablemente- SOCRATES.—Pues bien, di a los jueces cual sera el hombre que mejoraré la condicién de los jévenes. Porque no puede du- darse que tu lo sabes, puesto que tanto te preocupa esta idea. En efecto, puesto que has encontrado al que los corrompe y hasta lo has denunciado ante los jueces, es preciso que digas quién los hard mejores. Habla: veamos quién es. Lo ves ahora, Melito; 10 callas; ests perplejo y no sabes qué responder. ¢Y no te parece esto vergonzoso? gNo es una prue- ba cierta de que jamds ha sido objeto de tu cuidado la educa- cién de la juventud? Pero, repito, excelente Melito, gquién es el que puede hacer mejores a los jévenes? MELITO.—Las leyes. SOCRATES.—Melito, no es eso lo que pregunto. Yo te pre- gunto quién es el hombre; porque es claro que la primera cosa que este hombre debe saber son las leyes. W ™ _son, Sécrates, los veces aqui Unidos Cémo, Melito! cEstos jueces son y hacerlos mejores? MELITO.— SOCRATES.—i “apa es OG los jovenes * dein, truil MELITO.—Si; ciertamente. TES.—gPero son todos estos jueces o icon posden y otros que no pueden? MELITO.—Todos pueden: SOCRATES.—Perfectamente, jpor Heral; nos has buen numero de buenos preceptores. Pero pasemos * Estos oyentes que nos escuchan ¢pueden también hea lelante jévenes mejores 0 no pueden? er a Ie he OY entre all Os MELITO.—Pueden. SOCRATES.—cY los senadores? MELITO.—Los senadores lo mismo, SOCRATES.—Pero mi querido Melito, todos los que y; @ las asambleas del pueblo gcorrompen igualmente » jpvienen nes 0 son capaces de hacerlos mejores? 5 jove, MELITO.—Todos son capaces. SOCRATES.—Se sigue de ahi que todos los atenis, den hacer a los jévenes mejores, menos yo; sélo yo los 8 PUE- gno es esto lo que dices? Sorrompo, MELITO.—Lo mismo. Bi SOCRATES —Verdaderamente, ibuena des. ero continia respondiéndome. gTe pares mo con los caballos? gPueden todos los hombres heeie 0 mis res y que sélo uno tenga el secreto de echarlos a macros Mele todo lo contrario lo que sucede? ¢Es uno sole ¢ perce? es ndmero de picadores que puedan hacerlos mejorecs yn) “e® de los hombres gsi se sirven de ellos, no los echan oe. l5'8 sucede esto mismo con todos los animales? Si, sin deni Ne vengéis en ello Anito y 18 0 no convengdis, Pore eo YS = gran fortuna, y gran ventaja para la joventod ees Una Blese un hombre capaz de corromperla y que tedss ls fat la pusiesen e: i 6 s dema: Pp nN Buen camino. Pero té has probado suficiente. 12 OFAC es le mig) mente) Melito, que la educacién de la juventud no es cosa que te haya quitado el suefio y tus discursos acreditan, claramente, que jamas te has ocupado en lo mismo que motiva tu acusa- cién contra mi. Por otra parte, te suplico jpor Zeus! Melito, me respondas @ esto. ¢Cudl es mejor, habitar con hombres de bien o habitar con picaros? Respéndeme, amigo mio; porque mi pregunta no puede ofrecer dificultad. gNo es cierto que los picaros causan siempre mal a los que los tratan y que los hombres de bien Producen a los mismos un efecto contrario? MELITO.—Sin duda. SOCRATES.—gHay alguno que prefiera recibir dato de aquellos con quienes trata a recibir utilidad? Respndeme, por- que la ley manda que me respondas. gHay alguno que quiera més recibir mal que bien? MELITO.—No; no hay nadie. SOCRATES.—Pero veamos; cuando me acusas de corromper a la juventud y de hacerla més mala, gsostienes que lo hago con conocimiento o sin quererlo? MELITO.—Con conocimiento. SOCRATES.—TU eres joven y yo anciano. ¢Es posible que tu sabiduria supere tanto a la mia que, sabiendo ti que el roce con los malos causa mal y el roce con los buenos causa bien, me supongas tan ignorante que no sepa que si convierto en malos a los que me rodean, me expongo a recibir mal y que, a pesar de esto, insista y persista, queriéndolo y sabiéndolo? En este punto, Melito, yo no te creo ni pienso que haya en el mundo quien pueda creerte. Una de dos: 0 yo no corrompo a los jévenes, 0, si los corrompo, lo hago sin saberlo y a pesar mio, y de cualquiera manera que sea eres un calumniador. Si co- rrompo a la juventud a pesar mio, la ley no permite citar a nadie ante el tribunal por faltas involuntarias, sino que lo que quiere es que se llame aparte a los que las cometen, que se les reprenda y que se les instruya; porque es bien seguro que, estan- do instruido, cesaria de hacer lo que hago a pesar mio. Pero tu, con intencién, lejos de verme e instruirme, me arrastras ante este tribunal, donde la ley quiere que se cite a los que merecen 13 costigos, pero no a los que sélo tienen necesidad de prevencio. nes. Asi, atenienses, he aqui una prueba evidente, como os decia antes, de que Melito jamds ha tenido cuidado de estas cosas, jamas ha pensado en ellas. ‘Sin embargo, responde aun y dinos cémo corrompo a los j6- venes. gEs, segin tu denuncia, ensefiandoles a no reconocer los Gioses qué reconoce la patria y ensefiéndoles, ademas, a rendir culto, bajo el nombre de demonios, a otras divinidades? No es cierto lo que dices? MELITO.—Si; es lo mismo. SOCRATES.—Melito, en nombre de esos mismos dioses de que ahora se trata, explicate de una manera un poco mas cla- ra, por mi y por estos jueces, porque no acabo de comprender si me acusas de ensefiar que hay muchos dioses ly, en este caso, si creo que hay dioses; no soy ateo y falta la materia para que sea yo culpable) o si estos dioses no son del Estado. Es esto de lo que me acusas? O bien, gme acusas de que no admito ningin dios y que ensefio a los demas a que no reconoz- can ninguno? MELITO.—Te acuso de no reconocer a ningn dios. SOCRATES.—jOh maravilloso Melito!, gpor qué dices eso? iQuél eYo no creo, como los demas hombres, que el sol y Ia luna son dioses? MELITO.—No, jpor Zeus!; atenienses, no lo cree, porque dice que el sol es una piedra y Ia luna una tierra. SOCRATES.—gPero ti acusas a Anaxagoras, mi querido Melito? Desprecias a los jueces, porque los crees harto igno- rantes, puesto que te imaginas que no saben que los libros de Anaxagoras de Clazomenes estan llenos de aserciones de esta especie. Por lo demas, equé necesidad tendrian los jovenes de aprender de mi cosas que podian ir a ofr todos los dias a la Orquesta, por una dracma a los més? {Magnifica ocasién se les presentaba para burlarse de Sécrates si Sécrates se atribuyese doctrinas que no son suyas y fan extrafas y absurdas, por otra parte! Pero dime, en nombre de Zeus. ¢Pretendes que yo no reconozco ningin dios? MELITO.—Si, jpor Zeus!, t8 no reconoces ninguno. 14 SOCRATES.—Dice: s, Melito, cosas increibles ni estas tampo- co de acuerdo contig jo mismo. A mi entender parece, atenien- ses, que Melito es un insolente, que no ha intentado esta acu- sacién sino para insultarme con toda la audacia de un imberbe, Porque justamente sélo ha venido aqui para tentarme y propo- nerme un enigma, diciéndose a si mismo: Veamos si Socrates, este hombre que pasa Por tan sabio, reconoce que me burlo Y que digo cosas que se contradicen, 0 si consigo engafiar no sdlo a él, sino a todos los Presentes. Efectivamente se contradi- ce en su acusacién, porque es cor mo si dijera: Sécrates es culpa- ble en cuanto no reconoce dioses y en cuanto los reconoce. ev no 8 esto burlarse? Asi lo juzgo yo. Seguidme, pues, atenienses, 98 lo suplico y, como os die al principio, no os irritéis contra eri si os hablo a mi manera ordinaria, Respéndeme, Melito. hay cosas humanas y qu responda y que no hag reglas para ensefar a | hay tocadores de flaut nadie, excelente Melit. ponder. Pero dime: los demonios y que, éHay alguno en el mundo que crea que fe no hay hombres? Jueces, mandad que a tanto ruido. ¢Hay quien crea que hay los caballos y que no hay caballos? ninguna conjuracién, practicas bastante ordinarias en esta ciy. dad; por ser conocido como hombre de bien, no queriendo con. seer mi vida valindome de medios ton indignos? Por eng parte, sabéis que jamés he querido tomar ninguna profesién en Ja que pudiera trabajar al mismo tiempo en provecho vuestro y en el mio y que mi nico objeto ha sido procuraros a cada ung ge vosotros en particular el mayor de todos los bienes, persug. diéndoos a que no atenddis a las cosas que os pertenecen antes que al cuidado de vosotros mismos, pard haceros mas sabios y mas perfectos, lo mismo que es preciso tener cuidado de |a existencia de la repdblica antes de pensar en las cosas que |e pertenecen, y. asi de lo demas. Dicho esto, ede. qué soy digno? De un gran bien, sin duda, Gtenienses, si proporciondis verdaderamente la recompensa al mérito; de un gran bien que puede convenir a un hombre tal como yo. éY qué es lo que conviene a un hombre pobre, que es vwuestro bienhechor y que tiene necesidad de un gran desahogo qué pend que yo no & ‘ena, a qué multa cosas buenas que G| 30 Era preciso que el acusador obtuviese 1a mitad mis una quinta parte de vias 11 La ley permitia al acusado a-condenarse a una de estas tres penast prisiin pet petua, multa, destierro, 26 se en exhortaros? Nada le ¢ 10 OUP Ser alimentado en el Pri mas d, tomo ls que entre vosotros, han S8N Ado ef prope MAS de Bho ee oon ellos y carves et los juegos olim vide ras ae victorias, hacen que q, Arezcamos elices y vg cats, con a la apariencia, sino en |q realidad, po, a = i és, no en 10 necesidad ‘de este soccie Y YO la tence Parte, has no Pease adjudicarme UNG recom, er estos. 0 es Lid merezco: el ser alimentade la es " Wuiz me ccusaréig de que Io ancia con que SEché antes \ 10 hay nada de ®0, S ‘SNto, ate, TANGO y esto | nien. Premio en lag Picos,!2 laros asi, atenienses, Al bat ered y atag 090 oy las soplicas. Pero © Jamen otivo que tengo 8S, atenienses, GUE abrigo |g convi EL me 10 haber hecho jamas e| Menor dafio a nad; » Werign. con de WP éndolo.No pusde hoy persuadiros de ello, aba) ma queda (es MUY corto. Si tuvieseie 1 ley que eee aera ieleia As yp neite durara muchos dine ordenase ave Un artes, y no uno solo, Sstoy persuadido de roctica onvenceria. gPero qué medio hay para dest Ue iasientunttanieon psPacio de tiempo? Estar calumn de que no he hecho daiio Nadie, ecémo he de ha. adie mi mismo, confesando que merezco ¢, cérme'o dome a mi mismo uy; imponien a1 fet CaStigado @ na pena? iQuél Por no suftir el cio a que me condena Melito, suplic sup! 10 que verdaderamanss é si es un bien o un mal, iré yo" escoger a no se ue sé con certeza que es un mal y me Pee a ellaPsaserd Quizé una prisién perpet mismo a ir siempre yo esclavo de los Once?" eSeré ung multa De Sa Kae ave la haya pagado? Esto equivcte : lo anterior, yer ve no tengo con qué Pagarla. ¢Me condenaré Qui28 confirmarials wt semen Pero era Seecars bien al aro sie Vida, ‘atenieonses, Shes, Gua sanine conciudadanos, no ka ie CMeRceneMIRiAe méximas y de inkado que,no. habels reese hasta desh ruched ds Faebn tes dere po lua? ey Necesario que me Si no viera que si béis podido sufrir fal manera os han laceros de mi, con drian sufrirme, iPre- 7 Las ciudadanos do grandes servicios eran mantenidos en et Pritaneo con los cincuenta senadores en ejercicio. 38 Eran Jos magistrados encargados de la vigil de las prisiones, 27 , j, a sus afos, arrojado de ca vide pare SOON A dad, como un vagabund fe ante orien que, a doquiera que vaya, los iver un proscritol Sé Bien Weer Than en Atenas; pero si los resee escucharan, como Mme Te estierren, y sino los rechazo, «t2®, hardin que sue PCT arrojaran por causa de ellos. “$48 pa. dres y part se Pero me dira quiza algun aoe oor Si ma desterrado, no podras mantenerte en TePer® y Quardar silenciga ¢ este punto es de los mas dificiles para hacerlo com, = wed ‘aiguno de vosotros, porque si os digo que calla, a Prentierro seria desobedecer a Dios y qUe, Por esta razén, me es imposible guardar silencio, no me Ceti Y Mirariais est como una ironia; y si por otra parte, os dijese que e| mayor comme sel hombre es hablar de la virtud todos los dias de su vg y conversar sobre todas las demas cosas que han sido objets de mis dicursos, ya sea examinandome a mi mismo ya exami. nando a los demas, porque una vida sin examen no es vide, onine creeriais menos. Asi es la verdad, atenienses, por mag que se os resista creerla, En fin, no estoy acostumbrado a juz. Gorme acreedor a ninguna pena. Verdaderamente, si fuese ri gexme condenaria a und muita tal que pudiera pagarla, porque esto no me causaria ningin perjvicio; pero no puedo, porque nada tengo, a menos que no querdis que la multa sea Propor cionada a mi indigencia y, en este concepto, podria extenderme hasta a una mina de plata y a esto es lo que yo me condeno, Pero Platén, que esta presente, Critén, Critobulo y Apolodoro, quieren que me extienda hasta treinta minas de que ellos res- ponden. Me condeno, pues, treinta minas y he aqui mis fiado- res, que ciertamente son de mucho abono. cio viera erra hag (Habiéndose Sécrates condenado a si mismo a la multa por obedecer a la ley, los jueces deliberaron y lo condenaron a muerte, y entonces Sécrates tomé la palabra y dijo:) En verdad, atenienses, por demasiada impaciencia y preci- pitacién vais a cargar con un baldén y dar lugar a vuestros envidiosos enemigos a que acusen a la repUblica de haber hecho morir a Sécrates, a este hombre sabio porque, para agra- var vuestra vergonzosa situacién, ellos me |lamaran sabio aun- que no lo sea. En lugar de que si hubieseis tenido un tanto de paciencia, mi muerte venia de suyo y hubieseis conseguido 28 vwoestro objeto, porque ya veis que, en la edad que tengo, estoy bien cerca de la muerte. No digo eso por todos los jwener tan sélo por los que me han condenado a muerte \renclion se a quienes me dirijo. éCretis que yo hubiera vide eendennceo s no hubiera reparado en los medios para defenclerme? screéis que me hubieran faltado palabras insinuantes y persussivas® No son las palabras, atenienses, las que me han faltado, es la impudencia de no haberos dicho cosas que hubierais gustado mucho de oir. Hubiera sido para vosotros una gran satisfaccién haberme visto lamentar, suspirar, llorar, suplicar y cometer to- das las demas bajezas que estais viendo todos los dias en los acusados. Pero, en medio del peligro, no he creido que debia rebajarme a un hecho tan cobarde y tan vergonzoso y, después de vuestra sentencia, no me arrepiento de no haber cometido esta indignidad, porque quiero més morir después de haberme defendido como me he defendido que vivir por haberme arras- trado ante vosotros. Ni en los tribunales de justicia ni en medio de la guerra debe el hombre honrado salvar su vida por tales medios. Sucede muchas veces, en los combates, que se puede salvar la vida muy fécilmente arrojando las armas y pidiendo cuartel al enemigo y lo mismo sucede en todos los demas pe- ligros; hay mil expedientes para evitar la muerte cuando esta uno en posicién de poder decirlo todo o hacerlo todo. jAh, ate- nienses, no es lo dificil evitar la muerte; lo es mucho mas evitar la deshonra, que marcha mas ligera que la muerte! Esta es la razén porque, viejo y pesado como estoy, me he dejado llevar por la mas pesada de las dos, la muerte; mientras que la més ligera, el crimen, esté adherida a mis acusadores, que tie- nen vigor y ligereza. Yo voy a suftir la muerte, a la que me habéis condenado; pero ellos sufriran la iniquidad y la infamia a que la verdad los condena. Con respecto a mi, me atengo a mi castigo y ellos se atendran al suyo. En efecto, quiza las cosas han debido pasar asi y, en mi opinién, no han podido pasar de mejor modo. iOh, vosotros que me habéis condenado a muerte, quiero predeciros lo que os sucederd, porque me veo en aquellos mo- mentos cuando la muerte se aproxima en que los hombres son capaces de profetizar el porvenir! Os lo anuncio, vosotros que me hacéis morir: vuestro castigo no tardara cuando yo haya muerto y sera, jpor Zeuz!, mas cruel que el que me imponéis. 29 } mi s6lo habéis intentado descargaros x, 1 ‘dor cventa de vuestra vida, pero os ee yo os lo predigo. leré ontra vosotros y OS reprenderé un ye han estado contenidas por m: ercibais; pero, después A" Banque voxotros 0 10 OP Net tas de cee I Muerte eran tanto més IPOS Fas. osotros, porque aro tue as jovenes, Y Mas Os ITT” ” » Porque si crag; ah matar a uno para impedir que otros os echen 4 gue oe vivis mal, os enganais. Esta manera de libertarse a cora que Vivi 7M eeente ni posible. La qUe ec la ver nce Sonar y muy dificil es no cerrar la boca a los hombres, sino nocerse mejor. Lo dicho basta Pa eae me han condeng, 6 J los entrego 0 sus propios Femoral ; Con respecto a los que me habéis absuelto con vuestros Vo. tos, atenienses, conversare con vosotros con el mayor guste tos, alemigue los Once estén ocupados y no s© me conduzce of sitio donde deba morir. Concededme, os suplico, un momento de atencién, porque nada impide que conversemos juntos, pues. to que da tiempo. Quiero deciros, como amigos, una cosa que "0 Ne de sucederme y explicaros lo que significa, Si, jveces mios (y llaméndoos asi no me engario en el nombre); me ha Miedito hoy una cosa muy maravillosa. La voz diving de mi demonio familiar, que me hacia advertencias tantas veces y Gue en las menores ocasiones no dejaba jamés de separarme ge todo lo malo que iba a emprender, hoy, que me sucede lo que veis y lo que la mayor parte de los hombres tienen por el mayor de todos los males, esta voz no me ha dicho nada, ni esta mexona cuando sali de casa, ni cuando he venido al tribunal, ni cuando he comenzado a hablaros. Sin embargo, me ha suce- Gido muchas veces que me ha interrumpido en medio de mis Giscursos y hoy a nada se ha opuesto, haya dicho o hecho yo fo que quisiera. gQué puede significar ésto? Voy a deciroslo. Es que hay trazas de que lo que me sucede es un gran bien y nos engafiamos todos, sin duda, si creemos que la muerte es un mal, Una prueba evidente de ello es que si yo no hubiese de realizar hoy algin bien, el dios no hubiera dejado de adver- tirmelo como acostumbra. Profundicemos un tanto la cuestién, para hacer ver que es una esperanza muy profunda la de que la muerte es un bien. 30 En deshaceros de uno peso de fodo lo contrario; Se levantara c ro de personas, a IFAM Nume " Presencig Es preciso de dos cosas una: o la mue! nadamiento y una privacién de todo dice, es un transito del alma de un lug vacién de todo sentimiento, un dormir bado por ningtn suefo, equé mayor v la muerte? Porque si alguno, después noche muy tranquila sin ninguna inquie cin, sin el menor suefio, la comparase c y con todas las demés noches de su vida en conciencia, cudntos dias y noches hal mas felices que aquella noche, estoy s6lo un simple particular, sino el mismo gran rey, encontraria bien pocos y le seria muy facil contarlos. Si la muerte es una cosa semejante, la llamo con razén un bien; porque entonces el tiempo, todo entero, no es mas que una larga noche. tte es un absoluto ano- ‘entimiento 0, como se jar @ otro. Si es la pri- Pacifico que no es tur- /entaja puede presentar de haber pasado una tud, sin ninguna turba- ‘On todos los demas dias y se le obligase a decir, bia pasado que fuesen Persuadido de que no Pero si la muerte es un trénsito de un lugar a otro y si, segin se dice, alla abajo esta el paradero de todos los que han vivido, gqué mayor bien se puede imaginar, jueces mios? Porque si al dejar los jueces prevaricadores de este mundo, se encuentra en los infiernos a los verdaderos jueces, que se dice que hacen alli justicia, Minos, Dadamanto, Eaco, Tripolemo y todos los demas semidioses que han sido justos durante su vida, gno es éste el cambio més dichoso? ¢ qué precio no comprariais la felicidad de conversar con Orfeo, Museo, Hesiodo y Homero? Para mi, si es esto verdad, moriria gustoso mil veces. ¢Qué transporte de alegria no tendria yo cuando me encontrase con Palamedes, con Ayax, hijo de Telamén, y con todos los demas héroes de la antiguedad que han sido victimas de la injusticia? |Qué placer el poder comparar mis aventuras con las suyas! Pero ain seria un placer infinitamente mas grande Para mi pasar alli los dias, interrogando y examinando a todos estos personajes, para dis- tinguir los que son verdaderamente sabios de los que creen serlo y no lo son. ¢Hay alguno, jueces mios, que no diese todo lo que tiene en el mundo por examinar al que condujo un numeroso ejército contra Troya, u Odiseo o Sisifo, y tantos otros, hombres Y Mujeres, cuya conversacién y examen serfan una’ felicidad inexplicable? Estos no harfan morir a nadie Por este examen, Porque, ademas de que son mas dichosos que nosotros en todas las cosas, gozan de la inmortalidad, si hemos de creer lo que se dice, 31 jueces mios, para que nunca perdais |g esperanzos aun después de Ia tumbe, fundades en esta verda " gue no hoy ningon mal Para e re de bien ni durante sy vida ni después de su muerte; y que na ioses tienen siempre vide je cuonto tiene relacion con él porque lo que en este momento me sucede a mi no es obra del azar y estoy conven. momenvciue el mejor partid para mi es meri desde luego y libertame ‘asi de todos los disgustos de esta vida. He aqui por Qué la voz divina nada me ha dicho en este dia. No tengo ningdn resentimiento contra mis acusadores ni contra los que me han condenado, aun cuando no haya sido su intencién ha- evs un bien, sino, por el contrario, un mal, lo que seria un motivo para quejarme de ellos. Pero solo una gracia tengo le pedirles. Cuando mis hijos sean mayores, os suplico los hostiguéis, los atormentéis, como yo os he atormentado a vos- Grossi veis que prefieren las riquezas a la virtud y que se creen Sigo cuando no son nada; no dejéis de sacarlos a la vergien- seo no se aplican a lo que deben aplicarse y creen ser lo que no son; porque asi es como yo he obrado con vosotros. Si me concedéis esta gracia, lo mismo yo que mis hijos no podremos menos de alabar vuestra justicia.Pero ya es tiempo de que nos retiremos de aqui, yo para morir, vosotros para vivir ¢Entre vos- otros y yo, quién lleva la mejor parte? Esto es lo que nadie sabe, excepto Dios. Esta es 1a razon, Tomado de “‘Platén. Didlogo". Universidad Nacional de México. 1921 . 32

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