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Shakespeare y el pensamiento de su era W. R. Elton’ Las obras de Shakespeare, formadas en el pensamiento cambiante de su era necesitan de un reconocimiento de las convenciones intelectuales del Renacimiento. Estas convenciones, ademas, afectaron la actitud de la audiencia de Shakespeare. Este esquema identificara algunos modos conceptuales del Renacimiento que podran ser recordados litilmente por el lector del siglo XX. ‘A pesar de un influyente modo de representacién de ‘la imagen del mundo isabetino’ como inalterado del medieval, sus caracteristicas notables fueron la complejidad y la variedad, la inconsistencia y Ia fluidez. Ue modo similar, el recientemente reiterado ‘marco de orden’ puede ser tomado, para nuestros fines, como, en gran medida, un antecedente de fos t6picos Isabelinos contra los cuales Shakespeare interpret6 variaciones complejas e irénicas. Mientras que sus obras dramaticas afirman {a ‘gran cadena dei ser’, por ejemplo, y ta jerarquia del orden, con frecuencia también representan lo opuesto, la realidad de! desorden. Mas aun, considerando la rapidez del cambio renacentista, las generalizaciones acerca de la era de Shakespeare, 0 sobre patrones tan complejos como el cristianismo renacentista, deberian cominmente especificar, con la mayor precision posible, el tiempo y el lugar en cuestion. La era shakespeariana, de transicién mas alld de muchas épocas, fundiendo mundos divididos y diferenciados, fue testigo de numerosas revalorizaciones e inversiones. No resulta sorprendente que una metafora favorita fuera ta de ‘mundo cabeza abajo’; mientras que un modo repetido en una obra central del Renacimiento como lo fue Hamlet es el interrogativo. En vista de las complejidades isabelinas, estas notas resumidas estan, por endo, sujetas a sus condiciones particulares apropiadas. | ANALOGIA En general, para Shakespeare y su audiencia, una modalidad intelectual preponderante, a diferencia de las nuestras, era la analogica. A pesar de que una vision analogica del mundo relacionando a Dios con ei hombre, heredada de la Edad Media, estaba en proceso de disolucién, sobrevivid el modo de pensamiento analégico, con sus Correspondientes jerarquias y relaciones entre microcosmos y macrocosmos. Los nivetes de existencia, incluyendo el humano y el césmico, tenian habitualmente sus correlatos y sus correspondencias y se percibian semejanzas por doquier. El hombre como modelo microcésmico era, por ende, un mediador entre é{ mismo y ef universo, y ef conocimiento de un elemento en ta analagia micracosmos-macracasmos era él conacimienta del otra. Mezciando te con conocimiento, actualidad con metafisica, la analogia también unia simbolo con concepto, el ‘mundo interno con el externo. La analogia, inclusive, proveia al receptor de la impresion de una experiencia estética y filosdficamente abarcadora Mientras que el pensamiento analégico medieval, incluyendo la ‘analogia de! ser’, que comparaba al hombre con Dios, habia sido regulado en buena parte dentro de la iglesia, las cortientes de la Reforma y el Renacimiento tendian a transformarlo. El énfasis reiterado de la Reforma en la naturaleza decadente del hombre y en el oscurecimiento de fa razon negaba dicha semejanza humana-divina (como mucho, una analogia de la fe). En el resurgimiento renacentista de la antigiiedad, incluyendo las influencias estoicas, pitagdricas, neoplaténicas y herméticas, la analogia se volvi6, cada vez més, un instrumento sincrético y secularizado para desentrafiar lo que Paracelso llamaba la ‘gran sabiduria seoreta’ A través de esta teoria unificada de la imaginacién humana, los poetas intentaron, junto con los ciemtificos, interpretar el Libro de la Naturaleza y descubrir el universo armonioso, ordenado e interrelacionado. En el teatro shakespeariano, la analogia, en el sentido de un salto momentaneo entre niveles, correlacionaba los planos dispares de la tierra (el escenario), el infierno (el espacio debajo del escenario), y el cielo (los ‘cielos’ proyectados por encima de una parte del escenario). Sobre ese escenario, ademas, se escuchaban parlamentos que podian, a través de analogias, aludir simuftaneamente al universo, al estado 0 cuerpo politico, a la familia y al \dividuo microcésmico. Sin conciencia de las alusiones cristianas analdgicas (mas que, por ‘Elton, W R., “Shakespeare and the thought of his age", in.4 new companion to Shakespeare studies, edited bv Kenneth Muir and S. Schoenbaum. Cambridge University Press. 1980. 4 ejemplo, alegoricas), fos oyentes de Shakespeare podrian haber condenado com blasfemos los comentarios de Ricardo Il sobre si mismo: No solian gritar, saludandome: "Salve"? Asi hacia Judas con Cristo. Pero El, entre doce hombres, no encontid mas que uno falso; yo, entre doce mil, no hallo uno solo fiel avi? ©. entre otras instancias, pueden haberse pasado por alto, en E! Rey Lear, las pistas relevantes de la referencia de Cordelia a los ‘negocios’ de su padre (IV, iv) La analogia shakespeariana conectaba una escala de creacién que ordenaba ta diversidad del mundo. De Tomas de Aquino a Richard Hooker (+ 1600) ese patron, segun se ha sostenido, comprendia principios tales como la plenitud, o la visién de que el universo, creado por Dios de la nada, debia, por deseo del Creador, ser poblado por todas las especies posibles. Un segundo principio era la jerarquia 0 la gradacién unilateral; segun esta escala, cada una de las diversas criaturas de Dios, de acuerdo con su distancia de la perteccién divina, tenia una posicién asignada, observando ‘las leyes de la categoria, de la prioridad, de la distancia, de la posicién...* (Troilo y Cressida, |, ii). E} principio final, !a continuidad, implicaba una progresién regular, mas que despareja o a grandes saltos, en esta cadena universal del ser. Por ende, desde Dios y fos angeles, el hombre, 1a mujer, los animales inferiores, ta vegetacién, hasta los infimos ‘troncos, pedazos de pederna!' o las ‘cosas insensibles’ (Julio César, |, i), la creacién estaba clasificada de un modo unificado ¢ ininterrumpido. Puesto que poseia tanto alma como cuerpo, el hombre ocupaba un sitio capital en la gran cadena del ser. Exteriormente, Sus acciones individuales encontraban sus consecuencias repetidas en ta naturaleza macrocosmica. El asesinato de Duncan por Macbeth reverbera a través del cielo y el infiemo; la locura de Lear abraza una tormenta interna y extema; e incluso la contempiacién de un crimen, o la perspectiva de una eleccion moral, pueden afectar al mundo externo. Bruto observa, meditando acerca de los correlatos césmicos que preceden ‘la ejecucién de un acto terrible’, que EI espiritu y las potencias corporales ceiebran entonces consejo, y el estado del hombre, semejante a un pequefio reino, sufre entonces una especie de insurreccidn! (ulio César, I i. Al mismo tiempo que la eleccién moral trajo el cosmos a un primer plano, simultaneamente plantéo la cuestin de la identidad de quien elige. Internamente, la naturaleza combinada del hombre era expresada como un conflicto entre su fazén o su alma diving, y sus apetitos dasicos o su pasiGn. (mpedido por ia Caida para ascender a ia perteccién det nivel angélico, podia ser faciimente tentado a descender al plano bestial. Contrastando con la idea mas moderna de la bondad humana, la conciencia del Pecado Original era prioritaria, El drama shakespeatiano pondera los extremos de las pasibilidades humanas, como el magicamente sabio Préspero y el bestiaimente ignorante Caiban de La Tempestad. Rememorando la admiracién de Pico della Mirandola, el asombru de Hamlet ante la obra maestra del hombre (Il, ii) contrasta, sin embargo, con la concepci6n asesina del Capitan del trabajo del hombre en EI Rey Lear. 'si es cosa que pueda hacerla un hombre, la haré’ (V, iil) . La predisposicién interior al pecado, marcada por el orgullo, el predominio de la pasion sobre la razon, y el incumplimiento del rango, era andloga, exteriormente, a un desorden politico, asi como a la decadencia de la naturaleza. La primitiva ‘edad dorada’ edénica era irrecuperable; y el final preanunciado del mundo — ‘Este misero mundo,’ sefiala Rosalinda, tiene cerca de seis mil afios de edad’ (Como gustéis, IV, i) - era inminente, La degeneracion natural, en contraste con nuestra idea optimista de progreso, era evidente por doquier fisicamente, el hombre era un pigmeo comparado con sus longevos progenitores; artisticamente, los antiguos habian sido superiores: e incluso en el suftimiento, como deciaran las lineas finales de EI Rey Lear, los jévenes ‘no veremos tantas cosas ni viviremos tantos afios’(V, ili), Mientras que mas alla de la Luns: todo se consideraba permanente, por debajo de la Luna los asuntos comunes y corrientes como el cuerpo - ‘esta envoltura de barro’ (El ? Todas las citas corresponden a Shakespeare, William, Obras Completas (trad. de L. Astrana Marin), Madrid. Aguilar. 1932 2. mercader de Venecia, V, i) ~ estaban sujetos a la mutabilidad. La mutabilidad misirfa era regida con un efecto aterrador, erosivo, por el Tiempo: la vida, observa el agonizante Hotspur, era ‘el loco del tiempo’ (Enrique IV — parte |, V, iv)’ - el hombre también, como Romeo, era el impredecible juguete del destino’ (Romeo y Julieta, Ill, i)" Para muchos isabelinos, a pesar de sus creencias religiosas, el tiempo perjudicial (‘a injuna del tiempo’ Trollo y Cressida, 1V, iv) era un asesino obsesivo Excepto por figuras tales como Giordano Bruno (1548? ~ 1600), por otra parte, le quedé al venidero siglo XVII, a John Milton y a Blaise Pascal, enfalizar las inmensidades aterradoras del espacio. Ademas de los correlatos césmicos, ef pensamiento analégico implicaba jerarquia y orden en el terreno politico. A partir de la idea de Dios como gobernante del macracosmos, hasta la idea del monarca como gobernante del mundo politico, ef razonamiento de los correlatos tenia evidentes consecuencias monarquicas. Ese tipo de razonamiento llevaba inevitablemente al empteo generalizado, durante el Renacimiento, de la analogia dei cuerpo politico, derivada en buena parte de la Polltica de Anstoteles. Esta hacia un corretato con el cuerpo humano, cuyo corazén 0 cabeza se correspondian con el rey, y cuyos miembros inferiores se asemejaban a los miembros inferiores del organismo social. Como el cuerpo obedecia al alma, y el mundo al Creador, del mismo modo los sujetos debian obedecer al rey En Coriolano, hay una variante de la analogia del cuerpo en la que se dice que el estomago, comparado por Menenio con los senadores, apoya a las ‘partes rebeldes’ y desagradecidas, incluyendo al 'dedo gordo del pie, de ese tumulto’ (I, i). Que el correlato cuerpo-politica era natural podia ser verificado, a su vez, por analogia con la familia y su cabeza patriarcal, asi como con el reino animal En toda la creacién divina, habia primacias de distintos drcenes: como Dios en el macrocosmos y el sol en los cielos estaban, por ejemplo, el Aguila entre las criaturas del aire, y el ledn entre las bestias de la tierra, Mas aiin, entre toda la humanidad innatamente implantada por Dios, habia una ‘ley de la naturaleza’ absoluta, por la cual sus criaturas racionales reconocian por todas partes el bien y el mal. En la tradicién escolastica, el conocimiento habitual de la ley natural, o ta buena disposicién para reconocer la razon correcta — sindéresis ~ es la facultad de la conciencia de Macbeth, que implicitamente habita la tragedia después de su asesinato de Duncan. Jerarquicamente, el alma humana, de la cual Malvolio presume tener ‘una idea noble’ (Noche de Epifania, IV, ii), tiene tres aspectos: el alma mas alta, racional, que posee el hombre en la tierra excepcionalmente; ef alma prudente, sensible o apetecible, que el hombre comparte con los animales inferiores — su impulso concupiscibie !o impuls6 hacia los objetos, y el irascible Io alejé de ellos ~; y ef alma inferior o vegetativa (vegetal, nutftiva), distnbuida de modo atin mas generalizado y relativa, sobre todo, a la reproduccién y el crecimiento. Ademas, el alma racional estaba dividida en dos clases: la intuitiva 0 angélica, cuyo conocimiento era infundido de inmediato, sin la intervencién de ningiin proceso; y la discursiva, que involucraba el esfuerzo racional y datos sensoriales. El alma encontraba facilitado su trabajo por los tres Srganos principales dei cuerpo, ef higado, ef corazén y el cerebro: el higado servia a tas facultades vegetales, el corazén a las vitales y el cerebro a las animales — esta titima contenia virludes motrices, sensibles y principales (como, por ejemplo, involucrando el sentido comin, la fantasia, y la imaginacién, asi como la raz6n, la opinion y 1a memoria). Fundamental para la tierra, el planeta mas bajo y mas pesado en la creacién, el hombre estaba formado por la combinacion natural en él de los cuatro elementos. ascendiendo en orden jerarquico, ‘los pesados elementos de! suelo y del agua’ (Enrique V, Ill, vil), ambos tendientes a caer en el centro del universo, y el aire y el fuego, ambos tendientes a ascender. A punto de morir, Cleopatra exclama 'No soy mas que aire y fuego; abandono a la vida mas grosera mis otros elementos’ (V, ii). Mientras que sin mezciarse, los elementos se separarian en sus propias esferas, en un estado combinado ambos inducian a la inestabilidad terrestre y daban forma al temperamento del hombre. El elogio de Antonio de las cualidades de Bruto observa la mezcla ejemplar en & de los elementos (Julio César, V, v). Cada elemento poseia dos de las cuatro cualidades primarias que se combinaban en un ‘humor’ o temperamento humano: ta tierra (fria y seca: temperamento melancélico); el agua (fria y humeda: temperamento flematico); el aire (caliente y humedo: temperamento sanguineo); el fuego (caliente y seco: temperamento colérico). Como su alma y sus humores, el cuerpo del hombre poseia afinidades césmicas: por ejemplo, el cerebro con la Luna; el higado con el planeta Jupiter; el bazo con el planeta > En inglés, ‘life is time's fool’, que podria traducirse, también, ‘la vida es el bufén del tiempo’ (N. de T ) “0. también. ‘el bufén de la fortuna’: “fortune’s fool” (N. de T.) 3 Saturno. Asignada a cada uno de los planetas y a !a esfera de estrellas fijas, - guidndolos, habia una jerarquia de espiritus incorpéreos, angeles 0 demonios: inteligencias a las que puede estar aludiéndose en la propuesta de Lear a Cordelia 'y tomaremos sobre nosotros el misterio de las cosas, como si fuésemos espias de los dioses’ (V, iii). De modo paralelo, en la tierra, los Angeles caidos y Satanas, junto con fuerzas ocultas tales como los brujos, continuaban tentando al hombre y haciéndolo caer en el pecado. Por un tiempo, Martin Lutero (1483 — 1546), por ejemplo, estuvo afligido por 1a duda acerca de si su llamado a reformar la iglesia era, en su inspiracién, divino 0 diabdlico, Hamlet expresa tales temores de la Sombra puesto que ‘al diablo le es dado presentarse en forma grata’ (I, i). Macbeth se encuentra a si mismo demasiado susceptible a las tres brujas. Y el desilusionado Otel sospecha la presencia de Satanas en Yago" ‘Miro sus pies; pero es una fabula’ (V, i) Aunque controvertida, la creencia en la influencia de las estrellas sobre la vida del hombre era mantenida por la mayoria de la audiencia de Shakespeare. Mas aun, importantes astrénomos, como Tycho Brahe (1546-1601) y Johannes Kepler (1571-1630), eran astrélogos practicantes, y el eminente fisico William Gilbert (c. 1540-1603), médico de Ia reina Isabel, mantenia puntos de vista astrolégicos, La astrologia natural (til, por ejemplo, para las predicciones meteorolégicas que regian asuntos tales como la influencia de los planetas en las cosechas) tenia un enorme feconocimiento, pera se la diferenciaba de la astrologia judicial (mas sospechosa, puesto que involucraba detailes de vidas privadas y pronésticos politicos) Mientras que los astrologos coincidian en que el destino del hombre estaba determinado por ‘suis conjunciones planetarias, confinuaban discutiendo si el momento determinante era el de la Concepcion 9 el de! nacimiento. Rechazando el determinismo sobrenatural de su padre y sus nociones astroldgicas. el ilegitimo y naturalista-determinista Edmundo expresa las actitudes de os espectadores renacentistas escépticos (EI Rey Lear, |, ji). Opuesto a la primogenitura y a la exclusién por accidente de nacimiento, el punto de vista anti-legal y anti-social de Edmundo sostiene que fa vehemencia del momento conceptual mismo determina la superioridad natural de los bastardos (I, i) Las visiones astrolégicas del Renacimiento operaban dentro de un universo finito de forma esférica ~ el circulo era visto como la perfeccién en forma y en movimiento ~ y el pequefisimo planeta Tierra estaba en su punto central e infimo. Inmévil ella misma, la Tierra estaba en el centro de una serie de esferas cristalinas concéntricas méviles, las de la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Jipiter y Saturna. Mas alld de Saturno estaban las estrellas, fijas; mas alld de éstas estaba el Primum Mobile 0 Primero Mévil, y mas alld estaba el vacio, que no contenia ni tiempo ni espacio. Mientras los planetas giraban, producian, inaudible para los sentidos mortales, la pitagérica ‘musica de las esferas' No hay ni el mas pequefio de esos globos que contemplas que con sus movimientos no produzca una angelical melodia que concierte con tas voces de fos querubines de ojos etemamente jévenes. (El mercader de Venecia, V, i). El estudiante moderno, reconociendo los usos renacentistas de la analogia, deberia notar las diferencias radicales entre tas ideas fiuséficas preconcebidas de nuestra era cientifica y aqucllas de la era shakespeariana. Ademas de ciertas influencias como las de Francis Bacon (1561-1626) y Thomas Hobbes (1588-1679), asi como las de Kepler y Galileo Galilei (1564~ 1642), una brecha importante entre fa vision del mundo shakespeariana y la nuestra fue efectuada por René Descartes (1596-1650). Hacia la mitad del siglo XVII, el dualismo cartesiano separé la mente de la materia, y el alma del cuerpo. Aunque influyente, esta dicotomia cuerpo-alma era poco novedosa, y Descartes, como nos recuerda el profesor Ryle, ‘estaba reformulando doctrinas teoldgicas del alma que ya eran frecuentes, con la nueva sintaxis de Galileo. La privacidad de la conciencia (moral) del {edlogo se transformé en la privacidad de la consciencia (de conosimiento) del fildsofo, y lo que habia sido el fantasma de la Predestinacién reaparecié como ei fantasma del Determinismo’. Para Descartes, toda la naturaleza podia ser explicada como pensamiento o bien como extension: de alli que la mente se transformé en una sustancia puramente pensante, el cuerpo en un sistema mecanico sin alma El cartesianismo, exaltando la racionalidad filoséfica y desalojando el misterio, arrojando dudas sobre a realidad objetiva del mundo externo, sostenia que sdlo podemos conocer nuestras ideas claras y nitidas. Dejando de lado, como Bacon, por no cagnoscibles o inciertas, las causas finales — el ‘porqué’ o la determinacion de las cosas — Descartes consideraba a los objetos como inteligibles solo mientras nue:tras opiniones los afectaran directamente. Si solo 4 tal conocimiento Unico fuera posible, la consecuencia seria que el método “analégico de conocimiento de! universo estaria, desde entonces, pasado de moda. Mas atin, de la preferencia cartesiana por la claridad y sus sospechas sobre nuestras opiniones ilusorias y sensoriales, devinieron, a su vez, |a devaluacién del sentimiento y la vida afectiva, como no mas que una idea confusa. Dichos escepticismo y subjetivismo cartesianos llevaron al rechazo de las perspectivas aristetélicas de los siglos previos, por considerarselas carecientes de sentido u obscuras. Pues, a diferencia de ta disyuncién cartesiana y su disolucion del mundo de correspondencias, el universo isabelino aun se atenia a las premisas aristotélicas de {a teleologia, 0 de la delerminacién, y de la accién causal De acuerdo con Aristoteles, conocer fa causa de las cosas era conocer su naturaleza. Las cuatro causas aristotélicas ies eran familiares a los contemporaneos de Shakespeare: ia causa final, © propésito 0 fin por el cual se realiza un cambio; fa causa eficiente, 0 aquélla a través de la cual se realiza algun cambio; fa causa matenal, o aquélla en la que se realiza un cambio; y la causa formal, 0 aquélia dentro de la que algo se cambia. La inquietud renacentista por la causalidad puede verse en el trabajo de Polonio de Ja ‘causa’ eficiente de la locura de Hamlet, ‘toda vez que este defectuoso efecto proviene de una causa’ (|, ii). Reflejando la controversia sobre causas finales versus causas naturales, la interrogacién pagana de Lear al fildsofo’ concieme la ‘causa det trueno’ (Ill, iv), tradicionalmente, una manifestacion divina, coma la ‘causa en la Naturaleza para producir esos corazones tan duros' (III, vi). tronicamente, el asesinato ‘sin causa’ de Desdémona por Otelo est prologado por una reiteracién de ‘causa’: 'jHe ahi la causal jHe ahi la causa, alma mia! [..] iHe ahi la causal’ (V, ii), Mas aiin, en el uso shakespeariano del lenguaje de la ldgica formal se pueden encontrar vestigios de los modos aristotélica y escoldstico: por ejemplo, ‘silogismo’ (Noche de Epifania, |, v): ‘raz6n’, ‘raciocinio’ (Hamlet, |, ii); ‘discurso de la razén (Troilo y Cressida, Il, i); ‘dilema’ (Las alegres casadas de Windsor, \V, v; A buen fin no hay mal principio, 1, vi ‘asignatura’ (Enrique 1V ~ parte |, ll, 1v); ‘premisas’ (A buen fin no hay mal principio, \\, i, Enrique Vill, Il, i); “falacia’ (La comedia de las equivocaciones, ll, ii); ‘accidente’ (Troilo y Cressida, I, ii); etc. En Hamlet, 'Algiin sentido tendréis, sequramente, pues de no ser asi careceriais de afeccién' (lll, iv) asi como ‘junto con todas las formas, modos y exteriorizaciones del dolor, lo que pueda indicar mi estado de animo' (I, ii), entre otras expresiones, pueden encontrarse mas ecos de la tradicién aristotelica Desde el punto de vista aristotélico, el cambio involucra una unidad entre materia potencial y forma realizada. Aunque la materia en una de sus potencialidades es transformada por el cambio, perdura a través del proceso alterador, como la madera perdura en una de sus realizaciones, por ejemplo, una mesa. El cambio es, por ende, un proceso de transformacién, afectado por una causa que actia de modo determinante hacia una meta para producir un resultado. En la cosmovision isabelina estaba implicita la idea anstotelica de la causalidad englobando la potencialidad tanto como ei acto, ja materia tanto como la mente. Rechazando fa nocién arisioiéiica de potencial incierto, sujelo a camibio (Vaile y Cressida, iV, iv) como auto: contradictoria, Descartes, de modo diferente, considera el proceso como una simple cualidad que las cosas tienen 0 no. Puesto que es meramente una extension, 0 espacio geométrico Pasivo, dice, ef mundo fisico no puede tener posibilidades intrinsecas para la accién. Implicita en una vision de! mundo post-cartesiana esta, por lo tanto, la herencia que presupone una disyuncion entre mente y materia; una idea del cambio estalica y dispar, mas que interrelacionada; y una concepcién del movimiento como maquinal y no activado por ninguna causa final. Por oposicidn, los mados intelectuales isabelinos mantenian la nocién tradicional de causalidad dentro de un universo continuo y con una determinacién. Dentro de ese contexto, el movimiento y la accién estaban comprometidos en una relacién causal que se extendia a través de la creacion El universo pre-cartesiano de Shakespeare, ademas, tendia a conservar un sentido de la determinacién de los objetos naturales y su lugar en el esquema divino, Mientras que los objetos, en a visién aristotélica de la naturaleza, se distinguian por su clase particular de movimiento - por ejemplo, el del fuego, naturalmente hacia arriba: el de la tierra, naturalmente hacia abajo - la mecanica madema sostiene que las [eyes del movimiento son las mismas para todos los objetos materiales. Para la Edad Media y el Renacimiento, los objetos se influian unos a otros, no como artefactos sin vida, a través de afinidades y antipatias mutuas. Observando a |a naturaleza de un modo ético, por ejemplo, los isabelinas podian aceptar, en terminos médicos, las correspandencias de las simpatias y las antipatias en la naturaleza incluyendo la nocién homeopatica de que ‘lo similar cura a lo similar. El mundo isabelino, sin evidencias suficientes para un espectador post-llustracion, era animista y vitalista, incluso Se panpsiquico, orientado a la magia y, desde nuestra perspectiva, crédulo. Bien erftado el siglo XVII las creencias alquimicas, herméticas, astrologicas y otras creencias pre-cientificas continuaban ejerciendo, incluso en las mentes de cientificos distinguidos, una influencia ostensible En contraste con nuestra creencia a través de la verificacién experimental, los isabelinos tendian, en gran medida, a creer por una autoridad, por una apelacién a la imaginacién, como en el mito, y por una disposicién para contemplar lo maravilloso, como en Ofelo: ‘... los antropsfagos y [...] los hombres que llevan su cabeza debajo del hombro’ (I, ii). Las audiencias de Shakespeare, preocupadas por la necesidad de creer, en una era de dudas incipientes, testimoniaron en sus tragedias principales luchas afines para mantener las creencias: la necesidad de Hamlet — a diferencia de Horacio, quien al principio ‘no quiere creer (),) de confiar en la Sombra; la preocupacién atormentada de Lear respecto de los poderes celestiales; y la desesperada necesidad de Otelo de preservar su creencia en Desdémona: \Y cuando no le quiera, sera de nuevo el caos’ (Iti, il) Para Otelo y Lear, la creencia es cordura: su conflicto consiste en la lucha por conservar ambas. Aunque dentro de las creencias isabelinas de varios tipos pueden encontrarse numerosos matices entre la creencia absoluta y la duda herética, sobre todas ellas persistia una credulidad, o la necesidad de una creencia, que permeaba su cosmos y penetraba a las mismas ciencias incipientes. i TRANSICIONES Mientras que tales modos de pensamiento proveian algunas premisas de ia era shakespeariana, los elementos de su mundo, asi como los de su trabajo, muy a menudo apuntaban hacia el incipiente desorden 0 desmoronamiento de la tradicion analdgica 0 pre- cartesiana, En numerosas esferas del pensamiento isabelino ocurrian transiciones y revalorizaciones, cuando no se trataba de verdaderas crisis e inversiones. ‘Teolégicamente, a fines del siglo XVI, la divina providencia aparecia cada vez mas cuestionada, 0 por lo menos era empezada a ser vista como desconcertantemente inescrutable. Estaban en proceso de formacion nuevas tendencias entre el hombre y el poder celestial, desintegra.ido el relativo sentidy de “.-yuridad medieval. Dichos cambios coincidieron con circunstancias tales come el resurgimiento renacentista del Epicureanismo, que enfatizaba la indiferencia vie los poderes por encima de 105 asuntos que concemian al hombre; la renovacién de las antiguas traviciones atomisia » materialista, junto con otras corrientes escépticas; y la reflexidn de la Reforma, especialmente del Calvinismo, que presentaba, en efecto, a un Divs incomprensible ¢ inapelable, cuyos juicios de eleccién y reprobacién ya habian sido determinados, mas alla de la intervencién humana. En lugar de una providencia especial. se volvid a hacer hincapié en la caprichosa Fortuna, con Su contrapeso de fa virtti, 0 poder personal, en WMaquiavelo (1459-1527}, ~ offos escnilores renacentistas. Mas aur, tos reformistas, por una parte, y algunos escépaces como Montaigne (1533-1592), por otra, sustituyeron a la Deidad de los primeros ticinpos por un poder divino que, mas alla de la ensombrecida razén humana, se ocultaba a si imsmo de un modo inescrutable. Coma Calvino (1508-1564), devaluando la razén y ef orgullo humanos, Montaigne ayudé a demoler la imagen que el hombre tenia de si mismo, que lo colocaba por encima de os animaies, creados y favorecidos especialmente por una Deidad analégica y antopomérfica. En suma, este nuevo distanciamiento uel hombre de un Dios que ya es ‘totalmente otro’ tuvo el efecto de una revolucion copernicana en el orgullo del hombre, en su status privilegiado. A pesar de su concepcién halagadora de si mismo, puede haber descubierto, como Lear, que no era inmune: ‘No estoy a prueba de calentura intermitente!’; 'iLa fiebre es mas fuerte que yo!” (V, vi). En el reclamo de una providencia especial, como observa un personaje en uno de los didlogos de Galileo, ‘nos arroyamos demasiadas cosas’ Tales cambios en las relaciones entre cl hombre y su Deidad proveyeron inevitablemente un clima alterado para la tragedia, dentra de 1a cual Ia justicia divina (como en EI Rey Lear) tanto como la accién significativa (como en Hamlet) parecian igualmente inalcanzables. En un universo cada vez menos antropocéntrico y egocéntrico, El Rey Lear parece cuestionar las fuerzas que estan por encima de la vida de\ hombre, y Hamlet, os poderes mas alla de su muerte. Para aquel estudiante del norte de Europa, Hamlet, el inquisidor en pos de la accién significativa, parece ademas complicado por ia irelevancia, desde el punto de vista de la Reforma, de los trabajos hacia la saivaciin, El camino a la salvaci6n — fa principal preocupacién para la mayor parte de los isabelinos - dependia, de 6 acuerdo con dicho punto de vista, no de las acciones o méritos personales, Sino de una eleccién divina impenetrable. Para Hamlet, en relacién con el Fantasma, el rechazo del Purgatorio por parte de la Reforma aparece para complicar ain mas su tarea, En contraste con la Reforma y la Edad Media, ademas, observa R. H. Tawney, ‘la Gracia ya no completaba mas a la naturaleza. era su antitesis’. La grieta radical entre el reino de la gracia y el de la naturaleza requeria, en un mundo desordenado, brutal y amoral, de un salto de la fe. El hombre post-reformista, alienado de la estructura objetiva de la Iglesia tradicional, asi como de la liberacién del confesionario, con una conciencia pesada y aislada, volvio su culpa hacia su interior. En contraste con Hamlet y El Rey Lear, en los que el mal aparece universalmente difundido, Otelo y Macbeth evocan ain mas claramente un universo radical del mal, siempre listo, aparentemente, a hacer dafio a la humanidad. En general, en la tragedia shakespeariana, jas intensidades extremas del ‘castigo’ guardan una relacion desproporcionada respecto de la ‘culpa’, o de las flaquezas instigadoras de la condicién humana. La justicia poetica y su hermana melliza, la ‘falla tragica’, parecen mucho menos adecuadas cvantitativa tanto como cualitativamente para dar cuenta de los intensos suplicios de las exploraciones tragicas de Shakespeare Se podria decir que muchos, en las audiencias tragicas de Shakespeare, pueden haber participado en una celebracién solemne del irreducible misterio del sufrimiento humano, mas que en las complacientes satisfacciones de la justicia poética Pasando del contexto teoldgico al filos6fico, la crisis epistemoldgica del Renacimiento enfatizaba la nocién de relatividad de la percepcién, recordando el motivo recurrente, a través del drama renacentista, de apariencia-versus-realidad. Presente a través de la historia dramatica, era también una manifestacién de la ilusién teatral y del nuevo teatro del barroco. La confusién entre apariencia y realidad y la exploracién de su validez es un rasgo de escritos contemporaneos tales como Don Quijote, de Cervantes (cuya primera parte se publicd en 1605). La separacién de la ilusién y ta realidad, de la verdad y las meras alucinaciones, es, en parte, a area encomendada a Hamlet por el Fantasma Reconociendo lo contradictorio de toda la verdad, asi como los conflictos de su patrimonio intelectual, el influyente Montaigne, dudando acerca de si la humanidad obtendrd alguna vez certezas, se vuelve hacia adentro para explorar su ‘yo' ambiguo y cambiante. Tal vez, como sugiere Merteau-Ponty, Montaigne termina con la consciencia, relativa a la dialéctica del drama, de que la contradiccién es la verdad. Como en et drama shakespeariano, sin exclusiones dogmaticas ni reduccionistas, éi experimenta, ‘ensaya’, y cuestiona, de un modo abierto y sin llegar a conclusiones definitivas, el mundo de la experiencia. De pertinencia shakespeariana son numerosas observaciones en los ensayos de Montaigne: por ejemplo, 'me comprometo con dificultad’ (1Il, x): y ‘Para ser breve, debemos vivir con los seres vivos' (Ill, vii). En las obras teatrales de su sucesor inglés, Montaigne puede haber encontrado aquel trabajo ideal que habia imaginado, el cual no sdlo expresaba ideas, sino lambién la vida misma en la que aquéllas aparecian y que las hacia merecedoras de irascendencia Aunque para algunos filésofos renacentistas las palabras mantenian el poder magico o la esencia de la cosa nombrada, el nominalismo de la baja Edad Media y det Renacimiento, como el de Montaigne, cuestionaba la retacién entre lenguaje y realidad. Como Io hacen los parlamentos de ciertos villanos de Shakespeare, las ‘Palabras, palabras, palabras’ de Hamlet (ll, ii) podrian, a ‘a luz de sus otros comentarios, reflejar una tendencia nominalista. Respecto del ‘honor’, por ejemplo, la celebrada casuistica de Falstaff (Enrique IV — parte I, V, i) sugiere el tenue estado del uso de ese 1érmino hacia 1598. Andlogamente, la movilidad social de las clases agitas habia tlevado, en medio de la escalada isabelina por el ‘honor’, a una confusién en la jerarquia social. Dicha falta de discriminacion esta indicada, de modo mas general, en la observacién de Hamlet de que ‘la punta de pie del ristico llega tan cerca del talin del cortesano, que le desuella los sabaiiones' (V, i). Si se atribuye a los limites del lenguaje 1a demarcacién de los limites de ta vida social o de la existencia civil, 1a abdicacién, por ejemplo, de Lear y su ruptura de los vinculos del deber social ayudan a aisiarto del didlogo como trato Social ordenado, Reducido a una comunicacién fuera del orden social, debe recurrir ai balbuceo discordante del loco, del mendigo y del bufén, compartiendo, particularmente, con este Ultimo su desordenada oblicuidad. Mas aiin, en Coriolano = una profunda exploracién de la relacidn del lenguaje con fa vida civil, del mundo con la ciudad misma — Coriolano rehtisa el nombre, que le fue conferido por los ciudadanos como un honor, cuando rechaza a la ciudad que lo ha rechazado, Para Macbeth, al igual que para Lear, el lenguaje se desmorona cuando aquél pierde su sentido del propésito en la vida: el tiempo esta medido, de un modo escalofriante, ‘hasta la ultima silaba’ (V, v); y la vida misma se } convierte en la versién desordenada y funosa de un idiota (V, v), es decir, reducida-a disparates verbales, sin sentido. Dicho cuestionamiento del lenguaje emerge en el relativismo de Montaigne, al que contribuy6, entre otros elementos, el problema renacertista del buen salvaje. Un hambre jugando con un gato, sugeria el ensayista, podria, dependiendo de la perspectiva, ser visto como un gato jugando con un hombre. Dependiendo de la perspectiva, asimismo, gcomo evaluaria el hombre su lugar en la cadena det ser, en relacién con los nativos descubiertos recientemenie en el Nuevo Mundo? Sin la cwilizacion europea, pero careciendo de los conflictos y fa corrupcién de sus cultivades %«scubridores, dichas criaturas, como el indio brasilefio, por ejemplo, podrian ser superiores en su modo de vida, Por ende, el relativismo cultural de Montaigne tocé una nota que resond, mayormente, hacia el final de! siglo XVI, en parte debido a los nuevos descubrimiertos geograficos que, literalmente, dieron nueva forma al mundo del hombre, y, en parte, a las iniluencias puestas en movimiento por el Renacimiento y la Reforma Mas atin, la nueva cosmogratia y el relativismo cultural de los exploradores y los misioneros estimularon una autocritica resperto de las instituciones y los valores europeos. Cuando, a veces, el Renacimiento intentaba sustituir al Edén por la Arcadia, desplazando a Adan por el buen salvaje, cred un paraiso teiren! en las nuevas islas de América. Como en La Tempestad, la version idilica de Montaigne de las islas primitivas emplea una forma negativa para cats logar aspectos utdpicos. Su descripcién ayuda asi a praveer un contexto intelectual a la obra de Shakespeare, mas que una fuente demostrable, puesto que existia un ndmero considerable de versiones semejantes. En ese romance con el Nuevo Mundo, el viejo consejero Gonzalo, en un discurso insertado que reflaja las preocupaciones politico-utépicas de {a obra, devela el ensuefio de una Edad Dorada débitmente primitivista. El relativismo es inherente también a la nezcla contradictoria y dispar de las corrientes cristianas y no cristianas del Renacimiento. En su recuperacién del griego y dei hebreo, y en la introduccion de modos radicalmente distintos de observar ei cosmos, florecieron el relativismo, asi como el escepticismo Mas aun, una hermenéutica miitiple y cambiante, incluyendo el resurgimiento de las antiguas tradiciones emibtematica, metaférica y simbélica, fornentaron ef cuestionamiento de las lecturas absolutas y autoritarias. En doctinas tan fundamentales como la Creacién, por ejemplo, existid durante el Renacimiento una contra-ortodoxia, que Comprendia a cosmogonia del caos. Ademas de la creaciin a partir de la nada por designio divino, el pensamiento renacentista, a través de las wfh.encias del cercano oriente y de la hermetica, afirmaba también la creacion a parlir del caos preexistente, Tales puntos de vista, conjuntamente con su séquito de imagineria de monstruos anfibios, aparecen no sdlo en Spenser y en otros escritores renacentistas, sino también en Shakespeare. En Antonio y Cleopatra, por ejemplo, en contraste con figuras de orden ortodoxo tales como Octavia y Octavio, esta Cleopatra, 'serpiente del viejo Nilo’ (I, v) También estaban en un proceso de transicién relativista actitudes de valor filosctico. Et drama shakespeaniano refieja ef conflicto cnire its puntos de vista wwadiclonales, encantrados en Aquino, para quien el valor se encuentra presente en el objeto y absorbido por él, y las mas Nove-tosas opiniones de personajes tales como Bruno, con su relativismo estético, y Hobbes {n. 1588), con su nocién de valor en relacién con una situacién de mercado. Estas uitimas posiciones estan implicitas especialmente en lo3 intercambios del politico Ulises en Troilo y Cressida, en donde e| astuto consejero es un manipulador tanto del hombre como del mercado en el honor. En la teoria renacentista del valor, un punto ue giro puede también verse reflejado en la demanda individualista y deliberada de Troilo, '{ Qué objeto tiene otro valor que el que se le da?', (Il, ii). A este relalivismo anarquica y stbjetivo, el de Héctor compone una respuesta contenida tradicional: Pero la valia de un objeto no depende de una apreciacion individual; su mérito y su importancia provienen tanto de su precio intrinseco como de Ia estimacién del tasador. (hi. De modo similar, en el naturalismo fibertino de Edmundo, se escucha la disolucién de los absolutes éticos y la ley natural, vista como un mera ‘azote de las costumbres’ (EI Rey Lear, |, jl). Reafirmando la distincidn sofista entre ‘derecho natural’ y ley hecha por el hombre, y entre naturaleza (0 physis) y convencién (0 nomos), ef desafio de Edmundo destroza la tradicional contianza absolutista en la universalidad «te la ley de Dios. Para Montaigne — asi como para Agrippa von Nettesheim medio siglo antes «i aquél — lo que en un lugar es virtud, es vicio en cualquier otro sitio; lo que alguna vez fue vicio es considerado como una virtud. En la era 8 shakespeariana, la costumbre, previamente ligada a la ley natural, era consideradpor algunos como meramente relativa, local mas que universal, un obstaculo al deseo natural. La obra de Shakespeare, por lo tanto, marca una transicion entre la Jey natural absoluta otorgada por Dios, y la ley natural relativista, reconocida por el hombre. En esta transformacién, las nuevas expioraciones de tierras y costumbres previamente desconocidas condujeron a una perspectiva mas tolerante. ‘A propésito de dichas exploraciones, si es que es cierto, como lo sugiere Lord Keynes, que Inglaterra estaba ‘precisamente en una posicion financiera que pemmitié la existencia de Shakespeare en el momento en que ésle se presents’, Io siguiente también podria ser cierto: Shakespeare reflejaba en sus obras la condicién financiera que pudo permilir su existencia Para la tipica empresa adquisitiva, por ejemplo, de exploradores ingleses del estilo de Richard Hakluyt (15527-1616), Inglaterra estaba endeudada en gran parte por Su posesién de las colonias americanas. Significativamente, |a era de Shakespeare participé en la transicién entre el antiguo ‘Valor de uso’, por el cual el precio era concebido de acuerdo con una forma de utilidad intrinseca, y el valor de mercado’, el precio que sube 0 baja de acuerdo con la escasez © abundancia de la mercancia. En contra de las tradiciones de Aristételes y Aquino, su era también particips en el conflicto de la usura prohibida, la que, reflejada en El mercader de Venecia, se estaba resolviendo practicamente a favor de la nueva clase puritana de prestamistas € inversores. A menudo, aunque no siempre, la imagineria mercantil, tratada de un modo negativo, aparece en otras obras de Shakespeare, como Troilo y Cressida, la que, como las comedias de Ben Jonson, esta repleta de referencias a la compra y Ia venta. En El Rey Lear, notablemente, el choque renacentista entre amor y cantidad - ycudnto amar? ~ se observa con mayor fuerza. Como El Rey Lear, Timén de Atenas explora, de modo condenatorio, con una alusin monetaria mas especifica, el nuevo impulse adquisitivo. Si las relaciones analégicas habian sido cuestionadas en la esfera teoldgica, las correspondencias jerarquicas que sostenian el orden politico también habian sido desafiadas Mientras que Shakespeare mantiene la imagen medieval del estado como un cuerpo (por ejemplo, en Coriolano), el sentido de unidad respaldando la metafora estaba, incluso en esa misma obra, en proceso de disolucién. Mas atin, a pesar de una nocién recibida de la suscripcién de Shakespeare al ‘mito Tudor’, tas complejidades tanto de su era como de sus obras deberian matizar ese punto de vista De acuerdo con el ‘mito Tudor, 1as historias de Shakespeare estaban dedicadas a la glorificacién del linaje isabelino, a hacer propaganda en favor de la santidad de la gobernanta legitima, y a predicar en contra de lo pecaminoso de la rebelidn. En resumen, se dice que las historias de Shakespeare son dramatizaciones didacticas apoyando las doctrinas de los sermones de la clase dirigente (por ejemplo, ‘en contra de la desobediencia y la rebelién premeditada’), dirigidas a ser leidas en a iglesia isabelina, de concurrencia obligatoria En contra de todos aquellos que consideran a las obras como ortodoxos 'espejos de ta politica’, deberia recomiarse que ias opiniones politicas isabelinas estaban tambien experimentando un proceso de cambio Por ejemplo, la escena de la destitucién de Ricardo I, que podia representarse en un momento, fue omitida en el quarto publicado en 1597. Puesto que la discusién por el derecho divino estaba estrechamente vinculada a la cosmoiogia cristiana, las alteraciones de esta ditima comenzaron a debilitar el razonamiento jerarquico de la correspondencia. Si el hombre y su tierra creada especialmente ya no estaban en el centro del gran esquema, pareceria que la debilidad humana en la Caida habria tenido menos otasiones de corromper el enorme o ilimitado universo, Ademas, la analogia monarquica con Dios, 0 la Causa Primera, también estaba debilitada por fa tendencia de los empiristas del Renacimiento a distanciar la Causa Primera como incognoscible, a favor de! estudio de la segunda causa visible de Dios, la naturaleza. Mas atin, los principios analdgicos tales como la plenitud y la batanza equitativa de la creacidn sugerian, sin evidencia, un tipo de determinismo rigido y una perfeccién acordada de antemano. El pensamiento reformista, inclusive, tendié a preservar un Dios de voluntad, en iugar de uno cuya razén fuera visible, y un mundo cuyo Supuesto orden facional fuera imperceptible para las facultades oscurecidas del hombre. Dicha depravacién humana discutia en contra del estado ejemplar y Gnico de la humanidad, apenas por debajo de los angeles. Desde el punto de vista de la politica practica, por otra parte, el ascenso acelerado de la ‘alta burguesia’ o ‘pequefia nobleza’ sugiere menos un orden fijo e inmutable que uno que pudiera ser moldeado por la voluntad humana Ademés, las mismas premisas del pensamiento politico isabelino, derivadas de Enrique Vill, eran paraddjicas, puesto que se basaban al mismo tiempo en la divinidad y mortalidad de los dos cuerpos del rey. Entronado divinamente, éste es también ‘elegido’, su poder es extraido q del parlamento o del pueblo, y su puesto se mantiene dependiendo Ge su buen comportamiento. En la contradictoria propaganda de Enrique, de la cual Isabel era heredera, el monarca no podia ser usurpado. Pero si lo era, el usurpador mismo no debia ser reemplazado, puesto que tenia prioridad el orden de la comunidad britanica. Estas contradicciones condujeron, por un lado, a la exhortacién de Samuel Daniel a la sumisi6n total a la autoridad, para prevenir ios desérdenes de la guerta; y, por otro lado, a la insistencia de Michael Drayton en los efectos adversos de los gobernantes incapaces. Tales actitudes paraddjicas formaban parte de la herencia intelectual de Shakespeare, y ayudaron a prover los cimientos de su arte irnico, dialéctico Esas posiciones mantienen las ambivalencias dramaticas de, por ejemplo, las obras Ricardo Il y Enrique 1V En la primera, un gobernante inadecuado es usurpado, en la segunda, el hijo de un usurpador interpreta su papel ambivalente como hombre y futuro rey, una contradiccion que subyace a su dualidad en las relaciones interpersonales. En Ricardo I, el patetismo de Ricardo como monarca que sufre es evocado ai mismo tiempo que se afrma su incapacidad para la realeza, mientras que la usurpacién de Bolingbroke es mostrada al mismo tiempo discutible e inevitable. Por afiadidura, una visién reduccionista afin sostiene que la destitucion y muerte de Ricardo Il es recurrente en Enrique IV y Ricardo lil como un tema ceniral de la culpa de Inglaterra, hallandose estructurada toda la tetralogia en el pecado y la expiacion del crimen de Bolingoroke. Pero Ricardo !I esta, curiosamente, ausente de las obras en las que su fantasma deberia rondar, mientras que [as implicaciones moralistas de la venganza de Dios sobre Inglaterra por usurpaci6n y regicidio aparecen sin un respaldo textual Mientras afirma la primacia del bienestar comin, ademas, Shakespeare trasciende de un modo complejo el didacticismo simple, y la formula poéticamente justa del bien y el mal y de ta secuencia ordenada de lo pecaminoso y {a expiacién, relacionados con una opinién establecida. Para Maquiavelo y el maquiavelismo, ademas, cuya influencia en la Inglaterra de ‘Shakespeare ha sido demostrada, |a politica mundana no tomd forma a partir de la Ciudad de Dios, sino de la voluntad, ef deseo, la astucia, la virtd y la energia del hombre. La separacién anti-aistolélica de Maquiavelo entre la poiitica y la ética propone un estudio det comportamiento ae la ‘politica’, el poder y la razin de estado Entre los dramaturgos isabelinos, es Shakespeare quien, aparentemente, provee la mayor cantidad de ejemplos de ‘politica’ en el sentido que propone Maquiavelo, por ejemplo, en Timén de Atenas, en donde se dice que ‘el interés [la politica] se entroniza sobre la conciencia’ (Ill, i). La ‘raz6n de estado’ de Maquiavelo, la opinion retativista de que los intereses del estado sustituyen a los principios morales, era una nocién politica reconocida de fines del siglo XVI En el comportamiento de Ulises, asi como en su celebracion del misterio de estado (‘hay en el alma del estado un misterio’) son apologias discernibles de la ‘razén de estado’ y ‘La previsin, que esta continuamente ojo avizor..." (Troilo y Cressida, 1 ii), Dentro de los testimonios mas fuertes del nuevo felativismo renacentista, esta la transformacion def universo egocéntnco (radicionai y cerrado de Piotames. Mientras que la fevolucién copernicana fue solo aceptada gradualmente en Inglaterra, sus consecuencias relativas a la concepcidn del hombre de su propio lugar no podian ser ignoradas en el clima shakespeariano. Mas atin, el descubrimiento horrorizado de Lear de un universo en el que, aparentemente, ya no existia la preocupacién por su bienestar, y regido por poderes que, aparentemente, carecian de benevolencia, sugiere una analogia con el cuestionamiento renacentista del antropocentrismo y el geacentrismo basados en las escrituras. Por afiadidura, se reconocian consecuencias de fa infinidad y la pluralidad de los mundos, propuestas por Bruno. influido por Copérnico — en, por ejemplo, el compendio de Robert Burton det pensamiento reriacentista, La anatomia de la melancolia (1621) Sugiriendo discrepancias con la ortodoxia religiosa, y la encamacién Wnica de Cristo en el tiempo, Burton preguntaba, en relacion con una piuralidad de mundos y sus posibles habitantes, ‘... ~Somos nosotros 0 son ellos [os Sefiores de! mundo, y como estan todas las cosas hechas para el hombre?’ Habiendo foto el circulo del mundo, gcémo iba el hombre a reconstituir su propia identidad asegurada por los siglos en el nuevo cosmos vasto y desconocido? Agregandose a fas innovaciones de Copérnico, y a las modificaciones realizadas en ellas por Tycho Brahe, otros descubrimientos perturbadores incluian el reconocimiento de que la corrupcién y ta mutabilidad afectaban no s6lo al universo sublunar, sina también al supralunar, En 1572, aparecié subitamente una nueva estrella biillante, 0 nova — seguida por olras en 1600 y 1604 - y desapareci6 graduaimente, un evento que se interpret come de:nostrative de lo efimero, incluso del cosmos mas alla de ia Luna. Para el Rer ‘acimiento, el efecto aterrador de tales fendémenos podia atribuirse a algo mas que a su nevedad, Estos reforzaban, ademas, un pesimismo Jor contemporaneo que tendia a la disolucién universal, "Oh fragmento arniifiado de la Naturalezal’ exclama Gloucester al ver a su rey. 'Y asi este vasto universo se ha de reducir a la nada’ (EI Rey Lear, IV, vi) Las obras de Shakespeare se mueven criticamente entre un empirismo renacentista innovador y un escolasticismo que se est volviendo obsoleto. Desde un punto de vista, es posible realizar una aproximacién a Ofelo como una prueba de ese nuevo empirismo. Puesto que, en lo que concierne a Cassio y Desdémona, Yago proveyé a Otelo de practicamente toda la evidencia que podria recabar, circunstancialmente, una mentalidad empirica deshumanizada y eficiente, carente del testimonio de la fe, el amor y la faz6n intuitiva. Mas aun, las limitaciones del empirismo, si bien es cierto que perversamente distorsionado en el caso de Yago, podrian sugerir una critica de los datos empiricos si no se combinan con el valor humano. Pera, en su aparente examen del empirismo, de la ciencia, y de lo que pueda relacionarse con el método inductivo, Otelo no parece suponer un debate, como se ha Sostenido, a favor de la razon intuitiva 0 angética, sino un comentario negativamente realista, incluso calvinista, de los poderes de la razén humana toda Para el espectador de Shakespeare, finaimente, este mundo ya no era un reflejo especular, como en la metafora medieval, de la realidad del mundo proximo. Mientras crecian las ducas y ‘el temor de un algo, después de la muerte’ en relacién con ‘esa ignorada region’ (Hamlet, ill, i), el mas alld parecia atormentadamente inaccesible En lugar del mundo como espejo, la era de Shakespeare representaba, tépica y repetidamente, al mundo como teatro, al hombre como actor, vistiendo un ropaje temporario y prestado, pavoneandose y agitandose en su momento insignificante, Continuamente, su autorreflexidn teatral le permite a Shakespeare recurrit a los materiales temporarios e ilusorios del escenario para describir el dominio mundano del hombre. Mas que representar un papel significative apuntando hacia el Juicio Final, el hombre renacentista pareciera a veces asemejarse a un juguete frivolo para la diversion de poderes superiores, cuestionablemente benevolentes. En tal escenario, se movia dialécticamente entre las esperanza y los temores implicitos en frases como ‘hasta en la caida de un gorridn interviene una providencia especial’ (Hamlet, V, il) y 'Los humanos somos para los dioses como las moscas para los nifios juguetones’ (E/ Rey Lear, IV, i). ML DIALECTICA Para las tensiones intelectuales de su era analogica ~ aunque de transicién ~ el drama shakespeariano provee una estructura apropiada del conflicto: una dialéctica de ironias y ambivalencias, evitando en su movimiento y su didlogo complejos tas simplificaciones de la deciaracién directa y la resolucidn reduccionista. Ademas, la misma forma teatral permitia tal interiorizacién de los confiictos. Por ejemplo, e| cuestionamiento de la identidad inherenle al drama, especialmente al drama renacentista, podia verse como una reflexiin especutar sobre si mismo, en el actor asumiendo su papel de actor, y en su cambio de vestuario; los problemas éticos del Renacimiento podian reflejarse en fa necesidad, dentro de la accién dramatica, de la decision del actor de tomar una direccidn en lugar de otra, un movimiento tendiente a involucrar una decisién moral, y Ia crisis epistemoldgica del Renacimiento podia ser evocada a través del énfasis en la ilusin y la apariencia versus la realidad de la misma puesta en escena, asi como a través de yuxtaposiciones ambiguas de escenas, particularmente en una estructura de trama miitiple. Abarcando y yuxtaponiendo las contradicciones de su era, Shakespeare cred una virlud artistica a partir de una necesidad contemporanea. Dentro de su audiencia heterogénea, ‘oponiendo, unas a otras, preconcepciones antitéticas, estructuraba sus obras, en parte, sobre numerosos asuntos controversiales en vigencia, Manipulando actitudes tan disimiles, al mismo tiempo que captando la atencidn hacia todas ellas, alcanz6 una forma dramatica unificada y, sin embargo, compleja y de miltiples facetas. Absolutamente critico, Shakespeare utilizaba tales posibilidades conceptuales intrinsecas para su exploracién dramatica de los valores. Dicho movimiento exploratono podria ser simbolizado por una espada de doble filo que, avanzando a través de la obra, corta en ambas direcciones con agudeza irénica. Recordando, por ejemplo, la opinidn de Agustin de que, sin justicia, un reino no es mas que una banda de ladrones, Shakespeare nos muestra, en Enrique 1V — parte |, un reino como una banda de ladrones. En dicha pieza, los ladrones de la taberna son comparados, irénicamente con los grandes ladrones de la corte, siendo la presa, literalmente, en ambos casos, ‘el dinero del rey’ {el tesoro] (Il, i). Como en un contrapunto, la dialéctica del ‘ladrén que roba al ladrén’ (los viajeros ~ Falstaff - Hal en Gad’s Hill; Enrique IV — we los rebeldes — Hal) esta interpretada en varios niveles sociales diferentes. Como dé costumbre, en Shakespeare, mientras los juicios de valor estan organizados, el comentario, dependiendo de las percepciones teatrales del espectador, esta tacito. Cuando T. S. Eliot, finalmente, en respuesta a Coleridge, cuestiona fa mentalidad filoséfica de Shakespeare, negando que ‘Shakespeare haya tenido algtin pensamiento propio’, es obvio que se estaba desviando la atencién det problema. Puesto que el drama opera de modo dialéctico, se debe tener especial cuidado en no descontextualizar los parlamentos ni interpretarios aislados de sus ironias fluidas y d'némicas. Lo mas importante es asir con fuerza las profundidades incomparables de Shakespeare dentro de, como lo llamo Dryden, ‘el esfuerzo vivo de una obra’ Traduccién de Diana Arbiser, para fa catedra de Literatura Inglesa, FFyL, UBA, segundo cuatrimestre de 2001

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