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zSeguiremos siendo amigos? Paula Danziger [Nacié en Washington y se eri6 ‘en Nueva York, Ha sido profesora de instituto y de universidad. Su primera novela tuvo tanto éxito ‘que pronto pudo dedicarse s6!0 2. escribir Ha recibido muchos ppremios en Norteamiérica. Sus personajes parecen tan realeque los nifos siempre le dicen que tienen la impresion de conocerios. ‘Amar y Justo son inseparables. Se conocen desde que eran pequenos, Y sus madres ya son aigas. 5aben pasirselo bien de verdad yy echarse una mano cuando uno {de los dos esté en apuros. Estin juntos en dase y, después, en cata de Justo mientras lamadre de Ambar tabala. Y de repente..legalacatistrofe: Justo tiene que ise a via otra luda. Ambar estd muy triste. ‘se enfada con Justo porque parece fel. ‘Soluconarin Sus problemas antes de sopararse? ALFAGUARA Dentro de exactamente diez minutos todos los nifios y nifias de nuestra clase vamos a subir al avién para ir de viaje a China, Yo, Ambar Dorado, soy una alumna de tercer afio y estoy muy emocionada. Mi mejor amigo, Justo Da- niels, se va a sentar a mi lado. Ahora mismo esté sentado en el banco de al lado haciendo de reloj. Lo tinico que oigo es un sua- ve tic-tac, pero estoy absoluramente supersegura de que ya tiene pensado hacer alguna otra cosa 10 Siempre que nuestra clase va-2 volar a algiin lugar lejano nos senta- ‘mos juntos. De hecho, llevamos sentindo- nos juntos desde que nos conocimos en kinder, pero ésa es otra historia. No es nada ffeil encontrar mi pasaporte y los pasajes, porque yo, Ambar Dorado, soy una alumna de tercero muy desordenada. Saco répidamente las cosas de mi banco: el cuaderno en el que voy a escribir sobre el viaje, medio paquete 1 de chicles de fresa, mis calcomanias, dos cintas para el pelo, siete gomas de borrar, once clips, dos cuadernos de ejercicios y, finalmente, mi pasa- porte y los pasajes, que he metido dentro de una caja decorada espe- cialmente por mi con un montén de calcomanfas. —Rrring, cu-cu —empieza a decir Justo, mientras se columpia pa- ra adelante y para atrés. Entonces le pego en la cabeza con el pasaporte y los pasajes. 2 —Se puede saber qué estis haciendo? —Soy un reloj cuct —dice Justo, sin parar de columpiarse. Cuando una tiene a Justo Da- niels de mejor amigo, la vida es su- perdivertida. Lo mismo pasa con mi maes- tro, el sefior Coten. —Dispénganse a embarcar, Y el sefior Coten apaga y en- ciende las luces para que sepamos que se ha acabado una actividad y es- vda punto de empezar otra. Hemos puesto todas las sillas de la clase en fila para que parezca un avién de verdad, con pasillos y un sitio para el piloto, el copiloto y los auxiliares de vuelo. EL sefior Coten siempre es el piloto. El dice que sélo es porque 3 ninguna otra persona de nuestra cla- se tiene caret de conducir, pero yo sé cuil es la verdadera raza por la que siempre hace de piloto. Es por- que quiere asegurarse de que llegue- mos adonde tenemos que llegar. Una ver dejé que Ricardo Curton hiciera de piloto, y cuando aterrizamos, Ri- cardo anuncié que nos habia llevado a Disneylandia en lugar de a la Re- publica del Congo. ‘Asi que ahora el sefior Coten siempre es el piloto y clige cada vez ‘unos nifios diferentes para que hagan de copilotos y auxiliares de vuelo. ‘Cuando me toque a mf quiero ser copilota. No quiero tener que re- partir bolsitas de mani porque hay al- ‘gunos chicos que son unos nif chi os y hacen ruidos como los monos al comer el mani, y otras bobadas. 4 >. Pero Justo no hace bobadas. EL yyo pasamos el tiempo leyendo la revista Tercero B en vuelo. (Los ar- ticulos Jos escribimos entre todos. ‘También hacemos el crucigrama que inventa el sefior Coren). Bueno, la verdad, si hay que ser sincera, a veces Justo también he- ce raidos de mono. Ahora la clase se ha puesto en fila, esperando a que el sefior Coren revise los pasaportes. Ana Burton se ha quedado mirando la foto de su pasaporte. 15 —Es una foro horrorosa. No sé por qué no nos han dejado tract una foro de casa, Cada vez que empezamos a estudiar un pais, nos vamos evolan- do» a conocerlo y, todas y cada una de las veces, Ana se queja de la foro que tiene en el pasaporte. —Estés muy bonita —le di- {g0, mirando la foro. Todos tenemos las fotos que nos hicieron en el colegio, menos Brenda Colvin, que empezé las cla ses cuando ya nos habjan hecho las fotos. El pasaporte de Brenda lleva tuna foto que le hizo el sefior Coten con su propia cémara. —Soy muy bonita —me co- rrige Ana—, pero en esta foto salgo horroross. Hago como que no he ofdo lo 16 que ha dicho, —Ya sabes que el sefior Coten quiere que nuestros pasaportes de mentira parcacan de verdad. Acuér- date de cuando nos ensefié su pasa- porte de verdad, Estaba horrible, y tampoco es tan feo. ‘Ana hace una mueca y so —Ambar, slo porque a ti se te olvidé aquel dia que nos iban a hacer las fotos no significa que a los demés no nos importe cémo hemos salido en nuestra foro. En la tuya, parece que al salir de la cama te pu- siste lo primero que encontraste y te peinaste con el rastrillo del jardin. Me fijo en Ia fot de Ana. Leva su largo pelo rubio muy bien peinado y se ha puesto un cintillo de colores muy bonito. Me fijo en mi foto: 7 Ojos castafios y nariz pet sa... El pelo, castafio, est un poco despeinado y lo llevo sujeto con dos wrabas. Voy vestida con ropa de dia- rio, De hecho, llevo mi ropa favori- ta: una camiseta muy larga que me ajo mi a Pamela de un viaje a Londres y unas mallas negras. (Aun- que mo se ven, me acuerdo de qué pantalones llevaba. Yo, Ambar Dora- do, tengo muy buena memoria). No estoy tan fea. Es verdad que se me olvidé que ese dia iban a hacernos las fotos. Y eso que el sefior Coten nos lo dijo un millén de veces y lo escribié dos millones de veces en la pizarra para que no se nos olvidara. Es que soy un poco despistada. Pero Ana Burton no tiene to- da la razén. Yo no me peino con el 18 rastrillo del jardin, Puede que a veces me peine con los dedos, pero nunca con un rastrillo. —A mi si que me gusta tu fo- to —me dice Justo con una sonri- sa—. Estds idéntica. No ests como te vemos sino como realmente eres. —Es decir, desordenada —dice Ana riéndose. Me gustarfa arrancarle ese es- tipido cintillo que lleva en la cabeza. —-Ni se te ocurra —me dice Justo, deteniendo mi brazo. Me encanta que Justo casi siempre adivine lo que estoy pensan- do porque también yo casi siempre sé lo que él est pensando, EI sefior Coren nos revisa los pasaportes, comprueba las tarjetas de embarque y Mario Fortunato nos conduce a nuestros asientos. 19 Cuando todos nos hemos sentado, Mario nos ensefia a ajustar- nos el cinturén de seguridad y nos explica lo que tenemos gue hacer en caso de emergencia, El sefior Coten toma enton- ces su micréfono de mentira y nos dice que nos prepazemos para el via- je mds bonito de nuestra vida. Y allé nos vamos..., hacia el cielo azul. Los alumnos de tercero he- ‘mos despegado camino a China. China, Es un lugar bonito para ir de visita. Después de bajar del avién, el sefior Coten nos mostré una pelicu- Ja sobre China y luego sacamos nuestro cuaderno de actividades para empezar el trabajo sobre el viaje. Justo 'y yo recortamos fotos de los folletos que nos ha enviado la agencia de viajes. ‘Convertimos las foros en pos- tales para que parerca que de verdad hemos estado en China, y luego es- cribimos en el cuaderno los datos 2 mas importantes de cada sitio. Justo me ensefia una foro en la que sale wn panda gigante y me dice: Vamos & mandarle esto a Dani el Mocoso —Te tefieres a Dani el Moco- 50, 1 hermano pequefio de cuatro aos, con equ te horrriza eon pactic la misma habitacién — Is fooen una cha de cana: —H mismisimo, s setora, El ‘inico y extraordinario Dani cl Mocoso —me contesta Justo, haciendo un ges- to afirmativo con la cabeza, al tiempo que eoge la tarjeta y se pone a escribir: de sala. Aarsamater bomba.. Me Ahacyo de gat me aalids qgptcliin nai ki oy destabican Se esctibe FANTASTECO —le comento. 2B —Con el oso panda ahi, queda mejor FAN-EAS-TLCOS.0 —me dice Justo haciendo una mueca—. No te ppreocupes. Dani sit siquiera sabe lee. —Con esa letra, seguro que no puede leer ~-le digo impresiona- da por los garabatos. —Yo me ocupo del pegamen- to y th de hacer las letras bonitas —me dice Jusio, mirando la tarjeta. Me jo en cémo he puesto el pegamento y pienso cn la palabra sdesordenada>. Sila limpieza y el or- den sirvieran para subi mucho la nota, yo sélo sacaria ceros. Fasto, sin embargo, es muy limpio y ordenado cuando se pone a pegar cosas. Pero yo tengo una letra mu- cho més bonita. Ese es otro cjemplo del gran 24 equipo que formamos. Nos ayudamos el uno al otro. Ademés, aprendemos las cosas mis © menos al mismo tiempo, y si uno de los dos aprende primero, siempre ayuda al otro, Cuando aprendf a hacer la xe» hacia adelante (en vez de hacia atrés »), fui yo la que se lo enseiié a Justo. El ‘me ayuda con las fracciones, porque yo no acabo de entenderlas, Ademds, cuando hacemos grupos de lectura, los dos nos deci- mos en vor baja las palabras si es que necesitamos ayuda. Somos un gran equipo. Justo sigue pegando, Yo sigo escribiendo. Le «mandamos» una postal al padre de Justo, que se ha cambiado de trabajo y tiene que vivir él solo en Alabama. Justo, Dani y su madre se 25 han quedado aqui, en Nueva Jersey, para poder vender la casa Estin cardando mucho en. venderla. Aunque no se lo digo a nadie, me alegto. ‘A veces, Justo se pone un po- co triste, Eso no me alegra. Sé cémo se siente uno cuando echa de menos a su padre. Cuando se divorciaron los mios, mi padre se fue muy lejos, a oto pais. Ast que nunca lo veo y ama poqutsimas veces. Justo, sin embargo, tiene suerte. Su padre viene a casa algunos fines de semana y habla muchisimo con él por teléfono. Peto aunque Justo eche de menos a su padre, yo sigo cruzando Jos dedos muchas veces para que na- dic les compre la casa y para que el 26 sefior Daniels encuentre otro trabajo aqui y vuelva a vivir a esta ciudad. En el otro extremo de la. me- sa, Jaime y Roberto han empezado a peleatse. —Escucha, cara de sapo, quiero que me des el lipiz.color do- rado —le dice Jaime a Roberto tir dole de la manga—. Ya te lo he pedi cincnenta veces. ~Y yo te he contestado cin- cuenta veces que ain me hace falta, cara de huevo —le contesta Roberto, que sigue sin darle el lépiz—. :Por qué no escoges otro color? —Porque me hace falta el do- rado —dice Jaime y tira al suelo uno de color azul. Jaime y Roberto llevan pe- leéndose desde preescolar. El sefor Coten les ha dicho 5a que a ver cudndo sserin mayorcitos para dejar de hacer esas tonteriass, pe- ro parece que nunca van a crecer. —El dorado. Necesito el do- rado —repite Jaime. Roberto pone los ojos en blanco, le saca la lengua y aprieca el lpia contra el pecho. —;Cara de mono! —le dice Jaime, mientras mueve las orejas. —Si necesitas el color dorado —dice Roberto, sefialindome—, spor qué no usas su cabeza? Ya sabes que ella es mbar dorado, Yo mito a Roberto con rabia y le digo: —Ambar Dorado no es ua lé- pizde colores. Ambar Dorado es una persona, Y ahora se rfen los dos. Estoy més que harta de que 28 las personas se burlen de mi porque me llamo Ambar Dorado, Cuando era mds pequefia querfa que mis pa- dres me hubiesen puesto un nombre normal, como Clara, Sara o Vanesa, Ahora, sin embargo, me gusta mucho mi nombre, Pero atin tengo que soportar a algunos bobos que se burlan de mi porque hay un color al que Haman también dmbar dorado. El sefior Coten apaga y en- ciende las luces: —Bs hora de comer en Chi- na, Despejen los bancos. Todo ef mundo lo hace répi- damente Me doy cuenta de que Rober- to se guarda ef lépir dorado en el bobsillo para teneslo él después, ‘Ahora entran la sefiora Armita, el sefior Burton y la sefiora Eden. La asociacién de padres ha traido comida de un restaurante chino y empezamos a comer en Cl nna, aunque no en porcelana china, porque usamos platos de papel. Yo, Ambar Dorado, no como demasiado bien con los paiillos chi- nos, Los utilizo para pinchar la co- mida y el tenedor para coger el arroz. 30 aL Cuando acabamos de comes, Justo y yo luchamos con los palillos como si fueran espadas, Después, el sefior Coten re- parte los papelitos que van con las galletas chinas de la suerte. Alabrir el mfo, leo: Experiencia es la mejor profisora. Le muestro el papelito al se- fior Coten. —Yo creia que USTED era cl mejor profesor. :Quién es esa tal Se- fiora Experiencia? El sefior Coten sontie y luego se va a separar a Jaime y Roberto, ‘que siguen peledndose. Justo deja su papelito de la suerte en el banco, Se queda mirando a la piza- sa, Lo recojo, Esto es lo que dice: Dentro de poco viajard aun nuevo lugar, donde empezard una nueva vide, Vuelvo a dejar et papel el banco. De repente, no me siento de- masiado bien. De repente, me parece que me ahogo con los trocitos de galleta de la suerte que he comido. Yo, Ambar Dorado, espero que las gallecas de le suerte se equivoquen., en —Hlora de picar algo —dice Justo, poniendo un paquete de galle- tas rellenas en la mesa de su cocina. —Stiper —digo yo, mientras abro el paquete, saco una galleta, me como el relleno de crema y le paso las gallecas a Justo. —Stiper —dice él, mientras se las come. Saco otra galleta y me como el centro. Justo y yo llevamos comiendo asi las galletas rellenas desde kinder. Lo llamamos trabajo en equipo. ‘Ana Burton lo Hama «una 34 ordinariez», La sefiora Daniels entea en- tonces en 1a cocina. Detrés aparece Dani y le dice a Justo: Quiero que juegues al me- cano conmigo, —Mecano, lz mano. Me pa- rece que ¢s igual —dice Justo y se acerca a su hermano y le da la mano. Dani el Mocoso se enoja, Ojala cuviera yo un hermani- to 0 una hermanita para hacetle sa biar. Como soy hija tnica no hay ‘manera, pero supongo que no pasa nada porque siempre puedo hacer rabiar a Dani. Na jugards despuds —le di- ce a Dani la sefiora Daniels—. Ahora no quiero que desordenes nada por- que el sefior de la agencia inmobilia- sia va a traer a alguien a ver la casa, 35 De repente, hacer rabiar a Da- niya no me parece tan importante, De repente, s mucho mds importante ceruzar los dedos y desear con todas tis fuerzas (con todisimas mis fuer zas) que a esa persona la casa le pare- ca fefsima, quecrea que es demasiado grande o demasiado pequeiia, que no tenga dinero para compratla.. Suena el timbre de la puerta. —zLes importarfa jugar un rato con Dani? —nos pregunta la se- fiora Daniels, que se marcha a abrir la puerta. —Arrg, gaaalletas —dice Da- ni, imitando al Monstruo de las Ga Iletas que sale en Plaza Sésamo. —Claro que sf, Bartolomé. Bartolomé es como de verdad. se llama Dani, pero cuando era peque- fio le costaba pronunciarlo y siempre 36 decta que se llamaba «Dani Danis. Y se ha quedado con ese nom- bre. Ahora todo el mundo lo llama Dani, menos Justo y yo cuando que- remos hacerlo rabiat. Entonces, Dani empieza a cantar: —Ammbar Dorado es un é- piz... un lapiz... un lapiz... de colores estropeado, ‘A veces me parece que nunca ddeberfa haberle contado que me da ra- bia que los nifos se burlen de mi nom- bre. Supongo que no es buena idea burlarse del nombre de otra persona cuando ellos pueden burlarse del cuyo. Nos comemos unas cuantas galletas més; después colocamos un pote de plistico y empezamos a tirar galletas dentro, —Dos puntos. ;Canastal a7 —chillo cuando mi galleta roza el borde y cae dentro. —Buen tiro —dice una vor extrafia Levanto la vista y veo a una sefiora embarazada que aplaude al ver mi hazaiia deportiva. —A lo mejor, Ambar deberia presentarse a la medalla de oro en las Olimpiadas Galleteras —dice Justo con una sontisa. —A lo mejor, deberfan jugar en otra habitacién mientras le ensefio la cocina a la sefiora Brandy —nos di- ce la sefiora Daniels con una sonrisa para que salgamos de la habicacién, —No se preocupe. Me gusta ver nifios en la cocina. Yo ya tengo tuno de cuatro afios —dice, y, déndo- se una palmadita en la bartiga, conti- mia—: Y éste estar aqu{ dentro de 39 ‘pocos meses. Por eso me gusta la idea de una cocina Ilena de nifios jugando. Y enconces empieza a exami- nar con detenimiento la habitacién, Dudo si decirle que hay deagones en el sétano, fantasmas en las paredes y ectoplasma en el atico. —Lo han decorado ustedes de maravilla. —dice la sefora Brandy, que est contemplando un armario con estantes giratotios. —Graciss —dice la. sefiora Daniels—, Hemos vivido muy a gus- to aqui y esperamos que la préxima familia también disfrute. Pero yo ne quiero que ningu- nna cotra familiay viva aqut. Me acuerdo de emo estabamos tados sentados viendo el papel mural y ouras cosas cuando reformaron la cocina, 40 La seslora Daniels dijo que co- smo todos los que estabamos en la casa fbamos a ver la cocina todos los dias, también teniamos que ayudar todos a decorarla, Ademés, dijo que como yo cra pricticamente una més de la fami- lia, también podéa ayudarles. Pero no escogieron el papel de jugadores de baloncesto que nos gustaba a Justo y 2 mi. Ahora lz pared esta llena de flores por todas partes. —Si no le importa —dice la sefiora Brandy—, me gustaria que mi marido viniera pronto a ver la casa, Pronto, Parece que van en serio. —Espero que no le importe que haya cocodrilos en el cuarto de batio —sueclto entonces sin poder contenerie, La sefiora Brandy parece sor- prendida, pero répidamente sontfe. a —Cocodrilos en el cuarto de basi. Eso es una ventaja adicional Ella y la sefiora Daniels se mi- ran y sonrien. Estd claro que no es buena sefial. Los mayores salen entonces de la habitacién, Justo, Dani y yo se- guimos jugando al baloncesto con las galletas. Hacemos como que no ha pasado nada. Yo intento no ponerme de- masiado nerviosa. Al fin yal cabo, ya ha venido un billn de personas a ver la casa y nadie la ha comprado. ‘A lo mejor al marido de la sefiora Brandy le parece horrorosa. Espero estar aqui cuando venga a verla, Entonces si que dejaré caer lo de las termitas gigantes. La sefiora Daniels entra ota ver en la habitacién. a —Ambar, jte gustaria que- darte a cenar? Voy a llamar a tu madre para ver si quiere venir ella también, Pediremos una pizza. —Si le digo, y me siento un poco mejor, Lo de cenar aqui lo hacemos con frecuencia sobre todo desde que se divorciaron mis padres. 4% Normalmente, me quedo con Jos Daniels hasta que mi madre vuel- ve a casa de trabajar y luego a veces cenamos todos juntos. La pizza es la comida favorita de Justo y la mia también. La sefiora Daniels habla por teléfono. Mi madre dice que si Entonces, la sefiora Daniels llama a los de las pizzas. —Una extra de queso, cham- pifiones y salame, por favor. i que no se le pase ningu- na anchoa, que no nos gustan! —chi- llamos Justo y yo al mismo tiempo. Y de repente nos reimos imagi- nnindonos al tipo sujetando las anchoas. Y, durante un rato, se me olvida que a lo mejor venden la casa ‘J CUATRO . «Boing. Boing. Boing». Justo salta de un lado a otto cuando sali mos de la escuela, Estoy de muy buen humor. Sé que los dedos cruzados han fun- cionado porque no han vuelto a saber nada de la sefiora Brandy. i qué libro vas a excoger pata el trabajo? —le digo con vor normal, como si Justo no estuviera haciendo nada raro. «Boing. Boing. Boing». Sigue saltando a mi alrededor. —No conodia ese libro. ;Quién lo hha escrito? —le digo en tono de 46 burla, miréndolo a los ojos. Pero no es nada facil mirar a los ojos a alguien que esté saltando de arriba abajo mientras da vueltas a tu alrededor. Seguimos andando un par de manzanas. Yo hablo, Justo sigue con su «Boing. Boing» y habla tambien. Yo voy a leer El Superzorro y luego haré un diaporama -le co- mento, mientras voy dando saltitos detris de él —Boing, Boing. Boing —di- 47 ce Justo sin dejar de salar Entonces intento pisarle. —Estds haciendo el tonto. Sabes que hicimos diaporamas cuan- do preparamos el trabajo sobre el descubrimiento de América. Deja de dar saltos y hablame. —Boing. Boing. Boing. Pero Justo salta demasiado née pido para poder agarrarlo y detenerlo, —jBasta yal le grito—. De- ja de hacer eso. Me estis volviendo loca. :A qué estds jugandoz F “ 48 Por fin, se para. Estoy practicando para ha- cer de canguro coando vayamos a Australia. El sefior Coren dice que iremos dentro de tres semanas. —No pensards estar tres se- ‘manas haciendo el canguro, verdad? —le digo meneando la cabera—. Justo, a veces parece que estés un po- quito loco. Else acerca a un drbol y reco- ge una hoja del suelo, No, si quieres que te diga la verdad, también he pensado ser un koala parte de] tiempo. —iNo! —le grito al ver que se hha puesto a masticar la hoja, _ Justo sonife y se mete un tr0- cito més en Ie boca. —Justo Daniels, deja de hacer eso ahora mismo —le digo, amena- 9 zandolo con el dedo—,. No sabes si algéin gusano asquetoso ha dejado to- da su baba encima, ni si algin p§jaro ha dejado caer algo en fa hoja, ni. —Basta —dice Justo, escu- piendo trocitos de hoja No soy capaz de parer. Yo, Ambar Dorado, tengo lo que el se- for Coten llama una simaginacién desbordada». Ni si ha venido un pesro mientras la hoja estaba en el suelo... —Qué asco —dice dl, hacien- do una mucca. Le hago una reverencia y sigo hablando. Ni si estés comiendo hie- dea venenosa, ni si vas a coger la en- fermedad de los ofmos holandeses, 0 como se llame la enfermedad que di- jo mi madre que tenia nuestro Arbol. 50 Justo menea la cabeza. —Ambar Dorado, eres uaa preocupona, —Pus ya ves cémo. me preo~ cupa serlo —y le sacada lengua. | Yo muew las orejas,frunzo fa nariz y le saco la lengua. ‘Aca Burton y Brenda Colvin pasan a nuestro lado. Qué wontos! —comenta Ana para que la oigamos. ___ Gracias por el piropo, do- fia Perfecta! —gritamas los dos, y le fhacemos una reverencia. 1ué tontos son! —repice ‘Ana, moviendo la cabeza como con pena, Brenda nos sontfe y nos salu- da con la mano, y las dos se alejan caminando. —Boing, Boing, Boing. Quieres echar una carrera? —me dice Juseo. —Claro —y me pongo a su lado—. En sus puestos..., prepara- dos... salten. Y vamos saftando camino de su casa —4Gané! le grito al Megar delante de su casa ames que él. Justo deja de dar saltos. ;Gané —repito~. Ya co- noces las reglas. Tienes que decie: «Has ganado», y luego tenes que ceructar, Sabes que siempre lo hace- mos asl. Justo no dice nada. No eructa. Pero no deja de mirar algo que hay en ef jardincito de su casa. Yo me doy la vuelta para ver {qué esté mirando tan fijamente. 2 El cartel de se venpe del jar- din tiene encima un lecrero que dice VENDIDO. De repente, ya no me siento como deberfa sentirse una ganadora. t CINCO, \. —i¥ dénde esté cu novio, si ‘es que se puede saber? —me dice Jai- me, que se ha acercado a mi banco el migzcoles por la maftana para hacer- me tabiar—. Cémo es que lleva tres dfas sin aparecer por el colegio? ;Es que se ha cansado de ti? —Déjala en paz —le dice Brenda—. Lo que acabas de hacer es tuna crueldad, El sefior Goren ha di- cho que Justo, su madre y su herma- no han ido en avidn a visitar al sefior Daniels y a buscar una nueva casa Empiezo a comerme un me- chén de pelo. 54 —Anoche volvieron tardisimo, Hubo niebla, o algo por el estilo, y no pudieron aterrizar en seguida, y huego perdicron la conexién o algo asi y no Icgaron a casa hasta las tres de la madrugada. Eso es Jo que la sefiora Daniels le dijo a mi madre cuando tlamé por teléfono esta mafiana. Y también le dijo que iban a intentar dormir un poco. —iVaya! Eso suena MUY emo- cionante —dice Brenda—. El viaje, Guiiero decir, no lo de irse a dormir, —Si, claro, emocionante —di- 89 yo con una vor que mi madre llama sla vor sarcdstica de la sefiorita Am- bar ¥ pienso: Justo va y se monta cn un avién DE VERDAD antes que yo, Te digo que la vida no es justa a veces. muchas veces.» EL sefior Coen apaga y en ciende las luces. ; —Continticn con el trabajo sobce China. Meto la mano en el banco saco medio sandwich relleno con mantequilla de mani y chocolatinas Mam. Lo inventé un dia que mi ma- dre se qued6 dormida y me pidié que ime preparase yo misma la comida. Mirando el bocadillo me acuerdo del chiste que me conté Jus- to antes de marcharse... Uno sobre tun empleado at que despidieron de su trabajo en la fabrica de neat por tirar a la basura todas las chocolati- nas que Hlevaban una «We, porque el 56 muy tonto no se dio cuenta de que tuna «Mv al revés se lee «Ws. Por fin encuentro el cuaderno de actividades debajo de un libro que debia haber devuelto a la biblio- teca hace tiempo, Paso las hojas del cuaderuillo y me doy cuenta de que es posible que Justo ya no se quede conmigo el tiem- po necesatio para terminarlo, Dentro de poco es muy posible que incluso tenga que mandarle a él las postales, Intento seguir con el trabajo, pero no hay manera. No puedo. Es- toy demasiado triste, Cuando sea mayor y me acuerde de cuando estaba en tercero, intentaré olvidarme de este afo Este es sin duda e! peor afo de mi vida... el mis peor de todos, todos los peores. 37 Cfef que las cosas no podian ir peor cuando mis padres empera- ron a pelearse més de lo normal. Cref que las cosas no podian ir peor cuando mis padres se senta- ron conmigo en la mesa de la cocina y me dijeron que iban a divorciarse. Durante muchos meses des- pués de ese dia, me ponia enferma ca- dda vez.que me sentaba a aquella mesa, rei que el afio ya no podia ir peor cuando mi padre me dijo que su empresa lo iba a enviar a Francia durante un afio por lo menos. Las cosas empezaban a ir un poquito mejor, y de repente me en- tero de que al padre de Justo le han ofrecido un trabajo fantistico, Justo y yo le pedimos por fa- vor que no lo aceptara. Justo incluso se ofrecié a que le redujeran su paga 38 semanal. Yo incluso me ofreci a dar- Je al sefior Daniels parte de la mia. Pero no. El acepts el uabajo. Nos dijo que era una oferta que no po- dia rechazar, que para él suponia un gran ascenso y muchisimo mds dinero. Creo que uno de los peores dias de mii vida fue cuando la sefiora de: la agencia inmobiliatia puso el cartel de St VENDE en el jardincito de la case de los Daniels. Pero luego mejoraron algo las cosas, porque pasaban los meses y nadie la queria comprar. La verdad es que me sentia un poquito culpable por alegrarme tan- to de que no vendieran la casa, peso en verdad, tampoco es que me sintie- ra demasiado culpabie. Y ahora, ya ests. La sefiora Brandy vio la casay 59 Je gust6, Fl sefior Brandy la vio des- pués-y también le gust6, asf que la comprazon. Hace dos semanas estaba segu- rade que d dia gue vimos el carelito de VENDIDO fue el peor dia de mi vida Peso no fe mis quel princi- pio de los dias peores. Justo y st madre han estado tan ocupados que no han tenido m= cho tiempo para estar conmigo. In ‘uso aunque sigo yendo después del colegio a 98 casa, la sefiora Daniels siempre esté metiendo cosas en cajas. Y justo sf quiere jugar conmigo, pe- ro no quiere hablar dé que se van a marchar para siempre Me pongo muy triste sélo de pensar que Justo se va a marchar y por cso intento pensar en la parte buena de que se vaya. (Mi madre 60 siempre me dice que intente encon- tar por lo menos una cosa buena en todo lo malo que me pase.) Me cuesta mucho encontrar algo bueno, pero de repente se me ‘ocurre. Cuando Justo se marche po- dré guardar parte de mis cosas en su banco. As{ no tendré que ordenar ni limpiar el mio. Pero aunque soy una desorde- nada, yo, Ambar Dorado, limpiarfa y ordenaria mi banco todos los dias si Justo se quedara, Intento pensar en més r2z0- nes para estar contenta de que se marche Justo. No se me ocurre nin- guna. Justo lleva fuera todo el fin de semana, més dos dias de colegio, y empiezo a ver cémo van a ser las co- sas cuando se marche de verdad. a Y no me gusta lo que veo... ni lo que siento. Sin duida ninguna, yo, Ambar Dorado, soy un ser humano muy desgraciado. a SEIS . Estoy haciendo un cjercicio de fracciones cuando Justo entra en la chase. Me pongo muy contenta, no sélo de que haya vuelto, sino tam- bién de que pueda ayudarme a ver qué se puede hacer con: 2G = 213 Justo se sienta en su banco, Yo le paso la caja con piezas de madera que usamos para ayudar- nos a entender las fracciones. —Bienvenido. Justo me sontie y luego mira mi cuaderno. 4 —La solucién es «4 —me dice Se nos acerca el sefior Coten, Je da una hoja de ejercicios y le dic Bienvenido, ;Qué tal van las cosas? —Genial —dice Justo. Mete Ja mano en la mochila y saca un lé- piz en el que dice Alabama—. Se lo he traido para su coleccién, sefior Coren, Genial? Cémo que genial? Yo me paso aqui todo el tiempo echindolo de menos y él va y dice que todo va ge —Han pasado un montén de cosas —dice Justo con una sontisa. El sefior Coten se agacha para pedirle una cosa en voz baja'a Justo: —Te gustaria contarle den- to de un rato al resto de la clase lo que has estado haciendo? Por su- 6 puesto que no tienes que hacerlo si no lo deseas, pero seria interesante que lo compartieses con todos. —Claro que si —dice Justo. El sefior Coten se marcha y yo pienso que ojalé no le hubiera pe- dido eso 2 Justo. Quiero que me lo cuente a mi primero, no que todo el mundo se entere al mismo tiempo. Miro a Justo. Esta haciendo los deberes ‘de matemiticas muy deprisa. Miro mi cjercicio de matemé- ticas y me pongo a chupar mi troz0 de lépiz. Ojalé Justo me hubiese re- galado un lapiz a mf tambi Cuando termino las tareas, Justo revisa mi hoja y la comprucba, Encuentra dos errores, me ense- fa cémo se hace y me ayuda a terminas, Las fracciones no son mi ejer- 66 cicio favorito. De hecho, son una de fas cosas que menos me gustan, El resto de las cosas que no soporto son: 1) Los repollitos de brusclas. 2) Vera.un nifio meterse el de- do en la nariz y comerse los mocos. 3) Que se marche la gente a la que més quiero. EI sefior Coren apaga y en- ciende las luces, ——Tienen un minuto més pa- ra terminar ol problema que estén @ haciendo y para levantar la mano si quieren que vaya a explicarles cual- aquier cosa, Pueden terminar los ejer- cicios después, en casa. ‘Como Justo y yo ya hemos terminado, jugamos al gato. Gano yo. ‘Apuntamos mi victoria en una hoja que guarda Justo en su banco. Llevamos anotando los resul- tados desde principio de curso. Voy ganando yo. Doscientas veinte victo- rias contra ciento noventa y nueve. Las luces se apagan y se en- 6s —Despejen el banco. Prepa- Tense, Atencidn. Justo nos va a con- tar su viaje, Todos se preparan y Justo se coloca en un extremo de la clase. Estoy segura de que no va a contarlo todo, de que habré alguna cosa que me cuente s6lo a mi. —Salimos muy temprano el sdbado por la mafiana —empieza a contar Justo. Leva una camiseta nuevecita cen la que dice «Alabama», Personalmente, a mi no me gusta esa camiseta, Ojali llevara una camiseta de las que yo conozco. —El viaje en avién fue muy divertido —sigue diciendo Justo—. Antes de despegar, la azafata me de- j6 ir a la parte delantera para ver la cabina y conocer al piloto. Y tam- 6 bién me dieron unas alas para que ime las pusiera. Spal que unig =e Jnime—, gpero dénde has dejado el halo? Jaime —dice el sefior Coten, utilizando su cono de voz de profesor que significa ecierra la boca», —Las alas estén aqul —dice Justo, sefialando una chapita que lleva cn la camiseta—. ¥ luego nos senta- mos, y el avién empezé a subir, y una sefiora que iba delance de nosotros em- peaé a vomitar en la bolsa de papel . Para entrar en la habitacién de Justa y Dani tenemos que pasar por encima de las eas yalistas y ti- sguetadas. Justo recoge una pelota de ba- Yoncesto y me la tira. ‘Yo se la devuelvo. En seguida estamos jugando al juego de «Puntos por pegarle con {a pelota a otra personav. Nos inventamos ese juego cewando estibamos en segundo. Un punto por hacer blanco en el pecho. ia Dos puntos por un impacto directo en el trasero, “Tees puntos por pegar en el dedo gordo del pie, el pequefio y el ombligo. “También se pueden perder puntos. Se pierden cinco puntos sile das a la otra persona en la cabeza 0 en otros sitios. —ires puntos, si, sefior! —erita Justo cuando me da un pelo- taz0 en el zapato, justo donde tengo el dedo gordo de! pie —Y veinte menos por no ha- cer lo que te he mandado —le dice la sefiora Daniels—. Escucha, atin tene- mos que guardar muchas cosas. He mandado a Dani a casa de su amigo para que pudiéramos trabajar més ré- pido. Ahora te estoy tratando como a uma persona mayor, Justo; as{ que haz a1 el favor de actuar como silo fueras Justo baja la vista al suelo. Me gustarla saber por qué cuando los adultos te dicen cosas co- mo que «te estoy tratando como a tuna petsona mayor», uno se acaba sintiendo como si fuera un bebé. La sefiora Daniels se marcha. —Te echaré una mano —le vuelvo a decir a Justo. Emperamos a revisar ls cosas que tiene en los armarios y cajones. En [a caja importante guarda- mos su coleecién de Mminas de béis- bol, tres cintas azules de las carreras a tres patas de la comuna (siempre las ganamos), sus modelos de avio- nes y todas nuestras fotos escolares. —Voy a titar esto a la basura. Porque si se entera mi madre, le da tun araque. 3 Justo me ensefia la bola que estamos haciendo desde hace afio y medio con los chicles usados. —Pero ¢5 NUESTRA. La hemos hecho entre los dos. Y pienso en todas las veces que iba a tirar un chicle, pero lo guard en una servillera de papel hi- medo y luego en una bolsita para que siguiera pegajoso y Yo pudiéra- ‘mos afiadir a la bola Justo suspira y se encoge de hombres. —Mi madre ya esté de bas- tante mal humor —explica, —Pero es NUESTRA —fepito. —No es més que una bola de chicle —dice Justo, con vor de estar enojado—, Ambar, gpor qué te lo to- mas ran a pecho? sa es la gota que desborda el 4 aso. Justo se ha pasado de la raya, seal tts, munca en fa vida te volveré a hablar —le digo, mirin- dolo fijamente. somein E] me devuelve Ia mirada. Y ‘entonces, coge la bola, dobla las ro- dillas y, como si fuese un balén de baloncesto, la lanza sin decir palabra al montén para tirar a la basura, Nunca en la vida volveré a ha- blar con Justo Daniels. _ Z OCHO * No es facil elegir a tu nuevo mejor amigo o amiga. Me siento en la cama, concentrandome en la lista de mis compaiieros de clase. Para empezar, me va a llevar mucho tiempo decidieme, y luego, qué pasa si la persona a la que ya tiene un mejor amigo © no quiere que yo sea su mejor amiga? Los nombres estén escritos to- dos con tinta azul, He cogido un bo- ligrafo rojo para tachar a codas las personas que no puedan ser mi mejor amigo. Alicia Sanchez y Naom{ Ma- yer son ya mejores amigas la una de yr fa otra. Lo mismo les pasa a Fredi Romano y a Gregorio Bronson. Hay tun par de chicos que son una lata y Jos he tachado, Prefiriria a un gusano con rabia antes que a cllos. Ana Burton cs demasiado ordenada y se preocupa demasiado de andar linda. ‘Nunca podria ser la mejor amiga de alguien que en la puerta de su habita- cin ha colocado una lista de lo que leva puesto cada dia para no volver a ponerse lo mismo al menos en las dos semanas siguientes, Una vez.nos invi- 16.2 una fiesta de disfraces en su casa y vi que tiene las cosas del armario ‘ordenadas por colores y por su longi- tud: camisas, faldas, pantalones y vestidos. Ana estd SUPERTACHADA. A Brenda Colvin le be puesto una eS tela de color violea al lado del nom- bre, Estd claro que es una POSIBILIDAD. 7 Lo mismo que Marco Mayer. Federico Alden, sin embargo, es un NO de todas maneras. Es una de esas personas que se meten el de- do en Ia nariz y luego mastican lo que encuentran. Alguien llama a la puerta, —Ambar, carifio, gpuedo en- tar? Pongo la lista debajo de la al- mohada. —Charo, 88 Entra y dos cucharas. —Sé que no es una comida muy sana y que no deberiamos co- mer estas cosas, Pero hoy ya no pue- do hacer més costs —suspira y se~ sienta en mi cama. —Mi plato favorito —le di- go, al ver que dentro estin los ingre- dientes para hacer una torta de cho- colate con doble racién de chocolate, pero sin cocinar—. Gracias, mama —le digo, dndole un abrazo, —Prométeme que durante el resto de la semana te llevards una fruta de postre al colegio —me dice, manteniendo la cuchara lejos de mi. —Te lo promero. Entonces me da la cuchara. Las dos nos ponemos a comer durante un rato, hasta que mi madre adre con un plato —Ambar, quiero hablar con~ tigo. Qué les pasa 2 Justo ya Por {qué han dejado de hablarse? Cémo contarle lo de la pelo- ta de chicles, o que se niega a hablar conmigo de su partida, 0 que hace como si irse a otra ciudad fuera Ia cosa més ficil del mundo? Digo que no con la cabeza. Si empiezo a hablar de eso, me pondré a llorat. Mi madre pone el plato y las 90 cucharas encima de mi mesa y me abraza. —Ambar —me dice, dindo- me un beso en la cabeza, Esta vex.no me aparto, aunque i sierapre lo hago cuando ella me besa asf delante de los demas, —~Ambar —y me da otro be- so.en la cabeza—. Sé que vas a echar de menos a Justo. La verdad es que ustedes tienen una amistad muy es- pecial. —No, ahora ya no Je digo, empezando a hacer pucheros—. Es un bbruto, un bruto del porte de un bugue. —Es duro ver que alguien te abandona —me sigue diciendo. —Lo odio —digo, y empie- zan a cacrme unas ligrimas. —No, es0 no es verdad —me dice mi madre mirindome alos ojos—. sabes que Justo os amigo tayo. —No lo es —digo yo. —Pucs entonces dime que past —me dice, acaticiindome el pelo—. Ser mis Fil si me lo cuentas. Digo que no con la cabeza, Ella sigue acariciéndome et pelo. —A veces, cuando las perso- nas tienen que alejacse de ua ser que- ride, hacen como que no pasa nada » buscan pelearse para que 0 les ceueste tanto irse, En este ¢aso parece que han pasado las dos cosas. Pero ee 92 piensa en todos los buenas ratos que se estin perdiendo Justo y ti sdlo porque has dejado de hablarle. Empiezo a llorar mis. Odio Mora. A veces, tengo miedo de em- pezar y no poder parar nunca, Y ahora he empezado, Mi madre me abcaza, Y me abraza, Yo loro, Y loro, Nos quedamos asi sentadas un rato y luego yo me aparto, —E] setior Coten dice que es- tamos hechos hasta de un ochenta por ciento de liquid. He Horado tanto que los de ta oficina meteoro- légica anunciarin inundaciones, Gracias por ebrazarme, memé —fe digo—. Ahora ya estoy bien. 93 —Prefieres quedarce sola? —me pregunca. Digo que sf con la cabeza —Estaré en el salén si me ne cesitas —me vuelve a abrazar y sale de la habitacidn Yo me quedo mirindolz. Tengo mucha suette de que ‘madre tome en cuenta Jo que yo pienso, y no haga como otras mamés que no consideran lo que piensan sus hijas porque son nifias. Saco Ja lista y ta mito. De repente, la rompo en pe- dazos. Buscar un mejor amigo no es como hacer una lista de la compra, Saco la foto del colegio de JJusco dei cajén de mi velador. Esté un poco sucia desde el dia en que le pinté un ojo morado y 95 después puntitos rojos como si tu- viera sarampién. Miro la foto durante un raco y pienso... Me va a echar de menos. wAhora quién le va a decir la palabra correcta cn la clase de lenguaje? {Quin va a hacerle un guifio cuan- do algiin adulto idiota le diga: «Ast que ti eres Justo, justo la persona que andaba buscando»? ;Quién va a darle la parte de fuera de las galletas rellenas? Quién le va a aplaudir aunque pierda al béisbol? Quién va 2 convencer a Dani de que los her- manos menores les hacen la cama a sus hermanos mayores? Voy a decitles una cosa Justo me va a echar de menos. Voy a decir ora cosa voy a echarle de Z NUEVE . Hoy en el colegio vamos a ce- lebrar una fiesta y comeremos pizza. Esa es la buena noti La mala noticia es que esta- mos dando una fiesta de despedida a mi ex mejor amigo, Justo Daniels, con el que aiin sigo sin hablarme He estado esperando a que me dijera: «Lo siento». Pero no Jo hace, No s¢ qué espera. Asi que hemos estado senta- dos juntos en clase, el uno al lado del otro, sin decimnos ni una palabra. Bueno, casi sin decirnos una palabra. 98 Confieso que un da ie dije Oye, cabeadn, ste importa- ‘fa pasarme la goma? Y dl contesté: —Cabera de chortivo, buiscate tt propia goma. Me ducle mucho, pero no pienso ceder. Justo es muy porfiado, Hoy la clase «wolvi6 del viaje a China. El siguiente «vuelo» es a Aus- tralia, Me muero de ganas de ir. Justo, sin embargo, no va a «volar. El se marcha a Alabama de verdad. Ojalé Alabama fuera una essona de verdad para que yo pu- diera decirle que no la soporto, Veo pasat 2 Brenda Colvin al lado de nuestros bancos y la llamo: —Eh, Brenda, no te olvides de que cuando volemos @ Australia ‘vamos a sentarnos juntas Entonces, Justo se vuelve y le dice a Ana. . —Te prometo que te enviaré postales desde Alabama, Bostezo, con un bostezo gran- disimo, en frente de sus narices para que se note que no me importa, y luego hago como que me concentra cen mi hoja de ejercicios para que no se dé cuenta de que estoy a punto de scharme @ llocar. El sefior Coten apaga y en- ciende las luces, —-Las pizras estarén aqui dentro de cinco minutos. Extra de queso, champifiones y demés. Levanto la cabeza y mito a Justo, No me parece mucho més contento que yo, sina 101 Entonces, tomo una decision. —Digale al hombre que no se le escape ninguna anchoa, que no nos gustan! —y luego miro a Justo, haciendo como que sujeto un mon- én de anchoas resbaladizas Justo se echa a rele Yo hago como que le tiro una anchoa. El hace como que la recoge- Vamos a salir al pasillo un momento ——dice Justo, mientras co- ge la mochila, Tos dos vamos hasta donde es- shel sefior Coten y le pedimos permi- so para salir al pasillo un momento. —Claro —dice él indicéndo- nos la puerta. Cuando salimos, me parece que oigo al sefior Coten decir: —Por fin. Cuando ya estamos en el pasi- Ilo, nos quedamos de pie y callados durante unos minutos. Entonces los dos decimos elo siento» al mismo tiempo y enlaza- ‘mos nuestros dedos mefiques. No quiero que te vayas le digo, y empiezo a llorar un poquito. Justo respira profundamente y dice: —Yo tampoco quiero irme. 103 {le patece que es facil? El nuevo co- legio es grandisimo. No conozco a nadie. ZY qué pasa si se me olvida la combinacién del locker? ‘Todos Jos nifios que hay allf ya se conocen. Mis padses dicen que sengo que ser va" liente, que debo darle ejemplo a Da- ni, Que va aser divertido, Pero yo sé aque mi madre también esté nerviosa con lo de la mudanza. Of como se lo ‘contaba a tu madre. Y ademis es de- masiado tarde para meterse en cual- quiet equipo de béisbol infanuil y allf a todos les parece que tefgo un acen- zo gracioso porque es distinto al su- yo, y tendré que aprender a hablar como ellos. . ~ iV? —pregunto. —Y te voy a echar de menos —dice justo, sonroféndase. Yo sonret, 104 Me parece que Hlevaba afios sin sonrets. Nos quedamos un rato y lue- go le di Por qué no me Jo habjas dicho antes? —Porque ya no me hablabas —me contesta, —Pero tno querfas hablar conmigo —me defiendo—. No de las cosas importantes, —Es dificil dice, miréndo- se los zapatos. —Quiero que te quedes le digo. —Yo también —dice Justo, levantando la vista—, pero no pue- do, Mis padres me obligan a ir. Pero dicen que ui y tu made podrin ve- nir a visitarnos en verano. En verano. Mds me vale em- pezar a practicar el acento de Alabama. Entonces, Justo saca una cosa de la mochila. Es un regalo mal envuelto, Es una caja de pafuelos de papel. Dentro de la eaja, esté [a bola de chicle, 106 —Gracias. Es el mejor regalo ue he recibido en mi vida —le digo, sabiendo que sicmpse lo guatdacé ‘como un eesoro. En ese momento, llega el tipo deh restaurante con dice pizzas. Me lNega el olor del queso y mi estémago seclama su racién, Entonces sale el sefior Coren de la clase, —Mis vale que entren antes de que todo el mundo se coma las pias. Es wt fiesta, Justo. Al entrar, pienso en cémo serin las cosas cuando Justo y yo seamos ma- yates y 4 no cenga que isse @ otro sitio sélo porque se vayan sus padses. Alo mejor algiin dia podremos abrir nuestra propia empresa. Yo seré presidenta una semana y él seré presi- dente la semana siguiente. Vamos a vender tarros de mil y cajas de galletas, Allo mejon, algin dia viajamos alrededor del mundo probando nuevos sabores para los chicles, y la bola de chicle crecerd tanto que tenemos que construir una casa especial para ella. Hasta entonces, a lo mejor puedo ahorrar parte de mi paga se- rmanal para llamar a Justo por telefo- no de vez en cuando. ‘Creo que me voy a aprender su ‘nuevo mimero de reléfonto de memoria, Cada vex que me acuerde de mj tercer afo en el colegio, pensaré cen Justo, y estoy segura de que él siempre va a pensar ef ml

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