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VLASTOS, G., “RAZONES Y CAUSAS EN EL FEDON”*! Traducido del inglés por Flavia G. Gioia Hay un pasaje en este didlogo que ha Hevado a muchos estudiosos -la gran mayoria de los que lo han traducido y discutido en detalle- a pensar que las Formas de Platon son entendidas como causas. Este es ei preambulo metodoldgico y metafisico (95e-105c) al argumento final en pos de la inmortalidad del alma. La importancia de este pasaje dificjlmente podria exagerarse, en la medida en que es tan instructivo acer- ca de la metafisica de Platén, su epistemologia y filosofia de la ciencia como cualquier otro texto de igual extensién en su obra. Pero es también uno de los mds problemati- cos, Los estudiosos que no han confesado su dificultad, lo mismo la han evidenciado en la enorme diversidad de interpretaciones que han sugerido acerca de él. Segun Eduard Zeller, Platn ensefia aqui que jas Ideas pretenden ser causa formal, eficiente y final a lavez’. Paul Shorey, en el otro extremo, sostuvo que cuando Platén habla de las Ideas como aitiai, esta ofreciendo “sélo una Idgica tautolégica... una sustitucién con- sistente y sistematica de la razon {Ogica para todos los otros tipos de causa”. Mas recientemente, los comentadores no han vacilado en tomar su propia lectura intrincada del texto como evidencia de un pensamiento poco claro en su autor. Y. M. Crombie nos dice que aqui hay “un nido de confusiones” que procede del hecho de que Platén “mezcla topics mateméticos y no matematicos y ni siquiera logra distinguir diferen- tes sentidos de nociones tales como ‘a través de’ y ‘en virtud de’ ”. Dice: “seria un ejercicio elemental util hacer una lista de este tipo de confusiones en este pasaje’. Lecturas... 27 La interpretacin’que ofrecéré aqui se ajusta mas a la de Shorey que a‘la de Zeller y no es poco jo que debe a !a discusién de Crombie de este pasaje’. Pero si mi analisis es, al menos, aproximadamente correcto, mostrara que tampoco la vision de Shorey es aceptable in ¢oto, y que las “confusiones” de las que Crombie habla no estan en e] texto sino en malentendidos acerca de é| que Crombie comparte con muchos distinguidos estudiosos. No es que el pensamiento de Platén resultara aqui enteramen- te claro o totalmente verdadero. Pero, a pesar de sus falencias, tanto en cuanto a su sustancia como a} modo de exposicidn, se revelard -confio- digno de un filésofo que fue no sélo un pionero de excelente audacia sino también, cuando tuvo que hacer frente a las dificultades que se Je plantearon, un pensador notablemente sensato e inte- ligente. I, Acerca del significado de Aitia Dada la riqueza de significados de la palabra aitia', comenzaré por lamar la atencién respecto del hecho de que su campo de significacién es mucho mds vasto que et de la palabra “causa” tal como se usa hoy dia, sea en e} lenguaje ordinario, sea en discusiones filoséficas. Puedo hacerlo mejor evocando algunas de las cosas que son consideradas como aitiai en sentido propio en Aristételes, cuyos presupuestos metafi- sicos no entorpecieron su captacion de los valores de las palabras que us6: 1. gPor qué los persas invadieron el Atica? Porque [because] los atenienses habian atacado a Sardis. . 2. ;Por qué esta estatua es tan pesada? Porque [because] esta hecha de bronce. 3. zPor qué sale a caminar después de cenar? A causa de [because] su salud. 4. ZPor qué el angulo inscripto en el semicirculo es un angulo recto? Porque [because] es igual a la mitad de dos angulos rectos'. He evitado deliberadamente la palabra aitia al formular estos ejemplos, con el fin de poner de manifiesto el hecho de que decir que X es la aitia de ¥ viene a ser precisamente lo mismo que decir que Y ocurrié u ocurre 0 es el caso, a causa de X. En prueba de ello, si es que se requiere prueba, s6lo necesito referirme al hecho de que Aristételes habla de sus cuatro aitiai como “todos los modos de decir 16 did ti (el porqué)"'. Las llamadas cuatro causas de Aristételes son sus cuatro “porgués”. Ahora no todo porqué refiere a una causa, si bien algunos si, como Jo hace el primer ejemplo: los atenienses atacan Sardis serfa un claro ejemplo de un antecedente temporal que es la (supuesta) condicién suficiente del acaecer de un evento, la inva- sion persa de Atenas. Por otra parte, un porgué podria remitimos a una aitiaque, no 28 -Ficha de Catedra- siendo ella misma una causa, tenga claras implicancias causales. Esto se manifiesta suficientememte bien en el segundo ejemplo. Dificilmente podamos hablar del bronce como la “causa” del peso de una estatua de bronce: el bronce apenas causa por si mismo el hecho de ser pesado. Lo que tenemos aqui es una clase natural, es decir, un conjunto de propiedades regularmente unidas, entre las cuales, el peso es su caracteris- tica especifica. A pesar de que las leyes de la conjuncién de estas propiedades no son ellas mismas causales, tienen un plexo de conexiones con las leyes causales por medio de las cuales podemos hacer predicciones causales relevantes, tal como que una esta- tua de bronce superaré en peso a muchas de iguales dimensiones hechas en madera. Consideremos ahora el ejemplo tres: aqui no seria sdlo dificil sino absoluta- mente absurdo hablar de la aitia como la “causa”. La salud por la cual el hombre enfermo se somete a sus actividades peripatéticas no existe ahora y puede que jamés legue a existir, puesto que es posible que sus caminatas no colaboren a restaurarla y podria ain morir en una de ellas de un ataque cardiaco; ;edmo entonces podria algo que no existe y que quizds nunca exista causar sus paseos 0 alguna otra cosa? Para transformar la respuesta a nuestra pregunta por gué en un enunciado de la causa debe- namos tener una visién completa del contexto intensional y considerar como causano Ja salud que el hombre espera de sus caminatas sino su expectativa de conseguirla a través de ellas basada en un fuerte deseo de mejorar su salud (mds fuerte que cualquie- rade las alternativas dejadas de lado). Algunos filésofos actualmente nos negarian atin esta maniobra, sosteniendo que no tiene sentido hablar de la causa de una accién. No me propongo entrar en esta controversia®. No me es necesario en esta indagacién en la cual toda la cuestién consiste en que si estuviéramos hablando griego, entonces, de- jando de lado nuestras convicciones filosdficas, no vacilariamos un momento en decir que la salud del hombre es la aitia de sus paseos, mientras que en inglés, lo maximo a nuestro alcance para hacer que la salud del hombre forme parte de una explicacion causal de sus esfuerzos seria mencionar como la causa de estas acciones el fin-en-vista y su deseo de alcanzarlo. He dejado para lo ultimo el ejemplo matematico, el mas resonante para mis propésitos, pues ningtin recurso auxiliar que contemplaramos podria salvar la brecha entre aitia y causa. Dado P, “el angulo inscripto en el semicirculo es la mitad de dos Angulos rectos”, y Q,, “el angulo inscripto en el semicirculo es un angulo recto”, don- de P es la pentiltima formula de una serie de formulas que constituyen la prueba co- munmente aceptable de Q en la geometria de la época’. Esto lleva a Aristételes a tomar P como la aitia de Q,, construyendo la implicacién de Q por P, probada ya una consecuencia valida del conjunto de axiomas de la ciencia, como un adecuado funda- mento de la verdad de Q. Dado que esta implicacién es para Aristételes una relacion cuyos términos son items abstractos, ni sofiaria con decir que una de estas proposicio- nes causa la otra. Sin embargo, tal es el modo en que lo hacen hablar G. R.G. Mure en la traduccién de los Analiticos Posteriores de Oxford, W. D. Ross en su Comentario, ¢ innumerables libros de texto, donde se lo presenta diciendo que las premisas de una inferencia demostrativa son las “causas” de sus conclusiones'’. Tales enunciados, a veces, han sido defendidos mediante la afirmacién de que Aristételes piensa las premisas como causae cognoscendi", Pero si causa en esta consagrada frase no significa mas que “raz6n” o “principio”, la defensa es ociosa, puesto que las razones y {os principios no tienen eficacia causal; mientras que si significa causa, la afirmacién es falsa y puede refutarse mediante la simple reflexion de que no es cierto, en general, que cono- cer una proposicién dada sea condicién suficiente para conocer todas las propésicio- nes que ella implica'?: de ese modo se puede conocer los axiomas de un sistema e ignorar toda la gran cantidad de teoremas que un matematico muy inteligente podria deducir de ellos. Aristételes, hasta donde sé, nunca incurridé en semejante error. Pero aunque lo hubiese hecho, atin asf no estariamos autorizados a leerlo en los muchos pasajes donde él habla acerca de una premisa que implica algo como la aitia de una conclusion implicada, dado que tales afirmaciones tienen perfecto sentido si se entien- de que ellas expresan e] simple hecho de que la premisa es una buena y suficiente raz6n para la conclusién. Esta breve discusién ha mostrado -confio- cuanto mas general es el significado de la aitia griega que e] sentido corriente de Ja palabra “causa” en inglés. La usanza griega nos autorizarfa, como una cuestién de hecho, a hablar de algo como aitia de otra cosa, independientemente de si nos estamos refiriendo, como en I, a una causa en sentido prepio o, como en 2, a una conjuncién pseudolegal de propiedades o factores tales que la instanciacion de algunos de ellos es condicion suficiente de la instanciacion concurrente de otros 0, como en 3, al fin-en-vista de un agente intencional cuyo deseo de Jograrlo mediante cierta accién tomamos como condicién suficiente de su realiza- cién de Ja accién o, finalmente como en 4, a una proposicién implicando otra, de modo que nuestra certeza de la verdad de la primera garantiza igual certeza de la verdad de !a Ultima. He aqui, entonces, la base Jinguistica a partir de la cua! comienza la discusion que nos interesa: e] mero hecho de que Platén hable de Formas como aitiai en nuestro pasaje no es por si mismo Ia evidencia mas clara -no aJ menos evidencia prima facie- de que quiera que ellas sean causas. Hay muchas otras cosas que puede querer expre- sar al decir, y con sumo énfasis, que ellas son aitiai. Qué es Jo que Platon quiere decir puede decidirse slo a partir del contexto. Permitasenos proceder a ello. Il. La Aitia “segura” pero “indocta” Nuestro pasaje se divide en dos secciories. La seccién | (95e-99c) relata Ja infatuacién juvenil del Sécrates platénico'* con los filésofos fisicos y el desengafio en que termino cuando encontré que todo lo que ellos podian ofrecer eran aitiai materia- 80 -Ficha de Cdtedra- les y causas mecanicas, mientras que ¢] habia llegado a convencerse de que solo Ja teleologia provee de las “verdaderas” (98) 0 “reales” (99b) aitiai de los fenomenos naturales. No se habla de Formas como aitiai -no se mencionan en absoluto- a Jo largo de toda esta seccién. si bien se prepara el camino para ellas mediante e] empleo de una serie de perplejidades cuya solucién Sécrates eludira hasta dar con la Teoria de las Formas. Esta parte de le primera seccién Ja discutiré con alguna extensién a su debido tiempo. El resto de ella lo ignoraré. Si bien su importancia histdrica es incalculable -es uno de los grandes cambios decisivos en la filosofia natural europea. el consciente abandono de la linea de pensamiento que habia conducido. en los sistemas de Leucipo y Demécrito, ala primera concepcidn rigurosamente mecanicista del orden de la natu- raleza- su mensaje es familiar y, superficialmente al menos, bastante claro. Por tanto lo dejaré de lado en este trabajo, para concentrarme en la tarea mucho més riesgosa de resolver lo que acontece en la seccién II (99c-105c), donde Sécrates, frustrado en su busqueda de Ja teleologfa, recurre a un segundo mejor método propio de indagacin'*. Este nuevo metodo y sus distintivas aitiai son propuestos como consecuentcias de una “hipotesis”"* filoséfica, {a de la Teoria de las Formas o Ideas, que es concisamente formulada como sigue en la mas completa de las dos afirmaciones en nuestro pasaje"”: cada una de Jas Formas existe y en virtud de participar de ellas, las otras cosas se denominan segtin ellas (sc. las Formas) [102210-b2]"'. La formula toma en cuenta tres conjuntos de items y la relacién de “participa- cién?: (1) Formas -esto ¢s, las de la ampliamente divulgada teoria del periodo medio de Platén- presentadas en este didlogo por primera vez. Los mismos términos que habia usado para designar los definienda de las investigaciones morales de Sécrates en Jos primeros djdlogos -eidos, idéa- ahora los aplica a entidades dotadas de las siguientes propiedades categoriales: son inmutables®, incorporeas’’, divinas”; no pueden cono- cerse por medio de los sentidas”’ sino sélo mediante “reminiscencia’™*. (2) Las personas individuales y los objetos de la experiencia ordinaria designados mediante nombres propios y descripciones definidas. (3) Los caracteres inmanentes de estos individuos designados mediante adjetivos, nom- bres abstractos y nombres comunes. Las mismas palabras también nombran Formas. Esto se vuelve sorprendentemente claro en aquellas raras ocasiones en jas que Platén, explicitamente, yuxtapone Ja Forma con el caracter correspondiente para poner de manifiesto ei hecho de que, aunque estrechamente conectados, son ontolégicamente distintos. Platén hace esto dos veces en nuestro pasaje, contrastando “la Grandeza en sf” con “la grandeza en nosotros” (102d)"*, y nuevamente “ei Opuesto en si... en la naturaleza de las cosas” (t6 en té physei) con “e} opuesto en si... en nosotros” (16 en Lecturas... 31 hemin)®, y ambos con “la cosa contraria” (16 enantion pragma), esto es, e] individuo que tiene uno de los dos caracteres opuestos (103b)"”, Sera conveniente usar los siguientes simbolos como referencia esquematica a estos items: las mayusculas F, G, como variables de caracteres; sus correspondencias fonéticas en el alfabeto griego, , I”, como variables de Formas; a, 6, c, Como sustitutos para nombres de individuos y x como una variable cuyos valores son nombres de individuos™*. Lo que afirma la teorja entonces es lo siguiente: para cualquier cardcter, F, de un individuo cualquiera, x, existe una Forma homonima™, ®; y x es F (esto es, x tiene el cardcter F) si y solo si participa x en ®. “Participacién” aqui designa ese modo unidireccional de relacién de dependencia ontoldgica entre tas cosas temporales y las Formas eternas, que es un principio tan fundamental de esta filosofia. Para Platén, nada puede existir en el espacio y el tiempo con un cardcter definido, F, sino existiera una ® correspondiente, mientras que lo inverso no seria del todo verdadero, La exis- tencia de una Forma especifica, digamos, de un chiliagon, no ofreceria por si misma la més minima certeza de su instanciacién fisica; no solo existe la Forma de la Ciudad Ideal (Rep.592a-b), sino también innumerables otras Formas que no han sido instanciadas desde el comienzo de los tiempos y pueden permanecer asi por siempre en el universo de Platén. Su intencién parece suficientemente clara. Pero si indagamos més alin, presionando para que nos diga exactamente qué es lo que ocurre cuando una F particular logra la requerida “participacién” en una ®, Platén no tiene una respuesta definida para darnos y es bien consciente de este hecho. No hace ningiin esfuerzo para disimular ante el lector que todavia no ha aleanzado una concepcién clara de qué es lo que involucra la “participacién”, hablando de la relaciGn de Ja Belleza respecto de las cosas bellas cnmo “presencia (parousia) asociacién (koinonia) o cualquiera sea la palabra correcta para ello” (100d5-6), He aqui algo que Platén todavia no ha diluci- dado como quisiera, aunque sin duda espera hacerlo, permaneciendo completamente seguro, pnr el momento, de que existe algun tipo tal de relacién y que, si no fuese por esto, el hecho de que las cosas tengan caracteres seria ininteligible*. Pertrechado con esta “hipdtesis”, Sécrates se siente en condiciones de dar dos Tespuestas complementarias a la pregunta “;Por qué x es F?"? Comencemos con la primera, que é1 llama la aitia “segura” pero “ingenua” ¢ “indocta” (100d-¢;105c), Esto es justamente que x es F porque participa en ©». {Qué podria querer decir con ello? Se han promovido dos interpretaciones que considero erradas. En una de ellas, la Forma seria una aitia teleolégica™’. No veo cémo esto podria cnmpatibilizar con el siguiente rasgo de nuestro pasaje: Sécrates hace natar con toda 32 -Ficha de Catedra- claridad que se encuentra, al momento de hablar. todavia privado de la atria teleologi ica que habia estado buscando™. Pero no es menos claro que Ja linea alternativa de i inves- tigacién que esta a punto de explicar -e] “segundo camino”- no es algo que haya veni- do a su mente en ese preciso momento; es un método de investigacion en el cual ya ha estado comprometido*. Este método toma su punto de partida de la hipotesis de las Formas. Por tanto, $i Sécrares hubiera pensado las Formas como aitiai teleolégicas, no habria dicho que atin esté “privado” de aitiai teleolégicas. Habria dicho que las tiene, aunque sdlo sobre la base de una hipotesis. Segun esto, la interpretacién sugeri- da debe rechazarse no sdlo como no fundada en el texto -no hay mencion de teleologia después de este punto en nuestro pasaje- sino como contraria a las implicancias ine- quivocas del texto. Es, por tanto, innecesario indagar como Platon podria haber asig- nado, sin recurrir a una grave confusion. a sus Formas -entidades cuyo mas conspicuo Tasgo es su absoluta inmutabilidad- la funcion teleolégica que, tanto en este didlogo como en el Timeo, conciernen exclusivamemte a la mente o al alma’. Una segunda interpretacion merece un poco mas -si es sdlo un poco- de consideracion. Sostiene que la Forma se entiende como la “causa eficiente” de Aristételes. Fl mismo comenié nuestro pasaje, quejandose de que “Socrates en e] Fedén” pensaba las Formas como “aitia suficiente de generacion™, si bien es dificil saber con exactitud cudn seriamen- te tomé esta interpretacion pues es claro, a partir de otras observaciones suyas™, que &! sabe muy bien que esto no puede ser la doctrina de Platon“*. Ecos de la misma interpre- qacién se han repetido en los estudios modernos a pesar de las vigorosas protesias de Shorey, De este modo, Hack forth (p.144) sostuvo que Jas Ideas son emiendidas come causas de “cualidades de cosas concretas”. si no de las cosas concreias mismas: “La Belteza en si no es Ja causa de una cosa bella, sino del ser bello de una cosa’. Qué sentido podria tener esto, Hackforth parece no haberlo considerado. De haberlo he- cho, dudo que se hubiera comprometido a dar a conocer su inierpretacion. Puesto que, como todas las Formas estan absolutamente libres de limitaciones espacio-temporales. en caso de que una de ellas actuase sobre un objeto espacio-temporal particular. a, con una propiedad determinada, P, deberiamos suponer (iy que esta también aciuando so- bre los demas objetos en el universo, incluyendo aquellos que no tienen la propiedad. P, y ademas (ii) que las demas Formas incluyendo las Formas correspondiemtes a propiedades contrarias a P, estan simultaneamente actuando sobre a. {Como entonces (i) la Forma dada podria tener ese especifico efecto causal sobre a que daria cuenta de su ser P mas bien que -P, sin tener el mismo efecto sobre el resto de los objetos, incluyendo los que no son P ? ;Y cémo (ii) podria tener algun efecto determinado sobre a, si todas aquellas otras Formas estan actuando simultaneamente sobre a con un efecto contrario El tmico modo de evitar las absurdas consecuencias de esta suposi- cién seria atribuir a las Formas e] poder de actuar selectivamente sobre diferentes objetos en el universo, dirigiendo su influencia causal hacia algunos de ellos y no a otros, ZY cémo podria Platon haber particularizado asi sus Formas como agentes - Lecturas... 33 causales en el mundo del espacio y tiempo sin violar el mas fundamental de sus prin- cipios metafisicos"'? Sélo la mas directa y explicita evidencia podria persuadimos de que Platén se equivocé tan groseramente. Y no hay tal evidencia. Todo lo que pode- mos decir es que, al referirse a Ja relacién de la Forma con la cosa, usa el mismo lenguaje que emplearia si estuviese hablando de la relacién de una causa con su efecto: ® es aquello “a causa de lo cual” (di’ héti,100d1) x es F ; es lo que “hace” ( poiei, 10045) ax ser F; es la causa del ser F de x (por ejemplo, 100c6-7; 10}c4-5). {No hay otro modo de construir estos enunciados de manera que se comprendan mejor? Consideremos el siguiente ejemplo: “Por qué esta figura es un cuadrado?” “Parque tiene cuatro lados iguales y cuatro angulos iguales. $i tuviera solamente los cuatro lados iguales, eso no lo haria un cuadrado; podria haber sido, con todo, un rombo"?. Aqui es claro que e] “porque” que responde a nuestro “;Por qué?” no se postula como explicacién de la existencia de un dibujo de forma cuadrada en el piza- rrén. El caso se presume y su causa no reviste ningun interés. Nuestra pregunta no es “{.Qué hizo a eso un dibujo?” ni tampoco “; Qué hizo a ese dibujo un cuadrado” sino mas bien “,Qué lo hace cuadrado?” que solo podria significar en este contexto: por qué lo clasificamos como un cuadrado més bien que como una figura de alguna otra forma? Se responde nuestra pregunta cuando se nos muestra que e] dibujo sucede que tiene -no cémo © por qué Ilegé a obtener- la configuracién que retine as condiciones ldgicas para ser cuadrado. La aitia que se proporciona es una aitia iogica. A primera vista esto puede parecer saspechosamente desmerecedor de lo que se dice en e] texto, Cuando Sdciates mantiene can tan tenaz énfasis que una cosa bella “es bella por ninguna atra r2z6n que porque participa en Ja Belleza” (100c5-6) esta ciertamente adelantando una tesis que no podria reducirse plausiblemente a la verdad légica de que una cosa particular instancia un cancepto si, y solo si, satisface Ja defini- cién. Pera una reduccién tal 2s lo ultimo que yo desearia sugerir. Para haceria tendria que argumentar que, para Pl::6n, la lgica es una cuestién na comprometida metafisi- camente; y {quién querria de :ir algo asi en su nombre? {Qué es su Teoria de las For- mas sino a afirmacion de q .¢ los enunciados Iégicas presuponen las metafisicas y serjan una farsa sin ellos? Pa a Platon, Ja definicion de un concepto es “la explicacion de la esencia de su Forma, ®” *, Larazdn por la cua! pademos hablar significativamente y con verdad de las cosas q ¢ son cuadradas o bellas, é] insistiria, es que existe un objeto incarpéreo, inmutabl . inteligible, llamado “Cuadraticidad” a “Beleza”, en el Cual las abjetos sensibles, co. pdreos, mutables acasionalmente “participan” y, cuando lo hacen, son correctamente denominados “cuadrado” o “bello”. Asi lo que he llama- do fa aitia “logica” es al mismo tiempo una aitia metafisica para Platén; la funcién logica de la Cuadraticidad, la Belleza, etc., é] esta canvencido, no podria cumplirse independientemente de su status metafisica. Pero una vez concedida esto, es la fun- cién légica de la entidad metafisica la que Heva a caba la labor explicativa de la aitia “segura”. Cuando quiero saber qué es lo que hace de esta figura un cuadrado mas bien 84 -Ficha de Catedra- que un pentagono. lo que responde mi pregunta no es la existencia como tal de Ja Forma, Cuadrado -innumerables otras Formas también existen que no ayudan a res- ponder mi pregunta- sino el contenido légico de su definicion: esto es lo que distingue ja Forma, Cuadrado, de todas estas otras Formas e. isomdrficamente, distingue todo cuadrado en nuestro mundo de las instancias de Jas demas figuras. Y el hecho de que esta funcion ldgica es ejercida por una Forma celestial mas que por una flatus vacis nominalistica de ningtin modo altera el sentido estrictamente causal de la formula “F en virtud de satisfacer la definicién”. La Cuadraticidad platénica no tiene mas eficacia causal que Ja de] nominalista; no tiene poder para producir cuadrados terrenales; si lo tuviera, entonces también Jo tendrian la Forma Miriagono y cada una de las inconta- bles otras que no han tenido ninguna prole mundana y nunca Ja tendran**, Esta interpretacion de la formula “F en virtud de ®” exime a Plat6n de tanta dificultad y es a tal punto consonante con todo lo que sabemos de sus concepciones metafisicas que se nos deberia imponer aun sin ulterior confirmacion®, En realidad, la confirmamos a través de dos datos claros de nuestro pasaje. En primer lugar, permite comprender el hecho de que esta formula se propone como la aitia “segura” pero “indocta” o “ingenua™’. Esto es lo que obviamente seria para cualquiera que ya haya aceptado Ja “hipotesis” metafisica en la que esta aitia esta tan explicitamente asentada®. En esta hipotesis, para todo x. x es F si y solo si x parti- cipa en ®, De esto se sigue con la “seguridad” de la inferencia analitica que a0 boc © cualquier atro x es F en virtud de participar en ®. Justamente por la misma razén esta aitia es “indocta”, es decir, poca informativa®. No sélo no pretende darnos la mas minima ayuda para encontrar ta causa de cualquier acontecimiento especifico en el mundo, sino que tampoco colabora en que encontremas su correcta descripcian: solo si ya sabemos que algo es F (esto es, siya lo hemos descripta asi) podemos praceder, fundandonos en esta aitia, adecir que es Fen virtud de ®, mostrando que nuestra descripcion se ajusta a la definicién y con ello confirma que es apropiado denominarla “F~ antes que “G” 0 que alguna otra cosa. En segundo término, la interpretacién que ofrect da sentido a otra cuestion en este pasaje a la que todavia na he hecho referencia: el hecho de que se espera que Ja formula “F en virtud de participar en ” resuelva Jas dificultades acerca de la aitia que fueron dejadas de lado en Ja primera seccién del pasaje"*, Las cuatro primeras dificul- tades (96d8-e4) desconciertan particularmente al lector moderno*'. Probablemente las encuentre no tanto como dificultades sino como meta-dificultades: io que lo deja per- plejo es lo que, en alguna de eilas, Platon pudo haber considerado fuente de perpleji- dad. E! primer par (98d8-e}) parece casi una burla. Se supone que Sécrates en su ignorante juventud ha creido que si un hambre sobrepasa a otro por una cabeza, Jo hace a causa de una cabeza, y que la mismo es verdadera respecto de los caballos: si una es mas alta que otro por una cabeza, la aitia de su mayor altura es...jla cabeza"! E] siguiente par (e 1-4), al contraria, parece trivial: Socrates pensé en su momento que diez cosas eran mas que ocho porque hay dos mas de ellas en el diez (que en e! ocho): y que, dados dos objetos, de dos y de una yarda de largo respectivamente. el primero sera mds largo porque excede al segundo por la mitad de su largo. Uno se pregunta cémo se podria esperar que alguien, no importa cuan joven e inexperto sea, s¢ tagase los absurdos en el primer par 0 cémo podria culparselo de aceptar las perogrulladas en el segundo. La luz asoma en el parrafo siguiente, donde nos encontramos con una quinta y una sexta dificultad. Por qué el uno afiadido al uno hace dos (96¢6-97a5)? {Por qué uno, dividido por dos, hace dos [mitades] (97a5-b3)? Aqui, el modo de presentacién cambia®: en vez de relatar, impasible, los errores en que habfa incurrido en su distante juventud, cuando habia sido “completamente cegado” (96e5) por su obsesiva adhe- sion a la etiologia mecanicista, Sécrates ahora se refiere a errores similares en su perspectiva filoséfica presente enteramente diferente y nos da amplias indicaciones én cuanto a por qué no puede admitir las respuestas a las que su anterior “método” de pensamiente lo habian compelido. De este modo, la vieja respuesta a Ja pregunta en la quinta situacién problematica habria sido: la adicién de una unidad a la otra es la que hace dos de ellas.4 Esto, é! dice ahora, ya no lo acepta y por la siguiente razon: Pues, estarfa sorprendido si, cuando cada uno de ellos, existfa aparte de! otro (héte mén hekateron autén xoris allélon én), cada uno era uno y no eran dos, pero después de que se acercaron uno al otro (eplesiasan allélois) esto se con- virtié en la aitia de su llegar a ser dos: la conjuncién (he siinodos) involucrada en su estar puestos uno junto a otro (tori plesion allélén tethénai) (9742-5). Aqui, finalmente, vemos el error que Sécrates habia estado perpetrando en ese periodo que antecede a su descubrimiento de la aitia “segura”. Habia estado confun- diendo la operacién aritmética de adicién con un proceso fisico, el de tomar cosas que existian “separadas” en primer lugar y ponerlas “cerca una de la otra”. Y habia esta- do suponiendo que la posibiiidad de este proceso material era Ja aitia de Ja verdad légico-matematica de que Ic . mismos items que se consideran como unidades si se toman separadamente, se cc .sideraran como un par si se los torna conjuntamente. Volviendo atras sobre este er ara partir de su perspectiva filos6fica presente, Sécrates dice que “se sorprenderia” si ana cosa tal fuera verdadera: suftiria esa peculiar sensa- cion de ultraje intelectual que todos sentimos cuando se nos pide que creamos una proposicién que es no solo materialmente falsa sino légicamente absurda, Por lo que, obviamente, las cosas acerca de las que se esté hablando son dos por hipétesis y segui- tian siendo dos ain si fueran amontonadas en un ropero o situadas en diferentes galaxias a un millon de afios luz una de otra. {Qué absurdo es, entonces, ofrecer su cercania como la razén de por qué son dos”! De esta manera, la dificultad puede resolverse 0, mas exactamente, disolverse, siendo solvente la formula platénica “F en virtud de 86 -Ficha de Catedra- ©”. Si las cosas son una en virmud de participar de la Unidad, dos en virtud de Bani cipar en la Dualidad, entonces esta claro que el “por qué?” en “;Por qué uno y uno hacen dos?” no puede ser un porqué fisico y el “porque” que lo responde debe extraer- se no de explicaciones acerca de qué le ocurre a los objetos cuando se mueven sino de “explicaciones de la esencia”’* de Jos nimeros, Uno y Dos®, Las cuatro dificultades en 96d8-e4 se someteran al mismo tratamiento bajo 1a hipotesis® de que todas ellas afloran porque en esta fase ignorante de su evolucién filos6fica Sécrates® confundia aitial fisicas con aitiai légicas: presumia que un factor material, como una cabeza, o Ja presencia material de dos unidades 0 la proyeccién material de una parte de una cosa junto a otra podrian dar razon de los enunciados respectivos, todos los cuales son verdaderos a priori; y podrian explicarse solamente por referencia al significado de los términos que usan. Asi, tmese la mas interesante de las dificultades: ;Por qué diez cosas son mAs que ocho? Reflexionando acerca de esto en la segunda parte, ahora que ya ha salido de tan particular confusion, Socrates declara: Por tanto, temerias decir [esto es, no dirias] que diez son ms que ocbo en virtud de 2 y que es a causa de esto que los sobrepasa, en vez de decir que es en virtud de la cantidad y a causa de la cantidad (101 b4-6). Lo que Sécrates nos esté diciendo, trasladado a.un lenguaje modemo, es que la raz6n de por qué el grupo de diez es mas numeroso que el de ocho es simplemente que satisface las condiciones Iégico-metafisicas® de (mayor) cantidad. Si encontraramos esto poco informativo, Platén estaria de acuerdo (esto es una aitia “indocta”) pero insistiria en que no es inuti] en esa explicacién puesto que nos fibraria de dirigir erradamente nuestra busqueda de las aitiai hacia factores irrelevantes, tales como -en su propia formulacién de esta dificuhad- la presencia en un grupo de dos unidades que no estan en el otro. Esto seria la maxima artimafia, a menos que estuviera logicamente telacionado con ja cantidad relativa de los dos grupos -por ejemplo, mostrando que el primero tiene tantas unidades como el segundo y mas unidades ademas, no necesaria- mente estas dos unidades, ni necesariamente dos unidades: cualquier namero de uni- dades en ei primer grupo ademés de aquellas que en é} igualen, unidad por unidad, las del segundo cumpliria los requerimientos légicos de una mayor cantidad, y asi nos habilita a decir precisamente por qué hay mas en el primero que en el segundo™. Si la aitia “segura” e “indocta” leva a cabo este tipo de funcion para Platon, puede verse por qué pudo encontrarla tan iluminadora si bien no le atribuye funcién causal alguna. Es triste entonces verlo acusado por serios estudiosos de haber cometido el grave error que, si estoy en lo correcto, él mismo fue el primero en hacer notar. Asi, Hackforth le reprocha que plantea un pseudo-problema al preguntar por la aitia de que diez sea mayor que ocho: Lecturas.., 87 La pregunta de si la adicién del 2 ¢s la causa de que el 10 sea mas grande que e| 8 no tiene sentido porque no hay mas causa de que el 10 sea mayor que el 8 que Ja que hay de que el jueves venga después del miércoles (p. 131). Ciertamente, no hay causa aqui, y ,quién deberia saber esto mejor que Platon, que nos da, como una muestra de un pensamiento estrafalario acerca de la aitia, la dificultad que se genera al asumir que hay una causa (fisica) de la verdad de que 1+1=2? Pero aunque no hay causas para tales verdades, hay seguramente razones para ellas, y fue un rasgo de genialidad ver que donde un tipo de aitia, con sus peculiares compromisos metodoldgicos (los de la indagacién fisica), es inaplicable, otro tipo de aitia, con su Metodologia (légico-matematica) enteramente distinta, es aplicable, y hacer de su teoria metafisica el vehiculo de esta investigacién. HL. La Aitia “inteligente” Podemos ahora considerar la segunda respuesta de Sécrates a la pregunta “{Por qué x es F?” En vez de mencionar solo una Forma ®, ahora él también nos remite a otra, I’, relacionada con @ de modo que cualquier cosa que es “llamada” (esto es, caracterizada)® segin I, también seré llamada F (103e2-104b4). El primer ejemplo dado de la relacién I’-« es el par tres-impar: cualquiera cosa que sea un trio también sera numerado impar. A partir de este y otros ejemplos es claro que Sécrates tiene en vista una relacign transit}va, no simétrica®. No tiene un nombre técnico paraella y est satisfecho usando una metéfora: é] habla de I “causando” ©. Hablaré de ella como “vinculo”, extendiendo este término mas all4 de su uso normal como una conectiva proposicional y concediéndole conectar conceptos, coma a veces hacemos en contex- tos informales*, La formula, entonces, para esta aitia podria ser expuesta como sigue: “x es F parque participa en Ty implica ©" 0, mas elaboradamente: “x es F porgue, siendo G, debe participar en T: y puesto que I implica ©, x debe también participar en © y por tanto x debe ser ". Plat6n no emplea ninguna formula como esta. Pero un examen de su texto mostrar. creo, que esto es lo que implica alli su forma de expre- sarse. En cuanto a qué entien.’e él por ellas, debemos fiarnos de sus ejemplos. Hay una tmultitud de ellos. Primero «i da casos aritméticos adicionales de encadenamientos entre G y F: cinco-impar, dos-par, cuatro-par, diez-par*. Entences, sin ningun aparen- te cambio de engranajes, todavia hablando precisamente acerca de la misma relacién, explicando precisamente la misma aitia, presenta ejemplos fisicos, bioldgicos y otros ejemplos de la Forma, G, que implica la Forma F: Fuego-Calor, Nieve-Frio, Fiebre- Enfermedad, Alma-Vida™. ;Esta respuesta a la pregunta “;Por que x es F 2” nos ofre- 88 -Ficha de Catedra- 4 oh al pnt nat in ce mayor razon que la anterior para pensar que sus Formas son postuladas como cau- sas? Permitaseme tomar uno de sus ejemplos, donde la fiebre es la aitia de una enfermedad. Podemos asumir la siguiente posicion: un hombre manifiesta el conjunto de sintomas que habria justificado que Jo clasificaramos como enfermo antes de diag- nosticar su dolencia particular”: sufre decaimiento, pérdida del apetito, dofor y otros Tegistros psicolégicos de molestia fisica, Lo examinamos y vemos que esta muy ca- liente”. Inferimos que esta enfermo a causa de esto”. Socrates interviene en este mo- mento para decirnos que estamos autorizados a hacer esta inferencia solo porque el hombre participa en las dos Formas, Fiebre, Enfermedad, la primera de las cuales implica a la segunda. Cuando esto se reduce a “la Forma, Fiebre, es lo que lo hace enfermo”, tiene un tono alarmante. Suena como si la Forma fuera un sustituto fantas- mal de una bacteria. Pero sélo necesitamos recordar el argumento precedente que, confio, absolvié a la Forma de la imputacién de la accion causal en el caso de la aitia “segura”, para as¢guramos de que el mismo beneficio puede darse también en el caso de la presente aitia. Sino se espera que ® sea una causa cuando se dice que “hace” que x sea F, entonces por lo mismo, de I no puede esperarse que sea una causa cuando se dice que “hace” ax ser F* (Podriamos entonces concluir que aqui, también, el “hace” en la formula platénica tiene una fuerza estrictamente légico-metafisica, que no debe encontrarse ningtn mayor significado causal en “la Forma, Fiebre, hace al hombre enfermo” que en “la Forma, Enfermedad, es lo que lo hace enfermo?” Tal habia sido el interés de ~ Shorey cuando mantuvo contra Zeller que en todo el pasaje Platon est4 preocupado por la légica y no por la fisica, anunciando una teoria de inferencia silogistica, no de explicacién causal”. Esta es una interpretacién atractiva: uno querria que fuera verda- dera. Y nada se habria interpuesto en que la consideraramos como tal si Platén hubiera dado solamente ejemplos Idgicos y matematicos de la relacién ['-. Si tuviéramos solo tres, impar, dos, par y tales cosas entre los ejernplos, entonces, sin duda, la pareja T-@ seria estrictamente no cauSal. Que la familia de Jones debe ser de nimero impar Porque ocurre que es un trio es en realidad austeramente irrelevante para el orden causal del mundo. No asi cuando se nos dice que Jones esta enfermo porque tiene fiebre, que un lefio ardiente esta caliente porque esta sobre el fuego, que el material blanco sobre el suelo esta frio porque es nieve. Sin duda, a ninguna de las implicancias establecidas entre las Formas relevantes se le reconoce una funcién causal. Pero cier- tamente se espera de ellas que fengan implicaciones causales. Que el suceso de la fiebre sea la causa del hecho de la enfermedad seria un ejemplo de libro de texto acerca de una causa en la medicina griega’®. Y puesto que el vinculo ’-@ es ofrecida como la justificacién de la inferencia causal, ,cmo podria estar desprovisto de signi- ficacién causal? Lo mismo seria verdadero de las parejas Fuego-Calor y Nieve-Frio”. Fuego y Nieve, como bronce en el segundo ejemplo de la primera seccion, son clases Lecturas... 39 naturales y la invariabilidad-de la concomitancia de las propiedades caracteristicas en cada uno de ellos significa una multitud de interconexiones causales con otros tipos de materia en e] universo. Asi cuando Sécrates mantiene que la Forma, Nieve, es la aitia del frio no esta aseverando ni ¢] absurdo metafisico de que la Forma, Nieve, enfria regiones selectas del universo, ni tampoco el absurdo semantico de que la nieve causa ella misma ser fria; pero lo que afirma est4, no obstante, aferrado firmemente a la estructura causal de] mundo, p.e., al hecho de que si levantamos 1a temperatura mas alla de cierto punto, la nieve debe transformarse en agua. Este “debe” es causal. Y como en la teoria de Platon esto se funda en reiaciones de implicacién entre Formas, tendria que ser un “debe” extremadamente fuerte: deberfa expresar una ley fisica que tenga necesidad légica. Dado que Platén afirma que la nieve de nuestra experiencia es fria porque ia Forma, Nieve, implica la Forma Frio y puesto que todas las Formas - aquellas de sustancias y procesos fisicos, no menos que las de la iégica y la matemati- ca- son eternas y sustentan solamente relaciones inmutables unas con otras, esta impli- cando que las leyes de Ja naturaleza tendrian la misma necesidad que tienen las verda- des de la aritmética y Ia légica™, Una teoria como esta no es probable que obtenga una audiencia favorable por parte de los filésofos hoy en dia. Se nos ha Hevado a pensar, a la mayorla, que las leyes de la naturaleza son, en tltimo andlisis, contingencias radicales, uniformidades de facto que debemos 0 exhibir c:mo casos especiales de uniformidades de facto ain mas generales o bien aceptar como cosas para las que no puede darse ninguna razon adicio- nal, Al encontramos con la reuccién de Platén de la necesidad fisica a la légica en el Fedén, podriamos entonces s:ntimos tentados de pensar en ella no solo como falsa sino como no razonable, sinr=z6n, realmente delirante, una especie de capricho. Ha- riamos bien entonces en refle.ionar que también en el periodo modemo, una vision sustancialmente similar fue p. spuesta por filésofos, por Leibniz, por ejemplo, quien sostuvo que todas las verdad-s sintéticas y contingentes deben representar verdades necesarias y analiticas, impe:fectamente comprendidas por mentes finitas, que los neohegelianos, desde F. H. Br..dley hasta Brand Blanshard, encuentran en ja alternati- va de Hume respecto de Leib: ‘z una disolucién de la causalidad en casualidad e insis- ten en que “estar causalmente -onectados involucra estar conectados por una relacion de necesidad légica’”; y fin. mente que, si nos situamos del otro lado, mucho més populoso, si bien generalmer : se admite que ias leyes causales deben sustentar los contrafacticos, los problemas ,ara explicar contrafacticos en una teoria de la regulari- dad de las leyes de la naturale_a es una cuestion gravosa y su soluci6n esté todavia en discusion, No habia habido ning’:n Hume en e} pasado de Platén. Los filésofos fisicos habian procedido segiin la creencia de que, como lo habia expresado Leucipo, “nada ocurre por azar sino por razén y necesidad’™. Pero cuando consideraron criticamente este axioma, como Demécrito, el ultimo en la sucesién, que fue el primero en hacerio, 40 -Ficha de Catedra- ert teeter todo lo que pudieron encontrar en la naturaleza sobre Jo cual basar su creencig.en la necesidad racional fue una regularidad de facto. Demécrito enseiid, se nos informa, que la explicacion natural se reduce al principio de que “las cosas siempre son u ocu- rren de ese modo” y que “no tiene ningun sentido buscar una raz6n para lo que ocurre siempre”. No podemos decir, a partir de los fragmentos 0 noticias que nos han Hlega- do, qué conclusiones sacé de esta notable reflexion. Pero, dejando de lado lo que Demécrito puede haber inferido de ella, podemos ver con qué fuerza Platén pudo haber replicado: “Si usted debe tener necesidad racional en la naturaleza, no puede obtenerla de las regularidades que son cuestion de hecho bruto. El unico tipo de nece- sidad racional que conozco es la que encuentro en la matematica™ y la dialéctica. {Usted sabe de alguna otra? Si es asi, expliquese. Hasta que lo haga, continuaré cre- yendo que ia naturaleza podria exhibir necesidad racional solo si sus leyes reflejaran Jas interrelaciones de las Formas que nosotros exploramos en el razonamiento iogico- matematico Decir esto no es, por supuesto, sugerir que Ja postura de Platon es jnobjetable. Su mas notoria falta es su esterilidad metodologica para la ciencia natural. {Qué cono- cimiento de las leyes de la naturaleza uno puede esperar asegurar a priori establecien- do Iineas de relacion entre términos como fuego, nieve y fiebre? Las relaciones en nuestro pasaje son deprimentes lugares comunes. Pero, a pesar de eso, no es claro que garantizarian la certeza que se les atribuiria en esta interpretacién, . Pero dado que me fue negada esta aitia (epeidé dé tatites esteréthen) y fracasé tanto en encontrarla por mi mis- mo como en aprenderla de otro, te gustaria que te mostrara el segundo camino del que me he ocupado en la busqueda de la aitia?"’ (99c-d2), Notese que tazites en 8 (el sujeto de esteréthen y también, con el cambio de caso implicito, de los infinitivos heurein, mathein) se refiere a toiatites aitias en c7; lo que Socrates no ha podide descubrir por si mismo y por medio de otros y esta preparado para dejar de lado, por ahora, es la aitia teleolégica misma. Esto no da cabida a entender que Sécrates quiere decir (come se ha hecho una y otra vez en la bibliografia) que su “segundo mejor camino” es a) un método alternativo de busqueda de aitiai teleolégicas mas que b_ un método alternativo de busqueda de aitfai. El texto no ofrece un fundamento « irecto para a), puesto que nada dice acerca de diferentes métodos de buscar aiti.. teleolégicas (los filésofos naturalistas fueron condena- dos por buscar tales airiai, no por buscarlas mediante e] método equivocado). Habria un fundamento indirecto para (a) si pudiéramos admitir que las referencias anteriores a las aitiai teleolégicas como las “verdaderas” o “reales” aitiai (tas hos alethés aitias, 98et; 16 aition tdi dnti, 99b3) indican que estas son, no slo las explicaciones de los fenémenos naturales (que, por Supuesto, s¢ encuentran a lo largo del corpus platénico) preferidas por Platén (las mas fundamentales, las mas A6 -Ficha de Catedra-

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