You are on page 1of 40
Seix Barral Biblioteca Breve Alla memoria de Fernando Benitez (1910-2000) | Carlos Fuentes Los cinco soles de México Memoria de un milenio ‘SBD-FFLOH-USP Fl6 Set, Leb Prefacio LOS CINCO SOLES DE MEXICO Recientemente, un periodista nos pregumt6 a un grupo de mexica- ‘udndo empez6 Méxicotn Un tanto perplejo, consulté mi respuesta con un amigo argentino, toda vez que la Argentina es, en América Latina, el polo opuesto de México, tanto geogrfica como culturalmente. Mi amigo, el novelista Martin Caparros, me conte un famoso chiste: 6 primero con «Los mexicanos descienden de los aztecas. Los argentinos descendi- mos de los barcos.» o reciente de la Argentina contrasta DEDALUS - Acervo -FFLCHLE Pero Caparrés me dijo algo més: WAC vIONt ete aero México tiene un origen.» 21300124370 Se puede decir con cierta facilidad cuéndo comenz6 algo, Es mucho entender cuando se algo. xra poseer la conviccién, o la clarividencia, necesarias para de- finir el origen de México, para ponerle fecha precisa a mi pais, pero siem- pre me encuentro con numerosas dudas que se me vuelven preguntas: jEmpez6 «México» cuando crecié en su suelo la primera planta de iene un comienzo, pero 40 aquella noche en que los dioses se reunieron en Te cidieron crear al mundo? sComenzamos con la agricultura, 0 con el Con el hambre de la palabra, o con la palabra del hombre? Quin dijo, en México, la primera palabra? jHubo siquiera una primera palabra, o basté escuchar ef rumor desarticulado, el ladrido del perro, el trino del ave, la oraci6n del su- friente, para convocat un mundo? Y algo mas: ;Nacié México aislado singularmente, 0 somos, desde un jo, origen y destino de vastas migraciones, hermanados con el sundo por los pies de muchos caminantes? Hay diversos origenes posibles para tna tierra ten vasta, tan antigua, y tan misteriosa como pasado y hacia el porvenir: mi visi centre el enigma de la aurora y el ace .estra, y todavia tan poco explorada hacia el de México esta siempre capturada jo del crepisculo y, en verdad, no se cudl es cual, pues, yno contiene cada noche el dia que la precedi6, y cada mafiana la memoria de la noche que le dio origen? Permitanme entonces imaginar que, al principio, no habla nada, Entonces, de noche, en la oscuridad, los dioses se reunieron en Teo- tihuacén y crearon @ la humanided. (Que haya luz —exclama el Popol Vul—, que iluine la aurora los ra, No habra gloria para los dioses hasta que la criatura hu- Cuentan las memorias vivas de Yucatan que el mundo fue creado por dos dioses, el uno llamado Coraz6n de los Cielos y el otro Corazén de la Tierra Al encontrarse, la Tierra y el Cielo fertilizaron todas las cosas al nombrarlas Nombraron la tierra, y la tierra fue hecha. La creacién, a medida que fue nombrada, se disol plies. Nombradas, las montatias se disiparon desde el fondo del Nombrados, se formaron magicos valles, nubes y érboles. Los dioses se Ilenaron de alegria cuando dividieron las aguas y die- zon nacimiento a los animales, Pero nada de esto poseia lo mismo que lo habia creado, es decir, le palabra. Bruma, tierra, pino y agua, mudos. Entonces los dioses decidieron crear los tnicos seres capaces de ha- blar y nombrar a todas las cosas creadas por las palabras de los dioses. ¥ asf nacieron los hombres, con el propésito de mantener dia con fa creacién divina mediante lo mismo que dio origen a la tierra, el Jo y cuanto en ellos se hella: la palabra. El ser humano y la palabra se convirtieron en la gloria de los dioses. Sin embargo, no hay mito de la creacién que no contenga la adver- tencia de la destrucci6n, Esto es asi porque la creacién ocurre en el tiem; «ia con cuotas de tiempo. Los antiguos mexicanos inseribieron del hombre y su palabra en una sucesiGn de soles: cinco soles. El primero fue el Sol de Agua y pereci6 ahogado. El segundo se llamé Sol de Tierra, y lo devors, como una bestia fe- roz, una larga noche sin luz Bl tercero se llamé Sol de Fuego, y fue destraido por una lluvia de Mamas, El cuarto fue el Sol de Viento y E1 Quinto Sol es el nuestro, bajo él vivimos, pero también él desapa- recerd un dia, devorado, como por el agua, como por la tierra, como por 1 fuego, como por el viento, por otro temible elemento: el movimiento. EI Quinto Sol, el sol final, contenia esta terrible advertencia: El mo- vvimiento nos mataré. jCémo no ver en estas profecias de la antigua cres cespejo para nuestro propio tiempo, para nuestra ernpecinada divergencia centre fa promesa de la vida y la certeza de Ja muerte, entre la adelantada conciencia humanista, cientific, verbalizable, ética, y la fat cia politica de la destrucci6n, el silencio y la muerte? La creacion, gozo de la vida, nace asi acompafiada siempre de la destruccién, anuncio de la Nosotros los seres llamados «modernos» —iy cémo nos Hlama- 4 a nosotros el porvenir?— disimulamos y nos hacemos sordos ante esta advertencia, Pero los pueblos del origen saben que ereacion y catéstrofe van siempre juntas ym mexicana un inconcien- Saben, como el Edipo de Halderlin, que en el origen de Ia historia cesté el temor de ser devorado por la naturaleza y el tiempo, pero tam el temor de ser expulsado de la naturaleza y el tiempo. Sofocados por el abrazo de los padres. exiliados del propio hogar, declarados huérfanos, sin techo. jento el origen de la vida mexicana, comin a to- das las culturas, pero singularmente vigente en la nuestra, Pero desde el tigen, surge la pregunta politica: ;quién ejerce el poder en nombre de los hombres? ya muerte, del tiempo original y del apocalipsis histérico, otorge un inmenso poder a quienes, com poema maya, «poseen el poder de contar los dias», Pues sd ellos, afia~ de el poema, «tienen el derecho de hablarle a los dioses», Los hombres {que asumen ¢l poder —principes uusan para asegurarle al pueblo —fuego, tierra, agua, viento— no nos aniquileré otra vez... La pobl cl tiempo, traté de explotar poco y bien la riqueza de la selva y la fragi- lidad del llano. Pero cuando las castas gobernantes pusieron la grandeza del poder por encima de la grandeza de la vida, la tierra no bast para sostener, tanto y tan répidamente, las exigencias de reyes, sacerdotes, guerreros y funcionarios. Vinieron, en el antiguo imperio maya, las guerras, el abandono de Jas tierras, la fuga 2 las ciudades primero, y de las ciudades después. La tierra ya no pudo mantener el poder. Cayé el poder. Permane Permanecieron los hombres y las mujeres sin mas poder que el de la ra, Mirémonos en estos espejos de la antigitedad mexicana. Estemos atentos, ayer y hoy, al momento en que el cristal se empasia y deja de reflejar la vidas el momento en que el espejo se rompe y anun- Cia los afos de la mala suerte que al cabo cay6 sobre el mundo indigena de México, la tierra, is celebrado de las antiguas cosmogonias mexicanas fue Quetzaledatl, la Serpiente Emplumada, dios creador de la agricultura, la ‘educacién, la poesia, las artes y los oficios a 3s demonios menores, encabezados por el dios dela noche Tezcatlipoca, cuyo nombre significa «espejo de humo», se dirigieron al palacio de Quetzaledatl para oftecerle un regalo envuelto en algodones. {Qué est, se pregunt6 el dios bienhechor. Era un espejo, Cuando Quetzaleéatl lo desenvoWi vio su rostro reflejado por pri Siendo un dios, ereia que no tenfa rostro. Era eterno. ‘Ahora, al descubrir sus facciones humanas en el reflejo del cristal, te- mié tener, también, un destino humano; es decir, histéricos es decir, pasajero, mortal. Esa noche, se emborrach6 y cometié incesto con st hermana, Al dia siguiente, abandoné México en una balsa de secpientes y par- tid rumbo al levante, prometiendo regreser tn dia a ver silos hombres y las mujeres habian cumplido la obligacion de cuidar Ia tierra. Prometié regresar en una fecha precisa durante el petiodo del Quin- 10 Sol: el afio Ce Acatl, que significa Uno Cafia y que, en los calendarios europeos, correspondia al afio 1519 de la Era Cristiana. Bs el afio preciso —el dia de pascua de 1519— en que el capitan es- paftol Hetnin Cortés, al frente de 508 hombres, 16 caballos y 11 navios, desembarcé en la costa de Veracruz y emprendié la conquista del mayor reino indigena de la América del Norte: el imperio azteca gobernado por Mocteztuma desde la ciudad mds poblada —ayer y hoy— del hemisferio oceident Fundada por un pueblo de inmigrantes en un Jago donde encontra~ la ciudad de los aztecas se apro- ‘Toda nacién, advierte Isaiah Belin, nace como respuesta a una heri- da infligida a la sociedad. Es una respuesta en busca de una adhesin, de una identidad: Fami- bu, casta, clan, nacion. Si nacer es posiblemente una herida para el ser que abandons el seno lemente como murié el universo de los aztecas, es suna herida que dificilmente cicatriza pero que nos oblig6 2 los mexica- 0 nuevo, algo distinto y sin embargo algo fiel a noso- / tros mismos, con la sangre que mana de la gran lanzada espafila contra el cuerpo de la nacién mexicana Moctezuma, el Gran Tlatoani de México, ¢s decir el Sefior de la Gran Vor, el Duefio Absoluto de la Palabra, es despojado de sus atributos por Ja alianza de un europeo renacentista, un Maquiavelo avant la letre, Her- nan Cortés, y una mujer que le da la lengua res y la lengua espafiola a los conquistados: Marina, La Malinche, prin- cesa esclava, traductora, amante de Cortés y madre, simbélicamente, del primer mestizo mexicano, el primer nifio de sangre india y europea. Moctezuma duda entre someterse a Is fatalidad de lo que ocurre —el regreso de Que ia previsto por las profecias— 0 combatir a estos seres blancos y barbados, montedos sobre monstruos de cuatro patas y armados de fuego y trueno, La duda de Moctezuma le ccuesta la vida: ya no es duefio ni del tiempo ni de las palabras. Su propio pueblo lo fapida, ‘Cuauhtémos, el tltimo emperador, combate por la supervivencia de le nacién azteca como centro de identificacién y de adhesion de los pue- blos mexicanos. Es demasiado tarde. Cortés, el politico maquiavélico, ha descubiecto la d del imperio azteca: los pueblos sometidos a Moctezuma lo detestan y se en a los espafioles contra el déspota centralista. Pierden la tirania az~ teca, pero ganan la tirania espafiola. Ganan, sin embargo, algo més. La sangre de la Conquista mana ha~ dio y europeo, pero no slo espafil de Espaiia, mediterranco, griego y romano, érabe y judio. La profecia se cumplié: el Quinto Sol fue matado por el movimiento, el mito por la amiento por el trasiego de culturas. nos a const jino, a través 11a Jos mitos de sus antepasados, se abriré al movimiento épico de un universo en expansiéa, mundo de descubrimientos y migraciones, de mercantilismo y colonizacién. ‘Sibitamente, las tradiciones que conforman 2 México se m y diversifican, Dejamos de ser centro de exclusfones para convertiznos en centro de inclusiones, Bl Quinto Sol se apagé en medio de la pélvora y el fuego. Cayé la nacion azteca. Pera el nuevo sol, naciente, inacabado, aparece inmediatamente en el horizonte por donde regress Quetzaleé: ceniros de adhesion e identificacion desaparecen, nuevas alian- so que llamamos «MExicon. Entre el 27 de agosto y el 2 de septiembre de 1520, en el palacio real de Bruselas, Alberto Durero fue el primer artista europeo en ver los ob- jetos del arte azteca enviados por el conquistador Cortés al emperador ‘Y, aHle visto las cosas enviadas al rey desde la nueva tierra del sol —escribe Dureto—. En todos los dias de mi vida, no he visto nada que egocije mi corazén tanto como estes cosas, pues en ellas vi obras de arte, ‘que me hicieron asombrarme ante el sutil ingenio de los pueblos de esas tierras extrafias» : De un golpe, Durero universaliza el arte de los entiguos mexicanos, lo hace fraternal del suyo en Europa Pero va més alld. Ve su significado profundo, no sélo su belleza for- mal. Lo ve como signos creadores del tiempo: Durero copia los simbolos de la luna y el sol para encabezar el capitulo de un libro titulado «Como se demuestra el tiempo». saberlo anecdéticamente, pero entendiéndolo mediante la sim- pat , Flandes le devolvié a México el regalo de un tiempo hu- mano compartido. La mirada privilegiada de Durero exp! consecuencias fundamentales de la Conquist miento, descubre y es descubierto por el mundo. Y aunque, repetidamente, nuestra nostalgia materna nos lieve ¢ dar- le la espalda al mundo, nuestra maldici6n paterna —si lo es— nos fuer- ar inmediatamente una de las Mésico sale del aisla- B za a mirar el mundo, estar en &1, ver al otto y saber que nosotros mismos somos el otto del otro. © Sol, tal fue la profecia, fue destruido por el exo solar— es el sol que se mueve y nos imiento. La mirada de Durero en Flandes nos anuncia, también, que ha empeza- do un nuevo tiempo para México. No sélo el tiempo de la Conquista, sino el de la Contraconquista ues por cada pica espafiola puesta en suelo de México, hay una pica me- xicana puesta en suelo de Espatia Quiero decir Conquista, sf, pero también Contraconquista, 1Los antiguos dioses son desterrados, sus templos aniquilados, sus sa cxificios prohibidos. ero el cristianismo se impone doblemente, con fuerza genética, pa- tera y materna. Por via del Padre, porque la figura de Cristo crucificado asombra y subyuga a los indios: el nuevo dios no pide que nos sacrifiquemos por él, €lse sacrifica por nosotros. Por via de la Madre, porque la sensacién de orfandad y abandono que sigue a la Conquista es pronto superada por una operaci6n politica y facial asombrosa: la Virgen Maria, la Madre de Dios, se aparece ante el ‘més humilde campesino indigena y le oftece rosas en invierno. Es una virgen morena, tiene un nombre arabe, se convierte en la madre pura del mexicano nuevo: Santa Marfa de Guadalupe. Bl arte del barroco, que en la Europa de la Reforma y la Contrarre- forma sirve de refugio a las sensualidades prohibidas, en México salva un abismo ain mayor. El barroco mexicano colma el vacio entre la promesa utdpica del Nuevo Mundo imaginado por Europa —la politica de Tomas Moro y le de la colonizacién impuesta p re Moro y Maqui ‘dam abre cl campo del humanismo, la serena locura donde todo es re 4 tivo, tanto la fe como Ia raz6n. No hay influencia intelectual moderna ids grande en el mundo hispdnico que la del sebio de Rotterdam, [—— El barroco, asimismo, abre un espacio donde el pueblo conquistador || puede enmascarar su antigua fe y manifestarla en la forma y el color, am Cobos abundantes, de un altar de éngeles morenos y diablos blancs. — Pero hay un nuevo pueblo, mestizo y criollo, descendiente de Méxi- co y de Espatia, que se pregunta: {Cuil es nuestro sitio en el mundo? 3A muestras madres aztecas y mayas? 3A quién debemos rezarle ahora: a los antiguos dioses, 0 a los sQué lengua debemos hablar ahora, la de los conguistados o fa de los conquistadores? El barroco mexicano abre un espacio para todas estas preguntas Pues nada expresa estas ambigledades mejor que un arte de la paradoja, ‘1 barroco, nombre de una perla —es decir, de una itritacién exaspera- ‘da—, arte de la abundancia pero nacido de la necesidad; arte de la pro- liferacién basada en la inseguridad; arte opulento pero nacido de ta mi seria: Tonantzintla, Santo Domingo en Oaxaca, el Rosario en Puebl de Sor Juana Inés de la Cruz. El barroco llena répidamente los vactos de nuestra historia colectiva ¢ individual después de la Conquista con cuanto encuentra a la mano, plata y polvo, oro y excremento. Un arte en movimiento perpetuo, semejante a un espejo acelerado en el que vemos al rostro de nuestra identidad en constante transfor- macion. Un arte que concilia el esplendor del origen mit accidentes del devenir épico. Es el arte un nuevo sol, Sol sexual del mestizaje, plexo solar de la emocion. Una nueva genealogia americana crecié bajo las capulas del barroco En ella ganaron su voz los silenciosos, y adquirieron un nombre los an6- rnimos: indios, mestizos y negros. la mutable, y los 1 ‘Todos estos hechos nos convierten a los mexicanos en testigos del ible de nuestra propia muerte ‘Tenemos todos ante la mirada del presente el acto que nos gest6. ‘Testigos eternos de nuestra propia creacién, los descendientes de es- pafoles ¢ indigenes en México sabemos que la Conquista fue un hecho cruel, sangriento, criminal, Fue un hecho catastrofico. Pero no fue un hecho esté Marfa Zambrano, la gran pensadora andaluza, solfa decir que una catistrofe sélo es verdaderamente catastréfica si de ella no se desprende algo que la rescata, algo que la sobrepasa smpo. El tiempo necesario para transformar la experiencia en conocimiento y el conocimiento, con suerte, en destino. (No permanecimos en el desastre porque nacimos de é. © De la catistrofe de la Conquista nacimos todos nosotros, los mexi- Fuimos, inmediatament Hablamos, mayoritariamente, espafiol. cultura del catolicismo —pero ‘smo sincrético incomprensible sin sus méscaras indias. Somos el rostro de un occidente rayado, como no Ramén Léper Velarde, de moro y de azteca —y, afi y de afticano, de romano y de griego. ‘No permanecimos en el desastre porque nacimos de él Y desde el primer momento nos hicimos las preguntas de la iden- tidad. 2Quignes somos? "mo se llama ahora este rio? ;Cémo se liamé antes est montatie? {Quiénes fueron nuestros padres y nuestras madres? jReconocemos a nuestros hermanos? {Qué recordamos? Qué deseamos? Y¥ nos hicimos también las preguntas de {GA quiénes pertenecen legitimamente estas tierras y sus frutost sPor qué tienen tan pocos, tanto, y tantos, tan poco? acto resurreccién inmediatas, Para ello se neces mestizos. Y creyentes 0 no, nos creamos jo el poeta mexica- yo, de judio 6 | aldea local y 1a aldea global, entre I 1a baleanizaci6n politica. Haber formulado estas preguntas desde el siglo xv, nos convierte & Jos mexicanos en los mas antiguos ciudadanos del siglo 2%. Porque las preguntas de la fundacién del México mestizo son las preguntas de a sociedad contradictoria y migrante de muestro tiempo, ‘capturada entre la identidad tradicional y la alteridad moderna, entre la terdependencia econémica y ico ha vivido con esta, nuestra radical modernidad presente, " desde hace quinientos anos. \Vean ustedes en lo que digo una aproximacién urgida, un deseo de aprovechar lecciones, pero sobre todo un esfuerzo de relacién vital 12s del Viejo y el Nuevo Mundos, hoy que ambos, eu- icanos, compartimos la enorme crisis de nuestra vida ur tre la mezquindad de excluir o la generosidad entre fas cul ropeos y am bana y nos debatimos de inchuir. Las respuestas a estas preguntas fueron hechas desde la ciudad ba- rroca como centro politico, cultural y comercial de las nuevas naciones —México, Peri, Venezuela, Argentina, Chile— que se fueron gestando bajo la proteccién tutelar del imperio espafol y sus tradiciones tresplan- tadas a América: El pensamiento de origen griego, érabe y judo. BI derech y la religion derivadas de Roma. Una cultura politica medieval, escolés- tica: San Agustin y Santo Tomas de Aquino son los padres fundadores del pensamiento politico en México e Iberoamérica. Pero bajo esta cipula indigena, criollo, se gest6 con caracteristicas culturales propias, con rit- ros, voces, colores nuevos: ni europeo ni indigena, rara vez buen salva~ je, més a menudo trabajador de la hacienda y de la mina, ado dentro de clases sociales y mal que bien protegido por institu- ciones que querian lograr un equilibrio entre la autoridad y la justicia, ‘entre las expectativas y las desilusiones, entre los viejos y los nuevos dio- ses, entre Ja aldea aislad entre las pro ‘mesas ¥ las injusticias, el latinoamericano de la Colonia convirtié a la ‘ciudad barroca en el centro del Nuevo Mundo mexicano e hispanoame- ricano, como Io €5, con conflictos similares, la ciudad moderna en este + espafola, un mundo nuevo, mestizo, ” final de nuestro brevisimo siglo 2%, que empezs en Sarajevo en 1914 y termind en Sarajevo en 1994. Con brazos indigenas y negros, Espatia fundé en las Américas un r0- satio incomparable de ciudades, verdaderas urbes del Nuevo Mundo, de Sen Francisco en California a Santiago del Nuevo Extremo en Chile, de San Agustin en Ja Florida @ Buenos Aires en el Plata, ciudades fortale- 22 de las costas y ls islas: La Habana, San Juan de Puerto Rico, Cartagena de Indias; serpentinas ciudades mineras de las montatias: Guanajuato, Tax- grandes capitales: Lima, México, Quito, Santa Fe de Bogoté nunca, sobre territorio tan vasto, ha construido tanto, con tanta energia y en tan poco tiempo, como Espafia en América, Ciudades con imprentas, universidades, pintores y poetas, un siglo antes de que nada de esto apareciese en Angloamérica —ciudades con inj ciudades nacidas bajo los signos de la energia, el contraste y la ginacién omni-inclusivas del bartoco, CCulturas inclusivas: La fachada de la iglesia de In Soledad, en Oaxe- ca, exhibe ejemplarmente los tres drdenes clésicos, Corintio, Jénico y Dorico, instanténea y simul ato temporal o concesién alas etapas del desarrollo. El barroco tiene prisa, es impaci 1a iglesia de Jolalpan en Puebla, de un solo golpe, cuenta en su por- tada tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento en una sola visién ba- roca, instanténea, sin aliento, ‘A imagen y semejanza de su art yeamente, una sociedad enérgica, impacien- a, empieza a tener sue , ambiciose, imaginat y a reclamar derechos. ‘Mas allé del mundo del imperio, el oro y el poder, més acé de las guertas entre religiones y dinastias en Europa, un mundo nuevo acabé ppor formarse en las Américas, con voces y manos americanss. Las revoluciones de independencia contra Espafia a partir de 1810 fueron una afirmacién de la iden al alcanzada por paises como México, Chi Pero también fueron combates contra las fuerzas centrifuges —las republiquetas, los caudillos— que intentaban beleanizar la ruptura del imperio espafol ayer, como la ruptura del imperio soviético hoy; la na~ ‘cin fue el compromiso entre el imperilismo y el separatismo. Estable~ , mestiza, cr a y Venezuela, 6 cer bases de unidad en las antiguas colonias; sdlo la identificacién de la nacién y su cultura podia lograrlo. La dinémice modernizante de las revoluciones de independencia en rel pasado in sado negro, considerados barbaros, asf como el pasado espafiol, conside- rado oscurantista México y la América Latina crearon tna fachada legal modernizado- ra, que oct La libertad fue pro Por un acto de cambio, y por desgracia, terminé por excl los Estados Unidos, para ser, como ellos, naciones viables, sociedades progresistas.. Reptblicas Nescafe, ‘La nacién legal oculté @ la nacién real. Y una nueva herida se abrié en nuestro cuerpo: Perdimos el paternalismo imperial de Espaiia, autoritario y lejano con los Habsburgo, intervencionista y demasiado cercano con los Bor- bones. Fuimos huérfanos de vuelta Caimos en la anarquia o la dictadura, México, en las palabras del historiador Enrique Gonzélez Pedrero, se convirtié en el pais de un solo hombre: cl general Antonio Lépez de San- ta Anne. —Como Paraguay en el pais del Doctor Francia, o Argentina en el pats de Jaan Manuel de Rosas. Pero la paradoja del dictador es que, para salvarnos de la anarquia, crea otro caos, éste despético, autoritaro. México, desorganizado, sin rumbo, se volvié campo de invasiones extranjeras. Perdimos la mitad del terri ciada por los Estados Unidos de fiesto. rio nacional en una guerra injust nérica para cumplir su dest rechazamos un imperio impuesto desde Francia por Napo- le6n III con dos figuras desventuradas, el archi lian y Ia princesa belga Carlota Amal a punto de perder la nacién independiente, austriaco Maximi- 6 Bl presidente liberal Benito Juarez, al derrotar al partido conservador, imperio de Maximiliano y ala intervencién francesa, le dev ala Nacién y sienta la bases del Estado. Juarez era un indio zapoteca ue sélo aprendid el espafiol a los doce aftos de edad, Para desrotar a los franceses, se convirtié en un abogado més francés que los franceses. Pero el Estado liberal, progresista de la Reptiblica restaurada, no re- ccogié la plutalidad cultural de México, las culturas indigenas, miticas, Ive el sen- El liberalismo del siglo xxx colocé ala por encima de la cultura, La experiencia no nos es privativa. En toda la América Latina, la civilizacion europea, progresista, lega~ ica, e debia imponer a la barbarie agraria, indigena, negra, yy al desarrollo econdmico, Estado autoritario, desarrollista, despotico. indios y a los campesinos (pero también a la naciente clase es dio més barbarie: represién y esclavitud, i factor econémico de la ecuacion y desarrollado: progreso sin libertad, sin democracia, sin ley. El pats ter- mind por rechazar esta fSrmula, asf como la discriminacién cultural que .cién con Europa, raza blance, pos La Revolucién Mexicana fue un intento el mayor de nuestra his- toria— de reconocer la totalidad cultural de México, ninguna de cuyas \ partes era sacrificable, Las grandes cabalgatas de los hombres de Pancho guerrilleros de Emiliano Zapata desde el Sus, on una revan- muerte de] Quinto Sol que mat6 con su movimiento al uni- ‘movimiento revolucionario de todos los mexicanos, a lo largo y ancho del pais, funda un nuevo sol, el Sol del reconocimiento mu- ‘tuo, la aceptacion de todo lo que hemos si lor etorgado a todas y cada una de las aportaciones que hacen, de México, una nacién en un mundo, a su vez, cada vez més variado y pluralist. 4 No nos engafiemos: la Revolucién Mexicans fue una revolucién ver- dadera, tan profunda y decisiva para los destinos de nuestro pais como lo fueron las revoluciones francesa, sovietica y china, o la n na en sus dos etapas (Washington en el igo xx) ppara los suyos. Ta Revolucién Mexicana, en las palabras del historiador Enrique Florescano, «no es tna ilusién ideolbgica, es un cambio real que revolu- domi- rnante, promueve el ascenso de nuevos actores P\ ‘nuevo tiempo, el tiempo de la revolucién..» Este tiempo revolucionario nace de una nueva herida: un millén de muertos en diez aftos de encarnizados combates; una incalculable des- truccién de riqueza.. ‘Muchas de estas heridas cicatrizan gracias al logro mayor de la revo lucién: el proceso de autoconocimiento nacional, el descubrimiento de ‘una continuidad cultural que ha sobrevivido a todos los avatares de la historia, pero que atin no se refleja plenamente en la historia politica y econémica del pats Esen la cultura donde la revolucién encarna: pensamiento, pintura, literatura, mtisi es revolucién que acalla las voces de la crea- cidn ¥ de la eritica, es revoluci6n muerta. La Revolucién Mexicana, con todos sus defectos, no silencié a sus artistas: México entendid que la critica ¢5 un acto de amor, y el silencio una condena de muerte, Ht 4 Somos io que somos gracias al autodescubrimiento de los afos de la revolucién. ‘Somos lo que somos gracias a la filosofia de José Vasconcelos, a la prosa de Alfonso Reyes, 2 las novelas de Mariano Azuela, a la poesia de Ramon Lopez Velarde, a la miisica de Carlos Chévea, a la pintura de on eBrcopso de Qatealebatl send de caras las nuestros.) (El espejo de Ouctzalesad se lend de caras: las muestas. Htiempo de la revolucioa Stablecis, sin embargo, un compromiso indiscutible, un contrato nacional. En esencia, ¢s éste: Organiceros al pats devastado por la anarquia y waciones, creemos riqueza, creemos progreso, inimo de justica social Ja guerra. Creemos in educacién, salud, y un Pero, a fuer de buenos escolésticos, mantengamos la unidad, contra la reaccién interna, contra las presiones norteamericanas, para alcanzar Jas metas de la revolucion: alcancemos el bien comiin tomista, gracias ala intercesi6n de la jerarquia agustiniana, La gracia divine —es decir, la democracia— no la alcanzan los fieles —es decir los sf solos Evitemos Jas dictaduras mi el poder, los factores del desequi ‘vuelve institucional, la presidencia también: todo el poder para César, pero sblo por seis afios, nunca més; no reeleccién, como pidié Madero al ar la revolucién ivo. ¥ éste, pleno, transpa- rente, crefble, luchamos por alcanzarlo. Estamos luchando por al lo, No nos rendiremos hasta alcanzatlo, La revolucién, mediante sus politicas de salud, educacién y desarro- generaciones de mexicanos fueron educadas en los ideales de ibertad, progreso, democracia. Ahora, los hijos de la revolucin les de la revolucién: Desarrollo econémico con de- mocracia pol No estén solos, Toda la Am factores, democracia, desarrollo y justicia, sin aplazamientos bizantinos, Solo asf nuestra gran cultur dard vigor y estabilidad, a nuestros sistemas politicos, a nuestras aun débiles instituciones. Una revolucién, dice también Maria Zambrano, ¢s como una anun- iacidn, Es tan importante por lo que logra como pot lo que promete. Su vigor puede medirse por sus caidas pero también por su capacidad para Tevantarse y reanudar su marcha, La ruptura del compacto autosatisfecho de la politica mexicana co- menz6 en 1968. El movimiento estudiantil creyé en las promesas de la Revolucion Mexicana, las aprendi6 _ Sobiemo no favo respuesas Jen cambio, la fuerza, culminando con la matanza de Tl Los acontecimientos a pati de enero de 1994 en el esado de Chia- pas son un poderoso recordatorio de todo lo que la Revolucién Mexica- na no hizo: Pancho Villa nunca cabalgé hasta Chiapas, y a Emiliano Za- pata le tomé ochenta aitos Hegar all. Chiapas nos ha obligado a todos a recordar que somos todo lo que 0s sido, pero también todo lo que nos Chiapas nos recordé todo lo que habiamos ‘mos olvidado, y qué incompletos y mutilados seremos si no incorpo- ramos Chiapas a México o si permitimos que México sufra su propia balcanizacién, una fractura entre un norte relativamente prospero y un sur fatalmente abandonado, Pero el desarrollo econémico no puede llegar a Chiapas sin la de- ‘mocracia tanto en Chiapas como en México. Esta es la gran leccién del movimiento zapatista: la reforma econémi- ca no basta, Bs necesaria la reforma democrdtica. De lo. contratio, Jos fru- tos de la economia jamés legarsn a las manos 2 ls boca’ We la mayo México no tiene s6lo una cultura la escuela y la exigid en la calle. EL bre todo a la hu errumpida de su pueblo. “Tenemos dos continuidades asombrosas: la cultura y la lucha social, y dos fracturas superables: el autoritarismo politico y la desigualdad ec némica. La democracia es el puente entre cultura y politica, entre socie dad y equidad. Lo que hemos ganado es porque lo hemos exgido, todos; no es una a. 1 por obtener también ser fruto de la demanda social y “Tenemos una usgente agenda en México, a partir del afio 2000, una agenda de reformas politicas y sociales, que requieren el concurso activo __y.actualizado de los partidos y la sociedad civil, Un nuevo sol parece nacer, después de la Guerra Fria, en el horizon te de México y del Mundo, 23 El movimiento de la Conquista, que destrayé el Quinto Sol de los artecas, renaci6 como movimiento revolucionario en 1910 y hoy, carga do de promesas y de peligcos, aparece como movimiento de pucblos, ée culturas, de economias, El Tratado de Libre Comercio entre México, los Estados Unidos y Canadé, més allé de sus virtudes y de sus defectos —ambos abundan- tes— representa una apertura inevitable aunque parad México, el pais tradicionalmente aislado, se abre y los nuevos sistemas de relacién internacional que seguirén al rigido ‘mundo bipolar de los pasados 50 ato. “=p Los Estados Unidos, la nacion abierta, se cierra fatigada, acaso, des- pues de medio siglo de ‘blemas internos largo tiempo aplazados y escondidos en nombre de 1a lucha contra el comunismo. -S Pero el sol se mucve y nos recuerda a todos Jos habitantes del con- todos somos in Américas, que todos llegamos de otra parte, desde el primer hombre que cruzé €l trecho de Behring desde Asia hace treinta o sesenta mil afos, hasta el tl timo trabajador que anoche cruz6 la frontera entre Tijuana y San Die~ go, sin olvidar a esos ilustres inmigrantes sin visas ni permisos de trabajo, los puritanos ingleses que desembarcaron en Plymouth Rock en 1620. Durante quinientos afios, el Occidente se pases por lo que hos mamas «el Tercer Mundo», imponiendo sus valores p¢ cos y culrurales sin peditle permiso a nadie. Hoy, el Tercer Mundo regresa al Primer Mundo y pone a prueba la * capacidad occidental, europea, y norteamericana, de recibir a] otro, de reconocerse en el otro y de evitar los holocaustos que han denigrado la | umanidad de nuestra civilizacién comin en el siglo xx México ¢s parte de la América Latina y con nuestros hermanos del Sur estamos viviendo una profunda transformacién: Econdmica, en busca de modelos adecuados para un desarrollo con Politica, en busca de una identificacién de la cultura con las institu- ciones publicas. xrazgo internacional: incierta, acaso, ante pro- tinente americano, que todos somos inmigrantes Social, mediante una dolorosa voluntad de superar las terribles desi- gualdades ¢ injusticias de nuestra creciente poblacién: somos 450 millo- nes de latinoamericanos, la mitad menores de dieciocho afios, la mitad viviendo en la pobreza. En el afio 2000, la poblacidn de Latinoamérica duplicard Ja de los Es- tados Unidos. Después de la Guerra Fria, los latinoamericanos queremos relacio- narnos cada vez més con el mundo. Pero el movimiento del mundo nos habla bi a todos, “Aprendamos a vivir con é1o elle que no son como ti yo. Este seré, quizds, el desafio més serio del siglo venidero. Cada uno de nosotros —individuos, naciones— seremos cada vez ‘més importantes os tnos para los otco Ya no por consideraciones estratégicas derivadas de la Guerra Fria, sino por consideraciones concret idicas, econdmicas, culturales, hhumanas, propias de un mundo que, de repente, se encuentra con mu- ‘chos centros, no s6lo dos; muchas culturas, no s6lo una, V” —— Vivimos en el tiempo, el tiempo es historia y en la historia nunca es- } tamos solos. famosamente, que el infierno son los demas, hay otro paraiso que el que podamos construir con nuestros hermanos? Necesitamos al otro. Nadie puede ver una realidad completa por sf solo. Necesitamos al otro. para completarnos.a_ nosotros mismos. Si ltrs de mi, o muy por delante de mi— ‘minimizo mi propia integridad: Cada uno de nosotros sélo ¢s nico por- , ocupando otro tiempo ¥ otro espacio en el mundo. dad del mundo es entender el carécter inacabado del mundo. El mundo no esté terminado, el mundo se esté haciendo, nosotros estamos haciéndonos constantemente, pero portan- do muestzo pasado, la cultura que nosotros mismos hemos hecho. Preservemos nuestra identidad nacional y regional, pero también pongimosla a prueba, ac tro yo. Una identidad aislada pr niunican viven y florecen. Estamos en el mundo, vivimos con los otros, vivimos en la historia y debemos responder a la historia en nombre de la continuidad de la vida. Pero sélo seremos efectivos globalmente si somos responsables na- cionalmente. A todos nos corresponde poner nuestras casas en orden. ‘México es un pais fluido, no enajenado a idcologfas rigidas, cons- ciente de su patrimonio cultural, rico en recursos naturales pero tico, so- bre todo, en su capital humano. Somos cien millones de mexicanos. Estamos pasando répidamente del concepto de poblacién al concep- to de ciudadanta, Estamos trasladando nuestra cultura, nuestra pasion, nuestra histo~ ria, nuestro amor —todo lo que he evocado aqui— a las organizaciones de la sociedad civil, alos grupos ecol6gicos y de derechos humanos, a los sindicatos obretos y « las cooperativas agrarias, a las universidades y @ la prensa, a los grupos empresariales y a las asociaciones de barrio. Pero al trabajar por nosotros, trabajamos por el mundo. Cada ver més, las cosas que nos unen ¢ los demés superan a las que nos separen. ada ver més, Norte y Sur, Este y Oeste, compartimos los inmensos problemas de la eiss de la civilizaci6n urbana: Crimen, violencia, dro- fa falta de techo falta de escuela, discriminacién racial, xenofobia, ep ddemias incontrolables los derechos dela mujer, del anciano, de las mi- nories. Hay mendigos en Boston, Birmingham y Bogots. Hay nifos ase- sinados en las calles de Rio, Los Angeles y Chicago. El Tercer Mundo tiene su Primer Mundo de privilegi. {Pero el Primer Mundo tiene su Tercer Mundo de seria. Con raz6n nos pregunta el esadista sueco Pierre Schori: ;Cuénta pobreza soporta la democracie, cusnto subdesarrolo tolera la seguridad alol justicia y mi- La gran cultura de México, la inmensa energla de mi pais, contesta con las voces de la imaginacién, de la diversidad racial, del pluralismo cultural, de la vocacién internacional y de la voluntad de creacién. 26 Completamos asf el circulo y regresamos a los origenes de México: Basta sentir el pulso de nuestra gente, mirar el créter de un volcén, ha- cer camino al andar y subir 2 una pirdmide, bafiarse en una cafiada ser~ pentina, o hinearse frente a un altar barroco, para descubrir que México tiene el rostro de la creacién inacabada, ae Y que esto es asf porque en México la creacién del pais coincide con la creacién del mundo, del ser humano, y de la palabra. 10 todas en el hogar comtin de K humanidad. {.Sepamos todos afirmar el valor supremo de la historia; para asegu- rar la continuidad de la vida, << El propésito de este libro es recordar, al inicio de un nuevo milenio, la extraordinaria vivencia del pasado milenio mexicano. Narrativa, ensayo, teatro: las voces que agut se escuchan tienen diversas modulaciones, pero obedecen todas a una preocupacién central de mi obra, Cuéndo, dénde, cémo ocurre el encuentro del individuo y la historia. Cudndo, dén- de, como se cruzan los caminos del ser personal y del ser colectivo. Ojalé que est@ antologia Jirva para animar nuestras memorias, nues- tras imaginaciones Fas interrogantes acerca de nosotros mismos. La divisa de este Memorial mexicano bien podria ser: Imagina el pasado. ‘Recuerda el faturo———————__— "Ta grandeza de México es que el pasado siempre esté vivo. No com: tuna carga, no come una losa, salvo para el més crudo énimo moderni zador. La memoria salva, escoge, filtra, pero no mata. La memoria ese0 saben que no hay presente vivo con pasado muerto, ni habré futu- ro sin ambos. Recordamos hoy, aqui. Deseamos aqui, hoy. México exist enelp: su ahora es ahora porque no olvida la riqueza de un pa- sado vivo, una memoria insepulta. Su horizonte también es hoy, porque no disminuye la fuerza de su vivo deseo. Sf, somos mas que los calendarios. No cabemos en ell ip ni fin absoluto. A veces pienso que que nada tiene prin see una vision renacentista permanente que no acepta la sablemente la continuidad de la vida, méltiple, portadora del pasado que a yente. Ayudemos al mundo @ recrear una modernidad iweluyente, capaz de abrazar razas, culturas, aspiraciones diversas. ‘Abracemos la emancipacion de los signo: cosas, la inclusi6n, el suefio del otro. la escala humana de las CaRtos Fuentes México, D.E, febrero 2000 ‘en Semana Santa. Aunque despedido de su empleo en la Secretaria, berto no pudo resistir la tentacién burocrética de in, como todos los afios, a la per de la cocina tropic se «gente conocidar en el oscuro aitonimato vespertino de le Playa de Hornos. Claro, sabfamos que en su juventud habia nadado ahora, a los cuaren yamedianoche, un trecho tan largo! Frau Miller no permitié que se ve- lara —cliente tan antiguo— en la pensiéns por el cor El eterno retorno CHAC MOOL Hace poco tiempo, Filiberto muri ahogado en Acapulco. Sucedié j6n alemana, comer el choucrout endulzado por el sudor , bailar el sdbado de gloria en La Quebrada, y sentir- -n, pero tan desmejorado como se le veia, jintentar salvar, esa noche vun baile en la terracita sofocada, mientras Filiberto esperaba, lo en su caja, a que saliera el camién matutino de la terminal, y pas6 acompafiado de huacales y fardos la primera noche de su nueva vida. Cuando llegué, temprano, 2 vigilar el embarque del féretro, Filiber~ to estaba bajo répidamente en el toldo y lo cubriéramos de lonas, para que no se es- pantaran los pasajeros, ¥ a ver sino le habfamos echado la sal al viaje. uimulo de cocos; el chéfer di que lo acomodaramos de Acapulco, todavia en la brisa. Hasta Tierra Colorada ne- cieron el calor y le luz. Con el desayuno de huevos y chorizo, absi ef cartapacio de Filiberto, tenencias, en la pensién de los Maller. Doscientos pesos. Un periddico de- janto con sus otras per- scogido el dia anterio 23 rogado en México: cachos de la loteria el pasaje de ida —;sélo de idat—. Y el cuaderno barato, de hojas cuadriculadas y tapas de papel mérmol. Me aventuré a leerlo, a pesor de las curvas, el hedor a vomnito, ycier- to sentimiento natural de respeto a la vida privada de mi difuunto amigo. Recordaria —si, empezaba con eso— nuestra cotidiana labor en la ofici- nas quizés, sabria por qué fue declinando, olvidando sus deberes, por qué dictaba oficios sin sentido, ni mimero, ni «Sufragio Bfectivo». Por qué, en fin, fae corrido, olvidada la pensién, sin respetar los escalafones «Hoy fui a arreglar lo de mi pensién, El licenciado, amabilisimo. Sali tan contento que decidi gastar cinco pesos en un Café, Bs el mismo al que tba~ ‘mos de j6venes y al que ehora nunca concurro, porque me recuerda que cualquier opinién peyorativa hacia los compafieros —de hecho libréba- ‘mos la batalla por aquellos a quienes en la casa discutian la baja extrac~ n o falta de clegancia. Yo sabfa que muchos (quizés los més humildes) Iegarfan muy alto, y aqui, en la Escuela, st iban a forjar las amistades du- raderas en cuya compafia cursarfamos e1 mar bravio. No, no fue ast. No Inubo reglas. Muchos de los humildes quedaron all, muchos llegaron mas arriba de lo que pudimos pronosticar en aquellas fogosas, amables tertu- jas, Otros, que pareciamos prometerlo todo, quedamos @ la mitad del ca- destripados en un examen extracurricular, aislados por una zanja invisible de los que triunfaron y de los que nada alcanzaron. En fin, hoy volvi a sentarme en las sillas, modernizadas —también, como barricada de una invasion, la fuente de sodas— y pretendi leer expedientes. Via mu- chos, cambiados, amnésicos, retocados de luz neén, présperos. Con el Café que casi no reconacia, con Ie ciudad misma, babian ido cincelindo- ‘se. ritmo distinto del mio. No, ya no me reconocfan, o no me querian re- conocer. Alo sumo —uno 0 dos— tna mano gorda y répida en el hom- bro. Adiés viejo, qué tal, Entre ellos y yo, mediaban los dieciocho agujeros del Country Club. Me disfracé en los expedientes. Desfilaron los aos de fas grandes ilusiones, de los pronésticos felices y también todas las omi- siones que impidieron su realizacion. Sent la angustia de no poder meter 30 los dedos en el pasado y pegar los trozos de algtin rompecabezas abando- nados pero el arcén de los juguetes se va olvidando, y al cabo, quién sabri 1 dénde fueron a dar los soldados de plomo, los cascos, las espadas de ma- dera. Los disfraces tan queridos, no fueron més que eso. Y sin embargo habido constancia, disciplina, apego al deber. ;No era suficiehte, 0 sobraba? No dejaba, en ocasiones, de asaltarme el recuerdo de Rilke. La ‘gran recompensa de la aventura de juventud debe ser la muerte; jovenes, debemos partir con todos nuestros secretos. Hoy, no tendria que volver la vista a las ciudades de sal. {Cinco pesos? Dos de propina.» «Pepe, aparte de su pasién por el derecho mercantil, gusta de teorizar. Me vio salir de la Catedral, y juntos nos encaminamos a Palacio. El es descretdo, pero no le basta: en media cuadra tuvo que fabricar una teo- ria, Que si no fuera mexicano, no adoraria a Cristo, y —No, mira, pare- ce evidente. Llegan los espafioles y te proponen adores 2 un dios, muer- to hecho un codgulo, con el costado herido, clavado en una cruz. Sacri- ficado. Ofrendado. ;Qué cosa més natural que aceptar un sentimiento tan cercano « todo tu ceremonial, « toda tu vida'... Figirate, en cambio, que México hubiera sido conquistado por budistas © mahometanos. es concebible que nuestros indios veneraran ¢ un individuo que murié de indigestién. Pero un dios al que no Je basta que se sactifiquen por € incluso va a que le arranquen el corazén, jcaramba, jaque mate smo, en su sentido célido, sangriento, de sa- ctificio y liturgia, se vuelve una prolongacién natural y novedosa de la religidn indigena, Los espectos de caridad, amor y la otra mejila, en ‘cambio, son rechazados. Y todo en México es eso: hay que matar a los hombres para poder creer en ellos. ‘Pepe sabia mi aficidn, desde joven, por ciertas formas del arte indl- gena mexicano. Yo colecciono estatuillas, idolos, cacharros. Mis fines de semana los paso en Tlaxcala, o en Teotihuacan. Acaso por esto le guste relacionar todas las teorias que elabora para mi consumo con estos te- mas. Por cierto que busco una réplica razonable del Chac Mool desde hace tiempo, y hoy Pepe me informa de un lugat en la Lagunilla donde venden uno de piedra y parece que barato. Voy air el domingo. 2 >Un consiguiente perturbacién de las labores. He debido rector, a quien s6lo le dio mucha risa. El culpable se ha 8 el dia entero, todos en ‘cunstancia para hacer sarcasmos a mis co torno al agua. Cl «Hoy, domingo, aproveché para ir a la Lagunilla. Encontré al Chac Mool en la tienducha que me sefialé Pepe. Es una pieza preciosa, de tamafio natural, ¥ aunque el marchante aseguca su ori d, Io dudo, La pie- dra es corriente, pero ello no aminora la elegancia de la postura o lo mia~

You might also like