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Nosotras... y la piel Seleccién de ensayos de Alfonsina Storni Compilacién y prélogo Mariela Méndez Profsora de ingls (nsw de Educacn Superior O. Casein, Rosaria), Maser (C.) en Literatura comparada, Univenity of Massachsets, Amber Graciela Queirolo ‘Proftsora de historia (UBA) Alicia Salomone Profesora de historia (UBA), Magister (C. en Historia hiveiad de Setiagy de Chile “eo ALFAGI © 1919, 1920, 1921, Alfonsina Sori © 1998, Mariela Méndez, Graciela Queiolo, Alicia Salomone © De ese eici: 1998, Aguila, Alea, Taurus, Alfaguara, S.A. Beazley 3860. (1437) Buenos Aies + Senlan S.A. Jan Bevo 38. 28006 Madi, Espana + Aetilar Chile de Ediciones Leds Anal Arn 1444, Provide, Santiago de Chile, Chile + BliconeSendlana S.A Jrierde Viana 2350. 11200 Montevideo, Urogaay + Sonia de Ediciones SA ‘Avenidn Arce 2333, Bala de Salinas, La Pr, Blivin + Sinan S.A Pascer Calor Argllo 288, rune, Paagesy Sona Sk ‘Ava. Son Felipe 731 = Jaa Mat Lis, Pe ISBN: 950-511-4338 Hecho dept que indica a Ley 11.723 Disco: Proyecto de Ene Saud (© Dich de colciém ‘pif fora (© Leagoip de clei: Joué Las Fjtdo Disco de cubirse Pala Rodiguee Fogel decubiet: peel SuperStock Forogefis de contaops: eters de Alandra Stent Inypreso ens Argentina inted in Arann mers edi: novembre de 1998 “ado es deco ord ra publi pce ser ‘spec nd pre, gids eno ens po remem depen de ‘arma em nga ome ‘taunt sein magne ‘tetopcn por fap 2797 ON Ab Indice (9% Prélogo 9 Agradecimientos 15 Seleccién de ensayos 17 Revista La Nora 19 inidades (28/3/1919) 21 Compra de matidos (4/4/1919) _ 25 Nosotras.. y la piel (25/4/1919) 28 Feminismo perfumado (2/5/1919) 32 Un baile familiar (9/5/1919) 34 Diario de una nifia intitil (23/5/1919) 38 Historia sintética de un traje tailleur (30/5/1919) 44 Un libro quemado (2716/1919) 49 Las poetisas americanas (18/7/1919) 52 a cr Un acto importante (25/7/1919) 58 Carta de una engafiada (2918/1919) 65, sQuién es el enemigo del ivorcio? (5/9/1919) 69 Los devalles; el alma (19/9/1919) 76 ‘A propésito de las incapacidades relativas de la mujer (10/10/1919) 83 Los defectos masculinos (24/10/1919) 92 En contra de la caridad (4/11/i9i9) 96 Diario La NActon 99 Las crepusculares (30/5/1920) 101 Las mujeres que rabajan (20/6/1920) 105 La impersonal (27/6/1920) __109 La costurerita a domicilio (5/7/1920) 112 ‘La madre (11/7/1920) 117 La médica (18/7/1920) 122 La emigrada (1/8/1920) 125 El amor y la mujer (22/8/1920) 129 La irreprochable (5/7/1920) 133, ste un problema femenino? d (26/9/1920) 137 Las lectoras (17/10/1920) 142 La complejidad femenina (14/11/1920) 146 Un simulacro de voto (5112/1920) 150 Por qué las maestras se casan poco? (13/3/1921) 154 La mujer como novelista 2713/1921) 159 La mujer enemiga de la mujer (22/5/1921) 163 EL var6n (12/6/1921) 167 jereteo (19/6/1921) 171 Una carta (24/6/21) 177 ‘Trazos BloGRAricos 183 Los trazos de Alfonsina en estos ensayos ii ditos que aqui reunimos y prologamos asumen hoy una relevancia que a la vez sorprende y confunde. Sus reflexiones aparecen atravesadas por una lucidez cri- tica frente a un discurso moderno que relega a las mujeres al lugar de un “otro”, anclado en el cuerpo, la naturaleza y el mundo doméstico/privado. Alfon- sina se ubica dentro de una contracorriente de voces femeninas y feministas que surge desafiando tales encatillamientoe y se manifiesta en la busqueda de la inclusién plena de las mujeres en el espacio puiblico, desde un rol de sujeto activo. Los articulos de esta antologia corresponden a la primera etapa de una escritura ensayistica que Storni prolongé a lo largo de toda su vida y de la que poco se sabe; produccién que toma forma en colabo- raciones periodisticas, comentarios literarios, confe- rencias y entrevistas'. De ese primer periodo, hemos seleccionado una serie de articulos que se publican entre 1919 y 1921, en las secciones femeninas de la revista La Notay del diatio La Nacién. Estos espacios de enunciacién, restrictivos ¢ ideologizados en rela- "Un sao de su obra ensyltica puede consulta en Bible agentna de Artery Ler, Fondo Nacional de las Artes y Leas, Buenos Aires, 1963, 10 cidn a lo que se considera fémenino, son los que Al- fonsina busca constantemente subvert. Ella se apo- dera de esos lugares y desde ahi comienza, oblicua- mente, una tarea de diseccién —de demolicién’— de representaciones de lo femenino y lo masculi- no, de costumbres, de instituciones, en definitiva, de las ideas y pricticas dominantes acerca del “ser” y “deber ser” de cada género-sexual en el contexto de su época. En crisis, con contradiccién, Alfonsina desar- ticula el guidn pre-escrito y busca afianzarse en un nuevo saber-mujer, un nuevo escribir-mujer. Vou a contramano, escribe desde y hacia las mujeres, desde su experiencia de la diferencia sexual’, apelando a una serie de estrategias discursivas multiples y heterogé- reas. Una de ellas consiste en echar mano de esos xénctos que cl canon literatio considera menores, co- mo las erdnicas periodisticas, cartas, manifiestos, re- latos autobiogeificos; géneros que, por su cardcter ambiguo, lim{trofe, entre la ficcién y la realidad, en- te lo pablico y lo privado, histéricamente han per- mitido la instalacién de discursos criticos de mujeres cen el seno de la cultura androcéntrica. * Alfonsina ue exe mismo témino para luda a descostrccibn ‘que hace de misma y desu bra posics en un coment cto de 1930, Ch Alfonsina Siri, “Autodemoliciin’, Repetori» Amerzens, San José de Costa Rica, Ao 11, Tomo 20, N21, pig, 329-331, junio de 1930 * Pasiia Viol dstaca la importancia de trabajar sobre a fouma en que las mujeres ene conexto de una cultura que histércamente nega sa pe bra, son capaces de dar cuenta de su experiencia de le fence sexu es dec, del formacién en los dscutsos y x a conciencia de una idemtidad se sada. Cf, Patricia Vil, infin single, Cate, Universitat de Valencia, 199, pig 15. ie Simulténeamente, Alfonsina se desliza de uno a otro texto asumiendo milltiples voces, desdoblén- dose y construyendo nuevas identidades. En ocasio- nes es Tao Lao, en otras es Alfonsina; a veces, Julieta, ‘Mercedes o una nifia, Construye asi su discurso desde tuna perspectiva dialégica, polifénica, en el sentido de Bajtin‘, jugando con lo que él mismo llama reacen- tuaciones parbdicas ¢ irbnicas del discurso masculino dominante. Esa través de estas estrategias como Alfonsina inscribe una mirada provocadora, irénica, politica, frente a una cultura que subvalora la produccién in- telectual de mujeres o la encierra dentro de una lite- ratura femenina, en la que s6lo se percibe la expresién de lo intimo/privado. De esta manera, Alfonsina re- siste el intento de apropiacién, de dominacién de la mujer como “otra” por parte del discurso masculino hegeménico. Es por esto que la consideracién de sus textos en prosa, su gesto subversivo, puede también ser un camino para reinterpretar la produccién lirica desde la cual se canoniza a Alfonsina como poetisa del amor. Ahora bien, zde qué habla Alfonsina en sus textos? En muchos de ellos, se refiere al cuerpo feme- nino, presentindolo a través de imagenes que eviden- cian su carcter politico: es el cuerpo bello que hay que ofrecer en el mercado matrimonial, es el cuerpo encorsetado por la moda, es el cuerpo-traje desgasta- do de la mujer trabajadora, es el cuerpo descubierto que amenaza la moral publica. Asi, Alfonsina pro- Mia Bajcin, Problema de le pdtica de Detiviy, Fondo de CCalurs Beondmica, México, 1986 12 blematiza, ironiza los discursos disciplinarios que cir- culan desde el ambito médico, politico, publicitario, y ubican al cuerpo femenino como factor desestabi- lizante, en el contexto de aguda conflictividad social de la segunda década del siglo’. Alfonsina recorre, asimismo, los espacios ur- banos de la naciente modernidad portefia. Su mira- da femenina, minoritaria (en el sentido de Deleuze- Guattari$, que hace minorfa frente al poder) muestra otras cartografias posibles. En estas nuevas topogra- fis, pone en escena, asumiendo un rol de mediado- ta, a esos sujetos excluidos de la “fiesta de la moder- nidad”’, cuyas voces no estén representadas o estén subvaloradas en el mundo de la alta cultura. Su mi- rada descubre 0 desvela cuerpos ocultos y cuerpos sociales opacados o estereotipados por el discurso dominante. En este sentido, estos textos completan la mirada que nos ha llegado del periodo a través de Ia visién sesgada, por ejemplo, de Evaristo Ca- rriego o el tango, y que la historiografia ain no ha revisado. Asi desfilan ante nosotras/os, la costurerita a domicilio (imposible eludir Ia ironfa dirigida a Ca- rriego y su costureriea que dio aguel mal paso..), las ‘maestras que se casan poco, las telefonistas, las mu- * Kathleen Newman, “The Modernization of Femininity: Argen- ina 1916-1926", en Women, Culture and Politics in Latin America. Seminar ‘on Fominiom and Cuture in Latin Arica, Univeticy of California Press, Berkley, 1990, pigs. 74-89. “Gilles Deleuze y Flic Guat, Kafe, Por se Hartura menor, Era, México, 1978. "Esta expres surge como un desplzamiento de I idea de “binds de le moderidad” que win Marshall Berman. Cf “Brindls por la smodernidad” en Nicole Calo, HY debete moderidad-poromoderidad, El Cielo por Aso, 4 edie, Buenas Ars, 1993, pigs. 67-91, 13 jeres migrantes, las empleadas domésticas, las acua- relistas de pincel menor, las cientificas y profesiona- les, las artistas y las intelectuales. Pasando por la reinterpretacién de los cuerpos y de las topografias sociales de la ciudad, su discurso tambign se ancla en el compromiso con una politica feminista que, sin embargo, escapa a un ficil encasi- Tlamiento. Esta se enmarca en un determinado con- texto, signado por la lucha a favor de los derechos civiles y politicos femeninos y el reconocimiento de la equiparacién intelectual de hombres y mujeres. Su propuesta, no obstante, va més allé de la mera reivin- dicacién y apunta a un cambio sociocultural més amplio que dé lugar a una nueva sociedad, més de- mocratica y justa, tanto en términos de género sexual como de clases sociales. Podemos concluir as{ que los ensayos de Al- fonsina cobran intensa vitalidad en un momento co- mo el actual, en que los estudios de género nos propo- nen una nueva via para releer Ja historia de nuestra sociedad y su cultura. En este sentido, trascendiendo su época, Alfonsina se asoma 2 los debates que nos ‘ocupan en este fin de siglo, Mariela Méndez, Graciela Queirolo y Alicia Salomone 14 BIBLIOGRAFIA Mapas Baym, Problemas de la poétca de Dostoiewsky, Fondo de Cul- tura Eeonémica, Mético, 1986, Masia BERMAN, “Brindis por Ia modernidad”, en Nicolés Casu- Ilo, El debase modernidad postmedernidad, E1 Cielo por Asalto, 4 clic, Buenos Aites, 1993. Bibliogafta argentina de Artes y Letras, Fondo Nacional de las Artes y eras, Buenos Aires, 1963, JobmTH BUTLER, “Variaciones sobre sexo y género: Beauvoir, Wittig y Foucault’; en Seyla Benhabib y Drucilla Cornea, Tora fminita |) teorba erties, Edicions Alfons El Magnénim, Valencia, 1990. Guies Denevze y PeLix GUATTARI, Kafka. Por una lterasura menor, Era, México, 197 GWEN KIRKPATRICK, "The Journalism of Alfonsina Storni. A New Approach to Womenis History in Argentina’, en Women, Culture, ‘and Politis in Latin America. Seminar on Feminism and Culture in Latin America, Univesity of California Press, Berkeley, Los Angeles, 1990. DeLHINe MusCHIETTT, "Mujeres: feminismo y literatura’, en David Vitis (direcoe) Historia rocal dela literatura argentina, Tomo VIL. "Yrigoyen entre Borges y Arlt (1916-1930)", Contrapuno, Bue- os Aires, 1986, KariiigeN NEWMAN, “The Modernization of Femininity: Argentina 1916-1926", en Women, Culture, and Polis in Latin America Seminar om Feminism and Culture in Latin America, University of California Press, Berkeley, 1990. Jost Luts ROMERO ¥ Luts ALBERTO RomsR0 (directores), Historia de cuatro sgls, Abril, Buenos Aires, 1983 BeATRIZ SaRLO, Una madernidad perfeica: Buenos Aires 1920, 1930, Nueva Visi6n, Buenos Aires, 1988 Joa Scorr, "El género: una categorfa dtl para el anlisis hiseérico”, cen Marta Lamas, El géner: la construccin cultural dele diferencia secual, PUEG-UNAM, México, 1996 ParRicia Viou, Hl infnito singular, Cétedra, Universitat de Valencia, 1991. Agradecimientos Queremos manifestar nuestra gratitud hacia Alejandro Storni por el material que nos facilité y por autorizarnos a publicar los textos de Alfonsina. Mario Salomone fue una persona clave en nuestro trabajo, asi como Liliana Maghenzani, quien nos permitié consultar el archivo del diario La Nacién, y Pablo De Rosa que, con una enorme paciencia, nos ensefié a operar la “maquina de los microfilms”. Reynaldo Sie- tecase y Valeria Satas nos aconsejaron en la prepa- racién de la edicidén, el dactor José Marfa Monner Sans nos asesor6 legalmente, Darcie Doll y Natalia Cisternas aportaron ideas para el prélogo. Agrade- cemos también a la doctora Carmen Norambuena Carrasco, directora del Instituto de Estudios Avan- zados de la Universidad de Santiago de Chile, quien dio apoyo a este proyecto. Finalmente, Erick Gon- zilez Lozoya y Gustavo Wymerszberg nos brindaron conocimientos informéticos y apoyo moral; sin su ayuda este libro no habria sido posible. Seleccién de ensayos Revista La Nora! Ts arcculosseleccionados fueron publicados en la sccién Feminidadesy Vide Femenina Feminidades, 28 de marzo de 1919 El dia es gris... una lluvia persistente golpea los cristales, ademds he venido leyendo en el camino cosas de la vida de Verlaine... A la pregunta zes usted pobre? que me han dirigido, siento deseos de contes- tar: Emir, hago versos... Pero en ese preciso momen- to miro la luz eléctrica y me sugiere una cantidad de cosas: la época moderna, el siglo en que nos move- mos, la higiene, la guerra al alcohol, las teor‘as vege- tarianas, etc. En un instante he comprendido que debo vi- vir en mi siglo; mato, pues, el romanticismo que me han contagiado el dia Iluvioso y Verlaine y escogien- do mi més despreocupada sontisa (tengo muchas), contesto: Regular Emir... voy viviendo. Entonces el Emir me propone: ;Por qué no toma usted a su cargo en La Nora la seccién “Femi- nidades"? He dirigido al Emir la més rabiosa que poseo (tengo muchas). irada También de un golpe he recordado: Charlas femeninas, Conversacién entre ellas, Femeninas, La sefiora Misterio... todas esas respetables secciones se oftecen a la amiga recomendada, que no se sabe dén- de ubicar, Emir —protesto— la cocina me agrada en mi casa, en los dias elegidos, cuando espero a mi novio y yo misma quiero preparar cosas exquisitas. 22 Es el Emir entonces quien entra en fastidios me habla, me dice no sé cudntas cosas... Creo que mezclados a sus explicaciones vienen unos discretos elogios. Me he convencido de que el Emir, para su seccién “Feminidades”, quiere un genio. Pienso que ese genio soy yo misma; me miro en mi espejo de mano pata comprobar si yo soy yo. Noto que, en efecto, estoy sin modificacién. Bien, pues: me resuelvo por la seccién “Fe- minidades”. 'No quiero echar culpas a nadie. Los orien- tales son fatalistas; Martin Fierro también lo era... luego el sexo femenino es resignado por hébito. Si as hubieran dicha, hace dos meses, que en las préximas elecciones una mujer seria vorada, hu- bierais refdo, porque no hubierais sospechado jams que, de pronto, asi como un hongo brotado después de la luvia, la doctora Lanteri hubiera puesto a prucba la galanteria masculina. La doctora Lanteri, persona de mi amistad y mi respeto, es mujer que ha dado pruebas de una gran originalidad. Siendo médica, y teniendo su consultorio siempre atestado de clientes, resolvié un buen dia cetrarlo e itse a vivir de lo que le producia un cria- dero de gallinas que ella atendfa personalmente. Mujer capaz de este rasgo no ha trepidado en exponerse en las plazas publicas a la malevolencia de tuna buena parte del pueblo elector. Yo soy una curiosa nacida. 23 Asi, pues, cuando vi anunciada la candidavura de la doctora Lanteri, resolv{ investigar caso por caso la opinién personal de la mayor parte de los hombres que conozco. ‘Amigos tengo a quienes su rasgo parecié digno de todo encomio, otros lo hallaron grotesco y ridiculo. Sin embargo, entre mis amigos personales, yo no cuento con un buen muchacho de veinte a trein- ta afios, de cintura de avispa y brillosa cabellera, de pocas letras y gentiles modos, primera figura de sa- ra0s, dulce acariciador de manos blancas al compas de un bailable. ‘Anduve, pues, a la pesca del hombrecillo per- fumado, ardida en amor civico, deseosa de penetra a través de opiniones distintas el pensamiento del pafs, hasta que tropecé con él. Conocerlo e irme directamente a satisfacer mi curiosidad fue uno. 1ué opina usted de la doctora Lanteri? —Que es fea —me contesté. Me hizo tanta gracia que me estoy riendo todavia. Las sefioritas telefonistas estén de huelga. Creo que es una huelga justa. Estas pobres muchachas ga- an una miseria y tienen un trabajo antipatico. Sin embargo, nosotras debigramos estar re- sentidas con la sefiorita telefonista. Nos consta que a las personas del sexo femenino nos atienden con cier- ta displicencia. 4 ‘Tengo una amiga que, cuando quiere obtener comunicacién répida, la hace pedir con su hermano... es verdad que su hermano tiene una voz bien tim- brada y que, posiblemente esa voz adquiriré, a través del hilo, sonoridades simpéticas, Pienso también que la pobre muchacha que atiende el conmutador, agriado el cardcter por la mis- ma tensién nerviosa de su trabajo, se ha de sentir mo- lestada cuando una vor, femenina, aguda o hiriente, le da en el timpano, Debe ser por eso que, de vez en cuando, si una persona femenina espera comunicacién, en vez de aquélla, suele sentir una descarga, en el tubo del teléfono, capaz de dejarla sorda, Serfa de desear que esta huelga arreglara hasta esa pequefia antipatfa de sexo. Nada le costaria a la sefiorita telefonista no hacer esas picardias molestas y a la persona femenina ser menos impaciente y gritar menos al pedir comu- nicacién; esto es si no tiene a mano un hermano de dulce vor, cosa dificil de fabrica, asi, en un momento y para tan liviano uso. Sea como sea, deseamos toda clase de mejoras ala sefiorita telefonista, Alfonsina Storni Compra de maridos, 4 de abril de 1919 “Amigas: Las cosas valen por su escasez. Ima- ginaos a cudnto pagariamos el litro de agua si no abundara y qué profundo desprecio tendrfamos por loro, relumbroso y feo, si se lo encontrara como los terrones o las piedras. Cualquier cosa, la més bella, llega a hacerse vulgar, cuando es abundante, y a pasar desapercibida, Cualquier cosa, la més pobre, la mds vulgar, adquiere un valor extraordinario cuando muchos la solicitan y no alcanza para todos. El valor de las cosas pues, es tuna cuestién de relatividad y puede regirse por la demanda y la oferta. {Os acordéis de aquellos célebres ratones del sitio de Paris? No es mi propésito hacer aqu{ una enume- racién histérica de los valores fabulosos que han alcanzado, en ciertos momentos, determinadas cosas, pero recuerdo, de paso, lo que todos sabemos (sin intentar comparacidn con el objeto que motiva estas Iineas joh, no!) para justficar, siquiera con un hecho, lo que afirmo. Y es, oh mis buenas amigas, que después de esta guerra hemos quedado en abrumadora mayoria femenina... Y es que... los hombres estén a punto de adquirir el valor de aquellos terribles roedores. ‘Andan palabras amenazadoras por el ambi te; algunos han dicho: “poligamia” y el eco ha con- testado recatadamente: “(Cruz diablo!”. Yo no sé, francamente, qué es lo que ha- remos. Algunas amiguitas mias piensan que la pa- Jabra “solterona” debe desaparecer del dicciona- rio, porque es la més antipatica de cuantas se les ocurrié incluir alli a los venerables padres y maes- tros de la Real Academia; nada hay que las con- suele de sospecharse largas y estiradas, con un par de lentes montados sobre la nariz, una dulce bol- sita de bilis a mano y dedos agiles para pellizcar sobrinos. Otras piensan lanzarse por las sendas de la actividad masculina y olvidarse por completo de los ra- tones y de las hombres. (Se entiende que, de las ham- bres, como maridos.) Un buen nimero, sin embargo, confia atin en cierto juego de ojos, sonrisas y manos, de resultado infalible, que habré de conducirlas, pese a la escase7, al florecido altar, entre melodiosos acordes, angelitos rubios y virginal corte de preciosas muchachas y més interesantes muchachos. ‘Yo, por mi parte, sin comprometer opinién definitiva, pienso que también esto puede resolverse ‘en gran parte, por el procedimiento de la demanda y la oferta, resultando asf favorecida la poseedora de mejores caudales. Creo que no seré dificil que mafiana veamos un aviso ast: “Joven poseedora de medio millén de pesos, alta, elegante, de fina educacién y mejor cara, compra un marido...”. 27 No dudo que, Ilegado esto, se formardn aso- ciaciones de muchachas pobres para jirarse al rio, Alfonsina Storni Nosotras... y la piel, 25 de abril de 1919 Siguen las estrellas en el firmamento, la tierra contintia dando vueltas; después de la noche viene el dia; al dia lo sucede la noche... van los tios por la misma pendiente... a los hados gracias, los Andes es- tan de pie todavia... Creimos, por un momento, que habian ocu- trido cosas fundamentales pues habréis de ver que algo nuevo hay bajo el sol: se ha descubierto no sé qué intima relacién entre la moralidad femenina y la piel; se lo ha descuhierta ahora, en pleno siglo veinte, cuando ya nos permitiamos, las osadillas, de- cir en vor alta que conocemos a un esctitor que se llama “Monpassant”. {Oh desgracia! Corteremos desde hoy mismo hacia las tien- das, pediremos muchos metros de tela para hacernos vestidos especiales, usaremos pesado velo en la cara, ‘nos pondremos guantes de dos centimetros de espe- sor en las manos... {Oh desgracia mayor! Tremos al teatro con aparatos para taparnos los ofdos y lentes ahumados en los ojos... iremos al teatro Hlevando en las manos los cuentos de Blanca Nieve, Barba Azul y la Cenicienta por la calle sin alzar los ojos, no miraremos a ningtin la- do cuando vayamos por las aceras ¢ inmoladas en ese piidico sacrificio caeremos victimas de un auto veloz. 29 {Oh romantica y pura muerte de una nifia del siglo veinte! “Todo esto nos lo ha sugerido primero una dis- posicién municipal prohibiendo a los bailarines que aparezcan en el tablado con las piernas sin mallas y segundo una liga de sefioras contra la moda, para evi- tar los excesos del descubierto, Resulta, pobres de nosotras, que mucha parte de la dignidad y el pudor femeninos lo tenemos en la piel, a la que no podemos ni lucir ni mirar sin que nuestra moral sufra descalabro. ‘Nunca hasta hoy se me habfa ocurrido pensar que fuéramos una cosa tan amorfa como lo que aque! hecho da a entender. Hasta hoy yo habia pensado que la moral femenina era mucho més profunda, més valiosa, més completa ‘Me habia permitido sofiar que podiamos ir a una sala de especticulos y resucitar a la Grecia ma- ravillosa en un ptidico desnudo... habfa crefdo que teniamos el derecho de ir a los museos y olvidarnos de todo ante la presencia de un mérmol perfecto, habia sofiado con que eso era tan nuestro como el agua que bebemos... Habia creido que de esa sen- sacién de arte resurgirfamos elevadas y dignas, ca- paces de entender la divinidad, capaces del perdén, del sacrificio, de todos los més grandes sentimientos humanos, y he aqui que los hombres descubren en la piel y en el desnudo las propiedades de Satin y quieren salvarnos, oh protegidas mujeres, de sus ma- léficos peligros, poniendo encre Satdn y los ojos una malla de seda muy transparente, muy fina, muy sugestiva... 30 AY esta magnifica liga contra la moda? Es una especie de frazada de lana para ahogar las llamas que pueden desprenderse de un cuello e130. Gentiles sefioras: yo opino que lo peligroso es el cuello, y si su piel delicada y bella es un estorbo para la tranquilidad del mundo, hay que hacer una liga para cortar todos los cuellos hermosos, pero las frazadas estén mandadas a guardar... Reunirse en un salén, hacer una lista de la comisién directiva, tomar una taza de té, hacer un inofensivo comentario, es cosa que todos los dias hacen las mujeres y los hombres, porque algo debe hacerse para que pase la vida lo més répidamente posible. Pero emprenderla en citedra severa contra la moda, por ejemplo, mientras se descuidan problemas faundamentales de la vida, en el sentido econdmico y educacional, me parece lo mismo que ponerse a va- ciat el mar con un mal jarrito de nifio. Oh, el mundo esté muy perdido; es0 lo sabe- ‘mos ya. Hace siglos que se repite... Pero no hay que confiar en regeneraciones realizadas entre cuatro y cinco de la tarde, a palabras sonoras y buenas intenciones. Las regeneraciones, si vienen, se anuncian mal: rayos y truenos las preceden, diluvia mucho. Las regeneraciones van al corazén, a los pul- mones, a los érganos vitales de la economfa humana, y de por si, la piel se regenera. Es frecuente que para curar barros y granos de la piel, se atienda al aparato digestivo o a la composi- cidn de la sangre. — 31 La moda, sefioras, es un simple y liviano sar- pullido, inofensivo las més de las veces. Pero si el celo nuestro es tanto, es bueno con- sultar la opinién de los médicos y analizar prolija- mente el organismo. Alfonsina Storni Feminismo perfumado, 2 de mayo de 1919 Las épocas de transicién han dado siempre productos hibridos de aspecto desagradable. Hay un animal que sirve de eslabén entre los mam{feros y las aves: el ormitorrinco. Posce este animal pico de ave, pone huevos y es mamifero. Este feo producto zoolégico me ha hecho re- cordat, por asociacién de ideas, a cierto producto hi- brido de! feminismo. Por defensora que sea de los derechos de la mujer, no puedo menos que encontrar desagradable cierto clemento que emerge del feminismo y que, bien considerado, no es més que una combinacién torpe de Ja vieja habilidad femenina con retazos intelectuales. Este perfumado feminismo pone feos borro- res en una causa que necesita un sobrio valor moral para imponerse, Pongamos por caso: una sefiora se siente Ilena de vigor masculino; quiere viajar como periodista, y consigue, de un diario, un caret que la acredita co- ‘mo repérter del mismo. Esta sefiora no ha hecho en su vida otra cosa que lustratse las ufias, pero posee una ilustracién su- ficiente para no hacer un del todo deslucido papel. Sale esta sefiora de su pais y va a los limftro- fes, a cuya prensa saluda, en visita personal, en nom- bre del diario que representa, 33 La sefiora ¢s bella y cuando el talento se le acaba, emplea graciosamente los ojos, dice cuatro co- sas nebullosas, inventa extravagancias, se le escapan estulteces... En fin, su persona femenina triunfa en nombre de un feminismo que ella se inventa, pues tales artes nacieron con Eva, y el verdadero feminis- smo que busca la dignificacién de la mujer, que tiende a elevarla por sobre el instinto, sufte una baja, mien- tras que la activa dama logra un articulo en un diario o revista, y el mundo sabe que existe. Casos como el presente no son la excepcién; muchos asi o muy parecidos suceden; sin embargo, consuela pensar que en todos los movimientos huma- nos ocurte y ha ocurtido y ocurriré lo mismo. Mientras los convencidos luchan por impo- nerlo setia y noblemente, elementos de especulacién Jos aprovechan para su lucimiento personal. No creo, desde luego, que la mujer, por el he- cho de salir de su hogar haya de perder su natural gra- cia femenina; pero, de que la conserve sin violencia a que la maneje oscuramente, sesgando el feminismo, hay una larga diferencia que los menos avezados ca- zan al vuelo... Alfonsina Storni Un baile familiar, 9 de mayo de 1919 __ Celebra la familia de Paglota, un aconteci- miento de nota: las bodas de plata de los troncos principales de esta sagrada asociaciéns la familia. Desde las primeras horas de la mafiana, las dos nifias de Paglota, con los tizos atados, bajo una linda cofia de muselina, han movido de un lado a otro trastos y muebles. EL amplio comedor de la casa ha sido trans- formado en sala de baile; sillas de dos 0 tres clases rodean el perimerro de Ia habitacién; sobre la pared principal luce un plano negro torturado a diario por los blancos dedos de las gentiles muchachas. Una de las habitaciones da al patio, en donde se han distribuido macetas con helechos y plantas de adomos; otra conduce a la pieza donde se ha dis- puesto el lunch, dormitorio habitual de las nifias de Paglota, que han debido correr sus camas desarmadas hasta la despensa. Quince dias hace que la feliz noticia corre entre las amiguitas del batrio; el diatio de la patro- quia lo ha anunciado en noticias sociales. Se sabe que concurrirén muchachas y muchachos de buenas familias. Las nifias de Paglota estrenan vestidos, si bien no han podido hacer lo mismo con los zapatos, a los que les han dado una mano heroica de cera negra. 35 Las medias de sea han suftido también una ligera reparacién: algunos puntos “escapados” han si- do hébilmente compuestos con una aguja de crochet. Desde las 6 a las 7 de la tarde han empleado en el peinado, que, en verdad, resulta elegance. La mamé y el papé, modestos burgueses, se han puesto sus mejores galas. ‘La confiterfa vecina ha trafdo un buen lunch; nada falta; estén brillantes los rostros impacientes las almas. ‘Aceso de las nueve empieza a sonar con fre- cuencia el timbre... Ilegan las chicas de la otra cua- dra, las primitas de Flores, la familia de Rossi, algu- nos muchachos solos, etc... Poco a poco el grupo se agranda, la casa se lena de gente... ‘Alas diez y media estamos “au grand complet”. En la sala de baile unas quince chicas de lin- das cabezas, empolvadas caras y trajes claros, estén sentadas en fila, charlando en vor baja. En un ngulo, cerca del piano, como hojas viejas cortidas por el viento, se han agrupado algunas mamés en trajes, generalmente negros. En el patio, asomando las caras, oh, entre insipidas y juveniles, unos veinte muchachos fuman y hablan de caballos, de tangos, de filos y otras cosas. Entre las nifias concurrentes, cuatro o cinco tocan el piano y una de ellas arranca con un tango brioso que pone a los muchachos del patio con las pietnas como sobre pilas de Volta. Dirigen las muchachas insinuantes miradas hacia la puerta que da al patio... Asoman por ella seis 6 siete rostros, pero la atraccién es atin insuficiente para moverlos y el tango pasa, acaba, sin ser bailado. 36 Después de un momento de charla se hacen hnuevas presentaciones, entran algunas personas més, y la misma nifia hace saltar el piano bajo un fox-trot. Fsta vez el joven Paglota elige una compafiera ¢ inicia la danza. A la tercera pieza hallan ya tres 0 cuatro parejas, y alas once y media, no caben ya en el salén y algunas salen al patio. Se turman las chicas en la ejecucién de las pie- zas bailables que se reducen a tangos, two-step, fox- trot y algiin vals Boston. Danzan habilmente la mayor parte de los concurrentes; de vez en cuando se advierte a un mu- chacho empefiado en comunicar agilidad a su pesada y torpe compafiera, o a otro revelar, a pesar de sus esfuerzos, sus habitos de cabaret. Si se mira a un muchacho no hace falta mirar a los demas: todos dan un aspecto de uniformidad especial. Fs el mismo cabello tirado hacia atrés y bien lustrado y dominado a base de subsancias grasas; es la misma corbata, el mismo talle, la misma conver- sacién, las mismas ideas. ZHijos acaso de un saca bocado que los re- corta de un golpe de la vida y los arroja a los bailes familiares? Las chicas, por lo menos, tiene cada una su pequefia personalidad... Ksta tiene una linda sontisa; aquélla maneja bien el piano, la otra atrae por su cabeza rubia; al olfato simple dan la sensacién de haber iniciado su propio capullo... Nos quedamos pensando por qué esta dife- rencia, cuando son de los mismos hogares, de la mis- ma educacién, de iguales costumbres. | 37, Hallamos una respuesta sencilla: una mujer de 18 afios es ya una mujer; un hombre es una cosa. insubstancial a esa edad, y ni siquiera tiene lo que aquélla posee por instinto: la graci De nuevo seguimos 2 los bailarines, bles, cadenciosos, heroicos. ‘Accso de las doce y media se pasa al hunch. All los muchachos adquieren verdadera per- sonalidad... y no ¢s extrafio que algunas muchachas pierdan la suya, Dos horas més de baile y un caliente choco- late reconfortador y oportuno. Después, de nuevo el tango, el two-step, el fox-trot, la muchacha pesada, el muchacho que casi sofoca a la compafiera. Empiezan a pesar los parpados de las graves sefioras de negro; unos primeros, otros después, inician el desbande. Pero atin quedan ocho, diex parejas que no ceden ante la fatiga.. ‘A las seis de la mafiana la sala de baile esté fatiga- vacta. Las sillas en desorden, el piano abierto, algu- nas flores caidas en el piso... Flota en el aire un olor a polvos, a perfumes, a cosméticos, a brillantina, a seres de raza blanca... Suefian las muchachas cosas raras; comentan los muchachos pequefios detalles. Nada. Un baile honesto de familia. Mis peligrosos que esto suelen ser ciertos ver- sos de mujer. Alfonsina Storni Diario de una nifia intitil, 23 de mayo de 1919 Esta mafiana al levantarme me he acordado de que alguien dijo que un hombre completo debe en la vida tener un hijo, plantar un drbol y escribir un libro. Yo no suelo ser muy afecta a seguir los pen- samientos de nadie, pero éste me ha gustado... Son tan verdes las hojas de los Arboles... tienen tantas ho- jas... Algin dia me voy a entretener en contar las hojas que tiene un arbol, He pensado también que una mujer comple- ta debe escribir su diario: todas las grandes mujeres lo han hecho asf; més atin, algunas se hicieron grandes después de publicar su diario... Desde hoy, pues, empiezo a escribir mi diarios pondré en él todos mis pensamientos intimos, mis te- mores, mis afanes... lo més importante que me ocurra. Empezaré por hoy... {Qué me ha ocurrido hoy? Nada. He estado contenta todo el di ‘No me he aburrido... iA, me olvidaba! A las tres de la tarde senti tuna fuerte puntada en un pie. Serd esto de mal gusto? {Tendré algo que ver el buen gusto con la psi- cologia? Lo pensaré seriamente 39 Primavera de 191... He recibido esta tarde, de mi amiga Mochita, tun decélogo interesantisimo. Resulta que se ha cons- tituido una “Asociacién secreta de las nifias imitiles pro defensa de sus intereses”. La Asociacién ha formulado un programa completo y sus sometidas deben aceptar este de- célogo: 1° Cazar novio sobre todas las cosas. 2° No ponerse a la caza en vano. 3e Santificar las “fiestas”. 4° Honrar Oro y Lujo. 5° Matar callando. 6° No hurtar a la amiga un novio pobre. 7° No estornudar (sobre todo delante de los hombres, porque las chicas se ponen muy feas). 8° No deslizar falsos testimonios sino en un clogio y no mentir cuando una pueda ser descubierta. 9° No desear el marido de la amiga antes de que aquél enviude. 10° No codiciar mas que aquello que se pue- da obtener salvando el honor. (Aqui siguen accesorios del decilogo, con de- talles muy interesantes.) Medito: El decélogo no esté mal, pero esta Mochita es un poco descocada... A quién se le ocurre prohibit que se robe un novio pobre? Hay cada deseo de hacer ganar dinero a los fabricantes de tintal Y escribo esto porque creo que esta franqueza ‘fa expresa mi intima psicologia y no debo olvidar- 40 me de la receta para transformar una nifia inttil en tuna gran mujer... Noviembre 4 Vengo de la reunién secreta: he salido con- vulsionada... seen: he silo con Tengo 25 afi... jHorror! Desde mafiana heme a la caza de un hombre, equefio o grande, delgado 0 grueso, rubio o more- no... el pais necesita mi concurso maternal. Dios mio, inspirame. Noviembre 6 La eleccién del traje es una cosa muy im- portante para la caza del novio (esto dicen los acce- sorios del decélogo). As, pues, para la fiesta de ‘mafiana debo elegir bien: el rosa me queda monisi- ms toon brillan més, resakta la negrura de mi iEl blancol... Oh, el blanco me queda divi- no... parezco uno de los angelitos que danzan en el cielo bajo los Arboles llenos de panecillos de oro. Pero el lila... el lila es mi color predilect lilas eran las ojeras de Margarita Gautier. (Podemos hablar de Margarita Gautier por- que se arrepintié,) Esto no entra en el decilogo, pero :por no hemos de hacere unas escapadas al Niccdoge? 7 Al INo dicen que en las mujeres todo son “es- capadas”? ‘Me decido pues por el vestido lila... Al, pienso ahora que tiene un escote demasiado pronunciado... ‘Voy a consultar los accesorios del decdlogo: “Bs preferible que el escote sea discreto: la gasa es muy importante en la caza del novio.” Si; le afiadiré dos centimetros de gasa al es- cote, porque colijo (esta palabra es muy poco usada entre las nifias), porque colijo que los centmetros son cosa muy grave en la vida femenina. ;Si habré escrito yo halago digno de una gran mujer? Noviembre 7 ‘Ah, he suffido una rabiewa... ref anoche haberlo apresado ya... lo crei por momentos. Usé con discrecién de las nociones adquiridas en la Asociacién secreta... Pero estoy convencida ahora de que tropecé con un tilingo. Después de las primeras escaramuzas empez6 a observarme como si me cuviera debajo de un mi- croscopio. {Uf Estos profesionales son unos insoporta- bles. Se les ha dado ahora por las grandes cosas. Han perdido la sencillez de corazén. No son capaces de sentir, asf, a primera vista, una pasién ava- salladora, ciega. jQuién me diera hallar hombres como los de otros tiempos! 42 Entonces si que el decélogo!... Oh, pero no desespero de hallar mi media mitad. Me vengaré... Odio a los hombres con bisturi y microscopio. Noviembre 9 Hace algunas semanas que no toco mi dia- rio... los dias van pasando uno a tino... estoy un poco aburrida. Ayer vino a verme Mechita; me dijo que el decélogo le ha dado gran resultado... Se casa este verano. Y se casa bien. {Qué encanto de chica! Hace dias hizo poner como lema de la Aso- ciacién secreta esta sentencia: “la mujer ha nacido para desarrollar una accién moral y educadora”. ia lo creot Diciembre 20 Estoy nerviosa, febriciente... un mes més y empiezo los 26 afios iQué tarde esttipidal Llueve. Diciembre 25 ‘Tengo un gran programa... a las sierras nos vamos... ¥ Va con nosotros... ;Oh!, me guardo el nom- 4B bye... hay cosas que no deben ser profanadas... Sobre todo, el pudor... i ‘Ayer nos han dado en la Asociacién secreta nuevas leccioness las cosas todas se vuelven cada dia mis dificiles... Hay que avanzat... ; Las cosas se modifican. Es imposible no se- guir el conjunto de estas cosas... Enero 15 jBurekal jLo pesque... lo pesque! ; Es un hombre; oidlo.. sabedlo, humanidad venidera; es un hombre lo que he pescado... (Oh, dioses, 05 ruege que no lo confunddis con un grill.) Enero 25, Diario mfo; me despido de ti por unos meses... ‘Al decilogo me debo... - He dejado ya de ser una mujer; soy un decé- n accién. a Dia a dia, noche a noche, me debo a la repe- ticién sagrada: el 1°; Cazar novio sobre todas las co- sas... El 28. etc, etc. Por la copia. Aifonsina Storni UNIVERSITY OF EVANSVILLE LsRARES Historia sintética de un traje taill ie tailleur, 30 de mayo de 1919 “ ___ Gierta mafiana la epidermis de una oveja em- ppez6 a esponjatse en inmaculados vellones, __ Poesia pura, pues, es mi abolengo, si bien a través de méquinas, tintas, tjeras y agujas haya perdi- do mi condicién primitiva para convertitme en un clegante taj talleur. Catalogado, marcado a precio fio, me colga- ron de dos brazos de madera y vivi apretujado entre otros vestidos unos cuantos dias. _ Pronto cimpearon a sacarme con frecuencia de mi encierro. ‘Cuando lo hacian escuchaba voces femeninas y pasaba a cubrir brazos perfumados y tibios. Un buen dia me arrollaron, me envolvie- ron, me ataron y fui transportado a través de la gran ciudad. . Cuando me vi libre de mi incémodo encie- to, fai colgado nuevamente en dos brazos de madera y me dieron por habitacién un ropero muy mono donde me decidi a continuar aburriéndome. Al dia siguiente de mi encietto vi que, frente a un espejo, una dulce mujercitarubia secubsfa conmigo, ‘Yo me sent{ feliz porque tuve la intuicién (los trajes somos muy perspicaces) de que me echa- ria a correr mundo y podria ver muchas cosas in- teresantes. 45 Cuando yo era pequeiio y vivia adherido a la epidermis de una oveja, of decir a un péjaro que no conocia cosa mas curiosa que el géneto humano. Este pdjaro (como todos los péjaros) se refa de Jos hombres que era un portento; por eso cuando me vi sobre una tepresentante de aquel, me sent profun- damente alegre y me dispuse a no perder ninguna ensefianza. Con esta dulce mujercita rubia yo no aprendi casi nada; salfa conmigo, por las mafianas, a hacer compras, nada mds, y nada me fue revelado en las frases que en esa tarea le ofa. Después se me encerraba en el ropero y todas mis observaciones quedaban vedadas. Sin embargo, aprendi con ella cosas muy in- teresantes sobre el alfiler. Sis pude observar que el alfiler es una cosa aguda como una lengua, liviana, reemplazable, bara- ta, abundante. El alfiler cambia un pliegue sin alterarlo, acorta un vestido sin cortarlo, cubre momentinea- mente un imperfecto irremediable. Bl alfiler cose sin coser, arregla sin arreglas, ata sin atar el alfiler es una cosa de quita y pon, segin el momento y la oportunidad; segin la hora y el tiempo. El alfiler se hunde en el tejido sin dejar sefiales de elo... No hay cosa més irresponsable que un alfilers su hermana, la aguja, es mucho més seria; deja puntada y.sobre todo, nudo; me detengo en ello porque yo soy hijo de la puntada y la conozco bien; en cambio, soy apenas hijastro del alfler, ya que éste me toma y me deja, me ajusta y afloja con verdadera impiedad. 46 He pensado alguna vez si mi primera duefia, aquella dulce mujercita rubia, se pareceria en algo a los alfileres, pues los tenfa en abundancia y parecta amarlos; pero no pude darme una respuesta, pues al poco tiempo de tenerme experimenté los honores de la imprenta y; bajo dos discretas iniciales, fai puesto en venta en la seccién “sefioras” de un gran diario. De las manos de aquella dulce criatura pasé a otras no menos blancas si bien algo més descuidadas. Desde el momento que estuve en ellas empeza- ron a darme un fuerte traqueteo: cargaban conmigo a la ‘mafiana y no me abandonaban hasta la noche, sino uno que otro dfa a la semana, sobre todo los domingos, en que suffa las torturas de la plancha y la bencina. Andaba en tranvia cuatro veces por dfa y en las conversaciones que alli escuché, hube de cercio- rarme de que los péjaros cenfan razén al hallar suma- mente curioso al género humano. Desde el primer momento noté en mi nueva duefia una cosa a la que no estaba acostumbrado; st resistencia a sujetarme con alfileres. Una noche entera me tuvo cosiéndome y descosiéndome broches, hasta no necesitar de un solo alfiler. Mi curiosidad quedé picada y resolvi atisbar cen sus conversaciones el por qué de esta resistencia. Una ver of decirle a una nifia que debia ser su hija, pues la lamaba mami: “Desde que tu papacito murid, no me queda tiempo para entretenerme con alfileres y ti debes aprender desde ahora a no usatlos; el alfiler es tan inmoral como una mentira; lo que no quiere decir que a veces no sea necesario un alfiler para prender cosas que han de tirarse luego, como 47. una flor, por ejemplo, pero cuidadivo con que vuelva aencontrarte un alfiler en una enagua’. Si bien los trajes suelen ser perspicaces, no logré entender del todo estas palabras; pero me con- formé pensando en la opinién que los pajaros tienen de los hombres. En compafifa de esta sefiora observé cosas muy raras: como un traje ve por los cuatro costados, hube de notar que mi duefia provocaba a su espalda son- risas indefinidas. ; _ ‘Una ver of decir: *;Viuda y de treinta afios!”. Otra ver escuché: “Regresa a su casa a las nueve de la noche”, Mi duefia tena una singular manfa: y era un movimiento de cabeza de derecha a izquierdas observé que los comentarios se producian sistemdticamente después de aquel movimiento. _— ‘Como tampoco esto lo entendiera bien, resol- vi requerir, una vez que estaba en una plaza, la opi- nién de un pdjaro, pero éste, despistado acaso por los procedimientos febriles a que yo habia sido sometido, no reconocié el vellén de lana de su amiga, la oveja, yy se alejé de mf en un despreciativo silencio. He de confesar que fui presa de profunda tris- teza al lado de esta mujer: lloraba con frecuencia y apretaba sobre su pecho dos cabezas rubias de las ‘cuales me quedaban adheridos cabellos. ‘A los dos afios de usarme fui descosido, cor- tado y rehecho de nuevo, y me encontré vistiendo a una adorable chiquilina... - sta es la época més feliz de mi historia. Los trajes son sensibles a Ia inocencia como nadie puede figurarselo. 48 Cerca del corazén sin dobleces, los trajes sien ten descos de ser la virtud misma para hacer la ino- cencia incorruptible. Corteteando con la nifia, muchas veces, por los campos, he encontrado a las blancas ovejitas y he miredo el cielo anal cuando viva adherido a su epi- lermi Lo tinico que me apenaba en aquella época era ver que cada dia resultaba més estrecho para mi poseedora, que crecia de manera extraordinaria. Un dia no pudo ya usarme... Lo sent{ mucho, porque me habia acostumbrado a queretla y a tener. le piedad. jEra tan inocente y tan bellal.. Y amo recordaba yo las sonrisas indefinidas... las conversa- ciones de los tranvias. ___Desde que la nifia me abandoné, ademis, se intensificé mi decadencia; partido en pedacos, dleshi- lachado, viejo, he ido pasando poco a poco al cajén de la basura, __ Ahora me encuentro entre montones de des- perdicios: a veces un papel escrito me hace compafifa ¥ entonces me entretengo recordando a los hom- bres... algunos pedazos mios se han podrido del todo en [a tierra y vuelven a entenderse con los péjaros sosteniendo animadas discusiones sobre el género humano; pero los péjaros no quieren cambiar de Alfonsina Storni Un libro quemado, 27 de junio de 1919 La palabra feminista, “tan fea”, aun ahora, suele hacer cosquillas en almas humanas. Cuando se dice “feminista’, para aquéllas, se encarama por sobre la palabra una cara con dientes 4speros, una voz chillona. ‘Sin embargo no hay mujer normal de nues- tos dias que no sea més 0 menos feminista. Podré no desear participar en la lucha politica, pero desde el momento que piensa y discute en vor alta lay ventajas o erorcs del feminismo, es ya femi- nista, pues feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujes, en cualquier campo de la actividad. Es pues la razonadora antifeminista una fe- minista, pues slo dejatia de ser tal, no teniendo opi- nién intelectual alguna. Es curioso consignar que en los paises de ha- bla castellana las primeras feministas —suprimidas reinas y damas de corte influyentes en politica— han sido monjas, las que, por dedicarse a una vida de si- lencio y de cultura religiosa, pudieron enriquecer su espiritu en las lecturas sagradas y escribir y publicar sus oraciones, versos, 0 comentarios. Pero el prejuicio ancifeminista es antiguo. [A Teresa de Jestis, que se habia permitido co- mentar el Cantar de los Cantares en paginas inmor- tales, su confesor hizole quemar aquel libro y sébese = 50 de las maravillas literarias que conten‘a, por algunas copias aisladas que en poder de una monja quedaron. Dice de esto Fr. Gerénimo Gracidn: “Entre otros libros que escribié (se refiere a Teresa de Jestis) era uno de divinos conceptos y altisi- mos pensamientos del amor de Dios y de la oracién y otras virrudes heroicas, en que se declaraban mu- chas palabras de los cantares de Salomén, el cual li bro, como pareciese a un su confesor cosa nueva y peligrosa, que mujer escribiese sobre los cantares, se le mand6 quemar movido con celo de que (como dice San Pablo) eallen las mujeres en la iglesia de Dias, co- mo quien dice, no prediquen en ptlpitos, ni lean en cétedras, ni impriman libros. "Bien creo que si este confesor hubiera lefdo con atencién todo el libro y considerado la doctrina tan importante que tenfa, y que no era una declara- cién sobre el Cantar de los Cantares, sino conceptos de espititu que Dios le daba, encerrados en algunas palabras de los cantares, no se lo hubiera mandado quemar. Porque asi cuando un sefior da a su amigo un precioso licor, se le da guardado en vaso riquisi- mo, asi cuando Dios da a las almas tan suave licor como el espftitu, le encierra, las més veces, en pala- bras de la Sagrada Escritura. *Permitié el Divino Maestro que una monja trasladé del principio de este libro unas pocas hojas de papel, que andan escritas a mano y han llegado a mis manos con otros muchos conceptos espirituales 51 que tengo en cartas que me envié escritas de su mano la misma venerable Madre y muchos que supe de su boca, en todo el tiempo que la traté como su confe- sor y prelado, que fueron algunos afios, de que pu- diefa hacer un gran libro...” ; He aqui cémo una gran obra literaria ha sido perdida para el espiritu humano por un prejuicio ne- tamente antifeminisca. Sabemnos ya que desde el punto de vis demo, filoséfico, diré, las Sagradas Escricuras son antifeministas, y las leyes por las que nosotros nos regimos, inspiradas en gran parte en aquéllas, anti- feministas también. Pero toda mujer que entrara a considerarlas, en pro o en contra se volveria feminista, porque lo que por aquéllas le est negado es pensar con su ca- beza y por algunas de éstas, obrar con su voluntad. No entro a discutir aqui los fundamentos de rohibicién.. se Pr vfe Timito a exponer un caso sensible de des- truccién, en el campo del arte. mo- Alfonsina Storni Las poetisas americanas, 18 de julio de 1919 En nuestro continente la poesfa se parece a la vegetacién tropical: sino muy dil, si no muy sobria, es abundosa y desalifiada, rica en ramas y hojas y preparando, claro esté, algtin fruto. Esto es en la poesia, que es Ia rama de las letras cultivadas con més éxito por la juventud pensante del continence: otras ramas estin a me- dio regar todavia, aunque algunos brotes aislados apuntan, Y hay razones para que asf sea: una poesia se hace en un momento dado, se la pule luego, si se la ule, y el trabajo esté terminado, La novela, el drama, exigen ya una dedicacién constante, un trabajo de conjunto, una disciplina mental més severa, y el am- biente no estd para eso: se vive a saltos, se adquiere uuna cultura liviana, se distribuye la vida en distintas solicitaciones amenas, y el cerebro se unta de pereza y se rebela ante trabajos de aliento para los cuales tam poco hay estimulo, En mujeres y hombres acontece ellos més vi- siblemente atin, en mujeres que en hombres. De las que escriben o escribieron en el con- tinente, las que han tenido, hasta ahora, resonan- cia en estas tierras y en Espafia han sido las que lo hhan hecho en verso, nos referimos a algunas, por cierto. 53. Empezaremos por el Uruguay: tiene éste a Delmira Agustini, tan ampliamente difundida y co- mentada como poco comprendida. Delmira Agustini con toda la apariencia ver- bal de una fuerte sensualidad femenina, es profunda- mente espiritualista: Ah, 1u cabeza me asustb, Fluia De ella toda la vida, parecta ‘No sé qué mundo andnimo y nocturno dice la magnifica poetisa en un hondo pensamiento, que es la consecuencia de una conmocién espiriual. Ia sensualidad pura no podria dictarle jamés estos versos nacidos de una contemplacién pastoral, depu- rada a través de las més finas mallas que pudieta tener un alma femenina. Y esta frase: Mi alma es frente a tu alma, como el mar frente al cielo. ‘Y esta otra: Ads los cuerpos cedieron, mas las almas trenzadas Son el més intrincado nudo que nunca fit. Y tantas otras, y toda su obra que expresa una naturaleza vigorosa y profunda, pero cuya finalidad es sorprender el espiritu, aislado a través de la materia. En la misma vecina Reptiblica estén Marfa Eugenia Vaz. Ferreira, de temple masculino y fuerte cerebracién, y Luisa Luisi, que hace versos dulces y 54 sentidos, aunque su actividad mental halle campos més propicios en la critica y en trabajos metodolégicos. Y finalmente acaba de surgir Juana de Ibar- bourou, que publica su primer libro de versos “Las Lenguas de Diamante”, La prologa Manuel Galvez que, si no acierta en todo lo que dice, le rinde just cia y la sefiala al continente como una revelacién. __ He aquf una de sus mds caracterfsticas com- posiciones, FUGITIVA, Glotona por las moras tempraneras Es noche cuando torno a la alguerta Cansada de ambular durante el dia Por la selua en procura de moreras. Radiante, satisfecha y despeinada, Con un gajo de aromo en la cabeza, Paresco una morena satiresa Por la senda de acacias extraviadas, Mas me asalta el temor ardiente y vivo De que me siga un feuno en la penumbra Tan cerca que mi odo ya columbra Eleco de su paso fugitive. Y huyo corriendo palpisante y loca De miedo, pues tan préximo parece Que mi gajo de aromo se estremece Rozado por las barbas de su boca. __ Sigue Chile, con Gabriela Mistral, que no ha publicado atin ningtin libro, lo que nos impide com- pletar juicio sobre ella. Por lo que suelto hemos leido Ia ubicamos en primera I{nea también. En Chile estén, con la Mistral, Sara Hub- ner, de la que tampoco conocemos més que al- guna cosa aislada; Aida Moreno Lagos, que me ha honrado esponténeamente con su amistad y de la que poseo, manuscritos, exquisitos y dulces versoss sé de otras aun, cuyos nombres he visto comenta- dos pero cuya obra no he tenido oportunidad de conocer. Y legamos a nosotros zpor qué no? La modestia nuestra no ha de ser tanta que nos prohiba hablar de las argentinas. Est Delfina Bunge de Galvez, que se aparta de todas las demas porque escribe en francés y por ser cspiritu cristiano militante. Delfina Bunge de Gélver es indudablemente tun espiricu sutlisimo, hondo: el perfume que des- prenden sus versos aquieta tempestades, dulcifica dolores; en Simplement y en La nouvelle Maison, sus dos libros de poesfa, el alma de un poeta intimo nos conmueve y nos sustrae al ruido bullanguero de las calles; entramos con ella al templo, y paganos senti- mentales, sabemos arrodillamos, si no ante su Dios, ante su alma sensitiva, transparente. De ella hemos traducido algo que aqui repro- ducimos: INSOMNIO La ciudad en silencio ya reposa dormida, Yo sola estoy despierta, porgué, porgué mi vida! 56 Ob, luna que te dices mi hermana; depin Entonces, tus consuelos sobre mi corazin. {Pero quél... No me escuchas y tu amarilla cara Excondes en la nube més sombria y mds rara. El viento como un alma huye, desaparece; Nada siento en la noche; ni una boja se mece. Oh silencio de sumba, ob silencio que aterra.. Por qué lenas de luto la desolada tierra? Ruidos... escucho... Un perro escudlide que abora En la sombra nocturna, sin porgué, lora y lora.. h yo quiero pensar, saber, y no sé nada, Por qué lara ese perro en la nuche enlueada? Yo no sé qué dolores el pobre perro llora. @Serd acaso la Muerte? Bien puede ser la hora. Oh el estipido insomnio qué malo y to es! Ensayemos de nuevo ashe. tind. das. tre. Rosa Garcla Costa es también un espiritu que acierta en sus expresiones en versos. Culea, dgil en la manera de versificar; su mer libro de poesias La humilde cancién fue recibido con aplausos por la critica. Sus estrofas que expresan ideas elevadas, te- mas de belleza pura, finos sentimientos la insinuaron como una promesa: y estamos hoy a la expectativa de un libro que ha de aparecer en breve. 57 _ wuedan algunas otras: Amanda Zucchi, que se ese publicando un libro a los diez y siete afios y no se ha dejado ofr otra vers y apuntan, firmas precoces, aisladas, que en estos momentos ¢s- tén fermentando su levadura: esperaremos. Alfonsina Storni ‘Un acto importante, 25 de julio de 1919 _Alguien ha dicho que morir es el acto més importante de la vida... oh, estamos en un todo de acuerdo... morir debe ser mucho més importante que toda cosa humana, a jugar por la aparatosidad de que la muerte ha sido rodeada en todos los tiempos. __ Sise lee lo que es Ja muerte en un libro de medicina la cosa no parece grave: la muerte, dird, es tun fendmeno fisioldgico que se caracretiza por la ter- minacién de toda vida orgénica; 0 cosa ast. Nada; una intoxicacién, la tuptura de un vaso sanguineo, un mal golpe, asfixia, cualquier cosa de é5- tas, y un suefio que ya no termina. __ Pareceria légico que al laconismo de la expli- cacién cientifica correspondiera la tranquilidad del deudo, la reposada tranquilidad del viviente que no ignora que él ha de fincar en el mismo punto. Pero no: morir es un acto gravisimo; primero hay que llorar, si es posible, a grandes gritos; después hay que traer cosas negras, largos citios,Ilenar la casa de silencio y plegarias, oir graves palabras, golpearse el pecho, en fin, toda una serie de cosas que hacen pensar en que el hombre est més cerca de la locura de lo que a primera vista parece, Después de todas estas cosas ceremoniales ha de venir el luto: los hombres trajes negros, sombrero ylo corbata idem, con distintivos especiales... las mu- 59. jeres —oh, siempre las pobres mujeres— han de cam- biar totalmente de indumentaria y de manera mucho iis visible; el pesado merino, ls largas cafdas de cres- pén, los zapatos de cuero opaco y hasta cosas fitiles; porque también hay futilidades que indican luto; co- ‘mo ser ciertos collares negros de borlas opacas. Y el encierro; las personas que estin de luto no pueden reirse mas que de puertas adentro... la iuisica que es siempre una cosa elevada no debe ser cjecutada: se cierran los pianos, se adormecen las gar- gantas; para una muerte, ocho, diez, veinte personas deben hacerse los muertos por una temporada, la que segiin el cutioso cédigo de los hombres debe ser sufi- ciente en todos los casos, para poner de manifiesto su dolor y su respeto al ido. En fin! Buena y bella vida esta... No basta aun ser humano sentir en carne viva la desaparicién dde-un ser querido, ha de manifestar a los demas que la siente y para ello usaré un distintivo; miradme, que he perdido un miembro de mi familia, iré diciendo a ca- da uno de los desconocidos que encuentra por la calle. En los casos en que es més necesaria la expan- sin, la comunidad espiricual, los pequerios alicientes de la vida, el manto negro lo cubre todo, lo ahoga todo, y lo ahoga con hipocresfa en la mayor parte de Jos casos, y a costa de sacrificios en otros, que el Luto ¢s caro y en muchas familias este gasto imprevisto crea deudas y trastornos. ‘A la mujer, mas que al hombre, interesa la ttansformacién de esta costumbre ya fuera de nues- tros dias; es ella Ja que resulta agravada por el luto, que el hombre tiene siempre algiin rincén donde su Iuto pase desapercibido. 60 Pero mucho temo de excederme en este co- mentario: cuando las cosas estén arraigadas por una Jarga costumbre la innovacién se toma como un acto de impudicia; se imagina que quien la preconiza su- fre de cierta amoralidad y al final de cuentas primero es una la imptdica, después son diez, después son cien, después son incontables y por impiidicas que sean las cosas, si los incontabies son imptidicos, la impudicia desaparece. Pero no hay tal impudicia al presente: hay una sensacién de cierta cosa inicil que lena aparien- clas, de cierta moda antinatural, y un poco tétrica, cuando no cémica, que no beneficia a nadie y perju- dica a muchos, Por qué no seria un simple brazalete, como en los militares, la sefial del luto? @Por qué no habria de ubstenerse la sancién social y dejar que cada uno reduzca el término de su dolor o de su ensimismamiento a la medida de tiem- po que esté de acuerdo con su naturaleza 0 con su clase de duelo? Seré esto mds dificil de lo que parece? “Toda esta cuestién del luto estd enredada con la vida del més alld; los hombres son muy duchos; después que los seres han muerto ellos también inter. vienen con su voluntad para negociarles el alma desde la tierras y una serie de supersticiones lo ensombrece todo. En los tiempos antiguos cuando el pensa- miento humano se mantenfa en planos inferiores la muerte era ya motivo de setias inquietudes y ritos. Los hebreos, cuando asistian a entierros de sus seres queridos, se arafiaban la cara y el pecho para 61 demostrat cun intenso era su dolor; esta costumbre motivé una prohibicién severa de tales actos (Levi- ticos cap. XIX). : Céese que los judios imaginaban que derra- mando su sangre por los muertos conmovian las fu- rias infernales y las aplacaban. También se raspaban la cabeza, se ensuiciaban aquélla con cosas como polvo y ceniza, se encertaban en sus casas y cantaban de una manera lastimera y triste; pero el duelo duraba poco: eran siete dias. Esta costumbre no deja de tener un parecido con la costumbre de las “lloronas” de nuestras provin- cias, pagadas para que lancen ayes y se arranquen los los. ae Roma, las mujeres usaban el traje blanco como luto; esto era en Ia época de los emperadores; en los funerales de los magistrados una cosa deno- taba duelo y era ésta: llevar los lictores con las fasces al revés; también el duelo, como en nuestros dias, se sefialaba con el cierte de todos los lugares piblicos, cuando la muerte de un gran personaje enlutaba la a. eerie aha le ee dispersas del cristianismo, algunos Padres de aquélla se dieron a modificar las ceremonias del luto, porque cam- biando el cristianismo el significado de la vida y de la muerte, ésta debfa, naturalmente, variar sus ritos y duelos. : Como el cristianismo dogmatizado expresa la supremacia de la muerte sobre la vida y la eternidad de la vida del espiriu, sobre la fragilidad de la carne, del “barro humano”, la separacién del espiritu de este barro debfa ser un motivo de alegrfa, por consi- 62 guience el luto debia animarse de colores brillantes y alegres, Pero en la Edad Media, la edad tétrica por cexcelencia, la edad de muerte para la belleza humana y la preciosidad de la luz; la edad del claustro, y el subterréneo y la tortura, el luto fincé en la tela negra en los pueblos occidentales, y desde entonces, cam- biando solamente de formas, se ha prolongado hasta nosotros. Los germanos no usaron lutos, y consideta- ban con cierta vergiienza el llanto en el hombre; esto era sélo permitido a las mujeres. Cosas curiosas han sido indicadas también como seftal de luto: cuando murié Juan Ul, rey de Portugal, se prohibié a los habitantes de Lisboa que se afeitaran, por un periodo de seis meses. En la corte del Rey de Francia se usaba como luto el color rojo. El uso de los vestidos de lana blanca fue adop- tado como luto en Ia corte de Espafia y Portugal y duré esta moda hasta fines del siglo XV. Sin embargo, ya a mediados de este siglo, el protocolo querfa que los nobles vistieran de negro en los funerales del rey; dicese, sin embargo, que termi- nados éstos se ponian ropajes rojos como en Francia, El color negro es el Luto adoprado actualmen- te por los paises latinos y americanos; en Egipto un verde muerto, en el Japén se usa el blanco. Como se ve el luto es una simple cuestién de modas en sus aspectos y una cuestidn de supersticién religiosa en el fondo. ‘Numerosos trastornos ha ocasionado el gusto del luto a punto tal de estar reglamentado por bulas 63 y decretos, debido a la frecuencia con que el luto ha servido como pretexto de lujo. El Rey Felipe Il en Madrid dio un decreto sobre cbmo debia usarse el tuto; he aqui algunos pérrafos: “Ordeno y mando que de aqu{ en adelante los lusos que se pusieren por muerte de Personas Reales sean en esta forma: los hombres han de traer vestidos negros de pafo o bayeta con capas largas y las mujeres de bayeta si fuera en invierno y en verano de lanillas que a las familias de los vasallos, de cualquier estado, grado 0 condicién que sean sus amos, no se les per- mita tener lutos por muerce de Personas Reales, pues bastante se manifiesta el dolor y tristeza de tan uni- versal pérdida con los lutos de los duefios.” En Espafia estd legislado que el gasto de luto de una viuda se saque del caudal que pertenece al esposo mucrto, lo que vendrfa a justificar que este asunto del luto tiene su gran importancia, sobre todo econdémica. En pafses democriticos, libres y fuertes, en pafses modernos, esta costumbre del luto tiende a de- saparecer y a simplificarse. La modificacién del concepto religioso y so- cial, la amplitud de obrar segiin la propia conciencia, la necesidad de libertar la vida de trabas excesivas, de costumbres rutinarias, concurre a este fin. Entre nosotros también el uto ha sufrido sus ‘modificaciones; ya la viuda no se viste toda la vida de negro como era tuna costumbre muy generalizada y Jas cargas de velos tienden @ aliviarse. ‘Ahora se ve con frecuencia al dolorido cres- pén sirviendo de manga transparente sobre un braz0 rosado. 64 iNo es preferible, pues, adoprar un distintivo cualquiera, que hacer del luto un nuevo motivo de modas y coqueterias? Bastaria que una liga de sefioras se propusiera hacerlo para que muchas personas se beneficiaran con esta innovacién, Y los que quisieran continuar usando el rigu- roso negro, pues en buena hora, que lo uno no im- pediria lo otro. Lo grave es que una sancién social, fil, in- tervenga para producir trastornos econémicos, en es- tos tiempos en que chicos y grandes no andan con pie muy seguro. Y cémo serfan de felices los hombres si lo- graran dar a su alma la elasticidad de las circunstan- as; si fueran capaces de modificarse, por inteligencia pura, con el conjunte de kes ws ero la vida es una carrera pesada... hay que tirar desganadamente de ella, por las viejas huellas... Alfonsina Storni Carta de una engafiada, 29 de agosto de 1919 Mi querida Tula: Tu carta la esperaba; sé que todo ha trascen- dido, pot mucho que hayamos querido echar tierra sobre el asunto todo el mundo lo sabe. Pero todo el mundo lo sabe mal, Sé que circulan las més horribles hipétesis. Se ha hablado de nuestra separacién. No hay nada de eso. Nuestra vida continuard, jay! como hasta ahora, pot lo menos asi lo deseo. Roberto esti ya fuera de peligro; le extrajeron la bala con felicidad y su convalecencia es répida. ‘Aqui estamos, habléndonos lo menos posible. Frecuentemente él me besa la mano con que lo sos- tengo, entonces me siento a punto de morit de dolor. {Quién podré comprender todo lo que he sufrido en estos dias? ;Quién podré penetrar en la mezcla de sentimientos que me han sacudido? Cuando Roberto intenté matarse yo lo igno- raba todo. Pero con ese olfato que las mujeres tene- ‘mos, imaginé toda la verdad. Fue un golpe con una luz repentina. Me vinieron a la imaginacién 50 mil detalles en los que no habfa hasta entonces puesto mi andlisis. ;Oh, qué horrible fue eso! Mi primer impulso, ‘como comprenderds, fue salvarle la vida. Acaso més que por la vida de él, por lo que yo esperaba saber. Qué de atisbar en sus menores palabras, en sus més 66 67 breves gestos... Después, hice bajezas de todas clases; le revolv{ libros, papeles, documentos; hice saltar ce- rraduras hasta que hallé, oh Tula, unos borradores hechos pedazos: juntarlos, leerlos, morir de desespe- racién, fue todo uno, I¥ qué desesperacién! ;Sabes que te engafian; crees set lo que mds aman en la tierra, y una coqueta Jos lleva a la muerte y lo que es més tremendo atin, sabes que lo que es tuyo ha sido despreciado, vejado por una cualquiera Mis que el dolor de verte engafiada, te due- le la miseria del ser a quien amas, su debilidad, su extravio. Tid sabes cémo es cosa mia Roberto. Ti sabes cémo he corcido su vida; ti sabes todo el sactificio que me ha costado cuidar su permanente debilidad, apartarlo de medios peligrosos. Pues bien, todo esté en el suelo, empolvado, sucio, destruido, Pero, yo no puedo odiar. Ni a él ni a ella, {Quieres creetlo? Cuando pienso en esa mujer, el gran dolor mio ¢s que lo haya despreciado, es que haya jugado con él hasta Ilevarlo a este estado. {Celos? Ya ves que no. Celos vulgares, no. Po- bres celos de la materia, no. Celos infinitos, acaso, de un ser espiritual que yo he creido formar y no he for- mado. Celos infinitos, mortales, como los que ten- dria una madre, orgullosa de un hijo digno, si com- probara que el afin del robo lo tienta. Celos de haber sido superada la belleza moral por la fuerza moral del instinto. Ah, todo esté destruido. Roberto me ha hablado; me ha pedido perdén. ‘Antes de que me lo pidiera yo se lo habia concedido. Entiendo. Le he prometido ser pata él lo que era antes y me ha prometido olvidarlo todo. ‘Mis atin, me ha pedido que lo ayude a olvidar. Pero es que entienden los hombres lo que hay dentro de algunas almas de mujeres, que hasta llegan a pedir que les ayuden a olvidar? Aytidame a olvidar! ;Y te lo dicen con una inconsciencia, con una tranquilidad de espiritu, con una seguridad tal, que s6lo esta inferior condicién de mujer puede tolerarlo! Si, inferior digo. Inferior porque recogemos todo lo deshecho, lo manoseado. Inferior porque pasamos la vida cons- truyendo lo que el hombre destruye. Inferior porque el sentimiento nos maniata, inhabilita y ciega para la ctueldad. 2No te has fijado tii en que todas las grandes cosas se hacen a base de crueldad? ‘Ab, perdéname. ;Ves cbmo salto de una cosa a otra sin orden? Es que mis pobres nervios no estén bien. jQué vacio tengo en el alma! huir de mi misma, de mi bondad, de de todo esto esttipido! ;Ah, tomar la vida entre las manos, despojatla rabiosamente del sentimiento; echarse a bucear la pri- mavera, los cielos azules y célidos, las bellas rosas per- fumadas... Sentir bajo los pies la tierra redonda que 68 cede a tu paso y saltar de alegria en alegria, rojos los labios, liviana el alma! Aqu{ estoy, en cambio, al lado de un hombre pilido y taciturno, que tiene el pecho agujereado y el alma rofda, a quien dia a dia debo lavar la herida del cuerpo y cicattizar la del alma. Este hombre es mi marido, mi marido que queria suicidarse por una vul- gar que no quiso seguir siendo su amante. Qué pensards de mf? Déjame decir lo que se me ocurre. Todo esto no es, acaso, mas que pura rabia disimulada. {Cuando volverin los dias pasados? :Los dias de creerme dulcemente amada, finalmente preferida? Cuando volveré a tener un alma en mis manos para imprimir en ella los moldes mios? ‘Acaso ya nunca. Hoy siento que aquello no seré ya rsucitado. Siento repugnancia, fastidio, por las cosas trizadas. ¥ quizés espiritualmente no pueda sobreponerme a este concepto estético. Dicen que el tiempo... A este pobre viejo le dan demasiados talismanes los felices. Hoy no espero nada. Nada que no sea seguir entendiendo, es decir, seguir anulindome. Escrfbeme. Besos. Mercedes. Aifonsina Storni —— {Quién es el enemigo del divorcio?, 5 de septiembre de 1919 En nuestro pais —bien lo sabemos— no existe el divorcio, Feliz o infeliz, la pareja matrimo- nial debe soportarse lo mejor que pueda, 0 aborre- cerse lo mejor que pueda, también. Verdad es que existe la separacién de bienes y de cuerpos, especie de mala regadera, completamente estéril para la fuerte sequia espiritual en que deben consumirse dos setes que se repudian, atados para to- daa vida. gPor qué no existe el divorcio en la Ar- gentina? Porque tiene un enemigo declarados la pro- pia mujer. No ha habido ver que se haya hablado de di- vorcio, con alguna seriedad, que elementos femeni- nos influyentes no hayan tendido sus redes, oculta 0 abiertamente, para hacerlo fracasar en proyecto. Y lo han conseguido. Bien es verdad que por detris de las blan- cas manos que tendfan hilos asomaban hombres habilisimos que moldean a placer el espiritu de las mujeres. Se me ocurte pensar: ;s6lo eso? {Toda la opi- nién fermenina del pais era ésa? ‘Acaso no; no debemos olvidarnos que sélo tuna parte de la poblacién, la nativa, esté representada 70 en el Congreso, y acaso, sélo cierto grupo de las mu- jeres nativas, precisamente el influyente, sea el firme enemigo del divorcio. A propésito de una encuesta celebrada entre los politicos del pais, en una revista semanal, recuer- do el esqueleto de un pensamiento emitido por un diputado nacional; decia éste, con cierta puerilidad, que la familia argentina, en virtud de su tradicién de honestidad y decoro, no necesitaba el divorcio. En fin, en un trazo, este distinguido politico borraba en la familia argentina toda vida propia, todo accidente psicolégico, toda fuerza personal, para este- reotiparla en un molde inconmovible. Afortunadamente, la familia argentina vale mu- cho mas que todo eso: no queremos creer que no ne- cesita entrar a considerar el divorcios supondremos, cuando mucho, que, necesiténdolo, no esté en condi ciones ideolégicas de sostenerlo contra ciertos princi- pios religiosos que lo condenan. No habré mujer, dominada por estos princi pios, que no sea su enemiga declarada, en contra de toda Idgica, de toda verdad razonada y hasta de todo argumento moral No seré posible llevar al convencimiento de aquel espfritu esta cosa sencilla: el matrimonio es un contrato civil. Todo contrato puede ser anulado por volun- tad de los contratantes. El contrato matrimonial no deberfa escapar a esta norma legal Verdad es que considerando el matrimonio bajo su faz puramente ideal, la palabra contrato parece pedestre, privada de bella elasticidad senti- mental, na Y sin embargo el matrimonio es un contrato. Bs un contrato con clusulas legales fijadoras de cas- tigos para los contrayentes que las violen. Lejos esté pues el matrimonio actual de ser la cosa pottica ¢ idealista que une dos almas y no razona sobre sus pequefios o grandes intereses, y no se anti- cipa a momificar sus sentimientos. Pretender pues disimular su cardcter de con- «rato bajo un manto de idealidad pura, es revestirlo falsamente, darle un pasaporte adulterado a sabien- das, complicar los sentimientos, ofuscar la vida. Nada tan falso, ante la naturaleza, como el matrimonio. Todo en él es absolutamente conven- cional. Cuando menos, entonces, que el divorcio pue- da beneficiar a los que no hayan podido amoldarse a este convencionalismo practicu-sentimental. El divorcio es singularmente beneficiador para Ja mujer. Frecuentemente ésta no lo cree. Bs decir: la mu- jer que se basta a si misma, sf Jo cree; la mujer de cierto caricter, de cierta linea, de cierta ideologia, s{ lo cree. ‘La mujer que vive con ideas prestadas y tiene poca confianza en si misma, le teme. No se vaya a creer que siempre exista un te- ‘mor sentimental; frecuentemente es un pobre temor ‘econémico, social. ;Y si mi marido me abandona? Piensa la mujer. Y prefiere vivir sin horizontes espiri- tuales algunos, dejar deslizar la pobre vida del cuerpo que descender al fondo de su ser y encontrarse. En provincias, principalmente, conocemos, todos, un tipo de mujer a quien el divorcio harfa temblar. 72 Es una mujercita acicalada, que se viste de arriba abajo con alfileres, que vive de murmutacio- nes, que es tan ignorante como agraciada, y que, al casarse abandona, en cuanto la maternidad la so- licita, toda coqueteria prudente; y cuyos hijos, en manos de pobres sirvientas, han pasado por todas las calamidades de las colitis, gastritis, dispepsias, ata- ques, etc. Es indudable que a una mujer asi el divor- cio es de todo punto inconveniente; y es que, tal mu- jen, no esté capacitada para formar severamente una familia. __ La mujer que tiene conciencia de lo que esto significa no teme el fracaso: lo previene y se adelanta a dl. Y sie fracaso sobreviene por razones personales, imposibles de ser sospechadas, su vida existiendo el divotio no esté mutilada, Atin quedan horizontes legales. El hombre, bien lo sabemos, siempre tiene horizontes. Si no son legales a nadie preocupa. Se ha insistido también sobre el problema de los hijos. Las mujeres, madres en primer término, han querido ver en el derecho de los hijos la mayor razén sentimental en contra del divorcio. En verdad que el asunto de los hijos es una cosa grave siempre, con o sin divorcio. Desde que la civilizacién creé en el hombre la idea de responsabilidad entre lo divino o, simplemen- te, ante el conjunto de cosas que componen lo que el hombre llama su conciencia, los hijos ereados por vo- luntad expresa pesan sobre ésta: de alli los principios de la educacién paternal que procura realizar en el hijo un ser de provecho, 73 {Todos los hogares, legalmente constituidos, y de vida aparentemente normal realizan esto? He podido comprobar que es escasa la pareja matrimonial que vive dedicada a atisbar en los nifios su intima naturaleza, desarrollarla con inteligencia, amoldarse, sin perder la autoridad paternal, a la per- sonalidad del nifio. Por lo general he comprobado una eduicacin rutinaria, que lo mismo puede darla la madre que la institutriz, el padre que el tutor. Esto, cuando no he presenciado dentro de Jos matrimonios toda serie de actitudes, destemplan- zas y amoralidades, que los hijos reciben dia a dia dentro de la sagrada institucién del matrimonio; escuela negra esta, para el tierno corazén infantil, que de entrada a la vida encuentra frente a sus ojos alegres la sombria expresin de dos enemigus: sus padres. Considerado asi, los hijos alejados del hogar primero no han de ser més desgraciados que los que en aquel ambiente se desarrollen y, sobre todo, si los hijos lo son de padres perversos, cualquiera sea la for- man que la vida de aquellos se oriente, han de sufi su desgracia. No ocurtiré lo mismo si se trata de bellos es- piritus, que, a pesar de todo esfuerzo, no hayan podi- do realizar en la vida practica la conjuncién de sus temperamentos. Yo diria, pues, que el divorcio no agrava nada cn la vida actual de las sociedades, donde el hombre y la mujer saltan frecuentemente por sobre los frenos legales con mayor ventaja, indudablemente, el pri- mero que la segunda. 74 En cambio quedarfa como puerta abierta para muchos casos donde el problema de los hijos no exis- te, o encuentra frente al sentimiento de los esposos tuna estimable solucién. Si la facilidad del divorcio propicia la per- versidad de un ser de poca conciencia, debemos tam- bin convenir que en fa actual legislacién matrimo- nial esos perversos encuentran serios filones: tales son las fortunas femeninas de que el hombre se aduefia mediante el matrimonio para administrarlas a placer. Verdad es que, tanto la mujer como el hom- bre que se amen de veras, deberin abandonarse me- ‘nos en sus mutuas atenciones y deberes; pero esto, lejos de ser un mal, puede contribuir a embellecer la vida matrimonial por la obra del arte, pues que, qui- z4s dentro del matrimonio concebido como ideal, todo sea un delicado y minucioso arte. Por lo dems, en cuestidn de innovaciones so- ciales, nada tan préctico como observar los resultados de su aplicacién, Bien se ha visto que en los paises en donde est implantado, ninguna amoralidad especial ha so- brevenido. Las enemigas del divorcio deberian pues ejer- citar su tolerancia en beneficio de tantas mujeres a quienes puede ser itil. Si como una llama divina alienta en ellas la virtud del sacrificio, el heroismo de la resignacién, Ja pureza de la vida espiritual, razén demas para estar capacitadas para entender que sélo la verdadera bon- dad puede alcanzar esta virtud. El divorcio, para quienes de él deseen apro- vechar los beneficios; y la resolucién privada perso- 75 nal, respetabilisima, de puertas adentro, de sera solas con su conciencia, 0 con sus prejuicios, 0 con su he- roismo, o con su cobardia. Es la tolerancia, por excelencia, la que expre- sa el grado de cultura de un pueblo. ‘Nuestras mujeres son muy inteligentes. Por qué no darén a su inteligencia la elasticidad preciosa de las ideas? Alfonsina Storni Los detalles; el alma, 19 de septiembre de 1919 __ Tas mujeres se visten hoy con grandes dife- rencias respecto de los hombres Mientras étos han evolucionado hacia un traje préctico, de cierca severidad, sujeto por la moda a pequefas variantes, los tajes femeninos permane- cen estacionados, defendiendo rabiosamente las gra- ciosas inutilidades, los detalles complicados. ‘Una mujer elegante de hace tres siglos no car- rrr—”—C—C#ENN El hombre offece, por el contrario, en la a tual manera de arreglarse, marcando diferenct nado, zapatos, medias, sombrero, cuellos, puitos, ape- nnas si conservan reminiscencias de la antigua co- queterfa masculina, BY esto? Bien sencillo, ECC amos puramente de detetminadas class sociales, las que tenian vida propia, los libres; es dect, la clases see Bien pues; estas clases, suprimidas las guer- reras, vivian ociosas; era pues indispensable preocu- parse de cualquier cosa: el atavio, la vida galante, el detalle complicado, la novedad trivial , La simplificacién i ij deteaceimpliiencin del ue asain hi 7 Mercladas en cierto modo las clases sociales, repartida més equitativamente la propiedad y el tra- bajo, la indumentaria masculina igual, en sus formas, pata todas las clases sociales, consulta una serie de necesidades de la vida moderna. Lo probarian la cantidad de bolsillos de los trajes masculinos, bolsllos cuya cantidad nunca fue mayor en anteriores costumbres. ‘La mujer, en cambio, por mucho que se haya mezclado a la actividad moderna no ha perdido, todavia, ciertos aspectos, trabas, particularidades de antiguas modas. Sea que en verdad es mucho més conser- vadora que el hombre, sea que las cosas menudas, ligeras, delicadas, exaltan su feminidad, sea que le agrada cubrirse, en el traje, de numerosos, com- plicados y frigiles velos, como por herencia se cu- bre el alma, sea por lo que sea, la indumentaria femenina no ha evolucionado casi nada y sigue siendo incémoda, poco higiénica y a menudo anti- estética. En ciertos pueblos avasallados por la activi- dad femenina se esté dejando sentir, sin embargo, una transformacién del vestido de la mujer. Esto no ¢s, por el momento, muy alarmante; no hay que asustarse. Una elegante mujer con su traje tailleur sen- cillo y prictico no esté, todavia, tan masculinizada, como afeminado estaba un sedoso caballero de pelu- cay pantalén corto, caballero que, como elegante era aceptado, y ante cuya dama un hombre vestido como en nuestros dias no hubiera podido presencarse sin ser cortido a burlas. 78 El taco alto del zapato, por ejemplo, que mu- jeres y hombres han usado, es uno de los detalles del chic femenino que las mujeres han defendido mis tenazmente, mientras que los hombres lo han reduci- do a cierta medida légica. Pero no siempre, por cierto, hombres y mu- jeres levaron tacos. Los antiguos egipcios, los griegos, los roma- nos, los persas, los asitios, que desde tiempos remotos uusaron calzado, ya en forma de sandalias, escarpines, especie de sacos de un solo pedazo de cuero, y aun de semibotas guerreras, no conocieron el taco. Su uso data desde hace sélo algunas cen- turias, A principios del siglo XVI parece iniciarse con cierta timidez para cobrar audacia a fines del mismo siglo, siendo las mujeres, en virtud de la pequefiez con que favorece al pie, las que lo usaron desde en- tonces con mds atrevimiento. Los zapatos de los hombres fueron, sin em- bargo, tan complicados como los de las mujeres y no s6lo los llevaron de cuero negro y oscuro sino de los ‘mds brillantes colores y extravagantes modelos, El zapato que usaba Luis XIV, por ejemplo, conocido con el nombre de zapato Moliére, por ha- berlo usado este personaje, se sostenta sobre un alto tacén y en forma de semicirculo 0 abanico, un lazo grande se abria sobre el empeine. Los que llevaba el clero, menos en tiempos de los dos reyes que a aquél siguieron, tenfan el taco revestido de tafilete colorado y se sabe que mujeres, en tiempos de Luis XV, los llevaron hasta de diez cen- timetros de alto. 729 — En Espafia, durante el reinado de Carlos IIL se us6 también en el taco rojo la hebilla cargada de pedrerias. En Alemania este mismo taco estuvo de moda en el siglo XVIII y en Italia en tiempos de . Dede cl siglo pasado el hombre usa, a la es- tética gracias, solamente botines de cuero de distintas clases, discretas formas y bajos tacos. : La mujer, todos lo sabemos, contintia usin- dolos de seda, telas bordadas, de colores vistosos, para fiestas, y con frecuencia de tacos terribles. Este taco alto tan combatido por los higie- nistas y tan dulce a nos, tiene la bella tarea de desviar la columna vertebral echando el cuerpo hacia ade- ante, con el objeto de hallar el centro de gravedad necesatio al equilibrio; molesta, ademds, y muy seria- mente, delicados érganos contenidos en la cavidad abdominal, amén de producir esos graciosos espec- tdculos callejeros de damas que danzan sobre sus ele- ancos un tembloroso minuct. ; ae “Ginense a las delicias del taco las del corsé, que deforma la caja tordxica hundiendo las iltimas costi- llas y presionando, de tan mala manera, los pulmones. El mismo corsé comprime el estémago, difi- culta los movimientos intestinales y afecta el funcio- namiento general de casi todos los érganos internos. {Qué pensamos mientras tanto de estos tira nos que deforman dia a dia la belleza femenina y empobrecen su vitalidad? No pensamos nada. Estamos muy preocupadas con el feminismo que, por lo visto, intenta destruir una feminidad ya destruida. 80 Yes que, en verdad de cuent ; que, as, la mujer ast ahora ane ome principalisimo fin tgedan 7 lo en ella, hasta sus més de ; grandes senti- mientos, han sido avasallados por ests st penibn de agradar, alrededor de la cual, desordenada y vertigino- samente han zumbado todas sus dems tendencias. Todas las cosas iniitiles de que la mujer se carga al vestirse no son més que trampas, més 0 me- ‘nos inceenees mas ‘9 menos razonadas, con que desea atraet la atencién masculina, lograr sus alabanzas, conquistar su admiracién, : El citado corsé no tiene mé: ji : és objeto real crac encanto fsy modeler ctor ro no se crean culpables las mujeres mod. nas de algiin grave delito; ellos ern, atlas i f exaltan, as ls buscan. ona Ademés no I . son las mujeres mode han inventado sus acwales stad SS De otras Evas les vienen; ji _ OD ; junto con la heren- cia espiritual del i ci sexo, han legado las herencias ma- wade wm su cémplice el taco, el corsé emballe- ae da siglo X01, aunque en diversas formas, ero sin listones, se haya llevado is Vilizacién cristiana, desdeanes dela ci Catalina de Médicis lo extendi i6 en Italia, al transportarlo de Francia, y su e i nora Francs, ya ental in Descle entonces, 4 pesar de toda yor alar- ‘mante, ia Iman, ea rela pend no ha abundonad af Por mds que se haya d ya dicho que la efisema ve- siculas, la tuberculosis, la dilatacin cardiac, la leona 81 redonda del estémago, la dispepsia y otras distintas enfermedades pueden provenir ficilmente del uso abusivo del corsé, la mujer no se tesuelve a perder st. actual elegancia ficticia, convencional, exterior. ‘Acaso, mucho més que el corsé y los altos ta- cos, favorecieran la clegancia femenina sanos ejerci- cios, prudentes masajes, arte tan exquisito y saludable como la danza clisica, practicada como ejercicio. Voy muy alls! {Es todo esto muy confuso! Bien puede ser que yo tenga de las cosas un concepto demasiado personal. Es que acaso sienta hoy una gran piedad por a mujer, es que acaso la ame ideolégicamente tanto, que me vea obligada a atacarla para defenderla, para cexaltar la mujer Futura, TEs que desearfa para cla la fuerza de un atleta, la delicadeza de una mariposa, la claridad del agua, el entendimiento de un filésofo, la gracia de una ninfa Es que la quisiera mucho més idealista de lo que es, y sobre todo, mucho més pura, mucho més completa. Pero cémo puede ser puro el ser que anda siempre cargado con su mascara, porque la mascara es su mejor arma? {Qué ldgica existe en el sujeto femenino que se desespera ante el hijito muerto, cuando ella mis- mma ha impedido su libre desarrollo con tacos, corsés, etc? {Qué claridad es la actual claridad femenina? {la de la ignorancia? Eso no vale nada. ja del recato? Este su recato a medias, con pequefias restricciones, con pseudas ingenuidades, me 82 resbala por el alma como una cosa viscosa, blan : a, blanda, {Qué embarullado esté todo esto de l i arull la mujer! Cunea dificil tarea para golpearle en el al- ‘ma; cudnta incomprensién masculina; : : amontonada! ae A veces cierro los ojos y me pregunto angus- tiada: éQué sera de todo esto? ‘Termino. Observo que hoy por h tachar de poco roménea, "°° Me Podek Con una elasticidad realmente femenina he saltado, sin darme undo si darme cuenta, del taco y el corsé a la std demasiado mal? Alfonsina Storni A propésito de las incapacidades relativas de la mujer, 10 de octubre de 1919 Heme embarcada de nuevo en este tema, bien burgués, bien moderado por cierto; incapaz, por ahora, de hacer descolgar la luna del firmamento que, tun poco vieja y desdentada, sigue rodeando a la tierra sin saber que existe un pais, el nuestro, donde entre ‘muchas cosas raras existen unos cédigos —fantasmas, isteriosos, que, como cosas sagradas, permanecen impenetrables desde hace varias décadas— Estos cédigos, con sus disposiciones fésiles, hacen recordar cierto curiose licho lefdo en uno de Jos tantos ratos de aburrimiento por que se atraviesa en la vida, En tiempos de los iiltimos reyes de Francia (no recuerdo cual) paseando por uno de los jardines palaciegos, observé un cortesano que, dia a dia, un hombre, parado en un mismo sitio, hacia guardia a algo, para él invisible. Picado en su curiosidad, interrogé al hombre, recibiendo esta respuesta: —Sefior, hace afios, en este sitio hubo un banco, al cual, en un dia equis, le dieron una mano de pincura. Para evitar que las personas que por este jar- din paseaban pudieran sentarse descuidadas, man- cchindose los trajes, se me dio orden de permanecer de guardia y dar voz de alerta. 84 *Pues bien, el banco se secé, i , € secé, y luego fui re- sido de gut, ero como nadie ha levantado ini signa fa fa

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