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Las voces de colores.

Hidalgo Tuñón, Alberto.


[Arequipa, Peru], 1918.

https://hdl.handle.net/2027/uc1.ax0002561710

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UNIVERSTYQF QALIFORNIASANDEGo º

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University of California, San Diego
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CI 39 (1/91) UCSD Lib.


Las Voces de Colores
OBRAS DE HIDALGO
W)erº SOS -
ARENGA LIRICA ALEMPERADOR DE. ALFMANIA
1916 Agotada

PANOPLIA LIRICA, 1917.

AS VOCES DE CO ORES, 19l S.

LA SONBRA DE HERCULES, (Epopey a En preparación,

NOVela
19,

LADIS AO, EL GUARDADOR. º lista para prensa


la
Crítica
HON1BRES BESTIAS,
S.

19l
Y

Los GRANDES POETAS NUEVOS DE AS RCA,


,

1919, (F_n preparación.

Pr OSa
EL LIBRO DE LOS PANFLEIOS. 1919. en preparación
ALBERTO HIDALGO
2 a

LAS VOCES DE COLORES

C) 8
A

la memoria ilustre y veneranda de don


Manuel González
Prada, que fué el mayor prosista castellano de estos tiempos
y que forjó el más sublime poema de todos los siglos: su
propia vida; este libro, uno hasta en su misma variedad, sen
cillo como el espíritu de los hombres primitivos y complejo
como el alma de los modernos, devotamente, CONSAGRO.

A. H.
PROLOGO
Prólogo

IB Ro de inspiración multicorde, pa
radójica, desordenada, heterogénea,
y contradictoria a veces, este cuarto

libro nuestro, que arrojamos en alas

de la publicidad, para solaz de espí.


ritus selectos, indignación de cretinos y
sordidez de envidiosos, ha menester de

unas cuantas palabras que le sirvan,


A I, BFRT( ) l) Al , (; ()

si nó de espaldarazo, que no estaría

bien que nosotros mismos se lo diéra


mos, por lo menos de pararrayos que
le salve de las tempestades de la

crítica y las tormentas de la maledi


cencia.

/las loces de Co/ores es un paréntesis

abierto en nuestra producción literaria.

Dedicados casi por entero a sanear el


ambiente social de nuestro pueblo, en

lo que somos acompañados por el noble


amigo y admirable escritor Miguel A.
Urquieta, hemos sido bautizados ha
pOcO tiempo con el nombre de «panfle

tario». Orgullosos aceptamos el apelativo,


que panfletarios se llama a Montalvo,

González Prada, Blanco Fombona y

Vargas Vila. Un libro, pues, de versos,


en medio de esta labor, habrá de extra
LAS V () CES I) E COL () RES N I

ñar a quien no nos conozca de cerca.

Es algo así como la dulzura, hecha


caricia, del agua que apaga las llamas
de un incendio. Bendito incendio el

que hemos producido De él saldrá


purificado, como las antiguas vírgenes

inmoladas a los dioses, el corrompido

ambiente de la tierra que tenemos el

orgullo de llamar nuestra.


Comparado con nuestros anteriores

libros de versos, éste, superándolos en

pureza de forma y castidad de lenguaje,

es como el último botón de una boto


nadura. A renga Lírica a / /Ema/erador

de Alemania primero y /Pano//ia Lírica


después, marcaron nuestra personalidad
poética; /las loces de Co/ores la con
sagra. A renga fué el alarife que echó
los cimientos de nuestro templo; /Pa no//7 a
N. II A I, BERT () ) .A.I. (; ()

el arquitecto que lo construyó; / as


loces de Colores, es el pintor que lo
decora.

Entre /'ano//ia / írica y el volúmen

presente, hubimos otro hijo: //ojizó, es y

/es/jas, libro demasiado viril para un país


tan gallináceo como el nuestro, libro q

es un bisturí enclavado en la putrefacta


carne de los literatoides peruanos, libro
que es un bello ademán de hombría an
te un hatajo de cobardes. //ojizó, es y

/3es/ias denunciado a la Justicia por un

miserable a quien lanza mos un zarpazo


sobre la testa de cerdo: Ladislao Corra
les Díaz (lector escupe este nombre),
triunfó, a lo que parece, en el extranje
ro, mientras en el país una traílla de
menguados se lanzó sobre él con ataques
de can hidrófobo y epilepsias de ma
LAS V () CES C() RES XIII

II)

L
E

( )

en
ricón, cobarde que acalaº

el
brar
y
acudió los Tribunales en vez de

a
acudir nosotros, para defender perso
a

q,

en
su

nalmente honor, honor suyo

el
felizmente, ya nadie cree.

Por ejemplo, un rufián, cuyo nombre

de
apenas maliciamos, un periodiquín
en

capital de República, con palpable


la
la

irreverencia para nosotros, afirmó que


tan maravilloso poema nuestro como /s/
de

Vuevo Sermón Montaña había


la

lo

prólogo
de

mos calcado del /las ll/o


in

tañas del Oro. Para pretender probar


lo, mentecato irreverente, citaba, com
el

parándolos, unos otros versos de am


y

composiciones. ejemplo
El

bas más
cual,
en

contundente articulista
el

el
y

de

anónimo, cifraba todas sus esperanzas


escándalo, que sigue:
es

el
XIV ALBERT () III) ALG ()

Es una gran columna de silencio y de ideas


en marcha.
LUC, ONE S.

Es una inmensa nube que preñada de voces


avanza, etc.
HDALC, O.

¿Qué idea tiene ese sopenco del plagio?

¿ No sabe q“ quiere decir lugar común? ¿O

a caso, no le parece lugar común esa


frase ? Si así fuera,
Es un tropel de cuernos que hacia un zambo de Lima
dVanza.

¿ también le parecería plagio?


Ande con tiento el mulato cuando ha
ga afirmaciones de esa la ya; piense, si es
susceptible de pensar, que no es lo mismo

lucir por las calles la cabeza llena de

a aformos, que desenmascarar plagiarios,


como hemos hecho en //o m7ó 7 es 1 /es/zas,

lo que quiso imitar; y tenga un poco de


respeto a quienes tienen sobre él hasta
superioridad de raza.
LAS VOCES I) E C ( ) L ( ) RES NV

Nos ha cabido en suerte ser los

iniciadores en nuestro país, de un mo


vimiento de renovación lírica que (¿está
mal que nosotros mismos lo digamos?),
después de haber servido de huella para
varios jóvenes, va ganando adeptos en

una que otra de las repúblicas vecinas.


Este movimiento renovador consiste en

haber infiltrado en la poesía castellana

la enjundia filosófica del Futurismo, sin


hacer uso de la forma en que sus ini
ciadores lo envolvieron.

Antes que nosotros, aquí, en América,

Vasseur y López- Penha, adaptaron la


modalidad lírica del demócrata Walt
\Vhitman, pero al adaptarla se pegaron
demasiado a la escuela del maestro.

Así, con sus motivos de inspiración


trajeron sus maneras. Y las maneras
XV AL BERTO HII) A LGO

del gran cantor yanqui, no están ni pue


den estar de acuerdo con ciertos rasgos

de nuestra raza y, muy especialmente,

con la fonética de nuestro idioma. Nunca,

ni en el arte ni en la vida, hemos sido


conservadores. Antes bien, somos
amigos de las novedades. Mas es

justo confesar que las innovaciones


métricas que, aprendidas de Whit
man, se ha traído a la lengua cas
tellana, pecan de exageradas e in
necesarias por ende. Sustituír el verso

con unos cuantos renglones de prosa

más o menos rítmica, en forma de pa


ráfrasis, como han hecho, entre nosotros,

nuestro amigo Abraham López Penha,

en quien, dicho sea de paso, vemos


uno de los mayores líricos de América,
y Ramón Pérez de Ayala, alto señor
, AS V () CES I) E C ( ) L () RES NV

de las letras españolas, es sencillamente

inartístico.
El verso castellano, en nuestro
concepto, para ser tal, deberá tener

rima. Ya Leopoldo Lugones, en el

prólogo de su / u /uario Sen/imental, ha

dicho que la rima es elemento esencial


en el verso moderno. De acuerdo con

el maestro argentino, usamos a veces


el verso libre, libre tal como nosotros

lo entendemos. La composición Z/na

Odisea, y la mayor parte de las que


integran la sección Sa/idas de fono,

pueden servir de ejemplos. Están

escritas en verso arrítmico, pero ninguna

va desprovista de rima.
Esto, cuanto a la forma. Cuanto
al fondo, tenemos que hacer también
algunas observaciones.
NVIII A BERT ( ) ) .A. ( ; ()

Hemos reunido bajo el nombre de

/Las loces de Co/ores, piezas de índole

diferente y, a veces, antitética, mas


agrupándolas según nos han parecido
afines unas de otras. Hay, pues, aquí,
desde el canto de tono frascenden fai/

de /.as / uerzas de la lida, hasta el

soneto pictórico de ()/cografías, - 1 gua


/ rey fes y otras secciones; desde el / la maona y,

agresivo casi, de Sa//a/as


afe

fono, hasta

el
subjetivismo un poco místico
de

de
/;

s/a dos

a/mea; desde alarde egolátrico de ("no


el
y

parnasiana
de

m7ismo, hasta serenidad


la

/Enga ces. Recordamos que alguna vez


y

hemos dicho
como no tengo moldes escribo que siento.
lo
de

y en

Nada raro hay pues que hoy


digamos una frase de respeto mañana
una insolencia. Eso abunda en este
I. AS V () CES I) E C() L () RES N IN.

libro, y prueba que quien lo ha escrito


lo ha vivido. La contradicción, como
ya álguien lo hizo notar, es un síntoma
de vida.
Al revés de otros autores tenemos

absoluta confianza en el éxito de nues

tros libros. De nó, seguramente, no

se publicarían. Este, está llamado a

triunfar. Y si sucede lo contrario, no


importa. Por lo menos le quedará el

orgullo imponderable de haber triunfado


ante nosotros mismos Y eso le bastará...

Alberto Hidalgo.
Je suis le fils de cette race
Dont les cerveaux plus que les dents
Sont solides et sont a rdents
Et sont v oraces.

Races dº Europe et des soudaines Amériques,


—Ma race!—Oh que vos pas sont beaux
les

portent sur sommets lyriques


ils

Quand
Toujours plus haut
Les feux maintenus des antiques flambeaux!

Avee des regards nets, puissants ingénus,


et

Vous explorez terre entiére:


la

Toute leuer qui filtre, tra vers inconnu,


a

De vient, entre mains, une enorme lumiére.

VERHA EREN:
my

/les orces ses


la

la
/

/it

a
MUSA
la yo por la vida solemnemente mudo,
mudo con el mutismo de las cosas: enorme

silencio en que tan sólo se oía mi desnudo


corazón que latía con un ritmo uniforme.

El mundo estaba a hito de una paz de convento


con inmovilidades impasibles de roca,
y en esa paz dormía mi joven pensamiento
cual niño a quien le fuese toda pereza poca.
26 A BERT () II ) ALG ()

Mas, luego, un calosfrío cruzó sobre la Tierra


que sacudió con ímpetu su centenaria calma,
y yo escuché las voces de un gran clarín de guerra:
y ese clarín sonoro se ine metió en el alma.

Y mientras galopaban inmensos escuadrones


y corría latino y avanzaba
el el germano,
haciendo dúo al ronco tronar de los cañones

yo levanté ante el orbe mi arpegio castellano.

Por eso es duro el ritmo de mi verso cual maza

caída de cien metros para achatar un cerro,


y contemplo las luchas de mi latina raza
cual hombre que presencia la marcha de un entierro.

Yo no tengo Pegaso, ni Musa, ni Castalia.

No creáis al poeta que os hablare de infusas


inspiraciones. Esas son cosas de ecolalia . . .

¿Tú tienes Hipocrene? ¿Mentira! Ya no hay musas.


LAS V () CES I) E C () , () RES 27

Hoy que siento un tumulto de máquinas de guerra


correr sobre los campos voy alzando mi verso,
mi verso en que se suman: el cielo, el mar, la tierra
mi verso en que parece vivir el Universo.

Es que, cuando mi joven pensamiento dormía,

oí un clarín sonoro que me quitó la calma.

Y canto desde entonces porque ese mismo día


aquel clarín de guerra se me metió en el alma . . .
FNGARCES
ORO

37 Gabriefa / s traf
l betún del silencio cubre todo
el trozo campesino. Muere el día,
y los rayos del sol se unen a modo
de lima duras de una joyería.

La sombra de un volcán parece un codo

sobre el paisaje. Con su algarabía


no cruza ninguna ave. Se diría
que hoy está el mundo de quietud beodo.
9 V Nº J. () ( IV *) )

V O Opunt sul etu sou ulo uno sol sol sol


suº.IluoluI o lº A m2 onuoulon.10 sns o soluto
lo loop ou tu dso nula eqoo opu

II Orinº un o onuono op souosnll “sucum2.A

X lº lºs o out.1 unen Icod o otu utºp suculeri


op 1 o 12u o sns solo e 12 en opu
NOCTURNO BEATO

77fferto Uffo a Sotomayor.


Salta como bañista en la laguna
la media luna, y a su influjo en ampo

de hostia se vuelve toda; un hipocampo


navega hacia la orilla, sin fortuna.

Bajo la virginal luz que oportuna


mente ilumina la quietud del campo,
el trigal se me antoja un crisolampo
engarzado en la plata de la luna.
38 Al , 3 º RT() II) A ( ; ()

Selene va con majestad; tras élla


marcha un humilde y taciturna estrella,

como tras de una reina un albo paje.

Es como un fraile arrodillado se un monte


rezando en la piedad del horizonte ...
No ven los ojos, beben el paisaje
LO MISMO ...

37%/am6erto Bef 9guita.


l paisaje está mudo. No habla nada
a los ojos del alma. Un policromo
lienzo pone el crepúsculo, y es como
un sepulcro en que duerme la mirada.

La torre de una iglesia encapuchada


entre las sombras, toma un tinte bromo.
Hay un silencio gris. Ni por asomo
cruza revoloteando una bandada
42 A I, BERTO ) AL (3O

de golondrinas. Inocentes frutas


penden de los racimos de las huertas,
donde las plantas son viejas enjutas

que alzan plegarias en la unción de la hora


y que han visto y verán las aguas muertas,
ayer, mañana, siempre, igual , que ahora ...
FRIO
Y hasta quizás la muerte que nos hiere
también tendrá su muerte: ¡nniserere!
IDANIE 1. v.Asou Ez.
las

mucho sol, pero helado


se

siente
silencioso ambiente de la tarde.
el

alma del poeta, en un alarde


El

de introversión, inmerge, grado grado.


se

Súbitamente su deseo airado

oculta un macho que arde,


en

instintos
gañán todo un cobarde
se

cree
y

el

para violar
su

tierra con arado.


la
46 A , H ERT () ) ALG ()

Las cosas mismas tienen frío; todo


parece congelado, y, a su modo,
cuenta sus penas a la orilla el río.

Allá, a un volcán estremecer se siente.


y su cumbre tirita, de repente,
cual si el hielo también tuviera frío!
OPIINISMO
Hay que esperar, tenemos que es perar,
hay que esperar los días que vendrá 1n...
MA URICIO MAETHER 1,INCIA.

l dolor de la tarde me contagia


de la terrible enfermedad del tedio;

canta una ave agorera un epicedio


y para mi alma otro dolor presagia.

Como por arte de proterva magia


deja el sol de alumbrar para mi predio,
y yo no puedo hablar, pero le asedio
con los ojos; el sol mi mudez plagia.
5O A , BERT() II) AL (; ()

Vuela una golondrina, de repente,

sobre la tarde; alégrase el ambiente,


y entonces me repongo y pienso en calma

que ha volado otra buena golondrina


en mi reino interior, puesto que aína,
de sopetón, se ha hecho la luz en mi alma . . .
EL LIBRO DIARIO
v. olos. yo y el crepúsculo. La senda,

que invita a andar, es silenciosa y ancha.


Al medio de la senda hay una mancha
de sangre: cuentan una historia horrenda .

Tras el tapial, hace una madre ofrenda


de sus senos a su hijo. Se me ensancha

el alma de lujuria; pero en plancha,


porque al instinto yo lo tengo a rienda.
AI, BERT() II) ALG ()
54

A la naturaleza un inaudito
padrenuestro de amor rezo, y, contrito,
le hago la insigne ofrenda de mi numen.

Y luego, cuando al fin mato el Deseo,


lleno de orgullo de poeta, leo
en el poniente como en un volumen . . .
LAS FUERZAS DE LA VIDA
El NUEVO SERNION DE LA MIONASA

7° 3)r. 77ctor % aúrtua.


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LAS VOCES I) E C() L( ) RES 6

Como a un can moribundo se ve fugar


8 al viento.

Y mientras q“la angustia de grado en grado sube,


ron piendo el gran mutismo comienza a hablar la nube.

Su verbo inmensamente rudo fluye sonoro,


como las claras notas de una trompeta de oro.
El vacío se llena con su voz, y parece
que al recibir sus sones la tierra se estremece.

El eco abarca el radio gigante del planeta.


Lo que dice la nube, lo repite el poeta.

Tener el culto heróico de sí mismos; las cumbres


lo tienen; no descienden hasta las muchedumbres.
No hablar nunca en voz baja porq es ello menguado;
levantar alto el verbo; pero tener cuidado,
que a veces lo sonoro suele sonar a hueco.
Talón, no ser espuela; rugido, no ser eco.
Amasar el espíritu al temple del martillo;

la Tierra es yunque nuevo; por eso tiene brillo,


y bajo del martillo sufrirá siempre el yunque.

El alma es un picacho; cuidar q no se trunque,


62 ALBERT() HI) A ( ; ()

que los picachos truncos no ven nacer el día.

Al cruzar por el orbe dejar siempre, a porfía,


estela en el océano, en el vacío flecha,

en el suelo camino, y en la montaña brecha.

Reemplazar con lo práctico los frágiles placeres:


oponer a los suaves senos de las mujeres
los metálicos pechos de las locomotoras.

Valorizar el sordo galope de las horas.


Ir siempre hacia adelante, sin hacer retroceso,

montados en las ancas enormes del Progreso.

No volver la cabeza para atrás; el Pasado

sólo despide olores de cadáver guardado.


Estar sólo en las luchas y forjarse el camino

con la intrépida audacia q lo hace el submarino.


Aspirar a lo grande, lo puro; darse maña
nó para ser ladera, sí para ser montaña.
Levantar en las almas el culto a la Armonía.

El día es un poema de luz, amar el Día.


La noche es una negra cabeza enmarañada,
quién pudiera estrujándola reducirla a la nada!
LAS VOCES DE C() LORES 63

Cual cachorros en busca de la inmortal belleza,


succionarle las ubres a la Naturaleza.

Ella engendró a los cíclopes, los fuertes, los gigantes;

los volcanes parecen puños amenazantes;


los ríos son cual dagas agujereando el seno
del mar; el mar es fiera cargada de veneno,
pero que está dormida, idiotizada o loca;
los vientos son rabiosas hienas; el bosque boca
de la tiniebla; toda la Natura es salvaje:

si aprendéis a ser fuertes la ceñiréis un traje

Adorar el Deseo por útil, no por grato;


dominar el instinto carnal; el arrebato

de la lujuria siempre malogrará la siembra;

lo noble, no lo vano; la Mujer, no la Hembra;

la Mujer es el triunfo del amor que redime;


la Hembra sólo el encanto que seduce. Sublime

es contemplar al hijo prendido a los pezones


de la madre, que arrúllale con rituales canciones
él,

y revienta en luego, ampolleta de un beso


la

retumbante sonoro como un lírico exceso.


y
64
A, B ER"() ) ALG ()

Cuando el mundo se pudre de viejo; cuando todo


lo que cubre sus formas es un charco de lodo,

-la Guerra purifica, borra, limpia; la Guerra


persigue los microbios que enferman a la Tierra
y a la vida la vuelve de su negra agonía:
a veces al enfermo le cura la sangría!

Explorar como buzos en el mar de lo arcano.

No despreciar al déspota ni insultar al tirano,


sino aprender a serlo, que las fuerzas iguales

se equilibran. Los dientes romper de los chacales

a bofetadas. Todo lo que sea heroísmo


adherirlo a la clámide del alma de uno mismo,
como la luminosa cola de un gran cometa
que marchase alumbrando las sombras del planeta.

Escalar las alturas en un aeroplano;


hínchense los pulmones de aire robusto y sano
y escúehese de cerca los rugidos del trueno,
y si jadea la hélice, el corazón se reno,
arrojarse valientes, ahogando todo grito,
y arrancar con los dedos pedazos de infinito.
LAS VOCES I) E C () LORES 6S

Hacer lo que se piense por difícil que sea;


poner la proa donde se dirija la idea;

trazarse nuevos rumbos y nuevo movimiento,


triunfando de la noche, la tormenta y el viento;
hacia nuevas Américas enderezar las prora
llevando las pupilas embriagadas de aurora;
y vencer los corajes de la ola trepidante:
el océano es manso para el buen navegante!

Pasar sobre el Olvido y hacer eterno el nombre;


dejar huella en el suelo nunca hollado, y el Hombre
se mantendrá en su trono de monarca del mundo!

Calla la nube, mientras en menos de un segundo


se extingue su figura. Concluída está su hazaña.
No queda ni una sombra sobre la gran montaña.

El mundo, absorto, entonces, baja la faz desnuda,

y cruza por los rostros la sombra de la Duda,


como un escalofrío sobre una frente inquieta.

Lo que dice la nube, lo cumplirá el Poeta . . .


LA NOCHI.

7 Auis “U)areta Oregoso.


Había tanto sol que el universo

era un charco de luz, de sur a norte.

Como brillante de tallado fino

relucía la cúspide de un monte,


y tal caía el sol sobre la nieve,
que bajo el cielo de añil puro y sobre
las aguas cristalinas de los ríos
reflejaba sus líricos fulgores
IV 8 3. LN () III ( V ) () O4

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LAS VOCES RES

II)

()
()
7 I

C
L
E
manto que los cubrió, de sur norte,

a
entre, sollozos, gritos blasfemias,
y,

y
lanzaron más terribles maldiciones.

Dios sufrió tanto, que rodaron lágrimas


por sus mejillas, como blancas flores
que caer convirtiéronse en brillantes.
al

estos son las estrellas de noche.


la
Y

.
.
ARENGA A ESPAÑA

37 9Rufino 2fanco-9ombona, que, en


fía

&spaña, safiôo sostener con fonor


de

efprestigio intefectuaf mérica.


spaña, madre España, patria de mis mayores,

aventurera España de Cristóbal Colón:


yo siento q en mi espíritu está el de mis mayores
y acaso tenga un poco de sangre de Colón!

Soy uno de tus hijos y como madre te hablo.


a

Escucha las sonoras notas de mi clarín,


que en nombre de los siglos que han de venir yo te hablo

entre las polifónicas notas de mi clarín.


76 ALBERT () II) ALG ()

¿No sientes por las pampas vecinas el galope


de mil potros de guerra que corren en tropel?

Son las almas de todas las razas que al galope


marchan a la conquista del Futuro, en tropel.

¿No escuchas el aullido feroz que da la Muerte


y que va resonando de ciudad en ciudad?
Es que la propia Vida se vale de la Muerte
para increpar al hombre que duerme en la ciudad.

¿No oyes el hiperbólico estruendo de la Guerra,


el dúo de las balas del fusil y el cañón?

Exhibe tus heridas al paso de la Guerra,


que el mejor de los médicos es el mejor cañón.

Olvida ya el romance caballeresco. Deja


que duerma Rocinante. No mires hacia atrás.
Hazte fuerte, que el fuerte sabe vencer, y deja
que la Historia se encargue de las glorias de atrás.
LAS V () CES DE C() L() RES 77

Hay q amar no la España del Cid y del Quijote

sino la fuerte España de Vives y Servet:


hay menos poesía que locura en Quijote
y mucho más lirismo que experiencia en Servet.

Demuele a dinamita todas tus catedrales

donde tu raza sueña bajo un incienso gris.


Pon usinas enormes sobre esas catedrales

y que sus humos sean tu gran penacho gris.

Desmóntate del potro, conduce un automóvil;


bota el Manbrino, ponte la gorra del chauffeur.
¡Oh, cuanta poesía contiene un automóvil
tragando las distancias a impulsos del chauffeur

Ciñe el mandil del sabio dentro el laboratorio,


arroja la sotana. No averigües si hay Dios:
puedes estar bien cierta que en el laboratorio
jamás se encontró el alma ni vió el poder de Dios.
78 ALBERT () II) ALG ()

Erige la picota de las revoluciones


y cuelga allí los vicios del sistema de ayer,
que aspirando el perfume de las revoluciones

sabrás hacerte digna de tu glorioso ayer.

Ten el inmenso orgullo de tu vejez, y entonces


trata de renovarte como un rayo de sol;

y ante tu prestigiada renovación, entonces,


orquestarán los montes de mi país de sol.

Al comercio del mundo, como un enorme toro


embístele, y, para ello, domina todo el Mar.
Mira que ante tus playas que rugen como un toro
su capa de torero te está arrojando el Mar!

Lánzate en un vuelo épico, a todo fragor de hélice,


a trasponer las cumbres y a devorar lo azul:
el aeroplano es bardo cuya sonora hélice
va recitando versos por el eterno azul . . .
LAS VOCES DE C() L () RES 79

Pon el silencio en donde resuene la palabra,


con el pensar sesudo reemplaza la canción:
el silencio es fecundo como no es la palabra,
el pensamiento es noble y es banal la canción.

Piensa q“ tu alma es una grande y oculta ermita


y sumérgete en ella si te tienta el Placer;
y cuando estés en tu alma, como asceta en su ermita,
apreciarás de fijo lo que vale el Placer . . .

Mas piensa que la Vida te pide fuertes hijos

y que tienes el santo deber de procrear:


soldados del Mañana se volverán tus hijos
y tendrás el orgullo de saber procrear.

Escucha mis sonoras palabras, madre España,


q' en nombre de los siglos q“vendrán te hablo yo;
y no olvides, heróica y aventurera España,
que entre aquellos soldados puedo contarme yo ...
LAS CUATRO LAMPARAS
ALBA
n la humedad de la mañana, bajo
un cielo de esos de fotografía,

la ciudad, a lo lejos, parecía

una ilusión envuelta en un andrajo.

Arriba, lentamente, con trabajo,


un rayo envuelto en timidez subía,
y un cerro congeló su hipo condría
mientras el río maldecía abajo.
86 ALBERT () II) Al , (3()

El viento se llenó de una fragancia


de establo humedecido. A la distancia

vibró el grito procaz de una vaquera.

Y para comenzar su drama iluso,


severo como un lord, el sol traspuso
el lomo de la andina cordillera.
Z FNT

7 %/ %gat fanes
%ure.
Lanza una rana su trivial diptongo
en el sigilo de su acequia arcana
y un coloquio imposible con la rana
comienza un buey, dando un viril rezongo.

Una amenaza en el paisaje oblongo


es un sauce, que raya la mañana,
y reflejado el sol en la fontana

da la grotesca sensación de un hongo.


9O
AI, BERT() III) ALG ()

Solbre la cresta secular de un monte


abre las alas hacia el horizonte
una ave, a modo de abanico inverso.

El cielo flota como inmensa boya


y el sol parece allí la claraboya
por donde Dios atisba el Universo . . .
CREPUSCULO
Va hacia el poniente el sol, como con sueño.
Cual si estuviera enfermo de estrabismo

parpadea un lucero. Frunce el ceño


un volcán que es un faro ante el abismo.

La brecha de un informe cataclismo

es una cuenca trágica, en diseño;


y el campo abocetado es el ensueño
*

del pintor que hay adentro de mí mismo


Q4 ALBERT () III) ALG ()

Allá, una quechua de blasones puros


la terracota de sus senos duros

luce mientras ondea el rojo traje.

Y, a la luz del crepúsculo sombrío,


como una inmensa cuchillada, el río

divide en dos el alma del paisaje.


NOCHE
Como sobre un azul lienzo de seda
su tinta derramó en el horizonte

la Noche. Un cerro, en el confín, remeda


dormir como un enorme mastodonte.

De la laguna me llegó una queda

ondulación: quizá cruzó Caronte,


y un balido, arañando la arboleda,
fué a clavarse en el sueño de otro monte.
98 ALBERT() HII) ALG ()

De entre dos nubes de bruñido plomo,


que iban formando un invertido domo,
surgió la luna sobre el campo entero;

tuvo una larga congestión de frío,


y el viento, de repente, con hastío,
limpió los montes, como un gran plumero . . .
ESTADOS DE ALMA
AYER

3/ 9ascuaf O6ando 9)efgaôo, que

rido compañero de mi infancia


los, Juan, el campesino de la barba hugoniana
con su visita ha puesto calor en mi alma viuda,
y al estrechar con fuerza su franca mano ruda
he sentido el perfume de la aldea lejana.
I O4 AIBERTO HII) ALG ()

He visto aquellos años de mi niñez remota,


cuando solía en burro cabalgar y solía
el sol de la mañana beberme gota a gota

desde los soportales de la casona mía.

He recordado aquella leche al pie de la vaca


y he visto como en sueños aquel rato furtivo
en que amáronse un cabro y una cabrita flaca
y en que yo sentí ganas de ser un poco chivo.

He pensado en aquellas escapadas al huerto,


y he llorado a raudales por lo que ya no existe.
Y Juan, sin comprenderme, me ha dicho: “Don Alberto,

¿por qué cuando yo vengo se pone Ud. tan triste?”


MAÑANA
Vendo en mi biblioteca la inmensa caravana

de libros que escribieran ingenios de otro día,


hoy pienso que mis obras han de dormir mañana
lo mismo que estos libros de aquesta estantería.
I O8 ALBERTO HI DALG ()

Y digo: no más libros, no más literatura,

haré que mi Pegaso me abandone de un salto,


me internaré en mi espíritu con mística locura,
y hacia una vida nueva me lanzaré al asalto.

Me iré al campo. El paisaje se me entrará en el alma;


de engendrar hijos fuertes tendré el heróico empeño
y entonces estos ojos restregaré en la calma,
como si despertase de un indecible sueño.

Yo quiero q en el Tiempo se diluya mi nombre,

que mis versos se vayan con el viento que zumba,


y sólo aspiro a que alguien que pase por mi tumba,
volviéndose a sus hijos, les diga: éste fué un Hombre!
HOY

7 Snrique Gonyates //artines.


D. regreso del campo me he recostado hoy día
en una mecedora donde suelo leer.

(Aun vibra en mis oídos la célica armonía


del paisaje, un “paisaje con alma de mujer”.)

Luego he sacado un libro del estante, a porfía,


y no he podido ni una página comprender.
Me he mirado por dentro con una acre ironía
porque he visto lo amargo que sería el no ser.
I 2 A I, BERTO HII) ALG ()

IPero cuando al momento me ha venido la calma

me he dicho q en el campo se habrá caído mi alma


como un harapo triste, sin poderlo evitar.

Y he pensado que acaso dentro de algún labriego


se ha refugiado, haciéndole un impetuoso ruego
Y por élla, de hinojos, he comenzado a orar . . .
OTOÑO
Sentado en una banca del carro interurbano

viajo al campo. La tarde da su postrer aliento;


y bajo el claroscuro, cogido de la mano,
hacia el poniente triste llevo mi pensamiento.
II 6 ALBERTO H II) ALG ()

El cielo es una orgía de sombras. Abro un libro


de Azorín. Cae el agua deshecha como un moño,
“cae como los días de nuestra vida”. Vibro
de emoción con la frase del maestro. Es otoño.

Y recuerdo los años de mi niñez y pienso


en el jardín de mi alma que floreciera un día

de primavera y miro que hacia su rastro inmenso


parte la caravana de mi melancolía.

Me pongo triste. Un niño q" viaja a mi costado

-¿ quiere usted un confite, señor?,— me dice. El oro


de su voz dulce suena como un verso ignorado.

Yo no acepto el obsequio, pero le miro y lloro . . .


OLE OGRAFIAS
C, ARUA

37.%é3ardo ngef Sifa.


,lueve. De la montaña a la ladera

se ha extendido una pálida neblina,


y se mira caer la lluvia fina,
como a través de una sutil vidriera.

El trigal sinfoniza cual si fuera

un violín que tocase a la sordina,


y sobre un asno va una campesina

monologando por la carretera.


22 A I. BERTO HIDALG ()

El cielo finge sonreír. De antuvia

saca su garra el sol; pasa la lluvia;


- la nieve del volcán forma un penacho.

Y, excitada, la tierra se aletarga


bajo el fuego del sol, caricia larga
que es como un beso de fecundo macho . . .
RETAZO
Sobrº la hiperestesia de la tarde,
el sol, como ladrón, se pone en fuga;
y en el poniente que parece un mar de
platino mi mirada se corruga.

Un gran desfiladero, en que un cobarde


perro comienza a andar, es una arruga;
el can musicaliza con su alarde

la sombra y marc'ra a paso de tortuga.


I 26 A I, BERT) OALG ()

Súbito, despertada por el ronco


aullido de ese can, vá se del tronco

de un árbol centenario una paloma.


,

Y al borrarse del sol la última huella,

una estrella seguida de otra estrella


finge en el horizonte un punto y coma . . .
AMANE CER
ncima de la pampa que se preña
con un silbido de locomotora,

un pictórico cuadro el sol diseña

con su viejo pincel, desde la aurora.

El caserío que en silencio sueña,

se despierta azorado. La invasora


algarada de un gallo que se empeña

en ser reloj del pueblo, da la hora.


I 3O A I. BERT() IIOALG ()

La campana rural toca a lo lejos,

silban en su clarín los zagalejos,


muge un soberbio buey; todo se alegra.

Y caminando con lasciva calma,


una moza, al pasar, se lleva mi alma
en el hollín de su mirada negra . . .
NOCTURNO

-
7 fórafam 3. Aópe5- 9.nfa
,l cielo, que parece de ceniza,
contagia de una laxitud salvaje.
Todo es pesado, como si en camisa
de fuerza hubiese Dios puesto el paisaje.

La superfiicie de la fuente irisa


la luna al reflejarse. El oleaje

hace pensar, cuando al vaivén se pliza,


en la sonora ondulación de un traje.
I 34 A I, BERT () HII) ALG ()

El río pasa con artera maña,


y parece que entonces la montaña,
bajo la luz de argento de la luna,

bajase hasta la extática ribera,


como un buey formidable lleno de una

sed de cien años que saciar quisiera . . .


EL RE FLECTOR
,, º

Vese en la bruma de la perspectiva


un cromo raro. Llega del camino

el chirriar de las aspas del molino,


fastidioso como una negativa.

Un jilguero de traza pensativa


que acaso llora por su propio sino,
hace caer el chorro de su trino
sobre la fuente, que se subjetiva.
1 38 ALBERT) HII) ALG ()

El cielo es puro, sin ninguna tilde;


la sombra gris de la montaña crece;
y en el silencio de la paz humilde

el sol se copia sobre el agua inmóvil,


y su reflejo en el confín parece

la linterna de un mágico automóvil. . .


UNO MISMO
METAMORFOSIS

7 doña .%aria Aeto

na de 9ia; 2árcenas.
Senora. soy un noble poeta indolatino,

la sangre de los quechuas está en mi corazón


junto a la sangre heroica del español que vino
a plantar en América su soberbio pendón.

Ayer, cuando mis pasos detuve en el camino


para encontrar galante cobija en tu mansión,
escucharon los muros de tu solar divino

como el trompetillazo de una revolución.


I 44 A I, BFRT() II) ALGO

Hoy finjo ser un noble y armado caballero,


y pienso, en mil combates, darle lustre a mi acero,
,y así, lleno de gloria, rendíroslo después;

o me imagino a ratos un domador de fieras


que aristocratizase sus rituales maneras
para caer de hinojos a vuestros nobles pies,

s
INCENUA

7. %sé Garfós ariátegui


Aser, cuando era niño,
reía, haciendo un guiño,

cuando bajo el corpiño


sonaba el corazón,
porque me parecía
que allí se entretenía
sillbando todo el día
un bravo moscardón.
A BERT() ) .A.I. (; ()

Hoy día, que soy hombre


y tengo algún renombre,

me gusta que se asombre


de mis sueños de azul

el burgués; y, sin tino


para vivir, camino
como escuchando un trino

de incógnito bulbul.

Crezco como un arbusto


pletórico; mi busto
se va haciendo robusto
bajo el beso del sol.
Ya sobre los barnices
de mis años felices
ha echado sus raíces

mi mostacho español.

Epatando a la gente,
ser un indiferente
LAS VOCES I) E CO) L ( ) RES I 4C)

que cruza la corriente

del humano vivir;


ahogando todo zumbo,
caminar sin balumbo,
pero cambiar de rumbo

ir;
sin saber a dónde

así, llegar tope


al
y

vida, galope
la

de
a

tendido; ser un miope


para toda ilusión:
estas son baratijas
que, como ideas fijas,

salen por las rendijas


de mi imaginación.

Con suave movimiento


me mezco cuando viento
el

de las desgracias siento


por mi lado pasar;
con combates libra
él
I 5O ALBERTO HIDALGO

mi espíritu, que vibra


como una enorme fibra

batida por el mar.

Y entonces en mí propio

mil quimeras acopio


como en un sueño de opio
para una edad feliz.

Pienso en la dicha y pienso,


con un placer intenso,
dormir sobre un inmenso

seno de emperatriz.

Adoro los blasones


de mi raza, los dones
que soberbios varones

legaron a mi grey;
creo con eficacia

que hay una aristocracia


y odio la democracia
porque me S1e 11to rey.
LAS VOCES DE COLORES I5I

Hombres: cuando la muerte


a derrotar acierte

mi alma bravía y fuerte


como única inscripción
reveladora de algo
de lo que al cabo valgo,
poned: Alberto Hidalgo
yace. Fué un corazón! . . .
\
UNA ODISEA
=====−
Y, tenía un furioso deseo de irme lejos;

me habían hartado ya

mi tierra y mis paisanos, y además yo tenía


la fiebre del más allá . . .
I 56 A L 3ER () ) AL (; ()

Y por eso un buen día junté mis cuatro trapos


y en un buque velero me embarqué,
y a la heroica y antigua Ciudad de los Virreyes
un domingo de julio
*
llegué.
I

n diarios y revistas fuí dejando mis versos


y pronto, demasiado pronto, fuí popular.
Una muchacha rubia con las dos escopetas
de sus ojillos me quiso cazar.
I 58 ALBERTO HIDALGO .

y yo, con todo orgullo, puedo decir que el tiro


le salió por la culata, pues me puse a volar
cuando ya la exquisita miel de aquellos amores
había logrado gustar . . .
Hube varios amigos, todos ellos muy buenos,
que me abrieron su corazón,

y como yo tenía guardada en la maleta


mi ilusión,
juzgué oportuna la hora para lucirla ufano
y para que me sirviera de blasón;
pero a los pocos días con un buen camarada
tuve un terrible tropezón;
O9 IV º G.LNl () II (Il IV ) ()

A opsop Olulo soot Ao o el o op eno oun soAull

eduo nonb 12pm, uI u9ismI

121qI o u sol souon( sodtuIon onbuo uqusn leuoouu


A

12quenso cuo opm2.1otu op el enoid uensuori


op 12un ot A o 2 op 1.101.o I no

uo onb uquesud supon suº Ioul su op mº otoou


opuoqo uo su2 uloquen su A Is
otu tºquºnnsul “u u sopo sol uquotºs mºel olmeo

2 ( sozuºlono No u.13 o I(ttoul o llu


V

...Ydespués me llevaron a un fumadero de opio;

vi fumar y fumé,
vi a mis propios amigos que se imbecilizaban
y que fumaban sin saber por qué.
Iba todos los días como simple curioso,
I 62 ALBERTO HIDALGO

y, sin embargo, me envicié.


Cerca de un año estaba soñando con Confucio,
y nunca me arrepentiré,
porque la paz que ahora tiene mi alma, tan sólo
en ese vicio la encontré . . .
V

Yo lo recuerdo todo: tirados en la estera


de un fumadero de la calle de Hoyos, al azar,
tragábamos el humo de la divina droga
que el chino Aurelio solía preparar.

Entre una pipa y otra charlábamos alegres,


y el compañero Valdelomar,
164 ALBERTC) l II) AI, G ()

sobre asuntos de estética, de humorismo, de lujo,


se ponía a dogmatizar

sin dignarse mirarnos, entretanto que Ureta,


“el loco”, como le solíamos llamar,
lleno de unciones líricas y enarbolando un dedo,
comenzaba a elogiar

la Locura, con frases que envidiaría Erasmo.


Los demás no sabía mos hablar . . .

De repente un sonoro golpe sobre la puerta

nos quitaba la respiración,


y un jovencito Garland temblequeando de miedo
se metía dentro de un cajón,
en tanto que los otros salían paso a paso
y deteniendo su corazón,
para ver por el ojo de la llave quién era
el que turbaba nuestra divina comunión;
y recuerdo que un día que dijeron por broma:

la policía!, en montón
fuimos hacia la puerta inientras el joven Garland
quiso arrojarse por el balcón,
LAS VOCES I) E C() I, () RES

y pasadas dos horas, tres horas, todavía


el pobrecito se reía . . . de emoción!
VI

Después todos nos fuimos dispersando. Ninguno


quedó en aqué trasunto de Pekín;
sólo de tiempo tiempo, cuando yo siento hastío
en

de tanto tocar en mi clarín,


68 A LBER () II) AL (; ()

tengo una sed enorme de volver por mis pasos


y de enviciarme al fín,

porque aunque no deseo vivir como vivía


ni ser el mismo de algún tiempo ha,
yo quisiera ser otro, porque tengo la fiebre
terrible del más allá . . .
EPISTOLA A LA MUERIE
Desde los umbrales de la muer.
te se habla mejor a la vida.
BJOERN8T
JERNEBJOERN
soN.

l corazón me dice, señora doña Muerte,


q" un día, un día de estos, quizá mañana!, un fuerte
golpe de tu guadaña me ha de dejar inerte.

No importa tu venida, Desdentada. Sin mengua


de valor, al mirarte -mi valor no se a mengua-,

con un gesto de burla te sacaré la lengua.


172 A , 3F. Rº () ) ALG ()

Después te irás haciendo querer por mí. Tus labios,

sabios para las risas y para el beso sabios,


dejarán en los míos amorosos resabios.

Mie entregarás tu cuerpo, como una prostituta,


y, dulcemente juntos, devorando la fruta
prohibida, marcharemos hacia la eterna gruta.

Y al abrirse las puertas de la mansión eterna

saldrá un viejo caduco, con ojos de linterna,


y en una celda antigua pondrá mi alma moderna.

Y luego, cuando quieras dejarme sólo para


buscar otros amantes en la Tierra preclara,
tendré el inmenso orgullo de escupirte a la cara.

Cada día que pasa siento enfermo el sonoro


reloj del pecho. Y nadie curará el deterioro!,
mas un buen relojero dirá viéndolo: es de oro . . .
LAS V () CES C() RES I73

II)

()
L
E 3.
3.

Lo estas tardes, con un tono elegiaco,


de
sé. Una
provincia, que huelen sobaco,
de
los diarios

a
dirán: “Hidalgo un ataque cardiaco".

de
ha muerto

Cargarán mi cadáver amigos de confianza


habrá en cementerio discursos de loanza
el
y

frase: “el poeta fué una bella esperanza”.


la

con

después paz, descanso, soledad hasta olvido.


Y

Puede, de tiempo tiempo q“me despierte


en

ruido el
mujer querido!
de

del llanto única que me ha


la

Pero mis dos hermanas, vírgenes dolorosas,


irán todas las tardes regalarme rosas,
a

que alegrarán
de

blanco mutismo las losas.


el

pasados cien años, una Justicia fuerte


Y

de

dirá mundo: bravo rió Muerte


al

se

la

¡este

guadaña vino dejarlo inerte!...


su

cuando con
a
TRIPTICO ANDINO
LA TEMPESTAD
A onuo Als e ouIoo Is un en 1oluIlº IanJ uº

os ouqu un uopuIIsop o ouoo un onsoñi Alus oe


op 12 L “uIIo A opue1uI su seuquos os lelop
onb so un ozuo “oo9qup uo “oloooq o oestud

so"I un “souon uo un solodo uItadouri uo uIolt


lo los ouIoo un vºlutº oons X utun oso al oe.I.

“oles op "onto.id X orion os opuooso mº uIopuId


os pso jou, lº A oout ouIoo o J-n.J y op un In of
l 8O A I, BERT () HII) AI, (; ()

Los rayos se entrecruzan a modo de foetazos;


tirita un cerro; un sauce se sacude los brazos;
y mientras que la lluvia me cae en las espaldas,

yo clavo las espuelas en mi valiente potro


y me alejo a un galope fabuloso, como otro
Santiago, sobre el campo de tonos esmeraldas...
LA CONQUISTA DE LA SIERRA
A través de las pampas el galope afiebrado
de mi potro resuena como un verso sonoro;
y hasta Dios en su reino debe haberlo escuchado
porque todas las cosas lo repiten en coro.

Un volcán que se yergue como puño crispado


proyecta sobre el suelo su sombra. Muge un toro.
Y en la sierra bravía, que es un sexo inviolado,

como un pene se clava mi pensamiento de oro.


I84 * AIBERT() II DALG ()

Las sombras de las piedras, bajo el áureo reflejo

de poniente, se alargan. Arruga el entrecejo


mi potro y se detiene frente al enorme eriazo.

Entonces sobre el cromo que mi paleta apunta


mi sombra con la sombra de un gran volcán se junta,

y es cual si dos montañas se dieran un abrazo.


LIENZO MACABRO
La sierra, con su fría capa de nieve alzada
bre la cordillera, parece un cuadro más

un pintor diabolista, que de un pincelada

ra toda una escena de la vida fugaz.

Todo es trágico: el mismo vuelo de la bandada,


gua que rezonga con un tono procaz,
ojo de asesino de alguna encrucijada
oculta entre las sombras nos acecha quizás.
I88 ALBERT () III) ALG ()

La lluvia cuyas gotas desmoronan la ruda


espalda de los montes y el viento que estornuda,
dan una idea fúnebre, tormentosa y atroz.

Y luego, el arco-iris, que entre uno y otro monte


se tiende como puente que lleva al horizonte,
remeda sobre el lienzo la rúbrica de Dios . . .
AGUAFUERTES
Al PASTEL
He aquí un motivo
para una cerebral masturbación.
LUIS C. LO PEZ.

l pastor, la pastora y el ganado


caminan al unísono, en conjunto;
una ave en el azul parece un punto
perdido en un papel inmaculado.

Sobre la tierra que violó el arado


marcha el rebaño, que es un fiel trasunto
del lomo de un volcán. He aquí un asunto
para un lienzo bucólico y sagrado.
I 94 AI. BERT() HIDALG ()

Un gran silencio invade el caserío;


el río canta con extraños modos
al sol fecundo del caliente estío.

Y tres montes de indígenas apodos


parecen escuchar la voz del río
como artistas unidos por los codos . . .
VESPERAL
El sol, en el poniente, cae como
una gota de sangre en un gran vaso
azul, que sostuviera sobre el lomo
de un volcán zabullido en el ocaso

una mano enguantada en raso plomo.

Y cuando el brillo de su luz se esparce


y beatifica el Angelus sonoro,
cada monte es el diente de un engarce
I S6 ITIV GHOLNI H I IVCI O:)

onb ottoinsos un qnu A un e oi op oio


ed oooa lo onuozlou Xno o opop
ou 9s tu ouolnb Alpe uuu! tu opond
IN uo: un se lo ong 5 o Iop lotni os e ed E3

X lo Io o op eI un opi os “oAlonsip

lo los dsns il e A Io Ildsns o A e u,5

) ) ( Uil () ll UI tºol I op! e.t.io onti AuosoCI oAlon


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ns volupi Io “olouolis la e “euil e opou


lop tu e I os opunu uo is eusitu opeu5isoNI

ſo A ontuoi Ae e optioso osi uo un opoool

A o oloſo so un loded Iod onb ell opusud


un pe..io Io A Io II e (I opei.IO poi o
SIEMPRE IGUAL...
La perspectiva —es una perspectiva de biombo
criollo— del paisaje me la sé de memoria.

Un labrador cuyo amplio sombrero finge un dombo


de iglesia; al fondo un bosque salvaje de achicoria.

El estruendo del río que va dejando bombo

al caminante; algunas piedras de flaca historia;


una vieja carreta con su viejo rimbombo,
y sobre ella una moza ruda que huele a gloria.
2O2 AI, 3 ERT () II) ALG ()

A un lado del camino, tierra color de cobre;


un árbol que está a medio vestir: es árbol pobre;
de cuando en cuando el suave rumor del caserío.

Y el Poeta, que pasa, siente que es un ultraje


para su alma de artista lo vulgar del paisaje.

El sol a vergonzado se sumerge en el río . . .


SUEÑO

97 Uictor 9 aúf 9(aya de fa Corre,


La noche cayó a plomo. No hubo ni una
señal de vida. Se dobló el camino

como cuello de ganso. Arriba, un trino


encantó el desencanto de la puna.

Su rumorosa cabellera bruna

sacudió el viento en un zig-zag felino,


y cuando el sueño a anestesia rme vino
toda la noche se inundó de luna.
2O6 A , BERT () HIDALGO

Me recosté, increpando al horizonte,


en las faldas titánicas de un monte

áspero como la piel de un elefante.

Y al mirarme tendido alguien diría


que al abrigo del cielo se adormía

un gigante a los pies de otro gigante.


SALIDAS DE TONO

Esta sección hace en este libro un papel semejante al


de los entre meses en las funciones teatrales. Todas, compo—
siciones humoristas, son algo así como un juguete lírico o un
descanso espiritual. El poeta que las ha escrito, suplica.
puesto de rodillas, a las señoritas sentimentales, a los doctores
cursis y a los críticos ratoniles, que no lean las piezas que
siguen, porque de leerlas pueden caer de espaldas, con grave
peligro de fracturarse el cráneo, amén de la posibilidad de pa
sar a mejor vida. Lo dicho. -
UNA CHICA FACII.
En la calle.
Hay una sola acera,
y un solo foco
que ilumina el talle
de una chica robusta y sandunguera,
acodada al balcón. Me vuelvo loco . . .

Con timidez de colegial me acerco


y la digo un piropo modernista,
2 2 A I BERT() ID ALG ()

y élla, que es una chica lista,


me vuelve las espaldas con tal gracia
que siento necesaria la eficacia

de ser un poco terco.

De pronto surge por la puerta,


y veo tales senos que hasta rujo
en do mayor, y como en arca abierta

el justo peca, yo se los estrujo,

le arremango la falda, y me hago el tonto


cuando dice: “no quiero”;
pero
pienso que pronto
he de tener un heredero . . .
AURORA
Saca el sol la cabeza por encima de un monte,
como con miedo, paulatinamente;
se detiene un instante, alta la frente,

como si avizorara el horizonte;


luego emprende la marcha, lleno de una
prosopopeya de tortuga. El ganso
que lo ve reflejado en la laguna
lo supone un igual, y en el remanso
2 I6 ALBERTO HIDALGO

jugar hombre loco,

Al
quiere

él.
con
cuyas misteriosas pupilas invoco,
antójasele el fondo de una olla
en que cuece sus guisos un Jehová perverso.
Alguien cree blanca boya
lo

de una invisible caravela,

un niño idiota parece verso


y

le

el
a

medalla que sacó en


la
de una escuela

.
.
.
Por la ventana de la alcoba

donde duermen amada amado,


la

el
y

acurrucados de un divino modo


bajo un sagaz silencio perfumado,
improviso
de

filtra vé todo
lo
se

.
.
.

Afuera, copiado
en

espejo
el

del piso, mayordomo antoja un viejo


y al

se
le

papelucho barre con


lo

escoba
la

.
.
.

La lavandera que reflejo


el

del sol ve en batea,


la

imaginándolo pieza ropa


de

una
LAs vocEs DE colo REs 2 -

caída del cordel y hecha una sopa,


tiene la idea

de levantarlo, pero, cuando se le frustra


el proyecto, se restrega los ojos

como si despertara de un sueño,


mientras el mozo de flojos
pantalones tiene el empeño
de sacar del calzado que lustra,
sobre la banca

de sillar pulido,
al sol, porque ha creído
que es una mancha blanca . . .
MALOS PENSANIENTOS...
sa chiquilla rubia que va a pasos traviesos
luciendo por las calles su blusa de chaúl
y sus zapatos grises me ha sorbido los sesos

con la coquetería de su sombrero azul.

Sueño todas las noches darla un billón de besos


y envolverme en sus trenzas como en trigo garzul;
hacer que se encamote conmigo hasta los huesos
y volverme por élla sinvergüenza y gandul.
222 ALBERT () HII) ALG()

Ayer pasó a mi lado: suspiré una lisonja,


y élla me dijo entonces que va a meterse monja
porque en el monasterio la vida es muy feliz.

Hoy río del gracioso mohín con que lo dijo,


y pienso que sería mejor clavarle un hijo
antes que cualquier cura la ocasione un desliz . . .
CUADRO VULGAR

7 /is Gº %pe5.
.n el salón. Un piano, una consola,
seis silletas raquíticas
y encima
del teclado las manos de mi prima,
que degüella una indócil barcarola.
226 ALBERT () III) A.I.G. ()

Gordo como un tonel, entra mi tío,


y me mira al soslayo. Su mirada,
agresiva como una puñalada,
me produce un feroz escalofrío.

Tímidamente digo: qué bien tocas!


Ella suspira: no te burles, gracias
Yo, erudito en a mantes eficacias,

la aprieto lleno de unas ansias locas . . .

Y élla que con sonrisas me enamora


me mira la bragueta con un modo
Y entonce el tío, que lo ha visto todo,
da un resoplido de locomotora . .
MEDIODIA
A la hora del zenit, que es hora
en que salen los jóvenes horteras,
el sol les dora

las calaveras,
y éllos se van a la vereda en donde
hay sombra, pero entonces el sol tras de una nube
se esconde.

Al ver esto, aquéllos lo creen difunto


z O9 IIIV ().L.N. I (l IV ) ) (

polo Anulid
uo

“e
Alon


u
A

A
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Y

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X
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1.1

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lo


o

2
I

N sobuonuo lºo uuuu Iod o “los Iad o ons2


os noo en un su op un mº ocnuI soloo on

A sol opp u9.In pu! “so soñuIn:


ESTE Sl QUE SOYYO .. .
Soy un burgués. Me falta tan sólo la barriga.
Uso chaqué, chistera, sortijas y reloj;
voy al teatro en las noches, pero me importa una higa

Talía: más a gusto concurro a un mºmusic-hal/.

Como cualquier hortera tengo una buena amiga


a quien le paso veinte morlacos de pensión,
y la que sus bondades de joven me prodiga

hasta cuando se escurre por la ventana el sol.


234 ALBERTO HI) AL( ; ()

Me dan pena los hombres que caminan en yunta;


odio todas las artes y me dan en la punta
del alma los poemas que se fabrican hoy.

Mas si pasa una chica me acuerdo q soy cuerdo,

pero me voy al grano porque pronto recuerdo


que en un amor de niño me perdí el corazón ...
LA VENCANZA DE LA LUNA
Con U111al

fecundidad de rata

le estoy haciendo versos a la Luna;


y élla, que es una ingrata,

sin respetar mis fueros internos,


le da besos de plata,

en mi presencia, a la laguna.
Pero yo estoy sobre los cuernos
de la Luna!
238 ALBERT() III) ALGO

Para vengarme de su persona

me he puesto a coquetear con grosería


con una jamona,
que me quiere en la noche ... y en el día.
Pero a élla
parece no importarle mi desvío;
y yo siento nacer una querella
contra mí propio dentro el pecho mío.

Sin embargo, no ha sido todo en balde:


anoche mi jamona y yo en el lecho
nos mecíamos como una sóla boya;
y entonces, por probarme su despecho,

la Luna, entrando por la claraboya,


lanzó una carcajada de albayalde . . .
APENDICE:
FRAC, MENTOS DE CARTAS, NOTAS Y JUICIOS SO
BRE. “PANOPLIALIRICA”. Y “HOMBRES Y BESTIAS”
Su verso es algo tan nuevo para el ambiente li
terario chileno que me desconcertó en un principio.
Aquí somos blandos; la dureza la pusimos en la
guerra; en arte nos hemos tornado místicos, pla
nos, gelatinosos. La sangre a cuajarones de su poe
sía asusta, pues, en un principio. Pero el fondo de
mi espíritu es fuerte y bárbaro; todo lo demás,
(dulzura, compostura) ha quedado en él sobrepues
to. Barrido en unos monmentos, como una zaran
daja, me quedé con su libro en perfecta comunidad,
él,

pecho a pecho con comprendiéndolo, sintiéndolo


hasta gritar de alegría
.
.
.

Sí, mi amigo; eso debe ser poesía de juven


la

tud. La dulzura un don otoñal; misticismo de la


es

el el

igual modo. La «blondita lírica», alfeñique ar—


tístico, son una vergüenza aquí, nuestra Améri
en

pié de cordillera tajeada, hebraica. Has


al

la

ca,
ta cuándo este arrancarse los nervios viriles, los
huesos potentes, para meterse, en cambio los hue
de

en de

secitos niño una poesía afrancesada femenil


y

Me gustan usted precisamente que arro


lo

le

jarán como reproche cara: desorden, fre


el
la

el
a

revuelta hervor del período lírico.


la

mesí,
Tiene usted de común con Chocano (el inmen
querido poeta enemigo!) vigor, pero no
so

el
y

la

manera. Chocano no ha consentido, por fondo


el

clásico que conserva, en “descomponerse”; usted


para gritar da un puntapié retórica, hace
la

y
a

bien.
2.42 LAS V () CES DE C () L() RES

Yo no sé de un libro en que, como el suyo, la


juventud se haya entrado más caudalosa y que
mante, hasta dar la imagen de un incendio de sel
va. Ser joven es despedazarse, no es componerse.
En muchos poetas de veinte años hay una renuncia
vergonzosa a estos dos dones; a la virilidad y a la
pasión. No consentirían en llevar por las calles las
faldas de sus hermanas o sus novias; pero llevan
por las páginas de sus libros el lagrimeo y las tiri.
las volanderas de su hermana o su novia. Sólo un
temperamento poderoso, como el suyo, puede ha
ber escapado de esta insufrible poesía gris, de este
a tolladero de manteca y jalea literaria.
Hay sonetos de «Panoplia» que hacen pensar
en un búfalo, en un algarrobo, en una cosa de la
naturaleza. Y conseguir esto en la combinación
poética más dominada por los parnasianos y en
general por los «acicalados», es una maravilla.
Qué hermoso este poner los veinte años en el
verso, así como se ponen en el beso de amor!
Rubén, a quien se acusa del bazar frío que se
nos ha hecho el verso, lo tuvo todo: su «Sonatina »
dió la ley; pero pudo darla su «Roosevelt» o su
«Marcha Triunfal». Si al menos nuestros antepa
sados hubieran sido aquellos sutiles y «filtrados»
de la España cansada. Fueron una banda a ventu
rera, espesa, brutal, y por eso el cantor sudameri
cano, si debe ser honrado deberá ser bárbaro. Un
Verlaine no se hace en medio de nuestros pieles ro
jas y araucanos; la fabricación resulta caricatures.
ca, ordinaria, gruesa . . .
Yo creo que debiéramos a pretarnos contra el
pecho, en vez de «Sagesse» a Kipling, a Carducci, y
APE NI) l CF 243

por sobre todo eso, el Antiguo Testamento: el ti


zón de Isaías, el hierro ardiente de Job, el alarido
ancho de David.
Gracias, pues, por lo que usted me ha traído.
Es bien extraño que sea una mujer quien condene
con este brío la poesía de matiz y de la grimeo. Pero
es que a una mujer no puede gustarle, ni en la vida
ni en el libro, un afeminado. Es insufrible, en la
estrofa como en la boca, el ungüento; en la ojera
como en el soneto, el carbón azul. Que nos de

...
jen nosotras canción de cuna, así real como
la

la
a

la lírica.
Ya sabe usted cómo recibí libro; ya sabe que
su
aquí, en un rincón de montaña, una especie Me

de
nelick con faldas gritó de entusiasmo con despe

su
ñadero de estrellas.

/a }//S //”.
(,

/L.
a
y

1
/

Los Andes, (Chile).


33
3.
2.

más vivo placer


se su

He leído con vibrante


el

enérgico libro Hombres Bestias: así escribe, so


y

bre todo para las Bestias.


Me alegro que haga usted justicia admirable
al

González Prada; agradezco usted que recuerde


y

mi nombre al hablar del maestro.


Reciba mi felicitación más cordial entusiasta
y

por
su

bello libro.
Su afmo. colega,
/”. /3/L. VC \/3 \.
()

()

()
/

Madrid.
LAS V ( ) CES COLORES

II)
24.4

E
Mucho agradezco
le envío de su libro Honn

el
/testias, tan vigoroso, tan brillante tan in

y
bres
y

justo ratos, especialmente en que mí refie

lo

su se
a

a
re. No puedo sino decirle mi gratitud por gene
roso elogio mi simpatía fuerte personalidad

la
y

a
de escritor que sus libros revelan.

Le saluda muy atenta mente,

C/ ().V
(,

/;
C.

/,

Á'
/\'

/O
/

1
,

IParís.

Entre los poetas novísimos de América, los que


empiezan destacar firmes personalidades, inme
a

diatamente después de de nuestra generación, es,


sin duda, Alberto Hidalgo uno los que mayor
de

número de buenas cualidades poéticas presenta.


Hidalgo dió las primicias de talento vigoro
su

Emperador de Alemania»
su

«Arenga lírica
al

so en
Inspirada en poema de Rubén audaz caza
al
el

dor presidente norteamericano, pero con expre


y

sión propia singular tono viril, «Arenga» rom


y

la
la pe

de

con todos los convencionalismos que


se

hace
de

poesía entonación épica, Los versos


al

uso.
vibrantes, broncíneos un relieve estatuario, si
de
y

mulan escuadrones fantásticos asordando espa


el

polífona sonoridad. La fuerza


su

cio con vasta


y
APE NI) ICE 24.5

lírica, el dina mismo ve al, la intensidad de todo

di.
el poema, que conserva el tono inicial sin visible
ficultad, hacen pensar que Poeta, en momento

el

el
sagrado de producción, tiene sensibilidad ten

su
la

sa como cuerda en arco pronto lanzar za


la

la
el

a
eta las cuatro direcciones del horizonte. Los con
a

sonantes chasquean ásperos con vibraciones cu

de
erdas roncas; las estrofas de amplio ritmo alejan
drino con acentuaciones finales agudas; todo cá

el
lido período lírico da una idea sonoridad com

de
pleja difícil como ciertos himnos guerreros

de
los
y

tiempos caballerescos algunos poemas, caldeados


o

por líricas fogaradas,


de

de
los vates exaltadores
rojas visiones tempestuosas, en los días hazañosos
de la Edad Media.
uno que otro pasaje in
en

En Chocano caso
y
a

tenso de las huguescas «Montañas del Oro», pue


den hallarse aquél ímpetu gallardía
«A de

r Ea
verbo
y

quélla sonora mar y


de

de

imágenes renga».
la

sos versos evocan golpear


de

en

lanzas férreas a
maduras, sordo rumor guerrero de petos, rigas
lo

corazas, entre ronco sonar del olifante, cuyo


y

e
el

piedra piedra, prolonga por


de

en

co, rebotando
se

que antiguas legiones esparta


en

los desfiladeros
nas, carlovíngias húnicas, empeñan una brutal
o

acción de armas.
La «A renga Lírica» hizo amarillar de envidia
a

los sensibleros cara melados elegíacos del “nue


y
a a

vo gay trinar”- legión perdularios


de

mele.
la

nudos poetillas cuya poesía como ciertos baza


es

res en que exponen baratijas de todas las cinco


se

partes del orbe. Suscitó protestas, luego triunfó.


Este mozalbete formidalble no ee durmió sobre
246 LAS V () CES DE C () L () RES

su primer triunfo, siguió repujando sus nobles ace


ros, siguió cincelando sus diamantinas armaduras,
recogió sus trofeos y hoy nos da un otro bello fruto
de su fecunda mocedad: «Panoplia Lírica», volú
men que viene precedido de unos bellos versos de
Luis Fernán Cisneros, de un admirable prólogo del
admirable Abraham Valdelomar y seguido de va
liosas palabras amicales de Eguren, González Pra
da, La valle etc. Pieza de mérito relevante es el
prólogo del «Conde de Lemos», (genial e irónico
hijodalgo que acuña moneda con su propia marca
y cuya estirpe lírica viene del Condestable Barbey
d'Aurevilly, por quien se emparenta, de manera
mental, con el muy noble señor de las Letras don
Ramón María del Valle-Inclán) y bien digno de ser
no impreso, sí esculpido en duro Carrara magüer
literarios malsines hagan portestas mezquinas con
tra la excelencia de este autor mozo y de tanta fa
cundia . . . Desearía disponer de un poco de espacio
para dar íntegra aquella Exégesis.
Caracterizán a Hidalgo: a la religión del Yo,
llevada a su ápice máximo; bla fuerza verbal y el
ímpetu lírico.
No sugiere como Eguren: hace destacar, surgir
al relieve la impresión, subjetivamente, arrancán—
dola de la realidad inmediata; natural, no litera
riamente. Viene a realizar esta proporción: a me
nor «literatura», mayor realidad. Y entiendo por
«literatura» aquello que Verlaine rechaza en su
«Arte IPoética»; lo mismo de que Darío dice está
exenta su alma: la palabrería retórica, el artificio
de la frase inútil y pegajosa de los malos poetas de
todas las épocas . , .
APENI) CE 247

La «Oda al Automóvil», desde lejos, delata su


procedencia futurista, en lo que de fuertemente be
llo-o más bien, bella mente fuerte—tiene la escuela
de F. T. Marinetti. El leader de las futuristas hi
zo también su oda al auto; áspera oda de versos
rechinantes y sobrios que sugieren la marcha veloz
del aparato; poema, el de Marinetti, no exento de
bellezas. Lo hermoso del Futurismo; el canto a la
energía, a la fuerza mecánica, al músculo, a la vo
luntad triunfadora, a las ciudades enormes y tu
multuosas villas de piedra, oro y acero, a los puer
tos congestionados por el tráfico, a las fábricas
negras, a las construcciones que arañan el cielo, to
do eso está, desde Whitman a Alvaro Armando
Vasseur, en América, y de Verhaeren a Nicolás
Beauduin, en Europa, en expresión real de belleza;
todo está ya dicho.
Queda del Futurismo--descontando los motivos
de emoción ya expresados--sólo un fárrago de ton
terías:el deseo de quemar las bibliotecas, de destru
ír el Pasado,--templos, palacios, ciudades legenda
rias y evocadoras.-y una serie de cosas prosaicas y
ridículas.
Hidalgo, en bellos versos, canta el placer de
conducir un auto raudo y elegante; canta la Gue
rra y hasta la desea—cosas de la edad-ardientemen
te, invocándola como una necesidad, como una hi
giene pública.
Siempre hemos asegurado que los valores esté.
ticos son unos, y los morales, otros; así, pues, no
me detendré a analizar la moral de estas vibrantes
páginas; pero sí asegura remos que, a más de una
originalidad asombrosa, es tan noble el estilo, que
248 I. AS V () (CES DE C ( ) L() RES

perdonamos la agresividad juvenil del Poeta, a


cambio de las bellezas de sus versos.
El «humour» no ha sido, entre los escritores
sudamericanos, cualidad relevante y primera; el
«humour» ha tenido, en nuestra literatura, su na
cimiento con las «Gotas Amargas» de José Asun
ción Silva; luego se le admira, mucho mas tarde,
en el formidable Luis Carlos López; Julio Herrera
y Reissig, maestro de la sutil y helénica Eironeia,
nos da punzantes páginas del más fino «humour»
en sus poemas campestres; nuestro poeta J. A.
Falconí Villagómez (a quien no se le admira entre
nosotros tanto como se merece, por dos pecados:
el pecado de ser muy joven y el pecado de no ser
extranjero) tiene versos de «humour» agresivo.
Hidalgo cultiva tal género con singular a cierto.
«Panoplia Lírica» es principalmente, un libro de
«humour»: un libro amargo y alegre, sentimental
e ilógico, anunciador de que un nuevo gran poeta
ha nacido en la fecunda América.

l/ea/a yao - 1y ge/ S//. . 1


1',

El égrafo Guayaquil
-

su

IIace dos días que recibí libro //ombres /3es


y

ayer íntegramente, pues no


leí

tius, fácil
lo

es
y

suya
en

suspender lectura de obras como las


la

la

(ue vida, juventud virilidad vibran unísono.


al
de y

l'eligrosa tarea usted, que no agradecerán


la

le

los desenmascarados por Los amigos


su

critica!.
cambio, gentil
de

de

su

loa rle,
en

verdad han
la
APENI) ICE 249

actitud que desafía cóleras de impotentes.


Su libro me ha dado a paladear mieles de
poesía honda, noble y fuerte. Acabe usted de
ser generoso y mándeme sus versos.
Lamento muy de veras que los países de Amé
rica vivan tan apartados unos de otros. Debería
mos conocernos más seriamente. Apenas cambia
mos unos cuantos libros y unos cuantos nombres.
Pasa en México lo mismo que en el Perú: nues
tra literatura data de cuarenta años. Pero aquí
ya no nos asusta decirlo. Las momias literarias
ocupan ya sus vitrinas en los museos. La gente
nueva priva y manda.
Con el íntimo contento de haber conocido a un
espíritu tan inteligente y de tamaño vigor, le envío
mis agradecimientos y mi enhorabuena, y quedo
su devoto amigo que altamente lo estima.

Enrique GOAWZA LEZ MAA //AW/2Z.

México.

El personalísimo y admirable Hidalgo, el poeta


de «Panoplia Lírica» senos revela en este nuevo
libro como original crítico de dotes raras y como
polemista de nervioso temperamento. Creo haber
dicho que el apolonida de la «Arenga Lírica al Em
perador de Alemania» se distingue por su desnuda
sinceridad, su acento sonoro y su torrencial nú
men, de imágenes centelleantes, de metáforas gran
25O LAS VOCES DE COI.ORES

dlilocuentes, de un colosal dinamismo idiomático.


Su verbo es aquilino y su prosa, como su verbo,
trae a la mente la comparación a la onda marina,
coronada de graciosa espuma, que tiene la fuerza
y la gracia: la sonrisa y el músculo.
Es una poesía viril que recuerda más a Whit
man que a Chocano, más a Verhaeren que a Lugo
nes, y que puede, sin hipérbole, estar al mismo ni
vel emocional que «Las Montañas del Oro» o «Al
ma América».
Como crítico es demoledor y arrebatado, injus
to a veces; pero sincero siempre. Su estilo tiene
una precisión y justeza que recuerdan las cláusulas
breves y definitivas de Valdelomar, pero, así como
un objeto bello evoca otra belleza, por igualdad
de la emoción despertada. Sus capítulos sobre los
plagios son de una justa agresividad y debíamos
reproducirlos aquí, para escarmiento de muchos.
Necesitamos, entre nosotros, un espíritu grande.
mente sincero como el de Alberto Hidalgo, para
que desinfecte un poco nuestra atmósfera mental.
Hidalgo no será grato al filisteo, al mercader
literario, al abúlico romántico, al sancho emborro
nador de cuartillas, al nulo, al mediocre, al pobre
de espíritu, al fracasado; lo odiarán los de estóma
go satisfecho, los de calva respetable, los nutridos
de sentido común, los hijos de la Vulgaridad, los
lógicos, los normales... Pero, aún hay locos divi
nos,—caro Alberto-, aún hay alas inquietas pron
tas a ensayar el vuelo: aún hace Pan, en la espiri
tual floresta, danzar a los desnudos coros de nin
fas, con la música lagrimeante de sus cañas hechas
del cuerpo de Siringa . . .
APEND ICE 25 I

Y los que marchan con el pecho escondido en


sacra llama de Belleza, la melena al viento y el
canto lírico en los labios, te admiran; los que va 1
a inmolarse por el arte divino te saludan, oh, amigo
dilecto, de los versos alados, rampantes y rugientes
como los leones míticos de los propíleos babiló.
I11COS.

A/eda ra/o Angel S// l A.


(«El Telégrafo».— Guayaquil.)
3.
+.

Los muchachos están allborotados con el libro


genial que acaba de publicar Alberto Hidalgo, y
que titula Hombres y Bestias (Bocetos críticos), en
el cual se ocupa de Prada, Riva-Agüero, Eguren,
Palma, Urquieta, García Calderón, Cossio, Fernán
Cisneros, Bedoya, Gibson, Valdelomar, Sassone y
() trOS.

El libro no tiene más que un defecto: el precio,


porque aquí lo que se necesita es difundir cuanta
lectura sea posible, y sólo los que hemos estado
sujetos a la tiranía y voluntad de un editor, hemos
podido vender caro. Si Hidalgo se halla en este
caso le perdonamos; pero que vendan caro sus
li.

bros un don José de Riva-Agüero un don Ja


la

Ugarteche,
es

vier Prado hasta criminal.


y

HEl libro, en Perú delbe ser de balde.


el

/a/a )/.1
A1
G,

/\'

afo /\”.
1.
y
1
-

«Integridad». Lima)
2 52 LAS VOCES DE COLORES

Para nosotros los serranos, todo lo que es im


petuoso, elevado, fuerte y revolucionario, significa
un punto culminante en las diferentes manifesta
ciones de nuestra vida. Lo fuerte e impetuoso en
la naturaleza: la tempestad recia, la ventolera, el
granizo, el chicotazo de oro del rayo, son nuestros
placeres favoritos. La sierra sin los rigores de
la Natura nos sería insoportable. En el arte, lo
elevado, lo grande, lo fuerte, nos hace conmover
de intensa emoción estética. He ahí por qué la
personalidad literaria de Alberto Hidalgo nos es
tan querida como admirable.
Cuando Hidalgo comenzó a hacer arte en esta
villa del volcán, nos lo cuenta en su libro «Hom
bres y Bestias», las gentes se indignaron sobrema
nera. ¿Por qué? me pregunto yo. Y meditando
me respondo: Es natural. Debe engendrar cólera
oír una voz que ha llegado hasta muy alto mien
tras las gentes se corrompen en un estancamiento
mediano entre los encantos de la vida burguesa.
Desde que el poeta Hidalgo comenzó a volar, ha
cambiado el criterio de las gentes. A volar, he di
cho, porque es maravillosa la evolución artística,
él.

ascendente que se manifiesta en


Le conocí por sus hermosos versos, rebosantes
de colorido local que me antojaban paralelos
se

laa

los maravillosos sonetos de «Los éxtasis de


Montaña» de Herrera Reissig. Pronto con «Pa
y

noplia lírica» descubrí una nueva faz juven


de
su

tud artística. Alberto Hidalgo comenzaba «lle


a

garme». Después poeta Lima. Un día


se

fué
el

a
A PENI) ICE 253

leí en un diario su «Oda al automóvil». Hidalgo


me «llegó». Retornó al terruño. Otro día leí «El
Nuevo Sermón de la Montaña». Más tarde, en el
Club Puno, un grupo de jóvenes que organizamos
una fiesta de recepción, le oímos la «Oración al
indio Manco Ccapac». Entonces el poeta acabó
por abrumarme.
¿Qué sortilegio existe en el alma del poeta
triunfador? ¿Cuál la caña que sopla para atraer
se la admiración de la multitud? No lo sé Acaso
el alma de la raza. Sí! El alma de la raza autóc
tona, que es vigor, que es ímpetu, que es fuerza. El
alma de América. Sangre de sierra, que así como
hierve en ondas burbujeantes de emoción al oír el
retumbo del trueno que se aleja por los montes
como ruido de peñascos que ruedan al abismo, se
conmueve también al oír el verso grande y eleva
do, que es como el cruzar de un cóndor formidable
sobre las nieves. Hidalgo es el representativo. Lo
que escribí acerca de la prosa de Urquieta, lo es
tampo en estas líneas para El Dirino Quechua (*).
La personalidad de Hidalgo, constituye una
reacción salvadora en las corrientes poéticas que
anegaban nuestro medio intelectual. Es anonado
ra la fuerza de su númen. Señálesele maestros, cí
tese hasta la saciedad al enorme Chocano, al in
menso autor de «Gesta Magna», pero no podrá
discutirse su sorprendente originalidad. Hidalgo
es un gran poeta. Esto lo dicen todos, aún los
que no le quieren bien, porque sería el colmo de la
mentira negar lo que se está sintiendo.

(*) Seudónimo de Hidalgo.—N. del E.


254 LAS VOCES DE COLOREs

¿Los que no le quieren bien?...


Sigamos. Hidalgo tiene un buen humor envi
diable. Gusta arrojar piedras a los gallineros pa
ra alborotar a las aves. «Hombres y Bestias» es
su ballesta. Pero es ballesta hecha de oro de die
ciocho quilates. He aquí porqué no le quieren bien.
Porque ejercita el derecho de distraerse. Sólo que
se distrae como un artista excelso, arrebatando
los áureos rayos del Tonante, para anonadar a los
malos.
Hidalgo, con la publicación de su «Panoplia
Lírica» ha ganado en la República de las Letras
un prestigio que pocos poetas peruanos tienen,
¿qué queda ya por decir a un mal cronista provin
ciano, después del hermoso prólogo del Conde de
Lemos?
Al poeta le conocen de cerca mis condeparta
mentanos. Hoy día vive en la paz de un balnea
rio pleno de luz y de encantos, desde donde se ven
hermosos crepúsculos triunfales, flores y mujeres
bellas, y por la arboleda innumerable de la cam
piña a requipeña una línea de montañas nevadas,
enormes, grandiosas, azules, como el verso del
poeta.
/Emy ¿/jo /º O //E/PO.
(«El Siglo», Puno)

Acerada « Panoplia» la que vino a mis manos,


nutrida de poemas de un la ud de titán,
que a pesar de ser grande, llama a todos hermanos
con líricos rugidos y estruendos de volcán.
APENDICE 255

Sigue avante guerrero, cruzando los pantanos


de muchedumbres pobres que critican tu afán,
y al fin pondrás sobre estos estos estúpidos enanos
la voz de tus clarines que resuena a huracán.
La jauría se encona porque jamás ha visto,
—después de la doliente silueta de su Cristo—
el fenómeno excelso de un bravo paladín.

Pero tú noble bardo de sin igual valía


ves que no hay quien merezca, en la débil jauría,
la honra que da el reto de tu grave clarín.

lác/o 7 /E. A)/O /ºA V7/2.


(«La Semana», Arequipa).
INDICE.
Dedicatoria..... ............... . ... ... ..... .. V
Prólogo......................................... VII
Lema....... XXI

MUSA....... ................................... 23
E NC, ARCES
Oro................................. .............. 3l
Nocturno beato... ......................... 35,
Lo mismo............... . .. 39
Frío...................................... ........ 43
Optimismo ............. 47
El Libro Diario ......................... 5l
LAS FUERZAS DE LA VIDA
El Nuevo Sermón de la Montaña. 57
La Noche .................. .................. 67
Arenga a España............
LAS CUATRO LAMPARAS
26O INDICE

E STADOS DEL ALMA


A y er. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . 101

.
Mañana... ... ... . . . . . . . . . . ......... ... 105
Hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Otoño... ... . . . 113

.
OLEOGRAFIAS
Garúa... ... ..... ... ... ... ... ..... 1.19
..

.
.
.
.
.
Retazo. ... ... ... ... ... ... ... ... 23

..
l
.

.
.
.
.

.
.
manecer. ... ... ... ... ... ... ... 127
A

.
.

.
.

.
.
Nocturno. 131
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
El Reflector... . . . ... 135
UNO MISMO
Meta m prfosis......... ... ............ ... 141
Ingénua ..... ...... .. . . 145
...
......
...
...
.
.
Una Odisea ... 153

.
.
.

Epístola Muerte... .... .. 169


la
a

TRIPTICO ANDINO
La Tempestad .... ..................... l77
La Conquista de Sierra..........
. la

8
l

Lienzo macabro. 85
..
l
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

AGUAFUERTES
Al pastel. 191
... .
. .
. .
. .
.
.
. ..
. .
.
... .

Vesperal 195
...

....
.

.
.
.
.
.
.
.

Siempre igual. ....... ...... 199


.
.
.
.

.
.
.
.
.

Sueño. 203
.
.
.
.
.

SALIDAS DE TONO
Una chica fácil.......................... 209
Aurora... ......... ....... ... 21
3

Malos pensa mientos. ... 2.19


Cuadro vulgar........ ... 23
2

Mediodía............. 227
.

Este que soy yo...................... 231


La venganza de 235
...

Luna........
la

APENDICE.................. ...........
... ...

239
.
.

257
26l
COLOFON
Alberto Hidalgo escribió este libro entro fines del año

1917 y mediados del 1918. Lo pensó: sobre las altas cumbres


de los Andes (a cuatro mil metros de altura) y en los hondos
barrancos de la sierra; bajo el sol de los Incas y en las noches
de luna;al rumor bullicioso de los ríos y sobre la orilla del mar:
bajo la mansa sombra de los árboles frondosos, en primavera, y
en las dolientes tardes del invierno:en la seguridad del refuglo
ante el peligro de la tempestad; en la montaña y en la costa:
ante la inquietud del vivir cotidiano y en la paz del hogar; en
el ambiente cálido de un camarote de lujo y en la incomodi
dad de ll In vagón de segunda: bajo techo y a la intemperie; en
el club y en la taberna; unas veces llorando y otras riendo:
un día tuvo la amargura terrible de una decepción y otro sin
tió que sobre los suyos labios muy dulces se posaban. Por eso
este libro es así: paradójico, como la Vida. Hizo la pequeña
caricatura de la portada Carlos Zavala, artista de bello porve
nir. Se acabó de imprimir el 25 de octubre de 1918, a las tres
y cuarenta y cuatro minutos y medio de la tarde, en los talle

res tipográficos de Armando Quiroz Perea, un rebelde, habien.


do corrido todo el trabajo a cargo de su hijo Eduardo, quien
lo hizo de muy buen grado. Dios se lo pague Amén.

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