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Historia de España. IES El Tablero (Córdoba).

Curso 2020-2021

11. LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN. REINADO DE ALFONSO


XIII HASTA LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1902-1923)
1. LA PERVIVENCIA DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN Y EL REVISIONISMO MODERNIZADOR

El desastre del 98 mostró las deficiencias del régimen de la Restauración y dio lugar a un reformismo
político, basado en las ideas regeneracionistas. El período que se inicia en 1902, con el ascenso al trono 1
de Alfonso XIII -con la declaración de la mayoría de edad del rey, a los dieciséis años (17 de mayo de
1902)-, y concluye en septiembre de 1923, con el establecimiento de la dictadura de Primo de Rivera,
se caracterizó por una permanente crisis política. Diversos factores explican esta situación, entre los
que se incluye el fuerte intervencionismo político del propio monarca Alfonso XIII sin respetar el
papel de árbitro que teóricamente debía jugar. Su apoyo a los sectores más conservadores del ejército
culminó con la Dictadura de Primo de Rivera, elemento clave en el desprestigio de la monarquía.
Igualmente, fue determinante la enorme división de los partidos del "turno", provocada por la
desaparición de los líderes históricos y las disensiones internas.

A la muerte de Cánovas en 1897 se sumó la de Sagasta en 1903. Es ahora cuando alcanzaba la jefatura
del Partido Conservador Antonio Maura, mientras en el Partido Liberal se afianzaba José Canalejas.
Conformaban así una nueva generación de políticos que se esforzó por mantener el sistema de la
Restauración y por superar las secuelas del 98, pero en los años siguientes ninguno de los dos grandes
partidos dinásticos (conservadores y liberales) fue capaz de consolidar un liderazgo indiscutible, por lo
que serían continuas las crisis ministeriales y los desencuentros entre los responsables de los dos
partidos. Alfonso XIII encargaba su primer gabinete al Partido conservador, liderado por Antonio
Maura y Francisco Silvela.

A la vez que impulsaba la renovación de su propio partido, Maura dirigió en sus dos gobiernos diversas
iniciativas para una mayor eficacia del Estado, destacando la Ley Electoral de 1907 cuyo fin era luchar
contra el fraude electoral, la creación del Instituto de Reformas Sociales, o del Instituto Nacional de
Previsión, antecedente de la Seguridad Social. Entre los dos gobiernos mauristas, y en aplicación del
turno, gobernó el Partido Liberal, que tuvo como hombres fuertes a Montero Ríos, Segismundo Moret
o José Canalejas. Precisamente con Moret como presidente se aprobó la Ley de Jurisdicciones, que,
entre otras cosas, derivó a la Justicia militar los delitos de injurias al ejército y a la bandera.

2. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA

En cuanto a la oposición al sistema destaca el republicanismo, que posee muy pocos efectivos; cuenta
con una figura histórica como Nicolás Salmerón, quien funda en 1903 la Unión Republicana junto con
Lerroux que también creó el centralista Partido Radical (1908).

Otro grupo opositor fue el carlismo que mantenía una notable presencia en sus territorios tradicionales
del norte peninsular; en 1909 falleció el pretendiente Carlos VII, sucediéndole su hijo don Jaime, lo que
ocasionó una etapa conflictiva, que acabaría llevando a la escisión liderada por Vázquez de Mella en
1919 al fundar el Partido Tradicionalista.

También destacaron los movimientos nacionalistas, sobre todo en Cataluña, donde destacamos la
creación de ciertos partidos catalanistas como Lliga Regionalista, Solidaridad Catalana o Estat Catalá,
que tenía como principal figura a Francesc Cambó. En el País Vaco el PNV de Sabino Arana viviría un
proceso de debate interno entre las posiciones autonomistas y las independentistas; en Galicia el
galleguismo cultural avanzó mucho más que el político, debiendo esperar hasta 1929 para la fundación
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del ORGA; en Andalucía los pasos dados en el XIX como la Constitución de Antequera o las propuestas
de Antonio Machado Álvarez encontrarían continuación en las inquietudes de Blas Infante.

Igualmente, se desarrolló el movimiento obrero, muy condicionado por la deprimida situación de las
clases trabajadoras; el socialismo evolucionará de manera lenta, pero aumentando sus efectivos, sobre
todo dentro de la U.G.T; en esta coyuntura, el Partido Socialista rechazaría la vía violenta, optando por
una participación electoral que le llevaría a las instituciones municipales y en 1910 a la designación
como diputado a Cortes de su líder y fundador Pablo Iglesias. En 1921 nacería el más extremista Partido 2
Comunista de España, de una escisión del movimiento socialista. En 1910 se había creado en Barcelona
la CNT (Confederación Nacional del Trabajo); organización que siempre defendería la huelga como
medio para alcanzar las reivindicaciones obreras, y que gozaría de cierta importancia en Cataluña,
prueba de ello su progresiva afiliación (700.000 tras cuatros años).

Por último hay que destacar el ejército que jugará un papel decisivo en la historia de España,
estimulado por factores como la falta de recursos, el retraso armamentístico y la desproporcionalidad
entre oficialidad y la tropa y la oleada pacifista después del 98; su mala imagen explica la promulgación
en 1906 de la Ley de Jurisdicciones.

3. LA CRISIS DE 1909 Y SUS CONSECUENCIAS

Los graves sucesos producidos en Barcelona en 1909 conllevarán a la primera gran crisis del reinado.
La ciudad condal se había convertido en el corazón de la industrialización española; había vivido desde
principios de siglo un gran auge de las movilizaciones obreras que había culminado en 1907 con la
creación de Solidaridad Obrera, organización anarquista que nació como respuesta a la burguesa y
nacionalista Solidaritat Catalana. Alejandro Lerroux y su Partido Republicano Radical tuvieron un
amplio desarrollo en la ciudad con un programa demagógico y anticlerical. En este contexto, se aprobó
la mencionada Ley de Jurisdicciones de 1906, lo que trajo un reforzamiento del anticlericalismo y
antimilitarismo en la ciudad. La política autoritaria del gobierno de Maura no ayudó a calmar los
ánimos.

Sin embargo, fue la guerra de Marruecos, la que determinó el estallido de la Semana Trágica. Los
acuerdos de la Conferencia de Algeciras de 1906 conferían a España una parte de Marruecos (área del
Rif). Sin embargo, las tribus no aceptaron el dominio español y comenzaron los hostigamientos en la
zona. Precisamente, los ataques de los rifeños contra los trabajadores españoles de una compañía
minera llevaron a la movilización de reservistas. Las protestas obreras pronto aparecieron en Barcelona
y Madrid. Los primeros choques militares se saldaron con el Desastre del Barranco del Lobo con más
de mil doscientas bajas españolas.

El día 26 de julio estalló la huelga general en Barcelona, convocada por Solidaridad Obrera y la UGT. Se
iniciaron tres días de protestas, quemas de conventos, enfrentamientos con el ejército, que acalla el
levantamiento. La represión fue muy dura, sobresaliendo el exilio de Lerroux y la condena a muerte
de F. Ferrer Guardia, pedagogo anarquista y fundador de la Escuela Moderna, a pesar de no haber
participado en los incendios anticlericales de los que se acusaba, en un juicio sin garantías. Pese a todas
las campañas contrarias a su ejecución, con el lema de “Maura, no”, Ferrer Guardia fue ejecutado,
suscitando un fuerte campaña que reclamaba su dimisión, que se producirá poco tiempo después,
abandonándose así el programa reformista. El Rey, intentando acercarse a los sectores progresistas,
dejará el gobierno en mano de los liberales, en concreto de Segismundo Moret, con escasos resultados.

Mientras el PSOE conseguía que Pablo Iglesias fuera elegido diputado, en las elecciones de 1910, ocupa
la presidencia el político liberal José Canalejas, llevando a cabo el último intento regeneracionista
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dentro del sistema de la Restauración. Procurará aportar soluciones a los problemas religiosos, al
catalán e impulsar medidas sociales. Destacamos la legislación sobre el servicio militar obligatorio en
tiempos de guerra, la Ley de Asociaciones Religiosas, conocida como Ley del Candado, que enrareció
las relaciones con la Santa Sede, o la Ley de Mancomunidades, en la que se preveían posibles
conciertos entre provincias, la cual fue finalmente frenado por el Senado, al igual que todas sus
reformas, por su asesinato de la mano del anarquista Manuel Perdiñas. Esto descompondrá el Antiguo
Régimen. Tras once meses de gobierno del liberal conde de Romamones, en 1913 accede a la
presidencia Eduardo Dato, que se mantendrá en el poder hasta finales de 1915. Esto provoca una 3
escisión dentro del partido conservador, entre los mauristas y aquellos que se decantaban por un
modelo más autoritario. También sucedería con el Partido Liberal.

4. EL IMPACTO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

En adelante, podemos hablar de una crisis permanente de los partidos del turno. A ello contribuyó
del desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial; este conflicto dividió al país entre aliadófilos
(liberales e izquierdas) y germanófilos (derechas conservadoras), pero trajo un periodo de prosperidad
económica. España, neutral, pudo convertirse en abastecedora de muchos productos para los países
contendientes.

Las principales repercusiones de la Gran Guerra que estalla en julio de 1914 y se prolonga durante
cuatro años son, sobre todo, en el terreno económico y en el de la mentalidad social. La demanda de
las naciones beligerantes posibilita un auge de las exportaciones textiles, metales y siderúrgicas. Sin
embargo, se reducen las importaciones, producto de los problemas en el transporte y las tensiones
internacionales. Todo ello dará a un encarecimiento de los productos agrícolas y un alza de los precios
en general, afectando sobre todo a las clases humildes, siendo la principal beneficiada de este
cuatrienio el sector financiero, lo que facilita una importante concentración capitalista.

Fácilmente se entenderá la aparición de un distanciamiento entre las clases sociales favorecidas por el
incremento de las exportaciones y las perjudicadas por la subida de los precios provocando un
crecimiento del malestar sociopolítico. Posteriormente, el panorama internacional tras la finalización
del conflicto obligará un reajuste de la economía española a partir del 1920.

5. LA CRISIS DE 1917

El sistema de la Restauración estallaría, finalmente, en la crisis de 1917, en la que confluyeron diversos


factores. Por un lado, el desigual reparto social de los beneficios del boom económico, ocasionado
por la guerra, y la creciente inflación llevaron al estallido social; por otro, el malestar del ejército por
la bajada de la capacidad adquisitiva o el deseo de suprimir los ascensos por méritos de guerra suscitó
el malestar en las filas de un ejército que mantiene el conflicto marroquí; por otro, la incapacidad del
gobierno en integrar nuevas realidades sociales, como los regionalismos y el movimiento obrero, y las
disputas internas de los dos grandes partidos de la Restauración ocasionaron el colapso del sistema.

La cuestión militar tiene su origen en el descontento generado entre los oficiales "peninsulares" ante
los rápidos y, a veces inmerecidos, ascensos de los "africanistas" en base a influencias políticas y deseos
del monarca, lo que culminó con la creación de las Juntas de Defensa; el gabinete conservador de
Eduardo Dato tuvo que plegarse a la imposición de los militares y aceptó unas Juntas que iban contra
la disciplina militar y la subordinación del ejército al poder civil. Su rápida extensión y el miedo a un
golpe de estado militar, hicieron que se declarasen ilegales, hasta su disolución, en 1922.
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La actitud de las Juntas Militares influyó en los partidos de izquierda y regionalistas, que vieron una
oportunidad para reformar la Constitución. Pero resultaba difícil, pues Romamones había cerrado las
Cortes en julio de 1916 y su sucesor, Dato, se negaba a reabrirlas, aumentaba la censura sobre la prensa
y declaraba el Estado de excepción. Ante esta situación los parlamentarios catalanes, bajo la dirección
de Francesc Cambó y de Abadal, aprueban una petición de autonomía para Cataluña y convocan a
setenta diputados españoles a una Asamblea de Parlamentarios, en donde acuden políticos de todas
las ideologías políticas a excepción de los dinásticos (Lliga Regionalista, republicanos, socialistas e
incluso algún miembro del partido liberal). En ella se pide unas elecciones para las Cortes 4
Constituyentes con el objetivo de realizar una profunda reforma política y limitación del poder de la
Corona. El gobierno reaccionó cerrando los periódicos catalanes y la ocupación militar de Barcelona.

Pero, la proliferación de huelgas a lo largo de este año fue evidente, en donde planteaban la exigencia
de la intervención gubernamental para controlar el precio al alza de los precios. El momento de mayor
tensión se producirá cuando los ferroviarios valencianos inicien el 20 de julio, la huelga general que se
extiende por toda la nación en agosto. Aunque los principales enfrentamientos en ciudades como
Madrid, Barcelona o Bilbao tienen como protagonistas a ugetistas y cenetistas, en la preparación del
movimiento participaron otras fuerzas, como los socialistas o los republicanos de Lerroux.

Esta huelga general, sin embargo, trajo inmediatas consecuencias. Ante la amenaza de revolución
obrera, las Juntas de Defensa abandonaron sus peticiones y apoyaron la represión contra los
huelguistas; la dimisión de Eduardo Dato y la formación de un gobierno de coalición con la
participación de la Liga Regionalista trajeron la inmediata desactivación de la Asamblea de
Parlamentarios, todo ello, unido a la escasa participación de los campesinos serían factores que
expliquen el control del movimiento huelguista, saldado con más de setenta muertos, dos millares de
detenciones –entre ellas las de los miembros del comité de huelga el 14 de agosto- y las condenas a
cadena perpetua, luego no cumplidas, de personajes como Andrés Saborit, Julián Besteiro, Daniel
Anguiano o el ugetista Largo Caballero.

6. LA DESINTEGRACIÓN DEL SISTEMA (1917-1923)

6.1. La parálisis política y social

En las más altas esferas políticas se extenderá la idea de establecer gobiernos de concentración que
comprendiesen a representantes de los principales partidos. Luego se sucederán gabinetes, que serán
incapaces de solventar los procesos de la nación y la agitación social alcanza cotas poco antes vistas,
que unido a la poca efectividad en la guerra de Marruecos, llevará a una caída del Régimen, a la vez
que surgirá el deseo de ciertos sectores de una dictadura militar capaz de sacar adelante al país.

Durante el sexenio de 1917-1923, destacaremos la difícil coyuntura política del país, que se
manifestaron en trece crisis de gobierno totales y treinta parciales. En los últimos meses de 1917, los
gobiernos del liberal García Prieto y el conservador Maura serán los últimos del sistema turnista. Hay
que destacar la incorporación a las tareas ministeriales de políticos catalanistas, como el propio
Cambó, quien en 1918, dentro de un nuevo ejecutivo presidido por Maura, detentará la cartera de
Fomento, también se tomarán medidas para paliar el descontento de los militares; las Juntas se
regularán, convertidas en comisiones, una por cada Arma, se producirá un aumento de salario,
aumentarán los efectivos y se regulará claramente el sistema de ascensos en 1918 con la Ley de
Reorganización del Ejército.

El bienio 1917-1919 está dominado por una serie de gobiernos de concentración nacional que hicieron
renacer las esperanzas democratizadoras, tanto en sectores mauristas, la izquierda liberal de Santiago
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Alba, la Lliga de Cambó o los reformistas de Melquíades Álvarez. Estas intenciones democratizadoras
incluían una reforma constitucional, el refrendo de la soberanía popular con limitación de las
atribuciones de la Corona, el reconocimiento de los regionalismos, la secularización del Estado, o la
reforma del Senado, entre otras. Pero todas ellas no cuajaron en la práctica tanto por las dificultades
de aquellos años como por el enfrentamiento entre algunos políticos señalados como Cambó y Alba.

Entre 1919 y 1921 destacaremos la reacción conservadora fruto del desorden terrorista y de las
repercusiones de una consolidada Revolución Rusa, en un sector obrero afectado por un incremento 5
del paro, producto de la posguerra. Con el final de la Guerra se asiste a una contracción de los
mercados, muy negativa para comerciantes, industriales y grandes propietarios agrícolas, lo que
motiva un incremento del paro. En este contexto se desarrollará en Barcelona la huelga de "La
Canadiense", que supone un hito en la historia social española, al conseguir los obreros sus metas tras
dos meses sin servicios de gas y electricidad. A la extensión del movimiento huelguista por Cataluña
responden los patronos con el "lock out" (cierre patronal) y el pistolerismo lo que genera un clima de
violencia. El recrudecimiento de las protestas campesinas en el Sur y los acontecimientos negativos en
Marruecos condenan al fracaso al gobierno del conservador Sánchez de Toca, a pesar de promulgarse
medidas de fuerte repercusión social como la implantación de la jornada laboral de8 horas para los
obreros industriales. En política internacional, España se enmarcan las directrices generales de la
Europa occidental: adhesión a la Sociedad de Naciones y el no-reconocimiento de la Rusia gobernada
por Lenin.

En 1920, volverá a la presidencia Eduardo Dato, que extremará las órdenes represivas a través de la
Guardia Civil y la Ley de Fugas, utilizada con severidad por Martínez Anido para reprimir el terrorismo
en Cataluña. Sin embargo, el asesinato de Dato no se pudo evitar en 1921, coincidiendo con la escisión
de las facciones socialistas con los elementos prorrusos en el PCE, fundado en 1921 y que
incrementaría sus efectivos con militares anarquistas, del que luego nacería de FAI (Fundación
Anarquista Ibérica). Por si fuera poco, también se dan diversas derrotas militares en Marruecos.

6.2. El Trienio Bolchevique en Andalucía

En cuanto a Andalucía, la crisis de 1917 tuvo sus repercusiones en el denominado Trienio Bolchevique
(1918-1921). Durante el reinado de Alfonso XIII se mantenían los problemas seculares de una
Andalucía agraria y atrasada. En ningún otro territorio del Estado tenía mayor importancia el
caciquismo, esto se traducía en una evidente polarización social. Existían mínimos niveles de
industrialización, escasísima capacidad de consumo y una incultura generalizada por lo que no resulta
extraño el estallido de graves tensiones (según Juan Díaz del Moral).

En estas circunstancias y en medio de la inestabilidad y la corrupción políticas de la época el


movimiento obrero fue creciendo en las primeras décadas del siglo XX, incrementándose huelgas y
protestas protagonizadas tanto por la U.G.T. como por la C.N.T. Por ello; las revueltas del campesinado
reclamando la mejora de su nivel de vida y de las condiciones laborales, instigadas más por los
anarquistas y la Federación Nacional de Agricultores que se había fundado en la capital cordobesa en
1913 que por los socialistas, se extendieron por toda la región, con un nivel máximo de movilización
entre el otoño de 1918 y el verano siguiente; las protestas se fueron radicalizando, produciendo la
huida de los grandes propietarios al medio urbano, para su protección. El Gobierno tuvo que recurrir
a ejercer una fuerte represión y la detención de los principales cabecillas.

6.3. Las derrotas en Marruecos


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En este contexto, la cuestión de Marruecos derivó hacia un conflicto de gran calado. Durante el siglo
XIX se había acrecentado la tradicional presencia española en el Norte de África pues el repliegue
motivado por las pérdidas coloniales en América y Oceanía hace recaer toda la atención expansionista
en los territorios africanos. La tardía participación española en este proceso imperialista limita sus
aspiraciones a Marruecos, una zona en la que la inestabilidad y anarquía internas propician la
intervención de las potencias extranjeras. Por intereses estratégicos, naciones como Inglaterra o
Alemania se entrometen en una región sobre la que España no quiere que se tomen decisiones sin su
participación. 6

El acuerdo hispano francés de 1904, que delimita las áreas de influencia de cada una de estas naciones
sobre el territorio marroquí, será previo a la Conferencia de Algeciras de 1906. Definitivamente, un
tratado de 1912 establece sobre Marruecos dos protectorados, uno francés y otro español, éste de
menores dimensiones que el fijado ocho años antes. El problema surgirá al hacer efectiva la ocupación;
muchos políticos, el ejército y Alfonso XIII presionan para tener una fuerte presencia; en
contraposición, grandes sectores de la opinión pública se oponen por los riesgos y los elevados gastos
que supondría. Los contingentes de soldados españoles en Marruecos eran cada vez más numerosos
e incluso se llegó a crear un cuerpo militar especializado en la guerra colonial, el Tercio de Extranjeros,
por Millán Astray en 1920, con un joven comandante Francisco Franco entre sus mandos, denominado
más tarde Legión Española.

En 1919 es nombrado Alto Comisario de Marruecos el general Dámaso Berenguer, quien pone en
marcha nuevas operaciones militares con el resultado de la toma de Xauen. Pero, en 1921, la situación
se vuelve crítica; el general Fernández Silvestre, hombre de confianza del rey y comandante del rey,
inicia un ataque mal preparado e imprudente, sin el conocimiento de Berenguer; como consecuencia,
se producen las gravísimas derrotas de Monte Arruit y Annual, que llegan a poner en peligro el
dominio español en Melilla, al tiempo que causan doce mil bajas en el ejército hispano. Tras el
conocimiento en España del desastre se generalizarán las protestas, exigiéndose responsabilidades a
los partidos políticos. La derrota motiva también fuertes críticas al ejército, lo que motivó la creación
de una Comisión parlamentaria, presidida por el general Juan Picasso, para averiguar las
responsabilidades, creando un germen de malestar social y militar.

6.4. El camino hacia la Dictadura

Los últimos gobiernos constitucionales primero el del propio Maura y, ya en 1922 el de Sánchez
Guerra y, finalmente en diciembre, el de García Prieto plantean la reforma de la Constitución, cuya
viabilidad es imposible ante el deterioro de la vida parlamentaria. En 1923 se suceden manifestaciones,
huelgas y atentados terroristas en Cataluña. Los asesinatos del sindicalista Salvador Seguí en Barcelona
por pistoleros vinculados a la patronal catalana y del arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevila en atentado
anarquista acrecientan el temor de las clases medias y del sector empresarial.

En este clima aumentan las simpatías hacia el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera,
quien dedica el verano de aquel año a mantener contactos con otros militares de alta graduación,
sobre todo con el general Sanjurjo, gobernador militar de Zaragoza. Aunque el Gobierno conoce la
conspiración, no toma ninguna medida así, cuando Primo de Rivera inicia el golpe militar el 13 de
septiembre de ese mismo año; Alfonso XIII, acepta el pronunciamiento militar, al tiempo que el
gabinete dimite, facilitando el acceso al poder de los golpistas que inmediatamente dejan en suspenso
la Constitución instaurando la dictadura primorriverista.

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