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Polemicaz:= 44 ‘dose obrera © ee ari EP Cuca ey Polemica Eanada por et Contre. Ealtor ce ‘Amerion Latine S.A. ©1971 Contro Editor do América Latina S.A, Gangallo, 1220 Buonos. Aires Buenos Aros Seccién Ventas: Rincén 7 Argentina Buenos Aires pores infers avommee, Coeur Hecho #1 depésito de ley Impreso en le Argentina» Printed in Argentina EI texto do ta Parte Generel ‘Sumario Parte Especial hha sido preparado por Haydée Gorostegui de Torres. Parte General ies iecieeoeeras y= La redaccién final estuvo 8 cargo ee (et Gopartemento de Historia del Un Pais Moderne. EI encuadre politic, social Centro Editor de América Latina. La Parte Especiel ha sido ppreparace y redaclada Hugo Galmacinl Se terming de imprimir en los talleres gréficos de Sebestiin de Amorrortu e Hijos 8.4 Lea 2223, Buenos Aires, eto material: ‘eomuteslones 1y econémico Los origenes del movimiento obrero Los conflctos ideotégicos La clase dirigente y les primeres leyes obreras extracrdinario proceso expansivo de la Argentina entre fines del siglo pasado principios del actual, Ocupacion vertiginosa det suelo, aumento de la produccién agropecuaria, erecimiento asombroso det comeicio exterior y de la infraestructura en ol sector transporte y comunicaciones son algunos de los indices domostrativos del fendmeno; también lo son el aumento de la poblacién y el desarrollo de los centros urbanos donde se observa lun discreto afianzamiento del sector industrial. Las cifras traducen en suma una palpable prosperidad que entusiasma a los contemporéneos. Otras cifras sin embargo, reflejan un cuadro mas sombrio. ‘Asi por ejemplo, en 1897, sobre 134.72 obreros, menos de un 20% trabala en forma regular los 365 dias del afio. EI crecimiento desequilibrado de ta economia exige un precio; el nivel de mano de obra requerido por las actividades agropecuarias y sectores vinculados, fue pronto ‘superado por el constante Ingreso de inmigrantes que no encontraban cabida en la estructura productiva, Como consecuencia, no tardaron en intensificarse las tensiones sociales al tiempo que tenfan jugar los primeros intentos Feinvindicatorios por parte del sector obrero. Los conilictos inmediatos no fueron otra cosa que el reflejo de una nueva realidad que tendia a conmover los propios fundamentos del poder y que, por lo mismo, promoveria actitudes dotensivas de la clase dirigente; la sancién de la ley 4144 do residencia es una de ellas. Pero como sefiala el autor, hubo paralelamente una tendencia hacia una politica mas flexible, comprensiva de la realidad que busco promover medidas minimes para reconocer los derechos obreros. Dos posiciones tacticas unidas por la adhesién comin al orden establecido tal como surge del trabajo que resulta un valioso aporte para el estudio de los enfrentamientos iniciales en el pais entre el sector dirigente y el sector obrero. Un pals moderno El progreso material: comunicaciones La expansién de las comu caciones es otro de los as- poctos que caracterizan al periodo que analizamos; tal como se verificé para la po- blacion 0 para la actividad agricola y ganadera, las esta- disticas revelan también aqui un acelerado ascenso, ya sea en los kilémetros de vias construidas, en las cargas transportadas, on ol movi- miento postal 0 en el tone- laje fluvial. Cualquiera de es- tos factores es un indicador de la marcha general del pro- 980 pero indudablemento el que reviste el méximo. inte- r68 ¢9 ol forrocarril, dada su estrecha vinculacién con las actividades agropecuarias. Ferrocarriles Independientemente de los aspectos relacionados con el origen de los capitales 0 la incidencia a largo plazo en la economia general del pais —tema que seré objeto de examen mas adelante— bas- ta una simple revisién de las cifras para apreciar la extre- ordinaria expansién de este sector entre los afios 1881 y 1913. Si en el afo inicial las vias férreas apenas sobrepa- san los 2500km., en 1919 —momento en que se da el punto més alto en el crecl- mionto para después decli- nar el ritmo— 32.494 km. sur- can el territorio; aumentos similares se observan en el niimero de pasajeros y tone- laje de carga transportados. En cepitulos anteriores nos hemos referido a la influen- cle del ferrocarril en el pro- ‘eso de ooupacién de tierras y Su puesta en actividad. Ce- rrada esa otapa inicial, las lineas se multiplicaron ‘a un promedio de casi 1.000 km. anuales hasta 1905, fecha en que se superaron los. 1.600 km. por afio para llegar a construirse, sdlo en 1910, 3.213 km. de vias férreas un afio. Las excelentes per pectivas econémicas y las franquicias especiales otorga- das por ley —en especial la Ne 5.315 del 1° de octubre de 1907— estén entre las cau- sas principales de esta inten- sificacién en la construccién ferrovaria. Existen otras sin embargo, Vinouladas al transporte de pasajeros y que se traducen ‘en aumentos de los servicios ‘suburbanos 0 do corta dis- tancla. Los tres millones de pasajeros anuales que se trasladan en el afio 1881 as- cienden en 1913 @ més de 82 millones: una cifra que guer- da relacion con el crecimien- to demografico, urbano y co- mercial. De cualquler manera, la. im- portancia del ferrocarril se ‘mantuvo especialmente como elemento de carga de mer- cancias, como puede compro- barse fécilmente observando el crecimiento de dicho ru- bro, més sostenido que el de pasajeros y coincidente con le tendencia que ofrecen las estadisticas sobre expansién general. Dentro de esta vision muy 8% mera sobre la situacién fe- rroviaria, cabria agregar, co- mo dato ilustrativo, que a lo largo de todos estos afios las 85 1. Interior de un tranvia de caballo, El progreso material: comunicaciones 1004 1002 1983 1084 985 ‘886 a8 1890 190% 1809 ‘CUADAO Nr it EVOLUCION FERROVIARIA on thence pea 2516 ssen670 20s 3.540.108 3464 4.008.659, 3.638 4313013, $503 3387290 538 easaere Bose 8.493.081, rn 305106.342 8.158 11.103.086 982 10'050.606 12475 10.820,008 13.602 11-738.398 13852 12.849.404 14080 +¥3.920.001 14.16 {4.573.037 sani $7.248.458, 14.755 se410.945 Sasi 16.478.058 16413 18.014.503 16.553, va.296.422 18007 19.690.115 10.815.430 21.025 456 2312087 26536211 34199565, 41.704256 497.150.3864 51,080.57 ‘a6 402 errre:782 73641-5580 322.890 eo talc 50.580 1307-964 igiaaie Daz Ae 050.408 2.098.617 5.904.045 aaoait ret 5.420.782 420.972 8.097993, 108.354 143.063 950272 10918288 ‘8981.129, S.aa0.s41 s1810.497 12550831 13.008.190 4.080.340 47924817 20.128575, 22.400.995 26710520 27923011 32211.007 3.080.643 3806626 34375005, ‘0.430.404 2.938250 1, Proyecto de “tramways eléctricos aéreos”, especial para las calles angostes de Buenos Alres. 2. La playa de maniobras del Ferrocarril Sur en nuestros dias, 3. Transporte de maquinaria agricola por ferrocarril. Nchive General deta Mac EI progreso material: comunicacioné estadisticas no arrojan nin: gin afio deficitario y sf un fuerte incremento en los ca- pitales invertidos que pasan de 63.772.226 pesos oro en 1881 a 1.266.855.583 on 1913 El transporte urbano: los tranvias El crecimiento de los centros urbanos se refleja en los as- pectos més diversos; uno de ellos os 1a organizacion de la circulaci6n interna. De allf el interés que revisten los datos relacionados con ol sistema tranviario. En 1913, las com- Paffas que operan en el pais son 30 y la extension de sus lineas alcanza a 1.250 km, con un capital realizado de mSn. 309.080.924, Como I5- gica consecuencia de su ma- yor importancia econémica y de su mayor densidad de po- blacién, la Capital Federal su- pera largamente a los otros puntos servidos por el tran: via, tanto en material rodan. te, como en capitales inverti- dos, personal emploado y pa: sajeros transportados, aparte de haber substituido por com- pleto el sistema de traccién a sangre a partir de 1913, ano fen que desaparecen de la ciudad los coches tirados por caballos, quedando Gnieamen. te los eléctricos. Correos y telégratos El aumento de 1a poblacion y la creciente complejidad en la organizacion econdmica y social influye asimismo en el movimiento postal —corres- pondencia interna y externa— y telegrafico y en la estruc- tura de la organizacién dest! nada a prestar estos servi clos. Tomemos por ejemplo algunas cifras: en 1895 el nd- mero de plezas recibidas y ‘expedidas en el correo in- EERE EI progreso materiel: comunicaciones cuAD#O Nr 2 TRANSPORTE DE CEREALES, GANADOS Y OTROS ARTICULOS POR LOS FERROCARRILES AAGENTINOS EN LOS AROS 1900 A 1913 Tonelades 1900 3852.727 768.998 1.600633 agncsA 1910555 3.588.920 1907 3.299.255 B85 1802497 1.424188 | 560.858 5485.878 j02 3147509 © 930.707 1.852245 102681 210.762 4.457.385 1903 5608230 980.200 2.073.606 1.600561 1.950.779 4.002.151 1004 7.009.208 949.197 2.948.558 1.550.270 2240.19 6.013.303 1005 7AMASI0 1.124010 2.790542 11550414 208.002 §.504518 1906 7874879 1.049.229 2.023.120 1.701487 3.700.158 9.074912 1607 7205096 1206821 2.008039 21050001 4300.01 10.111.510, 1908 9.830.589 15170650 3.154207 2970516 4cg0449 9.600.407 1808 8.506809 099502 3.258890 200R6Te Sa4sore 9.414977 1910 8936.252 1.770025 3504720 8.398423 S517.770 5401417 1911 8.759.783 1975290 4095019 4.199.109 S50t.725 11.949.904 1812 13391200 1987582 4.055550 SBI2455 5355895 11.824.722 3913 13.080.728 1969809 4.721.444 4228766 GOSI310 12.183.123 + Gomprende las semis, el pasto, tabaco, yerbe, uva, pesas, nue- es, frutas, ete. 2 Compronde harine, azdsar, caf do azicar, vino, aguardiente, I. cores, tanine, queee, sal, suelae, minorales, rolizos, etc. > Ladlos, cel plea de, cal, pledras; maders, postes,alambres, ‘yeso, portiand, erena, durmientes, rieles, etc. * Lofie, carbén de lefia y de pledra, kerosene, vehiculos, maquine- Flas, herramientas y dtiles do labranza, muebles y erticulos do ‘almacén ¥ tiends Tomado de £! desarrollo econcmico de la Repdblica Argentina en fog Utimos clncuanta afios, Buanos Aires, Tornqulst, 1920. 1. Tranvie con Imperial temo ascendi6 a 124.573.094, idea més exacta del creciente a fines de siglo cantidad que en 1913 llega a movimiento postal y tolearé- Aine Canora det Maca, 958.897.297. En los mismos fico que acompafie al proce- afios, la correspondencia ex- 80 de expansi6n. 2. Tranvias eléctricos terna ascendio de 17.901.678 Al sistema de comunicacio- y de cabello frente plezas a 146.344.208 y el ni- nes debe agregarse la incor- @ la estecion Constitucién mero de telegramas expedi- _poracién del servicio telefo- del Ferrocarril Sur. dos, recibidos o retransmitt nico que en 1913 registra dos de 4.362.765 a 17.531.898. 54.777 abonados en todo ol 3. Interior de le estacién __Colncidiendo con esta inter pats, la mayor parte de ellos del Parque. sificacién del servicio, au- en la Cepital Foderal, ciudad Aho Garr do In Nasi, mentan paulatinamente las que también ostenta el. prk oficinas de correos, el niime- mer lugar en cuanto a capite- ro do empleados y la long les _invertidos, numero de tud de lineas telegréticas: apartos, extensién de lineas, 1,028 oficinas, 7.183 omplea- _nlimero do estaciones, etc., dos, 23.960 km. de lineas en situacién fécilmente exolica- 1905; 3.300 oficinas, 14.519 ble si se tiene en cuenta que ‘empleados, 36.145 km. de I la ciudad es el centro econé- eas en 1913 pueden dar una’ _mico por excelencia del pais. 88. El progreso material: comunicaciones ne nm Rea nl Las luchas obreras y la clase dirigente Hugo Galmarini La etapa de formacién y or- ganizacion de la clase obro- ra en nuestro pais, con sus primeras manifestaciones do lucha social y la actitud de la clase dirigente fronto a ellas, constituye el tema que habremos de analizar. La irrupcién de los sectores obreros en fa vida social y politica incorporé un nuevo elemento a la estructura tra: dicional contribuyendo, con otras fuerzas representativas de nacientes grupos sociales, @ dar una imagon inédita de la realidad nacional que se al- toraba al influjo del proceso de cambio impulsado por la generacién del 80. Es precisamente en este pe- rfodo cuando se aprecian los primeros enfrentamientos en- tre la clase obrera —cuye Ideologfa entronca con las corrientes de opinién prove lecientes en los movimientos obreros europeos— y los gru: pos dirigentes. Una oposicién marcada y diéfena, gracias a la inexistencia de otros ele- mentos que otorgaran rasgos ‘més complejos a las relacio- nes politico-sociales, y que al ‘mismo tlempo revela las con- tradicciones de la clase diri- gente en la disyuntiva de de- fender el orden tradicional o acatar los principios consti- tucionales. Es por ello que el estudio del Proceso de organizacién obre- ray la actitud oficial que sus- cita, puede desarrollerse a través de lineas nitidas on las que el rasgo caracteristico es el enfrentamionto frontal pe- 32 a clertas actitudes mas flexibles como por ejemplo los intentos legislativos de Joaquin V. Gonzélez. Poste- riormente, la. transformacién do los cuadros dirigentes del movimiento obrero, las post- bilidades politicas que brinda la ley Séenz Pefia y la evolu- cién social del pais, enrique- cerdn las facetas de los as- Pectos aqui estudiados, incor- Porando nuevos y complojos matices que se harén més notorios con ol correr dol tiempo EI encuadre politico, social y econémico Una vez superados, mediante la federalizacién de la ciudad de Buenos Aires y la derrota de Tejedor. los Gltimos arres- tos autonomistas de la pro- vincia, el pais entré con la administracién Roca (1880- 1886) en una etapa en la los conflictos politicos cedie- ron paso a los planes de de- sarrollo econémico en que se encontraban empefiados los hombres de la generacién del 80. EI lema adoptado: “Paz y Administracién”, testimonia el desoo de los grupos diri gentes de superar los anta- gonismos politicos y oxtre- mar esfuerzos a fin de crear las condiciones necesarias para poner en practica los proyectos de expansion que constituian objetivos bésicos en el esquema econémico li- beral. Para ello aceleraron a trans- formacién de las condiciones ‘econémico-sociales que con- tribuirian 2 consolidar el pro- ceso evolutivo, alentando la inmigracién europea y la in- version de capltales y reall- zando un vasto programa de obras tendientes a lograr el acondicionamiento operativo 1 1. Proyecto de sede pare “El Hogar Obrero”, en Bolivar y Martin Garcia Cate 7 Carton ayo 1818 2. Nicolés Avellaneda. do Ia nacién para facilitar su integracién a los mercados internacionales. El aporte Inmigratorio era uno de los elementos bésicos do la politica en que estaban empefiados los hombres de la organizacién nacional al que se le asigné la mayor im- portancia. A partir de 1853 y al amparo de las generosas normas constitucionales, se desarrollé un plan de promo- cién, combinendo los. siste: mas de inmigracién esponté- nea y controlada. Esta poll tica produjo a corto plazo un Impacto decisivo en la socie- dad argentina puesto que se creé un factor de movilidad social y se incorporaron nue- vos habitos e ideas, al tiem po que se provocaba, on la medida de su Importancia, una reaccién de los sectoros tradicionales frente a un fe- némeno demogréfico quo al- toraba la estructura social preexistente, La corriente inmigratorla, re- sultante de estas medidas, fue Impresionante y se inten- sificé en las vltimas tres dé- cadas del siglo pasado. En el decenio 1871/80, ingresaron al pais 240.885 inmigrantes cifra que en el periodo 1860- 1890, aumenté sensiblemente aleanzando a 841.122, canti- dad que, si bien fue supera- da por fos aportes produci- dos en el siglo XX, revela, or su magnitud, las condi- ciones favorables que ofrecia el pais como consecuencia de la desaparicion de los con- flictos politicos. Son testimo- nio de esto los indices do ra- dicacion efectiva, que resulta- ron los mas altos registrados hasta entonces y que oscila- ron: en 1882/90, entre el 70 y 80% para declinar sensi: blemente en el lapso 1890/95 dobido posiblemente a la re- aparicién de les tensions po- liticas y a la crisis econémi- ca que se cernia sobre el pais. Pese a estas cifras, los pro- pésitos perseguidos tuvieron un éxito sélo relative y las principales premisas del plan Inmigratorio se vieron frus- tradas por una serio de com- plejas circunstancias que se- rén analizadas mas adolante. La activacién econémica cons- tituy6 otro aspecto importan- te de la politica liberal. El ideal de progreso que anima- ba a la filosofia politica de la clase dirigente exigia el desarrollo de las fuerzas eco- némicas para transformar la imagen tradicional del_ pats. Para lograrlo se impuls6 la radicacion de inversions en cuya orientacién influyeron decisivamente la divorsifice- cién y desarrollo de las actl- vidades agropecuarias, favo- recidas por las crecientes po- sibilidades de colocacién de productos on Europa. For ello, ferrocarriles y frigorificos se- rian los rubros_predilectos; las cifras revelan su. impor- tancia ascendento. En 1885 Jas inversiones generales al- canzaron a 13.543 miles de esos oro, suma que en 1886, acrecié a 156.440 de la que un considerable porcentaje co- rrespondia a los ferrocarriles. Por su parto, el comercio ex: terlor, alentado por los reque- rimientos cada vez mayores del mercado internacional, al- canz6 una magnitud realmen- ‘te notable. Las exportaciones que evaluadas en oro alcan- zaron en 1870 a 30.223.084 subieron en 1885/1886 a 3.879.100, para llegar en 1905/06 a 922.843.841. Todo ello contribuys a trans- formar las modalidades del ritmo econémico del pals y exigid, al mismo tiempo, une mayor actividad financier del Estado que, para acelerar el proceso de expansion eco: nomica, emprendié la realiza- clon de obras pliblicas y ol 92 desarrollo de Ia actividad ad- ministrative, no siempre ofi- cazmente conducida, para lo cual recurrié a empréstitos extranjeros y locales, actl- vendo un proceso inflaciona- io que produjo serias conse- cuencias. A su vez, la pro- ‘grosiva dependencia de los mercados internacionales pro- vocaba una mayor recoptivi- dad de las fluctuaciones de la economia mundial, exten- diendo a nuestro pals los efectos de la crisis de 1890. En este afio culminarian los problemas financieros que venfa soportando. la nacién ‘como consecuencia de la In- controlada politica de expan- sién, el vertiginoso ritmo in- flacionario, y el deficit de la balanza comercial. uobraron ‘en 1891 el Banco Nacional y el de la provincia de Buenos Aires y se vivi6 una catdstro- fe financiera que efect6 © vastos sectores de le socle dad y debilité la solidez poli- tiea de la clase dirigente que debi6 afrontar, al mismo tiem: po, la aparicién de nuevas fuerzas sociales deseosas de participar en la vida politica del pais. ‘Como todo proceso de cam- bio, el que analizamos plan- ted nuevos y multiples pro- blemas y aceleré la circula- cién social, incorporando nue- vos sectores que discutleron a los dirigentes sus privile- glos, alterando las normas de conducta de la sociedad tra dicional a la vez que algunos procuraban integrarse a le misma. Frente a ese fené- meno que Impresioné vive. mente a los contempordneos, la elite gobernante mantuvo fen genoral una actitud de re- chazo que la Hevé a acentuar su cardcter de tal, asumiendo posturas que revelaban una firme creencia en su superio- ridad que favorecieror su de- venir en oligarquia. 4. Joaquin V. Gonzélez. 1. Miguel Cané. 2. “La sope de los pobres”. 3. Imtertor de conventilio en el barrio de San Telmo. Archive Caneral dela Neen, No solamente las modidas po- litico-sociales que se adopta- ron son demostrativas de esa conducta cuyo ejemplo mas tipico ee la sancién de la ley de residencia; también la li- teratura ha conservado muy valiosos testimonios on tal sentido, testimonios particu- larmente importantes on ra- zén de la extraccién social de la mayorfa de los autores. La transformacion vertiginosa de Ia ciudad y de su compo- sicién humana —producto de! conglomerado étnico_ provo- ado por la inmigracién, del afan de prosperidad material y ascenso social y del espi- ritu especulativo que privaba ‘en sus habitantes como con- secuencia del proceso de cambio— se manifiesta en la preooupacién de los autores por describir esa realidad y 8u contorno inmediato, acti- tud en fa que influfan sin du- da las corrientes realistas y naturalistas de la novelistica contemporénea. Tradujeron asi sus inquiotudes frente a una sociedad en transforma clon. Desde su punto do vis- ta, José S. Alvarez (Fray Mo- cho) reflejaba en sus obras la conducta de los grupos tra- dicionales no incorporados ni beneficados por el nuevo es- tado de cosas y criticaba agu- damente a la naciente clase media preocupada por adop- tar las pautes do conducta social que se imponfan. Des- de otro punto de vista, los ‘autores mas identificados con el liberalismo dirigente reve- laban su resistencia a la nue- va sociedad que hablan con- tribuido a crear; acentuaban ‘entonces un sentimiento aris- tocratizante 0 exaltaben las formas de vida tradicionales, sin desdefiar por cierto una Justificacién cientificista de su superioridad que denotaba muchas veces una tomprana xenofobia. Cané, Cambace- res, Wilde y otros endurecian frente a esa realidad sus prin- cipios liberales y repudiaban lo que el primero tlamaba “la invasién tosca del mundo he- terogéneo, cosmopolita, hibri- do, que es hoy la base de nuestro pais”, y hasta los mas decidides defensores de una amplia politica inmigratoria, como Sarmiento, manifesta: ron su preocupacién, mien- tras otros como José M. Miré (lulign Martel) describian las consecuencias nogativas de la especulacién febril en la que se mozclaban las més va- riadas clases sociales y las atribuian @ la corrupci6n que provocaba el cosmopolitismo. Esa evolucién, expresada ca- balmente en ‘la opinién de Cané, es tipica do la olite que. como tal, se replegd so- bre sf misma, rosistiendo to- do intento de cambio, cada vez mas convencida de la le- gitimidad de los derechos que ella misma se habia atribui- do, pero que, al mismo tiem- po. al influjo de los casi olvi- dados fundamentos de su |i: beralismo, formul6 por medio de algunos de sus miembros —los menos, es cierto— una politica compronsiva do la realidad que se traduciria, por ‘ejemplo en el proyecto de ‘Cédigo Nacional del Trabajo, presentedo por Joaquin V. Gonzélez en 1904, Comprendia su autor el cam- bio histérico que se operaba ' especialmente of desarrollo de una clase obrera que con sus actitudes revelaba una ‘reciente resistencia al orden social establecido, obligando ‘@ tener en cuenta que “en nuestra ciudad fermenta ya tuna creciente cantidad de pa- siones colectivas” que debian ser canalizadas a través de tuna _comprensiva politica le- gislativa. En ese entono politico, so- celal y econémico, se ha bian comenzado a desarrollar las primeras organizaciones obreras. Los origenes del movimiento obroro La politica inmigratoria_ en que se empefiaron los gobier: loB que se sucedieron a par tir de 1853, tenia como obje tivo fundamental —sobre to- do en su primera época— le radicacién de colons en las Zonas rurales para favorecer el desarrollo de las activida des agropecuarias y poner al servicio de la economia na- clonal vestas regiones haste entonces escasamente explo. tades Ello determiné que la mayo: ria de los contingentes inmi- gratorios estuviora constitul da por grupos ocupacionales en los que predominaba el sector primario, especialmen- te agricultores y jornaleros, al punto que en el periodo 1857/1924, y especialmente hasta 1880 en que las condi ones fueron més favorables, aleanzaron un porcentaje del 45% sobre el total. Pero los propésitos de asen- tar a los inmigrantes en las zonas rurales tuvieron escaso éxito. No existié una politica consecuente en ese sentido y. salvo algunos esfuerzos bien intencionados como la F 817 de Colonizacion © Inmigracién, debida a la ini- clativa de Avellaneda, se tro ez6 con numerosos inconve- lentes que dificulteron el acceso de los colonos a la propiedad de Ia tierra. Tales circunstancias, unidas a la natural atraccién ejercida por los centros urbanos y al discreto desarrollo industrial que se operaba en les zonas litorales, especialmente en Buenos ‘Aires, detorminaron una concentracién demograf- ca en la que predominé fuer- temente el elemento extran- Jero, que aleanz6 a represen- tar en determinado momento el 60 % de la poblacién de la Capital Federal (Censo de 1895). Gomo resultado se operé una transformacién notable de la composicién humana de la ciudad: un acentuado cosmo- politismo alteré su imagen tradicional y se produjo un gran crecimiento de pobla- cidn, Buenos Aires, que en 1889 tenia 284.909 habitantes, pas6 on 1887 a 404.173, para aleanzar en 1895 la cantidad de 663.854. Esa_concentracién humana, en la que era evidente el des- ajuste profesional de la ma yoria de sus integrantes dada ‘su extracci6n ocupacional, hi- 20 que el caudal inmigratorio que debla volcarse a las ac- tividades productivas so. in- corporara a las formas subsi- diaries de la economia; esta abundante y bareta mano de ‘obra no especializada, que excedia obviamente las nece- sidades reales de un incipien- te desarrollo industrial, incidi- rfa desfavorablemente en les Perspectivas do la nacionte clase obrera para obtener bue- nos salarios y regimenes de trabajo y crearfa niveles de ‘ocupacién que se mantuvie- ron con ligeras variantes a lo largo de todo el periodo ena lizado. La ciudad adquirié una fiso- nomia pecullar. En ella —co- mo sefialara Sergio Bagt—, sin haberse operado un pro- ceso de desarrollo industrial suficiente, se daban las ca- ractoristicas propias do una urbe febril, como podia apre- ciarse, por ejemplo, en las condiciones de vivienda im- perantes, unides a las defi- cientes condiciones de traba- jo y a los salarios escasos ‘Surgié asf el conventillo que dio lugar a caracteristicas fi- sicas y a normas de convi- vencia de las que dieron abun- dante testimonio la literatura popular y algunos estudios de tipo. social realizedos con clerto rigor cientifico. No so- lament militantes obreros como Adrién Patroni rofloja- ron la vida de ellos; médicos como Guillermo Rawson, el francés S. Gache y el mismo Eduardo Wilde se preocupa- ron por dar una descripcion del medio con su promiscu- dad y deficientes condiciones de habitabilidad Los censos municipales y es- timaciones de otros origenes han permitido registrar la cantidad de conventillos exis- tentes en Buenos Aires para esa época, asi como también la densidad de su poblaoion. En 1880, existian 1770 con ventillos con 51.915 habitan- tes, y en 1887 2835 conven- tillos compartidos por 116.167 personas de las cuales el 66 % eran extrenjeras. Para 1904, el namero habia dismi- nuido a 2.462 conventillos, en los que vivien 188.188 per- sones. Estos datos —claramente ilustrativos— estén ratifica- dos por el informe realizado por el Departamento Nacio- nal del Trabajo poco antes de producirse la famosa “huelga de conventillos” que consti- tuyé un esponténeo movie miento popular. En dicho tra- bajo, reproducido en el Bole- tin NP 3, afio 1907, pag. 479, se estudian las caracteristi- cas de 23 conventillos con un total de 708 plezas ocupadas por 3.146 personas. lo que arroja un promedio do 4 ha: bitantes por cuarto. ‘A estas condiciones de vida deben agregarse otros facto- ros iguaimente negativos. Las condiciones de ocupacién re- volaban que sélo un porcen- taje reducido de trabajadores tenia ocupacién permanente. ‘Seguin célculos realizados por e! mencionado Adrién Patroni y reproducidos por José Pa- nettieri en 1897, de un total de 134.772 obreros s6lo alre- dedor del 18,5 % trabajaba los 365 dias del aio; el pro- medio de dias de trabajo efectivo era de 257, con el consiguiente periuicio sobre los Jornales. Se sumaban a esto otres condiciones desfa- vorables: Jornadas de trabajo de 10 horas diarias en su ma- yor parte, deficiontes medi- das de salubridad y seguridad ‘on los talloree y rigurosas ro- glamentaciones Los selatios, por su parte, 8u- frieron, como dijimos antes, la presién de la abundante ‘mano do obra que los manto- nia en niveles inferiores; no ‘alcanzaban en la mayoria de los casos @ cubrir los gastos familiares, obligando, pera paliar esa insuficiencia, al trabajo de mujeres y menores: que fue utilizado en elevado porcentaje. Ademés, la situa: cién financiera por la que atravesaba el pais era dificil el impacto de la crisis eco- némica del 90 y el fuerte pro- e80 inflacionario operado, causante de un alza conside- rable de los precios de los articulos de_primera necest- dad, producfan una sensible depreciacion del peso papel frente al valor oro, lo que fects le modida real del sa- larlo, produciendo una dismi- nucién que entre 1886 y 1896 Negé al 54 % Este conjunto de factores in- cidio en Ia situacién de ta cla- se obrera y contribuy6 @ orear un clima que favorecia a la reaccién en busca de_mejo- res condiciones de vida. Se aprecié asf una_intensifice- cién de las tensiones socia- les que se habian insinuado ya en la década de 1870/80 y que favorecieron los propé- sitos de organizaoién gremial alentados por algunas mino- rfas de trabajadores como re- 1. Ernesto Quesada, cuanro 1 CARACTERISTICAS DE ALGUNOS CONVENTILLOS DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES — ARO 1907 (Trabejo realizado poco antes de producirso la “huolga do los inquk lino” por ei Departamento Nacional dol Trabajo y publicado en ol Bolotin N' 3, Aflo 1907, pig. 476, do ose reperticisn) em aseates Som, hagas 51 300 6 a 350 8 2 150 6 8 160 3 190 00 5 56 250 4 | FY 43 4 48 220 5 2 125 4 2 65 3 Fuonte: Publicacién cltada (Biblioteca da ia Secretaria de Trabejo y Seguridad Soctal) 97 i 1 1. Ficha de pago a los peones del Obraje San Just “vale por velnte centavos contra. mercederias”. ceria, 2, Miombros del Partido Soclalista repartiendo viveros a los huelguistas de 1904, ‘chive Ganon dole Net. 3, Campamento instalado ‘en el puerto de Buenos Aires pare reprimir a los huelguistas de enero de 1904. Ave Canal Met flejo de la experiencia vivida en Is luchas obreras euro- peas. El primer intento en tal sen- tido fue la constitucién en 4872 de la Unién Tipografica que protagoniz6 en ese mis- mo afio [a primera huelga de la historia obrera argentina Rapidamente se_difundioron otras organizaciones gremia- les y en el decenio 1880/90 se crearon agrupaciones que nuclearon a los obreros yo- seros, panadoros, albaniles, ferroviarlos, etc.. y que dese- rrollaron_una intensa_ activ dad tondiente a mejorar la si- tuacién de la clase obrora quo 80 centré en algunos pun- tos esenciales. Como conse- ‘cuencia de la accién de esos grupos de trabajadores fuer- temente influidos por las co- rrientes ideoldgicas de la iz- quierda europea, se cred en 1890 el Comité Obrero Inter nacional que solioit6 del Con: greso la sancién de leyes de proteccién a los trabajadores ‘que contemplaran sus. nece- sidades més inmediatas. Se reclamaba asi la_limitacién de la jornada a 8 hs. dia la prohibicion del trabajo de los menores de 14 afios, le reglamentacion del trabajo de mujeres y menores, el esta blecimiento de! descanso se- manal de 36 horas Ininterrum- pidas, la contratacion do so guros obligatorios contra ac- cidentes, etc... reivindicacio- nos que en 1891 volveria a solicitar la Federacién Obro- ra Argentina recientemente creada. Paralelamente, se promuove la formacion de un partido po- litico que asuma le represen: tacion de la clase obrera y se funda por iniciativa de un grupo de socialistas aleme- nes el Club Worwarts y, pos- teriormento, on 1895, el Pa tido Soctalista. Factor preponderante on este proceso de desarrollo fueron 98 los obreros extranjeros radi- eados en nuestro pais que habian participado en las lu chas obreras_ del viejo mun- do, porque ellos transfirieron sus inquietudes al naciente movimiento argentino y pro- plelaron, con plena concien- cia de su necesided, e| osta- blecimiento de organizacio- nes que reunieran a los gre- mios, favoreciendo de tal for- ma su accién coordinada. En 1891, se dieron los prime- ros pasos para la formacién de una Federacién Obrera; ol proyecto no prosperd; se re- pitid, aunque con igual resul- tado en 1894 y 1896, y se conereté finalmente en 1901, aio en que se constituye la 4 Federacién Obrera Argen: tina (F.0.A. de la que se se- parardn en 1902 los nicleos que darén origen @ la Union General de Trabajadores U.G.1). En dicho afio se agudizan los conflictos sociales: las auto ridades, que los atribulan @ la influencia nociva de agita- dores extranjoros, comienzen ‘2 preocuparse. En el mensa- je dirigido a las Camaras con motivo de la epertura de las actividades parlamontarias correspondientes al afio 1903, el Presidente Roca formule considoraciones especiales acerca de la “cuestién so- cial”, preocupado sin duda por las huelgas producidas ol ‘afio anterior, entre ellas, la primera de cardcter general registrada en el pais. Se In- tonsifica la campafia de re- presién y se sanciona, Insp! ada en al proyecto presenta- do en 1902 por Miguel Cano, la donominada ley de resi- dencia. Se producen asi en Buenos Alres y en mucha menor me- dida en el interior, paros y episodios de violencia que muchas veces dejan como saldo muertos y heridos. No existen antes de 1907 estima: CUADAO 11 HUELGAS REGISTRADAS EN LOS AROS 1907/19 ‘ao Hesioss Parclonaos 1907 zat 199017 1908 118 11561 $608 138 4762 1910 236 18.808 1811 402 27902 1812 58 8.992 1913, 8 23,608, Fuontes: Bolotinos del Departamento Naclonal del Trabajo. Debe fSdvortiree quo no chetanta la esoasa roporcusion que se atribuye flag huolgas de 1000, on ee aho 0 produce la mas importante hhuelge genoral del poriodo eatudiado. evanRo 1 NATURALEZA Y CANTIDAD DE LAS HUELGAS PRODUCIDAS EN EL ARO 1907 eed renee Mujree ioe rorat 231 155.348 5.290 8439 109.017 CLASIFICAGION POR CAUSALES ‘Aumento de salarlos y causas anoxas ...... 67 Reincorporacién personal despedido 4% Expulsion personal 2 Modificacién del horario de trabajo .-..--.- 30 Solidaricad con otros. gremios i Disminucién de la jomeda de. trabajo 16 Suprosion cel trabajo a destajo 5 Otros: motivos eae TOTAL, 2 Fuente: Boletin Depertamento Nacional del Trebsjo, afio 1907. cuapno VARIACIONES REGISTRADAS EN LOS PREGIOS DE ALGUNOS: ARTICULOS DE PRIMERA NECESIDAD EN EL PERIODO 1901-1012 ‘lero Guilin’ Ate~seclo Mole yor 0288120) a3 % 1901 OZ?) 1812, a2 5% 190; 030912, 1030219812, a 1902 014 t812, gaa 1903028101203 5% Fuente: Instituto DI Tella, Centro de Investigaciones Econémices, Estadisticas, “Pracios Unitarios de articulos de consume y serve ‘los, Capital, Federal y)provinctas, 1907-1913" Citaco por Hobart Spalding en “Le clase trabajadora Argontina”, pg. 37 100 clones precias de los movi- mientos huelgufsticos produ- cidos hasta entonces, pero on dicho afio, como consecuen- cia de la labor desarrollada por el Departamento Nacio- nal del Trabajo, recientemen- te creado, se puede compro- bar la transcendencia que ha- ban alcanzado, al influjo de y de la prédica constante de! anarquismo que vefa en ellos el medio de lucha més eficaz Las clfras que se Indican en el cuadro N° Il, son testimo- nio elocuente. En 1907, las huelges esumen una impor tancia cuantitativa relevante ya que el ntimero de obreros que participa es sensible- mente superior al de los aitos siguientes pese a que en 1910 la cantidad de paros resulte mayor. Ademds, en aquel afio se registran 3 huelgas cone- rales, dos do ellas originadas en conflictos producidos en el interior y una tercera reall- zada en los primeros dias de enero de 1908 con ol propd- sito de lograr la derogacién de la ley de residencia. En los afios 1908/10 se. pro- duce una disminucién de la Importancia de los conflictos que Sebastian Marotta atribu- yo a los fracasos de los pro- pésitos de unificacién y a la Insistencia de la F.O.R.A. en difundir los principios anar- quistas. No obstante clo, Buenos Aires asistié en 1909 a la més importante huelga general realizada hasta enton- Ges: se originé on los episo- dios dol 1? de mayo de dicho fafio, en que, como consecuen- cla de los choques entre me- nifestantes y policfa, se pro- dujeron serios desérdenes ‘que causaron 108 heridos y 8 muertos. El movimiento, en el que participaron los distin- tos grupos sindicales, que dejaron de lado sus disensio: nes para hacer oft su protes- ta, se extendié desde el 3 al 10 de dicho mes. EI analisis do los movimien- tos huelguisticos del perfodo, revela —de acuerdo con el Departamento Nacional del Trabajo— que tenian como propésito solicitar aumentos de salarios 0 plantear cues- tiones vinculadas con las re- muneraoiones, reclamar la disminucién de la jornada de trabajo u obtener la reincor- poracion de obreros cesantes or su participacién en otros Paros. Asi lo domuestra el cuadro N° Ill correspondiente @ la naturaleza y cantidad de les huelgas producidas en 1907. A este elevado niimero de paros, deben agrogarse otros episodios que muestran un clima social sacudido por los problemas que planteaba la Irrupeion de la clase obrera en la vida social argentina, frente a la cual, la clase gente asumié una conducta que seré objeto de andlisis mas adelante. Los conflictos ideolégicos Nacido como consecuencia de las circunstancias resofiadas precedentemente y formado en su mayor parte por el aporte de trabajadores de ori. gen ouropeo, el movimiento obrero argentino no podia ser ajeno a los conflictos ideolé- glcos que conmovian al del Visio mundo, Esas discrepencias entre gru- Pos que caracterizen todo el Perfodo que estudiamos, se basaban primordialmente en la valoracién de los objetivos @ tener en cuenta para pro- voear los procesos de trans. formacién social y las técni- cas apropladas para lograrlo, y enfrentaron desde tempra: no a los grupos socialistas y anarquistas, a los que se agregaron |uogo el sindicalis- mo y en menor medida el mo- vimiento obrero catélico. Los anarquistas constituyeron en los primeros afos de la organizacién obrera un sec- tor de considerable gravit. cién cuyo desarrallo se. vio favorecido segin Dardo Cu neo por el predominio de los ndeleos artesanales fronto al proletariado propiamente di- cho y por las caractoristicas de la inmigracién italiana y espariola, que representaba un elevadtsimo porcentaje del total. Tal apreciacién resulta de interés y pone de relieve aspectos particulares de la ‘composicin Ideolégica do la clase obrera en aquellos anos. Provalecian en las organize- Clones sindicales los gremios do ertesanos, que correspon- diana una estructura social propia de un relativo grado de desarrollo industrial. En ellos se reclutaron numero- 808 dirigentes del tomprano movimiento obrero que le die- ron al anarquismo finisocular el aporte. propio de un fuerte individuatismo en ol que in- flufa la valoracién de lo sub- jetivo que la propia activided profesional imponia, Frente a e808 grupos existia una masa obrera proveniente fen su mayoria de los secto res ocupacionales primarios, condicionada en su sustento ideol6gico por las dificultades de formacién que suponia el régimen socio-econémico de cardctor agrario y foudal dol que proventa, Io que contri- buia a la receptividad de las teorles anarquistas que se recogfan més a nivel de co municacion emocional que de interpretactén doctrinaria_y favorecfan la accién inmedia: tay directa, Pero no solamente fueron e808 los factores que deter- minaron la difusion del pen- semiento dcrata. Entre 1885 y 1889 residié en Buenos Ai- res Enrico Malatesta, uno de los idedlogos del movimien: to, cuya prédica intensa con tribuyo al desarrollo y consis- tencia ideoldgica del anar- quismo que, mas tarde y mer- ced a los esfuerzos de otro destacado dirigente, Pietro Gori, encauzaria su’ accién hacia la organizacién y la ac- clon concertada, dejando de lado su resistencia natural a tales soluciones. A su vez, los grupos socla- listes se organizeron en tor- no al partido que en 1895 fun. dara Juan B. Justo y en el afio que se enrolaron aqualios que reconocian la necesidad de la participacion obrera en la vida politica, Estas orienteciones se dispu- taron el predominio en las asocieciones obreras_y pro- dujeron tempranas_disiden- cias_centradas _primordial- mente en dos aspectos fun- damentales: la participacién de la clase obrera on Ia vida politica y la significacién de ta huelga general como medio de lucha. Estas cuestiones Negarian a provocer en 1902 tuna escision en el seno de la Federacion Obrera y el aleja- miento de los grupos que lue- 90 integrarian la U.G.T Ya on oportunidad de cele- brarse en 1892 el 2 Congre- 80 de a recientemente crea da Federaci6n y cuando atin no se habian producido los episodios que dividirian al movimiento obrero, se mani fosto una clara orientacion sobre los medios de accién ‘quo se consideraban mas cf caces para hacer valer los de- rechos do los trabejadores. Una mocién aprobada en el mismo recomendaba la adop clén de medidas legistativas para facilitar la naturalizaci6n de los extranjeros a fin de propiciar su participacién en las luches politicas. Denota- ba tal actitud la prioridad asignada a esos fines, que se ratificaria poco tiempo des- pués en oportunidad de orga- nizarse la U.G.T. A su vez, la Declaracién do Principios del Partido Socialista, votada en su primer congreso, reve: la el convencimiento de que l_uso de los derechos polt- ticos y el sufragio universal serian medios eficaces para fortalecer al movimionto obrero y por ello el programa Partidarlo preveia el recono- cimiento del sufragio univer- sal por el voto secreto y de los derechos de ciudadania a los extranjeros que tuvie- ran un afio de residencia en el pats (puntos 14 y 21, La Vanguardia, agosto 1?’ do 1896). Por su parte, ol primer con- greso de la U.GT. realizado en 1903, recomienda a. los trabajadores participar en las lides politicas integréndose a ellas a través de los partidos que contuvieran en sus pro- gramas “reformas concretas en pro de la legislacién obre- ra’, proposicion que se reite- ra en el Il Congreso realizado en 1904, En cambio, la FO.A., que a Partir del ill Congreso reall- zado en 1903 respondia a los sectores anarquistas, recha- zaba enérgicamente toda pre- tensién en tal sentido por considerar inadmisible la par- ticipacién de la clase obrera en las luchas institucionales ¥ especialmente "todo inten- to de accién legislativa y par- lamentaria que limitara fa ac- clon obrera al estrecho espi- rity de un partido”. Tal acti- tud ora coincidente con los postulados basicos del anar- quismo y con su intransigen- te actitud frente a la organi- zacién del Estado que le ha- la combatir en forma violen- ta la actividad politica de los Sectores obreros. Asi lo com Prueban numerosos documen- tos y manifiestos de la épo- 2, como el publicedo por el diario derata La Protesta el 10 de marzo de 1908 en vis- peras de elecciones. Afirma- ba el periddico citado que vo- tar ora abdicar y que el pue- blo s6lo debia confiar en ous Propias fuerzas repudiando el Parlamentarismo por perjudi- cial @ los intereses obreros. Pero no sélo en Ia significa. clon atribuida a la actividad politica discrepaban ambas Corrientes de opinién; sus di- ferencias se extendian a la valorizacién de la huelga co- mo medio de lucha. Los gru- Pos anarquistas consideraban que aquélla era un factor de- cisivo en el proceso de revo- lucién social que estimulaba |e participacién obrera en la accion directa y combatiente. Desde los origenes del movi- miento fa alentaron y apola- ron a ella con una Frecuencia que a veces olvidaba las rea- les posibilidades de triun‘o. Por el contrario, los socialis- tas y los sectoros indepen- dientes separados en 1903 de la F.0.A, habian adoptado une actitud legalista en la que la Participacion en la vida poli- tica y las reclamaciones a las autoridades por los canales normales constitufan los me- dios de defensa de los inte- reses obreros. Aceptaban la hhuelga como un medio de la lucha obrera y no como un fin especifico y, si bien no vacilaron en declararla en circunstancias especiales, la combaticron en muchos ‘ca- S03. Estos criterlos dispares on cuanto a la oportunidad y trascendencia de la huelga general debfan inspirar la ac- ci6n de los distintos sectores gremiales y provocaron ape- sionadas discusiones y_nu- merosas declaraciones a tra- vés de las cuales la F.O.A. y la U.GT. fijaron sus posi: clones sobre ol particular. gee 1. Obreros de le “Tintoreria @ vapor Los Mil Colores" en 1907. Garay Cavett, 7 de satire do er. 2. La “manifostacion de las escobas"” durante la huelga de inguilinos de 1907. Caras y Coreton, 21 do ottobre do 18. En 1902, en oportunidad de celebrarse el Il Congreso de la F.0.A. se aprobé una de- claracién en la que se teco- mendaba la utilizacion do la huelga como arma de la ac- cién obrera, reconociéndosele un cardcter de “base supr ma de la lucha econémica”. Esta orlentacion se ratificé en los congresos posteriores aun cuando mereci6 clertas objeciones en oportunidad de feallzarse en 1906 el VI Con- greso en el que, como conse- ‘cuencia de Ia intensificacién de las _medides represivas, algunos sectores dudaron de su eficacia. Por su parte, la U.G.T. tam- bién dio a conocer su opinion sobre la huelga general. EI Congreso constituyento de 1903, aun cuando considera a la huclga un medio do lu- cha eficaz, rechaza a la de cardcter general “toda vez que sea intentada con fines de violencia y revuelta”. Esa posicion se ve en gran medi- da ratificada en la declara- clon publicada en 1905, en la que. caracterizando a la huel- ga como el abandono cons- ciente y esponténeo del tra- bajo, se la raconoce como medio itil “en determinadas circunstancias de lugar y tiempo”. Ese criterlo, que condicionaba la declaracién de hualga a determinados su- uestos, hizo que en muchas oportunidades se produjeran desacuerdos acerca de la con- veniengia de realizarla por ejemplo al decretar la F.O.A. el paro general de enero de 1908. En esa oportunidad la U.G.T. combatié la medida Por considerar que constribul- ria_a debilitar gredualmente la fuerza de las organizacio- nes obreras “con los repeti- dos fracasos a que las con- ducen’’ Se manifestaban a: orientaciones ideoldgicas. El Partido Socialista y las agru- paciones obreras a él vinou- ladas hacian de la actividad politica el arma principal de la clase trabajadora ya tra- vés de ella estimaban posi- ble la reforma legislativa y social. EI anarquismo consi- deraba necesaria la accién di- recta y combatiente por me- dio de la huelga con el pro- Pésito revolucionario de sus- tituir el sistema social vi gente Estas _posiciones resultaron irreductibles y dieron tono doctrinario a las contrales obreras, como Io prueba la recomendacion formulada on el V Congreso de F.O.RA. (nueva denominacion que a partir de 1904 utilizara F.0.A.) para la propaganda de los “prinoipios econémicos y fi- loséficos del comunismo andrquico”; subsistieron fir- memente durante toda la pri- mera etapa dol movimiento y los antagonismos que provo- caron no cedieron, pese a la difusién del sindicalismo que se manifiesta en el seno del Partido Socialista en los afos 1903/04 y que logra preve- lecar en la U.G.T. hacta 1906. Esta nueva corriente ideol6- gica, producto de disidencias dentro del socialismo euro- eo, que exaltaba la accion del proletariado y el papel revolucionerio del _sindicato como medio de transforma- cién social, habia surgido co- mo consecuencia de la revi- sin doctrinaria propuesta por algunos dirigontes obreros y elaborada por Sorel. Si bien en e| sono del Partido Socie- lista su influencia fue esce- a, encontrando muy disoreto apoyo en los cuadros parti- darios, tuvo mayor repercu- sion en el campo gremial donde lleg6 a obtener el con- trol de Ia U.G.T. en oportuni- dad de realizarse el IV Con- greso, Como consecuencia de ese predominio. la central obrera se desvinculé del mo- ane vimiento socialista: al igual que el anarquismo, conside raba inoperante la accién po- litica dentro de las institucio- nes del Estado liberal acentué asi una orientacién quo hacia do la actividad es- pecificamente gremial el ar- ma principal de los. trabaja- dores pero que no compartia las dootrinas extremas del pensamiento dcrata. No obs- tante. su concepcién de la funcién del sindicato y la ma- yor valoracién de la huelge como instrumento de accion obrera favorecié la posibili- dad de procurar el acerca- miento con la F.O.RA. Pera lograrlo, 9¢ lev6 a cabo en 1907 el denominado Con- greso de Unificaci6n. Pese a las esperanzas depositadas en 61, los intentos realizados resultaron infructuosos pues las concepciones ideolégicas que dividian al_movimiento obrero mantuvieron su intran- sigencia. En espacial, los sec- tores anarquistas se mostra- ron irreductibles Imponiondo en definitiva su pensamiento a través de la mocién prosen- tada por el delegado Jaquet que se inspiraba en los mas ortodoxos principtos de la doctrina dcrata. Por ella se condenaba la lucha polities por no ser un medio de ac- cién directa y por ser perju- dicial a los intereses del pro- letariado y se recomondaba siguiendo a orientaciin ma: nifestada en cl V Congreso de F.O.RA., la propaganda del comunismo anérquico. Tal actitud provoce el retiro de las delegaciones no. enrola- das en esa corriente ideold- glea y el fracaso de los pro- Pésitos de unificacion. No obstante, las dificultades con que tropezaben los inten- tos de unidad, no fueron dbi- ce para que en 1907 so re gistrara una Intensa agitacién sindical que se tradujo on la realizacion de un elevado nv- mero de huelgas, dos de ellas de carécter general y que contaron con la adhesion de un crecido némero de obre- ros. En 1909, desaparece la U.GT. y se constituye la Con- federacion Obrera Regional Argentina (C.O.R.A.) que con- tina en lineas genereles la orientacién sindical fijada or aquélla, como fo prueba el art. 7? del acta de consti- tucién que sefiala que su “or- ganizacién puramente econd- mica, es distinta y opuesta a la do todos los partidos poli- tivos y religiosos”, con lo que revela su prescindencia ideo- légica reiterada en el art. 4 ‘quo consegra la més amplia libertad de discusién en el Ambito de la organizacién sit dical Las controversias doctrina- las que hemos resonado afectaban_sensiblemente a accién conjunta de los secto- tes obreros y provocaban el desalionto de quienes desce- ban superar de una vez por todas las divergencias oxis- tentes. No obstante, las ne- cesidades de un acuerdo de- finitivo hicieron que se difun- diera la conviccién de allanar las dificultades que separa- ban a las organizaciones. En los anos 1914 y 1915, on las postrimerias del periodo ana- lizado, dos hechos asumen particular relevancia en tal sentido. El primero de ellos es el ingreso de C.O.RA. en la Federacién Obrera como un paso para lograr la tan ansiada unidad y el segundo el abandono que haco Ia ulti- ma de la linea ideolégica que hasta entonces sustentara La declinacién progresiva del movimiento anarquico Ilove a FORA. a declarar en su IX Congreso realizado en 1915 que la organizacion "no se pronunciaba oficialmente par- tidarla ni_aconseja la adop- cién de sistemas filoséficos ni Ideologias doterminadas”” La clase dirigente y las primeras leyes obreras ‘A medida que se desarrolla- ban los acontecimientos pre- cedentes ol gobierno fue com: probando que los conflictos obreros reflejaban una reali dad social que podia conmo: ver los propios fundamentos del poder. La inseguridad y el temor que algunos de los miembros de la clase dirigente manifesta- ron frente al proceso de cam- bio que el aflujo inmigratorio habla contribuido @ crear se refiejaron_ en sus primeras actitudes frente al problema social que, en general, fueron tipicas de una politica repre: siva que denotaba la irritacién y la sorpresa frente a la con- ducta de quienes pretendian cuestionar el regimen insti- tucional vigente. Fruto de aquélla fue la accién onérgi- ca con que se encard todo intento de protesta y una se- tie de medidas legislativas entre las que se destaca la sencion de Ia ley 4144 do re- sidencia, Pero la clase dirigente advir- tid, asimismo, que era nece- sario adoptar Una politica mas flexible, compronsiva de la realidad, que aunque no ca- racterizé la conducta de to- dos sus integrantes, permi- ti6, bajo el influjo de los mas permeables a los fenémenos sociales 0 con mayor capaci- dad de aprehension de la rea- lided, la promocién de medi das minimas para reconocer los derechos obreros. Se evidencié asi una conduc- ta diversa on la quo altorna- ban una cerrada intransigen- cla y una politica de com- prensién que, sin embargo, no hizo perder a los grupos gobernantes su cohesién in terna No obstante, cualquiera fuera su actitud ultima, lo cierto os 105 que la nueva realidad social los obligé @ abandonar prin- cipios basicos del orden ins titucional_consagrado en la Constitucién de 1853 al quo, como continuadores de la po- litica liberal de los hombres de la organizacién nacional adherien. Frente a las ex gencias de la hora, domina- dos por un sentimiento de in- quietud, no vacilaron en sa- crificar, en defensa de sus Interesés comprometidos, las normas fundamentales que el sistema constitucional conte- fa. Comenz6 un manejo de ‘sus normes bésicas que las subalterniz6, exaltando sus principios 0 prescindiendo de ellos segiin las necesidades politicas del momento. Entra- ban asi en contradiccion tas medidas oficiales con los Precgptos constitucionales Que cedian frente a la pre- sion de la realidad social. Estas actitudes dispares tu Vioron diversos _exponentes dentro de los. sectores alle- gados al gobierno, Si Cané pudo representar la posicion més hostil y. para demostrar- lo, 82 apela al testimonio de sus obras literarias y @ la articipacion quo le cupo co- mo propiciador de la ley 4144, otros, entre os que podemos citar a Jaquin V. Gonzélez, autor del primer intento de legistacién integral en mate- ria laboral. y a Ernesto Que- sada, reveian una visién mas realista. Gonzélez es uno de los personajes mas represen- tativos de la generacién del 80 y 9u actitud lo revola co- mo uno de los més liicidos ‘exponentes de una politica realista y canalizadora de las inguietudes obreras a la que contribuyé no poco su espi- rity amplio, abierto a los fe- némenos. sociales contempo- raneos, heredero en gran me- dida de los més auténticos postulados del. liberalismo Politico, Pero al mismo tiom- 1. La erisis de 1890 barre con los especuladores de la Bolsa, €/ Mosq 3 db newoebre os 1860 2. El local social de los conductores de carros durante la huelge general de enero de 1904 poco antes de ser asaltado por una patrulle de caballeria, 106 po y especialmente en un pri- mer momento, fue un cons: clente defensor del orden politico social vigente y su conducta durante el debate perlamentario suscitado con motivo del proyecto de la ley de residencia que debid de- fender como ministro del In terlor y las disposiciones con. tenidas en el Titulo XII dol Cédigo Nacional del Trabajo referidas a las esociaciones obreras, precisan con exacti- tud los lineamientos dentro de los cuales admitia los de- rechos obreros, demostrando hesta donde estaba dispuosta 2 ceder la clase A partir de 1902, los confilc tos sociales comenzaron_@ adquirit mayor oravedad. Se produce una huelga general en Rosario y luego paros de- cretados por los estibadores que se extienden a otros gre- mios. Fue entonces que el Poder Ejecutivo presenté a las Gémares ol proyecto de ley de residencia que obtuvo sancién favorable en pocas horas. La ley tenia como objeto se giin el miembro. informante, Senador Pérez, “‘evitar que ciertos elementos extrafios vengan a perturbar el orden publica, a comprometer la so- guridad nacional” y, segtin sus propias palabras,no perseguia la represién de las huelgas sino tan s6lo “salvar a la s0- ciedad de esos estallidos andrquicos que comprome- ten tan graves Intereses en un pais debidamente consti- tuido”. Para lograr tales fines. se conferia al Poder Ejecutivo plenas facultades para dispo- ner la expulsion do extranjo- ros 0 Impedir su ingreso, juz- gando por si de la conducta de aquellos. Si bien resulta inherente a las facultades del poder publico ejercer el con- tralor de la inmigracién, es indudable que dobia ojercer- se con pleno respeto de los derechos constitucionales Que se vefan seriamente com- Prometidos, en especial, el art. 25 de la Gonstitucién’ Na- ional, cuyo espiritu amplio encuadraba dentro de los pro- posits esenciales de facili- tar el ingreso de extranjeros al pais. Asi lo entendia el Sonador Mentilla, representante de Corrientes, que results ol més enérgico opositor a la ley. Reconooia que el dere- cho @ expulsar a los extran- jeros provenia del ejercicio de la soberania, pero adver. tia sobre las facultades dis- crecionales que aquélla con- cedia y que ponfan en manos del Poder Ejecutivo atribucio- nes que la Constitucién pro- hibia'y que eran propias del Congreso, y sefialaba con energia que tales disposicio- nes contrariaban los princl- ios de la division de pode- tes, la debida defensa en |ul- cio, el sometimiento de los habitantes del pais a los juo- ces naturales y la igualdad de derechos de los extranje- ros, principios todos que te- ‘fan solido fundamento en of texto. constitucional (Diario de Sesiones de! Senado, 1902, T. II, pag. 660). Esta actitud de Mantilla, ins- Plrada en la doctrina clasica del liberalismo, fue secunda- da en Diputados por algunos pocos legisladores. Pese a quo la ley revelaba al decir del senador correntino que “vamos répidamente olvidan- do la seriedad de los contra. esos de los poderes, la se- paracién sabia de sus fun- clones propias y caminamos hacia un orden de vida die- metralmente opuesto al de la Constitucién Nacional”, su oposicién no merecié apoyo por parte de las Cémaras. Esta actitud del Parlamento reflejaba la alarma ante los primeros estallidos sociales que justificaban —a juicio de ‘sus integrantes— el abando- no de los prineipios consti- tucionales para asegurar la ‘tranquilidad publica compro- metida. No les preocupé el exceso de poder que conco- dian al Poder Ejecutivo y el uso arbitrario que podia ha- cerse de él. El propio J. V. Gonzalez, al defender el pro- yecto, aludia para justificarlo @ las “reglas de nuestra cul- tura y de nuestra civilizacién” olvidando que éstas eran pre- cisamente les que fundamen- taban el régimen constitucio- nal y se oponian a semejan- tes concesiones a la autort dad (Diario de Sesiones del Senado, 1802, T. Il, pag. 669) Si esta ley respondia a noce- sidades inmediatas y revela- ba el estado social do la épo- ca, las medidas adoptadas para encauzar por medio do fa legislacién las inquietudes Obroras_respondian también a causas semejantes. El Pro- yecto de Ley Nacional del Trabajo, presentado a las Cé- maras en las postrimerias del gobierno de Roca, hacia rofe- Fencia en su exposicién de motivos a los movimientos obreros de los afios anterio- ros y respondia al propésito de su autor de “eliminar on lo posible las causas de las agi- taciones que se notan cada dia mas crecientes en el so- no de aquellos gremios, cuyo ‘aumento y organizacién para- lelos con el desarrollo de nuestras industrias, del tra fico comercial interior e in- ternacional y de los grandes centros urbanos, donde se acumulan las fucrzas Fabriles y se producen los fendmenos de la vida colectiva, hacen cada vez més necesario que al legisiador les presto una atencién més profunda y bus- ‘que soluciones definitivas a las cuestiones de Estado que con elles se vinculan”. Se 107 apreciaba asi la edopcién de tuna linea de apertura social cuyos propésitos resultaban claros a la luz de los funda- mentos que la inspiraban y que revelaban una clara com- prensién de la necesidad de allanar los obstéculos que se ‘oponian a la tranquilidad so- cial para facilitar asf el desa- trollo de las actividades eco- nomicas y la integracién de nuestro pais en la economia mundial. Gonzélez lo reitera- ria pocos dias después, con motivo de la interpelacién so- licitada por Alfredo L. Pala- clos a raiz del estado de st tio decretado. Decia en esa oportunidad el autor riojano estar convenoido “de que el primer deber de un gobierno revisor es precisamente evi- tar que lleque el momento de los “sacudimientos irrepara- bles y de los desastres so- siales” Eet08 eran los principio que informaban la ley, que reco- nocia como fuentes inmedia- tas los trabajos de Bialet Massé sobre la situacién de la clase obrera argentina y el proyecto del Code du Tra- vail presentado al parlamen- to francés en ese afio. Reve- laba la posicion dol ministro —que conté con colaborado- res como Ingenieros, Bunge. Ugarte y otros— no sélo agu deza politica sino la absoluta conviccién de la necesidad do adecuar la legislacién a los requerimientos sociales; como pone de manifiesto al ‘expresar que, cuando los con- flictos entre el capital y el trabajo “no encuentran nl en Ja sustancia ni en las formas externas de la loy una solu cidn 0 una via genérica para ‘oll, debe deducirse que el organismo juridico es Incon- siliable con la realidad de los fenémenos sociales que 6! estd destinado a regir”. Este agglornemento de ta norma a la necesidad social, que su- peraba los estrechos marcos de la locacién de servicios del Codigo Civil y reconocfa entided propia al derecho le- boral, no es el menor mérito del proyecto. En efecto, éste contenia un extenso y prolijo tratamiento de los més diversos aspec: tos de Ia legislacién taboral, recogiendo las aspiraciones basicas de los trabajadores expresadas a través de las organizaciones gremiales ¥ politicas. Establecia en el Tit. Ill la obli- gacién de abonar los salarios en efectivo, desterrando la perniciosa practica —emplea- da sobre todo en el interior— del uso de vales 0 ol pago en mercaderfa y regulaba los derechos y obligaciones de- rivados del contrato de traba- jo: en el Tit. V, trataba sobre os accidentes, precisando los. casos contemplados en la ley y puntualizando las excepclo- nes a la obligacién de indem- nizar en disposicionos que prefiguran las de la ley 968 a su vez en el Tit. VI desarro- Haba un minucioso tratamier- to del régimen de duracion de fa jornada para la que fr jaba como regla general la do 48 he. semanales. También legislaba sobre el trabajo a domicilio y 1a labor de mu- jeres y menores y establecia como principio bésico la pro- hibicién para los menores de 10 afios de todo trabajo on relacién de dependencia, Pero, como ya lo anticipére- mos, el proyacto fijaba los I~ mites que la clase gobernan- te estaba dispuesta a admi- tir. Acuerda los derechos bé- sicos, como lo demuestra la enunciacién efectuada, pero al regular en ol Tit. ll el ingre: so de extranjeros imponiendo una politica restrictiva que Impedia la entrada de los no europeos y al establecer on el Xil el régimen de las aso- claciones obreras. que some- te a un riguroso contralor, li- mita las posibilidades de ac- cién de las mismas, por lo que moreci6 severas criticas. La exposicién de motivos @ la que ya homos aludido de- dicaba particular atencién @ este punto. Reconocia el fun- namiento de las asociacio- nes profesionales que se or- ganizaran bajo los principios consagrados en la Constitu- cin Nacional “por extremas quo fueran las, clausulas de sus programas” y al referir- se al derecho de huelga lo admitfa siempre que fuera medio de ejercer las roivin dicaciones obreras y la re- chazaba cuando se lo utiliza- ra como forma de lucha vio- enta y agresiva y “perturba dora de la paz publica y el ‘orden constitucional” Pero si bien estos argumen- fos encuentran fundamento en la necesidad de ejercer el debido poder de policta, diversas disposiciones con: tenidas en dicho titulo pre- ocuparon a les organizaciones obreras. El Proyecto otorgaba perso neria Juridica a las asociacio- nes que cumplieran con los requisitos establecidos en la ley; consideraba nulas a aquellas que contrariaran la moral, las buenas costum- bres, les leyes, la intogridad nacional o la Constitucion —férmulas algunas ambiguas que facilitaban una interpre- tacién arbitraria— ¢ imponta igual sancién a las que se “formaran sobre la base del desconocimiento de la liber- tad individual de sus miem- bros para contratar 0 ejercer sus derechos de acuerdo con su conciencia”. A su voz, enumeraba las causales de disolucién entre las cuales cabo sefialar el empleo de la fuerza, intimidacién 0 amene- za contra otras personas. 0 contra obreros con el fin de incorporarlos a su causa 0 108 apartarlos del trabajo. Por otras disposiciones, se garan- tizaba la libertad de los obre- ros de participar 0 no en los convenios colectivos suscrip- tos por el gremio y se apli- caban severas penas a quic- nes obstaculizaran la libertad de trabajo. A través de lo expucsto se ‘expresa la preocupacién del legislador de dejar a salvo la voluntad individual del traba- jador de participar 0 no de os decisiones adoptadas por las asociaciones, lo que de- muestra le subsistonola de los principios individualistas que obraban en detrimonto de la accion concertada que exi- gia el eficaz funcionamiento do los gremios. Estos reaccionaron contra el proyecto considerando que las disposiciones del_ titulo ‘que comentamos tenian como propésito restringir y contro- lar sus actividades. La F.0.A. se ocupé de combatirlo en el IV y V Gongreso realizados ‘on 1904 y 1905 y recomends para ello la declaracién de huelga general. La U.GT., aunque aceptaba los prinoi pos generales consagrados en el mismo, manifest sv disconformidad por entender que el régimen establecido ponia en manos del Estado o! control de las asociaciones profesionales. A su voz, ol Partido Socialista en su VI Congreso acepté con reser: vas el contenido de la ley. aun cuando el despacho de la minoria ponia de relieve los aspectos negativos de la misme. No obstante las objecciones formuladas por las contrales obreras, era indudable que el proyecto constituia un sensi- blo adelanto legislativo esta bleciendo bases para la re- gulaci6n de las cuestiones 1a- borales cuyas caracteristicas especificas no encontraban recepcién en las normas del ee Derecho Civil y respondfan a la evolucién que la transfor- ‘macién social imponia al de- recho. Al mismo tiempo —y esto debieron advertirio los grupos dirigientes— al reco- ger sus disposiciones las as- Piraciones fundamentales de! movimiento obrero, contri- buian a evitar, como era el propésito de su autor, los Conflictos que conmovian su propia seguridad. Pero el proyecto no fue tra- tado por el Congreso. Prova: lecfa asi una politica de cor- tas miras que no comprendia la trascendencia de los fend- menos sociales y que fue combatida por los sectores mas Wcidos de la clase diri- gente. Uno de los que advir- tioron esa falta de visién fue Ernesto Quesada. En 1907, ‘en una conferencia pronun- cada en La Plata, cuyo toxto 80 reproduce en el Boletin Ne 1 del Departamento Ne- clonal del Trabajo de fecha 30-6-1907, al referirse a los debates suscitados con moti- vo dol tratamiento en Dipu- tados del proyecto de ley so- bre trabajo de mujeres y me- ores, sefialaba que se ro- husaba realizar un estudio serio del problema obrero, actitud que —sostenia— se habia manifestado en oportu- nidad de presentarse ei pro- yecto Gonzélez. Propiclaba Quesada el estudio de los problemas laborales en los Gentros universitarios como medio de evitar los conflic- tos que ponian en peligro la “existencia misma de nues- to orden social” y rocomen- daba la creacién de Tribuna- les del Trabajo para actuar como una instancia conellia- toria, Se ubicaba asi en la misma linea del autor de Mis Mon- tahas advirtiendo, como éste, la necesidad de canalizar la Inquletud obrera que a su jui- clo s6lo podia remediarse me- diante la adopeién de medi- das integrales, comprensivas de los problemas del trabajo, que permiticran su solucién dentro de los cauces norma: les que estos conflictos en- contraban en las sociedades mas evolucionadas y que im- portaban ol abandono del “in- Justificado procedimiento de decretar ol estado de sitio con motivo de cada huelga, Para resolver, con la ley mar- cial y la deportacién adminis- trativa de los agitadores obre- ros cada conflicto que se pro- ducia, cémoda solucién pre- conizada por la sonada ley de residencia debida al ex sena- dor Cane”. El testimonio de Quesada que enjuicia a los "hombres diri- gentes” como {os llamaba en Su conferencia resulta alta- mente ilustrativa. Es la reac- ién de un espiritu lacido, que oxhortaba a los gobernentes a adoptar las medidas ele- mentales que la situacién de los trabajadores aconsejaba. Comprendia que el orden so- cial vigente estaba compro- metido y para salvarlo en sus aspectos fundamentales pro- piciaba el estudio y el trata- miento legislative de los pro- blemas obreros. Y, si bion @8 cierto que los legisladores ‘consintieron en votar leyes como la 4661 de descanso do- minical y la 5291 sobre tra- bajo de mujeres y monores —que hasta 1915 fueron las Gnicas normas legislativas de relevancia en el campo labo ral—, durante los debates se manifestaron las actitudes tradicionales, renuentes a ad- mitir la apertura social. A ralz dol silencio del Con- greso frente al proyecto de Loy Nacional, el diputado Pa- lacios solicité ef tratamiento de sus aspectos basicos que recogfan las aspiraciones sus- tentadas desde largo tiempo por los obroros. Asi se san- 400 clonaron las leyes arriba in- dicadas. La primera do ellas se retie- re al descanso dominical y fue eprobada el 31 de agosto de 1905, restringigndose su mbito de aplicacién « la Ca- pital Federal. Consagraba una _modesta’ aspiracién, al punto que el diputado O'Fo- trel manifests que el descan- 80 semanal es lo minimo en una legislacién “donde estan do acuerdo todas las ideas, todos los propésitos, donde concurren todos los senti- mientos”; pero pese a ello se suscitaron discusiones en lo que se referfa a la aplicacion local o nacional de ta ley y a la retribucién dol dia de descanso. Diputados habia reconocido alcance nacional a la misma y, modificando el proyecto del Poder Ejecutivo en que se inspirara, recomen- daba ol pago del jornal co- rrespondiente al dfa de des- ‘anso, pero en el Senado am- bas soluiciones fueron dose chadas. El miembro informan- te, recogtendo las protestas del Centro Industrial, que ha- bia anticipado el efecto ne- gativo de tal medida sobre los costos, apol6 para roche- zar la remuneracién a los Principios constitucionales afirmando que “obligar a pe- gar un salario al obrero el dia que no trabaja es un ataque al derecho de propiedad que nos llevaria a consecuenclas lamentables no dificiles de prever” (Diario de Sesiones de! Senado, 1905, T. Il, 620) Esta actitud olvidaba los pro- pésitos protectores que nu- trian a la legislacion laboral y que acordaban una nueva fisonomia a las relaciones contractuales y se Inspiraba en una interpretacién absolu- ta del derecho de propiedad recogida en los oédigos del siglo XIX sancionados bajo la Influencia del derecho libe- ral que comenzaba a sufrir el embate de las nuovas corrien- tes juridicas que obedecian a las transformacionos sociales que se operaban Una situacién similar 80 plan: te6 al discutirse la ley 5291 Propiciada por Palacios y de- fendida con altura por el di- putado J. V. Pera, que fue el miembro informante, merecié numerosas oposiciones. EI diputado Deloasse por la Capital puso de manifiesto el espiritu que animaba a los grupos reticentes al cambio cuando expres6 su_protesta por lo que denominaba “exi- gencias de! elemento obre- ro”, pero son sus colegas Se- gut y Cantén, quienes refle- jaron mas claramente ol sen: timiento que prevalecta fren- te a las roformas logistativas. El primero hizo referencia @ la opinion do los beneficiados por la ley sosteniendo haber comprobado ol desintorés de mujeres y menores por la sancién de aquélla dado que ‘su “buena situacién actual les hacia desconfiar de la pro- teceién que se procura acor darles” (Diario de Sesione: de Diputados: 14-9-1906) Desconocia asi la opinién de quienes se habian_ sentido conmovidos por las condicio- nes de la vida obrera y se oponia a la ley invocando el interés de aquellos a quienes iba a proteger. A su voz, Cantén criticaba las prohibi ciones que contenia el pro: ndo_enfética das las rogla mente que mentaciones que importan restricciones de derechos, Ii cer, estén destinedas a aca rrear mayores inconvenientes y peligros que aquellos que se trata de subsanar”, agre- gando que el exceso de tra- bajo no ha producido conse- cuencias negativas en ningin caso. “Que cada uno trabaje todo lo que pueda y cuanto pueda, ese es el ideal de un 1. Altredo Pelacios habla en el X Congreso del Partido Socialista, realizado en el Salén Vorwarts en ‘enero de 1912. 2. Juan B. Justo poco después de haber sido elegido candidato @ senador por ol Partido Socielista on la Casa Suize. ‘Archivo Genera ca 1 Neon, er pals libre" (Diario de Sesto- nes 1-7-1907). Estas exaltadas invocaciones 1 [a libertad, fruto de un libe- ralismo excesive que recha- zaba toda intervencién del poder piblico en las relacio- nes convencionales y en la vida econémica, eran compar- tidas por la Unién Industrial que en el memorial presen- tado el 3 de agosto de 1906 acompafiando un proyecto de ley sobre accidentes, soste- nia que la intervencién del Estado debia reducirse a lo indispensable con provecho Para todos (Diario de Sesio- nes de Diputados. 1915, T. Ml, pags. 568/67). Se defendia en tal forma el principio de la autonomia de la volunted co- mo regla basica del contrato de trabajo y se interpretaban las normas protectoras como restricciones a la libre inicia tiva. Olvidaban que, por sus caracteristicas y por la des- igual situacion en que se en- contraban quienes lo forma lizabéin, ol contrato es materia de orden ptiblico en que de- bia admitirse la activided re- guladora del poder piblico. Se utilizaban asi, equivoce mente, los generosos_princi- pios de la Constitucién, para retacear los derechos obreros y sin advertir, como lo recor- dara el Dr. Montes de Oca, ministro del Interior, citan- do a Lacordaire que “entre o| fuerte y el débil, es la liber- tad la que oprime y la ley le que liberta”. Esta conducta, si bien no im. pidi6 ta sancién de las leyes citadas. revela cémo_perdu- raba la cerrada resistencia frente al proceso de transfor- macion social que se opere- ba en el pais y explica el he- cho de que recién en 1915 mereciera sancién legis la regulacién de los ac tes de trabajo, aspiracion que, como hemos visto, sustenta: ra la clase trabajadora en sus rimeras peticiones formula. das a las autoridades. En oportunidad de reclamarse el tratamiento de la que seria ley 9688, se pusieron de re- Neve los numerosos intentos de legislar sobre el tema que, sogin se express, alcanzaron @ 14 proyectos presentados desde 1904 sin que ninguno mereciera tratamiento (Dia- io de Sesiones de Diputados, 1915, T. Ill, pags. 538 y sigs.) Estaba en juego en la regla- ‘mentacion de la responsabili- dad patronal el principlo tra- dicional del derecho romano recogido por nuestro cédi- go civil por el que aquélla s6- lo correspondia en el supues- to de acraditarse culpa o dolo del obligado y por eplicacién del cual se exigia la compro- bacién de tales extremos pa- ra admitir el reclamo indem- nizatorio. La vigencia de las normas del Gédigo Civil im- pedia aplicar ol principio do la responsabilidad objetiva basada en {a tooria del riesgo profesional, resultado de la ‘evolucién juridica que las ca- racteristicas del trabajo en la sociedad industrial imponian y en virtud de la cual el em- Pleador, como creador del lesgo que generaba con su actividad, debfa indemnizar todo accidente obrero, salvo que mediara culpa o intencién dolosa de! dopendionto, ox- tremos que debia probar co- mo consecuencia de la inver- si6n del onus probandi. Pese @ que algunos magistrados, entre ellos Emesto Quesada, habian desarroliado en sus fallos esta teorla que no mo- reciera confirmacién de los tribunales superiores, la ma- yoria de aquéllos, asi también la doctrina, so opusieron a le recepci6n legal del principio; entre ellos figuraba Estanis- lao Zeballos, decano de la Facultad de Derecho, que tra- 16 el tema en particular y que, como legislador, llevé su in: 494 transigencia, en Ia que cam- Peaba la més rigurosa con- cepcién tradicional, al extre- mo de nogarse a patticipar en el debate suscitado por en- tender que la sancién de la ley 9588 respondia a propési- tos totalmente demagégicos (Diarlo de Sesiones de Dipu- tedos. 1915, T. cit). A las objeciones de carécter doctrinario 0 con pretendido fundamento constitucional co- mo aquéllas en las que se basaba la oposicién a las le yes 4651 y 5291, debe agre- garse la continuacién de la politica represiva como lo de- muestra la sancién en 1910 de la ley 7029, llamada de defensa social. Aunque sus objetivos primarios se orien- taban a evitar la difusion de la accion anarquiste y los actos de violencia que se ha- bian inorementado por enton: ces, algunas de sus disposi. clones excedia esos propési- tos y perseguian la restric. clén de los derechos obreros como lo demuestra la desme- surada sancién penal previs- ta en el art. 25 quo imponia prisién de 11a 9 afios a quie- nes “por medio do insultos, amenazas 0 violencias inten- tasen induoir 2 una persona 8 tomar parte en un huelga © boycott”. La latitud de la norma demuestra el arbitrario uso que podia hacerse de ella y que permitfa su aplicacién @ supuestos en que no me- diaran los actos que se pro- tendian reprimir y se ejercie- ta un pacifico ejercicio del derecho de huelga. Si se tiene presente que con- temporéneamente se alenté una politica de persecucién indiscriminada contra el mo- vimiento obrero organizado como Io demuestran los ata- ques a locales y medios de difusiin obreros_producidos en mayo de 1910 y la vigen- cia prolongada dal estado de sitio, se configura una actitud que frente @ la realidad so- cial no atinaba sino a adop- tar severas medidas de re- prosion. Desofa asf ta clase dirigente, la opinion de quienes reco: mendaban disposiciones ten- dientes a evitar los conflictos sociales anteponiendo la de- fensa del orden tradicional y sus intereses al ejercicio de tuna democracia a la que ad- horfan en sus enunciados tes- ticos pero se resistian a re- conocer en la realidad politi co-social. Y seria nuevamente Joaquin V. Gonzalez, quien en su obra postuma El Juicio del Siglo (1910) juzgara criticamente la conducta del cfrculo al que pertenecia, manifestando nuo- vamente su inquletud frente a los problemas sociales con ideas que eran el fruto de una meditada y serena evolucién que lo alejaba totalmente de sus primeras actitudes. Se referia el autor riojano a la sorpresa con que la opinién gobernante habla recibido la aparicién de los. conflictos obreros que excedian el mar- co de las querellas politicas por la posesion del gobierno, que hasta entonces constitu: yeran su preooupacién esen- cial, y sefialaba que, frente a estos acontecimientos, “el criterio tradicional y dogmd- tico de la clase gobernante acudié desde luego al siste- ma defensivo y represivo de las leyes ponalos, comenzan- do por imaginar un delito el movimiento de protesta o de peticién colectiva y aun la ac- titud pasiva de la huelga co- mo recurso de defensa”. Ad- vertia, no obstante, refirién- dose sin duda a los intentos de legislacién del derecho del trabajo, que més tarde “un criterio més cientifico y sere- ‘no juzgé quo tales actos son manifestaciones orgénicas de tun estado permanente, do una etapa de la evolucién social de la humanidad y prefirié buscar en las fuentes de toda legislacién las causas propias y los remedios, en su caso, para contener y dirigir esas idees y e908 anholos de una clase tan numerosa y tan in- fiuyente en la vida de la s0- cledad y para curarls 1 adop- tasen formas morbosas 0 anormales”. Recomendaba para ello la re- forma legislativa, recibiendo asi a influencia de otros pai- ses que habfan recogido en nuevas Ieyes los principios basicos del derecho laboral y afirmaba que “a medida que las ignorancias y prejul- ‘ios de las clases superiores cedan su lugar @ una concien- cia _més ilustrada sobre las fases cientificas de la vida colectiva, su rigor desapare- eerd, y en vez de las medidas de exclusién o represién vio- lonta a la manera de castigo © exterminio, se buscaran las soluciones juridicas y las for- mas de la justicia que se ‘avionen con todas las. situe- clones y conflictos entre los hombres y las clases”. Era el viejo espiritu liberal que nutria las opiniones del autor, que se daba en sus for- ‘mas mas nobles y que inspi- raba, basado en la idea del progreso evolutivo, esta cons- ciente humanizacién de un ré- gimon econémico desigual. Admitia que la contianza cie- ga en el libre juego de las fuerzas econémicas y una concepeién de la vida politica que marginaba @ los més. nu- merosos sectores de opinién. otorgando derachos casi ex- clusivos @ una minoria Hlus- trada, no se consustanciaban con ios postulados mas au- ‘ténticos de una verdadera de- mocracia y por ello reclame- ba nuevas apertures sociales para complementar las de ca- Factor politico que poco des- pués realizarla Roque Séenz 112 Pea, otro sagaz testigo de la realidad nacional. Juzgaba ast desapasionada- mente la conduota de los aru: pos dirigentes, comprendien- do con desaliento cémo, du- rante todo un largo proceso, se habfan desvirtuado los principios mas sanos do la democracia liberal Bibliografia Gallo, Ezequiel y otros: Le gonora- ion del BD y su proyecto, en Ar. gontina, coclodad do Macae. Eude- ba, 1988, Goneo, Dardo: Juan B. Justo y las luchas' aoclalee on la Argentina, ‘Alpe, 1856. Marotta, Sobaetién: £1 movimiento ical argentino. 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