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Proteger nuestras fuentes de agua trae

consigo innumerables beneficios


Por Andrea Erickson, Directora Gerente, Seguridad Hídrica, The Nature Conservancy

El viaje del agua que consumimos desde sus fuentes hasta el grifo es largo, y no es algo en
lo que pensemos mucho. Por lo que atañe a la mayoría de nosotros, el agua se origina en
lo alto de las montañas, a cientos de kilómetros de distancia. Desde allí, el agua fluye
atravesando parajes naturales y tierras agrícolas hasta que parte de ella se canaliza por
tuberías que trasladan el agua hasta nuestros grifos y a diversas empresas. Solemos
pensar que esas tuberías son nuestra principal infraestructura hídrica, pero las tierras de
la parte alta de la cuenca hidrográfica desempeñan un papel clave a la hora de captar,
almacenar y trasladar nuestra agua. Si conservamos estas tierras, podremos proteger
mejor nuestra agua y generar beneficios adicionales para las personas y la naturaleza.

En la actualidad, aproximadamente el 40% de las tierras de las cuencas hidrográficas


urbanas de las mayores ciudades del mundo muestran niveles de degradación de altos a
moderados. Esta degradación afecta la calidad y fiabilidad presentes y futuras de los flujos
de agua. Pero si invertimos en la naturaleza, podremos reducir estos impactos.

Un nuevo informe publicado por The Nature Conservancy, Más allá de la fuente: los
beneficios ambientales, económicos y comunitarios de la protección de las fuentes de
agua [Beyond the Source: The environmental, economic and community benefits of
source water protection], muestra que la protección de los bosques, la reforestación y el
uso de cultivos de cobertura pueden ayudar en cuatro de cada cinco de las 4000 ciudades
analizadas a reducir de manera significativa la contaminación por sedimentos y nutrientes
en los cursos de agua. Para una de cada seis ciudades analizadas en el informe, el costo de
implementación de las actividades de protección de las fuentes de agua podría
recuperarse simplemente gracias al ahorro en los gastos anuales de tratamiento del agua.
En la mitad de las ciudades analizadas, estas actividades podrían llevarse a cabo por un
costo aproximado de dos dólares al año por persona.

Estas soluciones basadas en la naturaleza también llevan aparejados otros beneficios,


entre ellos mejorar la salud y el bienestar de las personas, preservar la biodiversidad,
captar y almacenar carbono y fortalecer la resiliencia climática de las comunidades.
Cuando las ciudades suman el valor de estos beneficios adicionales a los ahorros
conseguidos en los gastos de tratamiento del agua, pueden obtener un valor aún mayor.

Maximizar los beneficios de las actividades de conservación requerirá de acción colectiva.


Los fondos de agua, que permiten a los usuarios del agua de la parte baja de la cuenca
hidrográfica invertir conjuntamente en la conservación y restauración de las tierras de la
cuenca alta, son un exitoso mecanismo para asegurar la mejora de la calidad del agua y,
en algunos casos, disponer de caudales más fiables.

Por ejemplo, en Nairobi, Kenia, los altos niveles de sedimentos en el río Tana debidos a la
escorrentía agrícola y al desarrollo en las montañas impulsaron la creación del primer
fondo de agua de África. Los socios en el Fondo de Agua del Alto Tana-Nairobi invierten
conjuntamente para proporcionar a los agricultores de la cuenca alta la formación, los
recursos y los equipos que necesitan para ayudar a mantener la buena salud del río,
conservar el agua y cosechar los beneficios de un mayor rendimiento en sus cultivos y
estabilidad en su producción. El fondo también prevé aportar beneficios a la parte baja de
la cuenca, entre ellos la mejora del rendimiento hídrico y la reducción de los sedimentos
en el río. Un análisis estructural del fondo de agua mostró que incluso según cálculos
conservadores, las intervenciones escogidas en la cuenca hidrográfica podrían ofrecer un
retorno promedio sobre la inversión de dos a uno, a lo largo de 30 años. Durante un
reciente viaje a Kenia, los inversores y participantes en el fondo de agua expresaron un
mensaje claro: llevar a cabo este trabajo redunda en su beneficio. Cuidar la tierra
garantizará la longevidad de la comunidad agrícola y creará un futuro hídrico más
sostenible en toda la cuenca.

A medida que crecen las ciudades y las poblaciones, y el cambio climático añade una
presión excesiva sobre los sistemas de agua dulce vulnerables, mantener la salud de las
tierras en torno a nuestras fuentes de agua resultará cada vez más vital para el futuro de
nuestra seguridad hídrica. Al invertir en la naturaleza, también invertimos en nuestro
futuro.

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