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He aqui Ia historia completa de los indios del Valle de México, uno de los dos grupos més importantes dentro del imperio espafiol en América, desde la con- quista hasta la independencia a principios del siglo XIX. Basado en 10 afios de in- Vestigaciones, este estudio saca nueva luz sobre muchos de los grandes temas de Ia historia colonial espafola: la promesa primera de un acuerdo cultural entre los espaiioles y los indios; las divisiones crecientes de las dos sociedades, asi co. mo entre si, y el continuo incremento de la explotacién de los indios, a pesar de la oposicién de la corona espariola. El centro del estudio se enfoca en el efecto de las instituciones espafiolas sobre la vida indigena en el nivel local: la fragmenta- cién temprana del imperio azteca en infinidad de pueblos semindependientes, las relaciones complejas entre las cabeceras y los pueblos sujetos, y los cambios ‘en las economias locales, sobre todo en Ia agricultura, el comercio, el finan- ciamiento, el trabajo y la divisién de la tierra. Los cambios sociales y religiosos de las comunidades indias también son analizados de cerca, al igual que la diso- lucién progresiva de un gran imperio indigena en grupos de gente desmoralizada y explotada surge con toda claridad. £1 capitulo final trata el caso especial de los indios de la ciudad de México. Seis apéndices completan el estudio, que presen tan datos no estudiados sobre las encomiendas, las relaciones entre cabeceras y sujetos, las jurisdicciones politicas, las epidemias, las condiciones agricolas y las cifras de poblacién Charles Gibson es profesor de historia en la Universidad de Michigan y autor de libros sobre los incas y los tlaxcaltecas, ademés de éste sobre los aztecas. Tam- bién es director de Hispanic American Historical Review. San 968-25-0164-0 Serene wi — pecs DOM A Sea ff LOS AZTECAS BAJO EL DOMINIO ESPANOL 1519-1810 charles gibson mar ot eee ARAEDIC A 376 LA PRODUCCION Y EL INTERCAMBIO cultura de chinampas que persistié, Xochimilco fue quizé la Gnica comunidad colonial del valle de la que, en los siltimos tiempos de la colonia, podia decirse que la mayoria de su poblacién adulta masculina estaba integrada por oficiales» Una sorprendente adaptacién fue la de Xaltocan en el siglo xvr, que era una comunidad extremadamente bien situada para explotar las industrias lacustres. Los indios de Xaltocan, a fines del siglo xvt, se reunieron y vendieron grandes cant dades de sal y de cal. De los juncos del lago hicieron una industria de fabricaciGn de petates y en el agua pescaban y cazaban patos y olzos péjaros, mientras que las orillas del lago ofrecian tequisquitl para la fabricacién de jabin y de tintes, ‘Tenian tierras fertiles para la agricultura en seco ademas de las chinampas, “La industria y el comercio favorecen la prosperidad general”, decia el informe oficial de la con. Bregacién, en 1599. TE agua fresca venia a Xaltocan de las fuentes de Ozumbilla Y los pozos ofrecian abundante agua para beber. Al sur del pueblo las tierras agricolas eran irrgadas. Los montes estaban a varias millas de distancia, pero los habitantes utilizaban caballos para levar madera para combustible o tallos secos, quemados, de maiz y zacate. Las chinampas producfan mafz més abundante. mente que cualesquicra otras de la regién, y era un matz que maduraba rpidamen. te y podia ser cosechado mientras que el de otras partes moria por las heladas, Cuando los pueblos de los alrededores sufslan escasez sus habitantes venfan a Xaltocan por maiz" Pero estas condiciones no duraron, En el siglo xvim, las mejores tierras del pueblo se perdieron, y las que quedaban eran demasiado ‘pan- tanosas para Ta agricultura. Los indios tuvieron que rentar los campos de nals a los pueblos vecinos y todas las industrias se vinieron abajo ** Otros pueblos se tecuperaron sorprendentemente en los xiltimos tiempos co- Toniales. ‘Tepetlaoztoc, por ejemplo, se ligé al provechoso comercio a lomo de mula a principios del siglo xvmr, y en los afios de 1780, con una poblacién de 150 familias, la comunidad tenia cuarenta establos de mulas y hosters para los equi- pos que hacian el transporte, por valor de 2 mil pesos o més, En una sola gene. Taci6n se restauraron las casas viejas, se construyeron otras nuevas y se establecio un comercio activo. La riqueza de Tepetlaoztoc, de acuerdo con un informe de fines del siglo xv, no estaba concentrada en unas cuantas manos sino distribuida ‘entre toda la poblacién y se desconocfan la desnudez, el hambre y Ja miseria** 20 Vilasetor y Sinches, Theatto american, 1, 165.66. Vetancuct, Chrnica, pp. $63. san, Palo nes, ol 29, fol Tea ‘8 Guica Pimentel, Deeripién, p. 96. sex, Tien, vol. 1584, exp. 1, fol. Ae £02 Villasior y Siaches, Theatr amesican, 1, §4. Veange lis obseracions de Gana, EI valle de -Mésice,p. 64 para eh siglo Xx 3am, Padones, v3, fl, 10e0y cariruLo peciMorERcERO La ciudad En el valle de México, los conquistadores establecieron una ciudad de espaiioles, Mesto como ve eos dusts algin tiempo, México-Tenochtitlan. La deci- sién de fundar la ciudad en la sede dela destruida capital azteca fue de Cortés, y prevalecié contra una opinién contraria de la mayorfa de sus seguidores.* La deci sin implicaba que la ciudad estarfa siempre peligrosamente expuesta a las inun- daciones, que sus alrededores serfan terenos pantanosos, que se enfrentaria con problemas graves de suministro de agua y de mercancias y que las relaciones con los indios serfan de excepcional intimidad. Para los indigenas, la sede de la capital colonial exigié adaptaciones singulares < la mano de obra y al tributo. La vida en la ciudad favorecié la mezcla de razas y los oficios no agricolas. Las influencias de la ciudad convergieron desde todo punto de vista con los miles de otros fac- tores que afectaron a la poblacién indigena ; 1a autoridad municipal espaftola, que al principio abarcé una enorme jurisdic- ién, se vio legalmente confinada en 1539 a un radio de quince leguas? En reali- dad, su jurisdiccién se limité a un rea circundante atin menor ya que dentro de Jas quince leguas las cabeceras existentes con sus sujetos fueron declaradas exentas del control de la ciudad capital.’ La exencién no se aplicaba, por supuesto, a la autoridad virteinal nia Ja audiencia, que se instalaron en la ciudad y alcanzaron mucho més allé de sus Kimites, El virrey y la audiencia podian solicitar mano de obra indigena de cualquier comunidad en el valle para las obras piblicas de la ciudad, asi como reglamentar librement: las relaciones entre la ciudad y los puc blos. Empero, el corregidor y el cabilio municipal espafiol dependian en esas cuestiones de los favores virreinales y de la audiencia, Aunque el cabildo espafiol protest repetidas veces contra la limitacién de sus poderes, proponiendo en oca- siones ott0s procedimientos, tales come convertir a los corregidores de las juris- dicciones circunvecinas en alcaldes en el gobierno de la ciudad, cada vez. fue menos cfectivo a través del periodo colonial. En el siglo xvm todavia citaba la Tey de las quince leguas como base de sus demandas territoriales. Pero como el cabildo es- faba destinado a la comunidad de eoloniadores Banos, su autrad sobre los indios siempre se vio restringida y puesta en duda.t - Bn los srededores dela eadad I princpal_preocupacién del cabildo espatl 2 Archivo mexican, 1,60. cout sav, 429. Lipe de Géman, Horn, 104. Ofer Lito te cera, pp B& Dorates de Canara’ Sums wheter p 3 Rabe, Mean Ahtect, 4 941, tasted cuales y cntos pasa sera el ee 1 cow, ean TH, ur Baro! Leash 99 (16), fa. 6866; Tioma y joy, vol 2 m0. 4066, sap ts Ti Hv. on ny air nto la isctn ef Cad 9 So ess” wha, 2 Pike Broidone fl beac 8586. com, am 17. ‘Shentar 5; Roe 208. aa, Tien y cides, wh 2, m0. 4066, exp. 38, fo. 3. 77] 378 LA CIUDAD 20 ean is quince leguas ave le estaban asignadas sino més bien el mantenimiento. e los ejidos —reyiones teclamadas como propiedades comunes 0" municioe fuera del area establecida e incluso las iradigonsiee dehesas espafiolas, 0 patedlas ppara el pastoreo comtin.* Los limites de los ejidos fueron originalmente fijados por Nato de Guzmén, en los afi de 1520, pero suftieron frecuentes revisiones y con- firmaciones, Princpalmente bajo la direccién de la audiencia.* Importantes sec- tores de ejidos estaban localizados en las regiones de Guadalupe y Tenayuca, cerca de Coyoacan, asi como en otras regiones al norte, sur y oeste de la ciudad? Los primeros problemas que surgieron se debieron a la preservacién de las tierras de los ejidos contra la intrusin indigena y espafiola, Aun después del examen origi. nal del ejido el cabildo se encontraba frecuentemente confrontado con le ocupa. cin y la agricultura indigenas dentro de sus limites. A medida que la ciudad se extendia y su poblacién aumentaba, a medida que se necesitaba més ganado, reba- 405 y animales para el matadero, y que la necesidad de una propiedad ejidal ex: tensiva aumentaba en consecuencia, las tierras mismas se redujeron a causa de los robos de los cabildos y de Jas asignaciones de propiedad a particulares* La busca de territories adicionales puso nuevamente a la ciudad en conflicto con las comunidades indigenas a fines del siglo xvr. Al norte de Tlateloleo se descubrié que los ind{genas habian cambiado los limites del ejido en favor de sus propios tereses. Se ordend que las casas y Tas plantaciones de mafz indigenas dentro de los ejidos fueran destruidas, ast las reclamaciones acumuladas de la capital fueron corroboradas por el oidor Juan de Quesada y Figueroa a principios del siglo xv A fines del siglo xv el cabildo municipal quiso extender nuevamente sus ej dos, especialmente en los territorios de Ixtapalapa, Ixtacalco y otras comunidades indigenas del sur. Para entonces las nuevas condiciones de lucha se habian des- arrollado porque la poblacién nativa haba empezado también a crecer, y porque Parte de la antigua area del lago podia ser utilizada como pastizal."* A’ principios del siglo xvm el oidor Juan Diaz de Bracamonte revisd los ejidos y restablecié algunas de las antiguas demarcaciones, ocasionando otra serie de disputas con los Pueblos indigenas. En muchos casos fue caracteristico que se les exigiera que Mostraran sus titulos en érdenes sibitas y perentorias. Los que no pudieron ha. cerlo sostuvieron que sus titulos les pertenectan desde tiempo inmemorial o bien insistieron en la necesidad de ocuparlos para la vida de la comunidad y poder Pagar Jos tributos. Ocasionalmente las comunidades amenazadas mostraron ma- wr Hageman acs cid oe ncn om pti. om woh 2, se potin” Sve dan eb foie ee oe Ga de njncr,wse Au, Ties hin WI UGE, pL we ONE ee stout rb sadench cna mipncln de Sie vii "6. 7g 16, 16, 6; wm, TE nm 10" Agno le esos de 1529 se vegan ea sg fgg Pe inept ve Ts 9 fin vo Oh gE ac, m, 20, 97, 167; ms, 9. aa, Tiets y ejidos, vol. 2, no, 4066, ‘exp. 39, fols. 4ras. Gémex de Cer wear 6a 100 ae Ts no. 4065, see ey ee TOE A Ti yey wl tn. 485, p15 ep. 4 vl 2.466 tenth Heme 7 oie 2 0465 pep 19, 6 28 pain el 2, no 466, ep 26 hem Chi wl 225, ep. 5, fo Ie as, Tima ye 1, no 4065, xp. 1 LA cluDAD 379 so titulos u otorgaciones vireinale que databan del siglo 201. La ciudad en- tablé demandas legales contra las comunidades de San Andrés, Ticoman, Tola, Coatlayuca, Mexicalzingo y Chapultepec, y es un hecho notable el que se defen. dieran con éxito ante los tribunales contra la acusacién de Ja ciudad.* El caso clésico se dio entre la ciudad y la comunidad indigena de Tlatelolco, que rentaba tierras del ejido al propieiario espafiol de Ja hacienda de Santa Ana ‘Aragén. Como se trataba de Ia ocupacién de la hacienda, la cuestin recibié aten- cién especial y fue finalmente llevada ante el Consejo de Indias en Espafia. Tanto a audiencia como el Consejo de Indias decidicron que las tierras eran cjidos y, por tanto, no susceptibles de ser vendidas ni rentadas por el cabildo espafiol, pero ‘que los indios de Tlatelolco podian gozar propiamente de su uso y con licencia especial, rentarlas a terceras partes. El resultado justificaba asf la renta de Tlate- loleo al hacendado. El caso ilustra Ja diligencia con que los abogados del si- glo xvmr trataron de interpretar las tierras indigenas comunes tradicionales en ‘téminos del derecho espafiol municipal segtin que pudieran rentarse 0 venderse, que requiriesen de una dispensa especial, que fuesen propiedad de la municipali- dad o concesién real.1® La incapacidad de la ciudad para ampliar sus tertitorios en el siglo xvar indica nuevamente la debilidad de la autoridad municipal en relacién con otros poderes del Estado espafiol. En la ciudad, los primeros espafioles elegieron en un principio el drea central, de unas trece cuadras en cada direccién, como la zona de ocupacién blanca, La regi6n inmediata que rodeaba esta traza entonces comprendia la comunidad indi- gena colonial de San Juan Tenochtitlan, tomada por la porcién exterior de los cuatro barrios indigenas originales: Santa Maria Cuepopan (‘Tlaquechiuhean) al noroeste; San Sebastién Atzactialco (A:zacualpa) al noreste; San Pablo Zoquipan (Teopan, Xochimilco) al sureste; y San Juan Moyotlan al suroeste. Las cuatro tenjan forma de L en una de las cuatm esquinas de la traza interior, y cada una necesariamente cedié parte de su territorio al centro espaiiol. La traza estaba si- métricamente trazada con calles que Iindaban bloques rectangulares. Aunque se hicieron algunas modificaciones en su tamafio y forma interna, su plan ordenado siempre contrast6 con la disposicién irregular de Jas calles en Jos barrios indigenas, y sus edificios piblicos y privados monumentales contrastaban igualmente con las casas indigenas de adobe, Los cuatro distritos siguieron subdivididos en unidades menores —Ilamadas también barrios— muchas de las cuales conservaron su situa- cién y nombre originales a través del periodo colonial. En el extremo norte de Ja isla, limitada por Santa Maria y San Sebastian, estaba la cabecera indigena de Santiago Tlatelolco, también dividida en barrios y separada de Tenochtitlan por el canal Tezontlalli > 12 an Tet yen vol m0 4065, ep 1% exp 20; vl 2, 066, er. 26 ep 95 ep 35 cap 36, tp 58 Ci bfezbe Vette ios elon pubcades Se Tis peal op Vea O55 tea Meso, eg, Shs as, mavuee {h}, 1067, 12122; uy, 228, 46 1 Los cao fain dele ado apes 4 M eosqua tectben peace feuente, eg, en Alvarado Betis mess, Op To te Lom “Bia eS Seaver irl ep. ola, aguas na fp. 9, steer labvne a dee ae ot ie Te Gg Fede Pyne Ges tse PEP Ducane rer af Tomo, 413-5. Wane, Chron” pan, "Los ben sntigues’, pp 9,48. 380 LA CIUDAD San Juan Tenochtitlan y Santiago Tlatelolco, generalmente amados partes 0 arcialidades de la ciudad total, tuvieron gobernadores y cabildos indigenas separa- dos durante toda la colonia. Hacia mediados del siglo xvr, los alcaldes indigenas alternaban en los bartios de Tenochtitlan en el sistema de representacién rotativa basado en la divisién sobreviviente de cuatro partes. Bajo las cuatro partes prin- Cipales, los barrios menores eran gobernados por tepixque, merinos, mandones y funcionarios semejantes, precisamente como en otras comunidades indigenas.* En ambas parcialidades, ral igual que en ottos pueblos, la subdivisién de los barrios tenfa importancia funcional para la organizacién de la comunidad. Cuando los indios de Tenochtitlan se quejaron a las autoridades espaftolas por las deman- das excesivas de los gobiernos indigenas, en el siglo xvr, Ios pormenores de la queja fueron detallados barrio por barrio. Cuando los gobiernos indigenas querfan orga- nizar la mano de obra para las tareas de la comunidad o para la construccién de edificios para los espafioles, el trabajo se subdividia entre los barrios menores. Y, or otra parte, cuando los gobiernos indigenas cobraban el tributo a los indios de Tenochtitlan y Tlatelolco, las distribuciones y procedimientos de recauda cidn se organizaron de la misma manera de acuerdo con las subdivisiones de batrios.* Tanto San Juan Tenochtitlan como Santiago Tlatelolco, como cabeceras, tam- ign tenian jurisdiccién sobre numerosas estancias localizadas fuera del érea ur bana. Hemos mencionado més arriba algunas de las més distantes.* Pero ambas tenian también un gran niimero de estancias mas cercanas a la ciudad. Estas pose- siones se originaron en el periodo anterior a la conquista y muchas de cllas son mencionadas en los documentos del imperialismo indigena precisamente como conquistas de los aztecas, como posesiones de Montezuma, como locaciones de calpixqui o de otras maneras. Algunas estaban subdivididas y Tenochtitlan y Tla- telolco las compartian y dentro de Tenochtitlan algunas estaban afiliadas con uno wu otro de los cuatro barrios. Las estancias, al igual que los barrios, desempefia- ‘ban un papel funcional en los gobiernos indigenas, y del mismo modo que las stancias de otras cabeceras, tenfan que pagar tributo y prestar servicios a sus ca- Deceras.* E] gobierno civil espafiol no presté mucha atencién a esta compleja organiza. cién indigena. No asf el gobierno eclesiéstico que reconocié de inmediato las subdivisiones indigenas y organiz6 la iglesia misional de acuerdo con ellas. Bajo Ia dircocién de Cortés y de Fray Pedro de Gante, en los primeros afios de la con- 4quista, cada una de las cuatro partes indigenas de ‘Tenochtitlan se convirtié en na unidad eclesigstica distinta2 Con el establecimiento de Ia iglesia o capilla de San José junto al monasterio de San Francisco, dentro de la traza, los cuatro barrios 2 Acs, Cv, vol. 1271, exp. 4; dion, ol 4, fol, 19261930. wma, ms. no, 165, fle. 2x, Be, me, Coecciém Cémet. de Oraco, no. 1, p- 63. "uy, 630, dusua los tribute y bas gucjas de los bat Ovuna, pp. 123s Femindes y Letchty “Codie del tecpan "sha Francisco Cuaquiqula, San Pedro Teal, San Podso Onumba (Orunbila), Santa Ana Zac His, San Bartolome Cuaullalps, San Lacss Xoloey otros. Vate el capitulo ti 49 Las possiones extrurbanas de Tenochttlan y Tlatelolep comprenden on tema expesial sobre el cual planco'una pobliaién por separade. Las problemas reqoieren un tipo de anise documenta mit teenie de to que tera adectado su "Ricard, "Documents pour Thstoie der francssine”, p. 228, scome (1941), m7 Sobre Ia mato de obra véste el Cie EM Oe LA CIUDAD 381 indigenas surgieron como visitas de San José bajo la supervisién franciscana.** Sus iglesias de visita eran San Juan (Baptista), Santa Maria de la Redonda, San Sebas tiin y San Pablo. Ya que Tlatelolco eta otra cabecera de doctrina franciscana, todas las subdivisiones mayores de la ciudad se reflejaron ditectamente de la pri. mera estructura eclesiistica. En la medida en que fue posible, los ‘ranciscanos de Tenochtitlan y Tlatelolco también incluyeron dentro de sus jurisdicciones de visita a las estancias extra. uurbanas de las dos parcialidades. Al principio, San José administraba Popotla, Ixtacaleo, Ticoman, Tetecpilco y otras estancias de Tenochtitlan. Las visitas més distantes' de San José eran Santa Marta y Los Reyes n tierra firme, al sureste, ambas estancias de Tenochtitlan. Lo: franciscanos en Tlatelolco’ sostuvieron una relacién de visita a cierta distancia con Santa Clara Coatitlan, uno de los Sujetos reclamados de Tlatelolco en disputa con el encomendero de Eeatepec Otras muchas estancias de las dos parcialidades estaban demasiado distantes para esa visita, pero los ejemplos mencionados sugieren que aqui, como en otras partes, se hizo un esfuerzo en los primeros afios para igualar las jurisdicciones indigenas de ceabecerasujeto con la organizacién eclesistica Tanto en el gobierno indigena como en la organizacién eclesistica, sin em- argo, la relacién se quebranté progresivmente. Hacia el fin de la colonia, algu- nos de los sujetos de Tenochtitlan y Tlatelolco —Guadalupe, Ixhuatepec, Atia yauhtla (Santa Marla Magdalena Salinas), San Antonio de las Huertas, Popotla— se habfan convertido en pucblos con gobernadores propios.* En Tenochtitlan fueron introducidos nuevos alcaldes de Romita, La Piedad, Mixiuhea, Ticoman y otras subdivisiones.** En Tlatelolco el niimero de alcaldes habia aumentado a més de veinte hacia el fin de la colonia. Representaban a barrios individuales © poquefios grupos de barrios. Algunos eran alcaldes de “pueblos” que se subdi- vidian a su vez en barrios, pero que segutzn debiendo obediencia a Tlatelolco y no tenian gobernadores aparte.** Los diversos controles de parcialidad sobre las es- tancias distantes fueron gradualmente atandonados. Tlatelolco perdié autoridad sobre Tepetlacalco, Coatepec, San Pablo de las Salinas, Xaloztoc, Ozumbilla, Tol- ppetlac, Xoloc y otras posesiones.* Las estancias mas distantes —Ias de la provincia de Chaleo— fueron cedidas a fines del siglo xvm, como hemos visto.* Un gran niimero de sujetos al sur de la ciudad, empezando por Nativitas (Tepetlatzinco) 4 Ricard, “Documents pour These des fanceany”, pp. 22730, 281. ‘Torguemada, Monarchs indiana, 228. ‘a 3526 pc en nam 2 So ios nombres eistianos apatecen dados en ent, m, 25.26, pero los nowbues natives som recon tiador bastante prechamente por del Paso y Tronce” Lor fanttans. en Teuosittan tanbien er Gian el minster en Mexelsing (San Mores), que ert uoa eabecers tin, no en suet de Tent isn, No podianteclamar taomablemente como ‘isiat'» Coxtcan y Tepopua, locas mey ator nla provlaca de Chalo. uct, Msc, leg. 655, cosh 2 fle em ‘lncome (1941), 1, 89." Vee dl eapftaln 3+ Las comunidades tnfn gobemadors eo el ltimo periolo clot, pero Tenochtian ant

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