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Contenido Actividad
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Clara Nemas
En estos últimos tiempos, ya con una historia en la que puedo tener una
mirada retrospectiva y sobre todo en mi creciente contacto con analistas
jóvenes y en formación, me encontré pensando en mi experiencia, en
los cambios que se produjeron en mi manera de entender y ejercer el
psicoanálisis a través de los años. Seguramente muy acompañada por
las ideas de Bion y Meltzer, me he ido acercando cada vez con más
fuerza a la concepción del psicoanálisis como arte y como ciencia. El
desafío con el que me encuentro al intentar transmitir esta concepción
es cómo sostener la tensión entre una imaginación que pueda
desarrollarse con libertad al mismo tiempo que anclar firmemente
nuestro trabajo en la teoría y técnica analítica básica. Diría sobre todo
un trabajo apoyado en un modelo de la mente del que podamos dar
cuenta y que de sentido a nuestra técnica.
¿Por qué me extiendo en esta introducción? Porque pienso que son éstas
las bases que me hacen ubicar la observación de bebés en un lugar tan
central, relacionando ese método con la interpretación psicoanalítica.
En qué me apoyo
Para desarrollar las ideas que quiero compartir hoy aquí con ustedes me
voy a basar en dos pilares a los que considero, desde mi perspectiva,
dos poderosas herramientas psicoanalíticas. Me refiero a la
personificación en el juego de los niños descripta por Melanie Klein en el
año 1929 y a las conjeturas imaginativas acerca de los aspectos
prenatales de la mente propuestas por Bion. Entre ambos pilares hay un
puente: el conflicto estético propuesto por Meltzer, que describe el
problema que nos plantea el contraste entre el exterior del objeto que
puede ser aprehendido por los sentidos y su interior que es sólo
conjeturable.
Pienso que soy más sensible a las dificultades con las que atravesamos
las experiencias emocionales y al precio de los peajes que vamos
pagando en nuestro crecimiento mental, pero también tengo presente el
impulso al desarrollo, tan potente como pueden a veces serlo las fuerzas
que se le oponen.
Valoro la intuición pero no la idealizo. Pienso que es necesario que
usando la intuición como punto de partida, podamos dar cuenta de la
construcción de nuestro pensamiento y de la interpretación que
ofrecemos: qué hacemos y porqué lo hacemos.
Last but not least, me he sentido muy identificada con algunas ideas de
Ann Alvarez, sobre todo cuando incluye en la función reverie materna el
derecho a la reclamación de la vitalidad del hijo. Espero que no
relacionado con algún aspecto maníaco encubierto disfrazado de
responsabilidad; pienso que mi mayor confianza en el método y en mi
actitud analítica le han impreso una mayor vitalidad a mi trabajo como
analista.