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El Facundo
El Facundo
Sarmiento afirma que todos los gauchos del interior son rastreadores, por su
capacidad de interpretar, en las señales del suelo, la velocidad del movimiento de
un caballo, las huellas que dejó tras de sí un fugitivo o las pistas que conducen al
hallazgo de un ganado robado. La del rastreador es una “ciencia casera y popular”
respetada por todos en el campo (p.43).
“Esta escena horrible duraba ya dos horas mortales: la postura violenta del
gaucho y la fascinación aterrante que ejercía sobre él la mirada sanguinaria,
inmóvil, del tigre, del que por una fuerza invencible de atracción no podía apartar los
ojos, habían empezado a debilitar sus fuerzas, y ya veía próximo el momento en
que su cuerpo extenuado iba a caer en su ancha boca, cuando el rumor lejano de
galope de caballos le dio esperanza de salvación”//“Entonces supe lo que era tener
miedo” —decía el general don Juan Facundo Quiroga, contando a un grupo de
oficiales, este suceso.”
El capítulo empieza con una escena en la que un hombre se enfrenta a un
tigre en el medio del desierto, esperando muchas horas arriba de la copa de un
árbol hasta que sus amigos lo vienen a rescatar. Este fue el momento en el que
Juan Facundo Quiroga, a quien llaman el Tigre de los Llanos, supo lo que era tener
miedo. Luego, a Facundo lo comienzan a llamar el “Tigre de los Llanos” y simboliza
que Facundo logra mandar y dominar a través del terror, que infunde por igual entre
sus enemigos y sus seres queridos, como lo hizo el tigre con él.
Los primeros intereses de este grupo son literarios, no políticos; incluso hubo
quienes creyeron que Rosas encarnaba una verdadera civilización americana, con
sus formas originales. Los ensayos de este movimiento son al principio inexpertos,
pero de allí se desprende un grupo de personas inteligentes que se asocia
secretamente para conformar “las bases de una reacción civilizada contra el
Gobierno bárbaro que había triunfado” (p.227).
¿Por qué es necesaria una alianza con los poderes civilizados de Europa?
“Los que se echaron en brazos de la Francia para salvar la civilización
europea, sus instituciones, hábitos e ideas en las orillas del Plata, fueron los
jóvenes; en una palabra: ¡fuimos nosotros! Sé muy bien que en los Estados
americanos halla eco Rosas, aun entre hombres liberales y eminentemente
civilizados, sobre este delicado punto, y que para muchos, es todavía un error
afrentoso el haberse asociado los argentinos a los extranjeros, para derrocar a un
tirano.” “En Montevideo, pues, se asociaron la Francia y la República Argentina
europea para derrocar el monstruo del americanismo hijo de la pampa;
desgraciadamente, dos años se perdieron en debates y cuando la alianza se firmó,
la cuestión de Oriente requirió las fuerzas navales de Francia, y los aliados
argentinos quedaron solos en la brecha
¿A qué se refiere con que será necesario que la sangre derramada ahogue al
tirano?
“¡Cuántos resultados no van, pues, a cosechar esos pueblos argentinos
desde el día, no remoto ya, en que la sangre derramada ahogue al tirano! ¡Cuántas
lecciones! ¡Cuánta experiencia adquirida! ¡Nuestra educación política está
consumada! Todas las cuestiones sociales, ventiladas: Federación, Unidad, libertad
de cultos, inmigración, navegación de los ríos, Poderes políticos, libertad, tiranía:
todo se ha dicho entre nosotros, todo nos ha costado torrentes de sangre. El
sentimiento de la autoridad está en todos los corazones, al mismo tiempo que la
necesidad de contener la arbitrariedad de los poderes, la ha inculcado hondamente
Rosas, con sus atrocidades. Ahora no nos queda que hacer sino lo que él no ha
hecho, y reparar lo que él ha destruido.”
Es un clamor de venganza. No había solución más que matar a Rosas
(situación bélica). No había forma de negociación, de revertir lo que había hecho o
de un pasaje democrático a otros ideales gobernantes.
¿Qué deberá ocurrir para revertir esta situación? ¿Qué papel cumplían los
inmigrantes en esta empresa?
“Pero el elemento principal de orden y moralización que la República
Argentina cuenta hoy, es la inmigración europea, que de suyo, y en despecho de la
falta de seguridad que le ofrece, se agolpa, de día en día, en el Plata, y si hubiera
un Gobierno capaz de dirigir su movimiento, bastaría, por sí sola, a sanar en diez
años, no más, todas las heridas que han hecho a la patria, los bandidos, desde
Facundo hasta Rosas, que la han dominado”