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LA INDULGENCIA, UN ARMA DE DOBLE FILO FRENTE AL DELITO ARMADO

NOMBRE DEL AUTOR:

Diego Alejandro Barreto Mejía.

PRESENTADO A:

María Isabel Gutiérrez.

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA LOS LIBERTADORES

MATERIA: Lengua y comunicación.

Mayo 6 de 2023
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Introducción.

El perdón es un tema complejo en cualquier contexto, pero en la guerra se vuelve aún más difícil
de abordar. En un conflicto armado, el perdón es fundamental para lograr una paz duradera y
justa. Sin embargo, ¿cómo podemos perdonar a aquellos que nos han causado daño y
sufrimiento? ¿Cómo podemos superar el resentimiento y la ira para lograr una reconciliación real?
En este ensayo, exploraré el papel del perdón en la guerra y cómo puede ser aplicado en
situaciones de conflicto.

En la guerra, el disculparse parece imposible. El comportamiento violento y cruel puede provocar


resentimiento y odio hacia los enemigos, y la idea del perdón puede verse como un signo de
debilidad. Pero el perdón es esencial para una paz justa y duradera. Perdonar no significa justificar
u olvidar lo sucedido, sino un proceso de liberación emocional para la persona afectada por la
guerra. Uno de los desafíos más grandes en la búsqueda del perdón en l a guerra es el hecho de
que muchas veces los perpetradores de la violencia no asumen su responsabilidad por sus actos.
En algunos casos, pueden incluso justificar sus acciones como necesarias para proteger a sus
propios grupos. La construcción de la paz es un proceso complejo y multidimensional que implica
abordar las causas subyacentes de los conflictos, así como establecer relaciones equitativas, justas
y pacíficas entre las partes involucradas.

Limitar la conducta en un conflicto armado, es indispensable para reducir de manera significativa


el sufrimiento de los participantes y población civil (No participante) en el conflicto armado. A
partir de precedentes bélicos ocurridos en el siglo XIX, se contribuyó a la extensión y
profundización del derecho humanitario bélico, siendo su definición textual la siguiente “Conjunto
de normas que, por razones humanitarias, trata de limitar los efe ctos de los conflictos armados,
protege a las personas que no participan o que ya no participan en los combates y limita los
medios y métodos de hacer la guerra” (DIH.es, 2004)

El DIH es una herramienta importante para proteger a las personas en situaciones de conflicto
armado y reducir el sufrimiento humano. Sin embargo, su aplicación y respeto no siempre son
garantizados, y la violación del DIH puede tener graves consecuencias humanitarias.
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Desarrollo.

Los muertos y personas desaparecidas no es la referencia estándar para mostrar lo demacrada de


nuestra nación Colombia; el desplazamiento, destrucción de bienes y reclutami ento de menores
son una de las problemáticas que azotan constantemente desde los años 70, a una población de
minorías opresadas por la violencia.

El conflicto armado en Colombia ha sido uno de los más largos y complejos de la región, que ha
dejado miles de víctimas y ha tenido un impacto significativo en la sociedad colombiana. El
conflicto involucra a varios grupos armados ilegales, incluyendo guerrillas, paramilitares y bandas
criminales, así como a las fuerzas militares y de seguridad del Estado. Las causas subyacentes del
conflicto son múltiples y complejas, incluyendo la desigualdad social, la pobreza, la exclusión
política y la violencia estructural (“quien señala cómo «el término violencia ha terminado por
designar cualquier cosa: desde el intercambio agresivo de palabras hasta el homicidio
crapuloso, pasando por el cheque sin fondos”) Chesnais (1981). A lo largo de los años, se han

llevado a cabo diversos esfuerzos para poner fin al conflicto, incluyendo negociaciones de paz,
programas de desmovilización y desarme, y programas de reparación a las víctimas. A pesar de
algunos avances significativos, el conflicto armado en Colombia aún continúa en algunos lugares, y
la implementación de los acuerdos de paz sigue siendo un desafío en algunas áreas. La
construcción de la paz en Colombia requiere de un enfoque integral y sostenible, que aborde las
causas subyacentes del conflicto, promueva la reconciliación y la justicia, fomente la participación
y la inclusión de todas las partes interesadas.

La violencia es un comportamiento complejo y multifactorial, y su origen pue de variar de una


persona a otra, los traumas, la baja autoestima, la ira, la frustración y la falta de habilidades
sociales son solo algunos de los factores psicológicos que pueden contribuir a la violencia. El
entorno en el que se desarrolla una persona, incluyendo su familia, amigos, comunidad y cultura,
puede influir en su comportamiento y actitudes. Por ejemplo, una persona que crece en un
entorno violento es más propensa a ser violenta. Marshall Rosenberg (2013) afirma lo siguiente en
su libro “Comunicación no violeta”:

La CNV nos ayuda a conectarnos con los otros y con nosotros mismos, permitiendo que
aflore nuestra compasión natural. Nos orienta de tal manera que nos permite
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reestructurar nuestra forma de expresarnos y de escuchar a los demás, haciéndonos


conscientes de lo que observamos, sentimos y necesitamos, y de lo que les pedimos a los
demás para hacer más rica nuestra vida y la suya. La CNV promueve el desarrollo de la
escucha atenta, el respeto y la empatía, y propicia el deseo mutuo de dar desde el
corazón. Hay quien se sirve de la CNV para llegar a una mayor autocompasión y
comprensión de sí mismo; hay quien aspira a llegar con ella a una relación más profunda
con sus semejantes, y hay quien quiere construir a través de ella relaciones más efectivas
en su lugar de trabajo o en el campo político. En el ámbito mundial, la CNV sirve para
resolver disputas y conflictos a todos los niveles. (Pag 26)

Para reconciliar es necesario recordar quién y qué debe ser perdonado (Juanola, 2012; López,
2013); y, por ende, el perdón y el olvido no son compatibles. En efecto, el perdón implica una serie
de ejercicios que serán posibles sólo al recordar y retomar lo relacionado con la ofensa: por
ejemplo, se debe desmitificar las ideas que dificultan el perdón.

El perdón no tiene sentido desde una vista razonable, pero si desde la moral. Desde una
perspectiva racional, el perdón puede parecer una actitud contraria a la justicia y a la lógica. Sin
embargo, desde una perspectiva moral, el perdón puede ser visto como un valor que nos permite
superar el resentimiento. Desde una perspectiva moral, el perdón “es una actitud altruista que
implica renunciar a la venganza y la ira” (García Adrade,2019), y en su lugar elegir la compasión, la
empatía y la reconciliación. Esta actitud se basa en la idea de que todos los seres humanos
tenemos la capacidad de errar y de cometer errores, y que, aunque es importante responsabilizar
a las personas por sus acciones, también es fundamental darles la oportunidad de enmendar sus
errores y aprender de ellos.

Entorno al disculparse y reconciliación en contexto de conflicto armado es un tema complejo de


abordar, ya que implica un proceso de reflexión que no va ligado a la situación experimentada por
un grupo de minorías sometidas a un sufrimiento inhumano, el perdón es incapaz de devolver la
tranquilidad a las víctimas. Se considera que elegir perdonar es un acto voluntario que libera a la
persona de sentimientos negativos y buscar la venganza o el desquite (Hope, 1987), no obstante,
nos referimos a un sentimiento complejo que es capaz de sobreponerse a emociones de odio, ira y
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deseo que suscitan o son promovidas en medios de conflictos atravesados por la violencia; lo que
implica además una decisión donde la víctima se opta a reconocer la “humanidad” del agresor.

Es importante señalar que a pesar de los sentimientos expresados por la violencia y la guerra,
legitimar la represión también significa construir la paz, generando emociones relacionadas con el
perdón y procesos positivos con actores sociales que conduzca a la reconciliación. Por ende, el
complejo proceso de ciclos de violencia que vive la población de colombianos se entiende desde el
impacto traumático de vivir durante décadas conflicto armado interno que afecta al conjunto de
sociedad, puede ser un paso a la paz según la idea de perpetuar la impunidad frente a los crímenes
de violencia armada, situación que no implica ningún sentido, partiendo de la idea de que las
minorías son menos preciadas, el prejuicio arraigado en la sociedad, que puede llevar a que las
minorías sean subestimadas o ignoradas. Además, la falta de representación en los espacios de
toma de decisiones.

Conclusión.

Por ende, para estas minorías mancipadas en la violencia, se debería crear espacios donde estos se
sientan seguros y cómodos para expresar sus opiniones y preocupaciones. Esto puede incluir la
creación de grupos de discusión, foros de debate, y otros mecanismos que fomenten la
participación activa y significativa de todas las voces, para recurrir a la construcción de paz
mediante el perdón.

Hannah Arendt en su obra "Los orígenes del totalitarismo" (1951), sostiene que el perdón es una
forma de resistencia frente al mal y la injusticia. Aun cuando Hannah Arendt no desarrolla de
manera explícita ni mucho menos exhaustiva el concepto de perdón, la relevancia que éste tiene
en su pensamiento se puede vislumbrar a partir de la afirmación hecha por ella en su artículo
sobre Bertolt Brecht (1948) de que el juzgar y el perdonar son dos caras de la misma moneda;
afirmación que, por temprana que sea, da cuenta de la importancia que cobrar el concepto de
perdón en sus reflexiones políticas. Bajo esa perspectiva el perdón también puede ser utilizado
como una forma de perpetuar la impunidad frente a los crímenes de la violencia armada. Esto
sucede cuando el perdón es utilizado como una forma de justificar o minimizar la gravedad de los
delitos cometidos por los perpetradores. En estos casos, el perdón se convierte en una forma de
negar la responsabilidad de los perpetradores y de perpetuar el sufrimiento de las víctimas.
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Por otro lado, el perdón no es un proceso fácil, y hay diferentes opiniones y enfoques sobre su
aplicación. Algunas personas argumentan que el perdón debe ser buscado por ambas partes y que
no puede ser forzado por el estado. Otros argumentan que el perdón puede ser visto como una
forma de olvido o de minimización del dolor y la injusticia causados por el pasado, y que debe ser
considerado con precaución. Es importante tener en cuenta que este no debe ser visto como un
sustituto de la justicia, la verdad y la reparación. Estos elementos son necesarios para asegurar la
rendición de cuentas y la prevención de futuras violaciones de derechos humanos. Sin embargo, el
perdón puede ser visto como un complemento a estas medidas, un elemento que ayuda a
construir una sociedad más justa y reconciliada.

Para desenlazar con la temática del perdón, cabe recalcar que no es algo que se pueda imponer.
“Es un proceso personal y complejo que implica reconocer el dolor y el sufrimiento causado por las
acciones pasadas, así como la disposición a trabajar juntos para superar estos traumas y construir
un futuro mejor” (Martina Casullo, 2005). En este sentido, el perdón debe ser visto como una
herramienta para la sanación personal y colectiva, no como una obligación. En Colombia, los
procesos de reconciliación, a través de los cuales el país lucha por una vida más pacífica, no han
sido acogidos por el pueblo en su conjunto; lo que puede implicar: 1. No saber las consecu encias
del perdón, 2. La aplicación de posiciones teóricas y discursos en los que se asigna a la víctima el
papel de espectador pasivo; 3. Sin una preparación adecuada para cualquier forma de
reconciliación, es esencial desarrollar la capacidad de perdonar; 4. Menor involucramiento de
todas las partes y sectores involucrados en el conflicto armado; y 5. Falta de comprensión de que
los procesos de perdón generan beneficios a nivel individual y colectivo, y por lo tanto bajos
niveles de promoción de los procesos relacionados.

Para concluir, el perdón no debe ser visto como una obligación para las víctimas. El perdón es una
decisión personal que solo puede ser tomada por la persona afectada por el daño o la violencia.
Imponer el perdón a las víctimas puede ser visto como injusto y puede causar más dolor y
resentimiento. Por lo tanto, es importante respetar el derecho de las víctimas a procesar su dolor
y buscar justicia y reparación. Se debe abordar en el proceso de reconciliación que el perdonar, no
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puede ser utilizado como una excusa para evitar abordar las causas subyacentes del conflicto o
para evitar la justicia para las víctimas. Por último, se deben tener en cuenta las causas
subyacentes del conflicto y se trabaje para abordarlas con claridad. Además, es importante
garantizar que se haga justicia para las víctimas, incluyendo la reparación y la rendición de cuentas
para los perpetradores.

Referencias.

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https://www.icrc.org/es/doc/assets/files/other/dih.es.pdf

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desde la noviolencia. latindex. https://journals.openedition.org/polis/11553

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Martínez. (2017). ¿QUÉ SIGNIFICA EL PERDÓN EN EL CICLO DE LA
VIOLENCIA? https://www.redalyc.org/journal/1339/133957572009/html/

4. Cudris-Torres, L., Pumarejo-Sánchez, J., Barrios-Núñez, Á., Bahamón, M.


J., AlarcónVásquez, Y., & Uribe, J. I. (2019). Afectaciones psicológicas en
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5. Tagle, M. M. G. (febrero 20 de 2008). SOBRE EL CONCEPTO DE PERD” N


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COLOMBIA. UNA MIRADA PARTICULAR PARA SU COMPRENSIÓN. DE
CÓMO PERCIBIMOS LA VIOLENCIA SOCIAL A GRAN ESCALA Y
HACEMOS INVISIBLE LA VIOLENCIA NO MEDIÁTICA.
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121 -
32612010000200007

8. Prieto, K. A. V. (2018). El perdón para promover la Reconciliación y Paz en


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9. Rosenberg, M. B. (2013). Comunicación no violenta: Un lenguaje de vida.


https://c15208330.ssl.cf2.rackcdn.com/uploads/public/3f3a23b05a0dcb7e
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10. Casullo, M. M. (2005). La capacidad para perdonar desde una perspectiva


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