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Curso de Derechos Humanos T1 - Uriarte (Ed 1 2013)
Curso de Derechos Humanos T1 - Uriarte (Ed 1 2013)
CURSO DE
DERECHOS HUMANOS
Y SUS GARANTIAS
TOMO I
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CURSO DE
DERECHOS HUMANOS
Y SUS GARANTÍAS
TOMO I
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Catalogado 20..'Í3... FUNDACIÓN DE CULTURA UNIVERSITARIA
DAOIZ URIARTE
4
Presentamos hoy este primer tomo del Curso de Derechos Humanos con la
satisfacción de haber cumplido una primera etapa, y con la reafirmación del
deseo y el compromiso de que al culminar la totalidad de la obra, ella se encuen
tre integrada con la participación de una nueva generación de docentes en la
materia que pueda aportar no solamente sus conocimientos adquiridos sino la
mirada ávida puesta en el desarrollo futuro de los derechos humanos, tanto a
nivel universal como nacional.
No debe confundirse este trabajo con una obra de investigación o de elabora
ción doctrinaria en la materia, aunque inevitablemente represente al menos par
cialmente las opiniones jurídicas de su autor.
El objetivo de este libro es fundamentalmente didáctico y pretende cubrir un
espacio que en el Uruguay, no ha sido cubierto aún y que demuestra una grave
carencia en lo que implica el desarrollo del estudio y dedicación académica en
materia de derechos humanos.
En realidad, esto es la confirmación de que, a pesar de la rica tradición demo
crática de nuestro país, o tal vez debido a ella, durante muchas décadas atrás los
Derechos Humanos se consideraron un tema resuelto y su violación sistemática,
como un elemento de propio dictaduras, autocracias, y gobiernos seudo democrá
ticos lejos de nuestra historia y nuestra tradición. Ufanados de un país que mos
traba estabilidad y respeto por los derechos individuales en un mundo donde la
crueldad de la guerra generalizada aumentaba por décadas, el Uruguay parecía
un país cuya natural evolución lo había excluido de estas patologías.
Cuando el advenimiento del proceso autoritario que culminara en la dictadu
ra militar, nos advirtió que éramos parte de una realidad universal, y particular
mente latinoamericana, tuvimos que reconsiderar nuestra perspectiva en mate
ria de Derechos Humanos, así como la necesidad de construir una educación en
Derechos Humanos, educación que no existía realm ente como política
institucional, hasta el momento de restauración democrática.
Baste recordar que como materia solo era parte del programa del Curso de
Derecho Constitucional, dentro de la formación de la Facultad de Derecho mien
tras que el estudio de los Tratados Internacionales de Protección de DDHH, se
incluía como parte de los estudios de Derecho Internacional Público.
Como resultado no existía ni siquiera académicamente un concepción inte
gral de los Derechos Humanos, que permitiera visualizarla como una materia
10 DAOIZ URIARTE
autónoma y necesaria para la formación integral, no solo del profesional sino del
ciudadano. Si esta era la situación previa a la ruptura institucional, mucho me
nos podía esperarse del período dictatorial donde toda mención a los Derechos
Humanos era considerada una agresión hacia el gobierno, con el consecuente
riesgo hacia el titular de semejante audacia.
El retorno a la democracia, no sólo significó llevar a primer plano las graves
violaciones realizadas por la Dictadura, en materia de derechos civiles y políti
cos, sino un cambio total de la concepción, requerida inevitablemente para
adecuarse a la nueva realidad jurídica y social a nivel internacional, así también
como el reconocimiento del retraso en la materia que nos había legado el retroce
so general en materia económico y social de las últimas tres décadas.
Producto de este reconocimiento y del cambio ocurrido, en las últimas dos
décadas se han producido importantes avances en el reconocimiento de Dere
chos de Segunda y Tercera Generación, poniendo (sobre todo en el último quin
quenio) al Uruguay nuevamente entre los países más avanzados en materia de
respeto y reconocimiento de derechos.
Es así que se ha avanzado en forma arrolladora en materia de ratificación de
Tratados Internacionales, tanto como en la creación de Organismo nacionales de
protección, también en extender la educación en la materia a los distintos nive
les del sistema de formación, e inclusive con carácter multidisciplinario.
No obstante las lecciones aprendidas no deben perderse y la necesidad de
mantener una educación continua en la materia, resulta un imperativo capital
para asegurar la continuidad de esta concepción hacia las generaciones futuras.
En nuestra experiencia docente de casi dos décadas, uno de los problemas
que se ha manifestado consistentemente en los estudiantes de todas las genera
ciones ha sido la dificultad de encontrar la bibliografía adecuada, absolutamente
dispersa y cambiante. Debe reconocerse además que muchos de los textos, que
naturalmente eran parciales, han dejado de publicarse. Lo mismo ha pasado en
muchos casos, con los textos extranjeros además de ser naturalmente costosos y
difíciles de conseguir.
Por otra parte la dinámica expansión de la materia tanto en reconocimiento
de derechos como en la creación de instrumentos internacionales de protección,
agrega mayor complejidad, y obliga a una permanente actualización de las fuen
tes de estudio.
Ello nos llevó a pensar en la necesidad de editar un Curso de Derechos Hu
manos que sin pretender abarcar la universalidad de la evolución histórica, la
doctrina y jurisprudencia, pudiera satisfacer las necesidades básicas de una for
mación de grado y aportar en la sistematización y ordenación de los conocimien
tos. Tratándose de una ardua tarea la propuesta debo de agradecer muy espe
cialmente a quienes colaboraron con esta obra en forma directa o brindándome
su aliento para culminar este primer tomo, en particular al querido y entrañable
maestro Dr. Alberto Pérez Pérez, y a la Dra. Olga Díaz, así como a los colegas
colaboradores de mi actividad docente.
También señalar que si bien, este primer tomo que abarca el primer tercio
del programa vigente para la asignatura, ha sido el resultado de un trabajo indi-
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 11
vidual sin perjuicio del apoyo recibido, el plan de esta obra, tal como lo entiendo,
debe de materializarse en una obra colectiva, por lo enriquecedor y necesario
que significa la participación de diversas visiones y aspectos que la materia nos
ofrece. Ello además tomando en consideración que hoy la Facultad cuenta con
una nueva generación de docentes con formación específica en la materia, gene
ración que deben profundizar en el conocimiento y la investigación de los Dere
chos Humanos.
Esperamos también que esta obra resulte accesible en su lectura, puesto que
hemos tratado de que total o parcialmente puede ser de interés general no solo
para los estudiosos del Derechos sino también para otras profesiones o activida
des vinculadas a la defensa de los Derechos Humanos.
Sin perjuicio de reconocer el peligro que todo intento de sistematización en
cierra en la tentación de pretender atrapar el conocimiento y petrificarlo, peligro
en el que esperamos no caer, ni mucho menos trasladar a las futuras generacio
nes, creemos necesario y útil contar con una obra que contenga y sintetice los
aspectos principales de la evolución histórica, de las reflexiones filosóficas y jurí
dicas y los problemas cuya resolución han venido desarrollando distintas genera
ciones en la búsqueda de una organización mejor de la sociedad humana que
permita asegurar a cada persona, la dignidad en el disfrute de su vida, y en defi
nitiva un tránsito de generaciones hacia una vida de mayor felicidad.
El Derecho no es un fin en sí mismo, sino meramente un instrumento que se
ha dado el hombre para vivir en sociedad. Pero para una concepción de Derechos
Humanos, ese instrumento tiene un único objetivo, lograr las condiciones para el
mejor desarrollo de todos y cada uno de los seres humanos, haciendo realidad la
vigencia de los queridos principios que nos legara la Revolución Francesa, la
igualdad con libertad, en un mundo solidario.
Este es sin duda el desafío permanente que debe quedar planteado en toda
obra referida a los Derechos Humanos porque, no solo se trata de reconocer la
inexistencia de la verdad absoluta, se trata de cómo asegurar la evolución per
manente de los derechos de las personas en la sociedad humana, evolución que
no debe detenerse en fronteras, razas, nacionalidades, o definiciones políticas.
BARCIA MAYNEZ, Eduardo, Filosofía del Derecho, pág. 138, México, 2007, Ed. Porrúa.
2Citado por García Máynez, ob. cit., pág. 148.
3 BISCARETTI DI RUFFIA, Paolo. Derecho Constitucional. Madrid. Tecnos. 1987 pág. 707.
14 DAOIZ URIARTE
8RADBRUCH, Gustav. Citado por N. Bobbio Estado, Gobierno y Sociedad, Breviarios FCE, México
1991 pág. 12.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 19
más profunda y extensa, que la mera extrapolación del concepto de Estado na
cional a nivel internacional.
Para quienes entienden los derechos humanos, como derechos que propug
nan la no injerencia del Estado, la esfera prohibida de actuación del Estado, sin
duda los considerarán derechos privados.
No obstante un importante sector de la doctrina entre quienes se encuentran
Jellinek y Santi Romano, participando de la teoría de los derechos humanos,
como derechos frente u oponibles al Estado, sostienen el carácter público de los
mismos en base a esta relación. Jellinek ha desarrollado el concepto de derechos
públicos subjetivos.
En nuestro medio la casi totalidad de los autores ubican a los derechos hu
manos en la esfera del Derecho Público. Cassinelli, coincidente con la posición de
Jellinek, los ha identificado como derechos públicos subjetivos, distinguiendo
algunos de ellos a los que considera de carácter absoluto, como el derecho a la
vida.9
También Aníbal Barbagelata, y la mayoría de la doctrina constitucionalista
nacional acepta el carácter público de los derechos humanos.
En nuestra concepción, los derechos humanos deben sin duda ubicarse en la
esfera de lo público. Las viejas posiciones privatistas, que ubicaban a los dere
chos humanos como parte del derecho privado, hacían referencia a la concepción
individualista de los derechos humanos, concepción limitada a la protección de
la esfera individuo aislado de la sociedad. La historia demostró la imposibilidad
de la protección individual sin asegurar la protección de los derechos colectivos.
Y así, puede concluirse el carácter público de los derechos humanos.
B) D e r e c h o s h u m a n o s c o m o d e r e c h o s s u b je t iv o s
Pero los derechos humanos son asimismo parte del concepto del derecho sub
jetivo. El derecho subjetivo ha sido definido como el derecho en acción. Como
dijera Ihering, el derecho vestido y armado, el derecho que reclama, “Za posi
ción activa del individuo , el descenso de la regla abstracta hasta inves
tir a la persona de un derecho de modo concreto”.10
Y esto porque en derechos humanos, la bilateralidad tradicional de la rela
ción sinalagmática se altera. Para una teoría de los derechos humanos, el funda
mento del derecho no surge de la obligación de otro. No significa esto, desconocer
la existencia de la teoría del Deber ni la estructura relacional del derecho. Pero
el derecho subjetivo no debe entenderse como un opuesto del derecho objetivo.
Los derechos humanos, derecho a la vida, a la igualdad, a la salud, etc. son
derechos subjetivos en el sentido de que son del hombre. “Pero en cada uno hay
que extremar la precaución de descubrir bien su contenido, tanto como la presta
ción del sujeto pasivo que le da satisfacción y como la debida ubicación
personalizada de eses sujeto pasivo (o sea, cual y quién es ese sujeto pasivo)...
porque yo tenga el derecho a navegar no puedo pretender que cualquier persona
se convierta en un sujeto pasivo obligado frente a mí, a suministrarme su embar
11BIDART CAMPOS, Germán. Teoría General de los Derechos Humanos. Ed. Astrea. Buenos Ai
res, 1991, págs. 17 y 18.
12BOBBIO, Nicolás, Liberalismo y Democracia. FCE, Breviarios. México. 1991.
13LARRALDE, Jorge. Kelsen. Temas de Filosofía del Derecho. FCU, Montevideo. 1985, págs. 79-81.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS *•; j ¡: * **'* 21
su favor. Este derecho no puede ser opuesto al derecho objetivo, dado que solo
existe en la medida en que ha sido creado por éste”.14
Cabe señalar que tal posición de Kelsen es coherente con su teoría negadora
de los derechos humanos en tanto su concepción no admite que exista un dere
cho contra el Estado, dado que este tiene el monopolio de la creación del orden
jurídico.
Pero en definitiva, la gran mayoría de la doctrina sostiene sin perjuicio de lo
anterior, el c ará c te r subjetivo de los derechos hum anos, con las precisio
nes ya señaladas.
C ) C o n c l u s io n e s
De lo anteriormente expuesto surge claramente la identificación entre dere
chos humanos y derechos públicos subjetivos. Esta identificación surge de la
relación de éstos con el Estado y con los particulares al mismo tiempo, donde la
recepción por las normas constitucionales y supraconstitucionales, internacio
nales, compartiendo un código de valores universalmente admitidos, permite al
hombre el reconocimiento de su dignidad, y los derechos inherentes a su condi
ción de persona jurídica de pleno derecho.
Ello se afirma en cuanto el hombre vuelve a ocupar el centro de la actividad
humana, y el derecho, como parte de la misma, la reconoce como su objetivo
final, y no como un medio para la realización de fines propios, que le han otorga
do teóricos de otras épocas que antepusieron el Estado y otras creaciones idea
les, a la realidad del ser humano, como fin último de todas las cosas.
La idea de esta división es separar a los efectos de sus análisis aquellos dere
chos que en su formulación describen el contenido dogmático, mientras que exis
ten otros derechos que tienen un carácter instrumental, cuyo contenido consiste
en los medios y mecanismos de protección de los derechos.
Es así que mientras se consagra el derecho a la libertad ambulatoria en la
Constitución (art. 15), también se propone un medio rápido y efectivo de protec
ción con la misma jerarquía y en la misma sección (hábeas corpus art. 17).
Como veremos al analizar el desarrollo histórico de los derechos humanos el
reconocimiento de unos y de otros, surgió casi simultáneamente, ya que pronta
mente los pueblos se dieron cuenta de que tan necesario era reconocer derechos
como asegurar el cumplimiento de los mismos.
Vanossi,16 refiriéndose a la legislación argentina señala que el término ga
rantías se utiliza en diversas acepciones, que van desde la mayor amplitud hasta
la más estrecha, pero para tratar de ordenarlas las divide en:
A) Garantías generales: 1) Garantías institucionales (separación de pode
res, etc.) 2) Garantías mutuas (mutua protección de los derechos entre
sí).
B) Garantías especiales: 1) Contra abusos provenientes del Poder Ejecu
tivo 2) del Poder Legislativo 3) del Poder Judicial 4) Contra abusos prove
nientes de poderes de hecho y de los particulares.
Habitualmente las denominamos garantías genéricas y específicas.
Las Garantías genéricas son formulaciones con carácter general, que son
de aplicación para todos los derechos y todos los individuos en colectivo, no dis
tinguiendo en forma individual a ningún derecho en especial. Gran parte de ellas
se identifican con las garantías políticas y sociales. El conjunto de garantías
genéricas determinan la existencia o no de un régimen de protección de derechos
humanos y en su concepción actual fuera de la hipótesis positivista a ultranza,
determinan la existencia o no de un Estado de Derecho. Si bien el Estado de
Derecho como tal ha sido considerado como una de las garantías genéricas a la
luz de la experiencia y el mundo actual, se trata en realidad de un presupuesto
de la existencia de un régimen de protección de derechos y de existencia de ga
rantías.
Si no fuera esta la concepción y pudiera mantenerse el concepto de Estado de
Derecho para un Estado que no consagrara ni respetara los derechos humanos,
entonces tampoco podría considerarse como garantía alguna, sino como una mera
maquinaria jurídica formal sin contenido alguno.
En definitiva las garantías genéricas son un medio de protección global de
los derechos e indirectamente un medio de protección de cada derecho en parti
cular.
Dentro de estas podemos identificar garantías de carácter institucional, como
la separación de poderes, la organización de un gobierno democrático republica
no, la responsabilidad del Estado, etc. También la consagración de principios
generales tales como la irretroactividad de la ley penal, el principio de legalidad
16VANOSSI, Jorge Reinaldo, “La protección de los derechos humanos en la Argentina”, En Líber
Amicorum, ob. cit., pág. 1498.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 23
extendió el desarrollo del sistema capitalista en forma global, mucho más allá
del continente europeo. No obstante, las masas populares, que habían participa
do en los movimientos revolucionarios no lograron mejorar su situación a nivel
económico y político. En efecto, la consagración de las libertades no fue acompa
ñada con cambios en su situación económica que sustentaran esas libertades
establecidas como derechos constitucionales. Lejos de ello su situación se agravó
generando múltiples movimientos revolucionarios que exigían grandes cambios
en las relaciones de producción y de participación en los beneficios del desarro
llo. Estos movimientos si bien no carecieron de espontaneidad fueron adquirien
do posteriormente contenidos ideológicos definidos, a través de las ideas filosófi
cas y políticas de los primeros pensadores socialistas, anarquistas, hasta la apa
rición del marxismo, que culminara una teoría global y cuestionadora del siste
ma capitalista en todos los aspectos. Esta explosión revolucionaria viene a con
cretarse constitucionalmente en primer lugar en la Constitución francesa de 1848
pero se afirma en la Constitución mexicana de Querétaro, en 1917, y luego en
diversas Constituciones del período, al punto de dominar la primera mitad del
Siglo XX.
El objetivo primordial era privilegiar el derecho a la igualdad, concebida no
como un principio formal, sino con un contenido material de igualación entre
todos los seres humanos, en sus condiciones materiales de vida y desarrollo.
Simultáneamente con este desarrollo revolucionario de las masas empobrecidas,
se produce la mayor crisis del capitalismo en 1929. De esta forma coinciden los
reclamos de los sectores populares con la crisis abrupta del sistema capitalista,
generando la necesidad de encontrar nuevas rutas de salida para evitar un co
lapso mundial. Mientras el marxismo propugna la intervención total del Estado,
convertido en un Estado dominado por el proletariado para la eliminación de las
clases sociales, los sectores reformistas del capitalismo proponen la intervención
del Estado, como moderador y articulador de la economía y las relaciones labora
les, para lograr la creación de un Estado social de bienestar garantizado por la
seguridad social.
Se crea a partir de entonces una conciencia universal de que la falta de igual
dad lleva irremediablemente a un cuestionamiento, cuando no a la extinción de
la libertad, y a la definitiva e innegable interrelación de los derechos.
Es así que en el preámbulo del Pacto de Derechos Económicos Sociales y
Culturales se establece “que no puede realizarse el ideal del ser humano
libre, liberado del temor y de la miseria, a menos que se creen condicio
nes que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos, so
ciales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos
De esta forma la igualdad pasa a ser protagonista principal en el complejo de
los derechos humanos, y la igualdad presume un contenido social y no individual
de los derechos.
Surge así el reconocimiento de los derechos y libertades de segunda genera
ción cuyas principales particularidades pueden sintetizarse en las siguientes:
a) Son derechos que buscan la igualdad material y no exclusivamente for
mal, entre los seres humanos asegurando condiciones dignas de existen
cia.
b) Exigen una participación activa del Estado en su promoción, desarrollo y
garantía.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 27
20SAETTONE, Mariela y URIOSTE,- Fernando, “La protección de los derechos colectivos”, Revista
de Derecho Público, año 2005. N°. 28, pág. 105, Montevideo.
2. LOS FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS
DE LOS DERECHOS HUMANOS
Desde muy lejanas épocas los pensadores han intentado encontrar funda
mentos filosóficos y racionales que permitieran edificar una construcción sólida
para afirmar la existencia de los derechos humanos, y garantizar su protección
contra la arbitrariedad del poder. Estas construcciones han pasado por diferen
tes etapas, desde la apelación a lo divino y ajeno al ser humano, humano hasta la
interpretación cosmogónica de la realidad, incluyendo a los derechos dentro de
una filosofía absoluta. También se han desarrollado tesis negadoras de las exis
tencia de los derechos ante la imposibilidad de encontrar bases sólidas que hicie
ran compatible el mundo ideal con la realidad, y finalmente existen quienes han
renunciado a la búsqueda de una fundamentación optando por concluir que los
derechos son una realidad empírica que emerge de la sociedad y su historia, por
lo que no es posible buscarle una fundamentación absoluta.
Intentaremos dar una visión limitada pero representativa de las distintas
posiciones a lo largo de la historia, tratando de agruparlas de acuerdo a determi
nados conceptos comunes que tuvieron dichas posiciones. El debate está lejos
aún de terminarse pero resulta evidente que con fundamentos o no los derechos
humanos son hoy una realidad afirmada en la conciencia de la sociedad univer
sal, reconocida por la población mundial, y no puede ignorarse el papel que la
doctrina jurídica y la filosofía han tenido para llegar a esta etapa de consolida
ción político jurídica de los derechos en la humanidad.
2.1. EL JUSNATURALISMO
El jusnaturalismo ha sido sin duda el motor filosófico original de los dere
chos humanos. La Teoría del Derecho Natural, ha sido sin duda, la primera for
ma de reflexionar sobre la necesaria existencia de un derecho que reconociera la
condición humana, justificando la imposición de determinados límites al poder
sobre la base del respeto al ser individual.
De alguna forma podemos identificar como concepto genérico al jusnatu
ralismo a lo largo de 25 siglos de pensamiento filosófico, pero es de justicia reco
nocer que los fundamentos, justificación y elaboración doctrinaria han tenido
diferencias esenciales, desde sus primeras formulaciones hasta la etapa actual.
Es así que a lo largo de la historia, desde los filósofos griegos, pasando por las
doctrinas escolásticas, y el contractualismo, hasta el neo jusnaturalismo, la evo
lución de los defensores del derecho natural ha acompañado prácticamente las
distintas etapas en la evolución política, filosófica e histórica de la humanidad.
Siguiendo a Radbruch, pueden señalarse en el Derecho Natural, al menos
tres etapas históricas bien definidas, la Antigüedad, en la que la idea descansa
ba sobre el antagonismo entre la naturaleza y la convención (Aristóteles), la
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mera cuestión teológica sino que tiene un carácter racional. De esta forma el
Derecho Natural es cognoscible mediante el conocimiento racional. La ley eterna
es la misma razón divina, en cuanto gobierna todo lo que existe, la ley natural es
la participación de la ley eterna en la criatura racional. De esta forma Aquino
sentará las bases para los posteriores pensadores de la época moderna.
2.1.3. El ju sn a tu r a lism o e n la é po c a m o d er n a
Para algunos autores la Escuela del derecho natural tuvo su nacimiento con
la publicación de la obra de Hugo Grocio (1588-1625) Del Derecho de guerra o
de la paz, en 1625. Para N. Bobbio, es el historicismo quien decretara la muerte
del jusnaturalismo, particularmente en Alemania. Esta fecha podría situarse en
1802, con la publicación de un trabajo de Hegel criticando al derecho natural,
que representa la disolución definitiva del jusnaturalismo no solo del moderno,
sino de las posiciones de Grocio, Kant y Fichte.25
Para Grocio, el Derecho Natural, es dictado por la razón, que indica que de
una forma u otra el acto está de acuerdo o en descuerdo con la naturaleza, y por
tanto de acuerdo o en desacuerdo con Dios, que en definitiva es el hacedor del
universo. Como vemos toma de alguna forma la concepción aristotélica y tomista
culminando en un proceso de conocimiento de la ley natural a través del
racionalismo. (Doce años más tarde Descartes publicará su Discurso del Méto
do). Propone inclusive Grocio dos maneras de probar la existencia de un derecho
natural en concreto, una a priori, que se apoya en la consideración de la natura
leza de las cosas y otra a posteriori, que se basa en el estudio de las costumbres
y de las leyes de los diferentes pueblos.
Esta concepción es el punto de partida de una gran cantidad de autores que
dominaron los siglos XVII y XVIII, cuestionándose sucesivamente en sus distin
tas posiciones. Así tenemos la concepción de Leibniz, Hobbes, y Locke, hasta
Kant, y Stammler.
En la concepción de Hobbes, el hombre no es naturalmente bueno sino egoísta
y el estado de la naturaleza es un estado injusto y agresivo. Los hombres com
prenderán entonces que la limitación del estado natural es necesaria, para po
der convivir evitando la guerra de todos contra todos. De esto se deriva que exis
te un pacto, y por tanto el estado de injusticia es el incumplimiento de este pacto.
La justicia es por tanto la observancia del pacto. El sentimiento humano al cual
Hobbes atribuye primacía es el de la propia conservación, y la defensa de la vida
es el bien más importante, lo cual lo lleva a postergar el valor justicia, frente a la
paz y la seguridad. El Estado realiza como fin primario la protección de la segu
ridad, de la tranquilidad, para contrarrestar la inseguridad que padece el hom
bre en el estado de la naturaleza. Pero el valor justicia aparece no solo como
secundario sino también como carente de contenido.26
Esta concepción hobbesiana es el inicio de la concepción formalista de la jus
ticia, concepto que se extenderá a Kant y a Stammler posteriormente.
25 BOBBIO, Norberto, Sociedad y Estado en la Filosofía Moderna, págs. 16 y ss., EFE, México,
1986.
26AGUINSKY Esther, Justicia y Derecho, pág. 73, FCU, Montevideo, 1985.
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27 LOCKE, John. Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil, págs. 8-11, 21, Ed. Libertador, Buenos
Aires, 2004.
28Ibídem, págs. 22-36.
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to. Esto significa que no es libre porque no obedece a la ley sino a éste último.
Para Rousseau la transferencia de derechos será total a la sociedad creada por
los contratantes. Como explicara Bobbio, en el momento en el que nace el ciuda
dano muere inmediatamente el hombre natural. No se entiende a Rousseau si no
se comprende que a diferencia de todos los demás jusnaturalistas para los cuales
el Estado tiene el objetivo de proteger al individuo, para este autor el cuerpo
político que emana del contrato social tiene la tarea de transformarlo”.29
Para él este contrato social tiene por función buscar la eliminación de la des
igualdad de los hombres, provocada por la propiedad. Esto significa que el con
cepto de justicia e igualdad que maneja no es exclusivamente formal sino mate
rial.
Refiriéndose al pacto social dirá “Estas cláusulas, bien estudiadas se redu
cen a una sola, a saber: la enajenación total de cada asociado con todos sus dere
chos a la comunidad entera porque primeramente, dándose por completo cada
uno de los asociados, la condición es igual para todos y siendo igual, ninguno
tiene interés en hacerla onerosa para los demás.... Si se descarta, pues, del pacto
social lo que no es de esencia, encontraremos que queda reducido a los términos
siguientes: Cada uno pone en común su persona y todos su poder bajo la suprema
dirección de la voluntad general, y cada miembro considerado como parte indivi
sible de un todo”.30
2.1.4. El ju sn a tu r a lism o c o n te m po r á n e o
Desde comienzos del siglo XIX, como dijimos antes al mencionar a Bobbio, el
desarrollo de las ideas positivistas, así como de la sociología y el historicismo
marcaron el ocaso del jusnaturalismo. El pragmatismo, y el empirismo atacaron
duramente las construcciones teóricas jusnaturalistas, casi al mismo tiempo que
las mismas recibían su consagración positiva en las constituciones liberales pro
pias del período revolucionario.
No obstante los hechos posteriores, las dos guerras mundiales, y la crisis de
valores propia de las revoluciones industriales, llevó a un resurgir del jusna
turalismo, reconociendo la necesidad de la existencia de los valores ínsitos en las
normas positivas, abandonando las posiciones meramente formalistas.
Es así que aparecen importantes autores que rescatan el jusnaturalismo,
cuestionando las ideas negadoras o relativistas de los derechos.
Mencionaremos particularmente en primer lugar a Giorgio del Vecchio. Se
ñala Aguinski que para este es un error concebir la justicia como idea absoluta
mente separada de la realidad jurídica, si bien se trata de un valor, es de la
esencia de los valores el realizarse, y debe ser de esencia de la justicia el cum
plirse al través de disposiciones jurídicas. Solo así pueden corregirse las injusti
cias en el Derecho: adoptando una posición activa.31
29BOBBIO, Norberto, Sociedad y Estado en la Filosofía Moderna, FCE, México, 1986, págs. 104 y
ss.
30 ROUSSEAU, Jean-Jacques, El Contrato Social, Bureau Editor, Buenos Aires, julio 2000, págs.
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- .
Dice textualmente Del Vecchio “Ninguna ley “ab hominibus inventa” puede
abolir aquella ínsita en nuestra naturaleza. Las aberraciones del humano arbi
trio pueden violar esta ley, pero no destruir su ideal valor, que resta intacto
sobre cualquier posible violación. La extraña presunción de aquellos príncipes o
gobernantes que llegados en sus respectivos estados al mayor poder, se conside
raron libres de todo vínculo y de toda obligación, e impusieron su voluntad como
ley absoluta, chocó necesariamente contra la conciencia de los pueblos, que no
tardó mucho tiempo en sublevarse en el nombre de una ley más alta y verdade
ra. La máxima de justicia, fundada en la ley natural, se especifica y se expresa
en tantas cuantas son las direcciones de la actividad humana: a través de la
serie de los derechos naturales del hombre y del ciudadano, formuladas ya mu
chas veces como se sabe, ya por singulares pensadores como por asambleas y
sancionadas en las constituciones de los pueblos....En todos estos documentos se
ha declarado antes que nada que a cada hombre pertenece un derecho natural a
la libertad la cual por otra parte debe ser armonizada y elevada a universal
según la idea de una posible coexistencia”.32
Otro autor y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Máxi
mo Pacheco vuelve a insistir sobre esta fundamentación, y expresa “Concibo el
Derecho Natural, no como el propio de un período histórico primitivo, en que los
hombres estaban organizados en una forma más perfecta y justa, sino como una
medida valorativa fundada en la propia naturaleza, o mejor como una ley objeti
va que tiende a establecer un justo ordenamiento. El Derecho Natural no se ha
realizado integralmente como fenómeno en el curso de la historia, sino que se ha
ido encarnando en la realidad en forma progresiva, a pesar de las múltiples des
viaciones y negaciones de los hombres. ...es la fuente inagotable de perfecciona
miento e integración de las normas jurídica positivas. Por consiguiente es algo
objetivo que se manifiesta en la naturaleza humana como absoluta, universal e
inmutable, en el orden de los primeros principios, y condicionado a las limitacio
nes del hombre.... Como tal, tiene una existencia objetiva; es un Derecho verda
dero, válido y existente con prescindencia del hecho sicológico de su expresión en
la naturaleza humana y su comprensión, como asimismo de su reconocimiento
por la legislación positiva. Así cuando Caín mato a Abel violó un precepto del
Derecho Natural, contravino la justicia, y se hizo responsable de un homicidio,
aún cuando no existiera una ley positiva que sancionara el asesinato...”.33
Aunque manteniendo diferencias con el jusnaturalismo tradicional y con
temporáneo, existe una importante corriente conocida como la fundam entación
ética de los derechos humanos. En mérito a que la fundamentación de la
misma se basa en un elemento meta jurídico, básicamente en el valor, considera
mos incluirlos dentro de la concepción jusnaturalistas, a pesar de las diferencias
que mantiene con esta.
Esta concepción se funda en la existencia de una serie de valores morales
que componen un estándar mínimo, concepción muy similar a la idea sustentada
32DEL VECCHIO, Giorgio, Sobre el Derecho Natural. La Ley Uruguay 2008, t.I, págs. 209 y ss.
Rev. La Ley Buenos Aires, 2009.
33 PACHECO GOMEZ, Máximo. El concepto de Derechos Fundamentales de la persona Humana
En Líber Amicorum Fix Zamudio. Tomo I. pág. 45 Secretaria de la CIDH San José de Costa Rica
38 DAOIZ URIARTE
por H.L. Hart, otro iusnaturalista contemporáneo, respecto del contenido míni
mo del Derecho Natural.
Uno de los autores partidarios de esta fundamentación es Eusebio
Fernández, quien señala que la fundamentación ética o axiológica de los dere
chos humanos es la única explicación satisfactoria para responder a las exigen
cias de la idea de dignidad humana. Los derechos son por tanto Derechos Mora
les, exigencias que los hombres tienen y exigen de los demás hombres, por el
hecho de ser humanos y que requieren protección del Poder Político y del Dere
cho.34
También podríamos identificar dentro en esta línea a Santiago Niño, quien
defiende la tesis de considerar a los derechos humanos como derechos morales
por sobre todos las cosas. Desde este ángulo Niño cuestiona duramente a las
posiciones utilitaristas y positivistas, por su escepticismo o neutralidad ética, ya
sea las posiciones matizadas, como las de Bentham, Hart o Austin, o las más
radicales como las de Kelsen o Alf Ross. En cualquier caso Niño sostiene que la
diferencia entre el jusnaturalismo y el positivismo es la negativa a aceptar que si
bien existen principios que determinan la justicia de las instituciones que pue
den ser universalmente válidos, un sistema normativo que no contenga esos prin
cipios, carece de validez. 35
2.2.2. E l p o s it iv is m o
Como señaláramos antes a partir del Siglo XIX comienza a aparecer y domi
nar el pensamiento filosófico jurídico e histórico las teorías positivistas. Tampo
co puede considerarse al positivismo, como una vertiente única de pensamiento,
sino más bien una reacción contra la elaboración teórica e idealista divorciada de
la realidad práctica, que cuestiona la existencia de modelos cuya aplicación no se
comprueba en la realidad.
La base del cuestionamiento común de estas teorías al jusnaturalismo parte
de un elemento fundamental al derecho que constituye también un valor en sí
mismo, la seguridad jurídica.
Como señala Radbruch el conflicto más importante es el que media entre la
justicia y la seguridad jurídica. La seguridad jurídica reclama que el Derecho
positivo se aplique aun cuando sea injusto, y por otra parte, la aplicación unifor
me de un Derecho injusto, su aplicación igual lo mismo hoy que mañana, su
aplicación a uno y a otros, sin distinciones, corresponde precisamente a aquella
igualdad que forma la esencia de la justicia.36
Sobre esta base el positivismo cuestiona la inmutabilidad preconizada por
los teóricos del Derecho Natural así como su carácter absoluto, ya que los valores
no son únicos ni universales, y por ende tampoco es cognoscible por la razón.
Pero como dijimos antes, al igual que los jusnaturalistas, los positivistas tie
nen diversas formas de fundamentar o negar la existencia de los derechos huma
nos. Básicamente podemos señalar la existencia de las teorías negadoras de la
existencia de los derechos humanos como elementos indispensables y necesarios
a la existencia del Derecho Positivo, y los relativistas que reconocen la existen
cia de los derechos humanos como forma empírica necesaria existente en el De
recho, ya sea como parte de la etapa histórica de su vigencia, o como elemento
sociológico indispensable de su formación en una determinada sociedad.
2.2.3. E l h is t o r ic is m o
Dice Bobbio respecto a la teoría jusnaturalista “y también es muy conocida la
corriente de pensamiento que decretó su muerte: el historicismo, especialmente
el historicismo jurídico, con particular referencia a Alemania, donde por lo de
más la escuela del derecho natural tuvo su patria de adopción, la escuela históri
ca del derecho. Si se quisiera señalar con precisión una fecha emblemática de
este punto de llegada se podría escoger el año de publicación del ensayo juvenil
de Hegel, De las diferentes maneras de tratar científicamente el derecho natural
editado en 1802”.37 De la misma forma Kelsen sostiene en su Teoría Pura que la
escuela histórica fue la primera manifestación del positivismo jurídico en el Si
glo XIX, habiendo ejercido una influencia considerable en la formación de las
nociones de la teoría general del derecho38
Hegel es sin duda el origen y mayor exponente de la escuela histórica. La
reflexión hegeliana sobre la historia y su construcción dialéctica de tesis-antíte
36 RADBRUCH, G. ob. cit. pág. 44.
37BOBBIO, N., Sociedad y Estado. Ob.cit. pág. 16.
38 KELSEN H. Teoría Pura. Ob. cit. pág. 114,
40 DAOIZ URIARTE
2 .2 .4 . L a s t e o r ía s s o c io l ó g ic a s
a) L a t e o r ía m a r x is t a
Con el desarrollo de su teoría Carlos M arx junto a Federico Engels, crea
ron una cosmogonía que abarcó todos los aspectos del ser humano, a nivel políti
co, económico, histórico y social. Su enorme influencia se extendió durante el
siglo XX a más de la mitad del mundo, cuestionando todos los paradigmas exis
tentes. Desde el punto de vista de los derechos humanos, la teoría marxista,
buscó en una forma propia de su época, la investigación científica, centrar el
problema de la justicia en el problema de la igualdad. Partiendo de la base de la
39 KELSEN H. Teoría Pura ob. cit. pág. 117.
40 Citado por Bidart Campos, ob. cit. pág. 118.
41 BIDART CAMPOS, Germán. Ob.cit.121.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 41
2.2.5. La t eo r ía pu r a d e l d e r e c h o y lo s d e r e c h o s h u m a n o s
La aparición de la Teoría Pura del Derecho, elaborada por Hans Kelsen, en
1934, ocasionó una verdadera revolución en el mundo del derecho. Desde el prin
cipio, en forma llana y terminante, Kelsen aclara que se trata de una teoría
general del Derecho Positivo y no de un derecho en particular, ni una política
jurídica, encarando el derecho como una ciencia, y excluyendo por tanto todos los
elementos que le son extraños.
Con el lenguaje llano y terminante que lo caracteriza, Kelsen señala que la
ciencia del derecho debe distinguirse de la filosofía de la justicia y de la sociolo
gía, o conocimiento de la realidad social. Dice textualmente “Es difícil librar el
concepto del derecho de la idea de justicia, porque ambos se hallan constante
mente confundidos en el pensamiento político y en el lenguaje corriente y porque
esta confusión corresponde a la tendencia de hacer aparecer el derecho positivo
como justo. En atención a esta tendencia, el esfuerzo de tratar el derecho y la
justicia como dos problemas diferentes, cae bajo la sospecha de que se descarta
el requisito que el derecho positivo debería ser justo. Pero la teoría pura del
derecho simplemente se declara incompetente para contestar la pregunta res
pecto de si un determinado derecho es o no justo o la más fundamental de que
constituye la justicia. La teoría pura del derecho -un ciencia - no puede contes
tar esta pregunta”.42
Kelsen se fundamenta en que la justicia sería el estado de felicidad de todos
los hombres, cosa que considera imposible, no puede existir un orden justo por
que aún en el mejor de los casos la felicidad de unos tiene casi por seguro alguna
infelicidad en otro ser humano. Pero para él es explicable por una necesidad
humana del intelecto justificar su conducta y sus emociones, por medio de la
razón.
Luego enfila sus baterías al derecho natural, señalando que de existir un
ordenamiento natural, fácil de comprender con la razón o la voluntad divina, la
42 KELSEN, HANS. La teoría pura del derecho y la jurisprudencia analítica, pág. 4. La Ley Uru
guay. Buenos Aires, 2009.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 43
es el producto de una escuela que piensa que inventó la filosofía. Sus adherentes
nunca se aproximaron a Aristóteles o Kant en la búsqueda de la verdad o abrir la
posibilidad de que esos viejos pensadores puedan conocer más, y desde que tie
nen un monopolio virtual de la enseñanza de la filosofía, han hecho un desastre,
tal vez irreparable, pérdida de aprendizaje, y extinción de la luz encendida a lo
largo de muchas centurias.... Su método y el hombre que desea crear, me impul
san a pensar que Nietzsche -abusado por Rawls, tal vez no culpable por su igno
rancia- podría proveer un nombre más apropiado para este libro: Una primera
filosofía para el Ultimo Hombre”52
H ebert L.A. H art por su parte, buscó, dentro del positivismo, atenuar las
premisas kantianas a través de un positivismo metodológico, cambiando el con
cepto de norma fundante por el de regla de reconocimiento. Para Hart, el dere
cho consiste en una serie de órdenes generales respaldadas por la coacción, pero
estas normas tienen un origen moral, aun cuando integradas al derecho dejan de
tener relación con esta. Pero lo que Hart niega siempre es que porque algo sea
considerado derecho se tenga el deber moral de obedecerlo o desobedecerlo, como
planteó Gustav Radbruch en su crítica al derecho nazi. Es decir mantiene la
separación entre derecho y moral, aunque ello no impida la crítica moral al dere
cho. Pero Hart matiza además el positivismo kantiano introduciendo un elemen
to nada menor, que es la discrecionalidad del juez. El derecho no es solo creado
por el legislador ni por el soberano, sino que también lo es el creado por el prece
dente judicial. Para él, el sistema jurídico es un conjunto de reglas primarias y
secundarias. Esto además lo llevó a distinguir entre los casos “fáciles” y los casos
“difíciles” tratando de limitar en los primeros la discrecionalidad del juez, pero la
discrecionalidad del juez sigue presente en estos últimos y no es considerada
nunca por Hart como la “única solución correcta”.53
Ronald M yles D w orkin, autor norteamericano discípulo de Hart a quien
sucedió en la Cátedra de Oxford, es también representante del Realismo Jurídi
co anglosajón. Obviamente y sobre esa base jurídico Dworkin se inclinó por darle
fundamental importancia a la figura del Juez y basar su teoría en los elementos
que el juez debe tomar en cuenta para resolver el caso. Para él en cierto modo el
derecho es un ejercicio de interpretación para determinar la verdad o falsedad
de las proposiciones. Dice “En Inglaterra y Estados Unidos, entre otros lugares,
las decisiones judiciales afectan también a muchas otras personas porque la ley
a menudo se convierte en lo que el juez sostiene que es”.54
De esta forma Dworkin señala que lo más importante es estudiar y estable
cer los criterios sobre los cuales resuelve la jurisprudencia los casos fáciles o
difíciles, cuestionando al jusnaturalismo, pero también al positivismo. Dice tex
tualmente ‘‘Vale la pena hacer una pausa para ver hasta dónde nuestra descrip
ción de los conceptos interpretativos sustenta otras ideas políticas y morales, y
en particular la idea de justicia....la justicia es una institución que interpreta
52 HABERMAS, JÜRGEN. Ob. Cit. Pag. 57. El original publicado se encuentra en idioma inglés , y
la traducción es nuestra.
j3 PEREZ JARABA, MARIA DOLORES. Principios y reglas exámen del debate entre R.Dworkin y
H.L.A Hart. En Revista de Estudios Jurídicos No. 10/ 2010 (Segunda época) Universidad de Jaén
(España) Versión Electrónica rej.ujaen.es pag. 12.
54 DWORKIN, RONALD. El Imperio de la Justicia. Ed. Gedisa. España 2008. Pag. 15 y sts.
48 DAOIZ URIARTE
mos. Al igual que la cortesía, tiene una historia, cada uno de nosotros abraza
dicha historia cuando aprendemos a tomar una actitud interpretativa hacia los
pedidos, justificaciones y excusas que encontramos hacen otras personas en nom
bre de la justicia. Muy pocos de nosotros interpretamos conscientemente esta
historia.... cada uno de nosotros (algunos en forma más reflexiva que otros) se
forma un sentido de la justicia que no deja de ser una interpretación, e incluso,
algunos revisamos de vez en cuando nuestra interpretación. Tal vez, la institu
ción justicia comenzó tal como imaginé el comienzo de la cortesía: con reglas
simples y directas sobre crimen, castigo y deuda. Pero la actitud interpretativa
floreció en la época en que fue escrita la primera filosofía política y se ha desa
rrollado desde entonces”.55
Dworkin critica a Hart, (discusión que será famosa en los foros internaciona
les) señalando que el derecho no es solo un sistema de reglas sino también de
principios, en realidad el derecho es un sistema de principios. A su vez, la deci
sión de un juez en los casos difíciles tampoco sería de su absoluta discrecionali-
dad, sino que actuando de acuerdo a los principios debería llegar a la única solu
ción correcta, es decir no crea una regla nueva sino que aplica principios
preexistentes. O sea, “siempre hay una respuesta correcta”.
de Derecho debe contar con la fuerza necesaria para respetarlos y hacerlos res
petar. A la inversa de Kelsen concluimos que el derecho objetivo tiene legitimi
dad, si se funda en el reconocimiento del derecho subjetivo, la existencia de dere
chos públicos subjetivos es el presupuesto de la existencia del Derecho. En un
sistema carente de base dogmática, el Derecho formal solo podrá existir como un
conjunto de normas vacías de contenido, y su único sustento será la imposición
por la fuerza de dicha normativa. La experiencia del Siglo XX ha demostrado que
todos los gobiernos totalitarios han intentado legitimar su accionar recurriendo
al Derecho, pero su intento ha sido en vano y lo continuará siendo por una razón
fundamental, la vigencia efectiva de los derechos humanos, resulta incompatible
con la sociedad autoritaria, y le quita a esta toda legitimidad. Las dictaduras
históricas han intentado incluir en sus ordenamientos jurídicos vacíos normati
vas dogmáticas sin contenido, esto es sin garantía ni fuerza para ser cumplidas
pero no funcionó. No bien comenzaron a llenarse los espacios, con contenidos, se
aceleró la caída del usurpador, y se desmoronó la fuerza que era su único susten
to. Con el debido respeto al maestro, la teoría kelseniana con su brillantez, olvi
dó algo fundamental, el poder. Un poder que no es neutro, ni aséptico. El poder
necesita una legitimación real que no se halla en el derecho, ni en la norma
hipotética fundamental, se halla en el consenso de la sociedad, que busca en el
Estado la protección, el respeto, y la solidaridad, que requiere para desarrollar
su vida con felicidad. Cuando el gobierno de turno se transforma en un instru
mento de avasallamiento del conjunto de los derechos, su futuro está condenado
históricamente. En esto Kelsen roza el concepto de eficacia, sin profundizarlo a
nuestro juicio, haciendo una referencia a los hechos, cosa extraña para su méto
do científico excluyente de todo elemento extraño. 56
En el mundo de hoy son los derechos humanos reconocidos en una sociedad
lo que le da legitimación a la legalidad y a la fuerza. Si el derecho está al servicio
de la fuerza y no a la inversa, el derecho es solo un conjunto vacío de normas
inservibles, cuyo único objetivo es ocultar la cara del autoritarismo.
Por ello, desconocer los factores externos en la existencia y vigencia de los
derechos humanos resulta imposible. Tan imposible como pretender que el con
cepto de derechos humanos sea absoluto e inmutable. El concepto abstracto de
justicia es común a todos los hombres, justicia de la que se deriva el respeto a la
vida, a la libertad, a la igualdad y a la solidaridad. Ello no significa que de esto
podamos extraer absolutos inmutables por medio del intelecto como pretendie
ron los jusnaturalistas contractualistas y racionalistas. Nuestro intelecto no es
neutro, absoluto ni inmutable, ya que tomará los datos externos de nuestra so
ciedad, ya sea para adaptarlos, modificarlos o negarlos, pero dependerá sin duda
en gran medida de nuestra historia personal y social.
Entonces, reconociendo que existe un abstracto común en estos principios el
contenido real que cada sociedad le otorgará dependerá de los aspectos cultura
56Dice Kelsen en Teoría Pura, ob. cit. pág. 142 “Así como es imposible en la definición de la validez
del derecho hacer abstracción de la realidad natural, también es imposible confundir estas dos
nociones. Para que un orden jurídico nacional sea válido es necesario que sea eficaz, es decir, que los
hechos sean en cierta medida conforme a este orden. Se trata de una condición sine que non. pero no
de una condición per quam Si en lugar de realidad o de efectividad hablamos de fuerza. la
relación entre la validez y la eficacia de un orden jurídico no es otra cosa que la relación entre el
derecho y la fuerza.. ..Consideramos al derecho como un modo de organizar la fu erza .”
50 DAOIZ URIARTE
57MARITAIN, Jacques. El Hombre y el Estado, Ed. Kraft. Buenos Aires, 1969. Pag. 94.
.* u t1f v b î Æ *
Or «F,CIÎO
B I B I lO VE C *
f) I n a l ie n a b l e s
Los derechos son inalienables por su misma naturaleza. La posibilidad de
que estos derechos puedan ser objeto de renuncia voluntaria o motivo de inter
cambio, no puede aceptarse. Los derechos son irrenunciables en su esencia. Me
es totalmente imposible renunciar a mi derecho de propiedad, o a mi derecho al
trabajo. Esto no significa que puntualmente yo pueda vender o donar un bien, o
renunciar a un trabajo en particular. Esto solo significara un desprendimiento
puntual de un bien o de una situación, pero mi derecho como tal, como esencia,
seguirá intacto.
g) I m p r e s c r ip t ib l e s
De la misma forma los derechos no pueden perderse por el no uso en el paso
del tiempo. No existe técnicamente un “uso” o “ejercicio” consciente de los dere
chos. Los derechos se ejercen en forma continua e ilimitada, sin necesidad de
una acción concreta en realidad. Yo puedo trabajar o no, esto no significa que
tenga suspendido o inactivo mi derecho al trabajo. Puedo expresarme libremen
te o guardar mis pensamientos, ello no afectará el hecho de mantener activo mi
derecho a la libertad de expresión.
h ) I r r e v e r s ib l e s
Los derechos humanos han sufrido una larga evolución hasta su transforma
ción en una normativa real y efectiva con potestad de imponerse frente a la arbi
trariedad del poder.
Si bien como señalamos al analizar los fundamentos filosóficos, podemos en
contrar sus bases en la antigüedad, no es sino hasta fines del siglo XVIII y prin
cipios del siglo XIX que comienzan a materializarse en forma efectiva y generar
una conciencia popular de la necesidad y posibilidad de su existencia. Podemos
considerar entonces que los derechos humanos como tales conforman un derecho
relativamente nuevo, en constante evolución y afirmación. Este proceso si bien
ha sufrido marchas y contramarchas ha continuado en forma progresiva y cons
tante hasta lograr como veremos una afirmación internacional que garantiza su
existencia por encima de los estados nacionales.
Para su estudio dividiremos esta evolución en tres etapas, desde la antigüe
dad hasta las revoluciones liberales, la constitucionalización de los derechos
humanos, y la internacionalización. Si bien dichas etapas constituyen una sim
plificación que no se condice con la duración histórica de las mismas, esta carac
terización solo pretende mostrar los rasgos más importantes desde el punto de
vista pedagógico, ya un estudio profundo excedería ampliamente los objetivos
del presente trabajo.
ma justa, aún sin que ello implicara otro control que el juicio divino. Aun cuando
siempre existieron levantamientos contra la opresión y la injusticia, ello no se
consideraba parte de un derecho sustantivo, sino un hecho, que las más de las
veces culminaban en una tragedia para quien se rebelaba.
Podríamos afirmar que hasta la revolución Inglesa solo existieron esporádi
cos momentos en los que se materializó algún tipo de legislación imperativa que
obligara al poder a respetar ciertos derechos preestablecidos. En conjunto, la
existencia de los derechos humanos se constituyó en una larga historia elabora
ciones intelectuales que pretendieron enfrentar el poder absoluto sin lograr un
apoyo social importante que les permitiera cuestionar en forma efectivamente la
arbitrariedad feudal o monárquica.
En esta etapa se podría señalar que el principal derecho reclamado era el
derecho a la libertad. Durante la época helénica o durante la primacía de Roma,
los derechos aún cuando por momentos gozaran de cierta existencia reconocida
no constituían un sistema orgánico considerado en forma distinta a cualquier
otro aspecto del derecho.
Las ideas de dignidad, libertad e individualidad, con precedentes en Meso
potamia, en los Salmos del Antiguo Testamento o en Egipto se iniciarán en Gre
cia, con sofistas, con Sócrates, con los estoicos, con Aristóteles, la tradición roma
na y los ideales evangélicos, pero sin que efectivamente se transformen en dere
cho positivo.
Es recién a partir de la baja Edad Media donde encontramos las primeras
formulaciones que conciben una verdadera limitación al poder, reconocido y acep
tado por el propio señor o monarca, en función de una concepción graciosa o de
una transacción para obtener el concurso de los señores feudales o del pueblo,
para sus objetivos estratégicos.
Papel importante en esta evolución desarrollaron las ciudades, civitas y burgos
posteriormente, por varias razones. En principio, en las poblaciones se reunían
una cantidad importante de artesanos, comerciantes y hombres libres, que con
taban con un cierto poder y una organización social y cultural, que les permitió
reclamar, aún durante el imperio romano, y el desarrollo del feudalismo una
importante autonomía donde algunos derechos comenzaron no sin dificultades a
institucionalizarse.
Si bien la identificación del burgo medieval con el municipio romano, puede
no ser exacta, resulta indudable que la autonomía e independencia de estos pro
venía de este origen, y al alterarse el equilibrio político con la desaparición del
poder de imperio, el poder local se convirtió fugazmente en poder estatal, aún en
los casos en que, nominalmente se encontraba bajo una corona. Este proceso fue
algo distinto en España, acuciada por las necesidades de la Reconquista y en
guerra permanente la autoridad central se afianza. No obstante reinos como
León, Navarra y Aragón, logran un autogobierno, entre los siglos XII al
XIV. La afirmación de los Estados Nacionales, y de las monarquías absolutas,
llevará a una decadencia momentánea, mediante el cercenamiento de las liber
tades, y la corrupción de las instituciones. Repasaremos acá brevemente al
gunos de los documentos fundamentales que marcaron este proceso hacia la afir
mación de los derechos humanos.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 57
liante tanto la cuantía de la demanda como los gastos. Si por casualidad todos los
jueces de aquella tierra negaran justicia al querellante, presente el testimonio
de buenos hombres, por medio de los cuales pruebe (sus derechos); y luego, sin
incurrir en pena, tome prenda en lugar de los jueces y alcaldes tanto por la cuan
tía de la demanda como por los gastos, para que los justicias le paguen el doble,
y también paguen el doble por el daño que pudiera sobrevenir a aquel a quien
prendara.
L as S iete P artidas (S iglo XIII)
La parte más famosa de la extraordinaria obra legislativa del rey de Castilla
Alfonso X está constituida por las leyes contenidas en Las Siete Partidas
En ellas se contienen algunos de los principios de los derechos fundamenta
les. La Partida II, Ley X define la Tiranía señalando “Tiranía quiere tanto decir
como señor cruel que se apodera de algún Reyno o tierra por la fuerza, por el
engaño o por la traición”. Asimismo la Ley XXXIV expresa “e dezimos que regla
es de derecho que todos los juzgadores deben ayudar a la libertad, porque es
amiga de la natura: que la aman non tan solamente los ornes, más aún todos los
otros animales. E otro si dezimos, que servidumbre es cosa que aborrecen los
ornes naturalmente: e a manera de servidumbre que non tan solamente el sier
vo, más aun aquel que non ha libre poder de yr del logar do mora”.
N ormas po st e r io r es
Posteriormente el final de la reconquista y el Descubrimiento de América
darán impulso a una nueva etapa de creación de normas durante los siglos XV y
XVI. Esta etapa estuvo asimismo signada por la reforma católica o contrarreforma,
que tuvo a España como principal actor y exponente. Durante este período algu
nos de los principales teólogos entre los cuales se destacan Fray Antonio de
Montesinos y Bartolomé de las Casas, desarrollan teóricamente el derecho a
conservar la libertad de los indios americanos. Las Juntas Consultivas que
actuaban en la legislación de Indias, integradas con figuras como Vitoria o Soto,
generaron normas que constituirían la base del Derecho de Gentes, y evitaron,
que al menos jurídicamente, los indios fuesen considerados esclavos, reconocién
doles además algunos derechos especiales, respecto de sus condiciones de vida.
Lo ocurrido en la realidad fue otra cosa como sabemos, lo cual no obsta a la
importancia que la existencia de esta normativa tuvo en los desarrollos posterio
res.
L ey de L ibertad de R esidencia . R eyes católicos (28 de O ctubre de 1480)
Establece básicamente que la condición de no poder cambiar de domicilio y
estar obligados a vivir contra su voluntad en alguna tierra, significa en los he
chos reducir a las personas a una verdadera servidumbre y dice “Lo quel diz que
así passase sería muy injusto e contra todo derecho e razón”.
No obstante y pese a esta Ley los Reyes Católicos resuelven la expulsión de
los judíos, a quienes se les niega la condición de súbditos y naturales.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 61
4.1.3. L a e v o l u c i ó n e n e l r e s t o d e E u r o p a y e n l a s c o lo n ia s a m e r ic a n a s
Como señaláramos antes, también en otros lugares del continente europeo,
existieron intentos de consagración jurídica de derechos pero el hecho más im
portante de este período hasta el Renacimiento lo constituye sin duda la Carta
Magna. Si bien existe alguna normativa posterior en otras partes de Europa, no
encontramos una generalización de legislación o movimientos ligados al reclamo
de libertades que logren imponerse arrancando al poder juramentos de respeto
como los dados en Inglaterra.
No obstante podemos señalar encontrar algunas normas similares en otros
lugares de Europa, tales como la Confederación Suiza o el Reino de Suecia.
Ya en la Edad Moderna se inicia una etapa en donde aparecen los tres ele
mentos fundamentales que modifican el viejo mundo medieval para dar entrada
a la época moderna, la Reforma, la imprenta y la llegada de Cristóbal Colón a las
Antillas. El impacto de los dos primeros sobre todo, actuando en forma conjunta,
llevaron la discusión de la tolerancia, el respeto y la libertad por primera vez a
las grandes masas, convocando miles de voluntades que reclamaban su derecho
a opinar, relacionarse y decidir de otra forma.
62 DAOIZ URIARTE
t 'f La terca actitud de la monarquía llevó una vez más al Parlamento, al conven-
cimiento de que no existía opción de acuerdo con la dinastía de los Estuardo.
I*
68 DAOIZ URIARTE
hecha con gran admiración hacia la Bill of Rights, y su invocación omite delibe
radamente cuestionar al Parlamento inglés dirigiendo sus dardos hacia el Rey
por su incomprensión, y culpándolo de la decisión obligada de disolver los víncu
los con la metrópoli. “Un príncipe cuyo carácter está así señalado con cada uno
de los actos que pueden definir a un tirano no es digno de ser el gobernante de un
pueblo libre”. Es la consagración del derecho a la rebelión contra la opresión de
Locke. No obstante, el proceso de la monarquía constitucional no se repetirá acá.
Los colonos norteamericanos no eran aristócratas por naturaleza, y menos en
las colonias del norte, por lo que además del predominio de la burguesía no era
necesario transigir con una línea monárquica, lo que llevó sin mayores tropiezos
a la elección de un sistema republicano, de carácter federal para resolver el nue
vo gobierno.
La Declaración de Independencia, cuyo texto fue proyectado por Thomas
Jefferson, proclamó como “verdades evidentes” que “todos los hombres son crea
dos iguales, que han sido dotados por su Creador de ciertos derechos inaliena
ble” y que entre esos derechos figuran la vida, la libertad y la búsqueda de la
felicidad”.
Nuevamente la historia volvía a repetirse, y los impuestos arbitrarios, como
en 1215, como en 1629, como en 1688, generaban una nueva revolución y volverá
a repetirse del otro lado del mundo.
Desde el punto de vista institucional, a partir de entonces comienza un pro
ceso que culminaría con la elaboración de una Constitución. La primera etapa
estuvo constituida por los Artículos de Confederación y Perpetua Unión, de 15
de noviembre de 1777, finalmente ratificados en 1781. La debilidad de esa Con
federación generó la convicción de que se necesitaba un gobierno más fuerte, y
finalmente se aprobó la Constitución federal de 17 de setiembre de 1787, y el 13
de setiembre de 1788 se proclamó que se había obtenido la cantidad necesaria de
ratificaciones de los Estados. Como la Constitución no contenía una declaración
de derechos, casi inmediatamente se aprobaron las primeras diez enmiendas,
que contienen lo que se conoce como el “Bill of Rights”, que entró en vigencia a
fines de 1791.
Anteriormente, las colonias convertidas ahora en Estados independientes se
fueron dando sus propias constituciones. Siete de los Estados preceden su Cons
titución con una Declaración de Derechos, pero es sin duda la Declaración de
Virginia la más trascendente.
D eclaración de D e r ec h o s d el B uen P u eb lo d e V ir g in ia .
12 de J u n io de 1776
Esta Declaración es redactada por George Masón, pero tuvo una influencia
muy importante de Jefferson, quien conocía y compartía las concepciones
iusnaturalistas de Puffendorf y Locke.
Desde su invocación señala “Que todos los hombres son por naturaleza igual
mente libres e independientes y tienen ciertos derechos innatos, de los que cuan
do entran en estado de sociedad, no pueden privar o desposeer a su posteridad
ningún pacto, a saber, el goce de la vida y de la libertad, con los medios de adqui
rir y poseer la propiedad y de buscar y obtener la felicidad y la seguridad”.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 71
gueses se habían cuidado de evitar la aparición en escena del conjunto del pue
blo. Esto no iba a ocurrir en la Revolución Francesa. No en vano Mirabeau anti
cipaba el 10 de Octubre de 1789 “Cuando se pone uno a dirigir una revolución, la
dificultad no está en hacerla avanzar sino en contenerla”.
Y esa característica llevaría a que la revolución francesa pasara por distintas
etapas llegando a una máxima radicalización, donde los sans culottes, el pueblo
llano, pasara a tener un protagonismo en el gobierno, desconocido hasta enton
ces y que la convertirá en la imagen y señal de las revoluciones posteriores del
siglo XIX y XX.
Así la primera etapa reformista se extendió entre 1789 y 1792, período
girondino adoptó la postura clásica de la revolución liberal proclamando una
monarquía constitucional y un sufragio censitario. Pero al reemplazarse la Asam
blea por la Convención, se adoptó el sufragio universal y con la alianza entre los
jacobinos y los sectores populares, se tomaron medidas de marcado igualitarismo,
desconocidas hasta entonces con intervención del Estado en materia económica,
asistencia a los pobres, etc.
La visión opuesta desde la izquierda, a lo planteado por Madelin es el análi
sis que realiza Etienne Fajon quien expresa “Las primeras señales del antago
nismo entre el capital y el trabajo, que se desarrollaron en este período durante
la liquidación de las relaciones feudales, inspiró a los hombres más avanzados y
más cercanos a la clase obrera las perspectivas del futuro, que el socialismo cien
tífico, sesenta años más tarde, pudo definir a la luz del conocimiento científico.
Contentémonos con nombrar al más grande de los precursores del comunismo
en la Revolución de 1789, Graco Babeuf. Babeuf previo el papel histórico de la
clase obrera... uno de los méritos de Babeuf según Engels es el de haber llegado
a la conclusión final de la idea de igualdad incorporada en la Constitución de
1793, es decir de haber comprendido que la igualdad social no puede existir mien
tras la sociedad esté dividida en clases y la explotación del hombre por el hombre
sea permitida”.66
No obstante, Robespierre intentó contener y desarmar tanto a la derecha
como a la izquierda jacobina, eliminando a Hebert y a Danton, y aplicando al
mismo tiempo el régimen del Terror, lo que aisló su gobierno, y significó a la
postre su propia destrucción. A partir de la Convención termidoriana, la revolu
ción la conducción vuelve a la alta burguesía, y el proceso culminará con la apa
rición de Napoleón Bonaparte y la creación de su vasto y efímero Imperio.
En una valoración simplista, la Revolución Francesa, culminaba rindiendo
ante un Imperio todos sus postulados, y más aún derrotada por la Restauración,
a partir de Waterloo y la creación de la Santa Alianza.
Sin embargo sus efectos por el contrario tuvieron una difusión mundial y por
el contrario expandieron la revolución más allá de sus fronteras nacionales y
continentales. Mientras en hacia 1820 se instalaba la reacción monárquica pre
sidida por el Congreso de Viena, en diversas partes de Europa y el mundo se
aprobaban constituciones liberales que reconocían con o sin declaración los dere
chos humanos.
66FAJON ETIENNE, en La Revolución Francesa. Colección 70 Ed. Grijalbo. Méxicol968. pág. 122-
123.
74 DAOIZ URIARTE
ción y las condiciones de vida del esclavo eran en cierta forma parte de una
inversión necesaria.
Por el contrario en el sistema capitalista el propietario solo requiere del tra
bajador autónomo su fuerza de trabajo. Extraída esta, a cambio de un precio la
relación está concluida, y la subsistencia y condiciones de vida dependerán de la
propia voluntad del trabajador. Esta situación se agravaba por dos aspectos fun
damentales, la inexistencia de equidad en las condiciones de fijación de precio de
salario y la existencia de una gran cantidad de desempleados (que Marx califica
rá de ejército de reserva). Ambas situaciones implican que el salario será siem
pre presionado a la baja, tanto por la posibilidad de imponer las condiciones del
empleador, como por la existencia de una oferta abundante y permanente de
mano de obra.
A esto debe agregarse en forma no menor, que las revoluciones liberales ha
bían promovido la participación de las masas y su concientización política. La
puja no se circunscribía solo al salario sino también al supuesto disciplinamiento
y control social requerido por el capitalismo.
La burguesía se limitó a definir discursivamente las libertades civiles, aun
que en la práctica construyeron un escalafón social... el ejercicio de las liberta
des civiles se circunscribió a la libertad de empresa, asociación y expresión, pero
en los hechos solo la burguesía podía gozar efectivamente de estas libertades. A
medida que el capitalismo se consolidaba el espacio público se contrajo y las
clases trabajadoras fueron paulatinamente excluidas de los derechos reconoci
dos, lo que tarde o temprano las llevaría a nuevos movimientos revolucionarios.
A partir de ese momento surgen los precursores socialistas y anarquistas,
como Babeuf o Blanqui, y posteriormente en la segunda mitad del siglo, el mar
xismo.
Marx, como ya vimos, no se limitó a un reclamo parcializado de mejores con
diciones o de reivindicación de derechos fundamentales no reconocidos. Elaboró
una cosmogonía que a partir de una teoría económica, desarrollo un modelo his
tórico filosófico y político de interpretación de la realidad proponiendo un cambio
estructural completo, semejante y más profundo que la Revolución Francesa.
Su influencia será fundamental sobre todo en el desarrollo del Siglo XX con
la institucionalización de sus ideas a partir de diversas revoluciones sociales.
Pero en el Siglo XIX los movimientos revolucionarios obreros, si bien adqui
rieron gran virulencia en algunos lugares como Francia llegando fugazmente a
ocupar el poder (Comuna de Paris de 1871), no lograron consolidarse.
No obstante ello, la gran agitación provocada obligó a la burguesía a transi
gir y comenzó un proceso de negociación y reconocimiento de la realidad social,
que llevó a la necesidad de reconocer derechos que aseguraran una cierta igual
dad material y la generación de condiciones que permitieran la vigencia real de
la libertad y las condiciones de vida decorosa.
Este proceso tuvo abruptas marchas y contramarchas diferenciándose según
los países y el nivel de desarrollo del capitalismo en ellos. En Inglaterra, la cues
tión social surgió bajo el común denominador del aumento en el costo de vida
primero a nivel rural y luego a nivel de la población urbana. La burguesía ingle
sa había bloqueado la creación de sindicatos por una ley de fines del S.XVIII y la
mantuvo hasta el primer tercio del S.XIX. Pero la reacción más importante la
generó el avanzado maqumismo introducido en la industria que generó la pérdi
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 77
4.3.2. La C o n s t it u c i o n a l iz a c ió n s o c ia l
El constitucionalismo social, es la continuación del proceso de constituciona
lización de derechos. Como vimos, el triunfo de las revoluciones liberales llevó a
la cúspide a la burguesía, que potenciada con la Revolución Industrial, adoptó
como norma dominante los conceptos de libertad y propiedad, relegando a la
igualdad, al concepto formal de igualdad entre partes, promoviendo al podio a la
autonomía de la voluntad como máxima expresión de la libertad. El postulado
teórico funcionaba en todos los niveles del intelecto, ya sea en la economía con la
“mano invisible” o en el pensamiento jurídico y político. Pero la realidad era muy
distinta, y los sectores populares no sentían haberse beneficiado de la consagra
ción de los derechos en la constitución. Más aún como señalamos antes, en algu
nos sectores de la sociedad, la situación había empeorado.
Durante la segunda mitad del siglo XIX el reclamo de igualdad marcará la
tónica de los reclamos populares, con diferentes matices, y distintas marchas y
contramarchas.
No obstante la participación de los trabajadores en las luchas por la libertad
les había dado un protagonismo político que no conocían y también la conciencia
de la necesidad de plasmar sus reivindicaciones en el derecho positivo, para po
der ser reconocidos.
Pero no se trataba solamente de la igualdad económica en términos de con
tratos de trabajo o de oportunidades económicas lo que estaba en juego, sino el
concepto democrático mismo. El período de las Constituciones liberales, había
propuesto la democracia como modelo, pero en los hechos no llegaba más allá de
la república aristocrática u oligárquica.
En casi todos los casos más del 80 o 90 % de la población era excluida de los
derechos fundamentales tanto civiles como políticos. La democracia más tem
prana, Estados Unidos seguía manteniendo la esclavitud a nivel federal, y en
todos sus términos, sin siquiera libertad de vientres. Esa situación cambiaría
recién después de una sangrienta guerra civil, con tres enmiendas constitucio
nales. La enmienda XIII (entrada en vigor el 18 de diciembre de 1865) eliminó la
esclavitud con carácter constitucional. La enmienda XIV (entrada en vigor el 28
de julio de 1868) reconoció el derecho a la ciudadanía a todas las personas naci
das o naturalizadas en los Estados Unidos y, como ya se indicó, dispuso que los
derechos consagrados a nivel federal tuvieran fuerza obligatoria para todos los
estados miembros. Por último, la enmienda XV (entrada en vigor el 30 de marzo
de 1870) dispuso que el derecho de los ciudadanos a votar no sería negado ni
$ limitado por los Estados Unidos ni por ningún estado miembro por motivos de
f. raza, color o anterior condición de servidumbre.
A esto debemos agregar que la mayoría de las Constituciones libera
les no consagraban el sufragio universal sino censitario, eliminando a
la mayor parte de los electores y finalmente durante todo el siglo XIX las
mujeres seguirán excluidas de todos los derechos políticos y de varios de
vj¡ los derechos individuales fundamentales.
f El advenimiento de la Primera Guerra Mundial, ocasionaría un retroceso
momentáneo pero importante en la lucha obrera por sus reivindicaciones ade
más de una sangría terrible para toda Europa. El movimiento obrero afectado
por las invocaciones al nacionalismo y la defensa de la patria, dejó de lado sus
reivindicaciones sociales para enfrentar el flagelo de la guerra que inevitable-
80 DAOIZ URIARTE
“Para trabajo igual debe corresponder salario igual, sin tener en cuenta
sexo ni nacionalidad”. (VII).
Responsabilidad de los empresarios por accidentes del trabajo y enfer
medades profesionales (XIV). Obligación de prevenir los accidentes del
trabajo (XV).
Tanto los obreros como los empresarios tendrán derecho para coaligarse
en defensa de sus respectivos intereses, formando sindicatos, asociacio
nes profesionales, etc. (XVI).
“Las leyes reconocerán como un derecho de los obreros y de los patronos,
las huelgas y los paros”. (XVII). Normas sobre licitud de huelgas (XVIII)
y paros (XIX).
Conciliación y arbitraje (XX y XXI).
“El patrono que despida a un obrero sin causa justificada, o por haber
ingresado a una asociación o sindicato, o por haber tomado parte en una
huelga lícita, estará obligado, a elección del trabajador, a cumplir el con
trato o a indemnizarlo con el importe de tres meses de salario”. (XXII)
Nulidad de cláusulas de contratos de trabajo que no cumplan las condi
ciones constitucionales (XXVII).
Patrimonio familiar inalienable e inembargable (XXVIII).
Declaración de utilidad social de seguros sociales (XXIX) y de cooperati
vas para la construcción de casas baratas e higiénicas para trabajadores
(XXX).
La elevación de estos derechos al rango constitucional, significó el comienzo
de una nueva etapa en la cual los derechos económicos y sociales se integrarían
al bloque constitucional de derechos en forma efectiva y positiva. Es de señalar
que no se tratará de normas programáticas, aunque algunas de ellas puedan
serlo, sino del reconocimiento efectivo de derechos.
De todas formas, para una valoración final de lo que significó la revolución
mexicana recurriremos a uno de sus principales comentaristas, José Mancisidor,
quien en su Historia de la Revolución Mexicana, que lleva más de 44 ediciones
desde 1950 nos dice: Características de la Revolución y su filosofía política. La
Revolución mexicana fue así una revolución popular burguesa, anti feudal y
antiimperialista, que rompió con los moldes clásicos, puesto que si el artículo I o
de la Constitución hace una declaración a favor de los Derechos del Hombre, en
cambio el artículo 27 de la misma Constitución, al afirmar el derecho de propie
dad privada le fija limitaciones creando su propia filosofía política que antepo
ne, al derecho del individuo, el derecho de la colectividad.
Es pues, en este sentido, que la revolución mexicana rebasó los lím i
tes m arcados por toda la revolución burguesa, propiciando el tránsito
de la sociedad feudal heredada desde los días de la Colonia a una socie
dad burguesa cuyas bases objetivas habían sido forjadas por la Reforma
y destruidas, dada su servidum bre al capitalism o extranjero, por el
porfiriato. Asimismo, el artículo 123, rompió con la armonía burguesa
garantizando, explícitamente, los intereses de las masas trabajadorasy\ 71
71 MANCISIDOR, José, Historia de la Revolución Mexicana. 44 ed. Proculmex. México. 1992 pág.
313.
84 DAOIZ URIARTf;
No es por supuesto que se negara la libertad, pero el concepto básico era la inexis
tencia de libertad sin igualdad absoluta. Al trasladar la igualdad a un concepto
absoluto, a una concepción espartana de la igualdad, toda libertad debía restrin
gir para mantener esta igualdad. Si para el liberal burgués era aceptable la li
bertad en términos absolutos que admitieran la libertad de morir de hambre,
para el socialismo triunfante, toda libertad debía restringirse en cuanto ella pu
siera en riesgo la igualdad social y económica de los hombres. Por supuesto ni
una ni otra sociedad funcionaron en la realidad en términos absolutos, pero las
teorías que los sustentaban marcaron las prioridades resignando los derechos
que consideraron accesorios.
También representa la Revolución Rusa la primera fisura o aparente error
en la teoría marxista. Marx había señalado que la revolución se iniciaría en los
países más desarrollados donde el proletariado era la clase mayoritaria y más
activa. Sin embargo la Revolución Rusa iniciará el camino desde una sociedad
poco desarrollada y rural, semifeudal, y las revoluciones posteriores del mismo
signo parecieron indicar la continuidad de ese camino mientras los capitalismos
más desarrollar lograron armonizar sus contradicciones sociales y económicas
manteniendo la estructura capitalista intacta, como veremos más adelante.
Sobre estas bases, el III Congreso Panruso de los Soviets aprueba, en enero
de 1918, la Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, lue
go incluida como primera parte de la Constitución de la República Socialista
Federativa Soviética de Rusia de 10 de julio de 1918, aprobada en el V Congreso
Panruso de los Soviets. Luego de proclamar que “Todo el poder pertenece a los
soviets” y que la República “queda fundada sobre el principio de la libre unión de
naciones libres y constituye una Federación de Repúblicas nacionales de soviets”,
dispone lo siguiente:
Art.3°. Proponiéndose esencialmente como finalidad suprimir toda explota
ción del hombre por el hombre, abolir definitivamente la división de la sociedad
en clases, aplastar sin piedad a todos los explotadores, realizar la organización
socialista de la sociedad y hacer triunfar el socialismo en todos los países, el III
Congreso Panruso acuerda además:
A) Para realizar la socialización de la tierra, queda suprimida la propiedad
privada de la tierra; todas las tierras se declaran propiedad nacional y
son entregadas a los trabajadores sin ninguna clase de indemnizaciones
sobre la base del goce igual de ellas por todos.
B) Los bosques, el subsuelo, las aguas, todo el ganado y todo el material, así
como las propiedades y empresas agrícolas se declaran de propiedad na
cional.
C) Como primer paso para la transferencia de las fábricas, de las minas, de
los ferrocarriles y otros medios de producción y de transporte a la Repú
blica obrera y campesina de los Soviets, el Congreso ratifica la ley sobre
la inspección obrera y sobre el Consejo Supremo de Economía Nacional,
con objeto de asegurar el poder de los trabajadores sobre los explotado
res.
D) El III Congreso Panruso de los Soviets considera la ley concerniente a la
anulación de los empréstitos lanzados por el Gobierno del Zar, por los
terratenientes y la burguesía, como un primer golpe dado al capital inter
nacional y expresa la seguridad de que el poder de los Soviets continuará
86 DAOIZ URIARTe
14 de A g o s to d e 1919
L a C o n stitu c ió n de W eim ar.
Desde el año 1917 Alemania venía alentando la revolución en Rusia con el
objetivo de lograr la paz en el Este. No obstante el resultado si bien se obtuvo, no
resolvió la guerra a su favor y por el contrario, creo un antecedente que pronto
habría de poner en jaque el propio gobierno. Alemania, aislada luego de tres
años de guerra, y derrotada su flota, enfrentaba prácticamente sola la guerra
con su potencia industrial, con sus aliados derrotados y decadentes, el imperio
Austro Húngaro y el Imperio Otomano. En este marco el hambre, el recluta
miento para una guerra impopular, y el avance de las ideas socialistas así como
el resultado de la Revolución Rusa, presionaron de tal forma al gobierno del
Káiser Guillermo II que, ante la inminencia de una revolución socialista se vio
obligado a renunciar y a solicitar la paz en forma inmediata. Más que la derrota
militar que se cernía las clases dirigentes veían en forma inevitable el avance de
la revolución, dado que los obreros estaban armados, y los soldados se rebelaban
negándose a ir al frente. Claudicar ante el enemigo externo era a su juicio mejor
opción que enfrentar una revolución marxista. Confiaron además que el enemi
go (Francia, Inglaterra y EEUU) comprendería la situación y no sería duro al
fijar las condiciones. La historia les demostraría lo caro de su error.
Así en medio de una situación revolucionaria se inició un Gobierno Provisio
nal bajo la dirección del socialdemócrata Friedrich Ebert y el socialdemócrata
independiente Hugo Haase. Se convocó una Asamblea Constituyente en la que
obtuvieron la mayoría relativa los socialdemócratas. De esta forma, y pese a
estar continuamente jaqueado el gobierno, por la derecha extrema y los
espartaquistas (radicales de izquierda, encabezados por Karl Liebknecht y Rosa
Luxemburgo), se aprobó la primera Constitución republicana, promulgada el 11
de agosto de 1919.
Esta Constitución constituyó un modelo absolutamente nuevo, surgido de
una concepción socialista democrática, que incorporaba los derechos económicos
y sociales junto con los derechos individuales propios de las constituciones libe
rales, teniendo además entre sus innovaciones más importantes, la consti-
tucionalización de la igualdad de derechos entre el hom bre y la mujer.
No estuvo precedida por una Declaración de Derechos, sino que incorporó una
Segunda Parte titulada Derechos y deberes fundam entales de los alema
nes y dividida en cinco secciones y La vida económica).
Probablemente asista razón a Lettieri cuando sostiene que “La República de
Weimar ha sido, seguramente, el experimento político más democrático que se
realizó en Alemania durante el siglo XX. Producto del caos de la derrota y la
revolución social, presentó la paradoja de constituir un régimen democrático crea
do por políticos que no eran demócratas por convencimiento, sino por necesi
dad".73
Si bien su vigencia real fue limitada pese a los esfuerzos del gobierno, y final
mente sucumbió al embate del nazismo, menos de 15 años después su formula
ción moderna, la incorporación ordenada de los derechos viejos y nuevos, la uti
lización del concepto de persona, y las normas sobre trabajo, educación y familia,
serán un modelo a imitar por gran parte de las constituciones posteriores tanto
Nadie puede ser obligado a un acto ni a una ceremonia del culto, ni a parti-
cipar en los ejercicios religiosos, ni a servirse de una forma de juramento reli
gioso.
Art. 137. No existe una religión del Estado.
La libertad de formar sociedades religiosas está garantizada. Pueden
federarse sin ninguna restricción.
(...)
Sección IV - Instrucción y establecimientos de enseñanza
Art. 142. El arte, la ciencia y su enseñanza son libres. El Estado les garan
tiza su protección y fomento.
Art. 143. Debe ser atendida la instrucción de la juventud por establecimien
tos públicos. (...)
Art. 146. La enseñanza pública debe ser organizada en forma orgánica.
La enseñanza secundaria y la enseñanza superior se basan sobre una es
cuela primaria común a todos (...)
A fin de permitir el acceso de los niños poco acomodados a los estableci
mientos de segunda enseñanza y superior, el Reich, los países y los Municipios
deben proveer los fondos (...)
Sección V - La vida económica
Art. 151. La vida económica debe ser organizada conforme a los principios
de la justicia y tendiendo a asegurar a todos una existencia digna del hombre.
En estos límites, la libertad económica del individuo debe ser respetada.
La libertad del comercio y de la industria está garantizada conforme a las
leyes del Reich (Estado).
Art. 151. Las relaciones económicas están regidas por el principio de la li
bertad de contratación, conforme a las leyes.
La usura Queda prohibida. Los actos jurídicos inmorales son nulos.
Art. 153. La propiedad está garantizada por la Constitución. Su contenido y
sus límites están fijados por las leyes.
Las expropiaciones no pueden tener lugar más que por causa de utilidad
pública y en virtud de disposiciones legislativas. Tienen lugar, salvo disposición
contraria de una ley del Reich (Estado) contra justa indemnización.
(...)
La propiedad obliga. El uso debe estar igualmente en el interés general.
(...)
Art. 157. El trabajo está bajo la protección particular del Reich (Estado). El
Reich establece un derecho obrero uniforme.
(...)
Art. 159. La libertad de coalición para la defensa y mejoramiento de las
condiciones del trabajo y de la vida económica está garantizada a cada una y a
todas las profesiones. Todos los acuerdos y disposiciones tendientes a limitar o
trabar esta libertad son ilícitos.
Art. 161. El Reich organiza, con el concurso adecuado de los asegurados, un
sistema de seguros para la conservación de la salud y de la capacidad de traba
jo, la protección de la maternidad y la previsión contra las consecuencias econó
micas de la vejez, de la invalidez y de accidentes.
Art. 162. El Reich intervendrá a favor de una reglamentación internacional
del trabajo, que tiende a procurar a la clase obrera del mundo entero un mínimo
general de derechos sociales.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 91
E l s u r g im ie n t o y d e s a r r o l l o d e l E s ta d o S o c ia l d e D e r e c h o
En el período entre guerras y post guerra se desarrolló un nuevo modelo
constitucional, que tomando las experiencias revolucionarias ya señaladas, ins
piradas por el auge de las ideas socialdemócratas en Europa y los movimientos
populistas en América Latina, dieron reconocimiento a un bloque de derechos
económicos, sociales y culturales, elevándolos a la misma categoría que el resto
de las libertades civiles y políticas tradicionales de las Constituciones liberales.
Desde el punto de vista político estos reconocimientos buscaron distender las
explosivas situaciones producidas por la desigualdad jurídica de las clases des
poseídas atenuando las diferencias sociales y asegurando un nivel de vida digno
y compatible con el sistema capitalista. Más allá del objetivo más o menos confe
sado de armonizar el capital y el trabajo evitando la expansión de las revolucio
nes socialistas, el efecto real e irreversible resultó en el reconocimiento definiti
vo de las existencia de ciertos derechos que afirmaban el principio de igualdad
material, y que ponían a cargo del Estado, la realización de estos derechos.
Pero sería demasiado simple explicar los cambios realmente producidos, como
una mera reacción o freno al avance de las propuestas marxistas.
La experiencia de las guerras y de la crisis de 1929 llevó necesariamente a
que el Estado abstencionista fuera ocupando roles cada vez más importantes en
la vida económica y social. Así fue que los centros de mayor desarrollo capitalis
ta, e ideológicamente defensores a ultranza del liberalismo y el Estado absten
cionista, tuvieron que reclamar la intervención urgente de este para poder orde
nar sus finanzas, atender a la población en emergencia, y asegurar la continui
dad de su actividad económica comercial, y política. El racionamiento, la inter
vención en los servicios públicos y en los servicios financieros en forma obligato
ria dejó de ser un pecado pasando a ser una imperiosa necesidad de subsistencia.
Inglaterra tuvo que abandonar la libre convertibilidad de la moneda, las muje
res empezaron a tener protagonismo en la producción por la movilización de los
hombres, la devaluación y el racionamiento pasaron a ser medidas aceptadas de
intervención. Finalm ente en Estados Unidos a partir del New Deal, entre Keynes
y Galbraith, se operó la sustitución teórica y práctica de las teorías económicas y
políticas de Adam Smith y de John Stuart Mili
El Estado pasaba así a tener un rol protagónico e intervencionista, regulador
de la economía pero tam bién de redistribución económica y social. Los derechos
económicos y sociales reclam aban la intervención del Estado, para su afirmación
y cristalización. El Estado pasa a ser el árbitro de las relaciones económicas y la
garantía del desarrollo cultural y social. La seguridad Social deja de ser librada
a la iniciativa privada, al igual que la salud, la educación, y la cultura en general.
El Estado pasará ser el instrum ento y el gestor del Welfare State o Estado de
Bienestar.
Desde comienzos de la década de los ochenta y particularm ente en los noven
ta comienza a afirm arse una corriente económica y política generalmente cono
cida como el neoliberalismo. Sus principales exponentes tomaron como base los
desarrollos del economista Friedrich A. Hayek, autor de El camino de la servi
dumbre y La desnacionalización del dinero, proponiendo la liberalización más
absoluta, desde la eliminación de todas las normas de protección social hasta el
monopolio estatal sobre la emisión de la moneda.
92 DAOIZ URIARTE
La C o n s titu c ió n E s p a ñ o la d e 1931
El 14 de Abril de 1931 España, que pese a la histórica Constitución de Cádiz,
y al pronunciamiento de Riego, se había mantenido en un grave retraso ideológi
co, político y económico respecto de las potencias europeas, proclama la Segunda
República. El Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora convoca
a elecciones de Cortes Constituyentes. Las Cortes fueron presididas por el socia
lista Julián Besteiro, y la Comisión de Constitución lo fue por el también socia
lista y eminente Profesor de Derecho Penal Luis Jiménez de Asúa.
La finalidad era elaborar una moderna Constitución que recogiera las inno
vaciones en materia política y social que se estaban produciendo. De esta forma
se elaboró un texto que básicamente recogió además de las libertades clásicas la
afirmación de la laicidad, de la emancipación femenina, derechos económicos y
sociales, el fin social de la propiedad, y el reconocimiento de derechos culturales.
Si bien tuvo corta duración, dado que en 1939, con el triunfo del franquismo se
abolieron toda las libertades y España pasaría cuarenta años de férrea dictadura,
esta Constitución tuvo una influencia fundamental en todo el movimiento del
constitucionalismo social en Latinoamérica, siendo fuente de inspiración
de todas las modificaciones constitucionales posteriores, y en particular de nues
tra Constitución de 1934, así como de la Constitución italiana de Postguerra.
27 d e D ic ie m b re d e 1947
L a C o n s titu c ió n I t a l i a n a d e l
Desde el punto de vista de los derechos fundamentales, la Constitución ita
liana participa de las características de éstos en el Estado Social de Derecho, con
la integración de los derechos económicos, sociales y culturales y de los derechos
civiles y políticos.74
Esta Constitución tendrá normas concretas, definiciones programáticas e
ideológicas dentro de sus formulaciones. Mencionaremos algunas de ellas:
Art. Io. Italia es una República democrática fundada en el trabajo. La soberanía
pertenece al pueblo, que la ejerce en las formas y en los líites de la Constitución.
Art. 2o. La República reconoce y garantiza los derechos inviolables del hombre, ya
como individuo, ya en las agrupaciones donde se desarrolla su personalidad, y
demanda el cumplimiento de los deberes imprescriptibles de solidaridad políti
ca, económica y social.
Art. 3 . Todos los ciudadanos tienen idéntica dignidad social y son iguales ante la
ley... Incumbe a la República remover los obstáculos de orden económico y social
que, limitando de hecho la libertad e igualdad de los ciudadanos impidan el
pleno desarrollo de la persona humana y la efectiva participación de todos los
trabajadores en la organización política, económica y social del país.
Art. 9 . La República promueve el desarrollo de la cultura y de la investigación cien
tífica y técnica. Tutela el paisaje y el patrimonio histórico y artístico de la na
ción.
ajedrez donde el poder político económico y militar se manejaba con total inde
pendencia e indiferencia absoluta respecto de los individuos y de los pueblos.
Ninguno de estos tratados se referirá ni tendrá relación con los derechos de
los individuos o con el efectivo reconocimiento de los principios de no interven
ción, la paz. etc. Como bien decía Kant, en realidad la existencia de cláusulas
secretas, y la convicción de que se trataba de armisticios que pudieran permitir
ganar tiempo para un rearme y acumulación de poder, hacían los tratados poco
creíbles o inexistentes para los derechos humanos.
Dos hechos moverán la conciencia de atentado a la humanidad durante este
siglo, a nivel internacional, la guerra y la esclavitud.
E l derecho humanitario y los prim ero s tratados de pr o t e c c ió n
Es recién a partir de los daños brutales provocados por las nuevas tecnolo
gías de guerra, utilizadas en Crimea y en la llamada segunda guerra de la inde
pendencia de Italia (en la que ésta contó con la ayuda de Napoleón III), que
encontraremos las primeras reacciones humanistas que abogan en principio por
establecer normas de respeto dentro de la guerra.
Si bien se considera a Grocio el primer doctrino sobre la necesidad de limitar
la guerra en su clásico De iure belli ac pacis (1625), es recién en la segunda mitad
del siglo XIX que comienza a surgir lo que llegaría a ser el Derecho internacional
humanitario. El impulso inicial fue dado por el comerciante suizo Henri Dunant.
que fue testigo de la terrible experiencia de la batalla de Solferino (24 de junio de
1859). 38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de bata
lla, y había pocos intentos para ayudarlos. Impresionado, el propio Dunant tomó
la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres y las
chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos y enfermos.
Carecían de suficientes materiales y el propio Dunant organizó la compra de lo
que se necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña que se comenzará a
plantear la posibilidad de una cooperación internacional que cree el primer Dere
cho internacional positivo de protección a las personas (en este caso a los solda
dos), mediante la elaboración de lo que conocemos como Derecho Humanitario.
Pero lo más importante es la definición clara que desde el principio motivó el
surgimiento de este Derecho, que resumimos en las expresiones del profesor Fritz
Kalshoven, “El derecho humanitario de ningún modo pretende hacer de
la guerra una actividad de buen tono y esencialmente humana , más o
menos comparable a una justa de la Edad Media . . . se propone impedir
que las partes en un conflicto armado actúen con una crueldad ciega e
implacable , y proporcionar la protección fundam ental que los más direc
tamente afectados por el conflicto necesitan, sin que por ello la guerra
deje de seguir siendo lo que siempre ha sido: un fenómeno aterrador”.'*
En 1863 se funda el Comité Internacional de la Cruz Roja, con Sede en
Ginebra, que cosechará sus primeros frutos casi de inmediato.
En 1864 en Ginebra se realizan los primeros convenios referentes a los
militares heridos, y en 1868 en San Petersburgo sobre el uso de determinados
KALSHOVEN. FR1TS, Restricciones en la Conducción de la Guerra. CICR. Ginebra 2001 pág
12
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 97
difundió los catorce puntos que definían los objetivos de guerra de los EEUU.
En ellos se planteaba la necesidad de la prohibición de los pactos secretos
(recuérdese a Kant), la libertad absoluta de navegación fuera de aguas territo
riales, eliminación de barreras económicas, reducción de armamentos, partici
pación de los pueblos en decisiones sobre su soberanía, y la conformación de una
sociedad general de naciones con el fin de establecer garantías recíprocas que
salvaguarden la independencia política y la integridad territorial de los países
grandes y pequeños por igual.80 Más allá del idealismo humanitario que plan
teaban las ideas de Wilson, ello sin duda estaba acompañado del deseo de EEUU
de posicionarse en el escenario mundial como primera potencia y árbitro absolu
to, además de asegurarse el repago de más de 2.300 millones de dólares que le
debían sus aliados. Acertadamente planteaba la necesidad de no imponerle san
ciones económicas a Alemania, dado que en forma visionaria, se veía que la im
posibilidad de pago de éste ocasionaría un quiebre en la cadena industrial y
comercial internacional que culminaría afectando a todos los países y provocan
do las condiciones para una eventual guerra. Si bien la Sociedad de las Naciones
se logró constituir y reconocer algunos de los puntos planteados, no excluyó la
guerra como alternativa posible, y pese a aceptar el derecho de los pueblos a
decidir su destino, la mayor parte de las potencias mantenían y ampliaban sus
colonias dividiendo el mundo según sus intereses ajenos a la voluntad de los
nativos. Pero más grave aún y fundamental, dos grandes países estaban fuera
de la Sociedad, Wilson no logró que el Senado aprobara el tratado, y Rusia, en
medio de su revolución y sin reconocimiento oficial de la mayor parte de los
países (incluso en guerra parcial con Francia, Inglaterra y EEUU que apoyaban
a los contrarrevolucionarios y ocupaban parte de su territorio) también perma
neció al margen, y aunque se integró posteriormente fue luego expulsada.
Todo esto llevaría necesariamente al fracaso inevitable del proyecto, que se
demostró totalmente incapaz para frenar el avance del totalitarismo expansionista
desarrollado en la década del treinta por Japón, Italia y Alemania y finalmente
la segunda guerra mundial.
L a C arta d el A tlántico
Aún sin resolverse la Segunda Guerra Mundial, e inclusive antes de la en
trada en guerra de EEUU (cosa que se veía a corto plazo inevitable),Roosevelt y
Churchill se reunieron en secreto a bordo del crucero Augusta y del buque Prín
cipe de Gales, el 14 de Agosto de 1941 y expidieron una declaración conjunta de
$ principios sin que ello constituyera una alianza o un tratado.
í Es una declaración breve, cuyo texto íntegro es el siguiente:
I “El Presidente de los Estados Unidos de América y el Primer Ministro represen-
¡i tante del Gobierno de S. M. en el Reino Unido, habiéndose reunido en el Océano.
juzgan oportuno hacer conocer algunos principios sobre los cuales ellos fundan sus
esperanzas en un futuro mejor para el mundo y que son comunes a la política nacio-
« nal de sus respectivos países:
€ _______
f, 80Punto XIV 8 de Enero de 1918.
100 DAOIZ URIARTE
c. prom over el resp eto a los derechos hum anos y a las libertades fundam entales de
todos, sin hacer distinción por m otivos de raza, sexo, idiom a o religión, así como
el reconocim iento de la in terd ep en den cia de los pueblos del m undo;
i En cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 68 de la Carta el Consejo
\ Económico y Social de la ONU (ECOSOC), estableció una Comisión de Derechos
* Humanos81, que asumió como primera tarea redactar una declaración al respec-
^ to. En su composición inicial, la Comisión estaba integrada por 18 miembros,
k uno de los cuales fue el Uruguay.
N o obstante el escepticismo y las dificultades para lograr que esta nueva
comunidad resultara en una efectiva realización de los derechos humanos pre
dominarían hasta bien entrados los años 60. En 1958 Pierre Gerbet escribía “En
el plano social, el de la protección de la persona humana, la acción de las organi
zaciones internacionales es muy difícil de estimar. Las Naciones Unidas han
querido afirmar la dignidad del individuo frente a los Estados, remediando las
lagunas de la Carta mediante una definición de las libertades fundamentales.
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre adoptada por la Asamblea
General el 10 de Diciembre de 1948, proclama el derecho a la vida, la libertad, la
seguridad, la nacionalidad, la propiedad, la libertad de pensamiento, conciencia
y reunión, el derecho al trabajo, al reposo, a la seguridad social, la educación,...,
pero no es obligatoria, como la Carta, y los países comunistas no la han votado,
estimando que se basaba en una noción demasiado occidental de la persona hu
mana. Empero, esa Declaración ha sido invocada frecuentemente. En su nombre
MCE®
se
¡end® llado ha condenado el genocidio, organizado la ayuda a los refugiados...y desarro
artillé
la asistencia a la infancia por intermedio de Unicef....82
No obstante, al finalizar la guerra fría y acabarse la bipolaridad política los
u avances en materia de derechos humanos a nivel internacional como veremos
• pasaron a tener una progresión geométrica. A estos efectos la creación de las
■ j. Naciones Unidas constituyó un foro y mecanismo de desarrollo de ideológico,
^ ^ filosófico y político de generación e impulso de instrumentos de protección Ínter
in nacional de derechos humanos, que adquirieron una vigencia e operatividad
impensable hace cincuenta años atrás.
0 L a D e c l a r a c ió n A m e r ic a n a d e l o s D e r e c h o s y D e b e r e s d e l H o m b r e .
B o g o tá 1948
;F j
Meses antes de la Declaración Universal, se celebró en Bogotá la IX confe
t i rencia panamericana que aprobó la Carta de la Organización de Estados Ameri-
^ canos. En dicha instancia el comité jurídico interamericano presentó un proyec
to de declaración. El Proyecto se transformó en Declaración, y constituyó un
importantísimo antecedente para la aprobación de la futura declaración univer
sal de las Naciones Unidas sobre la cual ya se venía trabajando. Si bien resulta-
ba innegable la influencia cada vez más creciente de los Estados Unidos sobre el
/■'
81 Como se verá oportunamente, la Comisión de Derechos Humanos ha sido suprimida, y en su
lugar la Asamblea General creó como órgano subsidiario suyo el Consejo de Derechos Humanos
J / (resolución 60/251, de 15 de marzo de 2006). El Uruguay también integra este órgano desde su
M creación.
82 GERBET, PIERRE. Las organizaciones Internacionales. EUDEBA. Buenos Airesl966 pág. 107.
104 DAOIZ URIARTe
cidos en el Pacto y sobre los progresos realizados en cuanto al goce de sus dere
chos.
La segunda es que en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
se creó un órgano cuasi jurisdiccional de contralor, el Comité de Derechos Hu
manos, que tiene respecto de todos los Estados partes la competencia de formu
lar observaciones sobre los informes periódicos de los Estados e incluir sus con
clusiones en el informe anual que debe presentar al Consejo Económico y Social,
lo cual podría significar una eventual condena pública al Estado responsable de
las violaciones
La tercera es que el Comité de Derechos Humanos tiene importantes compe
tencias en materia de denuncias de violación de los derechos humanos en casos
concretos, aunque no puede ejercerlas respecto de todos los Estados partes, sino
sólo respecto de los que hayan aceptado tal competencia. Por un lado, el art. 41
prevé la posibilidad de que los Estados partes reconozcan la competencia del
Comité para recibir y considerar comunicaciones provenientes de otro Estado
parte. Por otro lado, los Estados partes en el Pacto que también sean partes en el
Protocolo, reconocen la competencia del Comité para recibir y considerar comu
nicaciones de individuos que se hallen bajo la jurisdicción de dichos Estados y
que aleguen haber sido víctimas de una violación de cualquiera de los derechos
enunciados en el Pacto. Esto significaba otorgar una suerte de locus standi a la
persona.
L a C onvención A mericana de D er ec h o s H umanos
(P acto de S an J osé de C osta R ica ). 22 de n o v iem bre d e 1969
La Convención significó un avance sumamente importante, trascendental en
el marco de protección de derechos humanos en relación al Continente America
no. Pese a que el sistema americano había logrado avances importantes antici
pándose inclusive a la propia Declaración Universal, el proceso europeo con la
aprobación del Tratado de Roma de 1950 lo había superado ampliamente. Con
esta influencia, unida al desarrollo de un período convulsionado en la historia de
América Latina, que significó el desarrollo de dictaduras militares en varias re
giones geográficas, se llegó a la convicción de que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos creada en 1959 no era suficiente nivel de protección.
De la Convención no solamente surgió un marco detallado de derechos, sino
que estableció las potestades de dos organismos de contralor, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (que ya existía, pero recibió nuevas com
petencias) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La Comisión pasa a tener, respecto de los Estados Partes en la Convención,
la competencia de recibir y considerar peticiones que en una etapa ulterior pue
dan llevar a la presentación de casos ante la Corte. La Convención habilita direc
tamente a “cualquier persona o grupo de personas, o entidad no gubernamental
legalmente reconocida en uno o más Estados miembros” de la OEA para presen
tar “peticiones que contengan denuncias o quejas de violación de [la] Convención
por un Estado parte” (art. 44). Los Estados partes pueden declarar que recono
cen la competencia de la Comisión para recibir y examinar comunicaciones de
otros Estados partes que contengan alegaciones de violación de los derechos
humanos, siempre que éstos también hayan formulado el reconocimiento de com
petencia (art. 45)
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 109
La Corte tiene competencia para conocer de los casos que sometan a su deci
sión los Estados partes o la Comisión, siempre que se refieran a Estados que
hayan reconocido como obligatoria la competencia de la Corte (arts. 61 y 62).
“Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en esta
Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su
derecho o libertad conculcados” y podrá también disponer “que se reparen las
. consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de
esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada” (art.
h 63). La Corte también puede emitir opiniones consultivas, a solicitud de los Es
tados miembros o los órganos de la OEA (art. 64).
La Convención entró en vigor el 18 de Julio de 1978, luego de alcanzar las
^ once ratificaciones necesarias. Para el Uruguay, entró en vigor a partir del depó-
1 sito del instrumento de ratificación, el 19 de abril de 1985, y al mismo tiempo
^ reconoció “la competencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
^ por tiempo indefinido, y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre
& todos los casos relativos a la interpretación o aplicación de esta Convención, bajo
® condición de reciprocidad”. Cabe señalar que el art. 15 de la Ley N° 15.737, de 8-
fe III-1985, que aprobó la Convención y consiguientemente habilitó al Poder Ejecu-
ik tivo para ratificarla tuvo una redacción peculiar, del siguiente tenor: “Apruébase
£ la Convención Americana sobre Derechos Humanos, llamada Pacto de San José
de Costa Rica, firmada en la ciudad de San José, Costa Rica, el 22 de noviembre
de 1969, cuyo texto forma parte de la presente ley”. La habilitación para el reco
nocimiento de competencia está contenida en el art. 16 de la ley citada.
Los primeros siete jueces de la Corte fueron elegidos en mayo de 1979, y la
Corte quedó instalada el 3 de septiembre de 1979. A partir de entonces, la Comi
sión y la Corte han desarrollado una amplia y profusa actividad de protección de
i# los derechos humanos y determinación de la responsabilidad de los Estados que
e|] hayan cometido violaciones de tales derechos. Hoy, a más de 30 años de ese perío-
0 do negro en la historia latinoamericana, aún sigue procesando denuncias de este
a período cubierto de desapariciones forzadas, torturas y secuestros, así como otras
violaciones propias del terrorismo de Estado. Sin embargo, al mismo tiempo la
Corte ha incursionado también en la defensa de otro tipo de violaciones desarro
llando una importante jurisprudencia que se inserta progresivamente en la juris
prudencia nacional de los Estados miembros como veremos más adelante.
L a C o rte P enal I ntern acio nal . E statuto de R oma de1998
i, Culminaremos este resumen de los principales hitos en el desarrollo de la
protección internacional de los derechos humanos, con la mención a la Corte
$ Penal Internacional, creada por el Estatuto de Roma. La particularidad de este
ji tratado es la creación de una Corte destinada a juzgar la responsabilidad indivi-
y j dual de las personas por violaciones a los derechos humanos de gravísima enti-
dad, tales como el genocidio, la tortura, etc.
1 Desde los juicios de Núremberg y Tokio, después de la Segunda Guerra Mun-
*cf dial, la comunidad internacional confrontaba una disyuntiva compleja, en tanto
H se encontraba con el reclamo de justicia respecto de delitos y violaciones gravísi-
/jl mas productos en general de conflictos armados internacionales o internos, así
f i corno existencia de crueles sistemas dictatoriales. No obstante, la aplicación
'Un
110 DAOIZ URlARTf;
“ TRAVIESO, Juan Antonio. Garantías Fundamentales de los Derechos Humanos. Ed. Hammurabi.
1998. pág. 42-43.
5. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
DE LOS D ER EC H O S HUMANOS EN URUGUAY
5.1. E l pe r ío d o a rtig u ista
« Editorial de La Estrella del Sur. Tomado de Las Invasiones Inglesas en su bicentenario. Juan
Carlos Luzunaga. Ed. Torre del Vigía. Montevideo.2007.pág. 105.
111 -
112 DAOIZ URIARTe
89GROS
pag. 32. ESPIELL, HECTOR. Esquema de la Evolución Constitucional del Uruguav. FCU. 1986
90 1988 mMontevideo,
res. Z °fE ^ RECHAG^
pag. 54.’ JUSTIN0- La Constitución Nacional. Tomo I. Cámara de Senado
114 DAOIZ URIARTe
gadas más allá del escaso tiempo para su aplicación b) Sin duda y desde un
punto de vista utilitario, Artigas estaba respaldando las necesidades de su tropa
que no recibía paga dado justamente la inexistencia de grandes capitalistas o
estancieros que solventaran la causa (a diferencia de lo que pasaba en el ejército
argentino) c) si bien es cierto que ordenar la campaña era una solicitud del Ca
bildo y el 11 de Agosto de 1815 se promueve una reunión de hacendados, contra
riamente a lo que sostiene Vázquez más parece que estas posiciones radicales e
igualitarias del artiguismo, le hayan traído ciertas defecciones o apartamientos
en el grupo de hacendados que lo respaldaba.
De hecho y coincidimos con ello con el autor citado muchos de los nombres, la
mayoría de los delegados en los congresos artiguistas, aparecen luego en el Con
greso de la Cisplatina y luego en la Florida, pero nada plasmaron de este Regla
mento en sus actos posteriores como clase dirigente del país independiente.
No cabe duda que el documento se inspiró en el proyecto de Félix de Azara de
1801 que Artigas conocía bien como sabemos, pero como señala Edmundo
Narancio, mientras Azara hacía hincapié en la producción, el documento artiguista
lo hace en la justicia. Dice Narancio “El de Azara es un proyecto económico el de
Artigas es una ley agraria edificada sobre el principio ético de que las injusticias
sociales deben ser reparadas”.92
Entremos entonces sumariamente a analizar el Reglamento, en lo que tiene
que ver con sus fines sociales. La parte más importante trata sobre la Distribu
ción de la Tierra y podemos dividirla en: 1) de quienes se tomaba (arts. 12 y 13),
2) a quienes se daba (arts. 6 y 7), 3) Condiciones de los terrenos y para otorgarlos
(8, 9,10) y 4) Derechos, obligaciones y limitaciones de los beneficiarios.
Sin duda lo más importante es la definición de los beneficiarios establecien
do que se darán con prevención que “los más infelices sean los más privilegiados.
En consecuencia los negros libres, los zambos de esta clase, los indios, y los crio
llos pobres, todos podrán ser agraciados en suertes de estancia si con su trabajo
y hombría de bien propenden a su felicidad y la de la provincia”.
A continuación, el art. 7o. en una suerte de seguridad social embrionaria es
tablece “serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos o serán
igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y estos a cualquier
extranjero”.
Véase que este gesto artiguista aparece como una consagración de derechos
de igualdad material, reconocimiento típico de la segunda generación de dere
chos, estableciendo inequívocamente una escala de prioridades donde se concen
tran las necesidades de equidad social, la de protección ante el infortunio, la
protección y promoción familiar y finalmente, aunque no menor, el reconocimiento
de la condición de persona por encima de la nacionalidad reconociéndole incluso
al extranjero.
Se ha dicho, cuestionando el carácter socializante del Reglamento que Artigas
no distribuye las tierras de los ricos hacendados, no hace una reforma agraria de
clases. Por supuesto que no, distribuye las tierras de los emigrados, malos euro
peos y peores americanos (art. 12 al 14). Pero inclusive, al adoptar tal medida el
Reglamento no olvida el humanismo y las reglas de equidad, estableciendo una
92NARANCIO Edmundo, El Reglamento de 1815 en Artigas. Estudios publicados por El País. Mdeo.
1950 pg. 143.
116 DAOIZ URIARTe
clara distinción entre las personas de los afectados por la confiscación, se aten
derá primero a las tierras de los solteros malos americanos, y luego recién a los
casados preservando, de acuerdo al número de hijos y los derechos de estos,
asegurándoles lo bastante para que puedan mantenerse. (Art. 15). También cui
da de la equivalencia de las propiedades y además impide que se beneficien quie
nes ya tengan una chacra de similares condiciones (art. 17). Finalmente y para
evitar la concentración y la especulación prohíbe a los beneficiarios vender, ena
jenar o contraer deudas sobre ellas so pena de nulidad (18).
Y acá entonces podemos afirmar que este documento permite hablar de una
revolución agraria, si bien no de una reforma agraria, teniendo en cuenta que
estamos hablando de comienzos del siglo XIX.
Veamos, sencillamente que pasaba o que se hacía en las revoluciones libera
les o independistas de esta época.
En muchos casos la confiscación directamente no existía, es decir se preser
vaba el derecho de propiedad aún de los enemigos o emigrados. Pero, la confisca
ción siempre fue una medida muy utilizada por las revoluciones para financiar
sus gastos de guerra siempre inevitables, sobre todo cuando la inexistencia del
Estado o su desarticulación impedía recurrir a otra fuente de financiación confia
ble.
La Revolución Francesa fue un vivo ejemplo de ello, pero también ocurría en
América, pero, lo normal era que esas tierras se remataran al mejor postor o se
vendieran o hipotecaran de alguna forma. La consecuencia normal era que los
hacendados poderosos que adherían al movimiento, los extranjeros comercian
tes o los financistas nacionales o internacionales, se quedaban con los bienes,
generalmente inmuebles, llevando a una concentración de la riqueza y el poder
que condicionaba cada vez más a los gobiernos y a los Estados debilitados, lo
grando paulatinamente el dominio real sobre la sociedad.
La apuesta artiguista, por las razones que fuera, era totalmente distinta, y
procuraba sin duda lograr el nacimiento de una clase media rural, afincada en la
tierra, auto suficiente y firme defensora de la revolución, basada en la elevación
•de los sectores marginados de la sociedad colonial. Esto como dijimos solo se va a
encontrar en México en la frustrada revolución de Hidalgo, y así seguirá hasta
que cien años después aparezca la Revolución Mejicana y su famosa Constitu
ción de Querétaro. Recordemos el resultado de la Revolución de Mayo, donde
algunos de los gobernantes inmediatos a ella terminaron siendo terratenientes
de inmuebles casi ilimitados, como Rosas o Urquiza.
Finalmente el reglamento cuida de la seguridad en el territorio, prohibiendo
las matanzas de los hacendados de ganados ajenos y la represión de la vagancia
y el bandolerismo (arts. 23 al 29).
Como señala Ana Ribeiro, Artigas leía la revolución norteamericana, pero
“no es de ella ni de la francesa que toma ese concepto comunitario de la propie
dad, porque ambas consagraban la propiedad individual burguesa. Tampoco de
Rousseau, ya que su condena a la propiedad no implicaba proyecto alternati
vo...”.93
En realidad Artigas tenía su experiencia propia con Félix de Azara, en el
reparto de tierras, pero como señala la Prof. María Inés Moraes, “Este Regla
93RIBEIRO, Ana. Los Tiempos de Artigas. El País. Mdeo. 1999 pg. 137-139.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 117
sus primeros cincuenta años de vida independiente, al punto en que gran parte
de la intelectualidad de la época dudaba de su viabilidad. Así lo expresaron José
Pedro Varela, Juan Carlos Gómez, Pedro Bustamante y a Angel Floro Costa,
entre otros."
No obstante debe anotarse en su favor durante este siglo algunas normas
importantes:
Io. Abolición de la esclavitud. Si bien la Constitución estableció la liber
tad de vientres no será hasta la Guerra Grande, en que en ambos campos, sitia
dos y sitiadores se dicten leyes decretando la abolición definitiva de la esclavitud
y declarando la liberación de todos los esclavos. (L. 242, de 12-XII-1842 (sancio
nada y promulgada en Montevideo); D. reglamentario de 13 XII-1842; L. sancio
nada el 26-X-1846 en el Miguelete y promulgada el 28-X-1846 en el Cuartel Ge
neral; D. reglamentario de 29-X-1846; circulares de 26 y 31-X-1846.
Este proceso al que no era ajeno las necesidades propias de la guerra civil se
vio posteriormente empañado por la aprobación de los tratados con el Imperio
del Brasil de 1851 por los cuales el Uruguay quedaba obligado a la devolución de
los esclavos fugados a nuestro territorio.
2°.Establecimiento del recurso de hábeas corpus por vía legislativa:
Los arts. 9oa 13 de la Ley N° 1.216, de 6 de julio de 1874, establecieron el recurso
de hábeas corpus. Esa ley fue derogada en el período del militarismo por el Cnel.
Latorre (Decreto-ley N° 1.343, de 9-VII-1877), pero el instituto fue restablecido
por el art. 158 del Código de Procedimiento Civil (aprobado por Decreto-ley N°
1.379, de 17-1-1878), que dispuso:
“Se puede comparecer en juicio sin poder (...) por el que indebidamente
hubiera sido reducido a prisión o se le retuviese por la policía más de
veinticuatro horas sin remitirlo al Juez competente, o cuando éste no le
hubiere tomado declaración dentro de ese término.
(...)
En los casos de prisión o detención indebidas, no se exigirá al procurador
oficioso seguridades de ninguna especie.
Se entiende por Juez competente, no sólo el que lo es para conocer de la
causa, sino el que lo es para el sumario”.
3o. Reforma vareliana: Decreto Ley N° 1.350, de 24-VIII-1877, conocido
como “Ley de Educación Común”, sancionado por iniciativa de José
Pedro Varela).
4o. Libertad de reunión: Ley N° 2.499, de 28-VI-1897.
5o. Abolición de la Pena de Muerte. Ley N° 3.238, del 23 de Noviembre de
1907.
104 GROS ESPIELL, Héctor. Evolución Constitucional del Uruguay,págs. 108 y ss. FCU.1986.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 129
El mismo fue introducido a propuesta del Dr. Juan Andrés Ramírez, incorpo
rado con el No. 282. No sólo ordena imperativamente al administrador o al juez,
que den operatividad a la norma aún a falta de legislación sino que establece a
texto expreso, como debe suplirse esa falta de ley reglamentaria.
En el período posterior surge una ley de fundamental importancia desde el
punto de vista de los derechos humanos, que comienza a corregir la desigualdad
jurídica de la mujer luego de reconocida la igualdad política, la ley de derechos
civiles de la Mujer, Ley 10.783 del 11 de Setiembre de 1946. Creemos im
portante señalar esta norma en especial, aunque no sea la única de este período
que reconoce derechos fundamentales, pero, no puede dejar de señalarse que
hasta ese momento, la mitad o más de la población sufría una capitis diminutio,
absolutamente contraria a las normas constitucionales y a las disposiciones pre
vistas en la Sección II de la Constitución. La equiparación en materia de dere
chos civiles de la mujer (en realidad, de capacidad civil de la mujer casada) co
menzó un período de reconocimiento de la existencia de desigualdades que no
sólo tenían expresión política sino también en todos los aspectos normativos de
la vida en la sociedad. La afirmación del artículo Io, según la cual “La mujer y el
hombre tienen igual capacidad civil”, se convirtió, más allá del resto del cuerpo
normativo, en la regla fundamental de interpretación.
También durante este período se dicta una importante legislación en mate
ria de derecho laboral y seguridad social, cuya amplitud y cantidad resulta difícil
resumir en éste trabajo. Baste señalar que aunque gran parte de la misma está
hoy modificada representó un avance sustancial en materia de derechos econó
micos y sociales, que puso al Uruguay por encima incluso de los países con ma
yor desarrollo.
E l c am in o h a c ia l a C o n s t it u c i ó n d e 1967
Como señalaba Gros Espiell, las circunstancias en que nació la Reforma Cons
titucional de 1952 tanto por la mayoría con que fue aprobada plebiscitariamente
como por las características del pacto político en que se basó hacían previsible
que a muy breve plazo se replantearía la cuestión reformista.105
De nuevo nos encontramos frente a una clásica reforma política aunque la
situación del Uruguay comenzaba ya a cambiar peligrosamente hacia la inesta
bilidad institucional. La agitación social comenzaba a extenderse en la región y
también en nuestro país, así como también iniciaba su aparición en el hemisferio
la nueva política de seguridad nacional, impulsada por Estados Unidos a partir
de la nueva situación de la Guerra Fría, azuzada por la Revolución Cubana de
1959, y respaldada, en el golpe de Estado en Brasil de 1962.
Mientras la situación económica se volvía cada vez más compleja, los diver
sos sectores sociales reclamaban con los mecanismos a su disposición el mante
nimiento de su situación social. El Estado ya no soportaba el peso de una buro
cracia creciente, los episodios de corrupción se sucedían y los partidos tradicio
nales, muy fraccionados internamente no encontraban respuestas favorables a
un contexto internacional cada vez mas difícil, con precios en baja de nuestra
materias primas. La industria de sustitución interna también fue parte de esta
crisis. La población hace el primer cambio político de trascendencia dándole la
mayoría a la Partido Nacional después de cien años, y alternando con otro sector
del mismo partido en las elecciones siguientes sin que se alterara el ritmo de
caída de la economía, así como sucesivas crisis bancarias. Ante esta situación el
Gobierno opta por comenzar a tomar créditos en el exterior para solventar el
desequilibrio debiendo asumir las condiciones impuestas por el Fondo Moneta
rio Internacional.
Así las cosas se plantearon diversas propuestas de reforma constitucional
utilizando incluso diversos mecanismos constitucionales. Si bien en parte era el
resultado de achacarle los males a la Constitución de 1952, también las propues
tas eran el resultado de los programas de las colectividades políticas, ya sea en el
planteo económico, social, u orgánico y también buscaban atraer voluntades en
función de estos parámetros.
De esta forma, si bien la reforma incorporó algunos elementos en materia de
derechos, y la perspectiva de modificaciones económicas y sociales, también re
presentó una posición política de darle mayor centralización del poder en el eje
cutivo.
Pese a la existencia de varios proyectos, pocos incluían modificaciones sus
tanciales en materia de reconocimiento de derechos y en general, tomando en
cuenta la evolución ya existente en materia internacional, puede considerarse la
omisión en el reconocimiento de derechos y garantías.
Al respecto vale la pena transcribir las opiniones de Miguel Ángel Semino al
analizar esta situación: “Como ya dijimos, la Sección II de la Carta no sufrió
sustanciales cambios, ni en la forma ni el fondo. ... Lamentablemente se perdió la
oportunidad de reestructurar la Sección II de acuerdo a criterios más técnicos,
105GROS ESPIELL, Héctor. El proceso de reforma Constitucional. En Estudios sobre Derecho Cons
titucional. FCU. 1974. Montevideo, pág. 5.
134 DAOIZ URIARte
(con una mayoría relativa de votos dentro del partido que obtuvo mayoría relati
va) Juan María Bordaberry, quien finalmente se convertiría en dictador. Lejos
de producir un cambio político, el gobierno significó la continuación y el endure
cimiento de las medidas institucionales, aumentando el accionar de grupos
paramilitares recién surgidos. La respuesta militar de los tupamaros fue inme
diata y el 14 de Abril de 1972 se da el máximo clima de violencia frente al asesi
nato de varias civiles y militares acusados por la guerrilla de pertenecer al Es
cuadrón de la Muerte, y de varios militantes tupamaros por parte del Ejército.
Pero la consecuencia más inmediata de esto, fue la pérdida de fuerza del Poder
Legislativo y su incapacidad de actuar de acuerdo a los hechos. En medio de la
conmoción generada el Parlamento vota la declaración de estado de guerra in
terno, (figura inexistente dentro de la Constitución) así como la suspensión de la
seguridad individual (art. 31 de la Constitución) y el Ejército pasa a ocupar el
primer plano en la represión de la guerrilla (ya estaba trabajando pero en un
segundo plano). De esta forma comienza a aplicarse la jurisdicción militar a los
detenidos, mientras se discute la propuesta del Poder Ejecutivo, de una Ley de
seguridad del Estado. Presionados frente a los hechos, y ante la necesidad de
hacer desaparecer el estado de guerra interno claramente inconstitucional, al
gunos de los sectores opositores aceptan votar la también claramente inconstitu
cional Ley de seguridad del Estado. Como reconocería Wilson Ferreira un año
después “iVos equivocamos. Les dimos facultades que no se usaron para
aquello que se pidieron... quizás en alguna oportunidad hayamos olvi
dado que para imponer la libertad , el arma más poderosa que el hombre
ha inventado es la propia libertad”.109
Esta ley, 14.068, vulneraba principios esenciales de la Constitución. Permi
tía el juzgamiento de civiles por tribunales militares, creaba delitos nuevos, res
tringía la aplicación de las garantías constitucionales, etc.
Sobre el mes de octubre de 1972, los Tupamaros, movimiento revolucionario
armado principal, estaba ya prácticamente derrotada, y las acciones eran prácti
camente inexistentes.
No obstante el nuevo protagonismo ganado por las Fuerzas Armadas, co
menzó a eclipsar definitivamente el papel del poder político y del Poder Legisla
tivo y Judicial en particular. El Poder Ejecutivo desobedecen las órdenes judicia
les de liberación, y detiene a personalidades políticas sin acusaciones concretas
(caso Jorge Batlle), llegando al clímax el 9 de Febrero de 1973 donde descono
ciendo la decisión del Presidente de la República el Ejército y la Fuerza Aérea
expresan en comunicado público que “han decidido desconocer las órdenes del
Ministro de Defensa Nacional, Gral. Francese al mismo tiempo sugerir al señor
Presidente de la República la conveniencia de su relevo”.110 Pese a un intento de
oposición de la Marina, finalmente, el Presidente, aislado, sin apoyo popular y
con las Fuerzas Armadas en su contra, termina aceptando la situación. Las Fuer
zas Armadas emiten dos comunicados con un cierto tono progresistas lo que lle
va a que algunos sectores de la izquierda y del movimiento sindical, crean en
principio, que puede existir un proceso similar al de la salida peruana o portu
guesa de aquel momento donde lideraron movimientos democráticos y progre
109 Citado por Nahum, ob. cit. pág. 89.
110 Declaración del 8 de Febrero de 1973.
138 DAOIZ URIARTE
sobre la Dictadura por las violaciones de los derechos humanos, ya sobre la base
de la responsabilidad estatal por los abusos cometidos.
El período de reinstauración de la Democracia en el país, fue como no podía
ser de otra manera un período realmente fructífero en materia de reconocimien
to de derechos individuales.
Existía una suerte de “hambre legislativa” en materia de reconocimiento de
derechos, conculcados durante tantos años, así como la necesidad de volver a
poner al Uruguay en el sitial de responsabilidad y coherencia en la materia del
que había sido desplazado con deshonor.
Así, el Gobierno y el Poder Legislativo, se ocuparon no solamente de levantar
y desarmar los mecanismos de avasallamiento creados por la Dictadura, sino
que encontraron el clima propicio para aprobar una serie de leyes en un clima
general de libertades, que aggiornaran al país, con los nuevos avances en mate
ria de derechos humanos. Cabe señalar además el importante aporte que a esto
significó la existencia de numerosas organizaciones no gubernamentales que
desarrollaron actividad en el país, fundamentalmente a instancias de la expe
riencia de lucha contra el gobierno de facto, tales como IELSUR, SERPAJ,
Amnistia Internacional, etc.
Es así que el primer momento se aprueban numerosas normas de protección
de los derechos humanos. Entre ellas, destacamos las siguientes leyes del pri
mer período de gobierno posterior a la dictadura:
a) Ley de Amnistía 15.737 que, además de su materia principal (la amnis
tía), aprobó la Convención Americana sobre Derechos Humanos y derogó
la Ley de seguridad del Estado. La amnistía tuvo dos excepciones. Por un
lado, respecto de “los autores y coautores de delitos de homicidio inten
cional consumados”, la amnistía sólo operó a los fines de habilitar la revi
sión de las sentencias que harían los Tribunales de Apelaciones en lo
Penal, los que podrían disponer la absolución o la condena. En e segundo
caso, liquidarían “la nueva pena en la proporción de tres días de pena por
cada día de privación de libertad efectivamente sufrida”. Por otro lado, el
art. 5o dispone: “Quedan excluidos de la amnistía los delitos cometidos
por funcionarios policiales o militares, equiparados o asimilados, que fue
ran autores, coautores o cómplices de tratamientos inhumanos, crueles o
degradantes o de la detención de personas luego desaparecidas, y por
quienes hubieren encubierto cualquiera de dichas conductas”.
b) Ley 15.738, que validó, con el nombre de decretos leyes, las llamadas
leyes emanadas del Consejo de Estado durante la dictadura pero excep
tuó de la validación a varias de esas llamadas leyes, cuya nulidad absolu
ta declaró. Según la exposición de motivos, se trataba de los “actos legis
lativos dictados con evidente espíritu represivo, contrarios a los princi
pios democráticos-republicanos, o con el propósito de crear privilegios o
beneficios exorbitantes para ciertas categoría de funcionarios represen
tativos del régimen fenecido y de sus colaboradores, en clara violación del
principio constitucional de la igualdad (...) por cuya causa se declaran
nulos e inexistentes”. Entre ellos figuraban las llamadas leyes de repre
sión sindical (huelga, asociaciones profesionales etc.) o violatorias de los
derechos humanos.
140 DAOIZ URIARTE
112 El texto íntegro de la reforma constitucional de 2004 es el siguiente: Agrégase a los artículos 47,
188 y a las Disposiciones Transitorias y Especiales las enmiendas aprobadas referidas a la política
nacional de aguas y saneamiento.
Artículo 47. “El agua es un recurso natural esencial para la vida. El acceso al agua potable y el
acceso al saneamiento, constituyen derechos humanos fundamentales.
1) La política nacional de Aguas y Saneamiento estará basada en:
a) el ordenamiento del territorio, conservación y protección del Medio Ambiente y la restauración de
la naturaleza
b) la gestión sustentable, solidaria con las generaciones futuras, de los recursos hídricos y la preser
vación del ciclo hidrológico que constituyen asuntos de interés general. Los usuarios y la sociedad
civil, participarán en todas las instancias de planificación, gestión y control de recursos hídricos;
estableciéndose las cuencas hidrográficas como unidades básicas.
c) el establecimiento de prioridades para el uso del agua por regiones, cuencas o partes de ellas,
siendo la primera prioridad el abastecimiento de agua potable a poblaciones.
d) el principio por el cual la prestación del servicio de agua potable y saneamiento, deberá hacerse
anteponiendo las razones de orden social a las de orden económico.
Toda autorización, concesión o permiso que de cualquier manera vulnere las disposiciones anterio
res deberá ser dejada sin efecto.
2) Las aguas superficiales, así como las subterráneas, con excepción de las pluviales, integradas en
el ciclo hidrológico, constituyen un recurso unitario, subordinado al interés general, que forma
parte del dominio público estatal, como dominio público hidráulico.
3) El servicio público de saneamiento y el servicio público de abastecimiento de agua para el consu
mo humano serán prestados exclusiva y directamente por personas jurídicas estatales.
4) La ley, por tres quintos de votos del total de componentes de cada Cámara, podrá autorizar el
148 DAOIZ URIARTE
115 Hubo una discordia parcial sobre un tema formal relacionado con la legitimación pasiva, pero
sobre el tema sustancial hubo unanimidad.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 151
les de derechos humanos se integran a la Carta por la vía del art. 72, por
tratarse de derechos inherentes a la dignidad humana que la comunidad
internacional reconoce en tales pactos. En este sentido, Real enseña que,
en nuestro Derecho, es clarísima la recepción constitucional del jusna-
turalismo personalista, recepción que emana de conjugar los arts. 72 y 82
de la Carta. Este acogimiento expreso de la esencia humanista del
jusnaturalismo liberal convierte a sus elevadas finalidades en principios
generales del Derecho positivo, de trascendencia práctica, de los que no
puede prescindir la sistematización técnico-jurídica (Real, Alberto Ra
món, “El ‘Estado de Derecho’ (Rechtsstaat)”, en Estudios jurídicos en me
moria de Eduardo J. Couture, Montevideo, 1957, p. 604)”.
La trascendencia de dicha sentencia no se limitó a la propia ley impugnada
en ese caso, sino que sentó las bases de una nueva concepción de la armonización
de las normas internacionales y el derecho interno. Básicamente podemos seña
lar las siguientes a conclusiones:
Primero: en el tema concreto de la inconstitucionalidad de la ley de caduci
dad que en forma terminante echa por tierra todos los argumentos de anteriores
sentencias, y ratifica y amplía las razones de las fundamentadas discordias ya
planteadas en las sentencias anteriores. Por otra parte, la reiteración sin dudas
de esta sentencia adoptada por unanimidad en el caso concreto llevaría, como es
práctica habitual de la Corte en estos casos, a resolver los subsiguientes por
aplicación del art. 519 del C.G.P. mediante Resolución Anticipada
Segundo. Le otorga legitimidad a la decisión del Poder Ejecutivo, de no con
siderar incluidos ninguno de los casos señalados dentro de la ley, en tanto la
sentencia reconoce la inconstitucionalidad que alegara al evacuar el traslado
conferido.
No puede exigírsele al Presidente, más allá de su deber de hacer cumplir las
leyes, el mantener una práctica constante inconstitucionalidad, y plantearle un
continuo ejercicio de la acción de inconstitucionalidad en cada caso real o even
tual que pueda tener que resolver.
Recuerda Risso que el Poder Ejecutivo “por la vía de la interpretación podrá
intentar adaptar la ley a la Carta, o si no se le impone el deber de actuar sino que
sólo se le confiere una facultad, podrá abstenerse de aplicar la ley en cuestión...”.
Y en la síntesis final expresa “: 3) Por supuesto que todo el desarrollo anterior es
válido respecto a los actos administrativos inconstitucionales, en el sentido que
no se deberá esperar pronunciamiento jurisdiccional alguno para no aplicar los
mismos y aplicar directamente la Constitución”.116
Concordante con lo ya expuesto, el Poder Ejecutivo podrá interpretar la ley y
adaptarla a la carta absteniéndose de incluir los casos en las previsiones de la
ley, avalado por la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia. Por otra
parte recordamos que la decisión de incluir o no es en definitiva un acto adminis
trativo y como bien señala Risso, no necesita pronunciamiento alguno para con
siderar su inconstitucionalidad.
Tercero. Reconoce la aplicación del Derecho Internacional y las normas de
jusCogens, en materia de derechos humanos como una incorporación directa en
116 RISSO FERRAND. Derecho Constitucional ob. cit.págs. 232, 233.
152 DAOIZ URIARTE
5.9. CONCLUSIONES
De acuerdo al desarrollo que hemos realizado de la evolución histórica nacio
nal, puede verse que el Uruguay ha pasado por etapas de grandes desarrollos en
materia de derechos humanos, y etapas de enlentecimiento en el proceso de re
conocimiento y protección de derechos. Si bien podemos señalar un avance cons
tante, dicho avance conoció épocas en las que el país se encontró entre los países
más avanzados, y otros donde simplemente acompañó los cambios ya impuestos
en el mundo, pero siempre en un proceso constante de progresión, exceptuando
claro está, el período dictatorial. Con altibajos los últimos veinticinco años, han
logrado volver a colocar a nuestro país en un sitial de avanzada nuevamente, y
este proceso parece haber logrado una continuidad y permanencia en este cami
no, lo cual puede volver a ser motivo de orgullo para todos los uruguayos.117
117Nota del Autor. Luego de finalizado el presente trabajo, la Suprema Corte de Justicia
con una nueva integración dictó la Sentencia No. 20 del 22 de Febrero de 2013 que con
tradice la posición señalada pese a la discordia del Dr. Pérez Manrique, afiliado a la
posición anterior. Esta sentencia que inauguró una nueva posición contradictoria a la
que se sostuvo en esta materia durante casi tres años y que a nuestro juicio representa
un claro retroceso en la evolución jurisprudencial, será someramente analizada en la
Adenda que nos vimos forzados a agregar al presente libro.
6. FU EN TES DEL DERECHO
DE LOS D ER EC H O S HUMANOS
tantes existen, luego, los habitantes tienen derecho a estar protegidos en el goce
de los mismos.
Pero cabría preguntarnos, que pasaría con tales derechos de no estar expre
samente reconocidos en la Constitución. En definitiva, el reconocimiento de la
existencia de derechos, que generan el derecho a su protección en el goce de los
mismos, ¿significa la existencia de un orden supra constitucional donde se ubi
can estos derechos?
Este tema no es nada menor en tanto, debemos determinar si además, estos
seis derechos enumerados son los únicos que deben ser protegidos y por tanto los
únicos reconocidos por el orden constitucional.
Sin duda, en la concepción filosófica que inspiró la creación de la norma como
vimos, era típica del jusnaturalismo, por lo que parece obvio que la preexistencia
de los derechos, que conforman la base de existencia de la sociedad misma, im
plicaría el reconocimiento obvio de que esta enumeración de derechos no puede
ser taxativa.
Pero, esta mera constatación histórica no constituye la única fundamentación
posible dado que la experiencia histórica y la interpretación posterior podrían
desvirtuar esta concepción. Véase simplemente que el trabajo fue incorporado
posteriormente a este artículo. ¿De dónde surge entonces su condición de dere
cho preexistente, del reconocimiento constitucional?
Esto podía ser un problema para un magistrado del siglo XIX como bien plan
tea Cassinelli Muñoz analizando este problema, pero señala “Cuando él hiciera
ese trabajo de justificación, no estaría en forma neutra frente a los textos, bus
cando si la solución es esa o es otra, sino que estaría buscando una justificación
de una solución en la cual creería de antemano... A esa convicción colectiva, a
esa opinión de los que no son juristas que, frente a una consulta jurídica acerca
de si hay derecho a hacer una cosa, tiene ya una respuesta que no deriva del
estudio de las leyes,... es una convicción cuyo contenido es sustancial y se dife
rencia por eso de la convicción colectiva formal de que debe cumplirse la ley...
Partiendo de ese hecho social de que hay una convicción colectiva de que hay
derechos inherentes a la persona humana, que los tiene por ser persona, y que
esos derechos no dependen de actos de puesta en vigencia...”.118
Esto nos lleva directamente a la convicción de que la enumeración no puede
ser taxativa, puesto que, existen derechos que, figuren o no a texto expreso, igual
mente estarán comprendidos en el haz de derechos cuyo goce debe ser protegido.
Pero este razonamiento pro derecho, puede no ser acompañado en determi
nadas circunstancias, lo que impone establecer una regla clara de interpreta
ción, ante la imposibilidad de abarcar la casuística de la dogmática, y atender
claramente esa convicción a la que refería Cassinelli requiere de una norma que
imponga al magistrado la búsqueda de esa convicción colectiva. Y esto nos lleva
directamente al art. 72
Artículo 72
“La enumeración de derechos, deberes y garantías hecha por la Constitu
ción, no excluye los otros que son inherentes a la personalidad humana o
se derivan de la forma republicana de gobierno”.
118CASSINELLI MUÑOZ, Derecho Positivo Nacional en materia de DDHH, en Cursillo sobre... ob.
cit. pág. 112 y 113.
156 DAOIZ URIARTE
inclusión del art. 72. Como vimos en la evolución nacional de los derechos, sobre
mediados del Siglo XX, la necesidad de viabilizar los nuevos derechos recién
incorporados de carácter económico y social, así como la resistencia de alguna
jurisprudencia a utilizar en forma amplia el art. 72, llevaron a la necesidad de
establecer una norma con un contenido más específico que estableciera el cami
no a seguir por el operador jurídico que debiera aplicar la protección prevista en
los arts. 7 y 72.
Artículo 332.
“Los preceptos de la presente Constitución que reconocen derechos a los
individuos, así como los que atribuyen facultades e imponen deberes a las
autoridades públicas, no dejarán de aplicarse por falta de la reglamenta
ción respectiva, sino que ésta será suplida, recurriendo a los fundamentos
de leyes análogas, a los principios generales de derecho y a las doctrinas
generalmente admitidas
Este artículo complementa en forma global el esquema de protección al que
nos referimos antes, otorgando a las normas de protección una ejecutividad pro
pia mandatando al juez o al poder administrador a su aplicación aún ante la falta
de elementos normativos que le indiquen el camino a seguir. De esta forma no
podrá alegarse la imposibilidad de proteger el goce de un derecho, sobre la base
de la falta de determinación de su alcance o forma de ejecución en la práctica.
Pongamos un ejemplo clásico, la Constitución de 1934 estableció el derecho
de huelga, agregando que sobre esa base (la existencia del derecho) la ley regla
mentaría su ejercicio y efectividad Mientras tales normas no existieran (hoy existe
reglamentación nacional e internacional), en algunas interpretaciones podía dis
cutirse si el derecho podía ejercerse. Justam ente la aparición del art. 332, quita
ba toda duda al respecto en tanto, derecho reconocido, debía protegerse en su
goce recurriendo a la vía señalada y en el orden planteado en dicho artículo, pero
en modo alguno, podía el juez o el administrador, negar el derecho.
En definitiva el art. 332 establece la plena operatividad de las normas que
reconocen derechos o facultades e imponen deberes a la administración sin
condicionamiento a la existencia de una reglamentación previa.
Esto define la p resu n ció n de o p erativ id ad de las normas de reconoci
miento y protección en m ateria de derechos humanos o auto ejecu tab ilidad de
las normas, tema que veremos más detenidamente al analizar las fuentes del
derecho internacional de los derechos humanos.
Siguiendo a Real,120 tenemos que concluir que la Constitución debe regir pese
a las omisiones del legislador, o inclusive, a las inconstitucionalidades, juzgadas
por la Suprema Corte o ilegalidades que puedan ser anuladas por el Tribunal de
lo Contencioso Administrativo.
El poder de reglam entar aún en virtud de mandato legal, no condiciona, por
arte del art. 332, la existencia ni la vigencia de los derechos.
Y si no hay una ley o reglamento que perm ita la efectividad del derecho, el
constituyente dio una clara solución, recurrir las leyes análogas y a los p rin ci
pios g en erales del derecho.
120REAL, Alberto Ramón. Iniciativa Popular y Referéndum en Materia Legislativa (art. 79 inc.2).
En Estudios de Derecho Constitucional. FCU. 1974. Montevideo, pág. 269 y ss.
158 DAOIZ URIARTE
Para Cajarville, “se trata de los principios cuyo contenido refiere a derechos
de los individuos o a facultades o deberes de las autoridades públicas reconoci
dos o impuestos por los preceptos de la Constitución... Estos principios ajenos a
los del art. 72 y comprendidos en el art. 332 no se aplican directa sino
supletoriamente, por falta de reglamentación”.121
Es decir, no deben confundirse los derechos subjetivos inherentes a la perso
na humana, que no están a texto expreso pero que se encuentran reconocidos,
tales como la irretroactividad de la ley penal o tributaria, el debido proce
so, la igualdad ante las cargas públicas, los que están comprendidos en el art. 72,
con aquellos principios generales que sin constituir un derecho inherente,
constituyen normas generales de interpretación o procedimiento que nos permi
ten dar efectividad a estos derechos, de acuerdo al art. 332.
Para Barbé, los principios generales del derecho son una fuente propia de
derecho, y cuestiona la definición mayoritaria que opta por el carácter supleto
rio, ante la ausencia de norma. Al respecto señala “pese a muchas afirmaciones
de la doctrina y a lo que pudiera interpretarse en una simple lectura del art. 16
del Código Civil y del art. 332 de la Constitución, los principios generales del
derecho son fuente directa y principal de nuestro derecho, que sería
ontológicamente absurdo y lógicamente contradictorio que siendo principios ge
nerales sólo se apliquen si no hay texto, sino que los textos deben estar de acuer
do a los principios y los principios de acuerdo a la naturaleza de las cosas”.122
¿Cuáles son por tanto estos principios generales a los que refiere el
art. 332?
En primer lugar podemos señalar que se trata de reglas de derecho, reglas
de derecho que adquieren su vigencia e imperatividad de distintas formas, ya
sea por su consagración positiva, por la costumbre generalmente admitida, y por
constituirse en normas de jusCogens. Normas tales como la buena fe, de la debi
da defensa en materia administrativa, del plazo razonable para la defensa, el
principio de irretroactividad de las leyes, etc. Pero, debe plantearse la cuestión
de cómo y qué jerarquía tienen estos principios para poder determinar cuáles
son las reglas de su aplicación. Cajarville propone analizarlo a luz de tres ámbi
tos, un ámbito de reserva de la ley, otro de materia compartida entre ley y regla
mento, y finalmente la reserva del reglamento. De esta forma extrae la conclu
sión de que los principios que pueden inducirse de la ley, predominará sobre todo
reglamento pero podrán ser descartados por la aplicación de una ley. Suponga
mos que una ley impone un deber a una autoridad de protección de un derecho
reconocido en la Constitución, sea o no por el art. 72, pero no establece desde
cuando se aplica. Ahí se aplicarán los principios generales de vigencia de la nor
ma, y eventualmente la irretroactividad de las normas. Pero ello no obsta a que
la norma legal establezca una forma distinta de vigencia, contraria al principio
general, inclusive, según el caso, con aplicación retroactiva. De esta forma estos
principios son de interpretación, y no tienen carácter constitucional, porque, ob-
121CAJARVILLE PELUFFO, Juan Pablo. Reflexiones sobre los principios generales del derecho en
la Constitución Uruguaya”, en Estudios... ob. cit. pág. 138.
122BARBE PEREZ, Héctor. Los principios generales de derecho como fuente de derecho administra
tivo en el derecho positivo uruguayo. En los principios generales... ob. cit. pág. 30.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 159
viamente si tienen tal carácter por ser inherentes a la persona humana, surgen
del art. 72 y no del 332, y en tal caso, su aplicación no puede ser contrariada por
ninguna ley. En la misma sintonía, los principios que se inducen de reglamen
tos, (por ejemplo del Decreto 500/991) no pueden aplicarse en contra de una ley,
y eventualmente pueden ser descartados por un decreto.
Pero todo principio general en definitiva tiene una base constitucional clara,
el derecho a la igualdad, y a la justicia. Esto significa que su objetivo claramente
es lograr la aplicación efectiva de los derechos reconocidos y no reglamentados,
mediante normas de derecho, escritas o no, sobre la base de la equidad y la jus
ticia de tal forma que su aplicación no lesione otros derechos subjetivos igual
mente protegidos.
¿Todas las norm as que prevén o reconocen derechos a los indivi
duos, im plican una acción de protección inm ediata y completa por par
te del Estado?
Durante las primeras formulaciones de derechos, que identificamos como de
primera generación, en donde básicamente la realización de la protección como
vimos se consumaba en el no hacer del Estado o no intervenir, este problema
casi no se planteaba. Si se reconoce el derecho a la igualdad, ello no puede depen
der de reglamentación alguna, y obviamente como vimos, en la mayor parte de
los casos corresponde a una obligación de no hacer del Estado.
Con la aparición de los derechos económicos y sociales, al atribuírsele al Es-
k tado un papel activo en la realización de los derechos, comienzan a aparecer
normas que definidas como derechos, aparecen más como un programa de acción
del Estado que como una obligación absoluta del Estado. Estas normas conoci-
' das como disposiciones program áticas, han suscitado polémicas en tanto
^ surgen como reconocimiento de derechos pero la realidad económica y social di-
^ ficulta su aplicación inmediata, y la formulación real de su alcance.
Por ejemplo el Artículo 45 establece “Todo habitante de la República tiene
p derecho a gozar de vivienda decorosa. La ley propenderá a asegurar la vivienda
f higiénica y económica, facilitando su adquisición...”. Como señala Peces-Barba,
^ existe la “Necesidad de pasar en este campo de los programas, de los deseos y de
¿ las buenas intenciones a una regulación jurídica detallada de los derechos eco-
l nómicos, sociales y culturales y de, en la medida de lo posible formularlos para
{! que de ellos puedan derivarse auténticos derechos subjetivos con la exigencia de
un comportamiento concreto para los obligados en la relación jurídica...”.123
Lo cierto es que no vemos contradicción en la existencia de estas normas. Tal
|f vez el único problema real es la dificultad que la extensión de la protección re-
quiere por parte del Estado excede el alcance de sus posibilidades reales y por
^ tanto ello supone un marco de incumplimiento potencial.
■¿ Pero esto no debe confundirse con el reconocimiento o no del derecho. Esto
f jí sería de tal gravedad que permitiría al Estado exonerarse de su obligación ubi-
)f cando a la norma prácticamente en un limbo jurídico, en una propuesta ideal,
/¡ vacía de contenido. Recordamos que en determinado momento un Presidente, no
hace demasiado tiempo, propuso la eliminación de estas normas porque a su
/
123PECES-BARBA, Gregorio. Libertad, poder socialismo. P.189 Madrid. 1978.
/
160 DAOIZ URIARTE
juicio carecían de sentido dado que no podían ejecutarse. Gravísimo error, que
conllevaba una concepción restrictiva de los derechos. No debe confundirse la
imposibilidad real con la falta de voluntad estatal de dar cumplimiento a los
mismos. Imaginemos por ventura que frente a la imposibilidad del Estado de
castigar determinadas conductas delictivas o de proteger a los individuos frente
a la violación de derechos, se optara por retirar el reconocimiento de tales dere
chos.
Para Jiménez de Aréchaga124, las disposiciones programáticas “constituyen
un mandato de hacer dirigido al legislador o la fijación de ciertos criterios o fines
que deben inspirar su actividad. Pero suponen reglas incompletas, no suscepti
bles de ser inmediatamente aplicadas”.
Por supuesto el alcance de la protección puede perfectamente ser objeto del
análisis claramente previsto en el art. 332, siguiendo las reglas establecidas, es
decir las leyes análogas y los principios generales del derecho así como las doc
trinas más recibidas. Que todos los habitantes tengan derecho a la salud, o a la
vivienda decorosa, no significa que el Estado pueda y deba darle a todos y cada
uno casa o atención médica gratuita cuando pueda afrontar el costo o bien, por
las contraprestaciones en los sistemas universales. Pero debe facilitarlo de tal
forma que se pueda acceder a ella otorgándola gratuitamente cuando la obten
ción por los propios medios resulta imposible. Y por otra parte, el Estado debe
actuar en consecuencia con la norma, y no en su contra. Ello implica establecer
beneficios a la vivienda económica o primera vivienda, desgravación de insumos
médicos, y servicios médicos, etc.
Concluimos entonces que las llamadas normas program áticas no tie
nen naturaleza distinta a las demás normas que reconocen derechos y
por tanto, poseen la misma operatividad desde el punto de vista jurídico
que todo norma de reconocimiento y protección de derechos, sin perjui
cio de que su efectividad estará en los hechos condicionada a las posibi
lidades reales de la sociedad .
Así pues, la Constitución establece una parte dogmática básica, que ocupa la
Sección II, bajo el título de Derechos Deberes y Garantías, en los arts. 7 a 72. No
obstante no debe pensarse que en ellos se agota el sistema de protección. Tanto
en los primeros artículos como en el resto del cuerpo normativo, podemos descu
brir normas de reconocimiento de derechos o de garantías esenciales en materia
de derechos humanos. Así como mencionamos el art. 332, podemos señalar múl
tiples artículos que prevén derechos, a mero título de ejemplo los arts. 5, 85,168,
231 y 232 etc. Esto no debe extrañarnos puesto que la propia Constitución es en
definitiva una garantía genérica de los derechos humanos.
i25 MONTEALEGRE HERNAN, Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Curso de Actua
lización Montevideo, 1993. pág. 20 y ss.
162 DAOIZ URIARTE
límites de este artículo. Las Constituciones nacionales aluden, cada vez más a
las normas internacionales. Solo recordaré ahora que en algunos casos-ios me
nos desde luego- la legislación interna ha equiparado los tratados internaciona
les con las normas constitucionales”.129
Inclusive, aún sin llegar a constitucionalizarlas la Suprema Corte de Justi
cia mexicana, ha dictado sentencia reconociendo la modificación al criterio que
en forma previa en el año 92 había expresado que las leyes federales y los trata
dos internacionales tenían la misma fuerza normativa. Señala en la sentencia
actual “No obstante esta situación el Tribunal Pleno considera oportuno abando
nar este criterio y asumir el que considera la jerarquía superior de los tratados
incluso frente al mismo derecho federal.... Cuando surgen conflictos entre los
suscrito por las normas de derecho interno y del derecho internacional, adoptado
como vigente, de acuerdo con nuestro sistema constitucional, debe partirse de la
base del nivel jerárquico de la norma en cuestión y sobre todo al mandato que la
Constitución establece sobre el particular, un tratado tendrá la jerarquía que
expresa o tácitamente la propia Ley Fundamental le dé. Aunque como ha queda
do demostrado en las líneas anteriores, los tratados conforman el segundo nivel
jerárquico e incluso por encima del derecho federal y el local”.130
La opción supra constitucional
En realidad y tomando como referencia ese núcleo fundamental de los dere
chos humanos, o bloque constitucional de los derechos, tiene, dentro de todas las
Constituciones un reconocimiento especial, algunas veces como preámbulo, de
claración previa o sección especial. Más allá de que la formalidad lo imponga en
un único documento, o en su origen su texto provenga de la misma fuente for
mal, sea Convención Constituyente, acto plebiscitario, etc. la doctrina siempre
consideró que los derechos reconocidos en éstas son la base de la sociedad, y el
principio fundacional de una nación. De esta forma hoy, resulta imposible pen
sar que, aún por las vías rigurosamente formales de una reforma constitucional,
alguno de los derechos básicos de los individuos previstos en la parte dogmática
pudiera ser desconocido.
Recientemente nuestra Suprema Corte de Justicia ha dictado una sentencia
que, por su trascendencia jurídica y política constituye un verdadero leading
case, declarando la inconstitucionalidad de algunos artículos de la ley 15.848
(conocida como ley de caducidad) donde expresó ““no puede ahora invocarse la
teoría clásica de la soberanía para defender la potestad estatal de limitar la pro
tección jurídica de los derechos humanos... los derechos esenciales no pueden ser
desconocidos con base en el ejercicio del poder constituyente, ni originario ni de
rivado”. (Sentencia no. 365/2009 SCJ).131
129GARCIA RAMIREZ, Sergio. La Jurisdicción Internacional,pág. 153, Porrúa. México 2003.
130 La aplicación nacional del Derecho Internacional H um anitario y de las convenciones
interamericanas Relacionadas. Conferencia de Expertos. CICR. OEA. México 2002. pág. 46.
131Nota del Autor. Luego de finalizado el presente trabajo, la Suprema Corte de Justicia
con una nueva integración dictó la Sentencia No. 20 del 22 de Febrero de 2013 que con
tradice la posición señalada pese a la discordia del Dr. Pérez Manrique, afiliado a la
posición anterior. Esta sentencia que inauguró una nueva posición contradictoria a la
que se sostuvo en esta materia durante casi tres años y que a nuestro juicio representa
un claro retroceso en la evolución jurisprudencial, será someramente analizada en la
Adenda que nos vimos forzados a agregar al presente libro.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 165
6.2.3. L a L ey
En el escalón subsiguiente de la pirámide la doctrina tradicional ubica a la
Ley, los tratados internacionales y los Decretos de las Juntas Departamentales.
Pero como vimos los tratados Internacionales sobre derechos humanos tienen
hoy una posición distinta en la jurisprudencia de los Tribunales Internacionales,
y en gran parte de los ordenamientos y jurisprudencia nacionales. Por ello pode
mos afirmar que en materia de reconocimiento de derechos humanos, en lo que
hace a nuestro ordenamiento jurídico positivo, aquellas normas emanadas de
tratados internacionales de derechos humanos que impliquen reconocimiento de
derechos subjetivos a las personas se encuentran en un rango superior a la ley
ordinaria y no pueden ser derogadas ni desconocidas por estas.
Si bien es cierto que la ratificación de estos tratados se realiza por un acto
legislativo que tiene el valor y fuerza de ley, el tratado, una vez en vigencia
asume en forma inmediata un valor constitucional o supraconstitucional, puesto
que el acto legislativo es solamente una de las etapas del proceso de elaboración
del tratado (art.85 num.7).
Pero ello no debe llevarnos a desconocer el papel fundamental que la ley
tiene en materia de reconocimiento, protección y defensa de los derechos huma
nos, o pensar que la evolución ha relegado la misma a un papel secundaria en la
misma.
La legislación sigue siendo la fuente por excelencia para asegurar el respeto
universal e irrestricto a los derechos así como el instrumento fundamental, para
lograr la compatibilidad de los derechos para su disfrute en forma equitativa y
racional de los mismos. Aún cuando García Máynez, la considere una fuente
derivada y no originaria, se sigue resaltando su importancia. A propósito de esto
dicho autor señala “La más importante de las del segundo tipo (derivadas) en la
mayoría de los sistemas modernos es la legislación... Suele decirse que la ley es
una de las fuentes formales del derecho. Pero, bien vistas las cosas, aquella no es
fuente sino producto de la actividad legislativa. El proceso, formalmente regula
do, que culmina en la creación de preceptos legales, es la fuente de los últimos”.134
Normalmente las enunciaciones de derechos requieren de la legislación que
permita la aplicación efectiva, estableciendo las formas de protección, previendo
la solución de los conflictos con otros derechos, y creando las necesarias des
igualdades que permitan el ejercicio equitativo de los derechos a aquellos secto
res de la sociedad que se encuentran en condiciones desfavorables para ejercer
los mismos.
Pero como analizaremos posteriormente, la ley tiene un cometido fundamen
tal que le otorgan los principios básicos de derechos humanos, la potestad de
limitar los derechos en función de las necesidades de armonización e igualación
en el disfrute de estos derechos.
El principio de legalidad es el principio básico de toda limitación de los dere
chos. Solo la ley, como expresión de la voluntad general, puede establecer los
límites que tendrán los derechos individuales dentro de una determinada socie
dad.
Este poder de la ley, no es un poder arbitrario e ilimitado, sino sujeto a con
diciones y principios establecidos en las normas de jerarquía superior, ya sea
constitucionales o supra constitucionales.
Pero la ley tiene un cometido fundamental dentro de la sociedad, que tiene
que ver necesariamente con los aspectos fácticos, sociológicos y éticos que opor
tunamente analizamos a la luz de la teoría tridimensional del derecho.
La vocación de durabilidad, universalidad y generalidad que tienen los tra
tados de derechos humanos y las propias Constituciones, se vuelve más laxa y
adaptable a nivel de la legislación.
La Ley es sin duda la herramienta fundamental para realizar el proceso de
interpretación y aplicación de la norma superior a la sociedad en términos de
espacio y tiempo.
Este proceso sucede inevitablemente en tanto la Ley debe ser el resultado de
la voluntad de una determinada sociedad que resuelve como desarrolla, elabora
y aplica la protección de los derechos. Esto es fácilmente comprensible en tanto,
si bien el derecho a las condiciones de una vida digna es de carácter universal, y
134GARCIA MAYNEZ, Eduardo. Filosofía del Derecho. Pag. 191 Ed. Porrúa. México 2007.
168 DAOIZ URIARTE
el Estado debe buscar asegurarlas, la concepción de dignidad tiene un compo
nente de valor universal, pero adaptado a una sociedad dada. Obviamente las
condiciones de una vida digna, no son iguales en Suecia o en la India, aunque
dentro de cada sociedad, el concepto exista y esté claramente determinado. Pero
además la vida digna de mediados del siglo XX tiene variaciones sustanciales a
la vida digna del Siglo XXI.
La Ley nacional es la herramienta por la cual, la sociedad elabora e instru
menta la aplicación de los derechos distribuyendo los recursos, humanos, socia
les y materiales en función de estos objetivos.
Y por supuesto, la ley debe respetar en esta elaboración, los principios esta
blecidos en las normas de jerarquía superior, siendo nulas en forma insubsanables,
aquellas normas legales que violenten los principios constitucionales o supra
constitucionales.
Ahora bien, es importante establecer a estos efectos cuál es el concepto de ley
que debe manejarse, puesto que existe actos emanados de un órgano legislativo,
que reúnen determinadas características por las que podrán o no ser considera
das leyes y fundamentalmente tendrán o no la potestad que se atribuye a la ley
de protección y/o limitación de derechos.
Es bien conocida la distinción entre leyes en sentido formal y leyes en senti
do material.
Cuando una ley contiene disposiciones que solamente un órgano legislativo
puede establecer es ley en sentido formal, pero para ser ley en sentido material
esto no alcanza. Por ejemplo, la ley que determina un límite territorial, o juris
diccional, o decreta honores es una ley en sentido formal. Pero este tipo de leyes
no crea ni extingue ningún derecho, o prohibición, ya que es solo formal. Como
señala Bielsa, la ley en sentido material o sustancial es expresión de voluntad
jurídica de un poder del Estado en sentido lato (Nación, provincia o una entidad
investida de ese poder, como las municipalidades). 135
El concepto de ley en sentido formal y material tiene significado no con res
pecto a la expresión idiomàtica, sino a los dos elementos determinantes, forma
lidad de procedimiento por órganos legislativos, electos democráticamente en un
Estado de Derecho, controlados en su constitucionalidad, y acto regla de carác
ter general ceñida al bien común.
Por tanto, desde el punto de vista de los derechos humanos, la ley que regule,
reconozca y eventualmente limite los derechos, debe reunir el doble carácter de
ley en sentido formal y material. Cuando las normas escritas sobre derechos
funcionan en dimensión sociológica, estamos “materialmente” en campo del de
recho constitucional, aún cuando estén formuladas fuera de la Constitución, por
que tienen vigencia sociológica y normológica. Ejemplo claro de esto son algunas
de las normas establecidas en algunos de nuestros Códigos o leyes especiales.
Por ejemplo, la irretroactividad de las leyes penales, no está en la Constitución
sino en la ley, pero materialmente tiene forma constitucional o inclusive supra
constitucional.
Esto es importante porque dependerá de la organización propia de cada Es
tado nacional, la distribución del Poder de legislar, que puede estar atribuido a
distintos organismos y jerarquías (Estados Federales, Confederaciones, etc.).
135BIELSA Rafael, Sobre el Concepto de Ley. La Ley. 2008 Buenos Aires, 2009. pág. 166.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 169
Pero como bien dice Bidart Campos, “La creación de derecho por los jueces-
innegable para nuestro punto de vista- es susceptible de cubrir el derecho cons
titucional material con contenido riquísimos a favor de los derechos humanos, a
través de la interpretación, la integración y el control constitucionales, con o sin
Constitución escrita, con o sin legislación, con o sin tratados internacionales. ...
La revisión constitucional que está a cargo de tales órganos, o de otros equiva
lentes según la pluralidad tan variada de sistemas, nos hace asignar trascen
dencia a la fuente judicial, y decir que cuando hay una Constitución escrita, ésta
es lo que los jueces dicen que es...”.136
En efecto negar la trascendencia de la jurisprudencia sobre la base de que
sólo se aplica al caso concreto, sería obviar la realidad jurídica y social. La evolu
ción de la jurisprudencia no opera obviamente con la inmediatez de las normas
formales, como la Constitución, o la Ley, pero sus efectos frente a la reiteración
en forma constante a lo largo del tiempo son cuando menos informadores esen
ciales de las modificaciones a nivel de dichas fuentes, y es que básicamente reco
gen y modifican los criterios sociales y políticos que sustentas la vigencia efecti
va de las normas formales
Aún respetando la vigencia real del art. 12 con carácter constitucional, ¿cuánto
tiempo puede mantener su vigencia sociológica una norma declarada inconstitu
cional en forma constante y reiterada? ¿Cuánto demoraría el sistema político en
aprobar una norma que efectivizara un derecho humano fundamental reconoci
do por la jurisprudencia en forma constante y reiterada?
La propia invocación del art. 332 de la Constitución o del art. 16 del Código
Civil lleva a la creación del derecho por la jurisprudencia, e ignorar la trascen
dencia que ello tiene, limitándola al caso concreto, es ignorar la realidad. Cuan
do una decisión judicial, logra el consenso a nivel de la magistratura, probable
mente sea además el resultado de una cambio social que lo legitima y su fuerza
será de tal magnitud que terminará por imponerse en el sistema político.
El ejemplo más notable y reciente de esto, de mantenerse la actual jurispru
dencia, lo ha marcado la sentencia 365/2009 a la que ya nos referimos y que
declarara inconstitucional la ley de caducidad de la pretensión punitiva del Es
tado, ley 15.848, pese a que se intentara anularla mediante dos plebiscites en
1989 y 2009.
Por ello, aún cuando en el esquema piramidal kelseniano, la jerarquía de la
jurisprudencia es inferior a la ley, ello no debe tomarse como un axioma sino
como un elemento de juicio que debe analizarse a la luz de la realidad sociológica.
Esta supuesta jerarquía del fallo individual frente a la ley general puede en su
reiteración constante convertirse en una derogación permanente o en la vigencia
de un derecho no consagrado legalmente, si la sociedad lo admite como tal.
Como bien señalara Montealegre, si nos preguntáramos que derecho rige en
un país, no bastaría ciertamente con mostrar las leyes, mejor sería mostrar las
sentencias judiciales, que muestran mucho mejor la realidad jurídica del lugar.
Es que la jurisprudencia agota el ordenamiento jurídico siendo la última instan
cia de este ordenamiento.137
136BIDART CAMPOS, Germán. Teoría Gral. de los Derechos Humanos. Ob.cit. pág. 360.
137MONTEALEGRE, Hernán. Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Curso de Actuali
zación y complementación. pág. 15 Montevideo. 1993.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 171
138ARBUET VIGNALI, Heber. Derecho Internacional Público. Tomo I. pág. 62 Montevideo, FCU.
2010.
139 PIZA ESCALANTE, Rodolfo. El valor del Derecho y la jurisprudencia internacional...en Liber
Amicorum Héctor Fix Zamudio, San José de Costa Rica 1998. Sec. De la CIDH.
172 DAOIZ URIARTE
c) La creación progresiva de órganos judiciales y jurisdicciones internacio
nales para resolver controversias y sancionar las violaciones, imponien
do responsabilidades a estados y personas.
La mejor demostración de estos cambios puede identificarse en el desarrollo
de las siguientes modificaciones al paradigma tradicional:
a) El pasaje a un segundo plano del principio pacta sunt servanda, casi fun
damento único en el pasado de las obligaciones internacionales, ahora
transformado en virtud del compromiso unilateral de los Estados o de los
impuestos por la comunidad internacional.
b) La validez otorgada por el Derecho Internacional, al derecho consuetudi
nario conjunción de la práctica internacional y la convicción su obligato
riedad.
c) El proceso de codificación impulsado fundamentalmente luego de la apro
bación de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de
1969 vigente desde 1980 que permitió diferenciar claramente la costum
bre internacional común y las normas de juscogens que actúan en forma
imperativa, no derogables por las partes.
d) El hecho de que instrumentos no convencionales ni consuetudinarios, *
puedan tener o adquirir naturaleza obligatoria como algunas de las De
claraciones adoptadas en el seno de la ONU.
e) El replanteo de los principios generales del derecho reconocidos por las
naciones civilizadas no sólo en su jerarquía sino en su contenido.
f) El reconocimiento de que la soberanía estatal y la autonomía de la volun
tad encuentran limitaciones de carácter superior y han dejado de ser el
fundamento de legitimación de los tratados.
Básicamente las Fuentes del Derecho Internacional Público para la doctrina
tradicional son tres, el tratado, la costumbre y los principios generales del dere
cho. No obstante, la evolución ha determinado el reconocimiento de otras fuen
tes importantes, y sobre todo de gran trascendencia en materia de derechos hu
manos, aún cuando se consideren subsidiarias o secundarias. Estas son indiscu
tiblemente las normas de jusCogens, la jurisprudencia internacional, las decla
raciones y los actos de los organismos internacionales. Ya el Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia prevé la incorporación de las decisiones judiciales y las
doctrinas de los publicistas de mayor competencia, en el art. 38, agregando ade
más una nueva fuente subsidiaria, la equidad.
Esta última señala Pastori, no es fuente formal de derecho, ya que la posibi
lidad de aplicación del art. 38.2, del Estatuto de la CIJ, de dejar de lado la norma
de derecho, no debiera considerarse una fuente, sino lo contrario.140
Normalmente la doctrina ha señalado la existencia de fuentes formales y
fuentes materiales. Las fuentes materiales en definitiva, son aquellas que, no
siendo una creación jurídica en sentido estricto, inciden en el contenido y el de
sarrollo de las normas, y que son en definitiva el motivo de elaboración de las
fuentes formales. Ahí veremos que existen diferencias en el surgimiento, y valo
140PASTORI, Alejandro. Las fuentes y normas de derecho Internacional Público ante la fragmenta
ción actual de la materia. En Rev. De Derecho Público. N° 33 año 2008 FCU, Montevideo, pág. 145.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 173
ración de las fuentes, que distinguen las situaciones que tienen que ver con dere
chos de la persona humana y las relaciones interestatales vinculadas por las
relaciones internacionales.
De esta forma, el Derecho Internacional de los derechos humanos ha comen
zado a delinearse como una rama cada vez más autónoma del Derecho Interna
cional, que reconoce principios y criterios propios que reconoce una interacción
permanente inmediata y necesaria entre el Derecho Interno y el Derecho Inter
nacional que obliga a replantearse muchas de las concepciones y axiomas jurídi
cos tradicionales.
declaraciones son poco menos que una formulación de buenas intenciones, suje
tas a la voluntad de cada Estado, y con la única y eventual sanción moral, que
pueda considerarse por sus iguales, frente al incumplimiento de la palabra dada,
pero sin vínculo jurídico alguno.
No cabe duda alguna de que las declaraciones son en principio, una de las
mayores y más importantes fuentes informadoras de los tratados de derechos
humanos, y constituyen en muchas ocasiones el antecedente básico de la aproba
ción de los mismos, así como su referencia histórica y moral. Son desde este
punto de vista una fuente material indiscutible.
No obstante ello, en principio las Declaraciones por su condición de tales no
están sujetas a ratificación y no poseen el carácter vinculante de los tratados
motivo por el cual su violación no posee sanción alguna ni puede ser exigido su
cumplimiento por los mecanismos formales habituales en el Derecho Internacio
nal. Sin embargo como veremos a continuación, este marco general que puede
aplicarse a todas las declaraciones hoy, referido a determinadas declaraciones
en particular adquiere un tono sustancialmente distinto constituyendo una ver
dadera fuente de derecho de carácter formal y material.
E l VALOR JURÍDICO DE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS
DE 1948
En 1949 el representante de Guatemala en la Comisión de Derechos Huma
nos de las Naciones Unidas, en ocasión del primer aniversario de la Declaración
expresaba “Para muchos pueblos, la mayoría o la totalidad de los derechos con
sagrados en la Declaración no significan nada nuevo, para otros en cambio, sig
nifican un señalado progreso. Pero para todos, indudablemente, constituye la
Declaración una valoración, desde el momento en que determina los derechos
que la Organización de países más grande que se ha formado hasta ahora, la
Organización de las Naciones Unidas, ha llegado a considerar como los derechos
fundamentales del hombre, como el mínimum de los derechos que éste debe go
zar. Del 10 de Diciembre de 1948 en adelante los pueblos del mundo saben cuá
les son sus derechos fundamentales y habrán de exigir cada vez más su estricto
cumplimiento”.142
Hace más de cincuenta años ya, como se ve, no solo se consideraba su carác
ter obligatorio sino que el futuro anunciaba un nivel de exigencia progresiva
mente superior a nivel internacional.
La Declaración fue en definitiva un acto decidido por un órgano de las Nacio
nes Unidas, la Asamblea General, que se aprobó con 48 votos a favor y 8 absten
ciones. Seguramente hoy, a la luz de la historia, ninguno de los países que se
abstuvieron volvería hacerlo. Pero en realidad, estaba capacitada la Asamblea
General para definir y proclamar tales derechos. En su momento se mencionó al
art. 10 de la Carta pero este solo autorizaba a la Asamblea a hacer recomenda
ciones a sus Miembros sobre determinados asuntos.
Estas cuestiones no pasaban desapercibidas, ya que en las reuniones previas
de Ginebra se había acordado que la Declaración no impondría obligación alguna
en derecho y no exige medida alguna de aplicación.
142GARCIA BAUER, Carlos. Los Derechos Humanos preocupación Universal. Univ. De San Carlos
Guatemala. 1960 pág. 79.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 175
Pero una vez aprobada la Declaración tomó una vida propia y generó apura
das reacciones políticas para recordarle a todo el mundo de que no era más que
un conjunto de buenas intenciones expresadas en papel. El representante de los
Estados Unidos de América informaba al entonces Presidente Truman: “It is not
a treaty or international agreement, as distinguished from the draft international
covenant on human Rights. The Declaration does not create legal rights and
obligations. It is not intended to impose legal obligations upon governments [No
es un tratado o acuerdo internacional, a diferencia del proyecto de pacto sobre
derechos humano. La Declaración no crea derechos y obligaciones de carácter
jurídico. No tiene la finalidad de imponer obligaciones jurídicas a los gobier
nos]”. 143
El propio René Cassin, presidente de la Comisión, expresaba “no es una Ley,
ni una Convención, sino que una proclamación y que no puede considerarse con
valor jurídico para derogar leyes o reglamentos internos de los Estados Miem
bros que contraríen los derechos y libertades contenidos en la declaración”.144
A su vez el propio Kelsen advertía que no tenía ningún efecto jurídico y que
no puede ser considerada como una interpretación auténtica de las disposiciones
que sobre derechos humanos contiene la Carta.145
Sin embargo ya las voces que reclamaban la eficacia de sus disposiciones con
valor legal se comenzaban a hacer sentir, identificarse y alguna doctrina de me
diados de la década del 50 identificaba tres posibilidades: a) solo tiene valor
moral b) tiene cierto valor jurídico c) es un anexo a la Carta y por tanto tiene el
valor de un tratado.
A su vez el representante uruguayo Armand Ugon, expresaba que siendo el
complemento de la Carta el cumplimiento y el respeto de sus disposiciones pa
san a ser obligaciones de los Estados miembros.
Pero debe recordarse el marco político existente en el mundo durante las
primeras dos décadas de vida de la Declaración. Mientras el clima general de
enfrentamiento provocado por la Guerra fría dificultaba las relaciones interna
cionales, muchos de los países más importantes, mantenían prácticas y normati
vas claramente violatorias de la declaración. Solo por citar algunos ejemplos, en
la URSS seguía la época de Stalin, en EEUU existían las normas de discrimina
ción racial contra los afroamericanos, Francia utilizaba la represión más cruen
ta contra los movimientos independentistas de Vietnam y Argelia, etc.
Afortunadamente el mundo ha cambiado bastante en estos cincuenta años, y
los pronósticos de Bauer, Armand Ugon, y Cassin, fueron haciéndose realidad
más allá inclusive de lo que podían suponer.
Ya en 1951 la Corte Internacional de Justicia, en opinión consultiva estable
ció que la Convención contra el Genocidio podía ser aplicada a Estados que no
eran parte de ella, dado que los principios contenidos en la misma, resultan obli
gatorios para todos los estados. Antes, en 1950 el Juez Alejandro Álvarez, en una
opinión disidente dentro de la Corte, en el caso del derecho de asilo entre Colom
bia y Perú, expresó que a su juicio era de aplicación dado que el derecho a asilo
había sido incluido en la Declaración Universal.
143Citado por García Bauer,ob. cit. pág. 85.
144Citado por García Bauer,ob. cit. pág. 83.
145Citado por García Bauer,ob. cit. pág. 82.
176 DAOIZ URIARTE
derechos humanos. Esto significa que los tratados buscan asegurar la protección
y no quitarla. Por lo que, cuando un país ratifica un tratado reconociendo deter
minados derechos, y tiene, dentro de su legislación interna, derechos reconoci
dos más amplios o de mayor cobertura que los previstos en el tratado esto no
debe interpretarse como una derogación de estos derechos. Aún cuando esto cons
tituye un principio general, es habitual que se plantee en forma expresa en los
tratados de derechos humanos. Así el art. 29 de la Convención Americana esta
blece que ninguna de las disposiciones de la misma puede ser interpretada para
suprimir el goce o ejercicio de derechos y libertades reconocidos de acuerdo con
las leyes de los Estados partes, o de acuerdo a otra convención de la que se parte,
o que excluya algún tipo de garantías.
La interpretación de los tratados de derechos humanos debe reali
zarse de acuerdo con el principio pro persona, que es en definitiva el objeto
y fin del tratado.
Como señala Cecilia Medina, la mención del objeto y fin del tratado como un
elemento de interpretación confiere a ésta un carácter dinámico. El tratado debe
ser leído de tal manera que la norma se interprete en el sentido que más se
avenga con ellos. La formulación de los derechos debe interpretarse de una ma
nera amplia y dinámica mientras que las restricciones de los derechos necesitan
una interpretación restrictiva. El carácter dinámico de la interpretación se refle
ja también en la amplitud del concepto de contexto del tratado.147
E l p ro c e so de a p ro b a c ió n d e l t r a t a d o
De acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico y según lo establecido por el art.
168 numeral 20, es competencia del Poder Ejecutivo concluir y suscribir trata
dos, lo cual obviamente incluye los tratados de derechos humanos necesitándose
para su ratificación la aprobación del Poder Legislativo, facultad esta, que está
regulada en el art. 85 numeral 7o. La práctica habitual es que esta ratificación se
otorga en forma de ley formal, aún cuando en realidad no es verdaderamente
una ley. Como señala Pérez Pérez148, se trata de una ley que tiene un artículo
único lo cual habilita al Poder Ejecutivo, aunque normalmente no lo obliga tam
poco a ratificar el tratado luego de obtener esa aprobación. En el plano teórico es
posible, y se han dado casos a nivel internacional de tratados que han sido apro
bados y no se ha procedido a su ratificación, por parte del Poder Ejecutivo. Cum
plida entonces la aprobación por el Poder Legislativo., corresponde la ratifica
ción del tratado y el depósito de la ratificación cuando se trata de tratados
multilaterales o el canje de ratificaciones si fuera bilateral. Pero normalmente el
tratado no entra en vigencia en forma automática sino que requiere para ello
que se alcance un determinado número de ratificaciones previsto en el mismo.
En el caso particular de los tratados de derechos humanos, cabría preguntarse
qué ocurre durante ese período de vacancia en el que el tratado ha sido ratificado
pero no ha entrado en vigencia por no alcanzar el número requerido. Desde el
punto de vista internacional resulta claro que el mismo es inexistente en cuanto
147MEDINA QUIROGA, Cecilia. Sistema jurídico y Derechos Humanos. Cuadernos de Análisis
jurídico 6 Setiembre de 1996. Santiago de Chile, pág. 81.
148PEREZ PEREZ, Alberto. Obligaciones asumidas por los Estados al ratificar ...Derecho Interna
cional de los Derechos Humanos. Ob.cit. pág. 64.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 179
,4S JIMENEZ DE ARECHAGA, EDUARDO. Curso de Derecho Internacional Público. Tomo I. FCU.
Montevideo, 1979 pág. 133.
180 DAOIZ URIARTE
tana General de la OEA, pero ello no impidió que la Corte continuara con los
procesos pendientes en función de lo dispuesto por segundo numeral del art. 78.
Una situación que afortunadamente no llegó a cristalizarse ocurrió con la
República del Perú, durante el gobierno de Fujimori. La Constitución peruana
de 1979 había restringido la pena de muerte a la traición en tiempos de guerra
exterior. Como comentaba el Dr. Francisco Eguiguren en su momento “la decla
rada intención del gobierno de extender la pena de muerte a los casos de terro
rismo, así como la inclusión de un precepto de este contenido en el proyecto de
Constitución, ... lo que llevaría a una violación expresa de lo dispuesto en el
Pacto de San José. Aunque nada impide que un Estado realice una reforma cons
titucional ... el gobierno peruano tendría que denunciar este tratado y apartarse
de él (con todas las graves implicancias que ello conlleva) o incluso podría ser
demandado ante la Corte ... Aunque sectores gubernamentales han sostenido la
tesis de realizar una reserva o de efectuar una denuncia parcial al pacto,... debe
recordarse que las reservas caben al momento de suscribir o ratificar un tratado,
y no luego de diez o doce años de incorporado al sistema jurídico interno. De otro
lado, según la Convención de Viena no cabe denuncia parcial de un tratado si
ello no está expresamente previsto en el texto...”.155
Afortunadamente esta situación no llegó a concretarse. Sin embargo no ha
sido Perú el único país donde se planteó la posibilidad de reinstaurar la pena de
muerte en los medios políticos, y en varias instancias mediáticas es un tema
reiterado frente a las situaciones de inseguridad.
Esta es sin duda una situación especial a considerar sobre los efectos de la
denuncia en determinados ordenamientos internos. Una vez que se ha admitido
el principio general de la progresividad de los derechos humanos, y de la existen
cia de normas que se imponen a la propia Constitución, aún la reforma constitu
cional, y la denuncia de un tratado para evitar la responsabilidad internacional,
carecen de validez. Aceptar esta posibilidad afectando a determinados derechos
sería negarle valor a las normas de juscogens, o a la Carta de Naciones Unidas.
Obviamente habrá que analizar el caso concreto puesto que la casuística hace
imposible plantear el tema con carácter general, pero al mismo tiempo debe con
siderarse que la denuncia, aún admitida en el tratado, no hace necesariamente
desaparecer ni la vigencia ni validez de los reconocimientos de derechos ya efec
tuados.
público. ¿Las normas de jus cogens son imperativas porque son de orden público
o son de orden público porque son imperativas?
En derecho civil, las leyes de orden público se identifican con las imperati
vas, una cuestión es de orden público, cuando responde a un interés general, por
oposición a cuestiones de interés privado, donde solo juega el interés particular.
Por eso las leyes de este tipo son irrenunciables. De ahí que leyes imperativas y
leyes de orden público son conceptos sinónimos.
La imperatividad es fundamental, porque, las normas jurídicas, escritas o
consuetudinarias, pueden responder a un interés general, y ser igualmente
supletorias de la voluntad de las partes. Por eso nuestro art. 11 del Código Civil
expresa “No pueden derogarse por convenios particulares, las leyes en cuya ob
servancia están interesados el orden público y las buenas costumbres”.
Es así que a pesar de las diferentes definiciones y acepciones de orden públi
co todas tienen en común la identificación de manera directa e inmediata con la
paz, la seguridad social, las buenas costumbres y un sentido primario de justicia
y moral, sobre el que descansa en definitiva el núcleo sobre el cual está
estructurada la organización social.161
Como señala Puceiro, en virtud de la importancia y el papel de estas normas,
todo acuerdo, hecho, acto u omisión de los Estados, en contrario de estas normas,
solo puede tener, desde el punto de vista jurídico, los efectos más severos, y la
sanción más contundente, la nulidad y la extinción.162
Las referencias e invocaciones a las normas de jus cogens han sido perma
nentes por parte de los tribunales internacionales y en particular por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. En su voto razonado Candado Trindade
en el caso Blake vs. Guatemala que ya mencionáramos expresa “A la responsabi
lidad internacional objetiva de los Estados corresponde necesariamente la no
ción de ilegalidad objetiva (uno de los elementos subyacentes al concepto de
juscogens). En nuestros días, nadie osaría negar la ilegalidad objetiva de prácti
cas sistemáticas de tortura, de ejecuciones sumarias y extra-legales, y de des
aparición forzada de personas, -prácticas éstas que representan crímenes de lesa
humanidad- condenadas por la consciencia jurídica universal, a la par de la apli
cación de tratados”.163
6.3.5. La ju r is p r u d e n c ia i n te r n a c i o n a l
Ya nos referimos a la importancia de la jurisprudencia como fuente material
del derecho, haciendo referencia a distintos autores que ven en ella el sustento
ideal del derecho. Si quieres saber cómo es el derecho de un país consulta su
jurisprudencia, y esto es válido aún en aquellos sistemas que como el nuestro no
tienen una jurisprudencia vinculante. Lo cierto es que la jurisprudencia es im
portante para el derecho internacional de los derechos humanos en varios senti
dos. El Estatuto de la Corte Internacional de Justicia estableció en el art. 38 que
161 BORDA, Guillermo. Concepto de Ley de Orden Público. La Ley. Tomo I. 2008. Buenos Aires,
2009. pág. 338 y ss.
162pucEIRO RIPOLL, Roberto. Las normas de jus cogens. Derecho Internacional Público. Brevia
rios. T.I. Montevideo, 2010. pág. 123.
163CANQADO TRINDADE, Antonio. Ob.cit. pág. 165.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 187
165pucEIRO RIPOLL, Roberto. Nuevas Fuentes de Derecho Internacional. En DIP, tomo I, ob. cit.
7. LÍMITES
A LOS DERECHOS HUMANOS
De ninguna forma, su derecho sigue intacto sino que resulta además, com
pensado con la propiedad del dinero recibido. Pero inclusive quien es recluido
legalmente en una cárcel, no solamente sigue teniendo determinados márgenes
de libertad sino que además conserva intacto su derecho a la libertad cumplida
la pena.
Entonces como primera conclusión podemos señalar que los derechos son
absolutos, aún cuando su ejercicio pueda ser restringido. La esencia de
los derechos no puede tener límites, puesto que asumir conceptualmente que un
derecho como la libertad, pueda considerarse limitado, tendría dos consecuen
cias catastróficas para una teoría de los derechos humanos:
A) Asumir la posibilidad de un reconocimiento parcial de la existen
cia de un derecho es negar su propia esencia, en definitiva , admitir la
posibilidad de su desaparición, o desconocimiento total.
B) Desaparecería la progresividad y la posibilidad de evolucionar
en la extensión y promoción de los derechos, admitiendo un retro
ceso inaceptable en la historia de la humanidad.
Por tanto, todo análisis de los límites a los derechos humanos debe partir
necesariamente de un paradigma esencial, la limitación solo es concebible
en cuanto al goce y no en cuanto a la esencia conceptual del derecho.
Podemos citar como ejemplo el art. 19.2 de la Ley Fundamental de Alemania
“En ningún caso un derecho fundamental podrá ser afectado en su contenido
esencial”, o el recogido en la segunda oración del art. 53.1 de la Constitución
española “Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial,
podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán de
acuerdo con lo previsto en el artículo 161, 1, a”.
El tema fue discutido muy especialmente en la Constituyente de 1934 como
lo señala Jiménez de Aréchaga. El proyecto de la Sub comisión, refería especial
mente al goce, aunque fue cuestionada por el Dr. Escalada, y el Dr. Echegoyen
señalaba que a su criterio la ley podía privar a los habitantes de su derecho. El
Dr. Espalter agregando que las leyes podían anular los derechos individuales,
por lo que le parecía excesivo que la Constitución declare la posibilidad de que la
ley pueda privar totalmente de un derecho fundamental, por lo que propone es
tablecer que sean limitados. Acá toma importancia fundamental la posición del
Dr. Bado, quien en su propuesta separa claramente el hecho de que el Estado no
consagra determinados derechos, sino que acorde con el jusnaturalismo de la
Constitución, solo los reconoce y consagra el derecho a obtener del Estado la
garantía de estos derechos. De esto se deriva, señala Jiménez de Aréchaga que
“la ley, por razones de interés general, puede privar al habitante del derecho a
ser protegido por el Estado en el goce de la libertad.... Está fuera de cuestión la
posibilidad de que la ley, aún fundada en razones de interés general, pueda pri
var de derechos que son inherentes a la condición humana”.166
¿ T o d o s lo s d e r e c h o s pu e d e n se r lim ita d o s e n su g o c e ?
A partir de lo que hemos dicho, queda claro que la esencia del derecho no
puede ser limitado, sino exclusivamente su goce. Ahora bien, de esto surge que
no es posible limitar el goce un derecho hasta el punto que tal derecho no pueda
ser efectivamente gozado. Por ejemplo, podemos limitar la propiedad, podemos
limitarla en extensión, en valores, en ubicación, pero no podemos decir que una
persona ha perdido su derecho de propiedad, o inclusive que la universalidad de
sus propiedades han sido embargadas al punto de que desaparezca su derecho.
Siempre debe existir un margen un plano de realidad, donde la persona puede
ejercer su derecho de propiedad.
Pero a la inversa, ¿podemos encontrar algún derecho subjetivo que no pueda
limitarse en su goce? Siguiendo el razonamiento anterior, para que esto ocurrie
ra, debería tratarse de un derecho cuya esencia misma fuera afectada por la más
mínima limitación en su goce, es decir, que la sola limitación de su goce configu
rara por sí misma, la eliminación, la desaparición del derecho.
Veamos por ejemplo el derecho a la vida. ¿Podemos pensar en cómo limitar el
goce de la vida en un sentido lato? Resulta claro que cualquier intento real de
limitar su goce culmina definitivamente en la exterminación de la misma.
Es a esto que Cassinelli Muñoz denomina con precisión teórica, un derecho
subjetivo perfecto.
192 DAOIZ URIARTE
Señala este al respecto que “tanto las razones de técnica jurídica más estric
ta ... como las razones de sentido común, nos llevan a la necesidad lógico-jurídi
ca de distinguir el caso de derechos que no admiten limitación por parte de la ley
ordinaria y por consiguiente no tienen como contrapartida una potestad legisla
tiva, y derechos que la admiten. En el primer caso hay un derecho subjetivo
perfecto frente al administrador y frente al legislador y entonces la pretensión
legislativa de limitarlos o regularlos, tiene el carácter, o se califica, como preten
sión de ejercer una potestad inexistente, una potestad que no se tiene, y por
consiguiente, como violación de un derecho subjetivo de hecho”.167
De esta forma, podemos señalar algunos de los derechos que podemos consi
derar derechos subjetivos perfectos, por ejemplo, el derecho a la igualdad. El
sólo hecho de impedir a una persona gozar de un determinado derecho, en fun
ción de su condición racial, sexual, o convicción política o religiosa, por una ley
implica en forma natural o automática la violación del derecho y ataca su exis
tencia misma. La igualdad no puede ser limitada, si lo es, directamente no exis
*
te. Pero podemos señalar otros, como por ejemplo el derecho de petición previsto
en el art. 30 de la Constitución. Su formulación clara y terminante lo define como
un derecho subjetivo perfecto, ya que lo tiene “todo habitante tiene derecho de
petición para ante todas y cualesquiera autoridades de la República”. De esta
forma una ley que limitara a que autoridad se puede plantear, o que exigiera que
se presentara con firma letrada, etc. vulneraría automáticamente este derecho. <
Similar reflexión podemos plantearnos con el hábeas corpus.
Como se ve, aun cuando la mayor parte de los derechos pueden ser limitados
en su goce, sin vulnerar el derecho en sí, pero existe una amplia gama de dere
chos que no pueden ser limitados en su goce sin violentar su misma esencia. Y
esto lo deberemos de tomar particularmente en cuenta cuando veamos que pasa
en las situaciones de excepción.
7.1.2. L a d im e n sió n d e l o s d e r e c h o s
Como surge de la lectura de las dos normas fundamentales de derecho inter
nacional que transcribimos al inicio, recoge la vieja y conocida fórmula de “el
derecho de los individuos, culmina donde comienza el derecho de los demás”.
En realidad no estamos hablando de un límite a los derechos. La imagen que
transmite esta concepción es de una especie de derecho encauzado en celdas
personales, con fronteras definidas que una vez traspasadas se convierten en
invasivas violaciones de los derechos de terceros.
En realidad la concepción de los derechos es mucho más amplia y abstracta
que esta concepción de derecho como un espacio de propiedad privada. En reali
dad, los derechos humanos no admiten una concepción de abuso de derecho.
Cuando yo secuestro a una persona y la privo de su libertad, no estoy haciendo
ejercicio de mi libertad, estoy violando el principio deber de solidaridad. Quien
comete un delito no abusa de sus derechos, simplemente lesiona los derechos de
otros.
167CASSINELLI MUÑOZ, Horacio. Los límites de los Derechos Humanos en la Constitución Nacio
nal. En Cuadernos de la Facultad de Derecho N° 13 Segunda Serie. Montevideo, 1990 pág. 189.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 193
168MORELLI GERARDO. Las sospensione dei diritti fondamentali nello Stato moderno, pàg. 176
Citado por Bidart Campos en Teoria Gral. de los DDHH p.220 ob. cit.
194 DAOIZ URIARTE
169 BARBAGELATA, en JIMENEZ DE ARECHAGA, Justino. Teoría del Gobierno, tomo II, págs.
172-173, FCU. Montevideo, 1977.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 195
Otro tanto podemos decir de las razones de interés general o del orden públi
co.
¿Podemos acaso desconocer estos conceptos? Esto sería negar la vida misma,
y por tanto la propia existencia del derecho. El derecho de laboratorio, vacío de
contenido, un derecho más propio de robots que de seres humanos. Aún Kelsen
debió señalar la importancia de la moral en la formación del derecho: “el Derecho
Positivo y la moral son dos órdenes normativos distintos uno del otro. Esto no
significa que sea menester renunciar al postulado de que el derecho debe ser
moral, puesto que, precisamente, sólo considerando al orden jurídico como dis
tinto de la moral cabe calificarlo de bueno o malo”.171 Aun aceptando la concesión
del maestro cabe preguntarse el sentido de existencia de un derecho moralmente
malo o aséptico. El derecho no es un fin en sí mismo, sino una herramienta, un
instrumento de la vida en sociedad para lograr armonizar la felicidad individual
y colectiva.
Es por ello que estos conceptos que la doctrina identifica como “conceptos
jurídicos indeterminados,n72 son la válvula de escape para la sociedad mis
ma, y también motor de su evolución. La referencia a la moral, o al bienestar
común es lo que permite el desarrollo de los derechos en función del avance de la
sociedad y la democratización de la tecnología.
Ahora bien, estas limitaciones establecidas por los conceptos jurídicos inde
terminados tienen determinadas características que las dotan de una gran
relatividad propia de su naturaleza, tomando en cuenta los siguientes elementos:
A) Elemento temporal. No cabe duda de que simplemente analizando el
período desde la aprobación de la Declaración Universal hasta el día de
hoy múltiples conceptos morales han cambiado en las sociedades nacio
nales y en la sociedad universal, por lo que muchos límites admitidos
hace 60 años hoy serían violaciones abiertas a la dignidad humana.
B) Elemento espacial. El espacio donde se inserta la sociedad condiciona
naturalmente a sus integrantes y determina la adopción de medidas de
limitación que pueden justificarse o no en forma distinta.
C) Elemento social. La organización social es determinante y dentro de
ella existe un sinnúmero de elementos que la condicionan, pero resulta
fundamental su estructura social. Ella a su vez es la resultante de la
interacción de los elementos antes mencionados, su evolución histórica y
política.
A modo de conclusión podemos señalar entonces que si los límites
objetivos de los derechos en realidad son la dimensión de los mismos, y
las limitaciones impuestas dependen de la situación histórica, política y
social de la sociedad, debemos concluir que los derechos humanos son
absolutos, y lo relativo son los límites impuestos por la sociedad, en vir
tud de conceptos jurídicos indeterminados que resultan de las condicio
nes de desarrollo de la comunidad, y cuyo futuro es retroceder para am
pliar el espectro de los derechos individuales.
171KELSEN, HANS, Teoría Pura del Derecho. Cap. II. El derecho y la Justicia, pág. 59.
172BREWER CARIAS, Alan. Los límites al ejercicio del Poder Discrecional. Citando a la doctrina
alemana recogida por España y Latinoamérica pág. 38 y ss. Revista de la Facultad de Derecho,
tomo XXXII.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 197
176JIMÉNEZ DE ARÉCHAGA, Justino. La Constitución Nacional T.I pág. 226 Cámara de Senado
res Montevideo, 1998.
200 DAOIZ URIARTE
177 ENCICLOPEDIA JURÍDICA OMEBA Tomo XVIII, pág. 316 Bibliografía Omeba, Buenos Aires.
178 JIMÉNEZ DE ARECHAGA, Ob.cit. pág. 226.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 201
¿Qué significado tiene la palabra legislar, si no es para hacer leyes, más allá
de que el resultado tenga un nombre diferente? La garantía es que quien legisla
sea un representante democráticamente electo para esa función que obviamente
no puede ser unipersonal, sino integrante de un cuerpo representativo, porque
la ausencia de representación le quita legitimidad a todo acto legislativo.
Por ello la comparación pretendida con otros actos regla que pueden dictar
por ejemplo los Entes Autónomos, no pueden asimilarse a los Decretos de las
Juntas Departamentales. Véase que la Constitución en el art. 260 establece cla
ramente, “Los decretos de los Gobiernos Departamentales que tengan fuerza de
ley en su jurisdicción, podrán también ser declarados inconstitucionales, con
sujeción a lo establecido en los artículos anteriores”, y el ya mencionado art. 303,
establece que son susceptibles del recurso señalado “los actos que no pueden ser
impugnados ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo”.
¿Cuál es la razón de que estos actos regla del legislativo comunal, no puedan
ser, como lo son otros actos regla emanados de distintos entes autónomos,
procesables ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo? Obviamente por
que la Constitución los considera leyes departamentales, y los ubica a estos efec
tos en el mismo escalón que la Ley nacional. Tal como se expresa la Constitu
ción, no dice “los actos legislativos de las Juntas Departamentales no serán obje
to de acción de nulidad” sino que directamente afirma, los actos que no puedan
ser objeto de acción de nulidad, podrán ser impugnados por inconstitucionali-
dad.
Obviamente la mención de fuerza de ley en su jurisdicción no es menor, pero
a ella nos referiremos después, puesto que preferimos introducirnos en el con
cepto de legalidad, que manejan los instrumentos internacionales de protección
de derechos humanos que nuestro país ha suscripto para analizar si desde este
punto de vista los Decretos cumplen con los requisitos exigidos por estos, cues
tión sumamente importante, puesto que la vinculación de nuestro derecho con
los convenios internacionales ha variado sustancialmente desde 1952 a la fecha
y ello trae sus consecuencias.
Héctor Giorgi, expresa muy claramente esta posición señalando que si bien
tienen institutos comunes, también esos institutos tienen diferencias, a saber el
proceso de elaboración, las posibilidades y requisitos para impugnar a través de
referéndum, etc. Dice textualmente: “En ningún momento se identifican los tér
minos ley y decreto sino que, por el contrario, se diferencian, se nominan por
separado a los fines referidos. Ello hubiera sido innecesario si la ley abarcara
toda manifestación de actuación legislativa incluida la de los Gobiernos Depar
tamentales”.186
A tales efectos lo menciona Durán Martínez, para afirmar la tesis negadora
de las potestades de los Gobiernos Departamentales para limitar derechos. 1S7
No obstante lo que señala Giorgi, no controvierte la potestad de limitar los
derechos individuales que pueden tener los Gobiernos Departamentales de acuer
do a la Constitución Nacional.
186 GIORGI, Héctor. Estudios de Derecho Administrativo. Ingranusi Ltda. Montevideo, 1998 pág. 59.
187 DURAN MARTINEZ, Augusto. Casos de Derecho Administrativo. Ingranusi Montevideo, 1999
págs. 56 y ss.
204 DAOIZ URIARTE
En otro trabajo de Elbio López Rocca se sostiene que “la jurisprudencia por
su parte se ciñó generalmente a la postura tradicional de nuestra doctrina de
mayor recibo, pero sin embargo, puede advertirse que siempre mediaron oscila
ciones en cuanto a las tendencias sustentadas al respecto por la Suprema Corte
de Justicia”.190
Del relevamiento que realiza surgen varias sentencias en la que solamente
una, la 45/968 establece una posición distintas, mientras que las otras, 22/967,
270/988, 82/991 y 28/992, reafirman la posibilidad de limitación, mientras que la
22/967 descarta expresamente expedirse sobre el tema.
Obviamente nadie está pensando que la Junta Departamental puede decre
tar medidas prontas de seguridad en un departamento, ni crear delitos, o reali
zar aprobar tratados con potencias extranjeras.
Como señala Sayagués Laso “en algunos países existe materia cuya regula
ción normativa no se efectúa mediante ley, sino por actos legislativos, los cuales
formalmente son designados de diverso modo. En nuestro país un ejemplo típico
lo constituyen los decretos de las Juntas Departamentales, que son actos legisla
tivos en materia municipal, pues se ha operado un desplazamiento en la función
legislativa (concepto material) sobre la materia municipal, del Poder Legislativo
hacia las Juntas Departamentales). En resumen, hay materia exclusiva de la
ley, materia compartida y materia que le está vedada.191
En primer lugar tenemos que delimitar la posibilidad de limitar los derechos
en el ámbito territorial, o sea, exclusivamente dentro del departamento al que
pertenece.
En segundo lugar, solamente en materias de su competencia, y esto es las
que le atribuya directamente la ley o bien, las que originalmente tiene.
Si bien este es un problema que abordaremos más adelante, sin perjuicio de
ello podemos decir que la constitución claramente le atribuye a los Gobiernos
Departamentales la potestad de limitar el derecho de propiedad y la libertad de
trabajo de los habitantes de su departamento, en varios aspectos:
Tiene potestades autónomas de expropiación
Tiene potestades para imponer determinados tributos, fijar tasas y con
tribuciones
Tiene potestades para otorgar concesiones de servicios públicos y revo
carlos
Acá resulta indiscutible que tiene la misma fuerza de la ley, ya que la Ley en
sentido estricto no puede modificar, regular, ni impedir la utilización de estas
facultades por el Gobierno Departamental, puesto que de lo contrario se violaría
la autonomía constitucionalmente consagrada.
Ahora bien, podría sostenerse que la potestad de limitación de derechos en
otros casos surge de la ley.
Pero la competencia legislativa de las Juntas Departamentales es propia,
por tanto lo que hace la ley es definir la materia sobre la cual habrá de recaer la
legislación departamental.
190LOPEZ ROCCA, Elbio, “Naturaleza Jurídica de los Actos Legislativos de los Gobiernos D e p a rta
mentales”, en Revista de Derecho Público N° 19,Montevideo, FCU, pág. 38.
161 SAYAGUES LASO, Enrique. TRATADO DE DERECHO ADMINISTRATIVO. TOMO I, Puesta
al día por el Dr. Daniel H. Martins FCU. Montevideo, 1987 págs. 96, 97.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 207
7.1.5. C o n c lu s ió n
Creemos que puede sostenerse perfectam ente la potestad de los Go
biernos D epartam entales de lim ita r derechos humanos, en m ateria de
su com petencia y dentro de su jurisdicción. Sus lim itaciones para ello
son las establecidas en la Constitución, y las que son propias de la ley.
Lo que significa p u ra y sim plem ente que la potestad de lim itación de
derechos se encuentra acotada a la m ateria, y a la jurisdicción, pero que
asimismo ese hecho de p o r sí descarta su inexistencia.
¿H a sta d o n d e l l e g a e l a lc a n c e d e la r e se r v a l e g a l ?
Como señala Martín Risso,192 no es necesaria una ley formal para cada limi
tación de los derechos fundamentales, esto corresponde al poder administrador,
que aplica las restricciones generales que estas si, deben ser establecidas por
ley. Esta fina línea es un habitual campo de conflictos. Resulta obvio que deter
minadas restricciones solo pueden aplicarse con una reglamentación adminis
trativa, pero, también resulta obvio que muchas veces la reglamentación exorbita
los límites establecidos por la ley, y va más allá imponiendo límites o extendien
do límites no previstos en la ley, al interpretar o integrar indebidamente la nor
ma legal.
Compartimos la definición de Cassinelli Muñoz, 193cuando expresa, refirién
dose a las técnicas jurídicas de limitación de libertad, que la referencia a la ley
no significa que se deba dictar una ley para cada caso concreto en que haya de
limitarse la libertad. Dice que puede limitarse la libertad: a) por la ley misma b)
supeditando el ejercicio de la libertad a condicionamientos fácticos indicados en
la ley c) mediante supeditación a la obtención previa de un acto administrativo
de autorización o concesión d) mediante previsión de la ley de circunstancias de
hecho que faculten a la Administración a imponer la suspensión de la actividad
o clausura del establecimiento o su encausamiento en determinadas modalida
des de funcionamiento.
192RISSO FERRAND, M artín. Derecho Constitucional. FCU. Montevideo, 2006 pág. 480.
193 CASSINELLI MUÑOZ, Horacio. Sobre autorizaciones para explotar el servicio de televisión
para abonados. En Revista Uruguaya de Derecho Const. Y Pol. Tomo. X N° 59 pág. 500 Montevideo,
1994
208 DAOIZ URIARTE
Veamos que cuando el Poder Ejecutivo establece reglamentos los hace sobre
la autorización previa de la ley que establece las circunstancias a que refiere
Cassinelli. Pero nunca la ley, (resultaría inconstitucional a nuestro criterio) po
dría decir por ejemplo: “El Poder Ejecutivo establecerá los impuestos que consi
dere convenientes sobre la importación de tal materia prima”, como sí podría
decir “La importación de tal materia prima será fuente de recursos departamen
tal” dejando a criterio del Gobierno Departamental gravar o no, establecer el
quantum, y exonerar los casos que crea convenientes, con la única condición (que
debió previamente considerar la propia ley de la no superposición) . Este es un
claro ejemplo, en el primero la imposibilidad del Poder Ejecutivo de dictar tal
norma, en el segundo la constitucionalidad indudable de la misma.
Entonces los criterios expuestos por Cassinelli que compartimos plenamente
no pueden considerarse contrarios, como parece sostenerlo Martín Risso,194 a la
limitación de derechos por los Decretos de los Gobiernos Departamentales, cuando
expresa “No será en el ejemplo el órgano administrativo quien limite un derecho
constitucional en violación del principio de reserva a la ley, sino que dicho órga
no estará actuando en cumplimiento de un ley general que fue, en la especie la
que estableció la limitación, y en la cita dice “Por ejemplo sobre el derecho de
propiedad de un inmueble y las potestades de las Juntas Departamentales”. Las
Juntas Departamentales o mejor dicho los Gobiernos Departamentales expro
pian inmuebles por su atribución Constitucional, y con la sola condición de nece
sidad o utilidad pública en la misma situación que lo realiza la ley. No se trata de
un órgano administrativo, sino de una actividad de gobierno tal como lo define el
art. 262 de la Constitución. Pero mejor ejemplo sería aún, la imposición de tribu
tos dentro de las potestades del art. 297 de la Constitución.
194 RISSO, Martín. DERECHO CONSTITUCIONAL. Ingranusi. Montevideo, 1998 pág. 74-75.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 209
¿ P u e d e h a b e r in c o n st it u c io n a l id a d s u p e r v in ie n t e p o r m o d ifica c ió n
d el in t e r é s g e n e r a l ?
Creemos que ha sido bien claro el texto transcripto, pero es importante seña
lar que, esta condición puede ser el motivo inclusive de la inconstitucionalidad
posterior de la norma. Este interés general, es una condición no solo de naci
miento de la norma, sino también evidentemente una condición de su existencia.
¿A qué nos referimos con esto? El interés general puede, como veremos más
adelante modificarse por circunstancias históricas o político sociales. No siem
pre estas modificaciones requieren la modificación formal de la Constitución,
sino que esta se da dentro de la evolución de la sociedad, y es en definitiva la
jurisprudencia que adaptándose a la nueva realidad reconoce los nuevos crite
rios que marcan la existencia del interés general. Es así entonces que, razona
blemente podemos concluir que, normas que, para una determinada posición
jurídica de la Suprema Corte, pudieron estar justificadas en un interés general,
en función de los criterios políticos sociales que regían en un momento dado,
devienen posteriormente en inconstitucionales, sin que se haya modificado un
195Citado por Jim énez de Aréchaga en la Constitución Nacional, ob. cit. pág. 224.
198KORZENIAK, José. Prim er Curso de Derecho Publico. Derecho Constitucional. FCU.2008 pág.
151.
210 DAOIZ URIARTE
solo artículo en la Constitución. Como vimos, día a día la expansión de los dere
chos humanos se produce a través de múltiples vías, que no necesariamente
pasan por el derecho escrito. Si bien la adhesión a un tratado puede justificarse
como derogación de una norma restrictiva en materia de derechos humanos por
la vía del art. 72, el reconocimiento de una norma de jus Cogens por la jurispru
dencia, puede hacer devenir inconstitucional una norma otrora justificada en el
interés general. Es por eso que consideramos, el interés general, como una con
dición de constitucionalidad y vigencia de la propia norma restrictiva en materia
de derechos.
que atentan contra la moral mayoritaria, más allá del límite de tolerancia de la
misma, pasan a ser reprimidas, y pasan a ser reprimidas porque su contradic
ción con la moral dominante es de tal magnitud, de tal entidad que esta socie
dad, se siente amenazada de tal forma, que supone en peligro la convivencia
pacífica y en definitiva, la existencia misma de la sociedad organizada.
Entonces concluimos que el concepto de moral, admitido como fun
damento para la excepción de limitación de los derechos individuales,
debe ser definido como el margen de tolerancia que la moral dominante
admite en una determ inada sociedad. Y es por eso que las sociedades,
incluyen limitaciones a determinadas conductas, a veces con sanciones
de inusitada gravedad, que luego son paulatinam ente sustituidas por
limitaciones leves, o inclusive, pasan a formar parte de ese margen de
tolerancia adm itido dejando de constituir un desvalor desde el punto de
vista de la norma, aunque no por eso sean mayoritarias en la sociedad.
Así la conducta homosexual fue vista durante años (y aún lo es en muchas
sociedades) como una amenaza grave a la salud y la existencia de la comunidad.
Es así que se llegó no solo a su estigmatización, sino a la condena penal. Pero
hoy, para muchas sociedades, paso simplemente a ser parte de la diversidad, y
no solo carece de relevancia sino que comporta una conducta aceptada como par
te de la sociedad organizada, y del derecho a la libertad de opción.
De la misma forma la lesión al honor, y su protección se anteponía a la propia
existencia de la vida, aceptando el duelo como una opción, frente a la propia
intervención del Derecho, para reparar la afrenta, incluido hasta hace no tantos
años en nuestro ordenamiento jurídico.
Por otra parte, las drogas han pasado por diversas etapas a lo largo de la
historia, y hasta hoy, la sociedad no se pone de acuerdo en las razones de su
proscripción o no. Cierto es que habitualmente se maneja la necesidad de su
proscripción por razones de salud, o seguridad social. Pero en muchos casos las
apelaciones a la seguridad o a la salud pública encubren en el fondo una concep
ción moral, a la que se buscan justificaciones racionales, para no conceder el
verdadero origen subjetivista de la condena o la represión.
El adulterio hoy, es en las sociedades occidentales un hecho intrascendente
para el derecho, y parte de la libertad de opción, aunque en algunos casos, san
cionado con condenas de carácter civil o administrativo. Pero en algunas socie
dades islámicas, recibe condenas de las más duras desde el punto de vista penal,
y su fundamento es claramente moral.
b) El orden público.
El concepto de orden público fue uno de los más cuestionados en la elabora
ción del art. 29, en particular por el hecho de que según el régimen jurídico apli
cado en cada país puede tener un sentido distinto. La Relatora Especial Erica
Daes, a quien ya hemos mencionado, señala que “los individuos deben compor
tarse de forma tal que no se vean perturbados ni el orden público ni la seguridad
pública. De este modo la acción del Estado limita los derechos individuales. En
consecuencia, la limitación del poder policial constituye una protección de los
derechos humanos, y la limitación de los derechos humanos permite que la poli
cía desempeñe su cometido conforme a derecho”.200
200DAES, Érica. Ob.cit. pág. 136.
214 DAOIZ URIARTE
nido económico social, pero la dirección no es unívoca, y por ello varía en térmi
nos de tiempo y espacio.
C onclusiones
Como se ve, el interés general tiene una amplia concepción, y respon
de a una necesidad objetiva de dar ingreso a la realidad política y so
cial, en el ordenamiento jurídico. Resulta claro el riesgo que para la
seguridad jurídica representa todo concepto jurídico indeterminado, que
admite necesariamente una interpretación por parte del operador, ya
sea administrador, legislativo o judicial, perm itiéndole inevitablemente
introducir su subjetividad política, moral, o social. Pero no debemos equi
vocarnos, la medida de la arbitrariedad y el abuso, estará dada por esa
misma sociedad, y en definitiva por la sociedad hum ana en su conjunto
que aplicando los principios de interpretación universalmente admiti
dos, deberá juzgar la legitimidad o no de la invocación al interés gene
ral en su caso.
Negar la viabilidad de estos conceptos en aras de la defensa de la
seguridad jurídica, puede ser muy ajustado la pureza del derecho, pero
totalmente ajeno a la realidad, y, el derecho no es una realidad autóno
ma, es una herramienta que se ha dado el hombre para su vida en socie
dad, y como tal está a su servicio.
Como señaláramos en un trabajo anterior,203 lo im portante es acotar
estos conceptos indeterminados para evitar que se conviertan en un co
modín del gobierno de turno, para cercenar los derechos que son garan
tías esenciales del régimen democrático. Para eso es que recurrimos a
las reglas o principios de interpretación.
los criterios que debe utilizar el legislador para cumplir con la norma constitu
cional. Señala este autor que la antigua Corte venezolana sentó en sentencia de
1958 las bases para el control jurisdiccional del ejercicio del poder discrecional
fundamentándose en los siguientes principios generales del derecho: 1) el prin
cipio de la racionalidad o razonabilidad; 2) el principio de proporcio
nalidad; 3) el principio de ju sticia o equidad; 4) el principio de igual
dad), y 5) el principio de la buena fe.204
1. E l p rin c ip io d e ra z o n a b ilid a d
Este principio está necesariamente ligado al análisis de la causa, y su rela
ción directa con el efecto que la limitación planteada busca lograr, así como el
derecho protegido en virtud del cual se plantea la limitación de otro u otros.
Señala el citado autor que en la jurisprudencia argentina y uruguaya este prin
cipio engloba en general los principios de limitación a la discrecionalidad. En
particular para la doctrina argentina, este principio opera como un límite al po
der de policía. La razonabilidad se ha configurado así, como un estándar jurídico
comprensivo de una serie de valores tales como la equivalencia adecuación, igual
dad, justa distribución etc.
En definitiva se trata de aplicar las normas elementales de lógica y justicia.
Así, una ley que pretenda promover la cultura nacional, prohíba el ingreso de
libros o música extranjera violentaría el principio de razonabilidad o racionali
dad, no solo por configurar una lesión de otros derechos, sino porque contraría la
lógica de todo desarrollo cultural, y del país como nación. Está indudablemente
ligada la racionalidad a la proporcionalidad, pero implica un concepto más am
plio que abarca no solo el proceso de equivalencia entre la limitación y la protec
ción del derecho, derecho sino la conexión lógica entre el medio y el fin. De esta
forma la razonabilidad o racionalidad está también con opciones lógicas, cuya
vulneración implican una directa lesión a la justicia o la igualdad, como puede
ser una ley que buscando agilitar el debido proceso establezca una plazo de tres
horas para contestar una demanda, o que prohíba instancias probatorias. Limi
tar los plazos de contestar una demanda, no limita ilegítimamente el derecho de
defensa, pero si el plazo es ridiculamente ilógico, si lo hará. Pero también la
razonabilidad estará en función de las condiciones objetivas en que deben ejerci
tarse los derechos. Por ejemplo la exigencia imperativa de una habilitación pro
fesional para determinados actos médicos o jurídicos resulta lógica, e inclusive
parte de las garantías esenciales, pero, también puede estar condicionada a que
en el medio en que se ejecute, dicho requisito sea razonablemente accesible, de lo
contrario será más una lesión que una garantía.
Martín Risso, ubica el desarrollo del principio de razonabilidad a partir de la
jurisprudencia norteamericana, concluyendo que “el análisis de la constitucio-
nalidad de las limitaciones o restricciones a los derechos fundamentales ha sido
objeto de tratamiento variado por parte de la Suprema Corte de Estados Unidos,
que utilizó para el análisis de dicha constitucionalidad un criterio de razonabilidad
en el marco del debido proceso sustantivo. Cianciardo señala que la máxima de
204 BREWER CARIAS, ALAN, Sobre los límites al Poder Discrecional, en Estudios Jurídicos en
Homenaje al Prof. Mariano R. Brito. pág. 617 FCU, Montevideo, 2008.
218 DAOIZ URIARTE
205RISSO, Martín. Algunas garantías básicas de los Derechos Humanos. FCU. Montevideo, 2008.
pág. 121-124.
206 SAGÜES, Néstor. Elementos de Derecho Constitucional. Astrea. Buenos Aires 1998 üáe 698-
700.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 219
3. E l p rin c ip io d e ju s tic ia o eq u id ad
La ley en su interés general debe perseguir los propósitos de justicia y equi
dad. Esa es condición necesaria del interés general, no es concebible que el inte
rés general pueda diferir de estos principios. De esta manera, no existe ningún
interés general, que pueda superponerse a la justicia. La equidad funciona como
un integrante del concepto más amplio de justicia, esto significa que los intere
ses generales, no deben plantearse en términos que desconozcan la satisfacción
común de los afectados. Por ello, no puede existir una expropiación sin indemni
zación. El interés general puede exigir que el desapoderamiento de un bien o de
un inmueble a favor del Estado, pero ese desapoderamiento, limitante del dere
cho de propiedad, deba ser indemnizado por razones de equidad y justicia. Si
bien esto está establecido a texto expreso en la Constitución (art. 32), esto es un
criterio que equidad que surge de un criterio general. De esta forma, existen
principios, que se inspiran o surgen de los criterios de justicia y equidad. Así la
irretroactividad de la ley penal, o de las normas tributarias, las reglas del debido
proceso, etc., son principios de equidad que no pueden ser desconocidos por razo
nes de interés general. Cualquier norma legal, que basada en el interés general,
desconozca estos principios podrá ser considerada inconstitucional.
La Corte Interamericana, en opinión consultiva 4/84 expresó “no habrá, pues
discriminación si una distinción de tratamiento está orientada legítimamente,
es decir, si no conduce a situaciones contrarias a la justicia, a la razón, y a la
naturaleza de las cosa. De ahí que no pueda afirmarse que exista discriminatoria...
siempre que esa distinción parta de supuestos hechos substancialmente diferen
tes y que expresan de modo proporcionando una fundada conexión entre esas
diferencias y los objetivos de las normas, los cuales no pueden apartarse de la
justicia de la razón, vale decir, no pueden perseguir fines arbitrarios, capricho
sos, despóticos o que de alguna manera repugnen a la esencial unidad y dignidad
de la naturaleza humana”.212
Como señala Brewer Carias, “el principio de equidad como integrante del
más amplio de justicia, funciona al lado de la libertad de apreciar la oportuni
dad, como uno de los principios inspiradores para la obtención del mejor conteni
do del acto, tratando que la autoridad administrativa (legislativa en este caso)
elija entre las diversas soluciones la más equitativa...”.213
4. E l p rin c ip io d e ig u a ld a d
Realmente parece un ejercicio difícil y tal vez, innecesario pretender identi
ficar el principio de igualdad, separado del principio de equidad. Es natural des
de Aristóteles que la igualdad se identificara con la justicia y la equidad. Pero
desde otra óptica el principio de igualdad parte en el nivel de conciencia jurídica
actual de la sociedad, en la igual dignidad de toda persona humana. Y ello tiene
que ver con la necesaria generalidad que impone el principio. La igualdad clási
ca, concebida como igualdad ante la ley (art. 8 de la Constitución) consiste en que
las leyes deben ser iguales para todas las personas que se encuentren en las
mismas circunstancias y que no deben concederse beneficios, o imponerse
gravámenes u obligaciones diversas a quienes se encuentren en similar situa
ción.
De esta forma, así como el principio de equidad y justicia impone y justifica
un tratamiento distinto a los desiguales, con el objetivo de igualar, como acto de
justicia y equivalencia, esta discriminación positiva no puede ser individual sino
que requiere generalidad para todos los individuos en igual situación.
En sentencia del Tribunal Constitucional Español, de 1988, se expresaba “El
principio de igualdad que garantiza la Constitución opera en dos planos distin
tos. De una parte, frente al legislador o frente al poder reglamentario, impidien
do que uno u otro puedan configurar los supuestos de hecho de la norma de modo
tal que se dé trato distinto a personas que, desde todos los puntos de vista legíti
mamente adaptables se encuentren en la misma situación, o dicho de otro modo,
212En Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. IELSUR. Montevideo 1998. Dág. 453.
213 BREWER CARIAS, Alan. Ob. cit. pág. 629.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 223
219CAGNONI, José Aníbal. Los Estados de emergencia y la protección a los Derechos Humanos en
Revista de Derecho Público, No.3-4- año 1993 pág. 40 y ss. Montevideo. FCU.
228 DAOIZ URIARTE
220RISSO FERRAND, Martín. Derecho Constitucional. Tomo I. FCU. Montevideo.2006 pág. 307.
221Citado por Nahum, y otros en El fin del Uruguay liberal. Ed. Banda Oriental. Montevideo, 1998.
Pág. 89.
230 DAOIZ URIARTE
nos naturales imprevisibles. Así cuando las inundaciones de 1959, en las que se
debió evacuar a la ciudad de Paso de los Toros, y permitir su inundación al volar
el Ejército un dique para evitar la pérdida de la Represa de Paso de los Toros
(única por entonces), se recurrió a las mismas. Posteriormente las continuas y
reiteradas huelgas provocadas por varias devaluaciones e inflación de gran enti
dad, llevaron al Poder Ejecutivo a adoptar medidas de seguridad. Pero durante
la presidencia de Jorge Pacheco Areco (1968-1971) las medidas llegaron a ser
tan permanentes y de tal amplitud que no solamente eran la forma habitual de
gobierno, sino que abarcaban desde detenciones de ciudadanos, cierres de me
dios de prensa, hasta decisiones sobre el sistema bancario, arrendamientos ur
banos, dirección de empresas públicas, etc. excediendo, en forma claramente in
constitucional las condiciones y la forma en que debían aplicarse.
Sin duda este período, que de alguna forma resultó el preámbulo del golpe de
Estado y el posterior período dictatorial, ha dejado tales huellas negativas en la
memoria colectiva nacional, que hasta el día de hoy no se han vuelto (afortuna
damente) a utilizar pese a que el país sufrió graves afectaciones y una de los más
graves, tal vez el más grave de los colapsos económicos con gravísimas conse
cuencias sociales, en el año 2002. Es de remarcar que todos los partidos políticos
sintieran la necesidad y la obligación de colaborar para evitar que la conmoción
producida no degenerara en situaciones de cuestionamiento al sistema democrá
tico, y permitir la recuperación posterior sin medidas de excepción.
ejemplo: queda suspendido el derecho de reunión, sólo podría prohibirse una re
unión determinada o varias reuniones igualmente determinadas”.228
En 1968 se pretendió establecer que lo que se decretaba era un “marco” o
“régimen” de medidas prontas de seguridad. Esto es sustancialmente negado
por la doctrina que sostiene justamente la individualidad de las medidas por
oposición a otras situaciones de excepción, tales como el Estado de Sitio, de Gue
rra, o como en el caso del art. 31 donde se establece un régimen general de sus
pensión de la seguridad individual. Acá es el régimen ordinario de gobierno, que
habilita por excepción, a adoptar alguna o algunas medidas sin la necesidad de
consultar en forma previa al Poder Legislativo o al Poder Judicial.
Es muy importante señalar esta diferencia porque, mientras una medida
adoptada puede hacer descaecer alguna garantía o algún derecho en forma mo
mentánea, el resto de los derechos y garantías no se ven afectados y continúan
como en cualquier situación de normalidad. A diferencia de esto, cuando se
instaura un régimen de Estado de Sitio, o de suspensión de Garantías, o estado
de guerra, todos los derechos en mayor o menor medida se ven afectados (excep
to por supuesto aquellos que por definición, disposición constitucional o de dere
cho internacional de los derechos humanos no pueden afectarse).
Cassinelli229 abunda en ejemplos de la mala utilización y la desviada concep
ción con que, en reiteradas veces en el pasado se aplicaron estas medidas, y de
ellos queremos resaltar en particular tres situaciones: a) Prohibir las reuniones
que, a criterio de la autoridad competente, estén vinculadas con la interdicción
establecida en el artículo anterior y clausurar los locales en que intenten reali
zarse b) Aplicar en cuanto se considere oportuno lo dispuesto en el art. 168 inciso
17 (detención de personas) c) Intervenir de considerarse necesario, los organis
mos públicos o privados ....
En el caso a) se pretende una prohibición genérica y una clausura ante el
incumplimiento. Como vimos la prohibición genérica, o no tiene efecto y es una
declaración de intenciones, o es absolutamente ilegítima, puesto que en cada
caso debería resolver la prohibición, y por otra parte, la clausura como sanción
tampoco es aceptable. En el caso b, es más grave puesto que otorga una carta
blanca a la autoridad, sin fundamento alguno como si se tratara de un Estado de
Sitio, y en el c) intervenir por esta vía un ente Autónomo o una empresa privada
en forma genérica también es ilegítimo, puesto que se sustituyen artículos cons
titucionales, o legales, de carácter permanente.
Pero en forma común, los tres casos dan una visión de aplicación de un régi
men de excepción, con autorización casi ilimitada al Poder Ejecutivo, que no es
ni la definición ni el objeto de la medida. Distinto sería si, el Poder Ejecutivo
resolviera, detener a los Sres. Juan, Pedro y Diego, o si resolviera intervenir el
servicio de Transporte de la empresa XX, o si prohibiera una manifestación con
tra un país que pudiera exponernos a agravar un conflicto internacional.
dar con la existencia de una situación de conmoción, o ataque, pero entender que
la medida adoptada no es idónea, ni proporcionada, que no cumple con los crite
rios de razonabilidad y buena fe. En definitiva, si a su criterio, no cumple con
todos o alguno de los requisitos, simplemente declarará levantada la medida y
su decisión se convierte, automáticamente el cese de pleno derecho de las medi
das adoptadas. No se trata de un mandato al Poder Ejecutivo de que cese la
medida, sino que opera el cese inmediato de la medidao las medidas, tal
cual está redactado (estándose a su resolución). El Poder Ejecutivo, no tendrá
recurso dilatorio, o de fondo frente al levantamiento por la Asamblea sino que
deberá acatar en forma inmediata la decisión, levantando las prohibiciones, y
liberando los detenidos, etc. No existe previsión en la forma de oponerse, y por
ello la desviación ha sido la reimplantación de las medidas, en abierto desconoci
miento del Poder Legislativo.
¿Qué pasa frente al desacato? En primer lugar, todo ciudadano afectado
por la medida levantada, si no es efectivamente levantada, podrá recurrir a los
recursos de amparo o hábeas corpus con carácter absoluto, en régimen ordinario,
ante el Poder Judicial. Esto sin perjuicio de la responsabilidad política del Poder
Ejecutivo, y sus eventuales consecuencias penales por desacato respecto de las
autoridades incumplidoras y juicio político (Art. 85 num.19, artículo 147 y ss., art.
172yl75y eventualmente el art. 330 Delito de Atentado a la Constitución).
II) Aprobación por el Parlamento. Obviamente esta actitud implica el
pleno respaldo al Poder Ejecutivo. Claro que podría darse alguna variante en el
sentido que reconociendo la necesidad de la medida, el Parlamento le pusiera
plazo a la medida, por x días o alguna otra condición o limitación, de carácter
espacial por ejemplo. Aunque la Constitución no lo dice, la fórmula “estándose a
lo que estas últimas resuelvan” parece contener todas las posibilidades. No obs
tante, el Legislativo, podría limitar la medida, pero en ninguna hipótesis am
pliarla o decretar medidas complementarias ya que, adoptar las medidas es una
potestad exclusiva del Poder Ejecutivo. Si desea hacerlo deberá hacerlo por ley, y
en ese caso, estará sujeta a las vías constitucionales de elaboración de la misma,
y con las condicionantes de observación y promulgación por parte del Poder Eje
cutivo.
III) Silencio del Parlamento. En esta hipótesis se ha entendido unánime
mente que el silencio le da continuidad a la medida. No necesariamente quiere
esto significar una aprobación parlamentaria de la medida, sino que, simple
mente ante la inacción del Parlamento, el Poder Ejecutivo, podrá seguir aplicán
dola en tanto entienda que la misma resulta necesaria. De esta forma, mientras
el Legislativo no se exprese, no habrá inconstitucionalidad alguna en la conti
nuidad de su aplicación, siendo potestad del Ejecutivo, mantenerlas o levantar
las por sí mismo. No obstante, cambe recordar que, el Parlamento mantiene
siempre la llave de levantar las medidas en cualquier momento que estime con
veniente.
b ) El c o n t r o l d e l a s m e d i d a s p o r e l P o d e r J u d ic ia l
Queda claro que tanto de este como del anterior literal se desprende que a
diferencia de lo que ocurre en las medidas prontas de seguridad, no es posible
concluir que puedan adoptarse decisiones en materia económica o social, tales
como restricciones de precios, cartillas de abastecimiento, medidas de control de
la actividad productiva, etc. Tampoco pueden realizarse juicios sumarios, ni al
terarse las garantías procesales establecidas para tiempos de paz, ya que eso
inclusive, aún en tales casos requeriría de una ley, y no de una medida adoptada
en este marco.
podrá decretarse la guerra por simple mayoría de presentes, sino que debe re
unirse la mayoría de componentes.
Cabe preguntarnos si requiere iniciativa del Poder Ejecutivo. Resulta claro
que éste siempre podrá proponerla pero, ¿Podría hacerlo el Parlamento por sí,
sin necesidad de que lo requiera el Poder Ejecutivo? En principio pareciera que
esto es así, dado que el numeral 7 no requiere como en otros casos la iniciativa
del Poder Ejecutivo, y por otra parte el art. 168 núm. 16 establece “decretar la
ruptura de relaciones y, previa resolución de la Asamblea General, declarar la
guerra, si para evitarla no diesen resultado el arbitraje u otros mediospacíficos.
O sea que. aún con la resolución de la Asamblea General, y previa a la decla
ración el Poder Ejecutivo podría, mediante otros medios evitarla. De esto se des
prendería que la Constitución ha optado por darle inclusive al Poder Ejecutivo la
potestad de evitar llegar a la declaración de guerra, si aun contando con el decre
to de la Asamblea, se lograra un arbitraje u otro medio que resolviera el conflic
to. Sin embargo para Jiménez de Aréchaga la declaratoria de guerra no es sino el
acto de publicidad del Estado de Guerra en el que se encuentra la República
como consecuencia del decreto de la Asamblea General.240
Pero debemos entonces preguntarnos cuáles son las circunstancias de hecho
que separan de la Suspensión de la Seguridad individual, ya que la única refe
rencia específica la encontramos en el art. 253, respecto de la intervención de la
jurisdicción militar.
En principio, debemos señalar que si uno lee atentamente todas las referen
cias al Estado de Guerra, y busca su armonización llegará a la conclusión de que
se refiere exclusivamente a la Guerra externa, es decir a la guerra contra una o
varias naciones extranjeras. No existe previsión de Guerra interna. Véase que
incluso el art. 168 núm. 16 pone previamente el decretar la ruptura de relacio
nes.
Esto nos lleva a concluir que el Estado de Guerra siempre se refiere a una
guerra de carácter externo, contra terceros, y no a un estado de guerra civil o
conflicto armado interno. No es menor la diferencia ya que esto fue ampliamente
discutido en su momento, es más el 15 de Abril de 1972, la Asamblea General
decretó el Estado de Guerra Interno e inclusive lo prorrogó el 30 de Junio del
mismo año.
Se ha planteado que, en el caso de Estado de Guerra, la legislación interna
cional del ius bellum, y del Derecho Humanitario, entra a regir en nuestro orde
namiento. En realidad, creemos que el Derecho Humanitario forma parte inte
gral. como ya hemos señalado, de nuestro ordenamiento jurídico a través del art.
72. Las obligaciones que de él surgen, son absolutamente independientes de la
existencia o no de un acto formal de declaración de guerra, y eventualmente son
también aplicables en la actualidad, a los conflictos internos bajo determinadas
circunstancias. Es decir que, aunque no exista una declaración de guerra formal
existen hostilidades militares las mismas estarán regidas por este derecho. Véa
se que en el conflicto entre Argentina y Gran Bretaña, de 1982 nunca existió una
declaración formal de guerra entre ambos, pero claramente existió un estado de
guerra limitado, con batallas sangrientas, y fue uno de los conflictos con mayor
aplicación del derecho humanitario.
’ JIMENEZ DE ARECHAGA. Justino. La Constitución... ob. cit. pág. 196.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 247
241 PEREZ PEREZ, Alberto. Constitución anotada Tomo I Segunda Edición 1994 pg. 288 Mdeo.
248 DAOIZ URIARTE
cuando alguien le sugirió leer los convenios de Ginebra. Como expresara Jean
Pictet “Se nos ha dicho: en lugar de reglamentar la guerra, harían ustedes mejor
en impedirla. Esta perentoria afirmación es tan antigua como el derecho huma
nitario, pero ha tomado un nuevo vigor con la prohibición de la guerra y la defi
nición de la agresión. Es un sofisma tal que no abusaré de su tiempo para reba
tirlo. En dos palabras: aunque la comunidad internacional ha proscrito la gue
rra, por desgracia los pueblos la hacen tanto como antes. Mientras los Estados
muestren armándose hasta los dientes, que no han renunciado verdaderamente
a ella, incluso a título defensivo, se tiene el deber absoluto de promover la salva
guardia de sus víctimas, si por desgracia estalla. Es lógico atenuar los golpes de
un azote mientras no ha sido destruido... Es cierto que el derecho humanitario
no es siempre respetado. Pero esta tara corroe también las otras ramas del dere
cho. ¿No ha creado la sociedad un gran aparato -la justicia y la policía- única
mente previendo que el derecho será violado? ... Dicho esto, el derecho humani
tario se alza directamente contra la guerra, que ha cogido por la cintura“.246
246PICTET Jean, La Formación del Derecho Internacional humanitario. Revista CICR. N° 162 pág.
79 y ss. 2002.
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 253
Los C on v en io s d e G in e b ra d e 1949
En 1949 por iniciativa del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y el
Gobierno suizo, se celebró una nueva conferencia en Ginebra, donde se reempla
zaron los convenios de 1929. Estos mejoraron mucho las condiciones existentes y
llenaban las lagunas que la realidad de la segunda guerra mundial había mos
trado, en particular el trato con respecto a las fuerzas no convencionales, como
los movimientos de resistencia, los civiles en los territorios ocupados, y como
gran innovación (consecuencia de la Guerra Civil española sobre todo) la aplica
ción de los convenios a las guerras civiles. Sitios como el de Madrid o Leningrado,
bombardeos como el de Guernica, Rotterdam, Coventry, Colonia o Nagasaki no
volvieron a repetirse.
Si bien no se dieron episodios de la magnitud de las dos guerras mundiales,
existieron sobre todo en esta etapa múltiples conflictos, algunas con participa
ción internacional, como Corea, Vietnam, y gran cantidad de conflictos bélicos
identificados como guerras de liberación.
En la XX Conferencia Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja,
celebrada en Viena 1965, se aprobó la Resolución XXVIII que estableció los si
guientes principios: a) las partes no tienen derecho ilimitado en la elección de
medios para dañar al enemigo b) está prohibido atacar la población civil c) debe
distinguirse claramente la población civil de los beligerantes d) los principios
generales del derecho de la guerra se aplican a las armas nucleares y similares.
Los P r o to c o lo s A d ic io n a le s d e 1977
En 1977 surgen los protocolos aprobados en la Conferencia de Ginebra de
1974, suscriptos en Berna, en ese año, y que entraran en vigor el 7.12.1978.
La experiencia de 1949, había representado un avance importante, logrando
un carácter universal que hasta ese momento no existía pero en definitiva mu-
chos conflictos armados civiles no eran considerados, y tampoco era bien consi
derada la situación de los civiles en los conflictos.
Pero la realidad de la conferencia de 1974 permitía imponer cambios más
radicales y formas de protección más integrales.
Tras cuatros años de debates nacieron los dos protocolos adicionales. El pri
mero se dedica a la protección de la población civil y sus bienes, separándolos de
todo objetivo militar, con definiciones concisas estableciendo una inmunidad de
carácter general.
Dentro de esto se incluye la prohibición de hacer padecer hambre a la pobla
ción civil obligando a establecer cordones humanitarios de envío de medicamen
tos o víveres, así como la prohibición de la agresión a las zonas agrícolas.
Pero se incluye además la protección frente a la destrucción de obras mayo
res que representen peligro a la población como las represas o usinas, y la pro
tección del medioambiente natural.
El segundo Protocolo estableció la protección para los conflictos no internacio
nales y si bien los restringe a los conflictos de gran intensidad, creando una ambi
güedad peligrosísima, aunque de todas formas significó un importante avance.
Aunque la existencia de grupos armados internos en una guerra civil que
controlen parte del territorio, no implica su reconocimiento formal, igualmente
recae sobre ellos la obligación de respetar las normas del derecho internacional
humanitario. El protocolo II extiende las garantías de protección aún en estos
casos a las personas que no participan en la lucha o que han dejado de participar
(guerrilleros o insurrectos apresados o heridos), estén internados o privados de
libertad debiendo sometérseles al debido proceso legal.
Los Protocolos Adicionales I y II completando los Convenios de Ginebra de
1949 sientan los principios fundamentales del derecho internacional humanita
rio, distinguiendo civiles y combatientes, prohibiendo los sufrimientos innecesa
rios de acuerdo a los principios de proporcionalidad y racionalidad, y proscri
biendo el ataque contra todo aquel que este fuera de combate.
Muchas cosas sin duda quedaron por resolver. No obstante en varios de los
conflictos modernos se logró el respecto de algunas de las consideraciones bási
cas. Así por ejemplo durante el conflicto de Malvinas, Argentina y Gran Bretaña
respetaron en términos generales las convenciones y protocolos de la guerra,
respecto de la población civil y los prisioneros. Aún en el sitio de Sarajevo y los
más recientes de Chechenia, se respetó la existencia de un corredor humanitario
mínimo pese a las dificultades de su cumplimiento.
Recién en 1980 se aprobaron las prohibiciones sobre bombas incendiarias, y
de gran nocividad.
En 1995 se aprueba un cuarto Protocolo a la Convención relativo a las armas
láser cegadoras y en 1996 el Protocolo sobre minas antipersonales, aunque re
cién en 1997 la Convención de Ottawa prohíbe completamente el almacenamien
to y empleo de minas antipersonales.
L a c re a c ió n de lo s T rib u n a le s p e n a le s ad hoc
Pero quedaba un aspecto aún sin resolución, y era la falta de existencia de un
Tribunal vinculante, capaz de juzgar en forma imparcial y predeterminada el
256 DAOIZ URIARTE
Así es que surge en 1993 la creación del Tribunal Penal Internacional ad hoc
encargado de enjuiciar a los presuntos responsables de genocidio y otras graves
violaciones del derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de
la ex Yugoeslavia desde 1991, por decisión del Consejo de Seguridad de las Na
ciones Unidas(resolución827 (1993), de 25-V-1993).
Mientras esto pasaba en Europa Oriental, en el centro del continente africa
no uno de los países territorialmente más pequeño, aunque de gran población se
generaba uno de los conflictos étnicos más trascendentes por sus dimensiones y
brutalidad. En medio de un conflicto civil el etnia hutu, momentáneamente en el
poder, llevó adelante la masacre de la población tutsi en Rwanda asesinando
entre 500 mil y un millón de personas (las cifras aún no están establecidas).
Si bien existió una extraordinaria pasividad de la ONU, que en determinado
momento llegó a ordenar el retiro de las fuerzas de paz (salvo un pequeño contin
gente que se resistió a abandonar el país), las proporciones de la masacre gene
raron tal repercusión internacional que en 1994 el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas creó un Tribunal ad hoc para Rwanda en forma
sim ilar para enjuiciar a los responsables de genocidio y otras graves violacio
nes del derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de Rwanda
y a ciudadanos de Rwanda responsables de genocidio y otras violaciones de esa
naturaleza cometidas en el territorio de Estados vecinos (resolución 955 (1994),
de 8 de noviembre de 1994).
En ambos casos las resoluciones del Consejo de Seguridad fueron adoptadas
conforme al Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas (Acción en caso de
amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión), es decir, con
carácter obligatorio.
Ambos tribunales presentaron en su competencia territorial y temporal, al
gunas diferencias. Mientras que el primero (para la ex Yugoeslavia) se refería a
todas las violaciones cometidas a partir de 1991 sin fecha de finalización, (una
vez restaurada la paz a juicio del Consejo de seguridad), dentro de ese territorio,
el segundo, abarcaba, además de las violaciones cometidas en el territorio de
Rwanda, las cometidas por ciudadanos rwandeses fuera de ese territorio, pero
en ambos casos solo durante 1994.
Estos tribunales tenían jurisdicción sobre las “graves violaciones del derecho
internacional humanitario”, es decir, violaciones a los convenios de 1949 y de
más normas complementarias. Esto, en el caso particular de Rwanda tenía gran
trascendencia, dado que este conflicto aparecía claramente como un conflicto
armado interno, donde tradicionalmente no se aplicaba el concepto de crimen de
guerra. El desarrollo de estos Tribunales contribuyó sustancialmente a hacer
desaparecer en los hechos la distinción entre conflicto armado interno e interna
cional, a los efectos de la protección del derecho humanitario, y a establecer y
castigar la responsabilidad penal individual de las personas naturales, quedan
do al margen de su jurisdicción la responsabilidad de Estados o grupos.
En los arts. 6 y 7 de los Estatutos de ambos tribunales se establece el princi
pio de la responsabilidad penal individual, incluyendo como tales a todas las
personas que hayan contribuido a la comisión de un delito. Esto significaría que
no sólo serían culpables los autores materiales de los crímenes sino también
quienes incitaran a cometerlos, dieran las órdenes respectivas, etc.
Otro elemento fundamental en estos tribunales es la decisión sobre las co
nexiones de responsabilidad entre subordinados y jerarquías.
258 DAOIZ URIARTE
una corte internacional que sea competente respecto de las partes que la hayan
reconocido.
Pese a los intentos realizados en la década del 50, en donde se llegó a prepa
rar un proyecto de Estatuto, faltó la voluntad política de los Estados, en plena
guerra fría, para efectivizar la aprobación, por lo que se hubo de esperar casi 40
años para lograr resultados concretos.
Recién en 1992 la Asamblea General solicitó a la Comisión de Derecho Inter
nacional la preparación de un proyecto, pero la existencia de cercanos hechos de
genocidio ocurridos en la década del 90 (Yugoeslavia, Rwanda, etc.) que generó
la urgencia de la creación de Tribunales ad hoc.
Aprovechando la experiencia de los Tribunales ad hoc, y el clima político
favorable creado en las Naciones Unidas la Comisión de Derecho Internacional,
remitió el proyecto de Estatuto a la Asamblea General de la ONU.
Esta luego de varias instancias resolvió convocar una conferencia a media
dos de 1998 en Roma “para completar y aprobar una convención sobre el estable
cimiento de una Corte Penal Internacional”.
El 17 de Julio de 1998, se aprobó el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional (CPI) por 120 votos a favor, 7 en contra y 21 abstenciones, el que
entraría en vigor con la ratificación de 60 Estados requisito que se cumplió final
mente Io de Julio de 2002.
Este Estatuto, conocido habitualmente como Estatuto de Roma, hace aplica
ble las normas de responsabilidad por los crímenes de guerra, tanto a los come
tidos en conflictos internacionales como nacionales.
El mismo será objeto de un estudio más detallado en la etapa correspondien
te, ya que se trata de un mecanismo jurisdiccional de protección que abarca no
solamente a la situación de conflictos armados y derecho humanitario sino tam
bién a todas las violaciones a los derechos humanos.
Nos limitaremos a señalar algunas de sus características fundamentales. En
primer lugar tiene un carácter subsidiario o extraordinario. Es en definiti
va como expresa González Cueva, una respuesta extraordinaria a un problema
extraordinario, la impunidad de crímenes que por su magnitud y comple
jidad han desbordado las capacidades existentes de hacer justicia.248
Así lo define su artículo 1, como complementario de las jurisdicciones nacio
nales. La Corte actuará en los casos de genocidio, crímenes de lesa humanidad y
los crímenes de guerra, con la posibilidad de actuar adicionalmente en los casos
de agresión cuando se halle una definición adecuada (art. 5). Aunque la gran
mayoría de los casos históricos que lo impulsaron, o bien, las hipótesis más plau
sibles de aplicación del Estatuto, se identifican con conflictos armados, no nece
sariamente es la única opción. La simple represión de movimientos civiles inde
fensos o pacifistas, sin actividad armada, que generen daños o violencias identi-
ficables con algunas de las conductas previstas en el Estatuto puede dar lugar a
la acción de la Corte, siempre y cuando no haya condiciones o no exista voluntad
política del Estado de juzgar el crimen.
Es decir que la Corte Penal Internacional también puede actuar cuando las
instituciones nacionales de justicia no pueden actuar sea por acción u omisión.
248GONZALEZ CUEVAS, Eduardo. En La aplicación nacional del derecho humanitario. CICR.OEA.
2002 México, pág. 113.
260 DAOIZ URIARTE
INTRODUCCIÓN
Durante el transcurso del tiempo entre que este libro se culminó y su edición
obviamente se generaron situaciones y eventos importantes como ocurre habi
tualmente que hacen que toda obra con la ambición de abarcar la generalidad de
los temas tenga necesariamente, al momento en que llegan al lector, un cierto
retraso histórico que debe ser subsanado. No obstante, esos cambios producidos
en el entretiempo no siempre tienen relevancia y no necesariamente requieren
aclaraciones o cambios al menos que afecten sustancialmente los planteos anali
zados. Lamentablemente no es este el caso y un sorpresivo y particular cambio
en la jurisprudencia reiterada hasta el año 2012 de la Suprema Corte de Justicia
de nuestro país nos obliga a realizar esta adenda imprescindible a esta primera
edición dada la trascendencia que la misma tiene.
También resulta imprescindible señalar nuestra discrepancia con la posición
adoptada por el máximo organismo de justicia a nivel nacional, no solo en el caso
concreto sino en los fundamentos expresados en el fallo, que desconocen no solo
la anterior jurisprudencia de la institución sino que representan un claro retro
ceso en los avances logrados por Uruguay en materia de Derechos Humanos, e
inserción en el sistema Internacional de protección, volviendo a las viejas teorías
hoy en clara retirada, del predominio absoluto de la legislación nacional sobre
las normas de protección internacional de los derechos humanos.
Como veremos a continuación esta posición conservadora y retrógrada de la
Suprema Corte de Justicia en la actual integración (salvando por supuesto la
posición adoptada por el miembro en discordia Dr. Pérez Manrique), ha sido
cuestionada por la abrumadora mayoría de los operadores judiciales, así como
por la mayoría de la Academia y de las organizaciones no gubernamentales, por
lo que, resulta evidente a nuestro juicio, que existe un consenso mayoritario en
avanzar por el camino anteriormente abierto por la Sentencia 365 del 2009, con
cordante además con lo dictaminado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en la sentencia que condena a Uruguay en el caso María Claudia
García Irureta Goyena de Gelman. Pero además coloca al país en una compro
metida posición internacional, en donde aparece el Poder Judicial, en una posi
ción contraria a la jurisprudencia y doctrina internacional, cuestionando ade
más la decisión adoptada por los otros dos poderes del Estado, que se afiliaron a
la tesis tuitiva del Derecho Internacional.
Por ello, y aunque confiamos que estas posiciones revisionistas no demasia
do tarde serán modificadas en la dirección histórica que corresponde, resulta
imprescindible aggiornar los análisis realizados en función de la jurisprudencia
anterior y señalar particularmente la reacción que dicho cambio ha tenido en la
sociedad y en la doctrina.
- 261 -
262 DAOIZ URIARTE
ANTECEDENTES
En primer lugar hay que señalar que, luego del frustrado plebiscito del 2009
donde por escaso margen no se logró imponer por modificación constitucional,
los sectores políticos y sociales que pretendían formalizar la desaparición de la
ley 15.848, y eliminar cualquier traba proveniente de la misma, se abocaron a la
búsqueda de una solución legal que reconociera la inclusión de la normativa
internacional de protección vía la interpretación legislativa del art. 72 de la Cons
titución. Todavía, aunque ya estaba planteado, no existía fallo alguno condena
torio hacia el Uruguay, por parte de la Corte Interamericana de Derechos Hu
manos (aunque se preveía como seguro), y partiendo de la base dada por la sen
tencia 365/09 de la Suprema Corte de Justicia, se elaboró un proyecto de ley para
poder darle un alcance general a la decisión judicial recaída sobre la inconstitu-
cionalidad de la ley de caducidad, utilizando los mismos fundamentos.
Se partía de la base de que, habiendo acuerdo en el Frente Amplio, partido
gobernante y con mayoría parlamentaria, no iba a generar problemas, dicha so
lución que transitó casi sin problemas entre las autoridades partidarias.
No obstante al llegar a la etapa de aprobación parlamentaria algunos de los
representantes de la izquierda plantearon discrepancias, algunos de oportuni
dad y conveniencia, e incluso de constitucionalidad. Esto llegó inclusive al propio
Poder Ejecutivo donde existieron posiciones contradictorias al respecto inclusi
ve a nivel de la propia Presidencia de la República. No analizaremos las mismas
dado que es aun difícil objetivar el tema, y por otra parte, dicho proyecto no logró
finalmente su aprobación definitiva, una vez que uno de los diputados del Frente
Amplio cambió su posición evitando que se aprobara, el mismo.
Así, transcurrió el tiempo sin que se dirimiera la situación, y, mientras la ley
15.848 seguía teniendo vigencia, la Suprema Corte de Justicia, continuó decla
rando su inconstitucionalidad, y los delitos cometidos durante la dictadura con
tinuaban siendo juzgados por los tribunales correspondientes.
Mientras tanto, fiscales y jueces comenzaron a plantear su preocupación por
que diversos fallos, aun juzgando los hechos, no los reconocían como delitos de
lesa humanidad por entender que dicha figura había sido creada por la ley 18.026
y por tanto ello resultaría en una violación a la norma nullum crimen sine previa
lege. La doctrina en general sostenía y particularmente el Ministerio Público
que, dicha figura ya existía de acuerdo a la normativa internacional, y en defini
tiva por el jus cogens y en todo caso los delitos comunes en el marco de violación
generalizada que se dieron, constituían de por sí delitos de lesa humanidad. En
particular el delito de desaparición forzada establecido en dicha ley, era una de
las principales fuentes de discrepancia.
La discusión por supuesto no era nada menor, en tanto ella se relacionaba en
forma directa con la aplicación de las normas de prescripción previstas en el
Código Penal y por tanto, dado el transcurso del tiempo, la mayor parte de las
causas de derechos humanos estaban próximas a prescribir en tanto se compu
tara (como se establecía hasta el momento) como válido, el tiempo en que no se
investigaran dichos delitos por aplicación de la ley 15.848.
Así las cosas el Poder Ejecutivo se encontró en una disyuntiva nuevamente
pero en este caso actuar o no actuar significaban una resolución al respecto. En
este marco finalmente se promulga el 27 de Octubre de 2011 la ley 18.831 que
establece:
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 263
A su vez el mismo juez ha señalado en otra situación más actual que: “En el
caso que se juzga, el plazo de prescripción no ha terminado. Es innecesario, en
este escenario, dilucidar si los delitos cometidos durante la dictadura, o algunos
de ellos, son de lesa humanidad y aun, en caso de respuesta positiva, si son
imprescriptibles. Es innecesario, en este escenario, dilucidar si las sentencias de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos son obligatorias para los Jueces
nacionales o si, como sostiene la mayoría de la Suprema Corte de Justicia en la
sentencia 152/2013, con importante fundamentación, no son obligatorias para el
Juez nacional....Este despacho en la resolución autos “ARTUCIO, ALEJANDRO,
CASTERA, ADRIANA, DE VARGAS, WASHINGTON, DUPONT, RAFAEL,
DENUNCIA” IUE 87 697 1986 ya se afilió a la tesis del Dr. José Luis Guzmán
Dalbora. e) Existe jurisprudencia que transita caminos que llevan todos a soste
ner que no se puede declarar la prescripción de las acciones penales hoy. La
sentencia interlocutoria 30/2012 de 1 de febrero de 2012, Jdo Ldo Penal de 7o
turno sostiene, más allá, que los delitos juzgados son de lesa humanidad, que la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es obligatoria
para los Estados partes del sistema y para sus Jueces, que los Jueces nacionales
deben ejercer un control de convencionalidad, que el Derecho internacional pú
blico y sus normas consuetudinarias y de ius cogens establecen la
imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, que la jurisprudencia de
los Estados afiliados al sistema interamericano establece que los delitos de lesa
humanidad son imprescriptibles.
Por el contrario en la sentencia del 16 de Abril del 2013 la Dra. Canessa, que
había denegado en principio la prescripción en razón de lo dispuesto por la ley
18.831, acoge la pretensión tomando en cuenta la decisión de la SCJ sobre la
base de la resolución dictada por esta señalando: “La Suprema Corte de Justicia,
de acuerdo a nuestro ordenamiento jurídico constitucional (arts. 257 y ss. de la
Constitución), dispone de la potestad de declarar constitucionales las leyes, siendo
el único órgano al que el constituyente ha recurrido para ejercer esa función,
estableciendo un régimen concentrado y no difuso, como ocurre en el derecho
comparado”.
Sin embargo la mayoría de los jueces parece inclinarse por mantener el crite
rio anterior haciendo uso de su independencia técnica, y fallando en contra de lo
dispuesto por la mayoría de la SCJ.
Así en una amplia causa “Denunciante: I. C., J. y otros; Indagado: MANDOS
CIVILES y otros. Denuncia antecedente IUE 1-608/2003” IUE 2-6149/2011. la
Sra. Juez Letrado en lo Penal de 7mo. Beatriz Larrieu (quien sustituyera en la
Sede a la Dra. Motta ampliamente conocida por su posición también discrepante
con la SCJ) ha dictaminado: “A juicio de la proveyente, dichos delitos no han
prescripto, cualquiera sea la decisión que en definitiva recaiga respecto de su
naturaleza. 9) Que en primer lugar, de adoptarse la posición de la Sra. Repre
sentante del Ministerio Público y como se señalara en numeral anterior, es ad
mitido que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles por constituir el
jus cogens internacional. Al respecto se ha entendido que en tales delitos se
consagra una excepción a la regla de la prescripción de la acción penal o la san
ción, dado que se trata de supuestos que debido a su magnitud no han dejado de
ser vivenciados por la sociedad, siendo que por otra parte generalmente se reali
zan por las mismas agencias del control punitivo actuando fuera del control del
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 271
derecho penal. En este sentido, las fuentes del Derecho Internacional conside
ran aberrante la ejecución de ciertas clases de actos y sostienen que, como conse
cuencia de ello, no son aplicables institutos tales como la prescripción. Así se ha
consagrado en el art. Iode la Convención sobre Imprescriptibilidad de los Críme
nes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad aprobada por la Asamblea
General de la ONU del 26 de noviembre de 1968, en el art. Io del Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional, adoptado en Roma el 17 de julio de 1998
y suscrito el 19 de diciembre de 2000, y en nuestro país fue recogido por el art. 7
de la ley n° 18.026, promulgada el día 25 de setiembre de 2006. También se ha
pronunciado en ese sentido la jurisprudencia latinoamericana: en Argentina:
sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los casos Arancibia
Clavel (causa n° 259, año 2004) y Julio Simón (causa n° 17.768 año 2005); en
Bolivia: caso Trujillo (“Jurisprudencia latinoamericana sobre Derecho Penal In
ternacional” Fundación Konrad Adenauer).
Como vemos esta sentencia además de tomar en cuenta y descartar la posi
ción de la Suprema Corte, toma especialmente en cuenta la posición adoptada
por el Ministerio Público y agrega además, como veremos a continuación un ele
mento no menor en lo que tiene que ver con el cálculo de la prescripción haciendo
caudal en sentencias previas de los Tribunales de Apelaciones, y partiendo de la
base que, con ley o no, el plazo durante el cual la ley 15.848 no fue declarada
inconstitucional, no debe ser tomado en cuenta, en virtud de que resulta eviden
te que los denunciantes estaban realmente impedidos de obtener el acceso a la
justicia, y de esperar una verdadera investigación. Así lo funda: Ya anterior
mente se había pronunciado el Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 2o Turno
respecto de la ley n° 15.848 en sentencia n° 137/1997 en los siguientes términos:
“El artículo Io establece la solución sustancial: los hechos acerca de los cuáles se
reconoce que ha caducado la pretensión punitiva del Estado. El artículo 3oconsa
gra la solución procesal: de qué manera y quien ha de resolver si determinado
ilícito se encuentra comprendido en el artículo Io. Esta es la razón de ser del
artículo 3o que, conjuntamente con el artículo Io, cierran el círculo de la solución,
ya que uno apoya al otro y, ambos, vedan cualquier intervención del Poder Judi
cial en la dilucidación de la problemática regulada por la ley. Abonan este funda
mento las circunstancias históricas en las cuales se enmarcó la sanción de dicha
ley y los debates parlamentarios al respecto, ya reseñados en sentencia n° 1/2010
dictada por el Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 2o Turno en los autos IUE
98-247/2006, de los cuales resulta claramente que en aras de evitar una crisis
institucional dada la negativa de las jerarquías castrenses de comparecer ante
las sedes judiciales, se optó por excluir de la investigación judicial las situacio
nes a las que refiere la ley n° 15.848, obstando así a la revisión de todo lo ocurrido
durante el régimen dictatorial”.
257 http://www.amnesty.org/es/for-media/press-releases/uruguay-fallo-de-la-suprema-corte-ampara-
nuevamente-la-impunidad-2013-02-25.
258 puente. El observador 12.07.013 versión digital http://www.elobservador.com.uy
259 Fuente. http://Justicia. Com.uy. Tomado de El País pub. 18.03.13.
2 76 DAOIZ URIARTE
CONCLUSIONES FINALES
De todo lo expuesto surge claramente que la posición de la Suprema Corte de
Justicia expresada en mayoría a través de la Sentencia 20/2013 ha levantado
una gran resistencia en todos los niveles y en particular ha generado una difícil
situación para el Uruguay como Estado, en el cumplimiento de sus obligaciones
internacionales.
Obviamente la misma ha sido el resultado de un cambio en la integración
pero también de las posiciones anteriormente adoptadas, ya que aun cuando la
sentencia pretende dar continuidad a su antecedente en la sentencia 365/2009,
resulta claramente contradictoria a nuestro criterio tanto en su concepción, como
en sus fundamentos y objetivos.
Pero, dada la importante resistencia generada tanto a nivel nacional como
internacional, y su contradicción con la evolución histórica y jurídica actual, a
nivel universal y en particular de la región, creemos que más temprano que
tarde, nuestro supremo órgano de justicia deberá retomar la senda abierta en el
2009, acompasando la evolución del derecho internacional y las concepciones de
justicia a nivel universal.
Dejamos si constancia, de que más allá de la situación puntual que no pode
mos desconocer en cuanto jurisprudencia del máximo organismo judicial de nues
tro país, todos los conceptos vertidos, en los capítulos precedentes respecto de la
integración de las normas nacionales e internacionales de protección a los dere
chos humanos, así como la obligación de actuar conforme a los tratados y norma
tivas universales y regionales reconocidas por nuestro país, mantienen su total
vigencia y forman parte de la doctrina más reconocida en nuestra región, como
se ha señalado oportunamente.
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ÍNDICE
PRÓLOGO .................................................................................................. 7
PREFACIO.................................................................................................. 9
1. CONCEPTOS GENERALES............................................................ 13
1.1. Noción de persona ................................................................................ 13
1.2. El problema del nombre .......................................................................... lo
1.3. Naturaleza jurídica .............................................................................. 18
A) Derecho Público o Derecho Privado.................................................... 18
B) Derechos humanos como derechos subjetivos .................................. 19
C) Conclusiones ........................................................................................ 21
1.4. Clasificación de los derechos humanos .................................................. 21
1.4.1. Derechos y garantías...................................................................... 21
1.5. Las generaciones de derechos.................................................................. 24
1.5.1 Los derechos de primera generación .......................................... 24
1.5.2. Los derechos de segunda generación............................................ 25
1.5.3 Los derechos de tercera generación.............................................. 28
1.5.4. Valoración crítica......................................................................... 30
2. LOS FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DE LOS DERECHOS
HUMANOS ............................................................................................. 31
2.1. El jusnaturalismo ................................................................................... 31
2.1.1. El pensamiento iusnaturalista en la antigüedad ........................ 32
2.1.2. La Edad M edia............................................................................... 33
2.1.3. El jusnaturalismo en la época moderna ...................................... 34
2.1.4. El jusnaturalismo contemporáneo ................................................ 36
2.2. El formalismo, el relativismo y las teorías negadoras del derecho
natural ..................................................................................................... 38
2.2.1. El divorcio entre la justicia y el derecho ...................................... 38
2.2.2. El positivismo................................................................................. 39
2.2.3. El historicismo............................................................................... 39
2.2.4. Las teorías sociológicas................................................................. 40
a) La teoría marxista ....................................................................... 40
b) Max Weber ................................................................................... 41
2.2.5. La teoria pura del derecho y los derechos humanos.................... 42
2.3. La teoría tridimensional del derecho.................................................... 44
2.3.1. La negación de la fundamentación de los derechos humanos . 44
2.4. Valoración crítica de las diversas teorías ............................................ 48
3. CARACTERES DE LOS DERECHOS HUMANOS......................... 51
a) Están indisolublemente ligados con la concepción del Estado de
Derecho ............................................................................................ 51
- 281 -
282 DAOIZ URIARTE
b) Universalidad ............................................................................ 51
c) Indivisibles ................................................................................ 52
d) Interdependientes...................................................................... 52
e) Transnacionales ........................................................................ 52
f) Inalienables................................................................................ 53
g) Imprescriptibles ........................................................................ 53
h) Irreversibles .............................................................................. 53
i) Progresivos ................................................................................ 53
j) Absolutos.................................................................................... 54
4. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS DERECHOS HUMANOS .. 55
4.1. De la antigüedad a las revoluciones liberales................................ 55
4.1.1. El concepto de sociedad humana ............................................. 55
4.1.2. Los antecedentes hispánicos..................................................... 57
Los Concilios en la España Visigoda ....................................... 57
Período musulmán y Reconquista ........................................... 58
Convenio entre el Rey Alfonso I de Aragón y los moros de
Tudela (1119)............................................................................. 58
El Fuero de León. Decretos de las Cortes de León (1188) . .. . 58
Las Siete Partidas (Siglo X III).................................................. 60
Normas posteriores................................................................... 60
Ley de Libertad de Residencia. Reyes católicos (1480) .......... 60
Leyes de Burgos (27 de Diciembre de 1512) ............................ 61
El fuero de Vizcaya (5 de Abril de 1526) .................................. 61
4.1.3. La evolución en el resto de Europa y en las colonias americanas 61
La Carta Magna (1215).............................................................. 62
Pacto del Io de agosto de 1291. Origen de la Confederación
Suiza........................................................................................... 63
Código de Magnus Erikson (Suecia 1350)................................ 63
El Edicto de Nantes (1598)........................................................ 63
Conjunto de privilegios de la Bahía de Massachusetts.
(Diciembre de 1641).................................................................... 63
Acta de Tolerancia de Maryland (1649).................................... 64
4.2. Las revoluciones liberales................................................................. 65
4.2.1. Generalidades ............................................................................ 65
4.2.2. La Revolución Inglesa................................................................ 66
La Petición de Derechos ............................................................ 66
Acta de Habeas corpus de 1679 ................................................ 67
La Revolución Gloriosa de 1688 y el Bill of Rights
(Declaración de Derechos) ........................................................ 67
4.2.3. La revolución norteamericana .................................................. 69
La Declaración de Independencia (4 de Julio de 1776) .......... 69
Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia (12 de
Junio de 1776) ............................................................................ 70
Declaración de Derechos en la Constitución federal de los
Estados Unidos .......................................................................... 71
4.2.4. La Revolución Francesa (1789) ................................................. 71
La Declaración de Derechos del Hombrey del Ciudadano ... 74
CURSO DE DERECHOS HUMANOS Y SUS GARANTIAS 283
Im preso y E nc u ad er n ad o en
D e p ó s it o L e g a l 3 6 2 .4 4 4 - C o m is ió n d e l Pa p e l
E d ic ió n A m parada al D ecreto 2 1 8 /9 6
G URIAc v. 1
C u rs o d e d e re c h
U ria rte , D a o i z