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ESTUDIOS - N° 48 - ISSN: 1852-1568 (Julio-Diciembre 2022) 157-162

Haraway, D. y Segarra, M. (2020). El mundo que necesitamos.


Donna Haraway dialoga con Marta Segarra. Barcelona: Icaria.
Juliana Enrico1

El mundo que necesitamos es una pu- conversación, constituyendo articulacio-


blicación resultante del ciclo de debates nes tanto epistemológicas como políti-
bajo el mismo nombre organizado en cas enfocadas en el tipo de relaciones
2018 por el Centro de Cultura Contem- que es necesario sostener e intensificar
poránea de Barcelona (CCCB), Espa- para aprender a vivir y morir con res-
ña. pons-habilidad «en una tierra dañada»
A la luz de una exposición sobre el (Haraway, 2019, p. 20), donde los re-
cambio climático denominada «Después fugios y los parentescos raros (oddkin)
del fin del mundo», este sugerente mar- resultan cruciales para configurar nue-
co dio lugar a intervenciones de cuatro vos mundos que hagan habitable el por-
referentes que plantearon sus posturas venir. Para ello es necesario perturbar
y análisis sobre la crisis ambiental glo- nuestros análisis y conmover el propio
bal. Donna Haraway participó en la clau- pensamiento, como quien revuelve un
sura del ciclo2 mediante un diálogo con agua aparentemente transparente, entur-
Marta Segarra, retomando centralmen- biando la superficie y el espesor de los
te el planteo de su libro Staying with the problemas del mundo contemporáneo.
Trouble: Making Kin in the Chthulucene Desde tal contexto, Haraway (2020)
(Duke University Press, 2016), publi- interroga líneas centrales para instar
cado en castellano en 2019 bajo el títu- relaciones de solidaridad y lazos mul-
lo Seguir con el problema. Generar paren- tiespecie que implican nuevas formas de
tesco en el Chthuluceno (con traducción respons-habilidad frente a las lógicas
de Helen Torres, de la editorial vasca patriarcales y capitalistas del Antropo-
Consonni). ceno y del Capitaloceno, que llevan a
El fascinante problema de la traduc- una ineluctable destrucción del planeta.
ción lingüística y cultural atraviesa pro- La perspectiva feminista, en este pla-
funda y situacionalmente la obra de no, supone un gran aporte para pensar
Haraway, y se vuelve un eje clave de esta y habitar de otro modo no solamente

1
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de
Córdoba. Contacto: julianaenrico@gmail.com
2
Publicada inicialmente en una edición bilingüe catalán / inglés de la colección «Breus» del
CCCB. El video de la conferencia se encuentra disponible en el siguiente link: https://
www.cccb.org.es/actividades/ficha/conversacion-entre-donna-haraway-y-marta-segarra/
228165
Precedieron este diálogo las intervenciones de Vandana Shiva (activista ecofeminista); George
Monbiot (periodista y ensayista especializado en temas ambientales) y McKenzie Wark
(especialista en estudios culturales y medios de comunicación).

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las problemáticas de las mujeres y el gé- zar de sus herencias fetichizadas en re-
nero en tanto conflictos políticos de las lación con marcos culturales sesgados
identidades (en la línea de las discusio- (por ejemplo: el animismo frente a las
nes sobre gender trouble que plantea cosmovisiones indígenas, o el pensa-
Butler), sino del planeta, la naturaleza y miento cristiano o laico y sus tradicio-
la vida en general, en tanto habitables y nes hegemónicas de distinto signo; del
vivibles. mismo modo en que el discurso cientí-
En el diálogo con Segarra Haraway fico no debe considerarse sólo como un
retoma la acepción de su noción de espacio de jerarquía epistemológica
Chthuluceno, con resonancias contra- para ordenar e interpretar el mundo
dictorias de la lengua de los pueblos frente a otros saberes, discursos y na-
indígenas del Mediterráneo, del griego, rrativas –humanos y no humanos–).
y de los pueblos indígenas de Califor- Haraway busca trascender, de esta for-
nia; articulación que trae distintas evo- ma, las fronteras del «excepcionalismo
caciones que alteran las significaciones humano», provocando «fricciones cien-
«inocentes» y se cargan de historias de tíficas»3 y fabulaciones o feminismos
desposesión, depredación, presencias y especulativos como formas de configu-
ausencias que toman forma material en ración de nuevas ontologías y mundos
la rareza de los nombres y en sus cargas posibles. En el imaginario de Haraway
totémicas en tanto «poderes de la tie- la ciencia ficción (en tanto «conjunto
rra». Las «rutas» trazadas por distintas de prácticas culturales importantísimas»
narrativas que se entrecruzan forman- que incluyen instituciones, científicos,
do redes de parentesco raro -expone- escritores, cineastas, audiencias, fans)
contribuyen a «pensar con otros», «de permite -tal como lo comenta Marta
otra manera», «pensar lo contrario», Segarra volviendo a sus trabajos previos-
contra el individualismo metodológico una forma de entender la historia, el
y contra la racionalidad del logos del pasado, el presente y el futuro4, que
sujeto antropocéntrico, generando co- aporta a las formas de «hacer mundo»5
nexiones diversas, múltiples, para «aven- que necesitamos -frente a las ciencias
turarnos en una especie de saludo afec- excesivamente determinadas por los
tuoso con la Tierra» (p.21). aparatos de la violencia y de los benefi-
«Esta forma de pensar con y desde cios económicos, en el contexto del
es una práctica epistemológica feminis- Capitaloceno- (cfr. Haraway, 2020, p.
ta de gran profundidad» (p.22). Pero 35). Todas estas prácticas de «cordel»
no es una práctica exclusivamente fe- requieren de especiales habilidades y de
minista, agrega; y en este sentido es que un especial cuidado en sus formulacio-
se establecen lazos con «muchos otros» nes y relaciones: «Todo tipo de reflexión
y con muchas categorías espirituales y es una práctica del cuidado, por lo que
racionales que es necesario descoloni- es muy importante qué pensamientos

3
Toma la expresión «ciencia fricción» del colectivo francés de artistas Percolaris.
4
Ver El manifiesto cyborg (1984).
5
Haraway refiere en tal sentido al aporte de Sha LaBare.

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Reseñas bibliográficas

piensan pensamientos, qué historias como «una época en la que recordamos,


narran historias ... No es cierto que todo actuamos y vivimos como seres terre-
valga: reflexionar y crear, hacer poiesis, nales, y me parece que sólo así pode-
es una práctica de acción-pensamiento- mos criticar correctamente los tiempos
cuidado» (p.38). del Capitaloceno y el Antropoceno. Por
En esta línea la autora afirma la ne- tanto, creo que en la actualidad la críti-
cesidad de arriesgarnos intelectual y ca y la denuncia son herramientas retó-
políticamente: «lo que me parece que ricas importantísimas, pero también
debemos hacer personas como yo, herramientas políticas y de análisis»
como nosotras, es aprender a habitar el (p.13). Pensar formas comunes de cui-
mundo y dedicar más tiempo a escu- dado hacia los otros, el planeta, los ani-
char y menos tiempo a pronunciarnos, males, las plantas, las criaturas de la
pero también estar dispuestas a com- Tierra -por ejemplo, mediante prácti-
prometernos y rehusar callarnos en con- cas multiespecie, de cultivo y alimenta-
versaciones complejas en las que come- ción agroecológicas, «verdes», biodiver-
teremos errores imperdonables. Consi- sas, permaculturales, tecnoenergética-
dero que la necesidad de cometer erro- mente limpias, de afecto o efecto no
res imperdonables y de perdonarnos los degradante- es el horizonte o «arqueo-
unos a los otros, que la necesidad de logía del futuro» en el que sitúa su aná-
arriesgarnos en el pensamiento políti- lisis de formas de vida, comunicación,
co, intelectual, emocional y religioso es producción y consumo alternativas al
más urgente que nunca» (p.29). desastre global, hacia la real transfor-
Volviendo a las preguntas de Sega- mación de la matriz cultural y energéti-
rra, Haraway menciona que Chthulu ca y de la totalidad de nuestras formas
resulta un término revelador al derivar de convivencia y vinculación frente al
del significante que alude a una araña, cambio y la «crisis» climática, median-
personaje de ciencia ficción de Love- te nuevas relaciones de parentesco y de
craft; pero que, como criatura mons- cuidado.
truosa y como criatura de la lengua, in- Habitar e imaginar, crear vínculos,
corpora una leve diferencia semántica hacer parentesco y comunidad, por ende,
(cuya diferenciación en el plano del sig- van mucho más allá de la crítica y tras-
nificante implica, por supuesto, diferen- cienden sus propias formas de habita-
cias de sentido). Por otro lado, chthulu bilidad común. Un interesante término
se asocia con la referencia mitológica que Segarra trae de Bartkowski en esta
de Medusa, figura relevante para el fe- reflexión es el de kintimacy o «parenti-
minismo. La forma tentacular, serpen- midad», en el sentido de designar como
tina y reticular de los vínculos que con- «parientes» -mediante formas de alian-
figuran estos seres ctónicos del infra- za íntimas- a aquellos por quienes nos
mundo, como las gorgonas con cabe- preocupamos (animales humanos y no
zas de serpientes, revelan en esta confi- humanos; y no humanos en general).
guración su oposición a «Ántropos». Tanto en las acepciones de Butler como
En su dimensión ctónica, Haraway en las de Bartkowski lo «íntimo» (de la
refiere a que considera el Chthuluceno palabra latina original, intimus, super-

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lativo de interior) alude a las tripas y la mana, comenta su vinculación con el


sangre, pero no solamente en términos término Geschlecht en la «historia de la
de las relaciones familiares heterosexua- apropiación fascista del lenguaje de la
les de «lazos de sangre» reproductivos - reproducción basado en el racismo»,
tal como lo concibe Haraway al reto- clave en la cultura y la historia alema-
mar estas genealogías o «hilos» de pa- nas en particular: «No puedes habitar
rentescos «raros»-. Desde aquí la auto- estas palabras sin habitar las historias
ra repiensa su noción de genus en rela- del mundo, hechas de carne, y no tan
ción con el género; y llama a la acción ligadas a la historia de la sangre, aun-
mundial de generar parentescos y no que los lazos de sangre sean una de las
criaturas humanas (eg. «bebés»), profun- maneras más poderosas que tienen de
dizando en el sentido del parentesco funcionar las estructuras de parentesco»
como «difuso»: «el parentesco es difu- (p.45).
so, es una solidaridad perdurable a lo Contra todas las formas de reproduc-
largo del tiempo en capas de seres que ción heteronormativa, el parentesco con
vienen al mundo en relación los unos lo no humano e incluso con seres no
con los otros, y que pueden y deben orgánicos, es un aporte fuerte a las dis-
demandarse cosas los unos con los otros» cusiones dentro de la teoría feminista y
(p.42) en tanto relaciones de «respons- de la teoría política y social, dado que
habilidad», amor y cuidado. Por eso la se trascienden las fronteras contractua-
importancia de dislocar y pensar pala- les mediante redes de parentescos «com-
bras como «género» (gen, generación, prometidas» pero de una manera «no
linaje) contra las significaciones de la humanista». «El mundo es un exuberan-
«reproducción natural» o biológica, y te despliegue de invitaciones a hacer
más allá de sus determinaciones o con- parentesco, a llevar a cabo prácticas
taminaciones en tanto lazos de co-san- generativas, que a veces se aceptan y
guineidad. Términos «indómitos» como otras se rechazan. Y nuestra obligación
generación frente a reproducción, o es hacer bien el parentesco, de la mis-
parentescos raros y queer frente a he- ma manera que el compost» (p.50). Aquí
rencia o linaje, configuran dislocacio- Marta Segarra interviene introducien-
nes y aperturas en lo profundo de la es- do una distinción fundamental entre
tructura misma del lenguaje humano y pariente y parentesco, e interroga a
de la representación simbólica, con con- Haraway sobre la posibilidad de que
secuencias en nuestras prácticas cotidia- mediante esta total «apertura» acontez-
nas y en nuestras formas de «hacer mun- ca «una relacionalidad universal indife-
dos» (o de, en definitiva, vivir con renciada», tal como lo expone Haraway
otros). en Seguir con el problema (lo cual limita-
Situando un ejemplo central en rela- ría el potencial perturbador de las «di-
ción con su noción de género para el ferencias» sobre las relaciones hegemó-
Diccionario marxista6 en la edición ale- nicas concretas). Haraway responde que

6
Refiere en particular a su entrada para la edición alemana del Dictionnaire critique du
marxisme (Bensussan y Labica, 1982).

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Reseñas bibliográficas

la idea es «habitar el conflicto de los to, es «cultivar las artes de la vida en un


términos heredados», y en tal sentido planeta dañado» (p.57), frente al goce
corresponde establecer algunos límites o la jouissance depredatoria: «crear es-
entre las relaciones y sus fronteras de pacio para lo que todavía queda», resis-
identidad, cuidar y preocuparse los unos tiendo al hiperextractivismo del capita-
de los otros: «fructificar entre sí». lismo contemporáneo, mediante prác-
Y agrega: «Se trata de prestar aten- ticas fuertes en un cohabitar cuidado-
ción para ver qué relaciones están en so, responsable, responsivo, afectado y
juego, peligran y corre prisa que nos vital desde todos los vínculos que poda-
ocupemos de ellas. Y eso incluye la re- mos establecer en y con el planeta: «de-
sistencia o, más que la resistencia, algo venir-con de manera recíproca en res-
más contundente como la revolución, pons-habilidad» (Haraway, 2019, p.
la cual soy incapaz de imaginar, por la 193), lo cual implica la capacidad de
extraordinaria práctica de violencia que dar respuesta, de asumir obligaciones
se impone» (p.52). Finalmente afirma: no pedidas por haberse encontrado con
«Lo que yo propongo es una especie de otra criatura, humana o no humana…
simpoiesis, en un sentido mundano, para encontrar parientes inesperados y pro-
hacer frente a los peligros con los que poner en conjunto algo imprevisto (cfr.
vivimos de verdad. Y me niego a hacer- Haraway, 2020, p. 62), contra toda for-
lo de una manera exclusivamente críti- ma de domesticación o de violencia so-
ca o denunciadora. Al contrario, pro- bre las otras criaturas del mundo. Por
pongo hacerlo mediante una práctica ejemplo, la carne de animales que ma-
continua de alegría arriesgada. Si no nos tamos y nos comemos, que no son nues-
arriesgamos a una especie de alegría tros «iguales» porque son sometidos a
entre nosotros, ya estamos muertos, y las prácticas de la crueldad humana. No
en ese caso, es mejor que nos olvide- se pueden pasar por alto las especifici-
mos de todo. Comprometernos a inter- dades de las relaciones sociales u obje-
venir en mundos que no están acabados tuales, resalta Haraway cuando analiza
es la tarea que llevamos a cabo frente a que se trate a un perro, especie domes-
la amenaza de la depresión y la derrota, ticada, como citoyen o ciudadano de la
del cinismo, de los futurismos fascistas República (antropomorfizando o «socia-
extraños, de los parches tecnológicos, lizando» humanamente su estar en el
de la sexta gran extinción, a lo cual nos mundo en tanto perro o lobo): debe-
debemos enfrentar urgentemente» mos, por tanto, habitar las especifici-
(p.53). dades, lo cual comporta necesariamen-
Genocidios, extinciones, depreda- te ciertas relaciones de identidad y de
ción, destrucción, holocausto, ocurren autoridad ineludibles.
y no desaparecerán en la era del Capita- No tenemos derecho a «matar sin
loceno, tal como lo piensa Haraway más» y esa diferencia debe unirnos a
mientras atravesamos la era geológica las ecologías de los modos de vivir y
del Antropoceno. Por eso la idea cru- morir, lo cual implica grandes respon-
cial, retomando el profundo planteo de sabilidades en nuestras relaciones socia-
Ana Tsing que atraviesa su pensamien- les, políticas y ecológicas que deben

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devenir decoloniales y ctónicas para re-


pensar urgentemente el mundo que ne-
cesitamos.

Referencias bibliográficas:

Haraway, D. (2019). Seguir con el pro-


blema. Generar parentesco en el Chthu-
luceno. Bilbao: Consonni.

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