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Tema 7: La organización de la SA.

1. Noción, competencia y clases de la Junta General


A) Noción
El art. 159.1 LSC dice que “los socios reunidos en JG, decidirán por la mayoría legal o estatutariamente establecida los asuntos
propios de la competencia de la Junta”. El 159.2 añade que “todos los socios, incluso los disidentes y los que no hayan participado en la
reunión, quedan sometidos a los acuerdos de la JG”. Por tanto, la JG se caracteriza como un órgano de carácter colegial que se considera como
soberano dentro de la organización de la sociedad.
B) Competencia de la Junta
El art. 159 LSC alude a que la JG ha de decidir sobre los “asuntos propios de su competencia”. El art. 160 enuncia los asuntos sobre
los que la Junta tiene competencia para deliberar y acordar. Los asuntos que menciona este artículo son los siguientes:
 La aprobación de las cuentas anuales, la aplicación del resultado y la aprobación de la gestión social.
 El nombramiento y separación de los administradores, de los liquidadores y, en su caso, de los auditores de cuentas, así como el
ejercicio de la acción social de responsabilidad contra cualquiera de ellos.
 La modificación de los estatutos sociales.
 El aumento y reducción del capital social.
 La supresión o limitación del derecho de suscripción preferente y de asunción preferente.
 La adquisición, la enajenación o la aportación a otra sociedad de activos esenciales.
 La transformación, la fusión, la escisión o la cesión global de activo y pasivo y traslado de domicilio al extranjero.
 La disolución de la sociedad y la aprobación del balance final de liquidación.
 Cualesquiera otros asuntos que determine la Ley o los estatutos.
C) Clases
Las Juntas podrán ser ordinarias o extraordinarias. La JG ordinaria es aquella que ha de reunirse dentro de los primeros 6 meses de
cada ejercicio para censurar la gestión social, aprobar las cuentas del ejercicio anterior o resolver sobre la aplicación del resultado. Esta Junta
será válida aunque se convoque o se celebre fuera del plazo indicado. Las extraordinarias todas las que no tengan ese carácter periódico anual.

2. Convocatoria de la Junta
A) Función de la convocatoria: referencia a la llamada junta universal
El carácter colegial de la junta general exige, en principio, la necesidad de comunicar a todos los socios en un determinado plazo y
con ciertas garantías que va a celebrarse una reunión. La convocatoria ha de servir a los socios para que tengan conocimiento de la celebración
de la Junta en un determinado lugar y fecha, para que puedan asistir a la misma y para que estén informados acerca de los asuntos sobre los
que en ella se van a deliberar y los acuerdos cuya aprobación va a someterse a la propia junta, sin que sea válido que esos acuerdos afecten a
asuntos diversos de los que figuran en la convocatoria y sin que la soberanía de la Junta permita a ésta que acuerde decidir sobre asuntos
ajenos a la convocatoria. Además la convocatoria debe ser clara sobre los asuntos que han de tratarse en la Junta. Por otro lado se ha de tener
en cuenta que tras la publicación de la convocatoria los accionistas pueden ejercitar su derecho de información sobre los asuntos
comprendidos en el orden del día, en la forma indicada en el art. 197 LSC.
La cuestión se plantea en términos diferentes en el caso de la llamada «Junta universal», a esta junta no se aplica las normas relativas
a la convocatoria. Art. 178 LSC dice que la JG queda válidamente constituida para tratar cualquier asunto, sin necesidad de previa
convocatoria, siempre que esté presente o representada la totalidad del capital social y los concurrentes acepten por unanimidad la
celebración de la JG. Los socios han de tener la voluntad de celebrar la Junta universal, además deben de ponerse de acuerdo sobre los temas
que van a tratar, que puede ser cualquiera que esté dentro de la competencia de la JG.
B) Quiénes han de convocar la junta
La JG debe ser convocada por los administradores, art. 166 LSC. Si la sociedad se encuentra en liquidación la competencia para
convocar será de los liquidadores.
Los administradores convocaran la JG siempre que lo consideren necesario o conveniente para los intereses sociales y, en todo caso,
en las fechas o periodos que determine la Ley y los estatutos. Los administradores tb deberán convocar la Junta cuando lo solicite uno o varios
socios que representen, al menos, el 5% del capital social, expresando en la solicitud los asuntos a tratar.
En este caso, la JG deberá ser convocada para su celebración dentro de los dos meses siguientes a la fecha en que se hubiere
requerido notarialmente a los administradores para convocar, debiendo incluirse necesariamente en el orden del día los asuntos que hubiese
sido objetos de solicitud.
Si la JG Ordinaria o las JG previstas en los estatutos no fueran convocadas dentro del correspondiente plazo legal o estatutariamente
establecido por el órgano de administración de la sociedad, podrá serlo, a solicitud de cualquier socio, previa audiencia de los administradores,
por el Secretario judicial o Registrador Mercantil del domicilio social.
Tb, si los administradores no atienden la solicitud de convocatoria de la JG efectuada por la minoría, podrá realizarse la convocatoria,
previa audiencia de los administradores, por el Secretario judicial o por el Registrador mercantil del domicilio social.
C) Forma en que debe efectuarse la convocatoria
La publicación o comunicación de la convocatoria
El art. 173.1 LSC, la JG será convocada mediante anuncio publicado en la pág. web de la sociedad. Si la sociedad no tuviera pág. web,
la convocatoria se publicará en el BORME y en uno de los diarios de mayor circulación en la provincia donde se encuentre el domicilio social.
En sustitución de la forma de convocatoria anterior, los estatutos pueden establecer que la convocatoria se realice por cualquier
procedimiento de comunicación individual y escrita, que asegure la recepción del anuncio por todos los socios.
Contenido de la convocatoria - expresará el nombre de la sociedad, la fecha y hora de la reunión, el orden del día y cargo de la
persona o personas que realicen la convocatoria.
Entre la convocatoria y la fecha prevista para la celebración de la reunión deberá existir un plazo de, al menos, un mes.
En el anuncio de la convocatoria, podrá hacerse constar, asimismo, la fecha en la que, si procediera, se reunirá la Junta en segunda
convocatoria. Entre la 1ª y la 2ª reunión deberá mediar, por lo menos, un plazo de 24 h. Si la JG debidamente convocada, no pudiera
celebrarse en 1ª convocatoria ni si hubiera previsto en el anuncio la fecha de la 2ª, la celebración de ésta deberá ser anunciada, con el mismo
orden del día y los mismos requisitos de publicidad que la 1ª, dentro de los 15 días siguientes a la fecha de la Junta no celebrada y con al
menos 10 días de antelación a la fecha fijada para la reunión.
En cuanto al orden del día incluido en la convocatoria en la SA, los accionistas que representas al menos 5% del capital social podrán
solicitar que se publique un complemento a la convocatoria incluyendo uno o más puntos en el orden del día. El ejercicio de este derecho
deberá hacerse mediante notificación fehaciente que habrá de recibirse en el domicilio social dentro de los 5 días siguientes a la publicación
de la convocatoria. Este complemento de la convocatoria deberá publicarse con 15 días de antelación como mín. a la fecha establecida para la
reunión de la junta.

3. Constitución de la Junta
Los accionistas convocados han de constituirse en junta para poder deliberar.
A) Lugar y prórroga de la reunión
Salvo la disposición contraria de los estatutos, la Junta se celebrará en el término municipal donde la sociedad tenga su domicilio. Si
la convocatoria no figurase el lugar se entenderá que la Junta ha sido convocada para su celebración en el domicilio social.
B) Derecho de asistencia a las Juntas
Tienen derecho a asistir a las juntas, en principio, todos los accionistas. No obstante en los estatutos pueden exigir la posesión de un
número mín. de acciones sin que en ningún caso este número sea superior al uno por mil de capital social.
Los administradores tienen el deber de asistir a las JG. Por su parte, los estatutos podrán autorizar u ordenar la asistencia de
directores, gerentes, técnicos y demás personas que tengan interés en la buena marcha de los asuntos sociales. El presidente de la JG podrá
autorizar la asistencia de cualquier persona que juzgue conveniente. No obstante, la Junta puede revocar esta autorización.
C) Asistencia por medio de representante a las Juntas
Todo accionista que tenga derecho de asistencia puede hacerse representar en la JG por medio de otra persona, aunque ésta no sea
accionista. La representación debe conferirse por escrito o por medios de comunicación a distancia que cumpla con los requisitos establecidos
en la LSC para el ejercicio del derecho de voto a distancia y con carácter especial para cada Junta. La representación es siempre revocable. En
este sentido, la asistencia personal a la Junta tendrá valor de revocación.
D) Derecho de voto
El accionista titular del derecho de voto posee la facultad de participar en la adopción del acuerdo de la JG mediante el ejercicio de
ese derecho. El derecho de voto se concreta en una declaración de voluntad a favor o en contra de la adopción del acuerdo, si bien el
accionista tb puede abstenerse.
En la SA rige el principio de la proporcionalidad entre el valor nominal de la acción y el voto. Sin embargo, los estatutos podrán fijar
con carácter general el número máx. de votos que puede emitir un mismo accionista o sociedades pertenecientes al mismo grupo.
Será lícita la agrupación de acciones para el ejercicio del derecho de asistencia y el de voto en las juntas. De conformidad con lo
establecido en los estatutos, el voto podrá delegarse o ejercitarse por la accionista mediante la correspondencia postal, electrónica o cualquier
otro medio de comunicación a distancia, siempre que se garantice debidamente la identidad del sujeto que ejerce su derecho de voto.
E) Quórum de la Junta
Para la constitución válida de la Junta se requiere una cierta asistencia de socios, presentes o representados.
Antes de entrar en el orden del día se formará la lista de los asistentes, expresando el número de acciones con que concurran. Al final
de la lista se determinará el número de socios presentes o representados, así como importe del capital del que sean titulares.
Para la constitución valida de la JG es necesario que en 1ª convocatoria los accionistas presentes o representados posean al menos el
25% del capital suscrito con derecho de voto. Los estatutos pueden fijar un quórum superior.
En 2ª convocatoria, será válida la constitución de la Junta cualquiera que sea el capital concurrente a la misma, salvo que los
estatutos fijan un quorum determinado, el cual deberá ser inferior al que aquellos hayan establecido o exige la Ley para 1ª convocatoria.
En la SA, para que la JG pueda decidir válidamente sobre determinados acuerdos de especial relevancia numerados en el art. 194,
será necesaria, en 1ª convocatoria, la concurrencia de accionistas que representen, al menos, 50% del capital suscrito con derecho del voto. En
2ª convocatoria será suficiente la concurrencia del 25 % del capital social. Los estatutos sociales podrán elevar los quórum que hemos citado.

4. Deliberación
Constituidos los accionistas en Junta han de deliberar como operación previa a la adopción de los acuerdos.
A) Funciones del presidente
La deliberación ha de realizarse bajo la dirección del Presidente de la Junta. Los estatutos pueden designar quién ha de ser esta
persona. Si éstos no dicen nada ocupará este puesto el Presidente del Consejo de administración, y si no existiese tal Presidente, los socios
asistentes elegirán en cada caso al accionista que deba presidir la Junta. El Presidente estará asistido por un Secretario.
El Presidente dirige la deliberación, concediendo la palabra a los asistentes que lo soliciten en el momento oportuno. Además el
Presidente tiene la función de juzgar sobre la oportunidad de las informaciones solicitada por los socios. Oportuno debate se pasará a la ……..
Dirigir los debates, manteniendo el orden y velando por el libre ejercicio del derecho a expresar la voluntad de los socios en los
turnos correspondientes. Moderará las intervenciones, estimando la procedencia o no de las informaciones que se soliciten, y declarará
suficientemente debatidos los asuntos.
El presidente interviene tb en la aprobación de acta de la Junta, cuando no es aprobada por la propia Junta.
B) Derechos de los socios
Los socios tienen el derecho de intervenir en la deliberación con sugerencias, hacer proposiciones y solicitar informaciones en torno
a las cuestiones que constituyen el orden del día. De esos derechos el de mayor importancia es el derecho de la información, que se encuentra
regulado en el art. 197 LSC.
“1. Hasta el 7º día anterior al previsto para la celebración de la junta, los accionistas podrán solicitar de los administradores las
informaciones o aclaraciones que estimen precisas acerca de los asuntos comprendidos en el orden del día, o formular por escrito las preguntas
que consideren pertinentes.
Los administradores estarán obligados a facilitar la información por escrito hasta el día de la celebración de la junta general.
2. Durante la celebración de la JG, los accionistas de la sociedad podrán solicitar verbalmente las informaciones o aclaraciones que
consideren convenientes acerca de los asuntos comprendidos en el orden del día. Si el derecho del accionista no se pudiera satisfacer en ese
momento, los administradores estarán obligados a facilitar la información solicitada por escrito, dentro de los s días siguientes al de la
terminación de la junta. “
5. Los acuerdos
A. Principio mayoritario
La JG válidamente constituida manifiesta su voluntad mediante el voto de la mayoría que da lugar a un acuerdo social. La voluntad
de los socios - que se emite a través del voto - se transforma en voluntad de la sociedad, y quedan sometidos a esa voluntad todos los socios
aun cuando no hayan acudido a la Junta o hayan votado en contra.
B. Determinación de la mayoría
Art. 211.1 LSC aclara que se entiende adoptado el acuerdo cuando obtenga más votos a favor que en contra del capital presente o
representado.
Para la adopción válida de los acuerdos sobres los asuntos a los que se refiere el art. 194 LSC, será necesaria, en 1º convocatoria, la
mayoría absoluta siempre que los accionistas presentes o representados que concurran a la Junta posean, al menos, el 50% del capital suscrito
con derecho de voto. Cuando en 2ª convocatoria concurran accionistas que representen el 25% o más del capital suscrito con derecho de voto
sin alcanzar el 50% será necesario el voto favorable de los dos tercios del capital presente o representado en la Junta.
C. Acta de la junta
Todos los acuerdos sociales deben constar en acta. El acta de la Junta es un documento de singular importancia para la prueba de los
hechos que han ocurrido en ella, una vez redactada esta acta debe transcribirse en el libro de actas correspondiente. El acta normalmente se
redacta por el Secretario de la Junta, y una vez aprobada debe ser firmada por él, con el visto bueno del Presidente.
Cuando el acta no es aprobada por la propia Junta a continuación de su celebración, podrá aprobarse dentro del plazo de 15 días por
el Presidente y de dos interventores: uno en representación de la mayoría y otro en representación de la minoría.
La falta de aprobación del acta no significa que los acuerdos no sean válidos, sino que dificulta su prueba y la eficacia de los mismos,
existiendo una inseguridad respecto a su contenido. Todo ello con independencia de que si se trata de acuerdos inscribibles, no tendrán
acceso al RM, ni se podrán expedir certificados de los acuerdos que no consten en actas aprobadas y firmadas o en acta notarial.
Hemos dicho que normalmente corresponde al Secretario de la Junta redactar el acta, sin embargo, el acta puede ser levantada por
un Notario que actuará por iniciativa de los administradores, o bien porque éstos se hayan visto obligados a hacer tal requerimiento si lo
solicitan, con 5 días de antelación al previsto para la celebración de la Junta, accionistas que representen al menos el 1% del capital social.

6. Competencia y formas de organización de la administración


A. Competencia de los administradores
Corresponde a los administradores la gestión y la representación de la sociedad en los términos establecidos por la Ley. La
administración social es entendida, en general, de una manera amplia y comprende la realización de un conjunto de actos, de diversa
naturaleza, tendentes a la consecución del objeto social.
El órgano dedicado a la administración de la sociedad es necesario, esto quiere decir que en toda sociedad debe existir un órgano de
administración.
B. Formas de organizar la administración
El art. 210 LSC precisa los modos de organizar la administración de una sociedad. Con relación a las SA establece lo siguiente:
1. Un Administrador único.
2. Dos o más administradores que actúen solidariamente (cada uno puede actuar sin el consentimiento de los demás).
3. Dos administradores que actúen conjuntamente.
4. Un Consejo de Administración integrado por un mínimo de 3 miembros.
Los estatutos deben de elegir alguno de estos cuatro modelos.
Todo acuerdo que altere el modo de organizar la administración de la sociedad, constituya o no modificación de los estatutos
sociales, se consignará en escritura pública y se inscribirá en el RM.

7. Principios generales sobre el régimen de los administradores


A. Capacidad y prohibiciones para ser administrador
Para ser nombrado administrador de una SA no se requiere la cualidad de accionista, salvo que los estatutos dispongan lo contrario.
En principio, puede ser administrador tanto una persona física como una persona jurídica. En el caso de que el administrador sea una persona
jurídica, se obliga a que designe una persona natural para el ejercicio permanente de sus funciones.
La LSC señala que no podrán ser administradores los menores no emancipados, los incapacitados judicialmente, los inhabilitados
conforme a la Ley Concursal, los condenados por determinados delitos y las personas a las que está prohibido el ejercicio de la actividad
mercantil. Tampoco podrán ser administradores los auditores de cuentas de la sociedad.
Los administradores que incurran en incapacidad o estén sometidos a alguna prohibición, deben ser destituidos inmediatamente a
petición de cualquier accionista. Tb deben cesar, previo acuerdo de la JG y a petición de cualquier socio, los administradores que lo fueran de
otra sociedad competidora o que bajo cualquier forma tengan intereses opuestos a los de la sociedad.
B. Nombramiento
El nombramiento de los administradores corresponde en principio a la JG, que puede tb, mediante un acuerdo, designar el número
exacto de administradores cuando los estatutos solo establezcan el máx. y el mín.
Los administradores ejercerán su cargo durante el plazo que señalen los estatutos, el cual no puede exceder de 6 años. Podrán ser
reelegidos 1 o más veces por periodos de igual duración máx.
Los administradores deben aceptar el nombramiento. La aceptación pueden hacerla en la propia Junta que los nombra o en un
momento posterior y desde el instante de la aceptación el nombramiento producirá sus efectos. Los administradores no pueden ser inscritos
en el RM hasta que no conste su aceptación.
C. Ejercicio del cargo: los deberes de los administradores
Los administradores deberán desempeñar el cargo y cumplir los deberes impuestos por las leyes y los estatutos con la diligencia de
un ordenado empresario, teniendo en cuenta la naturaleza del cargo y las funciones atribuidas a cada uno de ellos.
Aparte de este deber de diligencia, los administradores deberán desempeñar el cargo con la lealtad de un fiel representante,
obrando de buena fe y en el mejor interés de la sociedad.
D. Cese de los administradores
Son causas de cese de los administradores las siguientes:
1. Por transcurso del tiempo para el que fueron nombrados si no son debidamente reelegidos.
2. Por acuerdo de la JG de destitución del administrador.
3. Porque la Junta acuerde promover la responsabilidad de los administradores, o bien transigir sobre ella en tanto que tal acuerdo
determina la destitución de los administradores.
4. Por disolución de la sociedad una vez que se abre el periodo de liquidación, ya que a partir de ese momento los liquidadores asumen
sus funciones.
5. Por dimisión del administrador.
6. Por muerte del administrador.
7. Porque se inicie la fase de liquidación en el procedimiento previsto por la Ley Concursal.
8. Con relación a determinadas SA especiales (bancarias, seguros…), cuando lo acuerde la Administración Pública conforme a su
régimen respectivo.
El cese de los administradores debe inscribirse en el RM.
E. Poder de representación de los administradores
Los administradores tienen atribuida la representación de la sociedad. Esta representación se califica como orgánica puesto que
constituye un instrumento necesario para que la sociedad pueda manifestar externamente su voluntad y ejecutar los actos necesarios para el
desarrollo de su actividad, de forma que los actos de los administradores se consideran como actos de la propia sociedad, siempre que actúen
en la forma y dentro de los límites establecidos por la Ley al regular su poder de representación.
Titularidad del poder de representación:
La representación de la sociedad, en juicio y fuera de él, corresponde a los administradores en la forma determinada por los
estatutos. El poder de representación se regirá por las siguientes reglas:
1) En el caso de administrador único, el poder de representación corresponderá necesariamente a éste.
2) En caso de varios administradores solidarios, el poder de representación corresponderá a cada administrador.
3) En el caso de dos administradores conjuntos, el poder de representación se ejercitará mancomunadamente, lo que
significa que habrán de ponerse de acuerdo los dos administradores.
4) En el caso de Consejo de Administración, el poder de representación corresponderá al propio Consejo, que actuará
colegiadamente.
Ámbito del poder de representación:
La ley ha querido, en defensa de los terceros que contratan con la sociedad, que el ámbito del poder de representación de los
administradores titulares del poder de representación sea amplio e inderogable.
El art. 234 parte del principio de que la representación se extenderá a todos los actos comprendidos en el objeto social delimitado en
los estatutos y, además, cualquier limitación de las facultades representativas de los administradores, aunque se halle inscrita en el RM, será
ineficaz frente a terceros. La sociedad quedará obligada frente a terceros que hayan obrado de buena fe y sin culpa grave, aun cuando se
desprenda de los estatutos inscritos en el RM que el acto no está comprendido en el objeto social.
F) La remuneración de los administradores
La LSC parte del principio de que el cargo de administrador es gratuito. Si se quiere que el cargo de administrador sea retribuido, es
imprescindible que los estatutos sociales así lo establezcan de forma expresa y que el sistema de remuneración sea objeto de una
determinación o fijación estatutaria.
Art. 217.4 LSC establece los criterios generales que deben observarse en la determinación de la concreta remuneración de los
administradores. Dicho precepto indica que la remuneración deberá guardar en todo caso una proporción razonable con la importancia de la
sociedad, la situación económica que tuviera en cada momento y los estándares de mercado de empresas comparables. Además, este
precepto exige que el sistema retributivo se oriente a promover la rentabilidad y sostenibilidad a largo plazo de la sociedad.
G) La responsabilidad de los administradores
La responsabilidad de los administradores nace cuando, habiendo infringido sus deberes, han causado daño bien directamente a la
sociedad, e indirectamente a los socios o a los terceros, o bien cuando lesionan directamente los intereses de los socios o los terceros. Surge
así una acción social de responsabilidad cuando se ha producido un daño a la sociedad, en cambio hablamos de acción individual de
responsabilidad cuando se han lesionado directamente los intereses de los socios o de los terceros.
El régimen de la responsabilidad civil de los administradores tiene como función esencial el cuidar que éstos cumplan las
obligaciones y deberes que se les supone por el ordenamiento jurídico, de forma que si mediante un acto ilícito causan un daño estarán
obligados a resarcirlo.
Los presupuestos de la responsabilidad
Los administradores responden “frente a la sociedad, frente a los socios y frente a los acreedores sociales del daño que causen por
actos u omisiones contrarios a la ley o a los estatutos o por organizados incumpliendo los deberes inherentes al desarrollo del cargo”. Para que
tal responsabilidad surja es necesario que además del daño concurran otros presupuestos, cual es que se produzca un acto ilícito de los
administradores y que exista una relación de causalidad entre el acto de los administradores y el daño.
El 1º de los presupuestos que se exige para que se produzca la responsabilidad de los administradores es que éstos causen un daño
bien a la sociedad o bien a los socios o a los acreedores sociales.
El 2º presupuesto es que los administradores hayan incumplido sus obligaciones “por actos u omisiones contrarios a la ley o a los
estatutos o por los realizados incumpliendo los deberes inherentes al desempeño del cargo”. Se exige que en la actuación del administrador
haya intervenido con dolo o culpa.
El 3º presupuesto de la responsabilidad de los administradores radica en la necesidad de la existencia de una relación de causalidad
entre el acto ilícito de los administradores y el daño.
La responsabilidad solidaria de los miembros del órgano administrativo y la exoneración de la responsabilidad
El art. 237 establece que ” todos los miembros del órgano de administración que hubiera adoptado el acuerdo o realizado el acto
lesivo responderán solidariamente, salvo los que prueben que, no habiendo intervenido en su adopción y ejecución, desconocían su existencia
o conociéndola hicieron todo lo posible para evitar el daño o, al menos, se opusieron expresamente al acuerdo en cuestión”.
Acto de los administradores y acuerdos de la Junta General
El art. 236.2 señala que “en ningún caso se exonerará de responsabilidad la circunstancia de que el acto o acuerdo lesivo haya sido
adoptado, autorizado o ratificado por la JG”.
Acción social de responsabilidad
Esta acción tiene como presupuesto que el daño se haya causado a la sociedad y tiende, por tanto, a la defensa de los intereses
sociales. Esta acción puede ser ejercitada, en primer lugar, por la sociedad; y con carácter subsidiario por los accionistas, y, por último, por los
acreedores sociales.
1. La sociedad entablará la acción de responsabilidad previo acuerdo de la JG, que puede ser adoptado a solicitud de cualquier socio aunque
no conste en el orden del día. El acuerdo de promover la acción de responsabilidad determina la destitución de los administradores
afectados.
2. Los accionistas que representen al menos el 5% del capital social podrán ejercitar la acción de responsabilidad contra los administradores,
siempre en defensa de los intereses sociales, en los siguientes supuestos:
a) Cuando solicitada la convocatoria de la JG con el fin de que decida sobre el ejercicio de la acción de responsabilidad, ésta no
fuera convocada por los administradores.
b) Cuando la sociedad no entablare la acción de responsabilidad, dentro del plazo de un mes, contado desde la fecha de adopción
del correspondiente acuerdo.
c) Cuando éste hubiera sido contrario a la exigencia de responsabilidad.
3. Los acreedores de la sociedad podrán ejercitar la acción social de responsabilidad contra los administradores cuando la misma no haya
sido ejercitada por la sociedad o sus accionistas, y siempre que el patrimonio social resulte insuficiente para la satisfacción de sus
créditos.
Acción individual de responsabilidad
Esta acción presupone que se han lesionado directamente los intereses de los socios o de los terceros por actos de los
administradores. Son presupuestos para el ejercicio de la acción individual contra los administradores:
1) el daño directo a los socios o a los terceros;
2) que se trate de un acto de los administradores en el ejercicio de su cargo;
3) ilicitud de la acción u omisión de los administradores;
4) relación de causalidad entre el acto ilícito del administrador y el daño sufrido por el socio o el tercero.

8. El consejo de Administración.
A) Noción
El consejo de administración es un órgano colegiado que ha de actuar mediante acuerdos, y al que se confiere la facultad de
administrar y representar la sociedad.
El consejo de Administración se constituye necesariamente cuando la administración se confía conjuntamente a un mín. de 3
miembros art. 242.1 LSC.
Se trata de un órgano colegial, donde rige el principio de la formación de la voluntad del órgano mediante acuerdos mayoritarios.
B) Nombramiento de los componentes del consejo de administración
Cuando existe Consejo de administración rige el principio de que corresponde la junta el nombramiento de sus miembros, que
tendrán la consideración de administradores. La propia junta deberá determinar su número exacto cuando lo estatutos se dividen establecer
solamente el máx. y mín. de ellos.
C) Funcionamiento del Consejo de administración.
El Consejo de administración, en cuanto es un órgano colegiado, debe funcionar mediante adopción de acuerdos, no obstante, para
un mejor desarrollo de su actividad administrativa el Consejo de administración normalmente delega bien en un órgano más reducido -
Comisión delegada o ejecutiva, o bien en una o más personas denominados Consejeros delegados.
Regulación de funcionamiento del Consejo
LCS dicta normas sobre el funcionamiento del Consejo art. 245-250. El contenido de estas normas se debe completar por los
estatutos, ya que en ellos debe constar necesariamente el modo de deliberar y de adoptar sus acuerdos el Consejo, pudiendo incluirse tb las
normas de convocatoria y constitución del Consejo y, en su caso, de la Comisión ejecutiva, así como de las demás reglas de funcionamiento
interno del órgano. Pero si los estatutos no disponen otra cosa, el Consejo de administración podrá regular su propio funcionamiento, tb
puede designar a su Presidente y demás cargos del Consejo y aceptar la dimisión de los consejeros.
La constitución y adopción de acuerdos por el consejo.
El Consejo, como órgano colegiado, ha de reunirse para tomar acuerdos. Respecto al régimen de constitución y adopción de
acuerdos podemos señalar las siguientes opciones:
a. La convocatoria de la reunión ha de hacerse por el Presidente. No obstante, los administradores que constituyan al menos un tercio del
total, podrán convocarlo, siempre que le hubieran requerido previamente al Presidente, y este desatendiera su solicitud.
b. Para constitución valida del Consejo deben concurrir a la reunión, presentes o representados, la mitad más uno de sus componentes.
c. Los acuerdos se adoptaran por mayoría absoluta de los consejeros concurrentes a la reunión.
d. La votación por escrito y sin sesión solo será admitida cuando ningún consejero se oponga a este procedimiento.
e. Las discusiones y acuerdos del Consejo se llevarán a un libro de actas. Las actas serán firmadas por el Presidente y el Secretario del
Consejo.
f. La mayoría absoluta de los vocales presentes es suficiente por regla general para que el Consejo tome acuerdos. No obstante, esta
mayoría se refuerza cuando el contenido de los acuerdos sea la delegación permanente de alguna facultad del Consejo, en cuyo caso se
requerirá el voto favorable de las dos terceras partes de los componentes del Consejo y no producirá efecto alguno hasta su inscripción
en el RM.
Delegación de las facultades administrativas.
El funcionamiento del Consejo como órgano colegiado se compagina mal con la necesidad de una actuación continuada, que
requiere la gestión de la sociedad. Esto hace necesario que el Consejo tenga que delegar parte de sus facultades administrativas.
Existe la posibilidad de que el Consejo designe de su seno una comisión ejecutiva o uno o más consejeros-delegados.
La delegación de facultades obliga al Consejo a establecer el contenido, los límites y las modalidades de delegación. Además, la
delegación permanente de facultades requiere la designación de los consejeros que vayan ocupar el cargo de consejero delegado o de
miembro de la comisión ejecutiva o delegada. La delegación requiere el voto favorable de las dos terceras partes de los componentes del
consejo.
El acuerdo de delegación de facultades administrativas ha de inscribirse en el RM, en el que se hará constar el nombramiento de los
miembros de la comisión ejecutiva o consejeros delegados, y la enumeración particularizada de las facultades del Consejo que se deleguen.

Tema 8 Los contratos de comisión, los publicitarios y los de distribución.


1. El concepto y formación del contrato de comisión.
A) Concepto del contrato y formas de actuar de comisionista.
Noción y función del contrato de comisión.
La comisión es un contrato intuitu personae, fundado, como el mandato, en la mutua confianza entre los contratantes. Podemos
definir el contrato de comisión como el mandato en virtud del cual el mandatario (comisionista) se obliga a realizar o a participar en un acto o
contrato mercantil por cuenta de otra persona (comitente).
Las formas de actuar del comisionista.
El comisionista puede actuar con poder de representación directa o sin él.
El comisionista en el negocio de realización de la comisión puede actuar de dos formas: en nombre propio o en el nombre de su
comitente, siempre actuara por cuenta de éste. Los efectos que se producen son los siguientes:
1. Si actúa el comisionista en nombre propio no hay representación directa y, en consecuencia, se establecen relaciones directas
entre el comisionista y el tercero, nunca entre el tercero y el comitente. El C de Com declara que el comisionista en este caso es quien
adquiere los derechos frente a los tercero con los que contrata, y los terceros, a su vez, adquiere los derechos contra el comisionista, de forma
que si se plantea un procedimiento judicial solo a él ha de afectarle en principio lo que en él se resuelva. No obstante, siempre se queda a
salvo las obligaciones y derechos “que, respectivamente, correspondan al comitente y al comisionista entre sí”. Como el comisionista obra
siempre por cuenta del comitente - o si se quiere en interés de éste -, ha de estimarse que en el caso de que haya adquirido algunas
mercancías, las ha adquirido no para él, sino para el comitente. Las consecuencias económicas de operación deben imputarse al comitente, en
cuanto el comisionista, aun cuando actuó en su propio nombre, lo hizo siempre por cuenta del comitente.
2. Si el comisionista actúa en nombre del comitente se producen los efectos de representación directa y, por lo consiguiente, el
comitente adquiere los derechos frente a los terceros y éstos contra él. El comisionista, en principio, permanece extraño a estas relaciones.
B) La formación del contrato.
El contrato de comisión es un contrato consensual, lo que quiere decir que el contrato se celebra por el mero consentimiento, el cual
puede expresarse en forma expresa o tácita.
El C. Com contiene un precepto que se refiere a la aceptación tácita y que tiende a facilitar la percepción del contrato. En este
sentido el art. 249 presume que se entiende aceptada la comisión siempre que el comisionista ejecute alguna gestión en el desempeño del
encargo que se le hizo.
Por otro lado, el Código, además de facilitar la formación del contrato en la forma que acabamos de ver, impone algunos deberes a
aquellos que no quiere aceptar la comisión, esto es, a aquellos a quienes se ofrece realizar una comisión y rehúsan. Estos deberes no son
contractuales, porque el contrato no existe, sino que son legales, y consisten en la obligación de comunicar al comitente por el medio más
rápido posible la no aceptación del encargo y de custodiar con la debida diligencia los efectos que el comitente le hubiera remitido, debiendo
en su caso depositarlo judicialmente.

2. Los efectos del contrato.


A) Las obligaciones del comisionista.
1. La ejecución de la comisión.
El comisionista ha de cumplir la comisión aceptada, sin embargo, tiene la facultad de suspender esta ejecución hasta que no reciba la
oportuna provisión de fondos, salvo que se hubiere comprometido a anticiparlos. El comisionista que, sin causa legal, incumpla la comisión
aceptada o empezada a evacuar, será responsable de todos los daños que por ello sobrevengan al comitente.
En la ejecución de la comisión, el comisionista ha de actuar con la debida diligencia, sujetándose a las instrucciones recibidas del
comitente y consultando en nombre de este, sin que deba en ningún caso proceder contra disposición expresa del comitente. El comisionista
ha de defender los intereses del comitente como propios, y debe desempeñar el encargo personalmente, si bien podrá utilizar bajo su
responsabilidad a sus dependientes.
El comisionista ha de comunicar frecuentemente al comitente las noticias que interesen al buen éxito de la negociación,
participándole rápidamente los negocios que hubiere celebrado.
2. La obligación de rendición de cuentas.
El comisionista está obligado a rendir cuenta especificada y justificada de las cantidades que percibió para la comisión, reintegrando
al comitente el sobrante. Los riesgos del dinero que tenga el comisionista en su poder serán de su cuenta.
Tb tiene que devolver las mercancías que no fueron vendidas. En general, el comisionista responde de las mercancías que tenga en
su poder, que ha de conservar en el estado en que las recibió, si bien no responde cuando la destrucción o el menoscabo no se deba a su
culpa.
3. Caso de la llamada comisión de garantía.
Por regla general, el comisionista no responde frente al comitente del cumplimiento por el tercero del contrato que ha concertado
con él. Esto implica un riesgo para el comitente, que se intenta eliminar con la llamada comisión de garantía, que establece una
responsabilidad personal del comisionista con relación al cumplimiento por parte del tercero de su obligación (ej.: si el tercero ha adquirido
unas mercancías vendidas por el comisionista, el comisionista garantiza al comitente que el tercero pagará su importe).
La comisión de garantía puede pactarse por las partes.
En virtud de la comisión de garantía el comisionista asume una responsabilidad igual a la que tiene el tercer contratante, de manera
que si éste no cumple su obligación, el comitente puede dirigirse o bien contra él o bien contra el comisionista exigiéndole el cumplimiento.
El comisionista de comisión de garantía normalmente tiene derecho a percibir una remuneración más elevada, el art. 272 habla de
que el comisionista tiene derecho a percibir junto a la comisión ordinaria otra comisión llamada de garantía.
4. La prohibición de autoentrada del comisionista.
La realización del encargo recibido por el comisionista entraña normalmente la participación de un tercero (ej.: A encarga a B vender
unas mercancías y se las vende a C). Sin embargo, cabe la posibilidad de que se produzca la autoentrada del comisionista cuando ese negocio
de realización lo efectúe el comisionista consigo mismo (en el ej. anterior es el propio B el que compra las mercancías que le habían encargado
vender).
El C Com, ante el peligro que entraña que el comisionista sobreponga el interés personal al de su comitente, adopta una postura de
desconfianza ante la autoentrada con relación a la comisión de compra y venta, ya que prohíbe al comisionista, salvo que tenga licencia del
comitente, que compre “para sí ni para otro lo que se le haya mandado vender, ni venderá lo que se le haya encargado comprar” (art. 267).
Esta prohibición comprende tanto la autoentrada propiamente dicha, es decir, cuando el comisionista compra o vende para sí ,como
la situación en la que el comisionista tiene dos encargos diversos, esto es, que compre para un comitente lo que otro le haya mandado vender.
5. La sustitución del comisionista y la subcomisión.
El art. 261 C Com, tras indicar que el comisionista desempeñará por sí los encargos que reciba, prohíbe delegarlos sin previo
consentimiento del comitente, al no estar de antemano autorizado para hacer la delegación, respondiendo el comisionista de los daños y
perjuicios que puedan derivar del incumplimiento de esa prohibición.
El supuesto de sustitución no coincide exactamente con el de la subcomisión. En este caso, el comisionista contrata con otra persona
la realización de la totalidad o parte del encargo. En la subcomisión el comisionista celebra un nuevo contrato de comisión con un tercero, que
aparece como subcomisionista, mientras que el comisionista originario es subcomitente. Ese comisionista mantiene respecto al comitente
originario su posición, ya que el contrato de comisión primitivo no se ve afectado. Esta figura del contrato de subcomisión ha sido admitida por
algunas sentencias del Tribunal Supremo.

B) Las obligaciones del comitente.


1. El pago de la comisión.
La actividad que ha de desarrollar el comisionista se entiende que es remunerada. El art. 277 C Com establece que el comitente está
obligado a abonar al comisionista el precio de comisión, salvo pacto en contrario. Si falta un pacto expreso sobre la cuota que le corresponde
al comisionista, se fijará la misma con arreglo al uso y práctica mercantil de la plaza donde se cumpliere la comisión.
2. Abono de gastos y desembolsos efectuados por el comisionista.
El art. 278 indica que el comitente estará asímismo obligado a satisfacer al contado al comisionista, mediante cuenta justificada, el
importe de todos los gastos y desembolsos en que hubiere incurrido.
3. Derechos de retención y preferencia del comisionista.
Los créditos del comisionista frente al comitente por su derecho a percibir la comisión y a que se le abonen los gastos y desembolsos
efectuados se encuentran protegidos de la siguiente forma:
 Mediante un derecho de retención de las mercancías o efectos que estén en su poder, o que se hallen a su disposición si están en
posesión de un depositario o porteador (art. 276.1).
 Por medio de un derecho a ser pagado con el importe de las mercancías vendidas con preferencia a todos los acreedores, salvo el
caso del porteador (véase el art. 276.2, en relación con el art. 375). Se entiende que el comisionista está autorizado a deducir de la
cantidad que ha de entregar al comitente por los géneros vendidos el importe de las cantidades que éste le adeuda.
Para gozar de la preferencia que el Código concede al comisionista será condición necesaria que los efectos se encuentren en su
poder, o que se hallen a su disposición en depósito o almacén público, o en manos de un portador, siempre que el comisionista haya expedido
a su nombre la mercancía y tenga el documento de transporte firmado por el encargado de hacerlo.

3. La comisión de transporte.
Es aquella comisión en la que el negocio de realización de la comisión es la conclusión de un contrato de transporte.
El comisionista de transporte suele dedicarse de manera profesional y en forma exclusiva a la realización de estos contratos, y a
alguna actividad accesoria. En ocasiones el comisionista tiene medios propios y es, al mismo tiempo, transportista o porteador. Pero
limitándonos a los que reciben el encargo de concertar un contrato de transporte por cuenta de otros, hemos de distinguir entre los que
intervienen en el transporte de mercancías y los que intervienen en el transporte de personas.
A) Agencias de transportes
Los comisionistas de transporte de mercancías reciben la denominación de “agencias de transportes” y figuran entre los sujetos a los
que se le reconoce la realización de actividades de mediación en ese ámbito. Tienen reservada la intermediación en la contratación de
cualquier clase de transporte terrestre de mercancías, previa la autorización administrativa para actuar como “operador de transporte”. Con
relación a los transportes por carretera se establece que las “agencias de transportes” son aquellas “empresas especializadas en intermediar
en la contratación de transportes de mercancías, como organización auxiliar interpuesta entre los usuarios y los transportistas”, pudiendo
desarrollar “todas las actuaciones previas de gestión, información, oferta y organización de cargas y servicios necesarias para llevar a cabo la
contratación de los transportes”.
El comisionista o agente de transporte, actuando en nombre propio, puede concertar un contrato de transporte asumiendo la
posición del porteador.
B) Las agencias de viajes
Las agencias de viajes son sociedades mercantiles, que si originariamente se dedicaban de manera principal a actividades de
mediación en la contratación de billetes de viaje para sus clientes, en la actualidad tienen una actividad más compleja.
La actividad fundamental de las agencias de viaje se centra en la mediación en la venta de billetes o reserva de plazas de medios de
transporte, así como la reserva de habitaciones y servicios de empresas turísticas, pudiendo ofrecer precios globales por los servicios
ofrecidos. Tb actúan como representantes de otras agencias nacionales o extranjeras.
La Ley 21/1995, de 6 de julio, sobre viajes combinados, fue incorporada a la Ley de Consumidores, formando parte de ese texto como
libro IV (art. 150 a 165).

4. La extinción del contrato de comisión.


El C Com se encarga expresamente de la revocación de la comisión y del fallecimiento o inhabilitación del comisionista. Aparte de
éstas existirán las causas generales de extinción del contrato (su cumplimiento, el transcurso del tiempo, etc.).
La revocación de la comisión implica la facultad del comitente de resolver el contrato por propia voluntad libremente. Esta facultad
está basada en que la comisión se fundamenta en la mutua confianza, y el comitente puede poner fin a la relación contractual sin obligación
alguna a su cargo.
La revocación del comitente no produce sus efectos hasta que llegue a conocimiento del comisionista. Las gestiones que haya
realizado el comisionista antes de tener conocimiento de la revocación vinculan al comitente.
La muerte o inhabilitación del comisionista constituye una causa de extinción de la comisión. Por el contrario, no se extingue la
comisión por muerte o inhabilitación del comitente, aunque pueden revocar el contrato sus representantes, que pueden ser sus herederos.

5. Los contratos publicitarios


Bajo esta denominación se agrupa un conjunto de contratos vinculados con la actividad publicitaria y de los que son parte los sujetos
que intervienen en ella. Estos contratos se rigen por la Ley 34/1988, de 11 de noviembre, General de Publicidad.
La ley tipifica cuatro clases de contratos publicitarios: el de publicidad, de difusión publicitaria, de creación publicitaria y de
patrocinio publicitario. Esta Ley llama “anunciante” a la persona en cuyo interés se realiza la publicidad; “agencia de publicidad” a los
empresarios que se dedican, por cuenta de los anunciantes, a crear, preparar o ejecutar publicidad; y “medios de publicidad” a los
empresarios titulares de los medios de comunicación social o de difusión.

6. El contrato de agencia
A) Noción y régimen
El contrato de agencia es aquel por el que “una persona natural o jurídica, denominada agente, se obliga frente a otro de manera
continuada o estable, a cambio de una remuneración, a promover actos u operaciones de comercio por cuenta ajena, o a promoverlos y
concluirlos por cuenta y en nombre ajenos, como intermediario independiente, sin asumir, salvo pacto en contrario, el riesgo y ventura de
tales operaciones”. Esta noción está contenida en el art. 1º de la Ley 12/1992, de 27 de mayo, de Contrato de Agencia (LCA).
Los preceptos de la LCA tienen carácter imperativo, a no ser que en ellos se disponga expresamente otra cosa, art. 3.1.
Quedan al margen de esta Ley los agentes que actúen en mercados secundarios oficiales o reglamentados de valores.

B) Notas características
Son notas características del contrato de agencia las siguientes:
1. Es un contrato de duración, en cuanto que origina una relación jurídica duradera entre las partes, ya que el agente se obliga frente
al “comitente” (denominado por la Ley empresario) de una manera continuada o estable.
La comisión se diferencia de la agencia en que la comisión se agota en un solo acto, es decir, el comisionista se obliga a realizar un
único acto de comercio; en cambio el agente se obliga a realizar un conjunto de actos durante un determinado periodo de tiempo.
2. El contrato de agencia ha de permitir que el agente organice su actividad profesional conforme a sus propios criterios, lo que
implica que ha de mantener una cierta independencia respecto al empresario principal creando su propia organización.
En esto se diferencia el agente del viajante o representante de comercio o comercial. El comercial se encuentra ligado al empresario
por medio de un contrato de trabajo, el comercial no es empresario - es simplemente un trabajador; en cambio el agente se encuentra
vinculado al empresario principal por medio de un contrato de naturaleza mercantil, el agente por tanto no es trabajador del empresario
principal, el agente es tb un empresario que, como tal, crea su propia organización y colabora con otros empresarios.
3. Por el contrato de agencia, agente no asume el riesgo de las operaciones que promueve o contrata por cuenta ajena, si bien
podrá garantizar su cumplimento como en caso de la comisión de garantía.
Esta nota nos sirve para diferenciar el contrato de agencia y el contrato de concesión. En el contrato de concesión, el concesionario
contrata con los terceros en nombre y por cuenta propia, de forma que opera bajo su propio riesgo, en el sentido de que la reventa de los
productos adquiridos pesa su propio patrimonio.
4. El contrato de agencia es un contrato bilateral oneroso, en cuanto que la actividad del agente ha de ser remunerada. El contrato
de agencia tb es un contrato consensual, si bien habrá de formalizarse por escrito si lo exige cualquiera de las partes.

C) Obligaciones de las artes.


Obligaciones del agente.
 El agente habrá de ejercitar su actividad profesional de promover o de concluir las operaciones que se le hubieren encomendado
actuando siempre de forma leal y de buena fe y velando por los intereses del empresario principal por cuya cuenta actué .
 El agente tiene como obligación la de no competencia, lo que implica que el agente no debe ejercer por su cuenta, o por cuenta de
otro empresario, una actividad profesional respecto a los mismos bienes o servicios iguales o análogos a los que debe promover como
consecuencia del contrato de agencia. En definitiva, el agente no debe hacer la competencia al empresario principal. No obstante, tal
obligación puede desaparecer en el caso de que se incluya en el contrato de agencia un pacto en contrario.
Obligaciones del empresario principal o comitente.
 El empresario principal debe facilitar al agente el desarrollo de su actividad proporcionándole las informaciones necesarias para ello y
poniendo a su disposición los muestrarios y la documentación que sea precisa (catálogos, tarifas, etc.)
 Debe comunicar al agente, dentro del plazo de 15 días, si la operación propuesta por éste, el empresario lo acepta o lo rechaza.
Aceptada la operación, el empresario deber comunicar al agente en el plazo más breve posible su ejecución total o parcial, o bien su
falta de ejecución.
 El pago de remuneración pactada es la obligación más importante a cargo del empresario principal. La remuneración, salvo pacto en
contrario, impide que el agente pueda reclamar al empresario los gastos en los que incurra.

D) La extinción del contrato de agencia .


Las causas de extinción.
Las causas de extinción de la relación jurídica derivada del contrato de agencia son las siguientes:
 El transcurso del tiempo si el contrato se ha pactado por tiempo determinado. Si no se ha fijado el plazo en el contrato, se entiende
que es por tiempo indefinido. Cuando el contrato es por tiempo indefinido, podrá ponerse fin a la relación jurídica mediante una
denuncia unilateral por cualquiera de las partes por medio de preaviso por escrito; el plazo de preaviso será de un mes por cada año
de vigencia del contrato, con un máx. de 6 meses.
 El contrato podrá extinguirse por acuerdo de las partes de poner fin a la relación jurídica.
 Por el incumplimiento, total o parcial, de las obligaciones legal o contractualmente establecidas.
 Cundo la otra parte hubiere sido declarada en concurso.
 La muerte o declaración de fallecimiento del agente. La muerte o declaración de fallecimiento del empresario no será causa de
extinción del contrato, aunque puedan denunciarlo sus sucesores en la empresa con el preaviso que proceda legalmente.

La indemnización a cargo del empresario.


La Ley prevé la existencia de un derecho a una indemnización con carácter general a favor del agente por la clientela obtenida y, en
ciertos casos, además a una indemnización de daños y perjuicios.
1. La indemnización por extinción del contrato por la clientela obtenida por el agente depende:
 En primer lugar, de que la causa de extinción se deba al transcurso del tiempo (bien porque el contrato era por tiempo determinado
o por el ejercicio de la facultad de poner el fin el empresario mediante un preaviso, si era por tiempo indeterminado) o bien, si la
causa de extinción será la muere o la declaración de fallecimiento del agente.
 En segundo término, depende de que el agente haya aportado nuevos cliente al empresario o incrementado sensiblemente las
operaciones con la clientela preexistente.
 En tercer lugar, depende de que la actuación del agente siga produciendo - incluso después de extinguido el contrato - ventajas
sustanciales al empresario y resulté equitativa la obtención de una indemnización.
La cuantía de indemnización debe ser, como máx., una indemnización anual, calculada según la media de los ingresos anuales de los
últimos 5 años, y si el contrato hubiere durado menos, de los últimos años.
2. El agente tendrá tb derecho a una indemnización por daños y perjuicios en el caso de extinción del contrato de agencia de
duración indefinida cuando la denuncia sea unilateral por parte del empresario principal, siempre que la indemnización por la clientela no
permita al agente la amortización de los gastos que, haya realizado para la ejecución del contrato.
El derecho del agente a la indemnización, bien sea por la cartera de cliente, bien por los daños y perjuicios, en determinados
supuestos no llega a nacer.
Art. 30 de la Ley enuncia 3 supuestos de inexistencia del derecho de la indemnización:
 Cuando el empresario hubiese extinguido el contrato por causa de incumplimiento por parte del agente de sus obligaciones
establecidas legal o contractualmente.
 Cuando la extinción se debiera a la denuncia del contrato por el agente, salvo que la denuncia tuviere como causa circunstancia
imputables al empresario, o se fundaba en la edad, la invalidez o la enfermedad del agente y no pudiera exigírsele razonablemente
la continuidad de sus actividades.
 En el caso de cesión del contrato de agencia a un tercero, con el consentimiento el empresario.

Acuerdo de las partes sobre la cuantía de la indemnización


Dado el carácter de derecho imperativo de los preceptos de la Ley, las partes no podrán establecer en el contrato un régimen diverso
sobre las causas de extinción o la indemnización a percibir por el agente como consecuencia de ella. Sin embargo, bien cuando las partes de
común acuerdo ponen fin a la relación jurídica o cundo ésta se extingue por otra causa, podrán ponerse de acuerdo sobre la cuantía de la
indemnización.

7. El contrato de concesión mercantil y el contrato de franquicia.


A) El contrato de concesión
1. Noción y función
Se trata de un contrato por el cual un empresario (concesionario) se compromete a adquirir de otro (concedente) productos,
normalmente de marca y en determinados condiciones entre las que se encuentra normalmente el operar en exclusiva en una determinada
zona, para revenderlos y prestar a los compradores de estos productos determinada asistencia una vez realizada la venta. El concesionario,
como revendedor, actúa en nombre y por cuenta propia, bajo su propio riesgo por ser dueño de la mercancía que revende.
El concesionario forma parte de una red de distribución de los productos del concedente. El concedente organiza esta red en el
ámbito de un mercado nacional o más amplio.
El contrato de concesión cumple la función de ser un mecanismo de distribución de los productos del concedente, normalmente
existe un pacto de exclusiva entre ellos, que puede ser bien a cargo del concedente o a cargo del concesionario.
Existe un elevado número de variedades contractuales. En este sentido, merece destacarse, por su relevancia en el mercado, el
contrato de distribución selectiva. Se trata éste de un sistema de venta que se desarrolla a través de diversos distribuidores seleccionados. La
selección no se realiza en función de criterios territoriales, sino en función de unos criterios objetivos, que deben cumplir los comerciantes que
deseen acceder a la red de distribución. Aunque se trata de un contrato atípico, la normativa europea nos proporciona los dos elementos
esenciales que caracterizan la figura: por un lado, se trata de un sistema por el cual el proveedor se compromete a vender los bienes o
servicios objeto del contrato, directa o indirectamente, solo a distribuidores seleccionados sobre la base de criterios específico; por otro lado,
dichos distribuidores se comprometen a no vender tales bienes o servicios a distribuidores o agentes no autorizados.

2. Contenido del contrato.


Se trata de un contrato bilateral, que da lugar a una relación jurídica de duración. Para determinar cuáles son las obligaciones de las
partes, tienen especial importancia las condiciones pactadas entre ellas.
Son normalmente obligaciones de las partes las siguientes:
1) El cocesionario se obliga, en ocasiones, a comparar un determinado número de productos al concedente durante cierto periodo de
tiempo, pudiendo pactarse que mantendrá una reserva adecuada de estos productos para su reventa.
2) El concedente se obliga a vender o suministrar al concesionario los productos en los términos pactados. Si se establece una cláusula
de exclusiva a su cargo, se obliga a no vender o suministrar los productos objeto del contrato a otros revendedores que estén
establecidos en la zona o territorio del concesionario.
El concedente en particular, cuando es un fabricante, ofrece una garantía de sus productos.
3. Extinción del contrato.
El contrato de concesión se extinguirá por las cláusulas en él previstas. Existe una frecuente litigiosidad cuando se pone fin a la
relación contractual, esto se debe a que el concesionario estima a que se produce un daño simplemente por la extinción del contrato, dadas
las inversiones que ha realizado para su ejecución, aparte de que el concesionario estima que debe obtener una indemnización por la clientela
aportada al concedente.
Los contratos de concesión suelen regular con detalle las causas de extinción del contrato y las consecuencias que se derivan de su
extinción. En los contratos de concesión suele pactarse que no existe otro derecho a la indemnización que el consistente en la recompra de
todos los productos que haya adquirido el concesionario.
Es frecuente que el contrato de concesión sea por tiempo indefinido. En este supuesto, las partes tiene la facultad de poner fin a la
relación jurídica mediante una declaración unilateral de desistimiento, que ha de ejercitarse con buena fe, lo que implica un cierto plazo de
preaviso antes de poner fin a esa relación. Normalmente este preaviso es de 3 - 6 meses. La falta de preaviso no impedirá que se extinga el
contrato, pero impondrá a la parte que ha incumplido el deber de indemnizar los daños y perjuicios ocasionados.
Dada la distinta naturaleza del contrato de concesión y el contrato de agencia, los tribunales se ha orientado de forma mayoritaria en
el sentido de considerar de no ser aplicables al contrato de concesión las normas de la Ley del Contrato de Agencia relativas a la indemnización
por clientela y daños y perjuicios.

B) El contrato de franquicia.
Se trata de una figura escindida del contrato de concesión. La franquicia tb tiene la finalidad de facilitar de modo estable la
distribución de bienes o servicios mediante la organización de un red que cubra el zona más o menos amplia en el mercado. El contrato de
franquicia Franchising, puede definirse diciendo, de acuerdo con la Doctrina Jurisprudencial, que es aquel contrato que se celebra entre dos
partes jurídica y económicamente independientes, en virtud de cual una de ellas (franquiciador) otorga a la otra (franquiciado) el derecho a
utilizar bajo determinados condiciones de control, y por un tiempo y zona delimitados, una técnica en la actividad industrial o comercial o de
prestación de servicios del franquiciado, contra entrega por éste de una contraprestación económica.

Una nota característica de este contrato es que el franquiciador permite al franquiciado el uso, dentro de los términos pactados, de
sus signos distintivos, en particular el rótulo de su establecimiento y la marca de sus productos.

El contrato de franquicia ha obtenido en nuestro ordenamiento un cierto reconocimiento legislativo por medio de art. 62 de la Ley de
Ordenación de Comercio Minorista. Este artículo dice que es el acuerdo o contrato por el que una empresa, denominada franquiciadora, cede
a otra, denominada franquiciada, el derecho a la explotación de un sistema propio de comercialización de productos o servicios.

Este artículo es desarrollado por el RD 201/2010, de 26 de febrero, por el que se regula el ejercicio de la actividad comercial en
régimen de franquicia y la comunicación de datos a registros de franquiciadores. El art. 2 de este RD da un concepto más detallado del
contrato de franquicia al decir que es un contrato por el cual una empresa, el franquiciador, cede a otra, el franquiciado, en un mercado
determinado, a cambio de una contraprestación financiera, el derecho a explotación de una franquicia, sobre un negocio o actividad mercantil
que el primero haya desarrollado anteriormente con suficiente experiencia y éxito, para comercializar determinados tipos de productos o
servicios y que comprende, por lo menos:
1. El uso de una denominación o rotulo de establecimiento común u otros derechos de propiedad intelectual e industrial y una
presentación uniforme de los locales o medios de transporte objeto del contrato;
2. La comunicación por el franquiciador al franquiciado del llamado know-how (el saber hacer);
3. La prestación al franquiciado de asistencia comercial, técnica o ambas durante la vigencia del contrato.

El registro de franquiciadores previsto por el art. 62.2 de la Ley de Ordenación del Comercio Minorista, es competencia del Ministerio
de Industria, Turismo y Comercio. El citado RD 201/2010 indica las funciones de este Registro administrativo, el procedimiento de la inscripción
en él, así como las obligaciones de los franquiciadores inscritos y su coordinación con los registros de franquiciadores llevados por las
Comunidades Autónomas.

Con relación a la relación contractual ha de indicarse que esta regulación se preocupa:


1. Que el eventual concesionario de la franquicia, con una antelación mín. de 20 días a la conclusión del contrato, reciba el texto del
futuro contrato, en el que se debe detallar las condiciones del mismo y, además, contener una información amplia sobre la
estructura y extensión de la red en España del franquiciador.
2. Perfeccionado el contrato de franquicia su contenido esencial es el siguiente:
 El franquiciador esta obligación a ceder la explotación de la franquicia, que se concreta en otorgar al franquiciado el derecho a
comercializar determinados tipos de productos o servicios, lo que implica, al menos, el uso de la denominación o rótulo común
en sus locales y medios de transporte, la obtención de la técnica precisa para la explotación del negocio (en particular “el saber
hacer” o know-how de la actividad que ha de realizar el franquiciado) y la asistencia comercial o técnica continuada durante la
vigencia de la relación jurídica;
 El franquiciado, además de obligarse a realizar con la diligencia debida la actividad precisa para la explotación de la franquicia,
se obliga a pagar al franquiciador la contraprestación convenida.
3. Respecto a la extinción del contrato cabe señalar que, el mismo puede ser por tiempo definido o por tiempo indefinido. Extinguido el
contrato de franquicia, el franquiciado queda obligado a no usar los signos distintivos de la franquicia y a cesar en la actividad objeto
del contrato que venía efectuando.

8. El contrato de mediación o de corretaje


El contrato de mediación es aquel por el que una persona se obliga a abonar a otra, llamada mediador o corredor, una remuneración
por indicarle la oportunidad de concluir un negocio jurídico con un tercero o por servirle de intermediario en esa conclusión, siempre que haya
contribuido eficazmente a ella, dependiendo su remuneración, salvo pacto en contrario, de la celebración del contrato en que ha intervenido.
El mediador facilita la conclusión de un contrato y su remuneración está condicionada generalmente a esta conclusión.
El contrato de mediación es atípico, pero existen un conjunto de normas, en su mayoría de carácter reglamentario, que disciplinan el
ejercicio de determinadas profesiones de mediadores. Así, por ejemplo, las relativas a los llamados Agentes Mediadores, los Corredores de
Seguros y de Reaseguros Privados, también son mediadores, a pesar de su denominación, los Agentes de la propiedad inmobiliaria.

9. El contrato de factoring
A) Noción y funciones
Se trata de un contrato de colaboración, es un contrato de carácter complejo, por el que una sociedad (denominada factor o
sociedad de factoring) se obliga frente a un empresario a gestionar el cobro del conjunto de los créditos que éste tiene frente a sus clientes y
ceden al factor, garantizando en unos casos el cobro de una parte o de la totalidad de los mismos en el supuesto de insolvencia del deudor del
crédito cedido, o bien anticipando el importe de los créditos, o ambas cosas a la vez. Además de estas prestaciones principales, el factor se
obliga normalmente a efectuar algunas prestaciones complementarias, como son informaciones comerciales, selección de la clientela, llevanza
de la contabilidad del empresario, etc.
De las distintas funciones realizadas por las sociedades de factoring destacan las de garantizar los créditos cedidos por los
empresarios y la de anticipar el importe de los créditos cedidos. Esta función de financiación de los empresarios es una nota distintiva de estas
sociedades.
Por estas funciones las sociedades de factoring han venido considerándose por la legislación uno de los establecimientos de créditos.
El régimen general de esta categoría de entidades integra el Titulo II de la Ley 5/2015, de 27 de abril, de fomento de la financiación
empresarial, cuyo art. 6.1 dice que podrán constituirse, previa autorización del Ministerio de Economía y Hacienda, empresas que con carácter
profesional se dedican a la actividad de factoring.

B) Obligaciones de las partes.


Las obligaciones fundamentales de las partes pueden resumirse diciendo:
1) La sociedad factoring o factor se obliga a realizar la gestión de cobro de aquellos créditos que, bien por voluntad propia o por la
voluntad de empresario, no le sean cedidos, sino simplemente tenga el encargo de presentarlos al cobro. Igualmente, el factor habrá de
prestar al empresario los servicios complementarios que hayan convenido (informes comerciales, llevanza de la contabilidad, etc).
El factor se obliga con frecuencia a financiar al empresario, mediante la cesión de los créditos que éste tenga frente a sus clientes, a
cambio del descuento de un interés, comprometiéndose el factor a intentar cobrar los créditos en el momento de su vencimiento. En el
supuesto de impago de los créditos, el empresario queda obligado a restituir la cantidad anticipada por el factor.
El factor en ocasiones asume la titularidad del crédito y el riesgo del impago del crédito por parte del cliente del empresario, cuando
ese cliente caiga en insolvencia, de forma que el factor asume en tal supuesto una función de garantía.
2) El empresario asume la obligación de ceder al factor el conjunto de créditos frente a sus clientes que deriven de su actividad
empresarial y que nazcan durante el tiempo en que permanezca en vigor el contrato de factoring. El factor suele reservarse la facultad de
rechazar la cesión de ciertos créditos, respecto a los cuales asumirá simplemente la obligación de gestión de cobro.
El empresario deberá pagar las comisiones que hayan sido pactadas por la actuación del factor. En el caso de que reciba financiación
del factor, los intereses se descuentan de los anticipos que el empresario reciba.

Tema 9 La compraventa mercantil y de otros contratos de prestación de cosas.


1. Delimitación de la compraventa mercantil.
A) Introducción.
La compraventa es un contrato por el cual una persona (el vendedor) se obliga a entregar una cosa a otra persona (el comprador),
que se compromete a pagar un precio, art. 1445 de C Civil.
El concepto de la compraventa y las obligaciones que engendra el contrato han de buscarse en el C Civil, pero dentro de nuestro
ordenamiento surge una normativa especial para aquellas compraventas que se califiquen como mercantiles, que se delimitan por el C Com,
fundamentalmente por medio de los art. 325 y 326.
Existe, por lo tanto, una doble regulación en el C Civil y en el C mercantil. Además, debemos añadir las normas sobre la compraventa
mercantil con consumidores contenidos en la Ley de Ordenación de Comercio Minorista y en la Ley del Consumidor.

B) La delimitación según el Código de Comercio.


El C Com dedica unos artículos a la regulación de la compraventa mercantil, los primeros de los cuales se preocupan de delimitar esta
compraventa frente a la civil, art. 325 y 326. La técnica de delimitación de estos dos artículos crea graves problemas de interpretación.
Podemos considerar como las compraventas mercantiles
1) Las compras de cosas muebles realizadas con la finalidad de lucrarse en la reventa, art 325 y 326.1. Las cosas pueden haberse
adquirido para venderlas en el mismo estado en que se encuentra (como hacen los comerciante) o bien en otro estado diferente (como sucede
con las materias primas y productos adquiridos por los fabricados o industriales).
2) Se consideran mercantiles las ventas realizadas por el empresario cuando el comprador tb lo sea y adquiera la cosa para su
actividad económica. No se considera como mercantiles, las ventas efectuadas por el empresario a los consumidores y tampoco, se considera
mercantiles, las ventas que hacen de sus productos los artesanos, agricultores o ganaderos. La normativa complementaria de C Com se ha
ocupado de las ventas a los consumidores.

C) Normas sobre venta a los consumidores.


La falta de regulación adecuada en el C Com de las ventas de cosas muebles a los consumidores, y en general al público, se ha ido
supliendo dentro de nuestro ordenamiento por algunas disposiciones especiales, que tienen primacía sobre las normas de C Com.
Estas normas sobre las ventas a los consumidores se han recogido en gran medida en la Ley de Consumidores.

3. Los efectos de contrato.


A) Las obligaciones del vendedor
Son obligaciones fundamentales del vendedor la entrega de la cosa y la garantía por evicción y vicios o defectos de la cosa.
a) La obligación de entrega.
El vendedor se obliga, como consecuencia de contrato, a entregar al comprador la cosa vendida en el momento y en el lugar
convenido. Si la compraventa hace referencia a una cosa determinada será ésta que deberá entregarse, y no otra diversa, aun cuando sea
semejante. Si se trata de cosas genéricas, como sucede frecuentemente en el caso de mercancías, el vendedor deberá entregar la cantidad,
calidad y tipo de aquellas que correspondan a las estipuladas en el contrato y que estén envasadas o embaladas en la forma pactada. La cosa
se considera entregada cuando está en poder y posesión del comprador. Pero la entrega material de la cosa no es siempre necesaria para que
se entienda cumplida la obligación del vendedor, porque se admite, como en el Derecho Civil, la tradición ficticia e instrumental. Nuestro C
Com estima que la obligación del vendedor se considera cumplida, por regla general, cuando tenga la mercancía puesta a disposición del
comprador (art. 337-339). A partir de este momento se considera, que el vendedor ha cumplido con su obligación de entrega, que habrá de
completarse con la obligación del comprador de retirar la mercancía.

b) La obligación de garantía
Dentro de la obligación de garantía se incluye el saneamiento por evicción - es decir, cuando se prive al comprador de la cosa por
sentencia firme y en virtud de un derecho anterior a la compra - y por los vicios y defectos de la cosa. El aspecto de la garantía por evicción no
tiene gran interés en la compraventa mercantil por la protección que recibe el adquirente de buena fe de una cosa mueble, en cambio la
garantía por los vicios de la cosa tiene una acusada transcendencia práctica, que vamos a pasar a examinar. El régimen general de garantía por
vicios de la cosa no es de aplicación cuando el comprador es un consumidor, cuya protección, según hemos de ver, es superior.

1. Denuncia de los vicios y defectos de la cosa


La especialidad en el régimen de la compraventa mercantil en este punto consiste en que se establece un deber del comprador de
denunciar con rapidez la existencia de vicios o defectos de la cosa, pues si no se actúa con rapidez, decae la posibilidad de actuar judicialmente
contra el vendedor.
Además el C Com llega a asimilar la prestación viciosa con ciertos supuestos de prestación diversa. Se dice que hay vicio de la cosa
cuando siendo idéntica la cosa entregada a la que fue objeto de contrato, presenta algunas alteraciones anormales (el vino se ha agriado por
defecto del embotellado). Hay defectos de calidad cuando no es idéntica la cosa contratada y la entregada (se entrega un vino de 11º cuando
se contrató uno de 15º). El art. 336 hace un tratamiento unitario de los vicios, defectos de calidad o cantidad, pero con la finalidad de no
perjudicar excesivamente al comprador con una interpretación amplia de este precepto, se dice que el art. 336 es inaplicable cuando los
defectos son de especial entidad.

2. Plazos para efectuar la denuncia


El C de Com establece unos plazos breves de denuncia del vicio o defecto de calidad. La finalidad de imponer al comprador una
celeridad en la denuncia radica en el deseo de que el vendedor pueda enterarse en un término breve que la operación ha concluido
felizmente. Por medio de la protección al vendedor se quiere otorgar una protección a la seguridad del tráfico mercantil.
En cuanto al plazo para la denuncia es preciso distinguir:
 Que se trate de vicios, defectos de calidad o cantidad que sean aparentes, esto es, que puedan ser conocidos por el comprador al recibir
las mercancías. En este caso, el comprador debe denunciar los vicios o defectos en el acto de la entrega si examina la mercancía, pues si
no hace la denuncia en este momento, el comprador pierde todo derecho a reclamar por estas causas. El examen de las mercancías
puede ser voluntario por parte del comprador u obligatorio en el caso de que el vendedor lo exija (art. 336.1º y 4º). SI el comprador no
examina las mercancías en el acto de la entrega, como sucede cuando vienen enfardadas o embaladas, tiene un plazo de 4 días desde que
las recibió para hacer la denuncia de los vicios o defectos (art. 336.2).
 Si los vicios son internos, es decir, cuando los efectos no sean reconocibles en el examen de la cosa en el momento de la entrega, el
comprador tiene un plazo de 30 días a partir de la entrega para denunciarlos (art. 342).

3. Efectos de la denuncia
Los efectos de la denuncia radican en que el comprador conserva la acción para reclamar contra el vendedor. Si los vicios son
aparentes, el comprador puede solicitar la resolución del contrato o su cumplimiento y en cualquier caso podrá solicitar la indemnización de
los daños y perjuicios (art. 336.3). Si se trata de vicios ocultos, el comprador, efectuada la denuncia en el plazo de 30 días indicados en el art.
342, podrá ejercitar las acciones reconocidas en este caso por el C Civil en el término de 6 meses contados desde la entrega (art 1490 C Civil).

4. Modificación convencional de la obligación de garantía por vicios


El régimen de la garantía por vicios o defectos de la cosa establecido en el C Com puede ser modificado mediante pactos
contractuales, por ejemplo alargando los plazos para la denuncia de los vicios aparentes o los ocultos.

5. Régimen especial en el caso de venta a los consumidores.


Se ocupan de esta cuestión la Ley de Ordenación de Comercio Minorista y la Ley de los Consumidores.
La Ley de los Consumidores regula con cierto detalle la garantía de los bienes de consumo, estableciendo una obligación a cargo del
vendedor cuyo incumplimiento da lugar a una responsabilidad, al tiempo que se ocupa de la reparación y sustitución de producto.

a’ La obligación de garantía.
El contenido de la obligación de garantía del vendedor frente al comprador, que tenga la consideración de consumidor, es más
amplio, ya que parte del llamado principio de “conformidad de los bienes con el contrato”, que presupone que la cosa vendida cumple todos
los requisitos que en él se expresan o que pueden esperarse de él por el consumidor, dadas las condiciones de la calidad y las prestaciones
habituales de un bien del mismo tipo. Esta falta de conformidad del bien vendido con el contrato se entiende que se produce no solo cuando
bien no se ajuste a la descripción realizada por el vendedor, o cuanto no sea apto para los usos ordinarios, sino que tb cuando bien ha sido
instalado por el vendedor y resulta incorrecta esta instalación del bien.
La obligación de la garantía tiene una duración de dos años desde la entrega del bien.

b’ Garantía comercial adicional.


El vendedor podrá ofrecer al comprador una garantía adicional que amplíe la garantía prevista por la Ley. Esta garantía deberá
formalizarse por escrito.
c’ Servicio técnico posterior a la venta.
La Ley de Ordenación de Comercio Minorista, establece que el productor o, en su defecto, el importador, garantizará en todo caso
frente a los compradores la existencia de un adecuado servicio técnico para los bienes de carácter duradero que fabrique o importe, así como
el suministro de piezas de repuesto durante un plazo mín de 5 años a contar desde la fecha que su producto deje de fabricarse.

B) Las obligaciones del comprador.


 Pago del precio
Es la obligación fundamental del comprador.
La Ley de Ordenación del Comercio Minorista parte del principio de que el comerciante puede pactar con su proveedor el plazo que
estimen conveniente para el pago de la mercancía, pero a falta de pacto deberá efectuar el pago antes de 30 días a partir de la fecha de
entrega de las mercancías.
 Recepción delas mercancías.
El comprador debe facilitar la entrega de las mercancías por parte del vendedor haciéndose cargo de ellas. El alcance de esta
obligación dependerá del momento y lugar de la puesta a disposición de la cosa por parte del vendedor. Pero para efectuar esta puesta a
disposición es precisa en distintos supuestos la colaboración del comparador, que debe señalar al vendedor, por ejemplo, cual es el lugar que
debe efectuarse tal puesta a disposición. Si no se dice nada se entiende que la puesta a disposición será en el establecimiento del vendedor. Si
el comprador rehúsa sin justa causa el recibo de las mercancías compradas, o demora el hacerse cargo de ellas, el art. 332 C Com indica que el
vendedor puede depositar judicialmente las mercancías, siendo los gastos por cuenta del comprador.

4. La transmisión de los bienes.


La cosa vendida, una vez perfeccionado el contrato, puede destruirse o sufrir un deterioro por caso fortuito, o bien por otra causa no
imputable al vendedor, de manera que esa cosa puede no llegar a poder del comprador. El problema de la transmisión del riesgo se centra en
saber a partir de qué momento el comprador será deudor incondicional del precio, aunque no reciba ningún beneficio del contrato. Es decir, si
el riesgo recae sobre el vendedor, éste no entrega la cosa y pierde derecho al precio, de forma que si ha recibido parte del precio tendrá que
devolverlo al comprador, art. 335 C Com. Por el contrario, si el riesgo pesa sobre el comprador estará obligado a pagar el precio sin recibir la
cosa o recibirla con los daños y menoscabos sufridos.
La solución del C Com podemos resumirla de la siguiente forma:
a) Si se trata de compraventa de cosa determinada, el riesgo es del vendedor hasta que la cosa se pone a disposición del comprador; a
partir de este momento se transmite el riesgo al comprador.
b) Si la venta es de cosa genérica el riesgo se transmite al comprador a partir del momento de la especificación de la mercancía (esto es,
hasta que la cosa vendida no fuera cierta y determinada, art. 334.1).
c) En el caso de la compraventa con facultad de examinar la mercancía, el riesgo no se transmite hasta que la mercancía es examinada.

5. El incumplimiento del contrato.


Al exponer las obligaciones de las partes en el contrato de compraventa ya hemos hecho mención, al tratar de la obligación de
garantía, de régimen del incumplimiento de esa obligación; ahora vamos a referirnos al incumplimiento de la obligación del vendedor de
entregar la mercancía y al incumplimiento del comprador de sus obligaciones de pagar el precio y recibir la mercancía.
A) Incumplimiento de la obligación de entrega.
El C Com equipara la falta de entrega de las mercancías en el plazo previsto en el contrato al incumplimiento total, de forma que el
comprador que no ha recibido la cosa en dicho plazo puede pedir el cumplimiento o la resolución del contrato, con la indemnización en ambos
casos de los perjuicios que se le hayan causado por la tardanza, art. 329 del C Com.
Si el vendedor se haya comprometido a entregar una determinada cantidad de mercancías en un plazo fijo y solo entregue una parte,
el comprador no está obligado a recibir esa parte ni aun bajo la promesa de que se le entregará el resto. Pero si el comprador acepta la
entrega parcial, queda consumada la venta en cuanto a los géneros recibidos, aunque permanece a salvo el derecho del comprador a pedir, en
lo que se refiere al restos de las mercancías, el cumplimento del contrato o su resolución, art. 330.
En el caso de que el vendedor entregue una cosa distinta a la pactada o una cosa defectuosa, estará obligado a efectuar la prestación
prevista en el contrato o a reparar los defectos, y si éstos tuvieran una cierta gravedad, el comprador podrá resolver el contrato.

B) Incumplimiento de la obligación de pagar el precio.


Si el comprador no paga el precio en el momento debido se constituye en mora y está obligado a pagar el interés de la cantidad que
adeuda al vendedor. El vendedor, entregadas las mercancías y no pagadas, tendrá la facultad de resolver el contrato.
En el caso de que se haya previsto el pago anticipado de la mercancía, el vendedor no está obligado a entregar la cosa si no recibe su
importe. Por otro lado, y al margen del derecho de retener la mercancía, el vendedor goza de un derecho real sobre la mercancía vendida que
se encuentre en su poder, aunque sea en calidad de depósito, que le permite enajenar esa mercancía a un tercero para obtener el pago del
precio de los intereses ocasionados por la demora (véase el art. 340 C Com).
La Ley de Ordenación del Comercio Minorista declara que se producirá el devengo de los intereses moratorios en forma automática a
partir del día siguiente de la fecha señalada para el pago.

C) El incumplimiento de la obligación de recibir las mercancías.


El incumplimiento de la obligación del comprado de recibir las mercancías se produce en dos supuestos: a) cuando sin justa causa
rehúsa el recibo de los efectos comprados; b) cuando demora hacerse cargo de ellos (art. 332 C Com).
SI el comprador sin justa causa rehusare el recibo de los efectos comprados podrá el vendedor pedir el cumplimiento del contrato o
su resolución, depositando judicialmente, en el primer supuesto, la mercancía. Tb el vendedor podrá constituir el depósito judicial de las
mercancías vendidas cuando el comprador simplemente demore el hacerse cargo de ellas (art. 332.2). Los gastos del depósito en uno u otro
caso serán por cuenta del comprado, salvo que el rehúse de la mercancía o la demora en su recepción sean imputables al vendedor.
Si el vendedor en el supuesto del rehúse de la mercancía sin justa causa por parte del comprador opta por la resolución, el
comprador deberá abonar los daños y perjuicios que causaron. Si el vendedor opta por el cumplimiento, y los efectos vendidos no han sido
depositados judicialmente, el vendedor quedará obligado a su custodia y conservación, según las Leyes del Depósito, sin perjuicio de poder
reclamar tb los daños y perjuicios.

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