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1867 Dolores Soledad Acosta
1867 Dolores Soledad Acosta
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VIDA SUR-AMERICAN A .
VIDA SUR-AMERICANA
por la señot·a
\.
SOLEDAD A COSTA DE S AM P E~ j)/ 33-j'fl/.3
111
GANTE ,
IMPRENTA DE E U G . VANDERHAE G HEN.
1869.
A-LA
MEMORIA DE MI PADRE
EL GENERAL
JOAQUIN ACOSTA.
Dolores. . . Pagina
Teresa la Limeña 73
El corazon de la mujer : 235
, Matilde. ·. 24.0
, Manuelita 260
, Mercedes 274
, Juanita . 302
, Margarita 312
, Isabel . 239
La Perla del Valle. 349
llusiou y realidad. 363
Luz y Sombra 37!>
Tipos sociales :
, La Monja . 399
,, Mi Madrina 411
Un Crímen . 423
PARTE PRIMERA.
PARTE SEGUNDA .
PARTE TElWERA.
23 de junio 1843.
" Hace un año que sufro sola, aislada, abandonada
POr el mundo ente1·o en este desierto. Oh ! si hubiera
álguien que se acordara de mí ¿ cómo no me hubieran
Ü~ llegar ráfagas de consuelo que inspiraran resigna-
Clon á este corazon desgarrado? A lo léjos en la lla-
nu~·a corren y se divierten. Mañana es día de San Juan,
aniVersario de las fiestas de N***. Las fiestas! qué de
recuerdos me traen á la memoria! Hoy encontré por
casualidad un ramo de jazmines secos ¿ podrá creerse
que este sér monstruoso que aparece ante mí al acer-
carme al espejo es la bella uiña á quien fueron rega-
ladas estas flores? Antonio , Antonio, tú á quien amo
euel secreto de mi alma, cuya memoria es mi único
~o:ts~elo, Antonio, te acordarás acaso todavía ele la
lllfehz á quien amaste? Si SUIJÍeras cómo me persigue
tt '
ttmagen! Resuena tu nombre en el susurrante ramaje
e10 los árboles , en el murmullo de la corriente, en el
Perfume de mis flores favoritas, en el Yicnto que silba,
~ntrc las páginas del libro en que me fijo, en la punta,
e e la pluma, con que escribo; veo tus iniciales en el
Mayo de 1844.
" Espantoso n1artirio ...... la enfermedad no
sigue su curso onlinario. ¿Viviré aun muchos años?
Hay noches en que despierto llena de agitacion : soñé
<tue al fin pude conseguir una pistola; pero al quererme
matar no dió fuego y en mi pugna por dispararla des-
perté: ..... Otras veces imagino que estoy nadando en
un caudaloso rio, y me dejo llevar dulcemente por las
Setiembre de 1845.
" Siempre el silencio , la soledad, la auseneia de una
voz amiga que me acaricie con un tono de simpatía.
La eterna separacion! ¿Podrá haber idea mas aterra-
dora para un sér nacido para amar?
Marzo de 1846.
" A veces me propongo estudiar, leer, aprender
para hacer algo, dedicarme al trabajo intelectual y
olvidar así mi situacion : procuro huir de mí misma,
pero siempre, siempre el pensamiento me persigue,
Y como dice un autor frances : " Le chagrín monte
en C?'oupe et galope avec moi. ,
" La mujer es esencialmente amante, y en todos
los acontecimientos de la vida quiere brillar sola-
mente ante Jos séres que ama. La vanidad en ella
es por amor, como en el hombre es por ambic:ion.
Para quién aprendo yo? Mis estudios, mi instruccion,
mi talento, si acaso fuera eierto que lo tuviera, todo
es~o es inútil, pues jamas podré inspirar un senti-
nnento ele aclmiracion : estoy sola, sola para siem-
pre. , ...
Setiembre 6 de 1846.
" Ya todo acabó para mí. Pronto moriré : mi
lllano apéuas puede trazar estas líneas con dificul-
tad. Cuánto habia deseado este dia! pero ¿porqué
no he tenido la dicha de morir ántes, euando tenia
una ilusion? Acaso soy injusta; pero este golpe aflojó,
por clecirlo así, la última cadena que me ligaba á
; existencia. Rrcibí una carta de Pedro fechada en
ogotá : pobre primo mio! pensé al abrirla; pronto
Pod_ré oir tu voz ; y tambien por él tendré alguna
not1eia directa de Antonio ...... Mi corazon latía con
TERESA LA LIMENA.
,.
I.
Un ancho balcon daba casi inmediatamente sobre
la pedregosa playa de Chorrillos, en donde las olas
del mar venían á morir con dulce murmullo, mién-
tras que mas léjos se estrellaban ruidosamente con-
tra murallones y fuertes estacadas.
Empezaba á caer el sol y la rada resplandecía con
la luz de arreboles nacarados, que iluminaban bri-
llantemente á los que paseaban por las orillas del
mar. Bellas mujeres arrastraban sus largos ropajes,
Y elegantes petimetres pasaban en grupos mirando á
las ?añadoras, que jugaban y reian entre el agua,
ataviadas con sus extraños vestidos de género oscuro
Y_ sus sombrerillos de paja. Se oian de tiempo en
hempo gritos apagados por la distancia, cuando se
~st,:ellaban las espumostts olas cerca de alguna tímida
)anadora; y este ruido lo interrumpían risas lejanas
Y el constante ladrido de un perrillo que jugaba con
II.
Teresa era hija de liD rico capita lista de Lima ;
su
rnadre, bella chilen a de suave carác ter y salud
acha-
cosa, babia vivido retira da desde que se casó,
en
Chorrillos, en donde su esposo, mas por vanid ad
que
Por cariñ o, le babia mand ado edificar una herm
osa
~asa á orillas del mar. El señor Santa Rosa fué uno
; los prime ros que edificaron casa · cómoda en aquel
la
~ 1 ~a;ántes de él los limeños que queri an recup erar con
anos de mar la salud perdi da, solo tenía n allí ranch
os
~n donde pasab an incómodamente algunos Jí~s. Poco
a. POco las casas miserables se fueron convirtiend
o en
l'Icas habit acion es, que se hau quedado basta el
dia
con el nomb re de 1·anchos.
La salud de la madr e de Teres a le impe día recib
ir
III.
Pasaron, sinembargo, algunos meses, ántes de que
una y otra cumpliesen la promesa de escribirse; al
fin Teresa recibió una carta de Lucila.
" .. No te mentiré, decía, disculpándome con que
no había tenido tiempo para escribirte, lo que no
seria cierto; te confesaré que el motivo ele mi silen-
cio ha sido otro : temía descubrirte el fondo de mi
alma y hacerte conocer mi desengaño .. .. Si supieras,
querida mia! mas fácil será referirte mi vida desde
que llegué aquí y lo que sucedió, ó mas bien lo que
no sucedió ....
" Sabes que somos pobres, pues mi padre solo ha
conservado de la herencia de sus mayores una pe-
queña casa en Ufl rincon de las tierras que ántes
fueron de la familia; pequeña pero cómoda y con
IV.
V.
Entre las bellezas notables y de moda entónces en
Lima, habia una linda muchacha llamada Rosita Car-
do.so. No siendo rica, con dificultad poclia competir en
lu.]o con las demas señoritas de la sociedad limeña;
Pero á falta de recursos sabia aprovecharse de las cir-
cunstancias. Apénas llegó Teresa á Lima, le manifestó
mucho cariño, y deseando gozar de las comodidades
que ésta le podia proporcionar en sus relaciones ínti-
mas , al cabo de poco tiempo se hizo su amiga inse-
Parable.
En realidad Rosita no queria á su nueva amiga y le
VI.
VII.
(') Histórico.
VIII.
X.
Pasó un año de matrimonio : Leon había ido tres
ó cuatro veces á Lima, permaneciendo apénas, cada
vez, algunos dias : la presencia 6 ausencia del in-
significante jóven no tenia importancia para nadie.
Parecia siempre disgustado de su vida campestre y
volvía á ella con tristeza; Teresa no podia ménos que
confesarse á sí misma que no era feliz .... pero los dos
padres estaban perfectamente satisfechos, por cuanto
habian hecho un buen negocio sin tener en cuenta
para nada las el os víctimas. ... Por11ué habían de
serlo? .... acaso Teresa no gozaba una vida repleta
ele lujo y diversiones? es cierto que Leon vivia léjos
del centro en que se había criado; pero la juventud
es para trabajar, y lo que ganaba entónces le ser-
viría dentro de pocos años para ir á Europa con un
buen c.apital rrue le abriría los mas ricos salones ele
París.
Para festejar el aniversario ele su matrimonio, Leon
Permaneció en Lima mas tiempo que en los anteriores
viajes y se mostró con Teresa mas tierno que ele
costumbre. Sintiendo ésta, con pena, cuán indiferente
Y aun antipático le era su marido, procuró, en lo
posible, mostrarse mas amable. El sentimiento del
deber que se cumple causa siempre una satisfaccion
íntima que compensa ampliamente el sacrificio que
se hace; así Teresa había pasado algtmos días contenta
con el convencimiento de haber hecho ménos amarga
8
XI.
XII.
Vre sóli!
(Desgraciado del que está solo.)
XIII.
Teresa había recibido varias cartas de Lucila du-
rante los años anteriores, las que le causaban siem-
pre pena. Generalmente eran corta.s y solo le hablaba
de la vida monótona que llevaba y de su salud que
se debilitaba cacla dia; á, que se agregaba un agudo
pesar, que no explicaba claramente pero sí dejaba com-
prender : cierta propension de su padre á la locura,
que iba degenerando en monomanía muy singular.
He <tquí una carta que recibió nuestra heroína á
los pocos dias de haber muerto Leon; circunstancia
de 11uo Lucila no tenia noticia :
. 1. 0 Je marzo de 185 ....
" Querida mia : - Hoy hace cuatro años que nos
despedimos, probablemente para siempre! Cuatro años
se han pasado desde aquel dia en que, llenas de es-
peranzas, emprendimos el camino de la vida!.... Y
cuantas penas, tristezas y desengaños hemos recogido,
en vez de las flores que sembramos en el jardín de
nuestros ensueños! Digo que hemos sufrido desenga-
ños, aunque tú nada me dices con claridad, pero al
traves ue tu estilo leo en tu corazon.
15 de abril.- Niza.
" Interrum pí mi carta empezada en (.lias pasados
Porque me enfermé nuevamente y estuve de muerte;
Pero ahora 11ue este clima me ha mejorado quiero
seguir cscrih}énJoto. Un fuerte ataque al pecho me
debilitó tan completamente que creí que todo habia
concluido; pero ya ves que no fué así, y encontrando
el médico que mi. reposicion ora muy lenta, acon ejó
un clima mas cáli<lo. Mi tia, 11ue deseaba tambien
· llevar á la niñita de Reinaldo á Niza, ha querido que
Yo la acompañe.
u El cambio, no solamente físieo sino moral, me ha
aprovechado, y aunque hace poco que estoy aquí
elUpiezo á rohrar fuerzas. Sincmba rgo, no puedes
18 de abril.
" Hace dos días dejé de escribir para pasear con
Adelina; á la vuelta, miéntras la criada entraba á pre-
pararle su alimento, la tomé en los brazos y me senté
con ella en un banco del jardín; pronto se quedó dor-
XIV.
El señor Santa Rosa le elijo un dia á su hija :
- Mi socio en Europa desea volver á Lima y me
suplica que lo vaya á reemplazar en Paris.... Creo
que no tendrás inconveniente en acompañarme; será
preciso partir por el próximo paquete; prepárate,
pues. Aunque todavía no tengo el capital que hubiera
deseado, siempre podremos presentarnos sin bochoruo
en los salones hispano-americanos de Paris.
Una profunda emocion hizo latir el corazon de Te-
resa. Lima era para ella entónces muy desagradable,
pues á causa de su luto casi todas sus amigas la
habian abandonado, y vivia sola, entregada á sus pen-
samientos, que por cierto no eran muy risueños. Dejar
este lugar en que habia sufrido tanto era un alivio;
por otra parte, cuánta dicha en volver á abrazar á
Lucila, sacarla ele enmeclio de esa vida tan monótona,
volverle la animacion, y á fuerza de cuidados infun-
dirle energía y voluntad. Ir á Europa! viajar, conocer
esos paises que solo habia entrevisto en su niñez,
sentir en torno suyo agitarse la civilizacion siempre
hirviente y nueva, hacer parte de ella , asistir á las
:fiestas, á las . óperas, á los dramas de caua dia .... Y,
porqué negarlo? en el fonuo ele su alma 1 en su íntima
XV.
XVI.
XVII.
Amour : " Loi, , dit Jesus ; " Mystere, ,
dit Platon. - VrcToR Huoo.
XVIII.
Llegaron al Callao y varios amigos salieron al puerto
á recibir á Santa Rosa y á TerElsa. En medio de esas
personas que por su riqueza y posicion se creían mas
Importantes que él, Montana tuvo que hacerse á un
lado; pero siempre las miradas de los dos amantes
~alvaron las distancias y sus almas se comunicaban
a pesar de todos .
Tambien Rosita se hallaha allí. La viuda que ella
Protegía cuando partió Teresa, se había vuelto á su
pro.vincia, mohína y medio arruinada, sin haber podido
luc1r en la sociedad limeña como lo había esperado;
~e suerte que Rosita se veía en la necesidad de lison-
Jear á otra amiga íntima pero rica, y recibió con
alegría la notjcia del próximo regreso de Teresa.
- Querida Teresita! exclamó abrazándola ; cuánto
11
XIX.
Inmediatam ente Teresa le escribió á Roberto ro-
gándole que difiriese el presentarse en su casa, á fin
ele evitar una escena desagradabl e entre su padre y él,
y motivó su ruego, refiriéndole puntualmen te la bo-
rrascosa conferencia y repitiéndole que sus sentimien-
tos serian siempre los mismos hácia él.
" Su carta., amiga adorada, , le contestó Roberto,
" me ha hecho mucha impresion. Apénas sabia que
mi madre se llamaba Teresa (pero nunca se me dijo
de qué familia era) y que babia sido muy desgraciada ...
Vine al mundo cuando mi padre estaba agonizando,
y mi madre, en su angustia, creyendo que no se
salvaría, se dejó morir. La tristez<t rodeó mi cuna;
nací en medio ele lágrimas y desesperacion; pero igno-
raba que, en parte, por culpa del padre ele usted
babia quedado huérfano .... La Providencia ha querido
al fin reparar estas injusticias de la suerte; si el
señor Santa Ro. a persiguió á mis padres, su hija,
cual un ángel piadoso, ha venido con su bendito amor
á llenar mi vida de esperanza y de dicha .... No; que
no piense el señor Sa.nta Rosa que quiero entnu· :i
su casa; creería yo que los manes ele sus víctimas se
le·mntaban para maldeciTme. Teresa, rica y Todeada
ele lujo, no pueue ser la esposa ele un deshered~do
como yo; pero Tere a pobre y amante, sin mas bnllo
que el ue SU belleza 1 ni mas riqueza flUe la de SUS
Yirtudes, sed. la compañera y el consuelo de un des-
dichado que ella ha enaltecido con su amor.
" No recibamos nada ele su padre ele U; yo traba-
jaré, trabajaré sin desean o, y cuando puet1a ob~ener
algunas comodiuades.... entónces reclamaré el 1dolo
de rnis ensueños ! .. . . "
XX.
XXI.
Teresa no sabia qué hacer, pero al fin resolvió
escribir unas pocas líneas á Roberto, rogándole que
~xplicara su conducta; no podía gastar orgullo con
el! He aquí la respuesta:
"S on tantas las pruebas que tengo de que uste d no
me ama, ni me ha amado jamas, que no creo nece-
sario explicarme. Me he sentido hondamente herido
en mi corazon como amante, y en mi dignidad como
hombre .... Le aseguro á usted que ha Jesaparecido
un amor que usted despreciaba cuando me lo ponde-
raba. Ahora veo claro que usted no supo estimar la
santidad de los sentimientos que me animaron. Fuí
amante, servidor, esclavo; pero parto porque quiero
EPILOGO.
(Ensayos psícológícos).
MANUELITA.
M ERCEDES.
Van VICTIS!
l.
II.
Entre los oficiales se distinguía un jóvcn español,
de noble aspecto, y tan galante como hermoso, el
cual ea breve penetró en mi corazon como en un país
conquistado. Con razon se dice que solo una vez se
ama verdaderamente, pues un sentimiento como aquel
es devasta.dor : gastó las potencias de mi alma y me
1·obó toda la energía y entusiasmo que existían en
mí. La presencia de Pablo era para mí el cielo, Y
en esos momentos hubiera dado mi vida por obtener
una mirada de él. ... Dios mio! lo que sentia era una
locura, una demencia que me extasiaba.
No sé si él me amó del mismo modo, pero pronto
III.
Llegó el tiempo ele partir para el destierro . Recuerdo
que al montar, en la puerta. ele la casa, y clespues de
encontrarme subiendo por el camino de Cruz Verde,
ol aire libre avivó mi espíritu aletargado; y por pri-
mera vez noté con cierto interes lo que pasaba en torno
mio, grabándose en mi memoria cada accidente del
camino.
NaJa turbaba el silencio y la soledad de aquella
escena ó paisaje, sino el ruido del San Cristóbal, que
desciende torrontoso por enmedio de los dos cerros.
Me adelanté para gozar en silencio de mis impresiones :
en cada recodo del camino encontraba algun indígena
que bajaba llevando carbon ó frutas al mercado,
siempre mustio y cabizbajo, <:<aminando con ligereza y
seguridad por entre las escabrosas piedr·as del camino.
El páramo con su calma terrí:fi.ca, su frío y pavo-
roso silencio, me hizo mucha impresion : lo comparé
á mi corazon solitario siempre, helado y sombrío ....
Pero el páramo tenia una ventaja sobre mi corazon :
podia esperar que lo batieran las tempestades, que lo
conmoviera el humean y las nieblas lo ocultaran;
en fin, su a pecto podia cambiar por momentos, mién-
tras que en mí todo sentimiento babia muerto, mi
corazon permanecería inmóvil y sin vida.
En el Salteador nos desmontamos para tomar un
ligero refrigerio; mi padre procuró distraerme llamán-
dome la atencion hácia el paisaje del contorno, y
obligarme á salir ele aquel silencio sombrío que decian
V.
Tal vez yo no debería quejarme ele mi suerte, pero
creo c1ue pocas vidas han sido mas humillantes que
la mia. :Naturalmente Santiago no se había casado
conmigo por darme comodidades no mas, y deseaba
tener la satisfaacion de que se supiese que una señora
de las mejores familias de Bogotá. era su esposa, Y
JUAN ITA.
MARGARITA.
II.
Margarita Valdez, hija de nn honrado comerciante
de Bogotá, quedó huérfana desde muy niña, y su
tutor, deseoso ele salvar su responsabilidad, viéndola
jóven, hermosa y sin ningun pariente cercano que la
pudiese proteger, procuró casarla tan luego como
saliera del colegio. Su modesta belleza llamó la aten-
cion de un mDitar de edall madma f]Ue pidió su mano,
y ántes de presentarse en la sociedad Margarita se vió
casada. Su e poso, el coronel Perdomo, era el primer
hombre á quien había oído decirle palabras de ter-
III.
- ~37 -
- Señor cura, contestó FBlipe, ya recordará usted
lo que dijo Boileau : " A veces no hay nada tan inve-
rosímil como la verdad ! ,
- No puedo comprender, repuso don Enrique, que
la virtud se encuentre sola eR los sentimientos exa-
gerados; la virtud, cuando es naturnJ, se caracteriza
por su misma sencillez. Convenga usted, señor Cura,
en c¡ue un voto así es mas bien un acto impío. Acaso
Dios desea martirizarnos? Querrá uu padre que un
h.ijo se sacrifique inútilmente sin provecho ninguno?
jamas.
- U ted se equivoca, contestó mi tio : la conducta
de Margarita es santa y buena, y provino de una idea
elevada de sus deberes. Una mujer sin creencias es
una triste cosa !
- Por otra parte, añadió Matilde, es probable y
casi seguro que á pesar de todo fué mas feliz en su
encierro poblado de ilusiones que lo habría sido e11
el mundo donde pronto las hubiera perdido !
La noche estaba muy oscura, sin dejarse ver ni una
sola estrella en el cielo : un ruido sordo mugia á lo
léjos por entre las ramas de los árbole ; la atmó fera,
pesada y sin movimiento, dejaba sentir extraordinario
calor. De súbito las nubes se precipit.'lron unas contra
otras y de enmeJio de ellas salió con terrible estam-
pido un clarísimo rayo que iluminando el espacio fué
á caer sobre un árbol á lo léjos en la montaña.
El relámpago fué seguido por una fuerte ní.faga de
vieuto y empezaron á caer gruesas gotas ele agua que
en breYe se convirtieron en fortísimo aguacero.
Inmediatamente nos leYantamos y entrarnos en der-
rota á la sala. Cuando se hubo calmado un tanto el
temporal, mi ti o nos dijo :
- Les tengo ofreciLlo mi trilHJto ele un cuento y
ISABEL.
20
II.
Mas aí ! que el bien trocó se en amargura,
Y deshojada, por Jos aires sube
La dulce flor de la esperanza mia.
EsPRONCED .A.
II.
Infeliz de aquel que vive sin un ideal.
J. TouRGUENEFF.
III.
Et Ht, dans cetto nuit, qu'aucun rayan n'étoile,
L'ame , dans un repli ou tout semhle finir,
i::lent quelque chose encor' palpite r sous un voile ....
C'est toi qui dors dans l'ombre, oh! saeré souvenir!
(VrcTOR HuGo).
l.
L.A. JUVENTUD.
II.
LA VEJEZ .
***
" Una terrible revolucion estalló ayer en Bogotá y
como estamos á discrecion do un ejército, mi padre,
deseoso de ponerme en un lugar seguro, temiendo ser
apresado repentinamente, habló con una amiga suya,
hermana de una monja, que se encargó ele hacerme
introducir al mismo tiempo que otras señoritas al
convento de ***.
" Varias figuras blancas envueltas en sus largos
mantos , nos salieron á recibir á la portería. Con
amables sonrisas y cariñosas palabras nos introdujeron
por los anchos claustros hasta la pieza que nos ha-
bian preparado. Yo estaha triste y abatida; la suerte
de mi hermano que había salido prófugo ele Bogotá
y tal vez la de.... tm amigo muy querido de toda mi
familia, me tenia muy alarmada.
***
" El tipo mas dulce, mas conmovedor es el de la
madre Catalina. Tendrá unos treinta y ocho años.
Sus ojos son graneles, negros y profundamente melan-
cólicos; hay en el fondo de ellos una luz apagada de
algun dolor olvidado, y se conoce que ha sufrido in-
mensamente aunque callada. Sus labios descoloridos
tienen un movimiento nervioso á veces, y su sonrisa es
singularmente triste; es como el reflejo de un recuerdo
escondido en el fondo del alma. El timbre de su voz
es delicioso por la dulzura; es una armonía que pa-
rece guardar en sí las lágrimas que jamas alcanzarán
á salir. Tiene talle esbelto y magestuoso, y se conoce
que su amplio vestido encubre formas perfectas.
" La historia de esa monja es corta y cruel.
" Rabia quedado huérfana bajo el cuidado de un
hermano mayor, quien pronto la obligó á entrar al
convento para impedir sn matrimonio, arreglado por
sus padres, con un primo suyo, jóven á quien ella
amaba. Sinembargo ella rehusaba tomar el velo. Una
noche apareció asesinado el jóven primo suyo; nadie
supo jamas qtúén era el criminal. Al saber ese acon-
tecimiento , Catalina tomó el velo inmediatamente ,
pero su espíritu parecia haber abandonado su morada
terrestre. Sin decir una palabra de desesperacion, su
aire, su manejo lo denot.'tban. Durante largos a1'íos
rehusó perentoriamente ver á su hermano. Pero al fin
se fué calmando su dolor poco á poco , y empezó á
tomar inte res en lo que la rodeaba. Se refugió en una
piedad entu iasta, exagerada y eso parece que tran-
quilizó su corazon. Al ménos ya se sonríe con aquel
n,ire ele martirio, ya habla con esa. cadencia ele melan-
**;!:
***
" Apoyada sobre el brazo ele una novicia, con el
rosario entre los dedos, los ojos bajos y los labios
apretados y secos, llega la madre Martina. Siempre
RECUERDOS DE SANTA."FÉ.
l.
II.
III.
Cuando llegó la amiga de Luz, la vieja Prudencia,
encontró á la casera con los ojos desmedidamente
IV.
1111111111111111111111111111111111
BNC0008339