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Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro/EMSAD 6 El Coyote

Filosofía/ Bloque III La filosofía moderna y algunas posturas filosóficas contrarias al proyecto moderno
Profr. José A. Moreno Benicio
El problema del conocimiento. Empirismo y racionalismo

Después de los descubrimientos científicos y geográficos de los siglos XVI y XVII, la concepción medieval del mundo se derrumbó.
Sobre sus escombros se construyeron dos visiones, al parecer opuestas, pero a su vez complementarias: el empirismo y el
racionalismo. Los primeros trataron de basar la filosofía en la experiencia, mientras que los segundos en la razón.
René Descartes, llamado por algunos el padre del racionalismo basó su existencia en su pensamiento; ya que dudó de todo lo que le
rodeaba, y llegó a la conclusión de que lo único que podía estar seguro, era que pensaba.
John Locke, siendo médico, se basaba principalmente en la observación y experimentación para practicar su oficio. Pensaba que las
ideas no son innatas, que todos los conocimientos humanos proceden de la experiencia. Después de sus estudios en niños y gente
sencilla, Locke llega a la conclusión de que primero los sentidos nos sugieren ciertas ideas primarias, como extensión, color,
movimiento, sonido, etc. Luego se asocian sus semejanzas, lo cual conduce a ideas abstractas. Que lo único que conocemos acerca
de las sustancias son sus atributos, y éstos sólo a por los sentidos.
Como se ve, tenemos dos posiciones: el racionalismo, que propone que el aprendizaje se da mediante la razón, y el empirismo, que
propone que el conocimiento se da mediante la experiencia de los sentido (empirie)
Racionalismo: La duda metódica.
Para Descartes, hay que encontrar un conjunto de reglas racionales que permitan distinguir lo verdadero de lo falso, sin llegar a
dudas ni errores. Para ello, propone un procedimiento basado en tres reglas:
Regla de la evidencia: Este precepto obliga a no aceptar cosa alguna que no sea clara y distinta, evitándose la prevención y
precipitación. Esta regla tiene dos partes: Prohíbe (hay que evitar los prejuicios que oscurecen la luz natural de la razón, sólo una
mente sin prejuicios puede descubrir lo verdadero como evidente). Una exigencia: obtención de una mente pura y atenta. Aplicar
esta regla permite conocer por intuición lo que Descartes define como “la concepción inevitable de un espíritu puro y atento que
nace de la sola luz de la razón”. Para Descartes intuición es todo conocimiento (influencia de Platón).
Reglas del análisis y de la síntesis: Se conocen por “preceptos del orden”, diciendo Descartes que son la clave del método. Este
orden, sólo puede seguirse cuando se reducen las cuestiones complicadas o otras más simples y cuando después partiendo de la
intuición de las proposiciones simples se eleva a través de deducciones estrictas al conocimiento de todas las cosas. Se deben dividir
los problemas en los datos elementales. (Procedimiento de análisis). Así la mente intuye los términos más simples e irreductibles
para relacionarlos, dando paso a la deducción (procedimiento de síntesis). Para Descartes la síntesis por deducción proporciona
tanta certeza y por lo tanto, evidencia como la propia intuición. La deducción sería la intuición mediata.
Regla de la enumeración: La mente humana está condicionada por el tiempo, y evidencias tenidas en el pasado quedan en la
memoria, que con frecuencia nos traiciona. Por esto, Descartes propone una regla que sirva como una control de la continuidad
que debe haber entre los diversos pasos de las deducciones. Esa es la misión de la enumeración. Constantes comprobaciones y
verificaciones de lo que se llega a deducir.
Descartes decide someter a la duda metódica, las razones por las que irreflexivamente se cree tener certeza.
En primer lugar: El hombre está acostumbrado a aceptar como evidente lo que recibe de sus sentidos y sin embargo a veces se ha
dado cuenta de que el conocimiento sensible puede producir engaños. Consecuentemente, si los sentidos me han engañado alguna
vez, no es aventurado suponer que engañen siempre.
En segundo lugar: Durante el sueño muchas veces creemos realizar lo que es pura ilusión. Descartes aquí radicaliza la duda mediante
un motivo verosímil: la confusión de la vigilia con el sueño. No hay ninguna razón poderosa que permita distinguir sin lugar a dudas
entre esos dos estados de conciencia: sueño y vigilia.
En tercer lugar: Descartes usa ahora un motivo metafísico, ni real ni verosímil: El Dios engañador. Al ampliar la duda metódica al
campo de las ciencias exactas, se tiene que abandonar el ámbito de la sensibilidad. En resumen: si Dios es libre y omnipotente,
podría habernos hecho de tal manera que el conocimiento humano llevara a un constante error. Podríamos aducir la bondad divina
pero por el momento no es válido, porque si Dios fuese sumamente bueno debería haber evitado que el hombre se equivoque.
En cuarto lugar: Dejando de lado al Dios engañador podemos suponer la existencia de un “genio maligno” cuya única y total
actividad consiste en destruir nuestra posibilidad de certeza y verdad. Este último nivel de la duda metódica no añade nada porque
en el anterior ya se ha dudado de cualquier posibilidad de conocimiento. Sin embargo, es el que más claramente demuestra el
carácter metódico de la duda de Descartes. El genio maligno no es ni un motivo real, ni verosímil, ni metafísico, es hipotético, fruto
de la ficción con el fin de acabar con cualquier posible prejuicio.
En esta situación en la que ha perdido validez todo conocimiento, es el momento en el que aparece la primera verdad totalmente
evidente de la que no se puede dudar y que nos permite formular la primera proposición, principio de la nueva metafísica: “pienso,
luego existo”. Ya sea soñando o despierto, cuando dudo es indudable que pienso, y porque pienso, existo; o cuando pienso, existo.
Si el “pienso” se descubre al final de la duda, resulta que ésta no puede ser escéptica porque nos ha proporcionado una verdad, la
primera certeza: mi existencia. No se trataba de negar la posibilidad de la verdad (escepticismo), sino al contrario, alcanzar la
primera verdad, la fundamental. Por todo ello, Descartes inaugura una nueva etapa en la filosofía, que consiste en afirmar la
superioridad del sujeto frente al objeto. ¿En qué consiste el “pienso”?: Este sujeto no es otra cosa que pensamiento, cosa pensante,
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la primera sustancia: “Res cogitans”. El primer ámbito de la realidad es pues sustancia pensante. Sustancia, en cuanto a que es en sí
y por sí, pensante, en cuanto a su atributo (en lo que consiste). La diversidad de sustancias con el mismo atributo está determinada
por el modo. Lo siguiente será intentar demostrar la evidencia del mundo (“res extensa”, sustancia medible o con extensión), o los
objetos acerca de los que pensamos.

Empirismo: Características generales.


El término empirismo tiene diferentes aspectos, en primer lugar, atendiendo a su etimología, significa el intento de fundamentar en
la experiencia todo el saber del hombre. Dicho de otra manera, la experiencia se convierte en el concepto básico de la cultura,
sobre todo británica, que abarca una parte del siglo XVII y parte del siglo XVIII (“empeiría”, en griego, experiencia).
Pero además, empirismo tiene que ser entendido como una coordenada filosófica de la historia, contrapuesta al racionalismo
continental. Esto puede inducir a un error: entender el racionalismo como la filosofía de la razón y el empirismo como la filosofía
de la experiencia.
Sin que la oposición carezca de fundamento, ni todo el racionalismo ignoró la experiencia, ni el empirismo despreció la Razón:
los principales empiristas ingleses se formaron leyendo los filósofos racionalistas (tanto Locke como Hume mantienen
influencias de Descartes).
Además hay coincidencias temáticas. En el campo de la teoría del conocimiento, ambas corrientes hacen del concepto de idea el
núcleo fundamental. Pero para los racionalistas, las ideas son innatas, para los empiristas, no, son adquiridas siempre.
También coinciden en la importancia dada a la conciencia, igualmente con diferencias, conciencia sustancial para los
racionalistas, conciencia funcional para los empiristas, especialmente Hume.
En cualquier caso, hay diferencias indiscutibles (y además incompatibles). Los empiristas exigirán que todo conocimiento
comience en la experiencia y esté certificado por ella, y por lo tanto el método se basará sobre todo en la observación, inducción y
análisis de los hechos. El pensamiento racional depende siempre de lo experimentable.
Una experiencia con tantas prerrogativas ha de ser necesariamente entendida de modo amplio; por ejemplo experiencia es
sensación, percepción, ideas, asociación de imágenes, hábito psíquico, en definitiva, casi todo hecho externo o interno que pueda
ser observado y explicado con una cierta legalidad. Lo que hay que desterrar (porque no es observable) es el universal. Los
empiristas son como Ockham, nominalistas.
El empirismo inglés.
John Locke (1632-1704), el más influyente empirista inglés. Locke responde al racionalismo continental, defendido por René
Descartes, escribiendo a finales del siglo XVII, ”Ensayo sobre el entendimiento humano” (1689), donde indica que el único
conocimiento que los humanos pueden poseer es el conocimiento a posteriori (el conocimiento basado en la experiencia).
Es famosa su proposición de que la mente humana es una Tabula rasa u hoja en blanco, en la cual se escriben las experiencias
Derivadas de impresiones sensoriales, a medida que la vida de una persona prosigue.
También señala que hay dos fuentes de nuestras ideas: sensación (provenientes de los sentidos) y reflexión (provenientes de las
operaciones mentales: pensamientos, memorias...), en ambas se hace una distinción entre ideas simples y complejas. Las ideas
simples son creadas de un modo pasivo en la mente, luego de obtenerlas mediante la sensación. Por el contrario, las ideas
complejas se crean después de la combinación, comparación o abstracción de las ideas simples. Por ejemplo la idea de un cuerno al
igual que la de un caballo son ambas ideas simples, pero al juntarse para representar a un unicornio se convierten en una idea
compleja. De acuerdo con Locke, nuestro conocimiento de las cosas es una percepción de ideas, que están en acuerdo o desacuerdo
unas con otras, según unas leyes de asociación de ideas.
Pero considerar la idea de «sustancia» o la idea de «causa» como una «idea compleja» modifica completamente el fundamento de
toda la filosofía tradicional, basada en la «sustancia» como «sujeto» y la «causalidad» como «explicación del cambio o
movimiento»
Una generación después, el obispo irlandés George Berkeley (1685-1753) determinó que el punto de vista de Locke abre la
puerta para un eventual ateísmo. Ideó un empirismo extremo, metafísico, en el cual los objetos existen si son percibidos: Esse est
percipi (ser es ser percibido) de modo que un objeto siempre es percibido; porque si ningún humano lo percibiera Dios sería la
entidad encargada de percibirlo. La percepción en cualquier caso es el fundamento del ser. Tales ideas, más que empíricas
responden a un sentido idealista.
David Hume.
Por otra parte, David Hume reduce todo conocimiento, en cuanto tal, a «impresiones» e «ideas». Admite dos tipos de
verdades: «verdades de hecho» y «relación de ideas» Toda idea ha de poder ser reducida a una impresión correspondiente.
Cuando una idea surge de la relación entre ideas, su contenido de realidad ha de depender de las impresiones que la motivan. Si no
encontramos dichas impresiones se debe rechazar como producto de la mera imaginación sin contenido de realidad alguno. Tal
ocurre con la idea de sustancia y la idea de causa.
Un conjunto de impresiones generan una asociación de ideas respecto a un hecho y un juicio al respecto. Un asesinato, por ejemplo,
no es ni puede ser reducido a una impresión. Es una relación de ideas: La idea del hecho de matar a un hombre (recuerdo de una
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impresión) junto con la idea del "desagrado que produce" en la conciencia como impresión interna, queda asociada en una
nueva idea: "asesinato" como idea que expresa un juicio moral relativo al rechazo de la asociación de las dos impresiones: El
asesinato es algo "malo" como apreciación subjetiva moral pero no tiene contenido de conocimiento verdadero o falso.
De igual manera la noción de causa no puede ser reducida a una impresión; surge de la relación entre ideas. ¿Cuál es la relación
que une a dos ideas como causa? Para Hume es evidente que la relación causal se establece bajo el punto de vista de
"una sucesión constante de impresiones" que generan en el hombre un «hábito» o «costumbre».
A la impresión de poner un cacharro con agua en el fuego siempre se sigue que el agua se caliente. Es la conciencia la que asocia
estas dos impresiones sucesivas como ideas (el hecho de poner el agua al fuego, y que le suceda el hecho de que se caliente). Esta
asociación constituye una nueva idea, la idea de causa, cuyo fundamento es la expectativa de que "el hecho de que hasta
ahora me ha sucedido, que siempre que pongo un cacharro con agua al fuego ésta se calienta" me permite afir mar: "El
fuego calienta el agua"; es decir el fuego es la causa de que el agua se caliente.
Pero no podemos encontrar ninguna impresión que tenga relación directa con la idea de causa. Y el contenido de realidad de una
idea, solamente tiene sentido en referencia a la impresión de la que se derive. La idea de causa, pues, es algo meramente subjetivo,
resultado de la asociación de la mente de dos impresiones sucesivas cuya conexión no aparece como evidencia.
Lo analítico y lo sintético, lo a priori y a posteriori.
Las consecuencias que se derivan del concepto de causa, tal como lo concibe Hume, respecto a un conocimiento que pretenda ser
científico no puede ser más destructivo. Conduce a un escepticismo puesto que nunca podremos conocer el fundamento de
nuestras impresiones, y el conocimiento de la experiencia nunca nos permitirá salir de un subjetivismo incompatible con la ciencia.
Por otro lado, la ciencia del siglo XVII está mostrando unos éxitos indudables en el conocimiento de las leyes de la naturaleza,
así como en el dominio de la misma en sus aplicaciones técnicas.
Esta crítica de la noción de causa según el postulado empirista, provocó en Kant racionalista hasta entonces, su despertar del
«sueño dogmático». Toda su obra crítica intenta superar este supuesto, que hacía de todo punto inviable el conocimiento
científico.
El empirismo, tanto de Locke como de Hume, deriva a lo que se ha llamado asociacionismo, que viene a reducir el conocimiento a
un psicologismo como fue entendido posteriormente. La ciencia tradicional, desde los griegos a la Edad Moderna, procede
por conceptos. Es independiente de la experiencia, (lo que en la Edad Moderna se conceptualiza como a priori).
El conocimiento verdadero es posible porque el objeto de experiencia se considera dado como realidad objetiva origen y causa de la
afección sensible que conduce al conocimiento de la experiencia. La experiencia garantiza la existencia de lo percibido. Los
conceptos, en tanto que se deriven válidamente de la experiencia, ponen en conexión conocimiento universal y realidad.
Así es como normalmente se valora el conocimiento en la conciencia no crítica, que identifica el conocimiento con lo real.
Se da por supuesto que el entendimiento es capaz de intuir la esencia universal como forma de las cosas percibidas en la
experiencia. Allí donde se dé el caso del objeto que se trate, se darán las notas categoriales propias de dicho concepto.
La razón, en este modo de concebir la ciencia, analiza los conceptos de forma separada de la experiencia; clasifica y relaciona
los conceptos unos con otros por medio de las "notas" o "cualidades" que los caracterizan; y la razón, aplicando las leyes del
pensar, la Lógica, por medio de los silogismos, obtiene conclusiones que son aplicables a los objetos reales, con garantía de verdad
científica. El resultado es una ciencia de las cualidades, tal como fue la ciencia aristotélica.
La ciencia así concebida es universal por tratar de conceptos universales, que abarcan a todo un universo de objetos, y necesaria
porque se basa en las intuiciones verdaderas de las cualidades de los objetos. Es por tanto una ciencia "cualitativa" y "a priori" en
donde la experiencia juega un papel claramente secundario.
Pero el punto de partida de la reflexión filosófica a partir de Descartes, tanto para los racionalistas como para los empiristas, cambia
de manera radical:
• Lo dado no es el objeto de la experiencia, sino la conciencia del "yo" como sujeto-pensante de la experiencia.
• El objeto es una "impresión" o "idea" de la conciencia. El entendimiento opera con ideas.
• Al no haber intuición de realidad en lo sensible percibido, no hay garantía de que la relación entre idea – objeto tenga
fundamento en lo realmente objetivo. Dicha relación se convierte en problemática.
El racionalismo presenta una justificación de la ciencia, mediante las ideas innatas, a partir de la idea de Dios, pero el argumento no
resulta convincente. El empirismo valora la ciencia como un hecho inexplicable, con un fundamento meramente ocasional y
probable según una inducción subjetiva y habitual.
¿Qué garantía podemos tener de que las conexiones entre las ideas tengan correlación con las conexiones de la realidad?
Pero la ciencia en la edad moderna es un hecho. Ha adquirido, a partir de las aplicaciones del cálculo matemático, un
método y un éxito indudable en el dominio de la naturaleza y en sus aplicaciones prácticas.
Una ciencia basada en la “cantidad” y la “medida” y en las relaciones matemáticas que permiten establecer “hipótesis
explicativas” que se confirman en la experiencia mediante los experimentos.
Ni los racionalistas ni los empiristas encuentran una razón suficiente de las propiedades de dicho conocimiento:
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Profr. José A. Moreno Benicio
• Como analítico y a priori es independiente de la experiencia. Por eso se pueden deducir consecuencias a partir de determinados
conceptos obtenidos a priori por la razón como hipótesis y análisis sobre todo matemáticos. Consecuencias que,
posteriormente, son verificadas en la experiencia mediante los experimentos. Tal es el problema de las relaciones entre la
ciencia y la experiencia, que ni el racionalismo ni el empirismo da respuesta de manera convincente.

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