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Situaciones de enseñanza:
Sesiones de lectura:
1. Observá las imágenes: ¿qué tienen en común? ¿qué actividades realizan los personajes en cada
situación? Elegí una de ellas e imaginá una historia para contar.
2. Escuchá leer. Seguí la lectura atentamente.
3. Caracterizá al personaje de Robin Hood: ¿Quién es? ¿Cómo es? ¿Qué problema tuvo? ¿Cómo lo
resolvió?
4. ¿Dónde transcurren los hechos? Anotá citas del texto que reflejen las características del lugar donde
vive Robin y de la tienda de Nottingham.
5. Uní cada una de estas características de Robin Hood con la cita que la ejemplifica.
Es decidido. “El nuevo hogar de Robin y sus hombres […] fue cobrando vida”.
Trabaja para su comunidad. “Voy a disfrazarme de mendigo y traeré lo que necesitamos”.
Es de noble ascendencia. “[La alfombra] ¡era del mismísimo castillo de su padre!”.
Es solidario. “Robin se retiró […] con toda la mercadería […] para su gente”.
Los núcleos narrativos y sus relaciones
Como en toda narración, los hechos más importantes son los núcleos narrativos. Estos son
acciones principales que se suceden formando secuencias narrativas: no pueden suprimirse sin
que la historia pierda sentido y guardan entre sí una relación temporal (uno sucede después que
otro) y causal (el anterior es la razón por la que ocurre la siguiente). Así, por ejemplo, las
necesidades de la comunidad de Robin Hood son la causa de la partida del personaje. Estos dos
núcleos forman parte de la secuencia: viaje a Nottingham.
6. Ordená del 1 al 8 estos núcleos del cuento. Después, agrúpalos en tres secuencias. Ponele un nombre
a cada una.
El cuento de
aventuras
8. Escribí una C en las características que te parecen propias del cuento de aventuras.
EL SALTO
El navío regresaba al puerto después de dar la vuelta al mundo; el tiempo era bueno y todos los pasajeros estaban en el
puente. Entre las personas, un mono, con sus gestos y sus saltos, era la diversión de todos. Aquel mono, viendo que era
objeto de las miradas generales, cada vez hacía más gestos, daba más saltos y se burlaba de las personas, imitándolas.
De pronto saltó sobre un muchacho de doce años, hijo del capitán del barco, le quitó el sombrero, se lo puso en la cabeza
y gateó por el mástil. Todo el mundo reía; pero el niño, con la cabeza al aire, no sabía qué hacer, si imitarlos o llorar.
El mono tomó asiento en la cofa y, con los dientes y las uñas, empezó a romper el sombrero. Se hubiera dicho que su
objeto era provocar la cólera del niño, al ver los signos que le hacía mientras le mostraba la prenda.
El jovenzuelo lo amenazaba, lo injuriaba; pero el mono seguía su obra.
Los marineros reían. De pronto, el muchacho se puso rojo de cólera; luego, despojándose de alguna ropa, se lanzó tras
el mono. De un salto estuvo a su lado; pero el animal, más ágil y más diestro, se le escapó.
- ¡No te irás! – gritó el muchacho, trepando por donde él. El mono lo hacía subir, subir…
Pero el niño no renunciaba a la lucha. En la cima del mástil, el mono, sosteniéndose de una cuerda con una mano, con la
otra colgó el sombrero en la más elevada cofa y desde allí se echó a reír, mostrando los dientes.
Del mástil donde estaba colgado el sombrero había más de dos metros; por lo tanto, no podía tomarlo sin gran peligro.
Todo el mundo reía viendo la lucha del pequeño contra el animal; pero al ver que el niño dejaba la cuerda y se ponía sobre
la cofa, los marineros quedaron paralizados. Un falso movimiento y caería al puente. Aun cuando tomara el sombrero no
conseguiría bajar.
Todos esperaban ansiosamente el resultado de aquello. De repente alguien lanzó un grito de espanto. El niño miró abajo
y vaciló. En aquel momento, el capitán del barco, el padre del niño, salió de su camarote llevando en la mano una escopeta
para matar gaviotas. Vio a su hijo en el mástil y, apuntándole, exclamó:
- ¡Al agua!… ¡Al agua o te mato!
El niño vacilaba sin comprender.
- ¡Saltá o te mato!… ¡Uno, dos!
Y en el momento en que el capitán gritaba:
- ¡Tres!... – el niño se dejó caer hacia el mar.
Como una bala penetró su cuerpo en el agua; apenas lo habían cubierto las olas cuando veinte marineros lo seguían.
En el espacio de cuarenta segundos, que parecieron un siglo para los espectadores, el cuerpo del muchacho apareció
en la superficie. Lo transportaron al barco y algunos minutos después empezó a echar agua por la boca y respiró.
Cuando su padre lo vio salvado, exhaló un grito, como si algo lo hubiese tenido ahogado, y escapó a su camarote.
León Tolstoi
10. Respondé:
a) ¿Quién es el protagonista de la aventura?
b) ¿Por qué se destaca?
c) ¿Cuál es el obstáculo que debe enfrentar?
d) ¿Cómo logró superarlo?
11. Elegí las opciones verdaderas y encerralas con color. Prestá atención en cada afirmación; puede ser
una o más de una la verdadera.
El animal…
- le quitó el sombrero.
- gateó por el mástil.
- rompió el sombrero.
12. Volvé a leer el cuento y completá con los datos que te brinda el mismo:
- Personaje principal: ………………………………………………………………………
- Enemigo: …………………………………………………………………………………
- Lugar: …………………………………………………………………………………….
- Conflicto: …………………………………………………………………………………
- Peligro: ……………………………………………………………………………………
- Ayudantes: ……………………………………………………………………………….
- Resolución: ………………………………………………………………………………
13. Completá la secuencia de dibujos del cuento y escribí lo que sucede en cada una.
El mensaje en la botella
15. Leé con atención el capítulo 1 del libro “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll
(adaptación de Nicolás Schuff)
LA MADRIGUERA DEL CONEJO
Alicia empezaba a aburrirse de estar sentada a orillas del río. Espió el libro que leía su hermana, a su lado, pero
no tenía diálogos ni dibujos. Entonces se le ocurrió juntar margaritas para trenzar una guirnalda, pero le dio
pereza. Hacía demasiado calor.
En ese momento pasó por ahí un conejo blanco. Usaba chaleco y había sacado un reloj del bolsillo. Mientras lo
miraba decía:
— ¡Ay, ay, voy a llegar tardísimo!
Alicia, que estaba medio adormilada, se despabiló. Había visto muchos conejos, pero ninguno con chaleco y reloj.
Y mucho menos uno que hablara. Así que se paró de un salto y corrió detrás del animal.
El conejo llegó hasta un cerco y se metió en una madriguera. Alicia lo siguió; entró por el túnel y avanzó un poco.
Casi sin darse cuenta cayó en un pozo. Mientras caía, Alicia pensó que aquel era un pozo muy, muy, muy
profundo, porque no terminaba más.
¿O era que ella estaba cayendo muy, muy, muy despacio?
«¿Cuántos kilómetros habré bajado ya?», se preguntó.
«Quizá llegue al centro de la tierra. ¿Y si salgo del otro lado del mundo? ¿A qué latitud y longitud habré llegado?»
(Alicia no tenía ni idea de qué significaban «latitud» y «longitud», pero había escuchado esas palabras en algún
lado y le encantaba cómo sonaban).
Mientras caía y caía se acordó de su gata, Dina.
— ¡Ojalá estuviera acá conmigo! —dijo. En el aire no hay ratones, pero podría cazar murciélagos… Aunque
tampoco veo murciélagos. ¡Espero que alguien se acuerde de darle leche si no vuelvo pronto! De pronto, ¡pum!
Alicia fue a dar sobre un montón de hojas secas.
Enseguida se levantó. No se había hecho ningún daño. Frente a ella se extendía un pasillo largo. Al fondo, alcanzó
a ver al conejo blanco.
— ¡Por mis orejas y mis bigotes, qué tarde se me está haciendo! —lo escuchó decir.
Alicia corrió tras él. Ya lo tenía muy cerca cuando el animal dobló un recodo.
Al dar la vuelta Alicia, el conejo se había esfumado.
Ahora Alicia estaba en medio de una sala grande con muchas puertas en las paredes. Del techo colgaban
lámparas. Intentó abrir las puertas una por una, pero todas estaban cerradas. Entonces se dio vuelta y, en el
centro de la sala, encontró una mesa de cristal con tres patas. Encima había una llavecita de oro.
Alicia tomó la llave y la probó en cada puerta. No tuvo suerte: las cerraduras eran demasiado grandes o
demasiado pequeñas. Ya empezaba a preguntarse cómo salir de ese lugar cuando descubrió una puerta
chiquitísima, que no había visto. Metió ahí la llavecita de oro y la puerta se abrió.
Alicia se arrodilló y espió hacia adentro.
Vio un jardín hermosísimo, lleno de flores y fuentes con aguas bailarinas.
«¡Ay, cómo me gustaría pasear por ahí!», pensó.
«Pero ni siquiera la cabeza me pasa por esta puertita. Y aunque pudiera pasar la cabeza, me resultaría inútil sin
los hombros…»
Volvió a la mesa de cristal y se fijó si no había otra llave. Esta vez encontró una botellita con una etiqueta que
decía: «BÉBEME».
Alicia revisó la botella de arriba abajo. Quería estar segura de que no fuera veneno. Como no encontró ninguna
otra etiqueta, se animó a probar el líquido. Le encontró un sabor muy rico; una mezcla de flan, ananá, torta de
cerezas, carne asada, caramelo y tostadas con manteca.
Apenas tragó el brebaje, Alicia sintió que se encogía. ¡Ahora medía solo veinticinco centímetros!
Se puso contentísima, porque así podría atravesar la puertita y salir al jardín.
Pero entonces, ¡ay!, vio que había olvidado la llave de oro sobre la mesa, que ahora le quedaba demasiado alta.
La pobre Alicia se sentó y se puso a llorar.
—Llorar no te sirve para nada —se dijo después—. ¡Mejor es hacer algo!
Alicia se daba buenos consejos a sí misma, aunque no siempre les hacía caso.
Esta vez, sí: se secó las lágrimas y volvió a mirar alrededor, porque en aquel lugar había sorpresas a cada rato.
Debajo de la mesa vio una cajita de cristal con una porción de torta. Tenía escrita la palabra «CÓMEME» con
pequeños trozos de fruta.
Alicia abrió la cajita, sacó la torta y le dio un mordisco. No estaba muy segura de qué iba a pasar.
¿Se agrandaría? ¿O se haría aún más pequeñita?
Se puso una mano sobre la cabeza, para saber si bajaba o subía, pero no notó ningún cambio. Así que se comió
toda la porción, que estaba muy rica.
16. Completá:
- Título del libro: …………………………………………………………………………
- Capítulo 1: ………………………………………………………………………………
- Autor: ……………………………………………………………………………………
- Personajes: ………………………………………………………………………………
18. Un retrato es la descripción de un personaje. El conejo blanco es un personaje muy importante dentro
de la obra. Realizá una descripción de sus características físicas y su personalidad.
19. Observá los elementos de esta imagen y recreá este capítulo con tus palabras.
Un mundo de aventuras
Bitácora de viaje
Un cuaderno
El capitán Tiburcio no podía hacerse a la mar sin lo que él llamaba una “bitácora de viaje”. Se trataba
de un cuaderno de tapa dura en el que anotaba todo lo que ocurría: “Atacamos un barco carguero”,
“Esquivamos un pulpo gigante”, “Nos bañamos en altamar”.
Aquella vez, no bien zarparon, ordenó al grumete que bajara a la bodega en busca de un cuaderno
nuevo.
El grumete regresó al instante.
- No queda ni un cuaderno, mi capitán.
- ¿Cómo es posible?
- Tuvimos que entregar al menos cien cuadernos a los nativos de las islas Brevario, para que
no nos comieran los pies.
Un alto en el camino
Como al capitán Tiburcio le resultaba inconcebible navegar sin anotar sus peripecias, ordenó al
timonel poner rumbo a la Isla de las Galochas, donde vendían todo tipo de repuestos marítimos.
En la Isla de las Galochas – descubrió el capitán – vendían de todo menos cuadernos.
Recorrió los almacenes y destruyó mostradores a sablazos, furioso. Resignado a regresar al barco,
divisó a una muy bella señorita. Les ordenó a sus marinos subirla a bordo.
Estaban por realizar esta terrible tarea, cuando la voz de un anciano los detuvo.
- Deja a mi nieta en paz – dijo el anciano – y te daré lo que quieres.
- ¿Qué puedes darme tú, viejo? – preguntó el capitán.
El anciano, con una mirada enigmática, le extendió un cuaderno.
El futuro
El capitán zarpó con su cuaderno y sin la joven. Mordió su pipa, mojó su pluma en tinta y lo abrió.
Gruñó con furia: la primera página estaba escrita. Pasó a la segunda, ¡estaba escrita también!
- ¡Maldita sea! – exclamó el capitán. El anciano le había dado un cuaderno usado.
- ¡Timonel! – gritó -. De regreso a la Isla de las Galochas, le daré a ese anciano una lección.
Mientras el timonel maniobraba, el capitán Tiburcio leyó la primera página: “Un pelícano entra a mi cabina”.
Al segundo, por la ventana, un pelícano entró a la cabina del capitán. Sorprendido, el capitán leyó la segunda
página: “Una ola gigantesca hace tambalear nuestro barco”. Al instante, escuchó el ruido de una ola
terrible y el barco se tambaleó. Cuando se repuso, leyó la tercera hoja: “Mis hombres ven pasar a una
ballena blanca”, y no había terminado de leer cuando escuchó los insultos que sus marineros solían
dedicarles a los gigantescos cetáceos blancos. Espantado, el capitán cerró el cuaderno y lo arrojó al mar.
Ordenó al timonel que por nada del mundo regresara a la Isla de las Galochas y se resignó a realizar aquel
viaje sin llevar un cuaderno de bitácora.
22. Para pensar y entender. ¿Qué es una “bitácora de viaje” ?, según el relato que leíste.
23. Respondé:
a) ¿Qué problemas se le presentan al capitán Tiburcio?
b) ¿Por qué ocurren?
c) ¿Qué decide hacer para solucionarlos?
25. Se dispone de tarjetas con imágenes de los distintos medios de transporte: auto, moto, bicicleta,
patineta, camioneta, camión, colectivo, tren, avión, helicóptero, cohete, barco, lancha, tranvía, globo,
tractor, submarino, carreta, parapente, triciclo.
Cada alumno tomará una tarjeta y escribirá una aventura que formará parte del Cuaderno de Viajes de
6° año.
Colectivamente, confeccionaremos un “Libro de Aventuras” ilustrado con la técnica pop up, con índice
y prólogo; en articulación con el área de Plástica.
La escritura del prólogo se realizará en el pizarrón a través del dictado de los alumnos a la maestra.