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Religion y cultura Derek Beales Algunos historiadores han dado a la Europa del siglo xvii una rica varie- dad de titulos contradictorios: por ejemplo, en historia intelectual, «la edad de la raz6ny y la «época de a llustraci6ny; en historia politica, «la era del absolutismo», «el antiguo régimen», «el viejo orden europeo», «el siglo reformistay, «la época de la Revolucién» e incluso «la época de la Revolu- . Cristo habia tratdo «una luz para ilumi- neviotonycurrura | 161 ira los gentiles». Se deca que un converso chabfa visto la luz». Pero alo dal siglo, empe76 a ser habitual pensar en la Iu como consecuencia Mel avance del conocimiento y la filosofiaseculares,y enlightened y élaire Indquirieron el significado de «simpatizante de ls nuevas tendencias del Pensamienton, es deci, aquellas que habian emergido durante cla criss de Ta conciencia europea». Al mismo tiempo, el concepto de «la IustraciGn» “Gomo un movimiento no existia,y s6lo en alemdn podia hallarse un nom- Ipre abstracto usado comtinmente que se puede traducir hoy de forma di- ecta por «llutracion», Aufkérung. En francés, los conceptos equivalentes nds cercanos eran y son les lumibres yphilosophie,y alos lideres de la Ilus traci6n francesa les gustaba ser conocidos como philosophes. Tin la década de 1780, l significado de Aufklrung se convirtié en un asunto de-vivaz discusidn en Alemania, y en 1784, el gran filésofo Imma- uel Kant, en su breve tratado sQué s la Mustracién?, eseribi6: ‘nego si se nos preguntarajvivimos ahora en una €poca iusrada? responder thos que no, pro sen tna época de ilustracién. Todavia falta mucho para qu fotalidad de os hombres, en su actual condicién, sean capaces o estén en posicion tke servise bien y con seguridad del propio entendimiento sin acudir a extra Conduceidn, Sin embargo, ahora tienen el campo abierto para trabajar libremen- te porellogro de esa meta, yls obsticulos para una ilustracion general o parala falida de una culpable minoria de edad, son cada ver menores, Ya tenemos claros ndicios de ello. Desde este punto de vista, nestro tiempo es la epoca dela ius tracién 0 we siglo de Federico».* Kant, como él mismo reconocta,edescrifa las cuestiones de religion como fl punto central dela lustracién Voltaire el esritor francés consider do generalvente como el idr del Hustracion europea, tomsé como gr tode guerra ellema de Federico el Grande, «Berasez inftmel», con el que imbos querian deci «Acabad con el fanatismo y la supersticion». As, des ‘desu punto de vista, las cuestiones relgiosas eran también el punto cen- tral dela Mustracién. “Tiene sentido que cualquier movimiento intelectual del periodo se centrase en la religion, pues précticamente toda la educacién (excepto la juridicayla médica) extaba en manos del clero. Muchos proesorescatli= ‘os, cuyos Iideres fueron los jesuitas hasta la segunda mitad del siglo xv, yabjan tuchado tanto por suprimir como por incorporar aspectos del pen- + Traduecin de Editorial Nova, Boenos Aires. (N. del.) samiento aparentemente hostiles a la ortodoxia, Mientras las actitudes jansenistas e prohibieron, la reinterpretacin jesuita de la filosofia racio- nal deductiva de Descartes dominaba la educacién universitaria francesa (os jesuitas habfan apuntalado, y al mismo tiempo debilitado, los fun damentos del sistema cartesiano, la conciencia que el Hombre tiene de si ‘mismo,al subordinarla ala voluntad de Dios). Cualquiera que cuestiona- se esta versién u otros puntos de vista oficialmente aceptados se coloca- ba en contra de la autoridad eclesiéstica, es decir, los obispos y la mayoria de universidades dominadas por los jesuitas, quienes tenfan el poder de censurar los escritos y hacer que sus autores fueran castigados por el Esta- do, Por supuesto las mentes inquietas se rebelaron contra estas restriccio- nes y, paradajicamente el riguroso racionalismo de la teologéa cartesiana ayud6 de manera evidente a preparar las mentes de los discipulos para en- foques racionales de un carscter més escéptico. ‘Uno de los principales énfasis de los escritores ilustrados franceses, ‘como Voltaire, estaba en las ventajas del método inductivo, que pretendia encontrar la verdad por medio de la experimentacién y la observacién, en contraposicién al método deductivo dela teologia y a metafisica, que eri- igen un sistema explicativo basado en unos primeros principios. Esto im- plicaba aceptar que atin quedaba mucho por conocer sobre el mundo y el deseo de descubrir més, y reforzaba ls exigencias de libertad para inves- tiga expresase, escribir y publicar. Al desribir estas actitudes escepticas y exiticas como philasophie, deliberadamente estaban dando ala palabra un ‘nuevo significado, encubriendo sus tempranas connotaciones de metafisi- «ay estoicismo, Cuestionar algunas creencias cristianas, especialmente la creencia catdlica en los milagros yen la autenticidad y eficacia de las reli- uias de los santos, era su continuaci6n natural, y muchos de los grandes escritores de la llustraci6n francesa disfrutaban usando su talento para ri- diculizar hasta la burla a la Iglesia y sus doctrinas. EI protestantismo pedia menos creencias de sus seguidores que el ca~ tolicismo,y ni en Inglaterra ni en la Alemania septentrional la Iustraci6n fue tan hostil a las iglesias establecidas y sus demandas como en Francia. Pero Kant y Voltaire pensaban igual al rechazar la autoridad intelectual de Ja Iglesia yal afirmar el derecho de los laicos a pronunciarse en cuestiones que el clero consideraba parte de su monopolio. La Ilustracin ha de ser vista como un movimiento de laicizacién. En cierto sentido, fue también ‘un movimiento secularizador, y muchos de sus lideres intentaron eman- cipar casi todas las ramas del conocimiento de la interferencia divina y , sus previsibles beneficos para aquellos que estan ahora sobre la Tierra, Hasta ‘nun pequeno pufiado de pensadores, como Federico el Grande, el barén. de Holbach o David Hume, existe un desafio fundamental al cristianis- ‘mo, «El auge del paganismo moderno», en el sentido literal de estas pala- bras, no es un titulo apropiado para la Ilustracién en general, incluso en Francia. Es probable que Voltaire dijeselo que pensaba en su clocuente de- fensa de la existencia de Dios. Muchos clérigos eran promotores de estos ‘nuevos puntos de vista, aunque de una manera menos prominente en Francia que en Alemania y Gran Bretafa; ya la vez que el estudio objetivo dela naturaleza fue facilmente santificado como una «teologia natural» por algunos, como el clérigo anglicano William Paley, los tedlogos protestan- tes alemanes no encontraron muchas dificultades en aprovechar la filoso- fia de Kant para su causa. La Tlustracién es mucho mas que una herejia 0 tuna negacién della fe. intentaba restringir, més que eliminar, la influencia del cristianismo en la vida intelectual y la actividad de la Iglesia en la polt- tica, la educaci6n y la sociedad, Pero fue un anatema para el papado (como Jo es todavia) y para un gran grupo de clérigos y laicos de mentalidad conservadora. ‘A pesar de que muchas de las principales obras de la Thustraci6n fran- ‘esa se habfan publicado antes, fue sélo a mediados de siglo cuando em- pezaron a cautivar alas elites. Pero incluso a partir de entonces la historia de su difusin es irregular y contradictoria,en gran partea causa de a es- ‘tructura cabtica del antiguo régimen. Los escritores y los editores de libros caiticos y progresistastensan que cuidarse, pues siempre existia el riesgo de {que se los acusara ante los tribunales. Por ello, estos escitos se publicaban tusualmente de manera andnima ya menudo en una imprenta ficticias si no se podian publicar de manera segura en Francia incluso anénimamen- te,se publicaban bajo el sello de una imprentaextranjera y sellevaban clan- destinamente a Francia; como las facciones de la corte estaban en una constante lucha de influencias, habfa ocasiones en que las autoridades se 164 | BLSIGLO xv Ce eee ee ee ton, la Constitucién briténica, su tolerancia religiosa, sus instituciones: ee eee SOU take caanlis Oran et elses ghana aie Pep. 728, = cee ‘a Voltaire en la que clogiaba algunas de sus obras més literarias derico el Grande afectaron profundamente al desarrollo de la Hustracion Sco eT Cor aren rete Se ee re eae ees sme ttedapaea arg scennscotie pexiar6w vcurtura | 165 sa, Pero el verdadero gran avance de a Tlustracin francesa lleg6 con Ipubicacin de la Encyclopédie, Emper6 como un intento de traducir a} sslos dos voliimenes de la Chambers’ Encyclopedia de 1728, una de las ichasiniciativas de la Ilustraci6n escocesa, pero se convirtié, con el in- ivo del gobierno, en un proyecto mucho mayor para una obra nueva nds extensa, En 1747 Jean D’Alembert, un brillante matemitico, y De- Diderot se convirtieron en editores, una eleccién extraordinaria por- “ambos tenian puntos de vista radicales en materia religiosa, pero este ira un momento en el que los ministros mas prominentes eran progresis- fas. En 1750 aparecié el prospecto de D’ Alembert, que se enorgullecfa del Iprogreso de las cienciasy prometia ofrecer una exposicin general del o- Thocimiento itil. Los primeros siete volimenes se publicaron anualmente, We 1751 a 1757, pese ala condena papal y la violenta hostilidad de los je~ Suitas Pero entonces, en la nueva situacién que supuso la guerra de los Siete Anos, con Prusia como enemiga de Francia, el gobierno prohibié su ontinuacion, Por una de las ironias més deliciosas del antiguo régimen, Malesherbes, el censor, era en privado un partidario de la libertad de pren- ‘ga advirti6 a Diderot de antemano que los materiales para la Encyclopédie fhan a ser contfiscados y los llevé a su propia casa para ponerlos a salvo. Hasta que la guerra no acab6, no se pudieron publicar los diez voimenes restantes,a finales de 1765, el annus mirabilis en el que el juicio sobre Ca- fas cambié radicalmente y los jesuitas fueron expulsados de Francia. ‘Unos trescientos escritores habian contribuido a la Encyclopédie y por ‘eso no era uniforme en sus posturas. Pero muchos de los 72.000 articulos se burlaban de lo que los autores velan como supersticiones, cristianas y no ‘rstianas, cintentaban promover opiniones ilustradas, en algunos casos streviéndose incluso a desafia las pretensiones absolutistas de Luis XV. iA pesar de ser tendencios, fue con seguridad la més completa enciclo- pedia disponible durante década,y la més entretenia jamés publicada, {specialmente porque el texto estaba acompartado por once volimenes on grabados maravllosos que ilustraban fen6menos naturales, méto- dos industriales y artisticos y artefactos hist6ricos, desde la Calzada de Jos Gigantes hasta la orquesta de la Gpera de Dresde, desde la manufac- tura de alfileres hasta el arca de Noé. Inicialmente se suscribieron cuatro nil personas, y hacia 1789 se habian vendido unas 25.000 copias de esta ‘bra gigantesca y cara, un poco mas de la mitad fuera de Francia. Como cualquier otro producto dela Ilustraci6n francesa, la Encylapédie contei- puyé poderosamente ala difusin del philosophie en Europa y en Fran ioale situaci6n lamentada de modo paranoico por la Asamblea General 166 | pL stcLo xvin del Clero en 1780: «Los philosophes no son ya un partido, ells son la opi- nién popular» Eaten atbet orn apie ae ‘A pesar de todo esto, los escritos de los philosophes no fueron de nin- guna manera los principales responsables del declve de la Iglesia, incluso en franca ne meno neta una crplaion mis as: Ea pt ‘met lugar, el Barroco, como todos los movimientos culturales e intelec- tuales dominantes y agresivos, provocs a su ver una reaccn general. Ha- «ia mediados de siglo, muchos reyes, principes, obispos y nobles se habian vuelto claramente reacios a «representar» (actuar) su estatus ysu grande- 2a, Querian,en cambio, ser capaces de disfrutar tanto de su riqueza como les fuera posible libres de la mirada piblica asladamente, incluso de in- c6gnito: Luis XV se escapaba de Versalles durante cuatro quintas partes del afio. Muchos de ellos se veian ahora como Kideres profesionales y ca- ‘bezas del servicio civil y no ya como figuras paternas (o maternas) sagradas Y ceremoniales. Federico el Grande es de nuevo el ejemplo supremo: re chazé cl ceremonial, ditigié a sus ejércitos, espondié personalmente to- dos los despachos importantes, mantuvo los niveles de probidad de su padre en la administracidn y se dio a conocer como wel primer servidor del Estado», Su admirado «palacio», Sanssouci en Potsdam, iniciado a media- dos de la década de 1740, podria verse como la quintaesencia de la casa de tun soltero; estaba diseftado para albergarlo s6lo a él ya unos pocos inti- ‘mos, para proporcionar un teln de fondo a sus actividades privadas, la lectura, la miisica a conversaci6n y la erudicién, todo ello muy aislado de sus tareas como gobernante, José I, intentando emularlo, siempre llevaba uniforme anualmentse rani con sustropasacampadss,vijbs ene ‘icamente y sin pompa por todos sus dominios y a Francia, Italia y Rusia, boli casi todas ls reglares parcionts bls dl monareay vind rante largas temporadas en su pequefa villa privada en el Augarten, una reserva de caza que habia abierto al pablico como parque. Silas exitosas ‘emperatrices rusas, Isabel y Catalina, desafiaron esta tendencia haciendo ‘gastos verdaderamente prédigos en la corte y los palacios, al menos Cata- lina trabaj6 duro y de un modo altamente efectivo como cabeza de la ad- ‘ministracién y e gustaba renunciar a la etiqueta con los philosophes y sus ‘numerosos amantes. Fue simbélico que el gusto por los grandes jardines formales ala ma- nera francesa, unidos, como Versalles, aun palacio ostentoso, diera paso a la imitacién del jardin «inglés», en el que os contornos naturales, en lugar de estar aplanados y regularizados de manera geométrica, se aprovecha- ban o realzaban para completar un paisaje «pintoresco» destinado a una eviction y currura | 167 ‘easa menos impresionante y a una serie de templos, caprichos y ruinas dispuestos de manera ingeniosa. El Palladianismo, el estilo de estas nuevas ‘asus de campo, derivaba de un clasicismo prebarroco introducido desde Italia por lord Burlington y expuesto en la década de 1720 en su propio ‘Chiswick, «tan casto por fuera como suntuoso por dentro», como dice Pevsner. El més elaborado de estos jardines estaba siendo creado en Sto- ‘we desde a década de 1730. En Francia, el Barroco fue desplazado por el Rococé, de nuevo menos elaborado arquitecténicamente, pero més lami- hnoso y con una decoracién de los interiores més elegante, como se gjem- plifica en muchos hotels (casas nobles) parisienses y en el trabajo de los artistas franceses en Nymphenburg. 1a decadencia del Barroco, en general, estuvo acompafiada de un de- clive de la piedad barroca en los paises catlicos, al menos entre las clases Jetradas: fue sustituida por una devocién més simple, més personal, me~ nos onerosa y menos ostentosa. Las actitudes de la ultima Contrarre~ forma, y particularmente de los jesuitas, parecfan demasiado estridentes ¥ triunfalstas ahora que la amenaza externa al catolicismo habia desapa- recido y su posicién parecta segura. Se desarroll6 una fuerte reaccign en linterior de la misma Iglesia, cuyo representante més importante quizé fue Ludovico Antonio Muratori (1672-1750). Cura parroquial, biblioteca rio del duque de Médena, pionero de los studios medievales italianos,co- response infatigable por encima de los limites confesionales, Muratoris hhacia el final de su larga vida, se hizo conocido también como defensor de la feforma eclesiéstica, especialmente en su libro Della regolata devozione dei crstian (1747). Sus objetivos, como él sabia, no eran diferentes de los de la primera Contrarreforma, incluso de la Reforma. La Iglesia, como ‘mantenia, debia romper con las injustficadas y poco atrayentes doctrinas yyrituales agregados desde los dias dela Iglesia primitiva. Los monjes y Jas monjas eran demasiado numerosos y cSmodos, y las érdenes demasia- do ricas. Era necesario poner fin al poder desmesuraclo de los jesuitas y disolver aquellasérdenes corruptas 6 que no contribuian al trabajo parro- {quial o misional oa otras actividades titles como la educacion y el cuida- ido de los enfermmas. Se debia animar a las personas, cosa que no se hacia,a leer la Biblia en lengua vernécula, Es incorrecto, decia Muratori, conver~ tir alos herejes a la fuerza; se les deberfa garantizar tun minimo de tole~ rancia, creando una situacién ms libre en la que Ia verdadera Iglesia pu- diera intentar convencerles de sus credenciales. Por encima de todo, se deberian mejorar la educacién y la plegaria de los curas parroquiales, y ‘levar su niimero y su prestigio. Estos puntos de vista, que, como todos los 168 | EL si¢xo xv Puntos de vista criticos con el establishment eclesiéstico, fueron descritos ¢n términos generales como jansenista y son ahora vistos como parte de una «llustracién catélica», fueron especialmente influyentes en la Italia septentrional, Alemania meridional y Austria, Atrajeron a los obispos, ‘curas parroquiales y aicos que pensaban que los jesuitas y los monjes en general tenfan demasiada riqueza y poder en la Iglesia, e incluso a las 6r- ddenes mondsticas como los benedictinos y los agustinos, celosos del mo- nopolio de los jesuitas en el campo de la educaci6n y eritcos con su teolo- 8a. Algunos representantes de estos grupos abrigaban un deseo genuino de una reforma eclesistica. Se tenfa la esperanza de que Benito XIV (1740- 1758),un papa excepcionalmente liberal y amigo de Muratori, actuase en este sentido, pero hizo poco: habia demasiados obstéculos en el camino ‘de un papa que intentaba cambiar précticas que se habian establecido mu cho tiempo antes, especialmente en paises como Francia, a cuya jurisdic- . La diversidad y la inventiva de los ‘stilos empleados en Gran Bretafa en este periodo reflejan, negativamen- {ya falta de una monarquia poderosa capaz de imponer criteios artis 0s y, de manera positiva, la riqueza, el gusto y la inteligencia de las clases altasbriténicas: Hagley fue construido para lord Lyttelton, Walpole era el hijo del primer ministro. Otro elemento conspicuo del eclecticismo esti- Iistico fue la decoracién chineserie que se podria encontrar en os palacios de toda Europa. Se pueden distinguir tendencias similares en la misica El exitoso ata- que lanzado en Inglaterra contra la opera seria tuvo su equivalente una ‘que tenia una conferencia anual, sobre todos ellos Wesley ejercia su auto- ridad autocratica desde arriba. Hizo un gran uso de sermones, himnos y ‘panfletos impresos, y las poblaciones de las ciudades respondieron mejor Que las rurales. El metodismo mostré que una religion dogmatica podia prosperar en la esfera pablica y en un nuevo entorno industrial. También ‘mostré que la lealtad al régimen, el ser partidario de la monarquia y el conservadurismo social, actitudes defendidas con vehemencia por Wesley ¢ inculeadas a sus seguidores, podian contar con un amplio apoyo. Cuan- do muri en 1791, el niimero de miembros comprometidos de sus clases estaba por encima de los 70.000, pero el movimiento influyé claramente a muchas més personas. Se trata de cifras mucho mayores de las que atra~ jeron la francmasoneria y los clubes jacobinos. El metodismo atin no cra, técnicamente, una confesién separada, pero era distinta de la Iglesia de In~ laterra. Sin embargo, su influencia tuvo mucho que ver con el auge del movimiento evangélico dentro de a Iglesia, que tenia objetivo y métodos similares. Elmetodismo era una forma de rebelién contra la Iustraci6n, Por su- puesto los jesuitas y, después de 1773, los ex jesuitas y sus simpatizantes continuaron atacdndola: entre ellos el belga F.X. Feller fue particularmen- te efectivo. Pero, ademés, las tendencias que surgian dentro de la Ilustra- cin amenazaban con subvertirla. En casi todas ellas, Rousseau, antiguo amigo de Diderot y colaborador de la Encyclopédie, desempens un gran papel: por eso, centrarnos en su caso daré unidad a esta exposicién. In- ‘luso antes de que la Encyclopédie empezara a publicarse, en 1750, Rous- seau escribi6 un ensayo premiado llamado Discurso sobre las ciencias y as artes, en el que atacaba casi todo lo que los philosophes defendian. La cien- . Para cualquiera que aceptase la historia de los Evangelios 0 los decretos de la iglesia, se trataba de una herejiatotal,0 de una llamada a una nueva te- ligién, y Roma, por supuesto, la conden6. Se ha considerado que propor cion6 la base filoséfica del culto revolucionario al Ser Suprema durante el ‘Terror de 1793-1794. Pero desde otro punto de vista se puede interpretar ‘como una versién de la demanda, ampliamente extendida entre los cat6- licos, de un mejor clero parroquial y,de manera trascendental, como «un ‘camino para un nuevo despertar del espiitu religioso en Francia» y «para el retorno de las clases ilustradas a la fey al yugo de la Iglesia» que segui- ran al ato de la Revoluci6n.

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