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164 G. Albergo, a an pr pit ens se ie Los eeploe sacs y todos Ios que se podtan aac de imestran stan prnto Stoo we ade I Vrblidd de oo Cron qe ham glad en ect rected pepads cnano, ‘= renin Is pond Se formar oneness scone de ‘cambio no cates de concn y eobeteoan, pes ed & tevigriar une comple tain Nien de drape ar concn unn oi de meio. Yaen 1313, quen ve di sisal rien elegido Let X para get n conidable ceabio Ia conduct del papa stbryabn que ls aciones docvs «Lt podcast le ela pines scan Ea nostro sen nd yn elena sin en primers cen dit ene plataicn de un cto de repr ‘lied, Todo oto sige qu lan pincrs sctanar de ada Ponto marcen indents cl ueror deal deli to, find ss arses dominant, A res enol por ttado de Roni en cays pines dls mad I dan de convorar el Vaan II, Cosforme ata el dempo s van her Gado native eonicioamicnto, "la novead ends a et ‘eaboibida en Insta. Low comlcaveconsyen el momento gue e vec Is ound un programa, Ices de jsido de guen ex Hemado «decidir so dopo pare ser ‘Siro lad dl Expy de Ip, G. Aumenico UThaduciée: AL on ua Fone] LO PERMANENTE Y LO MUTABLE EN EL PRIMADO I. conmmero pet pRowuena ‘Tambiéa en Ia cuestién del papado han cambiado muchas cosas durante los siltimos decenios*. Han comenzado a moverse Tos frences tanto dentro de Ia Iglesia extdien como en el diflogo tecuménico. Hoy ya casi nadie niega en serio que, en un mundo ‘cada ver més tnido y en una Iglesia cada ver mis plualista, es Seseahle ¢ inluso urgente un centro de unidad y de comunicacién fen Tn Iglesia, Por eso, aun juzgando con criterios puramente hu ‘manos, el papado, lejos de hallarse précimo a su fin, esd ante tuna mueva époea de su historia con tal de que no se cierre a las imprescindibles mutaciones histéticas Sin embargo, ex consustancial a Ia fe erstana ro poder resol- ver el problema relativo ala suprema dizeccién de la Tplesia de forma puramente pragimdtca y empleando tnicamente médulos de utiidad y de oportunidad. La Tglesin esti edifcada sobre el fandamento puesto de una vez para siempre en Cristo Jesis (ch 1 Cor 3,11) Por eso, Cristo Jess posee el prinado en todas Jas cosas (ef. Col 1,18). Mientras quiere seguir siendo Tglesin de Cristo, la Tglesin tendré que averiguae en primer lugar, siempre que trate de renovarse, cul ¢s In voluntad de Jescristo. El pro- Fema principal radiea, por consiguiente, en determinar si el pri mado forma parte (y en qué medida) de Ia «causae del evangelio dle Ceisto Jess. De la respuesta a esta pregunta depende la medida fen que la figura histérica del primedo et susceptible de cambios Hist6ricos. Las zespucstas divergen considerablemente, Pera muchos, la "Not nostro pest detalladamene aca ita big s- te el tema” CE el baetfa bibtlogin de B. Rignox Sa Pedro ya exdss fontempories: Conca 271967) 148177, 7 el amet de «Concie Alten a ete tana: 64 (157) 166 W. Kasper figura hisvica de Pedro es més una exftica que wna fundamen: tacién del primado, no s6lo de su forma actual, sino también de Jy idea misma, En cada una de las respuestas entran en juego, evidentemente, opsiones previas muy profundas. Entre elas hay ‘que contar n0 sélo un interés epologético mal entendido, sino también un sentimiento anticromeno muy extendido Si se quiere Drogresar, ¢3 neoesario distinguir ante todo el problema de los Inechos histércos y el de su valoracién dogmtica, Las cuestiones Distress parciculares son muchas, casi inabareables; sobre ellas se han escrito ya biblioteces enters; nosotros sélo les mencions- remos en la medida necesaria para responder a la pregunta si- aguiente: 2qué ex «cosas dl evangcio en las «costs» del primado? A pesar de todos los esfuerzos por Ia objetividad, este plantea- ‘miento entra una opcién inequivocs: tratamos del futuro del primado sobre el trasfondo de su tradicién vinewlante. Dicho de fra forma: se trata del margen que el mismo evangelio deja abicr- to para renovar el primado en Ia Iglesia TI, Bt onteey tsronsco 1. Pedro como prototipa de discpulo, apéstol y pastor EL pescador galileo Simén, el hijo de Jonés, pertenecié indu- ablemente al eireulo mis fntimo de discipulos de Jess, al erculo de los doce, que puede ser considerado prepascual, a pesar de la oposicidn de Ia exces. Todds los evangelis relatan paradigms camente la vocacién de Simin al diseipulade (ef. Me 1,16 y auientes par; Ja 1,40ss). Dentro del cirulo de disefpulos, Simén aparece siempie, con el sobrenombre de Pedto, como portavez y representante de los restantesdisefpulos de Jess, Por eso, en s0 persona se hacen patentes la grandeza y la iiseria del disefpulo de Jess. Ee el elegido y llamado, al que se ha revelado el miste- ro del reino de Dios (ef. Me 4,11). Le cabe en suerte paticipar en la misign de Jesés para predicar la buena nueva, para curar Jas enfermedades de los hombres y congregar el nuevo pueblo de 2 CE HEU, v. Baltes, Der antvinuce Aljbe (Febugo 1974) Lo permanente y lo mutoble en ef primalo 167 Dios. Pero sigue siendo ef hombre vacilate, débil y miserable, dl peeador que no comprende el camino de Jess ¢ la cruz y lo rechaza (Me 8,31ss), que traciona al Sefior y necesita perdén (con- fréatese Me 14,2868). Su fe no se sostiene, por decclo asi, sobre sus propios pies, sino que esté a punto de hundirse en el remo- lino de su miedo; él sslo puede mantenerse asiendo la mano ex teadida de Jesis, que esté junto # é1 en medio de la tempestad (cf. Mt 142858), Dificmente habs una figura que manifieste on mayor expresividad humana que este Pedro lr esencia del dliscipulado y de la fe. ‘La apaticién del Retucitsdo convierte al discifulo de Jesis cn apéstol de Cristo, En los estatos més antiguos de la tradicin hiblica aparece Pedro como el primer testigo de Ia resurrec- cin (cf, Le 24,34; 1 Cor 15,5). Este eprimado de fe» hace de Pedro no s6lo el primer cristiano, sino a Ja vez e fundamento petmanente de la fe cristina. En efecto, nosotros rslo podemos cocontrar el mensaje de la resurreccién, con el que se sostiene y cue la fe (cf. 1 Cor 15,13ss), en el testimonio de los apéstoes. No es posible interrogar al testimonio apestlico en busca de fan- lamentos abjetivos y_ comprebables «objetivamences. El apéstol, 1 puede garantzar Ia credibildad de su testimonio més que con- virtiéadose con toda su persona humana en tsstimosio y epifanta de la muerte y de le resurrecién. También Pedro tuvo que re foerer este camino de eabandonar todo» hasta llegar al martiro. Fn virtud de este testimonio de su vida es prototipo de lo apos- tlio, fundamento permanente de Ie ecclesia apostlca, En el caso de Podto, este servicio ardiente en favor del SeSor repercute concretamente, en primer Tuger, en el cumplimiento Uesinteresado del ministerio partoral que se le ha encomendado, los Heechos de los Apéstoles (cf. 1,158; 2,14s4; 3, ls Carta Jos Galatas (cf. 1,18; 2,758) parecea poner fue ‘que Pedro desempeds la func rectora decisiva en ‘os comicnzos de la comunidad primitiva de Jerusaén, En el capitulo afadido dle Juan se cnoomienda a Pesto de forma solemne el oficio de pasioe (cf. 21,15ss), La primera eaeta de Pedro le lima «copres- Iiteros, al que se le ha encargado disigir el rebatio de Dios, no Aespsxicamente, sino con su ejemplo (typos) (cf. 5,1ss). Ocupa fl primer lugar de este ministerio pastoral el servico de la pala- - 168 W. Kesper ‘bra, al que estén subordinadas todas las restantes tareas (cf. He- ‘hos 6,2) La riqueza desbordante de la fe impulsaba desde dentro ‘pasa las fronterss primitivas; de este modo, Pedro se convirtis Alesde el principio (a pesar de sus vacaciones posterires) en la feraa impulsora cuando se tom la decision sobre la misién entre los paganos (cf. Hh 10s), Por consiguiente, habré que mirar con setias reservas 1a estereotipada contreposicién en bog de dos principios en Ia Iglesia: el petsino, esttco, y el paulino, dinémico, Pedro personifca evidentemente el tipo de diigente ecesial que, fa pesar de sus debilidades, raza valientemente a Ia Iglesia nuevos ‘aminoey los recorre personalmente aun cuando no logre el ape 20 undnime de todos. ‘Como diseipulo, apdstol y pastar de In Iglesia, Pedro consti- tuye tuna expresién del evangelio en forma de signo y simbolo, Por eso, de acuerdo con el evangelio, el servicio de Pedro en la iglesia tnicamente puede consstir en testimoniar ejemplarmente cl evangelio de Cristo Jesis mediante Ia palabra, mediante el set- vio y con la vida eaters, Pero equé hay acerca de semejante funcién especial de Pedro en Ia Iglesia del NI? 2. El ministerio de Pedro como principio de unidad Diversos passes del NT ponen de manifesto el puesto espe: ial de Pedto frente a los restantes disefpulo, apéstoles y pasio- tes: Pedro ocupa siempre el primer puesto en los eatilogos de apGatoles (cf. Mc 3,16 par.) es el primer estigo de la resurrec- cin (cf. Le 24,34; 1 Cor 13,5). Recibe el encargo de confirmar ‘sus hermanos cuando falte Jesés (Le 22,32). En el dtimo expt tulo del evangelio de Juan se le concede el euprema ministerio pastoral mediante una triple repeticién ante testigos, es decit, cde manera formalmente juridica (cf. 21,15ss). Por tanto, no se halla aislado el texto més importante, la promesa de Jess de ei fear su Tylesia sobre Ia roca Pedeo, de entregarle las aves del reino de los ciclo y de transmittle el poder de tae y desatar (con fréntese Mt 16,18). Esto excluye de antemano la interpretacién de quienes no quieren ver en este pasaje mis que las pretensiones de un presunto partido de Pedro, es decix, de una sect. Lo permanente y lo mutable en el prinado 168 embargo, Ia peicopa de Me 1618s plantes mpl pro- blemas exegctica; ag slo podemos mencionar algunos de ellos Aleamienso de este siglo, a exégss protstanteadmitia como cosa obvia, esi undnimemente, que este texto no cs na sentenia sutéatie de Jess. El cambio de opinin efectuado entre ls dos suerras mundiles fue de escasa duracin, Mochos welven a con- isturr hoy que este texto es obra de la primitive comunidad de Jerusalén, como a sosenido R. Bulusana, o de la comunidad judeocrisanahelenista de Ansogula, como ha dfendido G. Born famm, Pero aungue haya slides fandamentos pare aceplar que el texto hall all su sedacién defiiiva, la abundancia de semi fismos fuera «admitir un material mis ansigno caso milo puede provenir pefectamente de Jess, como han pues'o de manifies 0 0. Callan, A. Végile y otros. Si Pedro no husiera gozado ya dle una primacta prepascal, difmente se podda explicr 61 funcién rectors pospascal Ello hace verosinil que también se remoate al mismo Jesis el sobrenombre Kepbes. De todos mo- dos, el histoiador no puede pasar aqui de hipstess mejor 0 peor fondadas. ‘Pera que semejantes reconstracciones Ileguen a tener una cies consstencia ex necsurio contemplarlas en el contexto mis amplio de la fundacién de la Iglesia por Jess, es decir, en el tmareo de‘una concepciga general de ls elacones entre fests y Ja Iglesia A parti del Vaticano IT, la tolopa catia considera Instnte comnmente que el orgen de la Iglesia no se basa en tu tno acto fundaconal de Jess, sino en un proceso que s¢ ncaa en Ia vida terrena de Jeni, pero que slo conchae con la cr la rerorecién y la misin del East. En ta perspeciv, In Telesa no ex solamente fundaién soberana de Dios por medio cle Griso Jes, sino también resultado de a respuesta humana ‘la definitva oferta divine de salvacio, resultado dela nepativa * CLF. Oba, Eebbeturagen und Deatung der Pimaselle M1618 f ‘n der datchonprotectontach Theloge der leten sree Jobe (Minster "CE, G, cine, Dr Problem der Kinchenetteng in ler dence tro testenischen Thealogie des 20 Jabrbunderts(Magncia 1974), especie len exc abe A. Vile y J. Rasinge, «low ue a atene elo enc esta trea 170 W. Kasper de Israel en sus representantes oficiales y de Ta decisiéa de Ia Tlesia apostlica en pro de la mision entre paganos. Como hemos cexpnesto, Pedro desempefia una funciém rectora en este aconte- ‘imiento global. Por eso, el Jogion de Me 16,18s podria ser més bin una interpretacién del nombre Pedro, que el mismo Jess tio a Simén; tal interpretacisn reflejaria Ia marcha de Ia historia, Ja recogeria y la configuraria ulteriormente (H. Strathmann). Ast, pues, el otorgamiento de su funcidn a Pedro manifiesta con espe- ‘dal dlarided que Ia Iglesia os desde su oxigen fundacién énica (institucidn) y cteadora realizacién bistérica de la misma por el poder del Espiritu, Es precsomente esta potestad de decidir lo que se promete 4 Pedro en Mr 16,18s con la sentencia de atar y desatar, es decir, ‘con Ia concesién de las potestades doctrinal y disciplinar®. Al star y desatar en la terra se promete aqut valider escatolégics, cde modo que es posible ver implicito en el texto el nicleo objetivo de Io que, bastante equivocamente, se suele expresar con el término infalibildad. Con tal potestad de decidir irevocablemente debers set Pedro la ract dein Iglesia, es deci, el principio de su esta lidad y de su unidad (P. Gaechter) frente a los asaltos de los po- eres del mal. Hoy ya no es posible sostener la interpretecién de LLatero, sein la cu Ie funcisn de roca te refiere «Ia confesién de Cristo y no a la persona de Pedro o a su ministerio. El sesti- monio de Ia fe es inseparable del testigo personal de Ia fe, Pero Jo mismo ocurte a Ia inversa: también el testigo queda vinculado al testimonio del evangelio. No en vano se inculea precisamente ' Pedro la obligacién (dimanads de la absoluta voluntad divina de perdén) del cristiano « estar incondicionalmente dispuesto a perdonar (cf, Mt 18,21s). Por consiguiente, la potestad otorgada ‘ Bedro ha de ejereerte, de acuerdo con el evangelio, como servi- cio pars la reconciliacién; Ie potestad «desnuda» puede ser a Io sumo Ia altima ratio y el caso limite extremo, La funcién enco- Inendida a Pedro ha de cjercerse, por su misma naturaleza, no 2 CEH. R. Sauck?. Blltbeck, Konmoer sum Neuen Testament ous Talmud snd Aida, vol 1 (Monch 71961) 7380; F Bich ae a, (els THWZNT 2 (1935) 59s; He. Campenbiasen, Kielcher Amt nd Eeiicke Vollmaet bu den een doe Jobrbunderten (Tubing 1963) 135; F.Obast, op 1625; B.Rigaoe, ait, 17, Lo permanente y lo mutable en el primada 71 como poder externa, sino como potestad espirtul, como servicio sla obra de rconclacén 1 cuestin mis dif ex determina sila potest conceida 1 Pedro yale s6lo para su persona o fundamentatwmbién un pet- Inanente ministetio de Pedro. Ea culguierca0, no se habla ex- resamente de sucesors. Ademés, Pedro tampoco odie tener Sacesor aguno en su funcién irepcible de apéstl. Sm embargo, Mateo 16,18 no bubla de una fandamentacign tic, sno de una ncn permanente de fondamento (contra O. Collmenn) para tuna Ipeiaeieada con piedas vives (cf 1 Pe 2,5). 31 hecho de que Mr 16,18 y Jn 21,15 ce ecribiern despuds de la mucre die Pedro denota también que el interés actual por la area enco- mendada a Pedro va mis allé de su persona histéric. También I'y 2 Be atestiguan que Pedro tiene autoridad en toa la Iglesia spostlcalacuso después de su mucrc, autoidad gue, sig Catvamente, se ejece desde Roma, La primera cata d: Clemente, ‘oronimadamente eontemporiaca de ls anteriores, y la cara de Tenaco a Ia comunidad de Roms, lo mismo que la abet, un poco posterior, de Irenco de Lyoo, reflejan una responstilidad univer Sal de In comunidad romana asf como la autenticided de su ts eiéa, que puede invocat Ie autoridad de los apéstoies Pedro y Pablo: (Ade. baer. II, 3,2) ero que todos estos dates distin de ser reivindiaciones del primado en el sentido que esta palabra adguti despues; sin em Bago, revelan algo mas que la simple afirmacin de que un pri mado’ semejante no est en contraiccién con el NT, permiten Conelut, fchso valorados con eviterios puramente bistros, que fl primado esté ya esbozado en el NT y en la eadicin més pri initia como postbiidad objeiva, si bien su ralzacén est sn sbiertaen gran med, La sanificacién y valor toldicos que se dena estos indios ckpendertn, en limo sérmino, de edimo se conde le relacin existent entre Ia Tplesia apostle y la postpestlic, més exe tamente, de cémo se enticnda la relacién vigente entre Esrcura 1 Trane de de que se anita 0 no aes Tiadin Posterior tiene una signiicacién constcutiva para la inespre tev Spe Hast Spin I doting eaten lei m2 W. Kasper tanio fundaeién vinea, vinculada perperuamente a su origen, como ccifiecién en el Espiritu Santo, que incesantemente presencializa siempre de nuevo este orjgen. Esta concepciéa exclave una argue ‘mentacin paramente biblicista e incluye una eonduecién histSrica se la Iglesia por obra del Esprit. Asf, pues, Ia promesa hecha 2 cio ha de relizarse siempre de nuevo, en obediencia ala Iemada ‘hisérica del Espfrita, de manera que la Iglesia de cada época pueda ver con la mayor claridad posible que la esencia del dis- ipulado cxistiano, de la exittencia apostéica como testimonio y de Ia funcién pastoral evangélica son, encarnadas en una persona, signo efiaz de unidad. Como hemos puesto de relieve, un servicio femejante, segin el Nuevo Testamento, exchuye ciertamente el poder, peto implica potestad (contra R. Sahm). Mas en lo esen- ial, el Nuevo Testamento y la traicién primitiva tratan de algo 10 ‘inferior, sino superior a un primado de jurisdici6n. ‘Tratan dle una apresidencia en el amor» (Ignacio de Antioguta), de lo ‘que constituye Ia esencia del cristianismo: del amor como sinéni- ‘mo de la unién con Dias y los hermanos donada por Cristo Jess. TIT, neatszacton misronica 1, Le evolucibn hasta ef Vaticano IL Seria temeratio pretender presentar en pocas lineas el desarro- Ilo histérico-eclesifstico, histrico-teol6gico e hist6ricodogmético que condujo a la definicén dogmatica del primado en el Vatica- rho L y-a su ulterior elaboracién en el Vaticano IL*. Agut s6lo ‘se pueden hacer elgunas indicaciones fragmentarias; no nos inte- resin los detalles histéricos, sino el problema de las variables y constantes de esta evoluciéa TEs sabido que desde la controversia entze ol papa Esteben y cl obispo Cipriano, en el siglo 11, ls reivindicaciones del prima- Sobre exe tema of, admis de let cotibuciones de J. MeCie, W. de ‘ies, H. Faanns, V. Consens en sCoatmy 64 (197i, eoneidar Iistoriaede le papa de FC Spode Caper J. Haller, sf camo la Be ‘ogra eagldn pr P- Sacer, Das Petasat in dor fiben Kirche, ex Deira wo Paprtne(Ssaget 1970) 62. Lo permanente y to mutable en ef primalo 173 «lo son bastante constantes en los obispos romanos Dimaso, Siri ‘io, Inocencio, Zésimo y Bonifacio. En el papa Let 1 (440-461), sta reivindicecén se balla ya de una forma que en cierto modo ‘va mas lejos que el Vaticano I, El reconocimiento y la aveptacién Ue esta reivindicacién no fueron, naturalmente, tan claros. Sélo fen ros casos de excepeién lograzon los obispos romanos que tal revindieacidn se impusiera en Oriente. El primado se seivindios ‘riginaiamente para la Tglesia de Roma, luego pare la sede epis- ‘opal romana (Sedes) y s6lo més tarde para el obispo de Roma (edens); y tal reivindiccign se hallaba en la Iglesia antigua en cl eontexto de tuna eclesiologia de comunié y eucatstica (J. Rat- inger), en el marco de un reconocimiento reeiproco de lis Ile- sins locales y (més tarde) de los patriaeados; Roma actuabe como ‘entzo normativo dentro de esta red de comunién, ‘Sélo en el curso de la reforma gregoriana, efectanda w finales del primer milenio y comienzos del segundo, y después de la rupeura com Constantinopla, se legé @ una Ilesia uniforme, cen- tralizada y gobernada desde Roma. La falsficacin de las Pseudo: Isidorianas desempen una funcidn importante en este proceso. ‘Como ha demostrado especialmente Y. Conger, una eclesiologia bio el signo de la auctoritas vino a ocupar el puesto de una eclesilogia bajo el signo de la comunién. El Condo unionista ‘de Florencia (1431-147)” hizo el compendio doctrinal de esta tevolucién medieval. La crisis de la Reforma y de a sculatizacién, fen Ta que quebraton en gran medida las antiguas esructuras ec: Slisticas, ptovoes un crecimiento ulterior del poder de Roma. Para ser justor habré que reconocer que el triunfo del «pode romano, lo mismo en la reforma gregoriana que en ls siglos xvatt, y xx, extuvo al servicio de la Hbertas ecclesze, de la libertad de Ia Telesia y sos Iglesias locales, frente a la dependencia oprimente ‘del Estado, Ademis, estas reivindicaciones no hubieran podido Jmponerse sino las hubiera sceptado la Iglesia. No se debe ingra- valorar el papel que ha desempefiado en todo este proceso la ‘evocién popular a Pedro y al papa. En parte la peesién externa Cjercida sobre Roms para que asumicra sa funcién fue més fuerte ‘que sus aspiraciones activas; Ia asilla de Pedrow fue no pocas "CE De Sch. 13076 wm W. Kasper veves rofugio para quienes buscaben justica, y tribunal de apele- ‘iin en conflictos de otro modo insolubles. En la Edad Moderna, cl primado y Ia infalibilidad del papa fueron considerados no s6l0 ‘clesidstica, sino tambiéa politcamente, como wlio bastién y ltimo sortéa de un mundo desquiciade El Vaticano I (1869-1870) significa en cierto modo el com- peendio de Ia evolucién del segundo milenio®. El Concilio no ba efinido evidentemente un poder absoluto y arbitrario del pape sobre Ia Iglesia, sino una potestad fundada por Cristo, y limitada por di, para el bien de Ia Tplesia. El Concilio sostiene que Cristo mismo eel fundamento de la Iglesia; el ministeio de Pedro no ces més que su presencilizacién sacramentabvisible. ¥ es definido ‘camo principio y fundamento visible de la unidad de Ie Tplesie; Te corresponde por ello una potestad de jursdicen ordinaria, inmediata y episcopal sobre toda la Tplesia. La declaracién cole tiva del episcopado alemén de 1875, aprobada expresamente por Pio IX, interprets estas expresiones equivocas explicando que no convierten a los obispos en meros ejecntores y funcionarios del papa”, El concepto eporestad ordinarias expresa tnicamente, en €l sentido del derecho canénico, que tal potestad correspond al ‘papa en virtud de su ministerio y no gracias a una delegacién; el tanicter episcopal de su potestad no convierte al sumo pontifice en obispo de las otras Iglesias locals, sino que define su potestad como servicio pastoral. Esta potestad no disminuye la dignidad del episcopado, sino que la confirma y la destaca. El comienzo de la guerra franco prasiana oblig6 a interrumpir precipitadamente el Concilio; por eso no fue ya posible encuadrar Ja definicién del primado en el esquema eclesiol6gico global que * Daca peepracisnhisrica dl Vaticano I cH. J, Poetmeyer, Unfe- bark and Sonseront. Die papaticbe iw Sytem der uramontancn Edie Seley det 19. Jebrbunderts (Magna 1973), Ce De. Sch. 30503073. Pas le iver, of. U, et Le Coste ong dommaice come y arpa nella 5. Dimensién penumataligcn del minister. de Pedro. Co sn cere ca todo rerio cli ol Fay eoxominda {Tninltero de Pett para spaceta la Tplesia del Sor (ct He hoo 20.28). Espsita y ctu no van conta el derecho y Ia {ratuin, sno que lor mejor, También el ministero de Pedro {ibe leer el sll de lo ongnlnente casio, de lo espon tinc, de lo creadramenteniew 9 juvenlmente dpreocupdo, tps ae converts en prisionro de un sistema y de un apa. ‘Ei ierago profetio no imple tener una respucstapronta art todas la preguntas; sigufen mis bien caiidenia para arial Ins probes que fltan en el ambenten ypu toma natives de een sin, Maw ex ier an la Aponte a a quisiera hacer del papa un ese de presidente "Seetno encil de las sTgeni cats Unidas del cle fio epsepaly si se preteaiers emprender In tforma de su "Gf, Lamon genom, 23. "GEA Mischalch: Auf dem Weg ser suterlosen Genial, Tdeen “Soiepebaloge (Maneh 1963) 39905, A. Grey, Vensias e iconee ‘nt den tonto de conricatn on fa Iglesia: «Conciame 64 (1971) 52103. 178 W. Kasper ministerioemplendoniamente crtrios de raconaizactny de El catisma otorgado al minister de Pedro, como todo eatis- ‘ma, tiene que acreditar su autenticidad sirviendo a la edif de la Iglesia, respetando los otros cariamas, cooperando con ellos, incluso aceptando de ellos el complementoy ia erftiea (cf. 1 Cot 12). ET ministerio de Pedro es slo instrumento al servicio de la uni- ded de todos los carismas. Principio interno de esta unidad es sélo el gnico Espiritu que actéa en todos los dones esprituales (cf, 1 Cor 12,6) Esto significa que la unided de Ja Iglesia no ppoede ser manipulada desde un punto interior a ella, ni siquie- rr desde el papado. Como edificcién en el Espiritu Santo, la Iglesia constituye un sistema abierto. J. A. Mubler, el gran teé- Togo de Tubinga, explica lo que quetemos decir enando esctibe que en la Iglesia hay dos extremos, ambos egolsas: que cada uno quiera set todo y que uno solo quiera ser todo, «Pero es obligido que ni wo solo ni cae uno pretendan ser todo; s6lo todos pueden ser todo, y In unidad de todos tnicamente puede ser una tocalidad. Esto consttaye Ia iden de In Iglesia extlica» W. Kasra. (Tesducia: J. Lavan) ° JA, Mead en 1% Ginn (el) Remmestrnd ar Symibolik (Darmstadt 1961) 696. ‘ ‘MINISTERIO ROMANO ¥ ‘MINISTERIO UNIVERSAL DEL PAPA BL PROBLEMA DE SU BLECCION ¢Marchamos Ientamente hacia Ja eleccién del papa por los sbispos? Tal hipétesis puede set planteada desde el momento fen el que el mismo Pablo VI ha tomado en considerscién algunas Sugerencias en este sentido hechas por el eardenal Suenens, quien desde 1969 viene pidiendo que se devuelva Ta elecién papal al colegio de los obispos'. Tal propuesta, que ha recbido el aval de tedlogos como Keel Rehner y Hans King, interess por més de fun motivo, Pero acentuarfa también una interpretacén de Ia doc: trina sobre la colegialidad episcopal, acerca de la cusl hay que preguntarse si esté bien fundada y es correcta. En téminos gene- ‘les, esta interpretacién no articala bien la relacin entre Tges cals Tplesia universal y, més concretamente, en Jo que con- cere al ministerio del papa, ofrece el peligro de botrar del redo fut aspecto local en benefico de su aspecto universal. ¢Es esto Uuadicional? 2Es coherente con esa mejor artculaién que se busca entre Tas Tplesias locales y la Iglesia universal encomiando cl desarrollo de la colegilidad episcopal? Estos purtos bien me- recen tna reflexin. "EL de mayo de 1973 Pablo VI pegunté ant lor caenals reciente swcitenoniasa no sora tie penta al eonlave a os pte ‘Sislcee eienes y los miembeor del Consto. del Sod Episcoel, CE'AAS 60913) 103. El cadena Sunes propona gue el vero decor ‘cu. por Semolo, cn pines grad ol cserpo msm de oe oispos, y «conte ‘cGn, co mgtnd grad, sn clego mis restrngdo de cispon, haba {ue lar drrtameate al sada de le obispos so de to cal po? GE Jods Beoacker, Le docerSuenes (Pats 1970) 32.

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