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Cognicion Social Sobre El Yo y Los Otros
Cognicion Social Sobre El Yo y Los Otros
To cite this article: Darío Díaz (2013) Cognición social sobre el yo y sobre los otros: una perspectiva
neurocientífica, Revista de Psicología Social: International Journal of Social Psychology, 28:3, 285-297
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Resumen
En los últimos años ha crecido de manera exponencial el interés en estudiar las estructuras cerebrales impli-
cadas en la cognición social, su conectividad anatómica y funcional. En su estudio nos encontraremos con una
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primera dificultad: la mayor parte de los procesos vinculados a la cognición social son procesos de alto nivel (por
ejemplo, relacionados con el auto-concepto) que suelen reflejar las propiedades emergentes de procesos de nivel más
básico (como relacionados con la memoria). El segundo gran problema tiene que ver con las limitaciones teóricas
e instrumentales (e.g. técnicas de neuroimagen) que han conducido a un cierto paradigma de “cognición social
aislada” vinculada con experimentos no realizados en situaciones de interacción real. Partiendo de ambos pro-
blemas, en este artículo pretendemos revisar de manera crítica los resultados más importantes que se han encon-
trado sobre las bases biológicas de la cognición social relacionada con los otros y con el yo.
Palabras clave: Cognición social, Neurociencia social, Neuroimagen, Theory theory, Simulation
theory.
Agradecimientos: A los comentarios y sugerencias realizadas por los Drs. Pablo Briñol y Amalio Blanco a una
primera versión de este manuscrito, así como a los miembros del Laboratorio Cognitive and Computational
Neuroscience del Centro de Tecnologías Biomédicas UPM-UCM. Este trabajo ha sido financiado gracias al
proyecto PSI2012-37808 concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España.
Correspondencia con el autor: Facultad de Medicina de Ciudad Real, Universidad de Castilla la Mancha, Camino
de Moledores, s/n, 13071 Ciudad Real. E-mail: dario.diaz@uclm.es
Original recibido: 14 de enero de 2013. Aceptado: 15 de abril de 2013.
© 2013 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0213-4748 Revista de Psicología Social, 2013, 28 (3), 285-297
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la otra persona.
Muy relacionado con el estudio de la empatía, se encuentra el sistema de neu-
ronas espejo, una red neural vinculada con comprender a los otros a través de sus
acciones (Iacoboni y Dapretto, 2006). De hecho podemos considerar que existen
dos grandes tradiciones teóricas sobre cómo conocemos a los otros. La primera,
que hemos desarrollado hasta ahora, puede considerarse como heredera de la teo-
ría de la mente y defiende, como hemos visto, que generamos una teoría sobre
cómo funciona la mente de los otros, y por eso se denomina “Theory” theory. La
segunda señala que comprendemos los pensamientos de los otros poniéndonos
en su lugar y usando nuestra mente y nuestro cuerpo como modelo de la mente
de los otros (Gallese, Ferrari y Umiltà, 2002). Es decir, que utilizamos el yo para
ver cómo respondería en la situación del otro y actuar en consecuencia. Por eso a
esta tradición se la denomina “Simulation” theory. Un ejemplo muy interesante
dentro de esta perspectiva es cómo utilizamos nuestro propio cuerpo para enten-
der las emociones de los otros. En este sentido cuando percibimos una expresión
facial en otra persona se activan los sistemas motores, somatosensoriales, afecti-
vos y de recompensa asociados al significado de dicha emoción para el perceptor
(Niedenthal, Mermillod, Maringer y Hess, 2010). Es decir, la gente simula
mentalmente y corporalmente las emociones que ve en los otros para intentar
entenderlos, y dichas simulaciones pueden incluso modificar las emociones y
pensamientos del propio perceptor o su cognición secundaria (pensamientos
sobre los pensamientos; embodied validation, Briñol, DeMarree y Smith, 2010).
Sin embargo debemos tener en cuenta que la relación entre el reconocimiento de
la expresión de una emoción y la experiencia de dicha emoción depende de la
influencia de muchos factores, como por ejemplo culturales (Fernández-Dols y
Carrera, 2010). Así como la CPFM constituye la base biológica de la “Theory”
theory, el sistema de neuronas espejo lo es de la “Simulation” theory. El sistema
de neuronas espejo es un conjunto de áreas del cerebro que se activan tanto cuan-
do se observa realizar un comportamiento a otro, cómo cuando se realiza ese
mismo comportamiento. Las zonas cerebrales que están implicadas en las redes
de neuronas espejo son la corteza premotora, la corteza frontal inferior, el surco
temporal superior, la corteza insular anterior y la amígdala (Rizzolatti y Siniga-
glia, 2010). Por tanto, desde este punto de vista, somos capaces de comprender
el estado mental que conduce a una persona a desarrollar una acción porque al
observar dicha acción se activan las representaciones motoras que poseemos para
realizar esa misma acción. Aunque al principio se consideró que el sistema de
neuronas espejo proporcionaba una base unificada para la cognición social, las
investigaciones más recientes han cuestionado el papel que juega este sistema a
la hora de conocer a los otros (Decety, en prensa). Actualmente podemos consi-
derar que el sistema de neuronas espejo está fundamentalmente implicado en la
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culadas con el yo, pero la mantienen si las tareas son auto-referenciales. Por ejem-
plo, Mitchell, Heatherton y Macrae (2002) encontraron que los juicios relacio-
nados con el yo provocaban una mayor actividad en la CPFM que los juicios rela-
cionados con otras personas, un resultado congruente con los que ya hemos
comentado. Sin embargo, no encontraron diferencias significativas en la activa-
ción provocada por juicios sobre el yo y la encontrada en estado de reposo, aun-
que en ambos casos existía una activación considerable en comparación con la
provocada por realizar juicios sobre otros. Existen dos posibles interpretaciones
para estos resultados. Un primer grupo de investigadores se inclinan por defen-
der que la red por defecto está vinculada con el yo (e.g. Gusnard et al., 2001). Es
decir, que de manera espontánea, cuando las personas se encuentran en reposo,
tienden a pensar sobre el yo, y que es la inhibición de esa actividad la que permi-
te pensar en los otros. La otra posible interpretación es que las personas, cuando
se encuentran en el estado de reposo propuesto por este tipo de investigaciones,
tienden a pasar el tiempo focalizando la atención sobre sí mismos. Es decir, que
el estado de reposo promueve el pensamiento sobre el yo (D’Argembeau et al.,
2005). Dada la complejidad que entraña realizar estudios de neuroimagen sobre
un constructo tan amplio y complejo como el yo puede resultar interesante cen-
trarse en algunos procesos psicológicos más básicos como su influencia en el pro-
cesamiento de la información social (Sedeño, Moya, Baker e Ibáñez, 2013, en
este monográfico) o aspectos implicados en su emergencia, como la percepción
de uno mismo.
Uno de los aspectos centrales relacionados con la percepción de uno mismo es
adquirir la capacidad para reconocerse. Los niños tardan bastante en ser capaces
de reconocerse visualmente en un espejo. Mientras que con sólo nueve o diez
meses de edad, un niño es capaz reconocer la imagen corporal de su madre en un
espejo (Dixon, 1957), necesita unos 21 meses para poder reconocerse a sí mismo
en un espejo (Lewis y Ramsay, 2004). La prueba más empleada para averiguar si
se ha adquirido la capacidad para reconocerse a uno mismo, es el test de Gallup
(1970). En esta prueba se suele aplicar una mancha de tinta en la frente del parti-
cipante mientras está dormido. Cuando se despierta, se le sitúa delante de un
espejo. Si cuando se da cuenta de la existencia de la mancha de tinta, el partici-
pante se toca su propia cabeza en el lugar en el que se sitúa la mancha, se consi-
dera que ha pasado esta prueba de auto-reconocimiento en un espejo. Como
hemos señalado, una gran cantidad de investigaciones han estudiado las bases
biológicas de esta capacidad. Los resultados de un primer estudio realizado en
1979 por Sperry, Zaidel y Zaidel con un paciente de cerebro dividido, sugerían
que cada hemisferio cerebral era capaz de soportar la habilidad que permite reco-
nocerse a uno mismo. Sin embargo, estudios posteriores han encontrado resulta-
dos no coincidentes, incluso en aquellos en los que se ha empleado alguna técni-
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