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Río Blanco y el norte que se “calienta”

En un marco de relativa estabilidad para el gobierno en pleno de Dina Boluarte y sin las guerras
del fin del mundo -como antaño- entre Legislativo y Ejecutivo, ha tomado fuerza en los últimos
días en la agenda nacional el conflicto político, ideológico y social alrededor del proyecto Río
Blanco, en el Alto Piura, entre Ayabaca y Huancabamba. Lo explicamos ahora.

En los últimos días, se han desarrollado diversas protestas y movilizaciones -liderados por los
dirigentes de las rondas campesinas- en contra del proyecto Río Blanco (cuya inversión supera
los US$2700 millones) No obstante de los mitos y falsedades que el movimiento antiminero ha
construido en la zona alrededor del proyecto Río Blanco en particular y de la minería moderna
en general, de alguna y otra manera, este nuevo conflicto amenaza, como dijimos líneas arriba,
la relativa tranquilidad y estabilidad que ha conseguido Boluarte luego de los primeros meses
del año.

Antes de continuar vale decir que si el proyecto Río Blanco persiste a pesar de los poderosos
relatos y narrativas antimineras no solo es porque es rentable desde el punto de vista
económico sino porque ha logrado aceptación social entre la población, detalle que se soslaya,
en una zona dominada por la economía ilícita y la minería artesanal e ilegal, amén del uso de
tecnologías ambientales.

Ahora bien, si este conflicto ideológico y político logra escalar aún más podría darle oxígeno e
impulso al movimiento antiminero y anti Dina Boluarte justo ahora cuando se intenta de todos
los modos organizar “tomas de Lima” en julio próximo, sobre todo desde las regiones del sur.

Si el gobierno de Boluarte no gestiona bien este conflicto que tiene ribetes ideológicos y
políticos y no ambientales (como indica el movimiento anti) podría semejarse a Conga o Tía
María. Además de ello, este conflicto podría ser aprovechado por algunos dirigentes de las
propias rondas campesinas para declararse como la “oposición social” al gobierno de Boluarte
y sobre todo llenar el espacio de representación dejado por Pedro Castillo. Estaríamos
entonces ante palabras mayores. Importante, no olvidar la epidemia de dengue en las regiones
norteñas que añade mayor desafección.

De momento el mismo software que en su día empezó contra el proyecto Manhatan en


Tambogrande (tomado ahora por la minería artesanal e ilegal) se ejecuta también en Río
Blanco: medios locales, ONGs, ideología y mitos, además de líderes que intentan convertirse en
los nuevos Pedros Castillos. Una chispa puede encender la pradera, como diría Mao.

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