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HL sprwey orodi6o upesey jap equim e| ap speriue © ACERCAMIENTO AL INCONSCIENTE Carl G. Jung. 1 La importancia de los suefios El hombre emplea Ia palabra hablada 0 ¢s- cerita para expresar el significado de Yo que desea transmitir. Su lenguae esté leno de simbolos pero también emplea con frecuencia signos 0 imégenes que no son estrictamente desctiptivos, Algunos son meras abreviaciones @ hilera de iniciales como ONU, UNICEF, 0 UNESCO; otros son conacidas marcas de fé- brica, nombres de medicamentos patentados, emblemas 0 insignias. Aunque estos carecen de significado en sf mismos, adquirieron un sig- nificado reconorible mediante el uso comin 0 una intencién detibetada. Tales cosas no son simbolos. Son signos y no hacen mas que de- notar los objetos @ Ios que estén vinculados. Lo que llamamos simbolo es un término, un nombre 0 aun una pintura que puede ser co- nocido en Ta vida diaria aunque posea conno- ies especificas ademas de su sigmticado corriente y obvic, Representa algo vago, des- conocido u cculto para nosotros, Muchos mo- numentas eretenses, por ejemplo, estén marca- dos con ef dibujo de la azuela doble. Este es un objeto que conocemos, pero desconocemos sus proyecciones simbélicas. Como otro ejem- plo, tenemos el caso del indio que, después de una visita a Inglaterra, conté a sus amigos, at regresar a la patria, que los ingleses adoraban animales porque habfa encontrado Aguilas, i2o- nes y toros en las iglesias antiguas. No se daba cuenta (ni se la dan muchos cristianos) de que esos animales son simbolos de los Evangelis- tas y se derivan de la visién de Ezequiel y que eso, a su vez, tiene cierta analogia con el dios egipcio Horus y sus cuatro hijos. Ademds, hay objetos, tales como la rueda y ta cruz, que son conocidos en todo el mundo y que tienen to significado simbélico bajo ciertas con- diciones, Precisamente lo que simbotizan sigue siendo asunto de especulaciones de contro- versia, Asf es que una palabra o una imagen es. simbélica cuando representa algo més que su significado inmediato y obvio. Tiene un aspec- to “inconsciente” més amplio que nunca esta definido con precisién 0 completamente ex- plicado. Ni se puede esperar definirlo 9 expli- carlo, Cuando la mente explora el simbolo, se ve Mevada a ideas que yacen més alli del al- cance de la raz6n, La rueda puede conducir muestros pensamientos hacia el concepto de un sol “divino”, pero en ese punto, la razon tiene que admitis su incompetencia; el hom- bre es incapaz de definir un ser “divino”. Cuan- do, con todas nuestras limitaciones intelectua- les, Hamamos “divino” a algo, le hemos dado meramente un nombre que puede basarse un credo pero jamds en una prueba real. Como hay innumerables cosas més alld del alcance del entendimiento humano, usamos constantemente términos simbdlicos para re- presentar conceptos que no podemos definir © comprender del todo, Esta es una de las ra- zones por las cuales todas las religiones em- plean lenguaje simbélico imagenes. Pero esta utilizacién consciente de los. simbolos es solo un aspecto de un hecho psicolégico de gran importancia: el hombre también produce simbo- los inconsciente y esponténeamente en forma de suciios. No es facil captar este punto. Pero hay que captarlo si queremos saber mds acerca de las formas en que trabaja la mente humana. El hombre, como nos damos cuenta si reflexio- amos un momento, jamés percibe cosa algu- na por entero o la comprende completamente. Puede ver, oft, tocar y gustar; pero hasta donde ve, cuanto oye, qué le dice el tacto ¥ qué saborea dependen del mimero y calidad de sus sentidos. Estos limitan su percepcién det mundo que le rodea, Utilizando instrumen- tos cientificos, puede compensar parcialmente las deficiencias de sus sentidos, Por ejempio, puede ampliar el alcance de su vista con pris» miticos 0 el de su ofdo mediante amplificacién eléctrica. Pero los més complicados aparatos no pueden hacer mas que poner af alcance de sus ojos los objetos distantes o pequefos o ha- cer audibles los sonidos débiles, No importa qué instrumentos use, en determin alcanza el limite de certeza mds al no puede pasar el conocimiento consciente, ‘Ademés, hay aspectos inconscientes de nues- tra percepcin de la realidad. El primero es el hecho de que, aun cuando nuestros sentides reaccionan ante fenémenos reales, visuales y sonoros, son trasladados en cierto modo desde el reino de la realidad al de la mente. Dentro de la mente, se convierten en sucesos psiqui= cos cuya naturaleza ultima no puede conocer- Inquietds: tres de las. cuatro. Evangeistas (en un relieve dela catecral de Chartres) sparecen como animales: ol len es Marcos, el toro 8 Lucas, #) aguila es Juan. Arriba: también son animales eres ce los hyos del dios agiecio Horus (hacia 1250 a.de J C ) ‘Anvmales y grupos de cuatro. son. simboloe religiosos. Un versie a ct PM seh | & fe) 4, eee se (porque la psique no puede conocer su pro- pia sustancia psiquica, Por tanto, cada expe- riencia contiene un niimeto ilimitado de factores desconocidos, por no mencionar el hecho de que cada objeto conereto es siempre desconocida en ciertos respectos, porque no podemos conocer la naturaleza tltima de la propia materi Después hay ciertos sucess de los que no nos hemos dado cuenta conscientemente; han permanecido, por asf decir, bajo el umbral de la consciencia. Han ocutrido pero han sido ab- sorbidos subliminalmente, sin nuestro cono- cimiento consciente. Podemos darnos cuenta de tales sucesos solo en un momento de intui- cién 0 mediante un proceso de pensamiento profunde que conduce a una posterior com- prensién de que tienen que haber ocurrido; y aunque, primeramente, podamos haber desde- fiado su importancia emotiva y vital, posterior- mente surgen del jnconsciente como una espe- cie de reflexién tardia, Podrfa aparecer, por ejemplo, en forma de suefio, Por regla general, el aspecto inconscien- te de cualquier suceso se nos revela en suefios, donde aparece no como un pensamiento rar ional sino como una imagen simbélica. Como cuestion histérica, fue el estudio de los suefios Jo que primeramente facilité a los psicdlogos investigar el aspecto inconsciente de los sue cesos de la psique consciente. Basdndose en esa prueba, Ios psicélogos su- Pusieron la existencia de una psique incons- ciente, aunque muchos cientificos y filésofos niegan su existencia. Razonan ingenuamente que tal suposicién implica la existencia de dos “sujetos” 0 (expresindolo en frase comtin) dos personalidades dentro del mismo individuo. Pero eso es precisamente lo que representa con toda exactitud, Y una de las maldiciones del hombre moderno es que mucha gente su- fre a causa de esa personalidad dividida, En modo alguno es un sintoma patolégico; es un hecho normal que puede ser observado en todo tiempo y en cualquier Jugac, No es simplemen- te el neurdtico cuya mano derecha ignora lo que hace In mano izquierda, Ese conflicto es un sintoma de una inconsciencia general que es la innegable herencia comin de toda Ja hue manidad. El hombre fue desarrollando la consciencia lenta y laboriosamente, en un proceso que ne- cesité incontables eras para alcanzar el estado civilizado (que, arbitrariamente, se fecha con la invencién de la escritura, hacia el 4,000 a. de J.C). ¥ esa evolucién esté muy lejos de hallarse completa, pues adn hay grandes zonas de la mente humana sumidas en las ti- nieblas. Lo que Hamamos la “psique” no es, en modo alguno, idéntica a nuestra consciencia y su contenido. Quienquiera que niegue ta existencia del ine consciente, supone, de hecho, que nuestro co- nocimiento actual de la psique es completo. Y esia creencia es, claramente, tan falsa como la suposicién de que sabemos todo lo que hay que saber acerca del universo, Nuestra psique es parte de la naturaleza y su enigma es ili mitado. Por tanto, no podemos definir ni la psique ni la naturaleza. Solo podemos afirmar ‘qué creemos que son y describir, to mejor que podamos, cémo funcionan. Por Jo cual, com- pletamente aparte de las pruebas acumuladas por Ia investigacién médica, hay firmes bases logicas para rechazar afitmaciones como No hay inconsciente”. Quienes dicen tales cosas no hacen mds que expresar un anticuado “mi- sonefsmo”: miedo a lo muevo y lo descono- cido, Hay razones histéricas para esa resistencia a Ia idea de una parte desconocida de la psique humana, La consciencia es una adquisicién muy reciente de la naturaleza y atin est4 en perodo “experimental”. Es fragil, amenazada por pe- ligcos especificos, y fécilmente daiiada, Como 23 han sefialado los antropélogos, uno de los desérdenes m4s comunes producidos entre los pueblos primitives es el que laman “la pérdida de un alma”, que significa, como la denomit cién indica, una rotura perceptible (0, técnicamente, una disociacién) de la conscien- cia, Entre tales pueblos, cuya consciencia esta en un nivel de desarrollo distinto al nuestro, el “alma” (0 psique) no se considera unitaria. ‘Muchos primitives suponen que el hombre tie- he un “alma selvética” ademds de la suya pro- pia, y que esa alma selvética esté encarnada en un animal salvaje o en un érbol, con el cual 1 individuo humano tiene cierta clase de iden- tidad psiquica, Esto es lo que el eminente et- ndlogo francés Lucien Lévy-Briihl Tamé una “participacién mistica”, Posteriormente, reti- 16 ese término por presiones de las criticas adversas, pero creo que sus criticos estaban equivocados. Es un hecho psicolégico muy co» nocido que un individuo puede tener tal iden- tidad inconsciente con alguna otra persona o con un objeto. Esta identidad toma diversidad de formas entre los primitives. Si el alma selvatica es Ja de un animal, al propio animal se le considera como una especie de hermano del hombre. Un. hombre cuyo hermano sea, por ejemplo, un cocodrilo, se supone que esté a selvo cuando nade ea un rio infestado de cocodrilos. Si et alma selvatica-es un Arbol, se supone que el Arbol tiene algo asi como una autoridad paternal sobre ¢l individuo concernido, En ambos casos, una ofensa contra el alma selvética se inter preta como una ofensa contra el hombre, En algunas tribus se supone que el hombre tiene varias almas; esta creencia expresa el sentimiento de algunos primitivos de que cada uno de ellos consta de varias unidades ligadas pero distintas. Esto significa que la psique in- dividual est4 muy lejos de estar debidamente sintetizada; por lo contratio, amenaza frag- mentarse muy fécilmente con solo los ataques de emociones desenfrenadas. Mientras esta situacién nos es conocida por Jos estudios de los antropSlogos, no es tan ajena, como pudiera parecer, a nuestra propia civilizacién avanzada. También nosotros pode- mos llegar a disociarnos y perder nuestra iden- tidad. Podemos estar poseidos y alterados por el mal humor 0 hacernos itrazonables ¢ inca- paces de recordar hechos importantes nuestros © de otros, de tal modo que la gente pregun- te: “Pero zqué demonios te pasa?” Hablamos acerca de ser capaces de “dominarnos", pero al autodominio es una virtud rara y notable. sDisodlacténs sigelfea una asclsién en Jn psique, Ie cval produce una neurosis. Un famaso ejemplo literarlo de ese estae do es El Dr, Jekyll y Mr. Hyde (1886), dl escocés RL. Stevenson, En volo, [a aescisléns de Jokyil toma la for- ‘ma de un cambio flsleo més qua {como la realided) un estads interior pel quico. lequierda: Mr. Hyde (do la pe lievia Ge 1992), la otre mited> de Jee. { Lor pueblos primitives amaban a la leoeiacisnpérdids de um alma>; cralan que el hombre tenfa un wala talviticy> ademés de la suya propia. Péglna epuests, tzqulerde: un hombre ola tribu Nyenga, del Congo, con una méscera ce ealao, ave con Ta que Tdertifca su alma salvaticn, { Pégina opuesta, derccha: telefonistar on tuna central muy active, mansjendo & Ia vez mmuchee lamadas. En tal ere, Is Opararias xescinden parte do. wu mente consciente para concentrarse. Pero ess eaciién es controlade y tem- poral, no una disclacién esponténes ‘orm, Podemos creer que nos dominamos; sin em- bargo, un amigo facitmente puede decirnos co- sas acerca de nosotros de las cuales no sabemos nada, Sin duda alguna, aun en lo que lamamos un elevado nivel de civilizacién, la consciencia humana todavia no ha conseguido un grado conyeniente de continuidad, Atin es vulnera- ble y susceptible la fragmentacién, Esta capa- cidad de aislar parte de nuestra mente es una caracter(stica valiosa. Nos permite concentrar~ nos sobre wna cosa en un momento determina- do, excluyendo todo Io demas que pueda re- clamar nuestra atencién. Pero hay un mundo de diferencia entre una decisién consciente de separar y suptimir temporalmente una parte de nuestra psique y una situacién en la que esto ccurra espontineamente sin nuestro co- nocimiento 0 consentimiento y aun contra nues- tra intencién. Lo primero es una hazafa ci- vilizada, Jo ultimo una primitiva “pérdida de un alma” o, aun, la causa patolégica de una neurosis. De este modo, incluso en nuestros dias, la unidad de consciencia es todavia un asunto dudoso: puede romperse con demasiada fa- cilidad, La capacidad de dominar nuestras emo- ciones, que pueden ser muy deseables desde nuestro punto de vista, seria una consecucién discutible desde otro punto de vista porque privarfa a las relaciones sociales de variedad, color y calor, Es ante este fondo donde tenemos que revi- sar la impottancia de los suefios, esas fanta- sias endebles, evasivas e inciertas, Para expli- car mi punto de vista, desearfa describir cémo se desarrollé durante un perfodo de afios y cémo fui Nevado a concluir que los suchios son la fuente mas frecuente y universalmente ac- cesible para la investigacién de la facuiltad sim- bolizadera del hombre Sigmund Freud fue el precursor que primero intenté explorar empiticamente et fondo in- consciente de la consciencia. Trabay con la presuposicién general de que los sueiios no son algo casual sino que estan asociades con pen- samientos y problemas conscientes. Esta pre- suposicién, por lo menos, no era arbitraria, Se basaba en la conclusién de cminentes neuré- Jogos (por ejemplo, Pierre Janet) de que los sintomas meurdticos se relacionan con cierta experiencia consciente, Hasta parecen ser zo- nas escindidas de la mente consciente que, en otra ocasién y bajo circunstaneias distintas, pueden ser conscientes. Antes del comienzo de este siglo, Freud y Josef Breuer habfan reconocido que los. sin- tomas neurdticos—histeria, ciertos tipos de do- lor, y 1a conducta anormal—tienen, de hecho, pleno significado simbélico. Son un medio por el cual se expresa et inconsciente, al igual que hace por medio de los suefios que, del mismo modo, son simbélicos. Un paciente, por ejem- plo, que se enfrenta con una situacisn intole- rable, puede provocar un espasmo siempre que trate de tragar: “No puede tragarlo”, En situaciones andlogas de tensién psiqnica, otro paciente tiene un ataque de asma: “No. pue- de respirar el aire de casa”, Un tercero sufre una peculiar pardlisis de las piernas: no puede andar, es decir, “ya no puede andar més”. Un 1 Sigmund Freud (Viens. 2 Oita Rank (Vera) 6 de 3 Lutwig Binswanger (Krevahingen). «8B Bell 26 5 Max Engen (Berlin) J Putnam (Boxten). 10 Emma Jung (Kusnache) 7 Ernest Jones (Toronto) Mi Sandor Ferene2\ (Budapest) 8 Wilelie Stoke (ions) 12 dung (Kusnacht) cuarto, que vomita cuando come, “no puede digerir’, cierto hecho desagradable, Podcia ci- tar muchos ejemplos de esta clase, pero tales Teacciones fisicas son solo una forma en la que los problemas que nos inquietan pueden expresarse inconscientemente. Con mayor fre- cuencia, encuentran expresién en nuestros sue~ merosas personas contat sus siefos, sabe que Jos simbolos del sueiio tienen mucha mayor variedad que los sintomas fisicos de la neuro- sis, Muchas veces consisten en fantasias ela boradas y pintorescas. Pero si el analista que se enfrenta con ese material onirico emplea la > Eugen Blouter (Zurich) técnica primitiva de Freud de “aseciacién li- bre”, encuentra que los suefios pueden redu- cirse, en definitiva, a ciertos tipos basicos. Esta técnica desempeé un papel importante en el desarrollo del psicoandlisis porque permitis a Freud utilizar los suefios como punto de par- tida desde el cual podfa explorarse el problema inconsciente del paciente. Freud hizo la sencilla pero penetrante ob- servacién de que si se alienta al sofiante a se- guir hablando acerca de las imdgenes de su suefio y Jos pensamientos que ellas suscitan ent su mente, se traicionard y revelara el fondo inconsciente de sus dolencias, tanto en lo que dice como en lo que omite deliberadamente, Sus ideas pueden parecer irracionales y dispa- tatadas pero poco después es relativamente facil ver qué es lo que estd tratando de evitar, qué pensamiento o experiencia desagradable est suprimiendo. No importa cémo trate de enmascararlo, cuanto dige apunta hacia el meo- lo de su malestar. Un médico ve tantas cosas desde el lado desagradable de 1a vida que, con frecuencia, se hala lejos de la verdad cuando interpreta las insinuaciones hechas por su pa- ciente como signos de una consciencia turba- da, Por desgracia, Io que casualmente descubre confirma sus suposiciones, Hasta aqui, nadie puede decir nada contra la teorfa de Freud de la represidin y satisfaccién de deseos como cau- sas aparentes del simbolismo de los suefios. Freud concedié particular importancia a los suefios, como punto de partida de un proceso Iquierde: muchos da los grandes pre- ccoryorer del psicoandlisis moserno, fOt0- ‘ofaindes en Un Congreso de Pstcoandlsic ‘elebrade en 191 en Weimar, Alera via. La clave puesta al ple identifica algunas de tas figuras mis imporientes, Derechas el test do elas manchas de tintas ideeda por al priquiatre sulza Hecmuon Rorschach. La forma. det jeién libre; de hecho, casi teda forma irregular bre puede provecar ot proceso avociativo Leonardo da Vi feribrd an aus Notas: eho os cosult : P itll cetoneros.aigunes. veces y rrirar 2 ‘ - las manchas de los paredec © Ins centzas dde_un furgo © nubes © harro 0 sitios anilogos en los que... sodéls encontrar utentcas Ideas maracas.» de “asociacién libre”. Pero algin tiempo des- pués, comencé a pensar que eso era una uti- lizacién errénea e inadecuada de las ricas fan- tasfas que el inconsciente produce durante el suejio. En realidad, mis dudas comenzaron ‘cuando un colega me hablé de una experiencia tenida durante un largo viaje en tren por Ru- sia, Aunque no sabfa el idioma y, por tanto, no podia descifrar la escritura cirilica, se encon- tré meditando acerca de las extraias letras en que estaban escritos los avisos de! ferroca- rril y se sumié en una divagacién en ta que imagin6 toda clase de significados para ellos. ‘Una idea le condujo a otra y en su vagar mental hallé que su “asociacién libre” habfa removido muchos viejos recuerdos. Entre ellos, le molest6 encontrar algunos desagradables y hacta mucho tiempo enterrados. cosas que ha- bia deseado olvidar y habia olvidado cons- cientemente. De hecho, habfa Hegado a lo que Jos psicétogos Hamarfan sus complejos, es de- cir, temas emotivos reprimidos que pueden producir constante perturbacién psiquica o ine cluso, en muchos casos, los sintomas de una neurosis. Este episodio me abrié los ojos al hecho de que no era necesario utilizar un suefio como punto de partida para el proceso de “asocia- cidn libre”, si se desea descubrir los compiejos de un paciente. Me mostraba que se puede aleanzar el centro directamente desde cual- quier punto de 12 brijula, Se puede comenzar desde las letras cirflicas, desde las meditacio- oraciones 0 aun desde una conversacion ca- sual acerca de algiin suceso trivial. El suefio no era ni mds ni menos til a este respecto que cualquier otro posible punto de partida. Sin embargo, los suefios tienen un significado particular aun cuando, a menudo, proceden de un trastorno emotivo en el que los complejos habituales también estén envueltos. (Los com- plejos habituales son tos puntos delicados de Ja psique que reaccionan rapidamente a un | estimulo externo 0 alteracién). Por eso la aso- ; ciacién libre puede conducir desde cualquier | suefio a criticos pensamientos secretos. | No obstante, en este punto se me ocurrié | ! i hes sobre una bola de cristal, un molino de i que (si hasta ahi estaba en lo cierto) podria deducirse legitimamente que tos suefios tienen por si mismos cierta funcién especial y més importante, Con mucha frecuencia, los sueiios tienen una estructura definida, de evidente propésito, que indica una idea o intencién sub- yacente, aunque, por regla general, lo altima no es inmediatamente comprensible. Por tan- to, comencé a considerar si se debe conceder més atencién a la forma efectiva y contenido de un suefio que a permitir a la asociacién “Jibre” que conduzea por medio de un encade- namiento de ideas a complejos que podrian aleanzarse con la misma facihdad por otros medios. Este nuevo pensamiento fue un cambio de ireccién en et desarrollo de mi psicologia. Significé que paulatinamente renuncié a Jas demas asociaciones que alejaban del texto de un suefio, Preferi concentrarme mds bien en las asociaciones del propio sueio, en la creen- cia de que fo tiltima expresaba algo especifi- co que el inconsciente trataba de decir. El cambio de mi actitud hacia los suefios os distintes estimulon poubles de Ia seociecion iore al meine (ce oraciones de un mend tbe taco (inquierda), 0 Ia bole de cratal de una ashvinedera (dere ‘cha, una adwinadors mederna en tne ferie inglese) acarreaba un cambio de método: la nueva té&- nica era tal que podria tener en cuenta los diversos y mas amplios aspectos de un sueiio. Una historia contada por Ix mente conscien- te tiene un principio, un desarrollo y un final pero no sucede lo mismo en un suctio. Sus di- mensiones de tiempo y espacio son totalmen- te distintas; para entenderlo hay que exami- narlo en todos Jos aspects, al igual que se puede coger en Tas manos un objeto descono- cido y darle vueltas y mas vueltas hasta que se conocen todos los detalles de su forma. Quizé ya haya dicho lo suficiente para mos- trar cémo se fue acrecentando mi desacuerdo con Ia asociacién “libre” tal como Ia empleé Freud al principio: yo deseaba mantenerme lo més cerca posible det sueio mismo y excluir todas las ideas que no hicieran al caso y las asociaciones que pudiera evocar. En verdad, eso podia conducir hacia los complejos de un paciente, pero yo tenfa en mi pensami‘ento una finalidad de mayor alcance que el descubri- miento de los complejos productores de alte- raciones neurdticas. Hay otros muchos me- dios con fos cuales pueden ser identifieadas: Tos psicslogos, por ejemplo, pueden captar to- @as Tas alusiones que necesiten utilizando los tests de asociacin de palabras (preguatando al paciente qué asocia a una serie dada de palabras y estudiando Iuego las respuesta) Pero para conacer y comprender ei proceso vital psiquice de toda la personalidad de un indsviduo es importante darse cuenta de que sus suefios y sus imégenes simbélieas tenen un papel mucho mas importante que des- empeiiar. Casi todo el mundo sabe, por ejemplo, que hay una mmensa variedad de imdgenes con las que se puede simbolyzar el acto sexual (0, podriamos deci, representarse en forma de alegoria) Cada una de esas imagenes puede conducir, por un proceso de asociacion, a la idea de relacién sexual y a complejos especi- ficos que cualquier mmdividuo pudiera tenet acerca de sus propios actos sexuales Pero tam- biéa pudicra desenterrar tales complejos con un soar desprerto ante un conjunto de indes- cafrales letras rusas. Por tanto, Hegué a la su: posicion de que un sueiio contiene cierto men- ssaje distinto de Ia alegoria sexual, y que eso es asi por razones defindas Para aclarar este punto: Un hombre puede sofia que introduce una lave en una cerradura, que empufia un pesado bastén, o que echa abajo wna puerta con un atsete Cada una de esas cosas puede consi- derarse una alegoria sexual Pero el hecho de que su inconsctente haya elegido, con ese fin, tuna de esas imagenes especificas—sea fa Have, al baston 0 el ariete—es también de la mayor importancia, La verdadera tarea es compren- der por qué se ha preferido 1a lave al baston acl baston al anete Y, a veces, esto pudicra conduci al descubrimiento de que no es, en definitiva, el acto sexual el que esta represen tado sino o6o punto psicolégico totalmente distanto ‘A partir de este razonamento, Negué a la Une ce fas iacontebles imagenes simbd Tieos © slegorieas op) acto sewal es Ia censn celcervo Dereche detalie de un feiadeo. del pintor alernan dels XVI Granech La implicacion sexval de Ta ‘coro det carve te subeaya con une ca ‘osm popular inglesa dela Edad Media, ‘eruleds wEl guordas Alla primara gama que dspard, ‘is Yon la segunda gama slags Y beso Y fa tercera buys en el coravin de un owen Elio exth entte las hoyos del verde 0 conclusion de que, para interpretar ua suefo, solo deberia uttlrzarse el material que forma parte clara y visible de él, El suego tiene su propia Limitacién, Su misma forma especfica nos dice qué le pertenece y qué nos aleya de él Mientras Ia asociacsn “iibre” nos engaiia alejindonos de ese material en una especie de Kinea en zigzag, e! método que desarrollé es mas semejante a una circunvalacién cuyo cen tro es la deseripetén del suciio, Trabajo en tor- no a la descripcion del sueiio y me desentien- do de todo intento que haga el sofiante para desprenderse de éI. Una y otra vez, en mi labor profestonal, he tenido que repetir las palabras: “Volvamos a su sueiio. {Qué dice el sueio?” Por ejemplo: un paciante mio sofié con una mujer vulgar, borracha y desgrefiada En el suefio, parecia que esa mujer era su esposa aunque, en la realidad, su esposa era totalmen- te distinta Por tanto, en Io externo, el suetio era asombrosamente incierto y el pacieate lo rechazé al pronto como una tonteria sofiada. Si yo, como médico suyo, le hubiera dejado miciar un proceso de ascctacion, inevitable. mente él habria intentado aleyarse lo més po- sible de la desagradable sugestién de su suefio. En tai caso, él hubiera desembocado en uno de sus compleyos princtpales—posiblemente, un complejo que nada tuviera que ver con su Una Hlave en une carraduea puede ser ton smbelo sexs) evnque no imearia- lemente quverds parte de_un rerable del oriste flomenco del: XV Comain yo. un abuipo ingles durante Ie. consa gracicn de una iglesia celebra la tradi ‘anal ceremonta golpeando an le puerta eo la iglesia con un bacule que ew Ccontemente no et un simiale Un simbclo de sutondad y de pastor Ningura imagen ‘mbolien in Simul puede docirse que tenga un sig tmficado general cograticamente tied el elements femnenino del “ masculine (ella y el ean mute an al_meonsciente femenina se fetudian en el cap 3) Esta dsicad Intena se sumboliea con freevencid. por Une figure hermafrodhts como el hertne fredita coronas. pagina opvesta arriba de un manuseret® de aiquinia eit padre y 010 de Is madve esposa—y yo no habria sabido nada acerca del significado especial de ese suefio peculiar, Entonces, cqué trataba de transmitir su in- consciente por medio de una afirmacién de falsedad tan obvia? Con toda claridad expre- saba de algén modo la idea de una mujer de- generada que estaba {ntimamente relacionada con la vida del sofiante; pero puesto que la proyeccién de esa imagen sabre su esposa era injustificada y falsa en la realidad, tuve que buscar en otra parte antes de encontrar lo que representaba esa imagen repulsiva. En la Edad Media, mucho antes de que los, fisiélogos demostraran que, a causa de nuestra estructura glandular hay, a la vez, elementos masculinos y femeninos en todos nasotros, s¢ decia que “cada hombre leva una mujer den- tro de si". Este elemento femenino de todo macho es lo que he llamado el ““énima”, Este aspecto “femenino” es esencialmente cierta clase inferior de relacionamiento con el con- torno y, particularmente con las mujeres, que se guarda cuidadosamente oculto a los demds asi como a uno mismo. Es decir, aunque 1a personalidad visible de un individuo pueda pa- recer completamente normal, también puede estar ocultando a los demas—o aun a sf mis- mo—ta situacién deplorable de “la mujer de dentro”. Ese era el caso de mi peculiar paciente: su lado femenino no era agradable, De hecho, su sueiio le decia: “En cierto modo, te estés portands como una mujer degenerada”, y eso Je produjo una conmocién conveniente. (Por supuesto, un ejemplo de esta clase no puede tomarse como prueba de que el inconsciente se ocupa de dar érdenes “morales”. El sueio no le decfa al paciente que se “portara me- jor”, sino que trataba, simplemente, de equi- ibrar fa naturaleza desnivelada de su mente consciente, la cual mantenéa la ficcién de que 41 era todo un perfecto caballero.) Es facil comprender por qué Tos sofantes tienden a ignorar, ¢ incluso negar, el mensaje de sus suefios. La conciencia se resiste a todo To inconsciente y desconocido. Ya seiialé fa existencia entre los pueblos primitives de Jo que los antropélogos Jaman “misoneismo”, un miedo profundo y supersticioso a la novedad. Los primitives manifiestan todas las reaccio- nes del animal salvaje contra los sucesos fu- nestos. Pero el hombre “‘civilizado” reacciona en una forma muy parecida ante las ideas nuevas, Ievantando barreras psicolégicas para protegerse de Ia conmocién que le produce enfrentarse con algo nuevo. Esto puede ob- servarse fécilmente en toda reaccién indivi- dual ante sus propios suefios cuando le obli= gan a admitir un pensamiento sorprendente. Muchos precursores en filosofia, ciencia, ¢ in- cluso en literatura, fueron victimas del inna to conservadurismo de sus contempordneas. La psicologia es una de las ciencias mas j6- venes; como intenta ocuparse de la labor del inconseiente, se ha encontrado inevitablemente con un misonefsmo extremado, 31

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