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El Genio en Adorno y El Siglo XX
El Genio en Adorno y El Siglo XX
La dialéctica negativa del arte, (el arte como momento crítico de lo cultural-social)
Para Adorno en una forma artística están expresados y al mismo tiempo negados los
contenidos ideológicos de la actividad artística. La forma del arte funciona como un reflejo
distorsionado de la realidad, pues toda obra asume el contenido histórico y social para
representar lo que el orden social no es, es decir, para mostrar lo contradictorio profundo
de la sociedad en la que surge. El arte representaría las apariencias en relación con su poder ser
otra cosa, presentándose como expositor negativo del orden social. La obra de arte sería una
manera de rechazar la forma de lo real empírico que permite ver otras posibilidades de existencia.
La autonomía de la obra de arte es presentada por Adorno bajo una formulación paradójica.
Por ser artefactos, estos es, productos realizados por el hombre, las obras artísticas entran en
comunicación con lo empírico, lo dado a la experiencia social, de lo que toman su contenido
y a lo que pretenden renunciar. Lo característico del arte es que en los problemas propios
de su proceso formal, de su realización como objeto, en su razón de ser inmanente,
aparecen los antagonismos insolubles de la realidad y no sólo de los momentos sociales,
como pensaría una lectura marxista radical, sino también los antagonismos existenciales,
religiosos y hasta cognoscitivos de lo social en general y, o, del artista en lo particular . Dice
Adorno “La libertad de la obra de arte, de la que ellas se precian y sin las que no serían nada, es
una astucia de su propia razón. Todos sus elementos están encadenados en esa cadena cuya rotura
constituye la felicidad de las obras de arte y en las que están amenazadas de volver a caer en
cualquier momento.” (Teoría Estética, 1983:16) La obra de arte intenta romper con su
contenido social al tiempo que está propensa a ser parte de la misma cultura rechazada: esa
es la propia contradicción del arte.
Toda obra de arte estaría, entonces, determinada por el momento detenido de un proceso
creativo y al mismo tiempo un momento de conciencia reflexiva sobre el devenir histórico
de la humanidad. El motivo central del arte sería buscar la verdad de lo transitorio, de lo
huidizo, de darle forma a lo no reconocido, lo particular y di ferente que no tiene cabida en
el orden social.
Dice Givone sobre la estética de Adorno: “En suma, el arte es sin duda, el espejo del mundo,
pero un espejo resquebrajado: la verdad del arte es… aquella que muestra en la materia
formada el trabajo de descomposición de lo negativo, no aquella que ayuda a nacer lo nuevo
y que, por tanto, directa o indirectamente aprueba lo existente… sino en el sentido de tener
abierta la posibilidad de una mirada a contraluz sobre el mundo y de dejar hablar,… quizás
enmudeciendo, a la ‘vida ofendida’.” (Historia de la estética, 1990:125)
Es como si el arte desarticula el lenguaje como se ha establecido el orden social de una
cultura, y que se ha hecho cómplice de los antagonismos humanos históricos. (Adorno piensa
en la cultura moderna del consumo que bajo la industria del ocio se empeña en resguardar al arte)
“Más que mentira, el arte es negación, negatividad irreductible, porque es ‘la instancia
contraria de lo que vive empíricamente’ y que quiere ser lo único ‘verdadero’ aunque en
realidad es objeto de manipulaciones y de imposiciones violentas” (Givone, 1990:127)
Y el arte tiene que hacer esto de manera que sea reconocido por el mismo orden social que
refuta, he ahí lo paradójico de la experiencia artística: rechaza lo establecido buscando ser
reconocido como propio rechazo. De ahí que la función del arte se encuentre tan cerca de la
ironía, de la payasada o de la burla, de esa distancia que exorciza y de algún modo traiciona lo
negativo, pues lo purifica (para usar una vieja categoría aristotélica: catarsis).
El problema de la Originalidad
Plantea Adorno que el tema de la originalidad artística, planteado por Kant y resaltado y
exaltado por los románticos se ha topado, tras las vanguardias de principios del siglo XX, con
ciertos límites prácticos que ponen en duda su real valor para dilucidar los temas referentes
a las propuestas artísticas contemporáneas.
(Leer a Adorno en clase…)