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CROETLUE EEL EE EE EEE eiea eeeacees beeceeesasa sddoeeb — ATOLOGA ONAMICA DE LA GEOGRAFIA CONTEMPORANEA NADAL, Francie! cgenirs mire: sige fies en ‘rganzcion termtoral de‘Culu (824 U5), on Ent de “Hone Soak Made, 78, NELSON. Benamin: Scenes and civil, “Es” and “We Joseph Needham and Max Weber, en Seger y Coke, 174 ‘NIETO! Algjandre Le mbw unrercne. Ferengi de lsc Tredric de le Unioeraad Eipesols, Moss Teenon. 14 pr POLIKAROY. Assis: «Esters models of siete gromibe, en Kral y Sc 198, D2 PRICE, DJ de Sil: Lite Sine, Rig Scome, Nowa York, Co lmbia University Pre. 196). Tract: Hac ane en ‘ens, Bateons, Ail, 197), 182 pp. PROGRAM: Program International Congren of Histor of Scene Unisrty of Cabforna, Bekele 3 uy -& sagen 1981, Behe ley, 198516 pp. PROGRAMME: Proremme and lio priate. XV Inman! ‘Cangrs ofthe Pastor of Science Edinburgh 1019 apo 1977 imarg, 197, 9 pp. REYNAUD, Alsi o£] mato del unidad de a groprtio, Geo Cr ‘(Universidad de Bareclons) m2 (marco 970. 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Por cura parte, si acepta el concepto de Johnston de «un programa ondulante> (rolling. program) (véase més Adclante), como Ia forma normativa en Ia que las mo- das de investigscidn se suceden en las cieneas sociales, emtonees el actual nos pareceris un periode no mis ri tice que otros en los sesentaafios anteriores ‘Ms inceresunte es la segunda hipStesis de Aay, im- plicita en sv opinién de Is existencia del desarrollo de tun contexto de investigacién (es deci, la conciencia ‘explicica dels tradicién histories de la propia investiga- ign), en los artieulos de los geégrafos estadouniden- ses. Comparando los ariculos publieados en Annals of the Association of Amencan Geographers y en Geo- graphical Review durante los periodos 1930-39 y 1966- 75, Aay (1978: 268) descubsid que durance el primer periodo el 70 % de los aniculos eatecian de un conter- {o de investigacién, mientras que en la muestra mis re- es ‘bree propa casement ciente hay nicamente un 37 %. En el primer periodo, 133 % de los anciculos inclia el contexto del. desa- rrolio de Ia investigacién, cifra que fue doblada a un 7 % en el dhimo periodo. Después, Aay distribuye es- tos datos en categorias mis indicativas: en articulos que tratan los métodos geogrifcos, el 8,1 % de la primera muestra poseen el contexte de desarrollo de la invest- acién, cn contraposicin del 22,2 % que presenta la segunda muestra; de la misma manere, en ios ariculos filoséficos y teoréticos seeccionados, ninguno de ls déeada de los treinta presenta un contexto de desarro- Ilo de Ia investgacién, a diferencia del 12,5 % de Ia rues mds recs (Any, 197278, 281), pat ‘estos datos apareceria que cl gran interés de los gedgra- fos por los contertos de invesgacin en general y por In investigecin de sus propiasraices histdrias extaria. relacionado con la importancia creciente de fa teo cl discurso geogrifico. Sin teoria, apunta Aay (1971 370) no hay necsiad den contento de investiga- cién, La leecin que obtengo de los datos de Aay es {que Is envevas historia de ls geografia es, en parte, una Construceién del neopositivismo, un epifendmeno de la tencin 2 un contexto de investigacion que requ construccién de ls teoria. Ademds, personas cuya in- vestigacién noshistérica fue ampliamente «positvistar tienden = coneentrarse en las corrientes principales Ue Ia historia al igual que RJ. Johnston y Horacio Capel, han pretendido entender la dinémica de la geogralia del siglo XX a través de enfoques encomtrados comin mente en la historiografia de las otras cieneias sociales. Es este tipo de historografia lk que me interesa 2qui La ezevels histrca humanists, puesto que rechaza no s6lo los mézodos sino también el ethos de Ia geografia. reopositivista, ha tenido que inventar un pasado mis conveniente y, consceueniemente, ha dessrrollado un ppunto de vists excéntrico de ls geografis moderna. Un tjemplo es la reinvencién hechs por Bowen de Hum- boldt como precursor del humsnismo holistico, algo que nunes adapté (Bowen, 1981, y critica de esta con- Cepeiéa sobre Humboldt en Capel, 1981: 21); 0 una coleceign humanista recieme (Stoddar, 1981), evyos capitulor biogrificos comideran 3 Kropotkin, Reclus, Geddes, Alfred Weber, Wilhelm Dilthey y Josiah Royce como padres de Ja geograis (humanist) Los mis tipicos y mis congcidos trabajos de la his toria tradicional de 1a geografia han sido los que Aay denomina «manuales de erénicar {textbook chroni- der. Estos volimenes,diigides alos alumnes y prac- ticantes de este campo para cubrir las necesidades «de Ia casa», ponen énfasis en la contnuidad de Ia historia de las ideas geogrifieas, distorsionando frecuentemente Jos hechos pazados pata ‘avorecer una posicin parti- cular. Asi, el regionalismo fue el nico eriterio para la inclusign en The Makers of Modem Geography de Dickinson, y lor no-Fegionalistas estan, 0 bien exclui- dos, o 2 lez tata de Una forma exteemadamente selec- tiva, de manera que is historias dirige cuidadosamen- te 2 apoyar el paradigma favorecido (Aay, 1978: 148- SUPLEMENTOS ANTHOPOSHD 3 SSsSUL UT ITT ANTOLOGIA.ONAMICA DE LA GEOGRAFIACONTEMPORANEA 170, 250). Ls visiin de Aay del teviavia popula All Possible Worlds. de [ames ty 3 wbién de Marvin, es que es menos doctrinario que el tratamiento de Dic kinson pero presenta todavia el concepto de espacio ‘ordenado como una forma de credo o canon que pro= porciona al pensamiento geogrifico su continuidad subyacente (Aay, 1978: 174, 178), La ausencia de posturaseriticas de estos trabajos es evidemte y es comin a otros tratamientos domésticos similares en las otras ciencias sociales, Aay cita a Ro- bere Young con el propésito de mostrar que los histo- riadores de las ciencias del comportamiento se detienen cuando alcanzan problemas complejos o de diffll re- solucién, y asi las mismas historias se cuentan una y vez y munca llega 2 profundizarse en su compren sidn» (Aay, 1978: 135). Cualquier lector podria enu- merar unos cuantos episodios heraices, que nos han sido contados una y otra vez, pero nunca realmente cexplicados: el determinismo ambiental y su superseisi, ppor el posibilismo: fa aparicién del enfoque regional; el ‘impacto del articulo de Schaefer sobre el excepeionalis- mo; la revolucién cuanttativa, etc. Virwalmente nin- uno de estos episodios, aunque conocidas por todos los gedgrafos, ha sido objero de andlisiscriticos y sus dindmnicas en particular las dinimicas sociales, a tra- vis de las cuales las ideas se suceden unas a otras en un ‘grupo social interactive de profesionales académicos— ‘0 han sido comprendidas o explicadas. No obstante, en los tltimos aiios, han aparecido tuna serie de escudios que parecen complementar el de- siderdtum de Aay de una historia ertiea de In geogra- fia, cuyos objetivos son mis bien explicativos y no ya simples catélogos de los logror de. los gedgrafos ance- siores y actuales 0 arbitrar en controversse filosdicas (véase Aay, 1978: 261). Estos trabsjor se basan en ine vestigaciones critcas y se aparcan radicalmente de los ceinones que inspiran a let manuales de erénicas. La historia de las ideas geogrificas es vista como discanti- nua y se intenta situar [os conceptos en el contexto de procesos intelecuales y sociales por encima de los li ‘mites del propio campo. La nueva historia de In eo- esti en consonancia con las perspectivas de ft Historia contemporinea de Ia ciencia la cual mezcla rasges cognitivos (el enfoque «internalista») con la his- toria sociale institucional (l enfoque sexternalista>) Podemos considerar sintomitico el hecho de que Is 1geopratin no hays creado una obra revisionista impor- ante que elaborara su dominio y su historia de una forms epistemoléyicamente polémica o que forears tuna reevaluacion de tado su exmpo y de su historia de a manera que lo hicieron Alvin Gouldner en The Co- ming Css of Western Sociology, o Marvin Harris en The Rise of Anthropological Theory. Exists un libro asi en nuestro campo, pero muy pocos, al menos en nnuesiro mundo anglo-narteamericane, parecian haber- lo leido (desde luego no he podide localizar resefas de esta lora en las revistasiraleene 0 nortenmericanas de eoprafia). Me refiero + Ls generaphie entre Ir mothe "1guPreweWTos aumanopes Sob gwogria near yon gees 1 la sconce: essa a épitémologie (1974) de Alsin Rey aud. A pear del subsitulo, este trabajo acres un trata- do epistemoldgico formal, sino un andlisis de las mani fescaciones hechas por geéprafos para describ el do- rminio de su campo. Lo que Reynaud dibuja es na superestructurs ideoligica elaborada —el «mito de Ia tunidad de Ia geografim, tal como él lo llama— para iustiticar la existeneia de Ia dseiplina. Muestra que es- tas manifestaciones pirecen haber sido la norma desde los comienzos de la dseiplina scadémica en los aftos ‘ochenta hasta el presente; han persistide por encima de los sucesivos programas de investigaciong han sido sus- critas tanto por los principales gedgrafos como por los tebeldes, y raramente han sido cuestionadas. El mito hha tomado muchas formas families: la geografia ex Is ciencia madre; es el puente entre le cienciae humanss ¥ sociales; su aleance es global, total, holstico, ete. Este ‘ipo de _manifestaciones fueron hechae inicialmente para justifcar la ereacién d= uns eampo académico nus vo al lado de otros ya estabieriios que ocupsban un territorio similar (por ¢j. ta historia, Ia sociolugis, 1 eoloxia). Pero pronto se convirieron en una tremp3, y los yedyrafos, que afirmaban que el suyo era un ‘campo en el que todo estaba incluido, evitaron de he- cho el cortacto con oxras ditciplinns y aeabaron redu- cidos en su propio gueto (sogun Ia earaeteriancién de Reynaud). La funcién mas significativa del mito de la vunidad dentro de ia disiplina ha sido legitimar con ‘chés Ia inclusion de la eografia humana y fisiea dentro del mismo campo, un principio que se ha considerado avtoevidente sin ser nanea cuestionado, a pesar de que ‘numerosos datos eimpiricos demuestran que Ia unién hha repereutido muy peco en Ia investigacion. Si se acepts el anilsis de Reynaud, debemos adop- ‘ar otra postura rotalmente nueva sobre lor origenes de ls geografia académica distina a Is presentada actual- mente en los libros de texto. Si no habin una logica inherente en el campo, tendria que dessrrollarse por razones extrinsceas al problema de Ia consistencia in- tema y sin referencia & ningiin plan intelectusl cohe rente. Esta cuestisn fue ya formulada por Horacio Ca pel_en un amplio velumen de historia revisionists (1981), en el que se percibe claramente la influcneia de Reynaud En a narracién de Capel, In geografia ha tenide tuna historia muy disconcinua y la yeografia académica aque surgié en los afos ochents tuve poco que ver con lo que previamente se habia venido llamando geopra- fis, ninguna comer tinal v pacar kaos per sonales. Ademis, In rarsn de Ia ereacisn de ese eamino académico fue en todas partes similar: cuando los pai ses europeos extendieron Ia edueseiin primaria y se= ‘cundaria¢ incluyeron ls geografia como parte del pro- rama de estudias, se recestaron urgentemente mvs twos, ln que, a a vez. estimlé la cteacidn de citedrae para formarios. Las primeras estedtas fueron ocupadas hor conversos procedenres de otros campos. ¥ aque Alespues ruvieron que definir el dominio del nueva a t —— WeroL0GIA DNAMCA DE LA GEDGAAFIA CONTEMPORANEA, campo y justficarl. De aqui las afirmaciones de vni- dad del conocimiento geogrifico que pronto se 1rans- formaron en una ideologis recubridors. En esvudios paralelos de casos, Capel demostré Ia naturaleza estén= ar del fenémeno en cinco paises europeos: Italia (Ca- pel, 1977), Alemania, Francis, Inglaterra y Rusia (Capel. 1981, capieulos 3-6) Capel juags irrelevance para la es tructura actual de fa disciplina todo el esfuerzo subsi- guiente y continuado para darle coherencia: In geogra- fia aesdémiea no ha sido conservada unida tanto por posiciones cognitivas comunes como por razones de estrategias institucionales, paricularmente via-vis 2 disciplinas particularmente competivas, y las jusifes- cioncs de su coherencia se produjeron 2 postenon (Ca- pel, 1981: 336-37), Esto es complementario a las eon- Clusiones de Aay (1978: 213) de que ls flosofia de la scobrfi he sido inconsecuente con cl desarrollo del iento geogrifico ro de Capel se pusde contrastar con la earae- tcrizacin de las erénieas de los manuales de erénicas de Aay, del eval es ia anttesis mis cereana. En ver de cnlzzar episodios para dar una impresion de continui- dad, Capel pone énfass en la diseontinuidad. Su narra- cin se bass, siempre que cs posible, en anteriores in- vestigaciones de historia de la geogratia y de historia y filosofia de Is ciencis en genersl, No es aurojusificativa yy ningin punto de vista Iiloséfico es presentado como normative. A pesar de que repssa cuestiones familiares, repetidamente formula preguntas nuevas con el fin de situar los problemas mis alld de los trllados clichés fa- miliares. gPor qué Humbold: y River fueron figuras sitladas? (La metodologia de Humboldt —Ia historia natural comprehensiva— y Ia ideologis de Ritter —-el finalismo— perdieron scepracién.) {Qué es lo que le- +6 a los fundadores de Ia academia de geografis 3 cam- biarse del eampo del que provenian? (Las respuestas canénicas, como los viajes de Ratzl, no tienen ningin sentido. Opertunided profesional, mir que experien- cias compartidas © posiciones cognitivas, fue cl factor decerminantc,) Si cl imperialismo fue un gran estimulo ppara Ia profesionalizacién dc ls geografia, por qué este ‘campo académico aparecié en sikimo lugar en inglate- rra, en lugar de hacerlo-en primer lugar? (La posicién firme de los geéloges « historiadores impedia la insti tucionalizacign.) Podriamos extender ain mas la lista Si podemos detectar en Reynaud y Capel un nuevo estilo critico al sintetizar la historis de la geografia, también podemos de Is misma manera preguntarnos por qué este estilo apareeié en Francia y Espafa, El ‘egionalismo de Vidal ha sido ef mésodo dominante de discurso tanto en Francia como en Espaia hasta hace poco, y Is intraduccién de enfoques neopositivstas, Iss perspectivas radicsies y humanistas se retraso, spare- iendo todss simultineamente (en Francia, como con- secuencia. del Jevantamiento universitario de mitad de los afios sesenta; en Espata, algo mis tarde). De este ‘modo, Ia brusquedad y Ia complejidad de Is crisis epis- remoldgiea forzé 2 los gcografos a enfrentarse con Ia 2 Sobmlngeogra seas y ln godgrfon estructura del campo discplinario, ineluyendo su his- tori, como una cuestién de supervivencia intelectual. Capel, en uns reflexin autobiogrfica (1982: 306), des- cribe su propia ersis, alrededor de 1967 y su paso des de un andlsis sociolégico (estrategias profesonalcs y conexiones de poder que determinaron is suerte de var fos grupos de interés profesional), a un andlsis filosé= fico, pero sin abandonar el primero. El enfoque instiucional defendide por Capel es bisico para cualquier interpretation de ls historia de la grografia desde 1890. No obstamte, tanto Capel como Reynaud han contribuido también a la historia anal a de las ideas la cual deberia constiuie un contrapun- to necesario al enfoque secio-instirucional —se neces tan ala vez ambas perspectivas I interna y la externa El eapitalo de Reynaud sobre el regionalismo francés (1974: 87-124) os incisive. Desde su punto de vista, [a ‘uegién natural> tan apreciada por la escuela vidaliana rho er2 un modelo glabal, sino un modelo limizado en cl tiempo, apropiado para pequefas regiones ruales con un nivel bajo de dessrrolio industrial. Desde cee cenfoque resulta intligible la dificulad que ruvieron los repionalistas franceses para analizar tanco las regiones ‘rbano-industriales (y Jos flujos humanos inter'o s0- prarregionales selacionados con elas), como lar regio- 1es de los paises en desarrollo, La contribucién de Capel als hisoris intelecrual ex pane de lo que podriames llamar el debate post-kuh- iano. La discusién realizada por Johnston (1983) re- Aieja quiass mejor la percepeién de los gedgrafor hu- ‘manos (paralelamente a andlsis similares realzaos en Jas otras ciencias sociales, de que el modelo kuhniano de la ciencia normal, intesrumpida por revoluciones e3- porddicas que conducen a nuevos paradigmas, no ¢= propiado para las ciencias sociales. Mas bien propone tun «programa ondulante> [rolling program} en el cual diferentes intentos de investigaci6n Genen lugar uno después de otro, no coma resultado de la légiea de su desarrolio interno © de la estructura cognitivs, sino ‘como respuesta alos estimulos del medio ambiente so- cial externo. Otros han adoptado elementos especificos de la diseusién post-kuhriana en la filosofia de la cien- cis; un ejemplo es Iz afirmacién de Wheeler (1982) de aque el concepto de Lakatos acerea del programa de ine vestigacién es mis apropiado 2 la geografia humana aque el paradigms de Kui. El enfoque de Capel sobre el cambio cognitive en ta geografia humana (1961, capitulo 9), deriva mis de Piaget y Foucault que de Kuhn. Seguin Piaget, ls ess disciplinarias se producer por iagunas en fos métodos antiguos las cuales estimalan reflexiones epistemolégi- cas. Para salvar la crisis, aparece una «nueva» geogral ‘una nueva» historia, ete La sucesin de nuevas Be ‘alias significa que la historia de este campo ha sido discontinua, dessjuscada —milkiples fases desconecta- das, y grupos de gedgrafos hablando en lengusjes cog- niivos diferentes (Capel, 1981: 255). Tambien es cierto que las enuevas» geografis han sido relacionadas con _SUPLEMENTOS ANTHROPOS en mmm mmm mm ea mena ee ea eee SAAB AHAAARRADM — AVTOLOGIA. ONAMCA DE LA GECGRAFA CONTEMPORANEA tendencias epistemoléigias mie ampliag, Lie perieas sredistribuciones epistémicas~ vescntne por Foueault Capel coneluye que fs mayor parte de la historia inte- lectual de Ia geografia moderna se puede explicar en términos de un movimiento pendular que oscila entre cl =positivismos y el santipositivismo» (1981: 264). Ene tipo de movimiento pendula es parecido, en ext- lo y ctonologia, las tendencias de la historia de Ia fisica del siglo XX. Estas tendencias (como el rechazo de las fSrmulas newtonianas de causalidad en los afos veinte), que afeetan tanto alas cieneias natursles como a bes sociales, son foucaultianas, no kuliianas,y alean- zan a todos los dominios culeurales, es deci, no son cspecificas de una sola diseipina. Capel explice su modelo en sucesivos eapitulos #0- bre el positvismo (detcrminismo ambiental). histoicis- ‘mo (regionalism), neopostvismo (la revolucién cuanti- tativa) y las geografiasradicales (1981, capitulos 10-1 indicsndo el amplio contexte social y filosdfico ic cada enueve> geografia. Pero ia oscilacign del pénduio ¢n los estilos filosdficos es todavia nus clara en sus es- tudios de historia de la geomorfologia (1983). La yeo- smorfologis positivista de William Morris Davis fue ob- isto de criteas por parte de los geomorfélogo: y anti- deductivos, en el mismo momento en que lot geégra= fos humanos histonvistas estban atacando a los deter- sministas ambientales. La explcacién deductiva desapa- ‘cid de ls geomorfologia europea en los sfce vcinte y, tuna década mas tarde, en los Estadot Unidos. (La mis- ‘mo ocurrié con ia climatologia, en particular en el e380 de In escuela intuicionists francesa.) Mas tarde, en los aos sesenta, hubo un retorno a uns «nueva» geomor- fologia cuantitativa tpificada por Is teoria de Strahler el equilibrio de las pendientes, que implicabs un re- torno a un énfass davisiano de la geometea de la for- ‘mas geomorfoldgicas. Mas recientemente, Capel ha de- tectado un tipo de programa popperiano de racionals- ‘mo critico, andlogo a Is erities del neopositivismo en la eografis humana. He imentedo mostrar que una historiografia ade- cuada de la geogralia debe cumplir con los dictados paralelos de la historia interna y cognitiva y de la his- toria externa y contextual, y también debe explicar la realimentacin entre fenémenos cognitivas y sociales. Un cierto atimero de autores nuevas, aparte de los ya smencionados, coinciden cn ese riguroso.cstindar. ‘Campbell y Livingstone (1983) han refundido toda la historia de ls geografis posivivisa de finales del siglo XIX identificando su posicién flosdfica real en la bio- logis neo-lamarckista finede-sécle biolégico y su refle- yo societal como lamarckismo social. Anteriormente, «l evolucionismo 0 progresiviema en geogralia ers consi derada darwiniano, siempre con Ia aceptacion de que cl impacto de Darwin slo podia ser detectado en Iss propuestas mis generals, del tipo de las generalizacio- fies de Davis sobre el desarrollo. E! modelo era inco- frecto 09 el de Darwin, sino el de Lamarck —v a ‘era luz los pasajesevolucionistre de Mavis que pareefan “rsp eaentos auninoras Sobm te pvogm academes ys popratos ram vagos.pteden lerse shoes en tin sentido muy es- Pecitico dao que el eomtexto lilossfico ha sido ya co- ‘rectamente identifcado. La perspectiva neo-lamare- kista, como una teoria fisco-ambiental comprehensiva, ofrecia un modelo listo pata una yeogralis humans ‘emergente que era cons-tente (en los Estados Unidos), 10 sélo con los conceimientos bioldgicos aetuales sino también con perspecivas sociales progresives. Davis se ‘empapé del nco-lamarckismo de Shaler y lo transmitiS a la generacidn de Huntington y Semple. Otros funds- dores de la geografia estadounidense, como AP. Brige ham, insistieron codavis mis en Ia infivencia dirccta ambiental sobre la scciones humana. El fin de la in- fluencia neo-lamarckita (y del determinismo ambien tal) se asocié ala gran ersis de [a civlizacicn (1a pri= tnera guerra mundial, que provoeé un desencanto tes- pecto de Is idea esperanzadora de un progreso social como una ley evolutva (y, podriamos sfadir, con Tae nociones clisieas de causal). Agu l relacign sare= mica dela cieneia y ke sociedad vs tambien muy clara No sabemos absohutamente nada de a se: lugia de bs yeografia acadimiea, y ahora esti claro que cl programa ondulante» presupone un proceso politico sucesivo que es fundimental para el éxito 0 el fracaso de un determinado enfogue. Capel (1982: 307) expresa su confusién ante l hecho ebvio de que cuando Bur- ton proclams, en un famoso artculo, el triunfo de la revolucién euamtitativa en 1963, 0 bien estaba equivor cado la revolucién habia triunfado con el dnico so- porte del 30-40 % de los geégrafos anglo-norteameri- anos. Esto era la quineacseneia de un episodio politi <0, ahora las dimensiones politieas de este episodio si- ‘gen sin ser estudindas. Hay también una dimension pricoldgiea relacionadas con ln eompetencia entre fac- ciones opuestas y con Ia socializacién de las diversas sgeneraciones de geéprafos académicos. En esa lina, el estudio psicoanalitico hecho por Nicolas-Obadia sobre Vidal de ln Blache (1981) es extesfo, pero interesante, El autor recurre a la teora freudiana para explicar el poder que Vidal, como Is figura de un padre distante y autoritariv, tuv6 sobre sus diseipulas’ que llevaron 2 abo su programa con una persstencin asombrost {obstinacién, dice Nicolas-Obai). La cuestién Ue la unidad resuelea (hasta el préximo afe) Parece que cada vez que Is desgretada euestign de Ie unided reaparece en hs paginas de alguna revistn de eografa, ly hace sin benelieiarse del conacimienna dle fos debates previamente rcalizades. Un ejemplo es cl simpasio celebesdo per el Instituto de Gedgrafos Bri tinicos v publicado en as Transactions: ninguno de los pparicipantes estaba al corriente de Is posiién elisa el problema (Reynaus. 1974), quizés porque son po fone las gengealoe de isl inglesn que siguen In se grain lewcess de un oemva sstematia, Este sims — ro10cia, oniaich DE LA GEOGRAFIA CONTEPORANEA también repite lo que todos anteriormente hemos oido ¥ podria perfectamente ser soslaysde sin mis excep ‘ion que Ia penetrante intervencién de Johnston (1986) proponiendo una clara solucién al problema. Johnston, ue ya habia observado (1983: 2) que existe poca cols: Boracién © comuniescién real en las investigaciones centre gedgrafos fisicos y humanos, distingue entre ni- velesseadémicos y svermaculares> del conacimiento ‘gcogrifico; una dicotomis que se podria aplicar, de he> cho, 2 cualquier tema de estudio. Lz geografis fisica scadémica se refiere 2 «los procesos que producen el medio ambiente fisico», mientras que la geografiafisca ‘vemacular simplemente supone la descripcion del arm- biente fisico, Johnston argumenta que tanto los ge6- rsfos fisicos como los humanos necesitan muruamen- tela geografia vernacular de los otros, pero nads mis, Asi, Tos gedgrafos fisicos necesitan ‘saber suficiente gcografia humana para explicar la accién humana en los cambios ambientales. Una vez se ha establecido ‘sta poticién general, afirma Johnston, desaparecen los motivor para debate. Las geografiss vernaculares pue- dden ser integradas, pero las actividades académicas no, porque tienen epistemologias diferentes. Para mila exposicién de Johnston fue una especie de revelacién y me pregunté por qué nadic lo habia pensado antes. También me acordé de una construc~ tidn similar que Price (1967: $68) propuso para expli- car Ia relacién entre Ia ciencia y la tecnologia: tienen tuna relacidn reciproca que enlaza el frente de investi= gacién de una y la informacién acumuladae de | fora, fo cual mantiene 2 les dos en fases enlazadas, Sungue con una generacién de retraso. ise» de Johnston es también una expr duccién académiea, en realidad sla informacién scu- rmulada> de Price. Aplicando el enfogue de Price a la eogralis, podemes conjeturar que los tabsjadores en €l frente de investigecidn de Ia geograffs humana ha- en uso de las sintesis produciaas por la general seadémics precedente de ge6gralos fisicon, pero no tienen contactas acedémicos significatives con el frea- te de investigacisn de los gebgrafosfisicas, y vicever~ 13, Deberiamos definir con atencién los limites de Iss tgenersciones académieas, y una vez hecho es, © pO- rian comprobar las hipétesis con el aniisis de elas bibliogefies. Historia de la geografia / historia de la ciencia Livingstone (1984) utiliza ls historia del determinismo ambiental en la geografia inglesa y estadounidense como un vehiculo para estimular el acereamiento entre la historia de la geografia y Ia historia dela ciencia. En particular recientes estudiosos de ls teoria evolutive than insistido en las sfinidades existentes entre la bolo gia vietoriana —incluido Darwin— y la wadicién de Is teologia natural la eual, a partir del argumento de! pro- yeeto y otror conceptor felacionados, er coherente 2 Sobre a peop seamen yon gubgraios con la teoris evolucionits y se prestabs ficilmente + interpretaciones teleol6picas. Estas concepciones del mundo natural, enraizedas en un proyecto divino, aceptaban que fos habitanter de Ia tierra estuviesen perlectamente adaptados a sus respectivos medios. En tre esta concepcion y el determinismo ambiental adop- tado por los gedgrafos fin de siele habia un pequeho paso. Seguin Livingstone (1984a: 18) sel determinismo Embiental en su totalidid, susvizado por la geogralis, de finales del sigho XIX y principios del 2X [o] fue la talida ldgiea de la tadicén tcleoldgica y constiruta un recurso reduccionista pare algunas explicaciones fun- damentales del proceso histérico y del orden social En un estudio particuler sobre Nathaniel Shaler, Li- vingstone presenta el eso de exte ge6geafo determinis- ta, Shaler combiné el ambientalismo lsmarckiano con Jas teorias de fa herencia racial para demostrar que ‘América era un hibitat spropiado aSlo por los tzuto- nes, con lo eval Ia superioridad de los pueblos estaba predeterminada tcleol6gicameme (1984b: 189-192). La ‘universalidad vircual de ia explicacin lamarckiana apoyada por los gedpraios noresmericanos ¢ ingleses, cexplica a pervivencia de este paradigma hasta bien en- trados los afios veinte del presente "EL andlisis de Livingstone, basado en Is aceptacién de que los geégrafos parcipaban de setitudes amplia- mente difundidas en las culeuras tanto popular como academics, tiene més valor explicaivo que Ia opinién generalmente admisida de que el determinismo am- Biental era sdarwinistay y que fracas6 a causa de ala tosquedad de su hipstese» y la «pobreza de su meto- dologize Cohnston, 1983: 2). Este es simplemente un cliché no euestionado, repetido sin cesar. La hipétesis fel determinismo ambiental estaba totalmente a caballo, de la l6gica de la ciencia social coetdnea 2 ella y la me- todologia, por ejemplo, de Ellsworth Huntington (un determinista elimitico de principios del siglo XX) que ‘aunque a veces era errénea, nunca se dejaba completa~ mente de lado. Tampoco esti analizado el contenido determinista del posibilsmo, lo que Johnston earacteri- 22 como «la posicién mis razonable, hibilmente de- rmostrada por Siegfried». Nunca me he semtido capaz de entender Is repetida y nunca documentada conclu- sin, en considerscione: generalizadas sobre la historia, de la geografia, de que el posibilismo hizo retroceder el determinismo ambient. Pata continuar con Siegfried, por ejemplo, en algin capitulo de su libro The Cherac- fer of People, el determinismo ambiental es fagrante, 4, por ejemplo, el earéeter de cada individuo en Fran- cia ests «afectado directumente> por los vientos (p. 32); is unidad nacional francesa procede més de la adapta- cidn al suelo que de los factores eulturaies(p. 47), que &l llama «racialese; [a pricologta en Rusia depende de la rogralia mis que en cualquier otro lugar del mundo (p. 120), ex. Aspectos :ales como el papel desempeiia- do por el determinismo ambiental en la geograia sslo pueden ser puestos en claro en la estructura general de [historia de la ciencic y de la sociologia del conoci- SUPLEMENTOS AITHROPOSAS ISSSSSSSESSSLISTISTELADSLSULLLRLLLLULIUSTULLIEE ‘AITOLOGIA DMAMIA DE LA GEOGRAFUA CONTEMPORANEA mento ¥ ne como si fore on defetn fal que ain Secrase sa geoprai Ls relaclon Gel conocimiemo geogrifico con co creme ri extenen de a vdn ele de os silos XVI y XVI —incuyende la revlucén semis le 7 in calgon ent cds por Lirmprene (G98. En Sige Vi fs eormograi siguis wre da a low ners anrolgios en caerores brtsices ‘como Willzm Cunningham y John Dee. En Alem Ia Reforma tivo un fart demic al ensformar Eee comet snes nin Se foprafiacoomogonizay del conocer grego et sicom en una corsente mis iteesade en rupee teresey eximulada por el ieres por imerprec far des terra coro wn testimonio vivo dela eesin, Bajo cl progime vocal portanos el fats geogrico en Tngaters se despians hac sspecioe comers © Scontmicon por 6 que oe ecciabe lo que Sams] Hari lhené ons sanstomia ples de"Ingateres La geograls europea en ene peiodo desplego por connigucne, un gan divrndad conceptual de scucr do con los intercede ads pis comunidad pe- sien Tainflenca den ideologiapoiea en a peograia a sido moive de diver enudio recemes Com fernci al dterminigmo ambien es trent fe ler que un ecene coment rus, Vik Anuchiny considera ls geopaliacisn d ls egos (on cuyer ras el uso del deverminismo peogrficery en parce tarel clmasco er normaes| como modelo pars a sroriageogrifie, Desde momento que Amc 80" Gira determine (cls pone ies que ales & todo el desrolo def geagrafa) con a dedocion Is esualidad, chasse reehaas a propio metodo cient (Coons, 1983) Sunder (1983) hace une des. ciipein erslofante de a sdapracin dela geogrs Slemana 3s presion polite ¢ideoegen nat yn catudio dels avatars dl Geogrephsche Zest tnire 1933 y 1944 No sla se ensvraron stele Se contol idclGgcamene t procere de recension de ior de process sv que tmbién a oma comuni ded iene fue vies del regimen toaliario, De tmanes similar en un wolumen cleo, Cape! (983) yrs colaboradares demvearan le sbvogaecn de Zetvadad geogriies espatols durante peers mid Gl siglo XIX sor incereer de Is cient burgers. Mientras qu Livingrtone fa reco un acres: mienco»f tors de eee, Andrews (1984) hace tna peicidn yma con respect le tctloia dl eo ncimieni Su ea sobre In relaiones ve di. \eimianory vidalanos done ls dos pmeras dca dar de en siglo cr als vee una exploracion de os fundumenos toncepwsir de ls gcoprta harana un exporicién dels metodos propia pars ena tex Meera que a preocupctin pnt caablcer In clomimos de Is soccogs ya Ia gengraa nesdemies cr pits los dor grupos nn cmndicensmiente fan partane como is dierecaseptemeliyiess qe ‘Soom in googie nace ioe grégaon ‘isin de los sociélogos sobre I geografia francesa es- taba condicionada por la valoracion negativa previa de Rateek que los dos grupos tenian opiniones variadas scerea de la naturaleza de la eausalidad (por cierto, que alguna observacién eventual de Andrews sobre la con- tingencin habria side stil aqui y que Vidal, en parti- cular era mis un determinista ambiental de lo que se ha considerado de forma general. El esudio de Martin (1985) sobre el eambio de pax radigma en la geogrfia esadounidense en el periodo 1892-1925 documenta tanto los exmbios insttucionales como los cognitivos en el periodo de formacién de la seogrtin scadémien norteamericana. En_ particular, real la importancia del ingereambio enue la geografia orteamericana y la europes —en especial [a slema- ‘na— en el paso del drteeminismo ambiental al regiona- lismo. Ls oposicién slemana contra los conceptos da- visianos se bas6, en garte, en una viidn diferente de Is , que preocups- ron a los historiadores de ls cisneia durante demasia dos aos “Teoria y préetica Ls hiperseanciencia metodaligies debe ser el motive dlel reciente nant de ecelaraciones accrea del papel dle Ia tara en in yeoyrati: Hay dos coleeciones de deela- renee cortas de especial interés, In primers solve -Teoris en ins eiencias soesaless. que aparecis en Geo _— *NTOLOGIA. OMAMNEA DE LA GEOGRAFIA CONTEMPORINEA ‘graphical Anelyss, la segunda es una edicién especial del Pittsburgh Geography and Regional Science Ses- sions Newsletter sobre 13. «Geogratia Cicmtfica». La primera antologfa, la mis interesante de las dos, 3 un Fecopilacién de doce respuestas a una toma de posicién de Papageorgiou (1982), en la que plantea varias pre- sguntss sobre la naturaleza de ls geogralia urbana, eu- Yas respuestas proceden de Ia dltima generacién de la ‘ecoria analitica de Is microcconomia, Sus comentarios se refiercn a cémo un gedgrafo econémico puede justi> ficar Is teoris cualitativa, al mismo tiempo que ls euan- titativa, La diseusién que realiza tiene una inseguridad subyaeente, ya que aparece afectads por la gran varie- dad de opiniones (verdaderamente variadas, desde su punto de vista, sobre el nivel de abstraccidn deseable en ls construccién de tories y llega ala conclusion de que cl estado actual de la fragmemtscién teorética[..] ‘modera la marcha del progreso en las ciencias sociales» (Papageorgiou, 1982: 345). La conclusién ex sorpren- dente debido 2 ls deduccién, expresada de una forma escueta, de que el progreso es el objetivo del conoci- rmientoy que la manera de conseguirlo debe exar ne- cesariamente limitada por lo que Curry (1985) caracte- riza como «el método a ultranzar foolproof method). El ccleeticismo es un peligro que debe ser evitado = toda costa. La subsiguiente discusién nos proporcions, por su- puesto, una demostacign clocuente del eeletisma metodolégico de los geégrafos y de a vialidad que hhan aportado a esta diseiplina estas divergencias de plantcamientos en los tltimos afics. Aungue es imposi- bie caracterizarlas globalmente, hay una serie de pun- tos que aparecen en las declaraciones de més de un au- tor y que me parecen interesantes. Coucielis y Gould hhan observado que el modelo de ciencia promovido ti- citamente por los ge6grafos analiticos es el modelo del siglo XIX'e ignora los progresor subsiguientes en la filoscfia de Ia ciencis. (Otra manera de decir esto po- dria ser que: si los cicntifcos sociales positivists hu- bieran aceptado la indeterminacidn, ino habrian sido eopositivistas!) El problema, segin Couclelis, es que in epistemologis de «espeetador» de Is ciencia natural del siglo XIX, que postula observaciones objetivas hu- rmanas sobre un mundo externo y objetivo, no es se- rmejante al estudio de [a sociedad humana, [a cual es auto-definitoria, una posicidn compartida explicia- ‘mente por Hanson en la misma coleccién (1983: 34). Gould (1983: 38) hace hineapié en una cuestiGn es- vecifics: durante el siglo passdo, la mayor parte de la ‘vidad en el estudio de las mateméticas obligs expe- camente a crear estructuris de digebra para desenibir cl mundo fisico. Asi pues, estas estructuras no contri= ena la creacién de ontologias apropiadas a los pro- demas socio-cientficos. El argumento histérico os in- teresante y eorreete. Pero Gould, con todo su juiio y perspicscis critics, eree que Is solucidn es desarrollar un tipo diferente de lengusje formal para descrbir fa estructura pluridimensional en Is que vivimos» (1983: ‘Sobre a geopratia cactimicay loa petgmton 39). Compirese esta afirma:ién con lot comentarios de Curry (1985) sobre la fuerza permanente de ls confian- 23 de los cientificos sociales en la matemiticas «como ‘una expresin de un orden racional inmutable». Gould apoya esta visién alternatva de que las mateméticas son una creacign humans, pero solamente hasta el punto de reconocer que Is aplicacié de lar matemiti- 28 a problemas esperificos cs, por necesidad, limitada en el tiempo [time-bound], aceptando nicamente los propios problemas. No pone en duds el punto de vista de que las mateméticss sor intrinsceamente racionales solamente se nos pide que continuemos con la bisque- ds de «la geometrla —la estructura geométrica— que forma el telén de fondo er el que tiene lugar el mo- vimiento del mundo fisico y con el que ex explica- do» (Gould, 1983: 37). La mets (es deci, foolproof}, no La declaratién de Papageorgiou de que Ia teorfa no «5 equivalente a la realidad tiene un eco en la respuesta de Buttimer, segin la cual cada avance-en la soitica- cin analitica supone una pérdida de realismo con res- ecto al «modelo en el terreno» [pattern on the ground] {58845 Be read ena peguene coroner cn la diferencia epistemolégica entre el planteamiento positvista y el ve los humanistas y/o fenomenélogos, Y no es probable que apsezca mayor claridad en el 1La segunda coleccién de declaraciones, procedentes del Pinsburgh Geography and Regional Science Ses- sions, es mis uniforme y de aspecto mis uniforme- mente positivists. Hay un: serie de notae que resalisn con claridad. Primero, esters ls defensiva («Nuestros deractores dicen..»). Uno se pregunta cules son lat bases sociales de ests aetiud defensiva. Se pide « lor cientificos regionales simplemente que se defiendan ellos mismos, 0 es que son ahors forzedos a hacerlo, ya que los regstros de lor eerudiantes universitarios en te apoealipties: Haynes anota sombriamente de la pos- tura no-analitcs, que considera retrdgads, el staque de un enemigo dememte. Segundo, una defensa instru- mentalist: debido a que hin adoprado la metodologia cienuifca, dice Golledge (1983: 5), los gedgrafos han sido capaces de extender sus puntos de vista c influir fn una vasta audiencis, qu: antes Unieamente fue par- cialmente explorada (por ¢) cientificos, ingenieros). Los ge6grafos, observa, pueden asst ahora a confe- rencias interdisciplinarias sobre modelos. Tercero, el teiunfalismo: la disciplina suede aceptar una gran va- Fiedad de posturas, pero el futuro pertenece al andlisis espacial (Wheeler). Cuarte, un horror a lo subjetivo: Golant, impertérrto y decidido positivist, declara que cuanto mis subjetivo es us problems, mayor es la ne- cesidad de una metodologs riguross. Expecificamente, el problema de Is relacién hombresmedio, cl ncleo del viejo regionalismo qve los geégrafos cientificos debe- rian eonsiderar como un terreno intelecwual potencial- SuRLENENTOS aeminOorOsH9 RRM RAM AMMA AAAAAAABAAAADAASDAARAAADOAAAAAARADADDANDA —— ITOLOGIA DANICA DE LA GEOGRAFIA CONTENPORANE mente fetilen donde difundi los sepects rlevantes de su ets de investigacion viens (1943: 9, viert a fs infeles! Silos que estudian estos problemas no responden a ls enecesidad de formaliaciSn» (gre= «csidad de quién?), ea probabilidad de productos idio- srificoss aumentari. Estos pronunciamientor no alean- Zan el nileo del problema, que Papageorgiou iniial- mente planes: se ha stuado snadecuadamente Ix sea de que existe una relacién entre teoria y realidad: «Porque si fuera posible constrir descripciones realis- tieas del mundo, entonces no habria necesidad de una ‘eorian (1982: 343). Asi, el debate se reduce o elo que «5 un grado significativo de abetaceidn mas que el uso de la misma absracciéne; la distncion entre nomotéie 60 eidiogrfio se conviene en algo sin sentido. Battimer (19°4) fue una de is primerasy mie elo- cucntes voces que convocs los gedgrafo 2 tate, 0 deber, de examina los propios presupuesios filoslicos para poder realizar una invesdgacion elects, En om volumen publicado hace ya una décads (19836), abv da el problema de I prictiea de a geogralie, con res tados sorprendentes, porque, con graceo o sn el, ab- tiene respuesas muy poco fiesdiem. El libro consste en doce entevsta individusles con gedgrafos junio con las conclusiones de varias meses redondst forma: das por mlkiples parcipanes. Buttimersfade una troduecién sobre el método autobiogrsfico y unas bre~ wes presentaciones de las mesasredondss. En total par- teiparon ereinea gedgratos, de los cuales veinicutro tenian 65 afos © ms. El cuadroresultante es mis bien de tipo generacional. La mayeris de los paricipantes son especisistas en geograiasplicada o regional de ls vigja escuela de Estados Unidas o Europa y ls muestra noes represenativa sino que extd segada hacia oh mundo germinico y nérdico, Buraimer declara que la vsién de los historiadores sobre Ia historiade la Reografia ex exterior y 4 pr (2: no deberian ser los mismas autores de Is geogra™ fia las fuentes por excelenea del examen de ls relacio- nes entre pensumiento y conterto, en lo. que podria constitur un “sentido geogeifico” de la realidad, y Ia forma como de hecho, se desarrolla I ditciplina? (198: 8). Enconeré que flaban rexpuestas 9 ets pari cular introspecién, sugiriéndonoe un certo numero de posibles problemas relacionados con este planter mmiento. Primero, un entrevistador inexperto ingenvo (0 inceriocutr en ei caso de una mesa redonds), puede Ser incapez de obtener las rspuestas mas exprsivas La mayoria de estas decaracionestenden 9 lo munda- no y repten epsodios heroes sin afadi cosa alguna pata nuestro mejor entendimienso (por en dese ién de Mornil sobre ios primeros diss de Ia iene «spacial en Washington). Segunde, ete enfoque no da cuenta de los condicionamienos teoréicos del entre vintador que descubris lo que ela quiere. Tereee, los presupuestos metodoléyicos >. epistemoldyice muchos de ellos inconscenter, de fos entrevstados pueden quedst sin conocerse. Si sel fueran a que ex sqm euewTos axminores rlicte sus fundamen filosficos, un scadémico pue- de dar respuestas plausibles, @ recucri 3 un modelo popular de como élella se supone que sctis, Con Is exeepeién de uns mesa redonda de geégra- fos franceses, ninguno de los participantes fue capae de facltar una autobiografin intelectual ode dar nv si= «quiera una expieaciénrazonable aunque fuers ns jus- "Wisc sabre um ponion flondenDebemoy con cuir que la mayor no tienen uns filorofia bien defi da dela ciencia socal, o son incapaces de interpretar 0 trabajo vital en el contexto de alguna filosoia. El tema central dal informe de Glacken sobre la genesis de st trabajo, por ejemplo, es una serie de clichés prosticor acerea del valor de los vises. Anota, en téeminos no analticos su fascinacin por cémo ls ideas se extien- deny deualia las idzas que a él le han interesado. Pero ro dice sbsoiutamente nada acerca del sentido de su tran historia de Iss ideas ambientales Traces on the Rhodian Shore (1957), que es to que los admiradorse desu trabajo deseaian conocer. Un leitmotv de esta generacién, mencions-!+ yor mis de uno de los participants, es que eran tipicos ge neralista (2 veces adoprando una postura defensiva). Bobeck, en particular, observa que su eaters podria dat ls impiesin de una cies carencia de objesvos> (p. 167). Aunque al coneciat temas frecventemente 4 ob- tiene un hilo condvctor en Is obra de un investigador on miliples interses, de hecho aqui no se obtene ningun v debemos tomar su deelaracisn lteralmente, ‘Ademis, I ausenci de decaracionesacerea del perodo ‘zi nos da una psa de eu superficial es eta explo- rrcion sobre la relacén entre pensamientoy contexte Hay una obseriéa interesante de Jan den Berg (p. 211), sobre cémo el suursdo mercado Inboral de los afos teint foreé un cambio cognitivo (desde [a csructura socio-espacial 4 las funciones, enue los j= vence gedyrafos holndeses, quienes deapucs nvieron que desarrollar sus téenicas analitieas adoptando cle- mentos de otras diplinas. De los pariipames que io eran fronceses, Jen den Berg es el que mejor cons 0 situarse «si mismo como ge6grafo en un contesto socio-cultural espeeico, Solamente ls frnceses, en su mesa redonds, mos- traron eapacidad para fundamenat una historia inte- iccusl yun pensamentosnaltic. De hecho todas las bases importantes —insiucional, social filosslics y metodoliyies— son mencionadas, posiblemente debi- doa fa solisieacin rcatva de la geagralin francesa v cen parte. por lo menos, porque cata «meen redonda~ ra fica, reslizada a parur de reepuctas v2 exerias. [Aprendemos. por eiemplo, que una de las foerens que impuisé 3 In geogratia francesa fue una cits vramtez con los historiadores Is cual estaba, en parte, basa Soctalment: al estuciante de geogratia noe le exiia ‘aber atin. de aq ue los geoeatos eran mis poles, + par ello, nn se habian formad nel sistema even siomal de la Iesia Catolea, ¥ ram nis de inquirdas ‘ie los histortadores, [ANTOLOGIA, DINAMICA OE LA GEOGRAFIA CONTENPORANEA excelente dco de los frangeses contain con ta vulgaridad y Is fata de percepcién intelectual que trvests ol contingent exedounidens, Por ejemplo e® {bn dererminado momento la conversacin se relieve 2 la lmportancia del trabajo de campo para los estudiantes Unieritarios nortamerieanor en is aos teinta. Con tl propésito de coneretar el significado de esto, Cotton Mather pregunté 2 Leslie Hewes: «zQué hiciste en el campo? Tengo curiosidad. ¢Exrajstcis mucstras del tuclo y acrunstis como cientiicos o [..) hiisteis alguna vez mapas?s. Hewes contesté: «Hicimos algo de esto. En general, salimos para ver lo que podrfamos ver. (p-69). Entonces, la disusién se desvie hacia otro tema Sin apenas mostrar el significado de este didlogo, el cual revela un cierto empiricizmo ingenuo y auto-consciente carscteristico de-los geégrafos estadounidenses en los Sor veinte y treinta, Este es un punto significative, (Carl Sauer pregunté a Salsbury, su mentor en Chicago, ={Qué es lo que deberia mirar?», Salisbury contesté: No es ssunto mio. Cuando se termine el verano puede ‘que descubras si puedes mirar alguna cosa 0 no» (Dow, 1983: 9) -Asi pus la respuesta de Hewes fue totalmente apropiads, pero no mostré Ia importancia o el significa ddo del trabajo del campo en la geografia académica, lo ‘que era cl sentido dela pregunta de Mather. Lot ensayor de Buriimer, en donde presenta las esas redondas, constituyen Ia parte mis analitica del volumen y la mis gratfcante. Es verdaderamente inc siva Ia exposicién gue hace del significado de ls mets fora del mapa eartogrifco en la geografia regional es- tadounidense y, més tarde, su conraposicién de la vi- sin dispersada que tienen los norteamericanos de la realidad con Ia visin integeada y organica caracteristi- 2 de los franceses. Quizas es mucho esperar que la mayoria de los académicos fuesen eapaces de definirse 3 si mismos, como algo més que esforzados trabsjado- res en la vita de ls geogeafia, Seria interesante conocer de Is propia reaccién de Buttimer respeeto a ss entre- Vistas Is luz de su anterior llamamicnto a los geégra- fos para que hagan valoracionesfilosGficas explicitas. Mas sobre las autobiografias Una autobiografisaadémies til deberia cefljr los s- Siem elementos, como minim a 1) hechos relevantes de la educacién y vida profe- sional y habildad para relaionarlos con elementos conceptiales 2) inflvenciase interseccionesy habilidad para re- lacignaras con desarrollo concertos 3 el desarrollo interno de lor mismos conesptos 4) hblided para idenifiesry valorarrcalimen ciones Yeedbacks ene 1,2 y3 —es decir, sel signii- ado de los scontecimienios en términot de idease {Brookficly em Billing esl, 986: 28) o vcevers;y 3) dinanclamient wfcionte pore realizar una er Ey ‘Sobm in grep acai wn gvogrton Me encontré que pricticamente 2 todos los que contribuyeron 31 volumen de Buimer y otros (1986) Tes faltaban fos cuatro primeros puntos, Las autobio~ prafias de otra obra reciente (Billige ef a, 1984), en cambio, satisfacen la mayoria de los puntos, y tres en particular (ohnston, Pred y Smith) son de wna ealidad Inusual y se presentan como estudiosos actualizados que estin eémedos con sus ideas y consigo mismos, Sunque no siempre con la geografis profesional. Las diferencias entre los dos vokimenes son principalmente gencracionales los partipantes en el volumen de But- timer se formaron en el periodo de entreguerrss, mien tras que los del volumen de Billinge et el. son produe- to de los afos cincventa 7 principios de los sesenta. Lo gue es chocante del contraste entre las dos generacio- ‘es es la sctitud frente alas ideas: los «posiivista> es- ‘in mucho mis cémodos con ellas en comparacién con sus predecesores regioralists. También tienen mis auto-conocimiento,siendo los beneficiarios del proce- to de cambio de componamiento de las ciencias socis- Jes y de nuestra cultura en general. Por eso, de alguna manera, y paradéjicamente, estos positivistas parecen poseer una especie de perspectiva humanista de su pro- pio trabajo, contrariamente a lo que sus dewactores podrian esperar. Johnston es particularmente meticuloso al compo ner au propia biografis intelectual. Utliza las fuentes is apropiadas (por ¢ informes de érbitros sobre los manusertos de sus artiulos), y muy cuidadosamente descubre la red de contacts y las investigaciones con- eretas que le han influido. Pred, que aplicindose deli- beradamente a si mismo una perspectiva geogrifico- temporal habia desbloqsedo su andl de forma ge- neal (1981), e8 casi hiperconsciente de dénde estaba, cuindo, y con quién, y de ls interacciones clave que determinaron lat elecciones inconscientes que influen- ciaron su carrera univensitaria, Su carrera (vista como tuna serie de «proyectos» separados), se desarrollé en gran medida a través de un proceso de intersecciones de «trayectoriase de personas con intereses convergen- tes (la misma informacign podia ser asimismo interpre- ‘ada en un marco difusionista, al como lo exige tan cobviamente ia historia de Ins ides). Se podria argumentar que Is historia de la geografia académica en el siglo XX ha estado plagada de una re- rica oscurantsta disefada Gara ocultar, més que para iluminar, los procesos sociologicos @ politicos subya- centet a ios cambios insitucionales cognitivos. Aqui, los politicos de la revolueién cuantitativa estan, al me- nos, enfrentades, y obtenemos una idea de alguna de sur dimensiones signfiatvas. Morrill y Warntz infor tan claramente de las tentativas iniciales de los regio- ralistas radicionales —osivistay exuberante cuando al viaje de eampo 2 Daroit de Bunge y otros studios similares, sugiveron que deberia mirsr, més alk de los datos, hacia el mundo real. Loe radicals, desacreditaon gu sproximacin a la geograffa urbana Ys 4 prineipios de los aos seenta, tuvo tna sensaciGn ‘ie impoteneia académica cor respect Tos aeuntos, reales. Esta crisis cognitiva eondujo a Johnston > evee- tignar no solamente sus plantamientor sina tambign Ia ‘atures del mismo camp» diciplinavio, lo que le levé 3 sus esrtos histérieosyflosicas. La renceibn de Morril es mis ambivalence: staa 3 los humanistas tachindolos de perezoses que, l rechazar [a tres = borioss, pero necesari, de eeplar dato, busean 2 j9s que no pueden ser admitdor por lot planteamien- tos ciemiicos. Por otro lado, admite que ln erites hu rmanistacevela Is tonquedad cl edifcio postvieta, De nite los postvsts © anciges positvttse del volu- men, sicamente Wilton pernanece inaerabe. L tes radial se basa en un malentendimiento del post- vismo cue objetivo es «lima Iss deelraciones me tntseas sin sencon de Is eiecin social (p. 222), Tanco Johnston como Wilson som efrescantemente sbicrtos al admite el puro eezo de nanipuis esadisicamente iran cantidad de dato tel primera) y de elahorse foie fados modelos como un fin wl en st msn i “erusteuenros semnoeos ‘Soom i geogrtancsiniay ls regralon timo), La adaptaciin, equi documentada, de los cient Hicos espaviales a las evitieas sadieaies desmiente, en cierto modo, las queias continuas en sentido contrario desde el campo radical, Dada la pretendide falta de po- dder de exte thtimo, esta adapracién es sorprendente ¥ merece Fururas investigaciones, La aparicin de la geografia profesional Proctor (1986) documenta Ia rexiscencis de los funcio= narios cies briénics (en el Departamento de Edu- ‘acin), sl institucionalzacin dela geografia durante tas dos primeras décadss de ext siglo, parscularmente en la educacion de los nvelessuperiores. Curiosamen- teyel erecimiemto del enudio dels geogralin econdmies fue considerado perjuical por esta burocracia, y un ‘memorindum de 1917 afirmaba que esa materia hac = ta geografia menos deseable en ta escuela secundaria (donde habia sido implants con éxito tase! informe de Kelte en 1886), de 0 que habia sido euance «! én {axis 4 ponia en la leer de mapas y en ls geografia 2. Esto es interesame porque ls yeografia ezondmi- «2 ha sido vista por un cierto nimero de hisroriadores de Ia dscptina como un contrarmodelo de la fsiogra- fi, Fellmann (1986) exlors los origenes de la gcoprs fin econémiea esadounidense, normalmente atribuida a Emory Johnson y 2 sus aluinnos de In Wharcon School (Universidad de Pensibania). Fllmann lo des- cara por considerelo un mito y arguments que lox primeros lider de ls bdiacpine crn ceonomsn, muchos de los cuales exudiaron en Alemania y no te. ian ninguna conexién con Wharton. Extablee el: mente la popularidad reciente de Ia geografi ccond imi y el decive paralelo de ls fisiogralis 2 mediados delos aos diez y observa el mevil extratégico que te- nian fos departmentos de gcografia para adquinir ales cursos ya que esaban sendo abandanados por ls de paamentos de ezonom, Para Fellmanny la figura cle se fue J. Russell Smith, wn ambiental Iamarckiano {que eonsideraba a yeograiaeconémies como una sub divisidn de ls ontogralis, contariamente al argomente de James (cdo por Falmann, 1986: 314), de que fa cogrlia econdmiea fue un eontra-modelo levanado frente al evoluconisme davisiano. Los ant-volucio- cists vinieron mas tarde, por ejemplo, en el trzbaio de Snuer. quien adopts ls ees de Boas y de otros ano: pologos que rechszabay Is evolueidn cultural como ora forma de determirismo ambiental (Solo, 1986) {En este periodo, el evolucionismo cultural no podia desprenderse éel modelo Iamarcisano dominance) En vn andlisis de Agricultural Onigins and Dispersals (1952), Soc distngue em ees fcetas el anti-evalucion nvm ike Stuer eb antanentahm le dilculades para atribuir motivaciones economieas 2 yuiehlos pre moderns (anti-hineionalicina, zavirds?), ¥ el rear vie cusiqner supasicisn dr tases paralelas de crecimien- ty en eiloremes sxceuales. Del antropsinga AI » — AYTOLOGIA. DIIMICA DE LA GEOGRAFIA CONTENPORANEA Kroeber, Sauer asimilé un tipo de reduccionismo cul- tural que tataba de encontrar Is explicacién de los cambios eulturales en los mismos procesos culturales, ris que en adaptacioncs al ambiente natura Stoddart (1986) ha recopilado sus excrtos histri- cos y metodoldgices en un volumen que nos permite hacer una valoracién de su perspective de la historia de la disciplina, Sefiala (ix) que sus héroes Forster, Darwin, Huxley— no son los usuales (River, Ratzel ct al). Claro, es un biogedgrafo. Mas atin, investiga- ciones histéricas recientes nos confirman la importan- ‘in de ls tradicin darwiniana, en la geografia humans, igual que en Ia sfisca> (necesitamos un término que incluya también aqui la biogeografis). Respecto a esto, |i geografia «modcrnae empea6 en la época de la ex: ploracién naval, precisamente en 1769 con el viaje de Cook al Pacifico (p. 33). Su punto de vista sobre la spain de la geopralisprofcional es admiblemen- te complejo y'entiende, quiais mejor inchuso que cualquier escritor anterior, ls relacign entre ls refor= mas edueativas que hicieron cristalizar la geogr: académica a raiz del informe de Keltie, de un lado, y la relacién cambiante entre la geologia y la geogratis aque determiné los perfles de is nueva disciplina, por otro lado, Stoddart observa el constante abandono de 1a Royal Geographical Society por parte de los gedlo- igs durante el siglo XIX y el movimiento paralelo de cepecilncin genie yn dope de méodor de Iaboratorio, al mismo tiempo que los gedgrafos so apropiaban de la fisiogeafia, ia vkima técnica del sub- conjunto geoldgico. Este proceso clarified los limites centre Ia geologis y la geogratia fisea y agud conflictos profesionalcs entre los dos grupor. E) énfa- sis de los primeros ge6grafos académicos en la gcogra- fia fisica, con el fin de ganar respetabilidad cientfics, dio lugar, segin Stoddart, «2 un reconocimiento casi sxiomético de Ia dualidad fundamental del objeto, eon Jo fisico vineulado frecuentemente 2 lo humano a través de las eadenas més simples de causa y efector (p.75). El problema de Ia unidad tiene su origen tanto en tas estrategias profesionales como en la relacién cogni tiva de lor componentes subdisciplinarios. Stoddare presents una interesante reevalusciGi his- trieamente Basads sobre el papel del trabajo de campo cn la geografia. El trabajo de campo es una transforma- cién moderna de la exploracién y el descubrimientoy para un gedgrafo privarle de esto significa negarle una pare vital de su patrimonio intelectual. Seals Ix posi idm ambivalemte de lz exploracién durante el periodo de profesionalizacion de la geogralis. Muchos cient cos de la naturalezs abandonaron la R.GS. porque no aceptaron Ia tolerancia dela Society frente ala eaza de Ieones llevads a cabo por exploradores africanos, y sin ‘embargo, Mackinder subié 2 propésito el Monte Ken ya para ganarse el respeto de sus ideat entre los miem- bros ordinarios (pp. 66, 73). Ei problema con el trabajo de campo en ls gcografis tradicional regional ha sido Sob peopaa seria y be gudgrion su poca habilidad pars areconocer que Ia observacién ct un procedimiento cargado de teoriar, En lor traba- jos de campo ideados correetsmente, «el descubrimien- to se convierte en el test de una prediccién, y la explo- racidn el proceso por el cual se lleva a cabo este text> (pp. 152-153)? La historia institucioral de la geografia inglesa es e! foco de! informe de Slate: (1988) que trata del comien- 20 de la educacién geogrifca en las universidades me~ dias que aparecieron finales del siglo XIX a partir de los colegios universitarios provinciales de ci gran medida el hecho de establecer Ia geogr sinco universidades consderadas (Leeds, Birmingham, Liverpool, Manchester y Sheffield) fue el resultado de las presiones conjuntas gercidas por la RIGS. y, mis tarde, por a Geographics! Association. Actuando con- cerxadamente, la R.GS. splicé una presiGn profesional desde arriba, mientras que Ia G.A. fur el foro donde Jos profesores locales pedian presentar sus opiniones wun tindem paniculamente efectivo. E! apoyo de Oxbridge y los lideres dela RG. ales como Keli, Freshfield y Mackinder fomentaron la provincializa- cin de la educacién geogrifica, una difusién secunda- ria de gran imporancia. Los miserables ambintes urbanos de mitad del lo XIX en Inglaterra provoearon un género caracte- fistico de escritos de geografis, con el apodo «geogra- fias morales» segiin Drver (1988). (El término de moral» tiene el sentido de «social» desde cl punto-de vista victoriano.) La cienia social del periodo central victoriano fue ambiental e cuanto a que los ambientes cepetificos debian genera tipos especificos de compor- tamiento, La distibucin espacial y las densidades de las poblaciones urbanas adquirieron un significado im- Portante en esta perspectia, cuya teoria médica recha- 2aba el contagio y asepursba que las enfermedades eran eausadas debido a «miasmase o emanaciones de las aguas residuales v ovos tips de inmundicias urba- nas, cuyos efectos enfermiaos se incrementaban con la densidad de poblacidn. La zantdad de problemas con los que las ciudades industralizadas debian enfren estimulé la urgencia de exporaciones en los suburbios urbanos, anticipindose (y quizés proporcionando un modelo para eli), al proyecto de Bunge un siglo mis tarde. El proyecto de mejor: de los reformadoressani- tarios como Edwin Chadwek generé confianza en la eficacia dela ingenieria ambiental que, tal como insiste Driver (p. 282), sirvié de ejemplo inevitablemente para Ia oriemacién de la cienea meal naciemte. Podria Sfa= dir aqui que una subeatezors de a geografia moral, Ia topografis médica, género ala eieneia social que in- tenté cartografiar la dstribuiién de enfermedades con- traidas en las ciudades segch su situacién (y, por ex- tensin, descubrr las correiciones entre clases de en- fermedades), aungve no de gran importancia en Ingla- terra, fue el género mis importante de los cstudios de seografia urbana en otros pises como Espafa (Urtes- 1, 1980). SURLEMENTOS ANTHROPOS PRATHHEHHOEEHEHOLELEEHEELEHAAPOHORETEL PPPS PP PIPPPID SOSULLRULLLLSULIDLLLELSLELEULULCNEULUL ET Ulitaaad —— 1 T0L0i ONUUCA OE LA GEOGRAA CONTEMPORANE NoTAS 1. Glick, 1966, 195, 1986, 1907, 198 190, 2 Gaal com exter: Pred 1884 99. ute tno en Bereey como entra de i scortane reveocnarae, Water (Gate 137) se caacterea a 5f mame come un apse onder Ouunder cme feos: near lax persia eve se Kn ‘mont expo de encore modclrseepubls dent shi ‘or asdemies del eogali por reconanir un impo paso 1 ewes dels sdeniccion con lo no-geopnin ver ie bag nStoddar (98) y ef comontaninhec por ck (7). 0) 31 Suddar (19 153) scala gue Bunge, em Thewercal Goo raphy (1962, bs deta la dereocia ene tors yt de Elmpo. Este hecho podta haber side denaeado shied » Ine f- tnomsexpedicone urbana ealsadas por Bunge en Dey To BIBLIOGRAFIA ‘Any, Me Conapital Change and she Goeth of Ceaape! Kaowiedge A Cal Appa of the Huergaphy of Cor apy. 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Al mismo tiempo que Ia teors de Is Jocalizacion pata ser el foco dominance den geografia mortamerieans, ene 9 profesionales se produjeron diferencias de cher sobre nla nueva tcoris y Is nueva metodologisfavoreeieron vn cambio de paradigma Es cominmente aceptado que el deter- ‘minismo ambiental {ue un parsdigma dominante cu Fane el siglo XIX y que evanda ese paradigma queds Gestruido, los gedgrafor pugnaron por encontrtle un Trac de Merde Anes eve gograig sustiuto, Sin embargo, describir Ia geografia del siglo Xen términos de cambio equilibraco desde ei deter- ‘minismo ambiental a Ia teoria de Is loeslizacién puede confundic, ya que estas dos teorias estan de explicar coneeptos diferentes. En este contexto, el ensayo sobre Is prehistoria de ls teoris de los lugares centrales, de Mollee-Wille (1978), es iustrativo, Demuestea que las raices de la moderns teoria de Iz localizacién se en- cuentran en las obras de los gedgrafos slemanes de fi- rales de siglo XIX, quienes intentaron explicar las eo rreleciones econémicas de ls morfologia urbana. El descubrimiento de que las funciones econdmicss con tienen rasgos espaciales regulars fue el antecedente in- mediato de ln eonstruccin de ln teoria, mis elegante, de ls jearquia de los lugares centrales. Tocalis (1978) describe el desarrollo de uno de los principales componentes de Ia moderna teoria de la lo~ calizacién, el llamado modelo graviatorio. La aplics- cin relativamente sencilla del concepto de gravitacién de E.G, Ravenstein (1888) para estudiar Iss migracio- nes de los obreros ingleses dio paso a costrucciones sicas sucesivamente mis elaboradas, como cuando «en 1924, E.C. Young propuso que el volumen reativo de Js migracin entre dos centtos varia directamente con Ja “fueres de atraccién” del lugar de destino, ¢inversa- mente, con e) cuadrado de Ia distancia entre los dos centros, referencia direct al campo magnético> (p. 69). La bisqueda de una ley empiriea del compertamiemo social deberiaicerpretas.come una cratrisia de ln maduracin de un parsdigma. Asi como el concepto de privedad eaperiens I iflenca de lon fics sociales de 1940 y 1950? cl original, clegante y simple modelo fisco fue quedando cada ver mas sumergido y anulado por afadidos dd comportamiento hasta llegar alas recientes formulaciones en las que la variable dis- tancia ha quedado eclipsads y reemplazsda por algu- fos conceptos estimatives tales como el =conoeimi del desco de los consumidores hacis un ebjetivos, que finalmente eambia la naturalezs del tipo de explicacién descada. En la presentacidn de estos dos estudios preceden- tes, Berry (1979: VID, afirma: «Los cambios en Ins ideas geogrificas que discutimos son claramente kuh- rianots. De hecho, estos ensayos parecen mis bien luna eréniea de Is eiencia normal en geograla, mientras aque queda sin analizar el easibio al nivel del paradig- rma, Parece claro que el significado histrico de la reo ria de ls localizacién implica un cambio conceptual, realmente paradigmitice, del espacio absoluto al relat vo. Los gcdgrafos se deiplazaron elaramence del siste- ima cueliiano absolute 2! libre uso de Ia distancia so- ial o funcional. Cuando quienes sustentaban el mode lo de gravedad empezaron 2 ponderar modelos tanto ‘como 3 asumir cl componente « priori de la distancia, sbandonaron el espacia evelidiano, Tocalis, sin embar- 40, slo se lirt6 3 abservar que aquel ers un momen: qo en el que los modelos empezaban a ser valorados, pero no eapté el signified de ess transicién.

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