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Análisis de La Novela Kryptonita de Ñeonardo Oyola
Análisis de La Novela Kryptonita de Ñeonardo Oyola
Kryptonita es una novela, que presenta el espacio de la villa habitado por delincuentes
organizados que muestran caracteres y poderes asimilables a los superhéroes del cómic
norteamericano, enfrentados a sus correspondientes supervillanos, quienes irrumpen en un
hospital del conurbano para salvar al jefe de la banda, Nafta Súper, de un pedazo de vidrio
verde de botella de cerveza, que alude al mineral ficticio que da título a la novela, y que fuera
infligido por “el pelado”, líder de una banda rival y cuya caracterización alude a Lex Luthor.
La banda de Nafta Súper es la versión del autor de los Súperamigos: “Superman, Batman, la
Mujer Maravilla, Linterna Verde, la Chica Halcón y el Detective Marciano” (Amaya 2012).
Sin duda, “Kryptonita´´ pareciera haber surgido como respuesta a la pregunta ‘¿Qué hubiese
sucedido si los superhéroes de la liga de la justicia hubiesen nacido en el conurbano
bonaerense?’ La respuesta es, aparentemente, muy sencilla: ‘Serían delincuentes’.
Estos personajes poseen súper poderes que utilizan para cometer delitos violentos y para
enfrentarse a otras bandas rivales. Sin embargo, en la mayoría de los personajes no se enfatiza
en estos poderes sino en su historia común de desigualdad e injusticia social; es decir, “su
entorno, su mundo lleno de carencias, de calles de tierra, de muertes evitables […] o de las
dificultades para acceder a una adecuada atención médica”, es lo que sin duda configura la
figura de antihéroes de la sociedad.
Para comenzar no podemos dejar de tener en cuenta las múltiples intertextualidades que
establece la novela con elementos de la cultura popular, ya sean propios de la Argentina o
extranjeros. Así, encontramos diferentes elementos culturales que provienen de la música
como la cumbia villera, el reggaetón, el rock y la música pop, elementos que provienen de la
televisión, como el programa de Carozo y Narizota y el Canal Crónica, y, por supuesto, la
intertextualidad que establece Kryptonita con la literatura de las historietas estadounidenses,
sobre todo con la liga de la justicia, cuyos personajes son reconfigurados en la novela.
Por eso, la obra, a pesar de incorporar elementos culturales extranjeros, los pone en relación
con nuestras categorías perceptuales y los reconfigura para apropiarse de ellos y hacerlos
entrar en nuestra estructura cultural: “Yo le estoy hablando del carnaval de acá, de nuestros
corsos” (Oyola: 139).
´´Los personajes de Kryptonita aún siguen buscando justicia, pero una justicia que les
permita sentirse iguales dentro de un sistema que diferencia, separa, aparta y crea
desigualdades. En el comic norteamericano los superhéroes luchan por mantener al sistema
funcionando y hacer justicia dentro de ese sistema, con Superman como máximo
representante. En Kryptonita la única manera que encuentran Nafta Súper y sus compañeros
de hallar la justicia que nunca les otorgó un sistema que excluye, rechaza y genera
desigualdades, es volverse contra el mismo y enfrentarlo desde la marginalidad´´.
Lo civilizado y lo bárbaro :
Podemos observar distintas valoraciones al respecto que son realizadas por algunos
personajes: “La doctora Galiano (…) habla de ellos llamándolos ‘estos negros de
mierda’”(Oyola: 24), más tarde Corona, en tono irónico: “Yo te respeto, Lady Di. Yo te respeto.
Hay que tener pelotas para ser travesti. Romperse bien el culo. Qué sé yo” (Oyola: 98). Sin
embargo, la obra no presenta una visión maniqueísta del eje en cuestión, sino que describe los
mecanismos sociales que hacen posible la marginación y victimización de estos sujetos que se
encuentran fuera de la lógica capitalista: “En definitiva: el Orejón es un pibe chorro. Y a un
pibe chorro es difícil que en una guardia lo salven (…) si llega así, sólo, entra vivo y sale
muerto” (Oyola: 32). Por otro lado, Federico explica el trasfondo de las actividades criminales
de estos “pibes chorros”: “Hay que llegar hasta el brazo ejecutor, porque es él quien nos dice si
detrás no había algo más (…) La misma policía se encarga de buscar chicos menores de edad
que usan para realizar delitos que ellos mismos no quieren hacer por una cuestión de jerarquía
y por autopreservación” (Oyola: 127-128). De esta manera observamos como las instituciones
estatales y sus funcionarios, médicos y policías (asociados con la civilización), empujan a los
sujetos considerados tradicionalmente bárbaros a la delincuencia y al desamparo. Se hace
evidente, entonces, la falacia de la distinción entre civilización y barbarie cuando se pone en
evidencia los mecanismos sociales que hay detrás de las configuraciones sociales de las
identidades. El autor le otorga voz a los sujetos que se encuentran marginados para dar cuenta
de discursos que no se adecuan a la lógica hegemónica y que otorgan un nuevo punto de vista
sobre las problemáticas sociales.
El trabajo:
Narraciones de vida:
Otro recurso empleado por el autor es la narración que hacen los personajes de sus propias
vidas, gracias a las cuales sus identidades se enriquecen aportando un nuevo punto de vista
que muestra aquello que los discursos oficiales ocultan: la falta de recursos económicos, la
violencia simbólica y las fallas de la sociedad que enmarca a estos sujetos: “Es triste no saber
jugar a la pelota si vivís en la villa y sos varón. Muchas otras cosas para hacer no hay”
(Oyola: 142). “Lo tuvieron que operar. ¿Sabe lo que uno tiene que pasar para una intervención
quirúrgica como esta si no tiene obra social? ¡Qué le voy a contar yo justo a usted!” (Oyola:
81).
De estas narraciones surge, además, que no son sólo las instituciones oficiales las que ejercen
esta violencia, sino que se trata del funcionamiento entero de la sociedad, como ejemplo
podemos citar al programa de Carozo y Narizota y la discriminación a la hora de elegir los niños
con quien merendar “Las calles acá son de tierra, hijo. Por eso no puede venir a tomar la leche
Carozo con nosotros” (Oyola: 111).
Estas narraciones deben ser entendidas como un acto político de reivindicar sus propias
identidades al mismo tiempo que denuncian las injusticias sociales. Estas narraciones están
formuladas desde un código lingüístico propio y que les permite a los personajes aportar un
nuevo punto de vista y una forma distinta de evaluar el mundo que los rodea: “Y vio, Tordo,
como somos los tipos cuando nos ponemos en curda, ¿no? Primero nos pinta jugarla de
honestos. Después se viene el guachito mimoso (…) Fija. Somos de manual.” (Oyola: 154).
El policial:
El fantástico:
Nos apresuramos en adelantar que la novela también participa del género fantástico y que
desde este punto de vista también existe un carácter político. En Argentina, el fantástico ya
había sido explorado por otros autores como Cortázar y Borges, sin embargo, Kryptonita
presenta sus particularidades. La novela no es una obra mimética, no pretende imitar una
realidad externa, pero tampoco es maravillosa porque si bien en ella existen elementos
sobrenaturales, estos no son dados como un todo absoluto y uniforme.
En todo momento se produce una vacilación tanto del personaje como del lector (por
identificación con el personaje) que es causado por un elemento disruptor de un orden dado.
Así, el orden unívoco de la realidad pasará a ser cuestionado planteándose una inestabilidad
narrativa que arranca al lector de la aparente comodidad y seguridad del mundo conocido y
cotidiano, para mantenerlo en algo más extraño. Como consecuencia se produce dentro de la
novela una zona interna entre lo real y lo imaginario, generándose relaciones entre ellos.
Kryptonita introduce un diálogo con lo real e incorpora ese dialogo como parte de su
estructura realizando un cuestionamiento de los presupuestos que se dan por sentados en
nuestra realidad.
Conclusión: