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Puntos Clave en Medicina Interna Iii. 2018
Puntos Clave en Medicina Interna Iii. 2018
Valvulopatía asintomática
Estadio C: alteración estructural del corazón unido a síntomas
y signos actuales de ICC o sin síntomas bajo tratamiento (tuvo
o tiene ICC).
Estadio D: avanzada alteración estructural y síntomas y
signos a pesar del tratamiento máximo (ingresos frecuentes
sin alcanzar la compensación, candidatos a trasplante
cardiaco).
Clasificación funcional de la New York Heart Association
(NYHA): es una clasificación según el grado de severidad de la ICC,
con valor pronóstico y con implicaciones terapéuticas y puede ser
potencialmente regresiva:
Clase I: sin limitación de la actividad. Las actividades
habituales no causan disnea cansancio o fatiga
Clase II: ligera limitación de la actividad. Las actividades
habituales causan disnea cansancio o fatiga. No hay síntomas
en reposo
Clase III: limitación marcada de la actividad. Las actividades
menores que las habituales causan disnea cansancio o fatiga.
No hay síntomas en reposo
Clase IV: incapacidad para realizar cualquier actividad física
sin síntomas. Síntomas en reposo
La clase funcional, seguida de la fracción de eyección
ventricular, son los principales factores pronósticos del
síndrome de ICC, con una mortalidad del 505 al año en la clase
IV.
Tratamiento:
El tratamiento de inicio (de elección o estándar) es la
asociación de IECAs + diuréticos.
Los IECAs son los fármacos que más impacto tienen en la
mortalidad y están indicados en todos los pacientes salvo
contraindicaciones.
Las alternativas a los IECAs son: ARA II o la asociación de
Hidralacina + nitratos (nitrosurbide), esta última sobre todo en
pacientes color de la piel negro.
La elección del diurético (tiacídico o del ASA) depende de la
clase funcional, o lo que es lo mismo, del estado de
congestión pulmonar o sistémica y del estado de la función
renal, ya que los diuréticos tiacídicos son ineficaces con
filtrado glomerular menor de 30 ml/min.
Los diuréticos son fármacos muy eficaces para el alivio
sintomático por la congestión que produce la ICC, pero no se
ha demostrado que mejoren la supervivencia.
Los BB (betabloqueadores) se añaden en clase I, II o III,
siempre que el paciente esté estable (euvolémico).
Los principales betabloqueantes que han probado su eficacia
son: carvedilol, bisoprolol, metoprolol, y nebivolol.
En clase funcional III o IV se añaden inhibidores de la
aldosterona (espironolactona, eplerrenona).
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3. Angina de pecho:
El diagnóstico de la angina de pecho se fundamenta en el
interrogatorio.
La angina típica se caracteriza por dolor retroesternal opresivo o
compresivo, desencadenado por estrés o esfuerzos físicos, que
puede durar hasta 15 minutos y se alivia con el reposo o la
nitroglicerina.
Existen dos maneras de detectar isquemia, la ergometría
convencional (que evalúa alteraciones en la repolarización durante el
ejercicio físico) y las técnicas de imagen (ecocardiografía o
cardiorresonancia magnética de estrés, o gammagrafía).
Se considera que la ergometría es electrocardiográficamente positiva
cuando se produce un descenso o ascenso del ST de al menos 1
mm. Es concluyente negativa cuando se alcanza el 85% de la
frecuencia cardíaca máxima prevista.
Un defecto de perfusión irreversible en la gammagrafía indica
necrosis y, si es reversible con el reposo, isquemia.
Las estenosis coronarias que limitan de forma importante el flujo de
sangre al miocardio suelen producir la angina estable.
Clasificación según gravedad de la Canadian Cardiovascular Society:
Clase I: La angina sólo ocurre ante esfuerzos extenuantes. No
limitación, vida normal
Clase II: Limitación ligera de la actividad física. La angina
aparece al andar rápido o subir escaleras o cuestas. Se puede
andar más de una o dos manzanas o subir un piso de
escaleras
Clase III: Limitación marcada de la actividad física. La angina
aparece al andar una o dos manzanas o al subir un piso de
escaleras
Clase IV: Incapacidad para realizar ninguna actividad sin
angina. Este síntoma puede aparecer en reposo.
La angina inestable se enmarca en los síndromes coronarios agudos
sin elevación persistente del segmento ST (SCASEST), y suele
producirse cuando una placa de ateroma se fractura, activando la
agregación plaquetaria y la coagulación, produciendo un trombo
suboclusivo en la luz arterial.
Tratamiento de la angina estable crónica:
Modificación de hábitos y estilos de vida.
Control de los factores de riesgo coronario.
Para el control de los síntomas agudos, el fármaco de
elección es la nitroglicerina sublingual.
β bloqueadores: son los fármacos de elección porque son
los únicos que disminuyen mortalidad.
Bloqueadores de los canales del calcio: fármacos de segunda
línea que se pueden usar si existe contraindicación a los β
bloqueadores o sinérgicamente con ellos cuando no se
controlan los síntomas.
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5. Hipertensión arterial.
La importancia de esta entidad radica en que además de ser una
enfermedad con grandes repercusiones sistémicas, constituye
el principal factor de riesgo de la enfermedad cerebrovascular.
En el mundo la prevalencia de la HTA oscila entre el 30 y el 45 % de
la población general independiente de la zona geográfica o el nivel
económico del país.
En Cuba, según los últimos estudios, se estimó que la prevalencia de
HTA es del 30,9 % en personas de 15 años o más, ligeramente
superior en el área urbana (31,9 %) que en la rural (28,0 %) y sin
diferencias significativas en el sexo y hay una prevalencia mayor en
las personas de piel negra con un 40,4% que en las de piel blanca
con 30,1 %.
A medida que aumenta la edad se incrementa la prevalencia,
observándose que a partir de los 55 años, 5 a 6 personas de
cada 10 tienen cifras de TA elevadas.
Se estima que la mitad de personas con hipertensión desconoce la
situación y a pesar de los avances terapéuticos, el control óptimo se
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Taquicardia sinusal.
Se inicia en el nodo sinusal con una frecuencia en el adulto
que oscila de 100 a 150 latidos/min
En general representa una respuesta fisiológica al ejercicio o a
las emociones.
Otras veces se debe a alguna condición subyacente como
fiebre, hipovolemia, anemia, insuficiencia cardíaca,
hipertiroidismo, feocromocitoma, shock o tromboembolia
pulmonar, entre otras.
También puede originarse por la acción de diversos fármacos,
sobre todo estimulantes adrenérgicos (adrenalina,
isoproterenol) o vagolíticos (atropina) y de diversas drogas
como tabaco, café, cocaína y anfetaminas.
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Fibrilación auricular.
La fibrilación auricular es la arritmia sostenida más frecuente.
Es la arritmia más arrítmica y más embolígena.
En el ECG la onda P se sustituye por la onda f y la distancia
RR NO es equidistante (actividad auricular arrítmica).
Puede ser aguda o crónica y con respuesta ventricular lenta,
normal o acelerada.
En el tratamiento de la fibrilación auricular hay que considerar
tres aspectos: reversión a ritmo sinusal, prevención de las
recurrencias y prevención de las complicaciones.
Reversión a ritmo sinusal: se puede realizar la
cardioversión eléctrica o farmacológica con flecainida y
propafenona.
El método más rápido es la cardioversión eléctrica
sincronizada, cuando existe deterioro hemodinámico y si el
cuadro tiene menos de 48 horas.
Cuando el episodio tenga más de 48 h de duración se deberá
instaurar el tratamiento anticoagulante durante 3 semanas
antes de la cardioversión y 4 semanas después para prevenir
embolismos sistémicos.
No se debe revertir una fibrilación auricular de primera
intención si su duración es de más de 48 h (o es
indeterminada) por el alto riesgo de embolismos
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Flúter auricular.
Se denominaba flúter o aleteo auricular a una arritmia auricular
rápida de aproximadamente 300 latidos/min a nivel auricular.
En el ECG la onda P se sustituye por la onda F y la distancia
RR se mantiene equidistante (actividad auricular rítmica).
El tratamiento está dirigido a la reversión a ritmo sinusal.
Los métodos para revertir la arritmia son la cardioversión
eléctrica sincronizada a 50 o 100 julios y la sobre
estimulación eléctrica mediante un electro catéter situado en la
aurícula derecha.
La conversión farmacológica es poco eficaz.
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Taquicardia ventricular.
Arritmia caracterizada por la sucesión de extrasístoles
ventriculares con una frecuencia mayor de 100 latidos por
minuto y complejos anchos (mayor de 0,12 segundos).
Suele ser la causa más frecuente de muerte súbita
cardiaca.
Puede ser:
Sostenida: más de 30 segundos o se acompaña de
deterioro hemodinámico
No sostenida: menos de 30 segundos
Monomorfa: todos los complejos tienen igual
morfología
Polimorfa: complejos con diferentes morfología
Bidireccional: alternancia positiva y negativa de los
complejos ventriculares (uno a uno)
Aparece casi siempre en pacientes con cardiopatía estructural,
sobre todo IMA,
Tratamiento:
Si existe deterioro hemodinámico: cardioversión
eléctrica.
Si no existe deterioro hemodinámico: cardioversión
eléctrica o farmacológica con amiodarona o
procainamida ev.
No se puede emplear verapamilo por el riesgo de shock y
parada cardiaca.
Para la prevención de las recurrencias se emplean los
betabloqueadores y la amiodarona, aunque no tienen impacto
en la mortalidad.
Se puede emplear el DAI (desfibrilador automático implantado)
en pacientes con FEVI menor del 30% o la ablación con
radiofrecuencia si la FEVI es mayor del 40%.
Fibrilación ventricular.
Llamado heraldo de la muerte.
Producen pérdida de la conciencia y deterioro hemodinámico
grave que llevan a la muerte.
El ECG muestra oscilaciones irregulares y rápidas de amplitud
variada sin que se distingan los complejos ventriculares ni las
ondas T.
La causa más frecuente es la cardiopatía isquémica (IMA).
Es la arritmia característica de la fase aguda del IMA,
siendo la primera causa de muerte en la fase pre
hospitalaria si no se cardiovierte en tiempo.
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Estenosis mitral:
Existe una apertura incompleta de la válvula mitral durante la
diástole.
La causa más frecuente es la secuela de la fiebre
reumática, siendo habitual la asociación con insuficiencia
mitral (doble lesión mitral o enfermedad mitral).
La estenosis mitral se considera grave cuando el área valvular
efectiva es menor de 1,5 cm2 por m2 de superficie corporal y
muy grave si es menos de 1 cm2 por m2 de superficie corporal.
Cuadro clínico: disnea, taquicardia, hemoptisis,
embolismos sistémicos.
Al examen físico es patognomónico el ritmo de Duroziez.
La fibrilación auricular es una arritmia muy frecuente (30 –
40%), que por lo demás incrementa el riesgo de embolismo.
En la medida que avanza la enfermedad aparece el cuadro
clínico de insuficiencia cardiaca, predominantemente derecha
y signos de hipertensión pulmonar.
ECG: signos de hipertrofia de la aurícula izquierda (P mitral),
fibrilación auricular y signos de hipertrofia del ventrículo
derecho.
Telecardiograma: signos de crecimiento de la aurícula
izquierda y/o ventrículo derecho, signos de hipertensión
pulmonar, calcificación del aparato valvular.
Ecocardiograma: evalúa la morfología y hemodinámica de la
válvula, determina el área valvular, evalúa las cavidades
cardiacas y la presencia de trombos.
Tratamiento médico:
Dieta hiposódica.
Fármacos que controlan frecuencia cardiaca (al
aumentar el tiempo diastólico, aumenta la precarga del
ventrículo izquierdo): bloqueadores de los canales del
calcio, betabloqueadores y digoxina (si existe fibrilación
auricular).
Diuréticos para los síntomas de IC
Tratamiento anticoagulante, especialmente en caso de
fibrilación auricular.
Tratamiento quirúrgico:
Las estenosis leves o leves-moderadas no requieren
intervención quirúrgica pues los pacientes pueden
permanecer en situación estable muchos años.
Valvuloplastia percutánea con balón.
Recambio valvular protésico.
Comisurotomía quirúrgica (en desuso).
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Insuficiencia mitral:
Existe un cierre insuficiente de la válvula mitral que condiciona
un reflujo de sangre del ventrículo a la aurícula izquierda
durante la sístole.
Es la segunda valvulopatía más frecuente después de la
estenosis aórtica.
Puede ser:
Primaria u orgánica: degenerativa, reumática, prolapso
mitral (síndrome de Barlow), endocarditis infecciosa,
congénita.
Secundaria o funcional: miocardiopatía dilatada, post
IMA.
Causas agudas: rotura del músculo papilar o de las
cuerdas tendinosas, endocarditis infecciosas.
La gravedad de los síntomas depende de si es aguda (disnea
de instalación brusca) o crónica (manifestaciones progresivas
de ICC).
Soplo generalmente holosistólico en chorro de vapor que
se ausculta mejor en el ápex o la axila y generalmente más
largo cuanto más grave sea la insuficiencia.
En casos de prolapso mitral el soplo va precedido de un
clic mesosistólico.
ECG: signos de crecimiento de aurícula y ventrículo izquierdo.
Telecardiograma: signos de crecimiento de aurícula y
ventrículo izquierdo, signos de hipertensión pulmonar.
Ecocardiograma: evalúa la morfología y hemodinámica de la
válvula, determina la gravedad de la regurgitación, evalúa las
cavidades cardiacas y la presencia de trombos, la FEVI, la
presencia de endocarditis y la posibilidad de reparación.
Tratamiento médico:
En pacientes asintomáticos con insuficiencia mitral y sin
disfunción ventricular no está indicado ningún tipo de
tratamiento farmacológico.
Tratamiento de la ICC con diuréticos para la congestión
e IECAs que disminuyen la precarga y la postcarga
(reducen el volumen de regurgitación y aumentar el
gasto anterógrado) y betabloqueadores.
Los anticoagulantes cuando hay antecedentes de
embolia, gran dilatación auricular o fibrilación auricular
crónica.
Tratamiento quirúrgico:
El tratamiento definitivo de la regurgitación mitral de
origen primario u orgánico es quirúrgico.
En todos los casos en los que se contempla la cirugía
debe considerarse la posibilidad de reparación mitral; si
no es factible, debe implantarse una prótesis.
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Estenosis aórtica:
Es el estrechamiento del orificio de salida del ventrículo
izquierdo, lo que dificulta el vaciamiento durante la sístole y
genera una sobrecarga de presión del ventrículo izquierdo.
Es la valvulopatía mejor tolerada por lo que permanece
mucho tiempo asintomático.
La estenosis aórtica degenerativa del anciano es la
valvulopatía más frecuente en países desarrollados, y se
asocia con frecuencia a la aterosclerosis.
Una estenosis aórtica se considera grave cuando el área
valvular es menor de 0,6 cm2 por m2 de superficie corporal.
El riesgo de muerte súbita en la estenosis aórtica crece
exponencialmente cuando aparecen síntomas, estando indicada
la cirugía.
Cuadro clínico típico: angina, síncope y disnea que se
presentan en ese orden, salvo en los ancianos, en los que
habitualmente el cuadro clínico se inicia con disnea de
esfuerzo.
El soplo mesosistólico en foco aórtico (romboidal), se irradia
a carótidas y huecos supraclaviculares (ocasionalmente al ápex:
fenómeno de Gallavardin).
Este soplo se acompaña de disminución de la intensidad y
desdoblamiento invertido del segundo ruido.
La esclerosis (calcificación) valvular aórtica sin estenosis es
típica de ancianos hipertensos y produce un soplo de
características similares pero a diferencia de la estenosis
aórtica, generalmente existe un reforzamiento del segundo ruido
aórtico.
Por tanto ante un soplo de estenosis aórtica con un
reforzamiento del segundo ruido se debe pensar en
cardiopatía hipertensiva.
La TA sistólica es bajo y la diastólica normal o elevada, lo que
ocasiona una diferencial pequeña.
Puede aparecer un síndrome de Bernhein, caracterizado por
síntomas de IC derecha secundario al rechazo del tabique
interventricular a la derecha que provoca una disminución de la
capacidad de dicho ventrículo.
ECG: signos de hipertrofia de cavidades izquierda (aurícula y
ventrículos).
Telecardiograma: cardiomegalia por hipertrofia del ventrículo
izquierdo, calcificación de la válvula o aorta.
Ecocardiograma: evalúa la morfología y hemodinámica de la
válvula, determina la gravedad de los gradientes transvalvulares.
El tratamiento médico es de utilidad muy limitada en la
estenosis aórtica grave.
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Tratamiento quirúrgico:
En la estenosis aórtica grave, cuando aparecen
síntomas o disfunción ventricular está indicada la
cirugía, siendo de elección el recambio valvular por
prótesis que es la única intervención que disminuye
mortalidad.
En adultos con estenosis aórtica grave asintomática, el
riesgo quirúrgico supera el riesgo de muerte súbita, por lo
que en general no está indicada la cirugía (salvo en
deportistas).
Insuficiencia aórtica:
Existe un cierre inadecuado de las valvas aórticas durante la
diástole lo que produce sobrecarga de volumen del ventrículo
izquierdo por regurgitación de sangre desde la aorta.
La causa más frecuente de insuficiencia aórtica en países
desarrollados es la asociada con aorta bicúspide y
enfermedades de la aorta ascendente.
En los países en vías de desarrollo, sigue siendo la fiebre
reumática.
La causa más frecuente por afección aguda es la
disección aórtica.
Cuadro clínico:
Forma aguda: disnea súbita grave y signos de shock
cardiogénico.
Forma crónica: varía desde pacientes asintomáticos a
manifestaciones de ICC.
Es típica una gran diferencia entre presión sistólica y
diastólica (presión del pulso elevada). Ese gran pulso
origina signos físicos característicos (Corrigan, Musset,
Quincke, signo de Traube, doble soplo crural de
Duroziez).
Se ausculta un soplo diastólico decreciente, mejor en el
segundo foco aórtico (de Erb) que en el verdadero foco
aórtico y mejor en espiración y con el paciente inclinado
hacia delante.
En ocasiones se acompaña de un soplo suave de
estenosis mitral (soplo de Austin-Flint).
ECG: signos de hipertrofia del ventrículo y aurícula izquierdo.
Telecardiograma: gran cardiomegalia (cor bovis),
ensanchamiento del mediastino y edema pulmonar.
Ecocardiograma: evalúa la morfología y hemodinámica de la
válvula, la FEVI, la presencia de endocarditis y de disección
aórtica.
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Tratamiento médico:
El tratamiento médico es limitado y no impacta en la
supervivencia.
Incluye diuréticos para la congestión pulmonar y puede
emplearse digoxina como inotropo positivo y
vasodilatadores (IECAs) sobre todo este último, para
disminuir la TA sistólica en pacientes hipertensos.
Tratamiento quirúrgico:
El recambio por prótesis es de elección, si la afectación
es sólo valvular.
9. Fiebre reumática.
La fiebre reumática aparece en relación con infecciones faríngeas de
estreptococos del grupo A (S. pyogenes) no tratadas adecuadamente
con antibióticos.
En los países desarrollados su incidencia ha disminuido en los
últimos años por el tratamiento antimicrobiano correcto de la
faringoamigdalitis.
La fiebre reumática sólo aparece tras infecciones faríngeas.
La glomerulonefritis puede presentarse en infecciones faríngeas
o cutáneas producidas por el Streptococus pyogenes.
La artritis es el síntoma más frecuente y suele ser poliartritis
migratoria de grandes articulaciones que habitualmente no deja
secuelas (“la fiebre reumática lame las articulaciones y muerde
al corazón”).
La carditis es la manifestación más grave y puede afectar al
pericardio (derrame), miocardio (miocarditis con nódulos de Aschoff)
o endocardio (cuya secuela a largo plazo produce alteración valvular:
estenosis, insuficiencia o ambas).
La válvula más afectada es la mitral, seguida de la aórtica.
El soplo de Carey - Coombs es típico de la fiebre reumática y se
caracteriza por ser mesodiastólico y suave de la carditis reumática
aguda.
Los nódulos subcutáneos en superficies óseas de extensión se
asocian a la carditis.
La corea menor o de Sydenham ("Baile o mal de San Vito")
típicamente desaparece durante el sueño, es poco frecuente, suele
aparecer semanas después de la infección y es el único sigo mayor
que de por sí solo hace el diagnóstico de la enfermedad cuando se
presenta tardíamente.
Para el diagnóstico se utilizan los criterios de Jones modificados
por la American Heart Association en 1992:
Criterios mayores:
Poliartritis
Eritema marginado de Leiner
Nódulos subcutáneos de Meynet
Carditis
Corea menor
Criterios menores:
Fiebre
Artralgias
Antecedentes de fiebre reumática
Carditis reumática previa
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Clasificación:
Distributivo: causado por vasodilatación masiva. Etiología:
shock séptico y anafiláctico.
Hipovolémico: causado por disminución del volumen
intravascular eficaz. Etiología: pérdida de sangre, de líquido o
plasma.
Obstructivo: causado por obstrucción cardiaca o de los
grandes vasos que origina una disminución del llenado
ventricular izquierdo y colapso cardiaco. Etiología:
tromboembolismo pulmonar, taponamiento pericárdico,
neumotórax a tensión.
Cardiogénico: causado por un fracaso sistólico del ventrículo
izquierdo y disminución del gasto cardiaco (fallo de bomba).
Etiología: IMA, arritmias cardiacas graves, insuficiencia mitral
aguda, miocarditis, ruptura de la pared ventricular.
Cuadro clínico: depende de la etiología y la rapidez de la
instalación.
Fluctuaciones del nivel de consciencia desde la agitación al
coma.
Hipotensión arterial: presión arterial sistólica menor de 90 mm
Hg durante más de 30 min o necesidad de empleo de
catecolaminas i.v. para mantener una cifra de presión arterial
mayor de 90 mm Hg.
Piel fría, pálida y sudorosa (puede ser caliente en el shock
séptico).
Pulso rápido y filiforme.
Taquipnea.
Venas yugulares: ingurgitadas en el choque cardiogénico y
colapsadas en el hipovolémico.
Oligoanuria: < 30 mL/h.
Complementarios: existe una profunda alteración metabólica
provocada por la hipoperfusión tisular periférica.
Lactato sérico mayor de 20 mol/L h–1
Acidosis metabólica (pH ≤ 7,35 con disminución del exceso de
bases)
Hiperglucemia: muy frecuente y puede ser importante, incluso
en enfermos no diabéticos debido a la descarga de
catecolaminas y al déficit de producción de insulina a causa de
la hipoperfusión pancreática.
Creatinina: aumentada por fracaso renal.
Alteraciones electrolíticas, aumento de la bilirrubina, troponina,
CK, enzimas pancreáticas y hepáticas.
Marcadores de inflamación: aumentados, entre ellos
leucocitosis y aumento de interleucinas.
La monitorización hemodinámica pone de manifiesto las alteraciones
que confirman el diagnóstico; ayuda a establecer el diagnóstico
diferencial entre los distintos tipos de shock.
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12. Glomerulopatías.
Las glomerulopatías (enfermedades del glomérulo) incluyen
enfermedades genéticas (síndrome de Alport), metabólicas
(diabetes), de depósito (amiloidosis) o inmunitarias (glomerulonefritis
primarias o secundarias).
Las glomerulonefritis son procesos inmunitarios que inflaman el
glomérulo.
Pueden ser primarias, cuando el glomérulo es la única o la principal
estructura afectada o secundarias cuando diversas enfermedades
sistémicas pueden causar lesión glomerular y la glomerulopatía
puede ser el hallazgo predominante o una manifestación clínica poco
relevante, solapada por el compromiso de otros órganos.
Se hace referencia a lesión focal cuando afecta a menos del 80% de
los glomérulos, y difusa, cuando afecta a más del 80%.
Las enfermedades glomerulares abarcan un espectro que va del
síndrome nefrótico, en el que predomina la proteinuria mayor de 3,5
g/día con hipoalbuminemia, hiperlipidemia y edemas al síndrome
nefrítico en el que predomina la hematuria, HTA, edema e
insuficiencia renal.
Las causas más frecuentes de síndrome nefrótico son: enfermedad
de cambios mínimos (enfermedad pediátrica), nefropatía
membranosa, glomeruloesclerosis segmentaria focal y nefropatía
diabética.
Las causas más frecuentes de síndrome nefrítico son: glomerulopatía
membranoproliferativa, nefropatía por Ig A, Púrpura de Schönlein
Henoch, glomerulonefritis post infecciosa y nefritis lúpica.
Tratamiento:
Si es posible, se intentará corregir la causa.
Medidas generales destinadas a reducir los edemas sin
producir deterioro de la función renal ni desequilibrios
hidroelectrolíticos y prevenir las complicaciones del SN.
El peso corporal es un marcador útil de retención hidrosalina y
de eficacia del tratamiento.
Dieta: restricción del aporte de líquidos y de sal. Los ácidos
grasos han de ser poliinsaturados. La dieta debe ser
normoproteica (1 g/kg/día).
Reposo en decúbito supino: recomendable en la anasarca, al
favorecer la diuresis al disminuir la presión hidrostática de las
extremidades inferiores y pasar líquido desde el espacio
intersticial hacia el plasmático.
Diuréticos: uso muy controlado ya que a pesar de los edemas
masivos, presentan un estado de depleción relativa de
volumen.
Si existe hipoalbuminemia grave, se puede producir una
resistencia relativa al efecto de los diuréticos. En dichas
situaciones es de utilidad la combinación de diuréticos con
albúmina intravenosa.
Control de la presión arterial: se debe controlar la presión
arterial para disminuir la presión de filtrado y disminuir la
proteinuria. Los fármacos de elección son los bloqueantes del
sistema renina-angiotensina-aldosterona por su efecto
antiproteinúrico y antiproliferativo (IECAs o ARA II).
Las estatinas son los hipolipemiantes de elección.
Debe prohibirse el tabaco.
Profilaxis de tromboembolismos:
En pacientes asintomáticos: antiagregantes como ácido
acetilsalicílico.
En pacientes encamados: heparinas de bajo peso
molecular.
Colocación de vendas elásticas hasta la raíz del muslo,
junto con una adecuada profilaxis antitrombótica,
favorece la diuresis.
Precaución con el uso de anticoagulantes orales y de
fármacos hipolipemiantes del tipo de los fibratos por riesgo
aumentado de rabdomiólisis (sobre todo si se utilizan
estatinas).
Vacunación contra neumococo y gripe estacional.
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17. Pielonefritis.
Las infecciones de las vías urinarias (IVU) siguen en frecuencia
a las del aparato respiratorio.
Se estima que más del 50% de las mujeres sufren al menos un
episodio de IVU a lo largo de su vida.
En el niño y en el varón adulto joven, tanto la bacteriuria como la
infección sintomática son muy raras. A partir de los 50 años, la
prevalencia en los varones aumenta paulatinamente en relación con
patología prostática.
En condiciones normales la orina y las vías urinarias son estériles.
La vía más frecuente de IVU es la ascendente.
E. coli es el microorganismo causal de más del 80% de las IVU
no complicada.
Le siguen en orden de frecuencia otras enterobacterias (Proteus
mirabilis y Klebsiella pneumoniae) y S. saprophyticus. P. mirabilis es
particularmente frecuente en niños varones no circuncidados, debido
a que coloniza el saco prepucial.
La infección urinaria complicada está producida por E. coli en el 50%
de los casos. El resto se debe a otras enterobacterias, Pseudomonas
aeruginosa o Enterococcus spp.
La presencia de Candida spp. en la orina suele observarse en
pacientes diabéticos y/o portadores de una sonda vesical
permanente indica colonización simple.
Cuadro clínico:
Comienzo súbito con fiebre elevada, escalofríos y afección del
estado general.
Dolor en la fosa lumbar.
Náuseas y vómitos.
Orina turbia y caliente.
La percusión de la fosa lumbar y la palpación bimanual suelen
ser dolorosas.
El cuadro puede acompañarse o ir precedido en 1 o 2 días de
un síndrome cistítico (disuria, polaquiuria y micción urgente).
Cerca del 20% de los pacientes con pielonefritis aguda
presentan bacteriemia y en torno al 5% sufren shock séptico.
En el paciente diabético la pielonefritis puede complicarse
con el desarrollo de necrosis papilar (papilitis necrotizante) o
necrosis del parénquima renal y formación de gas (pielonefritis
enfisematosa) que se acompaña de hematuria, obstrucción
ureteral (dolor de cólico nefrítico) y deterioro de la función
renal.
Hemograma: leucocitosis con neutrofilia.
Eritrosedimentación: acelerada.
Proteína C reactiva y procalcitonina: positivas.
Orina: leucocituria, hematuria, bacteriuria, nitritos positivos (indica
infección bacteriana activa) y cilindros leucocitarios (indica que
la infección se localiza en el parénquima renal).
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Tratamiento:
Corrección de la causa.
El principal objetivo terapéutico es lograr la estabilidad
hemodinámica y restablecer el volumen intravascular
mediante la administración de líquido.
Administración de líquidos por vía oral en los casos leves
(Sales de rehidratación Oral).
Administración de líquidos por vía ev en los casos graves.
La hidratación se inicia con suero fisiológico normal 0,9%
(solución isotónica).
En sentido general, para todas las deshidrataciones el cálculo
del líquido a reponer se puede hacer según la superficie
corporal (0,012 X peso en libras) como sigue:
Deshidratación ligera: 2000 ml / m2 sc
Deshidratación moderada: 2400 ml / m2 sc
Deshidratación severa: 3200 ml / m2 sc.
26. Hiperpotasemia.
Se define como una concentración sérica de K+ mayor de 5 mEq/l.
Causas:
Cambio transcelular: déficit de insulina, betabloqueadores no
selectivos, digitálicos, acidosis metabólica, inducida por
esfuerzo, síndrome de lisis tumoral, quemaduras.
Aumento de la exposición al K+: alimentos con alto contenido
de potasio tales como: frutos secos y frutas desecadas,
tomate, patatas, espinacas, plátanos y naranjas.
Disminución de la excreción renal: nefropatía (diabética,
obstructiva) insuficiencia renal aguda y crónica, insuficiencia
suprarrenal, hipoaldosteronismo hiporreninémico.
Fármacos: IECAs, ARA II, diuréticos ahorradores de potasio,
AINEs.
Cuadro clínico:
Palpitaciones.
Síncope.
Arritmias cardiacas y para cardiaco en diástoles.
Muerte súbita.
Debilidad muscular con parálisis flácida y paro respiratorio.
ECG: PR prolongado, QRS ensanchado, Ondas T picudas, anchas
y altas (en tienda de campaña).
Tratamiento:
Es una urgencia médica.
El tratamiento es inmediato y aditivo.
Incluye la estabilización miocárdica, transferencia del
potasio del espacio extracelular al intracelular y la
eliminación de potasio del organismo mediante diuréticos,
resinas de intercambio catiónico y diálisis.
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27. Hipopotasemia.
Se define como una concentración sérica de K+ menor de 3,5 mEq/l.
Causas:
Disminución de la ingesta: causa rara.
Cambio transcelular: parálisis periódica, esfuerzos intensos,
ingesta rica en carbohidratos.
Pérdidas no renales: vómitos y diarreas, sudoración.
Pérdidas renales: diuréticos, diuresis osmótica (glucosuria),
hiperaldosteronismo primario y secundario, síndrome de
Cushing.
Fármacos: insulina, agonistas β2-adrenérgicos inalados,
intoxicación por bario, cloroquina, risperidona, quetiapina,
verapamilo y cloroquina.
Cuadro clínico:
Debilidad muscular que puede transformarse en parálisis
arrefléxica en situaciones de hipopotasemia grave.
Mialgias.
Debilidad y calambres en los miembros inferiores.
Constipación.
Íleo paralítico.
Paro cardiaco en sístoles.
En enfermos tratados con digital, la hipopotasemia potencia
la toxicidad digitálica.
ECG: aplanamiento o inversión de la onda T, onda U prominente,
depresión del ST, QT prolongado.
Tratamiento:
Corregir la causa y el déficit de potasio.
En las formas leves se proporciona una dieta rica en potasio
y/o suplementos de potasio por vía oral.
En los casos graves se administran suplementos de potasio
por vía ev, siempre diluido y NUNCA EN BOLO.
La concentración de potasio no debe superar los 40 mEq/l por
vía periférica ni de 100 mEq/l por vía central.
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