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CURSO: PSICOLOGÍA EN EL DEPORTE

MES 2: Psicología deportiva y deportes de alto


rendimiento.

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MES 2: Psicología deportiva y deportes de alto rendimiento
PRIMERA PARTE
1. Alto rendimiento
1.1. Las exigencias del deporte competitivo. Escenario competitivo.
1.2. Perfil psicológico del deportista de elite
1.3. Evaluación de la situación psicológica del sujeto
1.4. Cualidades psíquicas del deportista.
1.4.1. Motivación
1.4.2. Atención y concentración
1.4.3. Autoconfianza y tensión
SEGUNDA PARTE
2. El papel del psicólogo deportivo en deportistas de alto rendimiento
2.1. Caracterización
2.2. Acompañamiento psicológico a lo largo de la carrera profesional
del deportista
3. Lesiones deportivas como posibles consecuencias del alto
rendimiento
3.1. Exigencias y aspectos de la actividad deportiva
3.2. Lesiones deportivas
3.3. Génesis de las lesiones
4. Prevención
4.1. Medidas de prevención ¿Cómo prevenir una lesión sino sabemos
cuándo puede suceder?
4.2. Pautas generales para la prevención de lesiones en deportistas
5. Estrés y deporte
5.1. Diferenciación entre estrés, ansiedad y activación
5.2. Ansiedad y estrés competitivo
5.3. El deporte como amenaza
5.4. Síntomas habituales del estrés competitivo
5.4.1. Síntomas fisiológicos
5.4.2. Síntomas psicológicos
5.5. Mantenimiento y prevención de las recaídas
5.6. Factores psicológicos predisponentes a una lesión y sus
consecuencias psicológicas.
6. Rehabilitación
6.1. Aspectos psicológicos de la rehabilitación de la lesión
6.2. El aporte de la psicología aplicada al deporte. El deportista en
contexto de rehabilitación.
6.3. Técnicas de posible aplicación

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Objetivos del mes 1

 Conocer las exigencias del deporte competitivo.


 Reflexionar acerca de los deportes de elite, y de las
variantes psicológicas que lo rigen.
 Describir cual es el papel del psicólogo en los
deportes de alto rendimiento.
 Conocer acerca de las lesiones deportivas, la génesis de las
mismas y el tratamiento.
 Desarrollo del estrés en el deporte y sus diferencias con la
ansiedad y la activación.
 Métodos de prevención, rehabilitación, y mantenimiento de las
lesiones provocadas por el estrés en deportes de competencia.

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1. ALTO RENDIMIENTO
1.1. LAS EXIGENCIAS DEL DEPORTE COMPETITIVO.
ESCENARIO COMPETITIVO
Tal como hemos analizado anteriormente,
las prácticas deportivas actuales han
seguido todo un recorrido histórico en
consonancia con los cambios sociales,
económicos, culturales de las diversas
épocas y tradiciones de los países. Esto
nos facilita poder establecer una distinción entre las prácticas
deportivas que se dan en la posmodernidad, de acuerdo a los objetivos
que los sujetos persiguen a través de su entrenamiento deportivo.
Realizaremos una caracterización general de este tipo de prácticas,
para comprender la recreación, tenemos que tener en cuenta que
hacemos referencia a un estado de ánimo, a una condición humana
propia de nuestra naturaleza que traemos desde nuestra infancia y que
se relaciona directamente con el juego, el divertimento y el ocio. El
hombre posindustrial utiliza su tiempo libre, no productivo, en búsqueda
de un estado anímico de bienestar. Por este motivo, este tipo de
prácticas deportivas se convierten en un fin en sí mismo, ya que
posibilitan una vivencia satisfactoria para el sujeto.
Cabe mencionar también que las actividades recreativas relacionadas
con la actividad física y el deporte son de carácter dirigido, ya que
existen objetivos –reconocimiento, autovaloración, participación en
grupo-, ciertas reglamentaciones y un animador/docente que conduce
y orienta. Ahora bien, en la actualidad, el modelo dominante de
deporte se relaciona con el denominado deporte espectáculo o de
competición, que claramente persigue objetivos muy diferentes a los
anteriormente mencionados. Tal como establece García Ucha (1997) el
deporte de alto rendimiento se caracteriza por un crecimiento
acelerado de los resultados en las competencias, lo que implica un

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incremento notable de la intensidad de la vida deportiva, la búsqueda
constante de los factores que pueden estimular las capacidades
normales de los deportistas y el establecimiento de elevadas exigencias
físicas y psíquicas. Siguiendo los planteos de este autor, podemos decir
que el deportista se enfrenta a mayores requerimientos en la esfera
cognoscitiva para la resolución de problemas complejos relacionados
con la situación de entrenamiento y competición.
Al mismo tiempo, el deportista debe afrontar exigencias psicofísicas
superiores, con un mayor grado de intensidad, volumen y complejidad y
debe aumentar el grado de
estabilidad en su rendimiento
competitivo, lo que eleva también sus
niveles de presión y responsabilidad.
En la alta competición los atletas se
caracterizan por su elevada
productividad, materializada en
resultados deportivos concretos que promueven su prestigio local,
nacional o internacional. Al mismo tiempo, la preparación de estos
deportistas requiere un elevado índice de especialización, donde las
diferentes disciplinas implicadas -como la preparación física,
psicológica, médica- mantienen su carácter aplicado.
Las características de personalidad del deportista se vuelven
fundamentales para que sea posible realizar este tipo de prácticas
manteniendo el buen rendimiento, por un lado, y la salud bio-psico-
social, por el otro. De este modo, siguiendo a Francisco García Ucha
(1997) podemos decir que cuando hablamos de exigencia hacemos
referencia, no solo a las condiciones externas de la actividad, sino
también al proceso donde ocurre la interacción de lo subjetivo y lo
objetivo. Es decir, las condiciones físicas y psíquicas relativamente
estables que el deportista puede emplear para cumplir tareas
determinadas; y las exigencias que se le imponen al deportista resultado
de las condiciones externas de la actividad. Es decir, el estudio de las
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exigencias psicológicas es un aspecto fundamental a tener en cuenta a
la hora de conocer a los deportistas, determinar sus limitaciones e
insuficiencias y trazar procedimientos que tiendan a su eliminación.
García Ucha (1997), distingue tres tipos de exigencias de la actividad
deportiva: las referidas al nivel general de la actividad deportiva, las
relativas al nivel ejecutivo de la actividad y las vinculadas a las
características de personalidad. Mientras que el primer tipo de
exigencias se relaciona con la meta de la actividad deportiva en sí, las
otras dos se corresponden con el nivel personal del deportista. No
obstante, es importante no perder de vista la interacción constante
entre los tres componentes de la actividad deportiva antes
mencionados. De manera general, podemos decir que la interacción
del sujeto y sus objetivos en la actividad, estarán en gran medida
modelados por las posibilidades de compensación y regulación de la
personalidad.
En cuanto al escenario competitivo desde el inicio de la práctica de
cualquier deporte, el joven deportista no se encuentra solo en las
actividades que realiza y la influencia del mundo adulto tiene un
elevado impacto. De este modo, se establece que el niño interactúa
dentro de un triángulo deportivo, conformado por su entrenador, sus
padres y él mismo. En esta etapa, resulta
de trascendental importancia que la
línea de actuación de los tres vértices
vaya en la misma dirección,
estableciendo la colaboración
adecuada, cada uno en su parcela,
para el logro del buen desempeño del
deportista. A medida que el deportista comienza a avanzar en su
carrera profesional, el escenario se irá complejizando más aun,
entrando en juego nuevos actores que lo exponen a mayores
responsabilidades y exigencias. Tal como se ha explicitado
anteriormente el complejo escenario queda definido por un pentágono
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deportivo, en donde las interacciones se darán, ya no solo con el
entrenador y los padres, sino también con la hinchada –el público- y la
prensa. Aquí, incluso, podríamos agregar a los árbitros, directivos,
empresarios, sponsors, entre otros. Martens fue quien comenzó a
establecer la necesidad de ampliar el marco teórico de la Psicología
del Deporte, incluyendo aspectos cognitivos y sociales. El autor
consideraba que era fundamental para el profesional psicólogo el
estudio y observación de todos los sujetos que intervienen en los
escenarios deportivos, posibilitando esto un mejor conocimiento y
explicación de los mismos. Martens contaba con una marcada
formación cognitiva, por lo que insistía en que el deportista, además de
reaccionar a su ambiente, interactúa con él y, en ocasiones, lo
modifica. Según Kantor (1959), la Psicología ha de estudiar las
interacciones de los organismos, analizando los cambios que se
producen en las interacciones de la totalidad de un organismo con su
medioambiente físico, biológico y social. Así pues, la interacción, y no la
conducta definida como movimiento, es un concepto clave. En esta
línea de pensamiento se busca estudiar, además de las situaciones
deportivas, la historia de interacciones previas de cada deportista,
poniendo también un fuerte énfasis en lo que hacen entrenadores,
árbitros, directivos, padres, periodistas. Podemos decir que los
conceptos fundamentales a los que hacen referencia Richard Lazarus y
Susan Folkman en relación a la importancia que tiene la percepción del
individuo de la situación psicológica, para su posterior afrontamiento,
pueden considerarse pertinentes para la aplicación en el ámbito del
deporte. De este modo, podemos agregar que cuando el deportista
comienza a evaluar que las exigencias a las que se ve expuesto son
mayores a sus recursos personales, los niveles de estrés se incrementarán
y su foco ahora deberá estar en cómo desarrollar estrategias que le
permitan controlarlo y aumentar el autocontrol. Debe quedar bien claro
que la única forma de eliminar por completo el estrés sería el abandono
deportivo, situación que, obviamente, no es la anhelada por nadie.
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1. 2. PERFIL PSICOLÓGICO DEL DEPORTISTA DE ELITE
Un punto importante a tener en cuenta, en primer lugar, tiene que ver
con el hecho de que los deportistas de elite y de alto rendimiento, han
llevado a cabo todo un recorrido
cronológico y, más o menos, progresivo
que los fue conduciendo desde la base
de la denominada pirámide deportiva
hasta su cúspide. Toda práctica
deportiva comienza por una primera
fase de desarrollo básico, caracterizado
por la práctica del multi-deporte, con nivel de sistematización baja y
con escasas exigencias formales y responsabilidades por parte del joven
deportista. Posteriormente, dará lugar una fase de mayor participación,
en donde el sujeto comienza a especializarse en una, o unas pocas,
disciplinas deportivas. Los encuentros con otros deportistas comienzan a
ser más frecuentes, pero aun no se hace un fuerte hincapié en los
resultados obtenidos. Se puede decir que cuando el deportista
comienza a obtener resultados satisfactorios, rendimientos que lo
motivan a continuar entrenándose en una determinada disciplina
deportiva, ingresa en la etapa de rendimiento. Aquí, comenzará a
seguir un entrenamiento sistematizado, más centrado en objetivos, y
con una clara búsqueda de mejorar su desempeño. Solo aquellos
deportistas que hagan de su práctica deportiva un estilo de vida -
basado en la búsqueda permanente de la excelencia- y que lleguen a
considerar a su deporte como una profesión, podrán alcanzar la
cúspide de la pirámide y considerarse deportistas de elite.
De todos modos, es importante tener en cuenta que son varios los
factores que se conjugan a la hora de analizar puntualmente quiénes
son los deportistas que logran llegar a la cúspide de la pirámide. De
acuerdo a lo establecido por Williams (1991) emerge un perfil
psicológico que supone una estrecha relación con la ejecución exitosa.

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En la mayoría de los casos, este perfil se define por: autorregulación del
nivel de activación, alta confianza en sí mismo, mejor concentración,
estar bajo control –pero sin forzarlo-, preocupación positiva por el
deporte, determinación y compromiso. Al momento de la exigente
situación competitiva, el atleta deberá estar preparado para mantener
lo que Loehr (1990) denomina estado ideal de rendimiento,
caracterizado por la sensación de relajación y soltura, calma y quietud
interna, sin ansiedad ni nerviosismo; una sensación de estar cargado de
energía, optimismo y actitud positiva, un sentimiento de goce en la
competencia, que facilita que el deportista esté mentalmente alerta,
enfocado y armonioso; con una gran sensación de autoconfianza y
autocontrol emocional. Garfield (1984), lo denomina estado de máximo
rendimiento, y lo caracteriza por la relajación mental y física, seguridad
y optimismo, concentración en el presente; lo cual implica la sensación
de integración mente-cuerpo y la supresión del pensamiento analítico.
Hay una sensación de alta energía que se describe como felicidad,
éxtasis, fuerza; conciencia extraordinaria y con una capacidad especial
de anticiparse a lo que hace el contrario: un sentimiento de control sin
esfuerzo para ejercerlo. Ausencia de ansiedad, miedo e inseguridad. Es
importante señalar que todos los autores coinciden en que este estado
puede ser educado, es decir, el proceso de preparación y la
consecuente regulación psicológica del atleta bien entrenado permite
la reproducción del mismo de manera voluntaria.

1.3. EVALUACIÓN DE LA SITUACIÓN PSICOLÓGICA DEL


SUJETO:
Para llevar a cabo un programa de preparación psicológica es
importante, no solo tener en cuenta las
características de la personalidad del
deportista, sino todos los factores que
forman parte del escenario deportivo.
Siempre es fundamental saber dónde

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estamos situados en un inicio y hacia dónde nos queremos dirigir a
través de nuestras intervenciones como psicólogos. En primera instancia,
buscaremos conocer los datos personales del deportista y sus principales
características, como son: la edad, su historia deportiva personal, su
nivel competitivo, el apoyo familiar y social con el que cuenta, sus
características sociales y culturales, sus aspiraciones, su motivación, su
percepción de las presiones, entre otros. En segundo lugar, debemos
interrogar acerca de los requisitos técnicos del deporte que realiza, es
decir, la duración de las competiciones, los requisitos físicos y
psicológicos para competir –fuerza, velocidad, concentración,
coordinación-, los elementos del entorno competitivo –series,
eliminatorias, finales, actividades en simultáneo, etc.-. También será
importante conocer la fase del entrenamiento en la que el deportista se
encuentra y los objetivos específicos de dicho entrenamiento. Las
exigencias al principio de una temporada no son las mismas que
durante el período de puesta a punto y de competición, y esto es
bueno tenerlo presente en el diseño de un plan psicológico. Las
condiciones bajo las cuales entrena deben ser tenidas en
consideración, así como también la duración media de un
entrenamiento en cada período y la dureza del entrenamiento. Para
poder obtener toda esta información, el profesional podrá utilizar
diferentes instrumentos. En primer lugar, siempre situamos a la entrevista
psicológica, ya sea esta bajo una modalidad estructurada o semi-
estructurada. Otra herramienta que se vuelve fundamental en este
campo es la observación en el entrenamiento del deportista, así como
también de su entrenador, de su relación mutua, de la relación con los
demás compañeros, de los modos de expresión de las emociones, de la
perseverancia, entre otros aspectos. El profesional psicólogo también
puede valerse de herramientas específicas para evaluar situaciones y
estados específicos. De este modo, procesos emocionales, como la
ansiedad que se genera como consecuencia de la situación deportiva
misma, son evaluados a partir de la creación del Sport Competition
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Anxiety Test (SCAT), desarrollado por Martens en 1977, bajo la
conceptualización cognitiva de la percepción que el atleta tiene de la
situación deportiva “como amenazante” (Martens, 1977); otras pruebas
como el Profile of Mood States (POMS) de Mc Nair, Lorr y Doppleman
(1971), evalúan los estados de ánimo de los deportistas en situaciones
de entrenamiento y de competición, brindando un perfil
multidimensional general y permitiendo observar las oscilaciones del
estado de ánimo en diferentes categorías. Con el aporte de la clásica
Teoría de Campo de Kurt Lewin y las nuevas corrientes interaccionistas,
las variables psicológicas asociadas a la práctica de actividad física,
comienzan a ser evaluadas, dentro de un contexto dinámico, en
función de las interacciones entre los actores del “escenario deportivo”.
Aquí comienza a adquirir protagonismo el coaching en la conducción
del atleta hacia la excelencia. El rol del psicólogo del deporte se amplía
y enriquece a partir de estas concepciones, pudiendo intervenir a nivel
psico-fisiológico, personológico –motivación, ansiedad, autoconfianza- y
social.

1.4 CUALIDADES PSÍQUICAS DEL DEPORTISTA


1.4.1. MOTIVACIÓN
Cuando hablamos de motivación no debemos considerarla
exclusivamente como un proceso que
dirige o estimula la conducta, sino que
es necesario tener en cuenta los
motivos que se van formando a lo
largo del proceso educativo del
deportista, ya que este irá
interiorizando las cualidades psicológicas necesarias para la
participación en el deporte. En esta línea de pensamiento, podemos
decir que el procedimiento de establecimiento de metas es
fundamental para el logro de la adecuada motivación en el deportista.
Siguiendo los planteos de García Ucha (1997) podemos explicitar que el

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establecimiento de metas beneficia los rendimientos mediante cuatro
atributos del proceso de la motivación: 1. Un programa de metas atrae
la atención del sujeto. Le permite dirigir y regular su personalidad en el
curso de la actividad. 2. Cumple un papel activador; moviliza recursos
para que el sujeto realice los esfuerzos necesarios. 3. Incrementa la
persistencia. 4. Estimula la creatividad impulsando a seleccionar las
soluciones a los problemas que conlleva obtener la meta. Al establecer
las metas, será de suma importancia que el programa se desarrolle de
manera planificada, evaluando el desempeño que logra el deportista
en el cumplimiento de esas metas. El programa deberá ser lo
suficientemente específico –y cuantificable- para que el deportista
tenga conocimiento acerca de qué es lo que debe realizar y qué
resultados debe obtener para concretar cada uno de los objetivos
propuestos. Además, las metas deberán ser realistas, pero significar
también un reto para el deportista, vinculándolas a algún tipo de
recompensa. En cuanto a las metas en las competencias, deberán ser
restringidas en número y tener un carácter dinámico, ya que
dependerán también del rendimiento de los contrarios y del propio
rendimiento individual del deportista. Será fundamental comprometer al
deportista con las metas, estableciendo el plan de manera
consensuada con él, expresando el tiempo y grado de esfuerzo
necesarios. Loehr (1990) establece que para poder controlar la
expectativa de éxito es necesario marcar un tipo adecuado de metas
en cada competición, en cada partido, en cada entrenamiento. La
clave es que las metas sean razonablemente posibles de alcanzar, ya
que si el deportista se marca metas sobre las que tenga un escaso
control, perderá el control de su confianza. Las metas deben referir a la
actuación y no a los resultados, ya es que es esta primera la que puede
ser controlada. Un objetivo de resultado sería: ganar el torneo, ganar un
partido, es decir, buscar éxitos finales y desenlaces favorables. Un
objetivo sobre la actuación sería: dar el cien por ciento, tener buena
actitud, jugar con golpes de cierto tipo, es decir, centrarse en el
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esfuerzo, el aprendizaje y el perfeccionamiento. Por otra parte, el atleta
debe conseguir que las metas a corto plazo sean más importantes que
las metas a largo plazo, ya que de este modo se proporcionan mayores
oportunidades de éxito al deportista para mantener mayores avances,
proporcionando una dirección para sus esfuerzos. Debemos tener en
cuenta que los mismos métodos para motivar pueden proporcionar
resultados distintos en dos atletas diferentes. Esto se debe a que el sujeto
no reacciona de manera mecánica a los estímulos, sino en función de
su personalidad.

1.4.2. ATENCIÓN Y CONCENTRACIÓN


Los procesos atencionales en el deporte son
considerados aspectos fundamentales en la
labor misma del deportista. De manera general,
podemos decir que la atención es un
mecanismo selectivo de nuestra percepción, es
decir, es una toma de posesión por la mente de un estímulo fuera de los
posibles objetos que pueden aparecer simultáneamente como formas
de pensamiento. La focalización y la concentración son primordiales ya
que posibilitan el retiro de dicha atención a ciertas cosas para centrarse
en otras, de acuerdo a las exigencias de la situación específica. Se trata
de un proceso necesario en todas las actividades humanas, ya que a
nuestro cerebro llega un caudal de información que nos es imposible
procesar en su totalidad. En relación con lo anterior, podemos
establecer que la concentración es considerada como una de las
categorías dentro del campo de los fenómenos atencionales. Podemos
definir a la concentración como la localización de toda nuestra
atención en los aspectos relevantes de una tarea, su especificidad está
en que posibilita dirigir y focalizar toda la atención del sujeto en lo que
este hace; que en el ámbito del deporte posibilitaría una clara mejoría
en el desempeño. Según García (2004) se pueden distinguir cuatro
características dentro del proceso atencional en las actividades

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deportivas: 1. Amplitud: cantidad de información que se puede atender
al mismo tiempo y número de tareas que se pueden realizar
simultáneamente. 2. Intensidad: cantidad de atención que el deportista
presenta a un objeto o a una tarea, estando directamente relacionado
con el nivel de alerta –activación- del individuo. 3. Oscilamiento: la
atención cambia continuamente ya sea porque se tiene que procesar
dos o más fuentes de información, o porque se tienen que llevar a cabo
dos tareas y se dirige alternamente de una a otra. 4. Control: la atención
se pone en marcha y despliega sus mecanismos de funcionamiento de
una manera eficiente en función de las demandas del ambiente.
Finalmente, podemos decir que, dada la enorme cantidad de
información –externa e interna- que bombardea permanentemente a
cada deportista será esencial, para su adecuado rendimiento, que sólo
llegue a ser procesada aquella información que sea relevante y
pertinente a la situación en la que el individuo se encuentre y el objetivo
que pretenda llevar a cabo. Este proceso es descripto, generalmente,
como atención selectiva y es el que posibilita que cierta información
sea preferencialmente seleccionada para un proceso detallado
mientras que otra información es ignorada.

1.4.2. AUTOCONFIANZA Y TENSIÓN


En primer lugar, debemos destacar que cuando nos referimos a la
tensión hacemos referencia a la activación de la energía. Loher (1990)
puntualiza que se trata de un despertar físico y psicológico, que facilita
el equilibrio perfecto de la tensión y
que conduce a una situación ideal
de viveza mental y física. Es
importante mantener un estado de
tensión que se alimente de
emociones positivas, como el
entusiasmo, la decisión, el desafío. De
este modo, será posible mantener

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mejor la relajación de los músculos, la calma y la concentración. Los
estados de alta tensión que, en cambio, se alimentan de emociones
negativas, como la ira o la frustración, llevarán al deportista a tener
problemas en su actuación. Tirones musculares, falta de concentración,
ideas catastrofistas. Cuando la tensión es baja de por sí, se propiciarán
las distracciones, los fallos de concentración, la indecisión. Por otra
parte, la confianza en sí mismo facilita que el deportista esté más
relajado, piense con mayor exactitud y, consecuentemente, resuelva
mejor los problemas. El atleta se muestra más agresivo, positivo y con
menos facilidad de ponerse nervioso. Se trata de una emoción fuerte,
positiva y eficaz. Resulta sumamente beneficioso que el deportista logre
utilizar el humor para romper con la tensión, beneficiándose con un
alivio significativo de la misma y combatiendo el ciclo del estrés. El
humor, además, proporciona buenas perspectivas, diversión y control
de las situaciones a afrontar. El sentimiento de control personal, tal
como hemos mencionado, resulta clave ya que cuando los atletas o
jugadores están expuestos de forma repetitiva a lo que ellos perciben
como resultados incontrolables, comienzan a sentir que todo lo que
ocurre en la competición está fuera de su control –mala suerte,
superficie desfavorable, falta de iluminación- y que carecen de la
habilidad de ajustar exitosamente su rendimiento. Esta es la esencia de
lo que Loehr (1990) define como indefensión aprendida, y cuyo antídoto
es la percepción del éxito. Tal como se estableció con anterioridad, será
fundamental definir adecuadamente las metas, para así obtener un
mayor sentimiento de control personal y menos indefensión.
Recordemos que las metas de resultados, como una victoria, no
pueden ser controladas directamente, mientras que las metas de
aprendizaje –o actuación- como el esfuerzo o la actitud, sí nos permiten
tener un mayor control y, consecuentemente, percepción del éxito.

2. EL PAPEL DEL PSICÓLOGO DEL DEPORTE EN DEPORTISTAS


DE ALTO RENDIMIENTO

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2.1. CARACTERIZACIÓN
Tal como se ha remarcado
anteriormente, la psicología del
deporte es una ciencia
relativamente nueva a través de la
cual se han llevado a cabo en los
últimos años importantes
desarrollos y avances. De todos
modos, el rol o el papel que debe cumplir un psicólogo especializado
en este ámbito, y más específicamente en el deporte de alto
rendimiento, no siempre está esclarecido y todavía sigue estando
regido por ciertos prejuicios y estereotipos sociales. No resulta extraño
que el psicólogo sea visto como un profesional que trabaja con los
deportistas que tienen algún tipo de problema personal o padecimiento
mental, realizando su práctica desde un consultorio aislado y alejado de
las pistas o de las canchas. Esta imagen cliché del psicólogo estaría
totalmente asociada a la figura del psicólogo clínico, pero no del
psicólogo deportivo. En la actualidad, como consecuencia de las
elevadas exigencias del deporte de elite, no podemos negar que los
factores mentales y psicológicos cobran una importancia muy grande.
La mente y el cuerpo, lo físico y lo psicológico, ya no pueden ser
separados, siendo necesaria la incorporación de un equipo
interdisciplinario que pueda contribuir al adecuado entrenamiento
deportivo de las diferentes áreas: la preparación física, el entrenamiento
técnico-táctico-estratégico y, obviamente, el entrenamiento mental.
Justamente, será aquí donde la figura del psicólogo toma relevancia.
Podemos decir que es el psicólogo del deporte quien orienta su trabajo
principalmente a la aplicación de principios psicológicos para la mejora
del rendimiento de los actores involucrados en la práctica del deporte y
la actividad física, sin descuidar los aspectos relacionados con la salud
física y mental del deportista. En el ámbito de la alta competición, la

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planificación del entrenamiento deportivo debería incluir los aspectos
psicológicos, con el objetivo principal de llevar a cabo planes de
acción para que el deportista pueda controlar sus pensamientos,
emociones y conductas, ya sea antes, durante, como después del
entrenamiento y de la competición. Al mismo tiempo, el profesional,
deberá evaluar la problemática o dificultades que pueda tener el
deportista, para poder luego diseñar un adecuado programa de
entrenamiento mental centrado en las diferentes áreas, como pueden
ser: la motivación, la concentración, la atención, la toma de decisiones,
el manejo del estrés y la ansiedad competitiva, las habilidades
comunicacionales, etc. Será fundamental que el profesional psicólogo
cuente con un sólido conocimiento, especialización y familiarización en
relación a cada deporte y cada disciplina en los que intervenga. Un
psicólogo del deporte, podrá realizar su trabajo como miembro del
cuerpo técnico, del departamento médico o como consultor externo.
En cualquiera de estos casos, los demás profesionales –y obviamente el
mismo psicólogo- deberán tener muy en claro que la tarea a
desempeñar no invadirá a ninguna de las demás áreas, ya sea la del
entrenador, como también la del preparador físico o el cuerpo médico.
Su papel estará centrado en la colaboración activa con los demás
miembros del equipo, aportando toda aquella información, fruto de su
formación específica, y que pueda ser beneficiosa para el mejor
desempeño deportivo. Otro aspecto a tener en cuenta en este ámbito
es la necesidad de lograr una buena relación, tanto con los deportistas
como con el/los entrenador/es. Debemos tener claro que en todo
trabajo que intentemos encarar con los deportistas, la aprobación o
desaprobación por parte del entrenador será fundamental y
condicionará nuestros resultados. Al mismo tiempo, la relación con los
atletas jamás se debe descuidar y será necesario trabajar para
consolidar nuestro rol y ganar su credibilidad y confianza. El deportista
debe tener muy claro que no trabajamos con ellos por una falta de
salud mental, sino que les brindamos herramientas para que puedan, así
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como se entrenan en lo físico, entrenarse en lo mental y optimizar su
rendimiento. Debemos destacar también que, en este ámbito del
deporte, también será importante la función pedagógica y de
asesoramiento del psicólogo hacia entrenadores, padres, árbitros y
directivos.

2.2. ACOMPAÑAMIENTO PSICOLÓGICO A LO LARGO DE


LA CARRERA PROFESIONAL DEL DEPORTISTA
Los deportistas que se desempeñan
dentro de cierto nivel competitivo traen
consigo toda una historia deportiva
particular, llena de decisiones y
responsabilidades que, en la mayoría de
los casos, fue afectando al deportista
desde muy pequeño y seguirá afectándolo a lo largo de toda su vida
futura. La identidad misma del sujeto se forma bajo el impacto del
mundo del deporte. De este modo, consideramos que hay un tema que
progresivamente está tomando relevancia en el ámbito psicológico-
deportivo, y que muchas veces es dejado de lado. Se trata de la
combinación de la carrera deportiva con el desarrollo del deportista
como persona, sumado esto a la preparación para la vida post-
competitiva. Con el fin de analizar dicha situación, se tomará como
referencia el modelo holístico de desarrollo de la carrera deportiva,
desarrollado por Wylleman & Lavallee (2003) y expuesto en la siguiente
figura.
Podemos decir que
el modelo especifica
que a lo largo de la
carrera deportiva es
importante tener en
cuenta cuatro
niveles, cada uno de

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ellos con distintas etapas y transiciones. En primer lugar, debemos hacer
referencia a un nivel deportivo, que incluye la iniciación, el desarrollo, la
maestría y la discontinuación. En segundo lugar, y de manera paralela,
ubicamos el nivel psicológico, incluyendo la infancia, adolescencia,
juventud/edad adulta. Un nivel psicosocial deberá ser también tenido
en cuenta, que hará referencia a la evolución de las relaciones con el
entorno, desde los padres en las primeras etapas, los entrenadores y
hasta la pareja más adelante. Un deportista también tendrá un
desarrollo académico y vocacional, incluyendo estudios primarios y
secundarios, universidad, formación y/o ocupación. Consideramos de
suma importancia poder acompañar al deportista, como profesionales
de la salud mental, en las diferentes etapas por las que vaya
atravesando a lo largo de la carrera deportiva, sin perder de vista esta
visión global y holística del sujeto. Cada atleta responderá a
características personales que le son propias y que lo hacen único en
relación a otros deportistas. Hay quienes tendrán como objetivo
primordial en su vida el desarrollo de su carrera deportiva, mientras que
otros podrán tener objetivos en otras áreas de su vida, que se irán
modificando de acuerdo a la etapa en la que se encuentren. Con esto,
fundamentalmente, queremos remarcar que el psicólogo deportivo
debe tener la suficiente plasticidad para evaluar a cada deportista
como persona, teniendo en cuenta todos los aspectos de su situación
vital, sus objetivos y expectativas, para poder acompañar y asesorar
adecuadamente a su cliente. Como bien mencionamos con
anterioridad, el hecho de ser deportistas forma parte de la identidad de
la persona del deportista, pero no es toda su persona. Los psicólogos del
deporte, en muchas ocasiones, quedan focalizados en la mejora del
rendimiento del atleta, perdiendo de vista los demás aspectos que
hacen a la vida actual y futura del deportista. El logro de un enfoque
más completo de la persona y de su entorno, facilitará un mayor
bienestar global del deportista que, indirectamente, posibilitará también
una mayor eficacia deportiva.
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3. LESIONES DEPORTIVAS COMO POSIBLES CONSECUENCIAS
DEL ALTO RENDIMIENTO
3.1. EXIGENCIAS Y ASPECTOS DE LA ACTIVIDAD DEPORTIVA
Se entiende por actividad
deportiva a todo proceso
donde ocurre una interacción
entre lo subjetivo y lo objetivo
(García Ucha, 1997). Las
exigencias son las demandas
que se le imponen al
deportista resultado de las condiciones externas de la actividad, en
forma de tarea deportiva y condiciones de ejecución de la misma.
La descripción del rendimiento es tomada de Schaarsdmidt (1987) y lo
considera como todas la condiciones físicas y psíquicas relativamente
estables que un hombre puede emplear cumpliendo tareas
determinadas. Las premisas de rendimiento siempre son específicas, se
refieren siempre a tareas concretas. El término tarea se utiliza para
designar al conjunto de acciones concretas dirigidas al logro de un
objetivo. Estas acciones están en concordancia con las condiciones de
ejecución.
De acuerdo con todo lo mencionado anteriormente un buen desarrollo
de las premisas de rendimiento debe contribuir a un aumento de la
eficiencia para lograr los objetivos de la actividad.
Ante esto, se considera que las premisas de rendimiento y en primer
lugar las psíquicas están formados por elementos esenciales de la
personalidad. En gran parte éstas se desarrollan a partir de la influencia
que el hombre recibe en el transcurso de su vida. El deportista adquiere
estas premisas de rendimiento durante su formación atlética y su
perfeccionamiento.

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Por otra parte, las características físicas y fisiológicas también están
condicionadas por las circunstancias vitales, es decir, las condiciones
concretas de la vida.
Las premisas psíquicas de rendimiento son la base subjetiva, las tareas
deportivas y sus condiciones de ejecución son la base objetiva de la
actividad.
De esta manera, pueden haber tareas deportivas y condiciones de
ejecución idénticas y sin embargo las exigencias son diferentes
determinadas por la desigualdad en las premisas de rendimiento del
deportista.
Estudiar las exigencias psicológicas es vital para el desarrollo de un
modelo de deportista ideal mediante el cual se logre conocer a los
participantes, determinar sus limitaciones e insuficiencias y analizar los
procedimientos para su erradicación.
Así, continuando con lo que sostiene García Ucha (1997), se distinguen
tres tipos de exigencias de la actividad deportiva a las cuales se las
debe considerar de manera interaccional:
1. Las referidas al nivel general de la actividad deportiva:
relacionado con el fin o meta de la actividad deportiva.
Condiciones externas objetivas generales en las que transcurre la
actividad.
2. Las relativas al nivel ejecutivo de la actividad: acciones motoras,
cognitivas, perceptuales y de atención. Se refieren a exigencias
personales. El contenido de las acciones de movimiento o
ejecución.
3. Las vinculadas a las características de la personalidad: el carácter
particular expresado en la actividad concreta. Ese don o talento
innato que lo lleva a desarrollar un determinado tipo de deporte.
Además, cada deporte tiene una serie característica de demandas
mentales y físicas peculiares, en el deporte individual se genera más
tensión en los participantes que en los deportes de equipo ya que en
esa situación nadie puede tomar su lugar y no existen suplentes.
21
Se debe considerar que existen dos formas de practicar un deporte,
como pasatiempo -amateur- o en forma profesional en la cual la
dedicación es total con el objeto de lograr el máximo rendimiento y la
competitividad. En este último caso obtener los resultados esperados
para un alto nivel de performance, implica un esfuerzo continuado y
fatigoso, pero aún así el placer está involucrado en la actividad. Y se
habla no sólo del placer que emerge después del esfuerzo mismo, sino
aquel que podemos categorizar como el deber cumplido, el placer
psicológico por el logro obtenido que aumenta la autoestima.
En el deporte amateur y en el profesional, una lesión en cuanto a su
significado es muy diferente e incluso opuesta.
El deporte profesional conlleva una tensión nerviosa inherente, ‘nunca
se puede estar del todo distendido’.

3.2. LESIONES DEPORTIVAS


El Diccionario Terminológico de Ciencias
Médicas (Navarro-Beltrán, 1987, p.635) define
la lesión como ‘daño o alteración morbosa,
orgánica o funcional de los tejidos'.
La lesión, en el alto rendimiento, es como sostiene Buceta (1996) un
accidente de trabajo a consecuencia de la actividad deportiva. El
riesgo en la actividad deportiva, en la medida en que la herramienta es
el cuerpo, siempre existe, además hay causas que tornan más
vulnerable al deportista y sobre las que se debe trabajar. Demasiada
exigencia física, motivación inadecuada, estrés psicosocial, baja
autoconfianza, historia de lesiones no elaboradas, alimentación
inadecuada, falta de adaptación a un nuevo espacio, entre otros,
corroe la salud del deportista.
Una lesión es considerada como un daño que causa inutilidad o
pérdida de un miembro, o que incapacita para trabajar. Las
definiciones más corrientes sobre lesión deportiva consideran el tiempo
que el deportista está alejado de la competición como el determinante

22
principal (DeLee & Farney, 1992). Si se emplea esta definición, se dirá
que una lesión se produce cuando un deportista se ve obligado a dejar
un partido o la práctica de un deporte durante un tiempo
predeterminado.
Como sostiene Roffé (2004) la respuesta psicológica varía de acuerdo a
la gravedad de la lesión, pero en
general origina sentimientos como
bronca, fastidio, hostilidad, malhumor,
irritabilidad, estados depresivos,
pensamientos negativos y dudas sobre
el futuro. Es así, que a los miedos
naturales de los deportistas se le suman
nuevos temores como el no quedar en condiciones físicas adecuadas,
perder la titularidad, perder prestigio, dinero y hasta tener que dejar de
jugar y retirarse.
Cuando un atleta se lesiona se convierte en un ser menguado en sus
condiciones físicas y además se siente apartado de su mundo de
relación (Palmi, 1997).
Se invierte mucho tiempo y energía para obtener la óptima actuación
en un deporte, tal que cualquier lesión deportiva significativa será
percibida como un evento de vida traumático con sus implicaciones
psicológicas.
Desde el punto de vista del pronóstico de la lesión, y de acuerdo con lo
planteado por Brewer (2003), toda lesión tiene consecuencias
psicológicas para el deportista, las cuales van a llegar a determinar la
progresión y cura de la misma.
Los modos en los que los individuos tratan con la lesión deportiva puede
variar mucho, algunos deportistas se adaptan a los eventos estresantes
con pequeñas dificultades, mientras que otros se hunden, literalmente,
con la experiencia.
Los eventos traumáticos perturban la vida normal y son, en la mayoría
de las ocasiones, inesperadas e incontrolables y pueden golpear la
23
sensación de seguridad y auto-confianza del individuo provocando
intensas reacciones de vulnerabilidad y temor hacia el entorno.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
(2001), el trauma puede definirse como una lesión duradera producida
por un agente mecánico, generalmente externo; un choque emocional
que produce un daño duradero en el inconsciente; y/o una emoción o
impresión negativa, fuerte y duradera. Siguiendo lo planteado por
Orengo García (2002), el trauma es entendido como una herida o lesión
psíquica. Se trata de una reacción intensa provocada por una situación
de gran impacto afectivo, que al retirar el motivo que lo causó, el dolor
permanece. Se caracteriza por la representación de la situación
desencadenante a través de sueños, recuerdos y la identificación ante
eventos parecidos.
Históricamente los especialistas en medicina del deporte se han
preocupado por los aspectos físicos de la rehabilitación de las lesiones,
pero como argumenta Williams (1991) ciertos deportistas no están
preparados, psicológicamente, para volver a la competición. Para ellos
incluso, la sugerencia de volver es un desafío no aceptado; surgen
dudas, temores y ansiedades. Los temores aumentan ante el posible
riesgo de volver demasiado pronto o no poder volver.
No se debe perder de vista que los atletas son humanos y que el camino
que va desde la lesión hasta la vuelta a la competición es todo un
proceso.
La rehabilitación es tanto un proceso físico como mental, incluye un
componente emocional que varía entre los diferentes sujetos, así mismo
la seriedad de una lesión no determina la facilidad o dificultad de la
rehabilitación psicológica. Frente a todo esto la rehabilitación
psicológica es necesaria para asegurar la futura salud de los deportistas,
un futuro que deberá implicar más que el desarrollo de su carrera
deportiva.
Así mismo, es sabido que determinados factores psicológicos pueden
influir en la vulnerabilidad del deportista a lesionarse y en el proceso de
24
recuperación de lesiones por lo que se hace muy importante conocer
los factores que pueden aumentar la probabilidad de lesionarse, así
como los aspectos que pueden ayudar a una mejor y más rápida
rehabilitación del deportista.
Como es sabido, la lesión deportiva es uno de los obstáculos más
importantes para el exitoso rendimiento de un deportista, ya que es una
fuente de tensión, dolor, dudas y sufrimiento.
La persona en su integridad no es capaz de soportar de forma pasiva
dicha situación, sino que, necesariamente, la dirige de forma activa.
Hay un doble efecto que se produce en un caso de lesión deportiva,
por un lado el dolor, y la disfunción física; y por otros factores de orden
psicológico, social, laboral y económico.
 Tipos de lesiones
Se podría decir que las lesiones pueden darse en
mayor medida al inicio de la actividad deportiva
por falta de dominio corporal, recursos
deficientes y desconocimiento de las técnicas
de ejecución; y en la alta competencia, por
exceso de confianza o exigencias muy elevadas
sin la preparación y/o recuperación apropiada.
Siguiendo lo que sostiene Roffé (2005) y
apartando lo psicológico por un momento y la lesión puede ser de dos
tipos:
a) Traumática: por ejemplo pisar mal, chocar con un rival, etc.
b) Por sobreuso: como ser la fatiga muscular.
Como en todo trabajo, todo tiene un límite y exige a su vez una
recuperación. La lesión es el resultado de la relación trabajo –
recuperación en cada músculo.
La lesión es el desequilibrio de una de las dos variables. Lo que se rompe
es el producto.
La recuperación suele ser terreno de nadie, hay profesionales que no
descansan bien o que van a entrenar sin haber desayunado, lo que con
25
el transcurso del tiempo los vuelve más vulnerables. A esto se le deben
sumar las enfermedades metabólicas, mecánicas y endócrinas que se
deben prevenir y detectar en un jugador. A más alto nivel de exigencia
la preparación debe ser más fina y el trabajo más diferenciado.
Como expresa Palmi (1991), las lesiones pueden diferenciarse según su
gravedad y su repercusión sobre la cotidianeidad del sujeto que la
padece y el tiempo de recuperación que necesitan. Estas son:
- Lesiones Leves: son traumatismos que requieren tratamiento pero
que no afectan el comportamiento del deportista para continuar
en los entrenamientos y las competencias.
- Lesiones Moderadas: son lesiones más severas que provocan
algunas incomodidades en el entrenamiento y disminuyen el
rendimiento en competición.
- Lesiones Graves: lesiones importantes que implican un período
considerable de disfuncionalidad, con uno o más veces de baja
deportiva. Suelen necesitar en ocasiones breve internación
hospitalaria e intervención quirúrgica.
- Incapacidad Deportiva: son aquellas lesiones que como
consecuencia de su gravedad o del tiempo prolongado de
recuperación, van a impedir que el atleta pueda recuperar su
nivel anterior o usual de rendimiento deportivo. Suelen implicar un
largo período de disfuncionalidad atlética, pueden obligar a
anticipar el abandono definitivo de los entrenamientos y
competiciones.
- Incapacidad Funcional: son lesiones muy graves, que algunos
autores clasifican como catastróficas (Heill, 1993) o invalidantes, y
que implican una permanente disfuncionalidad motora que
impide el desarrollo del rendimiento deportivo. Asimismo, tienen
efecto negativo sobre la vida cotidiana del deportista.
Cabe aclarar que todas ellas necesitarán un abordaje diferente e
individual.

26
Frente a esto, se entiende que es importante no dejar de lado lo
psicológico, ya que el estrés, los miedos y la presión afecta a todos,
atraviesa el trabajo, la recuperación y la lesión, antes y después de
acontecida.

3.3. GENESIS DE LAS LESIONES


La investigación respecto a
los factores que determinan
la producción de lesiones,
resulta fundamental para
poder establecer pautas de
actuación dirigidas a la
prevención de las mismas. En
este sentido, para Williams y
Roepke (1993) ‘la seriedad
del problema de las lesiones deportivas subraya la necesidad de
investigación que profundice en las causas y el tratamiento de la
lesión, incluyendo el estudio de los factores de riesgo psicológico y
los protocolos de tratamiento'. Desde hace algunas décadas los
investigadores (Hanson, McCullagh & Tonymon, 1992; Heill, 1993;
Pargman, 1993; Palmi, 1997) intentan descubrir qué tipo de factores
son los que mayor relevancia tienen en el riesgo de sufrir lesión,
apuntando a una clasificación de estos factores en dos grupos:
factores internos del deportista -médico-fisiológicos y psicológicos- y
factores externos al deportista -deportivos y comportamiento de
otros-. A partir de esto es que los factores psicológicos que más
investigaciones han generado, son los relacionados con variables de
personalidad y con variables psicosociales.

27
4. PREVENCIÓN
La prevención es el núcleo fundamental de la intervención sobre las
lesiones deportivas, pero no sólo
desde una perspectiva psico-social
sino desde cualquier área científica
como la medicina, la teoría del
entrenamiento deportivo o la
fisioterapia.
Prevenir significa educar y anticiparse a algo, es un trabajo formativo,
implica un entender la salud más que atacar la enfermedad.
Se debe tener en cuenta la etapa clave de la vida de la persona, ya
que no es lo mismo un deportista a los 13 años que uno a los 18.
Se debe trabajar en la detección, atención y prevención tanto a nivel
grupal como individual.
En relación a la prevención se debe considerar la posibilidad de
disminuir aquellos factores que hacen más vulnerable al deportista, que
lo exponen a situaciones estresantes y que de por sí lo condicionan a
una posible lesión propia y/ o a una recidiva.
Si bien el trabajo de prevención desde los aportes de la psicología no
ha demostrado científicamente su efectividad en el rendimiento, sí se
ha podido demostrar la disminución de lesiones, en base a la
capacitación, asesoramiento en técnicas de afrontamiento y asistencia
psicológica.
En cuanto a la rehabilitación se debe tener en cuenta que el estrés
tiene influencia antes, durante y después de la lesión, como ya se dijo y
varía de acuerdo al tipo de gravedad de la misma. También aquí se
hace necesario el trabajo interdisciplinario en cuanto asistencia al
deportista, colaborando con técnicas de afrontamiento, con control de
las emociones que conlleva la lesión, con la aceptación de la misma, la
desculpabilización y la cooperación y compromiso en la tarea de
rehabilitación, el control de la ansiedad, al igual que la asistencia y

28
preparación para el retorno a la vida deportiva, intentando que esté
física y emocionalmente recuperado, ya que muchas veces tiene el
deportista el alta médica pero no está apto psicológicamente para
rendir.

4.1. MEDIDAS DE PREVENCIÓN ¿Cómo prevenir una lesión


sino sabemos cuándo puede suceder?
 Medidas deportivas médicas:
. Buena vendaje/ uso de canilleras. · Descanso adecuado. · Tener
vacaciones. · Buenos estados de los campos deportivos. · Buen calzado.
· Buena entrada en calor. · Prevención médica. · Procurarse una
alimentación adecuada. · Vitaminas en los casos necesarios. · Prevenir
las competencias tan encimadas.
 Medidas psicológicas:
· Autoestima alta (engloba la
autoconfianza). · Ir sin miedo a la
pelota (en deportes de contacto). ·
Sentimiento de óptima condición
física. · Saber retirarse a tiempo. ·
Prevenir la sobre-motivación
(agresividad). · Prevenir el estrés
psicosocial con medidas de auto-cuidado. · Agotamiento. · Déficits
atencionales. · Buena coordinación psico-motriz.
Hay que poder prevenir desde ambos aspectos, tanto físicos como
psicológicos, para lo cual habría que tener en cuenta:
 En relación a la demanda de entrenamiento sería importante ir
incrementando progresivamente las demandas físicas que
obligue a los deportistas a enfrentarse y controlar la adversidad
gradualmente -dolor, cansancio- ayudándolos de ésta manera a
que lleguen en mejor estado a la competencia.

29
 Incluir períodos de descanso físico y mental que eviten sobre-
entrenamiento. Sobre todo en los momentos que exijan muchas
horas de trabajo -competencias seguidas-.
 Variar el planteamiento de las sesiones de entrenamiento de
manera que suscite interés y evitar el aburrimiento y en
consecuencia una baja en la motivación.
En relación aspecto psicológico, desde ya es difícil trabajar en
prevención de lesiones, pero la Psicología del Deporte nos da
herramientas para colaborar con el deportista a conocer su cuerpo y su
mente, para que vaya descubriendo sus diferentes estados emocionales
y físicos tanto antes como después de una lesión:
 Aumentando la motivación, estableciendo objetivos posibles y
metas de logro.
 Aumentando la autoconfianza, teniendo control de las variables
que lo afectan y que puedan tomar decisiones correctas en el
momento adecuado.
 Trabajar sobre la influencia del estrés, que puedan reconocer
todas aquellas variables que los coloca en una situación
estresante y mediante determinadas técnicas puedan alcanzar su
estado óptimo.
 Trabajar con los deportistas suplentes que tienen poca actividad y
están menos preparados para los efectos del estrés en
competencia. Además su tiempo de inactividad los coloca en
una situación de ansiedad y estrés que los lleva muchas veces a
no medir consecuencias desde lo físico, provocando una lesión o
bien reincidiendo en una lesión si su inactividad era por
recuperación.
El tiempo es otra variable muy importante a considerar, las
competencias muy seguidas logran que muchas veces los tiempos de
descanso no se puedan realizar y esto conlleve una sucesión de
lesiones. La necesidad de recuperación rápida, muchas veces por
exigencias propias, el exceso de responsabilidad, las ansias de competir,
30
la situación de su equipo en determinada competencia, la situación
económica personal, la posible transferencia, hacen que la
recuperación se reduzca en tiempo. Otras veces las exigencias externas
como los sponsors, las autoridades de la institución, los padres etc. lleva
muchas veces a adelantar el regreso a los entrenamientos y/o
competencias sin una total rehabilitación, con serias consecuencias
para las probables recaídas.
También el querer aprovechar el tiempo al máximo lleva a los
deportistas a jugar infiltrados, doloridos, o con vendajes, trayendo esto
no sólo lesiones más graves sino también consecuencias para el futuro
de la persona que ésta más allá del deportista.
La prevención y la rehabilitación tienen que ser tanto físicas como
psicológicas, el deportista debe llegar en un 100% a la competencia. Es
un trabajo que se debe llevar a cabo en forma interdisciplinaria, tanto el
entrenador, el preparador físico, el médico, el kinesiólogo y el psicólogo
deportivo, trabajando inserto en el plantel profesional deben trabajar en
forma conjunta tanto en la prevención como en la recuperación de los
deportistas. El psicólogo nada podría hacer sin la aceptación y la
colaboración tanto de los deportistas como del entrenador.
¿Cómo prevenir una lesión sino sabemos cuándo puede suceder?
En realidad no se sabe cuando un
deportista se va a lesionar pero sí es
posible detectar indicios que revelen el
grado de vulnerabilidad a ésta. El saber
escuchar al deportista, observarlo en
entrenamientos y competencias, y el
hecho de poder abrir canales de
comunicación permitirán trabajar sobre aquellos puntos que pueden
predisponer al deportista a lesionarse.
Muchas veces los deportistas tienen síntomas o dolores leves, el cuerpo
les da una señal de alerta, pero el estar en medio de un campeonato,
perder la titularidad, tener presiones externas e internas hacen que no
31
consulte con el profesional, hace que no se dé importancia al aviso,
hasta que llega la lesión y lo que quizás representaría una semana de
recuperación se transforma en meses.
Tampoco se habla sobre la carga de entrenamiento, estrés, problemas
personales, altibajos en la motivación, desinterés por la competencia,
ya que hablar de estas situaciones representaría de alguna manera una
pérdida, de puesto como titular, de rol en el equipo, o quedar
desafectado, con consecuencias económicas, sociales, etc.
Siempre que se tengan que prevenir lesiones se debe considerar la
individualidad del deportista, ya que no todos enfrentan de igual forma
la misma situación, y que no todos cuentan con la misma fortaleza
psicológica ante un mismo suceso, por lo que básicamente se deberá
apuntar a:
 Detectar situaciones estresantes ya sean sociales o familiares.
 Controlar la sobrecarga física, el descanso es muy importante.
 Detectar la influencia de presiones externas e internas.
 Controlar la buena alimentación.
 Condiciones del campo de trabajo y de competencia.
 Trabajar con aquellos deportistas que sean suplentes, ya que la
ansiedad o la sobre motivación por competir puede llevarlo a no
medir riesgos.
 Trabajar con los deportistas lesionados en su recuperación en
colaboración con el equipo médico, el entrenador y el resto del
plantel.
 Lograr que el deportista llegue a su recuperación total tanto física
como psicológica.
 Lograr un nivel de comunicación fluido entre entrenador-médico-
deportista, de modo tal que ante la primera molestia se pueda
intervenir.
La recuperación de un deportista lesionado no es tarea del Psicólogo
solamente sino de todos los que conforman el plantel y cuerpo técnico,
es de suma importancia para el jugador no ser una rodilla lesionada o
32
una mano lesionada, necesita sentir que sigue teniendo contacto y un
lugar en el equipo.
Ante una recuperación prolongada es importante que el deportista
cuente con:
 Apoyo social.
 Apoyo familiar.
 Ayudarlo a redistribuir su tiempo en estas nuevas condiciones.
 Hacer que participe de entrenamientos, asignarle una tarea, si
puede movilizarse.
 Ayudarlo a que tome conciencia, que él mismo se cuide con los
vendajes necesarios y a escuchar su cuerpo.
 Trabajar sobre su historial de lesiones.
 Ayudarlo a preparar su regreso a entrenamientos y competencias.
Fundamentalmente se considera necesario que un darse cuenta a
tiempo es la mejor manera de prevenir, que el hablar de lo que le pasa
al deportista, de lo que siente, de sus dudas o miedos, abrir al máximo
los canales de comunicación son la mejor forma de evitar lo que
parecería inevitable.
Al hablar de prevención se pone énfasis en la disminución del riesgo o
vulnerabilidad del deportista a lesionarse aumentando la resiliencia.
 Algunas variables que tornan a un deportista más vulnerable a las
lesiones:
• Historial de lesiones del deportista.
• Edad y deterioro del cuerpo.
• Insuficiente preparación física para las exigencias del entrenamiento y
la competición.
• Falta de periodos de descanso.
• Falta de adherencia a medidas preventivas.
• Alimentación inapropiada.
• Falta o exceso de motivación.
• Conductas específicas que aumenten el riesgo.
• Sobre entrenamiento.
33
• Excesivas demandas de competencias.
• Entre otras más, entre las que se destaca el estrés psicosocial, que
guarda relación con muchos de los puntos anteriores citados.
El estrés es una de las variables más relevantes que puede estar
presente en distintos momentos:
 Antes de la lesión.
 Cuando se produce la lesión.
 Cuando está internado, y necesita cirugía.
 Cuando están inmovilizados.
 Durante la rehabilitación.
 Cuando se producen recaídas, por falta de mayor tiempo de
recuperación.
 Cuando la lesión es permanente.
Se lo considera especialmente relevante porque al estar en presencia
de elevados niveles de estrés se producen déficits atencionales,
cansancio y/o agotamiento que aumentan la vulnerabilidad a
lesionarse. A su vez, el estrés puede deteriorar el control de variables de
cuidados que se relacionan a la prevención, como ser una mala
alimentación y falta de cuidados básicos de prevención.
El poder disminuir los riesgos, o la vulnerabilidad personal a lesionarse
puede lograrse trabajando con el deportistas varios aspectos -siempre
desde un equipo interdisciplinario- como ser la motivación, confianza,
establecimiento de metas realistas, buena alimentación, cuidados
preventivos, observando las modificaciones de la conducta, dando a
las exigencias externas una justa medida, y elaborando las propias
exigencias. Eliminando aquellas situaciones potencialmente estresantes,
modificando variables personales relevantes, controlando y evaluando
aquellas situaciones estresantes para cada deportista. Entrenando
habilidades de afrontamiento y generando mayores recursos en el
deportista.

34
Una vez ocurrida la lesión es necesario poder acompañar al deportista
en la rehabilitación, ayudando a que acepte la lesión y se adhiera a la
rehabilitación, colaborando con todo este proceso en forma activa.
En toda lesión hay un antes, un durante y un después de la misma, y en
todas estas etapas el estrés está presente y a los cuales el deportista se
debe enfrentar y poder superar para retornar a la actividad deportiva,
recuperado tanto física como psíquicamente.
Si bien, cada vez en mayor medida se destaca la importancia de la
prevención en las lesiones deportivas, también es cierto que sería
utópico pensar que se pueden desterrar las mismas dado que es
inevitable que se produzcan dentro del contexto deportivo que tiene
implícito el riesgo.

4.2. PAUTAS GENERALES PARA LA PREVENCIÓN DE LESIONES


EN DEPORTISTAS
La prevención es el núcleo
fundamental de la intervención sobre
las lesiones deportivas, pero no sólo
desde una perspectiva psico-social
sino desde cualquier área científica
como la medicina, la teoría del entrenamiento deportivo o la
fisioterapia.
Cualquier programa de prevención de lesiones debería apuntar a
aquellos factores que, como ya se han analizado, son relevantes en la
vulnerabilidad de los deportistas a la lesión. En este sentido, y de
acuerdo con Palmi (2001) se deben tener en cuenta tres aspectos:
factores médico-fisiológicos, factores psicológicos y factores deportivos.
Como se ha señalado, la presencia de estrés en los deportistas parece
aumentar considerablemente la probabilidad de sufrir lesión. El control
del estrés supone, de esta manera y desde el punto de vista de la
prevención, una cuestión de primer orden, ya que la presencia de un

35
nivel elevado de estrés -déficits atencionales, tensión muscular,
cansancio, etc.- facilita la vulnerabilidad del deportista a la lesión.
Se desconoce el mecanismo preciso por el que los hechos estresantes
pueden aumentar la vulnerabilidad a las
lesiones, sugiriéndose un mecanismo
cognitivo y otro somático. Desde la
perspectiva cognitiva, se sugiere la
interrupción de la atención producida por
preocupaciones debidas a los hechos
estresantes y sus posibles consecuencias negativas; tal preocupación
podría provocar dos efectos atencionales:
a) La disminución de la vigilancia de los deportistas ante las
indicaciones del entorno, como señales de peligro en situaciones
deportivas. Thompson y Morris (1994), con deportistas
adolescentes, encontraron que los sucesos vitales estresantes
aumentan el riesgo de lesión al reducir la vigilancia -atención
amplia y externa- del deportista, llevándolo a ignorar señales
importantes para su integridad física.
b) La dispersión atencional respecto a la tarea deportiva, lo que
aumentaría el riesgo de accidentes con lesión (Andersen &
Williams, 1988; Bramwell & cols., 1975). Desde la perspectiva
somática, se puede considerar que el estrés produce una
excitación psicológica que aumenta la tensión muscular y reduce
la coordinación motora y la fluidez de movimiento, aumentando el
riesgo de lesión. Beuter y Duda (1985) indican que, incluso, bajos
niveles de excitación psicológica pueden influenciar funciones
neuromusculares en la ejecución de una determinada actividad
física.
En relación a estos mecanismos propuestos, algunos autores (Smith &
cols., 1990) han puesto énfasis en el papel que juegan determinadas
variables psicosociales, como el apoyo social y las estrategias de
afrontamiento. Respecto a estas últimas, las estrategias más estudiadas
36
han sido la habilidad para concentrarse, la evitación de pensamientos
disruptivos, la habilidad de controlar la excitación a través de la
relajación y las auto-instrucciones. Aquellos deportistas con un escaso o
inadecuado uso de estas técnicas psicológicas, podrían ser más
vulnerables a mecanismos cognitivos y psicológicos que aumentan el
riesgo de lesión.
Respecto al apoyo social, niveles bajos de apoyo social percibido
podrían aumentar el valor de la amenaza de hechos negativos,
aumentando la preocupación y la excitación psicológica y, por tanto,
la probabilidad de sufrir lesión.
Desde el punto de vista de la prevención, se puede sugerir la puesta en
marcha de programas específicos en los que se contemplen los
siguientes aspectos:
• Aprendizaje de técnicas psicológicas que, al menos, deben de
incluir estrategias de concentración, relajación, detención de
pensamientos y auto-instrucciones.
• Potenciación del apoyo social, fundamentalmente a través de
programas dirigidos a padres y entrenadores de los deportistas.
A pesar de lo bueno de este tipo de programas, su impacto en la
reducción de la vulnerabilidad del deportista con estrés a la lesión debe
ser más estudiado, ya que, el nivel de eficacia de las intervenciones
psicológicas en apoyo social y en estrategias de afrontamiento son
tópicos valiosos para futuros estudios, no solo en relación a las lesiones,
sino para otras variables de tipo médico y psicológico.
Desde una orientación más general, la consideración de aquellos
aspectos relevantes para la comprensión del papel del estrés en la
producción, incluso predicción, de lesiones, resulta crucial.
• Cuando el estrés cotidiano aumenta, el campo de atención se
estrecha y restringe la habilidad de analizar, de tratar la
información, de tomar decisiones racionales, e incluso de ser
consciente de lo que está ocurriendo en el entorno (Bramwell &
cols., 1975).
37
• También es posible que el estrés cotidiano los lleve a actos que
predisponen a lesionarse -conductas de riesgo-.
• Andersen y Williams (1988) sugieren que los acontecimientos
diarios son parte de la historia de los sucesos estresantes del
individuo que pueden interactuar con la personalidad y los recursos
de afrontamiento de una forma inadecuada y por tanto producirá
una respuesta ante el estrés.
• Cuando los deportistas experimentan estrés psicológico, su
concentración, autoestima y equilibrio emocional se deteriora,
aumentando el riesgo de lesión y obstaculizando procesos de
rehabilitación (May & cols., 1985).
• El estrés cotidiano puede provocar problemas de sueño, y estos
causar fatiga predisponiendo al deportista a sufrir lesión.
Desde este punto de vista, podemos señalar algunas consideraciones
respecto a las medidas de carácter preventivo:
 La conducta de los entrenadores puede ser una de las fuentes
principales de estrés en los deportistas, por lo que todo programa de
prevención de lesiones debería contemplar actuaciones específicas
dirigidas al desarrollo de pautas de conducta inhibidoras o, al menos,
amortiguadoras del estrés en los deportistas.
 Resulta aconsejable para los entrenadores poner atención en
aquellos deportistas expuestos a niveles altos de estrés.
 Toda la práctica deportiva sometida a presión competitiva,
conlleva riesgos de incrementar estados de ansiedad.
 La motivación, autoestima y ansiedad de los jóvenes deportistas
pueden sufrir variaciones dependientes de la actuación de
entrenadores, padres y organizadores de competiciones deportivas,
con la importancia que tienen aquellas variables en los procesos de
estrés.
 El hecho de que la historia lesional sea un fuerte predictor de las
lesiones deportivas, subraya de nuevo la importancia potencial de las
siguientes medidas preventivas (Ekstrand, Gillquist & Liljedhal, 1983): un
38
pronto reconocimiento de los síntomas de sobreesfuerzo, y la reducción
subsecuente y/o cambio de la cantidad de entrenamiento; y la
completa rehabilitación, que quiere decir que el deportista debe
regresar al deporte si está libre de dolor, si ha recobrado la movilidad de
las articulaciones implicadas en la lesión, y si ha recobrado la fuerza
muscular en un nivel de al menos el 90% de la fuerza antes de la lesión.

5. ESTRÉS Y DEPORTE
El deporte de rendimiento en la actualidad coloca al deportista frente a
una situación con características particulares que es importante tener
presentes a la hora de hablar de
estrés. En primer lugar, podemos decir
que el atleta suele verse inmerso en un
escenario complejo y en donde se
ponen en juego muchas cuestiones.
Son frecuentes las competiciones que
ponen en juego el entrenamiento de todo un año de trabajo y el futuro
mismo de la carrera deportiva del sujeto. Las presiones evidentemente
irán aumentando, de acuerdo a las consecuencias que tenga para el
deportista el logro o no de un resultado esperado –y anhelado-. La
competencia es, nada más y nada menos, que el principal campo de
prueba del deportista. Tal como hacíamos referencia con anterioridad,
el estrés tendrá directa relación con la evaluación que el sujeto realice
de las situaciones, de acuerdo a sus recursos personales para afrontarla
y a la posibilidad de resolverla. De manera paralela, podemos decir que
aquello que el sujeto considere objeto de una presión tendrá que ver
con la percepción que él mismo realice y con el consecuente
pensamiento de que las exigencias comienzan a superar sus

39
capacidades. De manera general, podemos decir que los deportistas
suelen verse afectados por presiones de tipo internas, pero también por
múltiples presiones externas. Cuando nos referimos a la presión interna,
básicamente hacemos referencia a las auto-exigencias de lograr un
óptimo rendimiento; a todos aquellos mandatos, ideales o metas,
altamente planteadas y donde puede arraigarse el miedo al fracaso, el
temor a equivocarse y tener que dar explicaciones al respecto, entre
muchos otros pensamientos catastrofistas en relación con un resultado
desfavorable. Las presiones externas pueden ser: los padres y la propia
familia del deportista, la pareja -y sus demandas-, los sponsors y
representantes del atleta, el entrenador, preparador físico y director
técnico, los dirigentes del club, los hinchas, los periodistas, los árbitros, los
diferentes rivales. Lo que debemos tener claro es que las presiones
podrán ser mayores o menores, pero siempre estarán presentes en el
ámbito del deporte de competición. El deportista será quien deberá
aprender a manejarlas de manera eficiente, para lograr el adecuado
equilibrio emocional que le permita desempeñarse de manera eficaz
ante las presiones a las que se ve expuesto. Muchas veces, el número
uno es aquel que aprende a soportar mayores presiones y conseguir el
éxito a pesar de ellas. El papel del psicólogo del deporte, entonces, se
vuelve fundamental en este aprendizaje, en donde la disminución del
grado de intensidad y frecuencia de las presiones, cuyas
manifestaciones desencadenan emociones negativas como ira,
ansiedad, miedo y tensión psíquica, alteran la conducta del atleta e
inducen a una desorganización del comportamiento y la
concentración.

5.1. DIFERENCIAS ENTRE ESTRÉS, ANSIEDAD Y ACTIVACIÓN


Tal como sucede en otros ámbitos
de la Psicología, el término estrés a
menudo se intercambia y confunde
con los términos ansiedad y

40
activación. Esto se debe, fundamentalmente, a que no resulta sencillo
encontrar una única definición que sea inequívoca para cada caso.
Además, muchas veces la modalidad en que se evalúa a cada una de
estas dimensiones depende de modelos y enfoques teóricos
particulares. El estado de ansiedad es un estado emocional que existe
en un momento dado, caracterizado por momentos de aprehensión y
de tensión, asociados a una activación del organismo; la activación, en
cambio, describe un estado del organismo que va variando en un
continuo desde el sueño profundo a la excitación intensa. El estado de
ansiedad es la activación producida por la sensación de peligro. Desde
nuestra perspectiva, la ansiedad puede definirse como un estado
emocional o patrón de respuestas relacionado con aspectos cognitivos
displacenteros de tensión y aprensión; aspectos fisiológicos,
caracterizados por un alto grado de activación del sistema nervioso
autónomo y aspectos motores que suelen implicar comportamientos no
adaptativos. La respuesta de ansiedad puede desencadenarse como
consecuencia de estímulos externos o internos -pensamientos, ideas,
etc.- que son percibidos por el individuo como amenazantes o
peligrosos. Una importante característica de la ansiedad es su carácter
anticipatorio, que posibilita prever las amenazas o los peligros,
confiriéndole un valor funcional importante. Sin embrago, si la ansiedad
supera la normalidad en cuanto a su frecuencia, intensidad o duración,
o si se relaciona con estímulos no amenazantes, provoca
manifestaciones patológicas en el individuo, tanto a nivel emocional
como funcional. Cuando hacemos referencia al estrés, tomando
fundamentalmente la postura de Lazarus & Folkman, ponemos especial
énfasis en destacar la relación que se establece entre la persona y su
ambiente, y en donde el sujeto percibe en qué medida las demandas
ambientales constituyen un peligro para su bienestar, es decir, si
exceden o no sus recursos personales para afrontarlas. La vivencia del
estrés, entonces, no necesariamente será valorada por el sujeto como
negativa, sino que podría posibilitar que la persona reinterprete una
41
determinada situación y ponga en marcha conductas adaptativas, en
función de dicha interpretación. Muy diferente será cuando las
demandas del ambiente sean evaluadas como excesivas para ese
individuo, por lo que su repertorio conductual será insuficiente. De
manera específica, podemos decir que las competiciones deportivas
suelen caracterizarse por elevados niveles de ansiedad y estrés ya que
los resultados y sus consecuencias pueden ser decisivos en el futuro del
atleta de rendimiento. Cabe mencionar que la ansiedad en este ámbito
se caracteriza por el hecho de que aquí el deportista, si bien ya posee
un antecedente considerable de carga física y neuro-psíquica en sus
sesiones de entrenamiento y competición, está también sometido a la
actuación de diferentes influencias interpersonales y ambientales
eventuales y cambiantes.

5.2. ANSIEDAD Y ESTRÉS COMPETITIVOS


Varios autores se han interesado por el posible origen de la ansiedad
competitiva. Martens, uno de los pioneros
en su teorización y evaluación, cree que
son dos sus desencadenantes: la
incertidumbre del individuo en cuanto a los
resultados de la competición y la
importancia que el deportista otorga a la
competición. Este autor parte de la base de que existe un rasgo
específico de ansiedad competitiva, diferente del rasgo general de
ansiedad, con un mejor poder predictivo sobre los estados de ansiedad
situacionales frente a la competición. El autor entiende el rendimiento
deportivo desde una perspectiva interaccionista, como una función de
la relación entre la situación competitiva -factor ambiental- y el
deportista -factor individual-. La interacción de los dos factores es la que
originaría un determinado estado de ansiedad frente a la competición.
Cada deportista partiría de un rasgo personal de ansiedad competitiva,
que podría modular la relación entre los estados de ansiedad previos a

42
la competición y su rendimiento. La valoración subjetiva de las
demandas del medio es variable de un sujeto a otro y además, puede
variar en un mismo individuo, de acuerdo a las diferentes circunstancias.
Estas observaciones llevaron a Lazarus a considerar con mayor
detenimiento las características personales de cada sujeto y lo
condujeron a establecer que la modalidad de afrontamiento de estrés
tendrá relación con la duración e intensidad de las demandas, la
información y experiencias previas, la genética, la capacidad
adaptativa, el apoyo social. Si consideramos al afrontamiento como la
cognición y las conductas que usan las personas para evaluar y reducir
el estrés y modelar la tensión que los acompaña (Solomon, 1988)
podemos decir que su estudio posibilitaría una mayor comprensión de la
capacidad autorreguladora del sujeto y el logro de posteriores
intervenciones de efectividad. Así como establecimos anteriormente la
importancia que tiene la percepción que cada sujeto construye de los
diferentes sucesos, y su particular modalidad de resolución
consecuente, podríamos sin embargo citar algunas situaciones que
suelen contribuir a incrementar los niveles de estrés competitivo: -
Características propias de la personalidad del deportista, como ser la
ansiedad rasgo que predispone a una persona a considerar la
competición, la evaluación social como más o menos amenazadora, el
locus de control que el deportista tenga. - La relevancia de la
competición y sus consecuencias -repercusión social, económica,
personal-. - Cambios en la situación habitual -en la rutina de trabajo,
en los planes de entrenamiento, en los lugares de competición-. -
Información imprecisa o insuficiente acerca de horarios de competición,
viajes, premios. - Sobrecarga en los canales de procesamiento. El
deportista no logra un adecuado manejo de la información
relacionada con su responsabilidad dentro del equipo, los contratos, la
repercusión social del evento deportivo. - Proximidad de la competición
y surgimiento de pensamientos negativos, inseguridad y tensión. -
Prolongada duración de la temporada competitiva. Pero, más allá de
43
la influencia de los factores antes mencionados, debemos tener claro
que el ámbito deportivo es un escenario propicio para que se
manifiesten cuadros de estrés, e incluso de agotamiento, en donde el
grupo de mayor riesgo son los propios deportistas. A partir de esto, se
torna fundamental la adecuada intervención psicológica ya que un
elevado porcentaje de atletas presentan una inclinación al abandono
del deporte, unido al consecuente malestar psicológico.

5.3. EL DEPORTE COMO AMENAZA


Cuando el deportista comienza a percibir
que el deporte deja de ser para él una
actividad estimulante, divertida y
placentera y se comienza a convertir en
algo amenazante, es cuando se comienza a
observar la necesidad de recibir algún tipo de ayuda externa que
proporcione un punto de vista ajeno –y diferente- que facilite que el
atleta pueda dejar de sufrir episodios de este tipo. En primer lugar, el
sujeto debe saber que lo que le está ocurriendo es totalmente normal,
incluso predecible y que se relaciona con una excesiva preocupación
en relación con su buen desempeño. Lo que ocurre no debe ser
tomado como un fracaso, sino como un aprendizaje, que posibilitará un
crecimiento personal y una mayor auto-comprensión. Se deberá,
entonces, emprender un camino progresivo para ir recuperando el
control dentro de la competencia. De este modo, se podrá colaborar
también en que el deportista pueda comenzar a recuperar el control
emocional y el consecuente control químico perdido. Es importante
entender que, en el deporte de alto rendimiento, el entrenamiento físico
implica cierta dosis de estrés –físico-, que va a conducir al deportista a
niveles elevados de buena forma física, esfuerzo y agilidad; pero si este
estrés se tornara excesivo, el deportista comenzará a sufrir lesiones,
fatiga y probablemente ciertos problemas emocionales. Por otra parte,
será importante que los entrenadores vayan, progresivamente,

44
exponiendo a sus atletas jóvenes a nuevas situaciones, que sean
potencialmente amenazantes, para que el deportista comience a
aprender a percibir y responder a tales situaciones de modo tal que las
hormonas del estrés no se disparen de forma drástica. En aquellos casos
en los que el deportista se ve sometido a un nivel de estrés emocional
excesivo, se podrán observar derrumbamientos emocionales, que
podrían relacionarse luego con el burn out deportivo. Tal como
establece Loehr (1990) los jóvenes que se queman suelen manifestar
características similares de personalidad. Los más vulnerables se ajustan
al perfil siguiente: muy motivados, perfeccionistas y, con frecuencia,
ambiciosos; muy influenciados por el “tienes que” y “debes”; tienen una
gran necesidad de gustar y son muy sensibles ante las críticas. Cuando
el joven deportista experimenta elevados niveles de ansiedad, no solo
no disfrutará de la competencia, sino que experimentará menos éxitos
competitivos y mayor riego de “quemarse”.

5.4. SINTOMAS HABITUALES DEL ESTRÉS COMPETITIVO


5.4.1. SINTOMAS FISIOLÓGICOS
A esta altura de nuestro trabajo, podemos ver con claridad que el
deporte competitivo, como
cualquier otra actividad
realizada por el hombre, puede
ser un acontecimiento
potencialmente estresante.
Actualmente, son muchas las
personas implicadas en el
deporte de alto rendimiento y
que intentan día a día mejorar su desempeño a cualquier precio y
alcanzar la victoria; con lo cual los sujetos afectados por esta situación
representan un número cada vez más significativo. Cuando un atleta
comienza a evaluar que la situación que atraviesa podría superar sus
recursos personales, comenzarán a activarse diferentes mecanismos

45
fisiológicos automáticos, que no suelen ser beneficiosos para superar
tales situaciones de elevada tensión. Entre los síntomas fisiológicos más
habituales en el ámbito deportivo podemos enumerar: el incremento de
los niveles de respiración, en la tensión muscular, en el nivel de azúcar
en sangre y en la frecuencia de la micción; también aumentará la
presión sanguínea y la frecuencia cardíaca; se incrementará además la
actividad cerebral general, las pupilas suelen dilatarse y la sudoración
es mayor. El deportista suele manifestar sentir sequedad en su boca,
malestar en el estómago, y hasta alcanzar en algunos casos-
sensaciones de náuseas y vómitos. A todos estos síntomas podemos
agregar el agarrotamiento de manos y pies, y la hiperventosidad. Todas
estas manifestaciones a nivel físico que el deportista comienza a
percibir, si no son manejadas adecuadamente y/o este no ha recibido
el entrenamiento mental adecuado, solo incrementarán sus niveles de
estrés. Es frecuente que los atletas en situaciones de competición
comiencen a cometer un elevado número de errores técnicos,
disminuyan su habitual precisión y, de este modo, entren en un círculo
del cual difícilmente puedan salir. El estrés aumenta y
consecuentemente el rendimiento disminuye, lo que genera que el
estrés se siga incrementando y que el desempeño sea cada vez peor.
No olvidemos que la excesiva descarga de adrenalina, si bien prepara
al cuerpo para movimientos cortos y repentinos de actividad intensa,
como contrapartida, dificulta el control motriz, la coordinación y el
equilibrio, con lo cual la respuesta de bloqueo se vuelve más frecuente.
Tal como expresa Loehr (1990) el flujo de sangre del corazón y los
órganos vitales se incrementan, mientras que la afluencia de sangre a
manos y pies se reduce. La mayoría de los jugadores de tenis informan
de que empiezan a sentir los pies pesados y lentos y sus manos sueltas.
Como el flujo de sangre se desvía de los miembros hacia el esqueleto y
los músculos del corazón, cada vez es más difícil devolver las pelotas –
passing shots y voleas-.

46
5.4.2. SINTOMAS PSICOLÓGICOS
Si bien hemos clasificados los síntomas en fisiológicos y psicológicos,
debemos tener claro que dicha
diferenciación responde
fundamentalmente a razones didácticas,
ya que resulta imprescindible mantener
un enfoque sistémico e integral,
considerando al individuo como un todo
complejo, dinámico y cambiante. En
primer lugar, el deportista que sufre consecuencias psicológicas
producto de los elevados niveles de estrés, sufre alteraciones en la gran
mayoría de los procesos básicos atencionales y motivacionales. El atleta
podrá comenzar a tener dificultades para llevar a cabo fluctuaciones
atencionales y su concentración se verá estrechada y limitada. También
será habitual que el deportista comience a centrar su atención en sus
sentimientos personales y sus vivencias internas, y no en la situación que
debe afrontar y en su actuación deportiva. Otro grupo de síntomas
comunes que suelen manifestarse se relacionan con la elevada
preocupación que evidencia el individuo, acompañada por
sentimientos de confusión y de agobio. El deportista suele perder su
claridad mental para resolver situaciones, mejorar el desempeño o
revertir malas actuaciones; le resulta complicado tomar buenas
decisiones y, en muchos casos, se precipita o directamente se
equivoca, recurriendo a viejos hábitos de resolución. El deportista
percibe que no le está resultando sencillo tener el control de la
situación, cosa que con anterioridad seguramente lograba. Los
pensamientos altamente negativos también comienzan a formar parte
de los síntomas psicológicos que agobian al individuo y que,
progresivamente, van creciendo en intensidad y severidad. Por tal
motivo, será fundamental que el sujeto aprenda a detener la cadena
de pensamientos en el momento adecuado y logre revertir la situación

47
a través de pensamientos positivos. Por otra parte, debemos recordar
que ante una situación estresante se produce una reacción fisiológica
específica en donde se liberan elevadas cantidades de adrenalina al
torrente sanguíneo que genera un malestar significativo en el atleta. De
este modo, el sujeto aprende a temer a estos síntomas, que quedan
asociados con una situación particular de la competencia –partir en
falso en la prueba de los 100 metros llanos, por ejemplo-y es así como se
ingresa en un círculo vicioso, del que no resulta fácil escapar.
Teniendo en cuenta lo anterior, será imprescindible el trabajo en
conjunto con el deportista para poder detectar los síntomas que
habitualmente se presentan frente a situaciones de competición y
diseñar, en base a ello, un programa de entrenamiento psicológico
pertinente. El principal objetivo del mismo deberá centrarse en detener
esta circularidad recursiva y, simultáneamente, brindar herramientas al
deportista para afrontar adaptativamente la situación competitiva
teniendo control sobre los síntomas y evitando que los síntomas sean los
que controlen la situación.

 Consecuencias para el rendimiento


Se puede decir que hay miles de fuentes específicas de estrés. Se ha
demostrado que tanto los sucesos importantes en la vida —un cambio
de trabajo o la muerte de un familiar— como los contratiempos
cotidianos —un desperfecto del auto o una discusión con un
compañero de trabajo— provocan estrés y afectan a la salud física y
mental. En los deportistas, los estresores incluyen la preocupación por
rendir de acuerdo con la capacidad, las exigencias de la competición,
los malos resultados, el tiempo necesario para el entrenamiento, las
dudas sobre las propias aptitudes, y las relaciones o experiencias
traumáticas fuera del ámbito deportivo. Estas miles de fuentes
específicas de estrés se incluyen dentro de algunas categorías

48
generales, determinadas tanto por la situación como por la
personalidad.
Según Martens (1987) el estrés es el proceso que comprende la
percepción de un desequilibrio sustancial entre las demandas objetivas
del ambiente y la capacidad de respuesta, bajo condiciones donde el
fracaso al afrontarlo se percibe como algo que tendrá importantes
consecuencias, y a lo que responde con un incremento de los niveles
de ansiedad.
En algunas ocasiones las lesiones deportivas, aunque potencialmente
estresantes, pueden aliviar otras fuentes de estrés mayores -por ejemplo:
el estrés que produce el exceso de responsabilidad en la competencia-,
convirtiéndose en valiosos mecanismos de escape o evitación.
Algunas situaciones potencialmente estresantes pueden ser:
 Sucesos de tipo general: conflictos familiares, pérdida de seres
queridos, problemas financieros, etc.
 Sucesos relacionados con la actividad deportiva: cambios de rol,
cuestiones contractuales, cambios de equipo, cambio de
entrenador, etc.
 Demandas del entrenamiento y de la competencia.
 Otras situaciones relacionadas con la actividad deportiva como
ser la opinión de los medios de comunicación, la relación con los
dirigentes, etc.
 Lo impredecible del resultado y del propio rendimiento.
 Estar permanentemente expuestos a la prensa, público, amigos,
entrenador, compañeros, familia, etc.
Situaciones que se suman a las variables personales relacionadas con
las lesiones:
 Historia de lesiones personales.
 Ansiedad – rasgo.
 Falta de apoyo social.
 Baja motivación de logro.
 Baja autoconfianza y autoestima.
49
 Tendencia al pesimismo.
 Sistema rígido de creencias y actitudes.
 Motivación inadecuada.
 Falta de medidas preventivas.
 Alimentación inapropiada.
 Carencias en el equipamiento personal para hacer deporte:
calzado inapropiado, falta de protectores, etc.
Posteriormente surge un nuevo modelo bidimensional, que toma en
consideración un aspecto muy importante, sobre todo, en la ejecución
de tareas de precisión o alto rendimiento: el Control.
Este concepto está basado en el criterio de que una persona que esté
en condiciones de regular la estimulación a la que se ve expuesta,
puede ser capaz de mantener la activación fisiológica y psicológica a
un nivel óptimo sobre un amplio rango de condiciones estimuladoras.
Este enfoque bidimensional está expresado en la figura. En ella se
sustituye el término original `estrés´ por `excitación´, ya que se considera
el primero como una respuesta, no como una condición que interactúe
con la categoría `control´.
En la figura se aprecia cómo el nivel de excitación se relaciona
estrechamente con el grado de control que tenga el sujeto sobre la
tarea, reflejándose en esta interacción el carácter de las vivencias y la
posibilidad de ser eficiente, alejar el sentimiento de indefensión y
aumentar la capacidad regenerativa.
Este modelo anabólico-catabólico establece que el aumento de la
capacidad regenerativa se produce con alto grado de control,
mientras el agotamiento
ocurre cuando se eleva el
nivel de activación y se
carece de control.
Modelo Bidimensional Control-
Excitación. Basado en el modelo
original, tomado de Alvarez,

50
(1987). ‘Estrés. Un enfoque psiconeuroendócrino’.

El carácter dinámico de estas relaciones resulta muy útil para


comprender la respuesta de estrés en los deportistas, y tiene un valor
heurístico para el entrenador y el psicólogo en sus esfuerzos por
optimizar la respuesta de estrés competitivo.
Cuando se posee alto control de la tarea y el nivel de excitación
también es alto, ocurren situaciones activas, generadoras de energías
para enfrentar los retos que el deporte impone. En este cuadrante se
producen los rendimientos conforme o por encima de lo esperado y la
capacidad de recuperación es elevada.
Cuando el control de la tarea el alto pero el nivel de excitación es bajo,
se producen situaciones relajadas, en las que puede predominar la
distracción, la falta de incentivos, la indiferencia ante éxitos o fracasos y
de ninguna manera se producen los mejores rendimientos,
posibilitándose así la producción de una lesión.
Si el control de la tarea es bajo y el nivel de excitación es alto, se
producen situaciones de distrés y un sufrimiento psicológico.
Por último, si el control de la tarea es bajo y también lo es el nivel de
excitación, se producen situaciones pasivas en la que no se exhiben
intenciones de combate.
Frente a todo lo dicho anteriormente, se considera importante realizar
con los deportistas una preparación mental preventiva para evitar
lesiones, teniendo en cuenta 3 niveles:
1. Cognoscitivo: con aumento de las capacidades de análisis, juicio,
crítica, decisión, y control de los procesos perceptivos y de la
memoria.
2. Psicomotor: con aumento de las capacidades de aprendizaje,
control y regulación del movimiento y con una mejorada
autoconciencia, en el plano cinestésico del propio cuerpo.
3. Psicoafectivo: con el control mejorado de la emotividad y del
ansia, con un consiguiente aumento de la autoestima, de la

51
confianza en sí mismos y de la capacidad de hacer frente a los
problemas (Most, 1981).
Gracias a una preparación mental adecuada y preventiva, el
deportista que sufriese realmente una lesión, sería capaz de controlar la
situación desde el punto de vista emotivo, sin dejarse llevar por
comportamientos a menudo auto-perjudiciales, porque serán menos
intensas las reacciones de ansiedad y más cooperativa será su
participación. Será más protagonista y menos pasivo en su
recuperación.

5.5. MANTENIMIENTO Y PREVENCIÓN DE LAS RECAIDAS


Para la prevención de las recaídas, se pueden utilizar diferentes
técnicas. En primer lugar, se le suele comunicar al paciente que los
retrocesos son inevitables, pero que las recaídas se pueden prevenir. Ya
que somos criaturas de hábitos en un ambiente que cambia
continuamente, es imposible prever con total certeza nuestro
adecuado accionar, siempre somos vulnerables a cometer errores. La
importancia está en aprender a considerarlos como oportunidades
para crecer saber detectar con mayor precocidad los retrocesos, para
el empleo de estrategias de afrontamiento adecuadas. De modo
permanente, el cliente debe tener en claro que el afrontamiento es
constante y, si bien se volverá más fácil a medida que el tiempo pase,
igualmente necesitarán continuar con los esfuerzos de afrontamiento.
En aquellos casos en los que se produzca un retroceso, será importante
invertir el efecto de los mismos, es decir, identificar los retrocesos,
discutirlos de manera conjunta y desarrollar planes específicos para
manejarlos. Los pacientes, de este modo, podrán simular o imaginar
estas situaciones, como forma de ensayo. Finalmente, consideramos
importante poder mantener contacto con los pacientes, más allá de los
períodos de seguimiento. Existe evidencia clínica y de investigación de
que el contacto continuo favorece a la consolidación y al
mantenimiento de los beneficios.

52
5.6. FACTORES PSICOLÓGICOS PREDISPONENTES A UNA
LESIÓN Y SUS CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS
Andersen y Williams (1988) han propuesto un modelo teórico
interaccionista sobre la lesión. En ese modelo -véase la figura 6- se
identifican diversas variables que podrían predecir las lesiones
deportivas, proponiendo posibles mecanismos subyacentes en la
relación estrés-lesión y se sugieren intervenciones específicas para
reducir los riesgos de lesión deportiva.
Cuando los atletas se exponen a una situación estresante que
demanda práctica o una situación crucial de la competición, la historia
de estresores del atleta, las características personales y los recursos
adaptativos usados influyen interactivamente en el resultado de las
respuestas de estrés. Este es el punto crucial donde el estrés puede
poner al atleta en un incremento probabilístico de riesgo a lesionarse.
En el modelo se afirma el supuesto de que dos de los mecanismos
básicos de estrés-lesión son, los aumentos de la tensión muscular general
y el déficit en la atención durante el estrés. La hipótesis central del
modelo afirma que cuando se enfrentan a una situación estresante, los
individuos: con mucha tensión, características personales que tiendan a
exacerbar la respuesta al estrés, y pocos recursos adaptativos, son más
propensos a valorarla como tal, se muestra una mayor tensión en los
músculos y rupturas atencionales. Por ejemplo: informan de un estado

53
de ansiedad más alto. El resultado final es que estos individuos tienen
mayor riesgo de lesión si son comparados con el perfil opuesto.

Modelo de Estrés-Lesión de Andersen y Williams (1988)

Con respecto a los distintos factores que componen el cuadro, a


continuación se hace una breve descripción de su naturaleza y del
comportamiento dentro del sistema descripto por el modelo.
La respuesta de estrés. El punto central del modelo de estrés responde a
una relación bidireccional entre la apreciación cognitiva personal, de
una situación externa potencialmente estresante, y los aspectos
psicológicos y atencionales del estrés. El sujeto hace una valoración de
las demandas de la situación y de la adecuación de sus habilidades
para enfrentarse a ellas, y de las consecuencias de los sucesos de
acuerdo con las demandas.
Si la valoración cognitiva es correcta o errónea, por sus creencias
irracionales o pensamientos desadaptativos, la respuesta de estrés
variará.
Si el atleta percibe inadecuados sus recursos para satisfacer las
demandas de la situación, y esto es importante para obtener el éxito, la
respuesta de estrés se activará -estado de ansiedad alto- y se
producirán las consecuentes manifestaciones fisiológicas y atencionales.
Un gran número de cambios fisiológicos y atencionales ocurren durante
la respuesta de estrés, los músculos se tensionan y se producen rupturas
del foco de atención. Estos son los
mecanismos más frecuentes y probables
que relacionan el estrés y la lesión. La
respuesta de estrés más común es la
contracción simultánea de grupos
musculares opuestos y antagonistas. Esta
tensión muscular generalizada puede llevar a fatigar y reducir la
flexibilidad, coordinación motora y la eficacia de los músculos. El

54
resultado final es un aumento del riesgo de que ocurran lesiones como
esguinces, tensiones y otras lesiones músculo esqueletales.
En correspondencia, con el aumento del estrés, el campo atencional se
estrecha involuntariamente y se focaliza en el interior (Nideffer & Sharpe,
1978). Un foco interno restringe la habilidad de analizar, de trabajar con
mucha información, de tomar decisiones racionales e incluso ser
consciente de lo que está pasando en el ambiente. Las rupturas
atencionales podrían ser producidas a través de preocupaciones con
los eventos estresantes y sus posibles consecuencias negativas o
bloqueos de respuestas adaptativas. Si esas rupturas llevan a un
estrechamiento de la visión periférica, esto podría provocar una
potencial lesión por no responder a tiempo a las señales peligrosas
periféricas.
Las rupturas atencionales también podrían producir fallos en los que el
atleta no responda rápidamente a señales vitales del campo central de
visión porque la atención está fijada en señales irrelevantes (Williams &
Roepke, 1993).
Los deportistas varían en la historia de estrés, en la personalidad y en los
recursos de adaptación y varían, por tanto, en su respuesta al estrés.
Esta hipótesis sobre la historia de estresores contribuye directamente en
la respuesta de estrés, mientras que los factores de personalidad y
recursos de adaptación actúan directamente en la respuesta de estrés
modulando los efectos de la historia de estresores.
Historia de estresores. La mayor debilidad de los primeros estudios sobre
estrés-lesión se debería a la medida de los eventos estresantes. La
tensión también puede provenir de los pequeños problemas diarios,
irritaciones, acontecimientos individuales cotidianos. En algunos estudios
realizados en el área de la salud, un buen número de investigaciones
encontraron ser un mejor predictor del estrés las medidas tomadas del
malestar diario que las estimadas de eventos vitales (Burks & Martin 1985;
Kanner, Coyne, Schaefer & Lazarus, 1981). La historia anterior a la lesión
del individuo también puede ser una importante contribución para la
55
evaluación del riesgo de lesión. El atleta puede volver a jugar o a
competir antes de estar recuperado. En este caso el miedo a volver a
lesionarse puede considerarse una respuesta de estrés e incrementarse
la probabilidad de lesión.
Factores de personalidad. Ciertas características de personalidad
pueden hacer que algunos individuos perciban algunas situaciones
como estresantes o pueden predisponerlo a ser menos susceptible a los
efectos de los estresores. En general se ha demostrado que los
individuos con pocos eventos estresantes en su vida y con altos niveles
de vigor o sentimientos de coherencia -como mayor locus de control
interno-, experimentaron menos problemas de salud que individuos con
eventos vitales estresantes más altos y sin esas características de
personalidad.
Otra de las hipótesis que se han manejado están relacionadas con los
buscadores de sensaciones y la influencia del estrés. Los buscadores de
sensaciones son individuos que disfrutan con las situaciones extrañas y
les gusta el riesgo. A las personas evitadoras de sensaciones no les
gustan los cambios, evitan lo extraño y se alejan de actividades que
impliquen riesgo. En un trabajo de Smith, Johnson y Sarason (1978)
usando la Sensation Seeking Scale (Escala de Buscador de Sensaciones
de Zuckerman, Kolin, Price & Zoob, 1964), encontraron que los sujetos
con altos niveles de estrés vital y alta búsqueda de sensaciones
puntuaron más alto en la escala que sujetos con alto estrés vital y baja
búsqueda de sensaciones. Entre los deportistas, los buscadores de
sensaciones es posible que experimenten pocas lesiones porque
compiten mejor o porque cada evento es percibido como menos
estresante que como lo perciben las personas con pocas sensaciones
de búsqueda. Por otro lado, individuos que puntúan alto como
buscador de sensaciones pueden tener más lesiones porque asumen
grandes riesgos. Otra de las variables incluidas en el modelo son la
motivación de logro y la ansiedad rasgo, ya que son variables
relacionadas con el estrés. La motivación de logro se refiere a la
56
necesidad de tener éxito y a la necesidad de evitar el fracaso. La
ansiedad rasgo es descrita como una disposición general o tendencia a
percibir la situación como amenazante y reaccionar con una respuesta
de ansiedad (Spielberger, 1966). Individuos con una alta necesidad de
evitar el fracaso o con una ansiedad rasgo alta pueden valorar mayor
número de situaciones como estresantes y por consiguiente
experimentar una elevada respuesta de estrés comparado con
individuos con el perfil contrario.
Los recursos de adaptación abarcan una gran variedad de conductas
y redes sociales que ayudan a los individuos a tratar con problemas,
alegrías, desilusiones y con el estrés vital. Los recursos de adaptación
pueden ser medioambientales como el apoyo social o recursos
personales como control emocional o la buena nutrición. Generalmente
los investigadores han encontrado menos problemas de salud en los
individuos de alto estrés vital y con buenos recursos de adaptación que
en sujetos con alto estrés vital y pocos recursos de adaptación (Billings &
Moos, 1981). Las técnicas de afrontamiento al estrés y las habilidades
mentales -o habilidades psicológicas- que un individuo tiene a su
disposición es otro tipo de recurso de adaptación que puede influir en la
respuesta al estrés. El último recurso de adaptación es la medicación, en
función de si es automedicación o prescrita por un especialista. Muchos
de los medicamentos influyen en la percepción y en la fisiología y
podrían estar afectando la respuesta al estrés y, por ende, la
probabilidad de lesión.

6. REHABILITACIÓN
La mejor rehabilitación que se puede
aplicar a un deportista lesionado es
aquella en la que evitamos que se
produzca la misma, y coincidiendo con
Francisco Seirullo (1986), la primera
medida a aplicar es el entrenamiento

57
supresivo, dirigido a la prevención de toda posible lesión. Es por lo tanto
pre-patológico y paralelo con el entrenamiento tradicional de mejora
de capacidades. Debe cooperar con el resto de medios de
recuperación no farmacológicos que se utilicen, como masajes, sauna,
electroestimulación, etc., para de esta forma mantener alejado al
deportista del umbral prelesión, posibilitando la continuidad de su
entrenamiento. Este entrenamiento tiene como objetivo mejorar
continuamente las capacidades de coordinación básicas de las áreas
corporales que intervienen de forma preferente en la ejecución de las
técnicas específicas de una especialidad deportiva; lograr el equilibrio
necesario del balance muscular en los grupos más importantes,
protagonistas-antagonistas de las técnicas preferidas por el atleta;
mejorar constantemente la movilidad articular; ayudar al logro de la
elasticidad muscular deseada y lograr la comprensión mecánica de las
técnicas específicas.
De todas maneras, una vez producida una lesión, es necesario evaluar
el alcance, la duración de la recuperación clínica, la edad y
experiencia del deportista, sus características físicas, la situación en
cuanto al calendario competitivo y la necesidad del atleta frente a
futuros compromisos.
La interrupción de la actividad deportiva debido a una lesión provoca
la suspensión de la habitual dosis cotidiana de cansancio, induciendo
insomnio, inapetencia, astenia, sensaciones muy desagradables para
quién está acostumbrado a sentirse siempre en perfecta estado; la
inactividad forzada puede producir depresión, sentimientos hostiles
hacia quién eventualmente fue responsable de la lesión, envidia hacia
los compañeros que siguen compitiendo, y preocupaciones por no
recuperarse plenamente.
Palmi (1997) desarrolla una propuesta de intervención que tiene como
objetivo ayudar al deportista a recuperarse y a soportar mejor la carga
que representa un periodo más o menos largo de recuperación
funcional. Es indispensable conseguir que el deportista controle su
58
ansiedad, confíe en el equipo interdisciplinario que lo rodea y
mantenga un alto nivel de motivación para llevar a cabo el plan que se
le plantee.
Dicha propuesta de intervención tiene dos fases diferenciadas: la fase
de inmovilización –con o sin cirugía- y la fase de movilización. Cada una
de ellas presenta una problemática diferente y las estrategias
psicológicas irán cambiando a medida que el deportista supere su
disfuncionalidad y se acerque a la normalización del trabajo deportivo.
Fase de inmovilización
Se caracteriza por una gran tensión que soporta el deportista, la visión
negativa de su recuperación y la presencia de dolor. Aquí es necesario
desarrollar estrategias de control de la ansiedad -ante el dolor, ante las
dudas- y de aceptación positiva de la realidad.
Las técnicas psicológicas a tener en cuenta en el período de
inmovilización son:
a. Habilidades de comunicación: El equipo médico deberá tener en
cuenta que para conseguir un buen nivel de control de
activación y de aceptación positiva de la realidad el deportista
ha de tener buena información sobre la lesión producida.
b. Técnicas de relajación: Aquellas que directamente le permitan
tener un mayor control de sus niveles de activación y poder
abordar situaciones complejas.
c. Técnicas de visualización: Es de gran utilidad combinar ejercicios
de relajación con visualizaciones imaginadas de la zona
lesionada, a partir de la información suministrada por el equipo
médico. El deportista podrá hacer una representación mental de
su lesión facilitando la toma de conciencia sobre la lesión
producida.
d. Determinación de objetivos: En esta primera fase, el deportista
lesionado deberá empezar a trabajar sus cualidades físicas
corporales con el objeto de no perder potencial atlético general.

59
Es un período óptimo para mantener y mejorar, si se puede, el
nivel físico del resto del cuerpo que no ha sufrido traumatismo.
Fase de movilización
Siguiendo las ideas del mismo autor, esta fase es un período mucho
más largo que el anterior y es en donde el deportista va a ir
recuperando progresivamente sus niveles de funcionalidad motora.
En esta fase hay 3 momentos distintos de trabajo.
e. Recuperación
Período de tiempo relacionado con la mejora del músculo-
articulación que ha sufrido el traumatismo. En este período
el deportista necesitará inicialmente estrategias para
controlar las situaciones estresantes o dolorosas, mantener
un alto nivel de motivación para desarrollar el programa
diario de trabajo.
Las técnicas psicológicas que sugiere para trabajar en este período son:
 Habilidades de comunicación: Proveer información
real y clara del proceso de recuperación.
 Técnicas de relajación y visualización.
 Determinación de los objetivos del programa.
 Mejora de aprendizajes deportivos.
 Apoyo social.
f. Readaptación
Corresponde al período de trabajo de mejora de la
cualidad física perdida como consecuencia de la situación
traumática. Es un período en el que el deportista intenta
conseguir una tonificación de su estado físico general,
consiguiendo el mismo nivel que tenía antes de la lesión.
Las técnicas para este período son:
 Visualizaciones: Visualizaciones imaginadas de su
esfuerzo en el trabajo de recuperación.
 Determinación de objetivos semanales

60
 Diálogo interno positivo donde el deportista aprende
a detectar los pensamientos negativos de duda, y a
reconvertirlos en objetivos a trabajar y a ser valorados
en positivo.
g. Reentrenamiento
En este período, se trabaja para recuperar el nivel de
habilidad deportiva descompensada por el tiempo de no
práctica técnico-táctica. En esta fase el deportista debe
perder el miedo al fracaso, olvidar la lesión, y
progresivamente aumentar su trabajo con los demás
deportistas.
Las técnicas sugeridas aquí son:
 Habilidades de comunicación.
 Visualización de inicio: Aconseja hacer una
representación mental simulada de las primeras
sesiones de trabajo con los demás compañeros en la
cancha y de la situación de entrenamiento habitual.
 Determinación de objetivos: Es aconsejable que para
cada entrenamiento el deportista reciba las
consignas correspondientes de lo que se pretende
trabajar-conseguir en las primeras sesiones de trabajo.
Otra técnica es el ensayo emocional donde se capacita a los
deportistas a sentirse seguros y confiados en que la rehabilitación tendrá
éxito. Los deportistas ensayan varias escenas que les producen
sentimientos positivos tales como el entusiasmo y la confianza, los
deportistas pueden por ejemplo: ensayar sentimientos de emoción
relativos a su primer partido después de la lesión, o ensayar sentimientos
de admiración por parte de los entrenadores, compañeros de equipo y
amigos, ante su vuelta de la lesión; a los deportistas también se les
puede enseñar a pensar en otros deportistas que han superado lesiones
similares y generar otras escenas que produzcan sentimientos positivos.

61
6.1. ASPECTOS PSICOLOGICOS DE LA REHABILITACION DE LA
LESION
Se invierte mucho tiempo y energía para obtener la óptima actuación
en un deporte, tal que cualquier
lesión significativa será percibida
como un evento de vida traumático
con sus implicaciones psicológicas.
Los modos en los que los individuos
tratan con la lesión deportiva puede
variar mucho, algunos deportistas se
adaptan a los eventos estresantes con pequeñas dificultades, mientras
que otros se hunden, literalmente, con la experiencia.
El estilo de comunicación positiva, las estrategias que fijan metas
realistas y los métodos para aumentar el ánimo son las técnicas
psicológicas más eficaces en el proceso de rehabilitación. Los factores
psicológicos también se relacionan con el incremento de la salud.
Para determinar la probabilidad de que las intervenciones psicológicas
faciliten el manejo de la lesión deportiva es esencial entender primero la
perspectiva del deportista ante la lesión, incluso el significado que tiene
para él, así como el impacto que la lesión ha tenido en su vida. Los
tratamientos de una lesión desde una perspectiva psicológica deben
establecer cauces claros de comunicación con la lesión. Para realizar
esto, los deportistas deben sentirse seguros de que interactúan en un
ambiente favorable en el que cualquier información será confidencial.
Los miembros del equipo de entrenamiento, -entrenadores, psicólogos,
médicos, preparadores y kinesiólogos- deben poseer las habilidades
para escuchar y ser capaces de responder a los deportistas con
empatía, sin juicios de valor y sin coacción. En este ambiente favorable,
los deportistas pueden descubrir los pensamientos distractores y
sentimientos relacionados con la lesión.

62
La historia de lesiones de los deportistas, la naturaleza de la lesión, el tipo
de deporte, el nivel de competición y la estructura de la personalidad
de los deportistas (Sanderson, 1978) así como el tiempo de las lesiones y
el contexto en el que ocurre la lesión (Weiss & Troxell, 1986) pueden influir
en la recuperación. Es más, el manejo del estrés y el estilo de vida,
habilidades, mecanismos de defensa, factores de motivación y
habilidades de adaptación influyen en el modo en el que la lesión es
percibida y se afronta (Yaffe, 1983). La participación e implicación
deportiva puede venir determinada por múltiples factores y tener
significados individuales distintos, tanto físicos y psicológicos como
sociales.
Otras posibles áreas de afectación son los roles sociales, la competición,
las recompensas externas, la autovaloración o el atractivo (Astle, 1986).
Mientras no sea común el uso de la recuperación psicológica de los
deportistas, el retraso en la recuperación será habitual. Mientras se siga
sin contar con la psicología en los procesos rehabilitadores, el deportista,
es muy probable que siga teniendo miedo o aversión a su vuelta a la
competición o siga quejándose de frecuentes y vagas informaciones
sobre dolores -esto viene a insistir en la necesidad de evaluar la
significación y funciones que una lesión tienen para un deportista-. El uso
de la psicología en la rehabilitación permitiría una rápida incorporación
a la competición una vez finalizada la rehabilitación física.
Para un deportista que parece resistir a los tratamientos, si se intenta
entender y explorar el significado de la lesión, es posible, que se
destapen la existencia de motivos secundarios o sentimientos
subyacentes al malestar psicológico asociado a la lesión. Los
pensamientos negativos y disruptores de los deportistas y sus
comportamientos deben ser evaluados y dirigidos por miembros del
equipo de tratamiento, con las adecuadas orientaciones y
recomendaciones desde la Psicología del deporte.
Los deportistas, generalmente, experimentarán respuestas cognitivas,
emocionales y comportamentales a la lesión (Williams & Roepke, 1993).
63
Las evaluaciones cognitivas del deportista lesionado y el impacto de
este evento en su vida influirán en las reacciones emocionales así como
en su conducta. Crossman y Jamieson (1985) encontraron que cuando
los deportistas sobreestimaban el impacto y gravedad de la lesión
aumentaba significativamente la respuesta de dolor, los estados de
ansiedad y los sentimientos de enojo, apatía, soledad e inadecuación;
estos resultados eran más comunes entre deportistas que competían en
niveles inferiores -no en la élite-. Esto indica que esos deportistas que
perciben inadecuadamente la lesión como más grave, garantizan un
aumento de los estados afectivos que empeoran el proceso de
rehabilitación. Cuando un deportista tiene creencias irracionales es más
propenso a tener aumentos diarios de los grados de depresión y enojo,
emociones que posiblemente interfieren en una exitosa rehabilitación.
La lesión generalmente va acompañada de un sentimiento de
desconsuelo por la pérdida que supone. El Modelo de Kubler-Ross (1969)
(Rotella, 1991) presenta las consecuencias psicológicas de una lesión en
un deportista, identifican cinco típicos estados experimentados durante
la respuesta de desconsuelo: negación de la lesión o de su alcance,
enojo por la lesión ocurrida, ambivalencia emocional, depresión y
aceptación. Los sentimientos y pensamientos desagradables que
experimentan los deportistas son normales y esenciales para el proceso
de rehabilitación (Williams & Roepke, 1993) y es importante indicárselo
así a los deportistas, con el fin de que los asuman.
Una equivocación muy común, es el regreso a la actividad deportiva
antes de que el deportista esté preparado física y psicológicamente. La
lesión deportiva de quienes no están preparados psicológicamente
para un regreso seguro y exitoso al deporte, puede arrastrar a un largo y
dificultoso proceso de recuperación de la confianza y del nivel de
ejecución, esto no ocurre cuando se está psicológicamente preparado
(Rotella & Campbell, 1983). Además, en este estado de no preparación
física y psicológica la probabilidad de una nueva lesión, en otra parte
del cuerpo, aumenta.
64
Es importante enseñar al deportista, antes de comenzar la rehabilitación
o al mismo tiempo, habilidades relacionadas con el manejo de
emociones, aumento de motivación y pensamientos de confianza en la
consecución de metas, cambios en las auto-verbalizaciones negativas y
en las creencias de culpa, manejo del dolor, del estrés, etc.
Es fundamental que los deportistas se impliquen activamente en la
formulación y seguimiento de metas a corto y a largo plazo. Y asuman
responsabilidad personal en el proceso rehabilitador. Esto, no sólo
provee al deportista del sentido de control, sino que puede facilitar la
motivación, persistencia y confianza.
Se debe instruir a los deportistas en el uso de técnicas cognitivas, a fin
de capacitarlos en la prevención de pensamientos negativos y manejar
efectivamente las dificultades que esto provoca. Los deportistas pueden
producir auto-verbalizaciones e imágenes positivas incorporándolas a
corto y largo plazo en las metas establecidas.
Tres aspectos que van a ser determinantes para una optimización en la
resolución de la lesión son:
-Estrategias de afrontamiento del dolor. Los deportistas suelen tener más
tolerancia y mayor umbral para el dolor que las poblaciones no
deportivas, quizás debido al esfuerzo para la insensibilización al dolor
(Jaremko, Silbert & Mann, 1981). Este puede llevar a demorar la
aparición de lesiones o disminuir las quejas sobre dolor. Y debe evitarse
mejorando la comunicación entre los deportistas y el cuerpo técnico.
-Estrategias de afrontamiento del estrés. El estrés está asociado con la
lesión física (Andersen & Williams, 1988) y puede ser reducido con el
empleo de técnicas de relajación, técnicas de respiración, imaginación
e intervenciones cognitivas
-El regreso a la actividad deportiva. Williams y Roepke (1993), afirman
que es muy importante realizar un entrenamiento en las habilidades
necesarias para la reintegración a la actividad deportiva.
Teniendo en cuenta esto, una buena estrategia para que el deportista
se reintegre a los entrenamientos y a la competición, deberá pasar por
65
el entrenamiento en habilidades -durante la rehabilitación- que
estimulen la aparición de actitudes positivas, una optimización de la
autoimagen, un incremento de la motivación, optimización de los focos
atencionales y estimular la confianza en la intervención psicológica.

6.2. EL APORTE DE LA PSICOLOGÍA APLICADA AL DEPORTE.


EL DEPORTISTA EN EL CONTEXTO DE REHABILITACIÓN
El paciente vive la lesión como un suceso estresante cuya aparición
produce muchos cambios en su vida y
le demanda grandes esfuerzos de
adaptación.
En esta situación nueva que supone la
lesión, de aparición repentina y
frecuentemente traumática, las demandas estresantes pueden provenir
de diferentes fuentes como son: su propio organismo y los cambios
experimentados ante la aparición de la lesión; la situación hospitalaria y
los tratamientos médicos - rehabilitadores a los que se ve sometido, y el
entorno social en el que se encuentra inmerso, siendo de especial
relevancia la familia y las actitudes sociales. Todos estos, factores que
deben considerarse de suma importancia.
El suceso vital –lesión severa- y el estrés emergente –molestias en el
desempeño de las actividades de la vida cotidiana, pérdida de la
autonomía- traen consigo una respuesta individual de ansiedad que
perjudica su adhesión a la rehabilitación.
Ante esta situación como profesional de la psicología se deben
contener emociones, motivar y dar una visión de futuro, conseguir
compromiso ante el proceso de rehabilitación. Estos objetivos son
paralelos a todo el trabajo de recuperación.
El objetivo debería ser que el deportista con la ayuda de todo el cuerpo
técnico pueda gestionar las emociones asociadas a la lesión y la
aceptación de la realidad, que pueda tener un control sobre las
expectativas, sobre el alcance y duración de la lesión. Darle

66
protagonismo en el proceso de recuperación para que pueda adquirir
habilidades de autocontrol.
Es fundamental ofrecer apoyo y facilitar el proceso de adaptación a la
rehabilitación, tener en cuenta las expectativas de recuperación, la
negociación con la realidad, la ilusión y la esperanza y las creencias
irreales.
Las estrategias psicológicas a
implementar irán cambiando conforme
avance la rehabilitación. En un primer
momento, el deportista soporta gran
tensión, posee una visión negativa de su
futuro y sufre dolor, por lo que serán
necesarias estrategias de control de la
ansiedad y de aceptación positiva de la realidad.
La búsqueda de apoyo social, la revaloración positiva, el autocontrol y
la confrontación así como la aceptación de la responsabilidad parecen
de utilidad para afrontar la lesión.
Por otro lado, las estrategias de afrontamiento menos eficaces y
asociadas a una mayor depresión o ansiedad son las conductas de
escape y evitación, el distanciamiento mental y la supresión de
actividades, la dependencia social y la culpabilización así como la
preocupación por la causa de la lesión y la rumiación del pensamiento
que se genera al pensar cómo podría haberla evitado.
Aunque es el deportista el que toma las decisiones diarias, es posible
identificar conductas disfuncionales e intervenir sobre sus determinantes
tales como las creencias, estereotipos, actitudes y percepciones de sí
mismo, para optimizar el tratamiento y lograr mejor pronóstico
sosteniendo su calidad deportiva.
Partiendo del desarrollo de la motivación y la autoconfianza, ampliando
el conocimiento respecto a su lesión, se le pueden dar a conocer costos
y beneficios del tratamiento a corto, mediano y largo plazo.

67
Así mismo, es necesario anticiparse a las posibles dificultades, al apuro
por querer terminar pronto el tratamiento propiciando el autocontrol en
la recuperación, proporcionando feedback de calidad en torno a todo
el proceso terapéutico.
Uno de los objetivos debería enmarcarse en controlar las
manifestaciones del estrés y trabajar la motivación, como condición
fundamental para la actividad física y el deporte.
Es muy importante otorgar al atleta un rol activo y consciente. Trabajar
para que sea capaz de tener control emocional, organizar los estímulos
estresores y elaborar un plan de respuesta adecuado. Favorecer las
atribuciones causales internas promoviendo las emociones positivas e
identificando estrategias funcionales conforme a su individualidad,
utilizar estrategias que reduzcan los efectos displacenteros. Poner en
práctica acciones psicológicas dirigidas a establecer afrontamientos
más eficientes ante las situaciones de excesiva ansiedad y descontrol
emocional. Buscar el control consciente de la respuesta emocional
mediante técnicas de relajación, sustituyendo la expectativa de éxito
por la de eficacia y aumentando el locus de control interno.
El programa de rehabilitación, según Giscafré y García Ucha (2001),
debe tomar en consideración que, si bien el deportista es responsable
del manejo de la lesión y toma las decisiones diarias respecto a su
rehabilitación, la adherencia al tratamiento diseñado por el cuerpo
médico es un medio necesario para mejorar el pronóstico y recuperar su
capacidad para el deporte.
La entrevista psicológica se desarrollará con diferentes encuadres según
el grado de entrenamiento del deportista y su nivel de formación
deportiva. Se deberá obtener información sobre las siguientes áreas:
1. Impacto de la lesión sobre el deportista. 2. Creencias acerca de las
lesiones. 3. Locus de control. 4. Autoeficacia. 5. Habilidades de
afrontamiento. 6. Actitudes hacia el tratamiento. 7. Actitud hacia el
próximo entrenamiento y competencia. 8. Aceptación de riesgos. 9.

68
Expectativas en cuanto al tratamiento. Expectativas en general hacia el
deporte y proyectos.
Algunas intervenciones para reforzar al deportista en la toma de
decisiones durante la rehabilitación y readaptación al entrenamiento y
la competencia, podrían ser:
1. Modelado de conductas.
2. Grupo de discusión de creencias y mitos acerca de las lesiones.
3. Reunión con otros deportistas lesionados.
4. Cambio de actitudes negativas hacia el tratamiento y los
medicamentos.
5. Entrenamiento en habilidades conductuales a fin de aumentar la
asertividad, promover el control interno y la autoeficacia.
6. Promover interacciones de colaboración con personas
significativas.
7. Ampliar las redes de apoyo dentro del deporte.
8. Manejo de estrés.
9. Entrenamiento en el manejo de síntomas y molestias asociadas a
la lesión.
10. Autocontrol de la calidad del gesto técnico.
Como sostienen Rotella y Heyman (1991), los entrenadores y psicólogos
del deporte deben animar a los atletas a estimar los beneficios de una
perspectiva positiva y compararlos con los daños que puede provocar
una derrotista.
Algunas estrategias de afrontamiento que se pueden aplicar en el
deporte pueden ser: el desarrollo de imágenes mentales, el
autoconvencimiento, los programas de inoculación de estrés, dirección
del pensamiento hacia expectativas positivas, minimización de ciertos
tipos de cognición, desestimación de mensajes displacenteros,
desarrollo de habilidades para separar la información relevante de la
que no lo es, detención del pensamiento, entre otras.

69
Del mismo modo, habría que considerar que el hecho de adaptarse a
una lesión genera estrés crónico. La persona siente que no cuenta con
los recursos para afrontar esa situación.

6.3. TÉCNICAS DE POSIBLE APLICACIÓN


Aprendiendo una destreza de autocontrol, el atleta podrá acortar el
tiempo necesario para avanzar de la
desconfianza, a la aceptación de una
segura y exitosa vuelta a la
competición. En la técnica de
detención del pensamiento lo que los
atletas se dicen a sí mismos después de
una lesión ayuda a determinar su conducta futura. Los deportistas
pueden aprender a controlar sus pensamientos internos, de manera tal
que, cuando se den diálogos internos erróneos o destructores sean
capaces de utilizar una intervención estratégica como es detener el
pensamiento.
La imaginación de los deportistas también puede influir en la respuesta
a la lesión. Pueden aprender a manejar sus imágenes mentales y a
dirigirlas productivamente, a reducir la ansiedad y a facilitar la
rehabilitación.
Las estrategias de imaginación incluyen el repaso visual, el repaso
emotivo mediante imágenes y el repaso corporal (Lazarus, 1974; Moss,
1979). El ensayo mental incluye tanto el dominio de habilidades como el
enfrentamiento a situaciones nuevas.
El ensayo mental es útil para repetir los ejercicios que físicamente no
puede realizar el deportista mientras dure su lesión.
El deportista lesionado que asiste a los entrenamientos con sus
compañeros, puede imaginarse a sí mismo realizando todas las
actuaciones que ejecutan los demás. Esto trae beneficios tanto en lo

70
que se refiera a la práctica mental como en el mantenimiento de la
relación con sus compañeros.
El ensayo emocional entrena a los deportistas en sentirse seguros y
confiados de que la rehabilitación tendrá éxito. Con todas estas
técnicas se intentará provocar cambios de actitud y de
comportamientos.
El deportista deberá tener información actualizada sobre su lesión a fin
de que por medio de habilidades de comunicación, pueda lograr una
aceptación positiva de la realidad, mejorar la comunicación con el
equipo de trabajo y plantear dudas.
Además, se sugiere aplicar técnicas de relajación muscular para
controlar los niveles de activación y de dolor. Determinar objetivos,
trabajar las cualidades físicas para no perder el potencial atlético
general, mantener el nivel físico del resto del cuerpo pudiendo así,
aprender nuevas técnicas o estrategias de juego.
El objetivo de la intervención profesional es reducir el impacto
psicológico de la lesión y ayudar al deportista a mantener su
comportamiento orientado hacia un trabajo objetivo y sistemático. Esta
intervención podrá facilitar la aceptación de la realidad y la velocidad
del proceso de recuperación. Sosteniendo lo que dice Palmi (2001), se
podría afirmar que las bases de la aproximación psicológica a la lesión
deportiva son: el enfoque interdisciplinar preventivo–educativo de la
situación, la utilización de objetivos para mantener la motivación, el
entrenamiento y el uso de recursos psicológicos y la utilización del
apoyo social para mantener la confianza.
No se debe dejar de tener en cuenta que las destrezas psicológicas
pueden aprenderse, desarrollarse y perfeccionarse, al igual que ocurre
con las destrezas físicas.

71
Actividad de repaso
Estimado alumno, esta actividad tendrá por
finalidad repasar los conceptos que se
desarrollaron a lo largo del presente material.
1. Elabore un cuadro sinóptico de los principales
conceptos que se abordaron en este segundo
mes.
2. Ingrese al link para ver el video relacionado con la ansiedad
competitiva https://www.youtube.com/watch?v=y79YQVQ3N7k
a) Efectué un análisis sobre el contenido del video
b) Busque más información al respecto y realice un breve resumen
informativo.
4. Haga un esquema de las diferentes técnicas y de los pilares a tener
en cuenta para un desempeño exitoso.
5. Realizar un análisis de los principales tipos de lesiones en los
deportistas de elite.

72
En el mes número 2 hemos tratados temas relacionados a los deportes
de elite, las lesiones y consecuencias de las mismas. El estrés en el
deporte y como causa de una lesión física.

En relación con el tratamiento de estos temas, podrán encontrar el


siguiente Material adicional, que complementará con distintas visiones y
conceptos lo visto hasta ahora:

 La súpercompensación y el sobreentrenamiento en el running


 El estrés incrementa el riesgo de lesiones de los futbolistas
 Principales problemas de salud asociados a la práctica deportiva
 Cuando el deporte se convierte en una obsesión

73
En el siguiente mes veremos temas relacionados a
Intervenciones iniciales del deportista y su entorno, planes
de entrenamiento físico como así también trabajo individual
con el deportista, competencias psicológicas y modelo de
confianza.

Esperó que hayan disfrutado de los temas vistos hasta el momento.


Nos vemos en el mes 3!

Bibliografía:

74
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deportivas: prevención y recuperación. Madrid:
Dykinson.
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entrevista_y_el_estudio_de_la_personalidad_del_deportista.pdf

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