You are on page 1of 3

Natalia Venegas, fundadora de Pigmentalab: “El color es un trabajo sucio”

La artista de origen chilote fomenta la creación de tintes a partir de materiales naturales y


sustentables, de manera que el ejercicio creativo sea accesible y con productos de calidad.

En María Pinto, comuna periférica de Santiago, se encuentra un ecosistema poco habitual,


como si en este pequeño punto se cruzaran territorios tan opuestos como el bosque y el
desierto. Ese lugar es el hábitat de Natalia Venegas, una persona autista, licenciada en Arte y
Estética, que no se conformó con admirar los colores, por lo que comenzó a crearlos, o más
bien exprimirlos.

Su taller lleva el nombre de Pigmentalab, una escuela y laboratorio experimental destinado a


la creación de pigmentos de origen natural y al estudio de la disciplina ancestral de extracción
de colores. En cada rincón y recipiente se encuentran herramientas como morteros, moletas
(cristal que sirve para moler colores), ollas de acero inoxidable, cocinilla, y también materias
primas como hojas, flores, carbonatos, sulfatos, palos, ramas y piedras.

¿Cómo nació Pigmentalab?

Si bien Pigmenta partió el 2020 me empecé a preparar mucho antes. Yo creo que harto tiene
que ver con mi formación; yo soy licenciada en arte y en estética, aprendí historia del arte,
cómo estaban hechas las pinturas y esos temas me hacían click. Por cosas de la vida trabajé
como florista, en un principio como asistente. Ahí empecé a estudiar lo que es el color de las
plantas, la botánica, etc.

También me acerqué a los materiales desde la falta-de, porque claro, siempre me ha gustado
mucho pintar pero la verdad es que son muy costosos los materiales de alta calidad.
Estudiando en un diplomado de ilustración me di cuenta de que mis compañeros tenían
materiales bacanes que yo no tenía. Ahí empecé a investigar qué hacía que una pintura fuese
de alta calidad y de dónde los sacaban antes, cuando no existían los pigmentos modernos.

El proyecto final del diplomado, que en mi caso era un leporello, se basó en el juicio de los
brujos de Chiloé en 1880, que es un caso real. Yo soy chilota de nacimiento entonces siempre
me han interesado esos temas y bueno, en esta historia la personaje principal era una mujer
huilliche que era aprendiz de brujo. Entonces no tenía sentido que yo usara acuarelas o tinta
china, entonces traté de usar la lógica de con qué dibujaría yo si no tengo nada a mano, como
el barro. Todo ese conocimiento hoy lo ocupo. Entonces de alguna manera igual se empezó a
preparar antes.

¿Cómo te sentiste al trabajar con esos materiales? ¿Algo hizo click?

Fue darme cuenta de que todas estas cosas que hago son las mismas que las que hacía cuando
chica. No es más que eso; jugar con barro, jugar con piedras, jugar con flores que manchen
los papeles. Ese tipo de experimentos que haces visceralmente, cuando no tienes este
concepto de la academia, salen más fluidos y me gustó reencontrarme con eso. Yo venía del
estudio de la academia y eso te puede volver un poco rígido, entonces salirme de eso me
ayudó harto.
¿Enseñar es parte de lo que te motiva a continuar con lo que haces?

Sí, siempre he trabajado en la educación desde distintas veredas, cursos Sence (Servicio
Nacional de Capacitación y Empleo), talleres míos de dibujo, de pintura y después como
mediadora cultural en el departamento de educación del Centro Cultural La Moneda. Ahí
aprendí mucho de educación artística, me motivó mucho a seguir en esa área.

Ahí trabajé con distintos públicos y me di cuenta que había una constante. Muchas de las
personas que llegaban sentían mucha admiración por el arte, muchas ganas de crear, pero
tenían miedo. Es algo que viene de la educación escolar yo creo. Eso me llevó a entender más
de educación artística, a leer más, a investigar.

Eso motivó harto mi búsqueda de Pigmenta porque yo trabajo algo como… No quiero
adueñarme de ese término, pero es la autonomía creativa, que tiene que ver con fomentar el
trabajar libremente, que puedas hacerlo hoy con la planta de tu jardín, que no dependa de tu
situación socioeconómica el acceder a materiales no tóxicos y de alta calidad.

Esto no debería pasar porque la educación artística no puede estar reservada a ciertas
instancias o sectores. Todo el mundo tiene derecho a tener sus materiales de alta calidad, no
me quiero ir por el resentimiento social pero es algo que pasa y se ve harto, se nota mucho la
diferencia.

¿A qué lugares te ha llevado enseñar? ¿Qué lecciones has sacado de estas instancias?

Trabajé en un programa que me gustó mucho, que fue de diez sesiones a distancia, para
capacitar a docentes de distintas áreas vulnerables de Latinoamérica para que pudieran hacer
sus propios materiales de fuentes no tóxicas para sus comunidades. Eran diez pero yo dicté
seis porque también participaron otras docentes, que todas son mis amigas. Sigo viendo hasta
el día de hoy cómo repetir esta instancia que fue maravillosa pero mucho trabajo, fue muy
bonito y estoy orgullosa pero sería bacán poder encontrar financiamiento.

Enseñar ha sido un constante aprendizaje. Si bien yo puedo desenvolverme y hacer clases,


soy una persona autista y hay muchas cosas que me colapsan y quizás avanzo más lento que
otras personas. De repente me quedo pegada en temas, si veo un problema en un pigmento en
específico me quedo pegada muchas semanas hasta que lo resuelvo. Entonces es un constante
aprendizaje, voy venciendo frustraciones, dificultades…

Otra cosa es que no hay que quedarse en leer sino en comprobar. Pasa mucho que puedes ver
un taller de tintes naturales como algo súper ligado a la naturaleza pero no es lo mismo un
tinte natural a un tinte sustentable. En un tinte natural puedo trabajar con una planta y puedo
querer que pase de un amarillo a un verde, eso se llama viraje de color y se puede obtener con
otras sustancias, como el sulfato de cobre que está super popularizado dentro de los tintes
naturales y es súper tóxico. Esa es la diferencia grande entre conceptos. La dificultad está en
ser exactos con los conceptos.

¿Cómo almacenas u organizas todo ese conocimiento?

Tengo unas libretas indecentes. Si bien tengo todo sistematizado para los cursos y talleres,
mis apuntes personales siempre son un caos. Eso es difícil y ha sido uno de los desafíos más
grandes que he tenido en el tiempo: ordenarme y ser disciplinada.
¿Cuál es el futuro de Pigmentalab?

Siempre estoy con esa pregunta. He pasado varios años haciendo muchas clases en vivo, lo
que para avanzar en pigmenta me ha traído algunos inconvenientes porque me toma mucho
tiempo. Entonces, estoy grabando todas las clases para tener un formato asincrónico. Así
puedo dedicarme, por un lado, a la elaboración de material y sobre todo inclinarme hacia la
investigación para la educación artística.

De esta manera, a ensayo y error, y con su estilo obsesivo, riguroso y algo caótico, Natalia ha
construido su propia forma de apreciar la creación artística. Una que no concibe la creación
sin el compartir o transmitir conocimiento, con conciencia medioambiental, y que no depende
del acceso material sino de la conciencia de los elementos que se tiene alrededor y del legado
de quienes encontraron la forma de extraer de estos un elemento primordial: el color.

Destacados:

“Estudiando en un diplomado de ilustración me di cuenta de que mis compañeros tenían


materiales bacanes que yo no tenía. Ahí empecé a investigar qué hacía que una pintura
fuese de alta calidad y de dónde los sacaban antes, cuando no existían los pigmentos
modernos”.

“Trabajo la autonomía creativa, que tiene que ver con fomentar el trabajar libremente, que
puedas hacerlo hoy con la planta de tu jardín, que no dependa de tu situación
socioeconómica el acceder a materiales no tóxicos y de alta calidad”.

You might also like