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Escuela Superior de Diplomacia y Relaciones Internacionales

Licenciatura en Diplomacia y Relaciones Internacionales

Tema III. Transición de la


vieja a la nueva diplomacia
Ana Isabel Pérez Revolorio - Carné 21005361
Selbin Andrés García España - Carné 21005253
Gabriela Michelle Alvarado Castro - Carné 18007004
Jose Alfredo Contreras Mis - Carné 11003974
Gloria Irene Navarro Orozco - Carné 21005249
Jaqueline Paola Lima Marroquin - Carné 21003167
Catedrático: Dr. Cesar Augusto Mendez Pinelo
Curso: Diplomacia
Sección: AN
Guatemala, mayo de 2023
I La diferencia entre la vieja y la nueva diplomacia ha sido un tema de
debate. Jules Cambon argumenta que los cambios en la diplomacia
son principalmente externos y graduales, reflejando los cambios en
los sistemas de gobierno a lo largo de la historia. La diplomacia es
una institución relativamente reciente en comparación con formas
de vida político-sociales más antiguas. La profesionalización de la
diplomacia se produjo con la sustitución de embajadores por
secretarios durante la Revolución Francesa.

La diplomacia y el sistema de Estados se condicionan mutuamente,


y la existencia del diplomático puro está ligada a la del Estado puro.
Sin embargo, la facilidad y rapidez de las comunicaciones han
tenido un impacto trascendental en la diplomacia. Antes de la
Primera Guerra Mundial, la política exterior era considerada
esotérica y de interés exclusivo de los gobiernos. Sin embargo, la
guerra demostró que la política exterior afecta a toda la sociedad.
A partir de entonces, se buscó introducir métodos de
control y transparencia en la política exterior,
promoviendo la publicidad, el debate y el control de
la opinión pública. Se enfatizó la eliminación de la
diplomacia secreta y se fomentó la transparencia en
los acuerdos internacionales. En la década de 1930,
los puestos importantes en los Ministerios de Asuntos
Exteriores estaban ocupados por diplomáticos
profesionales formados en instituciones
especializadas.

La diferencia entre la vieja y la nueva diplomacia ha


evolucionado con el tiempo, con un mayor enfoque en
la transparencia y la participación pública en la
política exterior. A pesar de estos cambios, la
diplomacia sigue siendo fundamental para las
relaciones internacionales y la resolución de
conflictos entre Estados.
La diplomacia ha experimentado cambios significativos en
II comparación con finales del siglo XIX. Se ha vuelto más
personal, secreta y oculta. Curiosamente, la antigua diplomacia
que llegó a su fin en 1918 parece ser más dinámica y positiva
que la nueva. Estos cambios no se deben tanto a una alteración
de las normas éticas, sino a un desplazamiento del centro de
poder.

En el pasado, la diplomacia y la política se entremezclaban


cuando líderes como Catalina II y Federico el Grande asumían
personalmente la dirección de la política exterior y las
decisiones de guerra o paz. Durante esa época, los diplomáticos
solían sobornar generosamente a los funcionarios de la corte y
se enredaban en disputas interminables sobre cuestiones de
jerarquía y calidad. Además, llegaban incluso a robar
documentos oficiales y utilizar cualquier medio a su disposición
para lograr sus objetivos.
Un ejemplo ilustrativo de esta diplomacia personal se observa en la
misión de Sir James Harris en San Petersburgo en 1779. Harris era
considerado uno de los diplomáticos más hábiles del siglo XVIII. Su
misión consistía en persuadir a la emperatriz Catalina de aliarse con
Gran Bretaña, y lo hizo acercándose a ella y haciendo que ella
coqueteara con la idea, al igual que con el propio embajador. Incluso
sugirió que la emperatriz llevara a cabo una demostración naval contra
Francia y España.

Este tipo de diplomacia personal resultaba emocionante,


pero Harris regresó a Londres sin lograr su objetivo y con una
pérdida de veinte mil libras en el proceso.
III
La diplomacia monárquica, representada por casos como el
de James Harris, conde de Malmesbury, muestra su peor
aspecto. Aunque Harris se esforzó por establecer relaciones
personales con emperatrices y emperadores, al final no logró
mucho y sufrió pérdidas económicas. A pesar de esto, la
antigua diplomacia exigía que los embajadores trataran con
personalidades extranjeras incluso si les resultaban
desagradables.

Con la llegada de la monarquía constitucional, la diplomacia


basada en relaciones personales comenzó a desvanecerse.
Sin embargo, durante el siglo XIX, aún se creía que la
diplomacia estaba ligada a la persona del monarca reinante.
Aunque algunos monarcas tenían un papel activo en la
política exterior, sus caprichos y emociones no debían
determinarla por completo.
La reina Victoria, por ejemplo, ejercía una influencia significativa a través de su
red de correspondencia con otras familias reinantes. Estas relaciones
familiares y personales entre las casas reinantes de Europa a menudo tenían un
impacto en la política exterior. A través de estas relaciones, se podía expresar
opiniones de manera más suave y eficaz que a través de la correspondencia
oficial o los contactos entre gobiernos.

La diplomacia monárquica del pasado se basaba en relaciones personales con


monarcas y emperadores, a pesar de las dificultades y los resultados limitados.
Con el advenimiento de la monarquía constitucional, se comenzó a valorar más
la diplomacia basada en los intereses nacionales y en las relaciones entre
Estados.
IV
En el siglo XIX, se produjo un cambio en la diplomacia donde la influencia
monárquica disminuyó y el poder se trasladó del ámbito de la corte al gabinete.
Para lograr resultados efectivos, los negociadores diplomáticos debían
representar la autoridad soberana real de su país, no solo en teoría. Los fracasos
diplomáticos a menudo ocurrieron debido a la falta de representatividad de los
negociadores, especialmente cuando los cambios de gobierno generaban
desconfianza entre las partes. Ejemplos de esta representación incompleta son el
Tratado de Björkoe y la posición del presidente Wilson en la Conferencia de Paz
de París.

La diplomacia requiere la confianza y el respaldo del poder soberano para ser


eficaz y es sensible a los cambios en la personificación de la soberanía. La vieja
diplomacia dependía de la autoridad soberana de la que obtenía su legitimidad y
no existía de manera independiente. La transición hacia la nueva diplomacia fue
influenciada por tres factores principales: un sentido creciente de comunidad
entre las naciones, una mayor importancia otorgada a la opinión pública y los
avances rápidos en las comunicaciones. Estos factores moldearon las
democracias modernas y tuvieron un impacto significativo en la forma en que se
llevaban a cabo las negociaciones internacionales.
V
Durante el siglo XIX, las antiguas teorías de la diplomacia se manifestaron de formas que no
implicaron un cambio de corazón por parte de los diplomáticos, sino de los sistemas políticos que
representaban. Se plantea que describir la transición entre la "vieja" y la "nueva" diplomacia
requeriría una exposición completa de las tendencias democráticas de los últimos cien años, lo cual
está fuera del alcance de esta monografía. Sin embargo, se identifican tres factores especiales que
tuvieron un efecto específico en los métodos y la teoría de la negociación internacional: el sentido
creciente de comunidad entre las naciones, la creciente importancia de la opinión pública y el
rápido progreso de las comunicaciones. Estos tres factores fueron influencias significativas que
moldearon las modernas democracias.

Se destaca que, durante el siglo XIX, el manejo y a veces la manipulación consciente de la opinión
pública se convirtió en un factor creciente en la transición entre la antigua y la nueva diplomacia.
Además, se menciona que el progreso en las comunicaciones, como la máquina de vapor, el
telégrafo, el aeroplano y el teléfono, ha tenido un gran impacto en las prácticas diplomáticas.
Anteriormente, en los siglos pasados, los embajadores recibían instrucciones escritas que
delineaban los objetivos principales y las líneas generales que debían seguir.
La teoría diplomática en los Estados democráticos ha evolucionado de los derechos nacionales exclusivos a
los intereses internacionales comunes. Este cambio se ha visto impulsado por la necesidad de enfrentar un
peligro exterior compartido. A lo largo del siglo XIX, surgieron conceptos como "el sistema general de
Europa" y "el concierto europeo", que promovían la idea de una comunidad de naciones. Sin embargo,
estas ideas también fueron influenciadas por alianzas de potencias victoriosas y pactos antagónicos.
A lo largo de las etapas, la diplomacia ha ido cambiando, siempre se querrá que la
política exterior de gran potencia este siempre en manos de profesionales con gran
VI
conocimiento. Se refieren a que el diplomático es presa fácil de la vanidad y con esto se
enfoca en buscar el éxito de una forma rápida sin mirar las consecuencias, son celosos, y
tienen ideas luminosas. A lo largo de la carrera, adquiere escepticismo humano y
tolerante que es parte de la carrera y poco a poco va aumentando.

El diplomático es presa fácil de la vanidad y con esto se enfoca en buscar el éxito de una
forma rápida sin mirar las consecuencias, son celosos, y tienen ideas luminosas. A lo
largo de la carrera, adquiere escepticismo humano y tolerante que es parte de la carrera
y poco a poco va aumentando.
Los servicios diplomáticos de varios países manifiestan solidaridad y establecen normas
que todos deben de seguir y respetar.

Una de las ventajas de la diplomacia profesional del sistema antiguo que mantenían una
estimación colectica del carácter. Algunos de los antiguos diplomáticos que no eran de
fiar eran Bulow, Aerenthal e Iswolsky y si se podía confiar en Bethmann-Hollweg, los de
Cambon y Stolypin.
Conclusiones
Se llegó a la conclusión que los cambios en la diplomacia son principalmente
externos y graduales, reflejando los cambios en los sistemas de gobierno a lo
largo de la historia. La primera Guerra Mundial demostró que la política exterior
afecta a toda la sociedad, por esto se buscó introducir métodos de control y
transparencia en la política exterior, promoviendo la publicidad, el debate y el
control de la opinión pública. Con el advenimiento de la monarquía
constitucional, se comenzó a valorar más la diplomacia basada en los intereses
nacionales y en las relaciones entre Estados. La diplomacia requiere la confianza
y el respaldo del poder soberano para ser eficaz y es sensible a los cambios en la
personificación de la soberanía. Y en la diplomacia no se le juzga al hombre por
su brillantez si no por su rectitud.
¡GRACIAS POR SU
ATENCIÓN!

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