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Ensayo Acerca La Resurreccion
Ensayo Acerca La Resurreccion
ESCATOLOGIA
SEGUNDO SEMESTRE
ANTIGUO TESTAMENTO
Por afirmación: escritores del Antiguo Testamento que tenían la certeza por revelación
de que este acontecimiento sucedería. “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se
levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a
Dios”
(Job 19:25-26).
“En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu
semejanza” (Salmos 17:15).
Por profecía: En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está del lado
de los hijos de tu pueblo. Será tiempo de angustia, como nunca fue desde que existen
las naciones hasta entonces. Pero en aquel tiempo tu pueblo será librado, todos
aquellos que se encuentren inscritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el
polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y
eterno horror. (Daniel 12:1-2)
Por tipología: Génesis 22:5, “Entonces Abraham dijo a sus siervos: —Esperad aquí con
el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a vosotros.”
Dios mandó a Abraham a sacrificar a su hijo Isaac, pero él creía firmemente en la
promesa que tenía y que Dios podia devolverle a su hijo de la muerte, por eso dijo a
sus criados: “volveremos a vosotros”. La carta a los Hebreos confirma este
pensamiento; (Hebreos 11:17-19).
Por ejemplo: hay muchas historias del Antiguo Testamento donde el poder de Dios
levantó de los muertos a varias personas, a saber:
Elías resucita al hijo de la viuda - (1 Reyes 17:17-23)
Eliseo resucita al hijo de la sunamita – (2 Reyes 4:18-36)
Los restos de Eliseo en un sepulcro resucitaron a un hombre moabita (2 Reyes
13:20-21)
NUEVO TESTAMENTO
Por profecía: No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están
en los sepulcros oirán su voz, y saldrán los que hicieron lo bueno a resurrección de
vida, y los que hicieron lo malo a resurrección de juicio.” (Juan. 5: 28-29)
Por ejemplo: el Nuevo Testamento también presenta varios ejemplos de personas que
fueron levantadas de los muertos, pero éstas volvieron a morir, y experimentarán la
resurrección final, así como otras , mas ellas fueron ejemplos previos de la
recurrección final.
LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO
Juan 12:32 “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todo el mundo hacia mí."
Apocalipsis 1:17-18 “No temas, yo soy el primero, y el postrero; y el que vivo, y he sido
muerto, y, he aquí, vivo por siglos de siglos, Amén; y tengo las llaves del infierno, y de
la muerte."
Los hechos relacionados a la resurrección de Jesús son relatados por los cuatro
escritores del Evangelio, y parte también en los Hechos de los Apóstoles.
Puede decirse que todos los evangelistas narran la misma serie de hechos pero con
ciertas diferencias de puntos de vista, desarrollo y detalle cada vez. De lo cual resulta
una historia más completa que la que se encuentra en cada relato si lo analizamos
individualmente.
Pues bien, cuando se repasan los hechos referidos a la resurrección de Jesús en los
cuatro relatos evangélicos, se comprueba sin dificultad lo siguiente: ni la tumba vacía,
ni el testimonio de las primeras mujeres que visitaron su tumba, ni el testimonio de los
apóstoles a Tomás, ni aún la presencia física de Jesús frente a los discípulos y
apóstoles, bastaron por sí mismos para que reconocieran que verdaderamente había
resucitado. En todos los casos, fue necesaria una intervención divina para que
aceptaran dicha verdad; es decir que Jesús había resucitado de la muerte y estaba otra
vez en el mundo con ellos. Así, el Evangelio muestra con claridad que, si bien la
resurrección del Señor se manifestó de modo concreto en la historia, a priori su verdad
está velada a los ojos del mundo.
Al tomar Cristo nuestro cuerpo humano (la “semejanza de carne de pecado”),
“condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3). Cristo por su encarnación, muerte y
resurrección
redimió a la persona completa que está en Cristo, dándole la esperanza de una
resurrección corporal que ocurrirá en el rapto de la iglesia. “Porque por cuanto la
muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.
Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su debido orden: Cristo, la primicia; luego los que son de Cristo, en
su venida”
(I Corintios 15:21–23).
Allí vemos que no es la tumba vacía la que indica que Jesús resucitó sino una
intervención divina: primero el ángel y luego el propio Señor. Y es esa intervención
sobrenatural la que le otorga al hecho empírico de la tumba vacía su verdadero
sentido.
Y cuando las mujeres fueron a contarlo a los otros discípulos, éstos no les creyeron. Y
luego tampoco creyeron a los discípulos que habían visto a Jesús en un camino.
Finalmente, Jesús mismo se reveló ante ellos (Marcos 16:11-14) y los reprendió:
“estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón,
porque no habían creído a los que le habían visto resucitado”.
Ahí Jesús les reprocha que no hubieran creído en el testimonio de los discípulos que lo
habían visto: a María Magdalena (Marcos 16:9-11) y a los del camino (Marcos 16:12-
13). Es decir, no habían creído en el testimonio de personas cercanas, pues todos eran
discípulos de Jesús, y cuyo testimonio era directo. Por otra parte, El apóstol Juan
cuenta (Juan 20:25) que Tomás tampoco creyó en el testimonio de los apóstoles que
habían visto a Jesús resucitado. De modo que, en distintas ocasiones, el testimonio de
los hermanos de fe no bastó para que los demás reconocieran la verdad de la
resurrección.
Pero la dificultad para captar la verdad de la resurrección va todavía más lejos, pues
incluso quienes vieron a Jesús no pudieron reconocerlo: Lucas cuenta (Lucas 24:15-16)
que camino a Emaús unos discípulos iban conversando entre sí, cuando: “sucedió que
mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.
Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen”. Esos discípulos
caminaban junto a Jesús y hablaban con Él, pero no lo reconocían. ¿Cómo entender
eso? Lucas mismo lo aclara a continuación:
Reparemos en la expresión del evangelista: sus ojos estaban velados para que no le
conociesen. Es decir, sus ojos estaban bajo control, sometidos, impedidos para que no
reconocieran a Jesús. Lo cual indica con claridad que la imposibilidad de reconocerlo
no dependía de factores meramente humanos y mundanos, como cuando alguien no
ve bien porque es miope o está distraído o falta luz en el ambiente.
Y fue sólo después, cuando esos discípulos invitaron a Jesús a comer con ellos, que el
Señor se reveló (Lucas 24:30-32): “Y aconteció que estando sentado con ellos a la
mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los
ojos, y le reconocieron”.
Una lectura superficial de ese pasaje podría sugerir que cuando Jesús partió el pan lo
reconocieron porque recordaron su cena con Él antes de la crucifixión. Sin embargo,
otra vez reparemos en la expresión de Lucas y veremos que se trata de algo más que
de un proceso psicológico ordinario como es un recuerdo: les fueron abiertos los ojos.
Sugestivamente se trata de la misma expresión que utiliza el Génesis 3:7, referida a
Adán y Eva cuando comieron del Árbol del Conocimiento. Comentar esa
correspondencia entre el Génesis y Lucas nos llevaría demasiado lejos, pero digamos al
menos lo siguiente: en ambos casos la apertura de ojos alude al cambio producido por
un nuevo conocimiento. Pero mientras que en Adán y Eva ese conocimiento implicó la
pérdida de la inocencia originaria y la aparición de la vergüenza, en los discípulos de
Jesús implicó la liberación de la oscuridad que les impedía reconocerlo como Hijo de
Dios resucitado.
En el capítulo 1 de Efesios (Efesios 1:15-23), Pablo había estado orando por sus
lectores para que Dios les diera "espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de Él" para que de esta forma pudieran llegar a entender las riquezas de
la herencia que les esperaba en el cielo, y también "la supereminente grandeza de su
poder" que estaba a su disposición, y de la que Dios había hecho una demostración
histórica al levantar a su Hijo de entre los muertos y exaltarlo "sobre todo principado y
autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este
siglo, sino también en el venidero".
Cuando llegamos al capítulo 2, vamos a encontrar que este triunfo glorioso que Cristo
experimentó sobre la muerte, es compartido con todos aquellos que creen en Él: "Y él
os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados..."
En los tres primeros capítulos de Romanos, Pablo desarrolla el mismo argumento para
concluir que tanto los paganos, como los judíos y finalmente toda la humanidad somos
culpables ante Dios por nuestros pecados.
Por supuesto, muchas personas discuten este diagnóstico que Dios ha dejado escrito
en su la Palabra: algunos estarían dispuestos a admitir que hay algunas áreas de sus
vidas que necesitan de ciertos cambios, pero de ninguna manera aceptarían un
diagnóstico que los coloca como "muertos", sin posibilidad de recuperación. No se ven
tan mal a sí mismos.
Otros siguen imaginando que el hombre tiene buen corazón y que en tal caso hay que
hacer algo para que brote y se manifieste. Sugieren que con mejores leyes sociales,
mayor bienestar y educación el ser humano puede llegar a conseguir una sociedad
justa.
Por otro lado, cuando miramos a nuestro alrededor, el diagnóstico de Pablo no parece
coincidir con la realidad que nos rodea. Por ejemplo, nos resulta difícil pensar que un
intelectual ateo con una mente despierta esté muerto, o un ágil futbolista o una
estrella del cine con una personalidad arrolladora estén igualmente muertos. Pero la
esfera más importante del ser humano y a la que Dios se refiere en su diagnóstico, no
es el cuerpo, ni la mente, ni la personalidad, sino su espíritu. Y aquí tenemos que
recordar una vez más las palabras del profeta Isaías:
(Isaías 59:2) "Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír."
Por esto es que la primera resurrección que debe ocurrir en el ser humano es la
resurrección espiritual, en la que se reconoce la condición de pecado y se acepta la
provisión dada por Dios para la redención de nuestros pecados, y así poder resucitar
en nuestro espíritu.
La resurrección de Cristo trae consigo la resurrección de todos los que creen en Él.
(Juan 11:25) "Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque
esté muerto, vivirá"
(Efesios 2:4-6) "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar
en los lugares celestiales con Cristo Jesús."
Y aquí tenemos que aclarar algo muy importante. Antes de la resurrección de Cristo,
todo lo que hubo fue "resucitaciones", es decir, restauraciones de los cuerpos a su
estado anterior. En las tres ocasiones en las que el Señor volvió a la vida a ciertas
personas (la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín, y Lázaro), todos estos casos no
deben tomarse como "resurrecciones", sino como "resucitaciones". Todas estas
personas volvieron a la misma vida que habían dejado cuando murieron. Pero la
resurrección de Cristo trajo un nuevo "prototipo".
(Romanos 4:25) "El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación." Aquí hay un detalle importante que debemos considerar. Cristo
tenía poder para resucitar por sí mismo:
(Juan 10:17-18) "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a
tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para
ponerla, y tengo poder para volverla a tomar..." Sin embargo, fue el Padre quien le
resucitó de los muertos:
(Romanos 6:4) "... Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre"
Jesús dijo que Él nos enviaría el Espíritu Santo una vez que hubiera subido al Padre.
Como quedó claro más tarde, el Señor se refería a su ascensión después de la
resurrección. Por lo tanto, si Cristo no hubiera resucitado, tampoco habría ascendido al
Padre, ni enviado al Espíritu Santo. La misión que en este tiempo cumple el Espíritu
Santo es doble, tal como explicó el Señor. En relación a los creyentes, el Espíritu Santo
vino a ocupar su lugar en los corazones de los suyos, dándoles consuelo, enseñándoles
y guiándoles a dar testimonio de él.
(Juan 14:16) "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre"
(Juan 15:26) "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí."
Pero el Espíritu Santo también tendría un ministerio especial en relación con el mundo:
primeramente convenciéndole del terrible pecado que habían cometido al crucificar a
Jesús. En segundo lugar, mostrando que la justicia de Dios había quedado satisfecha
por medio del sacrificio de Cristo, razón por la cual el Padre lo resucitó de los muertos
para que volviera con él a la gloria. Y en tercer lugar, convencerá al mundo de que en
base a esa Obra, Satanás ha perdido todo su poder sobre el pecador que cree en
Cristo.
Es evidente que la resurrección de Cristo supuso que la muerte fuera vencida. Esta es
quizá la consecuencia más importante que nosotros consideramos, pero no es la única.
No debemos olvidar que la entrada del pecado en el mundo no sólo afectó al hombre,
sino que toda la creación se vio afectada.
(Génesis 3:17-19) "Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y
comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra
por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te
producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan
hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo
volverás."
Por esta razón, cuando Cristo regrese, no sólo levantará a los muertos, sino que
regenerará el universo: (Romanos 8:20-23) "Porque la creación fue sujetada a vanidad,
no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque
también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una
está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros
mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de
nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo."
(2 Pedro 3:13) "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra
nueva, en los cuales mora la justicia."
Los griegos pensaban que el cuerpo era un impedimento para la verdadera vida, y
esperaban el momento en que el alma fuera librada de su prisión. Concebían la vida
después de la muerte en función de la inmortalidad del alma, pero rechazaban
firmemente toda idea de resurrección corporal. Recordemos la burla que hicieron de la
predicación de Pablo:
Los fariseos por el contrario, estaban firmemente persuadidos del valor del cuerpo, y
esperaban una resurrección corporal, aunque creían que ésta sería exactamente con el
mismo cuerpo.
Aunque hemos dicho que el nuevo cuerpo de resurrección será diferente del actual,
también es cierto que habrá cierta continuidad con el presente. Este cuerpo será
similar al cuerpo glorificado del Señor Jesucristo después de su resurrección. En su
caso, Él podía presentarse delante de los discípulos y ser reconocido por ellos: (Lucas
24:39-40) "Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un
espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró
las manos y los pies". Pero también es cierto que su cuerpo era diferente, como lo
demuestra el hecho de que pudiera entrar en una habitación con todas las puertas y
ventanas cerradas (Juan 20:19), o que pudiera ascender al cielo como lo hizo (Hechos
1:9-10).
(1 Corintios 15:35-44) "Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué
cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que
siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de
otro grano; pero Dios le da el cuerpo como Él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo.
No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne
la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y
cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales.
Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues
una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los
muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en
deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se
siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo
espiritual."
Por supuesto, todos los que no creen en Cristo ya han sido condenados (Juan 3:18), pero en
la culminación de su justicia, Dios llevará un juicio formal, con preguntas y testimonios de los
testigos, con la presentación de una diversidad de documentos y pruebas auténticas, para
que ellos vean claramente que realmente son culpables, sin poder quejarse luego de haber
sido juzgados injustamente, o bien por haber sido castigados sin ser juzgados.
CONCLUSIÓN
Cada vez que Jesús anunció sus sufrimientos y muerte, siempre añadía la profecía: "Y
resucitará al tercer día" (Mateo 16:21).
Si Cristo no hubiera resucitado tal como había anunciado tantas veces, entonces también
deberían ser puestas en tela de juicio todas las demás afirmaciones que hizo.
De hecho, tendríamos que admitir que la decisión del tribunal judío que le juzgó por
blasfemia cuando dijo que era el Hijo de Dios, tenía toda la razón al condenarle.
Gracias a su resurrección hoy tenemos una firme esperanza de una vida gloriosa y eterna
junto al Padre Celestial, junto a Aquel que se entregó a sí mismo por nosotros.
La verdad de la resurrección es muy cuestionada por muchos, increíble para otros y recibida
por muy pocos, pero es una realidad tal y como todos los acontecimientos y profecías
bíblicas.
Habrá una boda de la que no podemos perdernos y en la que no seremos invitados sino
participes activos al lado de nuestro esposo, pero también habrá un juicio y un castigo
eterno en la que muchos se arrepentirán de haber rechazado, blasfemado, desobedecido o
simplemente pisoteado el sacrificio único y valioso del Señor Jesús.
APLICACIÓN
Hoy por hoy, viendo los acontecimientos de nuestro diario vivir, podemos entender
que nuestra redención esta más cerca que cuando creímos, ese día glorioso en que
bien sea seamos levantados de entre los muertos o arrebatados vivos para
encontrarnos con el Señor en las nubes, se acerca cada vez más a pasos agigantados.
Lo que por muchos años hemos predicado, ya casi llega a la culminación.
Es por esto, que día a día es necesario estar con nuestra lámpara encendida, con la
pasión por su presencia avivada, y el anhelo ferviente de Su retorno por nosotros.
Soltar el pecado, la desobediencia, y permitir que el precioso Espíritu Santo nos siga
transformando en esa imagen, a esa estatura del varón perfecto.
Y lo más urgente es seguir pronunciando en alta voz acerca del arrepentimiento por
que el reino de los cielos aún está cercano, pero que muy pronto partirá de esta tierra
y comenzarán los juicios los cuales nunca jamás fueron vistos y que nadie podrá
escapar de ellos, si en esta temporada no aceptan la provisión de Dios para sus vidas,
Jesucristo.
BIBLIOGRAFIA