You are on page 1of 192
a a 4 : a : STEUER EL EL contenido de ost tro no po sin et previo permiso escrito del editor, Tedos las derechos reservads. Cotecelin: Brogratis y Momerias ‘© Susanna Teves, 205 © Ediciones Teros de Hey S.-H. 2005 Paseo de Recoats, 426001 Magra ‘wovtemasdehoyes Primera adieibs febrero da 2008 SBN: 8-8480-410-1 Dept egal: M, 904-2005, compuesto on JA, Giceo Eto, SL Improee y encuadernado en Artes Gries Huertas, SA printed in Spain-Impreso en Espana INDICE INTRODUCCION CAPITULO | CAPITULO II. 6 PRIMERA PARTE LA JUVENTUD DE FEDERICA MONTSENY, UNA «VESTAL DEL ANARQUISMO», 1905-1930 Antecedentes librepensadores y antiautoritarios de una familia militante ‘Teresa Maiié, una librepensadora antiautoricaria y edespabilada». Los inicios militantes de Joan Moneseny, un tonelero internacionalista y maestro laico. La «propaganda por el hecho» y el aproceso de Montjuic». Al regreso de la deportacién: La Revista Blanca, una «hija de papel». 31 {Feminista o mujer indomable? Las paradojas de una mujer de entreguerras El falansterio familiar» también era un grupo de gfinidad a nadie que pudiera haberla conocido; que logré un equili- brio muy personal entre los aspectos piblices y privados de una vida que estuvo marcada por el contraste respecto a los modelos tradicionales que eran los que predominaban entre las mujeres de su generacién,Y puede que también, por ultimo, entendamos as{ a una militante que consiguié hacerse respetar, a veces denostar en un movimiento formado, no por san- tos dcratas —como muchos han pretendido—, sino por mujeres y hom- bres corrientes para los que lo mas excepcional fue, mientras la vivian, la coyuntura ala que les tocé hacer frente y, después, en la medida en que ellos mismos la habian mitificado, la responsabilidad histérica asumida, Este es un libro articulado cronolégicamente en tres ctapas sucesivas, correspondientes a los afios 1905-1930, 1931-1936 y, finalmente, 1939- 1994, cada una de ellas identificada mediante otras tantas imagenes —la de «vestal», «titén femenino» y «Marianne revolucionaria-— que en los dos primeros casos se deben a la pluma de Federica y no as{ en el terce- ro, pero cuyo sentido seré explicitado en cada uno de los correspondien- tes apartados del libro, Su desarrollo apela a una normalizacién del cata- én que en algunos apartados se utiliza indistintamente junto al castellano, porque hay palabras que aunque pueden traducirse no consiguen la fuer- za seméntica o descriptiva que tienen en Ja lengua originaria. A nadie que haya visto en directo una bébila —un espacio de tierra rojiza que, presi- dido por una chimenea cuya imagen parece haber antecedido el indus- trialismo, esta ocupado por tejas y ladrillos tendidos al sol antes o des- puts de haber pasado por la correspondiente coccién— puede escaparsele que no es Jo mismo que una alfareria, una ladrillerfa o una tejerfa, las pala- 23 Federica Montseny bras que algunos diccionarios dan como traduccién homologada. Algo semejante ocurre con Hetrafirit, amante de las letras segtin el diccionario Albert, pero que en anarquista més bien ¢s sinénimo de «a pasion por el papel impreso» de todos aquellos que «no sélo escribieron articulos, libros y panfletos, sino que se [pasaron] la vida creando revistas».!” Un. caso semejante de transformacién semintica es el de eixerideta, textual- mente muchacha despabilada, una traduccién que no tiene la misma y sonora picardia que sugiere el término cataln. Ante las variaciones, la opcion ha sido conservar ambas versiones, normalizandolas a fin de man- tener la comunicacién acerca de toda la gama semnintica, Son muchas las deudas que he contraido mientras escribia este libro con colegas, colaboradores y amigos, asi como con personal de bibliote- cas y archivos. Muy activo ha sido el apoyo de Enric Ucelay-Da Cal, con quien he compartido, enel marco de dos proyectos de investigacién ofi- ciales, largas e incisivas conversaciones historiogréficas sobre la necesidad de investigar nuevos aspectos de la historia de los anarquistas espafioles. Ese intercambio se ha teflejado ya en. varios trabajos realizados en cola- boracién y, sin duda, forma parte del entramado interpretativo sobre el ‘que descansa esta biografia, También ha dejado huella en mi trabajo la cola- boracién con Mary Nash. Ella y sus Rojas estén presentes por proximidad temitica y temporal, pero también porque con esta historiadora he com- partido intercambios de opiniones y, en su dia, la elaboracin de nuestro libro Experiencias desiguales (Madrid, 1994). A Jordi Casassas le debo la posibilidad de discutir una parte de los planteamientos de este libro en la ultima reunidn (septiembre de 2004) de la Xarxa Internacional sobre la his- toria intelectual del Mediterrdneo que él dirige. Y a los componentes del GEHCI les debo su apoyo leno de fina ironfa y punzante eritica, Ni que decir tiene que sélo yo soy responsable de este texto y de los errores en que haya podido incurrir: La consulta del material de archivo deTVE se la debo a la eficaz inter- vencién de Antonio Pardo Romero, subdirector de Gestién y Recursos del mencionado ente piblico, y la posibilidad de Ilegar hasta él a mi buen y fraternal amigo Luis Berraquero Gonzilez, quien se mueve en Prado del Rey como si de su propia casa se tratara. A Xavier Casals debo agra- decerle que allané los primeros contactos con la editorial Temas de Hoy Y que fue stya, incluso, Ia idea de hacer el libro. A Albert Palé debo agra- 24 Introduccion decerle la digitalizacién de algunas fotos y portadas de folletos que com- ponen mi archivo y biblioteca. A Gerard Pedret, la ayuda en la bibliogra- fia de y sobre Federica Montseny, asi como el entusiasmo que siempre manifiesta por saber més de los anarquistas. A Francois Godichean, el haberme facilitado el contacto con Placer Marey de Thibou, y a ésta, las entrevistas con anarquistas de la CNTT de'Toulouse. A Rocio Navarro Comas, Gloria Espigado, Laura Vicente, Dolores Ramos, Lourdes Prades, Marta Vila, Montse Edo, Gemma Caballer, Fuensanta Marmolejo, Lidia Martinez, Maribel Giner, Manel Aisa, Carles Sanz, Alonso, José Vicente Marti Bosca, Ignacio Ruiz Alcain, Marfa Dolores Moyano Gonzales, Lau- ra Vicente, Albert Pala, Gerard Pedret y Giovanni Cattini les debo el acce- so a determinadas fuentes o su ayuda desinteresada en la localizacién de documentos que era dificil y complicada. A Ana Rojas y Leonor Vazquez, asi como a Marina Berraquero y Fernando Rueda, y a Laura Manzaneda, que hayan acudido en mi rescate cuando la redaccién del libro se torna- ba agobiante y amenazaba con paralizarme. A Laura Leén que haya cui- dado de su edicién. A todos ellos, gracias, Por dltimo, debo aclarar que, aunque las notas puedan exceder lo acostumbrado en esta coleccién, las he reducido a lo imprescindible. Asi mismo debo cumplir con las obligaciones de la administracién institucio- nal y académica, haciendo constar que este. libro ha sido elaborado en el marco del Proyecto de Investigacién BH 2000-0198 de la Direccién General de Investigacién del Ministerio de Ciencia y Tecnologia. SUSANNA TAVERA Barcelona, septiembre del 2004 PRIMERA PARTE La juventud de Federica Montseny, una «vestal del anarquismo», 1905-1930" * La denominaci6n evestaly se aplica alos aos de juventul de Federica por haber sido sier- pre estas miticas virgenes romanas mujeres jévenes encargadas de mantener el fuego de la dio- sa romana del hoger Vesta, Lo he tomado de «Las vestales del ideabs, un artculo que Federica Montseny dedicé 2 tres mujeres anarquistas, amigas del familia, Era una glosa desenfadada sobre ‘uma de las acostumbrads visitas que Tes hacian a ella y a sus padres y que Federica tomd como pretexto para dedicar una especie de homenaje persoval a Teresa Claramunt y Francisca Sape- as, que habian estado presas en el castillo de Montjuic al mismo tiempo que su padre, y @ una ‘tercera, Cayetana Grid, que era el lazarillo dele primera (feresa Claramunt), porque és enfer- sa ya, casi ciega y semsiparalitca, no podia valerse sola, «La‘Clarannunby era tna obrera text y acivsta marquista que habia participado en muchas lides del internacionalismo espaol, si como nel lanzarnicato de plataformas ferinistas y brepensaoras, en la Barcelona de finales del siglo >a y principios del xx. Francisca Saperas era ka vinda de Marti Borris, un zapatero que se dis- tinguié en el primer asoeiacionismo obrero cataln y en las fila del anarcocomunismo més term prano; se suiidié en 1894, estando en la chrcel por su implicacin en el atentado contra Mart rez. Campos de 1893; sa segundo compaitero, Ascheri, uno de los inculpados y condenades a muerte en el proceso de Montjuic, fue ejecutado el 4 de mayo de 1897, Un dis antes se hablan casado, Ella era, ademis, In madre de ls compafieras de Luis Mas, de Juan Bautista Oller y de Fontanillas, Tos tres destacados miltantesanargaistas. Las vetoes, sacerdottas que en Ja antigua Grecia [sic] mantenian el fuego sogrado de que Veea er eacarnecién diving, renlon osu cargo cudar de que no se apogars la heguerosogrado, que vontinuamente el fuego alumbrase co Tos temples votive.) rea, Francsca,Coyetana! Ahora vijay, rutvasconmoredoas de lo qu fats, pasados virlentes qu represents una époc glorioa, que encornds of ideal en tdo su herfsmo yen tela a pureza: atin sols las vetoes del deal, que alimenedit con roetzo recuerdo vesto femple in _fiegesogrado que prende en otras abas que a ottas lies alunbra y abras, Lo fuses ayer, en vuetra madre prédiga en frtas,taducids en dolor para vores, n gloria y vtalidad para un deal que ba sembrado de hires y meres su rata, Lo sis abore, porque en vuetas pupils ajo bilo sélo a. muerte eatingues, vive y ande atin el figo sarc de rucsiros amoresy de ruses ios, de vuestasansiasy de rusteosenusiasns,y aliments con el fuego de os alas. Lo serdis mafona, porque, conoidaso andainas,olridadas 0 ignored, sempre habrd in pensrien- to que or recuerd, unos of qué o Hore, una v02 queens aot generac a rectdat 9 epe- tity venerar racers nombres Federica Montseny, eLas vestales del ideaby, La Revita Banca, n.° 161, Barcelona 111-1930, 397-399. También, con motivo dela muerte de ea Saperas», «Francisca Sape ras ha muerto», Solidaridad Obra, 29-VII-1933;y com lade Cayetana Grifé, «loos La iia de las vestalesn, La Revita Blanca, m.” 348, 20-IX-1935, 912. a rujer tink, st! Qué muger ea y cxlebvada: qué mujer, disinguida e intelectual: qué mujer; simplemente, peteneac a la clase y 3 ls ideas que s800, puede conipoacs con eta fi- a equltvada ysonreate, de vida Tumtowsa y ofes serena en la refer —la ends bella ideal de las wjees— ahora? Ninguna [J , que en 1929 le regalaria Diaz del Moral, el notario-historiador de los movi- mientos sociales cordobeses,* Pero, en el paso del siglo x1x al xx, fueron quizas los éxitos alcanzados en las campafias politicas que promovié los que mds presencia le dieron a La Revista Blanca. Primero y como era de esperar arremetieron contra el «proceso de Montjuic» y, una vez liberados en febrero de 1900 los incul- pados que todavia estaban presos, fueron a otras de indole semejante. En efecto, a continuacién vino la peticién de indulto de los condenados por los sucesos de Jerez de 1893, manteniéndoles ocupados ésta por espacio de un aiio, o sea, hasta 1901. Luego, hasta 1905 0 1906, emprendieron la de los presos de la Mano Negra, que, a diferencia de la anterior, contd con oola- boracién extranjera, Mientras tanto, para no perder comba, anduvieron entretenidos con la denuncia de la represién contra los obreros de La Coru- fia (1901) 0 de Alcalé del Valle (1903), Esta sucesién de agresivos posicio- namientos politicos fue causa de numerosas denuncias, suspensiones y pro- blemas de todo tipo a los que habrian de hacer frente Soledad Gustavo y Federico Urales. A pesar de su abierto antisindicalismo, Urales reconoceria siempre haberse implicado directamente en la huelga general de 1901 y, muy especialmente, en la de Barcelona de enero-febrero de 1902, y la cau- sa estaba en la voluntad de no desperdiciar los movimientos insurrecciona- les que pudieran acarrear ambos movimientos. La huelga de 1901 fue, sin embargo, la ocasién en que el gobierno conservador de Silvela, con Sén- chez Guerra en Gobernacién, decidié incrementar la presién sobre las publicaciones obreras y, en particular, sobre las anarquistas. Por ello, se vie~ ron forzados los Montseny a solicitar cada quince dias la correspondiente orden de la Fiscalia, que era quien decidia si el nimero podia distribuirse, Js continuacién, a entregar en Correos «un ejemplar sellado en el Gobier- 59. Federica Montseny no Civilb.*” No acabarlan ahi los problemas: Soledad Gustavo fue explicita- mente conminada a abandonar la direccién y administracién de Tierra y Libertad, la segunda cabecera que Ja pareja editd tambiéa en Madrid en el paso del siglo xix al xx, segtin la muy particular y nada igualitaria inter- pretacin de género de Ia legalidad vigente que ellos ya habfan tenido en cuenta en 1898: «Se [le] dijo por oficio que ella podia ser la propietaria del periddico, pero no su directora, porque, segiin ellos, la ley de imprenta era terminante en tal aspecto: la direocién de un periédico debla estar en manos de un ciudadano en pleno disfrute de sus derechos politicos y civiles y, como la mujer no tenia aoceso en Espafia a tales prerrogativas, ella no podia osten- tar una responsabilidad semejante». ‘Los problemas fueron en definitiva cotidianos y a ellos Jes hicieron fren- te Jos Urales con una simplicidad manifiesta. La organizacién interna era lite- ralmente muy de «estar por casa»: los Urales escriblan la mayor parte de los articulos y Soledad Gustavo, en solitario, hacia alguna que otra traduccién y, del resto, especialmente de la administracién y los envios, asi como de la correspondencia, se encargaba ella, con la ayuda de Carmen, su hermana mayor, y de la hija de ésta, la jovencisima Elisa. Segrin decia Federica, la cola- boracién entre sus padres ya era «intima» y «perfecta» entonces, lo cual no queria sefialar mis que la existencia de una division social del trabajo propa- gandistico que, como era totalmente familia, tenia claras implicaciones de sgénero: Urales iba y venia y, presumiblemente, daba la cara, mientras que Soledad Gustavo se aplicaba en los aspectos mis cotidianos.® De la impresion se encargaba Antonio Marzo, un impresor de la calle Apodaca, que desde el primer dia estuvo dispuesto a aceptar las condiciones que le propuso Joan ‘Montseny y que fueron’las que le asegurarian a Ja Revista un complicado y nada placentero buen pasar: silo adelantaban el coste del papel y pagaban de la impresién de un nimero al entregar el siguiente y, por tanto, cuando la mayor parte del anterior ya estaba vendida.””Y alrededor de ellos, iban y ve- nian anarquistas que, en algunas ocasiones, escribian y, las mas de las veces, colaboraban en los aspectos més prosaicos, pero la lectura de la autobiogra- fia de Urales sugiere que ninguno llegd a quedarse largo tiempo. Como la revista tuvo éxito, pronto le salieron retofios, asegurando éstos la expansién de les actividades propagandisticas: un Suplemento a La Revista Blanca que habfan iniciado en 1899 se transformé en semanario durante 1902 y, en 1903, consiguieron que dejara la periodicidad sema- 60 Antecedentes librepensadores y antiautoritarios de una familia militante nal para salir diariamente, Con Tierta y Libertad, que se llamaba ast desde 1902, habian pretendido seguir los pasos de un «periodiquito» u hoja anarcocomunista que habia aparecido en Gracia (Barcelona) de 1888 a 1889 y que, a su ver, habia tomado el titulo del patrocinado por los cam- pesinos rusos, Sin embargo, fueron tantos los problemas surgidos que Tie- za y Libertad acabé por desestabilizar a La Revista Blanca. Para hacer fren tea las necesidades creadas, arrendaron un local en la calle Malasafia e instalaron alli la redaccién, que para entonces ya compartian con Julio Camba y Antonio Apolo, dos jévenes anarquistas metidos también a perio- distas, y con Fermin Salvochea, el famoso gaditano que procedia de una familia de ricos comerciantes y que tenia tras de si una dilatada biografia activista primero como republicano y luego como anarquista. Salvochea habia salido en 1899 del penal de Burgos, donde habia cumplido una par- ~ te de la condena -——-antes habia estado en el de Valladolid— que se le habia impuesto por su implicacién legal en los sucesos de Jerez de 1893, a pesar de que éstos hubieran coincidido con otro internamiento carcelario suyo. Enfermo y viejo, Salvochea tenia entonces poco de qué vivir —segin se dice, la representacién de un negocio gaditano— y los Urales, o mejor Soledad Gustavo, en solitario, se sinticron tan responsables de su situa- cién que lo acogieron a su sobremesa todas las noches abriéndole asimis- + mo las paginas del periddico Tierra y Libertad.” En efecto, en 1903 tenfan que hacer frente los Urales a La Revista Blan- ca'y a su nuevo

You might also like