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Mateo 26:6-7
Mientras tanto, Jesús se encontraba en Betania, en la casa de Simón, un hombre que
había tenido lepra. Mientras comía, entró una mujer con un hermoso frasco de
alabastro que contenía un perfume costoso, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
Juan 12:1-3
Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la
casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado. Prepararon una cena en honor de
Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él. Entonces María tomó un
frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió
los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del
perfume.
Marcos 14:4-9
Algunos que estaban a la mesa se indignaron. «¿Por qué desperdiciar un perfume tan
costoso? —preguntaron—. ¡Podría haberse vendido por el salario de un año y el dinero
dado a los pobres!». Así que la regañaron severamente. Pero Jesús respondió: «Déjenla en
paz. ¿Por qué la critican por hacer algo tan bueno conmigo? Siempre habrá pobres entre
ustedes, y pueden ayudarlos cuando quieran, pero a mí no siempre me tendrán. Ella hizo lo
que pudo y ungió mi cuerpo en preparación para el entierro. Les digo la verdad, en
cualquier lugar del mundo donde se predique la Buena Noticia, se recordará y se
hablará de lo que hizo esta mujer».
Segunda referencia
Juan 11:1-6
Un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Vivía en Betania con sus hermanas María y
Marta. María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los
pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo. Así que las
dos hermanas le enviaron un mensaje a Jesús que decía: «Señor, tu querido amigo (el
que amas) está muy enfermo».
Cuando Jesús oyó la noticia, dijo: «La enfermedad de Lázaro no acabará en muerte. Al
contrario, sucedió para la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios reciba gloria como
resultado». Aunque Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro, se quedó donde estaba
dos días más.