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XIII cla matiologia es punto de convergencia o de divergencia para la unién? Revpmo, P. Cantos Batic, OFM. Presidente de la Pontificia Academia Mariana Internacional de Roma y Consultor del Santo Oficio Pio XII, el inmortal Pontifice mariano y Papa de la Asuncién, en el exordio de la constitucién apostélica Munificentissimus Deus, observando, desde lo alto de su Catedra con ojos iluminados por la fe, el camino de la humanidad hacia Dios, hacia esta constatacién : «Nos es de grande consuelo ver que, mientras la fe catélica se manifiesta pu- blicamente mas activa, se enciende cada dia mas la devocién hacia la Virgen, Madre de Dios, y, casi por doquiera, es estimulo y auspicio de una vida mejor y ms santa. Por lo cual, mientras la Santisima Virgen desempefia amorosamente el oficio de madre hacia los redimidos por la sangre de Cristo, la mente y el corazén de los hijos son estimulados con mayor empefio a una més amorosa contemplacién de sus privilegios” *. La misma mirada, iluminada por la fe, nos hace descubrir una admirable y singular coincidencia entre esta caracteristica de la época moderna, por esto definida época mariana, hora de Maria, y el movimiento ecuménico (otro grande acontecimiento de nuestros tiempos), no solamente entre los hermanos separa- dos cristianos, donde esta el fermento y el esfuerzo por la basqueda de la unidad querida por Cristo, mas también entre catolicos, donde algunas veces Iega a ser impaciencia el salir al encuentro del moverse incierto de los hermanos. En este movimiento se incluye el anuncio del pasado 25 de enero: la cele- bracién del Concilio Ecuménico. Sin embargo, debemos admitir que, no solamente los hermanos separados, mas también algunos catélicos, ven e indican en el grande hecho que Pio XII presentaba cual signo caracteristico de nuestros tiempos: la devocién a Maria, uno de los mayores obstaculos para la union. Asi Danielou, conocido tedlogo jesuita, juzga «la devocién a Maria y el dogma de la mediacién de Maria, tan caros al corazén catélico>, una de las mas mani- fiestas y reveladoras oposiciones entre la Iglesia catélica y los protestantes *. 1 Pio XIL, cons, apost. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950, en AAS 42 (1950) 753-754. 2 Dantetou J., Témaignage catholique, en ¢Prote sme Frangaiss, por M. Borcxen, A. SiecrRiED (coll, Présences), Paris 1945, 439-440: «La dévotion a la Trés Sainte Vierge et le dogme de la médiation de Marie, si chers au coenr catholique, me paraissent cou- testés par les protestants —ct il n'est aucun aspect du christianisme anxquels ils oposent plus de rétieenee —en vertu d'une erreur ce dogme leur parait pro- céder d'une sorte Widolitrie par laquelle on attribuerait A une eréatnre ce qui n'est dd qu’h Dieu... Je pense que 1& nous sommes vraiment au cocur du .probléme— et que crest le point oi I'ésprit protestant et lésprit catholique s'opposent le plus...» Pierre Maury, que en el mismo volumen, en la parte quinta del titulo ¢Protestantisme et — 233 — No se puede ignorar cémo algunas veces los grandes convertidos hayan en- contrado un obstaculo y sentido una resistencia en el camino del retorno a la Iglesia catélica, precisamente por causa de sus prejuicios sobre la Santisima Virgen. Significativa en tal sentido es la confesién del Cardenal Newman, el cual en la autobiografia, hablando de su conversién, escribe: «El principal pre- juicio contra Roma, a mis ojos, consistia en los honores que ésta rendia a la Virgen y a los santos»; y aiiade: ¢Ciertas devociones, ciertas manifestaciones en honor de la Santisima Virgen han sido mi grande cruz en cuanto concierne al catolicismos *. La prospectiva, apenas esbozada, de la situacién respecto al problema, es suficiente para comprender y presentar la dificultad y la importancia del tema, que me ha sido designado por los organizadores de esta XII Semana: ¢La Ma- riologia y la devocién a Maria, punto de convergencia o piedra de escdndalo para ta unin de los cristianos? El tema envuelve uno de los problemas mas candentes y actuales. Para poder desarrollarlo de un modo mejor, en primer lugar expondré algunas reflexiones sobre el método a seguir en el investigar y favorecer el movimiento ecuménico; a continuacién pasaré a tratar directamente el tema bajo el aspecto doctrinal, presentando la verdad catdlica, respecto a los misterios y al culto de la Santisima Virgen, en cuanto nos separa y en cuanto nos une; finalmente probaré cémo en la devocién mariana se encuentra la condicién sine qua non para Megara la union descada. —EL METODO DEL IRENISMO Ain hacia eco en los 4nimos el grito de esperanza, lanzado al mundo cris- tiano por Pio IX en ocasién de la proclamacién de la Inmaculada Concepcion *, cuando el grande Papa Leén XIII comenzaba a promover con particular accion la cuestién de la unién de las Iglesias cristianas con la Iglesia catélica. Un viento de euforia nueva recorria la Iglesia catdlica y sobre todo entre los catélicos eslavos reiné un grande optimismo. El Padre Dominico Vannutelli, enviado por la Santa Sede a Rusia, escribe que Ja cuestién de la unidn esté madura. En el mes de mayo del 1893 se celebrd en Jerusalén el Congreso Eucaristico, en el cual la liturgia se desarrollé en rito latino y oriental. En octubre del 1894 el Papa invité a los Obispos de las Igle- sias separadas a una conferencia. En el mismo afio Rusia instauré las relacio- nes diplomaticas con la Santa Sede. Dos dias después de haber recibido al ple- nipotenciario ruso, Leén XIII, con la carta apostélica Praeclara gratulationis, del 20 de junio de 1894, lanzé a todas las autoridades supremas de los Estados y a todos los pueblos del mundo, una invitacién a unirse con la Sede de Pedro. Con particular énfasis el Papa se dirigié a los pueblos de Oriente, de donde ha venido la luz, expresando su certeza que las Iglesias orientales, tan gloriosas por su fe, habrian de tornar al reba%o del cual se habian alejado. Y como para mostrar el camino, les sugeria el ejemplo de los Santos Cirilo y Metodio, a los catholicisme,—Ce qui nous unit et ce qui_nous sépares, ha expuesto el pensamiento protestante (Positions protestantes, pp. 407-425), menciona accidentalmente como un punto de divergencia: “Le réle de Marie, réparatrice, médiatrice de grace, intermédiaire pour accéder au Christ, nous parait également porter atteinte au salut accordé libre- ment par Christ seul» (pp. 418-419). Habiendo aprendido de un tedlogo catélico que la mediacién de Maria es nada menos que un «dogmas, en sus ulteriores didlogos, como pronto veremos, no dejara de apoyarse en la autoridad del Danielou. Cf. Maury P., La Vierge Marie dans le catholicisme contemporain, en ¢Le Protestantisme et la Vierge Maries (coll. Protestantisme, 12), Paris 1950, 27, 65. * Newman J. H. Histoire de ma vie, Tournai 1885, 78, citado en Maria (H. pu Manoir), 1, Paris 1949, 879. + Pio 1X, let. apost. Ineffabilis Deus, 8 diciembre 1854, en Pii 1) Acta [= APN], I-1, Roma [1854], 617. Pontificis Maximi — 234 — cuales los eslavos deben la fe y la cultura, en sus relaciones con los Sucesores de Pedro’. 1 Papa Leén indicaba como principal impedimento, bajo el aspecto dogmé- tico, la doctrina del Primado *. También muchos otros insignes catélicos, como el Obispo croata Strosmajer, el Prof. Franchi, declararon que la unica divergencia y obstéculo principal era el Primado. Estos, siguiendo el método indicado por el grande convertido Solovjev, se esforzaron en mostrar la identidad de la fe entre ortodoxos y caté- licos, tratando de poner de relieve lo que une la Iglesia catélica y las Iglesias orientales, guardando silencio respecto a las diferencias. Aun Megaron a ense- far de que en el caso de que los ortodoxos hubieran aceptado el Primado del Romano Pontifice, después de la unién, no ‘obstante el mismo «Credo», hubie- ran podido retener su doctrina sobre los diversos puntos dogmaticos en los cua- les divergen de la doctrina catélica, en cuanto no son opuestos y contrarios ala doctrina de la Iglesia catélica, mas sdlo diferentes. La respuesta del Patriarca de Constantinopla Antimo, publicada el afio 1895, mostré con qué animo diverso los miraban la cuestién. Contra la Iglesia Romana él opuso la innovacién doctrinal. eLa Iglesia de los siete Con- cilios Ecuménicos —escribié el Patriarca—, una, santa, catdlica y apostilica, retiene, como dogma, que la encarnacién sobrenatural del inico Hijo y Verbo de Dios, por obra del Espiritu Santo y de la Virgen Maria, es Ia sola que es pura e inmaculada. Mas la Iglesia papal una vez mas ha innovado, apenas cua- renta afios hace, estableciendo, respecto a la concepcién inmaculada de la Virgen Maria, Madre de Dios, un nuevo dogma, que era desconocido en la Iglesia antigua” *, EI falso irenismo de los autores arriba citados, contra el cual luché enérgi- camente el célebre franciscano dalmata Juan Markovic —autor de las oonocidas obras Los eslavos y los Papas y El Cesarismo y el Bizantinismo'—, no tuvo éxito. La Iglesia catélica fue acusada de fariseismo y pretensién de dominio, en cuanto los catélicos no harian cuestién de fe, de verdad, respecto al problema de union, mas slo del Papa y del Primado, guardando silencio que si los her- manos separados admitieran el Primado del Papa deberian aceptar y admitir todas las herejias y los errores contra el depésito revelado innovados por la Iglesia catélica. Hoy un tal equfyoco es imposible. Documentos inobjetables del Magisterio eclesis- tico ensefian claramente el método a seguir en el obrar a favor del movimiento ecumé- nico. Pfo XII ha condenado a aquellos que ¢favoreciendo un imprudente irenismo» quie- ren hacer un edificio sin sélidos principios *. Anteriormente la Suprema Sagrada Congre- gacién del Santo Oficio, con decreto en fecha 20 de diciembre 1949", establecia algu- nas normas para observarse en las discusiones ecuménicas: «se debe exponer y propo- ner toda e integra la doctrina catélicas; ¢es necesario decir toda la verdad a los her- manos separados, ya sea porque éstos buscan la verdad, ya sea porque fuera de la verdad no se puede nunca obtener la verdadera unién». Afirmaba ademas que no se puede tener verdadera unién, sino con el retorno de los disidentes a la dnica verdadera Iglesia de Cristo. Ultimo, mas no menos claro e insigne documento del Magisterio eclesidstico sobre este argumento, es la enciclica Ad Petri cathedram del Papa Juan XXIII, felizmente reinante. * Len XIII, let. apost. Praeclara gratulationis, 20 junio 1894, en Leonis XIII Pon- tificis Marimi Acta [= AL}, XIV, Roma 1895, 199-203. * L, c, 199: ¢Praecipuum dissidii caput, de romani Pontificis primatu.> 7 Cf. Le Bacneter X.. Immaculée Conception, en «Dictionnaire de Théologie Catho- liques, VII-1, Paris 1927, 1211. * Cf, Berkovic P., Pitanje unije i franjevac Ivan Markovic (La Action pour union des Eglises et le franciscain P. J. Marcovic), en «Nova Revijas, 5 (1926) 105-122; 6 (1927) 39-46; 138-149. * Pio XII, let. enc. Humani generis, 12 agosto 1950, en AAS 42 (1950) 565. 3° Instruceién del S. Oficio, De motione Oecumenica, 20 diciembre 1949, en AAS 42 (1950) 144, — 235 — tras en cl solemue documento, enciclica programatica, cl Santo Padre ma fiesta el corazén paterno del Pastor universal solicito de todas las ovejuclas, redimidas por la sangre de Cristo, indica de uucvo claramente la via por seguir: la via de la verdad. «De la obtencién de esta verdad que sca plena, integra, sincera —escribe cl anto Padre— debe brotar cu nuestros animos y en nucstras acciones la unidad.> Una grande parte de Ia enciclica es reservada al espinoso problema de la unidad.*Fn ella el Papa renueva la ensefianza inmutable de los Predecesores, respecto al problema de unién de la Iglesia catélica, que brota de la conciencia que la Iglesia tiene de si misma y de su derivacién de Cristo. «La religién catélica —diee cl Papa— siendo la sola verdadera entre todas no puede sin suma ofensa venir puesta en el mismo plano de las otras.» «Y esta Iglesia como posee la plenitud de la verdad, posee también aquella unidad (adornada de tres notas caracteristicas: unidad de doctrina, de régimen, de culto) de la Iglesia querida por Cristo. A esta unidad son invitados todos los hermanos separados» ". La via de la verdad es, por tanto, aquella sola que, segiin la ensefianza del Magisterio Eclesidstico, pueda conducir a una verdadera unién. Mas porque el camino por esta via es largo e intricadisimo, nosotros, solici- tos de la realizacién del anhelo de Cristo Ut unum sint, conscientes también de la importancia suprema de la cuestién, quisiéramos atin buscar una solucién, una via, que apresurase la hora establecida por la divina Providencia de tal feliz acontecimiento. En un libro reciente, un gran apéstol del ecumenismo, el P. Villain, toman- do de G. Marcel la idea de la distincién entre «problema» tedrico y emisterio», se propone trabajar por la unién de los cristianos, no poniéndose en el plano de los conceptos dogmiticos, mas en el plano del misterio cristiano; por con- siguiente, no tratando y afrontando el movimiento como un problema que exige s6lo investigaciones del espiritu, mas como un misterio dado del cielo, que supera la enunciacién dogmatica y pide una aproximacién espiritual *. La apro- ximacién deberia suceder en Cristo, que asume en si todas las afirmaciones fundamenttales puestas en luz de la Reforma, como la trascendencia de Dios, el sentido de la gracia y de la salvacién gratuita, la justificacién por la fe en Jesucristo, nuestro unico mediador y salvador *. Propuesta asi la distincién, nos parece exponer la cosa a peligrosas interpre- taciones y a peores aplicaciones. Para evitar equivocos es necesario observar acerca de este modo de proponer un nuevo método irénico, de no deberse olvi- dar que la unidad querida por Cristo, es la unidad ya poseida por la Iglesia Romana. Por consiguiente, la Iglesia no puede ponerse en el mismo plano, ni aun psicolégicamente, de los hermanos por una comin convergencia en Cristo. Un protestante, como el Prof. Culmann, reconoce y admite que si los caté- licos piden por 1a unién, como catélicos creyentes deben necesariamente pedir por la conversién y el retorno de los hermanos a la Iglesia Romana", Por tanto, nosotros, aceptando esta distincién, intentamos usarla solamente en cuanto pone en la cuestién un doble plano: el plano de la doctrina y aquel de la oracién, que, aunque distintos, no van, sin embargo, separados. Siguiendo esta distincién, trataremos de mostrar cémo, mientras la via de las discusiones doctrinales sobre la mariologia y el culto mariano (los problemas) presenta en si elementos que impiden la unién, y, al mismo tiempo, signos e indicios que nos inducen a esperar; la via del misterio, o sea de la oracién en Cristo, a fin de que, por intervencién de Maria Santisima, se realice en toda su plenitud la voluntad de Jess Ut unum sint, es la via por excelencia, la unica verdadera, 4 Juan XXIII, let. enc. Ad Petri cathedram, 29 junio 1959, en ¢L’Osseryatore Ro- mano», 3 julio 1959, 42 Vittain M., Introduction & loecuménisme, Paris 1958, 149. 3 L. e, 155. “ Curtman O., Catholiques et Protestantes. Un projet de solidarité chrétienne, Neu- chatel 1958, 39. — 236 — puente indispensable para pasar de los problemas a la aproximacién y a la pre- paracién de la unién y obtener finalmente la satisfaccién del supremo anhelo de Cristo y de todos los cristianos. Il. —LA VIA DE LAS DISCUSIONES DOCTRINALE: . — EL PROBLEMA En el libro Le prolestantisme et la Vierge Marie, Pierre Maury concluye su examen sobre la doctrina y el culto de Maria en el catolicismo con estas pala- bras textuales: «Con todo es necesario decirlo. E] desarrollo ininterrumpido de la doctrina y de la devocién mariana, nos parece acentuar, mas fuertemente que nunca la imposibilidad para nuestra conciencia cristiana no solamente de una reunién, mas de una reaproximacién actual profunda en el plano doctrinal y espiritual con la Iglesia Romana». El docto protestante alude en su conclu- sién al primer principio de la Reforma: ¢Exclusiva fidelidad a la Escritura> **, Sin embargo, de frente a una acentuacion tan radical de 1a oposicién protestante a la Iglesia catélica en el terreno de Ja mariologia, nosotros queremos poner bajo la consideracién y proponer a un atento examen de los hermanos, la doc- trina de los promotores de la Reforma y su ejemplo. Si bien Lutero habia fundado su especulacién sobre estos principios a los cuales tan tenazmente aluden los protestantes de hoy: «Christus solus, Seriptura sota», en esta perspectiva cristolégica y escrituristica, él ha reservado un grande puesto para la mariologia y la devocién mariana. El sin vaeilacién acepta la divina maternidad, la perpetua virginidad, admite la inmaculada concepcién y exalta a la Madre de Dios con alabanzas altisimas*?, Condena a Nestorio y ensefia: «No sélo Maria es Madre de aquel que es nacido, mas de aquel que antes nacid del Padre en la eternidad, y de la madre en el tiempo.» ¢Ha cngendrado un hombre, mas también un Dios» "* 45 Maury, La Vierge Marie, 65 16 L. c., 66-67: €... le principe premier de la Réforme: la fidélité exclusive a ] ture, C’est avant tout parce que VEvangile biblique nous a appris V'unicité de Jesus Christ comme Sauveur et Seigneur sans aucun médiation nécessaire de Lui A nous et de nous & Lui; c'est avant tout parce que I’Evangile bibligue nous a appris que le salut est un don gratuit et que mous le recevons... sola fide; cest avant tout parce que VEvangile biblique ucus appris... que, nous ne devons vivre, qu’a l'unique gloire de Dieu — soli Deo gloria; oui e’est pour cela que, devant le eatholicisme de Marie, nous disons: non possnmus!» 3 Cf, Epxeren A., Martin Lutnens Marienbild, en “Orientierungs n. 7, 31 marzo 1956, 7-79; n. 8, 30 abril 1956, 85-87; Santony Tx., Entweder die Mntter oder das Kind? Die ‘Hintergriinde der katholisch - protestantischen Kontroverse iiber Maria. en «Der christliche Sonntag» 11 (1959) 173-175, 181-183; GuNtHERUs an Honw, 0. F. M. Cap., Das Marienbild Luthers, Eine Untersuchung aber das Zeuguis der Quellen, Rom. 1952 (tesis doctoral inédita presentada en la Universidad Gregoriana); Scrimmeverexsic R.. Die Geschichte der Marienverehrung im deutschen Protestantismus, Paderborn 1952, 9-1 Devius W., Luther und die Marienverehrung, en ¢Theologische Literaturzeitungs 79 (1954) 409-425 ™ Cf. D. M. LutHers WERKE, Kritische Gesamtausgabe. Unter der Leitung von J. Kwaake, G. Kawerau, P. Prerscu, N. Miter, K. DrescHen und W. WattHen, WEIMAR 1883 sqq., 36, 60, 62. Cf. Enxeten, art. cit., 77; ScmMMELPFENsic, op. cit. 12: ¢Trotz aller Icidenschaftlichen Kritik bestimmter Auspragungen des Madonnenkultes hat Luther nie aufgehért, die Gottesmutter in Wort und Schrift zu preisen; bis zu seinem Todes- Jahr hat er stets an den Marienfesten gepredigt. In ihm lebt die Marienfrommigkeit ebenso stark und warm wie in den mittelalterlichen Marienverehrern.» P. SaRTORY pien- sa, y no sin razén, que aqui hay una exageracién (art. cit., 173); «denn mit einzelnen Lutherzitaten ist hier gar nichts gewonnen, man muss die grundsitzliche Linie im Den- ken der Reformators vor Augen haben. Und diese stemmpelt ihn durchaus nicht 20 einem "grossen christlichen Marienverehrer”.» Detivs, art. cit. 410: «Er steht im Hin- blick auf die Marienverehrung ganz in der Tradition der Kirches, y col. 411: «Von der Geburt Jesu aus der Maria gebraucht er zur Kennzeichnung der virginitas ante partum, in_partu und post partum Formeln der Mariologie wie de ventre clauso utero, onhe minnlichen Samen, semper Virgo, mit Duns Scotus hat er als nova veritas die immacu- lata conceptio und mit dem Ephesinum die Theotokos.» «Cualquier cosa que se diga del Ilifo de Dios, se debe decir lo misuio del Hijo de Maria.» «Por lo cual en una palabra son sintetizados todos sus honores, de tal modo que cuando se dice ’Madre de Dios’, no se puede decir de clla cosa mas grande» ". Este es el principio fundamental de la teologia mariana catéliea. Los grandes ma- ridlogos, como San Pedro Canisio y San Lorenzo de Brindis, cuando lucharon contra las _ulteri jempre nis grandes, de la Reforma, no hicicron otra cosa que aludir a este principio. Lutero mismo de este principio deducia todo otro priv legio que atribuia a la Madre de Dios, Porque Maria es Madre del Hijo de Dios debia ser concebida sin peeado **, siempre virgen*', y por el mismo motivo «es dignisima de los mas altos honores» #* y «Reina sobre todas las cosas» 7, 1 Cf. Opera, ed. Weimar, VII, 572-573: «Die grossen ding sind nit anders, den das sie gottis mutter worden ist in wilehen werek szo viel und gross gutter yhr geben sind, das sie niemand begreiffen mag, dann da folget alle ehre, alle selickeit und das sie ym gantzen menschlichem geschlecht eyn eynig person ist tiber alle, der niemant gleich ist, das sie mit dem hymlischen watter ein kind und solch ein kind hat und sie selb kann yhm keinen namen geben fiir ubirschwenglicher grosse und musz lassen bleyben dabey... Es sein gross ding, dic nit ausstzureden sein noch zumessen. Darumb in einem wort hat man alie yhre ehre begriffen szo man zie gottis mutter nennet, kann niemant grossers von yhr noch zu yhr sagen, wenn er gleich szoviel zungen hett alsz laub und grasz stern am hymel und sand ym mehre ist. Es wil auch mit hertzen bedacht sein, was do sey gottis mutter sein...> Cf. ScHiMMELPFENNiG, op. cit, 12: 20 Cf. ScHINMELPFENNIG, op. cit, 14: «Um ihrer Reinheit willen und um der Reinhei und Siindlosigkeit des von ihr geborenen Gottessohnes willen vertrat Luther auch dic Anschauung von der Unbefleckten Empfangnis Marias durch ihre Mutter Anna und zwar in demselben Sinn, wie sie 1854 in der rdmischen Kirche dogmatisiert worden ist.> He aqui algunos textos originales: «Cum autem et beata virgo sit ex patre et matre na- luraliter nata, voluerunt multi dicere ipsam esse conceptam in peceato originali. In hoc tamen omnes consenserunt, quod in utero materno sanctifieata fuerit et quod pa- rentes non sine libidine conceperint. Verum alii per medium illorum sunt, qui dicunt duplicem esse hominis conceptionem: unam quae est naturali coitu sexuum, alteram quando in utero matris paratum cst corpusculum et infunditur anima a creatores (ed. Weimar, IV, 693). — 239 — lada claramente en la Escritura y mas tarde no la ve mas; si, mientras insistia en no querer combatir la veneracién de Maria, mas sélo los abusos en este cam- po, de hecho rechazé como abuso el mismo culto a Maria, y si después sus secua- ces anduvieron tan lejos hasta poner a Maria entre los mitos paganos —todo esto deriva légicamente de los principios biblico-eclesiolégicos protestants. Ahora bien, el hecho mismo que la Iglesia catélica exalte a Maria sobre todos los Angeles y los santos, de tal modo que la mariologia y la piedad ma- riana, hayan Hegado a ser en cierto sentido el distintivo de ortodoxia, ha sus- citado ante muchos protestantes un vivo interés de conocer mas de cerca el misterio mariano. Y nosotros estamos convencidos que, conociendo mejor a Maria, ciertamente nuestros hermanos no podran no ver el exclusivismo y la unilateralidad y por esto mismo la equivocacién de sus principios basicos. Esto es lo esencial, porque en el caso en que haya abusos en la mariologia y piedad mariana ante los catélicos, la Iglesia los puede extirpar sin tocar sus principios fundamentales, Io cual no puede acontecer en el protestantismo. De aqui que propiamente donde los protestantes y no puede, por cénsiguiente, significar la letra muerta escrituristica, ya sea oral ya sea escrita, mas la revelacién de Dios, que es pala- bra viva de Dios vivo. La Escritura nos pone delante de los ojos el grande don de la revelacién, que no es otra cosa como dice el Prof. protestante Delius, sino la revelacién del plan divino de la salvacién en el misterio del Cuerpo Mistico de Cristo*, A este plan se remiten los dogmas de la Inmaculada Concep: y de la Asuncién, como es facil constatar por el prélogo de los documentos pon- tificios **. Por consiguiente, ,por qué los dos dogmas marianos de la época moderna deberian ser impedimento, mas bien que ayuda a la unién? «Quién no ve cémo estos dogmas ponen en la verdadera luz y disipan tantos prejuicios sobre los principios basicos del primado pontificio y de la infalibilidad del Romano Pontifice, de los cuales no se podré prescindir al hacer la unién? ,Quién no ve como estos dogmas ilustran el sano progreso dogmitico, el cual deja la puerta abierta para un conocimiento mas perfecto del depésito revelado, que la Iglesia © Gn. 16, 13. 3 SoLovary W., Les fondamentes spiriluelles de la vie, Bruxelles 1932, 189. 2 Gn, 3, 15. 3 Le. 1, 28. Le, 1, 42. 38 Cf. Sanrory, art, cit., 175. 36 Cf. Pio IX, let. apost. Ineffabilis Dens, en APN, 1-1, 597-598; Pfo 3 Munificentissimns Deus, en AAS, 42 (1950) 754. II, cons, apost. — a1 debe conservar, no como un mineral siempre idéntico, porque inerte, sino mas bien como un principio viviente que conserva su identidad y estabilidad desen- volviéndose y desarrollindose continuamente? Y de hecho, la sinceridad de los Romanos Pontifices, los cuales mientras buscan toda posibilidad para hacer un solo rebafio bajo un solo pastor, profesan su fe y ponen a la luz las verdades reveladas por Dios, ha provocado, después de un momento de desvio, también entre los cristianos existentes fuera de la Iglesia catdlica, un juicio mas ponderado. Asi los protestantes de Suiza, después de haber interrumpido los coloquios ecuménicos con los catélicos por causa de la definicion de la Asuncién, poco después de nuevo los han continuado, dando el siguiente motivo: , choca contra uno de los principios basicos del protestantismo, en cuanto contradeciria a la explicita doctrina escri- turistica: «Unicus Mediator Christus», y disminuiria la gloria de Cristo, que debe ser reconocido por todos como unico, suficientisimo y perfectisimo Me- diador. Esta misma doctrina ademas va contra otras particulares doctrinas del protestantismo, como la transcendencia absoluta de Dios y la indole absoluta- mente gratuita de la salvacién, en cuanto se funda sobre la doctrina catélica de la cooperacion de la criatura con el Creador después de la Encarnacién, de la gracia, como no simple acto divino de benevolencia, sino como don que divi- niza y transforma intrinsecamente, del mérito; de suerte que el famoso tedlogo luterano Karl Barth veia en ella como la expresidn tipica de todo el sistema teolégico catélico en su concepcién del hombre y de Dios“. 37 Cf. Bea A.. La definizione dell’ Assunta e i Protestanti, en ¢Echi e Commenti della Proclama ione del dogma dell’ Assunziones, Roma 1951, 91. OL. * Lo 4° Pio XII, const. apost. Munificentissimus Deus, en AAS 42 (1950) 769. “Banta K., Dogmatique, trad. franc. de F. Kyser, Ginebra 1954, 132. "7 — 242 — Con todo, si la inveterada tradicién secular de antagonismo no cierra la puerta de la mente y del corazén, en la caridad de Cristo, a la mutua compresién, nos atreveria- mos a creer que atin en este punto se podria insinuar una posibilidad de mutuo entendiimiento. No es propia solamente de los protestantes la legitima preocupacién por 1a gloria de Cristo, quiencs han Iegado hasta negar todo privilegio a la Virgen. La encontramos claramente expresada por insignes doctores y santos de la Iglesia catélica antes aun de la Reforma y atin hoy por tedlogos auténticos es tenida en la debida consideracién. «No es menester inventar nuevos titulos —escribia San Buenaventura— en honor de la Virgen; no tiene necesidad de nuestra mentira, Aquella que reina en la verdads; y afiadia la advertencia: «para que, al paso que se exalta la excelencia de la Madre, no se disminuya la gloria de Cristos 2, Por lo demas es la misma preocupacién que, mientras conduce a nuestros hermanos separados a negar los privilegios y la funcién de medianera a la Virgen, Neva a los catélicos a atribuir a la Madre todo lo que es mas excelente, si no es contrario a la S. Escritura, precisamente a causa de la excelencia de Cristo tinico y perfectisimo Redentor y Mediador. ~No fue Duns Escoto quien, supe- rando la oposicién de los mayores doctores escolasticos, nacida precisamente de una tal preocupacién, enseid la Inmaculada Concepcién, exactamente ¢propter excellentiam Christi perfectissimi mediatoriss? “, Y cuando el sentido cristiano no podia ni siquiera Por un momento pensar que Marfa hubiera sido entregada a la corrupcién de la muerte, gno fue por razén de su Hijo omnipotente, ya que todo verdadero y amantisimo hijo, pudiendo preservar a su madre de la corrupcién, lo haria? Los documentos pontificios para la proclamacién de los dogmas marianos definidos en este tiltimo siglo, atesti- guan claramente esta preocupacién de la Iglesia catélica. Pio IX afirma que, con la devocién a la Virgen. 1a Iglesia quiere chonrar siempre en Ella a su Hijo Unigénito, N. S. Jesueristo, ya que todos estan convencidos de que todo el honor y la gloria que se da a la Madre, redunda en su Hijo» “4. La constitucién apostélica Munificentissimus Deus esta Mena de innumerables testimoniog que celebran la dignidad, la excelencia de Cristo, vencedor de la muerte, el cual «preservé el cuerpo de Maria porque redundaba en deserédito suyo que fuese victima de la podredumbre aquella carne virginal, de la cual El se habia vestidos ®. Y cuando la escuela franciscana, con Carlos del Moral a la cabeza, ensefiaba que Maria es corredentora, mediadora, porque nos merecié de con- digno todo lo que Cristo nos merecié, gno lo hacia sino para exaltar la sobreabun- dancia de los méritos del tnico principal y absoluto mediador, Cristo? ‘*. Que la mediacién no deba ser limitada a solo Cristo, lo admiten aun algunos protestantes, los cuales, junto con Max Thurian, no temen afirmar que ¢la nega- cién de toda mediacién, ademas de la de Cristo, ain de una mediacién por El y en El, conduce a la negacién misma de Cristo» ‘7. No es necesario colocar a esta Mediadora al lado del Mediador, ya que se puede facilmente seguir el consejo del luterano Asmussen, quien gusta contemplarla en Cristo **. Lo mismo ensefian muchos tedlogos catélicos, afirmando que Maria no se afiade al unico Mediador, sino ha sido querida por Dios como participante de la mediacién, en el plan de la salvacién. Abrigamos la firme esperanza que si el Consejo Ecuménico, ensanchando la mirada de los hermanos hacia la amplia perspectiva del plan de Dios, conti- 42S. Bovaventuna, Sent. Ill, d. 111, 68 ab). ‘43 Duns Scoro, Ordinatio, Ill, d. 3, q. 1 (ed. Batic C., loannes Duns Scotus, doctor immaculatae conceptionis, 1, Textus auctoris, en ¢Bihl. Immaculatae Conceptionis». V. Roma 1954, 13). 4 Pfo IX, let. apost. Ineffabilis Deus, en APN, 1-1, 615. 45, Pio XII, const. apost. Mnnificeutissimus Deus, en AAS, 42 (1950) 766. «© Cf. Sepastiin W., 0. F. M., De B. Virgini Maria universali gratiarum mediatrice. Doctrina Franciscanorum ab an. 1600 ad an. 1730, cn «Bibl. Mediationis B. V. Mariaes, 1, Roma 1952, 153-154. 4) Tueiuan M.. Marialogy, (d) Reformed, en «Ways of Worship, The report of a Theo- logical Comission on Fhaith and Orders, London 1951, 313. 48 AsmusseN, op. cit., 51: ¢Die Frage ist nur —bei der Mutter Gottes ebenso wie bei allen anderen Christen—. ob es sich um cine Mittlerschaft in Christus oder um eine Mittlerschaft neben Christus handelt. Denn dies ist offensichtlich dic Unterscheidung, an welcher nicht weniger als alles hiingt. Kennen wir cine Mittlerschaft neben Christus, dann ist die Ehre Christi wirklich angefochten.» » pars 1, a. 1, q. 2 (Opera omnia, cd. Quaracchi,

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