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TEMA 2

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA LENGUA GRIEGA

1. Sistemas de escritura
1.1. Tipos generales de escritura
1.2. Las escrituras prealfabéticas en Grecia
1.3. El alfabeto griego: generalidades
2. El alfabeto griego
2.1. Cuadro general de grafemas y su pronunciación
2.2. Práctica de aprendizaje de lectura de un texto griego
2.3. Signos de puntuación
3. Fonología del Griego
3.1. El sistema vocálico
3.2. Sistema consonántico
3.3. El sistema de las sonantes
3.4. Espíritus y acentos
A) Los espíritus
B) Los acentos
3.5. Algunas reglas fonéticas generales
4. Morfología del Griego
4. 1 La palabra
4.2. La flexión nominal
4.3, La flexión verbal
5. Sintaxis del Griego

1. Sistemas de escritura
1.1. Tipos generales de escritura
La tarea de poner el lenguaje humano por escrito fue una tarea ardua, que
requirió siglos de evolución. La opinión tradicional viene afirmando que la escritura se

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conocía desde el tercer milenio a. C. en Egipto y Mesopotamia; sin embargo, en los
últimos decenios se va imponiendo el criterio de que los primeros asentamientos
culturales tienen lugar en la Europa suroriental, en el entorno de los Balcanes, donde la
escritura aparecería a finales del milenio VI a. C (en torno al 5300 a.C.), lo que
supondría una antigüedad de 7000 años. En cualquier caso, se trataría de sistemas muy
elementales, reservados a una minoría, y cuyo fin primordial era de tipo práctico:
señalar bienes, contar víveres, etc.
Existen tres modos básicos de poner por escrito una lengua, y todos los sistemas
gráficos que se conocen usan uno de esos modos o bien una combinación de ellos. El
más simple consiste en trazar un dibujo que represente una realidad material concreta o
una idea. Son los pictogramas o ideogramas. Así, si se quería hablar del sol o de la luna
se representaba a éstos con dibujos; y lo mismo sucedía si se quería reproducir una
palabra-concepto o una idea más compleja. Es la llamada escritura ideográfica, que
todavía existe en China. Los ideogramas no tienen una relación directa con la lengua
que reproducen, no proporcionan indicios directos sobre la pronunciación de las
palabras; en definitiva, se puede entender un texto sin necesidad previa de conocer la
lengua.
El enlace de estos signos gráficos con los sonidos lingüísticos tiene lugar en
Egipto y Mesopotamia hacia el tercer milenio a. C. Los signos ideográficos, además de
su valor propio, empiezan a utilizarse con valor de sílaba, lo que equivale a decir que
comienzan a tener un valor lingüístico. De esta manera, se va a desarrollar un sistema
lingüístico de escritura, pero bastante complicado porque contenía una enorme cantidad
de signos, tantos como posibilidades silábicas fueran necesarias. Es la escritura
silábica. A este tipo de escritura sólo va a tener acceso una minoría especializada, que
son los escribas en palacios, templos, etc. Un ejemplo de silabario es la escritura del
dialecto griego micénico llamada lineal B en el segundo milenio a. C.
El tercer tipo básico de escritura es el alfabeto, en el que los signos gráficos
corresponden a las unidades fónicas individuales de una lengua, los sonidos. De esta
forma el número de signos necesarios disminuyó considerablemente, lo que contribuyó
poderosamente a la divulgación de la escritura. Hacia el 1400 a. C. aparece al norte de
Siria lo que se ha considerado el primer alfabeto, que fue después adaptado y difundido
por los fenicios.

1.2. Las escrituras prealfabéticas en Grecia

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La primera manifestación de escritura en Occidente aparece en la zona del Egeo.
En la última década del siglo XIX, sir Arthur Evans descubrió en Creta varios sistemas
de escritura. Uno de ellos consistía en pictogramas que representaban objetos,
generalmente identificables, como una mano, una cabeza o una estrella y que se podía
fechar en torno al 2000-1600 a.C. A este tipo de escritura Evans lo llamó estilo
jeroglífico por su parecido con los jeroglíficos de Egipto. Un segundo tipo de escritura
aparecido en Creta está representado en una serie de tablillas donde los signos
pictográficos estaban ya reducidos a simples trazos. Evans lo llamó lineal A. Y
finalmente el tercer tipo era un silabario que fue bautizado con el nombre de lineal B. El
lineal A es más arcaico, permanece sin descifrar, y está fundamentalmente documentado
en Creta. Por el contrario, el lineal B ha aparecido en Creta y en la Grecia continental
(Micenas, etc.) y, tras su desciframiento, se confirmó que la lengua que contenía era
griego.
Así, pues, los griegos en época micénica (siglos XV al XIII a.C.) utilizaron un
silabario llamado lineal B, donde cada signo corresponde a una sílaba. El
desciframiento del lineal B se debe a Michael Ventris, un arquitecto inglés que tuvo la
brillante idea de poner al servicio de la lingüística su experiencia en la desencriptación
de códigos secretos adquirida durante la II Guerra Mundial, cuando formaba parte de los
servicios secretos británicos. Ventris desentrañó los signos del silabario y con la
colaboración del helenista John Chadwick demostraron que la lengua que contenía era
griego.
El sistema gráfico micénico, como silabario que es, contiene esencialmente
silabogramas, pero también hace uso, ocasionalmente, de ideogramas de valor evidente
como “hombre”, “trípode”, “caballo”, “carro”, y también de signos específicos para
numerales, pesos y medidas. El lineal B parece ser el resultado de la adaptación de la
escritura minoica por los griegos.

1.3. El alfabeto griego: generalidades


Ya entre los propios griegos existía una conciencia clara de que el origen de su
alfabeto había que buscarlo en el fenicio. Así el historiador Heródoto (Historias,V, 58-
61) cuenta que los fenicios, guiados por Cadmo, llevaron su alfabeto a Tebas y lo
transmitieron a los jonios que habitaban en el entorno. De hecho, los griegos para
referirse a su sistema de escritura hablaban de las φοινικά γράµµατα signos fenicios, y

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en cretense escribir se dice ποινικάδδεν, cuyo significado literal es realmente “escribir
al modo de los fenicios”, porque en ambos casos se trata de términos derivados del
nombre de los fenicios (φοίνικες).
El alfabeto fenicio había surgido para representar una lengua semita, donde no se
notaban las vocales, lo que creaba problemas de interpretación. Cuando los griegos
optaron por un sistema alfabético de escritura, crearon un sistema completo de
representación fonética, para lo cual tuvieron que incorporar signos que notaran las
vocales, y para ello utilizaron los signos de las glotales o laringales, que no tenían
correspondencia con ningún fonema griego y, por tanto, no les eran útiles. Así, cada
signo equivale a un fonema, con muy pocas excepciones. La representación de las
vocales facilita la lectura e interpretación, ya que evita ambigüedades como las que se
producían en los silabarios. Y es en esa adaptación donde reside el gran logro de los
griegos. El alfabeto griego es históricamente el primer sistema de escritura que se basa
en la representación de cada sonido mediante un signo específico.
Hay tres cuestiones tradicionales: dónde, cuándo y quién creó el alfabeto griego.
La crítica filológica ha debatido ampliamente estos tres parámetros, y en la actualidad
hay un amplio consenso en todo ellos. El lugar inicial debió de ser Creta, cuya actividad
como puente entre Asia y Europa en esos siglos está ampliamente demostrada. Por la
documentación conservada podemos hablar del s. IX o comienzos del VIII a.C. Y
rеѕресtо al autor carecemos de información relevante. Ahora bien, en los últimos años
se va aceptando una opinión general sobre el proceso de adopción y transformación del
alfabeto fenicio: dada la divergencia entre los diversos alfabetos locales en el mundo
griego, lo más verosímil es pensar que ese proceso ocurrió en varios lugares y en
diferentes momentos1.
En cualquier caso, lo que percibimos es que hubo varias adaptaciones del
alfabeto fenicio: son los llamados alfabetos epicóricos. La forma más arcaica está en los
alfabetos de Creta, Tera, Melos y Sicinos, mientras que los alfabetos jonio y occidental
son los más evolucionados. En el Ática se hace oficial el alfabeto jonio a partir del 403
a.C. Luego, a partir del III a.C., se introducen algunos signos diacríticos nuevos, que
ayudan a mejorar la plasmación fonética del griego: el llamado espíritu áspero [ ῾ ],
signo diacrítico que indica aspiración y que se coloca sobre algunas vocales iniciales; el

1
Cf. H. HAARMANN (2001), Historia universal de la escritura, Madrid, Gredos, pp. 303 ss. (ed. orig.
alem., 1991).

4
espíritu suave [ ᾿ ], que de forma mecánica se coloca sobre toda vocal inicial que no
tenga aspiración; y los acentos, sobre todo lo cual volveremos más abajo.
Hay que tener en cuenta que esta escritura durante muchos siglos tuvo la forma
de lo que ahora llamamos mayúsculas y que se escribían en scriptio continua, es decir,
sin separación de palabras. En el siglo IX d. C. se creó en Bizancio la llamada
minúscula antigua, que luego evolucionó en la minúscula media (siglos X y XI) y la
moderna (siglos XII al XV). Esta última es la que fue adaptada para la imprenta a partir
del siglo XV, y permanece actualmente como la minúscula griega.
La utilización de la escritura al servicio de la literatura sólo fue gradual. La
literatura griega fue durante siglos de difusión oral, y sólo a partir del siglo VI a.C. se
fijan por escrito los poemas homéricos, aunque hay inscripciones con epigramas en
verso desde el siglo VIII.
El alfabeto griego es el origen de muchos otros alfabetos conocidos en la
antigüedad, como el copto, el gótico, el armenio, o el georgiano, adaptados luego a sus
sistemas fonológicos en mayor o menor medida. Pero, sobre todo, está en el origen de
dos alfabetos que han alcanzado una notable difusión: el alfabeto latino y el cirílico.
El alfabeto latino procede del sistema de escritura etrusca, que a su vez deriva de
un alfabeto griego occidental, probablemente de Cumas, cerca de Nápoles. El cirílico o
glagolítico es el alfabeto de los eslavos. Lo crearon los monjes Cirilo y Metodio para
facilitar su misión evangelizadora de los eslavos, en Salónica, en el siglo IX d. C.
Actualmente lo siguen usando los rusos, búlgaros, etc.

2. El alfabeto griego
2.1. Cuadro general de grafemas y su pronunciación

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Mayúsculas Minúsculas Nombre griego Nombre Pronunciación
castellano
Α α ἄλφα alfa a

В β βῆτα beta b

Г γ γάµµα gamma g (ga, gue, gui,


go, gu)
∆ δ δέλτα delta d

Е ε ἔ ψιλόν épsilon e

Ζ ζ ζῆτα sdeta sd

Н η ἦτα eta e

Θ θ θῆτα zeta z

І ι ἰῶτα iota i

К κ κάππα kappa k; ca, co, cu

Λ λ λάµβδα lambda l

М µ µῦ mi m

Ν ν νῦ ni n

Ξ ξ ξῖ xi x

О ο ὄ µικρόν ómicron o

∏ π πῖ pi p

Р ρ ῥῶ rho r

∑ σ, ς σίγµα sigma s

Т τ ταῦ tau t

Υ υ ὖ ψιλόν ípsilon ü

Ф φ φῖ fi f

Х χ χῖ ji j

6
Ψ ψ ψῖ psi ps

Ω ω ὦ µέγα omega o

2.2. Práctica de aprendizaje de lectura de un texto griego


La pronunciación del griego es muy próxima a la del español, por lo que no hay
grandes problemas en el aprendizaje de la lectura. En gran medida es suficiente con
seguir las indicaciones fonéticas contenidas en el cuadro precedente. La primera tarea
será identificar los grafemas con su pronunciación, familiarizarse con ellos y luego
practicar su pronunciación en palabras enteras o textos más amplios. A este tema se
adjunta un material de audio, que puede ayudar en los primeros momentos.
Ejemplos: λόγος se lee como en español lógos; λόγοι / lógoi; τίµιος / tímios; ὄλβος /
ólbos.
Conviene, no obstante, comentar algunos puntos concretos.
1) Las vocales:
- Se pronuncian como las españolas, a excepción de la υ, que equivale a la u [ü]
francesa (rue, plume).
- Como veremos más abajo, en griego hay vocales largas y breves con rango de
fonemas. La /e/ y la /o/ tienen grafemas diferentes según sean breves o largas: ε

(épsilon, /e/ breve), η (eta, /e/ larga), ο (ómicron, /o/ breve), ω (omega, /o/ larga). Por el
contrario, la /a/, /i/, /u/ no tienen variación gráfica para marcar el que sean largas o
breves: α (alfa, /a/ breve y /a/ larga), ι (iota, /i/ breve e /i/ larga), υ (ípsilon, /ü/ breve e
/ü/ larga).
- En la pronunciación española no marcamos la diferencia entre las vocales
breves y las largas. La ε у la η ѕе pronuncian ambas /e/: µέσος > mésos; δῆµος >

démos. La ο y la ω, /o/: λόγων > lógon. Y lo mismo sucede con α, ι, υ.

2) Los diptongos:
- Todos se pronuncian de acuerdo a su grafía: αι (/ai/), ει (/ei/), οι (/oi/), υι

(/üi/), αυ (/au/), ευ (/eu/). Sólo el diptongo ου ѕе pronuncia /u/.

7
- Los diptongos en ι con vocal inicial larga (p.e., η + ι) tradicionalmente suelen

escribirse con la ι “suscrita”, es decir, escrita debajo de la vocal: ᾳ, ῃ, ῳ. La iota no se


pronuncia.

3) Las oclusivas:
- Las oclusivas labiales no ofrecen mayores problemas: la β como nuestra /b/

(βίος > bíos), la π como /p/ (ποταµός > potamós) y la φ соmо /f/ (φίλος > fílos).

- Las oclusivas guturales: la γ соmо la /g/, ante cualquier tipo de vocal (ga, gue,

gui, go, gu: γόνος > gónos; γένος > génos); sin embargo, la γ delante de otra gutural

tiene pronunciación nasal /n/: ἄγγελος > ánguelos. La κ соmо /k/ ante cualquier tipo

de vocal (κοινός > koinós; κενός > kenós). La χ соmо /j/ (χόλος > jólos; χήν > jén).

- Lаѕ oclusivas dentales: δ соmо /d/ (δόµος > dómos). La τ como /t/ (τίµιος >

tímios). La θ соmо /z/ ante cualquier tipo de vocal (θαῦµα > zaûma; τίθηµι > tízemi;

θοός > zoós; θυµός > zümos).

4) Las líquidas y nasales (λ, ρ, µ, ν):

- Se pronuncian en general como en español.

- Еn el caso del grupo λλ ѕе pronuncia como dos λ (λ + λ: στέλλω > stél-lo).

- La ρ en el interior de la palabra equivale a nuestra /r/ (φέρω > féro). Pero en

posición inicial (ρ) o en interior geminada (-ρρ-) equivale a nuestro grupo /rr/: ῥέω >

rréo; ἄρρητος > árretos.

5) La silbante:
Equivale a nuestra /s/, pero tiene la peculiaridad de ofrecer una doble forma
gráfica según su posición en la palabra: σ en posición inicial (σ-) o interior (-σ-),

mientras que se escribe ς en posición final (-ς).

6) Consonantes dobles:
El griego tiene tres grafemas para tres grupos consonánticos:
ψ reproduce el grupo πσ: ψυχή > psüjé; δίψα > dípsa.

8
ξ reproduce el grupo κσ: ξίφος > xífos; ὀξύς > oxüs

ζ reproduce el grupo σδ: ζάω > sdáo; ὄζω > ósdo

2.3. Signos de puntuación


Realmente en el mecanismo de escritura de época antigua no había signos de
puntuación, porque en buena medida se escribía todo seguido, aunque desde los
primeros momentos se percibe cierta preocupación por separar al menos las palabras
unas de otras. Paulatinamente se fueron incorporando algunos signos diacríticos, pero el
comienzo de cierta sistematización en este campo se debe sobre todo a la labor
filológica y editorial de época helenística, a partir del s. III a. C., y en especial a la
figura de Aristófanes de Bizancio. Incluso, habrá que esperar a la aparición de la letra
minúscula, ya en el s. IX de nuestra era, para que se creen algunos signos de relevancia,
como el de interrogación.
Desde el punto de vista práctico, en la edición moderna de textos griegos se
utilizan los siguientes signos:
- La coma (,) y punto bajo (.) con una función idéntica a la de los restantes
textos.
- El punto alto (˙) cuyo valor coincide con nuestro punto y coma (;) o con los dos
puntos (:).
- El punto y coma (;) como signo-cierre de la interrogación. Tampoco en griego
la interrogación tiene signo inicial, función desarrollada por los elementos
interrogativos de la frase.

3. Fonología del Griego


3.1. El sistema vocálico
El sistema vocálico griego comprende dos series de vocales: breves y largas. La
diferencia entre ellas consiste en su duración. Las vocales largas se caracterizan por
tener una duración mayor que las breves: generalmente, el doble.
Para cada uno de los timbres vocálicos (α, ε, ι, ο, υ) existía una breve y una

larga. Las vocales largas sólo tenían signos especiales para la /ē/: η y para la /ō/: ω que
representaban, respectivamente, /ē/ y /ō/ abiertas. También había /ē/ cerrada,
representada gráficamente por ει; y /ō/ cerrada, representada por ου.

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Las vocales largas sufrieron diferentes cambios a lo largo de su evolución, a
diferencia de las breves. El primero de estos cambios fue el paso de /ā/ a /ē/ (o sea, de α

a η) en jónico-ático.
La oposición de breves y largas permaneció estable hasta la época helenística. A
partir de aquí se empiezan a confundir largas y breves, y tiene lugar una serie de
evoluciones que llevarán finalmente al sistema que tiene actualmente el griego
moderno. Una de ellas es el llamado ‘itacismo’2, que consiste en el paso de /ē/, tanto
abierta (η) como cerrada (ει), a /ī/. Por el contrario, la ō cerrada (ου) pasó a ū, mientras

que la ō abierta (ω) mantuvo el timbre o.


En griego, la oposición entre vocales breves y largas desempeñó un papel muy
importante, especialmente en la métrica griega, ya que ésta se basaba principalmente en
la cantidad silábica, porque el ritmo obedecía únicamente a la oposición entre sílabas
breves y largas. Y la cantidad silábica dependía de la propia cantidad de la vocal, o
también de la estructura de la sílaba.
En indoeuropeo, la /i/: ι y la /u/: υ podían funcionar como vocales y como
consonantes. En griego clásico, el uso de estos fonemas en función consonántica se ha
perdido, pero conservamos huellas de su existencia., como veremos más abajo.

En función vocálica, las vocales de timbre /i/ fueron estables en griego antiguo y
se conservan en griego moderno. En cambio, las vocales de timbre u experimentaron
una evolución en jónico-ático hacia una vocal de timbre /ü/ (pronunciada como la u
francesa). Posteriormente, en la Edad Media, pasó finalmente a i. Los romanos
representaron este fonema por medio de la y (la llamada "y griega"), que se ha
mantenido en buena parte de las lenguas modernas: a partir del término ὑπόθεσις el
latín crea el helenismo hypothesis3, en inglés hypothesis, alemán Hypothese, francés
hypothèse, mientras que en castellano tenemos hipótesis y en italiano ipòtesi.
También en griego había una serie de diptongos, formados por la unión de una
vocal fuerte y otra débil dentro de una misma sílaba. Los más frecuentes y duraderos
fueron los diptongos con primer elemento breve: αι, ει4, οι, αυ, ευ, ου5, υι. Pero

2
Término formado a partir del nombre de la letra η (ēta) pronunciada ita.
3
La /h/ es la representación grafemática del espíritu áspero del griego, sobre el que volveremos más
abajo.
4
Hay que tener siempre muy presente que la grafía ει podía representar tanto el diptongo propio /ei/,
como también la vocal larga cerrada /e:/.

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también había diptongos con primer elemento largo: αι, ηι, ωι6, αυ, ηυ, ωυ, aunque
mucho menos frecuentes y menos duraderos.

3.2. Sistema consonántico


El griego posee oclusivas labiales, dentales, y guturales o velares; cada una de
ellas incluye un correlato sonoro, sordo y sordo aspirado. Hay una sola silbante, sorda,
con dos grafías σ y ς (en final de palabra). Y tres consonantes dobles: ψ (psi), ζ (sdeta),

ξ (ksi).
Las consonantes indoeuropeas se mantuvieron, en general, inalteradas en el
sistema de las oclusivas, a excepción de la serie aspirada.
Las antiguas sonoras aspiradas evolucionaron a sordas aspiradas: /ph/ escrita
φ, /th/ θ, /kh/ χ. Estos fonemas se caracterizaban por una leve aspiración que sigue a la
realización del sonido.
Al ser fonemas complejos, los romanos, cuando transcribían términos que
contenían estos fonemas, usaban dos signos para su trascripción: ph, th, kh. La h
indicaba la aspiración en latín. Así, palabras como φιλοσοφία o φιλοτεχνία pasaron al
latín como philosophia o philotechnia, para diferenciarlos del sonido de la /f/ latina e
indicar que había que pronunciar una aspiración. Era considerado de refinamiento
extremo la correcta pronunciación de la aspiración entre los romanos cultos, hasta el
punto de que еn осаѕіоnеѕ introdujeron la aspiración en palabras que no tenían origen
griego, como pulcher ‘bello’ o triumphus ‘desfile solemne’.
Algo parecido pasó en inglés. Cuando se introdujo la th en las palabras de origen
griego que habían sido tomadas en préstamo por el latín, del tipo theater o throne, a
veces también se introdujo en otras que no tenían aspiración en origen, como author del
lat. auctor.
En las lenguas modernas se suelen pronunciar como fricativas, como en
español f, j, z, pero en inglés suele mantenerse la aspiración en estas palabras.

5
Hay que tener siempre muy presente que la grafía ου podía representar tanto el diptongo propio /ou/,
como también la vocal larga cerrada /o:/.
6
Ya se ha dicho más arriba que estos diptongos largos con una ι como segundo elemento también suelen
escribirse con la ι suscrita (ᾳ, ῃ, ῳ).

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Algunos fonemas se han perdido en época histórica, pero hay huellas de su
existencia en etapas anteriores. Por ejemplo, la antigua silbante indoeuropea /s/ se
perdió en dos posiciones: 1) en comienzo de palabra ante vocal; 2) en posición interior
entre vocales. Toda /s/ inicial de origen indoeuropeo se perdió en griego y dejó la huella
de una “aspiración” en la vocal que seguía a la /s/, aspiración que se representa en el
sistema gráfico mediante el llamado espíritu áspero: p. e., el término para la sal en
griego es ἅλς con espíritu áspero en la α como testimonio de la /s/ originaria inicial,

que nos confirma la comparación lingüística con el latín sal; la preposición griega ὑπερ

tіеnе un correlato claro en el latín super. Aѕí, las palabras que en griego comienzan por

una σ- no son, pues, antiguas, de origen indoeuropeo, sino que son términos de sustrato
pregriego7, o de etimología oscura, o producto de una evolución fonética posterior ya
dentro de la historia del griego propiamente dicho. De otro lado, también se perdió la
-σ-, o sea, interior intervocálica, lo que dio lugar a que entrasen en contacto las vocales
antes separadas por la /s/, y estas vocales a veces se mantienen en hiato y otras veces se
fusionan fonéticamente en una contracción.

3.3. El sistema de las sonantes


Ya hemos hablado de estos fonemas, que existían en indoeuropeo y que podían
actuar como vocal o como consonante según los otros fonemas con los que se
encuentren formando sílaba.
En griego, las sonantes en función consonántica se han convertido en verdaderas
consonantes líquidas y nasales: λ, ρ, µ, ν (l, r, m, n).
En función vocálica, estas sonantes desarrollaron una vocal verdadera,
generalmente de timbre a, que facilitaba la pronunciación de esos grupos. Esto se puede
comprobar si comparamos por ej. gr. καρδία ‘corazón’ con lat. cor, cordis, que
proceden de la raíz indoeuropea *krd.
En las nasales, en cambio, cuando la nasal iba entre consonantes (CNC) o en
posición final precedida de consonante (-CN), se produjo la vocalización en α,
desapareciendo todo rastro de la nasal. Un ejemplo importante es la desinencia de
acusativo singular. En indoeuropeo era siempre *–m. Así, en los temas en vocal, se

7
Es decir, de alguna de las lenguas (no indoeuropeas) que se hablaban en Grecia antes de la llegada de los
griegos indoeuropeos, y que éstos tomaron en préstamo.

12
mantiene esa desinencia indoeuropea *-o-m: griego λύκ-ο-ν8; latín lup-u-m9. Ahora
bien, cuando se añadía a temas que acababan en consonante, la *-m adquiría función
vocálica, produciéndose la vocalización en -α, mientras que en latín aparece el
acusativo en –em como resultado de la vocalización de la sonante en esa lengua: griego
πόδ-α, latín ped-em10. Lo mismo pasa en el numeral *dekm diez: gr. δέκα, lat. decem.

La ι en función consonántica se llamaba yod, y equivalía a la y española, que


tiene también esa doble función: p. e. rey / reyes. Ha desaparecido en todas las
posiciones en griego clásico. Una de las huellas que dejó fue la aspiración en posición
inicial, notada mediante el espíritu áspero ( ῾ ), como sucede con la /s/ en posición
también inicial.
La υ consonántica se llamaba wau o digamma, y funcionaba como la w del
inglés actual. El nombre de digamma es tardío, pero hace alusión a que en ciertos
dialectos griegos se escribía con dos signos de la letra gamma (Г) superpuestos (ϝ). En
micénico se conservaba, y todavía quedaban rastros en época histórica en algunos
dialectos. En la épica homérica quedan huellas de su existencia. Las palabras que
comenzaban por ϝ- se comportan de manera diferente en la métrica.

3.4. Espíritus y acentos


A) Los espíritus
Más arriba se ha hablado de cómo la pérdida de la /s/ inicial (σ-) y la de la yod
dejaban en ambos casos su huella en una pequeña aspiración /h/ de la vocal que seguía.
Este elemento fonético tenía rango de fonema, puesto que su presencia suponía
diferencia entre palabras (p.e., ἥν, con aspiración, es el acus. sg. fem. del pronombre

relativo; frente a ἤν, sin aspiración, que es la conjunción condicional).

Originariamente el signo Н servía para representar esta aspiración /h/, y así lo


encontramos en las inscripciones de época arcaica y clásica11. Pero en época helenística

8
En griego el fonema /m/ en final de palabra evoluciona a /n/.
9
En latín la segunda /u/ de lupum es el resultado de una evolución específica de esa lengua a partir de una
/o/ indoeuropea.
10
El latín opta por un vocalismo distinto en la raíz ped-.
11
El dialecto jonio, que no conservó esta aspiración, usó este signo Н para representar la /ē/, de ahí que
tengamos ese signo para la letra ēta. Como ya se ha dicho, el alfabeto latino, a través del etrusco, deriva
de un alfabeto griego occidental, probablemente de Cumas. Por eso, adoptaron la Н como signo de la

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se crearon los llamados espíritus, signo grafemático para reproducir la realidad fonética
de la aspiración y, así, facilitar la lectura de los textos. Se colocan sobre las vocales
iniciales de una palabra, o delante de ellas si son mayúsculas. En la práctica tradicional
de los textos se trata de dos espíritus: el espíritu áspero ( ῾ ) y el espíritu suave ( ᾿ ).
Realmente el primero, el áspero, fue el primero en representarse, porque es el único que
tiene fundamento fonético. El segundo, el suave, es simplemente “la no existencia del
espíritu áspero”, o dicho de otra manera: ante la marca del espíritu áspero en algunos
casos de inicial vocálica, se tomó la medida de regularizar todos los inicios vocálicos
con el signo diacrítico de un espíritu y, así, todos los que no tenían aspiración (espíritu
áspero) llevaban otro espíritu, el suave, que equivalía a la ausencia de aspiración.

B) Los acentos
Tradicionalmente se distinguen dos clases de acento: de intensidad y musical o
tonal. En castellano tenemos un acento intensivo, de tal manera que la sílaba que recibe
el acento se pronuncia más fuerte.
La lengua griega, en cambio, tenía un acento musical, probablemente heredado
del indoeuropeo, aunque ésta es una cuestión debatida. El acento musical consiste en la
elevación tonal de la voz en una sílaba determinada de cada palabra12.
Grafemáticamente encontramos en los textos griegos tres tipos de acento (el
agudo, el grave y el circunflejo), pero fonéticamente sólo hay dos: el agudo y el
circunflejo. El acento agudo suponía una subida tonal de toda la sílaba, podía ir sobre
una de las tres últimas sílabas, y la vocal silábica podía ser larga o breve. El acento
circunflejo suponía una subida tonal sólo de la mitad inicial de la sílaba, lo que
implicaba una bajada en la segunda mitad y obligaba a que la vocal silábica tuviera que
ser larga; además, sólo podía ir en una de las dos últimas sílabas de la palabra. El acento
grave es una variante puramente grafemática del acento agudo cuando éste iba en la
sílaba final de la palabra y detrás venía otra palabra también acentuada (tónica).

aspiración. De ahí que nombres como Hércules o Hermes, y otras palabras de origen griego, se escriban
con h- inicial.
12
La propia gramática griega, para el concepto de acento, creó el término προσῳδία (literalmente
‘melodía para el canto’), formado sobre ᾠδή canto, donde es clara su alusión a la musicalidad. Los
romanos tradujeron la palabra literalmente por ad-cantus, que dio lugar a accentus > acento. A su vez, el
otro término griego τόνος, de donde deriva la palabra tono, procede de una raíz *ten-, que significaba
‘tensar’ y hace alusión a las cuerdas de los instrumentos musicales.

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En griego la mayoría de las palabras llevaban acento propio (palabras tónicas),
lo que les adjudicaba autonomía en la cadena hablada. Pero también había algunas sin
acento (átonas), que se pronunciaban apoyadas en la palabra inmediata: proclíticas, si se
apoyaban en las palabras siguiente, y enclíticas si lo hacían en la anterior.
Dejaremos para más adelante un acercamiento detenido al acento en griego. Por
ahora nos limitaremos a unas pocas reglas:
1) El acento agudo, que podía ir en alguna de las tres últimas sílabas, solo iba en la
antepenúltima si la última era breve (ἄνθρωπος), de forma que si había algún cambio

en esa palabra, el acento se retrasaba a la sílaba siguiente (ἀνθρώπου).

2) El acento circunflejo, que podía іr en las dos últimas, sólo iba en la penúltima si la

última era breve: δῆµος frente a δήµου.


3) La posición del acento en los nombres se mantiene en el lugar del nominativo,
siempre que no transgreda la norma antes mencionada de la limitación.
4) En los verbos el acento irá lo más atrás posible, dentro de la norma de la limitación.

3.5. Algunas reglas fonéticas generales


a) Las consonantes, dentro de una misma palabra o en la cadena hablada,
experimentan a veces un proceso de asimilación, por el cual aproximan su articulación
al fonema vecino: sobre la raíz γραφ- escribir se crea un sustantivo con el sufijo -µα,

*γράφµα, que evoluciona por asimilación a γράµµα13.


También es frecuente el proceso contrario, la disimilación, por la cual dos
fonemas próximos separan su punto de articulación. En este punto es especialmente
frecuente la llamada disimilación de aspiradas: el verbo *θίθηµι evoluciona a τίθηµι,
donde la sorda dental reemplaza a la aspirada correspondiente ante la sílaba siguiente,
que empieza igualmente por una aspirada.
Otras veces se trata de una metátesis o cambio de posición en la palabra: el
verbo *τίτκω engendrar altera su estructura morfológica correcta en τίκτω porque en

la fonética griega no existe el grupo τκ.


En final de palabra el consonantismo griego experimenta dos fenómenos
fonéticos importantes: 1) las oclusivas en posición final se pierden: la forma ἄλλο,

13
En realidad es un fenómeno fonético paralelo a lo que tenemos en castellano imposible frente a
indecible.

15
neutro del adjetivo ἄλλος otro, debería ser *ἄλλοδ, como nos lo certifica la forma

latina aliud; y 2) la nasal labial en posición final (-µ) se trasforma en la nasal dental (-

ν), como ya se ha mencionado. Y en este apartado habría que mencionar también el

fenómeno fonético de la llamada -ν efelcística: toda palabra terminada en -ε o en -ι

suele llevar una -ν para evitar el contacto de dos vocales, la final de esa palabra y la

inicial de la siguiente: ἐστίν.

b) Las vocales también están sujetas a determinadas alteraciones. El encuentro


de dos vocales fuertes (/a/, /e/, /o/) en el interior de una palabra daba lugar al hiato, que
las lenguas tratan de evitar, y el griego en concreto acude para ello al recurso de la
contracción vocálica: las vocales en contacto se funde en una única vocal, que ahora es
larga.
También es frecuente el fenómeno del alargamiento compensatorio de una vocal
inicialmente breve dentro de una sílaba larga por posición, es decir, cerrada por dos
consonantes. Cuando ese grupo consonántico se simplifica por algún proceso fonético,
la sílaba se convierte en breve y, en esos casos, se alarga la vocal silábica para mantener
la cantidad silábica: *σελασνη evoluciona a σελήνη al simplificarse el grupo -σν-.
También en el campo de las vocales tiene lugar la metátesis de cantidad
vocálica, o cambio de cantidad vocálica entre una vocal larga y otra breve en contacto:
la forma original *βασιληϝος pierde en un momento la digamma (ϝ) intervocálica >

βασιληος, que termina evolucionando a βασιλέως.

Es frecuente la elisión de una vocal (sobre todo ε, α, ο) en final de palabra,


cuando la palabra siguiente comienza también por vocal. El signo gráfico que lo indica
se llama apóstrofo: χάσµ’ ὀδόντων. A veces, incluso, se llegan a fundir las dos
palabras en una sola mediante contracción, fenómeno que recibe el nombre de crasis, y
tiene lugar entre dos palabras estrechamente relacionadas, en especial entre el artículo y
la palabra a que acompaña: οὑµός (< ὁ ἐµός).

4. Morfología del Griego


4.1. La palabra
En griego, como en latín y otras lenguas indoeuropeas antiguas, la unidad
significativa esencial es la palabra. Es aquello que el hablante aísla con más facilidad.

16
La palabra en las lenguas indoeuropeas no tiene una forma única y constante,
sino que puede adoptar diferentes formas según la función sintáctica que se quiera
expresar. A esta capacidad de las palabras se denomina flexión. El griego, pues, es una
lengua flexiva, lo mismo que las demás lenguas indoeuropeas antiguas.
La flexión se articula en un doble sistema: nominal (sustantivos, adjetivos,
pronombres) y verbal (verbos). Así, pues, la lengua griega conoce en el plano
morfológico dos clases de palabras bien diferenciadas: nombres y verbos, que tienen
distinta forma de flexión.

a) Estructura:
La palabra consta fundamentalmente de dos partes: la raíz (morfema semántico),
que aporta el sentido básico; y una serie de prefijos, sufijos, y desinencias (morfemas
gramaticales), que no son siempre fáciles de aislar.
Raíz o lexema: contiene la significación fundamental de la palabra. La raíz es
invariable en sus elementos consonánticos, pero su vocal puede sufrir variaciones,
fenómeno denominado alternancia vocálica. La alternancia vocálica puede ser de dos
clases:
- Cualitativa: cuando cambia el timbre de la vocal (/e/y /o/): raíz λέγ- : grado /e/ λέγω

(verbo) decir; grado /o/ λόγος (sustantivo) palabra.

- Cuantitativa: cuando cambia la cantidad vocálica (larga/breve): δόσις don / δῶρον


regalo.
Se dice que hay grado cero (Ø) cuando no hay vocal en la raíz. De esta forma,
hay tres posibilidades de alternancia vocálica en una raíz: gn- [grado Ø] frente a gen-
[grado e] y gon- [grado o]: γί-γν-οµαι / ἐ-γεν-όµην / γέ-γον-α, que, como se verá
más adelante, son tres temas verbales de un mismo verbo, de forma que en este caso es
claro que la alternancia vocálica está puesta al servicio de la morfología verbal.
Esta variación de la vocal de la raíz es un procedimiento morfológico que se
usaba en las lenguas indoeuropeas para expresar diferentes funciones tanto en el nombre
como en el verbo, y ha permanecido en griego como residuo de un arcaísmo. La
alternancia vocálica fue paulatinamente desapareciendo en la mayoría de las lenguas por
ser redundante con el sistema de desinencias, pero se conservan restos de la antigua
alternancia en lenguas modernas, por ejemplo, en los verbos del inglés del tipo to sing,
sang, sung o del alemán trinken, trank, getrunk.

17
Los prefijos son el componente inicial de la palabra, puesto que preceden
incluso a la raíz. Suelen tener una función léxica, pero en griego también desempeñan
un cometido puramente gramatical, como sucede en el verbo con el aumento de los
tiempos secundarios o la reduplicación del tema de Perfecto.
Los sufijos son la primera ampliación de la palabra tras la raíz. A veces
se les llama también morfemas derivativos, porque sirven para derivar palabras de una
misma raíz. En algunos casos tienen un valor semántico preciso, pero en muchas
ocasiones es difícil precisar su significado, y parecen más bien actuar como recursos
neutros de derivación.
El tema es la asociación del lexema o raíz con uno o más sufijos. Es la base a la
que se añaden las desinencias o morfemas gramaticales. Va a tener mucha importancia
en la flexión, especialmente en la verbal.
La vocal temática es un tipo especial de sufijo gramatical, que une el tema y las
desinencias tanto en nombres como en verbos. Este sufijo temático es susceptible
igualmente de la alternancia –e/o–. Una forma atemática es la que no tiene vocal
temática, es decir, el tema se une directamente a la desinencia.
Las desinencias, o morfemas gramaticales, sirven para precisar las funciones de
la palabra en la oración. En el nombre, expresan número, género y caso; en el verbo,
número, persona, tiempo y voz.
El orden de los elementos en la palabra griega es fijo: prefijo-lexema-sufijo-
desinencia, por lo que la caracterización funcional de la palabra va al final, en la
desinencia.
A veces no es fácil distinguir entre sufijos, desinencias y el tema de la palabra,
ya que se han producido variaciones fonéticas que han modificado su aspecto.

b) Tipos de palabras:
No todas las palabras griegas se flexionaban. Quedan fuera de la flexión algunas
clases de palabras: adverbios, preposiciones, conjunciones, interjecciones y algunos
numerales.
Palabras flexivas: nombres, adjetivos, pronombres, verbos.
Palabras no flexivas: adverbios, conjunciones, preposiciones, interjecciones.

4.2. La flexión nominal

18
A la raíz o tema (raíz + sufijo) de una palabra se le añaden las desinencias, para
indicar la función que desempeña en la frase. Así pues, se denomina flexión al
procedimiento morfológico consistente en añadir a la raíz o tema de una palabra una
serie de sufijos (desinencias) que expresan diferentes funciones.

a) Elementos: género, número, caso

4.2.1 El género
El griego, como la mayoría de las lenguas indoeuropeas antiguas, presenta en
época histórica tres géneros (masculino, femenino y neutro), aunque a veces se acude a
procedimientos léxicos para la determinación del género, como en español:
padre/madre, varón /mujer, toro/vaca, etc. El neutro lo integran las palabras que no son
masculinas ni femeninas, y se diferencia formalmente en que presentan una misma
forma para los casos nominativo y acusativo. Esta forma difiere de la del masculino y el
femenino. Las lenguas romances y el inglés han eliminado el género neutro (el inglés,
de hecho, ha eliminado el género gramatical), aunque queda alguna huella en el
pronombre: esto, eso, aquello, ello, lo, inglés it. En alemán, en cambio, sigue estando
vigente esta triple distinción de género y así das Kind ‘el niño’ o das Mädchen ‘la
joven’ son neutros.

4.2.2. El número
En griego había tres números: singular, plural y dual. El dual se usaba para
indicar que una palabra se refería a dos objetos, o bien que una acción era efectuada por
dos sujetos. Aparecía tanto en nombres como en verbos y pronombres, y generalmente
se usaba con parejas naturales: los dos ojos, los dos pies, etc. Se conserva en micénico,
en Homero y en ático de época clásica, aunque es un arcaísmo. Ha desaparecido ya en el
griego de época helenística. Tenía sus propias desinencias en la flexión, tanto nominal
como verbal. En latín no existe dual, pero hay alguna huella fosilizada en palabras como
ambo o duo.

4.2.3. Los casos


En las lenguas flexivas, a cada una de las formas, parcialmente distintas, con que
cuenta cada nombre o adjetivo se llama caso, y sirve para indicar su función en la

19
oración. La categoría de caso está estrechamente ligada a la flexión nominal. Los casos
se marcan mediante una desinencia. Al sistema de flexión que adoptan los nombres,
adjetivos y pronombres para expresar sus funciones se llama declinación.
En griego clásico hay cinco casos (nominativo, vocativo, acusativo, genitivo y
dativo). En latín clásico había seis, pero el tardío simplificó este sistema, y llegó a tener
sólo dos, situación heredada en un primer momento por las lenguas romances.
En griego micénico hay huellas de un instrumental plural –pi > -φι. Esta función
junto con la de locativo (‘lugar en donde’) se va a expresar en el griego posterior
mediante el dativo. La función de ablativo (‘lugar de donde’) se expresa con el
genitivo. Es decir, en el genitivo griego confluyen las funciones propias del genitivo,
más las del ablativo. En el dativo, las propias de dativo más las de locativo e
instrumental.
En las lenguas actuales que han perdido el carácter flexivo se recurre a otros
procedimientos para expresar las funciones que antes expresaban los casos. Por
ejemplo, el español y, en general, las lenguas romances utilizan preposiciones, pero
otras lenguas como el inglés, utilizan un orden de palabras determinado y bastante
rígido. El alemán conserva el sistema casual y tiene desinencias distintas para acusativo,
genitivo y dativo, y también el griego moderno.
La terminología relativa a los casos ha sido transmitida por el latín, que tradujo
literalmente la palabra griega πτῶσις ‘caída’ por casus. El origen de esta

dеnоmіnасіón рrосеdе en griego de una metáfora tomada de un juego de dados: cada


jugador tiene en su mano un dado que es portador de seis valores diferentes. Con cada
caída del dado, se hará realidad un valor. De la misma manera, el hablante de una
lengua lleva dentro un significante virtualmente capaz de adoptar formas diferentes, de
las que sólo una se realizará en el habla.
Más tarde cada ptosis recibió un nombre particular, que los gramáticos latinos
tradujeron, con mayor o menor acierto, por nominativus, vocativus, accusativus,
genitivus, dativus.
Para enunciar los sustantivos en griego se utiliza el nominativo y el genitivo de
singular: λόγος, -ου, como en latín: lupus, -i.

b) El sistema nominal griego

20
En griego, la flexión nominal afecta a nombres, adjetivos, pronombres y al
artículo.
El artículo es una innovación del griego. En indoeuropeo no existía. No lo
tenemos documentado en el griego micénico, o sea, en el segundo milenio a. C. En un
momento dado de la historia de la lengua griega se formó a partir del demostrativo, y de
esta doble función da fe la lengua homérica14. La importancia del artículo griego reside
en que permitió la sustantivación de adjetivos para formar abstractos, y también de
adverbios, de infinitivos, etc.
El campo de los sustantivos y adjetivos está estructurado en tres grandes
bloques: la declinación temática, que se sirve de la vocal temática (ο/ε) como rasgo

distintivo; los temas en –α, en los que la α desempeña un papel semejante al de la


antigua vocal temática; y la declinación atemática, en la que las desinencias se añaden
directamente al tema, y se divide en varios subgrupos en función de cómo termine el
tema: temas en oclusiva, temas en líquida y nasal; temas en silbante; y, finalmente,
temas en –i y en –u.
Los adjetivos se articulan en tres grandes bloques en función de sus variantes de
género y de sus temas morfológicos: adjetivos de tres (o dos) terminaciones, una por
cada género, y en consonancia con la declinación temática y con la declinación en –α;
adjetivos de tres terminaciones, donde se combinan el modelo atemático, para el
masculino y neutro, y los temas en –α para los femeninos; y, finalmente, el uso del tipo
atemático para los tres géneros.
El sistema pronominal se estructura en una serie de apartados según su función
sintáctico-semántica: pronombres personales, y adjetivos-pronombres demostrativos,
relativos, e indefinidos-interrogativos.

4.3. La flexión verbal


El verbo se distingue morfológicamente del nombre por las desinencias, de un
lado, y por una organización mucho más compleja, de otro. El verbo expresa nociones
que no están presentes en el nombre, como la de persona, número, tiempo, modo, voz y
aspecto. Estas nociones se indican mediante las desinencias, que pueden expresar a la
vez varios de esos parámetros. A su vez, el sistema verbal griego presenta una estructura
14
No olvidemos que en castellano el artículo también ha surgido de un demostrativo (latín ille), puesto
que el latín no tenía artículo.

21
bastante particular tanto en la forma como en los valores semánticos de sus diversos
temas.

a) Elementos: persona, número, tiempo, voz, modo, aspecto.

1. La persona
Hay tres personas en el verbo griego y están expresadas en las desinencias. Por
ello, el uso de pronombres personales junto con el verbo no es necesario, y se hace para
dar mayor énfasis, como sucede en castellano.

2. El número
Hay tres números también en el verbo: singular, plural y dual. El dual es un
arcaísmo y rara vez se usa.

3. El tiempo
En las lenguas que conocemos, el verbo se caracteriza, entre otras cosas, por
conceder gran importancia a la noción de tiempo. La noción de tiempo verbal consiste
en situar el proceso verbal con relación al momento en que se habla. Si se hace
referencia a un momento anterior, se habla de pasado; si se hace referencia a lo que ha
de venir, se habla de futuro. Si se hace referencia al instante en que se sitúa el acto de
hablar, hablamos de presente. Esos son los llamados tiempos absolutos. Hay también
unos tiempos relativos como el imperfecto, que es el pasado del presente, y el
pluscuamperfecto, que es el pasado del perfecto.
En el verbo griego la oposición presente/pasado se expresa mediante las
desinencias: las desinencias primarias sirven para indicar un tiempo que no es pasado, y
las desinencias secundarias, para el pasado.
En realidad, el verbo indoeuropeo en su etapa más remota, diferenciaba sólo un
presente y un pasado, y para ello utilizaba diferente tipo de desinencias. Las desinencias
de pasado, o ‘secundarias’, lo que indicaban era la no actualización de un proceso.
En griego, además, para expresar el pasado se añade el aumento al principio de
palabra.
El tiempo sólo aparece asociado al modo indicativo, que es el modo, en
principio, de lo real. En el indicativo, pues, se combinan tiempo y aspecto. El pasado
del tema de presente es el imperfecto. En el tema de perfecto también hay dos tiempos

22
(pasado y no pasado). El pasado es el llamado pluscuamperfecto. Sin embargo, en
aoristo sólo hay pasado.

4. La voz
Los gramáticos griegos la llamaron διάθεσις disposición, porque expresa la
situación del sujeto respecto de los efectos de la acción verbal.
Frente a la oposición de voz activa / voz pasiva, que presenta la mayoría de las
lenguas que conocemos, el griego presenta de nuevo una situación diferente, herencia
del indoeuropeo. La oposición originaria se da entre la voz activa y la voz media. La
voz media hace referencia a un proceso en el que el sujeto está implicado internamente,
es decir, indica que la acción verbal le afecta de un modo especial.
El verbo indoeuropeo era esencialmente subjetivo, pero la voz media marca una
relación especial del objeto con el sujeto.
La pasiva es, en principio, un uso secundario como especialización de la media,
y en griego se halla en proceso de desarrollo en lo que se refiere a su expresión
morfológica. De hecho, las formas que utiliza para su expresión son las mismas que
para la voz media, con algunas excepciones. Está documentada ya en micénico, pero
muy poco presente todavía en Homero. La activa y la media se caracterizaban por tener
desinencias distintas.

5. El modo
El griego tiene cuatro modos: indicativo, subjuntivo, optativo e imperativo. El
optativo expresa fundamentalmente el deseo y también la posibilidad.

6. El aspecto
El aspecto es una categoría significativa distinta del tiempo. El aspecto verbal
considera la acción desde el punto de vista de su desarrollo. Interesa menos indicar el
momento en que se produce el acto de hablar, que hacer una especie de referencia
interna al proceso mismo: se puede describir el proceso a punto de acabarse, en su
comienzo, mientras dura, acabado, etc. Los aspectos más frecuentes son el durativo, el
puntual y el perfectivo.
El aspecto durativo expresa la acción en su desarrollo. El aspecto puntual no
hace referencia a la duración, por lo que generalmente se refiere a una acción que duró

23
un instante, o de la que no interesa describir su duración. El aspecto perfectivo indica el
resultado presente de una acción pasada, el estado.

b) El sistema verbal griego


El verbo griego conserva un estado arcaico dentro de las lenguas indoeuropeas,
sólo superado por el védico. Su sistema es muy diferente al de los verbos de las lenguas
actuales y en parte, también al del verbo latino.
En nuestra lengua, a una raíz verbal se le añaden una serie de desinencias
temporales y se forma todo el paradigma. Si nos dan una forma determinada, por
ejemplo, comí, sabemos que es un verbo de la segunda conjugación y podemos
completar el resto de formas a partir de ella. Es lo que se llama conjugación.
Pero en griego la conjugación no existía, o mejor dicho, existía sólo para un
cierto tipo de verbos.
El griego presenta una serie de temas verbales independientes. Estos temas
podían pertenecer a una misma raíz o a raíces diferentes. Evidentemente, la lengua
tendió a regularizar los paradigmas y desde época homérica es posible observar un tipo
de formación verbal más reciente, los verbos denominativos, que siguen una
conjugación regular.
El verbo griego, pues, se organizaba en tres temas principales: de presente, de
aoristo y de perfecto. Estos temas no expresaban tiempo sino aspecto. El tema de
presente tenía aspecto durativo, es decir, expresaba la acción en su desarrollo. El tema
de aoristo tenía aspecto puntual, es decir, situaba la acción en un punto determinado del
proceso; el de perfecto, tenía, como su propio nombre indica, aspecto de resultado, es
decir, expresaba el estado del sujeto al terminar una acción.
Esta organización aspectual del verbo griego tiene una consecuencia inmediata:
la ausencia de conjugación, es decir, de un sistema coherente de formas, dentro del cual
una forma dada puede facilitar, con un sistema flexivo regular, la deducción de todo el
paradigma. El verbo griego consiste más bien en un conjunto de formas, en gran medida
autónomas, procedentes de una convergencia accidental, más que de un intento de
organización. Los paradigmas no están completos y las diferencias aspectuales son
frecuentemente inherentes a las raíces. De aquí el que se recurriera a veces, para
presentar un mismo proceso, a radicales diferentes, cada una específico para un aspecto
(los llamados verbos polirrizos).

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5. Sintaxis del Griego
En indoeuropeo no existía la subordinación, a excepción de las oraciones
adjetivas de relativo. Las relaciones que en nuestras lenguas modernas expresamos por
medio de oraciones subordinadas, se expresaban en indoeuropeo por medio de
participios o infinitivos. Había una situación de parataxis, es decir, una serie de
oraciones, independientes sintácticamente, que podían mantener una relación de
dependencia implícita, mediante la mera yuxtaposición, sin que hubiera un nexo
coordinante o subordinante. Esto no quiere decir que no existieran ya ciertos elementos
a partir de los cuales pudiera desarrollarse una cierta subordinación. Estos desarrollos se
produjeron de forma independiente en las diversas lenguas.
El griego desde época temprana presenta una situación sintáctica más
evolucionada respecto al indoeuropeo, pero todavía arcaica si la comparamos con la del
latín. Por un lado, se mantiene la flexibilidad sintáctica del participio, que hasta época
clásica va a ser muy importante. Por otra parte, presenta un estado más avanzado de la
parataxis, además de la mera yuxtaposición, en el que hay ya coordinación. La
coordinación se produce entre estructuras lingüísticas diversas, en las que existe una
relación de semejanza o equivalencia sintáctica. Dicha equivalencia se pone de
manifiesto mediante paralelismos marcados por las partículas de coordinación. En
griego hay una gran riqueza de partículas coordinantes.
Por otro lado, el griego fue creando una sintaxis de la oración subordinada que
distingue entre los diferentes tipos de relación entre las oraciones. Pero la hipotaxis o
subordinación no había llegado aún a alcanzar el desarrollo que adquirió en latín, que
llegó incluso a especializar un modo, el subjuntivo, para la oración subordinada. En
griego, en cambio, el modo de la subordinada era el mismo de la principal. Las
oraciones subordinadas con verbo personal, con excepción de las de relativo, son
posteriores al uso de las de participio y hasta finales del siglo V a. C. no van a ser
utilizadas de manera intensa en griego.
La elaboración de periodos complejos, sobre todo a partir de los prosistas y
oradores clásicos, creó un instrumento intelectual de primer orden para la expresión del
pensamiento. La influencia ha sido esencial para la creación en nuestras lenguas de una
prosa capaz de expresar las relaciones abstractas. La difusión y regularización de la
subordinación junto a otros recursos sintácticos como el uso sintáctico del infinitivo, la
sustantivación de adjetivos mediante el artículo, etc., permitió un desarrollo

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extraordinario y tuvo como resultado que llegara a ser el instrumento idóneo para la
expresión del pensamiento filosófico y científico.

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