SEES SS SSS
L os I MPRESCINDIBLES
Manuel Gutiérrez Najera
Seleccidn y prdlogo
de Rafael Pérez Gay
SL] ony awenn
SES eSyA VIDA EN MEXICO 193
Esto nO obsta para que la situaci6n de los escritores
a dificil ¢n la época presente. Dudar de que los hijos
sé’ nuestra inteligencia, de concepcién unipersonal
wan nuestros propios hijos es desgracia verdadera.
wque haya quien nos burle y usurpe nuestro lugar den-
i de nosotros mismos es mucha cosa!
"ey, para colmo de infortunios, cuando hayan transcu-
algunos siglos desde la muerte de los grandes au-
rrid 4 re
tores contemporaneos, surgira alguna miss inglesa
-porque las misses inglesas son eternas— que diga al
mundo: “Itodos esos caballeros no existieron! iVictor
era una compania de poctas yanquis que fabricaba ver-
sos franceses, a tanto el kilémetro, etc., etc.!”
De modo que todo autor ilustre, insigne, tiene que
creer desde ahora en estos dos articulos de f
Primero: Cuando me muera, no habré vivido.
Segundo: Mientras exista yo, ijamdas soy yo!
El periéddico de a centavo
Es indudable que la aficién a la lectura se propaga en
México. Como es natural, comienza por la lectura de pe-
riddicos. En mayor proporcién que la del aumento de
habitantes ha crecido el aumento de lectores y ello ex-
Plica el buen negocio que hacen los editores del Moni-
‘or, el Universal, el Tiempo, el Nacional y otras varias
Publicaciones. También se nota en las librerias este in-
ere en la afici6n a la lectura. Hoy los periédicos
hen epana y Francia —particularmente los ultimos— tie-
- ou México considerable cantidad de suscriptores.
Tas cientificas o literarias que Ss¢ publican enMANUEL GUTIERREZ NAJERA
194
México, y a poco, agotan ],, }.
legan frescas a VicX) Os ]j.
EoreRt ios sempre: recibidor, Sobre Lodo, com ¢
tienen éxito mejor las ediciones bara
bien explicable, ' wien econGini
tas, las publicaciones que Ha MICAS. Y est
mismo es indicio de que no son las clases privilegiadas,
los hombres de cierta educacion y posicion social jo,
tinicos que leen, sino también los pobres que antes se
conformaban con pedir al vecino acomodado e] Moni.
tor o el Siglo de ayer, o con leerlos en el café o en ¢
estanquillo de la esquina.
La mejor prueba de que la gente del pueblo que sabe
leer quiere leer, esta en lo que han ganado con el Moni-
tor del Pueblo, con el Mundo y con otros varios Periddi-
cos de a centavo sus respectivos duenos. Porque el
hombre de elevada categoria social, el abogado, el mé.
dico, el propietario, el gomoso, no compran al retirarse
a casa un ejemplar de la Politica, sino otro de alguno de
los grandes diarios que contienen materiales bien esco-
gidos y que tratan de asuntos que le interesan a él,
como son las cuestiones de politica extranjera, las no-
ticias artisticas y literarias, las discusiones cientificas
y otras muchas que no preocupan, por el atraso inte-
lectual de ellos, a los hombres del pueblo. Hay pues,
muchos lectores que quieran leer y pueden gastar un
centavo. Y precisamente a éstos que son los mas nece-
sitados de lectura, es a los que debemos alentar, cui
dando de mejorar y abaratar los periddicos que s¢
encuentren a su alcance.
Tiene esa prensa pequena, en otros paises, incalcu-
lable y reconocida importancia. Aqui también la tiene,
flue en grado menor, por la enorme suma de anal-
fabéticos que arroja el censo; pero de dia en dia, y 8™*
as a la instruccién obligatoria, al desarrollo del trabajovipa EN MEXICO
A 195
al consiguiente crecimiento de bi
siriendo influencia mas trascend.
oliticos vimos la influencia q
eriodiquito popular escrito con talento. Puede, pace
ger una arma esa pequena prensa, y asi como en manés
jnhbiles o interesadas se convertira en nube de micro-
pios maléficos, en manos dignas sera a manera de me-
dicina dosimétrica.
Para conseguir este objeto, lo Primeramente in-
dispensable es lograr la libre introduccién del Papel
extranjero. No puede haber libro ni publicaci6n ni pe-
riédico baratos, si el papel es caro. La Opinion, acerca
de este punto, se acenttia cada vez mas. Acabamos de
ver que un Congreso tan respetable como el Pedagégi-
co pidié al Gobierno, por considerarlo no sdlo util, sino
necesario, que eximiera de derechos aduanales al papel
extranjero. Con esta exencién no se perjudica ninguna
industria seria del pais, ni se perjudica el Erario porque
recibira éste, y con creces, por otros caminos y en otras
formas, lo que en apariencia pierde —que es bien poco—
al amenguar las entradas de sus aduanas.
Pero no basta obtener la libre introduccién del papel
facilitando asi la Propagacién de las ideas y con noto-
tio beneficio de escritores, impresores y lectores: se re-
quiere también que cuantas corporaciones trabajen para
el bien puiblico y para la difusi6n de la ensenanza esti-
mulen, fomenten o establezcan esos pequenos periddicos,
cuidando de que en ellos, mezclado a la noticia sensa-
Slonal que sirva de sebo, vaya lo instructivo o propia-
Mente educativo en forma asequible a las inteligencias
auc han de asimilarselo. El mismo Gobierno —épor qué
ne? puede proteger y subvencionar una empresa de
“se género, siempre que esté encomendada a personas