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Francisco de Goya: La familia de Carlos IV, 1800 Personajes de antafio E114 de junio de 1800 los franceses derro- taron al ejército austrfaco en Marengo, Italia. El comandante era Napoleén Bons- parte, de 30 afos de edad, primer eénsul y Selior de Francia desde hacfa unos meses. Bl era el nuevo hombre. Ast lo demostra- ban el golpe de estado que lo condujo al poder, la marcha triunfante hacia Italia a través de los Alpes, su atrevimiento y su energia. El mismo dia, el 14 de junio de 1800, Maria Luisa de Parma, lareina de Espafa, Je escribi6 a su amante: «Goya ha pintado si retrato y dice que es el mejor de todos. ‘Ahora retrata al rey en la Casa del Labra- dors, Esta Casa es un pequefio palacio de ecre0, el preferido del rey Carlos IY, s- tuado en los frondosos jardines de Aran- juez, la residencia estival de la corte espa ola, En este oasis de paz y tranquilidad reiliz6 Goya los bocetos previos para el cuadro de la familia real. El lienzo se le ‘encargé con motivo del décimo aniversa- rio del reinado dela pareja. Los festejos de la cororitci6n, celebra- dos en 1789, se vieron enturbiados por los acontecimientos de la vecina Francia, donde, a riz de la toma de la Bastila,ca- yeron los prvilegios de la nobleza y, mis tarde, incluso la cabeza del rey Luis XVI, un pariente pr6ximo de Carlos IV y Bor- bén como él En Espaia no ocurrié nada comparable y el antiguo orden siguié vigente. El mo- ‘tin mis importante del siglo xvutt se pro- dujo en 1766, cuando el gobierno intenté prohibir la popular capa y el sombrero de ala ancha. Dos generaciones de Borbones habian procurado reorganizar el pais me- diante una politica de pacificaci6n y una administracién razonable. Pero Espaiia seguia teniendo una poblacién escasa (apenas diez millones de habitantes), un ejército débil (60.000 hombres) y una eco- nomia en recesién. Si todavia se la consi- deraba una potencia era gracias a sus in- smensos dominios en ultramar, pero éstos quedaban muy lejos. Los embajadores de Napoleén infor- rmaron en Paris de lo siguiente: «En Espa- fia, el pueblo lano tiene un gusto pésimo y se distrae sobre todo con procesiones, corridas de toros y el amor en su acepcién mis brotal. La burguesfa esté descontenta y suf ls consecuencias dela pobreza ge- neral, El clero es ignorante, y el noble se rmuere de hambre en una tierra que s6lo se cultiva a medias. El rey es un imbEcil, la reina una cualquiera, el heredero un co- barde y el favorito un hombre odiado por todo el mundo. Resumiendo, es un pals arruinado, Resulta tan ficl como necesa- rio establecer un nuevo orden». No es de ‘extrafiar que Napoleén Bonaparte, ocu- ado todavia en combatir alos enemigos de Francia y en reorganizar su pats, viera Espafia como una presaficil, Sus planes se bbasaron en estas ideas. Usilzara sin mirs- ‘ientos ala familia real que nos contem- pla desde el euadro de Goya, como si se tratara de piezas de ajedrez sobre el table- +0 europe. Eran personajes de antafo. El fuvuro le pertenecfa a Napoleén. Un rey flemético, por la gracia de Dios especialistas no han logrado po- nerse de acuerdo sobre sel rostro de Carlos IV refleja majeseuosa benevo- Tencia estupidez. Fisicamente debié de pparecerse mucho a su abuelo materno, Fe- erico II Augusto de Sajonia, més que a su tatarabuelo, el francés Luis XIV, que en 1700 consigui el trono de Espatia para los Borbones. Igual que sus antepasados, Car- los IV, de 52 afios de edad, se sentiarey por la gracia de Dios. Las «ideas nuevas» de la Francia revolucionaria no habfan llegado atin. Era el sefor absoluto y sin limites de todo su imperio: de Espafa y de los cersi- torios de ultramar, El rey consideraba su reino como una propiedad particular, con aque podta hacerlo que quisiera. Sélo de- bia rendir cuentas a Dios, nunca a sus su- bordinados, Carlos IV los tuteaba a todos ellos, tanto alos nobles como los eriados. Un coetéineo suyo escribié: «En las recep- ciones oficiales le encanta golpear ala gen teen Ia espalda con fuerza y se re de esta broma hasta llorar. Estas manifestaciones de confianza son recibidas con alegrta» or su numerosa corte. Unas 20,000 per~ sonas acompafaban al rey normalmente ‘en sus constantes cambios de residencia y sgastaban por lo general una décima parte de las recaudaciones del pais. Carlos TV comparta con su desdichado pariente francés Luis XVI la aficién por la telojeria, ycon todos los Borbones, la pa- si6n por la caza. «Todos los dias, indepen- dientemente del tiempo, después del desa- yyuno y después de haber ofdo misa me iba 4 cazar, ¢ inmediatamente después de co- ‘mer volvia otra vez, hasta el atardecer. Por lanoche, Manuel me contaba si los asun- tos iban bien o mal; luego me iba a do Te relat6 el rey mis tarde su acti- aa Napoleéa, EI monarca ignoraba totalmente lo que podtan perjudiearle la caza y el ocio. La discusién preferida en su corte era si Car- los IV estaba enterado de las aventuras amorosas de su esposa. Cuando su padre, rey Carlos II, intents abriele los ojo, el Iijole respondié que apenas existia el peli- gro de que un rey fuera engafiado por su rmujggaya que ésta nunca tendrfa relaciones captltbien de posicién inferior y de igual bia muy pocos. El padre le con- test R\ Que estipido eres!>. Carlos IV estaba encantado de librarse de-sus obligaciones. Preferfa la compafia de albafiles, ebanistas y armeros que la de emisarios y ministros. En ese cireulo se sentia muy cémodo. Trabajaba con ellos 333 impulsado por CamScanner ‘en mangas de camisa 0 conversaba con los ‘mozos en las caballerizas, organizaba tor- neos de boxeo con ellos o les zurraba cuando estaba de mal humor. Mientras tanto, del gobierno del pais se ‘cupaban otros. Carlos lo consentia con agradecimiento. Cuando la situacién poli- tica se complicé, cuando las tropas france- sas entraron en Espatia en 1808 y hubo le- vantamientos populares, a Napoleén le resultéfécil convencer al rey de que lo me- jor era abdicar y dejar Espatia en sus ma- nos. Como si fuera un terrateniente, cam- bié su corte por una buena renta y se marché al exilio, que le proporcioné final- ‘mente la tranquilidad. I centro del cuadro no lo ocupa el rey, sino su esposa Marfa Luisa de a los 14 afios como esposa del heredero al trono. También ella era de la Casa de Bor- bén y tenia un doble parentesco con su marido. Era su prima por parte de padre y por parte de madre descendia como él de Luis XIV. Como muchas familias pode- rosas, los Borbones practicaron durante generaciones la endogamia por razones politicas. Las consecuencias fueron terri- bles. El hermano mayor de Carlos IV, por ejemplo, tavo que renunciar al trono por ser retrasado. La apatia del monarea, muy superior a lo normal, podia deberse tam- bién ala endogamia, al igual que algunos rasgos del cardcter de Marfa Luisa: un chambelin de Napoleén la apodé «la Me- salina de su tiempo». Con todo, después de casi 50 afios de matrimonio, el rey dijo de ella: «{L.o ven? Mi Luisa me ha dado 12 hijos. Es una buena madre y una buena ¢s- posa. Jamis me ha dado la mis minima preocupaciéns ‘A pesar de que su marido cumplia con su obligacién y cada afio le engendraba un hijo, Ia joven princesa se aburria a rabiar en la corte espaiola. La vida, marcada por cl rigido ceremonial de palacio, estaba tan cronometrada como los relojes de su mari- do. La alegre Maria Luisa compensaba la falta de bailes con su dedicaci6n ala pol cay alos hombres. Tomé decisiones im_ ortantes junto con su amante, Manuel Godoy. Maria Luisa se buscé al guapo jo- ven de25 aos en la guardia de palacio. No se preocupaba por esconder sus incinacio nes, de tal manera que el enviado francés escribié desde Madrid: «.. lo mejor no hay en toda Espafia nadie que ignore que ‘para satisfacer la raa sensibilidad de la rei- ‘na (.) hace falta la acci6n constante de la clite dela guardia de palacio». Cuando Goya pints el retrato dela fa- nila real, la eina tenia 48 afios. Elemisa~ rio ruso escribié: «Los numerosos partos, las indisposiciones y alo mejor también el germen de una enfermedad de la que se di- ‘ce que pudiera ser hereditaria, I han mar- chitado completamente. Tiene la tez ver- dosay la pérdida de los dientes, la mayoria postizos, ha dado un golpe definitivo a su aspector. Muchos especialistas trabajaron sin descanso para mejorar su dentadura postiza de materiales preciosos, pero los resultados no fueron suficientes y la reina se-vio obligada a comer sola. Suftia por es- te aislamiento y también porque el rey le decfa a menudo, aunque en broma, «que era una mujer fea y que se hacfa vieja». De todo su encanto de antafo sélo le queda- ban sus «bellos brazos clésicoss. El poco galante Napoleén llamé a Maria Luisa unos afios mis tarde «momia excotada». Ala reina le resultaba muy duro enveje- cer y seguia vistiéndose como una joven- ita, Demasiado juvenil, opinaban sus contemporineos. Maria Luisa era una se- guidora entusiasta de la moda de Paris, que continué exporténdose incluso du- Una buena esposa y madre impulsado por 8 CamScanner rante la revoluci6n, Hacia 1800 se pusie- ron de moda en Paris, por influencia de Josefina, la elegante esposa de Napoleén, los vestidos de muselina transparente ¥ vvaporosa inspirados en la Antigiedad griega. También se llevaban los peinados rizados ala grecque, adornados con sim- bélicas flechas amorosas. A finales de 1799, cuando Napoleén pens6 en cémo podia caerle bien a la reina de Espafa, su ministro le recomend que le enviara ves tidos «adecuados para una picara castafia de unos 20 afios», Se encargaron en la cos- turera de moda en Paris, Minette, y Marfa Luisa los esperaba ansiosa. Pero una ene~ ‘miga de la reina le jug6 na mala pasada. La duquesa de Alba, mecenas y amiga de Goya, envié répidamente a una criada a Paris y consiguié copias de los vestidos de Ja reina en un estilo mas suntuoso. Cuan- do legaron los regalos de Napole6n, Ma- ria Luisa se encontré en todos los lugares, puiblicos de Madrid a las protegidas de la duquesa ataviadas con los mismos vesti- dos y colores que ella. Su majestad la cat6- lica Maria Luisa ten{a fama de rencorosa. Después de eso, el suntuoso palacio de la duquesa de Alba se incendié dos veces. La burlona duquesa murié a los 40 afios, en 1802, envenenada segtin se dice: J hijos pequelios, dota Maria Isabel y don Francisco de Paula. En la corte se sofiaba con una boda de la con el mismisimo Napoleén Bonaparte, fen caso de que su matrimonio con Jose- fina siguiera sin descendencia. Pero Na- poleén decliné la oferta: «Si tuviera que considera la posibilidad de volver a ca- sarme para engendrar herederos, no me giria a una casa venida a menos». Por 30, pronto se siguié la tradicién familiar ¥y Maria Isabel se cas6 con un Borbéa, su primo Francisco Januarius, principe here- dero de Napoles. El pequefio don Francisco de Paula da- bba un poco de vida alas rigidas recepcio- nes de la corte, lanzéndose contra las adornadas botas del emisario francés y gritando alegremente: «;Papé, papi». Los cortesanos sonrefan con disimulo. El principe se habia equivocado de persona. Su cara no tenia los rasgos de los Borbo- nes, sino que se parecia mucho a la del amante de Marfa Luisa, tanto que mis tar- de le fue vetado temporalmente el derecho unto a la reina se encuentran sus dos al trono, Todo el mundo sabia quién era el padre. zMenos el rey? En este cuadro, los dos hijos menores de la familia real tam- in presentan semejanzas con el hombre més importante de Espafia en el aio 1800, su padre, don Manuel Godoy. La reina lo rmantuvo toda la vida como amante. Las infidelidades por ambas partes no logra- ron terminar con esta unién, y menos ‘cuando se convirtié en un triingulo, Al rey Carlos IV le gustaba Godoy, sea por simpatfa, 0 bien por comodidad y agradecimiento, porque lo libraba de los asuntos de Estado y de su mujer. El rey, la reina y el favorito pronto conformaron ‘una «Trinidad pagana en la tierra». Ast lo expresaba la no muy devota Maria Luisa. El bello Manuel recibiériquezas y cargos en abundancia. Fue nombrado generalisi- mo y primer ministro y, de 1792 a 1808, fue el auténtico goberaante del Imperio cespafol, a veces piblicamente y a veces desde la sombra. Era el hombre que le de~ cia cada noche al rey «silos asuntos iban bien o mal». Godoy determiné la politica cespaola. Al ser joven ¢ inexperto en las cuestiones de Estado, no fue un rival para Napoleén, quien llev6 a cabo su téctica de dominio con un ejército poderoso. Napo- le6n hizo que a Espafiale resultara imposi- ble mantenerse neutral en el conflicto eu- ropeo. Los dos paises firmaron un pacto cen el verano de 1800. Espafia se alié con Francia y le prest6 su flota para ayudar a ‘Napoleda en sus planes de conquista. La armada fue derrotada en Trafalgar en el afio 1805 y esto condujo al final del Impe- rio espafol, ya que sin armada no podian mantenerse las colonia. uusto detrds del rey se encuentra su hermano don Antonio Pascual, algo mis joven. En 1800 se le sacé de su confortable piso en palacio, donde vivia desde hacfa tiempo, para albergar a la mu- jer de Manuel Godoy. Las dos hijas del matrimonio tenfan mis que perder. Am- bas se habfan casado por razones de Esta- do y reinaban en paises mis 0 menos im- portantes, De dofia Carlota Joaquina, la mayor, Goya sélo representé el perfil, to- mado seguramente de bocetos antiguos, ya que en 1785 abandoné Espaia para ca- sarse con el principe Juan de Brasil, quien gobernaba en Portugal en nombre de su perturbada madre. Dofia Maria Luisa Josefina, llamada fa- miliarmente Luisita, s6lo tenfa 18 afos. Junto a ella se encuentra don Luis de Bor- bbén, principe de Parma, su primo y mari- do. Sostiene en sus brazos al heredero al trono, de apenas un afo. El pacto que se firm6 en 1800 entre Francia y Espaiia con- cedié al duque de Parma el titulo de rey de Etruria y, a cambio, Godoy cedié a Fran- cia al enorme territorio americano de Lui- siana y la imprescindible flota espaiola Luisita s6lo disfrut6 del titulo y del tro- no durante algunos afios. En 1807 Napo- leén reorganizé Italia y reinstauré el reino de Etruria. Le envié emisarios a Luisita para comunicarle que debia trasladarse. La reina, «afligida, pero nada sorprendida>, vvendié sus casas, dio apresuradamente al- ‘gunas 6rdenes y empaqueté los muebles Figuras de ajedrez impulsado por 3 CamScanner €n 60 carrusjes, junto con los restos mor- tales de su marido, que habia fallecido. El 4 de diciembre de 1807, cuando las tropas francesas ocuparon Florencia, Luisita abandoné su reino y huyé por caminos rurales. Su hermana Carlota se encontraba en ‘0s momentos en alta mat. Napoleén ha bia decidido finalmente someter Portugal, cuyo control habia pactado desde hacia tiempo con su gran enemiga Inglaterra. Portugal también ofrecia cobijo ala flota inglesa. Napoleén obligé ala débil Espafia a abrir sus fronteras para que las tropas francesas pudieran acceder a Portugal. Un dia antes de su entrada en Lisboa, el 29 de noviembre de 1807, la familia real portu- guesa se embarcé «con gran sentimiento, con su corte, ministros y riquezas, en ‘ocho barcos de linea y cuatro fragatas [Navegé con buen tiempo y viento del no- reste hacia Brasil. También ellos huyeron, de Napoleén. 326 fia (1784-1833) que era «tremends- mente aburrido>. Ostentaba el tradi- onal titulo de principe de Asturias y la Srden de Carlos II Delante de su madre temblaba. Tanto, que antes de presentarse inte ella, aprendia de memoria las res- puestas que le ensefiaba su profesor. Odia~ baa Godoy, el fdolo de sus padres. El 14 de octubre de 1800 Maria Luisa le eseribié ‘su amante: «Carlos y yo hemos hablado con Fernando y le hemos dicho que debe amarte y apreciarte siempre (..) pero me duele ver que no comparte en absoluto los sentimientos de su padre ni los miose. El joven de 16 afos fue severamente castigado por ello: sélo podia leer los li- bros que autorizaba Godoy, y sus maes- ttos y confidentes fueron reemplazados por hombres de confianza del valido. Sin ‘embargo, nadie pudo evitar que la mujer que se le concedié en matrimonio en 1802, S dice del principe heredero de Espa- Maria Antonieta de Népoles, lo reafirma- ra en sus sentimientos de odio. Segura- mente es la dama que estéa su lado con el rostro vuelto hacia atrés. Goya todavia no Ja habia visto nunca euando pinté el cua~ dro. De todos modos, Fernando no era un hombre que ofreciera resistencia. No lu- chaba, callaba, parecia resignarse, 0 yy organizaba intrigas. ¥ cuando se descu- brian esas intrigas, demostraba que era un cobarde. Temblando y llorando delataba a sus cémplices Su pasividad e hipocresfa no impidieron aque este heredero pilido y aburrido fuera aclamado como héroe por el pueblo espa- fiol. Era suficiente que compartiers el ‘odio general hacia el encumbrado Godoy, ‘que robé al pueblo para venderlo a los El principe Fernando, el adeseado» impulsado por 3 CamScanner francais y idising a a esare. Fee= nando solo necesitaba dejarse llevar por estaola de benevolencia popula En 1808 llev6 a cabo su primer levanta- miento contra Godoy, que fue derribado y casi destrozadoy slo se sald pola in. tervenci6n de las tropas francesas, Cuan- do los franceses obligaron a abdicar no s6lo a Carlos IV sino también a Fernando y entregaron el trono a José Bonaparte, el hermano de Napoledn, ia ira del pueblo se dirigié contra ellos. Los espafioles, de los que Napoleén decia que s6lo se interesa~ ban por las procesiones y las corridas, se levantaron en armas contra el invasor francés y mantuvieron contra él una lucha larga ¢ implacable. Napoleéa no consi- guid coger la «pera madura de Espaiia» «La desafortunada guerra espatiola acabé conmigo», afirmé mis tarde desde Santa Elena. El aburrido Fernando, el «desea- do», pudo esperar eémodamente en su exilio francés hasea ser llevado triunfal- mente a Espaiia como vencedor de Godoy y de Napoleén. I hecho de que la composicién de rninas,y de que el pintor se cetrate al fondo, cerca de a realeza, demuestra el al- to concepto que Goya tenia de si mismo. Desde el otoiio de 1799 era el «primer pintor dela cortes y se le recompensaba con.un sueldo elevedo y un complemento para mantener un carruaje propio. Era apreciado en todas partes. Su mecenas era la duquesa de Alba, y Godoy, entendido cen arte, aprendié el lenguaje de los signos para poder comuniearse con el pintor, sordo desde hacfa algunos afos. La familia real se mostr6 muy contenta al ver el cuadro acabado. Marfa Luisa es- cribid, «Los retratos estin terminados y guardan un gran parecido». Ningén con- tempordnco se escandaliz6 por el realismo de la obra. En junio de 1801, Goya fue ge~ nerosamente recompensado por el retra- to, pero a partir de entonces no pint6 nin gin otro cuadro para la familia real. La azn de ello se desconoce. A lo mejor al pintor no le gustaba el principe Fernando, o tal vez Goya, muy prudente en asuntos politicos, se retiré discretamente porque en el mismo afo fueron encarcelados dos de sus amigos, politicos liberales y enemi- gos de Godoy, y la duquesa de Alba mu 116 repentinamente en 1802. {Pretendié Goya crtiar a a familia real ‘en este cuadro? Los expertos no se ponen de acuerdo, Seguramente no, pues siempre separé su actividad pictérica de sus ideas politica. Por eso no se negé a retratar alos nuevos poderes, al rey José por la gracia de Napoleéa, al que lo espafoles pronto die- ron caza. En 1814, cuando volvi6 Fernando Vil el «deseador, acabé cruelmente con los «colaboracionistase, Slo uno se salv6 dela venganza. «Deberia austiciarte» le dijoa Goya, «pero eres un gran artista y voy a ol- vidatlo». Goya, rehabilitado como pintor dela corte volvié a pintarretcatos del rey. Un pintor consciente de su talento impulsado por G camscanner Francisco de Goya: Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, 1814 Los martires del alba . De inme- diato se convocd un tribunal militar, cual- 4quier espafiol que portara un arma debia ser fusilado. Altededor de 400 personas fueron ejecutadas. El cuadro de Goya nos muestra a los insurgentes por el suelo ba- fads en sangre, otros frente al pelotén de jecucién o esperando la muerte en fila. Los fusilamientos se ejecutaron en varios lugares a la vez en la noche del 2 al 3 de mayo, la mayoria al alba. El cielo en la pin- tara de Goya también empieza a clarea. Juan Antonio Martinez, mendigo, Julién ‘Tejedor dela Torre, orfebre, y Manuel An- toli, jardinero real; estos nombres perte- necen.a la lista de los 45 espafioles que fue- ron fusilados cerca del cuartel general francés en la loma de Principe Pio. Se tra- taba de un terreno sin edificar entre el Manzanares y los antiguos limites de Ma- drid. Goya muestra al fondo algunos edi cios desaparecidos actualmente. Un par- que publico ocupa hoy el lugar de la ejecu- cién. Se cuenta que el pintor, que contabs en- tonces 62 afios, habia observado las ejecu- ciones con un catalejo desde la ventana de su casa. Mis tarde acudi6 con un farol al Jugar de la masacre para plasmar el escena- rio en su cuaderno de dibujo. Sin embargo, Goya no vivia todavia én este barrio y ssu cuadro data de seis afios mas tarde: fa ppintura no era una reaccién espontinea 2 aquellas atrocidades, sino un encargo ofi- cial del gobierno espafol. Una guerra despiadada devast6 Espafia de 1808 a 1814. El pue- blo querfa expulsar a las tropas de ocupacién francesas, mien- tras que Napoleén intentaba doblegar de una vez por todas al orgulloso pais. Goya plasmé en muchas de sus obras los ho- rrores de la guerra, pero la més impresionante es esta imagen del fusilamiento, pintada en 1814. Peyante obo OL gees 363 impulsado por 8 CamScanner aad La insurrecci6n contra el invasor ‘ha convertido en un simbolo del he- roismo y las ansias de libertad. Los hombres que en 1808 miran directamente a los ojos del pelotén de fusilamiento 0, de- sesperados, se cubren el rostro con las ma nos, habian osado rebelarse contra una po- tencia que ya habja conquistado media Europa: la Francia napole6nica. Viendo la familia real amenazada, los madrilefios to- maron esponténeamente las armas. La insurreccién habia comenzado por la ‘mafiana a causa de un hecho, en apariencia insignificante, que se produjo en la plaza del palacio. Una hermana y un hermano del rey Fernando VII estaban subiendo a ssu carruaje para abandonar Madrid. El res- to de los miembros de la familia, incluyen- do al propio monarca, ya se habian puesto en camino hacia Francia para recibir ll las a José Bona- parte, habia aceptado una medallae hizo el retrato de numerosos invasores. ‘Ahora, Goya se esforzaba por presentar testigos que demostraran que habia reusa- do categéricamente colaborar con los miembros del «gobierno usurpadors. Mas atin, escribié al nuevo gobierno que sentia cel ardiente deseo de perpetuar, a través del pincel, las escenas heroicas més memo- rables de nuestra gloriosa insurreccién contra el tirano de Europa». Las autorida~ des se mostraron indulgentes y se hicieron cargo no solo de los gastos de lienzos, marcos y pinturas, sino que también le asignaron una pensién mientras realizaba el trabajo. Goya ejecuté dos cuadros: E12 de mayo en la Puerta del Sol y E13 de mayo de 1808 ‘en Madrid: los fusilamientos de la Mon- cloa. Este segundo cuadro que hoy nos pa- rece una protesta inequivoca contra la ‘opresién, un monumento a la lucha por la libertad, es en realidad frato de un com- promiso que permitié al pintor salvar su propio pelejo. De aht los numerosos deta- Iles que adquieren un significado ambiva- lente: los soldados franceses encarnan la violencia ciega, pero también son las fuer~ zas dela razény el orden; mientras que las victimas se comportan de forma castica, no heroica. Estos detalles reflejan el pro- fundo desgarramiento interior de Goya: frecueatando durante afios 2 fos intlec- tales berales,tom6 conciencia de que su pais tenia una nesesidad vital de reformas Y que éstas s6lo se podian llevar a eabo con [Ajnds del oanjero, Francia, Pero, al ‘alimo Tempo, se sentia préximo ala gen- tesencilla, Como hijo de un artesano, tam- bien aThabia'slido del pueblo y compren- diac apego iraco Iglesia. — Goya es el primer pintor que convirtié al pueblo anénimo en el verdadero héroe del cuadro, En el centro de la pintura apa- rece un hombre con una camisa blanca y ala monarquia y la los brazos abiertos. Su actitud recuerda al Crucificado, en la mano sangra el estigma de Cristo. Escenas similares se encuentran también en los grabados de Goya, Los ho- rrores de la guerra, salpicados con comen- tarios del pintor que expresan su protesta¢ impotencia. «Bérbaros> escribe bajo uno de ellos 0, sencillamente, «Porqué?> 0 Yo lo vie. Bajo el dibujo de una fosa co- ‘min podemos leer: «;Para ésto habéis na- cido?», y bajo una escena de ejecucin que recuerda al cuadro del 3 mayo: «Es insos- tenible .0.. Gracias a su talento, Goya super6 sin suftir dafio alguno la represin de 1814 € incluso llegé a recuperar su hucrativo cargo de pintor de cémara. Con todo, en 1824 si- {guid a sus amigos exiliados en Francia: ex- pulsado de su pais por el régimen reaccio- nario de Fernando VII por quien se sacrifi- caron los insurgentes del 3 de mayo de 1808. impulsado por 8 CamScanner Francisco de Goya: La duquesa de Alba, 1797 La viuda negra, hermosa y destructiva Mis tarde la dibujé como una bru- ja, pero aqué escribe su nombre a los pies de la duquesa y la inserip- cién «Goya» aparece en uno de sus anillos. {Un idilio entre una orgullosa aristécrata y el genio sordo? El retrato (210 x 149cm) pertenece a la Hispanic Society en ‘Nueva York. Pere 2 Ce ean Brb- bon eae eo KL ye f— bo (aan, a Sols: Oheorercoe, Como si fuera una estrella en el escenario, Ja duquesa ocups todo el espacio con su ‘presencia, No necesita ningtin acesorio, ni ‘una columna para apoyarse ni un érbol que Je ofrezca su sombra. Aparece sola de pie delante del fondo casi monécromo con ua paisaje fluvial de Andalucfa. La soledad ya pose orgullosa responden a su rango y su carictér: Maria del Pilar Teresa Cayetana de Silva Alvarez de Toledo, la XITI* duque- sade Alba, primera damaespafiola después delareina “sBelleza, popularidad, gracia,riqueza y noblezas!, todas estas virtudes poseia la duquesa de Alba tal como lo cuenta a fines del siglo XVIII la inglesa Lady Holland a su vuelta de un visje por Espasa. Era envi- diada por las mujeres y adorada por el pue~ blo. No pasaba un dia sin quelos romances ddeciego de Madrid contaran las tltimas ex- travagancias de la duquesa. Con alusiones evidentes, se explayaban sobre la rvalidad entre la duquesa ylareina Maria Luisa, dis- putindose constantemente el modelo més clegante, los amantes, las corridas de toros la popularidad. Si no hubiera conocido al pintor Goya, hoy no seria conocida nada més que por los historiadores, como una mujer que amaba el escindalo. La relacién entre el pintor y la hermosa aristécrata dio pie a miltiples leyendas. Los autores roménti- 0s del siglo pasado Ia idealizaron hasta ‘convertira en una historia de amor trigica yapasionada. En 1951 Lion Feuchtwanger publicé ‘una emocionante novela sobre la pareja, pero también é1 tayo que abandonarse so- bre todo a su fantasia, ya que los testimo- sos de los amantes y sus contemporineos fon muy escasos. Aparte de algunos dibu- jos y grabados, la prueba mis importante de su relacién ef el retrato de la duquesa pintado por Francisco de Goya en 1797.En 4a scruaidad pertenece a la Sociedad His- pénica de Nueva York. impulsado por ‘Muchas circunstancias han quedado sin aclarar hasta el dia de hoy, por ejemplo la muerte de la duquesa cinco afios después de que el cuadro fuera terminado, Enton- cces se dijo que habia sido envenenada a causa de sus desavenencias con la reina, En aquella Espafa tradicional dominada por los hombres, ambas mujeres supersban con ‘ereces a sus esposos en vitalidad y fuerzade voluntad. EI duque de Alba era un hombre débil de constitucién y cardcter. La reina Maria Luisa, por su parte, dominaba al flemético ‘monarca Carlos IV hasta el punto de que, en 1792, encomendé los asuntos de estado a su protegido Manuel Godoy. El joven oficial de 25 aos convencla més por las ccurvas de sus muslos que por sus cualida- des como politico. No era el hombre capaz de sacar el pais indemne a través de los pe- ligros de la politica europea. En.un primer momento, una minoria de intelectuales espafioles habia dado la bien- venida a la Revolucién Francesa, esperan- do conseguir reformas para el pais atrasado y explocado por la Iglesia y a arstocraia. La jecucién de Luis XVTincits a Espaiaa ‘emprender una «eampada punitivas queno fue mis que un revés militar. Entonces Go- doy, no sélo pacté la paz com la Francia re- ‘volucionaria, sino que ademas se alié con ella en contra de Inglaterra. Esta politica precipité a Espafia a veinte afios de guerra y enfrentamientos internos. ‘No obstante, de momento el partido rancesado gozé de una gran popularidad. Sus paridavios se reuafan en el salén de otra mujer de cardcter, la duquesa de Bena~ vente. Alls forjaban los proyectos para la ereacién de un estado moderno segia modelo francés. ‘La mayoria de los espaiioles, sin embar- 0, seguian siendo hostiles alas coscumbres ¢ ideas extranjeras y en la capital se formé ‘una oposicién que afioraba la Espaiia tradi- ional. Estos patriotas conservadores imi- camScanner taban ostensiblemente ala gente sencilla de Madrid, los majos, y, en lagar de reunirse nos salones, lo hacfan en las coridas. La duquesa de Alba se puso aa cabeza deste movimiento popula. Renuncié ala moda parisina y se exhibfa con taje negro ‘ymantila,coa los brazosenjarras como lo haria una maja salads: dispuesta a replcar Tan loca como en sus verdores primeros 352 Cn ee condescaro aun cumplido demasiado atre- ido. Elrosto siempre impasible, la pose ‘rgollossy erguida, al como lo exigia el tet espaol, tanto sl maja como ladu- guest. 1 francés que visj6 por Espafia en U 1796 comeatabamaravillado: «Cada cabello de la duquesa des- pierta el deseos?, En el cuadro de Goys parece pequefia y bien proporcionada, ‘con os ojos enormes enmarcados por unas pobladas cejasy el abundante cabello os- __El gran lunar negro junto al ojo derecho ‘lhifca-paravel-entendido un stempera~ el dass mento apasionador. El vestdo ng apropiado para una viuds el duque mung n.1796— como para una maja, solo shy. rina por el encaje dorado de las mangas, c patiueloy el lazo del plo, amarillo yblan- 0, as{ como la banda roja dela cintura Lo queel euadro de Goya no reflejaesla espostancidad de la duquesa de Alba ‘IQut vivers, qué alegrfale reruerda en vejez una mujer quel vsité una vez en sy juventud y se la enconteé tompletamente desnuda, «Si os escandaliza verme desma. dav, parece que coment la orgullosa mar- aquesa, «con el pelo me taparés, Goya pinté el cuadro cuando la duquesa de Alba tenia 35 afios, bastante mis joven y hermosa que sus dos rvales, la duguesa de Benavente y la rina Maria Luisa, pero, tl como esrb esta hima enuna carta Go- doy, «La Alba, tan loca como en sus verdo- res primeros», Los bidgrafos de a duque- sa ven las razones de esta slocurae en su infancia y su esterlidad ‘Nacida en 1762, la hija nica dels Alba creci6en los palacios del familia rodeada de nodrizas, gobernantas, lacayos y bufo- nes, Su abueo, el duque de Alba erafamo- s0 por su arrogancia. Aparte dela niet no tenia descendientesdirectos y,preocupado por la continuacién del linaje, muy pronto buseé un marido para la muchacha. A los 13 afios de edad fue casada con el duque de Villafranca, que tenia 19 afios. El esposo ruvo que comprometerse a ley el nom- bre de la familia Alba I | oe ‘La duquess no pudcScumplir su prind- pal tareadindstics, dar un heredero alacasa de Alba. Frustrada y aburrida se abandond aun torbellino de placeres. Los psicdlogos actuales le han diagnosticado infantlismo, frigidee, insegoridad y narcisismo. ‘Toda su vida fue una nifia maleriadd y fegoista que satisfacia sus caprichos sin preocuparse de las consecuencias. Era or gullosa como sus antepasados, pero olvida- ba su rango y sus prejucios cuando se ta- taba del placer. Le encantaba seducir alos hombres, arruinarlos 0, por lo menos, hu- nillarlos. En una ocasin le parecis divertdo de- jarse abordar por un seminaristaen una ca- Ile de Madrid. Le levé 2 una pastleria donde pidié deliberadamente una gran cantidad de los dulees més caros. El pobre tuchacho, al ver que n0 podia pagar Ia cquenta,ruvo que dejar el pamtal6n en pren- daentrelas sas dela duquesa que no habia entidad oboy-ve « (Lie impulsado por 8 CamScanner «Volaverunt» ya no volvié a pintar ala duguesa despuésde 1797. Alcontrarioquedl primer retrato en blanco, ain en el palacio de los Alba en Madrid, su retrato vyestida de negro no pas6 a manos dela fa- milla. Segin un inventario de 1812, por aquel entonces se encontraba todavia en el taller del pintor. Lo recibié el hijo de Goya ‘como parte de la herenca ala muerte de su madre. El artista se habla separado de 4, quiz porque le trajera recuerdos amargos. La decepci6n del pintor se habriatradu- ‘do también en los signos negativos que rodean ala duguesa en dos delos grabados de los «Caprichos» que Goya publicé en 1799, al cabo de tres afios de trabajo. Un nuevo Goya escéptico se manifiestaen esta serie de 80 grabados de critica social Enel grabado mimero 61 se puede reco- nocer ala duquesa de’Alba volando por el aire con la mantlla despleguda, como una bruja camino del aquelarre donde el artista hha congregudo a todos los demonios y es- piritus que le atormentaban. Sobre el pli do rostro de una mufieca asoma un desdén arrogante, en el pelo lleva las als de mari- poss, simbolo de Ia inconstancia,y a sus pies se encorvan tres personajes desagradi- bles:los toreros Costillares, José Romeroy Pepe Hill. Goya escribié sobre l grabado , af: Su contrapartida masculina, el majo, tambien lle va el cabello largo recogido en una red,y acemds s¢ deja crecer las patills. De este modo se difeencis de los mas acomodados, que llevan peluca. A diferencia de estos, utiliza chaqueta con hombrers 00'S puesto, una capa. Cuando un ministro espano! ti Ze hibié a mediados de la década de 1760 esa prem : cha que permitfa a uno ocultarse fcilments, tuna revuelta popular. Los majos no querian t impidieran usar su ropatradicional. oS En 1788, cuando Goya pints Ia fiestaen * ra de San Isidro, las sefioras de ae nai a Ifan vestir el popular traje de maja en 15 impulsado por CamScanner LAPRADERA DE SAN ISIDRO, 1788 fae P ahead iad mdscaras, cuando iban a Jos toros y se hacfan retratar. Sin duda se trataba de un guifio a la moda, pero tam- ttn era una declaracién de apego a Espafia y todo eae iz por: ende, de rechazo de todo lo francés. es : regi desde 1700 por reyes de la din: cae eal Borbones. Estos pretendfan moder- ata ea aus y empobrecido,siguiendo el eta ae ae incluja la lucha contra Ja supre- bieisde 3 lesia y la propagacién sigilosa de las : aries ae sustituir la mistica por la fi i- Rea i n por la razdn. Los trajes de maja Thiged iB r las clases altas eran una profesién de fe le la tradicién catdlica hispana. Pero no solo eso; también expresaban el deseo de una vida més li bre en la naturaleza, Las damas francesas del Rococs se vestian de pastoras,¢! Romanticismo inglés ideali- 26 al escocés de los Highlands con su falda de cua- dros y en la cultura norteamericana exist la figura romantica del vaquero. En Espaiia, el rechazo de los imperativos sociales se identifiaba con la majay el majo, y con su obra Goya contribuyé en gran mes daa popularizarlos. El coche, simbolo de posicién social ‘Estoy cojon, esribid Goya en el verano de 17868 0 jmigo tas sufrr una cada del birlocho, un coche de =a impulsado por (9 CamScanner sO DE GOYA FRANC caballos descubierto, de cuatro ruedas y sin portezue- las. El accidente ocurrié cuando salieron a probarlo: chibamos su duefio y yo tan grandemente, bellismo mobimiento y en nada parece que cabfa mejora», pero efuera ya de Madrid empezamos a correr gran- demente...».El vendedor pregunté a Goya si querfa ver cémo era eso de «rebolber a la napolitana y el pintor le cedié las riendas «con que la buelta fue que fuimos a parar, birlocho, caballo y nosotros, dando bolteretas». La carta rezuma orgullo por el nuevo co- che. El artista ostenta el titulo de pintor del rey y gana un buen sueldo, pero a veces se mira a s{ mismo desde una distancia irdnica. El coche era un simbolo de posicién social, y quien posefa uno dejaba de formar parte de la «gente dea pie». Goya tenfa 40 afios cuando adquirié el bir- locho y habia dejado atrés un camino tortuoso: hijo de un dorador carente de medios, habia crecido en Zaragoza, es decir, en provincias. Dos veces intent6 en vano estudiar y exponer en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Tan solo cuando se casé con la hermana de un pintor consagrado, consi- guid en Madrid, en 1775, un puesto de proyectista de tapices, un trabajo honorable, pero no lucrativo. Sin embargo, esto le permitié afincarse definitivamente ena capital. ‘Trabajaba para la Fébrica de Tapices de Santa Bér- bara, fundada por el rey Borbdn Felipe V con miras a fomentar la artesan‘a y la actividad econémica. En EL Escorial y El Pardo, dos residencias de los reyes a ls aferas de Madi en Corte pasaba una parte det MEH el invierno, filtaban res Oy tos para las paredes ae mee tieran protegerse del fig, pee mayorla de ls casos ee bujos mitolégicos ode han histéricas, pero eso iba gat ‘i cambi, La fabrica habfa contratadee Goya y otros artistas iéyenn come i pordneos.En una primer set Se presentarfan escenas de. caza, después ediversiones popula, Asl que Goya proyects een de majas y majos en Andalucta de j6venes trepando por los érbols de damas y caballeros dela la sociedad, vestidos unos al esl francés y otros al modo esp, jugando a la egallina ciego» en un ambiente lege Era un mundo bonito, sano, con algin toque enti co, el que se Ilevaba la familia real asus higubrese inhdspitos palacios. ¥ en lo tocante alas diversiones populares, era también un mundo del que no po- dfan participar los miembros de la corte, que vivian prisioneros de una estricta etiqueta. Los pintores tenfan que presentar sus bocetos, que, una vez aprobados por la corte, se trasladaban a uunos «cartoneso, es decir, lienzos del mismo formato que los tapices, de varios metros de anchura y altura. Los tejedores se guiaban entonces por ess cartons, tratando de imitar al maximo con sus hilos el color y la forma del modelo, El tapiz era lo que interesab, mientras que los cartones desparecfan en el sdtanoy los bocetos se los quedaba el pintor. Uno de estos bocetos es el cuadro La pradera de San Isidro, una ps nnordmica al aire libre pintada con répidas pinceladss que se anticipa a las obras de los impresionistas de un siglo después, : El boceto de Goya nunca se plasmé en un tpi Es probable que una de las razones fuera que resultr ba excesivamente complicado, con demasiados dts Hes. Una aglomeracin de coches de caballos com” la que aparece en el cuadro de Goya no se pues produciren un tapiz. Goya lo sabia,no en v0 aba 10 afios trabajando para la Real Fabri. bargo, por entonces eso ya no le preocupaba seit A ido para een diseiio de tapices se habia convert pars O ocupacién deshonrosa y pesada,y estaba impulsado por CamScanner zafarse de ella. En este sentido, ta, alegre y complicada encier, de protesta. esta obra impresionis- ra también cierta dosis Un mundo para princesitas Protestar un poco es algo que se podia permitiren aquellos momentos, pues las cosas le ban bien, habfa cobrado prestigio y eran muchos, demasiados los que querfan que les retratase. Pero cuando llegabs uns conden superior», como escribfa, entonces tenfa que cumplit. Dos semanas después de la fiesta de San Isic dro de 1788 se quejé a un amigo de que el tiempo le apremiaba, por «ser los asumptos tan dificiles... ni duermo ni sosiego hasta salir del asumpto», y «no le lames vida a esta vida que yo hago». El tapiz encargado sobre la fiesta de San Isidro esti destinado al dormitorio de dos infantas, por lo que no puede contener insinuaciones eréticas, ha de seralegre y radiante, y mostrar muchas figuras feme- ninas. Son pocas las mujeres caracterizadas con deta- lle por Goya que proceden de los «barrios bajos»; el cerotismo y la pobreza no son temas para princesas. Las sefioras con sombbrilla pertenecen a la clase alta o media, no Ilevan vestidos tan lamativamente colori- dos como la maja que escancia vino y ademés prote- gen su pilida tez de la luz del sol. Esto también es un distintivo de su clase. Pero al mismo tiempo se res- guardan también de las miradas. La sombrilla forma- ba parte, al igual que el abanico y la mantilla, de los utensilios mds comunes en el trato con el otro sexo. SSINDERA DE SAN ISIDRO, 1788, En el cuadro de Goya parece que las dos jévenes da- mas con la sombrilla qui an mantener a raya al hombre con el bastén que esté sentado detris. Tam- bién él es un sefior de aleurnia, pues no lleva el cabe- lo recogido en una red, como el majo, sino tapado con una peluca, y tampoco luce patillas ni realza sus hombros con hombreras. La ropa delataba la condicién social, y el uso ilici- to de la vestimenta Para confundir era materia de las comedias populares, por ejemplo las que se represen- taban en los tan apreciados sainetes cémicos que se oftecfan en los intermedios de obras tragicas. Su autor mis destacado, Ramén de la Cruz (1731-1794), 6 una pieza ambientada en la fiesta de a pra- dera de San Isidro. Alli cojnciden sefiores con afin de conquista, toscos campesinos, majos camorristas Y Majas que coquetean. También aparecen una don- cella y un criado vestidos con trajes de sus sefiores. Tienen orden de cuidar la casa, pero no se quieren perder el jolgorio a orillas del Manzanares. laro que alli se topan con sus amos, disfrazados de maja y majo: desconcierto, disimulo, reconciliacién final. El puiblico del teatro sabfa que con la cantidad de gente que se retine el dia de San Isidro junto al rio siempre pasan cosas. : Goya tuvo algiin problema con la representacién de una gran muchedumbre y el formato ancho que le vino impuesto. Tenfa que mostrar personas y gru- pos de personas de tal modo que se pudiera ver cla ramente qué hace cada una, quién habla con quién. impulsado por 8 CamScanner FRANCISCO DE GOYA elconjunto tampoco debia fragmen- Por tanto, en primer pla- 1a, hace aparecer a personas ceneterizadas con precisién, mientras que la muche- Gambre que aparece mas abajo bailando o formando 's impersonal. Con sus colores claros, sirven de ele- Por otro lado, tarse en pequefios grupo: no,en el borde de la ladet corrillos es ma el rio y la panorémica de la ciudad le mrentos pictéricos que equilibran desde arriba la os- Cura algarabia de la pradera. Esta parte superior clara hace juego con el triingulo plano de abajo. Este pe- dazo de pradera por sf mismo ¢s inexpresivo. Sin em bargo, formalmente parece un cuenco cuyos bordes clevados contienen y protegen el relato pictérico. Estas dos zonas claras por encima y por debajo de la muchedumbre proporcionan al cuadro su aire tran- quilo y armonioso. Quien conozca, aunque sea por de 1.800 pinturas, grabados y bocetos de Goya, sabré yr encima, las mds que la arquitectura le interesaba poco y las panors micas urbanas para nada. Si las incorpora en este cuadro, es para cumplir el encargo. Se adapta. Con Jas numerosas escenas rurales vitalistas y alegres que esboza para la fibrica de tapices responde a los deseos de otros, pero las ocurrencias creativas con las que los ejecuta demuestran que le fascinan. En. cajan en su sentido de la vida, en su gusto por los bitlochos y las carreras, y por supuesto tam| las mujeres. La visién del mundo del viejo Goya Ms de 30 afios después vuelve a pintar a personas que celebran el dfa de San Isidro a las afueras de la ciudad, Esta vez no ¢s una escena para las infantas ni el boceto para un tapiz, sino un fresco para una de las paredes de su propia casa. Treinta afios en los que hubo la Revolucién francesa, el ascenso y la caida de 3 camScanner impulsado por LAPRADERA DE SAN ISIDRO, 1788, Napoledn a ocupacién de Espaiia la cruel guerra de guerrillas la entronizacién de un joven Borbén y fon ella la frustracién de todos los esfuerzos por el progrso y a modernizacién. La Inquisici6n recupe- tasuantiguo poder y obliga a Goya, nada amigo de lalglesia,a rendirle cuentas. El pintor se siente vigi- lado,amenazado, abandona Madrid, adquiere una «asa al otto lado del rio, mas 0 menos en el lugar des- deel que tal vez fuera testigo aquella tarde alegre del dia de San Isidro. Lacasa se halla en medio de un gran solar: un edificio de una sola planta, pronto conocido por la «Quinta del sordo». Desde 1792 ya no oye nada y es probable que se retire de la ciudad, entre otras cosas porque no puede comunicarse normalmente y se siente excluido, La corte prescinde de sus servicios. En estos 30 afios ha cambiado la imagen que tiene Goya del ser humano, Los hombres y mujeres jéve~ nes que disfrutan juntos de la vida se han convertido enuna sociedad que estafa, tortura y asesina, en per- sonas que se sienten perseguidas por las monstruosas Aiguras de su fantasia. En dos series de grabados, los Caprichos y los Desastres de la guerra, proyecta una pa- orimica llena de horror que no tiene salvacién. Dos series que no publica o que retira de inmediato Porque chocan con las ideas del rey y de la Iglesia. ae Propia casa, sin embargo, no se anda con Conant. Decora dos estancias enteras con Fres- ewe Inds tarde serfan arrancados de las paredes y = cee El Prado, y que se hicieron famo- sinexcepcign ie de «pinturas negras», Se trata casi ont hig 084s del miedo, Saturno, un uno de sus hae come el caddver ensangrentado Welan amenazan aie figuras que parecen brujas aun de fas = Sobre el territorio y dos suj jetos haa rod eamente 8 garrotaz, hundi- en laarena y sin poder escapar. Obra comparativa: Francisco de Goya La romeria de San Isidro, 1819-1824 159 x 436 cm, Madrid, Museo Nacional del Prado Los primeros peregrinos se apelotonan en un amasi- jo que se abalanza amenazante sobre el espectador. El cuadro diurno muestra un mundo visible; la no- che, en cambio, encubre e infunde inseguridad. Pero lo més amenazante son las muecas de los romeros: las bocas abiertas, los ojos desorbitados, las gargantas negras,el blanco de los ojos... rasgos faciales que los pintores evitaban desde el Renacimiento y que Goya utilizé una y otra vez. Destaca en especial la boca abierta. A través de ella se puede ver el interior, un es- pacio en el que apenas nos distinguimos de los ani- males, inasequible a todas las aspiraciones de autodo- idualidad y comportamiento racional. Goya lo planta ante la mirada. Ve a las personas ora como ciudadanos civilizados en una tarde amable, ora como monstruos nocturnos. Que viera ambos as- pectos y fuera capaz de plasmarlos en sus cuadros hace de él un genio. a7 impulsado por @ camScanner

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