Francisco de Goya: La familia de Carlos IV, 1800
Personajes de antafio
E114 de junio de 1800 los franceses derro-
taron al ejército austrfaco en Marengo,
Italia. El comandante era Napoleén Bons-
parte, de 30 afos de edad, primer eénsul y
Selior de Francia desde hacfa unos meses.
Bl era el nuevo hombre. Ast lo demostra-
ban el golpe de estado que lo condujo al
poder, la marcha triunfante hacia Italia a
través de los Alpes, su atrevimiento y su
energia.
El mismo dia, el 14 de junio de 1800,
Maria Luisa de Parma, lareina de Espafa,
Je escribi6 a su amante: «Goya ha pintado
si retrato y dice que es el mejor de todos.
‘Ahora retrata al rey en la Casa del Labra-
dors, Esta Casa es un pequefio palacio de
ecre0, el preferido del rey Carlos IY, s-
tuado en los frondosos jardines de Aran-
juez, la residencia estival de la corte espa
ola, En este oasis de paz y tranquilidad
reiliz6 Goya los bocetos previos para el
cuadro de la familia real. El lienzo se le
‘encargé con motivo del décimo aniversa-
rio del reinado dela pareja.
Los festejos de la cororitci6n, celebra-
dos en 1789, se vieron enturbiados por los
acontecimientos de la vecina Francia,
donde, a riz de la toma de la Bastila,ca-
yeron los prvilegios de la nobleza y, mis
tarde, incluso la cabeza del rey Luis XVI,
un pariente pr6ximo de Carlos IV y Bor-
bén como él
En Espaia no ocurrié nada comparable
y el antiguo orden siguié vigente. El mo-
‘tin mis importante del siglo xvutt se pro-
dujo en 1766, cuando el gobierno intenté
prohibir la popular capa y el sombrero de
ala ancha. Dos generaciones de Borbones
habian procurado reorganizar el pais me-
diante una politica de pacificaci6n y una
administracién razonable. Pero Espaiia
seguia teniendo una poblacién escasa
(apenas diez millones de habitantes), un
ejército débil (60.000 hombres) y una eco-
nomia en recesién. Si todavia se la consi-
deraba una potencia era gracias a sus in-
smensos dominios en ultramar, pero éstos
quedaban muy lejos.
Los embajadores de Napoleén infor-
rmaron en Paris de lo siguiente: «En Espa-
fia, el pueblo lano tiene un gusto pésimo
y se distrae sobre todo con procesiones,
corridas de toros y el amor en su acepcién
mis brotal. La burguesfa esté descontenta
y suf ls consecuencias dela pobreza ge-
neral, El clero es ignorante, y el noble se
rmuere de hambre en una tierra que s6lo se
cultiva a medias. El rey es un imbEcil, la
reina una cualquiera, el heredero un co-
barde y el favorito un hombre odiado por
todo el mundo. Resumiendo, es un pals
arruinado, Resulta tan ficl como necesa-
rio establecer un nuevo orden». No es de
‘extrafiar que Napoleén Bonaparte, ocu-
ado todavia en combatir alos enemigos
de Francia y en reorganizar su pats, viera
Espafia como una presaficil, Sus planes se
bbasaron en estas ideas. Usilzara sin mirs-
‘ientos ala familia real que nos contem-
pla desde el euadro de Goya, como si se
tratara de piezas de ajedrez sobre el table-
+0 europe. Eran personajes de antafo. El
fuvuro le pertenecfa a Napoleén.
Un rey flemético,
por la gracia de Dios
especialistas no han logrado po-
nerse de acuerdo sobre sel rostro de
Carlos IV refleja majeseuosa benevo-
Tencia estupidez. Fisicamente debié de
pparecerse mucho a su abuelo materno, Fe-
erico II Augusto de Sajonia, més que a su
tatarabuelo, el francés Luis XIV, que en
1700 consigui el trono de Espatia para los
Borbones. Igual que sus antepasados, Car-
los IV, de 52 afios de edad, se sentiarey por
la gracia de Dios. Las «ideas nuevas» de la
Francia revolucionaria no habfan llegado
atin. Era el sefor absoluto y sin limites de
todo su imperio: de Espafa y de los cersi-
torios de ultramar, El rey consideraba su
reino como una propiedad particular, con
aque podta hacerlo que quisiera. Sélo de-
bia rendir cuentas a Dios, nunca a sus su-
bordinados, Carlos IV los tuteaba a todos
ellos, tanto alos nobles como los eriados.
Un coetéineo suyo escribié: «En las recep-
ciones oficiales le encanta golpear ala gen
teen Ia espalda con fuerza y se re de esta
broma hasta llorar. Estas manifestaciones
de confianza son recibidas con alegrta»
or su numerosa corte. Unas 20,000 per~
sonas acompafaban al rey normalmente
‘en sus constantes cambios de residencia y
sgastaban por lo general una décima parte
de las recaudaciones del pais.
Carlos TV comparta con su desdichado
pariente francés Luis XVI la aficién por la
telojeria, ycon todos los Borbones, la pa-
si6n por la caza. «Todos los dias, indepen-
dientemente del tiempo, después del desa-
yyuno y después de haber ofdo misa me iba
4 cazar, ¢ inmediatamente después de co-
‘mer volvia otra vez, hasta el atardecer. Por
lanoche, Manuel me contaba si los asun-
tos iban bien o mal; luego me iba a do
Te relat6 el rey mis tarde su acti-
aa Napoleéa,
EI monarca ignoraba totalmente lo que
podtan perjudiearle la caza y el ocio. La
discusién preferida en su corte era si Car-
los IV estaba enterado de las aventuras
amorosas de su esposa. Cuando su padre,
rey Carlos II, intents abriele los ojo, el
Iijole respondié que apenas existia el peli-
gro de que un rey fuera engafiado por su
rmujggaya que ésta nunca tendrfa relaciones
captltbien de posicién inferior y de igual
bia muy pocos. El padre le con-
test R\ Que estipido eres!>.
Carlos IV estaba encantado de librarse
de-sus obligaciones. Preferfa la compafia
de albafiles, ebanistas y armeros que la de
emisarios y ministros. En ese cireulo se
sentia muy cémodo. Trabajaba con ellos
333
impulsado por CamScanner‘en mangas de camisa 0 conversaba con los
‘mozos en las caballerizas, organizaba tor-
neos de boxeo con ellos o les zurraba
cuando estaba de mal humor.
Mientras tanto, del gobierno del pais se
‘cupaban otros. Carlos lo consentia con
agradecimiento. Cuando la situacién poli-
tica se complicé, cuando las tropas france-
sas entraron en Espatia en 1808 y hubo le-
vantamientos populares, a Napoleén le
resultéfécil convencer al rey de que lo me-
jor era abdicar y dejar Espatia en sus ma-
nos. Como si fuera un terrateniente, cam-
bié su corte por una buena renta y se
marché al exilio, que le proporcioné final-
‘mente la tranquilidad.
I centro del cuadro no lo ocupa el
rey, sino su esposa Marfa Luisa de
a los 14 afios como esposa del heredero al
trono. También ella era de la Casa de Bor-
bén y tenia un doble parentesco con su
marido. Era su prima por parte de padre y
por parte de madre descendia como él de
Luis XIV. Como muchas familias pode-
rosas, los Borbones practicaron durante
generaciones la endogamia por razones
politicas. Las consecuencias fueron terri-
bles. El hermano mayor de Carlos IV, por
ejemplo, tavo que renunciar al trono por
ser retrasado. La apatia del monarea, muy
superior a lo normal, podia deberse tam-
bién ala endogamia, al igual que algunos
rasgos del cardcter de Marfa Luisa: un
chambelin de Napoleén la apodé «la Me-
salina de su tiempo». Con todo, después
de casi 50 afios de matrimonio, el rey dijo
de ella: «{L.o ven? Mi Luisa me ha dado 12
hijos. Es una buena madre y una buena ¢s-
posa. Jamis me ha dado la mis minima
preocupaciéns
‘A pesar de que su marido cumplia con
su obligacién y cada afio le engendraba un
hijo, Ia joven princesa se aburria a rabiar
en la corte espaiola. La vida, marcada por
cl rigido ceremonial de palacio, estaba tan
cronometrada como los relojes de su mari-
do. La alegre Maria Luisa compensaba la
falta de bailes con su dedicaci6n ala pol
cay alos hombres. Tomé decisiones im_
ortantes junto con su amante, Manuel
Godoy. Maria Luisa se buscé al guapo jo-
ven de25 aos en la guardia de palacio. No
se preocupaba por esconder sus incinacio
nes, de tal manera que el enviado francés
escribié desde Madrid: «.. lo mejor no
hay en toda Espafia nadie que ignore que
‘para satisfacer la raa sensibilidad de la rei-
‘na (.) hace falta la acci6n constante de la
clite dela guardia de palacio».
Cuando Goya pints el retrato dela fa-
nila real, la eina tenia 48 afios. Elemisa~
rio ruso escribié: «Los numerosos partos,
las indisposiciones y alo mejor también el
germen de una enfermedad de la que se di-
‘ce que pudiera ser hereditaria, I han mar-
chitado completamente. Tiene la tez ver-
dosay la pérdida de los dientes, la mayoria
postizos, ha dado un golpe definitivo a su
aspector. Muchos especialistas trabajaron
sin descanso para mejorar su dentadura
postiza de materiales preciosos, pero los
resultados no fueron suficientes y la reina
se-vio obligada a comer sola. Suftia por es-
te aislamiento y también porque el rey le
decfa a menudo, aunque en broma, «que
era una mujer fea y que se hacfa vieja». De
todo su encanto de antafo sélo le queda-
ban sus «bellos brazos clésicoss. El poco
galante Napoleén llamé a Maria Luisa
unos afios mis tarde «momia excotada».
Ala reina le resultaba muy duro enveje-
cer y seguia vistiéndose como una joven-
ita, Demasiado juvenil, opinaban sus
contemporineos. Maria Luisa era una se-
guidora entusiasta de la moda de Paris,
que continué exporténdose incluso du-
Una buena esposa
y madre
impulsado por 8 CamScannerrante la revoluci6n, Hacia 1800 se pusie-
ron de moda en Paris, por influencia de
Josefina, la elegante esposa de Napoleén,
los vestidos de muselina transparente ¥
vvaporosa inspirados en la Antigiedad
griega. También se llevaban los peinados
rizados ala grecque, adornados con sim-
bélicas flechas amorosas. A finales de
1799, cuando Napoleén pens6 en cémo
podia caerle bien a la reina de Espafa, su
ministro le recomend que le enviara ves
tidos «adecuados para una picara castafia
de unos 20 afios», Se encargaron en la cos-
turera de moda en Paris, Minette, y Marfa
Luisa los esperaba ansiosa. Pero una ene~
‘miga de la reina le jug6 na mala pasada.
La duquesa de Alba, mecenas y amiga de
Goya, envié répidamente a una criada a
Paris y consiguié copias de los vestidos de
Ja reina en un estilo mas suntuoso. Cuan-
do legaron los regalos de Napole6n, Ma-
ria Luisa se encontré en todos los lugares,
puiblicos de Madrid a las protegidas de la
duquesa ataviadas con los mismos vesti-
dos y colores que ella. Su majestad la cat6-
lica Maria Luisa ten{a fama de rencorosa.
Después de eso, el suntuoso palacio de la
duquesa de Alba se incendié dos veces. La
burlona duquesa murié a los 40 afios, en
1802, envenenada segtin se dice:
J hijos pequelios, dota Maria Isabel y
don Francisco de Paula. En la corte se
sofiaba con una boda de la
con el mismisimo Napoleén Bonaparte,
fen caso de que su matrimonio con Jose-
fina siguiera sin descendencia. Pero Na-
poleén decliné la oferta: «Si tuviera que
considera la posibilidad de volver a ca-
sarme para engendrar herederos, no me
giria a una casa venida a menos». Por
30, pronto se siguié la tradicién familiar
¥y Maria Isabel se cas6 con un Borbéa, su
primo Francisco Januarius, principe here-
dero de Napoles.
El pequefio don Francisco de Paula da-
bba un poco de vida alas rigidas recepcio-
nes de la corte, lanzéndose contra las
adornadas botas del emisario francés y
gritando alegremente: «;Papé, papi». Los
cortesanos sonrefan con disimulo. El
principe se habia equivocado de persona.
Su cara no tenia los rasgos de los Borbo-
nes, sino que se parecia mucho a la del
amante de Marfa Luisa, tanto que mis tar-
de le fue vetado temporalmente el derecho
unto a la reina se encuentran sus dos
al trono, Todo el mundo sabia quién era el
padre. zMenos el rey? En este cuadro, los
dos hijos menores de la familia real tam-
in presentan semejanzas con el hombre
més importante de Espafia en el aio 1800,
su padre, don Manuel Godoy. La reina lo
rmantuvo toda la vida como amante. Las
infidelidades por ambas partes no logra-
ron terminar con esta unién, y menos
‘cuando se convirtié en un triingulo,
Al rey Carlos IV le gustaba Godoy, sea
por simpatfa, 0 bien por comodidad y
agradecimiento, porque lo libraba de los
asuntos de Estado y de su mujer. El rey, la
reina y el favorito pronto conformaron
‘una «Trinidad pagana en la tierra». Ast lo
expresaba la no muy devota Maria Luisa.
El bello Manuel recibiériquezas y cargos
en abundancia. Fue nombrado generalisi-
mo y primer ministro y, de 1792 a 1808,
fue el auténtico goberaante del Imperio
cespafol, a veces piblicamente y a veces
desde la sombra. Era el hombre que le de~
cia cada noche al rey «silos asuntos iban
bien o mal». Godoy determiné la politica
cespaola. Al ser joven ¢ inexperto en las
cuestiones de Estado, no fue un rival para
Napoleén, quien llev6 a cabo su téctica de
dominio con un ejército poderoso. Napo-
le6n hizo que a Espafiale resultara imposi-
ble mantenerse neutral en el conflicto eu-
ropeo. Los dos paises firmaron un pacto
cen el verano de 1800. Espafia se alié con
Francia y le prest6 su flota para ayudar a
‘Napoleda en sus planes de conquista. La
armada fue derrotada en Trafalgar en el
afio 1805 y esto condujo al final del Impe-
rio espafol, ya que sin armada no podian
mantenerse las colonia.
uusto detrds del rey se encuentra su
hermano don Antonio Pascual, algo
mis joven. En 1800 se le sacé de su
confortable piso en palacio, donde vivia
desde hacfa tiempo, para albergar a la mu-
jer de Manuel Godoy. Las dos hijas del
matrimonio tenfan mis que perder. Am-
bas se habfan casado por razones de Esta-
do y reinaban en paises mis 0 menos im-
portantes, De dofia Carlota Joaquina, la
mayor, Goya sélo representé el perfil, to-
mado seguramente de bocetos antiguos,
ya que en 1785 abandoné Espaia para ca-
sarse con el principe Juan de Brasil, quien
gobernaba en Portugal en nombre de su
perturbada madre.
Dofia Maria Luisa Josefina, llamada fa-
miliarmente Luisita, s6lo tenfa 18 afos.
Junto a ella se encuentra don Luis de Bor-
bbén, principe de Parma, su primo y mari-
do. Sostiene en sus brazos al heredero al
trono, de apenas un afo. El pacto que se
firm6 en 1800 entre Francia y Espaiia con-
cedié al duque de Parma el titulo de rey de
Etruria y, a cambio, Godoy cedié a Fran-
cia al enorme territorio americano de Lui-
siana y la imprescindible flota espaiola
Luisita s6lo disfrut6 del titulo y del tro-
no durante algunos afios. En 1807 Napo-
leén reorganizé Italia y reinstauré el reino
de Etruria. Le envié emisarios a Luisita
para comunicarle que debia trasladarse. La
reina, «afligida, pero nada sorprendida>,
vvendié sus casas, dio apresuradamente al-
‘gunas 6rdenes y empaqueté los muebles
Figuras
de ajedrez
impulsado por 3 CamScanner€n 60 carrusjes, junto con los restos mor-
tales de su marido, que habia fallecido. El
4 de diciembre de 1807, cuando las tropas
francesas ocuparon Florencia, Luisita
abandoné su reino y huyé por caminos
rurales.
Su hermana Carlota se encontraba en
‘0s momentos en alta mat. Napoleén ha
bia decidido finalmente someter Portugal,
cuyo control habia pactado desde hacia
tiempo con su gran enemiga Inglaterra.
Portugal también ofrecia cobijo ala flota
inglesa. Napoleén obligé ala débil Espafia
a abrir sus fronteras para que las tropas
francesas pudieran acceder a Portugal. Un
dia antes de su entrada en Lisboa, el 29 de
noviembre de 1807, la familia real portu-
guesa se embarcé «con gran sentimiento,
con su corte, ministros y riquezas, en
‘ocho barcos de linea y cuatro fragatas
[Navegé con buen tiempo y viento del no-
reste hacia Brasil. También ellos huyeron,
de Napoleén.
326
fia (1784-1833) que era «tremends-
mente aburrido>. Ostentaba el tradi-
onal titulo de principe de Asturias y la
Srden de Carlos II Delante de su madre
temblaba. Tanto, que antes de presentarse
inte ella, aprendia de memoria las res-
puestas que le ensefiaba su profesor. Odia~
baa Godoy, el fdolo de sus padres. El 14
de octubre de 1800 Maria Luisa le eseribié
‘su amante: «Carlos y yo hemos hablado
con Fernando y le hemos dicho que debe
amarte y apreciarte siempre (..) pero me
duele ver que no comparte en absoluto los
sentimientos de su padre ni los miose.
El joven de 16 afos fue severamente
castigado por ello: sélo podia leer los li-
bros que autorizaba Godoy, y sus maes-
ttos y confidentes fueron reemplazados
por hombres de confianza del valido. Sin
‘embargo, nadie pudo evitar que la mujer
que se le concedié en matrimonio en 1802,
S dice del principe heredero de Espa-
Maria Antonieta de Népoles, lo reafirma-
ra en sus sentimientos de odio. Segura-
mente es la dama que estéa su lado con el
rostro vuelto hacia atrés. Goya todavia no
Ja habia visto nunca euando pinté el cua~
dro. De todos modos, Fernando no era un
hombre que ofreciera resistencia. No lu-
chaba, callaba, parecia resignarse, 0
yy organizaba intrigas. ¥ cuando se descu-
brian esas intrigas, demostraba que era un
cobarde. Temblando y llorando delataba a
sus cémplices
Su pasividad e hipocresfa no impidieron
aque este heredero pilido y aburrido fuera
aclamado como héroe por el pueblo espa-
fiol. Era suficiente que compartiers el
‘odio general hacia el encumbrado Godoy,
‘que robé al pueblo para venderlo a los
El principe Fernando,
el adeseado»
impulsado por 3 CamScannerfrancais y idising a a esare. Fee=
nando solo necesitaba dejarse llevar por
estaola de benevolencia popula
En 1808 llev6 a cabo su primer levanta-
miento contra Godoy, que fue derribado
y casi destrozadoy slo se sald pola in.
tervenci6n de las tropas francesas, Cuan-
do los franceses obligaron a abdicar no
s6lo a Carlos IV sino también a Fernando
y entregaron el trono a José Bonaparte, el
hermano de Napoledn, ia ira del pueblo se
dirigié contra ellos. Los espafioles, de los
que Napoleén decia que s6lo se interesa~
ban por las procesiones y las corridas, se
levantaron en armas contra el invasor
francés y mantuvieron contra él una lucha
larga ¢ implacable. Napoleéa no consi-
guid coger la «pera madura de Espaiia»
«La desafortunada guerra espatiola acabé
conmigo», afirmé mis tarde desde Santa
Elena. El aburrido Fernando, el «desea-
do», pudo esperar eémodamente en su
exilio francés hasea ser llevado triunfal-
mente a Espaiia como vencedor de Godoy
y de Napoleén.
I hecho de que la composicién de
rninas,y de que el pintor se cetrate al
fondo, cerca de a realeza, demuestra el al-
to concepto que Goya tenia de si mismo.
Desde el otoiio de 1799 era el «primer
pintor dela cortes y se le recompensaba
con.un sueldo elevedo y un complemento
para mantener un carruaje propio. Era
apreciado en todas partes. Su mecenas era
la duquesa de Alba, y Godoy, entendido
cen arte, aprendié el lenguaje de los signos
para poder comuniearse con el pintor,
sordo desde hacfa algunos afos.
La familia real se mostr6 muy contenta
al ver el cuadro acabado. Marfa Luisa es-
cribid, «Los retratos estin terminados y
guardan un gran parecido». Ningén con-
tempordnco se escandaliz6 por el realismo
de la obra. En junio de 1801, Goya fue ge~
nerosamente recompensado por el retra-
to, pero a partir de entonces no pint6 nin
gin otro cuadro para la familia real. La
azn de ello se desconoce. A lo mejor al
pintor no le gustaba el principe Fernando,
o tal vez Goya, muy prudente en asuntos
politicos, se retiré discretamente porque
en el mismo afo fueron encarcelados dos
de sus amigos, politicos liberales y enemi-
gos de Godoy, y la duquesa de Alba mu
116 repentinamente en 1802.
{Pretendié Goya crtiar a a familia real
‘en este cuadro? Los expertos no se ponen
de acuerdo, Seguramente no, pues siempre
separé su actividad pictérica de sus ideas
politica. Por eso no se negé a retratar alos
nuevos poderes, al rey José por la gracia de
Napoleéa, al que lo espafoles pronto die-
ron caza. En 1814, cuando volvi6 Fernando
Vil el «deseador, acabé cruelmente con los
«colaboracionistase, Slo uno se salv6 dela
venganza. «Deberia austiciarte» le dijoa
Goya, «pero eres un gran artista y voy a ol-
vidatlo». Goya, rehabilitado como pintor
dela corte volvié a pintarretcatos del rey.
Un pintor
consciente de su talento
impulsado por
G camscannerFrancisco de Goya:
Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, 1814
Los martires del alba
. De inme-
diato se convocd un tribunal militar, cual-
4quier espafiol que portara un arma debia
ser fusilado. Altededor de 400 personas
fueron ejecutadas. El cuadro de Goya nos
muestra a los insurgentes por el suelo ba-
fads en sangre, otros frente al pelotén de
jecucién o esperando la muerte en fila.
Los fusilamientos se ejecutaron en varios
lugares a la vez en la noche del 2 al 3 de
mayo, la mayoria al alba. El cielo en la pin-
tara de Goya también empieza a clarea.
Juan Antonio Martinez, mendigo, Julién
‘Tejedor dela Torre, orfebre, y Manuel An-
toli, jardinero real; estos nombres perte-
necen.a la lista de los 45 espafioles que fue-
ron fusilados cerca del cuartel general
francés en la loma de Principe Pio. Se tra-
taba de un terreno sin edificar entre el
Manzanares y los antiguos limites de Ma-
drid. Goya muestra al fondo algunos edi
cios desaparecidos actualmente. Un par-
que publico ocupa hoy el lugar de la ejecu-
cién.
Se cuenta que el pintor, que contabs en-
tonces 62 afios, habia observado las ejecu-
ciones con un catalejo desde la ventana de
su casa. Mis tarde acudi6 con un farol al
Jugar de la masacre para plasmar el escena-
rio en su cuaderno de dibujo. Sin embargo,
Goya no vivia todavia én este barrio y
ssu cuadro data de seis afios mas tarde: fa
ppintura no era una reaccién espontinea 2
aquellas atrocidades, sino un encargo ofi-
cial del gobierno espafol.
Una guerra despiadada devast6
Espafia de 1808 a 1814. El pue-
blo querfa expulsar a las tropas
de ocupacién francesas, mien-
tras que Napoleén intentaba
doblegar de una vez por todas
al orgulloso pais. Goya plasmé
en muchas de sus obras los ho-
rrores de la guerra, pero la més
impresionante es esta imagen
del fusilamiento, pintada en
1814.
Peyante obo
OL gees
363
impulsado por 8 CamScanner
aadLa insurrecci6n
contra
el invasor
‘ha convertido en un simbolo del he-
roismo y las ansias de libertad. Los
hombres que en 1808 miran directamente a
los ojos del pelotén de fusilamiento 0, de-
sesperados, se cubren el rostro con las ma
nos, habian osado rebelarse contra una po-
tencia que ya habja conquistado media
Europa: la Francia napole6nica. Viendo la
familia real amenazada, los madrilefios to-
maron esponténeamente las armas.
La insurreccién habia comenzado por la
‘mafiana a causa de un hecho, en apariencia
insignificante, que se produjo en la plaza
del palacio. Una hermana y un hermano
del rey Fernando VII estaban subiendo a
ssu carruaje para abandonar Madrid. El res-
to de los miembros de la familia, incluyen-
do al propio monarca, ya se habian puesto
en camino hacia Francia para recibir ll las
a José Bona-
parte, habia aceptado una medallae hizo el
retrato de numerosos invasores.
‘Ahora, Goya se esforzaba por presentar
testigos que demostraran que habia reusa-
do categéricamente colaborar con los
miembros del «gobierno usurpadors. Mas
atin, escribié al nuevo gobierno que sentia
cel ardiente deseo de perpetuar, a través
del pincel, las escenas heroicas més memo-
rables de nuestra gloriosa insurreccién
contra el tirano de Europa». Las autorida~
des se mostraron indulgentes y se hicieron
cargo no solo de los gastos de lienzos,
marcos y pinturas, sino que también le
asignaron una pensién mientras realizaba
el trabajo.
Goya ejecuté dos cuadros: E12 de mayo
en la Puerta del Sol y E13 de mayo de 1808
‘en Madrid: los fusilamientos de la Mon-
cloa. Este segundo cuadro que hoy nos pa-
rece una protesta inequivoca contra la
‘opresién, un monumento a la lucha por la
libertad, es en realidad frato de un com-
promiso que permitié al pintor salvar su
propio pelejo. De aht los numerosos deta-
Iles que adquieren un significado ambiva-
lente: los soldados franceses encarnan la
violencia ciega, pero también son las fuer~
zas dela razény el orden; mientras que las
victimas se comportan de forma castica,
no heroica. Estos detalles reflejan el pro-
fundo desgarramiento interior de Goya:
frecueatando durante afios 2 fos intlec-
tales berales,tom6 conciencia de que su
pais tenia una nesesidad vital de reformas
Y que éstas s6lo se podian llevar a eabo con
[Ajnds del oanjero, Francia, Pero, al
‘alimo Tempo, se sentia préximo ala gen-
tesencilla, Como hijo de un artesano, tam-
bien aThabia'slido del pueblo y compren-
diac apego iraco
Iglesia. —
Goya es el primer pintor que convirtié
al pueblo anénimo en el verdadero héroe
del cuadro, En el centro de la pintura apa-
rece un hombre con una camisa blanca y
ala monarquia y la
los brazos abiertos. Su actitud recuerda al
Crucificado, en la mano sangra el estigma
de Cristo. Escenas similares se encuentran
también en los grabados de Goya, Los ho-
rrores de la guerra, salpicados con comen-
tarios del pintor que expresan su protesta¢
impotencia. «Bérbaros> escribe bajo uno
de ellos 0, sencillamente, «Porqué?> 0
Yo lo vie. Bajo el dibujo de una fosa co-
‘min podemos leer: «;Para ésto habéis na-
cido?», y bajo una escena de ejecucin que
recuerda al cuadro del 3 mayo: «Es insos-
tenible .0..
Gracias a su talento, Goya super6 sin
suftir dafio alguno la represin de 1814 €
incluso llegé a recuperar su hucrativo cargo
de pintor de cémara. Con todo, en 1824 si-
{guid a sus amigos exiliados en Francia: ex-
pulsado de su pais por el régimen reaccio-
nario de Fernando VII por quien se sacrifi-
caron los insurgentes del 3 de mayo de
1808.
impulsado por 8 CamScannerFrancisco de Goya: La duquesa de Alba, 1797
La viuda negra, hermosa y destructiva
Mis tarde la dibujé como una bru-
ja, pero aqué escribe su nombre a
los pies de la duquesa y la inserip-
cién «Goya» aparece en uno de
sus anillos. {Un idilio entre una
orgullosa aristécrata y el genio
sordo? El retrato (210 x 149cm)
pertenece a la Hispanic Society en
‘Nueva York.
Pere 2 Ce
ean Brb- bon
eae eo KL
ye f—
bo
(aan,
a Sols:
Oheorercoe,
Como si fuera una estrella en el escenario,
Ja duquesa ocups todo el espacio con su
‘presencia, No necesita ningtin acesorio, ni
‘una columna para apoyarse ni un érbol que
Je ofrezca su sombra. Aparece sola de pie
delante del fondo casi monécromo con ua
paisaje fluvial de Andalucfa. La soledad ya
pose orgullosa responden a su rango y su
carictér: Maria del Pilar Teresa Cayetana
de Silva Alvarez de Toledo, la XITI* duque-
sade Alba, primera damaespafiola después
delareina
“sBelleza, popularidad, gracia,riqueza y
noblezas!, todas estas virtudes poseia la
duquesa de Alba tal como lo cuenta a fines
del siglo XVIII la inglesa Lady Holland a
su vuelta de un visje por Espasa. Era envi-
diada por las mujeres y adorada por el pue~
blo. No pasaba un dia sin quelos romances
ddeciego de Madrid contaran las tltimas ex-
travagancias de la duquesa. Con alusiones
evidentes, se explayaban sobre la rvalidad
entre la duquesa ylareina Maria Luisa, dis-
putindose constantemente el modelo més
clegante, los amantes, las corridas de toros
la popularidad.
Si no hubiera conocido al pintor Goya,
hoy no seria conocida nada més que por
los historiadores, como una mujer que
amaba el escindalo. La relacién entre el
pintor y la hermosa aristécrata dio pie a
miltiples leyendas. Los autores roménti-
0s del siglo pasado Ia idealizaron hasta
‘convertira en una historia de amor trigica
yapasionada.
En 1951 Lion Feuchtwanger publicé
‘una emocionante novela sobre la pareja,
pero también é1 tayo que abandonarse so-
bre todo a su fantasia, ya que los testimo-
sos de los amantes y sus contemporineos
fon muy escasos. Aparte de algunos dibu-
jos y grabados, la prueba mis importante
de su relacién ef el retrato de la duquesa
pintado por Francisco de Goya en 1797.En
4a scruaidad pertenece a la Sociedad His-
pénica de Nueva York.
impulsado por
‘Muchas circunstancias han quedado sin
aclarar hasta el dia de hoy, por ejemplo la
muerte de la duquesa cinco afios después
de que el cuadro fuera terminado, Enton-
cces se dijo que habia sido envenenada a
causa de sus desavenencias con la reina, En
aquella Espafa tradicional dominada por
los hombres, ambas mujeres supersban con
‘ereces a sus esposos en vitalidad y fuerzade
voluntad.
EI duque de Alba era un hombre débil
de constitucién y cardcter. La reina Maria
Luisa, por su parte, dominaba al flemético
‘monarca Carlos IV hasta el punto de que,
en 1792, encomendé los asuntos de estado
a su protegido Manuel Godoy. El joven
oficial de 25 aos convencla més por las
ccurvas de sus muslos que por sus cualida-
des como politico. No era el hombre capaz
de sacar el pais indemne a través de los pe-
ligros de la politica europea.
En.un primer momento, una minoria de
intelectuales espafioles habia dado la bien-
venida a la Revolucién Francesa, esperan-
do conseguir reformas para el pais atrasado
y explocado por la Iglesia y a arstocraia.
La jecucién de Luis XVTincits a Espaiaa
‘emprender una «eampada punitivas queno
fue mis que un revés militar. Entonces Go-
doy, no sélo pacté la paz com la Francia re-
‘volucionaria, sino que ademas se alié con
ella en contra de Inglaterra. Esta politica
precipité a Espafia a veinte afios de guerra
y enfrentamientos internos.
‘No obstante, de momento el partido
rancesado gozé de una gran popularidad.
Sus paridavios se reuafan en el salén de
otra mujer de cardcter, la duquesa de Bena~
vente. Alls forjaban los proyectos para la
ereacién de un estado moderno segia
modelo francés.
‘La mayoria de los espaiioles, sin embar-
0, seguian siendo hostiles alas coscumbres
¢ ideas extranjeras y en la capital se formé
‘una oposicién que afioraba la Espaiia tradi-
ional. Estos patriotas conservadores imi-
camScannertaban ostensiblemente ala gente sencilla de
Madrid, los majos, y, en lagar de reunirse
nos salones, lo hacfan en las coridas.
La duquesa de Alba se puso aa cabeza
deste movimiento popula. Renuncié ala
moda parisina y se exhibfa con taje negro
‘ymantila,coa los brazosenjarras como lo
haria una maja salads: dispuesta a replcar
Tan loca
como en sus
verdores primeros
352
Cn ee
condescaro aun cumplido demasiado atre-
ido. Elrosto siempre impasible, la pose
‘rgollossy erguida, al como lo exigia el
tet espaol, tanto sl maja como ladu-
guest.
1 francés que visj6 por Espafia en
U 1796 comeatabamaravillado:
«Cada cabello de la duquesa des-
pierta el deseos?, En el cuadro de Goys
parece pequefia y bien proporcionada,
‘con os ojos enormes enmarcados por unas
pobladas cejasy el abundante cabello os-
__El gran lunar negro junto al ojo derecho
‘lhifca-paravel-entendido un stempera~
el dass
mento apasionador. El vestdo ng
apropiado para una viuds el duque mung
n.1796— como para una maja, solo shy.
rina por el encaje dorado de las mangas, c
patiueloy el lazo del plo, amarillo yblan-
0, as{ como la banda roja dela cintura
Lo queel euadro de Goya no reflejaesla
espostancidad de la duquesa de Alba
‘IQut vivers, qué alegrfale reruerda en
vejez una mujer quel vsité una vez en sy
juventud y se la enconteé tompletamente
desnuda, «Si os escandaliza verme desma.
dav, parece que coment la orgullosa mar-
aquesa, «con el pelo me taparés,
Goya pinté el cuadro cuando la duquesa
de Alba tenia 35 afios, bastante mis joven y
hermosa que sus dos rvales, la duguesa de
Benavente y la rina Maria Luisa, pero, tl
como esrb esta hima enuna carta Go-
doy, «La Alba, tan loca como en sus verdo-
res primeros», Los bidgrafos de a duque-
sa ven las razones de esta slocurae en su
infancia y su esterlidad
‘Nacida en 1762, la hija nica dels Alba
creci6en los palacios del familia rodeada
de nodrizas, gobernantas, lacayos y bufo-
nes, Su abueo, el duque de Alba erafamo-
s0 por su arrogancia. Aparte dela niet no
tenia descendientesdirectos y,preocupado
por la continuacién del linaje, muy pronto
buseé un marido para la muchacha. A los
13 afios de edad fue casada con el duque de
Villafranca, que tenia 19 afios. El esposo
ruvo que comprometerse a ley el nom-
bre de la familia Alba I | oe
‘La duquess no pudcScumplir su prind-
pal tareadindstics, dar un heredero alacasa
de Alba. Frustrada y aburrida se abandond
aun torbellino de placeres. Los psicdlogos
actuales le han diagnosticado infantlismo,
frigidee, insegoridad y narcisismo.
‘Toda su vida fue una nifia maleriadd y
fegoista que satisfacia sus caprichos sin
preocuparse de las consecuencias. Era or
gullosa como sus antepasados, pero olvida-
ba su rango y sus prejucios cuando se ta-
taba del placer. Le encantaba seducir alos
hombres, arruinarlos 0, por lo menos, hu-
nillarlos.
En una ocasin le parecis divertdo de-
jarse abordar por un seminaristaen una ca-
Ile de Madrid. Le levé 2 una pastleria
donde pidié deliberadamente una gran
cantidad de los dulees més caros. El pobre
tuchacho, al ver que n0 podia pagar Ia
cquenta,ruvo que dejar el pamtal6n en pren-
daentrelas sas dela duquesa que no habia
entidad
oboy-ve « (Lie
impulsado por 8 CamScanner«Volaverunt»
ya no volvié a pintar ala duguesa
despuésde 1797. Alcontrarioquedl
primer retrato en blanco, ain en el
palacio de los Alba en Madrid, su retrato
vyestida de negro no pas6 a manos dela fa-
milla. Segin un inventario de 1812, por
aquel entonces se encontraba todavia en el
taller del pintor. Lo recibié el hijo de Goya
‘como parte de la herenca ala muerte de su
madre. El artista se habla separado de 4,
quiz porque le trajera recuerdos amargos.
La decepci6n del pintor se habriatradu-
‘do también en los signos negativos que
rodean ala duguesa en dos delos grabados
de los «Caprichos» que Goya publicé en
1799, al cabo de tres afios de trabajo. Un
nuevo Goya escéptico se manifiestaen esta
serie de 80 grabados de critica social
Enel grabado mimero 61 se puede reco-
nocer ala duquesa de’Alba volando por el
aire con la mantlla despleguda, como una
bruja camino del aquelarre donde el artista
hha congregudo a todos los demonios y es-
piritus que le atormentaban. Sobre el pli
do rostro de una mufieca asoma un desdén
arrogante, en el pelo lleva las als de mari-
poss, simbolo de Ia inconstancia,y a sus
pies se encorvan tres personajes desagradi-
bles:los toreros Costillares, José Romeroy
Pepe Hill.
Goya escribié sobre l grabado ,
af:
Su contrapartida masculina, el majo, tambien lle
va el cabello largo recogido en una red,y acemds s¢
deja crecer las patills. De este modo se difeencis de
los mas acomodados, que llevan peluca. A diferencia
de estos, utiliza chaqueta con hombrers 00'S
puesto, una capa. Cuando un ministro espano! ti Ze
hibié a mediados de la década de 1760 esa prem :
cha que permitfa a uno ocultarse fcilments,
tuna revuelta popular. Los majos no querian t
impidieran usar su ropatradicional. oS
En 1788, cuando Goya pints Ia fiestaen *
ra de San Isidro, las sefioras de ae nai a
Ifan vestir el popular traje de maja en 15
impulsado por CamScannerLAPRADERA DE SAN ISIDRO, 1788
fae
P ahead iad
mdscaras, cuando iban a Jos toros y se hacfan retratar.
Sin duda se trataba de un guifio a la moda, pero tam-
ttn era una declaracién de apego a Espafia y todo
eae iz por: ende, de rechazo de todo lo francés.
es : regi desde 1700 por reyes de la din:
cae eal Borbones. Estos pretendfan moder-
ata ea aus y empobrecido,siguiendo el
eta ae ae incluja la lucha contra Ja supre-
bieisde 3 lesia y la propagacién sigilosa de las :
aries ae sustituir la mistica por la fi i-
Rea i n por la razdn. Los trajes de maja
Thiged iB r las clases altas eran una profesién de fe
le la tradicién catdlica hispana. Pero no solo
eso; también expresaban el deseo de una vida més li
bre en la naturaleza, Las damas francesas del Rococs
se vestian de pastoras,¢! Romanticismo inglés ideali-
26 al escocés de los Highlands con su falda de cua-
dros y en la cultura norteamericana exist la figura
romantica del vaquero. En Espaiia, el rechazo de los
imperativos sociales se identifiaba con la majay el
majo, y con su obra Goya contribuyé en gran mes
daa popularizarlos.
El coche, simbolo de posicién social
‘Estoy cojon, esribid Goya en el verano de 17868 0
jmigo tas sufrr una cada del birlocho, un coche de
=a
impulsado por (9 CamScannersO DE GOYA
FRANC
caballos descubierto, de cuatro ruedas y sin portezue-
las. El accidente ocurrié cuando salieron a probarlo:
chibamos su duefio y yo tan grandemente, bellismo
mobimiento y en nada parece que cabfa mejora»,
pero efuera ya de Madrid empezamos a correr gran-
demente...».El vendedor pregunté a Goya si querfa
ver cémo era eso de «rebolber a la napolitana y el
pintor le cedié las riendas «con que la buelta fue que
fuimos a parar, birlocho, caballo y nosotros, dando
bolteretas». La carta rezuma orgullo por el nuevo co-
che. El artista ostenta el titulo de pintor del rey y
gana un buen sueldo, pero a veces se mira a s{ mismo
desde una distancia irdnica.
El coche era un simbolo de posicién social, y
quien posefa uno dejaba de formar parte de la «gente
dea pie». Goya tenfa 40 afios cuando adquirié el bir-
locho y habia dejado atrés un camino tortuoso: hijo
de un dorador carente de medios, habia crecido en
Zaragoza, es decir, en provincias. Dos veces intent6
en vano estudiar y exponer en la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando. Tan solo cuando se
casé con la hermana de un pintor consagrado, consi-
guid en Madrid, en 1775, un puesto de proyectista de
tapices, un trabajo honorable, pero no lucrativo. Sin
embargo, esto le permitié afincarse definitivamente
ena capital.
‘Trabajaba para la Fébrica de Tapices de Santa Bér-
bara, fundada por el rey Borbdn Felipe V con miras a
fomentar la artesan‘a y la actividad econémica. En
EL Escorial y El Pardo, dos residencias de los reyes a
ls aferas de Madi en
Corte pasaba una parte det MEH
el invierno, filtaban res Oy
tos para las paredes ae mee
tieran protegerse del fig, pee
mayorla de ls casos ee
bujos mitolégicos ode han
histéricas, pero eso iba gat
‘i cambi,
La fabrica habfa contratadee
Goya y otros artistas iéyenn
come i
pordneos.En una primer set
Se presentarfan escenas de. caza,
después ediversiones popula,
Asl que Goya proyects een
de majas y majos en Andalucta de
j6venes trepando por los érbols
de damas y caballeros dela la
sociedad, vestidos unos al esl
francés y otros al modo esp,
jugando a la egallina ciego» en un ambiente lege
Era un mundo bonito, sano, con algin toque enti
co, el que se Ilevaba la familia real asus higubrese
inhdspitos palacios. ¥ en lo tocante alas diversiones
populares, era también un mundo del que no po-
dfan participar los miembros de la corte, que vivian
prisioneros de una estricta etiqueta.
Los pintores tenfan que presentar sus bocetos,
que, una vez aprobados por la corte, se trasladaban a
uunos «cartoneso, es decir, lienzos del mismo formato
que los tapices, de varios metros de anchura y altura.
Los tejedores se guiaban entonces por ess cartons,
tratando de imitar al maximo con sus hilos el color
y la forma del modelo, El tapiz era lo que interesab,
mientras que los cartones desparecfan en el sdtanoy
los bocetos se los quedaba el pintor. Uno de estos
bocetos es el cuadro La pradera de San Isidro, una ps
nnordmica al aire libre pintada con répidas pinceladss
que se anticipa a las obras de los impresionistas de
un siglo después, :
El boceto de Goya nunca se plasmé en un tpi
Es probable que una de las razones fuera que resultr
ba excesivamente complicado, con demasiados dts
Hes. Una aglomeracin de coches de caballos com”
la que aparece en el cuadro de Goya no se pues
produciren un tapiz. Goya lo sabia,no en v0
aba 10 afios trabajando para la Real Fabri.
bargo, por entonces eso ya no le preocupaba
seit A ido para een
diseiio de tapices se habia convert pars O
ocupacién deshonrosa y pesada,y estaba
impulsado por CamScannerzafarse de ella. En este sentido,
ta, alegre y complicada encier,
de protesta.
esta obra impresionis-
ra también cierta dosis
Un mundo para princesitas
Protestar un poco es algo que se podia permitiren
aquellos momentos, pues las cosas le ban bien, habfa
cobrado prestigio y eran muchos, demasiados los que
querfan que les retratase. Pero cuando llegabs uns
conden superior», como escribfa, entonces tenfa que
cumplit. Dos semanas después de la fiesta de San Isic
dro de 1788 se quejé a un amigo de que el tiempo le
apremiaba, por «ser los asumptos tan dificiles... ni
duermo ni sosiego hasta salir del asumpto», y «no le
lames vida a esta vida que yo hago».
El tapiz encargado sobre la fiesta de San Isidro
esti destinado al dormitorio de dos infantas, por lo
que no puede contener insinuaciones eréticas, ha de
seralegre y radiante, y mostrar muchas figuras feme-
ninas. Son pocas las mujeres caracterizadas con deta-
lle por Goya que proceden de los «barrios bajos»; el
cerotismo y la pobreza no son temas para princesas.
Las sefioras con sombbrilla pertenecen a la clase alta o
media, no Ilevan vestidos tan lamativamente colori-
dos como la maja que escancia vino y ademés prote-
gen su pilida tez de la luz del sol. Esto también es un
distintivo de su clase. Pero al mismo tiempo se res-
guardan también de las miradas. La sombrilla forma-
ba parte, al igual que el abanico y la mantilla, de los
utensilios mds comunes en el trato con el otro sexo.
SSINDERA DE SAN ISIDRO, 1788,
En el cuadro de Goya parece que las dos jévenes da-
mas con la sombrilla qui
an mantener a raya al
hombre con el bastén que esté sentado detris. Tam-
bién él es un sefior de aleurnia, pues no lleva el cabe-
lo recogido en una red, como el majo, sino tapado
con una peluca, y tampoco luce patillas ni realza sus
hombros con hombreras.
La ropa delataba la condicién social, y el uso ilici-
to de la vestimenta Para confundir era materia de las
comedias populares, por ejemplo las que se represen-
taban en los tan apreciados sainetes cémicos que se
oftecfan en los intermedios de obras tragicas. Su
autor mis destacado, Ramén de la Cruz (1731-1794),
6 una pieza ambientada en la fiesta de a pra-
dera de San Isidro. Alli cojnciden sefiores con afin
de conquista, toscos campesinos, majos camorristas
Y Majas que coquetean. También aparecen una don-
cella y un criado vestidos con trajes de sus sefiores.
Tienen orden de cuidar la casa, pero no se quieren
perder el jolgorio a orillas del Manzanares. laro
que alli se topan con sus amos, disfrazados de maja
y majo: desconcierto, disimulo, reconciliacién final.
El puiblico del teatro sabfa que con la cantidad de
gente que se retine el dia de San Isidro junto al rio
siempre pasan cosas. :
Goya tuvo algiin problema con la representacién
de una gran muchedumbre y el formato ancho que
le vino impuesto. Tenfa que mostrar personas y gru-
pos de personas de tal modo que se pudiera ver cla
ramente qué hace cada una, quién habla con quién.
impulsado por 8 CamScannerFRANCISCO DE GOYA
elconjunto tampoco debia fragmen-
Por tanto, en primer pla-
1a, hace aparecer a personas
ceneterizadas con precisién, mientras que la muche-
Gambre que aparece mas abajo bailando o formando
's impersonal. Con sus colores claros,
sirven de ele-
Por otro lado,
tarse en pequefios grupo:
no,en el borde de la ladet
corrillos es ma
el rio y la panorémica de la ciudad le
mrentos pictéricos que equilibran desde arriba la os-
Cura algarabia de la pradera. Esta parte superior clara
hace juego con el triingulo plano de abajo. Este pe-
dazo de pradera por sf mismo ¢s inexpresivo. Sin em
bargo, formalmente parece un cuenco cuyos bordes
clevados contienen y protegen el relato pictérico.
Estas dos zonas claras por encima y por debajo de la
muchedumbre proporcionan al cuadro su aire tran-
quilo y armonioso.
Quien conozca, aunque sea por
de 1.800 pinturas, grabados y bocetos de Goya, sabré
yr encima, las mds
que la arquitectura le interesaba poco y las panors
micas urbanas para nada. Si las incorpora en este
cuadro, es para cumplir el encargo. Se adapta. Con
Jas numerosas escenas rurales vitalistas y alegres
que esboza para la fibrica de tapices responde a los
deseos de otros, pero las ocurrencias creativas con
las que los ejecuta demuestran que le fascinan. En.
cajan en su sentido de la vida, en su gusto por los
bitlochos y las carreras, y por supuesto tam|
las mujeres.
La visién del mundo del viejo Goya
Ms de 30 afios después vuelve a pintar a personas
que celebran el dfa de San Isidro a las afueras de la
ciudad, Esta vez no ¢s una escena para las infantas ni
el boceto para un tapiz, sino un fresco para una de
las paredes de su propia casa. Treinta afios en los que
hubo la Revolucién francesa, el ascenso y la caida de
3 camScanner
impulsado porLAPRADERA DE SAN ISIDRO, 1788,
Napoledn a ocupacién de Espaiia la cruel guerra de
guerrillas la entronizacién de un joven Borbén y
fon ella la frustracién de todos los esfuerzos por el
progrso y a modernizacién. La Inquisici6n recupe-
tasuantiguo poder y obliga a Goya, nada amigo de
lalglesia,a rendirle cuentas. El pintor se siente vigi-
lado,amenazado, abandona Madrid, adquiere una
«asa al otto lado del rio, mas 0 menos en el lugar des-
deel que tal vez fuera testigo aquella tarde alegre del
dia de San Isidro.
Lacasa se halla en medio de un gran solar: un
edificio de una sola planta, pronto conocido por la
«Quinta del sordo». Desde 1792 ya no oye nada y es
probable que se retire de la ciudad, entre otras cosas
porque no puede comunicarse normalmente y se
siente excluido, La corte prescinde de sus servicios.
En estos 30 afios ha cambiado la imagen que tiene
Goya del ser humano, Los hombres y mujeres jéve~
nes que disfrutan juntos de la vida se han convertido
enuna sociedad que estafa, tortura y asesina, en per-
sonas que se sienten perseguidas por las monstruosas
Aiguras de su fantasia. En dos series de grabados, los
Caprichos y los Desastres de la guerra, proyecta una pa-
orimica llena de horror que no tiene salvacién.
Dos series que no publica o que retira de inmediato
Porque chocan con las ideas del rey y de la Iglesia.
ae Propia casa, sin embargo, no se anda con
Conant. Decora dos estancias enteras con Fres-
ewe Inds tarde serfan arrancados de las paredes y
= cee El Prado, y que se hicieron famo-
sinexcepcign ie de «pinturas negras», Se trata casi
ont hig 084s del miedo, Saturno, un
uno de sus hae come el caddver ensangrentado
Welan amenazan aie figuras que parecen brujas
aun de fas = Sobre el territorio y dos suj jetos
haa rod eamente 8 garrotaz, hundi-
en laarena y sin poder escapar.
Obra comparativa:
Francisco de Goya
La romeria de San Isidro, 1819-1824
159 x 436 cm,
Madrid, Museo Nacional del Prado
Los primeros peregrinos se apelotonan en un amasi-
jo que se abalanza amenazante sobre el espectador.
El cuadro diurno muestra un mundo visible; la no-
che, en cambio, encubre e infunde inseguridad. Pero
lo més amenazante son las muecas de los romeros:
las bocas abiertas, los ojos desorbitados, las gargantas
negras,el blanco de los ojos... rasgos faciales que los
pintores evitaban desde el Renacimiento y que Goya
utilizé una y otra vez. Destaca en especial la boca
abierta. A través de ella se puede ver el interior, un es-
pacio en el que apenas nos distinguimos de los ani-
males, inasequible a todas las aspiraciones de autodo-
idualidad y comportamiento racional.
Goya lo planta ante la mirada. Ve a las personas ora
como ciudadanos civilizados en una tarde amable,
ora como monstruos nocturnos. Que viera ambos as-
pectos y fuera capaz de plasmarlos en sus cuadros
hace de él un genio.
a7
impulsado por
@ camScanner