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LA TEORIA MORAL EN PLATON Copleston Frederick; “Historia de la filosofia”. Tomo 1 Platén. Cap. 22. Pags.191 a 213, Ed, Ariel EL SUMO BIEN 1a ética de Platon es eudemonista, en el sentido de que esté enfocada al logro del supremo bien del hombre, gn Ia posesién del cual consiste Ia felicidad verdadera. El bien supremo del hombre se puede decir que es el desarrollo auténtico de su personalidad como ser racional y moral, e recto cultivo de su alma, el bienestar general y armonioso de su vida. Cuando el alma de un hombre se halla en el estado en que debe hallarse, entonces ese hombre es feliz. Al comienzo del Filebo, Protarco y SOcrates adoptan, causa argument, dos posiciones extremas: atinque los dos reconocen que el bien ha de consistir en un estado del alma, Protarco se dispone a mantener que la esencia del bien es el placer, mientras due Socrates la cifraré en la sabiduria, Procede Sécrates a demostrar que el placer, como tal, no puede ser el Unico y verdadero bien humano, puesto que una vida de puro placer (entiéndase de placer corporal), en la gue no tuviesen parte alguna el espiritu, ni la memoria, ni el conocimiento, ni la opinién verdadera, «seria, no una vida humana, sino la vida de un pulmo marinus o la de una ostrav, Ni el mismo Protarco puede coneebir tal vida como descable para un ser humano, Por otra parte, una vida «de puro espiritun, que careciese en absoluto de placeres corporales, no podria ser el tnico bien del hombre, aunque el entendimiento sea la pate més excelsa de la naturaleza humana y aunque la actividad intelectual (especialmente la contemplacion de {as Formas) sea la més alta fimcién del hombre; pues el hombre no es puro intelecto, Por lo tanto, la vida buena para el hombre deberé ser una vida «mixta»: ni exclusivamente espiritual, ni tampoco exclusivamente de placeres sensibles. Asi, pues, Platn est dispuesto a admitir los placeres que no van precedidos por el dolor, por ejemplo, los placeres intelectuales, pero también aquellos placeres que consisten en la satistaccién Gel deseo, con tal que sean inocentes y se gove de ellos con mesura, Lo mismo que la miel y el agua se han de mezclar en debida proporcién para que resulte una bebida grata al paladar, de igual modo el seatimiento agradable y la actividad intelectual deben mezelarse en justa proporcién para hacer buena la vida del hombce. Ante todo —dice Platén— la vida buena debe incluir los conocimientos del tipo més verdadero: la ciencia gxacta de los objetos intemporales. Pero el hombre que s6lo se haya familiarizado con las curvas y las lineas exactas y perfectas de la geometria, y que ningin conocimiento tenga de las groseras aproximaciones a ellas Aue encontramos en la vida diaria, ni siquiera sabré encontrarse a si mismo. Por lo tanto, hay que admitir en a mezcla el conocimiento del segundo tipo y no s6lo el del primero, Esto no perjudicard a nadie, siempre que todos reconozean los objetos de ese conocimiento inferior como lo que son, y no tomen las burdas aproximaciones por la verdad exacta. En otros términos, no es preciso volver enteramente la espalda a esta Vida mortal y al mundo material para poder vivir la vida verdaderamente buena, sino que se ha de reconocer Gus este mundo no ¢s el inico, ni tampoco el mejor, antes solamente una pobre copia del ideal. (La miisica, dice Protarco, debe admitirse, «si la vida humana ha de ser vidan, a pesar de que, segin Socrates, es una ecea «dlena de conjeturas y de imitacién» y «falta de puridad»), Una vez echada ya as{ toda el «agua» en el recipiente de la mezcla, plantéase la cuestin de saber eudnta amie» habré que ponerle. El voto decisivo en esta cuestién del grado del placer pertenece al conocimiento, Ahora que el conocimiento, segiin Platén, reclamaria de suyo una afinidad con la clase de los placeres verdaderos» y «sin mezelay; pero, en cuanto a los demés, el conocimiento aceptarétinicamente los que vayan acompafiades de salud, espiritu sobrio y toda forma de bondad. Los placeres de la «locura y la maldad» son completamente inadecuados para que les quepa algiin lugar en la mezcla. El secreto de la mezcla que constituye la vida buena es, pues, le medida o proporeiSn: donde ésta es descuidada no se da verdadera mezcla, sino embrollo, revoltijo. El bien es, por tanto, una forma de Io bello, forma que se constituye mediante medida y proporcién, de modo que ouLeTpia, KaAOV y TAfGelaserdn las {res notas 0 formas de que conste el bien. B primer puesto correspOndele ala «oportunidad, KGipIOV, el Segundo a la proporcién, belleza o plenitud (el oULUeTpOV Kal KGAOV KaftT TéheoV KaTiKaVOV), el terccro al Wols Kal @p6vnoIc, el cuarto a las TmotfUar Kat Téxval Kal BéEatfpat, el quinto a los placeres sin mezcla de dolores (impliquen o no la sensacién presente), y el sexto a la satisfaccién moderada del apetito, Faturalmente cuando no entraie peligro alguno. Tal es, por ende, el verdadero bien del hombre, tal su vida buena, le efOaiyovia; y el motivo que impulsa a procurarla es Eros, el deseo ola aspiracion de aleaneas ef bien o la felicidad. El swmmum bonwmn del hombre, la felicidad, incluye, por supuesto, el conocimiento de Dios —esto es evidente si las Formas son las Ideas de Dios— y aunque se tome él Timo ala letray se suponga, por lo ‘mismo, que Dios esté separado de las Formas y que las contempla, la propia contemplacién de lag Formes, contemplacién que es un elemento integrante de su felicidad, que ningiin hombre podria ser feliz sin reconocer la operaci6n divina en el decir que la felicidad divina es el modelo de la felicidad humana. Ahora bien, la felicidad debe alcanzarse mediante la prictica de la virtud, que equivale a hacerse tan semejante a Dios como al hombre le sea posible. Debemos llegar a ser «tan parecidos a Dios como podamos, yy esto es también hacemos justos con ayuda de la sabidurian. «Los dioses velan con cuidado por aquel cuyo deseo es hacerse justo y semejante a Dios, en la medida en que el hombre pueda conseguir la semejanza divina mediante la préctica de la virtud.vEn las Leyes declara Platén que «Dios es la medida de todas las, cosas en un sentido mucho més alto que en el que ninguno de los hombres pueda, segiin se dice, esperarse que lo sea alguna vez». Con esto responde a Protigoras.)

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