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Una modalidad de la transferencia: la pluralización(i)

Por Marcela Errecondo, Claudia Lijtinstens,


Marita Manzotti y Oscar Sawicke

Introducción
Trataremos de dar cuenta en nuestra comunicación de las nuevas formas de
transferencia, que nos conducen a implementar diferentes modalidades de
abordaje- en dispositivos no tradicionales.
Los que nos hemos reunido para elaborar esta presentación trabajamos en
instituciones, y reconocemos la fuerza que en la misma cobra el "para todos" al que
la practica sanitaria empuja. Es en tensión permanente con ello que, desde la
invención de diferentes dispositivos que permiten un tratamiento de lo real "que se
presenta de manera desbordante en los sujetos que consultan nos proponemos
sostener estructuras de funcionamiento menos crueles"(1) para estos niños.
Por la vía de una oferta sostenida por un colectivo o pluralidad de integrantes
particularizaremos la oferta de una transferencia pluralizada, que aloje a los niños
reconociendo su estatuto de sujetos. El dispositivo soporte, la práctica entre varios,
el trabajo en equipo, dan cuenta de esto.(2)

Formas de la transferencia
Sabemos que la transferencia es la relación al Otro en su vertiente de saber y
amor, vía el sujeto supuesto saber. Recordemos que el Otro tiene una cara
simbólica que cubre o regula la cara de goce. Al fracasar la cara simbólica -lo que
se da en psicosis-, el goce se encuentra en primer plano desregulado. La
transferencia tomará entonces formas erotomaníacas, persecutorias, con diferentes
matices según la modalidad de relación del sujeto al Otro y al cuerpo.
Generalmente la modalidad psicótica nos revela modos máximos de sufrimiento
respecto de ese Otro. Un padecimiento que toma la forma de una angustia
deslocalizada que invade a estos sujetos a la manera de un padecimiento infinito en
el cuerpo y en el pensamiento, produciéndose una propagación difusa de los
mismos, sin que ningún simbólico atenúe o filtre tal tendencia. Fracasa la
significantización, es decir sus significantes no están ligados por una significación
que los regule para leer los acontecimientos del mundo.
El autista, al que ubicamos en la vertiente de los -trastornos de la subjetivación-,
presenta una particular desestimación a la afectación del trauma. Al no quedar
afectados por la marca de lalangue que orada el cuerpo, produce un fracaso en la
operación de corporización(3) lo que implica que su cuerpo no está agujereado y
hay en ellos un exceso de goce presente en toda la fenomenología corporal que
permite pensar la continuidad entre los registros imaginario, simbólico y real.
En estos niños lo imaginario queda desarticulado y lo simbólico, dado el rechazo
radical que opera en torno al mismo, no incide en el recorte y vaciado de goce del
cuerpo, verificándose así una perturbación del cuerpo que no hace "síntoma", esto
es que al no corporizar deja a estos sujetos fuera de todo lazo social, es decir,
fuera de discurso.
Esto imposibilita la instalación y la utilización de la transferencia de manera
tradicional.
¿Qué particularidades se presentan, entonces, cuando la institución misma se
anuda al psicoanálisis aplicado de la orientación lacaniana?
Como lo señala Jacques-Alain Miller podemos ubicar en el Otro el lugar y el
puesto(4), que retoman el Otro del lenguaje y el Otro de la palabra. A nivel del
lugar, lo simbólico mantiene distancia con respecto a lo real, se presenta como un
sistema y lo vemos cuando un sujeto aprende el recorrido de las líneas de
colectivos, las calles de una ciudad, el sistema de tuberías de una casa, la
clasificación de animales, etc. A nivel del puesto en cambio se produce la
coalescencia del Otro y el goce, porque está encarnado en alguien, el terapeuta, la
maestra, etc. y lo pulsional es difícil de velar.
De esto podemos deducir ciertas indicaciones, una con respecto al lugar del sujeto
supuesto saber en la institución y otra con respecto a la posición de los llamados
operadores o intervinientes ante el sujeto psicótico.

El lugar del sujeto supuesto saber


En los dispositivos para la psicosis, instalar el sujeto supuesto saber produce una
coalescencia con el goce que perturbará indefectiblemente a los sujetos psicóticos.
Así mismo, sabemos de la importancia del saber expuesto en el seno del equipo, las
lecturas, los debates, la elaboración de lo que el psicoanálisis nos enseña y nos
orienta, enmarcado en la transferencia de trabajo, como hipótesis anticipadas y
elaboración de los conceptos, de la lógica y la topología.
Apoyándonos en el saber expuesto -un saber sobre las psicosis, su estructura-
tratamos de lograr la mejor posición para operar ante un sujeto psicótico. Así el
dispositivo -la institución- y sus integrantes pueden sostener su función de
partenaire y aprender lalengua particular de ese sujeto.
Al tomar distancia posible del sujeto-supuesto-saber y proponiéndole un saber
abierto, expuesto a la sorpresa, al estupor, a los avatares de la clínica hacemos
lugar para que el sujeto psicótico pueda construir su saber no-estándar -. Se trata
de un saber no mediado por la significación fálica-, que da cabida a la singularidad
y evita toda identificación a un rol o rendimiento esperado. Para esto es necesario
privilegiar la relación y el funcionamiento de cada sujeto con su goce y con el Otro.
Este saber no-estandar le permitirá introducir un "como si" de barra en el Otro y un
"como si" de lazo social.
La reunión general, el hipotetómetro, la reunión clínica, dan cuenta de este espacio
dedicado al saber expuesto.

Dispositivos no tradicionales
Nos encontramos, entonces, con otra vertiente del psicoanálisis, no la que toma el
dispositivo inventado por Freud para las neurosis, sino la que nos puede dar una
orientación para una acción, para una traducción institucional, o una acción y una
política en el síntoma social.
Vemos la utilidad de las dos valencias de lo simbólico: el lugar y el puesto, o el Otro
de la palabra y el Otro del lenguaje. En el autista ubicamos el recurso a lo simbólico
en tanto que lugar, en tanto que red, desde el momento que aplica la alternancia
repetitiva a su cuerpo, a un objeto a un apéndice que necesita estar regulado y no
tener un funcionamiento caprichoso, caso contrario se dan las crisis.
Constatamos que cuando el autista recurre a lo simbólico en tanto que puesto es
mucho más riesgoso y peligroso por el valor de real que toma. Por lo cual nos
parece importante que el lugar esté separado del puesto. Señalemos que esta es
una fundamentación para el 'mas que uno' o los varios intervinientes,
acompañantes, terapeutas.
Entonces, antes de empezar a trabajar, tenemos que preguntarnos en qué posición
está el sujeto en relación al campo de la palabra y del lenguaje.
Cuando la relación del sujeto con respecto al símbolo, a la palabra, al significante
es muy frágil (como por ejemplo en el autismo), nos inclinamos por las prácticas
que ponen en primer plano esta disyunción del lugar y el puesto, la
intercambiabilidad y la des-especialización.
En los casos de sujetos psicóticos que tienen una relación a la palabra, al símbolo,
al significante y al lenguaje no tan frágil hay mayores posibilidades de establecer
diferencias de especialidades, como por ejemplo el psiquiatra, la asistente social, la
enfermera, el psicólogo o el psicoanalista, los diferentes talleres, etc. Ahí es
necesario mantener el lugar de cada uno y el del psicoanalista que lleva adelante la
oferta de tratamiento.
Podemos ver, entonces una variación y una variedad de la pluralización de la
transferencia según los recursos del sujeto.
Veremos como los diferentes dispositivos eficaces en psicosis tienen en cuenta
estas coordenadas:
La fundamental requiere que quien trabaje con estos sujetos tiene que encontrar
una forma de quedar amputado del 'goce de mas'-descompletados de un saber, de
una voluntad, de un querer- del goce nocivo.
Para esto contamos con la pluralidad de operadores y un espacio de trabajo y
elaboración clínica (hipotetómetro, reunión clínica, reunión general, etc.), espacio
que nos permitirá presentarnos con un menos o un goce regulado.

Resultados terapéuticos
Una existencia basada en el significante es más agradable que una existencia que
está en el eje del puro goce, por lo tanto se tratará de inducir a los chicos hacia el
lenguaje lo cual no implica inducirlos hacia el dispositivo analítico. Se trata mas
bien de la vía de la sinthomatización en donde el cuerpo y el significante que lo
parasita están anudados por un gozar específico de lalengua.
Un niño vocifera: "¡calláte, llorá, reí, dormí!" cada vez que el otro no responde a
sus indicaciones. Este imperativo se impone cuando eso no se produce,
acompañado de empujones, gritos y golpes para que el otro entre en el lugar donde
él sustrae el cuerpo. El equipo a partir de la localización en un detalle- del signo de
la relación del sujeto con el goce en el "imperativo categórico kantiano"- articula un
espera anticipada a la indicación de los imperativos con un cierto matiz: dormí, reí,
llora pero lo hacen produciendo un malentendido; se ríen llorando, se duermen
riendo o lloran durmiendo.
Ante esta situación, se produce un efecto de sorpresa, queda desconcertado,
detiene su serie y se ríe. Podemos ver cómo con esta intervención se produce un
"efecto sujeto", un encuentro que acota el goce.
Una invitación a operar a partir de los modos de producción que cada niño sostiene,
apoyándose en una hipótesis anticipada producida en el espacio de trabajo del
equipo tratante, aun cuando dejen fuera al Otro y cierren el circuito de producción
autista sobre sí mismos, les permite a estos sujetos confrontarse en un encuentro
tolerable, soportable, -no por eso menos problemático-, con su propia decisión.
Cierto efecto de afectación del cuerpo le permitirá un vínculo tolerable, desde
dónde se podrán medir los efectos terapéuticos para estos sujetos. Esta invitación
es sostenida en distintas maniobras realizadas por los terapeutas que siempre se
presentan 'mas que uno'.
Lidia llega a la institución con 13 años, derivada por un juez de menores a raíz de
episodios de maltrato en el seno de su familia. Su operación de autodefensa del
goce del Otro la mostraba renuente a todo contacto con los demás, esquiva a la
iniciativa del Otro.
A través de la palabra intentaba quitarle consistencia al Otro, intentando unir los
dos polos de la sexuación humana, para llegar a confundir (o fundir) la diferencia
sexual, no aceptando la no-relación e intentando una sutura simbólica de la misma,
a través de una serie de significantes metonimizados, por ejemplo: la Vega viraba a
Diego de la Vega, y de allí a El Zorro (vulgarmente genital femenino) sin llegar a
anclarse en ninguno de ellos.
La aproximación cautelosa de los intervinientes se valió de algo siempre repetido
por Lidia y era la referencia a que' la charlaban', término teñido de características
de injuria que la hacía objeto de un mortífero maltrato por la palabra. Así se instaló
lo que ella denominó 'el charlatorio'. Este neologismo daba nombre a aquello en lo
que se convirtió la institución para ella: el lugar en donde ir a relatar sus
ocurrencias, en las que siempre había un maltratado o ella era 'maltratadora'.
Cuando se quedaba sin material narrativo, sus acompañantes estaban obligados
continuar el relato, dictando siempre ella los cánones del mismo, en el cual el
terror, la violencia, la traición debían siempre estar presentes. Esta invención del
sujeto sostenida por la institución-partenaire, posibilitó que Lidia hablase, riese,
mirase a los compañeros e intervinientes, cada vez más desenvuelta a medida que
este encuentro de palabra original se ponía en práctica.
Es a partir de este entramado simbólico- imaginario que se fue construyendo, que
Lidia consintió un vínculo diverso al Otro. El resultado fue un viraje - tomando
apoyo en una identificación erigida a partir del ingreso de una paciente de su
misma edad, de características muy extrovertidas y marcadamente femeninas - en
su semblante sexual. El mismo fue provocando, a medida que entraba en 'el molino
del charlatorio', la desaparición de las referencias a los personajes ambiguos en
cuanto a la sexualidad, acompañado por otro lado de una transformación llamativa
de su apariencia.
Estas dos viñetas intentan dar cuenta de cómo el psicoanálisis por la vía de un
oferta sostenida por un colectivo o pluralidad de integrantes particulariza la oferta
de una transferencia pluralizada, y aloja a estos niños reconociendo su estatuto de
sujetos.
Es en esta oportunidad, donde la puesta a prueba del psicoanálisis sostiene en las
invenciones posible el "No hay estándar. La única regla para el analista lacaniano
es: No a la indiferencia"(5). Sostener, alojar, disponer de un espacio, en dispositivos
donde sus integrantes pueden aprender lalengua particular de ese sujeto es la vía
que el psicoanálisis aplicado habilita para que estos sujetos encuentren la manera
de "inventar un artificio que les sirva de punto de detención para la deriva de su
vida".(6)

Notas
1. LAURENT, Eric. "Usos actuales posibles e imposibles del psicoanálisis". Colofón
Nº 24.
2. Remitimos a los artículos pertinentes de los autores.
3. MILLER, Jacques-Alain. "Biología lacaniana y acontecimiento del cuerpo".
4. MILLER, Jacques-Alain. "El lugar y el lazo".
5. LAURENT, Eric. "Los inclasificables de la clínica psicoanalítica".
6. ESQUE, Xavier. "La puesta en acto de la realidad del inconsciente en la
institución". Colofón Nº 23.

(i)Trabajo presentado en XIV Encuentro Internacional del Campo freudiano


Segundo Encuentro Americano Los resultados terapéuticos del psicoanálisis Nuevas
formas de la transferencia 5, 6 y 7 de agosto de 2005 Centro Cultural General San
Martín Buenos Aires | Argentina

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