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Biblioteca de PSICOLOGIA PROFUNDA

Algunos tílulos publicados:

68. Heini. Kohut • la restauración del 104. C.F. Kemberg - Des6rdenes /ron-
sí mismo /erizos y narcisismo pato/6gico
69. W. Reich y otros - Escritos psicoa- 105. H. Racker - Estudios sobre técnica
naUticos fundame111ales psicoanafÍlica
70. Georges Amado Del niño al 106. L.J. Kaplan • Adolescencia. El
adulto. El psicoanálisis y el ser adiós a la infancia
7l. Jean Guillaumin - Los sueíios y el 107. S. Rosen - Mi voz irá contigo. los
yo. Ruptura, continuidad, creación cuentos didácticos de M.fl. Erick·
en fa vida psíquica
72. I. Berenstein · Psicoanálisis de la ""
108. M. Pérez Sánchez • Observaci6n
estructura familiar de niños
73. M.A. Mauas - Paradojos psicoana- 109. F. Dolto ·la imagen inconsciente
Hticas del cuerpo
74. M. Yampcy - Psicoanálisis de la 110. H. Kohut · ¿C6mo cura el aná/i.
cultura sis?
76. L. Grinberg - Psicoanálisis. Aspec- 111. H. Mayer - llisteria
tos teóricos y clínicos 112. S.P. Bank y M.O. Kahn - El
77. D.J. Fe!dfogcl y A.B. Zimerman vínculo fraterno
(comps.) - El psiquismo del nino 113. C.0. Jung • Aion. Contribuciones a
enfermo orgánico los simbolismos del s{.mismo
78. C.G. Jung · Energética psíquica y 114. C.O. Jung - Las relaciones entre el
esencia del sueño yo y el inconsciente
79. C.D. Pérez: - Masculino-Femenino 115. C.0. Iung • Psicología de la de-
o la bella diferencia mencia prec02. Psicogénesis de las
80. S. Freud ·Esquema del psicoanáli- enfermedades mentales l
sis 117. P. Ledoux - Concepciones psicoa-
81. D. Lagache - Obras 1 (1932-1938) no.Uticas de las psicosis infantiles
82. D. Lagache ·Obras JI (1939-1946) 118. M.N. Eagle - Desarrollos contem·
83. D. Lagache Obras fil (1947- poráneos reci'enles en psicoanálisis
1949) 119. P. Bcrcheric ·Génesis de los con-
84. D. Lagache Obras IV (1950- cep1os freudíanos
1952) 120. C.G. Jung: El comenido de la psi-
91. M. Mannoni - El niño retardado y cosis. Psicogénesis de las enferme-
su madre dades mema/es 2
92. L.C.H. Delgado • Análisis estruc- 121. J.B. Ponta!is, J. [..aplanche y otros·
tural del dibujo libre /nterpretaci6n freudio.na y psicoa-
93. M.R García Arzeno - El síndrome nálisis
de la niña púber 122. H. Hartmann ·La psicolog(a del yo
94. C.D. Pérez ·Un lugar en el espejo. y el problema de la adaptaci6n
El espacio virtual de la clfnica 123. L. Batai!le - El ombligo del sueño
98. A. ·Tallaferro - Curso básico de 124. L. Salvarezza • Psicogerio.tría
psicoanálisis 125. F. Dolto • Diálogos en Quebec.
99. F. DollO - Se:xualidadfemenino. Sobre puber1ad, adopción y otros
100. BJ. Bulacio y otros ·De la droga· temas psicoanaiiticos
dicci6n 126. E. Vera Ocampo ·Psicoanálisis de
101. Irene B.C. de Krell (comp.) - la la drogadicción
escucha, la histeria 127. M.C. Gcar y E.C. Liendo - Hacia
102. M.A. Mauas - Problemas y pasa- el cumplimiento del deseo
tiempos psicoanalíticos 128. J. Puget e I. Bercnstein - Psicoaná-
103. D. !..agache· El psicoanálisis lisis de la pareja matrimonial
HEINRICH RACKER

ESTUDIOS SOBRE
TECNICA
PSICOANALITICA

d
.~. 1
e 1tor1a
PAIDOS
México - Buenos Aires - Barcelona
iNDICE

PREFACIO ••• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 7
EsTUDIO l. Introducción a la técnica psicoanalítica • 15
EsTUDIO 11. Sobre técnica clásica y técnicas actua~
les del psicoanálisis . • . . • • . • • • . . • . . • • • . . . . • • . 41
l. Los principios fundamentales de la técnica
psicoanalitica • . . • • . • • • • • • • • • • . • • . • • • • . • 41
11. La posición (o actitud) interna básica del
analista frente al analizado y su material • • 45
III. La interpretación ..............._.,.,..... 57
1) El problema del "cuánto" . . . . . . • . . . . . 57
2) El problema del "cuándo" • . . . . . . . . . . 65
3) El problema del uqué" ....•.•.., . . • . . 68
4) Dos aspectos específicos ••••••• , • • • • • 71
IV. La 'transferencia • . . • . • . • • . • . . • • • . . . . • . • • 74
1) El. papel ~~ la transferencia en el proceso
ps1coanalí tlco .•..• ·. . . . • . . . • • . . • • • . . . 74
2) La dinámica de la transferencia . • . . . . 76
3) La transferencia como fantasía y como
actuación . . • . • . . . . . • • • . . • • • • . • . . . . 87
4) La transferencia como relación entre par-
tes del yo • . • • . • • . • • • • • • . • . • • • . . • • . 91
V. La contratransferencia • . . • . . . • . . • . • • . . . . 95
1) El papel ~e la c,o?tratransferencia en e]
proceso ps1coanahtico , . • • • • • • . . • . . • . . 96
2) Analogías entre transferencia y contra~
transferencia. La dinámica de la contra-
transferencia ••.••.•.••.. , . • • • • • . • • . . 99
3) La angustia ~~ntrattansferencial y otros
aspectos especif1cos •..••..•• , . . • • . . . • 102
4) La cuestión del "actuar" del analista 107
EsTUDIO III. Consideraciones sobre la teoría de la
transferencia . • . . • • • . . • . . . • . • • • • • • . . • • • . . • • . 111
l. Sobre la dinámica de la transferencia • . . . . 111
II. El papel de la transferencia en el proceso
psicoanalítico y la relación entre transferen-
cia y resistencia . • • . • • • . • • • • • • . • • • • • • • . . 118
Resumen • . • • • • • • . . • • . • . . • . • . • • . • • • . • • . • . . • 125
ESTUDIO IV. Análisis de la transferencia a través de
la relación del analizado con la interpretación • . 128
I. Las relaciones del niño con el pecho, en la
transferencia • • . • • • • • • • • • • • • • • • . • • . • • • • 129
II. La "fase femenina" en la transferencia ..• 135
III. El complejo edípico positivo y negativo en
la transferencia •.•.••••....•• , , .•. , ...• 141
IV. Análisis de un caso •••..............•••. 156
Resumen y Complementos .•...•............ 172
EsTUDIO V. La neurosis de contratransferencia ... 182
!. Introducción .•...... , ..••. , •••........ 182
II. El complejo edípico positivo en la contra-
transferencia ......•••...••..... 'i> • • • • • • 189
III. El complejo edípico negativo en Ja contra-
transfei'encia •.. , ••..•....•••.......... 196
IV. La contratransferencia "indirecta" .•••...• 199
V. La contratransferencia "directa" ........•. 208
VI. Consideraciones finales , ..•.............. 215
Resumen •........••••.••.....•..•......... 220
ESTUDIO VI. Los significados y usos de la contra-
transferencia .•..•••••••..•• , • , ••••••••..... 222
I. Introducción ........ , •.....•.......... 222
II. Conceptos básicos .•. , ••.......••....... 232
III. Pelig;os y. !1sos de la contratransferencia ... 239
IV. Contlnuacion .••.•••......••........... 247
V. Ejemplos ....•.•...•.................. 253
VI. Correlaciones especificas entre transferencia
y contratransferencia , .••........•...... 276
1) Significados de Ja angustia contratrans-
ferencial ..•...• , , ••....•..•........ 277
2) Significados de la agresión contratrans-
ferencial ... , .•...•.••••...•..•.••.. 283
3) Los sentimientos de culpabilidad en la
contratransferencia ........•......... 286
4) Significados de otras reacciones contra-
transferenciales (somnolencia, someti-
miento) ......••..... , ••........... 289
5) La "objetividad" de las contratransferen-
cias, y el problema de la .comunicación de
la contratransferencia .....•.......... 292
EsTun10 VII. Técnica anaUticii y el masoquismo in-
consciente del analista •..•••••••• , ••••..•••• 296
ESTUDIO VIII. Técnica analítica y la mania incons-
ciente del analista .••...••..•••.•••••••• , ••• 306
ESTUDIO IX. Contrarresistencia e interpretación ... 314
Resumen
·································· 321
BmLIOORAFÍA
·································· 323
PREFACIO

Quisiera, en primer lugar, anunciar al lector, en


pocas palabras, lo que enca:ntrará en cada uno de los
Estudios presentes, para luego referirme a este libro
como un todo.
El prhn.er Estudio es una Introducción a la técnica
psicoanalítica. Expongo en él cuáles son los principios
básicos de la técnica analítica, cómo Freud llegó a
establecerlos y cómo derivan de la naturaleza misma
de las perturbaciones y de los conflictos psicológicos.
Este Estudio constituye al mismo tiempo una breve
historia de la evolución técnica analítica, una reseña
de su pasado y de su presente. No se espera del lector
ningún conocimiento previo de psicoanálisis, siendo
explicado el significado de cada uno de sús conceptos
fundamentales.
Mientras esta Introducción está dirigida, pues, a los
que nada o poco saben de técnica analítica, los demás
Estudios pre.Suponen ya cierto conocimiento, por lo
menos el de la Introducción, y muchas veces más que
esto; en principio están destinados a los estudiantes
del psicoanálisis y a los analistas mismos.
El segundo trabajo, Técnica clásica y técnicas ac~
tuales del psicoanálisis, retoma en sus cinco capítulos
cada uno de los problemas técnicos principales, pero
tratándolos ya con detalle y discutiendo las diferentes
posiciones que frente a ellos han adoptado las diferen·
tes "épocas" y "escuelas" (o "tendencias") dentro del
8 PREFACIO

movimiento psicoanalítico. Este Estudio --el más am-


plio de todos- intenta al mismo tiempo dar una visión
general de la técnica analítica, pero esta vez no ya en
forma elemental (como ha sido el caso en la Intro-
ducción) sino con la profundidad a la que el cono-
cimiento actual ha llegado.
Con el siguiente trabajo empiezan los estudios sobre
temas técnicos específicos, centrándose los dos prime~
ros (Estudios III y IV) en lo que constituye el eje del
proceso analítico, la transferencia, mientras que los
que luego siguen se centran en lo que constituye la
contraparte de la transferencia en la situación analí-
tica, su complemento en la psique del analista, o sea la
contratransferencia. He dirigido especial atención a
la contratransferencia, en parte por el importante pa-
pel que desempeña en el proceso analítico, y en parte
porque ha sido hasta hace poco, la Cenicienta de la
investigación psicoanalítica.
El tercer Estudio, Consideraciones sobre la teoría de
la transferencia, contiene, en su primera parte, una
contribución al problema de la dinámica de la trans-
ferencia. En la segunda parte intento aclarar y fun-
damentar teóricamente el papel de la transferencia
en el proceso analítico, papel muy discutido en toda
la historia del psicoanálisis.
El cuarto Estudio continúa el tema de la transfe-
rencia, pero esta vez la atención está dirigida, prepon-
derantemente, no a la teoría sino a los problemas
prácticos. Trata del análisis de la transferencia a tra-
vés de las relaciones del analizado con la interpreta-
ci6n, es decir, con la expresión principal del analista.
El análisis de la relación del analizado con la inter-
pretación constituye uno de ]os medios más impor-
tantes para hacer consciente y superar la ''neurosis de
transferencia". Un considerable número de ejemplos
PREFACIO 9

(referentes a las diversas fases de la evolución psico-


sexual que se expresan en aquellas relaciones transfe-
renciales) tiende a facilitar al joven analista el cum-
plimiento de esta dificil tarea. Al mismo tiempo, pero
secundariamente, son tratados algunos problemas de
orden teórico-técnico (estratificación psicológica, etc.) .
El quinto trabajo, La neurosis de contratransferen-
cia, tiene por objeto el estudio de los procesos psico-
patológicos que -con mayor o menor intensidad-
suelen tener lugar en el analista, en su relación con el
analizado. La toma de conciencia de estos procesos
puede y debe llevar a que ellos no incidan negativa-
mente sobre la labor del analista.
El sexto trabajo constituye un amplio estudio teó-
rico-práctico de los significados y usos de la contra-
transferencia. Mientras que en el trabajo anterior se
había prestado especial atención a la contratransfe-
rencia como peligro para la función del analista, en
este nuevo Estudio el interés predominante se dirige
a la contratransfefencia como instrumento técnico, o
sea como medio esencial para la comprensión de los
procesos ·psicológicos (y, especialmente, transferencia-
les) del analizado. También es estudiado detenida-
mente el papel de la contratransferencia en el proceso
de transformación interna del analizado, o sea, la
influencia de la contratransferencia sobre los destinos
de la transferencia y sobre la posibilidad del analizado
de elaborarla y de vencer el circulo vicioso de su
neurosis.
Los trabajos séptimo y octavo, Técnica analítica y
el masoquismo inconsciente del analista y Técnica
analítica y la manía inconsciente del analista, son· ten~
tativas de aclarar las influencias que determinados
rasgos caracterológicos o caracteropáticos del analista
pueden tener sobre la técnica analítica. El señala-
10 PREFACIO

miento de una serie de errores específicos (provenien-


tes de aquellas perturbaciones caracterol6gicas) debe
servir para hacer consciente y superar tales tendencias
nocivas para la conducción de un psicoanálisis.
El noveno y último trabajo, Contrarresistencia e
interpretación, trata de algunos procesos inconscien~
tes en el analista que lo inhiben o aun impiden dar
las interpretaciones adecuadas, aun cuando haya com-
prendido, en buena parte, la situaci6n psicol6gica del
analizado. Dada la frecuencia con que suelen presen-
tarse tales contrarresistencias a la labor interpretativa,
y dada la importancia cardinal de las situaciones in-
ternas del analizado en las que aquellas contrarresis-
tencias suelen sobrevenir, el problema técnico en
cuestión es igualmente de gran importancia.
Quisiera aún decir algunas palabras sobre la histo-
ria del presente libro y sobre éste como un todo.
Desde que comencé a trabajar como analista, me im~
presionó y me preocupó la notable distancia existente
entre la gran amplitud y profundidad del conoci-
miento psicoanalítico por un lado, y por el otro las
limitaciones en hacer provechoso este conocinúento
para la transformación psicológica de los analizaclos.
Esta preocupación me impulsaba a investigar siempre
de nuevo en el terreno de los problemas técnicos, y
era el móvil principal para la elaboración de los estu-
dios contenidos en este libro. Aquella distancia entre
el saber y el poder hacer, y aun la distancia entre el
interés cientffico de los analistas por aquellos y estos
problemas, han sido señalados por varios autores, por
ejemplo, por Freud (en Análisis terminable e intermi-
nable), por Fenichel (en Problemas de técnica psico-
analitica) y otros. No se trataba, pues, de una im-
presión subjetiva núa; objetivamente, mucho faltaba
aún en la dilucidaci6n de los problemas técnicos.
PREFACIO 11

Como tarea central técnica se había evidenciado, casi


desde los comienzos del psicoanálisis, la elaboración
de la transferencia, y con respecto a ella existía un
cierto número de profundos y esclarecedores escritos,
aunque de lejos no tantos como correspondía a su
importancia *. En cambio, su contraparte y comple-
mento, la contratransferencia, era aún un tema casi
sin tocar. Era, al mismo tiempo, claro, que el silen-
cio cient!fico que reinaba en tan alto grado con
respecto a los fenómenos y problemas de la contra-
transferencia constituía un serio impedimento para la
percepción y comprensi6n de la transferencia. Pues
la contratransferencia es la respuesta vivencia! a la
transferencia, y si aquélla es silenciada, tamp'óto ésta
puede desarrollarse con plenitud de vida y de cono-
cimiento.
Dirigí, pues, primero mi interés a la contratransfe-
rencia, y expuse, en 1948, los primeros resultados de
mis estudios, afirmando la existencia y mostrando las
expresiones e implicaciones de una Neurosis de con~
tratransferencia que -aunque generalmente con poca
intensidad- suele presentarse en el analista, como
respuesta a la neurosis de transferencia del analizado.
Mi próximo objeto de estudio era la neurosis de
transferencia. Por este camino, creo haber logrado
comprender mejor la "estratificación" de las neurosis
en general y la dinámica de la transferencia en el
proceso analítico en especial. De los cuatro trabajos
que sobre este tema presenté entre 1950-1953 (en la
Asociación Psicoanalítica Argentina), aparece en este
* A mi juicio, fu,eron Melanie Klein y sus colaboradores
quienes llevaron poco a poco el análiSis de la transferencia
prácticamente al nivel y a la intensidad que correspondía
al papel que Freud le había adjudicado teóricamente ya
en 1916 (Conferencias de Introducción al Psicoanálisis).
12 PREFACIO

libro sólo uno (Consideraciones sobre la teoría de la


tran:Sferencia), el único que es de carácter puramente
"técnico" *. El segundo trabajo que en este libro trata
predominantemente problemas de la transferencia
(Estudio IV), retoma también la cuestión de la estra-
tificación de la "neurosis de transferencia".
Volv! luego al estudio de la contratransferencia.
Escrib! primero un pequeño articulo Sobre la confu-
si6n entre manía y salud (que aparece aqu! bajo el
título: Técnica analítica y la manía inconsciente del
analista), para luego exponer en un extenso trabajo
lo que una investigación detenida me habla enseñado
sobre los varios Significados :v usos de la contratrans-
ferencia, como también sobre la interrelaci6n entre
transferencia y contratransferencia. Este trabajo, pre-
sentado en 1953 en la Asociación Psicoanalítica Ar-
gentina y publicado en 1957 en The Psychoanalytic
Quarterly, tuvo amplio eco tanto en la Argentina co-
mo también en otros países, especialmente en los Es-
tados Unidos, donde fue incluido en el programa de
estudios de varios Institutos Psicoanalíticos (Instituto
de Psicoanálisis de la State University of New York,
The Society for Psychoanalytic Medicine of South
California, Topeka Institute for Psychoanalysis, etc.).
En 1955 propuse la celebración de un Simposio
sobre Técnica Psicoanalítica en la Asociaci6n Psico-
analítica Argentina y quedé encargado de su direc-
ción. Presenté en esta ocasión un breve estudio sobre
Contrarresistencia e interpretación (Estudio IX). En
1956 expuse en el 1er. Congreso Psicoanalítico Latino-

-X· Otro de estos trabajos apareció en el Internat. Jour-


nal of Psycho-Analysis (1957) y en la Revista de Psico-
análisis, tomo XIV, Nll 3, 1957 (Contribuci6n al problema
de la estratificación psicopatológica}. Los otros dos tra-
bajos quedaron sin publicar, por motivos de discreción.
PREFACIO 13

americano el trabajo Técnica Psicoanalítica y el ma~


soquismo inconsciente del analista (Estudio VII). En
1957, el presidente del Comité Organizador del
Segundo Congreso Latinoamericano, doctor Durval
Marcondes (Brasil), me invitó a presentar un "Re-
lato Oficial" sobre Técnica clásica y técnicas actua~
les del psicoanálisis, el cual se encuentra como Es~
tudio II en este libro. Finalmente di en 1958 una
conferencia a los "Amigos de la Asociación Psicoana-
lítica Argentina" sobre Técnica psicoanalítica, que
sirve de Introducci6n a este libro.
Transferencia y contratransferencia son indudable-
mente el eje de este libro, como son también el eje
del proceso psicoanalítico. El libro presente intenta
ser una contribución a lo que Freud y varios de sus
discípulos han expuesto sobre estos y otros problemas
técnicos. Lo que puede constituir,· por un lado, una
deficiencia de este libro -el no ser un compendio
completo de la técnica analítica- es tal vez, por otro
lado, su virtud: sólo repite en medida relativamente
pequeña lo que en otros textos sobre técnica ya ha
sido publicado, y en cambio trata de decir lo que e11
éstos está ausente. El libro presente no sustituye, pues,
a los tratados sobre técnica ya existentes sino que sólo
intenta complementarlos. El hecho de que estos Es-
tudios fueron escritos y presentados originariamente en
forma separada, explica por qué una u otra idea re-
torna en uno u otro trabajo. Sin embargo, esto no
sucede muchas veces, y donde sucede, se trata de
asuntos de central importancia que por lo tanto me~
recen ser considerados más de una sola vez.
Antes de temúnar este prefacio quisiera aún expre-
sar mi gratitud a las personas que me han ayudado
a escribir este libro. Son muchas: maestros y discí-
pulos, analistas y analizados que me han enseñado y
14 PREFACIO

estimulado; demasiado numerosos para que los nom·


bre uno por uno. Sólo a dos personas cuyo apoyo me
ha sido de especial valor para la realización de estos
trabajos, quisiera aqui agradecer expresamente: a mi
mujer, Geneviéve T. de Racker y a la doctora Marie
Langer.
HEINRICH RAcKER
Buenos Aires, enero 1959.
ESTUDIO I

INTRODUCCIÓN A LA. TÉCNICA


PSICOANALÍTICA*

No s6lo para el analista, sino también para el mé-


dico en general, para el pedagogo y para toda persona
que en algún sentido debe "ejercer psicología" (como
por ejemplo lo deben hacer los padres con sus hijos
o también los hijos con sus padres), es de interés
conocer los principios en que se basan y los métodos
que llevan a los cambios internos y externos que la
técnica psicoanalítica persigue. Pero aun para el que
en ningún sentido ejerza activamente psicología ~su­
poniendo que tal persona exista) , aun para el que
sólo~ sufra pasivamente el "ejercicio de la psicología'
por otros, como a veces podría considerarse a SÍ mis-
mo el psicoanalizado, el tema es de cierta impor-
tancia. También el que se somete a una intervenci6n
qnirúrgíca suele querer saber qué es lo que le harán
y c6mo lo harán. Pero en el psicoanálisis tal curio-
sidad es aun más legitima y hasta indicada, pues en
realidad no se trata de una experiencia meramente
pasiva, el analista no es el único que "opera"; el ana-
lizado tiene que "ca-operar". Y para ello es útil qu~
sepa cuál es el método y cuál la finalidad de esta
"operación".
* Conferencia pronunciada ante los "Amigos de la Aso·
ciaci6n Psicoanalítica Argentina", en 1958.
16 HEINRICH RACKER

El interés por un objeto implica el deseo de conocer


su pasado, su presente y su futuro. Consideremos,
pues, primero, la historia de la técnica psicoanalítica.
Es sabido que durante el siglo XIX, las enfermedades
mentales, la neurosis y otros fenómenos que hoy se
comprenden como perturbaciones psicológicas o psic6-
genas, eran consideradas como perturbaciones orgá-
nicas, o más précisamente, como expresiones de una
"degeneración" del sistema nervioso, cuya 'Única causa
era la herencia. El tinte despreciativo que para nos-
otros suele tener la palabra "degeneración heredita-
ria", lo tenía también en aquellos tiempos. Las neu-
rosis parecen no haber despertado la simpatía de los
médicos, sino más bien desconfianza y rechazo. La
histeria, por ejemplo, era considerada, más que nada,
como "simulación" y "teatro". Posiblemente tal po-
sición provenía, en buena parte, de la angustia que
provocaba en el médico la percepción de su impo-
tencia frente a las neurosis, dada la falta de compren-
sión. Viceversa, la angustia y el desprecio perturba-
ron la latente disposición y capacidad de comprender
algo de los fenómenos psicopatológicos. La situación
constituía, pues, un círculo vicioso, en el que Freud,
acercándose a estos problemas con otro espíritu, libre
de angustia, rechazo y prejuicios; deseoso de descubrir
lo desconocido, y dotado de una capacidad psicoló-
gica y científica genial, abrió la brecha decisiva.
Debo ahora citar algunos hechos de la prehistoria
del psicoanálisiS que representan algo así como las
piedras miliares en el camino hacia la técnica analí-
tica. En el año 1885, Freud, contando 30 años, viaja a
París para estudiar enfermedades nerviosas con Char-
cot, el primero en considerar seriamente los fenóme-
nos histéricos. Alú Freud toma nota del hecho de
que las paralizaciones histéricas pueden ser producidas
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrrcA 17

por sugestión, en estado hipnótico, de lo que se de-


duce que estas paralizaciones son el resultado de re-
presentaciones mentales. Un poco más tarde, Freud,
ya de vuelta en Viena, tiene noticia de que dos otros
médicos franceses, Liébault y Bemheim, logran bue-
nos resultados terapéuticos con histéricos, por medio
de la sugestión, predominantemente con hipnosis. En
su labor con los '~enfermos nerviosos", Freud se aleja
de la electroterapia (cuyos éxitos parciales igualmente
son comprendidos pronto como éxitos de la sugestión
médica), y se sirve más y más del método hipnótico-
sugestivo. Éste consiste en órdenes (dadas a los en-
fermos puestos en estado hipnótico) que deben con-
trarrestar la manifestación de los síntomas patológicos.
Este método tiene éxito en un cierto número de casos,
pero es inestable (los síntomas reaparecen) y no es
aplicable a las personas que no pueden ser hipno-
tizadas.
Además, Freud queda insatisfecho con este método
por el hecho de que no le enseña nada sobre el origen
de la enfermedad. De ahl que busque también otro
camino. Ya antes de que fuera a París, un amigo, el
médico Josef Breuer, le había contado su experiencia
con una de sus pacientes, Anna O ... , que había su-
frido paralizaciones histéricas y graves estados de con-
fusión. En una ocasión casual, Breuer hizo la obser-
vación de que la paciente quedaba libre de su per-
turbación mental cuando podía expresar con palabras
las fantasías y los efectos que en ese momento la
dominaban. A continuación Breuer basó en esta obser-
vación· su método terapéutico con esta paciente: Ja
puso en .estado hipnótico y cada vez le hacía contar
lo que la afectaba. La paciente, que despierta na-
da sabía sobre el origen de su enfermedad, encontró
en estado hipn6tico el nexo entre sus ·síntomas y sus
18 HEINRICH RACKER

vivencias. Los síntomas derivaban principalmente de


sentimientos y pensamientos que hablan surgido en
ella mientras cuidaba a su padre enfermo y a los
que ella babia suprimido. Luego, en lugar de ellos,
había aparecido el síntoma. Cuando la paciente, en
la hipnosis, recordaba alucinatoriamente aquellas VÍ·
vencias y descargaba los sentimientos suprimidos, el
síntoma desaparecía. Este método de "abreacci6n"
de afectos recibió el nombre de método catártico.
Freud lo adopta y, después de unos años, publica,
junto con Breuer, el libro Estudios sobre la histeria,
en el que los dos autores exponen sus observaciones
y conclusiones 15• Se encuentra también en él la des-
cripción de las diversas dificultades y desventajas del
método hipnótico, por ejemplo, el hecho de que el
sueño profundo sólo podía ser alcanzado en un nú··
mero limitado de enfermos. Estas dificultades fueron
el estimulo principal para incitarlo a buscar una téc-
nica que prescindiese de la hipnosis. En esta búsqueda
lo ayudó el recuerdo de un experimento que Bernheim
habla hecho con uno de sus enfermos, y que Freud
babia presenciado en una visita hecha a la cl!nica de
este médico. Aquel enfermo no recordaba primero
nada de lo que habla sucedido durante su estado hip-
nótico; pero Bernheim insistió tenazmente en que hl-
ciese rµemoria, y poco a poco el enfermo recordó
todos aquellos sucesos. Esto significaba que inclu-
so vivencias que aparecen como totalmente incons-
cientes, pueden ser recuperadas para la conciencia,
y esto aun sin hipnosis, ya que aquel enfermo las
recordaba despierto. Basado en esta experiencia,
Freud empieza a renunciar a la hipnosis y en lugar
de ella insiste y urge a sus enfermos a que recuerden
las vivencias olvidadas o Hreprimidas". Al mismo
tiempo ~y esto fue lo decisivo para el cambio ulte-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 19

rior en su proceder técnico-- Freud va obteniendo


paso a paso la comprensión de los procesos dinámicos
(es decir del interjuego de fuerzas y tendencias psico-
lógicas) que habían originado los olvidos o "repre-
siones" y a las cuales se debían las dificultades de
recordar o de hacer consciente lo inconsciente. Freud
descubrió, en especial, que existe una fuerza o ten-
dencia que se opone al recuerdo, que tiende a man~
tener la represi6n y que por lo tanto se opone también
a la labor del médico que trata de inducir al enfermo
a recordar. Freud dio a esta fuerza el nombre de
resistencia y este descubrimiento lo condujo al pró-
ximo y decisivo cambio técnico. Freud comprendió
pronto que la resistencia provenía, ante todo, del
hecho de que lo que debía ser recordado era penoso
para el enfermo, lo avergonzaba o era adverso a sus
sentimientos morales. Igualmente importante para el
cambio técnico ulterior fue la captación de las diver-
sas formas. en que se expresaba la resistencia. Los en-
fermos callaban ciertos recuerdos, aduciendo, por ejem-
plo, que éstos (o lo que al respecto se les había ocu-
rrido durante la sesión) carecían de importancia o
de sentido. Freud comprendió que estas objeciones de
los enfermos no eran otra cosa que un· disfraz de la
resistencia, y justamente las ocurrencias que apare-
cían en tal disfraz eran los recuerdos buscados o, por
lo menos, indicaban el camino hacia ellos. El si-
guiente paso técnico consistió, pues, en abandonar la
"técnica de insistencia" (con la que se unían algunas
medidas de sugestión como el poner la mallo sobre
la frente del enfermo para ayudar a la conceutra-
ción, etc.) , y en constituir en lugar de aquélla una
regla para el enfermo que debía determinar su con-
ducta en el tratamiento, comprometiéndose éste a
cumplir con ella. Esta regla que representaba Ja base
20 l'IEINRICH RACKER

del tratamiento -por lo que recibió el nombre de


regla fundamental-, consistía en que el enfermo de-
bía comunicar al médico todos sus pensamientos, de-
cirle todo lo que se le ocurría, sin omitir nada, aun-
que le fuera penoso decirlo o aunque le pareciera que
tal ocurrencia carecía de importancia o de sentido, o
estaba fuera de lugar. El enfermo debía, pues, vigi-
lar que ninguna objeción interna, ninguna autocrítica
le impidiese comunicar cada una de sus ocurrencias,
de decir todo sin selección, entregándose plenamente
a la asociaci6n libre.
Lo que he resumido aquí en pocas palabras, era
el resultado -uno de los muchos resultados- de una
ardua y larga labor de investigación, que había lle-
varlo a Freud a las comprensiones básicas de las
causas de las neurosis. Fue de estas comprensiones
de donde surgió la técnica analítica, ante todo Ja
sustitución del método hipnótico y sugestivo por el
método de la asociación libre. La comprensión bá-
sica consistía en que las neurosis se deben a un con~
flicto interno, una inconciliabilidad o intolerancia en~
tre diversas partes de la personalidad, y en especial
entre la parte moral y social por un lado y la parte
instintiva y egoísta por el otro. Digo "en especial''
porque este conflicto no ha sido ni es considerado
corno el único. Más aún, en un comienzo apareció
como causa principal no la lucha con los propios ins~
tintos (aunque aparece señalado ya en los primeros
escritos de Freud), sino que eran ciertas experiencias
sufridas pasivamente, corno por ejemplo la seducción
sufrida en edad temprana, vivencias "traumáticas",
las que Freud consideró en un tiempo como factor
de~isivo en la etiología de las neurosis. El recuerdo
y la "abreacción" de estas vivencias (que constituían
preponderantemente "lo reprimido"), era lo que de~
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 21

bía llevar a la curación. Este factor externo y el


"trauma" temprano mantuvieron también más tarde
su importancia, pero Freud descubrió más y más la
vida instintiva autónoma del niño, y los conflictos
con los propios instintos infantiles mostraron ser el
factor principal en la génesis de las neurosis. Eran,
pues, los propios impulsos sexuales y agresivos los que
constituían, ante todo, "lo reprimido" y cuyo ~~re~
cuerdo" o "conscienciación" debía llevar a la curación.
En estas comprensiones se basaba, pues, la técnica.
El enfermo debía asociar libremente, aboliendo todo
rechazo frente a las propias ocurrencias, y así debía
aparecer en la conciencia cuanto de ella había sido
rechazado. Lo que efectivamente aparece, no es ya,
por lo general, lo reprimido propiamente dicho sino
derivados de aquellos conflictos infantiles, expresiones
más superficiales, más aceptables de éstos. El enfer-
mo no suele recordar, por ejemplo, que tenía deseos
sexuales hacia su madre, pero sí -y con sentimientos
de culpa igualmente intensos-, que deseaba a la mu-
jer de un amigo mayor, etc. La función del analista
era, pues, adivinar a través de las asociaciones libres
(de estos "derivados") los impulsos infantiles repri-
midos, y comunicar lo que había adivinado al enfer-
mo. Un acceso especialmente oportuno a los conflic~
tos infantiles lo constituían los sueños, ya que en ellos
-por la disminuci6n de la censura moral y 16gica
durante el dormir- se manifestaba lo reprimido con
mayor claridad. Freud esperaba que el comunicar al
enfermo lo reprimido, pondría fin al enajenamiento
entre el yo y los instintos, causa última de la neurosis.
La interpretación de los impulsos infantiles se cons-
tituyó, pues, en el instrumento tei-apéutico por ex-
celencia.
Pero he aqu! que aquella esperanza s6lo se cumpl!a
22 HEINRlCH RACKER

en cierto grado. Los enfermos oían la interpretación


pero lo que ésta les deda frecuentemente seguia siendo
sentido como ajeno al yo; no podían reconocer lo que
el analista les deda sobre ellos como algo propio, y
la conscienciación de lo reprimido y con ello la inte-
graci6n de la personalidad no se producía. Freud
comprendi6 pronto a qué se debia este hecho: las
resistencias continuaban e imposibilitaban que lo in-
consciente se volviera consciente. Antes de comunicar
al enfermo sus impulsos reprúnidos debían, pues, ser
superadas sus resistencias. ¿Cómo hacerlo? Nueva-
mente, comprendiendo y señalando las manifestacio-
nes de las resistencias, sus modos de actuar y sus
motivos.
Y así como la investigación de lo reprimido había
llevado al descubrimiento de todo un mundo de im-
pulsos, fantasías y sentimientos que desde la primera
infancia actúan en la psique humana, así también la
investigación de las resistencias llev6 al descubrimien-
to de una multitud de hechos y procesos, y en espe-
cial de una serie de actuaciones internas o "meca-
nismos" que la psique efectúa en su necesidad de
rechazar aquellos impulsos, rechazo que se expresa
en el tratamiento justamente como "resistencia" al
análisis; por ejemplo, superficialmente, como resisten-
cia a comunicar las ocurrencias o a acep~r la inter-
pretaci6n de lo "reprimido''. No puedo entrar aqlÚ
en la detallada descripci6n de esta otra parte del
mundo interno descubierto, y debo limitarme a lo que
sea necesario para que quede claro qué significa la
interpretación de las resistencillS, que como ustedes
ya saben, debe preceder a la interpretación de los
impulsos reprimidos o bien unirse a ésta. Se trata,
pues, ante todo, de señalar los modos en que el yo
rechaza los impulsos y también los motivos de este
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 23
rechazo. En cuanto a estos últimos, ya hemos dicho
algo. Admitir que se tengan determinados deseos o
fantasías es experimentado con vergüenza, sensación
de rebajamiento o de bajeza; con sentimientos de
culpa, y temor al castigo; en términos generales, es
experimentado con dolor o angustia. Es en defen-
sa contra estas sensaciones displacenteras que el yo
rechaza de la conciencia aquellos deseos y fantasías.
Un bello ejemplo de estos sucesos se encuentra ya en
una obra de Nietzsche, quien -como algunos otros
filósofos y poetas- ha anticipado intuitivamente, aun-
que en forma aislada, uno u otro descubrimiento anaR
lítico. En Más allá del bien y del mal, se encuentra
el siguiente aforismo: "He hecho esto", dice mi me-
moria. "No puedo haberlo hecho", dice mi orgullo,
y queda inexorable. Finalmente la memoria cede.
Los diferentes modos en que el yo realiza aquel
rechazo se llamau Jos mecanismos de defensa del yo,
ya que se trata, en última instancia, de defender de un
peligro (o daño) fantaseado al yo o a un objeto. La
"represión" (es decir, la exclusión de un contenido
psicológico de la conciencia por medio de una "con-
tracarga") es sólo uno de estos mecanismos. La "pro-
yecci6n" (poner afuera y adjudicar a otro lo que es
de uno), Ja "introyecci6n" (el tomar adentro y adju·
dicar a uno Io que es de otro), la separación entre
las ideas y los afectos pertenecientes, la "regresión"
a etapas anteriores de la evolución, son otros tantos
de los muchos mecanismos de defensa. El conjunto
de ~llos se expresa como resistencia al análisis, ya que
la funci6n y tendencia de éste es integrar la persa·
nalidad, es decir, mostrar como propio del ser lo que
es propio de él, anulando las "defensas patol6gicas".
En la medida en que éstas son snperadas, el enfermo
puede sentir y admitir los deseos y fantasías instin·
24 I-IEINRIC::E-I RACKER

tivos como pertenecientes al yo, y puede curarse. Con


la interpretación de las resistencias y la interpretación
de los impulsos rechazados, la tarea técnica del ana-
lista estaría, pues, cumplida.
Sin embargo, las cosas resultaron ser más comple-
jas. Nuevos e inesperados fenómenos aparecieron en
el curso del tratamiento. Sucedía que mientras Freud
estaba ocupado en interpretar las resistencias y los
impulsos y vivencias reprimidos del pasado, los- enfer-
mos que hasta cierto momento habían colaborado en
esta tarea, perdían el interés por el pasado y lo vol-
caban hacia el presente, un presente muy determinado
que no era otro que la persona del mismo Sig-
mund Freud. Una de las pacientes, por ejemplo, en
medio de la labor analítica, le echa los brazos alre-
dedor de su cuello y s6Io la casual entrada de una
persona del servicio en el consultorio, lo salva de las
dificultades inherentes a esta engorrosa situación.
Otras pacientes también requerían, en variadas for-
mas, su amor, sea el amor en su expresión sexual o sea
un amor sublimado. Freud vence con facilidad la ten-
tación de adjudicar estos éxitos amorosos a la irresis-
tibilidad de su persona, sospecha otras causas y des-
cubre un fenómeno destinado luego a tener la mayor
importancia en la terapia analítica: la transferencia.
Pero no sólo las pacientes femeninas sino también los
hombres solían cambiar su actitud hacia el trata~
miento y hacia el terapeuta. Frecuentemente, después
de un período de colaboración, empezaban, por ejem~
Plo, a volverse rebeldes contra Freud, y les impor-
taba más tener razón en contra de él, no deberle nada
y mostrarle su impotencia, que curarse.
¿Qué era este fenómeno y a qué se debía? Ante
todo, la aparición de los deseos y sentimientos eróticos
u hostiles hacia su persona interfería y perturbaba
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 25

la labor analítica, y lo que perturbaba esta labor so-


lía ser expresión de la resistencia. La observación
atenta de cuándo surgían aqueilos sentimientos con-
firmaba esta sospecha, pues era regularmente un mo-
mento en el que la investigación del pasado llegaba
a un punto sensible, a alguno de los "complejos" psi-
cológicos infantiles intensamente reprimidos. En lu-
gar de recordar aquel complejo, el paciente reprodu-
cía uno u otro sentimiento contenido en el mismo
complejo, refiriéndolo -"a través de un enlace men-
tal equivocado"- a la persona del médico. Con es-
ta observación obtuvo Freud una segunda e impor-
tantísima comprensión de este fenómeno. La primera
consistía en que era una expresión de la resistencia,
y la segunda consistía en que estos sentimientos eran
una repetición desplazada de viejos sentimientos per-
tenecientes a los complejos afectivos infantiles, es de-
cir, dirigidos originariamente a los primeros objetos
de amor y odio, de deseo y temor, que eran, general-
mente, el padre, la madre y los hermanos. Los im-
pulsos y sentimientos dirigidos hacia el analista eran,
pues, transferidos de los objetos originales. De ahí que
Freud denominase "transferencia" al conjunto de los
fenómenos y procesos psicológicos del paciente refe-
ridos al analista y derivados de otras relaciones de
objetos anteriores.
El fenómeno de Ja transferencia que en un primer
momento sólo parecía un factor perturbador se mos-
tró pronto como elemento sumamente valioso y aun
imprescindible de la l¡;bor anal!tica. Ante todo, Freud
comprendió que también la disposición de colaborar,
la fe en la labor del médico, ya era una expresión
de los antiguos sentimientos de cariño. y fe en los
padres, era transferencia de sentimientos "positivos",
era "transferencia positiva sublimada", en cuanto el
26 HEINRICH RACKER

impulso erótico aparecía en su forma sublimada, es


decir como afecto y aprecio. Pero también la trans-
ferencia sexual y la transferencia "negativa" (en
cuanto predominaban los sentimientos Hnegativos,, de
hostilidad, desconfianza, desprecio, etc.) , se mostra-
ban como sumamente útiles para Ja labor analitica,
ya que representaban una re-edición de impulsos y
sentimientos, procesos y "complejos" infantiles, y la
tarea de superar las resistencias, y la de analizar y
vencer los diversos mecanismos de defensa, podía ha-
cerse lo mismo en estas re-ediciones de las vivencias
pasadas que en el recuerdo de la infancia misma. Más
aún, la experiencia mostró que una considerable can-
tidad de estos recuerdos no podían ser vivamente
evocados, las vivencias originales no eran suficiente-
mente accesibles para la memoria pero sí podían ser
recuperadas para la conciencia a través de su repe-
tición o ~ re-vivencia', en la transferencia. Por eso
1

unos años después de descubrir Freud la transferencia


ya considera que las batallas decisivas por la recupe-
ración de Ja salud psíquica son libradas en el campo
de la transferencia 20• Freud aconseja al analista con...
centrar toda la libido del paciente en la transferencia
y librarlo de sus represiones a través del análisis de
sus relaciones psíquicas con el analista, en las que
retornan todos sus conflictos infantiles. Si esto se lo-
gra -dice-, el paciente queda también libre de re-
presiones en sus demás relaciones, una vez ten;ninado
el análisis 28 •
Aquella "concentración de Ja libido en la transfe-
rencia" representa así un asunto de central interés.
Una gran parte de esta "concentración" se produce
espontáneamente, otra parte no, sino· que constituye
una importante tarea .técnica. La concentración es-
pontánea de la libido en la relación con el analista
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 27
se debe a varios factores. Freud ha recalcado tres:
primero, la "compulsión a la repetición"; segundo, la
necesidad libidinal (es decir, el deseo de encontrar
en el analista un padre o una madre que dé al anali-
zado las satisfacciones que los padres originarios no le
habían dado) ; y tercero -como ya he mencionado--,
la resistencia, que lleva a que aparezcan en la relación
con el analista antiguos deseos y conflictos, en defen-
sa frente a la angustia que crea la labor analítica.
!-lay otros factores más que condicionan la c_oncen-
tración espontánea de la libido en la transferencia,
pero no puedo entrar aquí en mayores detalles. En
cuanto a la ''concentración de la libido" como tarea
técnica, posiblemente resulte chocante que una rela-
ción afectiva de tanta importancia como la del anali-
zado con el analista sea -aunque sólo en parte- uri
producto de un proceder técnico. Pero la técnica no
merece, en este caso, desconfianza o rechazo, porque
no constituye ningún "manejo", sino que consiste,
esencialmente, en el pronunciamiento de una serie
de verdades, o sea en el señalamiento de una serie de
hechos y procesos psicológicos *. La relación afectiva
con el analista que de esta manera es creada, es algo
que latentemente ya existe dentro del analizado. Exis-
te dentro de él desde sus primeros años de vida, deter-
minada en alto grado por las fantasías y angustias
irreales -pero vividas como realidad- del niño pe-
queño, constituyendo una relación de amor y odio, de
intensos conflictos, llena de idealizaciones, persecucio-
nes y depresiones, y además, en gran parte, enterrada
bajo las represiones y negaciones. Existe dentro de él
porque sus relaciones con sus padres han sido, por una
* Sobre algunos otros factoreS que concurren en la "con-
centración de la libido en la transferencia", véase 61, 65 y
Estudio 11! (Parte I) de este libro.
28 HEINRICH RACKER

parte, siempre relaciones con imagos (es decir, con


algo interno) y por otra parte (en cuanto represen-
taban algo externo) porque han sido tomadas dentro,
a través de la percepci6n, y han sido conservadas
dentro a través de las huellas mnémicas,_ y sostenidas
por la subsistencia de las mismas pulsiones instintivas
y los mismos conflictos. La creación de la transfe-
rencia es, pues, en este aspecto, un desentierro de
estas relaciones que necesitan ser revividas para dar-
les un nuevo y mejor destino. En la medida en que
esto se logra, tendrán mejor destino también todas
las relaciones actuales, ya que éstas son determinadas,
en gran medida, por aquéllas. Se crea, pues -repi-
to--, lo que ya existe, primero tal cual existe y luego
transformándolo a través del análisis de los conflic-
tos, lo que debe llevar a la movilización de las capa-
cidades virtuales, es decir, nuevamente, de lo que ya
existe pero habia quedado en estado potencial. En
este sentido, todo el análisis podría llevar como título
el mismo que dio Nietzsche a uno de sus escritos:
eómo llegar a ser lo que se es .¡¡..
Si bien no comparto la supuesta protesta contra
el hecho de que la transferencia sea, aunque sola~
mente en parte, producto de un proceder técnico, por
otro lado sí admito que algo en esta "creación" de
transferencia molesta con razón. En el hecho de que
toda esta relación afectiva intensa se refiera a una per~
sona que no la merece -el analista-, que no merece
ni tanto amor ni tanto odio; es decir, que esta relación
no se produce en su debido lugar, con el objeto ade-
cuado. Pero es esto, justamente, lo que también antes
de que se someta al tratamiento le sucede siempre
a la persona neurótica, es decir, que "desplaza" o

·* Subtítulo de Ecce homo.


ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 29

"transfiere" conflictos infantiles e internos a situa-


ciones y objetos actuales, es decir, fuera de lugar, e
inadecuados a la realidad. Y durante el tratamiento,
al mismo tiempo que el analista colabora en la crea-
ción de la transferencia, no se cansa de mostrar al
analizado justamente esto, o sea el carácter inade-
cuado y ajeno a la realidad, de lo que, en muchos
aspectos, le sucede psicológicamente con el analista.
La transferencia se crea para ser luego disuelta, pue~
-según las palabras de Freud -"no se puede matar
a nadie in absentia o in effigie" 20 •
A este nuevo enfoque técnico de Freud se agre-
garon pronto nuevas comprensiones teóricas y clínicas
que reforzaron la tendencia y enriquecieron las posi-
bilidades de centrar el tratamiento analítico en la
transferencia, o mejor dicho, en la neurosis de trans-
ferencia, ya que el retorno de las relaciones con los
padres implica el retomo de los conflictos neuróticos
con ellos. Una de las comprensiones teóricas más im-
portantes es la que se refiere a la dinámica de la
transferencia, es decir, al interjuego de fuerzas que
intervienen en su formación. Freud comprendió que
el impulso de repetición es inherente a los instintos,
que el yo se opone a esta repetición, y que es esta
oposición la que, .ante todo, debe ser considerada co-
mo resistencia. El analista debe, pues, ponerse_ del
lado de los instintos y luchar contra el yo y sus resis-
tencias que se -oponen a la repetición, es decir, que
se oponen a la transferencia de los impulsos instin~
tivos 30 • La transferencia que en un comienzo había
sido considerada predominantemente como resisten-
cia es, pues, ahora considerada predominantemente
como lo resistido, lo rechazado, por cuya recuperación
debe luchar el analista. A esto se agregaron un gran
número de nuevas comprensiones con respecto a los
30 HEINRICH RACKER

procesos de la primera infancia, que hicieron posible


una elaboración mucho más intensa de los conflictos
tempranos en su retorno en la transferencia. Pero
antes de describir con mayor detalle el estado actual
de la técnica analítica -resultado de las viejas y
nuevas comprensiones- debo referirme aún a otro
aspecto de la técnica que hasta ahora he dejado
de lado.
, Nos hemos ocupado casi exclusivamente del ana-
lizado, de sus procesos y conflictos internos y de lo
que de la naturaleza de éstos resulta como la técnica
indicada. Pero evidentemente, en la técnica inter-
viene también el analista, y por lo tanto tenemos que
referirnos a él y a los problemas que le plantea su
función. Hemos mencionado, por ejemplo, que el
analista debe "adivinar" o intuir lo reprimido, e in-
terpretar los impulsos y resistencias inconscientes, tan-
to en las relaciones de objeto originales como tam-
bién en las relaciones transferenciales del analizado.
Pero ¿cómo se hace esto? ¿Qué es, precisamente,
lo que el analista debe interpretar, y cuándo, y cuán-
to y cómo? Además, ¿debe el analista interpretar
solamente o hacer también otras cosas, como acon-
sejar, enseñar, prohibir, exigir, educar, guiar? Se plan-
tean estas y muchas otras preguntas; problemas que
han sido estudiados ampliamente y cuya dilucidaci6n
debería ser expuesta. Pero aqui tengo que limitarme
a unos aspectos fundamentales.
Ya sabemos que la función básica del analista con-
siste en crear al analizado la posibilidad de hacer
consciente lo inconsciente, ya que es la escisión de la
personalidad, provocada por la no aceptación de una
y otra de sus partes por la conciencia, Io que consti~
tuye la última causa de todas las perturbaciones psi-
cológicas. Captar o intuir el inconsciente del anali-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 31

zado -sus impulsos, resistencias y transferencias in~


conscientes- y así comprender sus situaciones de
conflicto irresueltas es, pues, la primera de las tareas
fundamentales del analista. Esta "captación" se pro-
duce a través del propio inconsciente, puesto que
"sólo lo igual puede conocer lo igual", como decía
la sabiduría medieval, o sea --en nuestro lenguaje-,
sólo puede conocerse en otro lo que _.es propio de uno
mismo. Más precisan1ente, sólo puede captarse el
inconsciente de otro en la medida en que la propia
conciencia está abierta a los propios instintos, senti-
mientos y fantasías. Es cierto que existe también la
captación del inconsciente de otro en el caso en que
la propia conciencia está cerrada a la percepción de
este mismo contenido psíquico como propio a uno
mismo, y más aún, es cierto que a veces se percibe
en el otro justamente algo que dentro de uno mismo
es muy rechazado. Pero esta clase de "captación"
-como es, en especial, la conocida captación del
paranoico, o en una edición menos patológica, la cay-..
tación paranoide, por la que a veces se intuye efecti~
vamente ciertas tendencias inconscientes en el otro--,
esta captación, digo, no sirve realmente, constructi-
vamente al analista, porque implica el mismo rechazo
que sufrió esta parte de uno mismo, y porque <lis~
torsiona lo percibido, convirtiendo al mosquito en
elefante y al elefante en mosquito. Sólo sirve captar
en el otro aquello que el analista ha aceptado dentro
de él como propio y lo que, por lo tanto, puede ser
re~conocido en el otro, sin angustia ni rechazo.
Así, pues, para que en la conciencia del analista
surja lo que el analizado rechaza de ella ( conditio
sine qua non para poder suplir -a través de la in-
terpretaciq¡¡~ lo que le falta al analizado), el ana-
lista hace suya una regla fundamental, aconsejada
32 HEINRICH RACKER

por Freud, similar a la regla fundamental que rige


para el analizado. Consiste en que también el ana-
lista, al escuchar lo que el analizado le comunica,
y al identificarse con los pensamientos, deseos, temo-
res y sentimientos de éste, se abandona simultánea-
mente a Ia libre asociación; es decir, crea una situa-
ción interna en la que está dispuesto a admitir en su
conciencia todos los pensamientos y sentimientos po-
sibles. En el caso de que el aualista esté bien identi'
ficado con el aualizado y de que tenga menos repre·
siones que éste, los pensamientos y sentimientos que
surjan en él serán justamente aquellos que no han
surgido en el analizado, o sea lo reprimido e incons-
ciente. Esta disposición interna del analista fue Ua-
mada por Freud uatención flotante'', porque consiste
esencialmente en un no-fijar la atención en ninguna
dirección predeterminada. Tal disposición o actitud
mental -opuesta a la que adoptamos al concentrar-
nos-, que constituye un "flotar", es el estado ideal
para que la conciencia del analista pueda ser sor-
prendida por fantasías rechazadas y ocurrencias re-
primidas. Al margen sea dicho que este método
parece haber sido intuido ya por un viejo sabio chino
del que se cuenta la siguiente historia. Un día, aquel
sabio perdió sus perlas. Mandó, pues, a sus ojos a
buscar sus perlas, pero sus ojos no encontraron sus
perlas. Mandó entonces a sus oídos a buscar las per-
las, pero sus oídos tampoco encontraron sus perlas.
Mandó luego a sus manos a buscar las perlas, pero
tampoco sus manos las encontraron. Y así mandó
a todos sus sentidos a buscar sus perlas pero ninguno
de ellos las encontró. Finalmente, mandó su no-
buscar a buscar sus perlas. Y su no-buscar encontró
las perlas. '•~
Pero he aqu! que aun el no-buscar del 'inalista no
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 33

siempre encuentra l~s perlas del inconsciente. Como


ya he dicho, su capacidad de encontrar depende del
grado en que él mismo esté consciente de su propio
inconsciente. Ya este hecho hace necesario que el
analista sea analizado para estar en condiciones de
analizar a otros. A esto se agrega otro hecho más.
He expuesto .antes, cómo la labor del analizado de
vencer sus resistencias y admitir en su conciencia los
complejos instintivos y emocionales de su pasado, fue
interferida por el inesperado fen6meno de la trans·
ferencia. Ahora bien, un día Freud descubre que
también la labor del analista es interferida por un
fenómeno parecido, que también en el analista sur-
gen impulsos y sentimientos hacia el analizado, aje-
nos a su función de comprender e interpretar las
resistencias y los complejos infantiles de éste. Freud
llama a este fenómeno contratrttnsferencia, ya que
constituye el equivalente de la transferencia, y se5ala
la importancia de conocerla y dominarla para que
no perturbe la labor del analista. La contratransfe·
rencia constituye el otro hecho que hace necesario
que el analista sea analizado antes de que empiece su
labor con los enfermos.
La historia ulterior del descubrimiento de la con-
tratransferencia y el destino de ésta en cuanto a su
lugar en la técnica analítica tiene cierto parecido con
la historia de la transferencia y su destino en esta
técrúca. Como la transferencia, también la contra-
transferencia fue considerada primero como una per-
turbaci6n y un serio peligro en la labor del analista
-como en efecto puede ser-. Más tarde se vio que
también ella (igual que la transferencia) puede ser
un instrumento técnico de gran importancia, ya que
es, en buena parte, una respuesta emocional a la
transferencia y puede, como tal, indicar al analista
34 HEINRICH RACKER

qué es lo que sucede en el analizado, en su relación


con el analista. Finalmente se comprendió que la
contratransferencia no sólo puede perturbar o ayu-
dar a la comprensión del analista y a su capacidad
de interpretar los conflictos inconscientes del anali-
zado, sino que también, al codetenninar la actitud
del analista frente al analizado, codetermina los des-
tinos de la transferencia; pues el analista es el objeto
de la transferencia y la actitud del analista representa
la actitud de este objeto, lo que a su vez influye
s9bre la transferencia. Siendo así la contratransfe-
rencia decisiva para la transferencia y su elabOración,
lo es t~bién para todo el tratamiento. Además, así
como la transferencia es, según Freud, el campo don-
de son libradas las batallas principales por el
vencimiento de las resistencias, así es la contratrans-
ferencia la otra mitad de este campo, siendo libradas
en ella las batallas principales por el vencimiento
de las resistencias del analista, las contrarresistencias.
Citaré un ejemplo, primero para este último as-
pecto. Según la observación analítica, las neurosis
están centradas en el complejo edipico. De alú que,
al reeditarse la neurosis infantil en la transferencia, el
analizado repita también su complejo edipico con
el analista. Una de las vivencias edipicas más dolo-
rosas y angustiantes es la "escena primaria", es de-
cir, las fantasías referentes a las relaciones sexuales
de Jos padres. El analizado revive estas fantasias, y
los sentimientos e impulsos que a ellas están ligados,
con el analista. Del grado en que puede tomar con-
ciencia de ellos, superando las resistencias y reinte~
grando en su yo lo que las defensas patológicas man-
tenían escindido en él, dependerá, en· buena parte,
su curación. Para esto necesita Ja ayuda del analista.
Pero también es fácil que éste tenga alguna resis·
ESTUDtOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 35

tencia a interpretar al analizado con toda crudeza


los detalles concretos de estas fantaslas suyas y ha-
cerle sufrir el total impacto de las angustias y penas
de la "escena primaria". Sin embargo, poco a poco
debe llegar a esto, venciendo las resistencias del ana-
lizado al mismo tiempo que supera sus propias con-
trarresistencias.
Otro ejemplo para ilustrar otros aspectos del pa-
pel de la contratransferencia. Tomemos el caso de
un analizado que por algún motivo inconsciente reac-
ciona frente a las interpretaciones del analista recha-
zándolas todas y con constancia. La reacci6n crintra-
transferencial espontánea del analista, después de un
tiempo mayor o menor, será fácilmente una cierta
angustia y fastidio, o desánimo. Dejarse dominar
y llevar por tales sentimientos representaría el men-
cionado "peligro", o la "perturbaci6n" del trata-
miento por la contratransferencia. Usar la percep-
ción de estos sucesos contratransferenciales, después
de haber analizado su origen y su dinámica, como
indicador de lo que sucede en _el analizado, en su
reiaci6n inconsciente con el analista, sería un ejem-
plo de la posibilidad de servirse de la contratransfe-
rencia como instrumento para la comprensión de la
transferencia. Finalmente, salir del papel que el
analizado inconscientemente induce en el analista al
provocar en él --en una parte de él- angustia o
fastidio, desánimo o aun desesperanza, romper el
círculo vicioso en el que la transferencia del anali-
zado amenaza encerrar al analista, recuperar la con-
tratransferencia _positiva y redescubrir y redespertar
la transferencia positiva reprimida, todo esto ejem-
plifica Ja contratransferencia· como factor que co-
detennina la actitud del analista, objeto de la trans-
ferencia, dependiendo la elaboración de los conflic-
36 HEINRICH RACKER

tos transferenciales de ésta actitud; en una palabra,


ejemplifica los sucesos ~n la otra mitad del campo de
batalla.
Temo que ya me he ido demasiado en detalles,
ya que sólo quería exponer a grandes rasgos los as-
pectos básicos de la técrúca analítica. Vuelvo, pues,
a éstos. He anunciado al comienzo que iba a refe-
rirme al pasado, al presente y al futuro de la técnica
analítica. El pasado propiamente dicho terminó, en
realidad, donde terminaron la hipnosis y la sugestión.
Desde que tuvo lugar la sustitución de estos medios
técnicos por la regla fundamental (la asociación li-
bre) y por la interpretación de las resistencias y de
la transferencia, estamos en pleno presente, por más
que esto sucedió hace 60 años. Por otra parte, mu-
cho, muchísimo se ha aprendido desde aquel enton-
ces. Con lo expuesto -exceptuando la introducción
histórica-, he comunicado algo de estos nuevos co-
nocimientos que han ido agregándose en el curso
del medio siglo pasado. Quisiera aún hacer una
breve síntesis de la técnica presente, de la que po-
drán luego partir algunas fantasías con respecto al
futuro.
El principio básico de toda la técnica analítica es
el antiguo '~conócete a ti mismo" socrático, ya que la
observación analítica ha enseñado que tanto los fe-
nómenos patológicos propiamente dichos como las
perturbaciones del carácter, de las relaciones del ser
con el mundo (con las personas y las cosas), su infe-
licidad, su angustia y sus dificultades de trabajar y
gozar, son el efecto de una sola aunque compleja
causa: el desconocimiento de sí mismo. Pero debe-
mos agregar en seguida que el conocimiento de sí
mismo al que nos referimos no es un saber intelec·
tual. El verdadero conocimiento es equivalente a la
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 37

uni6n consigo mismo, a una plena aceptaci6n en


la conciencia y en el sentir de todo aquello del propio
ser que antes ha sido rechazado patol6gicamente.
Este conocinúento y esta unión consigo mismo im-
plican, pues, la superación de la angustia ante sí mis-
mo y de todos los medios hostiles que -en defensa
frente a esta angustia- el ser ha utilizado contra su
propio ser, desdoblándose, mutilándose, negándose,
aniquilándose, cerrándose, o también proyectándose
en parte en el mundo y riñendo luego con él para
aliviar la discordia interna, o sustrayéndose de él;
para encontrar una paz aparente, pero quedando
empobrecido en comparaci6n con todas sus posibi-
lidades latentes. En este sentido la téCnica analítica
es, como ya he mencionado, un método para llegar
a ser lo que se es, puesto que no hace otra cosa que
intentar devolver al ser lo que es suyo y lo que, en el
camino de su vida, en el interjuego de conflictos
internos y sucesos externos, él había perdido o no ha-
bía podido desarrollar.
En el curso de estos 60 años hemos, pues, apren-
dido bastante más sobre este camino, desde que el ser
lo inicia en el vientre materno hasta que vuelve a la
madre tierra. En especial, hemos conocido con cre-
ciente detalle los procesos psicológicos de la primera
infancia, los múltiples impulsos, fantasías, angustias
y métodos de defensa del niño pequeño que deter-
minan en grado insospechado la vida ulterior del
hombre. Debemos recalcar, en este contexto, las con-
tribuciones clínicas y teóricas de K. Abraham, S.
Ferenczi, E. Janes, y más que nada de M. Klein, que
han enriquecido en alto grado también nuestra capa-
cidad técnica, ya que han permitido ver e interpretar
en el material asociativo de los analizados mucho
que antes hubiera quedado sin comprender. En el
38 HEINRICH RACKER

tratamiento analítico centramos nuestra atenci6n, co-


mo he dicho, en el retorno de todos estos procesos
infantiles en la relación del analizado con el analista,
y es en y a través de este retomo -la transferencia-
cómo tratamos de superar la desunión del ser cona
sigo mismo, la angustia ante sí mismo y los métodos
destructivos de defensa frente a sí mismo. Seguimos
con igual atención todas sus demás relaciones con el
mundo, en las que igualmente reaparecen aquellos
procesos patológicos infantiles, y hemos aprendido a
captar el íntimo enlace que siempre existe entre aque-
11as relaciones con el mundo externo y la ·transfe-
rencia. Cuanto mejor conocemos todos estos proce-
sos, cuanto antes los podemos reconocer a través de
las asociaciones y la conducta del analizado, tanto
mejor sabremos qué, cuándo y cómo decir al anali-
zado lo que éste necesita saber para librarse de lo
que le impide unirse consigo mismo y ser lo que es.
Con esto ya tenemos también una base para hacer
algunas fantasias sobre el futuro próximo de Ja téc-
nica analítica. Me limitaré a lo que puede preverse,
con cierta probabilidad, dentro de las lineas de Ja
evolución actual, dejando de lado fantasías sobre
eventuales descubrimientos de índole revolucionaria.
1\1ientras que, por ejemplo, en épocas pasadas, el ana-
lista tenía que escuchar horas enteras -y a veces
semanas enteras- las asociaciones del analizado an-
tes de poder darle una interpretación adecuada, el
analista de hoy suele captar mucho antes lo que
el analizado necesita saber .y es capaz de aprovechar,
de manera que el analista puede, por Jo general,
interpretar varias veces en cada sesión, lo cual repre-
senta un progreso en las posibilidades de una elabo-
raci6n más intensa y aun más rápida de los conflictos
inconscientes. Este aumento de nuestra capacidad
l::.STUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 39

interpretativa se debe a la mayor riqueza del cono-


cimiento actual. Éramos, en el pasado, como los dos
pobres en el chiste judio, que s6lo podían cambiar
una vez por semana su camisa. Actualmente ya so-
mos como el rico comerciante del que aquellos pobres
judíos afirman, con admiración, que cambia de ca-
misa cada día o aun dos o tres veces por día. Y en
el futuro seremos tal vez -siguiendo el mismo chis-
te- como el banquero Rothschild, quien continua-
mente se quita la camisa y se pone una nueva, quita
y pone, sin interrupción. Y así corno hemos progre-
sado y progresaremos con respecto a la cantidad de
interpretaciones que podemos dar, así también con
respecto a su calidad, al saber qué, cuándo y cómo
interpretar. Podemos, pues, suponer que el futuro
progreso del conocimiento psicol6gico en general y
del conocimiento específico de los sucesos internos
del analizado dentro de la situaci6n analitica, dará
la posibilidad de intensificar siempre más y también
de acelerar el proceso de transformación psicológica.
Esto depende, evidentemente, no sólo de la amplia~
ción de nuestro conocimiento, sino también de su
asimilación, es decir, de nuestra capacitación de com-
prender y reconocer el proceso inconsciente que sub-
yace en cada frase del analizado, en cada movimiento
mental, cada silencio, cada cambio de ritmo y voz, y
cada una de sus actitudes. La microscopia psicoana-
lítica a la que acabo de aludir -la que, en principio,
existe desde Freud, pero sin haber encontrado hasta
ahora el desarrollo sistemático y pleno que le corres-
ponde-, se impondrá, creo, poco a poco como ma-
teria y disciplina especifica, tanto en las investiga-
ciones como también en la enseñanza analítica, y
será un medio importante para la comprensión pre-
cisa. y pronta del material de los analizados. Micro-
40 HEINRICH RACKER

análisis y macroanalásis -o sea el análisis integral


("metapsicológico") de cada detalle y de toda situa-
ción, de cada expresión y de todo estado, de cada
complejo y de la estructura total- irán de la mano
en grado siempre creciente, y facilitarán la inter~
vención siempre más exacta y eficaz del analista, ca~
paz de aplicar la palanca promotora en aquel punto
en el que debe movilizarse o integrarse la situación
psicológica principal del momento en cuestión. Pro~
gresando la capacidad técnica, también los análisis
didácticos serán más eficaces y los nuevos analistas
de mañana trabajarán mejor que los nuevos analistas
de hoy, así como éstos, en general, trabajan mejor,
creo, de lo que trabajaron los nuevos analistas de
ayer.
Termino aquí, aunque mi fantasía sobre el futuro
haya quedado un tanto trunca. Tal vez volveré en
otra ocasión sobre este vasto tema, sobre los múlti-
ples caminos de la investigación técnica a seguir y
los varios fines a alcanzar. Espero, por otra parte,
haber podido comunicar, a grandes rasgos, en qué
consiste la técnica psicoanalítica y en qué principios
se basa.
ESTUDIO II

SOBRE TÉCNICA CLASICA Y TÉCNICAS


ACTUALES DEL PSICOANÁLISIS *

La gran amplitud del tema exige una estricta se-


lección entre los múltiples aspectos que incluye. Me
limitaré, pues, a los puntos que --en mi opini6n-
eilcuentran o merecen encontrar nuestro mayor inte-
rés. Por ejemplo, en cuanto a las varias tendencias
actuales en la técnica psicoanalítica, me referiré pre-
dominantemente a .dos: a la que fue llamada "la más
específicamente freudiana" y a la tendencia de la
"Escuela inglesa" ( M. Klein) 83 • Señalaré, además,
algunas ideas de aquellos que se encuentran en una
tendencia intermedia y agregaré una serie de puntos
de vista personales. En cambio, tendré que dejar de
lado las ideas técnicas de los "culturalistas" (K. Hor-
ney, F. Fromm-Rcichmann, etc.), las de F. Alexan-
der y de otros, aunque contengan muchos puntos de
interés.

l. Los principios fundamentales


de la técnica psicoanalítica

Hacer consciente lo inconsciente o la superaci6n


de las resistencias ha sido y continúa siendo el cami~
* Relato oficial al 29 Congreso PsicoanaUtlco Latino-
americano, San Pablo, Brasil, 1958.
42 HEINRICH RACKER

no y el fin de toda técnica analítica. V arlan las


for1nulaciones de este principio, varían sus conteni-
dos y varían los métodos de aplicarlo, pero el prin-
cipio sigue siendo el mismo. Freud formula la fina-
lidad del análisis, por ejemplo, también como "resti-
tuci6n de la unidad psíquica, poniendo fin al enaje-
namiento entre el yo y la libido" 28 o más adelante, en
términos de estructura: ''Donde estaba el ello; ahí
deberá estar el yo." 31 Estas formulaciones dicen, en
esencia, lo mismo que las anteriores, y este principio
es también la base en la que todos los analistas de
ayer y hoy se encuentran unidos. Sólo una de las
formulaciones de Freud halla cierta duda en algunos
analistas. Me refiero al "llenar las lagunas mnémi-
cas", término que para Freud es equivalente al "ha-
cer1.,. consciente lo inconsciente". La duda surge en
aquellos para los que los recuerdos infantiles y las
repeticiones en la transferencia son fenómenos pre#
dominantemente opuestos, y consideran, al mismo
tiempo, Ja revivencia transferencia! como el campo
decisivo para hacer consciente lo inconsciente. En
realidad, fue Freud mismo quien primeramente re~
calcó la oposición entre recuerdo y repetición al mos~
trar el carácter resistencial de la transferencia (es
decir, al mostrar que el analizado repite en lugar
de recordar). Sin embargo, Freud afirm6 al mismo
tiempo la identidad entre infancia y transferencia,
señalando que en el inconsciente no existe el tiem~
po 20 • Unos años más tarde -en Más allá del prin-
cipio del placer- Freud muestra que la resistencia
se dirige especialmente contra la repetición, siendo,
pues, la transferencia lo resistido. Tengo la impre-
sión de que esta contradicción -que a mi juicio
es sólo aparente, siendo la consecuencia de que Freud
s6lo pudo desarrollar paso a paso sus ideas y des-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 43

cubrir sólo en tiempos sucesivos los diversos aspec-


tos de estos fenómenos psicológicos- creo, pues, que
esta contradicción aparente no ha sido suficiente-
mente aclarada, sobreviniendo así aquella duda con
respecto a "recordar" o "reviyir". Esta duda nos
ocupará detenidamente cuando tratemos sobre la di-
námica de Ja transferencia (cap. IV, 2). Aquí s6lo
anticipamos que interpretando correctamente el conn
cepto del "llenar las lagunas mnémicas", también esta
formulación sigue válida como base común para to-
dos los analistas. Pues todos están de acuerdo en que
todo hacer consciente en la transferencia es al mis-
mo tiempo una forma de "recordar". Esto está im-
plícito en la definición misma de la transferencia.
Freud ha designado la resistencia y la transferencia
como "los dos puntos de partida" del análisis 25 • He-
mos señalado ya la relación del principio básico de Ja
técnica con la resistencia, y debemos hacer lo mismo
con respecto a la transferencia. También en este
punto rige, en principio, unidad entre los analistas,
pues todos reconocen como hecho la transferencia en
sí, todos consideran que la transferencia positiva sólo
debe servir para obtener de ella la energía necesaria
para la superación de las resistencias, y todos opinan
que el análisis debe centrarse en la neurosis de la
transferencia, tal como Freud lo indicó, por ejemplo
en sus "Conferencias", diciendo: "El hombre que en
su relación con el analista se volvió normal y libre
de la acción de impulsos instintivos reprimidos, queda
así también en su vida privada, una vez que el ana-
lista se ha nuevamente excluido." 28 Pienso que todo
analista suscribirá estas palabras, cualquiera que sea
su "tendencia" técnica y cualquiera que sea su modo
particular de llevar a la práctica el análisis de la
neurosis de transferencia.
44 HEINRICH RACKER

Junto con esta unidad con respecto a los principios


técnicos básicos y a muchos otros puntos que aún
trataremos, existen mUltiples variaciones y divergen-
cias técnicas. Pueden diferenciarse, ya a primera
vista, algunos factores que las deternúnan:
1' El proceder técnico depende de la amplitud
de conocimientos psicológicos generales y específica-
mente técnicos 19• Esta amplitud varía según las épo-
cas del psicoanálisis y las de cada analista.
29 Nuevos hallazgos o afirmaciones son aceptados
por unos y rechazados por otros, y diversos hechos
son valorados diferentemente, lo que conduce a dis-
tintos conceptos de orden secundario, a distintos
principios secundarios, los que detenrúnan una dife-
rente aplicp,ción de los principios básicos, comunes a
todos; es decir, diferentes técnicas.
3° El factor individual o personal. La técnica de-
pende obviamente del distinto carácter, capacidad
de comprensión, ·y de las distintas contratransferen-
cias de cada analista. Es también evidente que cada
analizado "crea" un diferente analista (así como ca-
da hijo "crea" diferentes padres), sugiriéndole mayo-
res o menores variaciones técnicas.
4• El factor geneal6gico, es decir la influencia de
distintos "arquipadres" y "padres" analíticos sobre
la técnica de sus hijos, nietos y bisnietos analíticos 4 •
Antes de dirigirnos a los problemas técnicos espe-
cíficos debemos aún referirnos al objeto o fin del
tratamiento analítico. También éste ha experimen-
tado diversas formulaciones. El concepto de "cura..
ci6n" (que primero se refería a los síntomas y luego
a los "complejos") tompartió y sigue compartiendo
su lugar con otros concept.os. HMaduración emocio ..
nal"' ccadaptaci6n a la realidad''' ºsuperación de las
ESTUDIOS SODRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 45

perturbaciones evolutivas de la personalidad", son


algunas de estas formulaciones. Pero en esencia, tanto
el analista de ayer como el de hoy dirige su atención
a las causas de las perturbaciones (es decir, a los
conflictos psíquicos) , sabe, pues, que está en buen
camino y confía, por lo tanto, en las consecuencias
positivas, sin tender a ellas directamente. Sigue en
esto a Freud, quien aconsejó atenerse al lema del
cirujano francés que decía: Je le pansai, Dieu le
guérit, es decir, "yo lo he vendado, Dios lo ha cura-
do" 21 • Considerando el desarrollo del psicoanálisis
desde sus comienzos puede, pues, decirse que habien-
do empezado como terapia, ha dirigido luego su aten-
ción al hombre como totalidad y ha descubierto, por
este camino, las perturb~ciones generales y especiales
de la evolución del hoffibre, del ser humano en sí,
"enfermo" y "sano", y el tratamiento psicoanalítico
se ha convertido en una técnica de evolución o trans-
formación humana, incluyendo ésta, como una de sus
posibilidades principales, la terapéutica.

II. La posición (o actitud) interna básica del


analista frente al analizado y su material

Del principio básico "hacer consciente lo incons·


ciente" se deduce la regla fundamental para el ana-
lizado, la que igualmente es aceptada por todos, aun-
que existan algunas diferencias en el modo de intro-
ducirla en la situación analítica.
Freud establece --como equivalente de la regla
fundamental para el analizado---- una regla funda-
mental para el analista designándola con .el término
atención flotante 21 • Señala Freud que el analista
llega con su comprensión (que nace de la "atención
46 HEINRICH RACKER

flotante") sólo hasta donde se lo permiten sus pro-


pios complejos y resistencias, y recalca, en relaci6n
con esto, la importancia de la contratransferencia y
por Jo tanto la del análisis previo del mismo analis-
. ta 19• Freud llama la atención en especial sobre los
peligros que traen consigo la ambición de curar y la
ambición de educar 21 •
Toda técnica analítica ulterior se basa, también en
este aspecto, en estos mismos conceptos. Pero deben
mencionarse algunos desarrollos al respecto. Los pro ..
cesos psicológicos del analista han sido estudiados,
desde aquel entonces, con detenimiento. Mientras
Freud designa como meta el conocer y dominar la
contratransferencia 19, en la actualidad muchos ana-
listas agregan la tarea de utilizar la contratransfe-
rencia para la comprensión de los procesos psicolóM
gicos del analizado, por los que aquélla, en parte, es
originada. Por ejemplo, Freud exhorta al analista a
uapartar" de sí la compasión y a adoptar frente al
analizado una actitud interna similar a la de un
"cirujano" 21 • La importancia fundamental de tal
actitud objetiva sigue siendo valorada por todos, pero
además, actualmente, muchos utilizan la percepción
de un sentimiento como el de la compasión, provo-
cado por el analizado, para comprender el proceso
transferencia! subyacente *. En términos generales:
a medida que fue comprendida y asimilada la ense-
* La compasión del analista puede ser, por ejemplo la
consecuencia de un proceso defensivo del analizado frCnte
a Jos propios sentimientos de¡:iresivos, o sea frente a la pre-
ocupaci6n por el daño hecho (en la fantasía) al analista
(madre, padre), o frente a la culpa y compasión del ana-
lizado por éste. La defensa puede consistir en una identi-
ficación con el objeto dañado, transformándose el analizado
de esta manera en la víctima, mientras el objeto (el ana-
lista) debe sentir culpa o compasión.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 47

ñanza de Freud con respecto al papel central del


análisis de la transferencia, iba adquiriendo un pa-
pel central también la contratransferencia, tanto en
su "aspecto subjetivo,, como en su "aspecto objetivo",
como mostraré luego.
Quisiera ilustrar este desarrollo aun con otro ejem-
plo. Freud, al exponer los motivos de su costumbre
de sentarse detrás del paciente, dice que no quería
que las expresiones de su cara diesen material al pa-
ciente para hacer interpretaciones e influyesen en sus
comunicaciones 23 • Hoy agregaríamos muchos de nos-
otros que estas expresiones del analista reflejan por
lo general la respuesta de un objeto interno del pa-
ciente al material de éste, y en última instancia, refle-
jan la respuesta de una parte del yo del analizado,
"colocada afuera", es decir, disociada y proyectada
en el analista. Es importante que el analista perciba
sus expresiones faciales, que las comprenda como res-
puesta contratransferencial a la transferencia y que
-después de descontar de ella el factor personal-
reintegre en el paciente, mediante la interpretación,
esta parte de su personalidad puesta en un objeto
interno-externo, el analista.
En un sentido similar ba evolucionado también el
trato que muchos analistas dan a su ambición tera~
péutica y pedagógi,ca. En cuanto a su "aspecto sub-
jetivo", se han estudiado intensivamente los orígenes
de estas ambiciones en el psiquismo del analista mis-
mo y se continúa luchando por la realizaci6n del
ideal, según el cual el analista se convierte, en una
parte de su ser, en. el "sujeto del puro conocimiento"
(Schopenhauer), es decir, en el observador libre de
deseos y angustias personales, que tampoco ansía con-
ducir al analizado a la "curación" o a un cambio de
su conducta, sino que tiende serenamente a llevarlo
48 HEINRICH RACKER

a una vivencia y un conocinúento de sí mismo, .antes


rechazados. Por otro lado, nos hemos dado más
cuenta del "aspecto objetivo" de las ambiciones del
analista, es decir, nuevamente, de la participación
que en el origen o en la intensificación de estas ambi-
ciones tiene el objeto, o sea el analizado. Donde sur-
ge tal "ambición" en el analista, donde éste desea,
por ejemplo, que el paciente adopte determinada
conducta, sabiendo el analista lo que éste debería
hacer pero no hace, ahí puede observarse con fre-
cuencia que este saber y esta ambición del analista
son, en el fondo, también propios del analizado, pero
reprimidos o disociados, e inconscientemente origina-
dos o "colocados" en el analista, o a veces ucedidos"
a él. En otras palabras: el paciente ambiciona y sabe
inconscientemente lo que, inconscientemente, hace
ambicionar y saber al analista. Analizando las causas
que mantienen inconscientes esta ambición y este sa-
ber en el analizado, el analista puede devolver lo
que aquél ha- hecho surgir o ha "proyectado" en él.
Tanto más podemos prescin<:lir de querer curar y
educar cuanto mejor sepamos movilizar el saber la-
tente del analizado, ayudándole a superar lo que se
opone dentro de él a tal movilización.
El saber latente al que nos referimos puede ser de
índole moral, afectivo o aun práctico. Por ejemplo,
la conducta moralmente mala de un paciente puede
provocar en el analista la ambición de educarlo, espe·
cialmente cuando el analizado parece no tener nin-
gún sentimiento de culpa y ninguna conciencia de
haber procedido mal. Pero el analista puede darse
pronto cuenta de que el analizado sabe inconscien-
temente muy bien que su conducta fue mala, pero
es impedido de hacerlo consciente, por ejemplo, por-
que aquella conducta significaba en su fantasía un
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 49

crimen horrendo. Cuando el analizado relata su con-


ducta, el analista suele sentir algo de este horror y
suele saber que son los sentimientos buenos mismos
(tanto suyos como los del analizado) Jos que hacen
que el yo reaccione con horror y tolere sólo con di-
ficultad la conciencia de aquellos impulsos Hcrimi-
nales". El análisis de aquel crimen le hará posible
"devolver" al analizado la capacidad de sentir, "pues-
ta" en el analista. Lo que nos hace decir que tal
capacidad o saber son "puestos" en el analista no es
simplemente el hecho de que surgen en éste, sino la
comprensión -por ejemplo en este caso- de que el
analizado relata su conducta porque inconsciente-
mente sabe que algo anda mal y espera que el ana-
lista supla lo. que para el analizado, en su estado
actual, es inaccesible, por más que esté en posesión
potencial de este mismo sentir y saber.
Llego ahora a otro aspecto de la posición psicoló-
gica del analista: su actividad o pasividad frente al
material del analizado*. Pienso que las diferencias
entre Ia actitud más activa y la actitud más pasiva
frente al material del analizado (tanto en lo que
se refiere al escuchar, identificarse y comprender, co-
mo también en lo que se refiere al dar interpreta-
ciones) son una expresión de diferencias muy impor-
tantes ·entre las diversas técnicas, ante todo ·entre la
"técnica clásica" (que suele ser más pasiva) y la "téc-
nica kleiniana" · (que suele ser más activa) . Pero
debo recalcar desde ya, que aquí no incluyo en el

* El término "actividad" no tiene aquí el significado que


Ferenczi le ha dado al denominar con él las actividades no-
interpretativas del analista, como prohibiciones, órdenes,
etcétera 10; la "actividad" y "pasividad" a que me refiero
son distintos grados de activiclad dentro de las funciones
básicas del analista.
50 HEINRICH RACKER

concepto de la "técnica clásica" la técnica de Sig-


mund Freud. Pues en determinados aspectos --como
aún mostraré- Freud no ers, un "analista clásico'',
en el sentido que corrientemente se da a este término.
Tengo la impresión -y la fundamentaré luego- de
que algunos conceptos técnicos centrales de Freud,
relacionados con la "actividad" y "pasividad" del
analista, como en especial el de la "atención flotan~
te", y el de la actitud de "cirujano" y de ''espejo"
han sido recalcadas y realizadas unilateralmente, a
expensas de otros de sus conceptos.
La "atención flotante", por ejemplo, no es más
que un solo aspecto (aunque fundamental) del com-
plejo proceso de la comprensión del inconsciente. Se
entiende por qué Freud subray6 este aspecto: era lo
nuevo -y- 'distinto; pero frente a lo que -en la opinión
de no pocos analistas- constituye una cierta exage-
ración de la actitud pasiva, debe recalcarse que el
escuchar bien y la empatía tienen también su aspecto
activo. Tendemos a identificarnos, e identificarse es
un proceso mental en parte activo, implicando, ade-
más, la reproducci6n de la actividad psicol6gica del
objeto. Dejamos que el material penetre en nosotros
y a veces vibra .inmediatamente la cuerda que fue
'~tocada '; pero otras veces esta recepción debe ser
1

seguida por un proceso activo en el que nosotros


Htocamos" y detectamos lo penetrado con nuestro
sentir y pensar inconsciente, para poder, finalmente,
unirnos con él. Así como en el acto sexual la mujer
es, en un aspecto, receptiva y por lo tanto "pasiva",
siendo sin embargo --en cuanto es sana y ama al
hombre- plenamente activa dentro de este papel
pasivo, así es también el analista frente al analizado.
lJna pasividad exagerada del analista tiene cierta
similitud con la conducta de la mujer frígida, que
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 51

no responde, que no se une realmente. En tal caso


cumplimos con las "obligaciones" del contrato ma-
trimonial-analítico, pero sin sentir psicol6gicamente,
responder ni gozar. Claro está, nuestros analizados
-hombres y mu jeres- suelen ser neur6ticos, su po-
tencia psicol6gica es dañada, sus palabras carecen
frecuentemente de "elevaci6n,,, o son -como los
hombres sádicos- sin amor. Pero para algo somos
analistas y por esto ellos vienen a nosotros. Ser ana-
lista significa, en este aspecto, no responder tali6ni-
carnente, no entrar en el círculo vicioso neur6tico 8 ~,
no someterse a las defensas del analizado, lo que im-
plica una continua actividad en la búsqueda de la
comprensi6n. Todos están de acuerdo, creo, en que
el ideal es comprender cada frase, cada detalle, cada
secuencia, debiendo, conectarse este enfoque "rnicros-
c6pico" con uno "macrosc6pico", es decir con el en-
foque de lo esencial de cada sesi6n, y de cada sesi6n
como expresión de la personalidad total; y pienso
que tal comprensión analítica-sintética s6lo puede lo-
grarse si la posici6n pasiva se une con un anhelo
activo de· comprender, con una buena medida de
identificación activa y con suficiente energía de lucha
movilizada contra las resistencias, no sólo del anali-
zado sino también de uno mismo.
En forma similar, el concepto de la actitud de
"cirujano" se presta a malentendidos, y puede inducir
a una represión de la contratransferencia y en espe-
cial a una negación del deseo de comprender y de
conducir al analizado a una mayor visión interna y
a un nuevo sentir. Freud aconsejó la actitud de
"cirujano" para proteger al analista y al analizado
de las desventajas que llevan consigo la ambición de
curar y la identificación sin reserva 21 • Pero por otra
parte Freud adjudicaba mucha importancia a Ja ac-
52 HEINRICH RACKER

titud activa, luchadora, y, creo, aun calurosa. Esto


no s6lo se desprende de su propia actitud que cono-
cemos a través de sus historiales clírúcos (véase cap.
III), sino también de algunas expresiones en sus escri-
tos teóricos sobre técnica. En ' 1La iniciación del
tratamiento" 23, por ejemplo, aconseja al analista
mostrar su interés al analizado, y en las "Nuevas
Aportaciones", al hablar de los casos en los que la
terapia analítica no consigue los cambios deseados,
a causa de "una determinada dependencia, un cierto
componente instintivo", recalca que el resultado del
tratamiento depende de las -fuerzas contrarias que
nosotros podemos movilizar 31 • Pero la expresión más
significativa se encuentra en las "Conferencias" 28
en las que indica que el analista debe movilizar to-
das las energías psíquicas disponibles para inducir al
analizado a vencer sus resistencias, y pienso que se
refiere con esto no sólo a las energías del analizado,
sino también a las del analista. Ustedes recuerdan
también cuánta importancia adjudica Freud, para el
proceso de curación, a la transferencia positiva. Sólo
ésta mueve al analizado a aceptar las interpretacio-
nes y a abandonar las resistencias. Freud habla en
este contexto del "calor hirviente· (Siedehitze) de la
transferencia", y, según mi experiencia, se logran ta-
les temperaturas sólo si también el analista aporta
suficiente calor -suficiente contratransferencia posiM
tiva realizada en labor- a la situación analítica.
También el consejo de Freud de que el analista
debe ser sólo "espejo" 21 ha sido a veces, creo, llevado
a un extremo. Freud da este consejo en oposición a
la costumbre de algunos analistas de aquella época
del comienzo, de contar hechos de su propia vida a
los analizados. "Sea espejo" significaba pues: háblele
al analizado s6lo de él. Pero no significaba: deja
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 53

de ser carne y hueso y conviértese en vidrio, cubier-


to de nitrato de plata. La intención positiva de no
mostrar más de lo imprescindible de la propia per-
sona -indicada especialmente por el análisis de la
transferencia- no tiene que ser llevada tan lejos
como para negar ante el analizado (o aun impedir)
el interés y el afecto del analista por él. Pues sólo
Eros puede originar Eros. Y es esto lo que en última
instancia importa, tanto si se piensa en la finalidad
del análisis que es la nueva movilización de la libido
rechazada, como si se piensa en el papel decisivo que
desempeña la transferencia positiva o si se piensa en
la elaboración de la "posición depresiva" que sólo
puede lograrse por medio del incremento de Eros.
Así como la transferencia positiva es de importancia
fundamental para la labor anal~tica, así lo es tam-
bién la contratransferencia positiva y su pleno des-
pliegue a través de Ja intensa labor que debe efectuar
el analista mediante su esfuerzo de comprender y de
interpretar. Sólo así puede crearse en la situación
analítica un clima realmente favorable a la labor a
realizarse. La relación del analista con el analizado
es una relación libidinal y una constante vivencia
afectiva; los deseos, las frustraciones y las angustias
del analista -por leves que sean- son reales; la con-
tra transferencia oscila -en una parte- constante-
mente con las oscilaciones de la transferencia, y el
destino del tratamiento depende en buen grado de
la capacidad del analista de mantener por encima
de los destinos de su '~neurosis de contratransferen-
cia" su contratransferencia positiva, o bien de hacerla
nacer de nuevo de todo daño que haya sufrido, como
el pájaro mítico Fénix que resurge siempre de su
propia ceniza.
Quisiera ahora resumir. Las distintas actitudes in-.
54 HEINRICH RACKER

ternas del analista frente al material del analizado


determinan distintas técnicas. En el fondo se trata
también de distintas actitudes del analista frente a sí
mismo. Angustias inconscientes frente a ciertos as-
pectos del propio inconsciente originan angustias fren-
te al inconsciente del analizado y llevan a diversas
medidas de defensa que interfieren en la labor, crean-
do, por ejemplo, distancia desmedida, rigidez, frial-
dad, dificultad en dar curso libre a las asociaciones
y a los sentimientos dentro de uno mismo, y conducta
inhibida frente al analizado. En tal caso, como tam-
bién en el caso opuesto, en el que el analista es
1
"inundado por su inconsciente, las neurosis de trans-
'

ferencia y de contratransferencia pueden llegar a do-


minar la situación analítica; la transferencia y con-
tratransferencia positivas (que en circunstancias me-
jores cobran fuerza de la situación analítica real)
retroceden, y esto en un grado mayor de lo que es
conveniente para la terapia, ya que toda labor ana-
lítica, toda comunicaci6n y toda comprensi6n -es
decir, toda uni6n- se originan en estos sentinúentos
positivos.
De manera análoga al analizado, también el ana-
lista debe, pues, dividir su yo en uno racional, obser-
vador, y uno vivencial, irracional. Él también debe
dar, internamente, curso libre a este último, con todas
las asociaciones, fantasías y sentimientos que surgen
en respuesta al material del analizado, pues s61o así
puede el analista suplir lo que le falta al analizado,
sólo a través de esta respuesta interna "total", libre
de represiones y bloqueo afectivo. Sólo así puede el
analista, por ejemplo, reproducir las fantasías con-
cretas y en el fondo sentidas (pero reprimidas y
bloqueadas) del analizado. Y por otra parte, sólo
manteniendo aquella división entre sus -dos "yo"
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 55

puede el analista romper el círculo vicioso entre


transferencia negativa y contratransferencia negativa
(respuesta espontánea inevitable), al conservar su
contratransferencia positiva y percibir y movilizar la
transferencia positiva reprimida o disociada del ana-
lizado. Esto lleva, además, a una actitud natural y
afectuosa del analista, a una mayor libertad en el
"dejarse ir" en los aspectos positivos de su persona-
lidad, con todo el interés activo por el analizado y
por cada detalle de su vida interna y externa.
El proceso analítico de transformación depende,
pues, en buen grado, de la cantidad y cualidad de
eros que el analista puede movilizar por su analizado.
Es una forma específica de eros, es el eros que se
llama comprensión, y, es, además, una forma espe-
cífica de la 'Comprensión. Es, ante todo, la compren-
sión de lo rechazado, de lo temido y odiado en el
ser humano, y esto gracias a una mayor fuerza de
lucha -una mayor agresi6n- contra todo lo que
encubre la verdad, contra la ilusión y la negación;
en una palabra: contra aquel temor y odio del hom-
bre hacia sí mismo y sus consecuencias patológicas.
Pero valen también para el analista las palabras de
aquel hombre cuyo nombre lleva la ciudad en la que
nos encontramos reunidos, San Pablo, que dicen:
"Aun cuando yo hablara todas las lenguas de los
hombres, y el lenguaje de los ángeles, si no tuviera
amor, sería como un metal que suena o campana
que tañe".
Esto puede sonar a mística o a romanticismo, lo
cual, sin embargo, no impide que sea verdad. Qui-
siera ilustrarlo con un ejemplo, aunque con él me
adelante al próximo capitulo. Cuando interpretamos
al analizado algo que él rechaza de su conciencia
{por ejemplo un aspecto de su agresividad), sin in-
56 HEINRICH RACKER

cluir en esta interpretación la parte de su yo que


efectúa el rechazo, aparece como consecuencia el que
el analizado vea en nosotros aquella parte rechazante
de su yo. De esta manera corremos el peligro de
disociar aun más al analizado en vez de integrarlo.
Interpretamos en aquella forma parcial cuando no
nos hemos identificado simultáneamente con el yo
del analizado. Pero el yo es en sus defensas -aun~
que sea equivocadamente- justamente el defensor
de la vida, del amor por el objeto o por el propio yo.
La comprensión de la parte afectiva proviene del
afecto, es vivenciada como afecto y moviliza afecto.
La ausencia de este aspecto en Ia interpretación es
sentida -con razón- como falta de afecto y tiene
frecuentemente consecuencias negativas.
Terminando este capítulo diré que sólo puede es-
perarse del analizado que acepte vivenciar nueva-
mente la infancia si el analista está dispuesto a acep-
tar plenamente su nueva paternidad, a admitir ple-
namente el afecto por sus nuevos hijos y a luchar
por una nueva infancia mejor, "movilizando todas
sus fuerzas psíquicas disponibles". Su tarea consiste
-idealmente- en un interés constantemente vivo y
Ia empatía continua con los procesos psicológicos del
analizado, en un micro y macroanálisis metapsico-
lógico de toda expresión y de todo movimiento men-
tales, siendo su atención y energía principales diri-
gidas a comprender la transferencia (la '(nueva in-
fancia", presente en todo momento), y a superar
sus aspectos patológicos mediante las interpretaciones
adecuadas.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 57

III. La interpretaci6n

Nuevamente rige la unidad entre los analistas de


ayer y de hoy en cuanto al principio básico: la inter-
pretación es ·el instrumento terapéutico por exce-
lencia. Pero en cuanto a la aplicación de este prin-
cipio, en cuanto al qué, cuándo, cuánto y cómo
interpretar, difieren las opiniones y las prácticas en
múltiples aspectos.
1 ) Quisiera, en primer término, referirme al pro-
blema de la cantidad de las interpretaciones, dada
su conexión con la cuestión de la "actividad" del
analista, que tratamos en el capítulo anterior. Hemos
considerado la diferente aplicación de los principios
básicos como dependiente de cuatro factores (Cap.
I). Las diferencias con respecto a la cantidad de las
interpretaciones pueden ejemplificarlo, pues ésta de-
pende:
1" De la amplitud de nuestros conocimientos psi-
cológicos. Cuanto más sabemos, tanto más podemos
interpretar.
2º De principios o conceptos "secundarios". Por
ejemplo, algunos analistas como de Saussure 78 o
Reik 77 atribuyen un valor terapéutico. al silencio del
analista. La cantidad de interpretaciones depende,
pues, del grado en que es valorado este silencio en
comparación con el valor t~rapéutico que se adjudica
a la interpretación.
3º Del "factor individual", o sea, de la capacidad
individual del analista de comprender, de su carác~
ter, de su contratransferencia (angustias, tendencia
a reparar, significado inconsciente que para él tienen
los actos de analizar y de interpretar, etc.). Por ejem-
58 HEINRICH RACKER

plo, una mayor necesidad de reparar lo inducirá, por


lo general, a interpretar más; su dependencia incons-
ciente del analizado puede disponerlo a someterse
silenciosamente a las resistencias de éste ("toleran-
cia" mal entendida) como también puede dificultarle
frustrar al analizado con un silencio prolongado.
4º Del "factor genealógico", o sea de cuánto in-
terpretaban sus analistas didáctico y de control, el
grado de disolución de su transferencia con éstos,
etcétera.
Veamos ahora qué pensaba Freud con respecto al
"cuánto" interpretar. Hay sólo pocas referencias a
este tema. En "El porvenir de la terapia psicoana-
lítica" 19, por ejemplo, expresa su satisfacción de po-
der interpretar mucho más que antes, gracias a la
adquisición de nuevos conocimientos, y hace entrever
su esperanza en futuros progresos en la misma direc-
ción. Pero la mejor visión de lo que Freud pensaba
la obtenemos si miramos lo que hacia. En sus histo-
riales clínicos sobre "Dora" 17 y '(El hombre de las
ratas" 18 encontramos algunas sesiones, reproducidas
casi literalmente, que nos permiten ver cómo traba-
jaba. Muestran, ante todo, con cuánta libertad Freud
desplegaba toda su personalidad genial en su labor
con el analizado y cuán activamente participaba en
cada acontecimiento de la sesión, dando plena ex-
presión a su interés. Hace preguntas, ilustra sus afir-
maciones citando a Shakespeare, hace comparaciones
y hasta realiza un experimento (con Dora). Pero lo
que aquí más nos interesa es que Freud interpreta
constantemente, hace interpretaciones detalladas y a
veces muy extensas (habla más o menos tanto como
el paciente), y la sesión es un franco diálogo. El que
conecta el concepto de "técnica clásica" con predo-
minio del monólogo por parte del analizado y con
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 59

pocas y generalmente breves interpretaciones por


parte del analista, tendrá que concluir -como ya he
dicho- que en este aspecto Freud no era un analista
"clásico".
No puedo aquí discutir en detalle el pro y contra
de todo este proceder de Freud, pero sí quisiera refe-
rirme a una posible objeción de índole histórica. Tal
vez alguien señale que estas sesiones datan de antes
de 1905 y 1909, y afirme que más tarde Freud haya
cambiado su técnica. Sin embargo, no conozco nin-
guna palabra de Freud que autorice tal afirmación
y que señale tal cambio, ninguna expresión que indi-
que que Freud se haya retractado en este aspecto, que
haya pensado que este proceder no haya sido bueno
y que más tarde haya actuado en forma diferente.
Mientras no se nos demuestra lo contrario, no tene-
mos, pues, motivo alguno para pensar de otra manera
y en cambio sí tenemos algunos para mantener las
afirmaciones antes expuestas.
Veamos ahora el pensamiento y la forma de pro-
ceder de la "técnica clásica", propiamente dicha, al
respecto. Me refiero a la actitud de mucho silencio
y poca interpretación, tal cual fue descripta por ejem-
plo por Th. Reik en. su trabajo "El significado psico-
lógico del silencio" 77 y tal cual se desprende de las
respuestas a un cuestionario (hecho por E. Glover
en 1939 en Gran Bretaña) como actitud de una
"gran mayoría" de los analistas a1.
Ante todo, llama la atención (y provoca cierta
reacción de extrañamiento o de crítica) cuán poco
ha sido tratada y discutida esta actitud, en sus fun-
damentos y en sus consecuencias, tratándose sin em-
bargo de un asunto sumamente importante. Reik se
limita a exponer lo que origina el silencio del analista
60 HEINRICH RACKER

en el analizado. Señala como consecuencia más sig~


nificativa el hecho de qne el analizado, bajo la pre-
sión del silencio que desde cierto momento. suele ser
vivenciado como amenaza, comunica material hasta
entonces ocultado, haciendo nuevas confesiones. Se
obtiene así la impresión de que la actitud silenciosa
del analista es determinada, en buena parte, por la
idea de que la confesión en sí es un factor muy
importante o au.n decisivo en el proceso de curación,
lo que representa una idea muy cristiana, pero no
del todo psicoanalítica. Pues según el psicoanálisis,
lo que cura es el hacer consciente lo inconsciente, y
para ello es necesaria la interpretación. El hacer
consciente lo inconsciente es, en cierto aspecto, efec-
tivamente una confesión, pero su esencia es la diso-
lución de las resistencias a través del conocimiento.
En cambio, la técnica descripta por Reik, al utilizaf
el silencio para conseguir más confesiones, da un
tanto la impresión de un método de coerción, algo
parecido al método militar de obligar a las fortalezas
sitiadas a entregarse por medio del hambre. (Con
ello el analista identifica al analizado ampliamente
con las resistencias de éste, lo que no corresponde a
la realidad psicológica -ya que el analizado también
desea superarlas, etc.-, teniendo, además, malas con-
secuencias para el mantenimiento de la tan impor-
tante transferencia positiva verdadera, sobreviniendo
-o intensificándose- en su lugar la transferencia
persecutoria o "idealizada,,.) En todo caso, el silen-
cio del analista es un actuar. También el interpretar
lo es; sin embargo, en cuanto consideramos la inter-
pretación como instrumento de curación por exce-
lencia, debemos considerar aquel silencio, en oposi-
ción al interpretar, es decir, como "actuar" y no-
interpretar, existiendo por otra parte un acuerdo
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 61

más o menos general de que el analista no debe re-


currir a la "actuación" (como exigir o prohibir, pre-
sionar fijando fecha de terminación, y agrego: o
silencio prolongado) , a menos que todos sus sus es-
fuerzos interpretativos no hayan llevado al resultado
deseado.
Existen, además, otros hechos que aconsejan, por
lo general, una mayor actividad interpretativa y a
algunos de ellos me referiré a continuación.
Las comunicaciones del analizado se basan en de-
terminadas situaciones transferenciales, y las produ-
cen a su vez. Por ejemplo, cuanto más "confiesa" el
analizado, tanto más el analista se convierte en el
superyó moral, el que constituye, en un aspecto, la
parte buena del analizado, ya que el superyó moral
nace -como mostró Freud 22- del amor del hiio
por el padre (o bien: por los padres). Pero cuanto
más el analista se convierte en esta parte buena del
analizado, tanto más éste se disocia, quedando más
y más identificado con ,su parte censurada, es decir
"mala'-', mientras que el analista se transforma más
y más en objeto idealizado (y al mismo tiempo per-
seguidor). La asociación libre implica, en este as-
pecto, un proceso patológico, y no debe considerarse
como un proceso de curación. Éste consiste en la
reintegración de las partes del yo a través de la inter-
pretación que debe seguir a aquel proceso patológico.
Este hecho, o mejor dicho, la conciencia de que cada
entrega de material por parte del analizado implica
una entrega de una parte de su personalidad, cons-
tituye, creo, uno de los motivos por los que muchos
analistas de hoy interpretan con mucho mayor fre-
cuencia, devolviendo así al analizado lo que él ha
puesto en el analista y lo que, en realidad, le es
propio.
62 HEINRICH RACKER

Otro motivo importante para interpretar más es


la mayor elaboración de los conflictos inconscientes
que de esta manera el analizado puede realizar. El
concepto de "elaboración" ha sido originariamente usa-
do por Freud 24 en este sentido, es decir, como labor
de profundización que el analizado debe efectuar des-
pués de haber recibido las interpretaciones debidas.
Más tarde se incluyó en este término la parte de
labor que -con los mismos fines de profundiza·
ción y asimilación del conocimiento por parte del
analizado-- debe efectuar el analista 13, y es esto, o
sea la necesidad e importancia de señalar al anali·
zado siempre de nuevo el ''aquí también" y el "aquí
otra vez", lo que exige que las interpretaciones sean
frecuentes. Por ejemplo, los conflictos transferencia-
Ies del momento suelen aparecer tanto en el material
asociativo que trae el analizado como en la manera
de traerlo, y muy en especial en sus relaciones afec-
tivas con las interpretaciones; de esta manera puede,
virtualmente, cada una de sus expresiones ser objeto
de una interpretación de transferencia, puede ser
usada para mostrarle el "aquí otra vez".
Una consecuencia de esta mayor intervención del
analista es que éste se incluye más en el proceso
psicoanalítico, se presenta más como objeto al anali-
zado; y -aunque presente de una u otra manera-
al ser más activo interpretando más, da generalmente
un mayor impulso a la vivencia transferencial. Este
hecho puede, a su vez, constituirse en estímulo para
una mayor actividad interpretativa del analista.
Ya he mencionado el cambio que con respecto a la
cantidad de las interpretaciones trae potencialmente
consigo el aumento de conocimientos psicológicos, y
quiero agregar aquí cuán importante es el ejercicio
en la comprensión de cada acontecimiento de la se-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 63

s1on para poder ver pronto lo que sucede y poder


interpretarlo con ventaja. En los tiempos en que
Freud decía al paciente -al comunicatle la regla
fundamental-: "Debo saber mucho de usted antes
de poder decirle algo" 23, esto era cierto. Hoy esto
no debe seguir siendo cierto ni lo es donde el ana-
lista ha asimilado y convertido en comprensión los
conocimientos que se han agregado en los 50 años
que han pasado desde aquel entonces. En especial
quisiera aquí aun mencionar que el ejercicio de ver
siempre, en cada material, resistencia (defensa) y
contenido (lo rechazado), y de no considerar nada
solamente como expresión de resistencia, desempeña
posiblemente un papel importante para poder inter-
pretar más de lo que parece haber sido usual en la
técnica Ilamada "clásica".
Por otra parte debe señalarse que también al pro-
ceder "clásico" le asisten argumentos importantes,
como por ejemplo, el valor del encuentro del anali-
zado consigo mismo, la ventaja dada por la movili-
zación de las propias fuerzas, el debilitamiento de las
resistencias y defensas por la ausencia del "apoyo''
o "aseguramiento" que significa frecuentemente la
interpretación, el valor de la descarga afectiva, etc.
Pienso, sin embargo, que en suma estos argumentos
tienen mucho menos peso que los que asisten a la
actitud interpretativa más activa, por el simple he·
cho de que sólo la interpretación puede hacer cons-
ciente lo inconsciente.
Pero debo aún mencionar que existen algunas si-
tuaciones psicológicas específicas, importantes en cier-
tos analizados, en los que posiblemente, por un tiempo
limitado, la actitud interpretativa activa está contra-
indicada. Existen, por ejemplo, situaciones en las
que la interpretación -el hablar del analista- obra
64 l"IEINRICH RACKER

en un grádi?. __ei-e.~sivo como defensa o aun es provo~


cado inconscientemente con tal fin. En algunos casos
puede m~dificarse esta situación por medio de su
interpretación, en otros parece necesario que el ana-
lista "actúe", es decir que haga vivenciar al analizado
la situación rechazada mediante un silencio un tanto
prolongado.
En tales casos el analista suele sentir en su contra-
transferencia que el analizado presenta el material
para los fines mencionados. En una ocasión tuve,
por ejemplo, la sensación de que una analizada me
ofrecía el material como se ofrece granos a un pá-
jaro. En un comienzo yo picoteaba, efectivamente,
los granos (es decir, interpretaba el material), hasta
que comprendí su conducta (y la mia también), to-
mando luego a ésta como objeto de mis interpreta-
ciones. Se trataba de una defensa maníaca: la ana-
lizada se había identificado con la madre y me había
puesto en la situación de la niña, controlando así las
situaciones de angustia subyacentes.
También en un sentido positivo -por ejemplo, la
interpretación como alimento-, ésta puede obrar en
el inconsciente· como defensa maníaca, puesto que,
en un plano, representa para el analizado la unión
con el objeto (pecho, etc.) . Pero por otro lado la
buena interpretación intensifica la tan importante
transferencia positiva sublimada, y más que nada
-repito-, hace consciente lo inconsciente. El he-
cho, pues, de que el dar interpretaciones se presta
para reforzar el rechazo de la transferencia negativa
y en especial de las vivencias depresivas y paranoides
en la transferencia, no es un motivo suficiente para
no interpretar. Pero debe estarse atento a este he-
cho, puesto que el uso maníaco de la interpretación
puede convertirse a veces en el punto decisivo de la
ESTUDIOS SOBRE TÍÍ,CNICA PSICOANALÍTICA 65

situación analítica, lo que debe ser modificado -sea


directamente mediante la interpretación, sea primero
mediante la actuación del silencio prolongado y luego
interpretando- antes de que pueda volverse a la ac-
tividad interpretativa "normal".
Este uso maníaco de la interpretación es sólo una
de las múltiples y complejas relaciones del analizado
con la interpretación. últimamente varíes analistas
se han ocupado del análisis profundo de estas rela-
ciones, parte integral del análisis de la transferen-
cia 1• 44, 52, 71 • La cantidad de las interpretaciones
desempeña un papel importante en estas relaciones
y tiene diversos significados 38 , los que frecuentemente
necesitan ser interpretados para que el analista pue-
da mantener la cantidad de interpretaciones que dt
por sí considera como el óptimum y para que no tenga
que actuar callándose o no sea manej,ado por el ana-
lizado a actuar en esta (u otra) forma.
2) El problema del "cuánto" está íntimamente re-
lacionado con el problema del "cuándo" interpretar.
En última instancia es el (;cuándo" el que determina el
"cuánto". En la HJniciación del Tratamiento" 23 ,
Freud se ocupa de un aspecto del "timing" de la
interpretación y establece una regla al respecto que
deduce de los principios básicos del proceso de cura-
ción. Las fuentes energéticas de la curación -señala
Freud- son la interpretación y la transferencia posi~
tiva, puesto que el analizado hace uso de la interpre-
tación sólo cuando se encuentra en buena relación
afectiva con el analista. De ahí que el analista debe
hacer sus comunicaciones s6lo cuando el analizado
está en transferencia positiva, o bien, si este no es el
caso, debe analizar las ªresistencias de transferencia"
para poder restablecer la transferencia positiva.
66 HEINRICH RACKER

Son las transferencias negativa y sexual las que


Freud denomina "resistencias de transferencia". La
regla de Freud significa pues que, en cuanto la trans-
ferencia positiva está perturbada por la transferencia
negativa o sexual, estas Ultimas deben ser analizadas
en primer lugar, y significa, además, que tal análisis
fortifica Ia transferencia positiva perturbada. Vemos,
pues, que hay un pleno acuerdo entre esta regla y
lo que más tarde W. Reich 76 y luego M. Klein 46 • 51 ,
han enseñado al respecto, en especial en lo que se
refiere al análisis de la transferencia negativa y su
significado.
Freud establece también una segunda regla con
respecto al "timing": es la regla que indica cuándo
debe empezarse con las interpretaciones de la trans-
ferencia. Dice Freud: HMientras las comunicaciones
y ocurrencias del paciente son dadas sin interrupción,
debe dejarse sin tocar el tema de Ja transferencia." 23
En la actualidad, muchos de nosotros, evidentemente,
no cumplimos con esta regla. Pero Freud agrega a
aquellas palabras, seguidamente, estas otras: "Debe
esperarse con esta tarea (el análisis de la transferen-
cia) que es Ja más delicada de todas, hasta que la
tra:nsferencia se haya convertido en resistencia." Y
es en obediencia a estas palabras --0 mejor dicho,
a su espíritu- por lo que aquella regla no se cumple.
Pues muchos de nosotros han observado que las "re-
sistencias de transferencia" existen, junto con las an-
gustias transferenciales, desde el primer momento del
análisis (y aun Hmientras las comunicaciones y ocu-
rrencias del paciente son dadas sin interrupción"),
y piensan que cuanto antes se analicen estas angus-
tias y resistencias, con tanto más seguridad el anali-
zado "es ligado al tratamiento y a la persona del
médico", lo que, con tanta lógica, Freud designa co-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 67

roo primera finalidad del tratamiento, en su comien~


zo 23 • Las "comunicaciones y ocurrencias sin inte-
rrupción" se demuestran, mirándolas de más cerca,
como un fenómeno complejo. Por ejemplo, la en-
trega generosa de material puede ser una defensa
frente a una angustia transferencia! como la que surge
ante el peligro de ser descubierto en los deseos y
actos inconscientes de robo 65 •
Pero he aquí que en otro de sus escritos, Freud mis~
mo da la razón a los que no cumplen con aquella re-
gla. En el epílogo al historial de "Dora" -conside-
rando Freud las fallas técnicas a las que atribuye
la prematura interrupción de aquel tratamiento--
dice 17 : "Yo no hice caso a esta primera señal de
advertencia (con respecto a la transferencia) y pensaba
tener aún suficiente tiempo, puesto que no se presen-
taron otras expresiones de la transferencia y puesto
que el material para el análisis no cesaba" (las bas-
tardillas son mlas). Aqul ve Freud, pues, que el hecho
de que "el material no cesa" no es razón suficiente
para "dejar sin tocar la transferencia", coincidiendo
con este juicio muchos de nosotros en la actualidad.
El epílogo de ~'Dora" fue escrito casi diez años
antes del trabajo en el que Freud establece aquella
regla con respecto al "timing" de la interpretación
transferencia!. Estamos, pues, ante una verdadera
contradicción de Freud. Sólo podemos conjeturai a
qué se debe. El que Freud haya alejado de su con-
ciencia aquella experiencia con Dora -por motivos
contratransferenciales o por un resto de contrarresis-
tencia frente al análisis de la transferencia en gene~
ral- no me parece Imposible (véase Cap. IV, 2). Más
probable aparece, sin embargo, que con aquella regla
haya querido proteger al analista principiante de
68 HEINRICH RACKER

meterse demasiado pronto en las dificultades del aná-


lisis de la transferencia. En este caso estaríamos más
ante una regla de orden didáctico que técnica.
Aparte de lo que acabamos de citar de Freud, el
problema del "timing" ha sido pocas veces objeto
directo de la investigaci6n 37• Evidentemente, tam-
bién el "cuándo" de la interpretación depende de
aquellos cuatro factores, o sea de cuánto sabemos y
comprendemos, de nuestros "conceptos secundarios",
de factores individuales (en especial de la contra-
transferencia) y del factor "geneal6gico". Las dife-
rentes posiciones frente al análisis de la resistencia y
de Ia transferencia desempeñan en esto nuevamente
un papel importante (véase Cap. IV). Los extremos
son, también aquí, por un lado "el analista silen-
cioso" que tiende a "dejar correr:' al analizado y se-
lecciona muy cuidadosamente el momento oportuno
para la interpretación, y por el otro lado el analista
que considera que -en principio y potencialmente-
todo momento es oportuno, ya que todo momento
contiene un ('punto de urgencia" o un "punto pato-
16gico" (es decir, de angustia y defensa), formando
todos estos '~puntos" una línea que suele llamarse
"el hilo'i de la sesión. Para estos analistas la ínter~
pretación debe ser dada cuando el analista sabe lo
que el analizado no sabe, necesita saber y es capaz
de saber. Y esto suele darse, por lo general, pronto
y múltiples veces en cada sesión, si el analista ha
ejercitado su capacidad de comprender el material
de los analizados.
3) Debo -por razones de espacio- dejar de lado
otros aspectos del "timing)j 37 y la cuestión de Ia "for~
ma" 37, 64 , para referirme al "qué" de la interpreta-
ción, o más precisamente, a su aspecto dinámico (en
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 69

cuanto la interpretación se refiere a las fuerzas inter-


nas en lucha), a su aspecto económico (referente a
lo que en un momento dado es lo más importante
interpretar) y a su aspecto estructural (en cuanto la
interpretación se refiere a las diversas instancias de
la estructura psicológica) . Son bien conocidas las
reglas básicas clásicas al respecto, por ejemplo la in-
dicación de que la interpretación debe partir de lo
que el analizado expresa, de Ja "superficie", de lo que
está cerca de la conciencia, y que sólo después debe
señalar "lo profundo", lo que está más lejano de la
conciencia. En el aspecto estructural se recalcaba que
la interpretación completa debía referirse al ello, yo
y superyó, partiendo del yo y sus mecani'smos de
defensa (como lo más cercano a la conciencia).
Estas y algunas otras reglas básicas son aceptadas,
en principio, por todos los analistas. En cambio di-
fieren nuevamente las opiniones en la interpretación
y aplicación de estos principios. Por ejemplo, ya la
regla -deducida inmediatamente del principio men-
cionado en primer lugar- de que primero deben
interpretarse las resistencias y luego los impulsos, ha
sido y sigue siendo objeto de discusiones 13• Volveré
luego a este problema.
Las diferencias más importantes con respecto al
"qué" interpretar, resultan de las diversas etapas del
conocimiento psicoanalítico y de las diversas posi-
ciones de los analistas frente a éstas. Son bien cono-
cidas las etapas históricas más destacadas: primero
la atención a los contenidos reprimidos, luego a las
resistencias, luego a la estructura de la personalidad,
luego a los elementos formales de la conducta, el
carácter del analizado, y con ello -aunque recalcado
ya en escritos anteriores por Freud- la mayor aten-
ción a la transferencia, es decir, a las relaciones de
70 HEINRICH RACKER

objeto del analizado. Finalmente, en la actnalidad,


nos hemos dado más y más cuenta de que el análisis
es una interrelación entre dos individuos -del anali-
zado con el analista y del analista con el analizado--
y hemos dirigido nuestra atención a la transferencia y
a la contratransferencia y su relación mutuas, 42 • 1°.
En este sentido, algunos (o muchos) analistas de hoy
obtienen el contenido de muchas de sus interpreta-
ciones principales de la percepción de su contratrans-
ferencia, es decir, de lo que sienten y ven en ellos
mismos como objeto de la transferencia de sus ana-
lizados.
Es en el aspecto del análisis de las relaciones de
objeto donde existen, creo, las mayores diferencias
entre lo que interpretan por un lado los analistas
"clásicos" de antes y de hoy, y por el otro, lo que
interpretan otros analistas de hoy, en especial los del
grupo kleiniano. Los descubrimientos de M. Klein
sobre la más temprana infancia, sobre las "posicio-
nesn esquizo-paranoide, depresiva y maníaca, los nue-
vos conocimientos con respecto a las fantasías incons-
cientes como expresión mental del ello, yo y superyó,
y su presencia e interjuego continuos, los nuevos
conocimientos con respecto a los objetos internos, a
las relaciones entre el "mundo interno" y el externo,
al papel que desempeñan el instinto de muerte y los
mecanismos de proyección, introyección, disociación,
reparación, etc., a las relaciones del analizado consigo
mismo y entre sus partes, todo esto ha modificado,
y, a mi juicio, enriquecido grandemente el "qué" de
las interpretaciones de los que han hecho suyos estos
conocimientos, modificándose con ello al mismo tiem-
po decisivamente el ''cuándo" y el "cuánto" de las
interpretaciones 46 • 47• 48• 52• *.
* Prescindo aquí de exponer detaliadamente la influen-
cia que cada uno de estos descubrimientos ha tenido sobre
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 71
Por el otro lado, los "analistas clásicos" de hoy
han progresado a su vez enriqueciendo sus conoci-
mientos en especial en lo que se refiere al yo y sus
métodos de enfrentar los estímulos externos e inter-
nos 14, 41, 53, 59.
Además, los diversos grupos analíticos de todo el
mundo han hecho investigaciones en múltiples direc-
ciones y aportado nueVos conocimientos. En el grupo
argentino, por ejemplo, se ha dedicado especial aten-
ción a los procesos psicosomáticos, ampliándose y
profundizándose por las comprensiones obten.idas
el contenido de las interpretaciones correspondien-
tes 34• 55 • 73 • últimamente, una serie de analistas ar-
gentinos se ha ocupado con los problemas específicos
de la interpretación en determinados cuadros clíni-
cos 33• 63, y de determinados niveles vivenciales 7• 35 • 74 •
4) Antes de terminar este capítulo, quisiera refe-
rirme aún a dos problemas específicos.
a) U no de ellos -ya mencionado- se refiere a
la interpretación de los contenidos y de las resisten-
cias, y a la relación entre estos dos aspectos de la
interpretación. En cuanto a la regla clásica: "pri-
mero interpretar las defensas y luego los impulsos'',
existen, aparte de los clásicos, aun otros motivos para
no interpretar los impulsos sin señalar -por lo menos
simultáneamente-- las defensas correspondientes. Ya
he señalado que toda interpretación de un impulso
la técnica kleiniana, ya que M. Klein y sus colaboradores
lo hicieron en varios de sus trabajos, bien conocidos. Por
ejemplo, en lo que se refiere a la influencia que ejerce so-
bre Ja técnica el concepto kleiniano de la fantasía incons~
dente. Véase S. Isaacs48, P. Heimann 48,. etc. !Ie proce-
dido de manera similar en otros capítulos de este Estudio,
prescindiendo de insistir sobre lo que ya es de conocimiento
general, y limitándome a mencionarlo.
72 l"IEINRICH RACKER

reprimido, sin interpretación de la defensa, induce


Ja escisión (contenida en la defensa patológica) de Ja
personalidad del analizado dentro de la transferencia,
es decir, crea (o confirma) una relación patológica
con el analista; pues al interpretar el impulso recha~
zado; el analista es identificado con el yo rechazante
mientras que el analizado queda identificado con el
impulso. Más aún, creo que la escisión del analizado
es aun intensificada por tal interpretación, por ser
ésta la expresión de un objeto (el analista) que tam-
bién está escindido dentro de sí mismo: pues tal
interpretación parcial testimonia efectivamente que
el analista ha estado ciego -por lo menos en este
momento- para el aspecto de Ja defensa del yo, y
esto significa frecuentemente que ha estado ciego 'para
la parte afectuosa del analizado, para Eros que de-
fiende Ja vida del objeto o del yo. Tal ceguera signi-
fica, para el inconsciente, ausencia de amor, siendo
ésta uno de los factores principales que intensifican
Jos mecanismos patológicos.
Pero también la interpretación que se refiere sola-
mente a la resistencia o defensa puede llevar a una
disociación similar. Para que esto no suceda deben
interpretarse simultáneamente las tendencias positi-
vas, protectoras de la vida, inherentes a estas mismas
resistencias (defensas), o bien deben ser señaladas
las tendencias positivas rechazadas por las resistencias.
La importancia de la interpretación integral puede
ser ilustrada esquemáticamente a través de dos situa-
ciones generales. Si el impulso rechazado es de ín-
dole agresiva, su rechazo es realizado por amor al
objeto o al yo. Si el analista señala sólo el impulso,
la interpretación identifica al analizado con lo· recha-
zado, es decir, con "lo malo". Si el impulso rechazado
es de índole amorosa, su rechazo es realizado con fre-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 'J3

cuencia por motivos agresivos {por ejemplo~ por ri-


validad). Si el analista señala s6lo este aspecto de la
defensa, la interpretación identifica al analizado ton
Ja parte rechazante, agresiva, es decir, nuevamente,
con "lo malo".
Sin embargo, la regla "análisis de la resistencia
antes del análisis del contenido" queda en pie donde
la resistencia impide la conscienciación vivenciada dci
impulso rechazado. Por ejemplo, mientras un anali-
zado se encuentra en estado de defensa paranoica
frente a sus sentimientos homosexuales hacia el ana~
lista, tiene que ser analizada la proyección de sus im-
pulsos agresivos antes de que pueda aceptar sus senti-
mientos de amor. Pero por otro lado esto no significa
que los dos aspectos puedan o deban ser separados
estrictamente uno del otro.
b) El segundo de los problemas específicos se re-
fiere a la interpretación de conflictos que, según
el término de Freud, son "invisibles". Freud habla de
ello (en el ''Análisis terminable o interminable") 32,
al plantear la cuestión de si es posible ''vacunar"
a los analizados Contra conflictos futuros, y si es posi-
ble e indicado "despertar" un conflicto invisible con
tales fines profilácticos. Freud piensa que esto sería
realmente factible creando mayores frustraciones en
la vida real o en la transferencia, pero rechaza ambas
posibilidades: la primera (la creación de frustraciones
en la vida real) porque no debe hacerse ni lo acep-
taría el analizado, y la segunda, porque perturbaría
demasiado la transferencia positiva, tan necesaria
para la eolaboraci6n del analizado.
Los ejemplos que Freud cita -como el caso del
hombre que a raíz de una recaída reproch6 a Freud
no haber analizado su transferencia negativa- sugie~
74 HEINRlCH RACI{ER

ren señalar que actualmente algunos analistas ven


el problema en forma algo distinta y "despiertan"
efectivamente en la transferencia conflictos instinti-
vos aún "invisibles", sin que por ello tengan que
recurrir a crear "mayores frustraciones". Lo hacen
por estar seguros de que estos conflictos existen y
justamente porque son tan rechazados (de tal ma-
nera que no aparecen). El ejemplo citado por Freud
lo muestra, pues efectivamente la transferencia nega-
tiva a veces no aparece, pero por otro lado sabemos
-Freud nos lo enseñó-- que no existe relación hu-
mana sin sentimientos hostiles. La transferencia posi-
tiva de aquel analizado tiene que haber sido acom-
pañada por rivalidad, envidia, etc. En el análisis de
los mecanismos de intenso rechazo en la transferencia
-de Ias disociaciones, partes negadas, etc.- reside,
pues, una de las posibilidades, aunque limitada, de
"profilaxis".

JT7. La transferencia

1) Ya he mencionado lo que Freud decía sobre


el significado de la transferencia positiva para la la-
bor analítica (en especial para la superación de las
resistencias), y el acuerdo general que rige al res~
pecto. Si en esto existe una diferencia entre la técnica
de Freud y la de otros analistas, ésta no reside en la
,teoría, pero tal vez sí en ]a práctica, en cuanto no
todos nosotros -o no siempre- damos a este ·hecho
la importancia que tiene, por ejemplo frustrando al
analizado más de lo que para el mantenimiento de la
transferencia positiva es indicado (por una distancia
afectiva mayor de la necesaria, por falta de interpre-
taciones, por interpretaciones parciales en las que los
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 75

aspectos positivos del analizado no son adecuada-


mente considerados, etc.) .
Permítaseme ahora traer a la memoria lo que
Freud pensaba sobre la neurosis de transfe.rencia y
el papel que le adjudicaba en la terapia analítica.
Dice, por ejemplo, en sus "Conferencias" 28 : "Toda
la producción nueva (del paciente) se coloca sobre
su relación con el médico . . . Cuando la transferen-
cia ha adquirido esta importancia, la lab'or con los
recuerdos del enfermo cede en alto grado . . . La
superación de esta neurosis nueva, artificial, es la mis-
ma cosa que la superación de la enfermedad traída
al tratamiento, la misma cosa que el cumplimiento
de nuestra tarea terapéutica. El hombre que en su
relación con el médico se ha vuelto normal y libre
de la influencia de los impulsos instintivos reprimi-
dos, queda así también en su vida privada, una vez
que el médico se ha nuevamente excluido".
Y más adelante dice similarmente: "La parte de-
cisiva de la labor se realiza creando en la relación
con el médico, en la 'transferencia', nuevas ediciones
de aquellos antiguos conflictos, en las que el paciente
quisiera conducirse tal como se ha conducido en aquel
entonces, mientras se lo obliga, por medio de la mo-
vilización de todas las fuerzas psíquicas disponibles,
a una decisión distinta. La transferencia se convier-
te, pues, en el campo de batalla donde deben
encontrai:se todas las fuerzas en lucha entre sí ...
"Toda libido como toda resistencia contra ella es
concentrada en la única relación con el médico ... ·K
Evitándose una nueva represión elimina el enaje..
namiento entre yo y libido y se restablece la unidad
* El texto alemán expresa aun con mayor claridad que
es el médico quien debe llevar a la libido a concentrarse en
Ja relación con él.
76 HÉ!NRICH R.ACKER

psicológica de la persona ..." (las bastardillas son


mías).
}le citado un tanto extensamente estas palabras,
que reproducen la idea básica de Freud sobre el me-
canismo de curación y que datan del año 1916,
porque no raras veces se oye la opinión de que sólo
más tarde se ha dado al análisis de la neurosis de
transferencia la importancia que tiene. Parece que
en la práctica fue efectivamente así, que sólo poco
a poco se ha llevado a la realización aquella idea
básica de Freud, pero he querido dejar constancia
una vez más de que quienes hoy día centran todo el
análisis en la transferencia, realizan lo que Freud
ya en aquel tiempo había descripto como el curso
"idear' del tratarrúento *.
Nuevamente pienso que no hay analista que no
suscriba aquellas palabras (exceptuando el hecho de
que muchos -siguiendo la evolución de las ideas
del mismo Freud- propondrían en lugar de "libi-
do" el término "instintos", y posiblemente todos sus-
tituirían la "represión" por el término "mecanismos
de defensa,,). Sin embargo, existen diferencias im-
portantes en la aplicación de aquel principio básico,
que dependen también aqui de los cuatro factores
antes mencionados (Cap. I), y en especial del dife-
rente "punto de fijación" de los distintos analistas
(o de las distintas Htendencias") en una u otra de
las etapas evolutivas del psicoanálisis.
2) Esto vale particularmente para la dinámica
de la transfeiencia, puesto que Freud mismo ha pa-
·* "Cuanto 1nás coincidan los acontecimientos del trata-
miento con esta descripción ideal --dice Freud después de
las palabras ya. citadas- tanto mayor será el éxito de la
terapia psicoanalítica."
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 77

sado por varias etapas, a través de las cuales ha des-


arrollado su creciente comprensión de la transferen-
cia, enfatizando determinados aspectos en una etapa,
y otros en otra. Entre los varios trabajos en los que
Freud se ocupa de la dinámica de la transferencia, y
en especial de la relación que existe entre transfe-
rencia y resistencia, hay dos que son la expresión
más clara de dos distintas etapas y de dos distintos
enfoques de estos problemas. Me refiero a HLa di-
námica de transferencia" (1912) 2º y "Más allá del
principio del placer" (1920) 30 • En síntesis puede de-
cirse que en el primer trabajo Freud considera la
transferencia preponderantemente como resistencia;
el énfasis está puesto en que la repetición (contenida
en la transferencia) es una resistencia. En la segun-
da obra, Freud considera la repetición como ten-
·dencia del ello núentras que la resistencia proviene
del yo, oponiéndose a la repetición.
¿Cómo se resuelve esta contradicción? ¿Es la
transferencia una resistencia, como Freud afirmó pri-
meramente, o es ella justamente lo resistido, lo recha-
zado, como afirmó más tarde? La respuesta es senci-
lla, pero contiene hechos complejos. La respuesta es
que la transferencia es las dos cosas, es resistencia y
es lo resistido, según cual de los dos aspectos se
enfoque. ·
Veamos primero el concepto más antiguo: la trans-
ferencia como resistencia. Freud se refiere con esto
a la transferencia negativa y sexual y, evidentemen-
te, la experiencia diaria confirma plenamente sus
afirmaciones. Se comprende que "cuando nos acer-
camos (en el tratamiento) a un complejo patóge-
no" 20, por ejemplo al complejo paterno, dudar del
analista (padre) o desear su amor sexual, sirva de
resistencia. Pero detallemos un poco. ¿Resistencia
78 HEINRICH RACKER

contra qué? Freud lo dice: "contra el análisis'', es


decir, contra el hacer consciente lo inconsciente. Lo
dice también, ·señalando que "la idea transferencial
ha penetrado en la conciencia antes de todas las
posibles ocurrencias porque también satisface la re-
sistencia" 20 • Pero Freud lo expresa también así: El
analizado repite en lugar de recordar 23 y creo que
esta formulación se prestó a un malentendido al que
:o:e debieron luego importantes divergencias técnicas.
Lo que Freud señala aquí, es, a mi juicio, la ten-
dencia a repetir inconscientemente ciertos impulsos
"en lugar" de hacerlos conscientes. Pero esto no sig-
nifica que haya una oposición entre hacer consciente
un impulso reprimido en la transferencia y hacerlo
como recuerdo infantil (con tal de que tanto uno
como otro sea vivenciado, es decir que se trate de un
verdadero hacer consciente). Más aún, Freud sub-
raya que muchas veces este hacer consciente no puede
realizarse a través de los recuerdos infantiles sino
s6lo a través de la transferencia, siendo esta última
forma de hacer consciente equivalente a la otra. Pero
parece -y es éste el malentendido al que aludí-
que a veces la transferencia en sí fuera interpretada
como resistencia, en lugar de como resistencia -tal
cual lo señaló Freud- sólo lo que de ella penetró en
la conciencia.
En otras palabras: para Freud se oponían "resis-
tencia" y "hacer consciente lo inconsciente", seña-
lando él como resistencia las ideas transferenciales
superficiales, conscientes. Lo otro, opuesto, era el
impulso inconsciente, independiente de si éste se refe-
ría al analista o al objeto infantil original, ya que,
dada "la ausencia de tiempo en el inconsciente" 23,
el analista y el padre (o la madre) son -para el
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 79

inconsciente- una y la misma persona. Pero creo


-como he dicho-- que esto no siempre fue inter-
pretado de esta manera, y de ahí, en parte que sur-
gieran dos tendencias técnicas divergentes: una que
enfatizaba el recuerdo infantil propiamente dicho
(ya que la transferencia en sí fue considerada como
resistencia) y otra que enfatizaba la revivencia y
conscienciación en la transferencia.
En 1920, en "Más allá del principio del placer"
aclara Freud lo que en aquel primer trabajo tal vez
había quedado aún algo oscuro, señalando que la
transferencia es lo resistido y estableciendo la si-
guiente regla: El médico se pqne del lado del ello
y de su tendencia a la repetición y lucha contra las
resistencias del yo que se opone a la repetición 30 •
Permftaseme ejemplificar los dos aspectos de la
transferencia en cuestión. Si un analizado llega en
el tratamiento a sus sentimientos femeninos, muy
rechazados, frente al analista-padre, y se defiende
con el odio, lo proyecta y surgen desconfianza e ideas
paranoicas frente al analista-padre, estas últimas son
la resistencia (la 'cresistencia de transferencia,,), y los
sentimientos femeninos son lo resistido. Lo que -se-
gún las palabras de Freud- "la cura hubiera de-
seado", habría sido que el analizado recordase sus
sentimientos femeninos hacia el padre y no los repi-
tiese con el analista. Pero no es esta repetición lo
que es "resistencia" sino que estos- impulsos (feme-
ninos) repetidos son expresión del ello resistido. La
resistencia (la "resistencia de transferencia") reside
en la desconfianza paranoica que es efectivamente
"aquella parte del complejo patógeno que penetró
en la conciencia" y esto "porque sirve de resistencia''.
Tengo la impresión -como ya he mencionad<>-
de que estos dos aspectos de la dinámica de Ja trans-
80 HEINRICH RACKER

ferencia, enfatizados por Freud en dos etapas distin-


tas, determinan una parte importante de la diferencia
entre las diversas técnicas con respecto al análisis de
la transferencia. Para un grupo de analistas, la trans-
ferencia es, predominantemente, resistencia. Lo esen-
cial del proceso analítico está en "recordar" la in-
fancia reprimida propiamente dicha, en "llenar las
lagunas mnémicas", y la transferencia es -según la
palabra de Freud- un instrumento para ello. El
peligro de errar está aquí en que el pasado y el pre-
sente analítico no sean vistos suficientemente en su
identidad*. Para otro grupo de analistas, lo esencial
en el proceso analítico está en la transferencia mis-
ma, o sea en la revivencia, debiendo simultáneamente
"impedirse una nueva represión" 28• Extremando algo
los términos, puede decirse que para estos analistas
la transferencia no es un instrumento para hacer
consciente la infancia, sino que la infancia es un
instrumento para hacer consciente la transferencia.
En parte este punto de vista puede también apoyarse
ya en aquel primer trabajo 20, donde Freud afirmaba
que "finalmente todos los conflictos tienen que ser
batallados y decididos en la transferencia" y donde
termina diciendo (al referirse a la utilidad terapéu-
tica de los fenómenos transferenciales de hacer actual
y manifiesta Ja vida instintiva infantil del paciente) :

·X· Dejo aquí de lado otros "peligros" que este enfoque


implica y que han sido ya señalados repetidas veces. Me
refiero en especial al peligro de que el recordar encubra el
revivir (que los recuerdos sirvan de defensa frente a los
conflictos actuales con el analista) y el peligro de que se
disocie el pasado y el presente, por ejemplo en los padres
(pasados) "malos" y en el analista (presente) "bueno",
es decir, que los recuerdos sirvan de vehículo para repetir
antiguas disociaciones (siendo éstas a veces aun apoyadas
inconscientemente por el analista).
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 81

"pues en última instancia nadie puede ser matado


in absentia o in effigie". Aunque infancia y transfe-
rencia son en el fondo una y la misma cosa, la trans-
ferencia es, sin embargo, lo que en el presente vive y
obra, y los recuerdos infantiles son traídos y deben
ser interpretados en función de esta vieja-nueva reali-
dad viviente. Los recuerdos infantiles, además de ser
el instrumento imprescindible para comprender la
transferencia, sirven también para dar a las relacio-
nes transferenciales su verdadero nombre (madre,
padre, etc.), que es de naturaleza histórica; es un
pedazo de verdad, de realidad histórica que sigue
estando presente y que de esta manera es comuni-
cada al analizado. Y last but not least, los recuerdos
infantiles son un instrumento esencial para poder
HJimpiar" las vivencias transferenciales de ciertos
aspectos de su carácter de realidad que frecuente-
mente tienen para el analizado. El peligro de errar
es, en este grupo de analistas, el de pasar por alto el
carácter resistencia! de determinadas situaciones trans-
ferenciales.
En resumen: La terapia analítica se centra en el
análisis de la neurosis de transfer.encia. La diferencia
de las opiniones teóricas con respecto a la dinámi-
ca de la transferencia -muy importante por su in-
fluencia sobre la práctica- puede resolverse con una
síntesis de los distintos enfoques de Freud, que puede
formularse así: La transferencia es resistencia y es
l(J resistido, o sea, el analizado repite defensas infanM
tiles (que son las uresistencias de transferencia") para
no hacer consciente situaciones infantiles de angustia
y dolor que está por revivir en la transferencia 68 •
Tal vez podrla aqul dar por terminado este capítulo
sobre la dinámica de la transferencia. Sin embargo
quisiera volver aún a dos puntos que quizá no hayan
HEINRICH RACKER

quedado suficientemente aclarados. Al hacerlo no


podré evitar algunas repeticiones.
a) Al hablar de los dos enfoques técnicos, me re-
ferí a dos peligros de errar distintos. En el primer
enfoque se trataba del peligro de que el pasado y el
presen.te analíticos no sean vistos suficientemente en
su identidad. Me refiero con esto a la errónea idea
con la que a Veces nos encontramos, de que lo más
rechazado sea el recuerdo del pasado (en un sentido
histórico), siendo, en realidad, idénticos el pasado y
el presente rechazados. El término "recordar" de
Freud es aquí -repito- equivalente al "hacer cons-
ciente". Por ejemplo, si una analizada desea tener
relaciones sexuales con el analista, ella repite este
deseo no "para no recordar" su deseo sexual hacia
el padre (ya que esto es lo mismo) sino que Jo repite
en lugar de "recordar,,, por ejemplo, ciertos aspec-
tos de su situación de "tercera excluida". El deseo
sexual "ha penetrado en su conciencia porque Sirve
de resistencia"; lo resistido puede ser la vivencia de
escena primaria con las angustias paranoides y de-
presivas inherentes. El "enamoramiento" aparece,
pues, a· veces efectivamente como "resistencia", pero
no contra el recuerdo de algo "pasado" sino contra
algo que nunca ha llegado a ser "pasado", .o sea
contra Ja conscienciación y vivencia "de una parte
dolorosa y gravemente reprimida" 26 de Ja persona-
lidad psicológica y de la vida, que exist!a y existe en
igual forma en el pasado y en el presente. ·
Ilustrando las transferencias que son movilizadas
por ser aptas para servir de resistencia, Freud cita
los casos que empiezan su tratamiento diciendo que
no se les ocurre nada, por ejemplo "mujeres que se~
gún el contenido de la historia de su vida están
preparadas a una agresión sexual" u "hombres con
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 83

una homosexualidad excesiva reprinúda .. ." 23• Pien~


so que el proceso dinámico inherente podría ser, en
el caso de la mujer, que -por ejemplo-- los deseos
edipicos transferenciales fueran rechazados a través
de la idea: "no soy yo quien tiene estos deseos sino
que es el padre-analista quien quiere violarme". Y
en el caso del hombre, por ejemplo: "yo no soy
hombre-rival del padre-analista, sino que soy una
mujer y deseo el pene del analista". Es decir, las fan-
tasías transfere.nciales que se prestan a la resistencia
son movilizadas contra las fantasías transferenciales
rechazadas (temidas) . La transferencia es, pues, re-
sistencia y lo resistido.
El otro peligro de errar -en el otro enfoque téc-
nico- era, a mi juicio, el de pasar por alto el carácter
resistencial de determinadas situaciones transferencia~
les. Es sabido, por ejemplo, que la analizada trans-
fiere a veces sobre su analista~hombre la imago ma#
terna para defenderse de la transferencia paterna o
viceversa; o que ve en el analista un hombre. viejo
(aunque lo sea) para defenderse de la imago paterna
joven y atrayente; o que el analizado ve en su ana-
lista-mujer la madre-bruja para defenderse de sus
impulsos edipicos hacia ella, etc. Es sabido todo esto
y sin embargo, la observación sugiere insistir aún
en ello.
Llama también la atención cómo -en los últimos
tiempos y especialmente en los trabajos de algunos
grupos analiticos-- el concepto de la transferencia
como resistencia y el correspondiente térntlno "resis...
tencia de transferencia" se han vuelto más y más
raros. Este hecho tiene cierta similitud y también
parentesco interno con un fenómeno que puede oh~
servarse (aunque con menor intensidad) en otro
campo sumamente importante de la investigaci6n
84 HEINRICH RACKER

analítica: los sueños. Permítaseme aquí una breve


digresión que se justificará por el hecho de que Ja
analogía con el sueño nos ayudará en la elabora-
ción del problema que estamos tratando. Además,
señala un punto importante en la técnica interpre-
tativa de los sueños. Me refiero a que, a veces, puede
observarse cierta tendencia -y esto a pesar de todas
las advertencias de Freud- a contentarse con la
interpretación del conflicto contenido (en forma des-
figurada) en el sueño manifiesto y a despreocuparse
de la dinámica profunda del sueño, es decir, del
origen del conflicto manifiesto en un conflicto la-
tente. Tomemos, para aclararlo, el siguiente ejem-
plo. Un analizado sueña que entra en una gran
librería. Ve alU con sorpresa a su mujer y detrás
de ella a un hombre que la abraza por atrás, tomán-
dole los pechos. El analizado siente intensos celos.
La interpretación del conflicto contenido (en forma
desfigurada) en el sueño manifiesto es la siguiente *:
la gran librería es el consultorio del analista, repre-
sentando los muchos libr9s la supuesta riqueza en
conocimientos del analista. La mujer representa Ja
parte femenina del analizado. Al ver cómo su parte
femenina se deja abrazar por el analista, el anali-
zado -en su parte masculina y rival del analista-
se vuelve intensamente celoso. Supongamos que esta
interpretación sea --como yo creo- exacta. Sin
embargo lo esencial, la dinámica del sueño, falta
aún en esta interpretación. Pues cada sueño es "una
tentativa de satisfacer un deseo", o en otras palabras,
es una tentativa de defenderse de una situación de
* Esta interpretación se basa, naturalmente, en una se~
rie de asociaciones que no puedo reproducir aqui. IIe ex~
puesto un análisis más detallado de este sueño en otro
trabajo. (Véase Estudio IV de este libro).
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 85

frustraci6n, es decir, de dolor o angustia. En el caso


expuesto, esta situaci6n latente era un sentimiento
de culpa proveniente de la sesi6n analítica anterior,
debido al intenso cierre afectivo del analizado frente
al analista (que había sido el tema principal de
aquella sesi6n). Este cierre afectivo era constituido
por un mutuo abrazo interno entre su parte feme-
nina y masculina (una posici6n ((narcisista" similar
a sus fantasías masturbatorias). Era bajo la presión
de este sentimiento de culpa e "intentando satisfacer
el deseo" de recuperar al padre-analista, que el ana-
lizado fantaseaba en el sueño la entrega de su parte
femenina (su mujer) al analista.
Volviendo al tema de la transferencia: ¿qué es,
dinámicamente, la transferencia actual de este ana-
lizado? ¿Es resistencia o es lo resistido? Es lo uno
y lo otro, según a qué aspecto de su transferencia
nos referimos y en qué momento. Si nos referimos
a su cierre afectivo, estamos ante una resistencia (la
"resistencia de transferencia"), y si nos referimos a
sus sentimientos femeninos estamos ante lo resistido.
Por otro lado, _en el sueño -y análogamente a veces
en la situaci6n analítica- el cierre afectivo y el sen~
timiento de culpa inherente son lo rechazado, y la
entrega femenina es la defensa, la "resistencia de
transferencia". Debe, pues, tenerse siempre en cuen-
ta (lo mismo que en la interpretación de Jos sueños)
la doble naturaleza de la transferencia, su contenido
manifiesto y su contenido latente.
b) Las diferencias técnicas señaladas se apoyan,
creo, en ciertas dudas de Freud mismo, que se ex-
presan en algunas oscilaciones en sus afirmaciones
o corisejos prácticos. Dice, por ejemplo, por un lado:
"La labor terapéutica se divide, pues, en dos fases:
en la primera toda la libido es empujada de los sin-
86 HEINRICH RACKER

tomas hacia la transferencia y es concentrada en


ésta; en Ja segw:¡da es realizada la lucha por este
nuevo objeto y fa libido es liberada de él" 28• Y por
otro lado dice: "El médico se ha esforzado en limi-
tar lo más posible el alcance de la neurosis de trans-
ferencia,: en concentrar el máximo posible en el re-
cuerdo y en admitir el mlnimo posible a la repeti-
ción" 80 (las bastardillas son núas). Estas oscilaciones
tiene;rr- _posiblemente, en parte, raíces emocionales,
sea que Freud deseaba ahorrar al paciente la plena
intensidad y violencia de la repetición de la infan-
cia;· o sea que un rechazo inconsciente de· una intensa
cárga contratransferencial (la que constituye una
-respuesta inevitable a una intensa vivencia transfe-
·rencial) lo haya llevado a la tendencia de limitar la
neurosis de transferencia *. Además, debemos tener·
presente la oposición del mundo externo a las trans•
ferencias analíticas. Esta oposición tenia que· a~en~:
tat el ·sentimiento de culpa edípico de Freud al reo ·
producir "el crimen edípico'', especialmente·: de·· :Stis
pacientes -femeninos, en la transferencia. Podemos,
pues, suponer que al no intexferir estos Jitctói'éS étri.~ ·
cionales y ambientales, la posición de F'reud· en favor
de la centralización del análisis en Ja.neürosiS!lle trans-
ferencia (en el "aquí y ahora") se habrfa:expresado
en forma aun más inequívoca.
En conexión con esto debe señalarse nuevamente
que, en último análisis, .también.· ·todó ~- "recordar'~-
* Compárense Jas siguientes· Patabi-ü·'eil uM;á.S··auá del
principio· del placeF': ~'El ·paciente·- está :'foiiadó;·,,a:· ·repetir
lo. reprimido como vivencia. pfesente, en: :lugar_·:de. recordarlo
como parte del pasado, co.mo preferf:ría _el .-wédic.o.'.'- Lu_~go,
habla de "esta reproducci6~" c::oi;no_ ,apa,rece con ind~s_eaJ.a ..
fidelidad y continúa _diciendo:_·~ "~or. lo· general_ :el· niédiCo_:
no puede ah01Tarle al analli:a:dO '·esta> fase del· tratan'iien~
to ... " (las bastardillas son mías)ªº•''
ESTUDIOS- SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 87
representa al mismo tiempo una determinada rela-
ci6n transferencia!, y todo rechazo del recordar re-
presenta el rechazo de una determinada relaci6n
transferencia]. Tomemos, por ejemplo, el caso de
un analizado que recuerda su tendencia a robar las
mujeres de otros hombres, o recuerda su masturba-
ción -infantil que tiene un contenido análogo. En
ambos casos es, en su fantasía latente, al padre-
analista a quien ha robado en esta forma, o a quien
nuevamente quiere robar. En Jugar de admitir esto
en su conciencia, fantasea luego conscientemente que
el analista quiere sacarle su dinero. Esto es la "re-
sistencia de transferencia" contra aquel "recordar"
(es decir, contra la conscienciación del robo desea·
do o cometido contra el padre-analista), siendo cla-
ramente este "recordar" la otra situación transfe-
rencia] (la rechazada) .
3) Quisiera ahora volver a un aspecto especifico
del análisis de la transferencia que antes s6lo he
podido mencionar. Decía que para el segundo gru-
po de analistas lo esencial es Ja relaci6n. con el
analista, convirtiéndose para ellos los. recuerdos in-
fantiles surgentes -desde un punto de vista diná-
mico- en una función de la transferencia, por ejem-
plo en una· alusión a ésta, en una "par~bola" 4ª o en
iecuetdos encubridores "retrógrados" 2 *. Al mismo
tiempo· estos analistas enfatizan (implícita o expl!-
citamente) ·que la conducta del analizado, aunque
* Según Freud 16, los recuerdos encubridores "retrógra-
dos" son aquellos recuerdos infantiles que esconden viven-
cias ult8ri'ores o presentes, obedeciendo su aparición a los
mismos procesos y · fines que Ja aparición de los recuerdos
encubridores ~'anticipantes" que esconden vivencias ante-
riores (formaciones transaccionales análogas· a los sueños,
síntomas .neuróticos, etc.).
88 IiEINRICH RACKER

se basa en fantasías· del pasado, se convierte en una


realidad, la que a su vez- Crea problemas y ~onflictos
que, en uno de sus aspectos, son igualmente reales.
También esto es, en pri_ncipio, reconocido por todos,
pero creo que ell su aplicaci6n existen nuevamente
diferencias importantes, dependientes, ~nte todo, de
"conceptos secundarios". Quisiera citar un ejemplo
que -al mostrar el cambio de un enfoque por otro--
ilustra un aspecto de estas diferencias.
Un analizado cuyo síntoma principal era su in~
tensa desconexión afectiva de los objetos, trae el si~
guiente sueño: Entro, junto con mi madre, en una
habitación en la que está mi padre. Tengo abrazada
a mi madre. Mi padre la mira· severamente, como
enojado, porque ella había llegado tarde. Yo la quie-
ro proteger con mi abrazo. El padre representaba al
analista, frente al cual el analizado se conducía co:
mo en el sueño manifiesto, es decir, manteniendo
su parte femenina (los sentimientos libidinales hacia
el padre, representados por la madre) "abrazada"
hacia él mismo. (Subyacía el temor de ser expuesto,
en Ja transferencia, a la escena primaria.)* · Este
"abrazo" era el fondo inconsciente de su desconeR
xi6n afectiva en su relación con el analista. Se comR
prende también que la conducta del analizado en
el sueño manifiesto era una representación suavi-
zada de su masturbaci6n edípica. Desde hacía mucho
el analizado había tenido la sensación de que sus
sentimientos de culpa a causa de su masturbación
infantil habían sido decisivos para su enfermedad.
En etapas anteriores de su análisis habíamos bus-
cado repetidas veces y con poco éxito sus fantasías
masturbatorias reprimidas, mientras el analizado
-como comprendimos por el sueño citado-- las ac-
·* Véase nota al pie, pág. 80.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 89

tuaba al mismo tiempo en la realidad de su conducta


frente a ml. (Buscábamos el mosquito y dejamos
pasar el elefante.) Pues durante todo este tiempo él
tenía "abrazada" a "su madre" internamente, man-
teniéndome afectivamente lejos de ella, en la situa-
ción del "tercero excluido", al impedir que la madre
(su parte femenina) me amase y ligándola a él
mismo. En este sentido, sus sentimientos de culpa
y angustias persecutorias consecutivas ya no eran
simplemente "transferidos,, y simplemente "fantasías
irreales", puesto que me trataba realmente "mar',
me excluía, en parte, realmente, y se encontraba
psicológicamente, en efecto, en "masturbación" más
o menos continua frente a mí. Lo que había comen-
zado, en el fondo, con una fantasía, se convirtió lue-
go, en parte, en una realidad. A esto correspondía
también la reacción contratransferencial, la cual
-también en parte- consistía en un cierto disgusto
o "enojo", tal como el analizado lo intuía en el sue-
ño. Si el analista no niega ante sí mismo tales
reacciones contratransferenciales, éstas pueden con-
vertirse en una importante llave para la captación
de las situaciones transferenciales.
La transferencia es una realidad constante que
empieza aun antes de la primera entrevista, es com-
pleja y en parte neurótica desde el primer dla, por
lo que algunos grupos de analistas analizan· la "neu-
rosis de transferencia" desde el comienzo del trata-
miento y ·con plena continuidad. En grado creciente
nos hemos dado cuenta también de que el analizado
actúa asociando 1• 24 • 57• 65• 75, por lo que -para com-
prender la transferencia- nos interesa siempre más,
no s6lo lo que dice el analizado, por qué lo dice y
cómo lo dice, sino también cuándo y para qué lo
dice. He citado antes a una analizada que traía mu-
90 HEINRICH RACKER

cho material, "sin interrupción" ("daba mucho" y


no quería recibir nada de la analista) , para demos-
trar de esta manera que ella no habla robado ni
habla venido para robar (Cap. II, 2) • Esto era el
significado inconsciente de lo que hacía asociando,
mientras que el contenido inconsciente de sus asoM
ciaciones se refería en gran parte a los robos come-
tidos. Estas eran sus "viejas fantasías" que volvie~
ron a aparecer en la transferencia, siendo usadas
para expresar -por medio de la acción: el dar
mucho- su "nueva fantasía" transferencia! que conM
sistía, ante todo, en no volver a Ser ladrona 65• Se
ha llegado así a diferenciar en la "transferencia to-
tal'' diversos aspectos, como por ejemplo los recién
citados, o lo que en ella proviene del pasado, de lo
actual y lo que es dirigido hacia el futuro 70• Hemos
progresado también, creo, en nuestra comprensión
con respecto al movimiento mental o la secuencia
del material asociativo (además de su contenido in-
consciente) y su relación. con la transferencia. En
la misma línea está el aumento de nuestra atención
a los roles que el analizado desea sean aceptados
y realizadas por parte del analista, según las imagos
que éste represeI)ta para el analizado según sus aso-
ciaciones latentes· y coinuniCadas; y según las atigus-
tias, las necesidades de defensa y los deseos que estas
imagos provocan en él.... · ·
La enseñanza de Freud de que el proeeso de cura-
ci6n consiste esencialmente .. en una transfonllación
de la relación instintiva y afectiva del analizado. con
el analista ha sido asimil;>.da en grado creciente y
las interpretaciones son dirigidas cada vez más a los
conflictos transferenciales. Creo qu_e esto es cierto,
en términos generales, para todos los analistas, aun-
ES1'.1JDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 91

que con variantes, según el grupo y el individuo


de que se trate. Siempre aceptamos más que, en el
inconsciente, el analista es el centro de todo el amor
y odio, angustia y defensa del analizado, y llegamos
así a la conclusión de que todas las dificultades del
analizado, todos sus sufrimientos y angustias, tienen
su base, durante el tratamiento, en la transferencia*,
Esto es cierto aun donde el analizado, en sus pen-
samientos conscientes Y sus comunicaciones, nos deja
de lado; en tal caso -le señalamos este rechazo, sus
motivos y mecanismos, hasta que el analizado tome
nuevamente contacto con el analista, es decir con-
sigo mismo, con la fuente de su vida, su libido y lo
que va u'nido a ésta, sus .objetos _primarios.
4) Basados en este conocimiento muchos analis-
tas, pues, centran activamente la interpretación en
estos problemas, tal .como Freud lo indica 28• Los
conflictos del analizado con otros objetos ("extra-
tr~sferenciales"-) son f_recuentemente interpretados
como conflictos entre partes del propio yo (y el ello) ,
o bien como copflictos con el analista. Pero l0:s con-
flictos entre partes del· propio yo también están siem-
p~e. relacipnado~--· COIJ.. Ja_ tra.nsferenci~, puesto que
simultáneamente una. de las partes propias e.s siempre
proyectada.· (m;Ínifiesta o ..Jaten temente) s9bre el ana,
lista. Esto significa que también los conflictos con el .
analista -~- ..~<?lo .son ,c_onfli.~tos COIJ. una imago de _
objeto, sino tanibién conflictos con una parte propia ·
(una ~go qel yo), y debe.n ser analizados como
tales s, 43, .47! ~s, s1.

* 'N3.tti'.rahriente, esto no· signifiCa que subestimamos las


fuentes· actUales ( "extratransferenclales") de .s'us si.ifiimien~
tos Y- angustias. Me referiré a continuaci6n a la relación
e11:tre ~o uno .y lo otro -(entre transferencia y realidad ex.
te:rna, et_c).
92 HEINRIGH RACKER

Quisiera ilustrarlo. Las asociaciones de aqueUa


analizada que temía ser juzgada y rechazada como
ladrona por su analista (mujer), mostraron que ésta
representaba a su madre, a la que ella había vaciado
en sus fantasías infantiles. Pero el rechazo por parte
de la imago materna (supery6) era en última ins-
tancia -como ya he destacado en otro ejemplo- el
rechazo que su propio amor por la madre efectuaba
contra la parte ladrona. (Con mayor precisión habría
que decir: es la parte del yo representante del' amor
de la niña por su madre que, al percibir a la parte
ladrona, reacciona con angustia y agresión contra
ésta). La analizada equipara --o "identifica"- a su
parte cariñosa con la imago materna (la analista),
ya que es la parte que se identifica cariñosamente
con la madre. Además, también en otro aspecto el
objeto era "una parte de su propio yo (y ello)''. La
imago de la madre-analista rica (a Ja que ya se diri-
gían sus impulsos de robo) s6lo en parte provenía de
la diferencia real que en la infancia había existido
entre los poderes de la niña y los de su madre; por
otra parte provenía de las fantasías que sobre estos
poderes habían surgido a causa de las frustraciones
y gratificaciones experimentadas. Y finalmente, eran
los sentimientos de culpa y las angustias persecutorias
debidos a los robos intencionados o "realizados", los
que llevaron a la niña a ceder lo suyo, a entregar sus
riquezas (potenciales) a la madre, a "Jlenarla", de
lo cual surgía una madre inmensamente rica, una
imago idealizada. En la transferencia, al colocar en
la madre~analista su propia parte cariñosa y al que~
darse ella con su parte ladrona rechazada por aqué-
lia, sucede algo similar: pues elia "cede" nuevamente
su parte buena y se queda con su parte mala. Recha-
zos, críticas y prohibiciones reales por parte de la
ESTUDIOS SOilRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 93

madre desempeñan un papel decisivo en la configu-


ración psicológica final, pero más como factores que
desencadenan, intensifican, confirman o niegan aque-
llos procesos endopsíquicos que como causas propia~
mente dichas 46•
La transferencia aparece, pues, no sólo como re-
lación de objeto, sino también como relación entre
partes del yo, lo que implica una mayor o menor di-
Sociaci6n del analizado en la transferencia. He recal-
cado ya anteriormente la importancia de devolver
continuamente al analizado, a través de la interpre-
tación, las partes del yo colocadas en el analista, y
de elaborar y rectificar así la disociación.
En el ejemplo anterior, la disociación se refería a
la '~parte buena" y a la "parte mala". En forma aná-
loga son disociadas --con un significado parecido,
pero no idéntico-- la parte sádica (victimaria, cul-
pable) y la parte masoquista (victima, inocente), o
la parte masculina y la parte femenina, y colocada
en el analista la una o la otra. Citaré aún un breve
ejemplo. Un analizado sueña que tiene un coito per
anum con una mujer. La situación latente de este
sueño era la situación transferencial actual, en la que
el analizado estaba angustiado ante sus fantasías ho 4

mosexuales hacia el analista. Había puesto en el ana-


lista su propia parte masculina (en un aspecto se la
había cedido, renunciando él a ella por sentimientos
de culpa) y se defendía de esta angustia recuperando
en el sueño manifiesto su parte masculina y poniendo
fuera su parte femenina, en la mujer con la que
cohabita per anum. En la transferencia, y bajo la
presión de la misma angustia, intentaba a veces colo-
car su parte femenina en el analista, tratándolo psi-
cológicamente como trataba a la mujer del sueño
físicamente.
94 HEINRICH RACKER

Quisiera aún recalcar que la interpretación de los


objetos (analista, objetos externos) como partes del
yo (y ello) no desplaza de ninguna manera la inter-
pretación en términos de objetos y de la realidad
externa, sino que la complementa. El énfasis en aqué-
lla se debe a que representa, en ciertos aspectos, una
aportación nueva (ante todo de W. R. D. Fairbairn
y de M. Klein) a la interpretación de la transferen-
cia y de la realidad externa.
La interpretación de los objetos como partes del
yo incluye, pues, a los objetos reales. Los con-
flictos con ellos son, en el fondo, conflictos del su~
jeto consigo mismo. I¿as relaciones de objeto '1 con
el destino son, en su aspecto psicológico básico, una
disociación (normal o patológica) del yo, y la tarea
del analista es, bajo este enfoque, mostrarle al ana~
!izado que su mundo afuera y su mundo adentro son
una misma cosa, tratando así de unirlo a la vez con
sus objetos y consigo mismo 12•
Pero también el aspecto inverso, o sea la determi·
nación de las relaciones del sujeto consigo mismo por
las relaciones con sus objetos, es de suma importan-
cia. Por ejemplo, la relación del varón con su padre
(analista) detenninará su relación consigo mismo
como hombre; su relación con los padres unidos (en
el pasado y en la transferencia) detennioará su pro-
pia capacidad de unión afectiva y sexual, etc. 51 La
cuestión técnica de cuál de los aspectos mencionados
de estas interrelaciones debe ser interpretado (prime-
ramente) -por ejemplo, si en una detenninada si-
tuación transferencia! debe interpretarse la corres~
pondiente relación de objeto infantil o la relación
con una parte del yo- se resuelve mediante las
reglas técnicas ya establecidas, como la que indica
interpretar primero lo que es más próximo a ]a con-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 95

ciencia y vivencia del analizado, etc. Pero en realidad,


estos ya son detalles en cuya discusi6n no puedo
entrar aquí.

V. La contratransferencia

Me he referido a la contratransferencia en términos


generales al hablar de "la posici6n básica del analista
frente al analizado" (Cap. II), y me ocuparé ahora
de algunos de sus aspectos especificos. Hubiera que-
rido tratarla junto con la transferencia, puesto que
transferencia y contratransferencia representan dos
componentes de una unidad dándose vida mutua-
mente y creando la relación interpersonal de la si-
tuación analítica. Sin embargo, razones de exposi-
ción aconsejaron ocuparse primero de la transferen-
cia separadamente. Tendré, pues, ahora que decir lo
que antes tuve que dejar de lado con respect-0 a
esta interrelación.
Debo aún anticipar que trataré este tema en forma
un tanto distinta de los anteriores. La causa está en
que la contratransferen_cia como objeto de investí..
gación tiene una historia bastante diferente de los
demás temas. · Durante casi cuarenta años, desde que
Freud mencionó por primera vez la contratransfe-
rencia 19, se había escrito muy poco sobre este tema,
por lo que resulta difícil comparar al respecto la
"técnica clásica" con las "técnicas actuales". Por otra
parte, los trabajos sobre contratransferencia --que en
los últimos ocho o diez años se han vuelto frecuentes
y profundos- provienen de todos los grupos analí-
ticos actuales, y aunque enfocan diferentes aspectos
y hablan un lenguaje un tanto distinto, es por ahora
problemático diferenciar nítidamente distintas "ten..
96 HEll\'RICH R.ACKER

dencias" al respecto. De ahí que la diferencia princi-


pal está entre antes y ahora y consiste en un incre-
1nento más o menos general de toma de contacto
con los fenómenos y problemas de la contratransfe-
rencia 36, a1, ao, 42, 45, ss, ao, 62, 66, 10, ns. s1, s2. Por lo tanto
me limitaré a señalar una serie de progresos que
úJtin1amente se han hecho en este campo de inves-
tigación.
1) Dijimos antes que los analistas han asimilado
paulatinirnente la enseñanza del significado central
de Ja transferencia y están en el camino de su plena
realización. En cuanto aceptamos que la relación
del analizado con el analista es, desde el punto de
vista técnico, lo esencial, tenemos que adjudicar sig-
nificado central también a la contratransferencia, por
varios motivos 10, pero ante todo porque es a través
de ella que sentimos y podemos comprender lo que
el analizado siente y hace en relación con el analista
y lo que siente y hace frente a sus instintos y senti-
mientos hacia el analista. De aquí que la intetpre-
tación principal -la interpretación transferencial-
está íntimarµente conectada con la contratransfe-
rencia.
La realidad constante de la transferencia es res-
pondida por la realidad constante de la contratrans-
ferencia, y viceversa. L~ transferencia lleva a una
conducta real frente al analista y su labor, el cual -ya
por los significados que para él tienen su propia
persona, su labor y los sentimientos y actos del ana-
lizado hacia éstos- responde con sentimientos, angus-
tias, defensas y deseos igualmente reales. Este sólo es
un aspecto de la interrelación entre transferencia y
contratransferencia y me referiré más adelante a
otros. Pero he destacado ya aqtÚ estos hechos para
ESTUDIOS SODRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 97
oponerlos a la resistencia que --aunque muy disminu-
ida- aún subsiste en reconocer los procesos contra~
transferenciales en toda su universalidad y alcance.
Es por otra parte evidente cuán importante es que
el analista, si quiere "liberar al paciente de sus re-
presiones en sus relaciones con el médico" 28 , esté
dispuesto a aceptar plenamente no sólo la vivencia
transferencial sino también la correspondiente viven-
cia contratransferencial; a aceptar ambos "libre de
represiones". La respuesta interna "total del analista
es, como ya ha señalado Freud, decisiva para la com-
prensión e interpretación de los procesos psicológicos
del analizado.
En los estudios sobre contratransferencia se han
hecho diversas diferenciaciones referentes a los múl-
tiples aspectos que contiene. Ya en relación con lo
recién expuesto pueden diferenciarse dos aspectos de
la contratransferencia. Tomemos por ejemplo el caso
de un analizado muy bloqueado en sus afectos frente
al analista. El analista vivencia esto en su contratrans-
ferencia como frustración y obtiene de ello su próxi-
ma interpretaci6n de la presente relación de objeto
transferencia! del analizado. Pero la frialdad del ana-
lizado fácilmente pudo haber "enfriado" al analista
y, en tal caso, también su intepretación será fría, a
menos que sepa liberarse del círculo vicioso en el
que el bloqueo afectivo del analizado (junto con la
propia disposici6n del analista al bloqueo) amenazan
encerrarlo. Sólo en la medida en que el analista
esté "libre de represiones" podrá suplir -con la vida
de sus propias ocurrencias y el calor de sus senti-
mientos--- lo que el analizado babia reprimido o blo-
queado. Los dos aspectos de la contratransferencia a
los que me he referido son, pues, por un lado, la
respuesta contratransferencial a la transferencia mani·
98 IiEINRICH RACKER

fiesta y actual, y por el otro, la respuesta contratrans-


ferencial a la transferencia latente y potencial, pero
reprimida o bloqueada.
Se ha diferenciado también una parte de la con-
tratransferencia que resulta de la identificación del
analista con el yo y ello del analizado ("identifica-
ción concordante"), y otra parte que resulta de la
identificación del analista con los objetos internos del
analizado ("identificación complementaria") 70• Es
especialmente esta última la que implica el peligro
de que el analista entre en el circulo vicioso en el
que a veces el impacto de la transferencia amenaza
encerrarlo, en especial al provocar Ja contratransfeH
rencia negativa. Lo evita guardando distancia de sí
mismo, manteniendo libre y aparte la contratransfe-
rencia positiva Sublimada, gracias a la comprensión
de todo este proceso que se desarrolla entre la trans-
ferencia y contratransferencia profundas, y más que
nada entre la neurosis de transferencia y la neurosis
de contratransferencia. Pero ya me he referido a esta
"doble vida" que debe, llevar el analista, a esta "di~
sociación sana" y a la regla técnica (análoga a la
que rige para el analizado) que le indica al analista
dividir su yo en uno vivencia}, irracional y en uno
racional, observador.
Similar a la tendencia de transformar Ja situaci6n
analítica de predominantemente "monólogo" en diá-
logo, puede observarse, pues, una tendencia de exten-
der la atención del analista, dirigido anteriormente
casi con exclusividad (a juzgar por la bibliografía)
a las vivencias del analizado, más· y más también a
las vivencias del analista, y de considerar el proceso
analítico, si se permite esta expresión, no más como
"monopatía" sino como "diapatía" o "bipatía".
Debe recalcarse, en este contexto, que la percepción
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 99

de la contratransferencia no sólo puede indicar el


conflicto central del analizado en sus relaciones de
oh jeto transferenciales, sino también señalar las reac-
ciones de sus objetos internos, dentro y fuera de él,
y en especial las de la imago colocada en el analista,
a la que el analizado luego introyecta. La importan-
cia fundamental de la introyección del analista como
objeto bueno -"libre de angustia y de enojo"- en
el yo y en el superyó ha sido destacado repetidas
veces 43 • 80• Pero tal introyección sólo puede realizarse
si el analista siempre de nuevo reconoce, domina y
utiliza su contratransferencia para la comprensión de
la transferencia, superando su contratransferencia ne-
gativa y sexual, la que, como respuesta espontánea
a la transferencia negativa y sexual, es inevitable, en
cuanto el analista se identifica realmente -como en
parte debe- con el objeto transferido.
Con la extensión de la atención a la contratrans-
ferencia se ha contribuido a un mayor conocimiento
de las relaciones del sujeto con sus objetos internos
y externos y de las relaciones de éstos con el sujeto,
intensificándose así también el contacto y la comuni-
cación del analista con la realidad interna del ana-
lizado.
2) La evolución de la posición del psicoanálisis
frente a la contratransferencia y la evolución de su
comprensión, desde que la señaló Freud ( 1910),
puede verse en varios aspectos. Fue a causa del des-
cubrimiento de la contratransferencia que Freud acon-
sejó el análisis del futuro analista. Pero en aquel
tiempo Freud hablaba de los médicos (candidatos a
analistas) como personas "prácticamente sanas" 21 y
el análisis duraba unas semanas o unos meses. Hoy
día oscila entre cuatro y diez años o más, y nosotros
100 HEINRICH RACKER

sabemos que aun después distamos de ser "práctica..


mente sanos". Correspondientemente, renunciamos
poco a poco a subrayar las diferencias entre transfe..
rencia y contratransferencia -las que evidentemente
existen e importan sobremanera- y tendemos a ver
también las analogías y correspondencias entre las dos.
Puesto que se ha hecho el estudio de la transferencia
en una forma mucho más detenida, lo que de ella
hemos llegado a saber nos puede ser útil en el estudio
y la comprensión de la contratransferencia. Conside-
remos, pues, algunos de estos paralelos.
El papel básico que desempeña la transferencia
positiva en el proceso psicoanalítico consiste en que
suministra la energía necesaria para la colaboración
del analizado, es decir la energía para ver el incons-
ciente, superando las resistencias. Análogamente, la
contratransferencia positiva desempeña un papel báM
sico, suministrando la energía necesaria para ver el
inconsciente del analizado (= del .propio analista),
superando el analista sus contrarresistencias. Así
como -a través del tratamiento analítico- la fe del
analizado en el analista muestra su origen en el amor,
puesto que el analizado presta oído al analista sólo
mientras se mantiene su transferencia positiva 28 , así
también, en el caso del analista, la comprensión
muestra su origen en el amor, puesto que el analista
se identifica con el ello y yo del analizado sólo mien-
tras se mantiene su contratransferencia positiva.
Así como Ia transferenda negativa o sexual per~
turba Ia colaboración del analizado, así también la
contratransferencia negativa o sexual perturba la
comprensión del analista, y necesita por este motivo
ser constantemente analizada y disuelta. Esto es eviM
dente. Menos manifiesto pero igualmente importante
es el hecho inverso, o sea que Ja contratranst'erencia
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 101

negativa y la sexual pueden ser la consecuencia de la


comprensión perturbada del analista, por ejemplo
al fallar su "identificación concordante" por falta de
integración propia, es decir por contrarresistencias 70 •
Existe, pues, una analogía con la transferencia nega-
tiva y sexual, en cuanto ésta surge igualmente --en
uno de los aspectos de su dinámica- por resistencia.
Hemos visto, por otro lado, que la transferencia es
también lo resistido y vuelve por "compulsión a la
repetición'', o en otros términos, porque existen en
cada persona una determinada constelación interna
que contiene determinados impulsos, objetos, angus*
tias, defensas, etc. Todo objeto externo real adquiere
el significado de una u otra parte del yo (y ello) a
de uno u otro de los objetos internos, dependiendo
este significado de aquella disposición "constelacio-
nal" del momento y de las características reales del
objeto externo. Parecidamente, también la contra-
transferencia es, en ciertos aspectos, lo resistido, vuelve
por "compulsión a la repetición", o sea porque es la
expresión de la constelación interna del analista,
estimulada por el analizado, quien representa para
aquél una u otra parte de su yo (y ello) o uno u
otro de sus objetos. Análogamente a la "neurosis de
transferencia", existe también, a juicio de algunos
analistas, una "neurosis de contratransferencia" 66 ,,
aunque por lo general con intensidad mucho menor
a aquélla. Se debe a que la identificación con Jos
objetos transferidos (y, en menor grado, con el yo) del
analizado implica la vivencia de las angustias y de-
fensas patológicas de estos objetos. Por ejemplo, una
conducta perversamente agresiva de un analizado
(aun frente a un objeto "extratransferencial") pro-
voca -creo, normalmente-, por la identificación
del analista con este objeto, cierto grado de angustia
102 HEINRICH RACKER

persecutoria y agresión reactiva. Estamos al respecto


de acuerdo con Nestroy (el escritor austriaco del
siglo pasado) , quien decía: "El que en ciertas oca-
siones no pierde la razón, demuestra no tener nin~
guna para perder." Admitimos, pues, que a veces la
perdemos, no del todo, pero suficientemente como
para percibir y di3.ocrnosticar el proceso contratrans-
ferencial patológíco, y para utilizar luego -después
de haber dominado el impacto- esta percepción para
el análisis de los procesos transferenciales del anali-
zado. Así, pues, corno la transferencia negativa y
sexual y la neurosis de transferencia no son sólo "re-
sistencia" sino que traen de vuelta las ·situaciones
infantiles más importantes, convirtiéndose por lo tanto
en el tema principal del análisis, asi también la
contratransferencia negativa y sexual y la "neurosis
de contratransferencia" no son sólo "contrarresisten-
cia" sino que se convierten -en cuanto son respues-
tas a los procesos transferenciales- en un iristrumen-
to importante para la comprensi6n de las relaciones
de objeto básicas del analizado.
3) Quisiera referirme ahora a un punto especifico:
la angustia en la contratransferencia, que desempeña
en ella un papel tan central como en la trans-
ferencia y en la neurosis en general. Como "señal de
peligro" es una guía para el analista. Se manifiesta
en diversas fonnas y grados, desde sensaciones de ten..
sión hasta violentas irrupciones de angustia, de
contenido paranoide o depresivo. Las sensaciones de
tensión son frecuentemente consecuencia de la per-
cepción (por parte del analista) de resistencias del
analizado, que pueden ser vividas por el analista
como un peligro para sus intenciones terapéuticas.
Por ejemplo, el analista percibe el intenso rechazo del
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 103

analizado frente a su relaci6n libidinal con el ana-


lista (rechazo que puede deberse a sentimientos de
culpa, angustias paranoides, rivalidad, masoquismo,
sabotaje por parte de un objeto interno, etc.), percibe
la insistente anulación de sus interpretaciones que
deben hacer posible la superación de este rechazo, y
reacciona con angustia que se comunica a su con-
ciencia como tensión. Pero la percepción del peligro
externo -de la resistencia del analizado- es sólo
uno de los dos factores cuya resultante es la angustia
contratransferencial. El otro es la percepción (incons-
ciente) del analista del peligro interno, por ejemplo,
del peligro de ser frustrado por un objeto interno pro-
pio, de ser víctima del propio masoquismo o de sus
propias contrarresistencias. Cualesquiera que sean las
proporciones entre el factor subjetivo y el objetivo
(o sea entre "el peligro" proveniente del interior del
analista y del analizado o, en última instancia, entre
tánatos del uno y del otro), factores que son los cau-
santes de la "tensión": en caso de que el analista
esté consciente de esta tensión, ella le puede servir
de primer indicio para descubrir aquella parte del
yo o del objeto interno del analizado que se opone
a la relación libidinal de éste con el analista.
Irrupciones violentas de angustia contratransfe-
rencial acontecen a veces -como ya he señalado--
como consecuencia de la identificación del analista con
objetos internos violentamente amenazados, atacados
o gravemente preocupados, o como consecuencia de
su identificación con partes del yo del analizado in-
tensamente disociados y "proyectados" en el ana-
lista••. 10. Es, con frecuencia, la dificultad del ana-
lizado de soportar sentimientos de culpa excesivos
que subyacen a tales intensas "proyecciones" -en
este caso: de una parte del yo vivida como culpa-
104 HEINRICH RACKER

ble- en el analista. Se ha observado repetidas veces


que en estos casos el analista se siente impulsado a
devolver lo más pronto posible esta parte disociada.
La causa de esto está en que al analista mismo le es
dificil soportar la culpa puesta en él. Pero justa·
mente esto puede mostrarle cuán difícil -·cuánto
más difícil- es para el analizado (cuyo yo suele ser
más débil que el del analista) aceptar esta parte como
perteneciente a su yo. La angustia que el analista ha
vivenciado le señala, nuevamente, lo que sucede en
el analizado y de lo que se defiende; la intensidad de
esta angustia contratransferencial puede indicarle algo
sobre la dosificación de las interpretaciones referentes
a este conflicto.
Quisiera aún agregar que el mecanismo de defensa
del analizado recién mencionado (la "i4entificación
proyectiva") consigue con frecuencia realmente su
finalidad -en nuestro caso: que el analista se sienta
culpable--, y no sólo implica (como a veces se ha
dicho) que "el analizado espera del analista que éste
se sienta culpable" o que el analizado "supone que
el analista está triste y deprimido" ( the analyst is
meant to be sad and depressed). La identificación
del analista con el objeto con el que el analizado lo
identifica, es -repito-- el proceso contratransferen-
cial normal. Sólo que esta identificaci6n y el proceso
patol6gico ligado a ella (en el ejemplo citado: los
sentimientos de culpa y la angustia irreales) deben ser
suficientemente pasajeros y de intensidad suficiente-
mente moderada como para no perturbar su labor.
Esto vale para este caso como para muchos otros.
Así como el analizado recién mencionado ponía su
parte culpable en el analista, así los analizados ponen
también lo que sienten como valioso y positivo den-
tro de elios en el analista, el que se convierte de esta
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 105

manera en un objeto idealizado y simultáneamente


(ya por la gran superioridad inherente) en persegui-
dor. Si esta situación transferencial ha sido primero
intensamente rechazada por el analizado y luego
irrumpe y se vuelve repentina e inesperadamente
consciente al analista, puede suceder que éste ---frente
al profundo sometimiento del analizado--- reaccione
con brusca angustia y culpa. Esto es -nuevamente--
una consecuencia,-natural de su identificación con el
objeto puesto en él. Pero normalmente el analista
no queda fijado (o "pegado") a esta identificación,
sino que la utiliza para comprender e interpretar los
procesos del mundo interno del analizado, en este
caso, por ejemplo, la liberación de culpa del anali-
zado frente al bienestar perfecto del objeto idealizado,
al que se ba entregado tan profundamente.
Otro ejemplo para el proceso señalado lo presenta
la analizada que rechaza insistentemente a su padre-
analista para demostrar de esta manera su propia
"inocencia edípica". En la medida en que la anali-
zada logra mantener al analista (padre edípico) en la
"impotencia", induce en éste su propia reacción tera-
péutica negativa. Lógicamente, en un primer mo-
mento, el analista se sentirá rechazado, es decir, se
identificará con el objeto rechazado. Si se mantiene
en esta identificación, realiza aquello a lo que tienden
los sentimientos de culpa edípicos y el consecutivo
masoquismo de la analizada. Es, por lo tanto, decisivo
para el tratamiento que el analista rechace conscien~
temente dentro de sí esta identificación o este ((ror'
que la analizada -en una parte de su personalidad-
quiere imponerle, y que mantenga o recupere la iden-
tificación con aquella imago reprimida o disociada
del padre que ama a su hija y que quiere hacerle
posible amar de nuevo a su padre, analizando al
106 HEINRICH RACKER

mismo tiempo con constancia las angustias que se lo


impiden a la analizada. Aquella primera identifica-
ción y vivencia le ayudarán a comprender los pro-
cesos psicol6gicos de Ja analizada que la llevan al
fracaso e intentan inducir al padre-analista a fra-
casar igualmente.
Quisiera aún mencionar -al pasar- que a veces
el analista (si su inconsciente está bien conectado con
el de Ja analizada) puede percibir la excitaci6n se-
xual reprimida o disociada de ella a través de sensa-
ciones sexuales propias, en cierto aspecto "inducidas"
por Ja analizada.
He destacado antes que el colocar al analista en
ciertas situaciones psicológicas suele no ser sólo un
deseo del analizado, sino que -en algún grado- su-
cede realmente. Más aún, a veces el analizado lo
intuye y a veces niega esta misma intuición. Lo que
en tales situaciones me parece indicado, es, ante todo,
analizar esta negación. Por ejemplo, un analizado
cuyo intenso bloqueo y aislamiento frustra y preocupa
al analista y provoca en él Ia sensación de fracaso,
asocia que el analista seguramente no siente nada,
no se angustia ni se fastidia a causa del analizado,
etc. Evidentemente, el analizado niega lo que intuyó,
o sea el hecho de que el analista se siente efectiva-
mente "dañado" en su labor profesional (a la que
se dirige parte de la agresividad infantil del analizado,
subyacente a su bloqueo), que siente angustia, fas-
tidio, etc. Lo niega por los sentimientos de culpa
que le provoca admitir aquella percepci6n y realiza
la negaci6n a través de Ja fantasla de que el analista
no siente nada, etc. El análisis de tal negación no es
ni debe ser una ''confesión" contratransferencial.
Además, a través de la conducta positiva del analista
-su actividad interpretativa inalterada y afectuosa-,
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 107

el analizado percibirá también que su propia con-


ducta sólo atañó a una parte de la personalidad del
analista.
4) Quisiera aún tratar un último tema, aunque no
podré hacerlo aqui con el detenimiento que corres-
ponde a su importancia: me refiero a todo actuar
del analista que no sea el interpretar. Mencioné
ya antes el tema, al hablar del impulso del analista
de actuar según el papel que el analizado, en una
parte de su personalidad (generalmente inconsciente),
desea que el analista realice. Es evidente que el
analista no debe llevar de ningún modo a Ja realidad
tal impulso cuando una angustia de una intensidad
grande o mediana Jo empuje a hacerlo, es decir
cuando actuaria compulsivamente. (En tal caso, lo
indicado es callarse hasta haber recobrado el equilibrio
interno, luego analizar -para sus adentros- lo suce-
dido y finalmente interpretar Jo que atañe al anali-
zado.) Pero distinta es Ja situación, cuando el im-
pulso de actuar no surge de una angustia promovida
por determinado materi¡;il, sino que se origina ep. la
ineficacia más o menos crónica de las interpretacio-
nes. Aqui también el impulso de actuar proviene,
pues, de una angustia (siendo ésta una respuesta a
alguna forma de reacción terapéutica negativa del
analizado) , pero se trata generalmente de una an-
gustia leve aunque constante, .de un estado de ten-
sión del analista, y no de las irrupciones un tanto brus-
cas de angustia contratransferencial que ciertos casos
(o situaciones) "borderline" a veces originan. He
dicho que en aquellos casos la situación me parece
ser distinta, pues pienso que ahi ciertas formas de
actuar del analista no deben ser desechadas simple-
mente. Existen, por ejemplo, casos que con insistencia
108 HEINRlCH RACKER

provocan (e inconscientemente buscan provocar) la


ironía o la burla del analista: caracteres masoquistas
"de gran estilo". El analista percibe este mecanismo
a través de sus ocurrencias contratransferenciales que
son de índole burlona. Comúnmente, el analista oh~
tiene de estas ocurrencias una comprensión de la
situación transferencia! del analizado y se la ínter~
preta. Pero en los casos a los que he aludido -los
grandes masoquistas los grandes bloqueados, etc.-
la fuerza de la interpretación es a veces insuficiente
frente a la contrafuerza del analizado. Claro está, lo
que acabo de llamar ."la fuerza de la interpretación"
es algo sumamente variable (variable de analista a
analista y de época a época de éste y del psicoanálisis),
y las causas .de la insuficiencia de "la fuerza de la
interpretación" pueden ser diversas, pero sea lo que
fuere, el hecho existe. ·Al encontrarse Freud frente ·
a tales situaciones, creó, por ejemplo, la regla de abs-
tinencia. Es decir, el analista, en lugar de interpretar
en vano, debía convertirse en alguien que exige o
prohíbe, o sea actúa. Desde aquel tiempo, el conoci-
miento analítico ha progresado, y en algunas oportu-
nidades en que probablemente el analista clásico exi-
gía o prohibía, el analista experimentado de hoy puede
lograr lo mismo -o más- interpretando (por ejem-
plo, interpretando las angustias que subyacen a los
acttng out que antaño hubieran sido frenados por
la regla df' .abstinencia) . A lo que aquí me refiero es
a un actuar distinto: no es exigir o prohibir, sino que
es realizar, muy pasajeramente, el papel inducido por
el analizado, para analizar luego lo sucedido y actua-
do. De esta manera se logra, en primer lugar, mostrar
mejor (o más vívidamente) al analizado cuál es el
"rol" que desea ver realizado por el analista, y por qué
lo desea. Pero hay aquí algo más importante. Pues
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 109

se obtiene a veces la impresión de que estos anali-


zados utilizan inconscientemente los tubús que noso-
tros nos imponemos (por ejemplo, el de no hacer
nada que no sea interpretar) para sus métodos in-
conscientes de control y manejo del objeto-analista.
Al romper con tal tabú, el analista irrumpe en estos
mismos métodos defensivos. En otras palabras: Nor-
malmente, el análisis obra como terapia justamente
porque el analista no actúa, es decir porque nq entra
en el círculo vicioso del analizado sino que sólo inter-
preta. Pero en ciertos casos los -mecanismos defensivos
del analizado se sirven justamente de este hecho para
sus fines, y paralizan al mismo tiempo la influencia de
la interpretación. Más que analizados que actúan, son
analizados que buscan "ser actuados", y el "entrar"
del analista en el papel sugerido por el analizado -si
la actuación ha sido libre (o casi libre) de angustia y
seguido por la interpretación de lo hecho por ambas
partes- shve a veces para irrumpir en este círculo
vicioso sui generis. En tales casos, la actuación mis-
ma del analista puede obrar ya como primera inter-
pretación, puesto que en el fondo lo es. Sólo toma la
forma de actuación.
Sin embargO, creo que tales actuaciones del ana-
lista constituyen una muleta, hasta que podamos ca·
minar sin ella. Pero mientras tanto, es mejor caminar
con muleta que no caminar nada, como en ciertos
casos sucede. Por otra parte -dados los peligros que
provienen de las tentaciones de la contratransferen-
cia-, tales experimentos sólo se aconsejan, pienso,
al que ya tiene amplia experiencia en el "manejo"
de la transferencia y de su contratransferencia.
110 HEINRICH -RACKER

Debo terminar y quisiera a<in resumir brevemente.


En esencia y fundamentalmente, la técnica analítica
de antes y de hoy es la misma y su fin uno solo:
el de ayudar al analizado a conocerse a sí mismo.
Los analistas han progresado, tanto en la asimilaci6n
y aplicaci6n de las verdades descubiertas, como tam-
bién en el descubrimiento de nuevas verdades. El que
unas y otras afirmaciones y con esto unas y otras "téc-
nicas" sean discutidas con todo el calor y fr!o de las
transferencias y contratransferencias que se despliegan
entre los analistas, es un fenómeno normal, por más
patología que contenga. Habrá probablemente, tam-
bién en el futuro, un desarrollo normal, el que, ade-
más, suele implicar que la verdad se impone. Más
serios son, creo, los peligros que provienen de aquello
que se infiltra en las técnicas analíticas siendo ajeno
a su esencia, es decir, a la función del analista de
hacer consciente lo inconsciente; me refiero a todo
lo que a veces desplaza indebidamente al instrumento
téctúco por excelencia -la interpretación-, como
por ejemplo la sugesti6n, el consejo, los ideales subje-
tivos y tal vez neuróticos del analista, su actuar com~
pulsivo, etc. Pero en líneas generales el psicoanálisis
se ha defendido bien de estos peligros, y puede, en
su totalidad, señalar una evoluci6n importante y alta-
mente positiva, y esperar que progresos futuros per-
mitirán hacer más ···cfic.~ la técnica psicoanalítica;
tal vez podrá aun conseguir sus resultados en tiempos
más cortos, con lo que se cumplirla también la anti-
gua esperanza de que un número siempre mayor de
seres participe de este conocimiento y se beneficie
con esta técnica.
ESTUDIO III
CONSIDERACIONES SOBRE LA TEORÍA
DE LA TRANSFERENCIA*

Las presentes páginas contienen algunas notas sobre


la dinámica de la transferencia y sobre el papel de la
transferencia en el proceso psicoanalítico. No cr~o
decir algo esencialmente nuevo, pero sí intento acla-
rar y fundamentar teóricamente posiciones e ideas
que en la práctica son aceptadas y ejecutadas por
muchos analistas, posiblemente por la gran mayoría
de ellos.

l. Sobre la dinámica de la transferencia

Freud enfoca el problema de la dinámica de la


transferencia desde dos puntos de vista 20 : primero,
la transferencia como fenómeno general y sus causas,
y segundo, la transferencia en el proceso psicoanalí-
tico y las causas de la especial intensidad que ad-

* Conferencia leída en la Asoc. Psicoanalítica Argenti-


na, en 1952. En la misma se basa también el artículo
Notes on the theorY of transference, aparecido en The Psy-
choanalytic Quarterly, voJ. XXIII, N9 1, 1954.
Véase también Estudio 11 de este libro, en el que los
problemas aquí tratados son estudiados desde otros puntos
de vista.
112 HEINRICH tlACKER

quiere en éste. Como causas generales, inespecíficas


para el análisis, indica: a) el hecho de que toda
persona adquiere en la infancia determinadas carac-
terísticas de su vida afectiva, de lo que resulta un
clisé (o varios) que en el curso de la vida es re-
gularmente repetido; b) la insatisfacción Iibidinal
(debida a las fijaciones inconscientes), que crea la
necesidad y la expectativa libidinales que se dirigen
hacia las personas que se va conociendo. El papel
especial de la transferencia en el proceso psicoana-
lítico se explica, según Freud, por su relación con la
resistencia. La transferencia se vuelve tan intensa y
duradera porque sirve a la resistencia; el analizado
reproduce y repite para no recordar sus impulsos
inconscientes.
La experiencia diaria analítica comprueba las afir-
maciones de Freud. Además, es evidente que los as-
pectos específicos de un fenómeno que aparece en
el proceso analítico (en este caso, la intensidad es-
pecial de la transferencia) deben estar relacionados
con lo específico y esencial de dicho proceso; esto
-el eje alrededor del cual gira todo el tratamiento-
es efectivamente la resistencia. La cuestión. es sola-
mente saber si la relación entre transferencia y resiS-
tencia, revelada por Freud, es la úriica existente, o
si ent~ ellas hay también otras relaciones que code-
terminan la dinámica de la transferencia. f:sta podría
estar influida, además, por otros factores específicos
del análisis. Por fin, habría que preguntarse si la
intensidad especial de la transferencia en el análisis
es el único aspecto que la diferencia de otras trans-
ferencias.
La especificidad del análisis empieza, prácticamen-
te, con la asociación "libre" y con la regla funda-
ESTUDIOS SOflRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 113

mental*. f:stas consisten en la abolici6n del rechazo


de las ocurrencias y de su comunicación. Pero esta
abolición del rechazo representa también en un senti-
do más amplio y profundo, o sea, como superación
de defensas patológicas (o de resistencias inconscien-
tes), Ja esencia del análisis. Ya Ja regla fundamental
tiene como consecuencia el surgimiento en mayor gra-
do tanto de ocurrencias rechazadas como de las co-
rrespondientes ocurrencias rechazantes. La ocurren-
cia rechazada puede ser, por ejemplo, un recuerdo
o un deseo que avergüenza al analizado; la ocurren-
cia rechazante sería en este caso la crítica que ejerce
la "conciencia moral" (el superyó) contra aquel re-
cuerdo o deseo. La experiencia muestra que una parte
de estas ocurrencias es proyectada (latente o mani-
fiestamente) sobre el analista. Estas ocurrencias pro-
yectadas pueden ser tanto las "rechazadas" como las
"rechazantes"; puede ser proyectado -para seguir
con el ejemplo citado- tanto el deseo criticado como
la crítica. De este modo son transferidos sobre el
analista aquellos "objetos internos" con los que el
analizado ha vinculado o identificado aquella acci6n
rechazante o rechazada. Esta transferencia se origina,
pues, en la abolición del rechazo, o sea, en la paula-
tina superación de la resistencia (y no -en este as-
pecto- de la resistencia misma). Es, pues, a esta
'~abolición del rechazo" a lo que se debe la especial
intensidad de la transferencia de los objetos internos

* Para las consideraciones presentes es indiferente si la


regla fundamental es comunicada o no al analizado. Tam-
bién en este último caso sigue siendo la base del trataH
miento; s6lo difiere Ja manera en que el analista lleva al
analizado a conocer la regla y a cumplir con ella, o sea, a
aceptar en su conciencia lo rechazado y a comunicarlo,
"comunicando" así partes separadas de su personalidad.
¡ 14 HEINRICI-1 RAOKER

"rechazantes" y "rechazados". ~stos son, en el fondo,


los "padres introyectados", o sea, las imagos mater-
nas y paternas con las que existen desde la primera
infancia los más intensos· ligámenes instintivos y afec-
tivos. La "abolición del rechazo'' inherente al aná-
lisis, que explica la transferencia especialmente inten-
sa de los objetos internos rechazantes y rechazados es,
pues, también, una de las causas de la transferencia
especialmente intensa de los primeros objetos libidi-
nales; aquellos objetos internos rechazantes y recha-
zados son, al mismo tiempo, los padres deseados, ama-
dos, odiados y temidos, los que gratifican y frustran,
permiten y prohíben.
La ''abolición del rechazo" explica, además, otro
aspecto de la dinámica de la transferencia y su espe-
cial intensidad en el análisis. Freud señala la nece-
sidad de amor del neur6tico como la causa principal
de la transferencia en general, sin adjudicar a este
factor un papel especial en el análisis. Hemos visto,
por otra parte, que la naturaleza misma del análisis
lleva a una transferencia especiahnente intensa de los
objetos internos rechazantes. Estos son, al mismo
tiempo, los objetos necesitados. . Ahora bien, cuanto
más se convierte el analista en objeto rechazante, tan-
to mayor será la necesidad del analizado de ser acep-
tado y amado por él. La necesidad de amor explica,
según Freud, la transferencia de las imagos libidináles
conscientes e inconscientes sobre el analista: la. inten-
sificación de la necesidad de amor, proveniente de la
naturaleza misma del análsis, explica, pues, también
la intensificación de estas transferencias.
Hay otro factor específicamente analítico más, que
codetermina la dinámica de la transferencia. En las
lineas precedentes hemos visto que Jos principios del
análisis llevan a una intensificaci6n de la transferen-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 115

cia de las relaciones conflictivas de objeto originaria-


mente infantiles y actualmente internas, En este as-
pecto, el conocimiento y la técnica psicoanalitica
atacan y destruyen estados presentes, derribando de-
fensas, actualizando escisiones latentes y convirtién-
dolas en manifiestas, trocando lo inconsciente e inter-
namente separado en consciente y externamente sepa-
rado, y produciendo así angustia, tensión, dolor y
necesidad de amor. Pero el conocimiento y la técnica
analíticos tienen también otro aspecto: unen lo sepa-
rado, conectan lo desconectado y son así esencial-
mente una expresión de Eros. Ya la regla fundamen-
tal, la tolerancia que en ella se expresa, y en general
el principio de la abolición del rechazo patológico,
o sea, de toda agresión irracional dirigida contra pa.r-
tes de la propia personalidad, es una expresión de
Eros. La continuada empalia, participación y tole-
rancia del analista, las interpretaciones que disminu-
yen contracargas, tensión y angustia .e integran lo
desintegrado, son otras tantas manifestaciones del
afecto. La libido del analizado, que de esta manera
es movilizada, se dirige, en primer ténnino, al objeto
que dio lo bueno, es decir, al analista. No es, 'pues,
la necesidad de amor sino la capacidad de amar, la
que, en este aspecto, es .intensificada y vertida hacia
el analista. En el proceso descripto se fundamenta la
curación, siendo rectificadas en alguna medida anti-
guas -~'cl.ecisiones" internas patológicas; la repetici6n
-esencia de la transferencia y uno de los principios
básicos. de Ia neurosis-:- es interrumpida (o modifi-
cada) a través de este procedimiento, siendo promo-
vidos nuevos destinos de los instintos y de las rela-
dcmes de objeto. Pero por otra parte, dada la subsis-
tencia de los conflictos y de las imagos arcaicos,
aquella misma movilización e intensificaci6n de la li-
116 HEINRICH RACKER

bido intensifica, al mismo tiempo, las arcaicas angus-


tias paranoides y depresivas o, en términos generales,
intensifica la transferencia de las relaciones de obje-
tos internas e infantiles sobre el analista. Es, pues,
el conocimiento psicoanalítico mismo, Eros, contenido
en él, y su realización por el analista, lo que también
lleva a una mayor intensidad de la transferencia.
Esta mayor intensidad, además, no es la única ca-
racterística específica de la transferencia en el análi-
sis. La anulación de las defensas en la transferencia
por medio de las interpretaciones lleva a la vivencia
transferencia! de las situaciones rechazadas. De ahí
que la transferencia analítica se caracterice también
por su mayor profundidad. Asi, por ejemplo, el ana-
lizado que acostumbra defenderse con el mecanismo
de la "manía recriminatoria'', vivenciará poco a poco,
a raíz de .las interpretaciones, la situación paranoica
subyacente, convirtiéndose el analista en el superyó
perseguidor que le recrimina aquello que el analizado,
en su situación transferencial antecedente, recrimi~
naba a otros o al analista mismo. La nueva situación
se demuestra, a su vez, como una defensa frente a
una situación transferencial latente más profunda, y
así sucesivamente*.
El mismo ejemplo puede servir para ilustrar breve-
mente algunas de las afirmaciones anteriores. En la
"manía recriminatoria" son proyectadas sobre otras
personas (por ejem ,Jlo, sobre el analista) "ocurren~
* De esta manera, la neurosis de transferencia da un
acceso óptimo al estudio de la esti-atificaci6n psicopatol6~
gica en general. En dos trabajos anteriores (Aportación al
psicoanálisis de la neurosis de transferencia, leído en 1950
en la Asociación Psicoanalítica Argentina, y Contribución
al problema de la estratificación psicopatológica, Revista de
Psicoanálisis, Tomo XIV, NQ 3, 1957) expuse lo que al
respecto he encontrado.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 117

cías rechazadas", es decir, impulsos que el analizado


se recrimina a sí mismo. Se trata, pues, de una de-
fensa que suele jntensificarse en la medida en que se
intensificaron la crítica y la amenaza por parte del
superyó contra el yo del analizado, crítica y amenaza
que sµelen aumentar justamente debido a la "aboli-
ción del rechazo" analítica. En este plano, el analista
es el superyó "rechazante" y es en este aspecto en el
que es más fácil obsexvar que la "abolición del re-
chazo" lleva a la proyección de los "objetos internos
rechazantes" (aquí, del superyó) . Pero sabemos que
en cierto aspecto también el superyó es una defensa,
debiendo impedir, por ejemplo, en el plano edípico,
que el sujeto sea castrado por el padre, o bien que
él mate o castre a su padre. Estos impulsos a su vez
surgen a raíz de las frustraciones genitales, es decir,
frente a los "padres rechazantes", situación que repre-
senta en el plano edípico el fondo de todas las situa-
ciones de peligro y de defensas ulteriores. El superyó,
que es el padre prohibidor edípico (el padre moral)
introyectado, y que en los estrados subyacentes es el
padre que se venga castrando y que es amenazado
por la castración, es en el fondo el padre frustrador
genital, cuya mera presencia, culminando en la es-
cena primaria, "castra" al niño. Por lo tanto, el niño
rechaza sus impulsos libidinales y agresivos, vincu-
lándose la acción rechazante del yo con los objetos
que la inducen y que se convierten de esta manera
en "objetos rechazantes". De alú que la "abolición
del rechazo" que superficialmente lleva a la intensa
transferencia del superyó "rechazante", lleve funda-
mentalmente a la intensa transferencia de los objetos
libidinales internos "rechazantes" *.
* Ida Macalpine 61 señala una serie de :tactores que crean
en el tratamiento analítico un ambiente infantil y que, por
118 HEINRICH RACKER

II. El papel de la transferencia en el proceso


psicoanal!tico y la relación entre transferencia
y resistencia

Al intentar sintetizar lo que Freud afirma sobre el


papel de la transferencia en el análisis, se impone
diferenciar dos aspectos:
1) La transferencia positiva sublimada es, en ge-
neral, el móvil más importante del trabajo que el
analizado debe. efectuar y que consiste en la supera-
ción de las resistencias.. En cuanto la transferencia
se _vtie~Ve' negativa o se:Xual, se convierte en ·tina resis-
tencia y su análisis y disolución adquieren una im-
portancia esencial para poder continuar. el trabajo.
Mientras la transferencia resulta ser de este modo
(es decir, como resistencia) el máximo peligro para
el tratamiento, se constituye ·al mismo tiempo en su
instrumento más importante, pues la vuelta de los
procesos infantiles · en la transferencia hace de ella
el mejor medio para hacer recordar aquellas viven-
cias reprimidas.

lo. tanto, indllcen a .la regresión y al establecimiento· de Ja


transferencia. Estoy completamente de ~cuerdo con I. Ma-
calpine en que estos factores (como, por ejemplo, la posi-
ción en el diván, la "disciplina analitica", etcétera; tienen
influencia sobre la génesis de la transferencia, ·y considero
importantes .los m4ltiples aspectos que Ja aUtOra señala al
respecto, pero difiero de. su . opinión en cua'.nto pienso que
la transferencia es, sin e_mbargo, esencialmente un proceso .
"espontáneo", explicándose -sil intensidad y profl.llldidad en
el tratamiento. analítico principalmente por la. naturaleza
misma del análisis,_ O· sea, por las resistencias y su remoción.
La influencia del }'ambiente infantil'' creado es, a mi jui-
cio, sólo secundárla.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrrCA 119

2) Al mismo tiempo, Freud confiere a la transfe-


rencia y a su análisis también otro papel. Dice en
sus "Conferencias" 28 : "El hombre que en su rela·
ci6n con el médico llega a ser normal y libre de la
influencia de impulsos instintivos reprimidos, conti·
núa también así en su vida particular, cuando el mé-
dico queda nuevamente excluido." El papel de la
transferencia señalado en estas palabras es el de la re-
vivencia de la infancia en mejores condiciones; lo
que antaño fue rechazado patol6gicamente debe po-
derse admitir ahora en la conciencia, sobre todo
gracias a la mayor fuerza del yo adulto y a la conr
ducta comprensiva y objetiva del objeto, es decir, del
analista. La relaci6n con el analista se constituye así
en el campo principal en el que el analizado puede
lograr la integraci6n de su personalidad.
Los dos enfoques de Freud giran alrededor del eje
del tratamiento analítico, que es el "hacer consciente
lo .inconsciente" (o la "superación de las resisten-
cias"), pero se diferencian ante todo en que en el
primer enfoque, Jo reprimido (o sea, el pasado recha-
zado) se hace consciente en lo pasado, mientras en
el segundo enfoque, lo mismo es realizado en el pre-
sente, o, más aún, en un presente determinado, que
es Ja relaci6n del analizado con el analista. La con-
secuencia práctica de esta diferencia consiste en que
en el primer caso, Ja transferencia (negativa y sexual)
es considerada e interpretada como resistencia al tra-
bajo, es decir, al recuerdo, y es utilizada como ins-
trumento para el recuerdo, mientras que en el se- .
gundo caso, la vivencia transferencia! misma es valo-
rizada como el campo de trabajo decisivo. El fin
primordial es, en el primer caso, el recuerdo; en el
segundo, la revivencia rectificada. Posteriormente, los
discipulos de Freud se inclinaron más hacia uno u
120 HEINRICH RACKER

otro de los dos enfoques o tendieron a su unificación,


sin que teóricamente se haya aclarado suficiente-
mente esta divergencia.
Así, por ejemplo, R. Sterba 79 sigue el primer en-
foque. Ferenczi y Rank 12 recalcan el segundo, pero
terminan considerando el recuerdo, en última ins-
tancia, como factor decisivo. W. Reich 76 y J. Stra-
chey 80 tratan de unir los dos enfoques. Freud mismo
parece subrayar el primero, abogando (aun en tra-
bajos ulteriores a los arriba citados) por la mayor
limitación posible de la repetición en la transferencia,
en favor del mayor recuerdo posible••. Al mismo
tiempo modifica, sin embargo, un tanto su posició'n
anterior, admitiendo que "debería causar menos dis-
placer si el pasado resurge como recuerdo o en sue-
ños que convirtiéndose en nueva vivencia". Con esta
afirmación está puesta en duda, a mi juicio, la afir-
mación anterior de que el analizado prefiere repetir
a recordar, adjudicando Freud un mayor papel (en
la dinámica de la transferencia) al impulso de repe-
tición a expensas del principio del placer. En todo
caso, no se encuentra una solución satisfactoria del
problema en cuestión.
Puede también decirse que la diferencia entre los
dos enfoques consiste en que, en el primero,, la trans-
ferencia está considerada predominantemente ~n fun-
ción de la resistencia, mientras que en el segundo
enfoque, la resistencia viene a estar considerada pre-
dominantemente en función de Ja transferencia. En
el primer caso, se repite para no recordar; en el se-
gundo, se repite para no repetir, o, más precisamente,
se repiten defensas (resistencias) para no repetir vi-
vencias catastróficas o peligrosas.
Veamos al respecto las dos situaciones transferen-
ciales consideradas por Freud como resistencia. La
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 121

experiencia diaria confirma plenamente que tanto


lo que Freud describe como la {¡transferencia nega-
tiva" como la ''transferencia sexual" aparecen o au-
mentan en función de 1a resistencia. Lo que queda
dudoso es si deben ser comprendidas primordialmente
como resistencias frente a recuerdos o frente a la
vuelta transferencia! de situaciones infantiles (o in-
ternas) más angustiantes o dolorosas. La observa-
ción hace aparecer lo último como mucho más fre..
cuente; tanto el rechazo hacia el an.alista como el
enamoramiento transferencia! suelen surgir o inten-
sificarse ante. iruninentes situaciones paranoides o de-
presivas en la transferencia. Pero lo empírico no
tiene la última palabra en tal cuestión; podría ser
preferencia personal por interpretar las situaciones
en este sentido. Podría análogamente sospecharse que
Freud veía aquellas situaciones transferenciales pre-
dominantemente como resistencia al recuerdo porque
él -conforme a sus conceptos de aquella época-
buscaba los recuerdos, y la transferencia se oponía a
esta búsqueda. Pero esto tampoco decidiría la cues-
tión, pues el punto de vista de Freud podría, sin
embargo, ser cierto y, en determinado sentido, lo es.
Nos ayuda a aclarar esta duda, creo, lo que con
respecto' a la dinámica de la transferencia hemos
encontrado. El análisis es, esencialmente, remoción
y superació,n de resistencias. Hemos visto que eso es
lo que lleva a que la transferencia sea intensa y
profunda, angustiante y dolorosa. De ello resulta que
las resistencias querían evitar justamente eso; es de-
cir, la rei ivencia de relaciones de objeto penosas en
1

la transferencia. En otras palabras: la abolición del


rechazo lleva al retorno de lo rechazado. Si esto re-
sulta ser relaciones de objetos transferenciales peli-
grosas o catastróficas, entonces el rechazo (la resis·
122 HEINRICH RACKER

tencia) quería evitar justamente eso. Si, en especial,


Ja superación de la "resistencia de transferencia" (es
decir de Ja transferencia "negativa" y "sexual", tal
cual Freud las describe) lleva a vivencias transferen-
ciales depresivas o paranoides, entonces deben ser
éstas las que aquélla quena evitar.
Esto significa al mismo tiempo que es la repetici6n,
o sea, la actuación de las relaciones de objeto laten-
tes en la transferencia lo que debe ser la primera
gran tarea a efectuar en el camino terapéutico, ya
que es contra ello contra lo que se dirigen las resis-
tencias principales. La atención terapéutica deberla,
pues, ser orientada ante todo a la transferencia como
campo de la revivencia a rectificar y a las resistencias
que se oponen a tal revivencia. La rectificación con~
siste, principalmente, en la renuncia a las defensas
patológicas en la transferencia. En este sentido, los
factores que considero como determinantes para la
dinámica de la transferencia y su intensidad y pro•
fundidad especifica, explicarlan ·ll!inbién por qué la
repetición es lo más rechazado y, por lo tanto, la rea!i-
zaci6n y la tomá de conciencia de .esta repetici6n y
el cambio de su dt?stino, el camino ·indicado.· ·
Lo ei<puesto trae consigo una serié de< problemas,
dos de los cuales. quisiera. aún tratar brevemel)te.
· l 9) Existe ·una aparente contradicción en . afirmar,
por.. un lado, que. la transferencia se intensifica por
. resistencia y, por el otro, que se intensifica por la
superación ·d~-- Ja resistencia. Aunque· c;reo ·que esta
duda quedó aclarada por lo ya expuesto; quisiera
:z;ecá.lcar_ que, a mi juicio, las t:lo$ afirmaciones son
..ciertas, o sea: las defensas- trallsferenciales se inten~
· sifican por resistencia, es decir, en el grado en que
el análisis· se vuelve peligroso, y por otro lado, las
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA l23

situaciones transferenciales .rechazadas se intensifican


por la remoción o superación de las resistencias. Vol·
viendo al ejemplo anterior: lo que Freud designa
como transferencia "negativa" Y"sexual)' pueden ser
defensas que se intensifican por resistencia; las situa·
ciones paranoides y depresivas pueden ser situaciones
rechazadas que se intensifican por la superación su-
cesiva de las resistencias. Un ejemplo citado por
Freud 26 ilustra este punto.
''Con una cierta cate_goría de mujeres · -dice
Freud- fracasará, sin embargo, esta tentativa de
conservar, sin satiSfaCerla, la transferencia amoroS:;i,
para utilizarla en la labor analítica, Son éstas las
mujeres de apasionamiento elemental que no toleran
subrogado alguno, hljas de la naturaleza; que no
quieren aceptar lo ps!quico por lo material, quienes,
según las palabras del poeta, sólo son;' accesibles 'a
la lógica de sopa con argumentos de albóndigas'
Estas personas nos colocan ante el dilema de corres-
ponder a su amor o atraernos la plena hostilidad de
la mujer despreciada. Ninguna de estas dos actitu,
des es favorable a la cura. Habremos de retirarnos
sin obtener resultado alguno, pudiendo aun plan-
tearnos el problema de cómo es compátible la apti'
tud para la· neurosis con una .tan indomable .nece-.
sidad de amor". Creo que lo que arriba expongó ·
aclara el. problema que Freud. plantea :";qJl͕.. Proba,
blemente n() se trata de "hljas de la' Jlaturaleza" ni
de, '-(~pafilonamiento _elemental" (o p~r. ló'-.)nerios; no
sol¡¡ril,ent,e)' sino de apasionamiento . ne~rótico {de
tipo etotomaniaco). Detrás de éste · se ·encuentran
angustia$ paranoides y depresivas transferidas, debi-
das a la ruptura (latente) de resistencias.
2•) Otro probleni11 que se presenta ahora nueva-
mente se refiere ál pápel que en este proceso desem-
124 HEINRICH RACKER

peña el recuerdo, el hacer consciente el pasado repri-


mido. Pues, ¿acaso -podría preguntarse-- todo lo
rechazado es, en el análisis, situación transferencia!?
¿ Nq serán también situaciones meramente internas,
"estados de conciencia", lo rechazado, sin que el ana-
lista desempeñe un "rol" en eso? En realidad, todas
las situaciones son, en última instancia, "internas7) y
también lo es la situación transferencia!. La cues-
tión sería sólo saber si el analizado no quiere recor-
dar, por ejemplo, que deseaba matar a su padre,
porque su superyó paterno lo condena y persigue
por eso, o porque el· analista ya representa Iatente-
mente al padre y lo condena y persigue por eso. La
respuesta es, de acuerdo con la experiencia, que las
dos cosas son ciertas a la vez. Lo pasado no es vivido
como tal sino como presente, y el peligro, por lo
tanto, también es vivido como algo presente. En
cuanto lo pasado sea vivido como algo pasado, su
recuerdo es, en términos generales, una resistencia
contra el presente. Y en tanto el pasado es vivido
como algo presente, las imágenes anteriores y pre-
sentes se confunden; para el inconsciente, el analista
es el padre y el padre es el analista.
En otras palabras: el hacer consciente implica
siempre un cambio en la relación con un objeto in-
terno, y en este sentido también un cambio en la
relación con el analista (sea ésta latente o mani-
fiesta), ya que la transferencia, en esencia, no es
otra cosa que estas mismas relaciones con los objetos
internos. Puesto que el inconsciente no sólo equipara
el presente con el pasado, sino también el pasado
con el presente, el verdadero hacer consciente del
pasado tiene el carácter de algo presente, la angustia
que lo acompaña se refiere a un peligro vivido como
actual. Así, por ejemplo, también al hacer consciente
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 125

el analizado su complejo edípico infantil, es el pa-


dre el que está sentado detrás de él y lo amenaza
con la castración. La resistencia se dirige, pues, tam-
bién en este caso (en el caso del "recuerdo") contra
la revivencia de una relación de objeto peligrosa.

RESUMEN

I. La dinámica de la transferencia se explica, según


Freud, por los siguientes factores: 19 ) por la adquisición en
la infancia de determinados clisés en la vida afectiva y
el impulso de repetir estas vivencias; 2'1) por la necesidad
libidinal, y 3'1') porque la transferencia sirve a la resisten-
cia. Mientras los dos primeros factores explican la dinámica
de la transferencia en general, el tercer factor es el único
que interviene especfficamente en el tratamiento psicoana-
lítico y origina la especial intensidad de la transferencia
en éste.
En el trabajo presente son señalados otros factores, per-
tenecientes a la esencia núsma del análisis, que influyen
igualmente sobre la dinámica de la transferencia. Es, ante
todo, la abolici6n del rechazo, o sea, la suCesiva superación
de resistencias (y no sólo la resistencia) que determina la
especial intensidad de· la transferencia, en primer término,
de la transferencia de los objetos internos rechazantes y
rechazados. Estos son, al mismo tiempo, en el fondo, los
objetos primarios libidinales, por lo que la especial inten-
sidad de la transferencia de éstos se explica igualmente por
aquel principio inherente al análisis: la uabolición del re-
chazo". También la necesidad de amor que Freud señala
como factor general en la dinámica de la transferencia, se
intensifica en el analizado debido al mismo principio; pues
cuanto más se convierte el analista en objeto rechazante,
tanto más se intensifica la transferencia de los objetos necew
sitados. En los aspectos señalados, el psicoanálisis obra co~
mo agresi6n, destruyendo defensas y provoncando angustia,
dolor y necesidad de amor y protección. Pero el psicoaná-
lisis también disminuye Ja angustia y el dolor, une lo sepaw
rado, y es en este y otros aspectos, expresión de Eros. De
ahí que movilice la libido (aumenta la capacidad de amar),
126 HEINRICH RAOKER

intensificándose de esta manera la transferencia de los ob-


jetos infantiles amados. Pero al mismo .tiempo se intensifican
la transferencia de las imagos destruidas y destructoras y las
inherentes angustias depresivas y paranoides (el analista co-
mo seductor, el análisis como trampa, etc.), angustias que
antaño habían llevado a la represi6n de la libido, o -en
términos más generales- a las diversas defensas frente a
los instintos.
La transferencia en el tratamiento psicoanalitico se ca-
racteriza, además, no sólo por su intensidad especial, sino
también por su mayor profundidad. La anulación de las
defensas en la transferencia (igualmente inherente a la na-
turaleza misma del análisis) lleva a la vivencia transferen-
cia! de' las .situaciones rechazadas ("profundas").
U. La segunda parte del trabajo trata del papel de la
transferencia eti .. e,{ proceso psicoanalítico y de la relaci6n
entre_ transferencia y resistencia. Freud ve en la transfe-
rencia,,..p.or: u~-- lado, a) el móvil principal para el trabajo
(la tÍ'an~~&encia positiva sublimada), b) la resistencia y el
peligro "máXimo (Ja transferencia negativa y sexual), c)
el mejor instrumento para el recuerdo. Por otro lado. ve en
la tiahsfetencia el campo en que la revivencia del pasaqQ
en concliciones mejores permite una rectlficaci6n de los
destinos de la vida afectiva e instintiva del analizado. Los
dos enfoques· parecen divergir: en el primero) el acento está
en el "hacer consciente lo inconsciente" en lo pasado (el
"recuerdo"), mientras en el segundo lo mismo acontece en
lo presente, o sea, en la relación con el analista.
La solución del problema se da sobre Ja base de la revi·
sión de la dinámica de la transferencia (véase arriba 1). Si
es cierto que la transferencia no sólo se intensifica por resis-
tencia, sino también por la superación sucesiva de las re-
sistencias, entonces estas resistencias deben rechazar situa-
ciones transferenciales temidas. En este sentido) no s6lo se
repite para no recordar, sino que también se repite para
no repetir, es decir, se repiten defensas (o resistencias) en
la transferencia para no repetir en ella peligros o catástro-
fes. Se repiten, por ejemplo, relaciones de objeto ºnegati-
vas" y usexualesu en la transferencia para no repetir situa~
clones paranoides o depresivas. Aun el recuerdo es rechazado
en cuanto implica un 'peligro vivido como actual, es de-
cir, transferencia!. La transferencia es, pues, una resisten·
ESTUDIOS SOBRE TÉcN!CA PSICOANALÍTICA 127
cía s6lo en ciertos aspectos, mientras que en otros, la revi~
vencia de la infancia en la transferencia es justamente lo
más rechazado. De ahí que el proceso de curación consista
principalmente en la superación de las defensas frente a
esta revivencia y en el cambio del destino de ésta mediante
la interpretación del inconsciente.
ESTUDIO IV
ANÁLISIS DE LA TRANSFERENCIA A TRAVÉS
DE LA RELACIÓN DEL ANALIZADO CON LA
INTERPRETACIÓN*

Desde Freud, el estudio de la transferencia ha sido


una de las fuentes más importantes para el conoci-
miento de los procesos psicológicos del niño. Siendo
la interpretación la expresión principal del analista,
las relaciones del analizado con la interpretación se
constituyen en campo preponderante de aquel estu-
dio. Además, de estas relaciones depende también
en qué medida la interpretación puede ser aceptada
y asimilada. El análisis de la relación del analizado
con la interpretación adquiere, pues, un triple inte~
rés: es estudio de la infancia, es elaboración de la
transferencia, y es un requisito· técnico imprescindible.
Después de Freud 2º• 28, varios analistas, como W.
Reich 76, K. Horney 44 y M. Klein 52, han dedicado
especial atención a este tema. Entre nosotros, en Ar·
gentina, L. Alvarez de Toledo 1, A. González 38 , G.
T. de Racker 64, H. Racker 70 y otros han enfocado
* Este trabajo fue presentado por la Asee. Psicoanal. Ar~
gentina, en 1958, con el título Estudio de algunos conflictos
tempranos a través de su retorno en la relaci6n del anali-
zado con la interpretación.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 129

diversos aspectos de este amplio campo de -investi-


gación. El trabajo presente se referirá, por una par-
te, a situaciones infantiles ya bien conocidas, ejem-
plificándolas a través de las relaciones del analizado
con la interpretación. Su finalidad, considerando
este aspecto, es contribuir a lograr un contacto más
estrecho entre nuestros conocimientos teóricos y 1a
práctica analítica. Por otra parte, nos encontraremos
con algunos puntos de la psicología profunda un
tanto oscuros, e intentaremos contribuir a -su escla-
recimiento. El material expuesto verificará, además,
la sucesión de determinadas situaciones de dolor, an-
gustia y defensa y su interrelación dinámica, expuesta
en mi trabajo sobre "Estratificación" 69 *.

l. Las relaciones del niño con el pecho,


en la transferencia

Las relaciones del niño con el pecho, y su retorno


en las relaciones del analizado con la capacidad y
actividad interpretativa del analista, han sido trata-
dos detenidamente por M. Klein, en especial en lo
que se refiere a los sentimientos de envidia y grati-
tud del niño 52• Pero también las relaciones con el
pecho que describe en sus escritos anteriores 46• 47,
pueden observarse ampliamente en la relación del
analizado con la interpretación. Lo mismo vale para
las relaciones del niño con los contenidos del vientre

* En el Cap. V (Resumen y complementos) de este


estudio el lector encontrará expuesto con mayor detalle lo
que en las líneas precedentes he resumido con respecto a las
intenciones e ideas principales de este trabajo. Igualmente
encontrará allí una síntesis de la "estratificaci6nu arriba alu-
dida y algunos complementos bibliográficos.
130 HEINRICH RACKER

materno y para los primeros y ulteriores estadios del


complejo edípico.
Voy a exponer, en primer lugar, algunos frag-
mentos de un caso.
Un analizado -hombre de 40 años, médico, ca-
sado, que vino al análisis por motivos didácticos-
se encuentra, en un período del análisis, sumamente
cerrado frente a las interpretaciones. Las escucha a
medias o no las escucha en absoluto, pensando en
otras cosas, o las rebate como equivocadas; busca en
las interpretaciones un punto discutible y lo ataca.
El analista nunca tiene raz6n. Tilda las intezpreta~
ciones de inservibles, o se burla -de ellas como expre-
si6n de la locura del analista.
En esta época, la comida desempeña un papel
importante en las asociaciones del analizado. Dice
con frecuencia que no tiene apetito. Además, su casa
está demasiado lejos para volver a almorzar, y todos
los restaurantes son malos o sucios. Tampoco tiene
ya ganas de leer, ni los diarios, por la "papilla in-
sulsa" que ofrecen. No quiere ir a comer a la casa
de la cuñada, porque siente que ella quiere domi-
narlo, por el hecho de que él coma al!~ Protesta
contra su suegra por querer seducir a sus hijos con
caramelos. Recuerda que su madre solía guardar el
dulce para ella sola. Se siente culpable por haber
comido sopa de tortuga, no habiendo comprado a
su hijo la tortuga prometida. Toma bebidas finas,
pero teme mucho por lo que le cobrarán. Habla de
un hombre que vive de los muertos, ganándose el
pan por medio de negocios con herencias.
Todas estas asociaciones se referían también a su
relación con el analista. La comida era las interpre-
taciones, que representaban, pues, el pecho malo o
sucio, el pechO dominador, el seductor, el avaro, el
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 131

muerto, o el pecho bueno que él sacaba a otro. Era


también evidente, que el pecho-interpretación era
tanto más malo y temido cuanto más el analizado
había atacado anteriormente las interpretaciones.
Otras asociaciones muestran, además, por qué y
con qué medios inconscientes ha atacado al pecho.
El analizado percibe que si a él le va mal, tampoco
quiere que le vaya bien al analista. Expresa la mis-
ma envidia aun más claramente, hablando de lo
interesante que debe ser la labor del analista en
comparación con la suya; pero se consuela con el
hecho de que "el analista tiene que limpiarle el traste
a sus analizados". Es decir, que una de las técnicas
del analizado de cahnar su envidia, es atacando al
analista con sus excrementos. De hi que el pecho-
comida-interpretación sea luego sentido como sucio,
malo, peligroso o muerto.
Aparte de la envidia, hay varios otros motivos pa-
ra que tenga conflictos con el pecho. El que su
madre-analista se guarde el dulce para ella, señala
el pecho-interpretación frustrador, y además su pro-
pia avaricia y avidez. El sentimiento de culpa por
haberse comido la tortuga a expensas de su hijo,
señala el dolor por haber dañado a sus objetos ama-
dos; en última instancia, al percibir su avidez oral
hacia el analista-madre. Este sentimiento de culpa
incrementará luego su temor de que otro quiera qui-
tarle lo suyo, un temor que se expresó especialmente
en fuertes celos en su vida matrimonial.
Según M. Klein, los mismos sentimientos de frus-
tración, envidia, avidez y celos que el rúño experi-
menta en su relación con el pecho, son luego sentidos
frente al vientre materno y sus contenidos, que son
igualmente atacados 46• En nuestro caso predominan
de nuevo los ataques con excrementos. El analizado
132 HEINRICH RACKER

evita, por ejemplo, tocar la puerta del ascensor de


la casa del analista, por encontrarla sucia. Asocia
con un hombre (del que sabia que estaba en trata-
miento psicoanalítico) que saludaba ofreciendo un
solo dedo envuelto en papel higiénico. Se siente in-
cómodo al ver algunas moscas en el cuarto de trabajo
del analista, diciendo que son sucias y que podrían
picarlo.
La casa representa al analista-madre, en cuya en-
trada (puerta del ascensor) el analizado, en su fan-
tasía, había defecado, tenúendo luego el contacto con
él. Las moscas son los hijos-interpretaciones, a los
que habia atacado en igual forma en la sesi611 ante-
rior, sintiéndose luego perseguido por ellos. De ahí,
que desconfíe de las interpretaciones y se cierre fren-
te a ellas.
En las situaciones descriptas, el analista es o tiene
el pecho o vientre rico en contenidos, poderes y pla-
ceres --está "arriba"-, mientras que el analizado es
el niño pobre en capacidades y satisfacciones, ata-
cando (por frustración, envidia, etc.), por así decirlo,
((de abajo hacia arriba". En otros momentos, es el
analizado que se siente rico y "arriba", y ataca de
"arriba hacia abajo''. Describe, con detalle y frui-
ción, los ricos platos que sirvieron en las múltiple:s
fiestas a que últimamente asistió, esperando que al
analista se le haga agua la boca. Habla con des-
precio de los olores de cebolla que le pareda que
llegaban de la cocina del analista, mientras elogia la
cocina de su propia casa. J!.I es o tiene el pecho
bueno, no el analista. Análogamente, él sabe todo
mejor y siempre tiene razón frente al analista y se
burla al descubrir la ausencia de un conocimiento
corriente en éste. El que el analista sepa algo me-
jor, el que una interpretación sea acertada, es vivido
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA !33

inconscientemente como un grave peligro. Asocia


con personas que quieren hacerse las importantes, se
siente inconscientemente perseguido por los "manda-
parte", pero admite finalmente la misma tendencia
en sí mismo. Rechaza con especial violencia toda
interpretación transferencia!, temiendo que el ana-
lista desee imponérsele a él y adquirir especial im-
portancia dentro de él. El análisis de este temor
persecutorio le hace recordar que en su adolescencia
habla tenido la idea de que la creación había querido
hacer a través de él algo especial.
Tanto sus ataques de "abajo hacia arriba", como
los de "arriba hacia abajo", llevan, la mayoría de las
veces, a los temores paranoides señalados, mientras
que otras veces aparecen preocupaciones depresivas
y culpa. El analizado teme haber tratado mal al
analista y a sus interpretaciones, y se disculpa .º trata
de reparar lo hecho, admitiendo una u otra afirma-
ción del analista. Esta angustia depresiva aparece
también en su contenido profundo, por ejemplo, co-
mo horror ante la idea de ensuciar al analista, al
darle la mano que esa misma noche ha tocado su
semen (leche-heces). Aparecen también ideas de jus·
ticia y de castigo, por ejemplo por su avidez, que se
expresan en el rechazo a ingerir la interpretación
que en ese momento es considerada como buena,
siendo este rechazo asociado con el recuerdo de que
de niño no quiso seguir comiendo manteca cuando
supo que hay personas que tienen que privarse de ella.
Hasta aquí, podemos observar la siguiente suce-
sión, dinámica y estratificación de situaciones: en el
fondo, el analizado está ligado a un objeto (pecho,
madre) a quien adjudica una extrema riqueza e
importancia. Esta situación es vivida -en un as-
pecto-- como inmensamente persecutoria, ya que en
134 1-IEINRICH RACKER

la medida en que el analizado admite esta relación,


él mismo se siente pobre, desvalorizado, sometido y
aun destruido. A este objeto ideal es, pues, adju-
dicada una intenci6n destructiva, rebajante, burlona,
sádica. Acostumbrarnos ver el origen de tales viven-
cias persecutorias en la proyección del propio sadis-
mo. Esto es exacto. Sin embargo, la situación para-
noide básica tiene su origen en la carencia misma,
dada por la frustración libidinal o bien por la au-
sencia o diferencia de poderes. Volveré sobre esto.
El analizado reacciona frente a este ideal-perse-
guidor en dos formas: primero, atacándolo "desde
abajo" y anulando así el poder del objeto; y segundo
-como mostraron los ejemplos en que el rico es el
analizado--, identificándose con el ideal-perseguidor,
e invirtiendo así aquella situación básica; la propia
parte perseguida, atacada o despreciada es puesta en
el objeto, el analista. He propuesto en otro lugar 69
denominar esta identificación con el objeto ideal·
perseguidor, situación maníaca primaria, considerán-
dola corno un mecanismo maníaco básico y central,
ya que implica y explica -por la misma identifi-
cación (defensiva) con la imago ideal-perseguidora-
la vivencia de liberación de la persecución, de triun-
fo, omnipotencia, la "fusión entre el yo y el ideal
del yo" (Freud), el control y desprecio de los obje-
tos, la hiperactividad y la negación de la realidad
interna y externa. La situación subyacente (negada)
de carencia, he propuesto denominarla situación pa-
ranoide primaria para diferenciarla de la persecu..
ción que aparece como consecuencia de los ataques
(de abajo hacia arriba o desde arriba hacia abajo)
y que podría denominarse "situación paranoide se-
cundaria" (véase, por ejemplo, las moscas p_ersegui-
doras como consecuencia de los ataques \ contra
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 135
el ideal-perseguidor: el analista-madre rico atacado
en su vientre-cabeza y en sus contenidos los hijos~
interpretaciones) • Vimos también otra consecuencia
de estos mismos ataques: la preocupación y culpa
por el objeto dañado, es decir, una situación depre-
siva que he propuesto denonúnar "situaci6n depresiva
secundaria". Pues creo que el niño sólo puede pre-
ocuparse y "penar" 47 por un objeto dañado, en
cuanto él mismo ha experimentado daño y dolor;
sólo así puede proyectar éste en el objeto amado e
identificarse con él, es decir, sentir dolor y preocuM
pación por el daño causado. Debajo de la situación
paranoide primaria (en la cual el yo corre peligro),
existe una situación en la que el yo experimenta
sufrimiento y en la que el niño no teme sino que llora
y está deprimido por el daño que experiment6 el yo
amado. Esta sería la situación depresiva primaria.

11. La ufase femenina" en la transferencia

La etapa psicosexual que en el caso del varón sigue


a la relación con el pecho, es según M. Klein la fDSe
femenina 46• Quisiera mostrar el retorno de uno de
los conflicto~ de esta fase en la relación de nuestro
analizado con 13.s actividades del analista, o. sea con
el ver, comprender e interpretar, representando éstas
la potencia genital, o sea el pene paterno. El mate-
rial que expondré, expresa, manifiestamente, aspectos
de etapas ulteriores de la evolución, pero para nosM
otros, que ya conocemos un tanto las relaciones del
analizado con el pecho, traslucirá el fondo oral, la
ecuación pene = pecho, y con esto, la fase femenina.
El analizado relata el siguiente sueño: Estoy acos-
tado sobre un diván. Entra Ana -mi secretaria ac-
136 HEINRICH RACKER

tual- y yo miro a través de su falda, viendo que


no lleva bombachas. Tengo una sensaci6n de triunfo
porque es ella quien tiene interés sexual en mí_, por..
que es ella quien corre tras mí. Asocia que Ana es
una muchacha vienesa y habla de ella con cierto
desprecio.
En la sesión pasada, el analizado había tenido fuer-
te resistencia a hablar sobre su vida sexual. Por lo
general, su mayor resistencia se refiere a comunicar
algo de la conducta sexual de su mujer. El análisis
de la resistencia mostró que el analizado viviría co-
mo triunfo y burla del analista sobre él, que le con-
tara los detalles de sus relaciones sexuales. Esto evi-
denciaba que el analizado adjudicaba al analista
deseos sádicos, de burla y triunfo hacia él.
La situación básica del sueño era la angustia de
convertirse en la víctima de estas tendencias sádicas
del analista. El sueño muestra también que estos
impulsos estaban colocados en el pene del analista,
pues es frente a este peligro que el analizado se de-
fiende con la inversión de la situación básica, identi-
ficándose él con el analista triunfador, y mirando él
-,-a través de la falda-, la vida sexual del analista
vienés, en el que coloca su propia parte femenina.
En otras palabras: básicamente, el analizado siente
atracción hacia el pene del analista-padre, pero es
un pene sádico, ya que el analista quiere burlarse y
triunfar sobre el analizado por medio de esta atr:¡c-
ci6n. De ahí que la situación se convierte en perse-
cutoria. En el sueño manifiesto, vemos nuevamente
la defensa por medio de la identificación con d ideal-
perseguidor y la proyección de la propia parte feme-
nina, atacada y rebajada, en el analista. Es nueva-
mente una situación maníaca "primaria". El que su
mayor resistencia se refiriese a relatar la conducta
ESTUDIOS SOBRE TÍ~CNICA PSICOANALÍTICA 137

sexual de su mujer, significa que el mayor peligro


consistía en ser visto el analizado en su parte feme-
nina -que el analista mirase a través de su falda-
y que ser visto equivalía a ser burlado. El sueño
muestra que el ser burlado equivalía, a ser sometido
a un pene sádico. El rechazo del análisis -las resis-
tencias de comunicar ciertas asociaciones, de aceptar
interpretaciones, etc.- provenía, pues, de que ser
visto, comprendido e interpretado equivalía a que
el peligro de ser víctima de un pene sádico se con-
virtiera en realidad, es decir, en catástrofe.
Dentro de este plano, básicamente, tanto el pene
paterno como la comprensión e interpretación del
analista, eran -como muestra el .sueño-- algo muy
atrayente, muy valioso, muy admirado. Lo que había
convertido al pene (similar al pecho) en destructor y
perseguidor, era ante todo la frustración. Esto se des-
prendía ya del hecho de que, en la situaci6n analí-
tica, cualquier frustración de un deseo expresado era
vivido como ataque contra el analizado y convertía
al analista en sádico. Lo cual proviene --como he
expuesto en el trabajo antes mencionado 69- no s6lo
de la proyección del propio sadismo sino también, y
fundamentalmente, del proceso inherente a la frus-
traci6n que incluye la proyecci6n de la agresi6n (del
dolor) subjetivamente sufrida (es decir, incluye la
proyección del masoquismo primario en la medida
en que circunstancias externas han actuado sobre él) .
Este proceso convierte al ligamen con el objeto libi-
dinal en una "situación paranoide primaria", ya
que tal ligamen implica el constante peligro de ser
frustrado = atacado.
Algo similar a lo que sucede a la relaci6n de objeto
por Ja frustración, acontece también por la envidia.
M. Klein ha mostrado ampliamente c6mo la envidia
138 HEINRICH RACKER

convierte al objeto bueno en malo, ya que Jleva al


sujeto envidioso a atacarlo en múltiples formas 52•
La observación señala, además, que este ataque en-
vidioso es precedido por una vivencia dolorosa y an·
gustiante -la experiencia básica en la envidia- y
es este dolor y angustia por la carencia de algo que
otro tiene, lo que moviliza el odio contra el objeto.
Son ya, a mi juicio, este dolor y esta angustia los que
convierten la imago del objeto en perseguidor, aún
antes de que se convierta en tal a causa de haber sido
envidiosamente atacado. Lo mismo vale para la avi-
dez y los celos, que comienzan igualmente con dolor
y angustia que el yo intenta rechazar volcando los
impulsos destructivos hacia afuera. Pues este dolor
y angustia son la vivencia del yo expuesto a la aumen-
tada actuación de Tánatos (de las tendencias auto-
destructivas), que el yo dirige luego, en defensa, con-
tra el objeto que despertó la envidia, la avidez o Jos
celos. Antes de que envidiemos a alguien, hemos co~
locado en él una mayor o menor parte de nuestra
libido, ya que Jo envidiado es siempre algo apreciado.
Y es esta colocación de libido en el objeto lo que
--en ciertas circunstancias- empobrece el yo y lo
entrega a una mayor actuaci6n de Tánatos, que se
expresa en dolor y angustia, en la sensación de me~
norvalla y destrucción del yo. De ahí, que el oh jeto
idealizado es vivido como altamente destructivo y
perseguidor.
Un analizado, por ejemplo, que admiraba mucho
a su analista -y en especial su capacidad de com-
prender- le decía que sentía cómo con su admiro.~
ción él se estaba descargando como una pila eléc-
trica. "Y lo que más le envidio -agregó- es este
mismo afecto y admiración que le tengo."
Una candidata decia a su analista que mientras
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 139

escuchaba su última interpretación, se estaba "mu-


riendo de envidia" por su capacidad de comprender.
Antes de sentir esta envidia, ella habla sentido con
placer la interpretaci6n, y era esta capacidad de dar
placer la que, en última instancia, envidiaba. Antes
de envidiarlo, lo había admirado, y era básicamente
esta admiración, con su inherente colocación de gran
cantidad de libido en el objeto la que la hada "mo-
rir", al imponerse el deseo de ser este objeto, es decir,
en cuanto se impusieron la rivalidad, la comparación
y la dolorosa experiencia de la superioridad del
objeto.
En resumen: el objeto libidinal frustrador es vi-
vido como perseguidor porque es un objeto en que
hemos colocado libido sin que el objeto haya equili-
brado este "gasto de libido" con la satisfacción Iibi-
dinal que devolvería lo "gastado" (compárese "el
ladr6n de corazones", the lady-killer, Herzensdieb).
Colocar libido en un objeto sin que se reciba la gra-
tificaci6n deseada empobrece (de libido) al yo y lo
expone, al mismo tiempo, en mayor grado a la ac-
ción de los impulsos destructivos.
La envidia está basada en una vivencia similar de
carencia. Por otra parte la envidia puede estar ligada
con experiencias gratificantes, como ha señalado M.
Klein 52 ; en estos casos se envidia la capacidad del
objeto de dar tales satisfacciones, siendo aquí de esta
capacidad de lo que carece el sujeto. De la misma
manera que el objeto frustrador, el objeto gratificador
envidiado es cargado también, primeramente, de li-
bido (admiraci6n, por ejemplo), y el yo es nueva-
mente expuesto a una mayor acción de los impulsos
autodestructivos (lo que experimenta -similarmen-
te- como dolor y angustia, que preceden al odio
.
envidioso). En el caso en que el objeto gratifica al
.
140 HEINRICH RACKER

n1no, la vivencia de carencia se debe a que, aparte


del deseo de recibir gratificación, existe en el niño
el deseo de poder dar estas gratificaciones, de producir
tales placeres y de ser por lo tanto igualmente admi-
rado o querido, percibiendo que él no posee este
mismo poder. En otras palabras, la carencia se pro-
duce en tal caso al sobrevenir Ja rivalidad, y con ella
la comparación y la dolorosa y angustiante vivencia
de Ja diferencia entre él y el adulto.
Vuelvo al caso expuesto. Era, pues, en última
instancia, la intensa colocaci6n de su libido en el
pene paterno (como antes en el pecho) con las inhe-
rentes frustraciones y comparaciones y f:'.l inherente
empobrecimiento del yo, lo que convertía a esta re·
lación libidinal en una situación paranoide primaria.
El pene ideal-perseguidor estaba representado, en Ja
situación analítica, por la superioridad de cornpren-
sión del analista. El analizado reaccionaba atacando
al pene-interpretación, fuera y dentro de él, o bien se
defendía por medio de la identificación con el ideal-
perseguidor: él sabia todo mejor y las interpreta-
ciones debían ser impotentes. Tanto las reacciones
agresivas directas como la identificación con el ideal-
perseguidor ("la manía primaria") originaron situa-
ciones depresivas y paranoides "secundarias". Predo-
minaban las últimas, expresándose, por ejemplo, en
el temor incrementado de que el analista quisiera
imponérsele, triunfar sobre él y destruirlo, o en el
temor de que el analista Je infundiese errores o lo
enloqueciese con su propia locura. Ya vimos que la
comprensión y la razón representaban la potencia
genital. Habiendo destruido el pene-razón del ana-
lista, el analizado tem"ia la retaliación.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 141

III. El complejo edipico positivo y negativo


en la transferencia.
Quisiera ahora exponer algunos breves ejemplos
que ilustran el retorno del complejo edípico en la rela-
ción del analizado con la interpretación. Varios as~
pectos de esta situación han sido descriptos por los
autores antes mencionados. Me referiré, pues, a al. .
gunos aspectos que -aunque conocidos en sí-- poco
o nada han sido expuestos en la expresión que en-
cuentran en la relación del analizado con la inter-
pretación. Estas situaciones son, sin embargo, de
importancia cardinal_, ya que de su elaboración de-
pende el destino del proceso anal!tico y del anhelado
cambio del analizado.
1) Empezaré con el relato resumido de la primera
parte de una sesión analítica. Se trata de un estu-
diante de medicina cuyo síntoma principal es una
intensa desconexión afectiva de los objetos. Una de
las expresiones de ésta es la seria inhibición de estu-
diar. Análogamente progresa sólo lentamente en su
análisis. Su relación con mis interpretaciones se ca-
racterizaba, durante mucho tiempo, no sólo por la
ausencia de una respuesta emocional sino también
por el hecho de que frecuentemente no las escuchaba
o las olvidaba en seguida; sólo últimamente., después
de haber sido analizados varios aspectos de esta con-
ducta, retuvo una u otra interpretación y hasta la
recordó en alguna sesión ulterior.
A la sesión a la que quiero referirme llega con diez
minutos de retraso. (Antes esto habla sido la regla,
pero en los últimos tiempos acostumbraba llegar pun-
tualmente.) Pero se queda un rato callado. Luego
dice que habla pensado que en esta sesión iba a ser
142 HEINRICH RACKER

el analista el que empezara a hablar y que había de


decir que poma punto final al análisis. Menciona
que había tenido que cuidar bien estas palabras, para
no decir que el analista lo iba a echar. En la sesión
pasada el analizado había contado que le habla ido
mal en la Facultad, que un profesor le había lla-
mado la atención porque durante todo el año él no
habla trabajado. Teme que no podrá continuar los
estudios. Yo le interpreto que mi supuesto enojo
debe ser su propia angustia y su enojo frente a la
percepción de aquella parte de su ser que se opone
a mí, que no quiere saber nada de mí o sea -con
palabras de él-, que tiene sentimientos hostiles hacia
mí, y se manifiesta en su desconexión y en no poder
aprender de nú. La parte de su yo que se angustia
y enoja con ]a otra y la quiere "echar" de aquí es Ia
que tiene sentimientos cariñosos por mí. El anali~
zado responde afirmativamente a esta interpretación
y relata el siguiente sueño que ha tenido en la noche
anterior:
Entro, junto con mi madre, en una habitación en
la que está mi padre. Tengo abrazada a mi madre.
Mi padre mira severamente, como enojado .. a mí
madre, porque ella ha llegado tarde. Yo la quiero
proteger con mi abrazo. El analizado agrega en se-
guida que él nunca abraza a su madre y menos en
forma tan franca como en el sueño; no cree que taro~
poco de niño la haya abrazado alguna vez de esta
manera.
Considerando el material anterior como asociacio~
nes pertenecientes al mismo conflicto que se expresa
en el sueño, éste ya puede ser interpretado. El sueño
se ocupa de su relación afectiva con el analista, re~
presentado por el padre. El analizado siente a la
madre dentro de él y siente que está francamente
ESTUDIOS SOilRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 143

abrazado a ella; es su parte femenina --en su fan-


tasía: su madre-- a la que efectivamente tiene abra-
zada, realmente alejada de mí, retrasada en el en-
cuentro, en la unión conmigo. La realidad psicoló-
gica es que él -como varón celoso y envidioso- no
admite que la madre en él se una conmigo, y por
ello yo aparezco como enojado. El analizado forma
dentro de él la pareja madre-hijo (su amor femenino
se dirige hacia si mismo como varón) y no deja que la
madre guste del padre-analista.
Se presenta primero el problema de dónde proviene
Ja vivencia del analizado de llevar dentro de si a la
madre, estando él abrazado a ella*. Una serie de
asociaciones sobre la traumática vivencia de la escena
primaria y la insistencia de las fantasías sobre el ana-
lista como padre (y el simultáneo rechazo de la trans-
ferencia materna) indicaron el siguiente origen. Los
propios sentirrúentos femeninos (en especial sus senti-
mientos de amor y admiración por el padre y sus
deseos libidinales hacia él) fueron, originariamente,
proyectados sobre la madre, de lo cual resultó la ima-
gen de una madre que ama, admira y desea al padre.
Frente a esta situación, en la que el niño se había
sentido abandonado por el afecto materno y celoso
y envidioso con respecto a su padre, él retiró de éste
sus sentimientos positivos y los dirigió hacia sí mismo.
La ecuación "yo soy la madre" (que básicamente
provenía ya de la percepción inconsciente de que lo
que imaginaba sobre su madre eran propios senti-
mientos suyos) fue ulteriormente reforzada por una
* Me siento tentado --en vista de la realidad de la con-
ducta del analizado-- a sustituir la palabra "vivencia" por
"el hecho". Pues psicol6gicamente la introyecci6n que lo
llevó a la situación en que se encuentra, no es una fantasía
sino una realidad (véase más adelante).
144 HEINRICH RACKER

reintroyección de la imago materna, cuando -ante


la angustia de no poder controlar Jos sentimientos
de la madre real, externa hacia el padre, y en última
instancia, ante la angustia de no poder impedir la
unión sexual de los padres- él se refugió defensi-
vamente en la fantasía "yo soy la madre (y no ella)".
Internamente pudo así controlar los sentimientos
maternos, manteniéndola abrazada a él e impidiendo
o "retrasando" su encuentro afectivo y libidinal con
el padre-analista. De esta manera, el "yo soy la ma-
dre (y no ella) " equivalía también al "yo tengo a la
madre (y no la tiene él, mi padre)". De ahí la des-
conexión afectiva frente al padre-analista y frente a
sus interpretaciones (estudio), y de ahí el temor ante
el enojo del padre-analista contra su parte femenina
"en retraso".
El analizado llegó efectivamente tarde a la sesión.
En el sueño lo anticipó ("proféticamente"), presin-
tiendo su retraso, debido -básicamente- a su deseo
de mantener separada a la madre (dentro de él) del
padre (impedir su unión, defenderse de la escena
primaria entre su madre dentro de él y el padre-
analista) , y debido -secundariamente- a su temor
al enojo del padre por su conducta edipica, realizada
ya anteriormente en su rechazo del estudio y en su
cierre frente a las interpretaciones ·x-.

* La misma situación influyó también en otros aspectos


de su conducta en el análisis) como por ejemplo, su forma de
dar el material asociativo. Sin embargo, los distintos as-
pectos de Ja conducta de un analizado en la situación analí-
tica son frecuentemente determinados por distintos aspectos
de los complejos psicológicos. Otro analizado, por ejem-
plo, daba a veces generosamente material, pero se cerraba
herméticamente a las interpretaciones. Una de las causas
de esta conducta residía en que el hablar representaba Ja
actitud masculina, aceptada, mientras el escuchar represen•
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 145

Estamos, pues, ante la siguiente situaci6n psicol6-


gcia. En el fondo, el analista es la pareja unida que
representa todo lo deseable: todo placer, todo poder,
toda riqueza, a lo cual se dirige, primeramente, la
admiraci6n, el amor y el deseo del analizado, y por
lo tanto -al ser ellos y no él quien lo tiene-- toda
su envidia, celos, avidez, rivalidad y odio. La viven-
cia dolorosa de carencia que subyace a los sentimien-
tos hostiles contenidos en la envidia, los celos} etc.,
convierten a la pareja unida (como muestra el aná-
lisis de los celos en general) en perseguidores (por
ejemplo, en "asesinos").
Frente a esta situación persecutoria, básica dentro
del plano edípico (o frente a esta "situaci6n para-
noide primaria", ya que proviene de la carencia mis-
ma), el analizado se defiende -como señal6 el ma-
terial expuesto-- con la introyecci6n de uno de los
dos "perseguidores", la madre. Pero puesto que es
ahora él quien abraza a la madre -mientras que
el padre es el tercero excluido--, comprendemos que el
analizado se haya identificado, también, con el padre,
cuyo lugar ahora ocupa, mientras pone al padre en su
propio lugar anterior. El analizado es ahora madre
y padre, él es la pareja unida. Estamos, pues, nueva-
mente ante la identificación con el ideal-perseguidor
(s6lo que éste está aqtÚ compuesto por dos imagos:
los padres unidos), y así estamos nuevamente ante la
"fosi6n del yo con el ideal del yo" ( Freud) , ante
la negaci6n de la realidad interna y externa ("la ma-
dre, y el padre, soy yo, y no lo son ellos"), ante el
control de la pareja cuya unión impide mágicamente
taba la actitud femenina, rechazada. Debe tenerse en cuen-
ta que en la situación analítica (tal como Freud lo decía
del coito) somos siempre, dentro del plano edípico, no dos
'Úno cuatro personas.
146 HEINRICH RACKER

siendo él la madre, ante el triunfo sobre los perse-


guidores (especialmente sobre el padre) ; es decir, esta-
mos nuevamente ante el mecanismo maníaco central.
La fantasia ed!pica propiamente dicha, la unión del
varón con la madre, tal como es realizada fundamen-
talmente en las fantasías masturbatorias, aparece pues,
dentro del plano edípico, como "situación maníaca
primaria". Consecuencia de ésta (realizada en su
conducta en la situación analitica) es la posterior
aparición de sentimientos de culpa y angustias perse-
cutorias (al padre enojado que lo va a echar), es
decir, la aparición de la "situación depresiva y para-
noide secundaria". En estas situaciones retorna, pues,
en parte, lo rechazado, retorna lo que el analizado
había querido evitar por medio del mecanismo ma-
níaco, al identificarse con la madre, ya que había
realizado esta identificación para evitar la persecución
("primaria") por la pareja unida (proveniente de Ja
carencia y equivalente al peligro de ser castrado) y
para evitar el odio y el ataque directo contra la pa-
reja, con el fin de evitar la siguiente culpa y Ja per-
secución retaliativa.
Toda esta sucesión de situaciones de dolor, angustia
y defensa en el plano edípico se expresaba en la rela-
ción del analizado con las interpretaciones, que con-
cluía en que no las escuchaba, las olvidaba, etc. I. .a
idea de que el analista pondrá fm al análisis, que lo
echará, proviene de la percepción (inconsciente o
consciente) del analizado de su posición frente a Ja
labor del analista, ante todo de la percepción de su
cierre afectivo frente a sus interpretaciones, que hace
que no las escuche, las olvide, etc. Este cierre afec-
tivo es, en el fondo, su abrazo edípico a la madre
(y el llegar tarde ésta al encuentro con el padre) .
De esta manera el analizado realiza el crimen edlpico
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 147

en la transferencia, defendiéndose al mismo tiempo


de la escena primaria, a la que estaría expuesto si ad-
mitiera que la madre dentro de él (sus sentimientos
femeninos) se uniese libidinalmente con el analista,
con sus interpretaciones, siendo éstas la expresión de
Ja potencia (genital) del padre-analista.
2) He encontrado la misma sucesión de situaciones
y mecanismos en el plano edípico, en la relación de
los analizados frente a la interpretación, en todos los
casos, hombres y mujeres. Citaré brevemente algu-
nos ejemplos más.
Un analizado cuyo síntoma transferencia! principal
era igualmente un intenso bloqueo afectivo que se
expresaba en especial en un cierre frente a las inter-
pretaciones, trajo un día el siguiente sueño*: El ana-
lizado entraba en una gran librería y veía allí a su
mujer. Detrás de ella estaba un hombre que la abra-
zaba, teniéndola de los pechos. El analizado sintió
intensos celos. La librería representaba el cuarto de
análisis; los supuestos muchos conocimientos del ana-
lista estaban simbolizados por Jos muchos libros. La
mujer del analizado representaba (en uno de sus
aspectos) a la parte femenina del analizado, el hom-
bre detrás de ella al analista (o más precisamente,
* El problema central de todos los analizados (en reali-
dad, de todos los seres humanos) es el -de sus relaciones
instintivas y afectivas con los objetos. En la transferencia
(y en especial en la relaci6n con la interpretaci6n) la per-
turbación de la relación de objeto se expresa con suma fre-
cuencia en lo que -grosso modo-- llamamos "bloqueo afec-
tivou. De ahi que no deba extrañar que todos los casos
que aqui menciono sufran, de uno u otro modo, un "cie-
rre" o "bloqueo" afectivo. En realidad, estas perturbaciones
muestran importantes diferencias en los diferentes casos.
Pero no es aqui el lugar para entrar detalladamente en este
problema.
148 HEINRICH RACKER

representaba a su propia parte masculina vencedora


puesta en el analista) . El analizado (en su parte
masculina vencida) sentía, pues, intensos celos frente
a esta situación analítica en la que su parte femenina
se unía al analista y eran estos celos los que inten~
taban y lograban impedir Ja unión, y en especial
impedir la entrega femenina y positiva frente a Ja
potencia interpretativa (genital) del analista. El me-
canismo mediante el cual el analizado lograba defen-
derse frente a esta escena primaria era el mismo que
en el caso anterior, asumiendo él ambos papeles de Ja
pareja y poniendo al analista (al excluirlo de su sen-
tir y pensar) en la situación del tercero excluido
(mecanismo "marúaco primario"). (Variando la fa-
mosa frase de Luis XIV, esta situación maníaca pue..
de ser formulada en las palabras: Le couple c'est
moi -"la pareja soy yo"-.) Era el latente sentí..
miento de culpa por esta conducta "maníaca" en la
transferencia que lo impulsó a fantasear, en el sueño
manifiesto, una conducta de entrega, la que a su vez
Je provocó la angustia celosa, explicándose asi su nece-
sidad y manera de defensa.
3) Mientras en los dos ejemplos que acabo de ex-
poner, la figura excluida es el padre (en el primer
caso, en el sueño manifiesto; en el segundo, en los
pensamientos oníricos latentes), en los dos ejemplos
que citaré a continuaci6n, la persona excluida es la
madre. Ella es al mismo tiempo el objeto interno que
se opone a la unión del analizado (en su parte feme-
nina) con el analista,padre. En los ejemplos ante-
riores, Ja relación del analizado con la interpretación
estaba, pues, determinada, predominantemente, por
el complejo edipico positivo, en el ejemplo que sigue,
por el negativo.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 149

Un analizado sueña que entra en la habitación de


una chica morocha con la que quiere tener relación
sexual. Pero en la misma habitación está presente
otra mujer que impide que esta relación se realice.
Asocia con esta mujer a su esposa, y con la chica mo-
rocha a su hijo morocho. Menciona también los
celos de su mujer frente a la relación muy buena
existente entre él y su hljo. Algunas otras asociaciones
referentes a su dificultad de sentir al analista y a sus
interpretaciones aclaran el sueño. En el fondo, la
chlca morocha representa una parte de él (es real-
mente morocho) y por lo tanto su relación femenina
con el analista-padre; la otra mujer (esposa) repre-
senta la madre celosa (interna) frente a su buena
relación con el padre. La angustia ante sus senti-
mientos femeninos hacia el padre-analista proviene
(en gran parte, pero no exclusivamente) de su fan-
tasía sobre los celos y el odio que esta situación pro-
vocaría en su madre -celos y odio que él mismo
había sentido hacia ella y que proyectó luego sobre
ella-. Es esta angustia ante su relación femenina
(en la que intervienen también su angustia de cas-
tración y otros factores) la que hace que en el sueño
manifiesto él asuma el papel masculino (reintroyec-
tando su parte masculina proyectada en el padre-
analista) y coloque su parte femenina fuera, en la
chica morocha (el hijo). Y es rechazando esta misma
angustia cómo el analizado se desvincula emocional-
mente del analista y de sus interpretaciones.
4) La situación edípica negativa aparece en forma
similar en el ejemplo siguiente, y nuevamente a tra-
vés de la relación del analizado con la interpretación.
Se trata de un hombre de 48 años, médico, casado
con una mujer que padece de intensos celos patoló-
150 HEINRICH RACKER

gicos. El analizado se queja, además, de Ja fuerte


rivalidad que siente su mujer con él, y que se expresa
especialmente en su hostilidad frente a Jos éxitos
profesionales del analizado y en la continua critica
que le hace ante sus hijos. últimamente, el analizado
ha sentido despertar su amor por una joven colega,
Berta, que trabaja con él, y por la que se cree, en la
actualidad, bien querido. A esta su situación entre
dos mujeres se refieren sus preocupaciones principales
del momento.
En una sesión, el analizado critica al analista por
haberse ocupado, en los Ultimes tiempos, de la situa~
ci6n transferencia! y por haberle interpretado todos
sus conflictos reales como conflictos entre las propias
partes de su yo, descuidando así sus problemas en la
realidad externa. Se analiza esta critica a la inter-
pretación como expresión del conflicto transferencia!,
manteniendo el analista su linea de conducta inter-
pretativa. En la sesi6n siguiente el analizado empieza
diciendo que al salir de la sesión pasada habla sentido
un nuevo entusiasmo por el análisis. Le había im·
presionado, especialmente, lo que el analista le habla
interpretado con respecto a sus celos y rivalidad ha-
cia el analista. Luego relata el siguiente sueño que
tuvo en la noche entre la sesión pasada y la de este,
día, y cuyo análisis poné de manifiesto el significado
inconsciente de los conflictos actuales del analizado
con las interpretaciones.
Y o llamo por teUfono a Berta, con el pretexto del
trabajo en común. Mi mujer me pide el auricular
y yo se lo doy, Cuando Berta contesta, mi mujer la
insulta, diciéndole algo como "puta". Berta corta en~
tonces la comunicación. A pesar de esto yo retomo
el auricular y digo algo como para reafirmar ante mi
ESTUDIOS SOBRE TÉ'.CNICA PSICOANALÍTICA 151

mujer que yo habla hecho el llamado con fines de


trabajo.
Una serie de hechos y asociaciones de los que sólo
puedo reproducir aquí unos pocos, aclaró el sueño.
Uno de estos hechos era el bloqueo afectivo del ana-
lizado frente al analista, que en un momento dado
de la sesión anterior se había intensificado notable-
mente. Otro hecho era de que el analizado habla
faltado a una de las últimas sesiones para encontrarse
con Berta, y el análisis de esta conducta había mos-
trado que él se defendía de fuertes celos. frente al
analista (o bien, celos frente a la pareja unida de
los padres transferidos) , poniendo al analista en la
situación del "tercero excluido" al reunirse él con
Berta.
La situación subyacente al sueño había sido dada
por la sesión anterior. El analizado se había sentido
"llamado" por el analisQt~padre en sus sentimientos
libidinales hacia éste, y en un primer momento el
analizado (en el sueño: Berta) habla respondido posi-
tivamente. Fue en este momento cuando la madre
celosa existente dentro de él (en el sueño: su mujer)
intervino "insultando" a su parte femenina (rival de
la madre). Ante este hecho él (Berta) "cortó la co-
municación" con el analista, quien efectivamente ·h~~
bía seguido interpretando aun cuando el analizado ya
había interrumpido la conexi6n afectiva con él y con
sus interpretaciones.
El sueño manifiesto es un intento de elaborar este
conflicto angustiante transferencia!. En primer. lugar,
el analizado reintegra nuevamente, en el contenido
manifiesto, su parte masculina, que en la transferencia
había puesto (en parte) en el analista. De esta ma-
nera cahna su angustia ante la percepción de sus
sentimientos y deseos femeninos (Berta dentro de él)
152 HEINRICH RACKER

frente al analista, y al mismo tiempo calma su an-


gustia ante sus sentimientos hostiles (su mujer dentro
de él) hacia la pareja, siendo ésta, en sus pensa-
mientos !atentes, él (Berta) y el analista-padre. La
mujer~madre celosa y rival era, originariamente, él núsw
mo frente a la pareja unida de sus padres. (Los sen-
timientos de culpa por estos impulsos hostiles han
causado su ulterior sometimiento a esta imago sabo~
teadora de sus relaciones libidinales.
El analizado acept6 esta interpretación, pero la
situación descripta seguía viva en lo que sucedió luego
en la sesión, pudiendo ser elaborada por la repetida
interpretaci6n de la conducta del analizado frente a
las interpretaciones. Por ejemplo, una de ellas fue
contestada por el analizado con las palabra;; : "Creo
que es corno usted dice." El "creo" era una transacN
ción entre "Berta dentro de él'\ que inconsciente~
mente sintió la interpretación como cierta, y "su mu~
jer dentro de él", que por celos y rivalidad le saboteaba
su posibilidad de unirse sentidamente con lo que el
analista le decía.
El análisis del sueño muestra también claramente
que la situación traumática era la situación transfe~
rencial, de manera que la exigencia del analizado (al
comienzo de la sesión anterior) de que el analista
no descuidara sus problemas en la realidad externa
y que representaba (uniendo presente y pasado) las
situaciones edípicas internas y transferenciales, obe·
decía al mismo mecanismo de defensa del que se
sirve el analizado en el sueño, transformando la an-
gustiante situaci6n transferencia! de sus pensamientos
oníricos latentes en la situaci6n del conflicto actual
del sueño manifiesto.
El sueño pone también de manifiesto el encubri-
miento de la relaci6n lidibinal transferencia! por Ja
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 153

relación de trabajo analítico. En la sesión siguien-


te el analizado trae un sueño en el que la ecuación
entre potencia interpretativa del analista y potencia
genital, es aun más clara. La elaboración de su parte
celosa y rival permitió al analizado una mejor vin~
culación afectiva "femenina" con el padre-analista y
sus interpretaciones, y con ello una mejor aceptación
de su propia masculinidad y paternidad.
5) He expuesto en los últimos ejemplos predomi-
nantemente material onírico. En forma similar ex-
presa el material de la realidad externa (es decir,
las asociaciones referentes a los acontecimientos del
presente y pasado) las situaciones edípicas internas
y transferenciales, y en especial los conflictos edípi~
cos de los analizados con la interpretación. Quisiera
exponer brevemente dos ejemplos que lo ilustran, tra-
tándose esta vez de mujeres en análisis.
Una analizada -profesora y muy ilustrada en psi-
coanálisis- trae una serie de asociaciones referentes
a acontecimientos externos y personas ajenas al ana-
lista, con un contenido edípico transferencia! muy
claro. A la primera interpretación, que señala esta
situación, ella responde con la pregunta de cómo el
analista había llegado a esta conclusión. El analista
le contesta mostrándoselo a través de su material,
pero conserva para uso ulterior la sensación contra-
transferencial, provocada ante todo por el tono de su
pregunta, de que ésta había sido regida por su riva-
lidad intelectual con él como profesional. Ella res-
ponde a la aclaración diciendo que no puede sentir
nada de lo que el analista le ha dicho, y se plantea
el problema de por qué ella rechaza con tanta inten-
sidad sus sentimientos ( edipicos) hacia el analista
como hombre. Asocia que en una época anterior,
su transferencia erótica había perturbado mucho la
154 HEINRICH RACKER

relación con su novio, quien se había vuelto muy


celoso. No quiere que le pase lo núsmo de nuevo.
Se le interpreta que el novio celoso, con intensa riva-
lidad con el analista, es una parte de ella misma
que se opone a la uni9n de ella (en sus sentimientos
femeninos) con el analista (como padre) . Ella res-
ponde que la interpretación le parece rebuscada.
"Dice mi rival (varón) dentro de usted", le contesta
el analista, y se lo demuestra, recordándole que mien-
tras escuchaba una de las interpretaciones anteriores,
ella, en un momento dado, se había reido por el pla-
cer que le causaba encontrar expresadas por el ana-
lista sus ideas tal cual estaban en su inconsciente.
Es decir, que ella había sentido que lo que éste le
decía era cierto, pero luego apareció el rival del
analista dentro de ella y negó su potencia de unirse
con ella y de darle comprensión y placer. Las reac-
ciones siguientes de la analizada confirmaron este
conflicto edípico en la relación de ella con la inter-
pretación *.
6) El segundo ejemplo. La analizada -mujer
joven, casada, médica, que aspira a Ja carrera analí-
tica- luchaba (en forma similar al caso anterior)
contra el retorno de sus sentimientos femeninos edi-
picos hacia el padre-analista y se cerraba igualmente
frente a sus interpretaciones o discutía con ellas. En
una sesión en la que se refirió con sus primeras
palabras a su problema afectivo con el analista, asoció
seguidamente que la noche anterior había estado
junto con su marido, en una reunión social, donde
* Quisiera recalcar que me limito --en este como en los
demás ejemplos-- a determinados aspectos de la situación,
dejando de lado otros, de importancia igual o aun mayor.
He señalado al comienzo de este capítulo el punto de vista
en el que se basa la selección de los aspectos que expongo.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 155

se encontraron casualmente con el señor X. :i!ste 13.


"hartó" pronto, pues hablaba continuamente de su
"obra". "Es un pedante", dice la analizada. Más
tarde el señor X conversó con ella a solas, criticando
al esposo de la analizada, especialmente por sus su-
puestos celos. Esto la fastidió, internamente, muchí..
simo. El analista le señala primero la secuencia d<
sus asociaciones -el haber hablado primero de su
relación difícil con el analista y luego sobre las difi-
cultades con el señor X-, lo que sugiere una simili-
tud de situación y problema. La analizada rechaza
esta interpretación, diciendo que nunca encontró upe-
dante" al analista.
Seguidamente ella recuerda a su hija, que con
mucho entusiasmo se expresa con respecto a las cua..
lidades del doctor A. (analista y, como la analizada
sabe, amigo intimo del analista de ella). La allalizada
agrega que el entusiasmo de su hija por el doctor A.
y su mujer provoca en ella y en su marido ciertos
sentimientos de rivalidad. El analista interpreta que
la hija es ella en su parte de niña y el doctor A.
representa al propio analista, por el cual tiene, laten-
temente, mucho entusiasmo; pero ella rivaliza tam-
bién con su analista, por esta niña que tiene dentro
de ella. .Lo que ella contó sobre su encuentro con
el señor X expresa algo similar. Su parte rival estaba
muy presente cuando éste hablaba de su "obra", lo
mismo que está presente cuando el analista le hace
una interpretación (como ya le fue señalado en sesio-
nes pasadas) . Ella es también el hombre celoso frente
a la pareja que la niña dentro de ella desea formar
con el analista-padre.
La analizada (que un rato antes habla rechazado
una interpretación) dice: "En un sentido tiene usted
razón" (y señala un aspecto de la interpretación).
156 HEINRICH RACKER

Se le interpreta que la niña que está dentro de ella


piensa del analista así como su hija piensa del doc-
tor A., o sea que el analista es un "fenómeno" y que
sabe todo (según sus palabras) . Pero el var6n rival
y celoso existente en ella quiere que el analista no
sepa nada, que no tenga razón en nada. Estas dos
partes de ella hacen una transacci6n y de alli que
ella admite y recalque que en un sentido el analista
tiene razón.
Nuevamente se expresó así -y análogamente en
los sucesos siguientes de esta y otras sesiones- el con-
flicto edípico de la analizada a través de su relaci6n
con la interpretación, intensificándose la "resistencia
transferencia!" masculina como defensa frente a la
transferencia femenina, más temida y resistida. Y
nuevamente permiti6 el análisis del conflicto edipico
frente a ]a interpretación, la disminución de la de-
fensa, el mayor surgimiento de lo rechazado y su
elaboración en la conciencia.

IV. Análisis de un caso


Quisiera ahora e.'<poner un caso que he podido
observar durante un tiempo prolongado a través de
un análisis de control. Este caso mostrará una serie
de conflictos infantiles, en varios planos y aspectos de
Ja evolución psicosexual, tal como aparecieron en la
relación con la interpretación; además, pondrá de
manifiesto algunas causas de ]a reacción terapéutica
negativa, la que sin embargo pudo ser vencida, en
cierto grado, ante todo por medio de la elaboración
de estos mismos conflictos transferenciales.
Se trata de una joven de 30 años, maestra de pro-
fesi6n. Es la menor de cuatro hermanas. Sus padres,
de origen alemán, se radicaron en el país a raiz de
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 157

las persecuciones políticas en 1933, habiendo sido el


padre comunista activo. El problema principal de la
analizada es su extrema dificultad de relacionarse
con el hombre. Su idea consciente es que ningún
hombre se acerca a ella eróticamente porque --según
su fantasía- ella es fea. Vive en una constante an-
gustia, que ella refiere a su soledad y a la imposi-
bilidad de que esta situación se modifique .iamás.
La situación analítica muestra, sin embargo, un
cuadro bastante diferente en cuanto a la relación
interpersonal. En primer lugar, no es el analista quien
la rechaza, sino que es ella la que, en ciertos aspec-
tos, lo rechaza constantemente a él. Viene al añ.álisis
con toda regularidad, pero ya en la comunicación
de sus asociaciones debe luchar con una conside-
rable resistencia. Sus dificultades culminan en su re-
lación con las interpretaciones. Existe un rechazo
latente de la interpretación ya antes de que el analista
empiece a hablar, rechazo que el analista percibe
claramente en su contratransferencia. Una vez expre-
sada la interpretación, la analizada la rechaza de uno
u otro modo: con un ''no'', contradiciendo, con un
"sí, pero", con silencio, diciendo que no siente nada
o pasándola por alto en sus asociaciones ulteriores.
El análisis de estas respuestas mostró las siguientes
situaciones subyacentes:
1') Aceptar la interpretación significaba, en un
plano, unirse con el analista-padre y representaba la
realización del crimen edípico. Pudo verse, por ejem-
plo, que la analizada no "agarraba" (según decía
ella) o no sentía la interpretación, porque esto equi-
valía a "agarrar" o sentir el pene del analista-padre
lo que hubiera llevado (como mostró en sueños) a la
desesperación y al suicidio de la madre, puesto que
ésta perdia así (a través de la unión entre su hija
158 HEINRICH RACKER

y su esposo) sus dos seres más queridos. En otros


términos, aceptar la interpretación equivalía a la
realización de ciertas fantasías rnasturbatorias que
implicaban la muerte de la madre.
Recibir realmente la interpretación y admitir que
ésta diera realmente fruto en ella significaba también
concebir y dar a luz un hijo, fruto del incesto.
2') La analizada realizaba, pues, la defensa frente
al crimen edlpico mediante el rechazo constante del
padre-analista, o más exactamente (ya que se trata
de un rechazo parcial) mediante el rechazo de la
interpretación-pene. Una de las consecuencias de es-
ta repetida agresi6n defensiva era la vivencia de ha-
ber castrado o dañado al padre-analista y las angus-
tia.' depresivas y paranoides implicadas en ella. En
cada sesión en que este rechazo ganaba sobre las
tentativas del analista de vencer esta dificultad, la
analizada introyectaba y llevaba luego consigo un pa-
dre castrado, dañado y enojado, es decir, un perse-
guidor. Su angustia consecutiva se debía a esta per-
secución interna.
Dentro de este plano, el beneficio patológico con-
sistia en estar libre de culpa y persecuci6n frente a la
madre edípica. Cada sesión era una coartada, una
demostración de su inocencia.
3•) Esta situaci6n puede también ser descripta en
los términos siguientes. La analizada llevaba dentro
de sí una imago materna que se oponía, con violentas
amenazas, a que ella aceptase la interpretación-pene.
La percepción inconsciente de esta oposición materna
-que equivale a la percepción del peligro de quedar
sola como mujer- provocaba una intensa y conti-
nuada angustia. En un plano más profundo, esta
imago materna era ella misma, oponiéndose a la
unión sexual de los padres, por celos y envidia. Estos
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 159

sentimientos hostiles se dirigían luego, en la situación


analítica, tanto contra la interpretación-pene como
contra la parte femenina de ella misma, que en su
inconsciente representaba también a su madre. Esto
pudo ser visto, por ejemplo, a través de un sueño en
que la analizada vivía con regocijo el impedimento
de un casamiento entre un hombre que representaba
al padre-analista y una muchacha que representaba
a su hermana mayor y --en su fantasía- rival vic-
toriosa en la lucha por el amor paterno. En esta
hermana ella había colocado la parte sexual de su
madre, pero en última instancia su propia parte se-
xual edípica. El sueño fue desencadenado por una
sesión en la que ella había desechado todas las tenta-
tivas del analista de hacerle aceptar sus interpreta-
ciones. De esta manera ella habia impedido el casa-
miento entre su padre y su madre dentro de ella, o
sea, entre su padre y ella misma. El sueño manifiesto
calma su angustia latente al negar que la persona
cuyo "casamiento" está en juego, es ella misma.
4') Sin embargo, la conducta rechazante frente a
la interpretación se debía también, dentro del plano
edípico, a otros motivos. La interpretación represen-
taba además el no-pene, es decir, representaba la
frustración de los deseos genitales y de maternidad,
ya que consistía -según decía la analizada- "sola-
mente en palabras". El rechazo de la interpretación
era, pues, también la expresión del odio, de la ven-
ganza contra el padre porque éste no Ja había satis-
fecho sexualmente. Era como si la analizada, de ni-
ña, se hubiera encaprichado y dijera, a través del
rechazo de ]a interpretación: "ya que tú, padre, no
me diste tu pene ni un hijo, ya que me rechazaste
como mujer y me hlciste así sufrir tanto, te voy a
rechazar en cualquier otra cosa que me quieras dar
160 HEINRICH RAOKER

y hacerte sufrir de esta manera. No quiero recibir


de ti nada que no sea el pene y el hijo". La anali-
zada despreciaba, pues, la interpretación, porque no
era el pene (en el fondo, porque era el pene frus-
trador), vengándose con este desprecio de la frustra-
ción sexual y del desprecio que ésta le habla signifi-
cado. Inducía y seducía al analista a interpretar,
castrándolo luego de la misma manera que ella se
había sentido inducida y seducida a desear al padre,
sintiéndose luego "castrada" como mujer*.
5•) El padre asi atacado -sea por necesidad de
defensa, o sea por venganza- se convertía (como he
dicho) en un objeto dañado y perseguidor. Esta si-
tuación aumentaba la angustia y desconfianza frente
a la interpretación y su rechazo, puesto que le atri-
buía intenciones destructivas. Por otra parte surgían
preocupaciones cariñosas frente al padre dañado y
tendencias de repararlo y de restituirle la confianza
en sí mismo ayudándole en su labor analítica.
La imago paterna perseguidora tenía, además, otra
raíz; era una ego-imago, era la analizada misma ata-
cando a su madre. En cuanto la analizada se identi-
ficaba con la madre, es decir, en cuant.o adoptaba
una posición femenina (por ejemplo, frente a·la inter-
pretación), ella corría el mismo peligro de ser ata-
cada. LO señala un sueño en que ella debe ser some-
tida a una operación ginecológica y rechaza con mu~
cha angustia al cirujano que la iba a operar, pidiendo
con urgencia otro cirujano. Los dos cirujanos, el

* También Ja envidia de pene apareció con claridad en


su conflicto con la interpretación, pero predominantemente
como defensa masculina frente a sus angustias de ser mujer.
Debajo de su envidia frente al padre subyacía su envidia
frente a la madre, y en especial frente al pecho materno.
Veremos este conflicto más adelante.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 161

bueno y el malo, representan no sólo el padre-analista


querido y el odiado, sino también el propio cariño
y odio de la analizada hacia la madre y su vientre.
Frente al sentimiento de culpa y al temor a la reta-
liación que le había provocado la percepción de estos
impulsos hostiles hacia la madre, ella se había defen-
dido proyectándolos en el padre (origen de la escena
primaria sádica) . Ahora que el análisis estaba pro-
moviendo nuevamente -en la transferencia- sus de-
seos femeninos, ella corría el mismo peligro de conver-
tirse en la víctima de los ataques del padre. Su temor
y desconfianza frente a la interpretación provenía,
pues, de que ella había colocado en el padre-analista
( cirujano) aquellos propios impulsos ambivalentes
hacia la madre sexual.
69 ) A los conflicto> expuestos se agregaban las di-
ficultades de aceptar los diversos contenidos de las
interpretaciones. Estas pueden ser diferenciadas, gros-
so modo, en las que señalaban las luchas de la anali-
zada con sus sentimientos agresivos y las que seña-
laban sus luchas con sus sentimientos de amor. Las
primeras eran rechazadas porque el sentimiento de
culpa referido a la agresión era dificil de soportar y
porque aumentaban la vivencia de la pérdida del
objeto (analista) . Las segundas eran rechazadas de-
bido a este mismo sentimiento de culpa, es decir,
porque la analizada no se sentía merecedora de ellas
o porque significaba ]a unión incestuosa con el ana-
lista-padre (ya que implicaban sentirse querida y
querer) o bien porque la aceptación de la parte cari-
ñosa implicaba sentir culpa.
7Q) Los conflictos universales expuestos hasta aquí
se expresaban en esta analizada con especial inten-
sidad y con características específicas, condicionando
durante un tiempo prolongado un alto grado de reac-
162 HEINRICH RACKER

c1on terapéutica negativa. Debemos, pues, considerar


algunos aspectos específicos de sus conflictos infantiles
y su expresión en sus relaciOnes con la interpretación.
La intensidad de su rechazo de la unión con la inter-
pretación equivalía, por una parte -como he seña-
lado-, a la intensidad con que la analizada se habia
opuesto a la unión de los padres. Por otra parte
equivalía a la intensidad con que ella, en una época,
se había volcado hacia el padre, y la violencia corres-
pondiente con que se habla alejado de la madre*.
Ella debía ahora sufrir la misma soledad a Ja que
había condenado, en un tiempo, a su madre. Esto se
hizo evidente, por ejemplo, a través de su fantasía
de que ella -según sus palabras- "le importaba
un rábano" al analista, fantasía que tenía su origen en
una situación en la que su padre era todo para ella
mientras que la madre le "importaba un rábano".
Esta situación, en que la culpa frente a la madre era
intensamente- reprimida, fue "realizada" en sus actos
masturbatorios (y sus equivalentes ulteriores) ; las in-
tensas sensaciones del placer masturbatorio aumen-
taban la sensación de realidad de estas fantasías
* Estas intensidades (y otras a las que me refiero más
adelante) requieren, a su vez, una explicación. Pero por un
lado, este problema está un tanto alejado de nuestro tema
central, y por el otro, no sabría decir nada al respecto que
no haya sido ya expresado por Freud (Análisis terminable
e interminable}, por M. Klein 46, 52 y otros autores. Por
ejemplo, la intensidad con que la analizada rechazaba la
unión de los padres se basaba en una fuerte intolerancia
frente a la carencia sexual, y ésta en un intenso masoquismo
constitucional. Por otra parte, su masoquismo fue reforzado
secundariamente por el apoyo real que obtuvieron sus sen-
timientos de culpa por ciertos hechos externos. Así, por
ejemplo, el hecho de que su ·madre no hubiese podido tener
más hijos (debido, adi;más, al nacimiento de la paciente)
refor7.Ó su fantasía de haber destruido el vientre materno
con sus ataques contra los padres unidos.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 163

maníacas. En correspondencia con esta total exclu-


sión de la madre de su sentir (que incluye como aún
veremos, una intensa disociación y negación de la
imago querida de la madre y de los sentimientos cari-
ñosos hacia ella) , la analizada había disociado toda
esperanza para ella misma como mujer. Esta espe-
ranza por un propio futuro positivo y su propio ins-
tinto de vida disociados fueron colocados --en un
plano- en el analista, en su interpretación, de la que
ella tenia que quedar totalmente separada, y más
aún, a la que tenía que paralizar, anular, atacar y
destruir de nuevo en cada sesión. Ella estaba, pues,
identificada proyectivamente con el eros o instinto
de vida puesto en la interpretación (latente o mani-
fiesta), y al atacarla atacaba a su ser y vida propios,
junto con el objeto querido, fuente de su vida. De
allí la terrible angustia al plantear el analista -en
la cúspide de la reacci6n terapéutica negativa-, la
eventual interrupci6n del análisis, ya que éste (apa-
rentemente) no le era de ninguna utilidad. Lo cierto
es que -como he dicho- en el analista y su inter-
pretación estaba colocada, aunque en forma parali-
zada, su propia esperanza -y el hombre (padre)
a quien esperaba-, aunque al mismo tiempo esta
esperanza nunca debía realizarse. Superficialmente,
ella había "cedido" la vida y la capacidad sexual a
los padres-analistas y quedaba sometida a la situa-
ción de .la niña excluida de los placeres.
8') En esta situación el analista adquiría el signi-
ficado de los padres unidos sexualmente y la interpre-
tación era la expresi6n de tal unión, o bien del fruto
de ésta. Iba dirigido, pues, contra la interpretaci6n,
el odio inherente a los celos, la envidia y la voracidad
frente a los padres unidos y a su capacidad de tener
hijos. Un sueño en que la analizada devora a una
164 HEINRICH RAOKER

ntna (preparada a la manera de filet de pescado)


muestra este odio voraz. En un aspecto, la rúña es
la analizada misma que se devora a sí misma (por
ejemplo, "tragándose" muchas de sus disociaciones},
por la envidia que le provoca la felicidad de los pa-
dres de tener tal hija. En otro aspecto, la niña repre-
senta a todo producto del analista (de los padres
unidos) y en especial sus interpretaciones, que son
tragadas de manera similar, "sin que quede rastro
alguno" de ellas (según ella asociaba con el crimen
del sueño) . El acto de devorar es al mismo tiempo
una victoria maníaca, un apoderarse del producto de
la potencia sexual y creadora de los padres, y la des-
trucción de éstos (del pecho, pene, hijos, etc.). Esta
situación es, primeramente, una inversión de la situa-
ción básica, en la que la riqueza es del analista mien-
tras que la carencia, la necesidad y el deseo son de
la analizada. En la situación maniaca (tragada la
niña) el analista depende de la analizada, pero al
mismo tiempo la situación está acompañada por an-
gustias persecutorias o por intensos sentimientos de
culpa. El sueño mencionado muestra estos últimos,
pues continúa de la manera siguiente: la analizada
se siente terriblemente culpable frente a los padres
de la niña devorada y acude al analista, quien sin
embargo rechaza sus excusas y declara el crimen
cometido imperdonable. Comprendemos así por qué
la analizada, como defensa ulterior, invierte nueva-
mente Ia situación, colocando toda satisfacción y po-
der en el analista y desdiciéndose de toda esperanza.
Con esto se libera al mismo tiempo de toda culpa-
bilidad. La propia esperanza, el propio deseo de
progreso son colocados, a través de una intensa esci-
sión, en el analista, y .es rechazada toda tentativa de
éste de integrar esta parte en la analizada.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 165

En esta situación vuelve lo originariamente rechaza-


do, ya que vuelve la situación de carencia, la que es
vivida como persecución, mientras es aún mantenido
(por identificación proyectiva) un deseo de vida, y
la que es vivida como muerte cuando ( aparentemen-
te) cesa todo impulso libinal. Estamos, pues, nue-
vamente ante la sucesión y estratificación arriba exw
puesta, la que -en términos de tendencias- ha sido
descripta por Freud en la sucesión del masoquismo
. primario (que implica las "situaciones depresivas y
paranoides primarias") , del sadismo (el que, al ser
volcado el instinto de muerte hacia los objetos, im-
plica la "situación maníaca primaria" y, en su consew
cuencia, las "situaciones depresivas y paranoides se-
cundarias") y del masoquismo secundario (que implica
una liberación de culpa y de persecución retaliativa
y por lo tanto una vivencia "maníaca secundaria",
pero representa al mismo tiempo -ya que vuelve la
situación de carencia- un retomo en la defensa de
las "situaciones depresivas y persecutorias primarias").
9') Quisiera ahora ejemplificar, a través de la re-
lación 'de la analizada con la interpretación, tres si-
tuaciones infantiles de importancia especial. Se trata
primero de una situación depresiva, luego de una
situación maníaca y finalmente de una situación
esquizo-paranoide.
En un sueño aparece un caballo que se acerca, con
intenciones amorosas, a una yegua. Estando cerca,
el caballo retrocede con espanto, pues ve que la cabeza
de la yegua está cortada (en línea horizontal), fal-
tándole toda la parte superior. Las asociaciones de
la analizada indican que, en un plano superficial,
este sueño expresa su fantasía de que cualquier hom-
bre retrocedería con espanto ante ella, al ver destruido
su vientre (de acuerdo con las fantasías retaliativas}
166 HEINRICH R.ACKER

etcétera). Debajo de esta fantasía está la otra: Ja


fantasía infantil de haber destruido ella el vientre
materno. Esta angustia depresiva se ha actualizado
en los días precedentes al sueño por la vivencia de
la analizada de haber atacado la cabeza del analista-
madre, de haberle cortado su cerebro y de haber des-
truido, a través de los ataques contra sus interpreta·
cienes, toda su capacidad de tener hijos-interpre·
taciones. Es, pues, en el fondo, ella, la que retrocede
espantada al tomar contacto con su obra destructiva.
En defensa frente a esta vivencia depresiva, ella se
identifica con el analista-madre atacado, ·poniendo
en él su espanto, su sentimiento de culpa y su pena
depresiva (véase 59 ).
Un día, 1a analizada viene a la sesión muy diver-
tida por la noticia que acaba de leer en los diarios:
algunos hombres de ciencia exigían que la luna fuera
declarada libre, autónoma e independiente. "¡Qué
absurdo -exclama, la luna es de quien la ve! ...
¡ Así son Jos hombres en su afán ilimitado de pose-
sión, pretendiendo hacer la invasión total en el es-
pacio!" Estas asociaciones se referían también a la
situaci6n transferencia!. Ella rechazaba en aquellos
hombres de ciencia la parte de ella que ya se ha
apoderado de todo el mundo, es decir, de Jos padres-
analistas. Ella los llevaba dentro, habiéndolos tra-
gado (como a la niña del sueño) y más bien conside-
raba absurda la supuesta pretensi6n del analista de
llevar una existencia independiente fuera de ella. En
asociaciones ulteriores criticó a una mujer por la
rigidez con que se atenía a las ideas que un hombre
(a quien la analizada criticaba por su conducta om-
nipotente) Je habla transmitido. Al señalarle el ana-
lista que la analizada criticaba en aquella mujer su
propia rigidez mental, Ja analizada responde que eso
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 167

es cierto pero que por lo menos son propias las ideas


a ]as que se aferra tercamente. Es decir, que ella
lleva dentro, al mismo tiempo, al hombre creador
de ideas. Ella es hombre y mujer a la vez, es Ja
pareja unida, se fecunda a sí misma y da a luz a
sus hijos. Se comprende que esta fantasía y conducta
maníaca en que ella es el todo, anule la existencia
del analista y haga superfluas slls interpretaciones.
En ciertas ocasiones era claro que ella rechazaba una
interpretación porque era el analista quien la expre-
saba y no ella; cuando en otro momento la analizada
había tenido Ja misma idea, la había aceptado plena-
mente. De esta manera la analizada trata de defen-
derse frente a Ja situación básica en que el analista
es todo y en que ella lo ataca envidiosa y celosamente.
Pero se entiende también que esta conducta maníaca
lleva a su vez a vivencias depresivas y paranoides
dada la anulación (destrucción) de Ja existencia del
analista.
El análisis constante de las situaciones expuestas,
en la transferencia v en la relación de la analizada
con la interpretació~, originó poco a poco un cam-
bio. Como ya he mencionado, Ja defensa última de
la analizada (la más superficial pero la más intensa)
consistía en declararse excluida definitivamente de Ja
vida de mujer. Con este mecanismo ella era la víc-
tima mientras que Jos padres-analistas y en especial
la madre, podían ser señalados como los victimarios.
Negando la imagen buena de Ja madre, Ja analizada
podía mantenerse libre de los sentimientos de culpa
frente a ella. En el sueño siguiente se anuncia ya el
cambio señalado. Ella va a lo de su tia -a Ja que
describe como muy dulce y cariñosa- y alguien no
deja pasar a ésta por un cerco. La situación de ltt tia
es sumamente precaria y le provoca mucha pena. La
168 HEINRICH RACKER

analizada le promete hacer por ella todo lo posible


para ayudarla. Se despierta de este sueño con un
intenso sentimiento de culpa, sentimiento que duM
rante mucho tiempo de su análisis ella no podía per-
cibir. En sus asociaciones dice que en la realidad su
madre había hostigado cruelmente a esta tia (her-
mana suya), y agrega que esta conducta de la madre
se debía seguramente a sus sentimientos de culpa por
tener ella todo (esposo, hijos, dinero) mientras que
la tía, después de un breve e infeliz matrimonio, vivía
sola y en la miseria.
La tía representaba, en uno de sus aspectos, al
analista, quien en estos días había sido vivido como
"dulce y cariñoso". El cerco representaba el cierre
que la analizada le oponía internamente. Por otra
parte la tia representaba a la propia parte "dulce y
cariñosa" de la analizada, que ella mantenía excluí~
da, "cercada" (disociada) de ella misma en su rela#
ción con el analista. Históricamente la tía era la
imago buena disociada de la madre o más precisa~
mente, como señala la palabra "dulce", la imago del
pecho bueno. De esta manera reaparecían en la rela w

ción de la analizada con la interpretac16n, algunas


relaciones con el pecho. Se podían ver la disociación
entre pecho bueno y malo y la correspondiente diso-
ciación entre amor y odio. La relación de amor con
el pecho bueno había sido mantenida lejos de la
situación transferencia!, siendo consideradas todas las
interpretaciones sin valor ni bondad, ya que, en esta
forma, la analizada podía mantenerse libre de senti-
mientos de culpa frente al analista-madre. Lo mues·
tra la irrupción de culpa a raíz de este sueño, es de..
cir, al reintegrarse el amor y Ja imagen buena del
pecho dulce, a través de las interpretaciones cariñosas.
10') Llegamos asi a los conflictos más profundos
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 169

de la analizada con la interpretación: sus conflictos


con el pecho. Quisiera, para terminar, exponer aún
un sueño que muestra algunos aspectos decisivos de
esta relación.
Estoy comprando a una mujer comunista (que
vende cosas) un broche para mi blusa. El broche con-
siste en muchas estrellitas que, vistas a la luz del día,
tienen un brillo extraordinario. El broche tiene la
forma de una lechuza. La mujer tiene dos broches,
uno más grande y el otro más chico. Yo compro el
más grande.
Asociaciones: "Mi padre ha sido comunista. Ana
(una amiga mayor que la analizada) es comunista.
No tiene hijos; yo le decia que deberla adoptar algu-
no. La doctora X (una psicóloga) es filocomunista.
"El día antes del sueño fui con mi padre -des~
pués de mucho tiempo- al cine. En el noticiero
vimos el Sputnik. Se vela el cielo estrellado y un
punto luminoso que pasaba.
"~faría (una joven pintora) no trabajó durante
mucho tiempo. Ahora volvió a pintar algo; hizo
un cuadro de animales, entre ellos una lechuza ...
La lechuza ve de noche . . . Yo conocí a María hace
unos años; antes era muy linda, ahora lo es mucho
menos. En estos últimos años estuvo en muv mal
estado psicológico; tenía muchos conflictos c~n su
madre."
Interpretación: La mujer del sueño es el analista~
madre (la esposa del padre comunista, la psicóloga
comunista). Él es también como la amiga comunista
Ana, la mujer sin hijos, con lo que la analizada alude
al analista en cuanto éste no la tenía a ella como
hija, en cuanto eila se negaba a ser hija de su madre.
Las estrellas son las interpretaciones buenas que '~vis~
tas a la luz del dia brillaban mucho", siendo senti-
170 I-IE!NRICH RACKER

das por ella como creaciones "maravillosas", como


los Sputniks de los rusos comunistas. En su totalidad
son como una lechuza, porque ven en la noche del
inconsciente. Ella es como María que por sus con~
flictos con la madre no es ya tan linda como antes;
pero, como María, ella ha vuelto a trabajar en el
análisis, es decir, ha vuelto a querer al analista, a
darle vida sintiendo, apreciando, y aun admirando
sus interpretaciones-estrellas, y de esta manera ha
vuelto a crearlo (lo que equivale a hacer un hijo
o una madre) . Lo que ella compra es uno de los
dos broches para su blusa, es decir, adquiere para sí
>mo de los dos pechos de la analista-madre. Ella elige
el más grande, quedándose el analista con el más
chico, de Ja misma manera como en la sesión prece·
dente al sueño ella se había equiparado a una mujer,
analizada de una famosa analista, que a raíz de un
gran éxito había fantaseado ser más que su madre
espiritual.
El sueño muestra, pues, que las interpretaciones
son sentidas como los aspectos y contenidos maravillo·
sos del pecho, y que la capacidad de "ver en la
noche", de descubrir la verdad, es equiparada a la
capacidad del pecho de dar vida. La admiración
por el pecho es -como ha señalado M. Klein- la
base para la admiración de toda capacidad creadora.
La analizada se sentía mala hija (o no-hija) mien-
tras no quería reconocer la bondad y capacidad de
este pecho (las estrellas sólo brillaban si se las tenía
a la luz) , Ella ya sabía que este pecho era bueno
pero lo quería tener ella, superando a la madre~
analista.
Es~a interpretación fue, en un primer momento,
sentida con gran placer por la analizada. En su pri-
mera reacción ella estaba maravillada por lo que el
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 171

analista había podido ver a través de su sueño. Pero


esta vivencia desapareció en seguida, cediendo a ideas
pesimistas con respecto a su estado y a su futuro.
La admiración y la buena relación con el analista·
madre fue huevamente interferida -como puede
comprenderse a través del sueño-- por su rivalidad
y envidia. Además, aceptar plenamente la bondad
del analista hubiera significado soportar el peso de
los sentimientos de culpabilidad. Esto se evidenció
por el hecho de que la analizada pronto se lanzó a
nuevas acusaciones contra el analista y contra la inuti-
lidad de sus interpretaciones. Se declaraba harta de
ellas y de las mujeres en general. Al señalarle el
arialista que ella había convertido tan pronto en
comida mala, la comida que él le había dado y que
le había gustado tanto, ella siguió su acusación di-
ciendo que la madre le daba siempre leche con san-
gre (refiriéndose a un suceso real) . Pero era claro
que en esta defensa frente a su sentimiento ~e culpa
retornaba su culpa por sus sentimientos hostiles ha-
cia la madre. Sus sentimientos hostiles hacia el ana-
lista -representados en un sueño en la noche si-
guiente por un cachorro de tigre que pide carne
humana- convirtieron también las interpretaciones,
en su vivencif!,, en una me?cla de leche y sangre.
A través del análisis de la relación transferencia}
de la analizada con la interpretación, fueron, pues,
elaborados poco a poco, sus más importantes con-
flictos infantiles. Al mismo tiempo se alcanzaron paso
a paso -aunque siempre también con pasos hacia
atrás- cambios importantes de la relación con las
interpretaciones que hicieron posible una mejor acep-
tación y asimi1ación de éstas. De esta manera fue
favorablemente interferida la reacción terapéutica
negativa, disminuida la angustia y creada la base
172 HEINRICH RACKER

para mejores relaciones con los objetos internos y


externos.

RESUMEN Y COMPLEMENTOS
La importancia de estudiar y analizar con conti-
nuidad la relación del analizado con la interpreta-
ción se basa en los siguientes hechos:
Primero: El análisis de la transferencia es el cen-
tro de la labor analítica. La interpretación es la
expresión principal del analista; de ahl que la rela-
ción del analizado con la interpretación se constituye
en un tema central del análisis de la transferencia.
Segundo: La interpretación es prácticamente el único
instrumento técnico del analista. De la relación del
analizado con la interpretación dependen, pues, de-
cisivamente la marcha y el resultado del proceso
analítico. Tercero: Siendo la relación del analizado
con la interpretación uno de los planos preponde-
rantes en el que aparece la transferencia, esta rela-
ción se presenta como uno de los campos principales
del estudio de la infancia.
Freud fue~ como tantas otras veces, el primero en
descubrir y exponer estos hechos. En La dinámica
de la transferencia, en sus Conferencias de introduc-
ción al psicoanálisis y en otros escritos señala cómo
los analizados cambian en su relaci6n con la labor y
con las afirmaciones del analista. Muchos pacientes
que en un comienzo dan pleno crédito a lo que el
analista dice, modifican luego su actitud, perdiendo
el interés por las interpretaciones o dudando de ellas.
Las mujeres, en lugar de seguir colaborando, buscan
el amor del analista, mientras que los hombres se
rebelan contra él, no quieren deberle nada y les im-
porta más mostrar al analísta su impotencia que cu-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 173

rarse. Es sabido que Freud descubrió en esta conducta


de los analizados el retorno de sus relaciones infan-
tiles de objeto, y que explicó este retorno señalando
varias causas. En especial lo vio como expresión de
la resistencia contra el análisis, es decir, ante todo,
contra la interpretación. Freud recalcó que el anáM
lisis de estas relaciones transferenciales constituyen el
campo principal de las batallas por la curaci6n.
Uno de los analistas ulteriores que más atención
prestó a este mismo enfoque fue W. Reich. Señaló
en especial la importancia de analizar la transferenM
cia negativa y su influencia sobre la relación del
analizado con la labor del analista. K. Horney, en
un trabajo sobre la "reacción terapéutica negativa"
ve la causa principal de ésta en la relación del ana-
lizado con la interpretación. Señala que son, ante
todo, la rivalidad y la envidia del analizado frente
a la interpretaci6n buena las que originan el fracaso
del tratamiento. M. Klein, en su último libro En-
vidia y gratitud, ilustra muchos de los procesos pri·
mitivos del niño a través de su retorno en la relación
del analizado con la interpretación, muy especialM
mente en cuanto se refiere a la envidia y gratitud del
lactante hacia el pecho.
También varios analistas argentinos han estudiado
diversos aspectos de este mismo tema. Aparte de
los autores ya mencionados anteriormente, deben seM
ñalarse todos aquellos que en ocasión del Symposium
sobre técnica en 1956 (cuyo tema central era la inter-
pretación), han expuesto observaciones y consideraM
ciones de gran interés al respecto. Debo aquí limiM
tarme a llamar la atención sobre la Revista de Psico-
análisis, tomo XIV, N° 1-2 ( 1957), en la que la
mayoría de estos trabajos han sido publicados.
La finalidad del presente trabajo es, en primer lu·
¡·74 HEINRICH RACKER

gar, de índole práctica. Habla observado con fre-


cuencia, que -aunque teóricamente conozcamos bien
los procesos infantiles descriptos por Freud, Abraham,
M. Klein, etc.- no siempre lográbamos redescubrir
estos mismos procesos en Ja práctica diaria, en la
transferencia de los analizados, y en especial en la re-
lación y conducta de los analizados con la labor del
analista. Sin embargo, esta relación constituye la
realidad actual-infantil más importante de los anali-
zados. Me pareció, pues, de utilidad exponer algu-
nas de mis observaciones, pensando que podrían ser
de ayuda práctica para los que tienen menos expe-
riencia que yo.
En segundo lugar quise utilizar una parte del mate-
rial para exponer algunas observaciones con respecto
a los procesos que, a mi juicio, subyacen a una serie
de impulsos y sentimientos como la envidia, la voraw
ciclad, los celos, etc., que desempeñan un papel im-
portante ya en el desarrollo primitivo del niño. Estos
impulsos son considerados por muchos analistas, y en
especial por M. Klein y su escuela, como último
sustrato de los 'procesos profundos y como factores
i::onstitucionales básicos que no pueden ser derivados
de otros procesos. Sin embargo, la observación se·
ñala que estos impulsos son precedidos regularmente
por sucesos psicol6gicor subyacentes, o sea, que son
ya una consecuencia y una respuesta interna a otro
proceso interno. Con esta afirmación no está puesto
en duda de ninguna manera el carácter constitu~
cional ni de estos impulsos en sí ni de sus intensida~
des. Sólo se afirma la existencia de impulsos subM
yacentes que explican dinámicamente el surgimiento
de aquéllos, es decir, de la envidia, de la voracidad
o de los celos. Quiero señalar, además, que estas
observaciones e ideas mías resultan ser nada origi·
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 175

nales; un análisis detenido muestra que son redescu-


brimientos de determinados descubrimientos de Freud.
l\.fe refiero en especial a su teoría del instinto de
muerte. Si mis observaciones tienen algún mérito,
éste reside en la demostraci6n de la existencia de
estos procesos instintivos a través de sus expresiones
mentales, las fantasías inconscientes. De esta manera
creo haber podido señalar concretamente, en la prác-
tica, lo que ,para Freud era aún en parte teoría y lo
que para muchos analistas de hoy (ante todo los
analistas que rechazan las ideas de M. Klein) sigue
siendo teoría, y además teoría muy dudosa y no
aceptada. Por otra parte, M. Klein, en cuya obra
el instinto de muerte desempeña un papel tan im-
portante, se refiere sólo a determinadas expresiones
de él, sin considerar regularmente el sadismo e im-
pulsos afines (como la envidia, la voracidad, etc.)
como originados en el masoquismo primario, tal co-
mo Freud lo hacía con respecto al sadismo.
Mi idea es, en síntesis, la siguiente:
1°) Siempre se encuentra detrás de la envidia, de
la voracidad y de ]os celos, o más precisamente, de-
trás del odio y del deseo de destrucción contenidos
en ellos, un desencadenamiento del masoquismo
primario.
2•) Probablemente debe tomarse mucho más tex-
tuahnente el deseo masoquista primario, el deseo por
la propia muerte (o si se prefiere, el impulso sádico
dirigido contra el propio yo) como expresi6n incons-
ciente y primaria de Tanatos, en lucha contra el de-
seo de vida. Generalmente reconocemos en la prác-
tica, hasta ahora, sólo el masoquismo secundario, o
bien reconocemos el masoquismo primario corno dis..
posición a aceptar y someternos a la agresión prove-
176 HEINRICH RACKER

niente de afuera. Pienso en cambio que debemos


además reconocer e interpretar un deseo inconsciente
original, innato, de muerte, anterior al sentimiento
de culpa y al vuelco de la agresión hacia adentro, y
anterior a la agresión proveniente de afuera, un im-
pulso (los románticos dirían una nostalgia o un an-
helo) por la muerte, que obra en y sobre nosotros
pero también a través de nosotros, es decir, efectiva-
mente como deseo inconsciente por la destrucción
del yo.
39 ) Esta afirmación -que en su esencia no es otra
cosa que una reafirmación de la conocida idea de
Freud (la que, en otros aspectos, fue recalcada entre
nosotros por A. Garma)- no constituye una duda
con respecto a las afirmaciones de M. Klein de que
los impulsos agresivos propiamente dichos, como el
sadismo, la envidia, etc., sean impulsos innatos, cuyas
intensidades y características son de naturaleza cons-
titucional. La observación sugiere efectivamente que
la capacidad (y la necesidad) de dirigir agresión (en
sus distintas formas, niveles y sublimaciones) hacia
afuera es también -por lo menos en parte-- constiw
tucional. Peto la misma observación señala que estos
impulsos alo·agresivos se producen (o mejor qicho: se
reproducen), reproduciendo siempre de nuevo su
origen dinámico (su camino filo y ontogenético), a
partir del masoquismo. En otras palabras: se pro-
duce la agresión siempre de nuevo a partir del dolor
o de la angustia. Éstos pueden, desde luego, ser in·
conscientes y provenir de épocas lejanas. Su expresión
se encuentra en las fantasías que (junto con los im~
pulsos y sentimientos con los que van enlazados) he
denominado situación depresiva primaria y situación
paranoide primaria.
Esto es mostrado, en el trabajo presente, en el
ESTUDIOS S0l3RE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 177

ejemplo de la envidia. En mi trabajo sobre Estra-


tificación lo ejemplifiqué a través de los celos (y de
otros fenómenos psicológicos) 69• Lo mismo vale tam-
bién para la voracidad, que presupone psicológica-
mente algo como un barril sin fondo, es decir, la ac-
tuación de un determinado componente del maso-
quismo (secundario y primario) que impide o difi-
culta la satisfacción.
Quisiera aún llamar la atenci6n sobre una cuestión
técnica de gran importancia, ligada a lo expuesto.
Creo que al verificarse la existencia del deseo origi-
nal inconsciente por la destrucción del yo, éste debe
interpretarse como tal y también mostrarse los pro-
cesos masoquistas subyacentes bajo la envidia1 la vo-
racidad y los celos. Empero, debe tenerse mucho
cuidado de no tapar con tales interpretaciones el
odio contenido en estos impulsos y los sentimientos
de culpa relacionados, ya que se taparía con ello
nada menos que "la posición depresiva". Por ejem-
plo, los celos paranoicos se deben, en primer lugar,
a la espera de castigo por la hostilidad edlpica y no
pueden modificarse a menos que el analizado se en-
frente con esta hostilidad en todo su alcance. Pero
a su vez esta hostilidad se basa en un inconsciente
deseo de autocastración, anterior a los sentimientos
hostiles; éste debe ser igualmente interpretado, pero
a su debido tiempo.
He mencionado hasta ahora dos fines perseguidos
con mi trabajo. El primero y preponderante era el
fin práctico y técnico de vincular nuestros conoci-
mientos teóricos siempre más con nuestra labor dia~
ria, y en especial con la realidad transferencia!. El
segundo (y secundario) fin era aclarar estos puntos
algo oscuros de la psicopatología a los que acabo de
referirme. Hay un tercer aspecto o fin de este tra·
178 HEINRICH RACKER

bajo, un aspecto que se agregó sin que, en un prin·


cipio, me lo haya propuesto. Me refiero al señala-
miento de aquella sucesión e interrelación dinámica
de determinadas situaciones de dolor, a.11gustia y de-
fensa que he expuesto en mi trabajo sobre Estratifi-
caci6n, que vuelven a aparecer y, a mi juicio, a con-
firmarse en el material expuesto. Al describir en el
trabajo presente las diversas situaciones que apare-
cieron en el nivel oral, en la fase femenina y en el
plano edipico, surgió en mí cada vez el deseo de
comprender la interrelación dinámica de estas dis-
tintas situaciones dentro de cada uno de los planos
psicosexuales, y cada vez de nuevo la observación y
la reflexión me impusieron aquella misma sucesión
y "estratificación".
Quisiera aún recalcar al respecto unos pocos pun-
tos. Veo como básica en esta sucesión psicopatológica
una vivencia de dolor, efecto de experiencias filo u
ontogenéticas del instinto de muerte, en su choque
con el instinto de vida del organismo biopsíquico *.
He llamado a esta vivencia "situación depresiva pri~
maria", por el dolor y la tristeza que incluye, dolor
y tristeza que se refieren al daño experimentado por
el yo. De esta vivencia deriva la situación siguiente,
la "situación paranoide primaria", en la que el yo
teme un iinpacto o aun lo sufre, pero refiriendo ya el
origen de tal sufrimiento a una imago de objeto que
dañó o intenta dañar al sujeto. El instinto. de muerte
aparece, pues, proyectado. El acento de la vivencia
no está más en el dolor por el yo dañado, sino en el
temor (y luego en el enojo) frente al objeto perse-
guidor. He recalcado, en este trabajo, una imago
* Se entiende que estas uexperiencias del instinto de
muerte" provienen de la actividad de éste incrementada ante
todo por frustraciones o. agresi_ones externas.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 179

det~rminada que configura a este perseguidor; me


refiero a la imago del ideal-perseguidor. Pues la ob-
servación muestra que estas vivencias persecutorias
primarias, inherentes a la frustración y a la carencia
en uno u otro sentido, se relacionan con fantasías de
una imago que no sólo tiene tales intenciones des-
tructivas sino que al mismo tiempo se queda con lo
bueno, lo deseado y no - poseído por el su jeto, no
poseído sea como gratificación o como poder. En
otras palabras: el instinto de muerte es provocado o
estimulado, por una parte, por la frustraci6n libi-
dinal, siendo en tal situación proyectada sobre el
objeto la tendencia destructiva inherente al instinto
de muerte, y al mismo tiempo proyectado el bien
apetecido por el instinto de vida, el bien con el que
el objeto realmente o aparentemente se queda. Por
otra parte, el instinto de muerte es provocado por to-
da otra clase de carencia, en especial por la dife-
rencia de poderes, siendo también en este caso pro-
yectado el instinto de muerte que tiende a hacer
vivir al yo su pobreza; al nüsmo tiempo es proyec-
tada la riqueza (la potencia libidinal) de la que
el yo carece. De estas maneras se origina la imago
primaria del ideal-perseguidor.
Un segundo punto que quisiera recalcar es lo que
he llamado la "situación maníaca primaria". Cono-
cimos, gracias a la labor de Freud, Abraham, M.
Klein y varios otros analistas, una serie de procesos
inherentes a la manía, pero estos prOcesos aparecieron
sólo parcialmente correlacionados entre sí. Ahora
bien, creo que existe un determinado mecanismo
central en la manía que une y explica muchos de
aquellos procesos. Me refiero a la identificad6n del
yo con aquel ideal-perseguidor que va acompañado
de la simultánea proyecci6n del yo perseguido y reba-
180 HEINRICH RACKER

jado de la situación precedente, es decir, de la situa-


ción paranoide primaria. Se entiende bien, creo, que
este mecanismo implica y explica los distintos proce-
sos maníacos, o sea: la vivencia de la omnipotencia
(ya que ahora es el yo que se ha convertido en el
ideal-perseguidor), el control de los objetos (en es-
pecial de los perseguidores), el desprecio de los de-
más, el triunfo sobre los perseguidores, la vivencia
de liberación, el estado de excitación e hlperactivi-
dad, y la negación de la realidad subyacente interna
y externa. En esencia todo esto ya estaba potencial-
mente contenido en la fórmula de Freud para la
mania que, según él, consiste en la fusión del yo
con el ideal del yo. Sólo he recalcado el proceso
paranoide subyacente, su origen, los mecanismos de
identificación y proyección implicados en aquella fu-
sión, y he unido en esta situación maníaca primaria
los diversos fenómenos que han sido descriptos ante-
riormente por diversos autores.
No quiero extenderme más sobre estos puntos teó-
ricos, y para terminar sólo quisiera aún resumir en
pocas palabras los contenidos especlficos de cada uno
de los cuatro capítulos anteriores del trabajo.
En el Capítulo I me refiero al retomo de las rela-
ciones y conflictos del niño con el pecho y con el
vientre materno, en la relación del analizado con la
interpretación. El acento está puesto en la impor-
tancia de reconocer y a:nalizar estos conflictos pro-
fundos en el ''aquí y ahora" de la situación analítica.
Señalo también la interrelaci6n dinámica de los pro-
cesos inherentes, expuesta en mi trabajo sobre "Es-
tratificaci6n".
En el Capítulo II ilustro el retomo de la "fase
femenina" ( M. Klein) 46 en la relación del analizado
con la visi6n, comprensi6n e interpretación del ana-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 181

lista, y vuelvo a señalar la misma "estratificación"


en este nivel. Allí expongo asimismo lo que he
observado con respecto a los procesos subyacentes a
la envidia, etcétera.
El Capítulo III se refiere al retorno del complejo
edípico positivo y negativo, en la relación de los
analizados masculinos y femeninos con la interpre-
tación. Lo ilustro a través de material onírico y de
material de vigilia (de la realidad externa). Al ex-
poner ·este material intenté también familiarizar al
analista o estudiante menos experimentado con la
aplicación práctica de algunas de las enseñanzas de
varios analistas ingleses. Me refiero en especial a la
interpretación de las imagos de objeto (que aparecen
en los sueños y en el material de la realidad externa)
como imagos de partes del yo, y la interpretación
del interjuego de estos ego-imagos en función de la
actual situación transferencia!, tal como fue recal-
cado por Fairbairn y luego por M. Klein y su escuela.
La última parte del Capitulo III, en la que ex-
pongo "material de la realidad externa", debe ilus-
trar cómo aparece también en éste el conflicto actual
transferencia! (y el retorno de los conflictos infanti-
les) a través de la relación del analizado con la
interpretación.
El último Capitulo (Cap. IV) muestra un caso
(visto a través del "análisis de control"), en el que
"la reacción terapéutica negativa" pudo ser modifi-
cada debido especialmente a la continuada inclusión
del análisis de la relación de la analizada con la
interpretación. Fue en esta relación en la que la
batalla con las resistencias y las angustias transferen-
ciales encontró su campo central y donde se encon-
traron algunas de las posiciones estratégicas decisivas
de este proceso analítico.
ESTUDIO V

LA NEUROSIS DE CONTRATRANSFERENCIA *

l. lntroducci6n

El significado que se da a la contratransferencia y


la importancia que se confiere a los problemas corres..
pondientes depende del significado que se da a la
función del analista dentro del proceso psicoanal!tico
de transformación interna. De alú que, antes de en-
trar en el tema de la contratransferencia, recuerde
brevemente lo que ba sido dicho con respecto a este
proceso.
Freud lo sintetizó en las fórmulas "hacer consciente
lo inconsciente" y "superación de las resistencias".
Estas fórmulas son, en el fondo, idénticas, sólo que
la segunda expresa con más precisión que se trata no
solamente de hacer conscientes los impulsos, sino
también las resistencias inconscientes. Freud com~

* Este trabajo fue presentado en la .Asociación PsicoanaR


litica Argentina, en septiembre de 1948. Esta fecha explica
también por qué las referencias a trabajos sobre contratrans·
ferencia aparecidos en los años que siguieron sólo aparecen
en algunas notas al pie, agregadas ulteriormente. El lector
encontrará referencias bibliográficas más detalladas en el
Estudio VI. El trabajo presente apareció en el lnternat.
Journal of Psycho-Anal., Vol. 34, 1953, y, en forma abre-
viada, en la Revista de Psicoanálisis, tomo XII, 1955, bajo
el título "Aportaci6n al problema de la contratransferencia".
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 183

plementó estas síntesis, señalando que las batallas


decisivas por la transformación tienen lugar en el
plano de la transferencia. Formulaciones ulteriores
-de Ferenczi, Rank, Reich, etcétera- subrayan o
bien especifican uno u otro aspecto de este proceso,
contenidos ya todos en la fórmula de Freud. La des-
cripción del proceso psicoanalítico por J. Strachey 'º
se refiere directamente al plano transferencia!. Se-
ñala como central y decisivo el hecho de que el
psicoanalizado, repitiendo su infancia, se encuentra
con un objeto que sin enojo ni angustia enfrenta los
impulsos instintivos de aquél, dirigidos hacia este
mismo objeto, el analista; de esta manera puede ser
introyectado en el superyó un objeto que es más
tolerante y comprensivo que los "objetos arcaicos".
También esta fórmula expresa, en su esencia, lo mis-
mo que la síntesis de Freud: pues las resistencias
principales -euya superación significa la curación,
según Freud- derivan de los objetos prohibidores
y frustradores introyectados, cuya superación Stra-
chey establece como lo esencial de la curación.
La función del analista dentro del proceso analí-
tico es, pues, doble. Primero, el analista es intérprete
de los sucesos inconscientes, y segundo, es objeto de
estos mismos sucesos. De esto resulta inmediatamente
una doble funci6n de la contratransferencia: ésta
puede intervenir o interferir, primero, en cuanto el
analista es intérprete, y segundo, en cuanto es objeto
de los impulsos. Con respecto a lo primero, la contra-
transferencia puede ayudar, dificultar o falsear la
percepción de unos u otros procesos inconscientes.
Pero la percepción también puede ser correcta, mas
lo percibido provocar reacciones neur6ticas y éstas
perturbar la capacidad interpretativa. Con respecto
a lo segundo -el analista como objeto-, la contra-
184 HEINRICH RACKER

transferencia concurre en las expresiones de su ser


y en su conducta, las cuales influyen a su vez sobre
Ja imagen que de él se forma el analizado. Éste per-
cibe -a través de las interpretaciones, su forma, la
voz, la actitud del analista en todos los aspectos de
su contacto con el analizado fuera de su labor mera-
mente interpretativa, etc.- uno u otro estado psico-
lógico del analista; a esto se agrega tal vez las -aún
discutidas- percepciones telepáticas del analizado.
La contratransferencia, al influir sobre la compren-
sión y la conducta del analista, influye pues sobre
el analizado y en especial sobre su transferencia,
vale decir sobre el plano del que depende en gran
parte tanto Ja transformación de su personalidad co-
mo también la transformación de sus relaciones de
objeto.
Así como en el analizado, en su relación con el
analista, vibra su personalidad total, su parte sana
y neurótica, el presente y el pasado, la realidad y Ja
fantasía, así también vibra en el analista, aunque
con diferentes cantidades y cualidades, en su relación
con el analizado. Las diferencias entre estas dos rela-
ciones están dadas, ante todo, por la diferente situa-
ción externa e interna del analizado y del analista
en el tratamiento analítico, y por el hecho de que
este último ha sido ya analizado. Sin embargc queda
en pie la afirmación ulterior, pues tampoco el analis-
ta está libre de neurosis. Parte de su libido quedó
ligada en la fantasía -a los objetos introyectados-
y por lo tanto sigue dispuesta a ser "transferida".
Parte de sus conflictos endopsíquicos ha quedado sin
resolver y pugna por una solución por medio de 1.as
relaciones con los objetos externos. Además, sobre
la profesión y sobre la situación social y económi-
ca con ella vinculada, son transferidas situaciones
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 185

internas centrales. Finalmente, la relación directa


con el analizado se presta a la transferencia, ya que
Ja elección de Ja profesión analitica en si se basa
-como todas las elecciones- en las relaciones de
objeto de la infancia. Y as! como el conjunto de imá-
genes, sentimientos e impulsos del analizado hacia el
analista, en cuanto son determinados por el pasado,
es llamado transferencia y su expresión patológica es
denominada neurosis de transferencia, así también al
conjunto de imágenes, sentimientos e impulsos del
analista hacia el analizado, en cuanto son determi-
nados por su pasado, es llamado contratransferencia,
y su expresión patológica podría ser denominada neu-
rosis de contratransferencia.
La transferencia existe y se manifiesta siempre.
De la misma manera la contratransferencia existe
sietnpre y se manifiesta siempre, sólo que -aquí
corno allá- es a veces difícil percibir estas marúfes-
taciones e interpretarlas.
Lo que aquí más nos interesa es aquella parte
neurótica de la contratransferencia que perturba la
labor del analista. Cada analista sabe muy bien que
tampoco está él plenamente libre de dependencias
infantiles, de representaciones neuróticas de objeto
y sujeto, de mecanismos patológicos de defensa. Pero
ciertos hechos -que nombraré a continuación-:- ha-
cen pensar en las dos diferentes formas de "saber'',
de las que habla Freud cuando descubre ei signifi-
cado de las resistencias. También el saber del analista
sobre la contratransferencia neurótica es -por lo ge-
neral- primero sólo un saber teórico. También aquí
deben ser vencidas las resistencias para hacer posible
la conciencia real de lo inconsciente, y también aquí
debe seguir luego la elaboración. Además parece
que este proceso evolutivo está regido por la misma
186 HEINRICH RACKER

ley fundamental haeckeliana que rige los procesos


biogenéticos: así como los procesos contratransferen-
ciales representan descubrimientos relativamente tar~
díos en la historia -la filogénesis- de la ciencia
psicoanalítica, así también -aunque con diferencias
individuales- suelen ser tardíos en la historia de
cada miembro y posiblemente también de cada grupo
del movimiento analítico.
Citaré ahora algunos de los mencionados hechos
que señalan la ex.iste_ncia de esta resistencia. Ante
todo: se escribe y se habla poco sobre este tema*.
El hecho de que el número de los trabajos oficial-
mente publicados sea reducido y que en ellos, por lo
general, el tema esté tratado no muy ampliamente
ni muy profundamente, podría aun ser explicado,
aduciendo que este tema no se presta para la publi-
cación. Pero también en la literatura analítica "eso ..
térica" hay muy pocos trabajos al respecto **. En
los historiales clínicos la contratransferencia raras ve-
ces se menciona y menos aún se trata con profun-
didad. A mi juicio, estos hechos se deben, por lo
menos en parte, a una resistencia. Parece que entre
los temas analíticos la contratransferencia se trata
un poco como a un niño del que los padr~s se aver...
* Esta afinnaci6n perdió entretanto en parte su validez.
En los años que siguieron a la presentaci6n. de este trabajoJ
aparecieron una serie de estudios importantes sobre la con~
tratransfer6icia (Winnicott, 1949; Heimann, P., 1950; Reich,
A., 1951; Little, M., Gitelson, M., 1952; todos publicados
en Int. J. Psycho-Anal).
** Conozco dos de estos trabajos: el de O. Fenichel:
Theoretical implications of the didactic analysis (mimeogra~
fiado en el Topeka Inst. oí Psycho~Anal.) y el de M. LAN~
GER: Dificultades psicol6gicas del psicoanalista principiante
(leído en 1948 en la Asoc. Psicoanalit, Argent.; no publi~
cado).
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 187

güenzan. Pero esta vergüenza, o mejor dicho, el


peligro que amenaza el "auto- y alo-aprecio" del
analista, por ser analizado y analista y seguir siendo
neur6tico, no es más que una expresión superficial
de las causas de las resistencias contra el hacerse
consciente de la contratr3.nsferencia. Detrás de éstos
están todos los temores y todas las defensas inhe-
rentes a su neurosis; la situación profesional sólo
reviste con nuevos términos a antiguos impulsos,
imágenes y angustias.
En algunos tratados sobre técnica, al analizar la
posición interna que debe tomar el analista en su
labor, son diferenciados, ante todo, dos aspectos*.
Por un lado, el analista debe abrirse en su sensibi-
lidad y en su intuición psicológica frente al material
del analizado; identificándose con él, debe hacer de
su inconsciente un "cuerpo de resonancia'~ para el
inconsciente de aquél. Por otro lado tiene que hacer
uso de su intelecto, el que concibe conscientemente
lo que sintió el inconsciente, lo liga y lo separa, ana-
liza y sintetiza, diferencia lo esencial de lo secun-
dario, tiene presente, en lo posible, el proceso de
enfermedad y de curación como totalidad, y deduce
y elabora de ahí la intervención terapéutica, o sea,
la interpretación de dar y la conducta a seguir **.
Este doble proceso experimenta una complicación por
el hecho de que no sólo el objeto sino también el
sujeto del trabajo -el analista- debe ser observado
psicológicamente. El analista tiene, pues, que adop-
* Véase, por ejemplo, Fenfchel: Problemas de la téc~
nica analítica 13.
** Tampoco esta parte intelectual de Ja labor del ana~
lista es nunca tan exclusivamente "cerebral" como podría
aparecer por esta' diferenciación -esquemática. Siempre se
entrelazan la actividad intelectual y la intuitiva.
188 HEINRICH RACKER

tar una vez más la rrúsma "doble posición" que toma


frente al analizado, y eso frente a sí mismo. Ese
oscilar entre el olvidarse de sí y el recordarse a sí,
entre su entrega al analizado y el control de sí mismo,
por un lado; el oscilar dentro de cada una de estas
dos posiciones entre la posición de recepción intui-
tiva y de discriminación intelectual por el otro lado;
este oscilar entre ser instrumento pasivo-sensible (so-
bre el que tocan el analizado y el analista mismo)
y ser doblemente oyente crítico-racional, esto perte-
nece a las funciones técnicas básicas del analista, y
su observación y su desarrollo son de importancia
correspondientemente básica.
Sobre la necesidad de dirigir la atención a los
procesos internos del analista, dice Freud (Análisis
terminable e interminable) 32 : "Pero esto solo --el
análisis didáctico-- no bastaría para la formación del
analista, si no se contara con que el impulso des-
pertado por el propio análisis continuase después de
su conclusión, es decir, que los procesos de modifi-
cación del yo persistiesen espontáneamente en el ana-
lizado y utilizaran todas las experiencias ulteriores
en el sentido que aquél acaba de adquirir. Esta espe-
ranza se confirma realmente y, en la medida de su
realización, capacita al analizado para convertirse en
analista."
Las observaciones con respecto a la propia contra-
transferencia y luego a la contratransferencia de los
candidatos (en análisis o en control y la conciencia
de su gran importancia en la labor psicoanalítica
se convirtieron en un estímulo para exponer algunas
de las experiencias hechas. Lo que en esta expo-
sición importa en primer lugar, es el enfoque con que,
a mi juicio, .la contratransferencia puede ser consi-
derada ventajosamente. La parte patológica de ella
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 189

es una expresión neurótica como cualquier otra y


debe ser elaborada con la total herramienta analítica.

JI. El complejo edlpico positivo


en la contratransferencia

De la misma manera que la neurosis original y la


de transferencia, también la neurosis de contratrans-
ferencia está centrada en el complejo de Edipo *.
En este plano cada paciente masculino representa
fundamentalmente al padre, cada paciente femenina
a la madre. En forma similar a la neurosis de trans·
ferencia, también aquí los factores reales, como la
edad del objeto (en este caso: del analizado), su fi-
sico, su situación psicológica general, estados por los
que pasa, etc., actúan como agentes que reevocan
uno u otro aspecto de lo que ya está preformado en
el analista como situación edípica interna.
Consideraré aquí separadamente la contratransfe-
rencia frente a los dos sexos.
Frente a la paciente-mujer están, pues, latente.
mente predispuestos todos los sentimientos e impulsos
que estaban dirigidos hacia la madre en el curso
de la vivencia edípica. Conforme a la naturaleza
originariamente positiva de esta relación, están en
disposición -y ya antes de conocer a la analizada-
sentimientos positivos e impulsos genitales. En co-
rrespondencia a la prohibición de los impulsos activo-
fálicos en la situación edípica por un lado, y a la
situación analítica por el otro lado, ·en la que la ac-
tuaci6n genital está prohibida al analista en forma
análoga, los sentimientos y los impulsos toman fácil-

* Me limitaré a los signüicados para el analista~hombre.


190 HEINRICH RACKER

mente un carácter "fálico-pasivo". El deseo incons·


ciente consiste aliara -dentro de este plano-- en
que la analizada se enam0re del analista y de su
pene, lo que puede por ejemplo manifestarse cons·
cientemente (o bien cooperar) en el deseo de que la
enferma haga una buena transferencia _positiva.
Esta situación contratransferencial tiene consecuen~
cías sumamente importantes. Siempre que se origina
un deseo por el enamoramiento de la analizada (o
por la transferencia positiva) y este deseo es seria·
mente frustrado, surge el rechazo u odio hacia ella.
El deseo de ligar eróticamente a la madre se puede
traducir también en el deseo de que la analizada no
establezca nuevas relaciones amorosas extratransfe-
renciales. El peligro de este deseo aumenta por la
circunstancia de que la regla de abstinencia (con
respecto al acting out) se presta para la racionaliza-
ción de _aquel deseo. Por otra parte puede surgir
una inhibición de aconsejar el cumplimiento de la
regla de abstinencia (o -como se acostumbra hoy
día- de interpretar en este sentido), como forma-
ción reactiva contra el deseo, vivido con culpabili-
dad, de ligar a la paciente y de utilizar la regla para
ese fin.
El deseo de ligar a la analizada corresponde tam-
bién al deseo de los padres de no "soltar'' a sus hijos.
Siendo la liberación del analizado de la dependencia
infantil y de su equivalente transferencia! el eje de
la terapia analitica, tendremos que admitir que aquel
deseo del analista obra como una tendencia a no
curar al enfermo. Junto, pues, al deseo de curar
-que a su vez tiene profundas raíces en el incons~
ciente-, existen tendencias en el analista que van
en la dirección contraria. Nos encontraremos más
adelante con otras situaciones del analista como, por
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 191

ejemplo, la envidia sexual, que igualmente pueden


llevarlo a obrar, inconscientemente, en contra de la
evolución del analizado.
En períodos de intensa transferencia erótica acon-
tece que las analizadas relatan que en sus últimas
vivencias sexuales habían pensado en el analista.
Aunque éste sabe perfectamente bien que él no es
otra cosa que la pantalla para la proyección de un
objeto infantil introyectado, vive a veces aquel acon-
tecimiento en su inconsciente como una victoria so-
bre el rival (el padre) ; puede entonces sobrevenir
en él, por ejemplo, el impulso de pedir a la anali-
zada un relato más detallado de esta situaci6n,
movido por el deseo de intensificar el goce de la
vivencia victoriosa; este impulso es fácilmente racio-
nalizado por la importancia real que puede tener
esta situación para la analizada. Por otra parte pue-
de haber .también una inhibición reactiva al respecto
en el analista, por la angustia de castración y el sen-
timiento de culpabilidad vinculado con ese impulso
edípico.
En la transferencia erótica experimenta la anali-
zada al analista -tarde o temprane>- como objeto
(padre) rechazante y tiende frecuentemente a un
acting out. Éste puede consistir en un "flirt" con
mayor o menor realización directa; sus finalidades
son, ante todo, huida a la libertad (librarse del liga-
men transferencia]) y venganza contra el objeto
rechazante. Esta venganza puede ser vivida por el
inconsciente del analista como odio e infidelidad ha-
cia él y provocar a su vez en él angustia y odio. En
este caso el analista puede revivir; a través de las
palabras de la paciente, la escena primaria en forma
directa o simbólica, con el contenido que tuvo para
él en aquel entonces: una grave agresión de los pa-
192 HEINRICH RACKER

dres -aquí, especialmente de la madre- contra él.


Algo análogo puede acontecer frente a la vida se-
xual de la paciente con su esposo*. Una analizada
que había comenzado con una buena transferencia
positiva -y el joven analista con una buena contra-
transferencia-, desde cierto momento eliminó a éste
completamente de sus asociaciones comunicadas.
Este rechazo por parte de la enferma, junto con una
intensificación de su vida sexual con el esposo, se
conectó con la situación edípica del analista; éste
vol"ió a ser el niño frente a los padres que se satis-
facen sexualmente, excluyéndolo y rechazándolo. El
analista quedó decepcionado y reaccionó interna-
mente con fastidio contra la enferma -la "mala ma-
dre"- y con sentimiento de inferioridad y envidia
frente a su compañero sexual, el esposo. El odio de
la analizada contra la imagen que había proyectado
sobre el analista, se expresó en una intensa resistencia
al cumplimiento de las reglas fundamentales del tra-
tamiento. De esta manera se agregó a aquella frus-
tración edípica aun una frustración en la profesión,
la que a su vez también tiene un significado edípico
(véase más adelante) .
En casos donde la transferencia de la analizada
era superficialmente muy positiva, donde el analista
representaba el padre intensamente deseado, el es~
poso de la analizada representaba para ella -dentro
de este plano- a la madre que prolúbe. Pero para
el inconsciente del analista, el esposo era su propio
padre, al que la madre engaña con él. Esta situación
era por un lado satisfactoria, pero por otro lado
aparecieron a veces angustia de castración y senti-
miento de culpabilidad frente al padre (el esposo).

* Compárese M. LANGER, loe. cit.


ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 193

Pero con la ~'victoria" del analista, el esposo se trans~


formó para él al mismo tiempo en el hijo rechazado,
es decir, en el fondo, en el mismo analista. Esta
identificación con el esposo (sea porque el esposo
representa al padre querido dañado, o al analista-
niño) hi:io que el analista luego pudiese desear, aun
inconscientemente, que la paciente tuviese buenas
relaciones sexuales con su esposo. Pero no admitía
otro hombre; éste representa nuevamente al "padre
malo", que le "roba" sexualmente a su madre.
Otro aspecto del trauma edípico revivía un ana-
lista en el caso de una joven que después de varios
meses de análisis confesó que no había sido franca,
que ya no era virgen, y que ya antes del tratamiento
había empezado a tener relaciones sexuales con un
hombre y las habla continuado durante el primer
período del análisis. Esta declaración era para el
analista algo así como una violenta repetición de un
antiguo trauma; era semejante a la vivencia del- "es-
clarecimiento sexual" al principio de la pubertad*;
como si pensara nuevamente: "los padres siempre
han hecho 'aquello', es decir, el coito; pero me lo
han escondido y prohibido; me han engañado". La
contratransferencia del analista con esta analizada
había sido muy positiva, demasiado "positiva"; ella
había sido la madre "pura", pero ahora se convirtió
en una "puta". Además de esta frustración sexual,
afectiva y narcisista, el analista experimentó tam·
bién una frustración profesional; la falta de since-
ridad de la analizada habla reducido sin duda el
anhelado éxito terapéutico. También la profesión
tiene, como ya hemos dicho, un significado edípico,

* FREUD: Aportaciones a la psicología de la vida er6tica.


Obras completas, t. XIII, pág. 80 y sigs., 'Edit. Americana.
194 HEINRICH RACKER

que se agrega a la contratransferencia edípica directa


hacia la persona en tratamiento.
El analista había sabido que existían resistencias
conscientes en esta analizada; pero, aparte de la ha~
bilidad de Ja muchacha para ocultar los hechos, hubo
motivos neuróticos en él que le habían cerrado el caM
mino para presumir el contenido de Jo que ella con-
fes6 más tarde. Estos motivos eran, en primer lugar,
el deseo de una transferencia positiva por parte de la
analizada, que hizo que el analista sobreestimara a
aquélla y la confianza de la joven hacia él, y en se-
gundo lugar, el deseo por la madre "pura", ambos
provenientes del complejo de Edipo.
Resumiendo: en la contratransferencia se repiten
diversos aspectos de: la situación edípica. A veces el
analista ama a la paciente genitalmente y desea su
amor genital hacia él; Ja odia si ella luego ama a
otro, siente rivalidad con este otro y celos y envidia
(hetero y homosexual) por su placer sexual. A veces
Jo odia si ella lo odia a él, y la ama cuando ella
sufre, pues en este caso está vengado por su decep~
ción edipica. Siente satisfacción donde Ja transfe-
rencia es muy positiva, pero también angustia de
castración y sentimiento de culpabilidad frente al
esposo, etcétera.
Los peligros que estas reacciones contienen son
evidentes. Ya he mencionado la tendencia del ana-
lista a ligar a la paciente a él y las dificultades consi-
guientes para la interpretación del acting out. A
esto se agrega, por ejemplo, el temor ante las personas
para las cuales la paciente es un objeto (erótico)
importante, en cuanto elia tiende a abandonar a es~
tas personas; surge, por ejemplo, el temor en el
analista ante la agresión edipica proyectada sobre
el esposo, si la paciente se dirige hacia otro objeto;
ESTUDIOS SOBRF. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 195

o el temor ante la agresión edípica proyectada sobre


los padres, si en el curso del tratamiento la muchacha
virgen empieza a tener relaciones sexuales (deseo,
culpa y temor de rebajar a la madre, convirtiéndola
en prostituta, etc.).
Aunque las reacciones neuróticas contratransferen-
ciales fueran aisladas, la disposición para eUas es
continua ·x·. Se producen cuando se encuentran cier-
tas circunstancias en la vida y la personalidad de la
analizada con ciertas circunstancias internas y exter-
nas del analista. Se presenta ahora la cuestión de
saber hasta dónde las situaciones expuestas tienen,
o no, carácter general. Si se admite que la neurosis y
el análisis son intenninables, también el complejo de
Edipo lo es. En uno u otro aspecto se expresará,
pues, también en toda contratransferencia. Lo que
varía son las formas de su elaboración, la conciencia
de él y los grados de su intensidad. ~stos varían no
sólo entre los diferentes individuos sino también entre
las diferentes etapas -del día y de Ja vida- de cada
uno. Pero aun en el mejor caso hay frustraciones
externas e internas que hacen que "uno vuelva a sus
primeros amores", odios y temores. Por eso pienso
que a pesar de los rasgos individuales, propios a los
destinos eclípicos individuales de los analistas cuyas
experiencias comunico, lo expuesto tiene una base
general y por Jo tanto cierta validez general.
·X- Lógicamente, mientras el analista se sabe bajo la in-
fluencia de un impulso neurótico, debe postergar en lo posi-
ble la comunicación de cualquier interpretación hasta haber
analizado su situación y haberla superado en esta ocasión.
Un índice de cierto valor práctico para saber que es la neu-
rosis la que quiere imponerse, está en la compulsividad con
la que a veces una interpretación quiere ser expresada. Claro
está que detrás de esta compulsividad está el índice general
de toda reacción neurótica: la angustia.
196 HEINRICH RACKER

También frente al analizado masculino se manifies-


ta -en determinadas circunstancias- la posición
correspondiente al complejo edipico positivo, de am-
bivalencia y rivalidad. Esto acontece con especial
intensidad donde el analizado ha actuado (o esté
aduando) ciertas tendencias del complejo edipico,
cuya realización el analista ha deseado especialmente
y suprimido, como es el deseo de robar a la mujer
de otro. Como consecuencia pueden surgir en el ana-
lista no sólo la envidia y el odio hacia el paciente, que
perturban su posición interna analítica, sino también
una satisfacción maliciosa por inhibiciones y temores
en otros aspectos de la vida del mismo analizado.
Las posibles consecuencias y los peligros de tal situa-
ción contratransferencial son claros. Por esta razón
-y para no sobrepasar los limites de este capitulo--
desisto de presentar más ejemplos y de entrar en
otros detalles. Sólo quiero agregar que tengo la im-
presión de que el complejo edipico positivo se mani-
fiesta por lo general más frente a la mujer que frente
al hombre, y viceversa, el complejo edípico negativo,
más frente al hombre que frente a la mujer. Esto
se explica posiblemente por el hecho de que el ana-
lista -en general- tiene de por sí una posición
preponderantemennte libidinal hacia sus analizados
de ambos sexos.

III. El complejo edlpico negativo


en la contratransferenda

En correspondencia con la ya mencionada angus-


tia de castración, con el sentimiento de culpabilidad
edlpico y con la decepción heterosexual en Ja vi-
vencia edípica positiva, existen también 'las posiciones
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 197

pertenecientes al complejo ed!pico negativo. La si-


tuación contratransferencial que en este plano se ma-
nifiesta posiblemente con mayor frecuencia, es el
deseo de ser querido por el analizado masculino. Se
trata, tanto aquí como frente a la mujer, de un deseo
muy complejo, que nos ocupará aun más adelante.
En el plano que consideramos ahora, este deseo tiene
por finalidad ser poseído analmente por el padre.
Siendo este deseo rechazado, se convierte con fre~
cuencia en el deseo de poseer activamente al padre.
El ano del padre puede ser reemplazado por su boca,
y tanto el acto anal como esta felacio tienen al
mismo tiempo el contenido de que el hombre (padre,
hermano), en su enamoramiento del pene del sujeto,
se someta y, por esta dependencia, pueda ser do-
minado.
Frente al analizado masculino existe, pues, virtual
o realmente, el deseo de ser querido por él, el deseo
de que él se someta y, más profundamente, todas las
tendencias pasivas y activas de naturaleza homosexual.
Esto se expresa, por ejemplo, en el amor del analista
hacia el analizado mientras éste trabaja bien en su
análisis, vence resistencias, obedece a "mi regla fun-
clamental" (como decía un candidato) y se somete
de esta manera al analista. Si no lo hace, el analista
está frustrado en sus deseos homosexuales; detrás de
la resistencia del analizado puede sentir el odio, y
éste y la frustración sufrida despiertan a veces tam-
bién el odio del analista.
El sometimiento anal o bien oral del analizado y
su amor homosexual significan para el analista que
el padre le pertenece a él y no a la madre. De esta
manera el analista está protegido también contra su
envidia y latente odio hacia el padre por su .satis-
facción sexual con Ia madre, protegido contra su
198 HEINRICH RACKER

envidia y su odio hacia la mujer por su satisfacción


sexual con el hombre, y contra el enojo con cada
uno de ellos por dar al otro, y no a él, lo que él
desea.
Como ejemplo citaré primero la vivencia de un
candidato frente a un analizado con formaciones re-
activas muy intensas contra la dependencia anal y
oral y con una tendencia muy pronunciada a reivin-
dicar siempre de nuevo las frustraciones sufridas en
el plano edípico. En efecto, uno de los motivos in-
conscientes que llevaron a este .paciente al análisis,
era el deseo de realizar mejor su venganza contra la
madre y el padre. Ahora bien: este deseo existía,
reprimido, también en el candidato. El paciente reali-
zaba, pues, perversamente, lo que el candidato re-
primía neuróticamente ·*. El candidato percibía la
gran agresividad del enfermo contra el hombre en
general y contra él en especial, lo que significaba
una frustración de sus deseos homosexuales hacia el
paciente. Esta frustración le hlzo ver contra qué sen-
timientos displacenteros (odio y sus consecuencias,
envidia, etc.) le debía proteger el amor homosexual
del enfermo, aparte de la satisfacción que representa
el logro de este amor mismo.
Otra expresión encuentra el complejo edípico new
gativo donde la mujer de un analizado -estando en
rivalidad ella con el analista- se empeña en des-
hacer la relación positiva del analizado con el anaw
lista. En este caso la imagen de la mujer puede
llegar a confundirse con la de la madre-rival del
complejo ed!pico negativo del analista.
* Es lógico que una tendencia reprimida se lleve mal con
la perversión correspondiente, realizada por otra persona. La
percepción de la perversión renueva el conflicto del neuró-
tico y provoca, como defensa, el odio.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 199

También la imagen de la analizada misma puede


confundirse con la imagen de la madre odiada del
complejo ed!pico negativo. Citaré por ahora sólo el
ejemplo de la analizada que está deshaciendo una
relación interna positiva de su esposo o amante con
el analista, quien en su inconsciente ya había esta~
blecido, aunque de lejos, una relación homosexual
con aquel hombre *.
Es evidente que todas estas situaciones contra~
transferenciales, correspondientes al plano edípico
negativo, en caso de adquirir cierta intensidad y de
permanecer inconscientes e incontroladas, causarán
serias dificultades para la comprensión, interpreta-
ción y conducta por parte del analista.

IV. La contratransferencie. "indirecta"

Para continuar, permítaseme recordar algo bien


conocido. La vivencia ed!pica infantil (con la que
nos hemos ocupado hasta ahora) lleva al estable-
cimiento del supery6, cuya formación ya fue prepa-
rada en los planes vivenciales anteriores. Con esto
se ha e.reacio una situación interna que puede ser
sintetizada en pocas palabras: la libido está -en
parte- ligada a los objetos introyectados en el super-
yó (el padre, más profundamente la madre, etc.).
Los sentimientos de culpabilidad exacerbaron la ne-
cesidad de ser querido por esos objetos. La acepta-
* Así como el analizado, además de su transferencia con
el analista mismo, establece transferencias con personas cer-
canas al analista (familiares, otros analistas, etc.), así esta~
blece también el analista, además de su contratransferencia
con el analizado mismo, contratransferencias con personas cer-
canas al analizado. Las primeras podrían llamarse para-
transfer8ncias, las últimas para-contratransferencias.
200 HEINRICH RACKER

ci6n del yo por parte del supery6 o por parte de los


padres reproyectados, debe evitar la catástrofe, es
decir, en especial, la castraci6n y la pérdida de objetó.
En la situaci6n contratransferencial estos objetos
introyectados pueden ser transferidos al analizado, y
esto en dos formas: primero, al analizado como indi-
viduo y segundo, al analizado como factor impor-
tante dentro de otras relaciones de objeto del analista.
La primera forma -Ja forma directa- es la que
aparece en casi todas las situaciones contratransfe-
renciales descriptas hasta aquí; los analizados mismos
representaban al padre o a Ja madre. La segunda
forma se refiere a la transferencia de los objetos in-
troyectados, sea a la sociedad como "totalidad", por
la que uno por ejemplo quiere "ser aceptado" me-
diante la actuación profesional, científica, etc., o bien
a un grupo social como puede ser el grupo anali-
tico, o a uno u otro individuo (un analista, un fami-
liar, amigo, etc.). También en todos estos casos (de
la segunda forma) los objetos introyectados son
transferidos al mismo tiempo al analizado, pero de
modo indirecto; se podría hablar aqui de una sub-
transferencia, para diferenciarla de la transferencia
directa, en la que el analista desea ser querido, etc.,
por el paciente mismo. Por lo general se manifestaN
rán, en mayor o menor grado, ambas formas -la
directa y la indirecta- de contratransferencia.
Para llegar a una comprensión más'. profunda de
estos aspectos de la "neurosis de contratransferericia",
expondré algunas situaciones concretas.
Me referiré en primer lugar a situaciones, en las
que el analista vivía frente a los analizados la menN
cionada posición de subtransferencia, núentras la
transferencia directa del supery6 era hecha. a algún
otro objeto real como, por ejemplo, .a un analista
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 201

de "mayor jerarquía", a un "analista-padre". Expon-


dré, en primer término, algunos casos en los que exis-
tía el peligro de que el tratamiento fracasara. En
algunos de estos anaHzados había también cierto pe-
ligro de suicidio. Frente a estos peligros el analista
suele --en mayor o menor grado-- angustiarse. ¿Qué
eran, analíticamente, estos peligros? En algu_nos casos
se presentó la idea de que si _el tratamiento fracas~ba,
el analista sería violentamente criticado y perseguido
por sus acusadores. l'tstos estaban representados por
otro analista (por ejemplo, un amigo del enfermo),
o por un pariente del paciente, o por su propio
analista didáctico, el analista de control, la coffiisión
directiva de la Asociación Psicoanalítica, etc. En estos
objetos reales había sido proyectado -como ya he
dicho- el supery6. El peligro que amenazaba al ana-
lista era, pues, en el plano edipico, castrar al padre y
conquistar a la madre. La angustia de castraci6n lle-
vaba luego a procesos regresivos y a viejos mecf!,nis-
mos de defensa. De esta manera solía renovarse lo
que fue llamado el conflicto básico depresivo de la
neurosis y de la psicosis *. En defensa frente a esta
situación, es decir, defendiéndose el yo contra un
superyó muy severo, surgen los diferentes mecanismos
paranoicos, maníacos, etc. El superyó cruel es, en
el plano edipico, el padre al cual el niño ha castrado
o deseado castrar y quien lo amenaza con la castra-
ción; en planos anteriores el niño está amenazado con
ser matado, ser comido, etc.
En las partes anteriores nos habíamos ocupado con
los planos geIÚtal y anal de la "neurosis de contra-
transferencia". Expondremos ahora algunas vivencias
contratransferenciales en su expresión oral, en estre-
* E. P1cHON-RlvIERE: Psicoanálisis de la esquizofrenia.
Revista de Psicoanálisis, tomo V, N 9 2, 1947-1948.
202 HEINRICH RACKER

cha conexi6n con los aspectos que estamos consi-


derando.
1) U no de Jos mecanismos de defensa contra Jos
peligros señalados es el sometimiento masoquista a los
deseos de los objetos introyectados. Una enferma, por
ejemplo, había sido mandada al candidato por un
"analista-padre", cuyo aprecio con respecto a su capa-
cidad como futuro analista le era muy importante. La
enferma tenía mucha angustia y mucha "hambre".
El candidato Je daba de "comer" cuanto podía, y
después de pocos meses ella habia mejorado nota-
blemente ·•. Pero en proporción al grado de enfer-
medad de la paciente, el candidato se había angus-
tiado, pues mientras ella seguía enferma, éste no
habia cumplido con Jos deseos del objetivo introyec-
tado y reproyectado, es decir, del "analista-padre".
Su esfuerzo era un entregarse y abandonarse, un "des-
hacerse", un "romperse todo", un "matarse" por ella;
todos estos términos populares reflejan fiehnente la
situación del yo sometido al superyó arcaico perse-
guidor.
Finahnente el candidato mismo se enfermó. Sabia
que su enfermedad estaba relacionada con el análisis
de esta paciente. Culpaba internamente a ella y a su
"vamp~rismo", y la odiaba, hasta que comprendió que
él proyectaba, y que era en realidad su propia "ham-
bre" y el peligro de las frustraciones correspondientes
lo que causaba su malestar. Su propia "hambre"
correspondía a la voracidad de su superyó que habia
proyectado, y viceversa. En otros términos: admitía

* El dar las interpretaciones equivale a un dar de ccr


mer, pues libera al analizado, poco a poco, del supery6 ar-
caico, de esta boca mordaz y voraz introyectada, que comien-
do del ser lo deja siempre con "hambre" y angustia.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 203

que ella ucomiese" de él, para poder "comer" él tam-


bién; se "castraba" y se "mataba" un poco, para no
ser castrado y matado del todo.
2) Otro mecanismo de defensa contra las catás-
trofes señaladas es Ja identificación con el superyó
proyectado y la proyección del objeto malo y culpable
introyectado en el yo. En términos superficiales: no
soy yo incapaz, sino que es el paciente el que no shve.
En el caso de una enferma, la dependencia del super-
yó de un candidato fue puesta en intensa vibración
por la circunstancia de haber sido el primer caso que
presentó en el Seminario de "Control colectivo". La
enferma casi no hablaba, y lo poco que <leda no siem-
pre era sincero. Era un caso muy difícil y el candi-
dato puso especial ambición en hacerla adelantar:
quiso mostrar al seminario que podía y sabía algo.
Pero todo era en vano; al mismo tiempo el candidato
sabía que era un principiante, es decir que segura-
mente era posible llevar mejor el caso. Fracasó fre~
cuentemente con sus interpretaciones y demás em-
presas técnicas frente a esta paciente, y finalmente
hubo momentos en que llegó a odiarla. Para defen-
derse de su sensación de impotencia e inferioridad,
acusaba internamente a la enferma. Amenazado por
el fracaso, estaba, pues, a merced de la persecución
por el superyó, que habla proyectado de modo directo
sobre el seminario, su director, etc., y de modo indi-
recto sobre la enferma. Ella se convirtió en objeto
perseguidor, y él mismo en sujeto perseguido. Pero
en rebelión y defensa contra esta situación intolerable,
y apoyado luego por objetos importantes (director y
candidatos adelantados en el seminario), invirtió la
situación: se convirtió (internamente) en sujeto per-
seguidor y Ja enferma en objeto perseguido. Pero
204 HEINRICH :RACKER

dado que la situación básica quedaba sin cambio, la


situación ahora creada debe ser formulada más exac-
tamente, asi: él era el perseguido perseguidor, y ella
la perseguidora perseguida.
3) Mientras en esta situación paranoica el superyó
sigue actuando en el fondo como perseguidor, exis-
ten otros estados en !Os que a) el "perseguidor" es
para la vivencia subjetiva transitoriamente "superado"
o "eliminado" o bien b) donde el superyó se de..
muestra como objeto bueno que ama y acepta. En
ambos casos pueden surgir estados maníacos. Tam-
bién aquí continúa en el fondo la ·situación depresiva
pero la lucha defensiva es -temporalmente- ganada,
y la (aparente) vict0ria libera de angustia y de lucha.
a) Una "eliminación" directa del perseguidor se
efectuó en el caso siguiente, que expondré más deta-
lladamente porque, además del mecanismo maníaco,
se ve en él con claridad la situaci6n básica depresiva,
como también las defensas paranoica y masoquista de
la "neurosis de contratransferenCia,, del analista en
cuesti6n.
La enferma era una mujer de 34 años, soltera;
el novio le babia pedido que se analizase. La causa
de su pedido era la gran agresividad de la mujer
contra él y su frigidez total. El caso se demostró
pronto como muy serio, con un fuerte núcleo melan-
cólico y amplias ramificaciones paranoicas (tentativas
de suicidio, erotomanía, eritrofobia, etc.) ; al mismo
tiempo la paciente tenía poca conciencia de enfer-
medad. Las resistencias conScientes e inconscientes
eran muy grandes y el joven analista tuvo pronto la
impresión de que no seria capaz de ayudar a esta
enferma. A pesar de esto no quiso abandonar el caso
porque pensaba que, por pequeñas que fueran las
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 205

probabilidades de curación, el análisis era, sin embar·


go, la única esperanza real de la mujer. El superyó
del analista le exigía, pues, ayudarla, y su yo era
impotente. Eso, junto con el hecho de que la paciente
estaba estrechamente relacionada con el círculo ana-
lítico, eran las causas de que un fracaso del trata-
miento adquiriera para su inconsciente el significado
de la castración, o bien de la pérdida de los objetos
introyecfados. Frente a este peligro y frente a la an·
gustia consiguiente, el analista se defendia por medio
de la acusación (interna) de la enferma. Comenzó
a odiarla.
Este odio despertó en él sentimientos de culpabi·
lidad. Mientras la situación de la paciente quedaba
sin cambios; el analista oscilaba internamente entre
la acusación de ella y la autorrecrinúnación Pero
un acontecimiento externo provocó un día un cambio
de la situación: el novio rompió definitivamente sus
relaciones con la enferma. Esta cayó en una depre-
sión y tenía serias intenciones de suicidarse. El odio
del analista -ahora satisfecho- cedió, y sus senti-
mientos de culpabilidad se volvieron violentos, pues
él la había odiado y en su inconsciente tenia -mági·
camente- la culpa de su desgracia. La enferma le
transfería ahora, en gran parte, su odio y su acusa-
ci6n contra los objetos primarios, contra el novio y
contra el analista de éste. El analista de la enferma,
perseguido por las acusaciones y por la amenazas
de su superyó, se sometió entonces ampliamente a la
agresividad (oral) y al "hambre" de ella. Le ofreció
sus horas libres y no pocas veces, especialmente los
sábados por la tarde y Jos domingos, ella se quedaba
dos y tres horas en su casa, llorando, acusándolo,
amenazándolo con suicidarse, etc. El analista~ maso-
quistamente, se dejaba comer, morder y castrar par-
206 HEINRICH RACKER

cial y simbólicamente por ella, para evitar la catás-


trofe total.
Poco a poco la enferma mejoró, aunque sólo super-
ficialmente. Pero el analista no tenía esperanza de lle-
gar a una curación o un mejoramiento profundo. De
ahí que, cuando la enferma encontró un nuevo ob~
jeto amoroso, él aceptó su renuncia al análisis, la que
no había aceptado mientras la enferma estaba depri-
mida. Lo que experimentó en el momento de dejar
ella el análisis era un estado verdaderamente manía~
1
co. Estaba "librado" del "objeto malo" y "librado '

del superyó perseguidor, subtransferidos ambos alter-


nativamente sobre esta enferma.
b) En el caso recién relatado la manía se originó
por medio de una "eliminación" del uobjeto malo".
Otras veces la manía puede presentarse por el hecho
de que el 'cobjeto malo" se transforma en un objeto
bueno, que ama y acepta. Esto acontece, por ejemplo,
en el caso 1) de este capitulo: primero hubo una dura
lucha terapéutica en la que el analista se sentla per-
seguido por el superyó (la enferma y el analista-
"padre" en aquel ejemplo) , y luego se produjo una
notable mejoría real de la enferma. Con esta mejoría
y el reconocimiento de ella por parte de la enferma
y del analista-padre, estos objetos perseguidores se
convirtieron en buenos. Esta transformación cons-
tituyó para el analista una vivencia maníaca.
En todos los casos expuestos en este capítulq, la
actuación como analista constituía el campo externo:
en el que fue vivido el conflicto básico interno. Más
precisamente: eran el éxito o el fracaso en la actividad
terapéutica, los que decidían en la situación entre el
yo y el superyó del analista. Un papel similar -aun-
que con menor intensidad y frecuencia- tienen tam~
bién otros aspectos de la actividad profesional, como
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 207

por ejemplo las comunicaciones científicas. Citaré un


caso que lo ilustra. Un candidato se había propuesto
elaborar el historial de una enferma en un trabajo.
Los síntomas de la paciente eran muy interesantes,
y el comienzo del tratamiento no era malo. Satisfe-
cha asi la esperanza de poder hacer un trabajo inte-
resante y de ser aceptado de esta manera por el super-
yó (y su proyección sobre el circulo analitico), afluía
magnánimamente el amor del candidato hacia la pa-
ciente. Pero después de algunas sesiones empezaron
grandes dificultades, las interpretaciones de las resis-
tencias tuvieron poco éxito, y el candidato se dio
cuienta cada vez más de que se trataba de un caso
científicamente estéril para él. Sentía el odio que
estaba detrás de las intensas resistencias de la enferma
y aunque conscientemente sabía muy bien que esta
agresividad se dirigía contra los objetos infantiles in-
troyectados y ahora proyectados sobre él, reaccionó
internamente con fastidio -es decir, con odio- con-
tra este "odio injusto". En realidad, el odio de la
enferma era muy "justo", y doblemente "justo":
pues por un lado correspondía, en cuanto lo sentía la
paciente, exactamente a la maldad de sus ob)etos
introyectados; y por otro lado, en cuanto fue el ana~
lista quien lo sufrió, correspondía exactamente a la
maldad de los propios objetos introyectados de éste.
Al monto de su maldad (de su propio superyó), al
monto de su propia angustia ante él, a su propio
sentimiento de culpabilidad e inferioridad, los cuales
el candidato había querido apaciguar por medio de
la comunicación científica -intención luego frustra·
da--, a todo eso correspondía a su vez su propio odio.
La profesión analítica, tanto como labor terapéu-
tica como también como labor científica, tiene, pues,
frecuentemente, el sentido inconsciente de negar o
208 HEINRICH RACKER

bien evitar la situación básica melancólica, la fina-


lidad de ser querido por los objetos introyectados y
proyectados, de dominarlos, etc.
Como consecuencia de la situación básica existe en
el analista no raras veces también tin intenso exhibi-
cionismo c::omo tendencia a negar las diversas culpas
e inferioridades (incesto y castración, homosexuali-
dad, sadismo oral, etc.) . Este exhibicionismo (ante los
objetos introyectados y proyectados) interviene no sólo
en los aspectos importantes de la profesión -los ya
vistos- sino' también en ·muchos pequeños detalles,
como, por ejemplo, en la satisfacción del analista
y el aumento consiguiente de su amor hacia el enfer-
mo, cuando éste le procura la ocasión de hacer una
observación interesante, de confirmar una opinión
amada, etc.
Naturalmente, la situación de dependencia interna
y externa, descripta en este capítulo, se encontrará
por lo general más en el caso del principiante que
en el del analista experimentado. Pero, puesto que
se trata esencialmente de una situaci6n interna de ca-
rácter universal, su consideración tiene, como ya
hemos dicho, sentido general.

V. La contratransferenda "directa"

Mientras en el capitulo precedente nos han ocup,ado


aquelias manifestaciones de la situación dep¡-esiva
básica y de las defensas frente a ella, en las que el
superyó fue "subtransferido" al enfermo, considera-
remos ahora las situaciones donde el conflicto básico
es vivido en forma directa por el paciente. li:ste se
convierte en estos casos de modo inmediato en pantalla
para las imágenes de los objetos introyectados y del
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 209

sujeto mismo (las "ego-imagos" del analista) y se


convierte, al mismo tiempo, en el objeto de las ten-
dencias dirigidas hacia estas imágenes.
Hemos mencionado ya múltiples fuentes de la
necesidad del analista de ser querido por el analizado
(femenino y masculino): el complejo de Edipo posi-
tivo y negativo, los sentimientos de culpabilidad co-
rrespOndien:tes, el rechazo de los impulsos activos y
los consiguientes deseos "pasivos". Agregamos aquí el
'¡amor oral pasivo" por un lado, y por el otro, el
·sadismo oral, cuya percepci6n inconsciente está car-
gada de intensos sentimientos de culpabilidad, los
que a su vez aumentan la necesidad de ser querido;
esta última situaci6n constituye el centro del conflicto
básico depresivo. Si se frustra la necesidad del analista
de ser querido, surge el peligro de que su capacidad
de ·percepción objetiva, con respecto a sus pacientes,
sea perturbada por la interferencia de imágenes ar-
caicas odiadas: la imagen de la madre mala (pecho
malo) que no quiere dar, que come y rOba, o bien
por Ia ego-imago del "vampiro" o "ladrón" oral-
sádico. En vez de aquella transferencia o de esta
proyección de carácter paranoico, puede también su-
ceder el encuentro depresivo con esta u otra imago;
también pueden originarse reacciones maníacas, etc.
Algunos ejemplos servirán para ilustrar lo expuesto.
1) En el caso de un candidato, con pacientes feme-
ninas que reprimían su transferencia sexual, aparecía
nuevamente un viejo pensamiento suyo:- la mujer no
puede enamorarse de él porque es demasiado feo o
porque no es bastante instintivo. En este pensamiento
se expresa, además del conflicto edípico positivo, del
conflicto homosexual y de los sentimientos de culpa-
bilidad pertenecientes, el conflicto específicamente
depresivo: es feo y odioso, porque tiene demasiado
210 HEINRICH RACKER

odio (oral) ; no es bastante instintivo, porque no


ama bastante, porque s6lo desea recibir, tomar, robar
(sentimiento de culpabilidad por la receptividad y
pasividad oral, y ante todo, por el sadismo oral;
identificación con los objetos dañados).
2) La frustración oral que está en la base de las
tendencias recién mencionadas lleva por un lado a la
imagen de la madre mala, voraz y avara, y por el
otro lado al aumento de la envidia oral y al odio co-
rrespondiente. Aquella imagen odiada se refuerza
aun por la proyección de la ego-imago rapaz*· Todo
esto crea peligros contratransferenciales '(directos".
de naturaleza paranoica, especialmente en los casos
donde el paciente satisface aquellas tendencias oral-
sádicas que el analista reprime, tal como frecuente~
mente acontece con el "Don Juan" o con la "Vam·
piresa". También la posición contratransferencial
frente a la conducta del paciente en asuntos econó-
micos sufre a veces una perturbación por los mismos
factores, odio contra la avaricia, la "voracidad" del
analizado, etc.
Antes de exponer un ejemplo al respecto, quisiera
agregar en este lugar algunas observaciones generales
sobre las reacciones contratransferenciales frente a las
resistencias del enfermo, pues están frecuentemente en
relación con los mecanismos paranoides del analista,
recién expuestos.
Las resistencias provocan a veces fastidio y hasta
odio intenso; esto es así tanto más cuanto mayor es
la impotencia frente al problema surgido **. Este

* Me refiero a la proyección "secundaria" como defensa


contra la culpabilidad y como satisfacción (parcial) de la
necesidad de castigo.
** Fenichel, en su libro Problemas de técnica analítica 13,
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 211

odio suele provenir del temor al fracaso y a todo lo


que éste significa. Es, pues, la expresión del mismo
mecanismo paranoico que vimos en el capítulo ante-
rior, al tratar la "contratransferencia indirecta".
Surge frecuentemente la sensación en el analista
de que la resistencia es odio contra él. Podrla pen-
sarse que se trata simplemente de la ecuación infantil:
frustración=odio del frustrador. Pero la reflexión
señala que en esta sensación se refleja una verdad
objetiva. Las resistencias principales son expresión
de conflictos con objetos introyectados frustradores
y por lo tanto rechazados, temidos y odiados. Resis-
tencia es, pues, en uno de sus aspectos, odio, frente
al cual el analista reacciona a veces con odio, ca-
yendo con esto en una trampa que le pone, en última
instancia, su propia neurosis. Pues el analista cree
así al enfermo la maldad que éste inconscientemente
le adjudica; le cree que es tan malo como los malos
objetos introyectados del enfermo, que éste proyecta
sobre el analista, y que originan sus resistencias prin-
cipales. Y se lo cree porque el enfermo tiene dentro
de la propia personalidad del analista un fuerte
aliado: los propios objetos introyectados malos de
éste, que lo odian y a los que odia. Y en esta misma
medida el analista puede llegar a odiar al enfermo
que se encuentra con una intensa resistencia. Pues
a veces esta resistencia entrega al analista a la per-
secución por el propio superyó; contra esta persecu-
ción se defiende por medio de la proyección de los
objetos malos introyectados en el yo (y la simultánea
identificación con el superyó proyectado sobre el
dice al rCspecto: "cuando se está bloqueado en cualqtúer
fase del trabajo al que nos dedicamos, siempre nos enoja-
mos". En las lineas siguientes intento entrar en la profun-
didad del problema que FenicheI señala.
212 HEINRICH RACKER

paciente), lo que a su vez lleva al odio y al "eno-


jarse" (véase nota al pie) .
Citaré un ejemplo donde esta reacción contra la
resistencia se juntó con una reacción paranoica de Ja
"contratransferencia directa". Una de las expresio-
nes de las grandes resistencias de una paciente era
su forma de hablar; produda en el analista la sensa-
ci6n de que estaba recitando. La pared6 que por
medio de la forma de hablar deseaba aparecer espe-
cialmente fina, sensible y femenina, que declamaba
para conseguir su enamoramiento y ·para dominarlo.
Sintió un rechazo intenso contra esa maniobra in-
consciente de la paciente. Analizando su rechazo,
encontró, entre otras cosas, que esta parte pseudo-
romántica y engañosa de la enferma representaba una
parte de él mismo, una ego·imago rechazada. Era
su propio <leseo de dominar a sus objetos intro y pro-
yectados que a veces lo incitaba a un sometimiento
aparente y a una comedia similar de finura, sensibi-
lidad y bondad romántica; era el lobo con la piel de
oveja, al que odiaba dentro y fuera de si. Este ejem-
plo muestra, por lo tanto, dos cosas: primero, el
mecanismo del enojo frente a la resistencia. Esta
era, en uno de sus aspectos, odio contra los objetos
introyectados, a los que la paciente quería dominar.
Su odio encontr6 un aliado en el supery6 del analista,
pues las resistencias (que lo amenazaban con el fra-
caso del análisis) provocaron sus propias angustias
entre su superyó. El analista se defendía contra la
agresión por parte de su superyó con su odio contra
la enferma. Segundo, también ilustra la contratrans-
ferencia paranoica "directa", pues el "lobo~' odiado
fuera, no es más que una ego-imago o una tendencia
reprimida propia.
La resistencia del enfermo representa, por lo ge-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 213

neral, una frustración para el analista, lo que ya de


por sí explicaría la irritación. Pero la frustración ex~
terna se une, frecuentemente, como ya hemos e?qlues-
to, a frustraciones internas de origen infantil. En
este sentido, cada irritación con el enfermo, es, por
lo menos en parte, neurótica. Las frustraciones que
el enfermo nos crea, derivan de sus resistencias; pero
justamente a causa de ellas tiene que acudir al ana-
lista. Si nos fastidiamos (aunque s61o sea interna-
mente) por sus resistencias, nos comportamos, desde
el punto de vista objetivo, como el clínico que se
fastidia por una enfermedad física, enojándose, por
ejemplo, con el paciente, cuando siente que su arte
de curar no alcanza. En el caso del paciente que no
toma el remedio que lo curaría, se puede admitir
que se enoje el clínico, pero no el psicólogo, que debe
saber que detrás del rechazo del remedio -aqu!:
detrás del rechazo de las reglas anal!ticas, de las in-
terpretaciones, etc.- están los conflictos psicol6gi-
cos. La irritación es, pues, en parte de naturaleza
infantil. No se puede evitar por completo, pero es
importante conocer sus orígenes, para que el niño
que lleva dentro el psicólogo no lo perturbe más de
lo inevitable, para que los dos niños -el niño en el
analista y el niño en el enfermo- no se agarren de
los cabellos. Decir esto, es probablemente como "lle-
var lechuzas a Atenas"; pero como estas luchas nunca
terminan, tampoco debe darse por terminado el
análisis de su origen.
3) Hemos visto ya el conflicto básico depresivo
y la defensa paranoica en la contratransferencia "di-
recta". Y así como la "mala mujer" o sea la pa-
ciente que "no ama" al analista, puede evocar en
él el odio paranoico o bien la depresión, así evoca a
214 HEINRICH RACKER

veces la paciente que ºlo ama" una ligera manía.


También esto tiene lugar -tal como en los mecanis~
mos antes citados- a pesar de que el analista está
consciente del carácter transferencia! de este amor.
En el mismo sentido puede surgir a veces una duda
de si se trata realmente "sólo de transferencia"; los
motivos inconscientes de esta duda son evidentes.
4) El sentimiento de culpabilidad por la propia
falta de amor (por su propio odio edipico, su sadis-
mo oral, etc.) , que el analista siente en algunos casos
frente a los enfermos, lo puede llevar también al so-
metimiento masoquista. El caso descripto en el Cap.
IV, 3, a) es un ejemplo de esta situaci6n. Con Ja
contratransferencia "indirecta" -antes expuesta-
se mezclaba un odio paranoico del modo "directo";
para el inconsciente del analista; la paciente era
la "madre mala'' que lo frustraba genitalmente, que
le robaba al padre, le quitaba el pecho, lo odiaba,
comía, etc. El sentimiento de culpa y la necesidad
de castigo por el odio que ella provocaba en el ana-
lista, eran uno de los motivos que lo llevaban a so-
meterse luego a la voracidad y a la agresividad oral
de la enferma. Esto se expresó también en su con-
ducta en la cuesti6n de los honorarios. Así, por ejem-
plo, no le cobró Ias sesiones que en las semanas de
depresi6n le dio fuera de las convenidas; y aun para
estas últimas no quiso cobrarle más que "cuatro cen-
tavos por sesión", como se manifestó en un acto fa-
llido suyo. En forma similar se someti6 el mismo
analista en una ocasión a la avaricia oral y anal de
otro enfermo, también por sentimiento de culpabi-
lidad por su propia envidia y por su odio edlpico
y oral.
De modo análogo, pues, a las situaciones de contra-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 215

transferencia indirecta, también con el pacie-nte mis-


mo y directamente se manifiestan, en ciertas circuns-
tancias, la misma dependencia neurótica, el mismo
conflicto depresivo básico, y los mismos mecanismos
de defensa.

VI. Consideradones finales

Con lo expuesto se vinculan muchos problemas. De


ellos algunos ya fueron enfocados, pero necesitan to-
davía un análisis más profundo. Las cuestiones que
más inmediatamente se presentan son las que se refie-
ren a las diferentes consecuencias de la contratransfe-
rencia neurótica. ¿Qué consecuencias tiene ésta para la
comprensión del analista, sus interpretaciones y su
conducta? ¿Y qué consecuencias tiene para la rela-
ción del enfermo con el analista, especialmente para
la revivencia de la infancia, que debe ser rectificada?
¿Qué deducciones pueden hacerse de las situaciones
contratransferenciales que son provocadas por el ana-
lizado, con respecto a las situaciones psicológicas de
éste? ¿Qué influencia tiene, además, la vida del
analista más allá del consultorio sobre su contratrans..
ferencia, y viceversa? ¿Qué conclusiones prácticas po-
demos y debemos hacer?
Dada la extensión que este trabajo ya tiene, sólo
quiero referirme brevemente a algunos de estos pro-
blemas. En cuanto a la primera pregunta, o sea, a la
influencia de la contratransferencia sobre la compren-
sión del analista, tenemos que reconocer, ante todo,
en qué procesos se basa este comprender. H. Deutsch 8
diferencia dos componentes: a) la identificación del
analista con ciertas partes del yo (o sea con los im-
pulsos y defensas) del enfermo y b) la ''posición
216 HEINRICH RACKER

comPiementaria", o sea, la identificación con las


imagos (de objeto) del enfermo (según las fantasías
transferenciales). Ahora bien: si el analista reacciona,
por ejemplo, con resentimiento oral frente a la ava-
ricia de una enferma, esto no le impide identificarse
intelectualmente con los impulsos y mecarúsmos de
defensa de ella, y puede comprender que ella es avara
porque él es para ella un ladrón (o sea la "madre
rapaz") ; pero afectivamente si esta impedido, pues
para su sentir ella tiene todos estos significados. Más
aún: la contratransferencia hasta le señala ver:ídica-
mente un hecho psicológico en la enferma * -pues la
vivencia de frustración y el siguiente odio le seña·
laron la avaricia de la enferma y la respuesta de los
objetos internos de ella-, pero sin embargo su reac-
ción interna es neurótica; no está impedido de 'i:om-
prender, pero está impedido de reaccionar compren-
sivamente. Esto último le será posible después de
analizar y superar su situación y llegar a identificarse
también emocionalmente con la enferma. Hasta el
callarse en tales situaciones de "irritaci6n", etc., es
decir, lo más elemental en la conducta del analista,
no siempre se logra. En estos casos, el enfermo siente
en la voz, en la formulación de la interpretación del
analista el odio, y se encuentra de esta manera nueva-
mente frente a un objeto arcaico. Y esta vez con
fundamento real; pues son realmente los objetos ar-
* Es principalmente este aspecto -la contratransferen-
cia como "uno de los instrumentos más importantes para la
labor del analista"- el que P. HEIMANN trata en su trabajo
On Counter-transference 42 (1950). He tratado ampliamen-
te el tema en dos trabajos ulteriores, o sea, en La contra-
trans/erencia como instrumento técnico (Rev. de Psicoanáli-
sis, tomo IX, N 9 3, 1952) y eri Los significados de ·la contra-
transferencia (presentado en 1953 en la Asociación Psicoana-
lítica Argentina).
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 217

caicos del analista los que le impulsan al odio, siendo


éste, frecuentemente, la expresi6n de su identifica~
ci6n con estos objetos, en defensa frente a la angustia
que ellos le provocaron. Las consecuencias de. tales
acontecimientos para la transferencia del paciente
son evidentes.
En este sentido podemos decir -variando una de-
finición de Hann-Kende sobre la contratransferen-
cia- que la transferencia es una función de las trans-
ferencias del enfermo y de las contratransferencias del
analista*.
Tal· como la enferma mencionada percibió -aun-
que sea inconscientemente- el odio transferencia}, así
percibi6 otro enfermo, a través de la voz del analista,
su deseo de dominación y reaccionó con una mayor
represión de su transferencia positiva. Otra analizada
percibió con exactitud la angustia de su analista, por
lo que su confianza disminuyó y sus resistencias au-
mentaron, etc. Es lógicamente de gran importancia
el ver y analizar la influencia de estas y otras expre-
siones de la contratransferencia sobre la transfe-
rencia**.
Ocurrencias e ideas del paciente sobre la persona
del analista, que reflejan con exactitud aspectos de
su realidad psicológica, pueden inducirlo a un error
específico: no sólo que a veces reaccione con tristeza
o fastidio interno cuando son señaladas y atacadas
reales deficiencias suyas, sino que también tome aque-
.,. En su trabajo Zur Uebertragung und Gegenuebertrag-
ung in der Psychoanalyse 40 define HANN-KENDE la contra-
transferencia como una "funci6n de las transferencias del
enfermo y del analista".
·X.* D. W. Winnicott 81, 11. Little 58 y M. Gitelson 36 tra-
tan el problema del analizar con el paciente las situaciones
contratransferenciales, sus causas y sus efectos, especialmente
donde éstas han hecho intrusión en la situación analítica.
218 l-IEINRICH RACKER

Has ocurrencias como verdaderas percepciones, aun


donde esencialmente no sean nada más (o casi nada
más) que proyecciones o transferencias. Frecuente·
mente se mezclan en el enfermo la verdadera percep-
ción y la proyección; pero el analista principiante
suele comprender que se trata también de una pro-
yección solamente después de haber superado su reac-
ción neurótica frente a lo que primeramente ha
tomado totalmente como percepción.
Un peligro especial que surge de la contratransfe-
rencia neurótica, consiste en lo que se podría llamar
la inducción contratransferencial o el injerto contra-
transferencial. Me refiero con esto al conocido peli-
gro de que el analista ''induzca" o "injerte" su propia
neurosis en el enfermo. También este peligro puede
ser sólo conjurado en la medida en que el analista
conozca su "ecuación personal", es decir, su dispo-
sición personal a cometer errores específicos, prove-
nientes de su propia neurosis.
Las serias consecuencias de tales posiciones neu-
róticas que se "inducen" al enfermo, las pude oh..
servar en el caso de un paciente al que el joven ana-
lista quería llevar a una independencia que él mismo
no tenía, y justamente porque no la tenía. El analista
se sentía neurótico por este motivo, tenía una imagen
ideal neurótica de esta independencia y queria que
por lo menos su enfermo (su "hijo") alcanzase lo
que él (el "padre") no babia alcanzado. No lo
estimulaba directamente a la actuación "independien..
te'' -esto no se lo permitía su conciencia analítica-
pero, en cambio, le hacia ciertas preguntas. Con el
argumento falso de que se trataba solamente de pre-
guntas, el analista satisfacía las exigencias de su con-
ciencia analitica. Pero las preguntas llevaron al en-
fermo, sin embargo, a lo que el analista habia que-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 219

rido, es decir, a aquella actuación "independiente")


y de esta manera también el analista satisfacía sus
deseos. Estas preguntas siguieron, pues, el mismo pro-
ceso de formación que los síntomas neuróticos, cOns-
tituyendo una transacción entre el ello, y el yo y el
superyó. Estos estirnulos a la actuación llevan, por
lo general, sólo a cambios aparentes. Lo sabemos,
pero parece ser difícil librarse del "educador" que
está dentro de nosotros, con todos sus impulsos neu-
róticos y los ideales corespondientes. La conciencia
de nuestra relativa inconsciencia en cuanto a los
propios procesos neuróticos de contratransferencia,
debe constituir un motivo para observar doblemente
el cumplimiento de la regla de la "abstinencia" con
respecto al acting out; y me refiero no solamente a
la actuación por parte del enfermo, sino también por
parte del analista. Como Freud recalcó repetida-
mente, Ja curación puede, y por eso debe ser alcan-
zada solamente por medio de la superación de las
resistencias.
Quisiera agregar algunas palabras sobre las con-
clusiones prácticas que se desprenden más directa-
mente de esta exposición. Se presenta, en primer
lugar, la necesidad de vigilar las resistencias con
respecto a la contratransferencia y los problemas co-
rrespondientes. Así como en los controles, en los his-
toriales clínicos, ·etc., generalmente son enfocados los
procesos transferenciales más importantes, así tam-
bién deberían ser considerados los esenciales procesos
contratransferenciales. La necesidad de continuar el
análisis didáctico hasta que el candidato se haya en-
frentado ampliamente con los aspectos neuróticos de
su contratransferencia, ya fue subrayado por M. Lan-
ger (loe. cit.) y otros. La superación de las resis-
tencias correspondientes del candidato llevará al mis-
220 HEINRICH RACKER

mo tiempo a una mayor superaci6n de la dependen-


cia neurótica de su analista didáctico, y favorecerá de
esta manera la introyección de un objeto bueno. En
los programas de los seminarios técnicos, la contra-
transferencia debería --en cuanto esto no se ha reali-
zado ya- constituir un capítulo propio y adecuado a
su importancia.
Freud dijo una vez que sus disclpulos habían apren-
dido a soportar una parte de verdad sobre ellos mis-
mos. La profundización del conocimiento sobre nues-
tra contratransferencia sigue esta trúsma línea de
conducta. Y pienso, además:, que hacemos bien, si
aprendemos a soportar que de esta verdad sobre cada
uno de nosotros se enteren también algunos Otros *.

RESUMEN

El presente trabajo trata del papel de la contratransfe-


rencia en el proceso psicoanalítico: su influencia sobre la
comprensión y actuación del analista, sobre la transferencia
del analizado y su evolución, etc. La atención principal está
dirigida a la neurosis de contratransferencia: el complejo
edipico positivo y negativo en la contratra:b.sferencia, el "con-
flicto depresivo básico" en ella, y las defensas paranoides,
maniacas y masoquistas frente a la depresión. Se muestra,
además, cómo el analizado se convierte directamente (es de-

* René A. Spitz, en un interesante trabajo Sobre contra-


transferencia (Countertransference, Journal of the American
Psychoanal. Association, Vol. IV, N 9 2, 1956} se ocupa de-
tenidamente del presente Estudio, recalcando la introducción
del concepto de la "neurosis de contratransferencia" y algu-
nos otros puntos. Spitz plantea también la cuestión de los
eventuales "usos" de la neurosis de contratransferencia. En
el Estudio siguiente (Los significados y usos de la contra-
transferencia) se encuentran algunas respuestas a este inte~
rrogante.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 221
cir, como individuo) e indirectamente (es decir, como factor
importante dentro de otras transferencias del candidato o
analista) en la pantalla para la proyección de los objetos
introyectados del analista y cómo se repiten los impulsos,
angustias y defensas ligadas a aquellas imagos en los planos
genital, anal y oral. Finalmente son considerados brevemente
algunos problemas especiales relacionados con la contratrans~
ferencia (la contratransferencia como instrumento técnico, la
"inducción contratransferencial", etc.).
ESTUDIO VI

LOS SIGNIFICADOS Y USOS DE LA CONTRA-


TRANSFERENCIA *

l. Introducción

Los significados de la transferencia y contratransfe-


rencia. Enfoques actuales. El psicoanálisis frente
al problema de la contratransferencia. El mito de
la situaci6n analítica. Contratransferencia y ob-
jetividad.

Freud designa a la transferencia como el maxtmo


peligro y, al mismo tiempo, como el mejor instru-
mento para la labor analítica. Se refiere con esto a
la labor de hacer consciente el pasado reprimido.
Además confiere a la transferencia un tercer signi-
ficado: el de ser el campo en el que el analizado
puede revivir el pasado en condiciones mejores y
así rectificar decisiones y destinos patológicos. En
forma similar pueden diferenciarse tres significados
de la contratransferencia. Puede ser el máximo peli-
gro y al mismo tiempo, un importante instrumento
para la comprensión, es decir, para la función de
'* Trabajo presentado en la Asociación Psicoanalítica Ar-
gentina en mayo de 1953 y publicado en The Psychoanalytic
Quarterly, Vol. XXVI, N 9 3, 1957, con el título "The mean~
ings and uses of Countertransference".
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 223

intérprete del analista. Además, interviene en la ma-


nera de ser y en la conducta del analista, o sea, en
cua:1to es el objeto en la revivencia, en el nuevo trozo
de vida que es la situación analítica, y en la que el
analizado debe encontrarse con una comprensión y
objetividad mayores de las que encontró en su reali-
dad o en su fantasía infantiles.
¿Cuáles son los enfoques actuales con respecto
al problema de la contratransferencia? *·
S. Lorand 60 se ocupa predominantemente de los
peligros que provienen de la contratransferencia para
la labor analitica. Al mismo tiempo señala la impor-
tancia de tener en cuenta las reacciones contratrans-
ferenciales en cuanto ellas pueden indicar un asunto
importante a elaborar con el analizado. Recalca la
necesidad de que el analista esté constantemente cons-
ciente de su contratransferencia. Lorand trata ade-
más una serie de problemas específicos, como el deseo
de curar del analista, la actividad de analizar como
válvula de escape para los propios problemas del
analista, la interferencia del narcisismo y de motivos
personales en la labor, etc. Subraya también el hecho
de que estos problemas contratransferenciales no sólo
conciernen al candidato, sino que pueden presentarse
también en el analista experimentado.
D. W. Winnicott 81 trata predominantemente un
aspecto específico, o sea, "el odio objetivo y justifica-
do" en la contratransferencia. Sus consideraciones se
refieren, ante todo, al tratamiento de psicóticos. Su
interés principal se dirige al destino que el analista
debe dar a este sentimiento, como, por ejemplo, si
debe soportar silenciosamente su odio o comunicár-
* Me limito en lo que sigue a los trabajos publicados
desde 1946. A la bibliografía anterior me he referido en el
Estudio V.
HEINRICH RAOKER

selo al analizado. En este sentido, Winnicott se ocupa


de una determinada reacción contratransferencial en
cuanto interviene en la conducta del analista, quien
es el objeto del analizado en su reviveucia de la
infancia.
P~ Heimann 42 enfoca la contratransferencia como
instrumento para la comprensión del analizado. "La
acepción básica consiste en que el inconsciente del
analista comprende el inconsciente de su paciente.
Este 'rapport' profundo llega a Ja superficie en Ja
forma de sentimientos que el analista percibe en res-
puesta a su paciente, en su contratransferencia." Esta
respuesta emocional del analista está frecuentemente
más cerca de la realidad psicol6gica del analizado que
el juicio consciente del analista sobre la misma si-
tuación.
M. Little 58 se ocupa, por una parte, de la contra-
transferencia como perturbación para la comprensión
e interpretación, y por la otra, de la influencia de
la contratransferencia en la conducta del analista,
por tener un papel decisivo en la revivencia infantil
del analizado. Little recalca la tendencia del analista
a repetir ciertos aspectos de la conducta de los padres
del paciente y a satisfacer ciertas necesidades propias
(y no las del analizado) . Considera que es necesario
que el analista adnúta la contratransferencia al ana-
lizado y que la interprete, y eso no sólo con respecto
a las reacciones contratransferenciales Hobjetivas''
( Winnicott) , sino también con respecto a las reac-
ciones "subjetivas".
A. Reich 75 dedica su interés principal a la contra-
transferencia como fuente de perturbaciones en el
análisis. Intenta, en primer lugar, una clarificación
del concepto, y diferencia dos clases, o sea, la "con-
tratransferencia propiamente dicha" y "el uso del
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 225

análisis por parte del analista para fines del acting


out, para luego investigar las causas de estos fenó ..
menos. Finalmente busca una comprensión profunda
de las condiciones personales que llevan a buenos
resultados en la labor analítica o, por el otro lado, a
perturbaciones en ésta.
M. Gitelson 86 intenta similarmente IJevar orden
a la compleja fenomenología de la contratransferen-
cia y establece la diferencia entre las "reacciones del
analista frente al paciente como un todo" (las "trans-
ferencias" del analista) y "las reacciones del analista
frente a aspectos parciales del paciente" (las "con-
tratransferencias" del analista). Se ocupa además
de los problemas referentes a la intrusión de la con-
tratransferencias" del analista). Se ocupa, además,
en tales casos la contratransferencia debe ser tratada,
por Jo general, por el analista junto con el analizado.
En este sentido, Gitelson concuerda con los puntos
de vista de M. Little.
E. Weigert 82 no sólo se expresa en favor del aná..
lisis de la contratransferencia cuando ésta haya hecho
intrusión en la situación analítica, sino que también
aconseja, para etapas avanzadas del tratanúento, una
menor reserva en la conducta del analista y una mayor
espontaneidad en la manifestación de la contratransw
ferencia.
Quisiera también referirme aquí a dos trabajos
míos sobre contratransferencia. El primero (1948) 66
trata predominantemente de la contratransferencia
como peligro para la labor. Después de analizar las
resistencias que todavía existían con respecto a la
investigación de la contratransferencia, traté de mos-
trar, sin reticencias, cómo los conflictos edípicos y
preedípicos, así como también los procesos patoló-
gicos (paranoicos, depresivos, maníacos, masoquistas,
226 HEINRICH RACKER

etc.), continúan en la neurosis de contratransferen~


cia, y cómo interfieren en la comprensión, interpre~
tación y conducta del analista. Esto se refería tanto
a la contratransferencia "directa" como a la "inM
directa" '*.
En un segundo trabajo (1951) 67 me be ocupado de
la contratransferencia como instrumento para la comM
prensión de las situaciones psicológicas, especialmente
transferenciales, del analizado. Este trabajo, que co-
incide en su enfoque principal con el de P. Hei-
mann 42, contiene, además, los siguientes puntos:
1) Incluye la investigación de las reacciones contra-
transferenciales de gran intensidad y aun las patoló-
gicas, y concluye que también éstas pueden y deben
servir de instrumento. 2) Acentúa la posibilidad de
usar también la contratransferencia en cuanto expreM
sión de las identificaciones del analista con los objetos
(internos) del analizado (además de la identificación
con su ello y su yo). 3) Se hace una tentativa de
analizar las reacciones contratransferenciales percibí~
das y de deducir de su carácter especifico (contenidos,
angustias, mecanismos específicos) el carácter espeM
c!fico de los sucesos psicológicos en el analizado.
En el trabajo presente deseo, por una parte, conti~
nuar y amplificar estos últimos puntos de vista, es
decir, la contratransferencia como instrumento para
la comprensión de lo que sucede en el analizado,
tanto de sus contenidos y mecanismos específicos como
de las intensidades de su situación psicológica, espe-
* Esta diferenciaci6n concuerda en esencia con las dos
clases de contratransferencia de A. Reich (véase pág. 224).
S6lo que, a mi juicio, también en "el uso del análisis por
parte del analista para fines del acting out,, (lo que he lla~
mado "contratransferencia indirecta"), el analizado repre~
senta un objeto para el analista (un objeto "subtransferido")
y no solamente Un "instrumento".
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 227
ciahnente transferencia!. En este sentido, la percep·
ción de las reacciones contratransferenciales puede
también ayudar a comprender qué debe ser interpre·
tado y cuál es el momento indicado para hacerlo. Por
otra parte, este trabajo tratará de la influencia de la
contratransferencia sobre la posición y la conducta
del analista frente al analizado, y por lo tanto sobre
el analista como objeto de la revivencia de la in-
fancia a rectificar, y de las posibles consecuencias de
esta influencia para el proceso de transformación psi-
cológica. Aunque ambos aspectos están íntimamente
conectados, el últlrno enfoque será el tema principal
de los Capítulos III ·V, mientras que la contratrans·
ferencia como instrumento será el tema central del
Capitulo VI.
Antes de entrar en el tema mismo quisiera refe-
rirme a un aspecto de la historia del psicoanálisis re~
ferente a su posición frtfnte al problema dez,. contra·
transferencia. Se trata de un hecho un tanto extraño,
de un contraste llamativo. El descubrimiento de la
contratransferencia y de su gran importancia en la
labor anal!tica, hecho por Freud 19, dio origen a la
institución del análisis didáctico, que se convirtió en
base y centro de la formación psit:oanalítica. Pero,
por otro lado, la elaboración científica de la contra·
transferencia fue sumamente escasa en los 40 años
que siguieron a aquel descubrimiento. Sólo en los
últimos 3 ó 4 años cambió la situación -como de
golpe-, convirtiéndose la contratransferencia en un
tema tratado con frecuencia, amplitud y profundidad.
¿Cómo se explica aquel contraste?; además, ¿cómo
se explica este último cambio? ¿No habrá que dudar
-en vista de aquel contraste- del grado en que el
análisis didáctico ha podido cumplir su función, si
justamente el problema cuyo descubrimiento llevó a la
228 HEINRICH RACKER

creación de aquella institución didáctica ha encon-


trado tan poca elaboración cien(ifica?
La importancia de estas preguntas me parece evi-
dente. Los que convivieron gran parte de la historia
psicoanalítica de estos 40 años serán los más autori-
zados para contestarlas*. De ahí que quiero limi-
tarme a expresar una suposición al respecto.
La escasa elaboración científica de la contratrans-
ferencia debe provenir, lógicamente, de la posición
de los analistas frente a sus propias contratransfe-
rencias, es decir, de un rechazo que representa a los
restos sin resolver del viejo conflicto con la propia
parte primitiva y con la propia neurosis. Este con-
flicto está estrechamente vinculado con los ideales
irreales infantiles, cuya supervivencia se debe a de-
ficiencias del análisis (didáctico) de estos mismos
aspectos en la transferencia. Estas deficiencias se
deben a su vez, en parte, a problemas contratrans-
ferenciales insuficientemente resueltos en el analista
didáctico, como mostraré más adelante. Estaríamos
así en un círculo vicioso, pero podemos ver dónde
abrir la brecha que lo rompa. Hay que comenzar
con la revisión de nuestra posición frente a la propia
contratransferencia buscando uha mejor superación
de los ideales infantiles y aceptando en mayor grado
ser niños y neuróticos aun siendo adultos y analistas;
sólo así, venciendo mejor la represión de la contra~
transferencia, se conseguirá el mismo resultado en el
candidato.

* M. Balint 4 trata de un problema similar, o sea, el nú-


mero muy limitado de trabajos sobre el sistema de la forma-
ción psicoanalítica. La investigación histórica-psicológica de
este problema lleva a Balint a una serie de interesantes con-
sideraciones sobre la relación entre analistas didácticos y
candidatos.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 229
La insuficiente disolución de las idealizaciones y
de las angustias y sentimientos de culpabilidad subya-
centes, lleva a dificultades especiales al convertirse el
niño en adulto o al convertirse el analizado en analis-
ta, dada la exigencia dirigida a sí mismo de haber
realizado ampliamente la identificación con aquellos
ideales. Creo que de ahí proviene el hecho de haberse
tratado mucho más, por ejemplo, el complejo edí-
pico del niño con sus padres que el de los padres
con sus hijos, y mucho más el complejo eclipico del
analizado con el analista que el del analista con el
analizado. De ahí, pues, que se haya tratado mucho
más la transferencia que la contratransferencia.
El que el grado de los conflictos contratransferen-
ciales determine las deficiencias en el análisis de la
transferencia, se hace evidente considerando que la
transferencia es la expresión de las relaciones con los
objetos internos; pues siendo así, la comprensión de
la transferencia dependerá de la capacidad del ana-
lista para identificarse tanto con las tendencias y de-
fensas como con los objetos internos del analizado, y
de ser consciente de estas identificaciones. Eso, a su
vez, dependerá del grado en que acepta su contra-
transferencia, ya que ésta se basa en las identificacio-
nes con el ello y el yo del analizado, por un lado, y
en las identificaciones con los objetos internos de
éste, por el otro. Se podria decir también que la
transferencia es la expresión de las relaciones con las
contratransferencias fantaseadas (y reales) del ana·
lista. Pues así como la contratransferencia: es la res-
puesta psicológica a las transferencias (reales e ima-
ginarias) del analizado, así también la transferencia
es la respuesta a las contratransferencias (imaginarias
y reales) del analista. El análisis de las fantasías del
analizado ·con respecto a las contratransferencias, las
230 HEINRICH RACKER

que constituyen las causas y consecuencias de las trans-


ferencias, son una parte integrante del análisis de
estas últimas. La captación de las fantasías del ana-
lizado referentes a la contratransferencia dependerá
a su vez del grado en que el analista mismo perciba
sus procesos contratransferenciales, o sea, del grado
(la continuidad y profundidad) de su contacto cons-
ciente consigo mismo.
En resumen: la represión de la contratransferen-
cia (y otros mecanismos de defensa referentes a ella)
lleva necesariamente a deficiencias en el análisis de
la transferencia, lo que a su vez lleva a la represión
(etc.) contratransferencial en cuanto el candidato se
convierte en analista. Es una herencia de generación
en generación, similar a la de las idealizaciones y ne-
gaciones con respecto a las imagos de los padres,
que continúan obrando aun cuando el niño se con-
vierte en padre o en madre. La mitología infantil
continúa en la mitología de la situación analítica *,
siendo el mismo analista parcialmente sometido a
ella y colaborando irlconscientemente en su manteni-
miento en el candidato.
Expondré más adelante algunos ejemplos que deben
ilustrar el contenido y el alcance de las afirmaciones
precedentes. Aquí quisiera referirme aún, brevemen-
te, a uno de aquellos ideales en su expresión especí-
ficamente psicoanalítica: el ideal de la objetividad
del analista. Desde luego, nadie niega el factor sub-
jetivo ni la contratránsferencia en sí; pero sin embar-
go, parece existir una diferencia importante entre
lo que suele aceptarse prácticamente y la realidad.
Si se quisiera contar el ';mito de la situaci6n analí-
tica", podría comenzarse diciendo que el análisis es

* M. Little 58 habla del "mito del analista impersonal".


ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 231

un asunto entre un enfermo y un sano. La realidad.


es que es un asunto entre dos personalidades cuyo yo
está presionado por el ello, por el supery6 y el mundo
externo, cada uno con sus dependencias internas y ex-
ternas, angustias y defensas patológicas, cada uno
también un niño con sus padres internos, y respon-
diendo toda esta personalidad tanto del analizado
como del analista a cada uno de los acontecimientos
de la situación analítica*. Junto con estas simili-
tudes existen también diferencias, y a una de ellas,
la "objetividad", quería referirme. La objetividad
del analista consiste, principalmente, en una deter-
minada posici6n tomada frente a la propia subjeti-
vidad, la "contratransferencia". El ideal neurótico
(obsesivo) de la objetividad lleva a la represi6n y al
bloqueo de la subjetividad; sería la realizaci6n (apa-
rente) del mito del "analista sin angustia y sin enojo".
El otro extremo neurótico es el "hundirse" en la con-
tratransferencia. La verdadera objetividad se basa en
una forma de desdoblamiento interno que capacita
al analista a tomarse a sí mismo (su propia subjeti-
vidad o contratransferencia) como objeto de su ob-
servación y análisis continuos. Esta posición lo capa-
* La acentuación de esta "igualdad" tiende a llamar la
atención al peligro de que determinados restos del "orden
patriarcaP 1 se infiltren en la situación analítica. La poca ela-
boración científica de la contratransferencia es una expresión
de una "desigualdad social" (que mentalmente aún parece
subsistir) en la sociedad analista-analizado y señala la nece-
sidad de una "reforma social"; ésta sólo puede provenir de
una mayor conciencia de la contratransferencia. En efecto,
mientras reprimimos, por ejemplo, el querer dominar neuró-
ticamente al analizado (¡y lo queremos en una parte de nues-
tra personalidad!), no lo podemos liberar de su dependencia
neurótica, y mientras reprimimos el estar dependiendo de él
neuróticamente (¡y lo estamos eti parte!), no podemos libe-
rarlo de su necesidad de dominamos neur6ticamente.
232 HEINRICH RACKER

cita también para ser relativamente "objetivo" frente


al analizado.

JI. Conceptos básicos

Disquisición terminológica. La "contratransferencia


total". La serie complementaria en la contratrans-
ferencia. Lo transferido y lo neurótico en ella
("neurosis de cont.ratransferenci'a~' ). Las identifi-
caciones concordantes y complementarias. Otra
analogía con la transferencia.

El término contratransferencia ha encontrado di-


versas acepciones. De ahí que sea impreScindible que
aclare, antes de continuar, a qué me refiero al hablar
de contratransferencia. Las diferencias en las diver-
sas ,acepciones del término pueden sintetizarse dicien-
do que para unos la contratransferencia es todo lo que
surge en el analista como respuesta psicológica frente
al analizado, mientras para otros no todo eso debe 11a~
marse contratransferencia. Así, por ejemplo, algunos
quieren reservar este término para lo infantil en la
relación del analista con su analizado, mientras que
otros hacen otras delimitaciones (véase A. Reich,
Gitelson) . De esta manera los valiosos esfuerzos para
diferenciar unos y otros aspectos en la compleja feno-
menología de la contratransferencia, amenazan con
causar confusiones o bien discusiones poco fértiles
con respecto a la terminología. Freud estableci6 el
término contratransferencia en evidente analogía con
la transferencia. :Ésta fue definida por Freud como
"reimpresión" o "reedición" de vivencias infantiles,
incluyendo mayores o menores cambios de la expe-
riencia originaria. De ahí que se use con frecuencia el
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 233

término transferencia para la totalidad de la situa-


ci6n psicol6gica del analizado frente al analista. Sa-
bemos, por cierto, que factores actuales, reales, exter-
nos, de la situación analítica en general y del ana-
lista en especial, tienen una "influencia importante
en la relaci6n del analizado con el analista, pero por
otra parte también sabemos que todos estos factores
presentes son vivenciados sobre la base y según el
pasado y la fantasla, es decir, sobre la base de la
predisposición transferencial. Estamos nuevamente
ante una serie complementaria que de.termina la neu-
rosis de transferencia y, en general, la situación psi-
col6gica del analizado frente al analista: por un lado
está dada la disposición transferencia!, por el otro,
las vivencias actuales y, en especial, analíticas, siendo
la transferencia en sus diversas expresiones la resul-
tante de estos dos factores. Análogamente, existe en
el analista una disposici6n contratransferencial p9r
un lado, las vivencias actuales y, en especial, analíti-
cas por el otro, y la contratransferencia como resul-
tante. Justamente esta fusi6n del presente y del pa-
sado, el continuo enlazarse de realidad y fantasía,
externo e interno, consciente e inconsciente, hace ne-
cesario un concepto que abarque la totalidad de la
respuesta psicológica del analista, y aconseja al mis-
mo tiempo conservar con tal fin el ya acostumbrado
término "contra.transferencia". Donde sea necesario
para la mayor claridad podría hablarse de la "contra-
.transferencia total", y diferenciar y separar dentro
de ella uno u otro aspecto. Uno de ellos es justa-
mente lo transferido en la contratransferencia, que
es lo que proviene de antes y que es, en especial, la
parte infantil o primitiva dentro de la contratransfe-
rencia total. Otro de estos aspectos -íntimamente
ligado con el anterior, pero desde luego no idéntico
234 HEINRICH RACKER

sino una parte de él-, es lo neur6tico en la contra-


transferencia; su señal principal es la angustia irreal
y las defensas patológicas. En ciertas circunstancias
se puede hablar de una neurosis de contratrans-
ferencia 66•
Para aclarar mejor el concepto de la contratrans-
ferencia, podría partirse de Ja pregunta ¿qué es lo
que, en términos generales, acontece en el analista
frente al analizado? La primera respuesta que puede
darse es: todo lo que puede acontecer en una perso~
nalidad frente a otra. Pero eso dice tanto, que no
dice casi nada. Adelantamos un paso teniendo preM
sente que en el analista hay una tendencia que nor-
mahnente suele predominar en su relaci6n con el
analizado: es la tendencia que corresponde a su fun-
ción de ser analista, o sea, la de comprender todo lo
que sucede en el analizado. Junto a esta tendencia
existen frente al analizado, virtualmente, todas Ias
demás posibles tendencias, sentimientos, temores, etc.
La intención de comprender crea determinada pre-
disposición: la de identificarse con el analizado, que
es la base de Ja comprensión. El analista puede reali-
zar esta intención, en cuanto se identifica su yo con
el yo del analizado, o más claramente (aunque con
cierta inexactitud terminológica), en cuanto se iden-
tifica cada parte de su personalidad con la correspon-
diente parte psicol6gica del analizado: su ello con el
ello, su yo con el yo, su superyó con el superyó del
analizado, aceptando en la conciencia estas identifi-
caciones. Pero eso no siempre acontece ni es todo lo
que acontece. Aparte de estas identificaciones que
podrían llamarse identificaciones concordantes u ho-
mólogas, Ja observación señala como sumamente im-
portantes las identificaciones del yo del analista con
los objetos internos (por ejemplo con el superyó)
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 235

del analizado; siguiendo un término de H. Deutsch


podrían llamarse identificaciones complementarias -x·.
Tanto las relaciones entre las dos clases de identifi-
caciones cOino tá.mbién el destino ulterior de éstas,
serán aún estudiadas. Aquí sólo quisiera agregar las
siguientes notas:
a) La identificaci6n concordante se basa en la
introyección y proyección o, en otros ténninos, en la
resonancia de lo externo en lo interno, en el recono-
cimiento de lo ajeno como propio "esto [tú] soy
yo" y en la equiparaci6n de Jo propio con lo ajeno
("esto [yo] eres tú"). Los procesos inherentes a las
identificaciones complementarias son los mismos, sólo
que se refieren a Jos objetos del analizado. Cuanto
mayores sean los conflictos entre las propias partes
de la personalidad del analista, tanto mayores serán
las dificultades para realizar las identificaciones con-
cordantes en su totalidad.
b) Las identificaciones complementarias se produ-
cen ya por el hecho de que el analizado trata al ana-
lista como a un objeto interno, razón por la cual éste
se siente tratado como tal, es decir, se identifica con
este objeto. Al mismo-tiempo existe una estrecha co-
nexión con el destino de las identificaciones concor-
dantes: parece que en la medida en que el analista
fracasa en éstas, y las rechaza, se intensifican determi..
nadas identificaciones complementarias. Se entiende
que .el rechazo de una parte o tendencia propia del
analista, por ejemplo, de su agresividad, lleva a un
rechazo de la agresividad del analizado (con lo que
fracasa esta identificación concordante) y que tal
situación lleva a una mayor identificación ( compJe..
* H. Deutsch s, habla de posici6n complementaria al
referirse a las identificaciones del analista con las imagos de
los objetos.
236 HEINRICH RACKER

mentarla) con el objeto (rechazante) hacia el que


está dirigido aquel impulso agresivo. El uso corriente
refiere con frecuencia el término "contratransferen·
cía" solamente a las identificaciones complementarias,
es decir, a aquellos procesos psicol6gicos del analista
en que éste, sintiéndose tratado como un objeto e
identificado (parcialmente) con un objeto interno del
analizado, vivencia a éste como a un objeto interno
propio; al mismo tiempo son frecuentemente exclui-
das del concepto "contratransferencia"· las identifica·
ciones concordantes, es decir, aquellos contenidos psi-
col6gicos que surgen en el analista a causa de la eni.;.
patía lograda con el analizado y que "simplemente"
reflejan y reproducen los contenidos psicol6gicos de
éste. Tal vez sería lo mejor seguir este uso, pero exis-
ten algunas circunstancias. que se oponen a ello. Ante
todo, está el hecho de que algunos autores incluyen
las identificaciones concordantes en el concepto de la
contratransferencia. Tendrlamos, pues, que entrar
en una discusión terminológica o· aceptar el término
en este sentido más amplio. Creo, por varias razones,
que lo último es preferible. Si consideramos que las
identificaciones concordantes del analista (sus "com..
prensiones") son una forma de reproducción de sus
propios procesos pasados, especialmente de su propia
infancia, y que esta reproducción o revivencia se
realiza como respuesta a estímulos del paciente, esta-
remos más dispuestos a incluir las identificaciones
concordantes en el concepto de la contratransferen-
cia. A esto se agrega la estrecha conexión de las idenw
tificaciones concordantes con las complementarias (es
decir, con la contratransferencia en el sentido corrienw
te) , lo cual aconseja una diferenciación pero no una
total separaci6n de los términos. Finalmente debe
tenerse en cuenta que la disposici6n a la empatla, es
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 237
decir, a las identificaciones concordantes, se origina.
principalmente en la contratransferencia positiva su-
blimada, lo que igualmente relaciona la empatia con
la contratransferencia en el sentido corriente. Todo
eso sugiere, pues, la aceptación del término contra-
transferencia como la totalidad de la respuesta psi·
cológica del analista frente al paciente. En este caso,
la diferencia entre los dos aspectos mencionados de-
be aún ser concretada terminológicamente. Por un
lado está el analista como sujeto y el analizado como
objeto del conocimiento, el cual en cierto ·sentido
anula la "relación de objeto" propiamente dicho,
produciéndose en su lugar la unidad o identidad
aproximada entre partes del sujeto y partes del objeto
(experiencias, impulsos, defensas, etc.) ; el conjunto
de los procesos pertenecientes podría deno1ninarse
-donde sea necesario- contratransferencia concor-
dante. Por otro lado existe una relación de objeto
muy similar a muchas otras, una verdadera "trans-
ferencia" en que el analista ''repite'' vivencias ante-
riores, representando el analizado objetos .internos del
analista; el conjunto de estas últimas vivencias (que
igualmente existen siempre y continuamente) podría
ser denominado contratransferencia complementaria·*.
Un breve ejemplo no estará de más aqui. Tome-
mos el caso de un analizado que amenaza al analista
con suicidio. En tales situaciones no raras veces
sucede un rechazo de la identificación concordante
por parte del analista y una intensificación de la iden·
tificación con el objeto amenazado. La angustia que
tal amenaza hace surgir en el analista puede llevar
* Dado el íntimo enlace entre los dos aspectos de la con-
tratransferencia esta diferenciaci6n es un tanto artificial. Su
introducción s6lo se justifica considerando las circunstancias
arriba mencionadas.
238 HEINRICH RACKER

a diversas reacciones o mecanismos de defensa den-


tro de él, por ejemplo, el fastidio contra el analiza-
do. Esto -la angustia y el fastidio-- serían conteni-
dos de la "contratransferencia complementaria". La
percepción de su fastidio puede originar a su vez sen-
timientos de culpa en el analista y éstos llevar a de-
seos de reparación y a Ja intensificación de la iden-
tificación y contratransferencia concordantes.
Referente a estos dos aspectos de la ''contratrans-
ferencia total" existe también una analogía con la
transferencia. La transferencia positiva sublimada es
el móvil principal e imprescindible para el trabajo del
analizado, sin constituir por sí un problema técnico.
La transferencia se convierte en dificultad o "tema"
(según las palabras de Freud), principalrilente "cuan-
do se convierte en resistencia", cuando por "resis-
tencia" se ha vuelto sexual o negativa 2º• 23 • Análo-
gamente, la contratransferencia positiva sublimada es
el móvil principal e imprescindible del trabajo del
analista (disponiéndolo a la continuada identifica-
ción concordante), y también la contratransferencia
se convierte en dificultad o "tema" técnico, princi-
palmente, cuando se convierte en sexual o negativo.
Agrego que también eso se produce, en forma inten-
sa, ante todo, por resistencia --en este caso, del ana-
lista-, es decir por "contrarresistencia". Esto lleva
al problema de la dinámica de la contratransferencia.
Puede ya vislumbrarse que los tres factores que Freud
designó como determinantes en la dinámica de la
transferencia (o sea: el impulso de repetir los clisés
vivenciales infantiles, la necesidad libidinal y la re-
sistencia) son también decisivos para la dinámica de
Ia contratransferencia. Volveré sobre esta cuestión
más adelante.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 239

III. Peligros y usos de la contratransferencia

Tesis principal de esta parte. Primer ejemplo. Aná-


lisis estratográfico de una reacci6n contratransfe-
rencial. Fundamentos de la "contratransferencia
complementaria". llustraci6n de las identificacio-
nes contratransferenciales. Otra ejemplificación de
la tesis principal.

La tesis principal que desarrollaré a continuaci6n


(Capítulos II-V), es, en s!ntesis, la siguiente:
Cada situaci6n transferencia! provoca una situaci6n
contratransferencial, que surge a raíz de la identifica-
ción del analista con los objetos del analizado ("con-
tratransferencia complementaria"). Estas situaciones
contratransferenciales pueden, por cierto, ser reprimi-
das o bloqueadas afectivamente, pero problablemente
no evitadas; en todo caso, .no deberían ser evitadas,
a fines de una comprensi6n total. Las reacciones (:On·
tratransferenciales son regidas por las leyes del incons·
ciente general e individual. Entre éstas debe ser re·
calcada la ley del talión. Asl, por ejemplo, cada si-
tuaci6n transferencia! positiva es contestada, en un
plano, por una contratransferencia positiva; a cada
transferencia negativa responde una contratransfe-
rencia negativa. Es de gran importancia que el ana·
lista esté consciente de esta ley, porque la conciencia
de ella es la base que le evitará "hundirse" en la
contratransferencia. No estando consciente, no po-
drá evitar entrar en el círculo vicioso de la neurosis
del analizado, lo que le dificultaría o aun imposibili-
taría su labor terapéutica. Un ejemplo simplificado:
si la: neurosis de un analizado se centra en un con-
flicto con su padre introyectado, proyectará a éste
240 HEINRICH RACKISR

sobre el analista, a quien tratará como a su padre.


El analista se sentirá internamente -en una parte
de su ser- en correspondencia con el trato recibido.
Si escotomiza esta situaci6n, será inevitable que su
conducta está interferida por estas reacciones suyas,
por lo que renovaría las situaciones que codetermi-
naron, en mayor o menor grado, la neurosis del
analizado. De ahí que sea de suma importancia que
el analista desarrolle dentro de si un yo observador
de sus reacciones contratransferenciales que, natural-
mente, son continuas. La percepción de estas reac-
ciones contratransferenciales le ayudará a hacer cons-
ciente las continuas situaciones transferenciales del
analizado y a interpretarlas, en lugar de actuar, regido
inconscientemente por aquellas reacciones, como su-
cede no raras veces. Cito como ejemplo muy cono-
cido el "silencio vengativo" del analista. h1ientras
que el no estar consciente de estas reacciones crea el
peligro de que el analizado tenga que repetir nueva-
mente --ahora en su vivencia transferencia}- el circu-
lo vicioso de "objetos malos" (en realidad, neuróti-
cos) e impulsos y defensas patológicas, aquellas in-
terpretaciones transferenciales (obtenidas gracias a
la vivencia contratransferencial consciente) represen-
tan justamente la posibilidad de abrir brechas impor-
tantes en este circulo vicioso. Volviendo al ejemplo
anterior: si el analista es consciente de lo que la pro-
yección de la imago paterna sobre él provocó en su
contratransferencia, puede más fácilmente hacer cons-
cientes al analizado esta proyección y los mecanismos
consecutivos. Justamente la interpretación de estos
mecanismos le mostrará al analizado que la realidad
actual no es idéntica a su realidad interior (pues si
lo fuera, el analista- no interpretaría, etc.) ; el ana;-
lizado introyecta en tal caso una realidad mejor que
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 241

la de su mundo interno, mientras que tal rectifica-


ci6n no sucede cuando el analista está y actúa bajo
el dominio de su contratransferencia inconsciente.
Quisiera ilustrar lo que hasta aquí he resumido,
con algunos ejemplos menos simplificados. Volvien-
do a la pregunta, qué hace el analista durante la
sesión y qué acontece dentro de él, se podría pensar,
como primera respuesta: "el analista escucha". Pero
ya aquí nos detenemos, pues no es completamente
cierto. El analista escucha por lo general, o quiere
escuchar, pero no siempre y- sin excepción está escu-
chando. Ferenczi 11 se refiere a ·este hecho y opina
que las distracciones del analista no importan mucho,
pues seguramente, el analizado, en tales momentos,
ha estado ofreciendo resistencia. Esta nota (que data
del año 1918) parece como un resto de la época en
que el analista estaba interesado principalmente en
los impulsos reprimidos, pues para la época del ''aná
lisis de las resistencias" tal acontecimiento es tan sig-
nificativo como cualquier tema que atendamos con
interés. En todo caso, Ferenczi se refiere a una res-
puesta contratransferencial y deduce de ésta una si-
tuación psicológica del analizado. Dice: " ... hemos
reaccionado inconscientemente al vacío y a la futili-
dad de las asociaciones dadas en este momento con la
sustracción de la carga consciente". Se podría des-
cribir la situación como alejamiento mutuo transfe-
rencial-contratransferencial. El alejamiento del ana-
lista sería una respuesta a un alejaÍniento del anali-.
zado, y este alejamiento, a su vez, una respuesta a
una posición psicológica imaginada o real del ana-
lista. Si nos hemos alejado (no escuchado, pensado
en otra cosa) , podemos, pues, utilizar analíticamente
este acontecimiento tan bien como cualquier otro.
También los sentimientos de culpabilidad que sinta-
242 HEINRICH RACKER

mos por tal alejamiento son analíticamente tan utili-


zables como cualquier otra reacción contratransfe.
rencial. Las palabras de Ferenczi "el peligro de que
el médico se duerma. . . no debe considerarse como
grave porque nos despertamos en la primera ocurren-
cia que de alguna manera importa para el trata-
miento", tienen claramente por finalidad calmar tales
sentimientos de culpabilidad. Pero creo que mejor
que esta tranquilización racional de -los sentimientos
de culpa, sirve su utilización analítica, la que al mis~
mo tiempo calmaría mejor (y con mayor adaptaci6n
a la realidad) los mismos sentimientos de culpa. En
realidad, estamos ante un problema cardinal de la
relación transferencial·contratransferencial, y con esto,
del proceso terapéutico en general. Pues aquel "ale-
jamiento" del analista solamente es un ejemplo de
cómo un inconsciente contesta al inconsciente de otra
persona, y viceversa. Esta respuesta parece ser regida,
en cuanto nos identificamos con los objetos incons·
cientes del analizado, por Ja ley del tali6n (aunque no
solamente por ella), y en cuanto influye inconscien-
temente en el analista surge el peligro de aquel circulo
vicioso interpersonal, puesto que también el anali-
zado responde nuevamente "taliónicamente", y así
ad infinitum.
Examinándola más de cerca, se ve que la mencio..
nada "respuesta tali6nica', o aquella "identificaci6n
con el agresor" (es decir, con el analizado frustrador)
es un proceso complejo. Tal proceso psico16gico del
analista suele empezar con un displacer o una angus-
tia ( niayor o menor) como reacción a esta agresión
(frustraci6n), y frente a esta sensación el analista
se identüica con el agresor. Con el término "agresor"
no debemos designar simplemente al analizado, sino
a algún .objeto interno del analista (especialmente su
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 243

propio superyó o algún perseguidor interno) , proyec-


tado ahora sobre el analizado. Esta identificación
con el agresor (o perseguidor) tiene por consecuen-
cia un sentimiento de culpabilidad -supongo que
siempre-, aunque sea reprimido, pues lo que acon-
tece es, en pequeña medida, un proceso melancólico,
tal como lo vio Freud: el objeto nos abandonó (en
cierto grado), nos identificamos con el objeto perdi-
do * y acusamos luego al "objeto malo" introyectado,
es decir, tenemos sentimientos de culpabilidad. Eso
aun puede sentirse en las palabras citadas de Fe-
renczi, en las que se expresan mecanismos que deben
defender al analista de estos sentimientos de culpa: ne-
gación de culpa ("el peligro no es grave") y acusa-
ción contra el analizado por el "vacío" y la "futili-
dad" de sus asociaciones**.
Quisiera ahora citar dos situaciones generales que
ilustran tanto las identificaciones complementarias y
concordantes como el círculo vicioso a que estas si-
tuaciones pueden llevar.
a) Una de las situaciones transferenciales que apa-
recen con regularidad, consiste en que el analizado
ve en el analista a su superyó. El analista se identi-
fica por un lado con el ello y el yo del analizado y
con la dependencia de éste de su superyó, y, por
otro lado, se identifica con este mismo superyó -si-
tuación en la que lo coloca el analizado- y vivencia
* Es un abandono parcial y es una amenaza de abandono.
El objeto que amenaza abandonarnos y el perseguidor son,
en última instancia, lo J;Uismo.
** El proceso descripto por Ferenczi tiene aun un aspecto
más profundo. El "vacío y la futilidad'' de las asociaciones
son la expresión de la parte vacía, fútil, muerta, del anali~
zado; la expresión de una situaci6n depresiva en que el
analizado está solo y abandonado por sus objetos, tal como
sucedió en Ja situación anaJítica.
244 HEINRICH RACKER

así el dominio del superyó sobre el yo del analizado.


La situación del yo frente al superyó es, en el fondo,
una situación depresiva y paranoide; la situación del
superyó frente al yo, es, en este mismo plano, manía~
ca (en cuanto este término puede usarse para desig~
nar la actitud dominante, controladora y acusadora
del superyó frente al yo) . En este sentido puede
decirse, .grosso modo, que a una situación transferen·
cial '~depresiva-paranoide" del analizado, correspon-
de ~n el aspecto de la identificación complemen-
taria-,-. uria situación contratransferencial "maníaca"
del _analista. ~sta, a su vez, puede tener por canse·
cuencia: diversos temores y sentimientos de culpa, a
los. que me referiré más adelante*.
b) Cuando el analizado, en defensa a esta situa-
ci6n, se identifica con el superyó, coloca al analista
en la situaci6n del yo dependiente y recriminado. El
analista no sólo se identificará con esta posición del
analizado, sino que también vivenciará la situación en
el contenido que el analizado le da, es decir, se sentirá
acusado y sometido, y reaccionará en -algún grado
con angustia y culpa. A una situaci6n transferencia!
"maníaca" (aquí del tipo de la "manía recriminato-
ria") corresponde, pues. -en el aspecto de la idenM
tificaci6_n complementaria-, una situación contra~
transferencia! "depresiva-paranoide".
Estas vivencias del analista abarcarán normalmente
sólo parte de su ser, dejando libre otra parte que toma
nota de ellas en forma adecuada al tratamiento. La
percepción de la situación contratransferencial por
* F. Cesio 6 presentó un caso en el que muestra las
principales reacciones contratransferenciales que se origina~
ron en el curso del tratamiento psicoanalitico, señalando en
especial las identificaciones parciales del analista con objetos
del superyó de la paciente.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 245

parte del analista y la comprensi6n de ella como res-


puesta psicológica a determinada situación transfe..
rencial, le hará posible captar esta última y eso en el
momento preciso en que sea vivenciada. Justamente
estas situaciones y la conducta del analista frente a
ellas, y en especial las interpretaciones que da al res-
péctO; son, como he dicho, de importancia decisiva
para el proceso terapéutico, pues son los momentos
en que el circulo dentro del cual el neur6tico suele mo-
ve!se -p.or proyectar su mundo interno hacia afuera
y r~introyectar este mismo mundo- es o no inte..
rrumpido. Más aún, en estos puntos decisivos .el
cífcul<? ·vicioso puede reforzarse por el analista, si
éste es inconsciente de que ha entrado eri tal círculo.
Un breve ejemplo. Un analizado repite con el
analis~a su neurosis de fracaso, cerrándose frerite a
toda 'interpretación o reprimiéndola en seguida, re-
prochando al analista la inutilidad del análisis, vati-
cinando también Ja ineficacia de éste en el futuro,
· .afirmando continuamente su total indiferencia frente
a todo, etc. El analista interpreta la posición del
analizado frente a él en los distintos aspectos que
apareceii, como, por ejemplo, su defensa frente a la
vuelta de cie.rtos peligros (caer en dependencia, aban-
dono, eng~ño, contra-agresión por parte del analista,
etc:), en caso de que el analizado abandone su en-
cierro e intjiferencia frente al analista; interpreta Ja
proyección de los objetos "malos" internos y la sub-
siguiente conducta sadomasoquista en la transferen-
cia;· la necesidad de castigo; el triunfo y la "ven-
ganza masoquista" contra los padres transferidos; la
defensa frent~ a la "posición depresiva" por medio
de defensas esquizoides, paranoides y maníacas (M.
Klein) ; el rechazo de un ligamen que en el incons-
ciente tiene significado homosexual, etcétera. Pero
246 HEINRICH RACKER

puede acontecer que todas estas interpretacione~, a


pesar de estar dirigidas a la resistencia central y
enlazadas con la sitnación transferencia!, sufran el
mismo destino por los mismos motivos, es decir, que
caigan en la "marcha en vacio" de la neurosis de
fracaso. Es ahora ,cuando sobrevienen. los momentos
decisivos antes mencionados. El analista puede em-
pezar a angustiarse frente al probable fracaso, ha-
biéndolo sometido el analizado con sus resistencías,
y a sentir enojo contra éste. Cuando aparece esta
situación en el analista, el analizado suele presentir
su posibilidad, ya que su propia. "agresividad", etc.
la habla provocado; suele temer, pues, el enojo del
analista. Si éste, amenazado por el fracaso, o mejor
dicho, amenazado por su propio superyó o por sus
propios objetos arcaicos que encontraron un agente
provocador en el analizado, interpreta o actúa bajo
la influencia de estos objetos internos, y de sus angus-
tias paranoides y depresivas, el analizado está nueva..
mente ante una realidad similar a la que tuvo en sus
vivencias infantiles (reales o fantaseadas) y a la que
tiene en su mundo interno, y el círculo vicioso cónti..
núa y posiblemente hasta se refuerza. Pero si el ana-
lista capta la importancia de esta situación, si com-
prende a través de su propia angustia o enojo lo
que acontece en el analizado, y si vence, gracias a
la nueva comprensión, sus sentimientos negativos e
interpreta lo acontecido en el analizado, estando ya en
esta nueva situación contratransferencial positiva, en..
tonces habrá abierto una brecha -mayor o menar-
en el círculo vicioso.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 247

IV. Continuaci6n

Fenomenología de la contratransferencia. Las "ocu-


rrencias" y las "posiciones'' contratransferenciales.
Ejemplos. La "simbiosis'' psicológica'' entre sna-
lista y analizado. Notas sobre la dinámica de con-
tratransferencia.

He considerado hasta aquí, en términos predomi-


nantemente generales la relaci6n entre transferencia
y contratransferencia y algunas de sus vincul;:tciones
con el proceso analítico. Quisiera ahora, como pró-
ximo paso, mirar más de cerca la fenomenología de la
contratransferencia. Una detenninada diferencia ob-
servada en las vivencias contratransferenciales sugie-
re diferenciarlas en dos clases. Una de ellas podría
ser denominada ocurrencias co_ntratransferenciales; la
otra, posiciones contratransferenciales. Si el analista
está enojado con su analizado (como sucedi6 en el
último ejemplo citado en el capitulo anterior) se
encuentra en una determinada "posición contratrans..
ferencial". Como ejemplo de las ((ocurrencias contra..
transferenciales" tendríamos el siguiente:
Al comienzo de una sesión un analizado quiere pa-
gar sus honorarios. Le entrega al analista un billete
y le indica lo que éste debe devolverle. El analista,
casualmente, tiene ese día el dinero en otro cuarto
y sale para buscarlo, dejando el billete sobre el es-
critorio. En el lapso entre salir y volver, tiene la
fantasia de que el analizado retomará el dinero y
afirmará que el analista ya lo ha guardado. Cuando
vuelve, encuentra el billete en el lugar en que lo
habla dejado. Arregladas las cuentas, el analizado
se acuesta y comunica al analista que mientras es-
248 HEINRICH RACKER

taba solo había tenido la fantas!a de guardarse el


dinero, de darle un beso, de despedida al billete, y
otras más. Desde luego, la falltas!a del analista se
basó sobre lo que ya sabia del analizado, quien, en
sesiones anteriores, había expresado sti inténso recha~
zo a pagar los. honora_rios. .L~ co11~_0.:rdancia de la
fantasía del analista y de '¡a ¡lfírnera' fantasía del
a,iializ.ado puede expliGar~.y_; ciqr.fi,'q_ p_Z:Oyeniente de un
· :~n1a~e de los dos inconS~i-~n.teS~- ·que· podría conside-
rarse como simbiosis psicQtr5g~éa entre laS ·_dos perso-
nalid.ades .. Aj deseo del an;ilizado de quitarle el di-
pero (manifiésto ya en ·1as sesiones anteríotes), re-
a~~iona el_ analista con la idGn~icai;ió~ tanto con este
dese() .como con el objeto ha~ia el cual.. está dirigido
el. deseo, y de ahí su fantasia, d.e ser robado. Para
qúb' aquellas identificacion~s puedan realizarse, debe
e:#$.tir, _evid.entemente, Una· virtual identidá.d, y_ en
géneral se puede suponer que todas las. posibles cons-
telaciones psicplógicas en el analizado existe,n también
en el analista. seg<in séa la con:stelacJórt én. el ana-
lizado, vibra eh, el analista la consteláC~ó:n correspon-
dieµte, de lo que resulta aquella simbiosis por la
cual surgen e_spontáneamep.te en, el analista, lás ocu-
rrencias que cOrrespqnd~n a la constelaci<?ri. psicoló-
gica del analizado. Tanto en las fantasi,~s del tipo
de la rec'iéll exp11esta, comó en el ej~mP!P del ana~
lista enojado, se trata de identificaciones con el ello.
con el yo y con los. objetos del. analizad(); en amb()s
casos, pues, se trata de reaccionés contratransferen-
.ciales. Sin embargo, hay una diferencia importante
entre una y otra situación: y se. obtiene la llnpresióil
de que esta diferencia no se limita a la intensidad
emocional.
Antes de dilucidar es.ta. diferencia, quisiera reca,1-
car que también la reacci6n contratransferencial que
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 249

apa.rece en el último ejemplo (la fantasía del bille-


te), puede y debe ser utilizada como instrumento
técni.co. Más aún, es un ejemplo típico de aquellas
ocurrencias libres a las que Freud y otros se re·
fieren al aconsejar al analista la atenci6n flotante
y al subrayar la importancia de estas ocurrencias
para la comprensi6n del analizado. Estas últimas re-
acciones contratransferenciales se caracterizan tam·
bién por el hechO de no represen~r, por lo gen'eraI,
ningún peligro para la posici6n objetiva y observa·
dora del analista frente al analizado. Aqui el peligro
reside, m.á:s· bien, en que riO sé preste ~a suficiente
atenci6ri a estas ocurrencias o en que p.o se _haga uso
de ellas para la comprensi6n y eventual interpreta·
ción ... No siempre las ideas correspondientes del ana..
lizado son c:onsc.ientes en 'éste y no, siempre son comu·
nicadas, como. acontece en el ejen;iplo- .citado. Pero
en las propias ocurrencias y sensacio:q.es contratr~s­
ferenciales, el analista tiene un· fustrümento para
adivinar lo reprimido o rechazado· por el analizado.
Importa recalcar una vez más el distinto uso del tér-
mino' cc~ontratransferencia"' ya que muchos, quizá
la mayoría, no se refieren con él a estas ocurrencias
del analista sino solamente a aquella otra clase de
reacciones, ·las "posiciones contratransferenciales" .- Ya
por eso resulta útil diferenciar estas clases.
Quisiera ahora tratar de hacerlo con más clari-
dad. La diferencia sobresaliente consiste en el dife·
rente grado en que· el yo está implicado en las
vivencias. En un caso -las reacciones son vividas como
ocurrencias, as0ci8.ciori~s libres o fantasías sin mayor
intensidad emocional y un tanto ajenas al yo. En
el otro caso, el yo .del analista está envuelto en la
experiencia coiitrat:faiiSferencial; ésta es vivida· pOr
250 HEINRICH RACKER

él con mayor intensidad y como realidad (el analizado


es malo para el sentir del analista enojado), y existe
el peligro de uhundirse" en esta vivencia. El factor
que en primera línea parece originar estas diferencias,
es una situación análoga en el analizado, es decir, la
disposición de éste para percibir y comunicar su si~
tuaci6n interna (lo que ocurre en el caso del bi-
llete), o bien para actuarla (como en el caso del
analista enojado con una actuación frustradora del
analizado) . Por otro lado, existe en el analista mis-
mo, indudablemente, un factor que determina esta
diferencia. Parece que se trata de distintas disposi-
ciones suyas para responder con la percepción de sus
reacciones frente a ciertas situaciones, mientras que,
frente a otras, tiende a actuar (alo o autoplástica-
mente) . En otras palabras, si lo uno o lo otro acon·
tece, depende de la propia neurosis del analista, de
sus disposiciones a la angustia, de sus mecanismos de
defensa, y en especial de sus tendencias a repetir
(actuar) en lugar de hacer consciente. Nos hemos
encontrado, así, con un factor que determina la di-
námica de la contratransferencia. Es el mismo que
Freud mostr6 como determinante para Ja especial
intensidad de la transferencia en el análisis y que
sería también responsable de la especial intensidad
de la contratransferencia.
Quisiera detenerme un momento más en el pro-
blema de la dinámica de la contratransferencia. La
mayor intensidad de determinadas reacciones contra-
transferenciales se explica por las defensas patol6gi-
cas frente al incremento de angustias arcaicas, de
conflictos internos del analista no resueltos. Con
respecto a la dinámica de la transferencia en el aná-
lisis, creo que la transferencia no sólo se intensifica
ESTUDIOS SOBRF. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 251
porque sirve de resistencia frente al recuerdo (Freud) ,
sino también porque sirve de defensa frente a peligros
dentro de 13. vivencia transferencia! misma; es decir,
que la "resistencia de transferencia" es frecuentemen-
te la repetición de defensas que son intensificadas
para que no se repita en la transferencia la catás~
trofe 68 ; lo mismo vale para la contratransferencia.
Es evidente que estas catástrofes están relacionadas
con el hacerse consciente de determinados aspectos
de los propios instintos. Tomemos como ejemplo al
analista que se angustia y enoja internamen~e ante el
intenso masoquismo del analizado que actúa también
masoquistamente dentro de la situación analítica.
Tal situación suele evocar en el analista antiguas an-
gustias paranoides y depresivas y antiguos sentimien~
tos de culpabilidad, puesto que el analista, frente a
los efectos de esta agresión, se encuentra en sU inw
consciente nuevamente con sus antiguos crímenes.
Son frecuentemente los conflictos infantiles del ana-
lista con su agresión los que lo llevaron justamente
a esta profesión, en que trata de reparar los ob-
jetos y de superar o negar su culpa. Frente al maso-
quismo del analizado fracasa esta reparación o dew
fensa que consiste en la actuación terapéutica cf.el
analista y ésta está así ante el retorno de la catástro-
fe, el objeto destruido.. De esta manera suele au-
mentar la intensidad de la "contratransferencia ne~
gativa" (el enojo con el analizado), dados el fracaso
de la defensa contratransferencial (de la actuación
terapéutica) y el siguiente incremento de la angustia
ante una catástrofe en la vivencia contratransferencial
(la destrucción del objeto).
Este ejemplo puede servir para ilustrar también
otro aspecto de la dinámica de la contratransferen-
252 HEINRICH RACKER

cia. En un trabajo anterior 68 he recalcado cómo la


"abolici6n del rechazo" en el análisis determina la
dinámica de la transferencia y en especial la inte'n-
sidad de la transferencia de los. objetos internos recha-
zantes, en primer lugar del . sllpery6. La "abolici6n:
del rechazo" empieza con la C.oiriunicación de las ocu-
rrencias "libres". El an.alista · no hace tal comunica-
ción, lo que determina Uria importante diferencia
entre su situación y la del analizado y con eso una
importante diferencia entre la dinámica de la trans-
ferencia y la ·de la contratransferencia. Sin embargo,_
esta diferencia no es· tan ·grande como podría pensarse
a primera vista, en primer_ lugar porque no es necesa-
rio que las asoci_a_ciones .libres sean expresadas para
que tengan lugar Proyecciones y transferencias, y en
segundo, porque también el analis.ta comunica de"
terminadas asociaciones de naturaleza personal aun
cuando parezca no .suceder. ·Estas comunicaciones
empiezan ya -cómo {¡uien dice- c9n la chapa de la
puerta: "Psicoanalista" o "Médico" ¿Qtié. motivo
-en términos del inconsciente-:- tendfía· ·él analista
de querer curar si no hubiese sido él quien enfermó
al enfermo? De esta manera el enfermo ·es- yai de
por sí, el acreedor, el acusador, el · ~'superyó" del
analista, y éste su deudor.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 253

V. Ejemplos

1) La "ocurrencia libre'' y la contratransferencia. 2)


La ((ocurrencia contratransferencial" como instru ..
mento técnico. Relación entre resistencia contra~
. transferencia! y resistencia transferencia!. 8) La
contratransferencia antes y después de las Jesiones
como guia. 4) Contratransferencia y comprensi6n
en un caso de W. Reich. 5) La represi6n de la
contratransferencia como impedimento para la
comprensión. La contratransfereticia corno guía
frente a las defensas maniacas. 6) Tramsferencia
total y contratransferencia total. 7) Contratrans-
ferencia e interpretaci6n. 8) Contratransferencia,
reacción terapéutica negativa y la irrupción del
círculo vicioso neurótico (una sesión analítica).
9) Contratransferencia y los términos de la inter-
pretación.

Los ejemplos que siguen ilustran las diferentes cla-


ses de reacciones contratransferenciales. Primeramente
son expuestas unas situaciones en las que la contra~
transferencia tiene poca intensidad y no llega a 'arras~
trar con ella al yo del analista; luego, algunas situa-
ciones de intensas reacciones contratransferenciales,
siendo el yo intensamente implicado en la vivencia;
además, algunos ejemplos en que la represi6n de la
contratransferencia imposibilitó la comprensión de la
si1:uaci6n del analizado en el momento debido. Por
otra parte, cada ejemplo ilustra uno u otro de los
&spectos principales de la tesis (véase Cap. III).
l) Una analizada pregunta al analista si es cierto
que el analista N. se separ6 de su mujer y se cas6
254 HEINRICH RACKER

con otra. En las asociaciones que siguen se ocupa


detenidamente de la primera esposa. Al analista se
le ocurre que a la analizada le interesa también saber
quién es esa segunda esposa y que probablemente se
está preguntando si no era una analizada de su actual
marido. En su inconsciente, dada la situación trans-
ferencia! actual de la analizada, se está preguntando
si su propio analista no podría separarse también de
su mujer y casarse con ella. Siguiendo esta sospecha:
pero cuidando de no sugerir nada, el analista pregunta
si ha pensado algo sobrn la segunda esposa de N. La
analizada contesta riéndose: ''Sí, pensé si no era una
analizada de él". El análisis de la situación psico16-
gica del analista most.ró que la libre ocurrencia fue
posible porque su identificación ce .1 la analizada en
los deseos edipicos de ésta no e•~ba trabada por la
represión, y también porque él mismo contratransfe-
ría sus propios impulsos edípicos positivos, aceptados
por su yo, sobre la analizada.
Este ejemplo ·ilustra que también en las ocurrencias
libres del analista -las que le facilitan la compren-
sión profunda- interviene no sólo la contratransfe~
rencia positiva sublimada que le permite la identi-
ficación con el ello y el yo del analizado, sino adem·ás
la "contratransferencia complementaria"} es decir, la
identificación con los objetos internos que el analizado
transfiere, y la aceptación en la conciencia de sus
propias relaciones de objeto infantiles con el ana-
lizado.
2) En los ejemplos siguientes, las ocurrencia> li-
bres ya manifiestamente deptndientes de la situación
contratransferencial constituyen la guía para la com~
prensión.
Una candidata asocia sobre una reunión científica
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 255

en el Instituto Psicoanalítico, la primera a la que


ella asistía. Mientras ella asocia, al analista se le
ocurre que él, al contrario de la mayoría de los demás
analistas didácticos, no había intervenido en la dis-
cusión. Experimenta cierta molestia por tal hecho,
piensa que esto le habrá llamado la atención a la
analizada y percibe un ligero temor de que la anali-
zada lo haya sentido inferior. Se da cuenta de que
prefiría que ella no pensara eso y que no mencionara
lo ocurrido; justamente por eso pregunta a la anali-
zada qué había pensado con respecto a él en esa
circunstancia. La reacción de Ja analizada muestra
la. importancia de la pregunta. Se sorprende y ex-
clama: "Cierto, casi había olvidado referíselo."
Luego trae un amplio material transferencia! que
antes había rechazado por motivos correspondientes
al rechazo contratransferencial de este mismo mate-
rial por parte del analista (temor a una situación
transferencia! "negativa"). El ejemplo muestra no
sólo la importancia de la observación de las ocurren-
cias contratransferenciales como instrumento técnico,
sino también una relación entre una resistencia tranS-
ferencial y una resistencia contratransferencial.
3) Otro ejemplo: en el saludo del comienzo de
la sesión, el analista percibe que el analizado está
deprimido y siente un ligero sentimiento de culpa-
bilidad; asocia en seguida la sesión pasada en que
frustró al analizado e intuye así de dónde proviene
la depresión, aun antes de que las asociaciones del
analizado lo conduzcan a la misma conclusión. Tam-
bién las observaciones de las propias ocurrencias, es-
pecialmente contratransferenciales, antes y después
de las sesiones, pueden ser una importante guía en
la comprensión de Ja situación analitica del anali-
256 HEINRICH RACKER

zado. As!, por ejemplo, un fastidio sentido antes de


entrar en el cuarto de trabajo, como respuesta con-
tratransferencial a una conducta agresiva o somete-
dora del analizado, puede hacer comprender de ante-
mano la angustia de éste, que será, en la capa más
superficial, el temor al enojo del analista, o sea, a la
venganza de él por su conducta. Puede constituir otro
ejemplo el caso de un analista que antes de entrar
en el cuarto de trabajo percibe un sentimiento de cul-
pa por estar retrasado; repara en que con frecuencia
hace esperar al mismo analizado 'r. comprende que
en especial es el gran sometimient°' masoquista de
éste lo que lleva al analista a esa conducta frus-
tradora. En otras palabras, el analista tewonde a la
gran represión de la agresión del analizado haciendo
lo que se le antoja, abusando de la neurosi~del ana-
lizado. Pero esta misma tentación que el analista
siente y por la que se deja llevar en su conducta, y
los sentimientos de culpa que. por esta causa experi-
menta, le pueden servir de guia para comprender la
situación transferencia! del analizado.
4) Quisiera ahora presentar un ejemplo de la lite-
ratura analítica que muestra iguahnente la situación
contratransferencial como base para comprender, de
manera decisiva para todo el curso ulterior del tra-
tamiento, la situación analítica del enfermo. Es al
mismo tiempo interesante observar que el autor parece
desconocer que la feliz comprensión se debe a una
captación inconsciente de la situación contratrans~
ferencia1. Se trata del "caso con sentimientos maní·
fiestos de inferioridad" publicado por W. Reich 76 •
Después de mostrar cómo durante un largo periodo,
ninguna interpretación tuvo éxito y no logró modi-
ficar la situación analitica del enfermo, Reich escribe:
ESTVDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 257
"Le interpreté luego sus sentimientos de inferioridad
frente a mi; primeramente eso no tenía éxito, pero
después de mostrarle, consecuentemente y durante
varios días, su conducta, trajo algunas comunicacio-
nes sobre su enorme envidia, no frente a mí, sino
frente a otros hombres, ante los que igualmente se
sentía inferior. Y ahora emergió en mí, corno un
rayo, la ocurrencia, de que sus continuas quejas no
podrían significar otra cosa que esto: 'el análisis
no tiene influencia sobre mi', es decir, no vale nada,
el analista es inferior e impotente y no puede lograr
nada frente a él. Las quejas deblan ser comprendi-
das en parte como triunfo y en parte como reproches
frente al analista" (las bastardillas son mías). Si nos
preguntamos por el origen de aquella "ocurrencia
relámpago" de Reich, la respuesta debe ser, teórica-
mente, que provino de la identificación con aquelJos
impulsos del analizado o de la identificación con un
objeto interno de él. La descripción de los aconteci-
mientos, sin embargo, no deja mucho lugar a dudas
de que fue esto último, o sea la "contratransferencia
complementaria", la fuente de la intuición de Reich;
es decir, que aquella comprensión relámpago surgió
de la propia sensación de impotencia, derrota y cul-
pabilidad por el fracaso del tratamiento.
5) Ahora un caso en que la represión de la con-
tratransferencia pudo impedir la comprensión de la
situación transferencia!, mientras la percepción ulte..
rior de esta misma situación contratransferencial jus-
tamente posibilitó esa comprensión.
Durante varios días un analizado está con intensa
angustia y dolores de estómago. La analista no com-
prende la situación hasta que pregunta directamente
al analizado desde cuándo data ese estado. El anali-
258 HEINRICH RACKER

zado contesta que es desde que él habla criticado


acerbamente a la analista por una determinada con..
ducta; agrega que la babia notado algo deprimida
últimamente. Lo que el analizado dice, da en la
tecla. La analista realmente se babia deprimido un
tanto a raíz de aquella crítica. Pero mientras ella
babia reprimido la agresión (dirigida contra el anali-
2ado) que estaba detrás de su depresión y babia re·
prim.ido, además, que también el analizado pensaría,
consciente o inconscientemente, en el efecto de su
crítica, el analizado estaba consciente de eso y, por
lo tanto, relacionó sus propias angustias y síntomas
con la depresión de la analista. En otras palabras,
la analista habla escotomi2ado la relación entre la
angustia y el dolor del analizado por un lado y la
agresión (critica) realizada contra ella por el otro.
Esta escotomización de la situación transferencial se
debía a una represión de la contratransferencia, pues
la agresión que el analizado sospechaba de parte de la
analista y frente a la cual respondía con, angustia y
con dolor gástrico, anticipándose y autoagrediéndose,
existía, no sólo en su fantasía, sino también en el
sentir contratransferencial de la analista.
El peligro de que la contratransierencia sea repri-
mida es, naturalmente, tanto mayor cuanto más son
rechazadas estas reacciones contratransferenciales por
el ideal del yo o el superyó. Tomando, por ejem·
plo, el caso de un analizado que se conduce con una
ausencia casi total de "respeto", ocurrirá que el ana..
lista estará herido en su narcisismo y reaccionará
internamente con algún fastidio. Si reprime el fasw
tidio porque éste está en discordia con las exigencias
de su ideal del yo, se priva de una guia importante en
la comprensión de la transferencia del analizado, el
cual prócura negar las distancias entre sus objetos
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 259

internos idealizados y su yo mediante sus mecanismos


maníacos, tratando de compensar sus sentimientos de
inferioridad a través de una conducta de "igual a
igual", defendiéndose así de situaciones de conflicto
sumamente importantes. De modo similar, la excitaw
ción sexual del analista puede señalar una conducta
seductora encubierta y fantasías erotomarúacas in~
conscientes de la analizada, como también las situaw
ciones subyacentes a éstas. La represión de tales reac-
ciones contratransferenciales pueden cerrar el acceso
a la técnica adecuada. Lo que está indicado, por
ejemplo, en situaciones como las recién expuestas de
tipo hipomaníaco, no es simplemente "tolerancia"
(que puede ser intensificada por el sentimiento de
culpabilidad por las reacciones contratransferenciales
señaladas), sino el hacer consciente las reacciones
contratransferenciales de los objetos internos (super-
y6, etc.) del analizado mismo. Pues asi como el ana-
lista ha reaccionado con cierto fastidio frente a la
"falta de respeto" y a la desconsideración por parte
del analizado, asi lo hacen también los objetos inter-
nos de éste, puesto que en su conducta hay agresi-
vidad contra estos objetos, experimentados por el
analizado como superiores y al nús1no tiempo como
rechazantes. En términos más generales diría que los
pacientes con determinadas defensas hipomaníacas
tienden a ver su conducta como "natural" y "espon-
tánea", al analista -como tolerante y comprensivo,
reprimiendo al mismo tiempo los objetos rechazantes
e intolerantes latentemente proyectados sobre el ana-
lista. Si éste no reprime su reacción profunda frente
a las asociaciones y la conducta ·del analizado, tiene
en ella una guia excelente para mostrarle al analizado
justamente estos objetos reprimidos y la relación de
él con ellos.
260 HEINRICH RACKER

6) Presentaré ahora un ejemplo que, al mismo


tiempo que sigue la linea de los citados hasta ahora
(clases de reacciones contratransferenciales, su utili-
zación como instrumento técnico), muestra la impor-
tancia de tener en cuenta la contratransferencia total,
asi como también la transferencia total. Me refiero,
en especial,· a la importancia de -prestar atención en
la situación analitica no sólo a lo que fue y es repe-
tido, sino también a lo que no fue (o sólo existía
como esperanza), es decir, a los factores nuevos, es·
pedficamente analiticos. en las situaciones del anali-
zado y del analista. Entre éstos se destacan las carac-
terísticas reales nuevas de estos objetos (del analista
o bien del analizado), la situación enfermo-médico, o
sea, la intención de curarse o bien de curar ( resti·
tuirse y restituir) , y la situación creada por el pen-
samiento y sentimiento psicoanalitico. Como ejemplo
de esto último puede servir la regla fundamental, ese
permiso e invitaci6n original, expresi6n básica de un
ambiente especifico de tolerancia y libertad.
Antes de exponer el ejemplo anunciado quisiera
ilustrar brevemente a qué me refiero al hablar de la
transferencia total. En una sesión, las asociaciones
de un hombre, en tratamiento con una analista, gi-
ran alrededor de sus relaciones con mujeres. Relata
las frustraciones y rechazos sufridos y habla de su
incapacidad de relacionarse con mujeres cultas. Apa-
recen sus tendencias sádicas y de rebajamiento hacia
la .mujer, etc. Era muy claro que el analizado trans-
fería las imagos frustradoras y rechazantes a la ana-
lista, de lo que result6 su desconfianza frente a ella.
Lo que el analizado expresaba era al mismo tiempo
su temor de ser rechazado por la analista a causa de
su sadismo y, más pi;ofundamente, su temor de ser
frustrado por ella, situaci6n que antaño habla des-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 261

encadenado su sadismo. Esta interpretación hubiera


sido el fiel reflejo de su situación transferencia! pro-
piamente dicha. Pero en la situación analitica total
había algo más. Evidentemente, el analizado necesi-
taba, quería, buscaba algo con la sesión como tal.
¿Qué era eso, en qué consistía este factor actual o,
si se quiere, el aspecto prospectivo de la situación
transferencial? La respuesta está virtualmente con~
tenida en la interpretación anteriormente expuesta:
el analizado buscaba conectarse afectiva y libidinal-
mente, habiendo despertado las sesiones anteriores
sus sentimientos positivos y habiendo sacudido algo su
coraza; indirectamente estaba preguntando a la ana~
lista si a ella si podría tenerle confianza; si podía
entregarse sin correr el peligro de sufrir lo que ante-
riormente había sufrido. La interpretación .anterior
si~ refería a la transferencia sólo como repetición de
h que ya habla sido; esta última interpretación se
1 efería a lo mismo y, además, a lo que no habfa sido
) era nuevamente esperado de la vivencia analítica.
Y ahora, el ejemplo que se refiere tanto a Ja situa-
ción transferencia! como a la contratransferencial
total. El material proviene otra vez del Análisis del
,·arácter, de W. Reich 76 • Se trata de aquel caso en
•¡ue el análisis giraba durante mucho tiempo alre-
ledor de la sonrisa del analizado, única expresión
analizable, según Reich, que quedó al cesar todas las
comunicaciones y actuaciones con que el analizado
había comenzado el tratamiento. Entre estas actua-
ciones del principio había algunas que Reich inter-
pret6 como provocaciones {por ejemplo, un movi-
miento que el analizado hizo hacia la cabeza del
analista) . Es evidente que Reich se hizo guiar en
esta interpretación por lo que habla sentido contra-
transferenciahnente. Pero Jo que Reich percibió as!
262 HEINRICH RACKER

era sólo una parte de lo que había acontecido en él;


pues aparte del susto y del fastidio (que aunque sea
solamente en un grado mínimo, debió de haber sen~
tido) hubo una reacción de su yo frente a estos sen~
timientos, una reacción de control y de domirúo im~
puesta por su conciencia (superyó) analítica. Pues
Reich le había sugerido al analizado que hay mucha
libertad y tolerancia en la situación analítica, y este
espíritu de tolerancia hizo que frente a aquellas
"provocaciones" Reich sólo contestara con una ínter~
pretación. Lo que el analizado queria y buscaba era
probar si realmente existía tal tolerancia en Reich,
interpretación que más tarde Reich le dio y que tuvo
un efecto mucho más positivo que la primera. La
consideración de la situación contratransferencial to~
tal (sentirse provocado y conciencia analítica, la que
determinó el destino de este sentimiento) hubiera po-
dido ser, pues, desde el comienzo, una guía para la
captación de la situación transferencial total que
consistla en la agresividad (defensiva) , en la des-
confianza original y en el rayo de confianza, la nueva
esperanza que la libertad de la regla fundamental
habla vuelto a despertar en él.
7) Me he referido más arriba a que la situación
transferencial, en cuanto está determinada por 1a
situación infantil y los objetos arcaicos del analizado,
provoca en el inconsciente del analista situaciones
infantiles y la intervenci6n de sus objetos arcaicos.
Quisiera ahora presentar otro ejemplo que muestra
c6mo el no estar consciente el analista de su res~
puesta contratransferencial puede conducir a que el
analizado se sienta nuevamente expuesto a un objeto
arcaico (circulo vicioso) y c6mo, a pesar de cierta
comprensión de lo que acontece en el analizado, el
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 263

analista se encuentra impedido de dar la interpreta-


ción adecuada.
Se trata de una primera sesión. La analizada em-
pieza a hablar del calor que hace y de otros asuntos
que a la analista (una candidata) le parecen insig-
nificantes. Por eso le dice a la analizada que posi-
blemente no se atreve a hablar de si misma. Aunque
en realidad la analizada está hablando de si misma
(aun cuando habla del calor que hada), la inter-
pretación es, en su esencia, cierta, por estar dirigida
al· conflicto central del momento. Pues el "usted no
se atreve" es una crítica y proviene de la vivencia
de la analista de estar frustrada en un deseo; este
deseo debe de haber sido que la analizada venciera
su resistencia. Si la analista no hubiera sentido .esta
molestia o si hubiera estado consciente de la natura-
leza neurótica de su reacción interna (angustia y
fastidio), habría tratado de comprender por qué la
analizada "no se atrevía" y se lo hubiera dicho. En
este caso la falta de valentía que la analista señala
a la analizada hubiera mostrado ser una respuesta
"lógica" a una relación de objeto peligrosa. Siguien-
do el pensamiento de la analista y dejando de lado
otras posibles interpretaciones, podemos suponer que
en tal caso hubiera dicho a la analizada, por ejem-
plo, que algo, en la situaci6n analítica (en la relaci6n
entre la enferma y la analista), le produjo el temor
que hizo desviar a sus pensamientos de lo que le
importaba mucho a lo que le importaba poco. Esta
interpretaci6n se hubiera diferenciado de la que le
dio, en dos puntos: la interpretación dada no ex-
presa, en primer lugar, la relación de 0bjeto que
lleva al "no atreverse", y en segundo lugar, coincide
en su formulación con juicios superyoicos, lo que en
264 HEINRICH RACKER

lo posible debe evitarse*. No fue evitado en este


caso porque la analista estaba contratransferencial-
mente identificada con el superyó de la analizada,
sin estar consciente de ello; estando consciente hu-
biera interpretado, por ejemplo, la agresión temida
proveniente del superyó y no la hubiera realizado
mediante la interpretación. Parece que la "interpre-
tación de tendencias", sin considerar la relación de
objeto, tiene por causa, entre otras, la represión por
parte del analista de un aspecto de su contratrans·
ferencia, o sea, la r.epresión de la identificación con
los objetos internos del analizado.
Continuemos con la sesión mencionada. l,a ana-
lizada, sintiéndose criticada, se censura a sí misma
por su costumbre de hablar con poca coherencia.
Dice que la madre suele observarla por eso, y luego
critica a la madre porque suele no escuchar lo que
ella dice. La analista comprende que este material
tiene relación con. la situación analítica, que la ana-
lizada repite en la transferencia, y le dice: "¿Por
qué cree usted que no la escucho?" La analizada
contesta que seguramente la analista si la está es-
cuchando.
¿Qué ha sucedido? La desconfianza de la anali-
zada choca contra un deseo de la analista (por la
confianza de la analizada) , y as!, en lugar de analizar
la situación, la analista, ya que no puede decir "No,
yo la voy a escuchar, téngame confianza'', se lo
sugiere con aquella pregunta. Es, pues, nuevamente
la interferencia de la contratransferencia incontrolada
(el deseo de que la analizada no tenga resistencia,
* Si las interpretaciones coinciden con juicios superyoicos
del analizado, el analista es confundido con el superyó y a
veces con razón real. Hay que mostrarle al analizado los
jl.Ücios superyoicos pero en lo posible no hacerlos.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 265

etcétera) lo que conduce a que una comprensi6n par-


cialmente buena se convierta en una interpretación
deficiente. La importancia de tales acontecimientos
es grande, especiahnente si son frecuentes. Y es pro-
bable que lo sean, ya que tales interpretaciones provie-
nen de un determinado estado de la analista y por
ser este estado en parte inconsciente. Ahora bien:
¿qué es lo que hace que tales acontecimientos ten-
, gan tanta importancia? La respuesta es ésta: es el
hecho de que el inconsciente del analizado registra
justamente este estado y se encuentra nuevamente
frente a un objeto que (como en este caso) quiere
obligarlo a seducirlo a que rechace su desconfianza,
un objeto que inconscientemente busca más satisfa-
cer los propios deseos o calmar las propias angustias
que comprender y satisfacer las necesidades del ana-
lizado.
¿Cómo concluimos esto? Lo vemos en las reaccio~
nes de la analizada, que se somete a la sugerencia
de la analista diciéndole, que le tiene confianza y
negando as! un aspecto de su realidad interna. Se
somete a la crítica anterior de su cobardía y "vence"
luego, aparentemente, las resistencias, mientras en
realidad todo transcurre como en las viejas vías.
No puede ser de otra manera, pues el analizado capta
la situación neurótica del analista y su situaci6n trans-
ferencia] es determinada luego por ésta. En cierto
grado el analizado se ve nuevamente ante su realidad
infantil (interna o externa) y en este mismo grado
repetirá sus antiguas defensas y no tendrá un motivo
real para vencer de· veras sus resistencias, por más
que el analista quiera convencerlo de su tolerancia
y comprensi6n. S6lo logrará eso mediante interpre-
taciones mejores en las que su neurosis interfiera
menos.
266 HEINRlCH RACKER

8) Expondré ahora un ejemplo algo más detalla-


do que muestra: 1•) la ley taliónica en la relación
analizado-analista; 2•) cómo la captación de la reac-
ción contratransferencial indica lo que acontece en
la transferencia y lo que tiene mayor actualidad en
ella; 39) qué interpretación conviene dar para abrir
brecha en el círculo vicioso neurótico y 49 ) cómo
las asociaciones ulteriores muestran que eso ha sido
logrado, aunque sólo parcialmente, pues las mismas
defensas vuelven y nuevamente la contratransferen-
cia señala la interpretación que el analizado necesita.
Me limitaré a lo más importante de una sesión.
El analiz_ado, que sufre más que nada por su intenso
bloqueo afectivo y por su udesconexión" en todas sus
relaciones de objeto, empieza la sesión diciendo que
se encuentra completamente desconectado del ana~
lista. Habla con dificultad, como venciendo una gran
resistencia y siempre con la misma voz, que aparece
como desvinculada de los instintos y sentimientos.
Sin embargo, la respuesta contratransferencial al con-
tenido de sus asociaciones (o mejor dicho, de su
relato, ya que ejerce un fuerte control sobre sus ocu-
rrencias) no es siempre igual. En un momento dado
el analista siente una ligera irritación: es cuando el
analizado, médico, le cuenta una conversación que
ha tenido con otro médico, en la que él criticó agu-
damente a los analistas por su pasividad (dan poco
y curan poco) , por sus elevados honorarios y por
su tendencia a ejercer un dominio sobre los anali-
zados. Lo que el analizado expresaba y su conducta
tenían múltiples significados. Era claro, en primer
lugar, que estas acusaciones, aunque manifestadas en
gran parte en forma general y con referencia a otros
analistas, se dirigían hacia el propio analista; el ana·
!izado se habia convertido en el superyó del analista.
ESTUDIOS ·SOBRE TÉCNICA PSICOANALÚ'ICA 267

Esta situación del analizado representa una defensa


frente al propio superyó acusador, proyectado sobre
el analista. · Es una de las formas de la identificación
con los perseguidores internos, que lleva a una inver-
sión de la situación temida. Es, ·en otros términos,
una pasajera manía recriminatoria en defensa frente
a una situación paranoico-depresiva en que el super-
yó persigue al analizado con recriminación y lo ame-
naza con el abandono. Junto con esta identificación
con el superyó, se realiza una proyección de una
parte del "yo malo" (y del ello) sobre el analista.
En este caso la pasividad (la mera receptividad y la
incapacidad de reparar), el aprovechamiento egoísta
y ·la :dominación que adjudica al analista son, en
prüiiera ·instancia, "tendencias" propias "malas" por
las que teme ser recriminado y abandonado por el
analista. En un estrato más profundo, este yo malo
es ·uri "objeto malo", con el que se había identificado
en defensa frente a su persecución. Ya se entrevé
que·, sería prematuro interpretar esta situación básica;
antes tendrá el analizado que enfrentarse con su "yo
irialo", es decir, pasar en la transferencia por aque-
lla' Situación paranoico-depresiva en la que se siente
amenazado por el analista-superyó. Pero aun asi que-
dan dudas con respecto a la interpretación a dar,
pues .lo que el analizado dijo o hizo tiene, aun en la
superficie, varios significados más. La crítica que
h~zo a otro médico sobre los analistas tiene el signi-
ficado de rebelión, venganza y provocación y, quizás
al _mismo tiempo, de búsqueda de castigo, como tam-
bién de poner a prueba al analista con respecto a la
libertad que le da y simultáneamente de someter y
co_ntrolar a este objeto peligroso, etc. Su reacción
contratransferencial señaló al analista cuál de todas
ést<\l5-- era la interpretación indicada, puesto que esa
268 HEINRICH RACKER

reacción era la respuesta viva a la situación transfe-


rencia! de ese momento. El analista había sentido
cierta angustia y agresión frente a la agresión sufrida
(la ley taliónica), y era de suponer que el analizado
había intuido (inconsciente o conscientemente) este
fastidio del objeto interno hacia el cual estaba diri-
gida su protesta, y que había reaccionado a esto con
angustia. La desconexión que recalca en su primera
ocurrencia debía de estar en relación con esta angus-
tia, ya que gracias a tal desconexión, el analizado no
percibió el peligro ni sintió la angustia. A través de
la proyección de aquel objeto interno, el analista es
un tirano que pide sometimiento completo y prohíbe
la protesta. La transgresión de esta prohibición (la
protesta del analizado expresada al médico-amigo),
debe ser calificada por el analista -en la fantasia
del analizado- de infidelidad, y respondida con eno-
jo y abandono afectivo; lo deducimos de la vivencia
Contratransferencial. Para reconciliar y recuperar al
analista, el analizado acepta su enojo o castigo y sufre
nuevamente dolores de estómago -tal como men-
ciona en sus asociaciones, pero sin vincular las dos
vivencias--. Su depresión de este día se explica por
este sentimiento de. culpa y, secundariamente, por la
pérdida de objeto proveniente de su desconexión
aumentada.
El analista le muestra en su interpretación lo que
acabamos de exponer. El analizado responde dicien-
do que el día anterior recordó la conversación con
aquel médico y que, en efecto, le había producido
angustia. Después de una pequeña pausa agrega:
''Y ahora pensé: Y. . . ¿qué hago con eso?" El
analista percibió que estas palabras provocaron nue~
vamente en una parte de él un ligero fastidio. Se
comprende por qué. La primera reacción del anali-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 269

zado a la interpretación (es decir, su recuerdo de la


angustia a causa de su protesta) había acercado al
analista la satisfacción de un deseo: su deseo de di-
solver la desconexión del analizado. La angustia que
el analizado recordó había sido por lo menos un paso
adelante, puesto que el analizado admitió así una
conexión que por lo general negaba o reprimía. Las
palabras siguientes frustraron nuevamente al analista,
pues significaron: "Con eso no hago nada, nada ha
cambiado." Nuevamente fue la reacción contratran~
ferencial lo que señaló al analista la presencia de un
momento vivo de la transferencia, y que ésta era
la oportunidad de interpretar. También aquí, en la
fantasía inconsciente del analizado, debe de haber
habido una reacción de enojo del objeto interno -tal
como realmente aconteció en el analista-, lo cual
debió ser señalado en la interpretación: era la angus-
tia que tal fantas!a debe de haber provocado en el
analizado. Esta angustia -y con ella la descone-
xión- sólo pudo ser disminuida reemplazando aquel
enojo fantaseado con una comprens~ón de la necesi-
dad del analizado de defenderse a través de aquella
negación ("Y ... ¿qué hago con eso?"). En realidad,
el analista, además de sentir un ligero fastidio, había
comprendido que el analizado tenía que protestar y
rebelarse, cerrarse y desligarse de nuevo, negar e im-
pedir toda influencia, porque en el caso de que el
analista sirviera, el analizado caería en una depen-
dencia más intensa aún, justamente porque el ana-
lista le servirla de algo y porque el analizado le
estaría debiendo algo. Este peligro había aumentado
con la interpretación, puesto que el analizado la sin-
tió como cierta. Dada la tiranía fantaseada del ana-
lista -su carácter sometedor, aprovechador, sádico,
etc.-, esta dependencia debía ser Impedida.
270 HEINRICH RACKER

Sobre Ja base de esta comprensi6n, extraída de Ja


contratransferencia que señalaba Ja situaci6n de an-
gustia del analizado, fue dada la interpretaci6n, que
también las asociaciones siguientes mostraron acer-
tada. Por un lado, el analizado dijo poco después
que se le habla pasado su depresi6n, y admitir eso
significaba en este _caso un progreso, porque admitía
algo positivo en el analista. Por otro lado, las aso-
ciaciones siguientes permitieron profundizar el aná-
lisis de su neurosis de transferencia, ya que el analiza-
do mostraba en ellas un estrato más profundo, o sea,
su dependencia subyacente, mientras que hasta ahora
la interpretaci6n habla debido centrarse en el senti-
miento de culpa y angustia que acompañaron a la
defensa (rebeli6n, negaci6n, etc.) frente a esta mis-
ma dependencia. Las asociaciones inmediatas se re-
ferían a que hacia unos días un amigo común (del
analizado y del analista) le había dicho que el ana-
lista Se iba esa misma noche de vacaciones y por lo
tanto esa· sesión sería la última. De esta manera el
analizado admite Ja importancic. afectiva que tiene
el analista para él, lo que solla negar sistemática-
mente. Trasluce también que su protesta contra los
analistas estaba determinada ya por el inminente pe-
ligro de ser · abandonado por su analista. Cuando
poco antes del fin de la sesi6n el analista aclara que
la noticia que aquel anúgo le habla dado era equi-
vocada, .er·analizado expresa su enojo contra el amigo
y recuerda cómo éste había querido despertarle celos
transferenciales hacía poco. Con eso el analizado
admite aun sus celos por el analista, aunque desplaza
su enojo hacia el anúgo que lo angusti6 en aquella
y en esta oportunidad.
¿Qué ha acontecido en resumen, y cómo se ex~
plica? ·
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 271

El viaje del analista representaba, en el incons-


ciente, el ser abandonado por los objetos internos
necesitados. Este peligro fue contestado con una
identificación: la amenaza de la agresión (abando-
no), con agresión (protesta contra los analistas).
Todo eso tuvo por consecuencia una nueva angustia
del analizado frente a una posible contraagresión o
abandono por parte del analista. Esta angustia ha-
bía quedado inconsciente, pero el analista la pudo
intuir por su contraagresividad contratransferencial.
Si no hubiera interpretado esta situación transferen~
cial del analizado, o si en su interpretación hubiera
entrado alguna critica por el insistente y continuo
rechazo hacia el analista y por la "obstinada" nega-
ción de todo vínculo con él, el analizado hubiera
permanecido en el círculo vicioso entre su angustia
básica ante el abandono y su identificación defensiva
con el agresor (con el objeto que abandona), es de-
cir, en el círculo vicioso de su neurosis. La interM
prelación que le demostró la comprensión del analista
por su conducta y por la angustia subyacente, cam-
bió -por lo menos en este instante-- la imagen
perseguidora de aquél. De ahí que pudiera aban-
donar la identificación defensiva con esta imago y
admitir su dependencia (el estrato subyacente), su
necesidad del analista y sus celos.
También en esta nueva situación, ahora alcanzada,
la contratransferencia mue'stra el contenido y el ori#
gen de la angustia que impulsa al analizado a una
rápida repetición y recuperación de los mecanismos
de defensa anteriores (identificación con el perse-
guidor, bloqueo afectivo, etc.). Y también aquí es la
interpretación de esta nueva .situación de peligro, el
único medio para interrumpir el circulo vicioso. Da-
da la situación interpersonal que antecedía durante
272 HEINRICH RACKER

meses a la entrega afectiva que en cierto grado acon-


teci6 hacia el final de esta sesi6n, dada la mutua
situación paranoide transferencial-contratransferen-
cial (la que se expresaba en el analizado por sus
intensas resistencias caracterológicas, bloqueo afecti-
vo, etc., y en el analista por los fastidios señalados),
el analista vive tal entrega afectiva -en un plano-
como un triunfo maníaco, al que luego siguen las
correspondientes angustias depresivas y paranoides,
la compasi6n hacia el analizado, los deseos de repa-
ración, etc. Justamente tales sentimientos de culpa-
bilidad en el analista por su sentimiento maníaco
pueden llevar a que esta situación no sea suficiente-
mente interpretada. El peligro en que el analizado
piensa encontrarse, consiste en convertirse en víctima
indefensa del sadismo de su objeto (el analista), del
mismo sadismo que el analista ha sentido en su satis-
facción contratransferencial "maníaca" de haber do-
minado y vencido al 'cobjeto malo" con el que el
analizado estaba identificado defensivamente. La per-
cepción de esta reacción contratransferencial puede
indicar nuevamente cuál es la situación transferencia!
actual y qué es lo que debe ser interpretado.
Si en la situación psicológica del analista no exis-
tiera nada más que tal reacción maníaca, el analizado
no tendría otra posibilidad que hacer uso de Jos
mismos viejos ·mecanismos de defensa que constitu-
yen esencialmente su neurosis. En términos más ge-
nerales habría que afirmar que la reacción terapéutica
negativa es una reacción transferencia! del analizado
adecuada a una contratransferencia negativa, ima-
ginada o real, del analista *. Pero aun donde tal
contratransferencia negativa existe realmente, sólo

* Véase M. Little 58.


ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 273

representa un aspecto parcial de la respuesta psicoló-


gica del analista, pues aquella ley taliónica no es lo
único que determina las respuestas del inconsciente,
existiendo, además, el consciente, que a su vez está
presente en las respuestas psicológicas del analista.
En lo que se refiere al inconsciente, sólo mencionaré
la tendencia a reparar, que crea hasta la disposición
de "retribuir lo malo con lo bueno" y que es en
realidad la disposición de remediar, aunque sea en
un objeto desplazado, lo que se haya hecho o pen-
sado de malo. En lo que se refiere al consciente,
menciono en primer término la circunstancia de que
el propio análisis hace al yo del analista más fuerte
de lo que era, por lo que las intensidades de sus
angustias y demás respuestas contratransferenciales
suelen ser disminuidas; en segundo, la capacidad de
enfrentarse con esta misma contratransferencia, de "sa-
lir" en cierto modo de ella, de ponerse fuera y mi·
rarla objetivamente; y en tercero, el conocimiento
psicológico que también actúa en y sobre la res-
puesta psicológica del analista. Así, por ejemplo, el
conocimiento de lo que está detrás de la transferencia
negativa y de las resistencias -lo que en última ins-
tancia no es otra cosa que el amor malogrado por
una u otra causa, interna o externa- le ayuda al
analista a responder con amor a aquella posibilidad
de amar, a aquel núcleo enterrado del enfermo, por
más que en la superficie aparezcan el odio y el temor
de éste.
9) Quisiera completar una consideración ya ini-
ciada sobre determinada relación entre contratrans-
ferencia e interpretación. l\fe refiero a la importan-
cia que tiene el hecho de que el analista evite, en lo
posible, hacer interpretaciones en términos que coin-
274 HEINR!CH RACKER

ciclan con los términos del superyó moral *. Este


peligro aumenta a causa de las identificaciones in-
conscientes del analista con los objetos internos, y,
en especial, con el superyó del analizado. En el úl-
timo ejemplo en que el analizado criticaba frente a
su amigo la conducta de los analistas, adoptando el
papel del superyó frente a un objeto interno al que
proyectaba sobre el anali$ta, éste se identific6 con
aquel objeto proyectado y reaccionó con angustia y
fastidio frente a la acusación. Recriminaba interna-
mente al analizado su conducta y estaba cerca el
peligro de que algo de esta recriminación (en la que
el analista a su vez se identificó con la conducta
superyoica del analizado) se infiltrara en su inter-
pretación, lo que hubiera representado un refuerzo
del círculo vicioso neurótico del analizado. Pero el
problema es más amplio. En realidad, una parte no
pequeña de la terminología psicoanalítica se presta
a ser vivenciada por el analizado como términos su-
peryoicos recriminatorios. Menciono, por ejemplo,
''narcisismo", "pasividad", "soborno del superyó", tér-
minos cuyo uso (tal cual o circunscripto) en el tra-
tamiento, merecen alguna reflexión, justamente por-
que implican el peligro de que en el analizado se
confundan la imago del analista con la de su superyó.
Para mayor claridad se pueden diferenciar teórica-
mente dos situaciones: una consistiría en que sólo el
analizado vivenciara estos términos u otros similares
como crítica, dado su conflicto entre el yo y el su-
peryó, estando libre el analista de tal sentimiento
crítico; la otra, en que también el analista viera con
intolerancia moral estas tendencias o rasgos de carác-
* Algo similar (aunque sin vincularlo con la contratrans-
ferencia) recalca W. R. D. Fairbairn 9.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA '27·5

ter, es decir, que, en efecto, sintiera superyoitamente.


Algo de eso existe probablemente siempre, ya que
el analista se identifica con los objetos que el anali-
zado trata de la manera descripta (narcisistamente.
sobornándolo, etc.) . Pero aun en el extremo caso
te6rico en que el analista hubiera resuelto totalmente
sus propios conflictos con tales "tendencias'' (narci-
sismo, etc.) y por lo tanto no entrara en conflicto
contratransferencial con Jas correspondientes tenden-
cias del analizado, se preferirá mostrar al analizado
los respectivos conflictos entre sus tendencias y su
supery6 y no correr el riesgo de dificultar al anali-
zado la diferenciaci6n entre el juicio de su propio
supery6 y la comprensi6n del analista de estas mis-
mas tendencias, con el uso de una terminología que
precisamente se presta a confundir estas dos po-
siciones.
Se podría objetar que la confnsi6n·ehtre el analista
y el supery6 ni puede ni debe ser· evitada, ya que
representa una parte esencial del análisis de 1a trans-
ferencia (de la externalización de situaciones inter-
nas) y ya que no puede llegarse a la claridad sino a
través de la confusión-. Eso es ·cierto; esta confusión
no puede ni debe ser evitada, pero debe pensarse
también que habrá que disolverla y que eso será
tanto más difícil cuanto más el analista esté realmente
identificado en su vivencia con el supery6 del anali-
zado y cuanto más estas identificaciones hayan· in-
fluido negativamente en .sus interpretaciones y en su
conducta. En una palabra, es difícil disolver confu-
siones que no lo son.
276 HEINRIGH RACKER

VI. Correlaciones especificas entre transferencia


y contratransferencia.

1) Significados de la angustia contratransferencial.


2) Significados de la agresi6n contratransferen-
cial. 3) Significados de los sentimientos de cul-
pabilidad en la contratransferencia. 4) Significa-
dos de otras situaciones contratransferenciales
(somnolencia, sometimiento. 5). La "objetividad"
de la contratransferencia y el problemfl de la
"comunicaci6n de la contratroosferencia".

A continuación quiero ocuparme de un tema que


es de gran importancia para la comprensión de la
relación interpersonal en la situación analítica. En
los ejemplos expuestos en los capítulos anteriores se
veía cómo a determinadas situaciones transferenciales
corresponden determinadas situaciones contratransfe-
renciales, y viceversa. Un estudio sistemático del pro~
blema de cuál es la situación transferencia! a la que
el analista suele reaccionar con esta o aquella situa-
ci6n contratransferencial, podrá facilitar, en la prác-
tica, la deducción de las situaciones transferenciales
a partir de las reacciones contratranSferenciales. La
cuestión siguiente será establecer a qué imago o con-
ducta de objeto, es decir, a qué situación cont1atrans~
ferencial imaginada o real responde el analizado con
esta o aquella situaci6n transferencia!. Desde luego,
éstos son problemas generales de la psicología pro-
funda que ya fueron investigados ampliamente, pero
cuya aplicación al problema especifico de la relación
transferencial-contratransferencial en el análisis ha
sido, hasta ahora, relativamente escasa.
La amplitud del tema exige una limitación en la
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 277

exposición. Sólo puedo presentar una selección de


situaciones y he de exponer, predominantemente, los
resultados de mis observaciones. Estos resultados no
pretenden ser más que aspectos parciales de las situa-
ciones a que se refieren. Tendré que limitarme mu-
cho en cuanto a la presentación del material sobre
el que aquéllos se basan, pero creo que al analista le
es fácil obtenerlo en su labor diaria. Para la expo-
sición elijo, entre las situaciones contratransferencia-
Ies, ·las que me parecen de mayor hnportancia, es
decir, las que por un lado pueden perturbar más la
labor del analista y que, por otro lado, hacen ver y
comprender importantes puntos de la neurosis inter-
personal -la névrose á deux-- que suele surgir en
la situación analítica, aunque por lo general con
muy distinta intensidad en uno y otro de los dos
participantes.
1) Significados de la angustia contratransferencial.
a) .La angustia contratransferencial puede ser, en
términos generales, de carácter depresivo o de carác-
ter paranoide *. En la angustia depresiva el peligro
inherente consiste en haber destruido o enfermado
al analizado. Estas angustias suelen surgir en grado
mayor frente al peligro de suicidio del analizado, y,
en menor grado, ante un· empeoramiento o peligro de
empeoramiento en el estado de salud de aquél. Pero
simplemente el no mejorar, el sufrimiento y la de-
* Véase M. Klein 47, 49. Los términos "depresivo", '<para-
noide" y "maníaco" son usados a continuación en su sentido
descriptivo (fenomenológico). Así, por ejemplo, la "angus-
tia paranoide" incluye todas las fantasías de ser perseguido,
independientemente de la fase libidinal o de la "posición"
(M. Klein). Las consideraciones siguientes se vinculan estre-
chamente con mis observaciones sobre la estratlficaci6n psico·
patológica 69,
278 HEINRICH RACKER

presi6n del enfermo pueden provocar angustias depre-


sivas en el analista. Estas angustias también aumen~
· tan, generalmente, los deseos de repararlo.
Al referimos a las angustias paranoides, es de im-
portancia diferenciar la contratransferencia "directa"
y la "indirecta" 66 • En el primer caso, las angustias
surgen frente al peligro de la intensificación de la
agresión del analizado mismo; en el segundo caso,
frente al peligro de la agresión de terceras personas
con quienes el analista ha hecho sus transferencias
principales (por ejemplo, el grupo analitico), siendo
los destinos de estas relaciones de objeto codetermi-
nados por la actuaci6n del analista como tal. La
agresión temida puede ser de distinta naturaleza, tal
como crítica, recriminación, odio, burla, desprecio,
ataque físico, etc. En el inconsciente puede ser el pe~
ligro de ser matado, castrado u otra amenaza arcaica.
b) Las situaciones transferencia/es del analizado, a
las que se refieren las angustias depresivas del ana~
lista, son, ante todo, aquellas en que el analizado,
por un aumento de frustraci6n (o por peligro de
frustraci6n) y de Ja siguiente agresión, vuelca esta
agresión contra sí. Se trata, en un plano, de situa-
ciones en que el analizado, frente a una angustia
paranoide (de retaliaci6n), se defiende adelantán-
dose a este peligro, ejecutando él mismo y contra sf
mismo, parte de la agresi6n temida proveniente del
analista, y amenazando con ejecutarla más aún. En
este sentido psicológico es· reahnente el analista el que
agrede o destruye al analizado, y Ja angustia depre-
siva de · él co~esponde, pues, a esta realidad psico~
16gica. En otras palabras: Ja angustia depresiva con-
tratransferencial surge, ante todo, frente a la "de-
fensa masoqµista" del analizado ---que simultánea-
mente representa uva venganza ("venganza maso~
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 279
quista")- y frente al peligro de que ella continúe.
En otro aspecto, este vuelco de la agresión contra si
es realizado por el analizado frente a angustias de-
presivas, es decir, con el fin de protegerse frente a
la revivencia de la destrucción de los objetos y de
proteger a éstos de la propia agresividad.
La angustia paranoide "directa" en la contratrans-
ferencia es, como he dicho, la reacción ante el peligro
proveniente de diversas posiciones agresivas del ana-
lizado mismo. El análisis de estas posiciones muestra
que, a su vez, son reacciones o defensas frente a:· de-
terminadas imagos agresivas; nuevamente estas reac-
ciones y defensas del analizado, están regidas por la
ley taliónica o bien -correspondiente a ésta- por
la identificación con el perseguidor. La recrimina-
ción, el desprecio, el abandono, el ataque físico, etc.,
todas estas posiciones del analizado de amenaza y
agresión que hacen surgir las angustias paranoides
contratransferenciales, son respuestas (o anticipacio-
nes) a posiciones equivalentes del objeto transferido.
Las angustias paranoides "indirectas" en la contra-
transferencia son de naturaleza más compleja, ya que
interviene un tercero, del que proviene el peligro para
el analista. Las situaciones ( transferenciales) del
analizado que provocan la agresión de este "tercero"
contra el analista, pueden ser de diversa naturaleza.
Quiero limitarme a señalar que en la mayoría de los
casos se ·trata de situaciones transferenciales similares
(masoquistas o agresivas) como las que provocan las
angustias contratransferenciales expuestas anterior-
mente. ·
c) Buscando el denominador común de las diver-
sas conductas de los analizados que· provocan angus-
tia en el analista, se lo encuentra, a mi parecer, en
el mecanismo de la "identificación con el persegui..
280 I-IEINRICH RACKER

dor"; 1a vivencia inherente de estar liberado del


perseguidor y de haberlo vencido, sugiere designarlo
como mecanismo maníaco. Este mecanismo puede
existir también donde el cuadro manifiesto del ana-
lizado muestra lo contrario, es decir, en determinados
estados depresivos, pues la conducta maníaca puede
estar dirigida tanto hacia un objeto proyectado como
hacia un objeto introyectado, puede realizarse alo o
autoplásticamente. La "identificación con el perse-
guidor", a la que me refiero como contenida en de-
terminados estados depresivos, puede existir aun en
el suicidio, en cuanto éste es un ''burlar,, a los per-
seguidores fantaseados o reales; tal burla sería un
aspecto maníaco del suicidio. Este mecanismo ma-
níaco del analizado es, pues, una defensa frente a
un objeto vivido como sádico, que tieride a convertir
al analizado en víctima de una fiesta maníaca, de~
fensa que se realiza por medio de su introyección,
sea en el yo, convirtiendo al analista en objeto de
las "tendencias maníacas", sea en el superyó, to~
mando al yo como objeto de esas mismas "tenden-
cias". El ejemplo siguiente lo ilustra.
Un analizado decide hacer un viaje de placer a
Europa. Lo experimenta como una victoria sobre el
analista, tanto por liberarse de éste por dos meses
como porque él puede costear ese viaje y el analista
no. Surgen entonces en él angustias ante la vengariza
del analista por su triunfo. El analizado se adelanta
a tal agresión y se enferma ligeramente (fiebre, pri-
meros síntomas de gripe). El analista siente un pocc
de angustia a causa de esta enfermedad y teme ~da­
das ciertas experiencias anteriores-,- el empeoramiento
del estado del analizado, que todav!a continúa yendo
a las sesiones. Vemos, pues, hasta ahora, la siguiente
situación transferencial-contratransferencial: el anali-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 281

zado vive una especie de situación maníaca frente


al analista, siendo ésta acompañada de angustias,
preponderantemente paranoides. El analista no está
ajeno al fastidio por el abandono y a la envidia por
la gran fortuna del analizado (sentimiento que el
analizado en sus angustias paranoides le adjudica
al analista) ; pero al mismo tiempo existe en él 'la
satisfacci6n por el real progreso del analizado que se
expresa incluso en haber hecho posible el viaje y
por haberlo decidido. El analista percibe, pues, que
él, igual que la madre del analizado, también quiere
(en una parte de su ser) ligarlo a su persona y usarlo
para sus propias necesidades. Se siente realmente
identificado con aquel objeto dominador y vengativo
con el que el analizado lo identifica. De ahí que el
haberse enfermado el analizado, sea, para el incons~
ciente del analista, como si él, por esas tendencias,
lo hubiera enfermado, lo que le provoca las angus-
tias depresivas y paranoides.
Falta agregar cuál es la imago del objeto que lleva
al analizado a esa situación maníaca. Es justamente
la imago de una madre sometedora y sádica para la
cual las frustraciones del analizado constituyen una
fiesta maníaca. Frente a estas tendencias maníacas
del objeto, el analizado se defiende a su vez, en pri-
mer lugar, con la identificación (introyección del
perseguidor en el yo, "vivencia maníaca" del viaje 69 ),
y luego, para escapar a la venganza, por medio de la
defensa masoquista.
Sintetizando: en el ejemplo expuesto, la angustia
depresiva (y paranoide) del analista es la respuesta
emocional a la enfermedad del analizado, la que a
su vez es una defensa masoquista frente a la perse~
cución vengativa del objeto. También esta defensa
masoquista contiene una fantasía m~aníaca en cuanto
282 HEINRICH RACKER

burla, controla y domina la agresión del analista. En


el estrato subyacente encontramos al analizado en
una situación paranoide ante la persecución venga~
tiva por parte del analista (véase el fastidio de éste) .
Bajo ésta (y su causante) hay una. situación inversa:
el analizado en una situación de triunfo maníaco (la
liberación, el viaje del analizado), el analista en si-
tuación paranoide (peligro de ser vencido y abando-
nado). Y, finalmente, bajo éste, hay una situación
en la que el analizado se encuentra sometido a un
objeto que quiere hacer de él la víctima de sus "ten~
ciencias agresivas", pero esta vez no para vengarse
de las intenciones y actitudes del analizado, sino sim~
plemente para satisfacer su propio sadismo; imago
que proviene directamente de las frustraciones origi~
nales sufridas por el sujeto.
De esta manera, el analista pudo deducir, de cada
una de sus sensaciones contratransferenciales, una
determinada situación transferencial: el temor del
analista por un empeoramiento del estado del anali-
zado pudo indicarle la necesidad de éste de satisfacer,
por un lado, al vengador, y por el otro lado, de
controlarlo y frenarlo, invirtiendo parcialmente (a
través de la enfermedad) la situación victimario-
víctima, aliviando así su sentimiento de culpa y co-
locando parte de éste en el analista. El fastidio del
analista por el viaje del analizado pudo indicarle
la necesidad de éste de liberarse del objeto domi-
nador y sádico, y también los sentimientos de culpa~
bilidad del analizado a causa de estas tendencias, y
su temor ante la venganza del analista. Una sensa-
ción de triunfo del analista pudo señalarle la angustia
y la depresión del analizado a causa de su depen-
dencia de tal objeto frustrador y, sin embargo, im-
prescindible. Por otra parte, cada una de estas si-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 283

tuaciones transferenciales pudo indicarle al analista


las imagos de objeto del analizado, es decir, las situa-
ciones contratransferenciales fantaseadas o reales que
determinan aquellas situaciones transferenciales.
2) Significados .de la agresión contratransferencial.
En las páginas precedentes, al dirigir la atención
hacia la angustia contratransferencial, nos heinos, en~
contrado con una serie de situaciones ·en 1as que e1
analista siente también irritación, faStidio, enQjo,
rechazo,, deseo de venganza, odio, etc. Eri. cu·anto al
origen y significado de ellas, me limito a las condi-
ciones siguientes:
.·a) La agresión contratransferencial surge frente a
la frustración (o peligro de frustración) dé deseos que
superficialmente pueden ser diferenciados' en "direc-
tos" e "indirectos"; ambos tienen como fin prepon-
derante recibir libido y afecto, ·siendo, en el primer
caso, el analizado mismo el objeto principal por el
que el analista quiere ser -aceptado, querido, etc.,
mientras que en el segundo caso el analizado es el -me-
dio para este mismo fin 66• Este fin tiene, en términos
generales; dos orígenes: uno instintivo (la necesidad
primitiva de unión con el objeto) y otro de naturaleza
defensiva (la necesidad de neutralizar, superar o ne-
gar los rechazos ¡/demás péligros provenientes de los
objetos internos; en especial del superyó). Entre las
frustraciones pueden diferenciarse,·· deSCriptivamente,
las de índole activa y las de índole· pasiva. Entre las
primeras están la agresión ·directa por parte del ana-
lizado, su burla, el engañ·o; el rechazo- activo. Esto
significa para el analistal'estar expuesto a un objeto
(parcialmente) umalo"; ef enfermo se· convierte, por
ejemplo, en el superyó del analista, que Je dice: "Tú
eres malo." Ejemplo de las frustraciones de· índole
284 HEINRICH RACKER

pasiva es el rechazo pasivo, el alejamiento, los aban-


donos parciales y otras defensas frente al ligamen y
dependencia con el analista. Todas ellas significan
frustraciones de la necesidad de unión del analista
con el objeto. Resumiendo estos aspectos, puede de-
cirse que la agresión contratransferencial suele surgir
cuando son frustrados los deseos del analista prove-
:nientes de Eros, tanto los que surgen de sus necesi-
dades instintivas y afectivas "originales" como los que
surgen de su necesidad de con jurar o anular su propia
agresión (Tánatos o la acción de sus objetos malos
internos) dirigida contra el yo o contra el mundo
externo. Debido a la propia neurosis del analista (pe-
ro también a ciertas características del análisis mis~
mo), los deseos de Eros adquieren, frecuentemente,
la finalidad inconsciente de llevar al analizado a un
estado de dependencia. De ahí que la agresión con-
tratransferencial esté a menudo provocada por el
rechazo de la dependencia por parte del analizado,
por el rechazo del ligamen y de la entrega al analista,
en forma de silencio, negación, ocultamiento, repre-
sión, bloqueo, burla, etcétera.
b) La próxima cuestión consiste en establecer qué
es lo que induce al analizado a comportarse de esta
manera, es decir, frustrando al analista, alejándose
de él, agrediéndolo, etc. Con eso sabremos lo que
debemos interpretar cuando surge en nosotros la
agresión contratransferencial, pudiendo deducir, pues,
de la contratransferencia la situación transferencia!
y la causa de ésta. Esta causa es, a su vez, una situaM
ción contratransferencial (fantaseada), o más preci-
samente, una conducta mala o temida del. objeto
proyectado. Ahora bien, la experiencia muestra que
--en términos un tanto generales- la conduCta mala
o amenazante del objeto suele ser un equivalente
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 285

de la conducta del analizado (a la que luego hemos


reaccionado internamente con agresión) . Compren-
demos también por qué: la conducta del analizado
proviene de una de las reacciones o defensas más
primitivas, es decir, de la reacción taliórúca o de la
defensa por medio de la identificación con el perse-
guidor o agresor. En algunos casos es muy simple:
el analizado se aleja de nosotros, nos rechaza, nos
abandona, o se burla cuando teme o sufre por nos-
otros la misma agresión u otra equivalente. En otros
casos es más complejo, siendo la identificación in-
mediata con el agresor reemplazada por otra identi-
ficación que es menos directa. Para ejemplificar:
una analizada, arite la noticia de que el analista sale
de vacaciones, se calla prolongadamente, o sea, se
aleja -con el silencio- como respuesta taliónica al
alejrumcnto del analista. Esto, en el aspecto externo.
Un análisis más profundo muestra que las vacaciones
del analista equivalen para ella a la escena primaria;
ésta equivale a una castración, y su respuesta inme-
diata sería un ataque similar contra el analista. Este
impulso agresivo (castrador) es rechazado y el re-
sultado, el silencio, es una transacción entre su hósti-
Iidad y el rechazo de ésta; es una identificación,
transformada, con el perseguidor.
Resumiendo:
a) Las reacciones contratransferenciales de agre-
sión (o de un equivalente) son la respuesta a una
situación transferencia! en la que el analizado frustra
determinados deseos del analista. Estas frustraciones
equivalen a un abandono o a una agresión que el
analizado realiza o con la que amenaza al analista,
y colocan a éste, primeramente, en una situación de-
presiva o paranoide. El analizado está en una situa-
286 HEINRICH RACKER

ClOn de defensa que en un aspecto equivale a una


situación maníaca, es decir, de liberación de un per-
seguidor*.
b) Esta situación transferencia! es Ja defensa fren-
te a determinadas imagos de objeto. Puede ser un
objeto que persigue al sujeto sádica, vengativa o
moralmente, o un objeto al que se defiende frente
a la propia destructividad mediante ataques ejecu-
tados contra el propio yo; en éstos el sujeto ataca
-como Freud y Abraham han mostrado en el aná-
lisis de la melancolía y del suicidio- al mismo tiemw
po al objeto interno y externo (analista).
c) El analista que, a causa del mecanismo ma-
níaco ( alo o autoplástico) del analizado es puesto en
situación depresiva o paranoide, se defiende a veces
frente a éstas. por medio de la misma identificación
con el agresor o perseguidor, de la que hizo uso el
analizado. En tal caso, el analista se convierte, vir-
tualmente, en perseguidor, a lo que el analizado (en
cuanto presupone tal reacción de su objeto interno
y proyectado) responderá con angustia. Siendo esta
angustia y su origen lo más cercano a la conciencia,
será lo ·primero a interpretarse.·
3) Los sentimientos de culpabilidad
en la contratransferencia.
Los sentimientos de culpabilidad contratransferen-
ciales pertenecen, en uno de --sus. aspectos principales,
al capítulo de la angustia contratransferencial, puesto

·X. Esta "manía" puede ~er de índole j'superyoica", como_,


por ejemplo la manía recriminatoria (identificaci6n con el .
supery6 moral perseguidor). Puede ser también "presuper~
yoica" (es decir, pertenecer a planos subyacentes al de culpa~
bilidad moral), como por ejemplo en la burla erótica (identi~
ficación con el objeto que castra, frustrando genitalmente)69.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 287
que también representan una forma específica de ]a
misma: la angustia ante la "conciencia moral". De
alú que, en parte, se refieran a las mismas situaciones.
Así, por ejemplo, un serio empeoramiento del estado
del analizado puede provocar al mismo tiempo que
temor ante su venganza (angustias paranoides) y an· ·
gustia y preocupación por haherlo dañado (angustias
depresivas) ' dolor y temor ante la recriminaci6n mow
ral por parte del superyó.
En tales situaciones de sentimientos de culpabili-
dad, el superyó (del analista) suele ser proyectado
sobre el analizado (o sobre una tercera persona) ,
siendo el analista el yo culpable. El acusador es, al
mismo tiempo, el atacado, la víctima del analista;
éste es el acusado, es decir, el victimario, el que por
lo tanto tiene que sufrir Juego la angustia (tensión)
ante su objeto y la dependencia con respecto a él.
Así como las otras situaciones contratransferencia-
les, el sentimiento de culpa del analista puede refe.
rirse a factores reales o fantásticos o a l;J.na mezcla
de ambos. Lo primero es el caso del analista que
tenía efectivamente sentimientos negativos, neur6tiw
cos, que habían de tener de algún modo influencia
sobre su conducta; por ejemplo, interpretando con
agresividad o conduciéndose en -forma sometida o
seductora e innecesariamente frustradora. Por otra
parte, pueden surgir en el analista sentimientos de
Gl1:lpab~lidad,:_ por ejemplo, frente a un intenso someR
cimiento del analizado, sin que él haya contribuido
con su proceder a tal conducta, o puede sentirse cul~
pable por caer el analizado en una depresión o enfer-
medad, aunque su proceder terapéutico sea adecuado
ante su conciencia. En tales casos, los sentimientos
de culpabilidad contratransferenciales se refieren a
un proceder que no era el suyo pero que hubiera
288 HEINRICH RACKER

podido serlo, dada su disposición latente. En otras


palabras, el analista se identifica en la fantasía con
un objeto interno malo del analizado y se siente cul~
pable de lo que ha provocado como tal: enfermedad,
depresión, masoquismo, sufrimiento, fracaso. La ima~
go del analizado se confunde, pues, con los objetos
internos del analista, a los que en un pasado éste
quería frustrar, hacer sufrir, dominar, destruir (o a
los que realmente ha frustrado, etc.). Ahora los
quiere reparar. Al fracasar esta reparación, vivencia
la situación como si él los hubiera enfermado. El
factor real interno a que se refieren los sentimientos
de culpabilidad son las tendencias neuróticas (pre-
dominantemente sadomasoquísticas) que reaparecen
en la contratransferencia; sostiene así el analista, con
razón, cierta duda e inseguridad con respecto a su
capacidad de controlarlas enteramente y de tenerlas
alejadas por completo de su actuación como analista.
La situación transfefencial ante la que el analista
suele reaccionar con sentimientos de culpabilidad, es,
pues, e.n primer lugar, una situación masoquista de]
analizado, que a su vez puede ser de naturaleza de-
fensiva ("secundaria") o básica '("primaria"). En e]
primer caso la conocemos como rechazo del sadismo
por medio de su "vuelta contra el yo"; la imago de
objeto, que principalmente impone la defensa maso-
quista, es una imago retaliadora. En el segundo caso
(el del masoquismo primario), la imago del objeto
es "simplemente" sádica, reflejo de los dolores ("frus-
tradores") originalmente sufridos. Los sentimientos
de culpa del analista se refieren a sus propias tenden-
cias sádicas. Frente al masoquismo del analizado
·puede sentirse como si él lo hubiera provocado in-
conscientemente. El analizado está sometido a un
objeto malo, lo que aparece como si el analista hu-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 289

biera satisfecho su agresividad; ahora éste está a su


vez expuesto a las acusaciones de su superyó. En
resumen: Ia situación superficial consiste en que el
analizado es ahora el superyó, el analista el yo, quien
tiene que sufrir la acusación, etc. El analista está en
una situación depresivo~paranoide, mientras que el
~alizado está, en un aspecto, en una situación ma-
níaca (manía recriminatoria, etc.) . En un plano más
profundo, la situación es a la inversa·: el analista está
en una situación maníaca (imago vengativa, domi-
nadora o "simplemente" sádica), y el analizado en
una situación depresivo-paranoide.
4) Significados de otras reacciones contratransferen-
ciales (somnolencia, sometimiento) .
Además de la angustia, el odio y los sentimientos
ele culpabilidad en la contratransferencia, que hasta
ahora hemos venido considerando, hay una serie de
otras situaciones contratransferenciales que pueden re-
presentar igualmente puntos decisivos en el cursó de
un tratamiento analítico, tanto por su posible influen-
cia en la labor del analista, como porque el análisis
de las situaciones transferenciales que provocan tales
situaciones contratransferenciales, puede representar
el problen¡a central del tratamiento, cuyo esclareci-
miento puede ser la conditio sine qua non de cual-
quier influencia sobre el analizado. Sólo quiero consi-
derar aún, brevemente, dos de estas situaciones. Una
de elias es el ya mencionado aburrimiento o la somno-
lencia contratransferencial, que adquiere la impor-
tancia señalada, desde luego, solamente en los análisis
en que surge con frecuencia y ha~ta con regularidad.
Lo que hasta ahora he podido ver es lo siguiente:
el aburrimiento y la somnolencia suelen ser (como
ya he dicho) respuestas taliónicas inconscientes del
290 HEINRICH RACKER

analista frente a un alejamiento o abandono afectivo


del analizado. Este alejamiento puede ser de distinto
or~gen o naturaleza, pero tiene, por otra parte, carac-
terísticas específicas, ya que no toda clase de aleja-
miento del analizado produce aburrimiento en el
analista. U na de esas características parece ser el de
un alejarse del analizado sin irse, un abandonar afec-
tivamente al analista, pero quedándose con él; no
suele existir el peligro de que el analizado haga una
fuga. Este alejamiento o abandono parcial se ex-
presa superficialmente en intelectualización (bloqueo
afectivo), en control aumentado, a veces en mono-
tonía en la forma de hablar, etc., teniendo el analista
al mismo tieri1po la sensación de ser excluido, y de
ser impotente con respecto al curso de las sesiones.
Parece que el analizado trata de evitar así una de-
pendencia latente y muy temida frente al analista.
Esta dependencia es, en Ia superficie, su dependencia
del superyó moral, y más profundamente, de otros
objetos internos que son en parte perseguidores, en
parte perseguidos. Estos objetos no deben ser proyec-
tados sobre el analista; las relaciones latentes e inter-
nas con ellos no deben ser actualizadas y extemali-
zadas. Este peligro es rechazada a través de diversos
mecanismos, desde el control y la selección ucons-
ciente" -de las comunicaciones hasta la despersona-
lización, y desde el bloqueo afectivo * hasta la total
represión de toda relación transferencia!; es este re-
chazo de aquellos peligros, y la conjuración y el
dominio de la angustia mediante estos mecanismos

* .tste y, en especial, el bloqueo de la agresi6n, suele ser


lo que crea la mencionada "ausencia de peligro,, para el ana-
lista (el analizado no se fuga, etc.), que parece ser una de
I_as condiciones para que sobrevenga el aburrimiento contra-
transferencial.
ESTUDIOS SOBRE. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 291

lo que lleva, pues, al alejamiento, frente al que el


analista puede reaccionar con aburrimiento o som-
nolencia.
La angustia y los sentimientos de culpabilidad
contratransferenciales llevan también, frecuentemente,
a la disposición al sometimiento contratransferencial,
que igualmente tiene importancia desde dos puntos
de vista: tanto por su posible influencia sobre la
comprensión, conducta y técnica del analista, como
por lo que pueda enseñar sobre la situación transfe-
rencial del analizado. En cuanto a lo primero, exis-
'tirá la tendencia de no frustrar al analizado y hasta
de mimarlo. Naturalmente, esto podrá no sólo in-
hibir la agresión del analizado, sino también dificultar
el desarrollo de todas las transferencias negativas (la
transferencia del superyó y de otros objetos internos
frustrantes). La tendencia del analista a evitar la
frustración y la tensión se expresará en una búsqueda
de una rápida pacificación de las situaciones transfe-
renciales, como por ejemplo mediante una pronta
"reducción" de la transferencia a situaciones infan-
tiles o mediante una rápida reconstrucci6n de la
imago "buena", "real" del analista *. El analista que
se siente sometido por el analizado, sentirá enojo,
y el analizado, intuyéndolo, sentirá temor a ]a ven-
ganza. La situación transferencia! que lleva al ana-
lizado a dominar y someter al analista a través de una
amenaza oculta o manifiesta, parece ser análoga a la
que conocimos al considerar ]a situación transferen-
cia! que lleva al analista a sentir angustia y senti-
mientos de culpa. Las diferentes maneras de reac-
* Fue W. Reich '16 quien recatc6 la frecuente tendencia
del analista a evitar la transferencia negativa. La situación
contratransferencial arriba expuesta es una de las situaciones
subyacentes a aquella tendencia.
292 HEINRICH RACKER

clonar el analista frente a sus angustias, es decir, en


un caso con una actitud de sometimiento, en otro
caso con manía recriminatoria, etc., también están
relacionadas con la actitud transferencia! del anali-
zado. Las· observaciones hechas hasta ahora me pa-
recen indicar que el analista tiende tanto más al
s.ometimiento cuanto mayor es la disposición a la
actuación agresiva del analizado.
5) La "objetividad" de las contratransferencias, y el
problema de la comunicación de la contratrans-
ferencia.
Antes de terminar, consideraré brevemente dos du-
das que están relacionadas con los problemas tra-
tados. Una de ellas se refiere a la confianza que
puede tenerse en la contratransferencia como guía
para la comprensión del analizado; la otra se refiere
a la utilidad o al daño que puede significar el comu-
nicar el analista al analizado una u otra de sus reac-
ciones contratransferenciales. En cuanto a la primera
duda, creo que sería realmente un error ver en las
reacciones contratransferenciales un oráculo, espe-
rando de ellas con fe ciega la verdad pura sobre las
situaciones psicológicas del analizado. Es evidente
que nuestro inconsciente es una "receptora" y "emi-
sora" mÚ.y personal y que debemos contar con falsi-
ficaciones frecuentes de la realidad objetiva. Pero
también con respecto al inconsciente es válida la afir-
mación que fue hecha en una oportunidad con res-
pecto a la mujer, o sea que, a pesar de todo, es "lo
mejor qu.e de est~ clase de cosas tenemos". El propio
análisis y alguna experiencia analítica capacitan al
analista, por lo general, para ser consciente de este
factor personal y para conocer su "ecuación perso-
nal". En lo que he podido ver hasta ahora, el peligro
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 293

de una fe exagerada en los mensajes del propio in-


consciente, es, aun cuando se trata de reacciones muy
"personales", mucho menor que el peligro de repri-
mirlas y de no darles ningún valor "objeta!". Cuando
a veces comencé una hora de control preguntan1o
al candidato c6mo se habla sentido frente al analizado
en esa semana o qué había experimentado durante
las sesiones, y el candidato me contestó, por ejemplo,
que se angusti6 porque tuvo la impresi6n de que el
analizado quería abandonar el análisis o que se abu-
rrió, o bien cuando yo percibí directamente un fasti-
dio, una angustia, etc., en el candidato frente al ana-
lizado, todas estas respuestas contratransferenciales
solian ya indicarme el problema central del trata-
miento en cuestión en esa etapa, verificándose esta
suposici6n mediante el análisis detallado del material,
realizado en la hora de control. Cuando estas reac-
ciones contratransferenciales eran muy intensas, se
trataba naturalmente de problemas no resueltos por
el candidato y sus reacciones eran ecos desfigurados
de Ja situación objetiva. Pero aun sin tal ".intensi-
dad", tenemos que contar siempre con ciertas desfi-
guraciones. Así, por ejemplo, un candidato reaccio-
naba durante cierto período con un ligero fastidio
cuando sus analizados se ocupaban mucho de su
infancia. El candidato tenla la idea de que s6lo el
análisis de la transferencia en sí puede adelantar
el tratamiento. En realidad tenía también Ja necesi-
dad de que los analizados se ocuparan de su persona.
Pero analizando su situación, el candidato no sólo
pudo recuperar pronto el interés por las situaciones
infantiles de sus analizados, sino también ver que, a
pesar del carácter neurótico de su fastidio, éste le
señalaba el rechazo de ciertos analizados frente a de-
terminadas situaciones transferenciales.
294 HEINRICH RACKER

Cualquiera que sea la vivencia del analista, sus


reacciones siempre están en relaci6n con los procesos
del analizado. ·Aun las ideas contratransferenciales
más neuróticas surgen solamente frente a determina~
dos analizados y frente a determinadas situaciones de
éstos, y pueden, por lo tanto, señalarle algo sobre
ellos. Para citar un último ejemplo: un candidato,
al comienzo de una sesión (y antes de que la anali-
zada hable) tiene la ocurrencia de que ella sacará
un revólver y disparará sobre él; siente el impulso de
sentarse en su sillón en posición de defensa. Reco~
nace, fácilmente, el carácter paranoico de esta idea,
ya que la analizada está lejos de actuar de esa roa~
nera. Sin embargo, pronto puede ver que su reacción
era en cierto sentido adecuada; la analizada le comu-
nica espontáneamente que tenía la intención de darle
~'un puntapié en el pene". En otras ocasiones en que
el candidato había tenido la misma ocurrencia, la
analizada estaba con fantasías en que ella era la víc-
tima de una persecución; también en este caso la
reacción del analista era, en cierto modo, adecuada,
ya que la fantasia de la analizada de ser perseguida
era la consecuencia (y la causa) de sus propios im-
pulsos sádicos.
Por otra parte deben reflexionarse detenidamente
las deducciones que se hacen de Ja percepción de Ja
propia contratransferencia. Así, por ejemplo, el he-
cho de que el analista se sienta con enojo no significa
simplemente (como a veces se oye opinar) que el
analizado lo quiere enojar. Más bien puede significar
que el analizado está con un sentimiento de culpa-
bilidad transferencia!. Me limito aqu! a señalar Jo
que antes he dicho sobre la agresión contratransfe-
rencial.
Finalmente, algunas palabras sobre la segunda du-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 295

da, es decir, si el analista debe o no comunicar al


analizado algo de su contratransferencia. La exten-
sión que ya ha alcanzado este trabajo no me permite
discutir en detalle los diversos argumentos en pro y
en contra*. Naturalmente, mucho dependería tam-
bién de qué, cuándo, cómo, a quién, para qué y en
qué estado el analista hablaría de su propia contra-
transferencia. Sin embargo, tengo la impresión de
que, por lo general (aunque no sin excepción), la
buena finalidad que persiguen los defensores del "co-
municar la contratransferencia" puede ser alcanzada
mejor con medios diferentes y puramente analíticos.
Me refiero ante todo al análisis consecuente de las
fantasías del analizado sobre la contratransferencia
del analista (y de las transferencias correlacionadas),
hasta que el analizado haya captado la verdad (la
realidad de las contratransferencias de sus objetos
internos y externos). Además me refiero al análisis
consecuente de las dudas, negaciones, etc., que pue-
den haber surgido corno defensa frente a la verdad
intuida, hasta que éstas hayan sido superadas. Sin
embargo, hay también situaciones en que la comuni-
cación de la contratransferencia tiene evidente valor
para el curso ulterior del tratamiento. Sin duda, este
aspecto del uso de la contratransferencia tiene mu-
cha importancia. Pienso que Jo que en primer lugar
debe hacerse es un estudio amplio y detallado de los
problemas inherentes. Las discusiones al respecto po-
drán empezar a ser fructíferas si se basan en una
experiencia y una investigación suficientes. Un tra-
bajo que las ofreciera sería de gran interés.
* En pro de la comunicaci6n y del análisis siguiente
de ciertas situaciones contratransferenciales habla A. Balint s,
Winnicott s, M. Litttle 58 Y otros; en contra de comunicarlas
habla, por ejemplo, Paula Heimann 42.
ESTUDIO VII

TÉCNICA ANALíTICA Y EL MASOQUISMO


INCONSCIENTE DEL ANALISTA*

Empezaré la exposici6n en términos generales y


teóricos, pero la continuaré en términos específicos
y prácticos.
El proceso psicoanalítico consiste en la urú6n del
analizado consigo mismo, en la "con-ciencia". Lo
que, aparentemente, es "no-yo" debe convertirse en
yo. Para que se realice esta re-unión, el analista
debe, a su vez, unirs.e con el analizado -ya que com-
prender es unirse, en la conciencia- y especialmente
unirse con lo que el analizado rechaza y escinde de
sí mismo. El analista puede hacerlo en la medida en
que está unido consigo mismo .Y en cuanto es capaz
y está dispuesto a reconocerse en el analizado, es de-
cir, a convertir el no-yo, que es, aparentemente, el
analizado, en yo.
Todo objeto es, psicológicamente, una parte pro-
yectada del yo. El proceso psicoanal!tico consiste,
pues, tanto para e1 analizado como para el analista,
en la rectificaci6n de la divisi6n de uno en dos (o
más) . Curarse es integrarse y curar es integrar inte-
grándose, restableciendo el analista la ecuación no-yo
* Trabajo presentado en el Primer Congreso Psicoanalí-
tico Latinoamericano en 1956, y publicado en The Psycho-
analytic Quarterly, Vol. 27, 1958.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 29'J

(es decir: tú) =yo. Comprender es superar la divi-


sión en dos, e identificarse es, en este aspecto, resta-
blecer una identidad ya preexistente. Comprender,
unirse con otro y con ello también amar muestran ser,
en su raíz, una y la misma cosa. De esta manera si:
manifiestan como equivalentes también la compresión
y la coritratransferencia positiva, tomando esta pala·
bra en su sentido más profundo, es decir, como amor
y unión. La perturbación de la contratransferen
cia positiva, los aspectos "negativos,, (de no-amor) de
la contratransferencia son, pues, perturbaciones de la
unión y equivalentes a perturbaciones de la compren-
sión. De ahí que la continua utilización analítica y
la resolución de todo fenómeno contratransferencial
negativo y el restablecimiento de la contratransferen··
cia positiva sean un factor decisivo para el buen
desarrollo del proceso psicoanalítico. En la medida
en que la contratransferencia negativa es una res..
puesta a una transferencia negativa, Ia resolución de
aquéila es al mismo tiempo la base -para la resolución
de esta última, y por lo tanto la base para el redescu-
brimiento y el restablecimiento de la transferencia
positiva, Ja que a su vez es, en última instancia, la
unión del analizado consigo mismo, es decir, la cu-
ración.
En los últimos años los psicoanalistas han prestado
creciente atención a la importancia y a los signifiM
cados de la contratransferencia, tanto como peligro
como también como instrumento de la labor analítica.
Los trabajos de Lorand, Rosen, Winnicott, Heimann,
A. Reich, Little, Gitelson, Weigert, Fliess, Spitz, To-
wer, Money-Kyrle, son una clara expresión de este
interés. En un trabajo propio 70 partí de la siguiente
tesis. La transferencia --de cuyo análisis depende tan
decisivamente la curación- es una realidad cons-
298 HEINRIC1'I RACKER

tante, que normalmente es también vivenciado por


el analista constantemente, y esto en dos aspectos:
por un lado, identificándose el analista con el yo y
el ello del analizado, y por otro lado, identificán-
dose el analista con los objetos internos del anali-
zado, que éste coloca (latente o manifiestamente)
en el analista, desde los más primitivos perseguidores
y objetos idealizados hasta Jos padres del complejo
edípico genital y su heredero, el superyó moral, etc.
El analizado trata al analista según Jos objetos que
coloca en él, sintiéndose tratado el analista según este
mismo trabajo. Normalmente el analista se identifi-
ca, pues, en parte con los objetos con los que el
analizado lo identifica. He propuesto denominar a
las identificaciones del analista con el yo y el ello
del analizado "identificaciones concordantes", y las
identificaciones con los objetos internos (siguiendo un
término análogo de fI. Deutsch 8 ) "identificaciones
complementarias". En el cas:o ideal el analista realiza
todas estas identificaciOnes, las percibe y las utiliza
para la comprensión e interpretación de los procesos
del mundo interno y externo del analizado. Esto es
aceptado, en cuanto se refiere a las identificaciones
"concordantes" por todos los analistas, pero no lo es,
creo, en cuanto a las identificaciones "complementa-
rias". En otras palabras: se sobreentiende que el
analista co-vivencie, en un grado adecuado, todos los
impulsos, angustias y defensas del paciente, pero pa-
rece no sobreentenderse que normalmente co-vivencie
o deba co-vivenciar también, en un grado adecuado,
los impulsos, angustias y defensas de los objetos in-
ternos del analizado. Sin embargo, si esto sucede
realmente, el analista obtiene una llave de suma im-
portáncia para la comprensión de la transferencia.
En el trabajo mencionado he expuesto qué procesos
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 299

transferenciales suelen provocar en el analista angus-


tias depresivas o paranoides, sentimientos de culpa,
agresividad, sometimiento, somnolencia, etc., frente
al analizado, y qué es lo que el analista puede con-
cluir de estos sentimientos contratransferenciales espe-
cíficos con respecto a los procesos específicos en el
analizado.
Este uso de la contratransferencia, y en especial
de las identificaciones complementarias como instru-
mento técnico, tiene como condición previa no sólo
que se trate de verdaderas identificaciones (y no de
proyecciones de problemas propios del analista en el
analizado), sino también que el analista pueda guar-
dar cierta distancia frente a todos estos procesos
dentro de él, que ni los rechace patológicamente ni
tampoco "se hunda" en ellos, cayendo en violentas
angustias, o en intensos sentimientos de culpa, eno-
jos, etc. Tanto la represión como el uhundirse" en
est_os sentimientos dificultan o impiden al analista
abrir la brecha en el círculo vicioso neurótico del
analizado. por medio de interpretaciones transferen-
ciales adecuadas, sea porque el analista no entró sufí#
cientemente, o sea porque entró demasiado él mismo
en este círculo vicioso. En tales casos puede suceder
que también la conducta del analista hacia el anali-
zado sea influida por su situación neurótica contra-
transferencial, con lo cual el analizado_ es puesto nue-
vamente (ahora dentro de la situación analítica mis-
ma) ante una realidad que coincide, en parte, con
su realidad neurótica interna. En cambio, la vivencia
contratransferencial adecuada de estas situaciones y
sú toma de conciencia dan al analista justamente la
posibilidad de interpretar la transferencia actual en
el momento en que más es vivida y de abrir aquella
brecha. La vivencia contratransferencial adecuada
300 HEINRICH RACKER

depende de varios factores de los que dos son espe-


cialmente decisivos: el grado de la propia integración
del analista y el grado en el que éste a su vez puede
realizar para él mismo lo que tantas veces realiza
para el analizado: dividir su yo en uno que vivencia
y que es irracional y en otro que es racional y obser~
vador de sí mismo.
En el presente trabajo me limitaré a un problema
específico, a una de las perturbaciones más imporM
tantes de la contratransferencia, de la comprensión
del analista y de la evolución del tratamiento psico-
analítico: me refiero al masoquismo inconsciente del
analista. Con ello hablo del masoquismo como ten-
dencia universal, e incluyo, pues, a todo analista. Sin
embargo, la descripción que sigue se referirá más al
analista con rasgos de carácter masoquista predomiw
nantes que a otros tipos caracte:tológicos. Así como
diferenciamos, en los analizados, neurosis y caracte~
ropatías y ras· diversas transferencias correspondientes,
así debemos también diferenciar, en los analistas, la
"neurosis de contratransferencia" y la "caracteropatía
de contratransferencia". Esta última incluye también
las contrarresistencias caracterol6gicas del analista,
análogas a las resistencias caracterológicas del anali~
zado. U na caracterología o caracteropatologia del
analista y de sus Contratransferencias correspondien~
tes serla de mucho valor práctico.
En términos de relaciones de objetos, el masoquismo
del analista representa una de las formas de la contra-
transferencia "negativa" inconsciente, poniendo el
analista su objeto interno sádico en el analizado. La
unidad entre analista y analizado es asl perturbada
de antemano, cediendo su lugar a una dualidad con
cierto predominio de Tánatos (o sadomasoquismo)
y con cierto rechazo de Eros.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 301

Debe destacarse, en primer lugar, que el maso ..


quismo del analista tiene por finalidad el fracaso de
su labor. No debemos, pues, estar demasiado seguros
de que realmente buscamos el éxito y tenemos que
estar preparados para reconocer la existencia de un
"saboteador interno" 9 de nuestra tarea profesional.
Tenemos que contar, asimismo, con una silenciosa
colaboración entre el masoquismo del analista y el
del analizado. En cuanto Ja actividad del analista
significa, por ejemplo, destruir al padre, el sentí.
miento de culpa edípico puede expresarse en un ma·
soquismo moral que conspira contra nuestra labor.
i'.:'.stamos así ante un significado patológico {por ejem~
plo, maníaco) del acto de curar, o más precisamente,
ante un Hdeseo patológico de curar" del analista.
Constelaciones psicológicas de esta índole pueden con-
vertirse, en diverso grado, en una reacción terapéu.
tica negativa del analista. En tal caso el analista se
siente compulsado a anular los progresos que ha
realizado con sus analizados. He podido observar
repetidas veces, por ejemplo, cómo el analista, des-
pués de haber hecho una serie de buenas interpre-
taciones y de haber provocado así una transferencia
muy positiva, angustiándose ante ésta, tuvo que per~
turbarla con un error en su siguiente intervención.
La disposici6n masoquista del analista es también
una tendencia inconsciente a repetir o invertir una
determinada situación infantil con sus padres, en la
que uno sacrifica al otro y viceversa. El analista bus-
ca, por ejemplo, sufrir ahora, a través de sus hijos
analíticos, lo mismo que él hizo sufrir, en su fantasía
o con su actuación, a sus propios padres. La trans-
ferencia e_s, en este aspecto, una creación inconsciente
del analista. Esto se manifiesta, por ejemplo, en la
pr~ponderancia o prolongación inconscientemente pro-
302 HEINRICH RACKER

vocada de determinadas situaciones transferenciales.


El que el destino sea, en un aspecto, la expresión de
las tendencias y de las defensas inconscientes del indi-
viduo vale también para el analista y para el destino
de su labor. Así como la contratransferencia es una
"creación" del analizado (P. Heimann 42 ) y una parte
integrante de su mundo interno y externo, la trans-
ferencia es también, en cierta medida, la creación del
analista y una parte integrante de su mundo interno
y externo.
El masoquismo (primario) es el padre de la an-
gustia paranoide y ésta se convierte, a su vez, en la
madre del masoquismo (secundario) . La disposición
paranoide va, pues, mano a mano con el masoquis-
mo, y de ahí que nuestro masoquismo no sólo haga
que busquemos el fracaso sino también que lo tema-
mos muy especialmente. El masoquismo crea, por
lo tanto, una especial disposición a la angustia con-
tratransferencial ante el masoquismo del analizado, y
también una especial disposición a sentirse perseguido
por el analizado y a ver en él la transferencia nega-
tiva y la agresión. El masoquismo y la angustia
paranoide obran como anteojos oscuros, dificultán-
donos la percepción de lo bueno y del amor del
analizado, lo que a su vez incrementa la transferen-
cia negativa. Nuestra comprensión se vuelve par-
cial; al mismo tiempo que percibimos con exactitud
una transferencia negativa actual, escotomizamos fá-
cilmente Ja transferencia positiva latente y posible.
El analista masoquista tiene, análogamente, una
preferencia inconsciente para percibir las resistencias
del analizado, a las que vivencia como agresiones,
convirtiéndose el analizado, por ello, en perseguidor.
Asimismo tiende a pasar por alto el material valioso,
los '(contenidos", las "cosas buenas" que el analizado
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 303

le transmite junto con sus resistencias. La regla clá-


sica según la cual el analista debe dirigir su atención,
en primer lugar, a la resistencia, puede, en este sen-
tido, ser aprovechada inconscientemente por el maso-
quismo. Por otro lado el analista masoquista tiende
a someterse al analizado, en especial a sus resisten-
cias. Tiende, por ejemplo, a "dejarlo correr" en
demasía con sus asociaciones, a veces con la racio-
nalización de darle libertad. Lo cierto es que el
neurótico es un prisionero de sus defensas patológicas
y necesita una constante e intensa ayuda del analista
para liberarse de estas cadenas suyas.
En este sentido, el analista masoquista está incli-
nado a interpretar equivocadamente también otra
buena regla psicoanalitica: la que se refiere a Ja
pasividad del analista. Se trata de un concepto muy
-elástico y nuestro masoquismo puede servirse de él
llevándonos. a ser exageradamente pasivos y a no
luchar por el analizado. El analista masoquista tiende
a renunciar a la paternidad y a la maternidad, de-
jando excesivamente al analizado la conducción del
análisis. . La pasividad .excesiva implica una escasa
activiqa_d interpretativa. y ésta una escasa "elabora-
_Ci{J_ri"' por :parte· del analizado, y esto constituye nue-
vamente una disminución de las probabilidades del
éXito terapéll~Co~
El ~as?qui~_~o · ·pu~de originar también cierta le-
janía aft!.ctiv'a _del analistá en su relación con el ana-
lizadO y· cori su material, y~ que la cercanía, unión y
reparac~óil son ccdemasiado'· gratificantes", dados sus
significados inconscieriteS;. as_imismo puede originar
rigideZ,-· obediencia deSmesurada a ciertas reglas, etc.
Lit.$ . _resi_stencias _d~1:· 'analizado .. Y la transferencia
negativa ·se· expres~n también en las relaciones del
anaiiztido con las interpretacion-e~;. La importancia
il04 HEINRICH RACKER

<le estas relaciones es muy grande; de ellas depende


en buen grado el éxito o fracaso del tratamiento. El
analista masoquista tiende a soportar pasivamente las
reacciones negativas del analizado con las interpre~
taciones, o a angustiarse y a fastidiarse ante ellas,
cuando lo adecuado es analizar los conflictos edípicos
o preedípicos y las situaciones paranoides, depresivas,
inaníacas o masoquistas del analizado frente a las
interpretaciones. El masoquismo induce también en
este aspecto a dejar manejar la situación analítica por
el analizado, y aun a colaborar con sus defensas, por
ejemplo, por temor a frustrarlo*.
Un cambio de la posición masoquista frente al acto
de analizar, frente al analizado y frente a su material
puede aumentar considerablemente el éxito de la la-
bor terapéutica. Tal cambio consistiría: en un des-
pertar, una mayor disposición a la lucha y a la vic-
toria por el analizado, una mayor aceptación de
nuestra nueva paternidad y maternidad, un acerca-
1niento al analizado, una lucha por su amor, por su
transferencia positiva y por su reparación, al mismo
tiempo que una mayor confianza en su amor latente,
la disposición de ver la transferencia positiva detrás
de la negativa, ver lo bueno junto con la agresión
y los contenidos junto con las resistencias. Asimismo
implica un constante empeño por lograr el redescu-
brimiento y la recuperación de la contratransferencia
positiva a través de la resolución continua de la con-
tratransferencia negativa. Esto último es fundamen-

* En un trabajo sobre Interpretaciones err6neas de hosti-


lidad reprimida en cefaleas (Rev. de Psicoanál., Vol. IX,
1954), A. Ganna ha señalado la influencia del masoquismo
del analista sobre cier.to aspecto de su comprensión, o sea,
haciéndole ver agresión en su paciente donde se trata, en
realidad, ·de sometimiento masoauista.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 305

tal, ya que implica también el vivenciar al analizado


"como a sí mismo", base de la comprensión. Con tal
fundamento el analista está siempre con el analizado,
lo acompaña en cada uno de sus movimientos men-
tales, participa de cada detalle de su vida interna
y externa, lo comprende mejor y trata de dar por
todo lo que recibe, comunicándole en lo posible lo
que ha comprendido. Hay, pues, una mayor activi-
dad en la labor empática e interpretativa, un dar
más (aunque con ciertas excepciones) y el convertirse
así realmente en un "objeto bueno", junto con un
estar constantemente atento a cómo el analizado toma
lo que se le da y cómo lo digiere. La pasividad cede
a un mayor intercambio de papeles con el analizado,
oscilando el analista y el analizado en mayor grado
entre la actividad y la pasividad, entre la femineidad
y la masculinidad, entre el escuchar y el hablar. El
pesinúsmo terapéutico anterior cambia hacia una ac-
titud más entusiasta.
La lucha con las resistencias y por la salud del
analizado adquiere as! cierta similitud con la famosa
lucha del patriarca biblico J acob con el ángel. Trans-
currió una larga noche sin decidirse, pero Jacob no
cedió y le dijo: "No te dejo a menos que me ben-
digas." Y al ángel no le quedó otra salida que
bendecirlo. Posiblemente nosotros también termine-
mos la lucha, como Jacob, con una cadera renga;
pero luchando como él, nosotros conseguiremos igual-
mente, desde nuestro propiO inteñor, una suerte de
bendición (y el analizado también) .
ESTUDIO VIII

Tl<CNICA ANALíTICA Y LA MANÍA


INCONSCIENTE DEL ANALISTA*

De poco sirven la dilucidaci6n y la discus,ión de


los conceptos donde intervienen deseos, temores y
mecanismos de defensa tendientes a dirigir las cosas
según sus propios fines. Este hecho, descubierto en to-
da su amplitud por el psicoanálisis, vale también para
los conceptos analíticos, su interpretación y su uso,
o· sea, para sus intérpretes y ejecutores. Sin embargo,
deben ser: realizadas tales disquisiciones si la ambi..
güedad o la vaguedad de los conceptos sirven de
refugio y disfraz a aquellos deseos y defensas.
La intención de las páginas presentes es, pues, so-
meter a nueva discusión el significado de algunos
conceptos y el uso que de ellos hacemos '**. Anticipo
que el factor perturbador de la teoría y de la práctica
analíticas al que me referiré a continuación, es, ante
todo, la defensa maníaca.

* Trabajo publicado (con el título On the confusion bet-


ween health and mania) en Sanüksa, Vol. 8, 1954.
** Las consideraciones siguientes provienen de circuns-
tancias locales. Sin embargo, es muy probable que su alcance
no esté determinado por límites geográficos, puesto que tam-
poco lo está la neurosis, de la que se originan los malenten-
didos en cuestión. En este sentido pienso también que nadie
está libre de ellos, las diferencias son graduales y temporales,
aunque otros puedan tender más a otros malentendidos que
los aquí tratados.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 307

En primer lugar, quisiera poner en tela de juicio


los conceptos de "independencia" y de "dependen~
cía". Rige una marcada tendencia a considt;rar la
independencia como algo francamente positivo, y
la dependencia como algo francamente negativo, des·
de el punto de vista de la curación o evolución- psico·
lógica. De esta manera, el aspecto positivo de la
independencia encubre al negativo, por lo que se
vuelve apto para enmascarar fines neuróticos. Análo·
gamente, el aspecto negativo de la dependencia en-
cubre al positivo, por lo que la crítica hecha a la
dependencia puede también ser puesta al servicio
de tendencias o defensas patológicas. El aspecto po-
sitivo de la independencia puede ser descripto como
el estar libre de angustia neurótica en las relaciones
de objeto; su aspecto negativo es el rechazo de la
entrega libidinal y afectiva. En otras palabras: lo
que se llama "independencia" bien puede ser una
formación reactiva a una dependencia neurótica,
siendo aquélla en tal caso tan (o más) neurótica que
ésta. El aspecto negativo de la dependencia serla el
amor con temor y odio neurótico. Por otro lado,
. la capacidad de dependencia es positiva: es la capa-
ddad para depositar en un objeto una considerable
parte de libido, confiando en la buena respuesta de
éste. El mal uso de estos conceptos consiste, en pri·
mer término, en que el gríto de batalla de la "inde-
pendencia" y el rechazo de la dependencia, son pues-
tos al servicio de tendencia narcisistas y agresivas, o
bien, al servicio de la defensa frente a angustias vin-
culadas con la entrega libiclinal y afectiva.
Un ejemplo de la labor analítica. Un joven ana-
lista advierte la gran dependencia neurótica de un
analizado en ]a relación con su mujer, y se lo señala.
En lo sucesivo, e] analizado actúa con mayor "inde-
308 HEINRICH RACKER

pendencia". Lo que ha sucedido puede sintetizarse


en una frase: el analizado tiene ahora una defensa
patológica más que las que tenia antes. Debido a
su dependencia del analista, le obedece mediante una
formación reactiva -la pseudoindependencia- fren-
te a su dependencia matrimonial. Actúa en forma
diferente, pero en el fondo nada ha cambiado.
Posiblemente se nos objetará: "Lo que usted des-
cribe es una interpretación poco feliz por J:!arte de
aquel analista que lleva -como usted mismo dice-
ª una pseudoindependencia, pero no a la verdadera
independencia." ¿Qué es, pues, la "verdadera inde-
pendencia"? Puesto que no puede consistir en una
disolución de todo vínculo libidinal y afectivo, de-
bería ser -como ya dijimos- un amar sin temor
ni odio neurótico. Pero todo amar liga y todo liga-
men hace depender. Esto significa que la "verda-
dera independencia" se basa en un depender de un
objeto interno que no impone ni exige, sino que ama,
acep;tando o rechazando sin temor ni enojo. En cuan-
to a_ las relaciones con los objetos externos, sean ellos
como fueren, no pueden modificar esta arm6nica
relaci6n interna, siendo además ésta la que determina
las relaciones de objeto externas y la conducta del
ser. Creo que es de alú y sólo en este sentido que Ja
verdadera independencia lleva este nombre; Ja situa-
ción interna que la fundamenta merecería más bien
el de una unión de amor feliz.
Aquella imagen ideal del objeto interno bueno
nunca puede estar dada en la realidad (interna) .
Pero en Ja medida en que el analista la realiza puede
contribuir a que el analizado alcance cierto grado
de "independencia verdadera", es decir, que a tra-
vés de las revivencia transferencia! de los conflic-
tos infantiles en circunstancias mejores, alcance una
ESTUDIOS SOBRE TECNICA PSICOANALÍTICA 309

mejor dependencia interna. Esto presupone que el


analista debe estar altamente libre de angustia, de
manera que sus deseos enlazados con su trabajo -co-
mo el deseo de curar, de comprender, de tener éxito,
de ser amado, de satisfacer su curiosidad, etc.-, lo
sean sin compulsi6n, y que pueda él soportar y ela-
borar fácilmente las continuas frustraciones al res-
pecto.
Aparentemente nos hemos alejado del tema, pero
en realidad nos hemos acercado a él. Pues en estas
circunstancias psicológicas del analista están las cau-
sas de aquellos malentendidos. El analista que tema
!a dependencia --es decir, quien vive en angustiosa
dependencia de sus objetos internos- tratará de em-
pujar al analizado hacia Una actuación "indepen-
diente", y tendrá dificultad para llevarlo a que ela-
bore y supere su dependencia neurótica frente al
analista mismo. Estaremos tentados de buscar el éxi-
to terapéutico a través de tales cambios externos o
superficiales del analizado en la medida en que nos-
otros mismos busquemos nuestro éxito por este
camino.
En estrecha relación con los malentendidos seña-
lados se encuentra uno referente al concepto de la
liberación instintiva. Es un malentendido tratado re-
petidas veces por Freud, que, sin embargo, no pode-
mos pasar por alto, dada su supervivencia en nues-
tras propias filas. El error al que nos inclinamos es
el mismo del cual provienen fuertes· resistencias con-
tra el psicoanálisis en muchas personas ajenas a· él:
es la idea de que el psicoanálisis predica la satis-
facción instintiva más o menos ilimitada, o, por lo
menos, que aconseja dar preferencia a ésta, desaten-
diendo valores afectivos y morales. La diferencia
entre aquellos adictos al análisis y sus criticos está
310 HEINRICH RAGKER

en que los primeros (los adictos) defienden equivo-


cadamente lo que éstos (los críticos) atacan con ra-
z6n -con razón si el análisis afirmara realmente lo
que ellos censuran-. Pero esto no es el caso, como
Freud recalcó, ya que el conflicto entre los instintos
y el yo no se resolvería proporcionando la victoria a
una de las dos tendencias en pugna. "En los ner-
viosos -dice Freud 28- es la ascesis la instancia vic-
toriosa, y como consecuencia de esta victoria se ve obli-
gada la sexualidad a buscar una compensación en· la
formación de síntomas. Si, por el contrario, procu-
rásemos la victoria a las tendencias sexuales, sería
la represión sexual la que intentaría compensarse del
mismo modo." ¿Cómo se explica que, sin embargo,
procedamos a veces como si nunca hubiéramos leído
estas aclaraciones, por ejemplo, impulsando al anali-
zado en forma más o menos enmascarada a una ac-
tuación instintiva más "libre"? Un argumento que
intenta defender tal conducta consiste en que de esta
manera el analizado puede introyectar en su superyó
un objeto que le permite más la satisfacción de sus
impulsos. Lo que en realidad sucede es que el con-
flicto con los instintos es encubierto, tapado. Ade-
más, no raras veces se agrega a los viejos temores
un temor nuevo: el temor al analista que cree per-
mitir, pero que en realidad exige, criticando la situa-
ción actual. Es sabido también cuánto tienden a
defenderse ciertos analizados por medio de la actua-
ción, especialmente sexual, frente a angustias neuró-
ticas (defensa frente a la homosexualidad, a la de-
presión, a angustias paranoides). La exhortación
directa o indirecta a la actividad instintiva equivale,
pues, frecuentemente al reforzamiento del acting out,
es decir, de una defensa patológica. La causa de este
malentendido está igualmente en la neurosis del ana-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 311

lista. Tal vez no sea completamente superfluo re-


calcar una vez más que el fin del tratamiento es, por
cierto, la "mayor capacidad de goce y trabajo"
(Freud) ; pero que el camino hacia este fin es siem-
pre Ia superación de las defensas patológicas, proceso
que se cumple esencialmente en el análisis de Ia
transferencia.
Al . mismo tema pertenece también la tendencia
bastante difundida de considerar siempre como neu-
róticos los sentimientos de culpabilidad en cuanto se
refieren a la sexualidad. Lo que reahnente sucede
es que la actividad sexual no sólo es "sádicamente
interpretada" por el analizado, sino que a veces es
en efecto sádica, o que está al servicio de tendencias
agresivas, como ya mencionamos. Estimular en una
u otra forma al analizado a realizar tal actividad es
llevarlo a una depresión bastante adecuada a la
realidad, ya que es muy posible que ciertamente
haga un daño psicológico al objeto. El analista pro-
bablemente puede lograr luego que la depresión sea
reprimida, sugiriéndole, por ejemplo, que su con-
ducta es inofensiva. Pero en el fondo, el analizado
lo sabe mejor *. Y el analista también lo sabe, si no se
sustrae de tal saber reprimiendo su identificación con
los objetos agredidos, bloqueando sus afectos e inte-
lectualizando los problemas del amor y de la se-
xualidad.
En este conexo se oye a veces el argumento: "Ten-
go que defender a mi analizado y no a los demás."
Me parece un argumento muy dudoso. En primer

* La condenación por parte del superyó proviene sólo su-


perficialmente de las prohibiciones paternas o maternas. En
un plano más profundo continúan en el superyó las propias
reacciones frente a las frustraciones por parte de los objetos
primarios. (Véase Freud: Duelo y melancolía 21,)
312 HEINRICH RACKER

lugar, porque Eros -que obra tanto en el analista


como en el analizado- no admite, en el fondo, lí-
mites dados por el hecho de que unos están casual-
mente sobre nuestro diván analitico y otros no lo
están; y tanto menos lo adnúte Eros cuanto más
estrechos son los nexos profundos que ligan al anali-
zado con aquellos otros. Aquel enfoque se venga
precisamente porque la identificación pro~eniente de
Eros es un proceso universal y continuo que puede
ser reprimido pero probablemente no evitado. De
ahí que los actos agresivos o asociales recaigan psicoM
lógicamente sobre su autor (por camino directo o
indirecto, a través del eco interno o externo) , lle-
vándolo a depresiones y a angustias paranoides.
Tales malentendidos se hacen pronunciadamente
evidentes en el análisis de las relaciones farrúliares.
¿Cómo, por ejemplo, puede creer el analizado en la
tolerancia del analista que ha criticado a su padre
o a su madre en términos agresivos o violentos? ¿Y
qué pensará el analista de él -asi se preguntará in-
conscientemente el analizado- cuando descubra su
identificación con sus "objetos malos"? Este malen-
tendido (referente a. la técnica de hacer consciente la
relación con los padres) se agrava aun por el hecho
de que no raras veces el analista estimula bajo el
nombre de la "independencia" o de la "liberación
instintiva'', la realización de tendencias· que precisa-
mente provienen de tales identificaciones.
El que las acusaciones contra los padres (o susti-
tutos) sean frecuentemente usadas como defensa
frente a los propios sentimientos de culpa, el que la
"manía recriminatoria" debe rechazar la depresión,
debe ser aquí nuevamente recordado. Confundiendo
tales recriminaciones con el conocimiento (libre de
amor) de las neurosis o caracteropatías de los pa-
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 313

dres, sólo se reforzarán defensas patológicas y re-


sistencias.
Una palabra más aún sobre la "liberación de la
agresión". Freud señaló que no le queda otra elec-
ción al ser humano más que dirigir su agresividad o
contra sí mismo o contra otros objetos. Se obtiene
la impresión que tenemos bien presente esta ense-
ñanza, pero que no siempre pensamos en que la can~
tidad de agresión depende en alto grado de la canti-
dad de angustia y de frustración. No tenerlo en
cuenta significa -dentro de cierto nivel- dirigir
la atención más a las consecuencias que a las causas.
Los malentendidos aquí tratados pueden ser resu-
midos como confusi6n entre salud y manla, ya que
la pseudoindependencia (la negación de la depen-
dencia) y la pseudoliberación i,nstintiva (la negación
del sentimiento de culpa) pertenecen a las caracte-
rísticas principales de la manía *. Si controlamos
nuestras propias tendencias a la manía, sabremos tam-
bién preservarnos de estimular a los analizados -tien-
dan éstos o no a "huir hacia la salud"- a servirsf
de la misma defensa.

* En cuanto a sus formas especificas, nos hemos referido,


ante todo, a la erotomanía y a la manía recriminatoria, las
que en sus expresiones leves podrían ser confundidas con la
salud.
ESTUDIO IX

CONTRARRESISTENCIA
E INTERPRETACIÓN*

Podemos observar en nuestra labor analítica el si~


guiente y llamativo hecho: hemos visto y compren-
dido algo en el analizado que nos ha parecido impot-
tante, pero no se lo hemos dicho. A veces nos parece
indicada esta· abstención, nos sentimos de acuerdo
con las reglas que rigen la interpretación. Pero otras
veces no es así, nos damos cuenta de que existía un
factor emotivo dentro de nosotros que se Oponía a
la comunicaci6n de lo comprendido, como por ejem-
plo, un temor de herir o angustiar demasiado al ana-
, lizado, un temor de perderlo o de desencadenar una
excesiva transferencia ''positiva" o "negativa''. En
tales casos suele surgir la duda de si nuestra absten-
ción era objetivamente indicada o de si se trataba
de un rechazo subjetivo, de una resistencia nuestra,
de una "contrarresistencia" que se oponía a la in-
terpretación.
La observación muestra, además, que estas resis-
tencias del analista o ''contrarresistencias" suelen co-
incidir con resistencias del analizado que se refieren
a la misma situación. A veces hasta parece como si
* Trabajo. presentado en el Symposium 1956 de la Asoc.
Psicoanalítica Argentina y publicado en el ]ournal of the
American Pspchoanalytic Association, Vol. VI, 1958.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 315

entre el analista y el analizado se hubiera concertado


un -mudo concordato, una oculta complicidad de ca-
llar y evitar cierto tema.
Estas observaciones están frecuentemente acompa-
ñadas por la sensación de que la situaci6n en. cuesti6n
-la que fue vista pero no interpretada- es justa-
mente la situación más urgente del momento actual.
Esto significaría que la contrarresistencia no sólo se
refería a uno de los conflictos centrales del analizado
sino que también lo señalaba. La .observación siste-
mática confirma lo que esta sensación sugiere,: con lo
cual tales contrarresistencias se convierten en un pro-
blema importante de la técnica analítica.
Se presentan asi las siguientes preguntas: ¿Qué
significan las contrarresistencias? ¿De dónde pro-
vienen? ¿Cómo superarlas y comunicar lo que a.ntes
fue silenciado?
Quisiera empezar con un ejemplo simple, extraído
de un análisis de control. Se trataba de un paciente
cuyo análisis se caracterizaba, durante el primer pe-
ríodo, por la estereotipia del material, el conflicto
actual del paciente con su novia. _Un día, sin em-
bargo, la situación cambió. El analizado empieza la
sesión diciendo que había sentido angustia al acer-
carse a la casa del analista y que esta angustia
era muy similar a la que suele sentir frente a su
novia. Más adelante habla de sus sentimientos de
culpa por "detalles" de su vida, como por ejemplo,
cuando viene a la sesión sin haberse podido bañar
y cambiar de ropa. Agrega que teme que, dadas sus
culpas, el análisis pueda durar infinitamente.
Algo importante y largamente esperado habla su-
cedido. El analizado habla empezado a ver y admitir
abiertamente que el analista exist!a para él, expre-
sando con claridad que temla que descubriera lo que
316 HEINRICH RACKER

el analizado consideraba sucio dentro de sí mismo.


Lo sucio tenia diversos significados, representando en
especial lo despreciado y destruido, pero también lo
destructivo dentro del analizado. Los sentimientos
de culpa lo indicaban. La preocupación del anali-
zado de que el tratamiento podria durar infinita-
mente provenía justamente de ello: él era irrepara-
ble porque estaba tan gravemente destruido, pero
también porque se sentía tan gravemente destructivo.
El analista ya le habla señalado algo de todo esto
cuando sucedió el episodio por el que hago este re-
lato. Pues en un momento dado, el .analista com-
prendió que el analizado temía ser descubierto en
su fantasía de ensuciar al analista. Fue entonces,
al querer decirle al analizado: "Usted teme que yo
descubra que usted desea ensuciarme" cuando sin-
tió cierta angustia y una inhibición de interpretar.
El analista entendió que se habla angustiado ante la
angustia que esta interpretación hubiera provocado
en el analizado. Pensó entonces, en un primer mo-
mento, que tal interpretación sería prematura y debía
ser postergada. Pero en el siguiente momento com-
prendió que posiblemente no era prematura, pero sl
-y eso indudablemente-- que era incompleta. El
deseo de ensuciar, los sentimientos agresivos, y tam-
bién un aspecto de la reacción del yo (el temor de
ser descubierto) habian sido tomados en cuenta ple-
namente en esta interpretación, pero no así los senti-
mientos positivos, su afecto por el analista ni otra
reacción del yo: su angustia ante el peligro de dañar
al analista. En realidad, el analizado estaba horro-
rizado de tener tales deseos agresivos hacia una per-
sona que él quería. Y esta interpretación ya no le
producía al analista ni angustia ni resistencia, pues
ahora comprendla al analizado; lo comprendía en
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 317

toda su angustia, en su temor de perder al analista,


en la necesidad que sentía de él y también en su pre-
ocupación y sus buenos sentimientos hacia él.
¿Qué nos enseña este simple ejemplo?
Primero: La contrarresistencia (o sea, el rechazo
que sentía el analista a interpretar el deseo del anali-
zado de ensuciarlo) indicó el conflicto transferencia/
actual más importante del analizado.
Segundo: La angustia del analista y su contrarresis-
tencia eran la expresión de su identificadón con la
presentida angustia y resistencia del analizado.
Tercero: La contrarresistencia se debía a que la
comprensión contenida en la interpretaci6n era in-
completa. En cuanto el analista pudo completar la
interpretación, la contrarresistencia desapareció. La
experiencia muestra, además, que tales interpretacio-
nes completadas tampoco provocan mayor resistencia
en el analizado.
Cuarto: En cuanto la interpretación fue comple-
tada, su postergación resultó superflua y hubiera,
pues, representado una pérdida de tiempo.
Veamos otro ejemplo. Un analista está tratando
desde hace poco a un paciente cuyo bloqueo afectivo
le provoca aburrimiento y sonmolencia. El analista
percibe que su aburrimiento es la respuesta a la si-
tuación transferencia! actual más importante del
analizado. Pero al mismo tiempo siente una inhi-
bición de tratar esta situación con el paciente, pre-
sintiendo que éste se sentirá muy rechazado y se
deprimirá mucho al percibir lo que provoca en su
analista. Puede también decirse que el analista no
quería mostrar su "contratransferencia negativa" fren-
te a la "transferencia negativa" del paciente. Pero
he aqu! -y ello fue lo decisivo-- que el analista
percibió pronto que había en él simultáneamente una
318 HEINRICH RACKER

situación contratransferencial positiva que ya había


intervenido en su deseo de no herir al analizado, y
se expresó, además, ·Cri sti deseo de que éste cambiase,
que superase su estado de muerte en su relación con
el analista Yque viviese con él.
El áhalista·· comprendió, además, que ese deseo suyo·
no sólo -teflejaba .los deseos de los objetos internos
del ·paéiente sino que era, al mismo tiempo, un deseo
del 0 Suje~o- mismo. La contratransferencia positiva
era~ .púes!,:,'_· una respuesta a esta latente transferencia
· positiva del·. analizado. De esta manera el analista
había percibido, además de la situción actualmente
dada del paciente (su muerte afectiva), la situaci6n
latente complementaria, una situaci6n podble, espe-
rada para el futuro: la de la resurrección de su amor
enterrado. Fue entonces cuando el analista pudo ha-
cer también una interpretación adecuada diciendo al
paciente que estaba muy ocupado con ·Su sentir, que
su más::!·íntimo deseo era sentir más en su relación
con ,e\: ·analista y que vivia con mucha culpa el no
serHíf~·'·-que anhelaba superar su tenior a· s1=tS emo-
.Cio:MS,.' Superar su temor a revivir· ·-tos muy intenSos
afecfüs 'que (como ya se habla' 'visto) cuando niño,
l!ab!a tenido hacia sus padres.
· Esto era s61o el comienzo :dei'lmálisis de esta situa-
ción. Pero .ya el ejemplo: ñós rilu.estrá ciertas causas
de la contrarresistencia y :Cótno .ésta pudo-ser vencida.
La contrarresistencia era-: nuevamente- una co·tesis-
tencia, un participar et.:·hrtalista· en-:Úiia'·resistencia del
analizado, que proveirta del .sentimiento de culpa de
éste por su falta de .afecto. El ptoblei:na se resolvi6
en cuanto el ánalist:a<tomó· en··cUerita:'StífiCientemerite
esta resistencia, ~s decir al yo del -.analizado ··que'._Ilo
quería aceptar en· su conciencia- está muerte·· afec-
tiva. La contrarre$istencia persistía, pues, solairi:ente,
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 319

mientras que la interpretación pensada había sido


incompleta. En cuanto el analista percibió también
la otra parte del analizado, la que prefería amar y,
en realidad, ya amaba en este deseo de amar, la con-
trarresistencia quedaba vencida y la interpretación
dada tampoco provocó resistencia en el analizado.
Antes de proseguir, quisiera volver brevemerite a
una afirmación que acabo de hacer. He dicho que el
analista había comprendido que su deseo de que
el analizado viviera con él, no sólo reflejaba un deseo
de los objetos o padres internos del analizado sino
también un deseo del sujeto mismo. Es de impor-
tancia comprender que todos los deseos de vida que
surgen en el analista para con el analizado son tam-
bién deseos de vida del analizado mismo. Esta afir-
mación se basa en dos hechos. Primero, en que los
deseos de vida de los padres para con el niño res-
ponden a un deseo similar del niño mismo, y segundo,
en que la imago buena de los padres es un deposi-
tario del Eros del propio niño. Prácticamente esto
significa que la identificación del analista con los
objetos internos del analizado no sólo indica lo que
éStos sienten y. desean sino que también puede indicar
lo que el niño siente y desea. De ello resulta, en
relación con nuestro tema principal, que todos los
deseos del analista de que el analizado venza sus re-
sistencias son. también deseos del analizado mismo. Y
significa, para la interpretq.ción, que en ella debe
devolverse al analizado esta expresión de su instinto
de vida que él ha colocado en el analista. En la
interpretación del último ejemplo, esto fue realizado
al señalarse al analizado su deseo de recuperar su
conexión afectiva con el analista.
H~.t3. · ~qUí hemos considerado la Contrarresistencia
como expresión de una identificación del analista con
320 HEINRICH RACKER

una resistencia del analizado. Es la raíz "objetiva"


de la contrarresistencia. Pero hay también en toda
contrarresistencia un factor subjetivo, ya que aquellas
identificaciones con el analizado y su elaboración de-
penden también de la estructura del analista. El
ejemplo que sigue tomará en cuenta también esta
raíz Subjetiva de la contrarresistencia. Además, mien-
tras los ejemplos interiores ilustraban contrarresis-
tencias en relación con aspectos "negativos" de la
transferencia, el que sigue .se referirá a una contra.;
resistencia en relación con un aspecto "positivo" trans-
ferencia!.
Se trata de un analizado que buscó el análisis a
causa de su intensa desconexión afectiva, ofreciendo
dificultades muy serias en el tratamiento, ante todo
por el cierre frente a las interpretaciones. No las
escuchaba, o afirmaba haberlas olvidado en seguida,
etcétera. Al mismo tiempo se quejaba insistente-
mente de que no se curaba y de que no podía sentir
nada, y en especial ningún cariño ni admiración ha-
cia el analista, porque éste no le había dado nada.
En una de estas sesiones el analista percibió que él
seguía escuchando e interpretando con tolerancia y
paciencia a pesar de que el analizado le rechazaba
o arruinaba todo lo que decía. El analista pensó que
también el analizado percibía esta actitud positiva
del analista y que, en el fondo, reaccionaba a ella con
amor y admiración. Fue en relación con esta com-
prensión que se presentó la contrarresistencia ·a inter-
pretar. Ésta provenía, por una parte, de un senti-
miento de culpa e inhibición del analista de hablar
de sus propias virtudes. Por otra parte, la contra·
resistencia provenía de una identificación del analista
con la angustia y con la resistencia del analizado a
aceptar la relación con un objeto vivenciado como
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 321

superior y bueno, ya que ello implicaba Ja propia


inferioridad y culpa, dada la envidia y el odio hacia
esta imagen admirada y querida. Esta comprensión
hizo posible que el analista venciera su contrarresis-
tencia. Dijo, pues, al analizado que éste pensaba· con
admiración y gratitud cómo él. analista conti.nuaba
tratándolo con paciencia y toleraizcia, a pesar de su
insistente reacción destructiva contr.a todos los es-
fuerzos del analista para con él. Le señaló también
por qué rechazaba esta relación con el analista (sen-
timiento de rebajamiento, envidia y culpa).
Esta interpretación originó una reacción distinta:
"Se abrió algo en mí -dijo el analizado-. Lo que
aquí más temía siempre era largarme a llorar ..."
Con ello el analizado empieza a admitir su amor y
a reconocer la bondad de sus objetos como también
sus sentimientos de culpa hacia ellos. Eso fue posible
gracias a que el analista había vencido la contrarresis-
tencia en cuestión y habla podido completar su inter-
pretación. La contrarresistencia. provenía, como he-
mos dicho, de Ja identificación con la angustia y con
la resistencia del analizado, pero había sidO intensi-
ficada por los propios sentimientos ·de culpa arcaicos
del analista. El analizado sólo pudo aceptar su amor
y su sentimiento de culpa infantiles cuando el ana-
lista pudo aceptar a su vez ser el amado y el acreedor.

RESUMEN

El trabajo trata de las resistencias del analista a comuni-


ca_r al analizado ciertas observaciones y comprensiones. Estas
"contrarresistencias" (lo mismo que las resistencias del ana-
lizado a comunicar ciertas ochrrencias) indican los conflictos
más importantes del analizado. Pues las contrarresistencias
suelen ser la expresi6n de identificación del analista con re-
322 HEINRICH RACKER

sistencias del analizado, aun cuando se relacionen al mismo


tiempo con conflictos propios del analista.
La resistencia del analizado frente una interpretación se-
ñala, según Freúd, que ésta ha sido incompleta. Análoga-
mente, Ja contrarresistencia a dar una interpretaci6n señala
que la comprensión contenida en ella, es aún incompleta. La
causa de tales contrarresistencias está, pues, muchas veces,
en el hecho de que la comprensión sólo ha abarcado una par-
te de la personalidad del analizado, núentras que otra parte
no ha sido tenida en cuenta. La comprensión puede haberse
referido, por ejemplo, al ello sin haber tenido en cuenta el
yo, o puede haberse referido a una tendencia agresiva del
analizado sin haber tenido en cuenta la reacción de su Eros.
La importancia de percibir el analista las contrarresisten-
cias y superarlas, es grande, ya que ellas suelen ser repuestas
del analista a conflictos transferenciales decisivos del ana-
lizado.
Además, la postergaci6n de las interpretaciones conside-
radas prematuras, proviene con frecuencia de estas contra-
rresistencias. En tales casos, dichas interpretaciones no son,
en realidad, "prematuras'' sino incompletas. Completándolas
pueden, pues, evitarse pérdidas de tiempo, a veces de gran
alcance.
El camino para superar las contrarresistencias está señalado
por lo antes dicho: buscar y encontrar aquello dentro de la
personalidad del analizado que aán faltaba en la interpreta-
ci6n planeada, o sea, buscar y encontrar la causa de Ja pre-
sentida resistencia del analizado, de la que el analista se hizo
eco en su contrarresistencia.
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