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Las ideologias no son sistemas * Wir wollen hier auf Erden schon ‘Das Himmelreich errichien (Heinrich Heine, Deutschland, Caput I) ‘Algo muy molesto en las dscusiones sobre la ideologia es que los investigadores parecen no disponer més que de una sola palabra, ‘eologie", para designar fendmenos miltiples y bastante disimiles. En su mayor extensién (y creo que es en este empleo muy ligero que se presenta ms frecuentemente la palabra), “Wdeclogia” cubre todo hiocho complejo y recurzente de lenguaje, y generalmente todo he cho semiotico al que atribulmos © que vinculamos con apuestas so- ‘clales, que interpretarnos ala luz de intereses sociales, donde verios logitimarse valores sociales en su contingencia historica hecho del que queremos mostrar a fin de cuentas la inadecuacién por Ulstorsiones © por orisiones al mundo empitico, el cardcterfalaz parcial y/o quimérico, la no-verdad., en otros terminos para los par- tidarios de la ideologia cientificista la “no cientificidad”. Como la mayor parte de los investiadores de nuestra Era de la Sospecha parecen estar de acuerdo en el hecho de que jams los discursos sociale, las “cosas dichas” son neutras 0 inocentes, que “La Mar quesa said a las cinco” no es menos ideol6gico que “Francia para los franceses”, no hay enunciado (no hay simbolo, ornamento, ges tos socialmente reglados, etc) cuya arbitraridad cultural no poda- mes demostrar y que no podamos ipso facto vincular con apuestas ‘ intereses, con valotes que no podrian trascender la sociedad 0 el ‘grupo que los reconoce, y por le tanto que no podames denunciar como funcionando segtin la imposicién de “poeres” Por tanto, si queremos retomar aqul la discusion sobre “la ideo- fegia” -discusidn que se hace 2 menudo vana por las variaciones constartes en la extension y ls comprensin de la nocion y de otras {que son légicamente contiguas, y que se hace confusa por la impo- sibilidad misma de fijar en un consenso terico a problematica so- bre la naturaleza de los intereses sociales y la extension de ln cor tingencia cultura, es necesario delimitar de manera procisa de qué vainos a hablar v, por tanto, los problemas y los sectores de re- flexién que no abordaremos de ninguna manera, Lo que quisiera hacer en este texto, es considerar una de las son produceiones ideolégicas pro- pias de las clases dominadas, orientadas hacia la transformacién de la rea lidad existente consagrande el cardcterprogressta de esa clases ascenden- tes, 7 Mare Angenot [No me parece que se pueda en un “género” discursive dado y particularmente en. conjuntos de enunciados destinades a movilizar {a accién pibblica y colectiva, en los discursos que esquematizan las “vislones de mundo" englobantes, disodar lo verticable de lo qu rmérico © Io racional de lo irracional (se puede disociarlos a los fines de un anilisis, pero esos aspectos son profundamente intrincados, ‘confusos) ni reconocer jams en es0s discursos * ideoligicos” la coherencia auténoma que ellos pretenden: los discursos estan semantizados no en un cédigo lingiistko socialmente aséptico y concebido como “sistema” univoco sino en la red interdiscursiva Plena de contradicciones y de mitiples sentidos que forma fa cutu- ta global - es deeir eso sobre lo que yo he teorizado en rumerosas ‘obras como el “discurso social”. ‘Cualquiera que aborde la historia del socialismo y mas general- mente la historia de las ideologias de progreso y de emancipacion, debe primero renunciar al maniqueismo vittuoso, a la critica de ad hhesién y de aprobacion (o la critica de pesimismo filsteo que hoy ‘esta en consonancia con ello) debe aceptar mirar de frente las ‘antinomias y las “manchas ciegas”, la cocxistencia permanente de Jo justo y de lo absurdo y de lo inhumano en nombre de las Ideas generosas. Debe admitir que coexisten en el discurso (y en las accio- tes) los intereses “viles” y las fugas ut6picas, las cegueras dogmat cas ¥ los eluerzes eriticos.No es necesario hacer una metafisica de esta regla de método: hay grados; hay, por supuesto, discursos ris sordos, mis autortarios, irealstas y falaces que otros. Hay tat bién condiciones sociales e historicas donde la serenidad coherente ¥ la precision ertica son précticamente imposibles de conquistar © incluso no tienen posibilidad de darse. Si percibimos esto es necesa rio tratar de mostrarlo y hacerlo comprender. Quizés sea desolador tener que admitir que las ideologias de justicia yde esperanza, aque~ lias que no se contentan con conocer et mundo sino que quieren transformarlo, no son mas que otros tantos tejidos de esas contra: dicciones y de osas"impurezas”, que ellas son sin duda insostenibles cn surradicalidad y por consiguiente fatalmente engafiosas y répida~ ‘mente pervertidas. Acmitr esta hipétesis de método, seria al menos renundar a la historia falsifcada y, al fin de cuentas, permitiia hacer justicia. La historia en un corte sincrénico: literatura y discurso social * Fn el curso de este articulo, quisiera exponer, de una manera sistertica, las perspectivas de una investigaciin que estoy desarro- llando y que, de una forma indirecta, tiene que ver con una revalor zaci6n de la idea de historia literaria. Mi perspectiva que. al menos para los historiadares, no tiene nada de paradojal, es sobre una historia de la contemporaneidad, de la coexistencia de un objeto histotico con un entorno que lo recubre, Mi problematica es la de ‘una critiea del discurso social en fa cual a produccién Iiteraria, eommo «el sector que reconsltuye el contexto, es tomada en consideraciin tn su sincronia y no aislada de partida por un gesto arbitrariamente fundador. Consideramos llamar, de una manera puramente empirica, “dis ceurso social” a tado lo que se dice y que se escribe en un estado de sociedad, todo lo que se imprime, todo lo que se habla y se repre- senta hoy en dia en los medios de comunicacion electrénicos, todo lo que se narra y se argumenta, si postulamos que narrar y argue rmentar son los dos grandes modos de puesta en discurso.Q. mis bien, llamaremos “discurso socal” no a todo lo que es empirico, cacoforia redundante al mismo tiempo, sino alos sistemas cognitivos, 2 las distribuciones discursivas, a los repertorios de topleas que en tina sociedad dada organizan lo narreble y lo argumentable, asegu- rando una division del trabajo discursivo, segtn jerarquias de distin- cidn y de funciones ideolégicas a sor satisfeches y mantenidas. Lo ‘que propongo es tomar, en su tofalided, la produccién social del sentido y de la representacién del mundo, produceién que presupo- ne ol “sistema completo de intereses del cual se ocupa una socie- dad”! Por lo tanto, pienso en una operackin radical de descom- partamentalizacion, sumergir los campos discursivos, tradicional- mente investigados como si estwvieran aisiados y, de golpe, auténo- ‘mos (las bella letras, la filosofia, los escrito cientiicos) en la total- ad de lo que se imprime, de lo que se enuncia institucionalmente Proponge examinar frontalmente, si puedo decitlo ast, la enorme masa de discursos que hablan, que hacen hablar al socius y que llegan a la escucha del hombre en sociedad. Pienso que es necesario recorrer y balizar la totalidad de este vasto rumor donde existen Traduccion: Fernando de Toro * Fosaert, Robert, La société Vi: Les structures idéologiques, Le ‘Seull Pais, 1983, p.331 69

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