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BLOQUE 7: LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE UN NUEVO

SISTEMA POLÍTICO (1874-1902).

7.1 LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): CÁNOVAS DEL CASTILLO Y EL TURNO DE


PARTIDOS. LA CONSTITUCIÓN DE 1876.

En 1874 el golpe de estado del general Pavía puso fin a la Iª República y al Sexenio
Revolucionario. Se crea un nuevo ejecutivo presidido por Serrano en un régimen sin definir, con la
Constitución de 1869 suspendida y los conservadores a favor de la Restauración borbónica.
Ese año, Alfonso XII, tras la abdicación de Isabel II en 1870, lanza el “Manifiesto de Sandhurt” en
el que anuncia su programa político: una monarquía liberal y apertura a moderados y progresistas. Esto
respondería a la maniobra de Cánovas del Castillo para recoger las aspiraciones de la alta burguesía y
las clases populares, sin la intervención del ejército (lo civil sobre lo militar y el orden sobre la libertad). Sin
embargo, un golpe de estado en Sagunto del general Martínez Campos (1874) acelera la proclamación de
Alfonso XII como rey de España y la creación de un Gobierno provisional de Cánovas como Regencia
hasta su llegada.
Con la llegada de Alfonso XII en 1875 se confirma a Cánovas como Presidente del Gobierno. Sus
primeras medidas son conservadoras pero flexibles (elimina el matrimonio civil, suspende periódicos de la
oposición y se atrae al Ejército, siendo el rey su jefe supremo para evitar más pronunciamientos). Convoca
Cortes para crear una nueva Constitución, mediante sufragio universal, pero con votos “asegurados” de
antemano, en los que hubo una gran abstención con una mayoría conservadora. Este gobierno puso fin a
la Guerra Carlista (1876) y a la Guerra de Cuba (1878) con la Paz de Zanjón (amplia amnistía y abolición
de la esclavitud).
La política más reseñable es el establecimiento del Bipartidismo y el Turnismo, en el que dos
partidos de criterios diferentes (moderados y progresistas) se turnan en el poder para lograr la estabilidad y
el orden, excluyendo a los carlistas y republicanos radicales. El Partido Liberal Conservador es fundado
por Cánovas y apoyado por la alta burguesía, la Iglesia y los sectores más moderados. El Partido Liberal
Fusionista es liderado por Sagasta y apoyado por la burguesía media, demócratas y republicanos
moderados. Ambos apostaron por el control de los resultados electorales: cuando un gobierno tenía que
dimitir, el rey encargaría la formación del nuevo al jefe de la oposición, disolvería las Cortes y convocaría
elecciones. El partido de la oposición ganaría por mayoría absoluta mediante el “pucherazo” (recuento
falso de votos, por más votos que votantes), ya que las elecciones se organizaban desde el Ministerio de la
Gobernación con la colaboración de los alcaldes, gobernadores civiles y caciques locales.
La Constitución de 1876 contó con unos principios irrenunciables: Patria, Monarquía, Dinastía
Histórica, Libertad, Propiedad, y Gobierno conjunto de las Cortes y el Rey. Estuvo en vigor hasta 1931,
aunque quedó suspendida durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). El sufragio es
indefinido, puesto que permite diferentes interpretaciones legislativas según el gobierno de turno. La
soberanía reside en el Rey junto con las Cortes, que son bicamerales (Congreso y Senado) con idénticas
facultades y representantes de las colonias. El Estado es centralizado, con la supresión de fueros
vascos. Para la Administración local, los alcaldes de municipios de más de 30.000 habitantes son
elegidos por la Corona, y los concejales por los vecinos. Se establece la religión católica como oficial,
pero otorgando libertad de conciencia en privado. La legislación posterior se centra en la Ley de Imprenta
(1879), de libertad restringida por la censura previa a la prensa, considerando como delito el ataque o duda
sobre el sistema, y con censores eclesiásticos para libros de moral.
En 1885 muere Alfonso XII, sin sucesión masculina y con su esposa Mª Cristina de Habsburgo
embarazada. El sistema bipartidista ideado por Cánovas y aceptado por Sagasta se consolidará tras la
firma del Pacto de El Pardo, donde ambos se comprometen a mantener el sistema aceptando la Regencia
de Mª Cristina de Habsburgo-Lorena hasta la mayoría de edad de su hijo, Alfonso XIII.
7.2. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): EL NACIONALISMO CATALÁN Y VASCO Y EL
REGIONALISMO GALLEGO. EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO.

El sistema bipartidista distinguió entre partidos dentro y fuera del sistema. Los principales
opositores fueron los carlistas, republicanos y nuevos movimientos culturales y lingüísticos que surgen en
diferentes regiones: el Regionalismo inicial, que fue adquiriendo tintes políticos.
El Nacionalismo reivindicaba formas de autogobierno en territorios con lengua propia, señas de
identidad y tradiciones peculiares y arraigadas. Sus focos principales fueron el País Vasco, Cataluña y
Galicia. Sus bases sociales fueron la pequeña burguesía, el campesinado y algún sector del clero,
después se unieron la alta burguesía y el proletariado (en Cataluña).
El catalanismo (nacionalismo catalán) tuvo su origen en la Renaixença cultural romántica, en la
que se exaltaba la lengua, el pasado común y la protección de los intereses industriales. Comenzó como
un catalanismo político-prenacionalista, coincidiendo con la caída de la Iª República y la derrota del
carlismo. Luego tuvo una transición del regionalismo al nacionalismo con Almirall, fundador del Centre
Catalá. Este era una organización burguesa que unía un proyecto político, liberal y laico (el “Memorial de
Greuges”), que fue presentado a Alfonso XII buscando protección para la industria catalana y una amplia
autonomía, a cambio de fidelidad a la corona. Finalmente, un catalanismo católico y conservador, que
rechaza todas las ideas de Almirall y que en 1887 funda la Lliga de Catalunya, pidiendo una mayor
autonomía y uniéndose al Centre Catalá en 1891, dando lugar a la Unió Catalanista. En esta, Prat de la
Riba formula la doctrina nacionalista recogida en las “Bases de Manresa”, documento que expone las
competencias propias de Cataluña y las que debía asumir el Estado español.
El nacionalismo vasco tiene su origen en la defensa de los fueros, ya que Cánovas los sustituyó
por conciertos económicos. Este no tiene una base literaria, su lengua no tuvo desarrollo histórico y no
existía un pasado histórico vasco. Sus bases iniciales fueron el clero, el campesinado y la pequeña
burguesía. Su ideólogo, Sabino Arana, fundó el PNV (Partido Nacionalista Vasco) en 1895, proclamando
la defensa de una raza propia, el antiespañolismo, profundo catolicismo, la normalización y extensión del
eusquera y la restauración de los fueros (renunciando a la industrialización, a la llegada de inmigrantes y a
un Gobierno central español). Su lema “Dios y Ley Vieja”, alude al tradicionalismo e integrismo católico.
Desde 1898, con la entrada del naviero De La Sota en el PNV, se incorpora la burguesía moderna e
industrial, por lo que surgen tensiones entre los defensores de la autonomía (burgueses que financian el
partido) y de la independencia (radicales que acaban aceptando la política moderada).
El regionalismo gallego tuvo su origen en el Rexurdimiento cultural, apoyado en la lengua y
literatura de Rosalía de Castro. No se creó un partido galleguista por la existencia de las corrientes
ideológicas tradicionalista (antiliberal, ruralista y de raíces carlistas) y liberal-democrática (base social
urbana, critica la política centralista y el atraso de Galicia).
El principal opositor fue el movimiento obrero: surge por las pésimas condiciones laborales y de
vida del proletariado (bajos salarios, jornadas superiores a quince horas, trabajo infantil, falta de
prestaciones sociales, despido libre, mala alimentación, accidentes…), que repercuten en revueltas
constantes. Desde el inicio se defendió la actividad política y social de obreros y campesinos. En 1830 se
crean las primeras asociaciones obreras con fines asistenciales, solo legales con gobiernos progresistas;
las manifestaciones luditas (destrucción de las máquinas por los obreros) fueron reprimidas por los
moderados; la huelga general se produjo por primera vez en 1855; y la participación española en la AIT se
inicia tras “La Gloriosa”, pero fue disuelta por Serrano tras el golpe de estado de Pavía en 1874.
El Anarquismo y Marxismo (Bakunin y Marx) se enfrentaron en 1871 en el seno de la AIT por la
forma de llevar a cabo los mismos objetivos (mejora de la vida de la clase obrera). Sagasta aplica una
política represiva contra la sección española de la AIT, que será disuelta por Serrano, por lo que
anarquistas y marxistas se movieron en la clandestinidad y radicalizaron su ideología. La tendencia
anarquista (traída a España por Fanelli) se focalizará en: Barcelona, donde se fundará la Federación de
Trabajadores de la Región Española (FTRE); y en Madrid, donde triunfa la sección marxista gracias a la
presencia de Paul Lafargue. En la zona norte se decantan por el socialismo, mientras que en el Levante
por el anarquismo.
En los anarquistas había partidarios de la acción sindical y los que veían el atentado terrorista como
vía de reivindicación (atentado contra Martínez Campos, bombas en Barcelona, muerte de Cánovas del
Castillo a manos de Angiolillo). Desde 1894 se establecen leyes antiterroristas con cuerpos especiales
de policía en Madrid y Barcelona. Hasta el siglo XX, el movimiento anarco-sindicalista no tendrá plena
proyección con la creación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
Los marxistas, con una base de intelectuales y obreros tipógrafos expulsados de la FTRE, fundaron
la Asociación del Arte de Imprimir, en la que ingresa Pablo Iglesias como presidente. Siguiendo el consejo
de Marx en la AIT, se crea el PSOE (1879) en la clandestinidad, bajo la presidencia de Pablo Iglesias. Sus
objetivos son: tomar el poder por la clase trabajadora, abolir la propiedad privada y establecer una
sociedad sin clases. En 1888 se fundaría la Unión General de Trabajadores (UGT) en Barcelona, un
sindicato cuyo fin es económico, no político: mejorar las condiciones de vida de los trabajadores mediante
la negociación con los empresarios y la huelga. A finales del siglo XIX, coincidiendo con la IIª Internacional,
se reivindica la jornada de 8 horas y en 1890 se celebra por primera vez el 1 de Mayo.
7.3. EL PROBLEMA DE CUBA Y LA GUERRA ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS. LA CRISIS DE
1898 Y SUS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS.

En el último cuarto del siglo XIX la política española internacional se mantiene neutral con
Cánovas del Castillo. Pretendía salvaguardar los restos del Imperio (Filipinas, los archipiélagos del
Pacífico, Puerto Rico y Cuba) sin enfrentarse a los imperios norteamericano y alemán, que tenían grandes
intereses comerciales en el Pacífico. Los medios económicos para lograrlo eran escasos, la marina poco
potente y la economía colonial (especialmente la cubana) beneficiosa para la metrópoli. El principal
problema era mantener las colonias sin respaldos internacionales, o concederles amplios grados de
autonomía.
EEUU tenía grandes intereses comerciales en Cuba. Tras la Paz de Zanjón (1878), España
concedió una mayor libertad a la colonia, organizándose partidos políticos integrados por españoles y
cubanos. A partir de 1880 se producen cambios: la modernización de la industria azucarera, el predominio
de una clase industrial española y la dependencia total del mercado norteamericano. José Martí, exiliado
cubano en EEUU, funda el Partido Revolucionario Cubano, independentista y apoyado por obreros y
campesinos. En 1895 al “Grito de Baire”, se produce una insurrección independentista en la que Martí
muere, iniciada por obreros y clase media, pero a la que se unen los criollos. Cánovas enviará a Cuba al
general Martínez Campos con más de 200.000 soldados para aplastar la rebelión. Tras su fracaso, este
será sustituido por Valeriano Weyler, que crea campos de concentración en las ciudades para los
campesinos y destruye sus campos y ganados, con el fin de romper el apoyo popular a los ejércitos
rebeldes.
En 1897 muere Cánovas y le sustituye Sagasta, que cesa a Weyler en Cuba y concede la
autonomía, pero no satisface a los rebeldes ni a EEUU (que apoya la independencia a favor de sus propios
intereses comerciales). En 1898 estalla el Maine, buque de guerra norteamericano fondeado en La Habana
en visita de cortesía. El presidente Mckinley acusa a España y le declara la guerra al lado de los
independentistas. Aunque EEUU declare que Cuba es independiente, los rebeldes cubanos quedan bajo
su mando y su bloqueo. Cervera llega al Puerto de Santiago de Cuba y allí todos sus navíos son
destrozados. Se prosigue con un enfrentamiento en tierra, pero finalmente se produce la capitulación
española. Tras esto, los americanos ocupan Puerto Rico y España solicita el armisticio.
En Filipinas, la rebelión se inicia en 1896 por la corrupción y torpeza de la administración colonial,
que no atiende a las peticiones moderadas de autonomía de la Liga Filipina de José Rizal. Por ello, los
independentistas emplean una gran violencia en Katipunan. El general Polavieja ejecuta a Rizal pero no
acaba con la rebelión. La intervención de EEUU se manifiesta con la armada americana del Pacífico
anclada en Hong-Kong. El sucesor de Polavieja, Fernando Primo de Rivera, firma la Paz de Biac-na-
Bató con los rebeldes en 1897 (de Aguinaldo). La escuadra de Dewey destruye a la de Montojo (barcos
de acero contra barcos de madera). España sólo posee el control sobre la capital, Manila, en donde el
desembarco de una expedición norteamericana produce su capitulación.
En la Paz de París (10-12-1898), sin presencia de rebeldes, España cede las colonias a EEUU.
Años después, las islas del Pacífico (Carolinas, Marianas y Palao) se venden a Alemania. La
consecuencia de la pérdida colonial no fue una catástrofe económica: el dinero que ya no se gastaba en
guerra sirvió para sanear la Hacienda, se repatriaron capitales de Cuba y no se perdieron los mercados
latinoamericanos. Pero socialmente se vivió como un desastre: la muerte de 50.000 hombres y la crisis de
la conciencia nacional (expresada en la obra crítica de los escritores de la “Generación del 98”). Surgen
limitaciones de la Restauración para la modernización y progreso de España, y la división interna e
inestabilidad de sus partidos. La oposición la protagoniza el movimiento obrero, los intelectuales y
republicanos. Las propuestas de modernización vienen de la mano del Regeneracionismo, que apuesta
por reformas políticas y educativas.

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