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Máximas a Merceditas, el legado de San Martín a las familias

Ayer se conmemoró un nuevo aniversario del fallecimiento del General San Martín, el
padre de la Patria, aquel que puso todo de si para que fuéramos una gran nación.
Mucho se ha dicho y hablado al respecto de la gesta libertadora del general pero hoy
me quiero detener en la herencia que le dejó a su hija Mercedes, no los bienes
materiales, sino los bienes espirituales que hicieron de él un gran hombre y pretendían
hacer de ella una gran mujer.
Me refiero a las Máximas de José de San Martín a su hija Merceditas, que ahora
comparto e iremos desglosando para comprender la importancia de tenerlas siempre
presentes en nuestro día a día y fundamentalmente en la educación de nuestros hijos,
nietos, sobrinos, alumnos.
1. Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos
perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese:
«Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos».
Humanizar el carácter implica ser cada día más humano. Los hombres no somos
simplemente animales racionales, somos seres de 3 dimensiones, biopsicoespirituales
y lo que nos diferencia de los animales y nos dignifica no es sólo la capacidad de
razonar sino principalmente la espiritualidad, la posibilidad de ser seres siendo en el
mundo. La certeza de que estamos en el mundo para algo. Ser sensible no implica
sensiblería, sino capacidad de compadecernos por el dolor ajeno, aún con el de los
animales.
2. Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira.
Buscar, reconocer y defender la verdad, hoy más que nunca, en un mundo que nos
propone como verdades ideologías que no lo son y que no hacen más que destruir la
interioridad del hombre y de la mujer, deshumanizándolo y quitándoles dignidad.
3. Inspirarle una gran confianza y amistad, pero unida al respeto.
Ser personas confiables y respetuosas de la dignidad ajena, saber tender la mano de
manera amistosa, abriendo el corazón para escuchar al otro y brindarle apoyo cuando
o necesite.
4. Estimular en Mercedes, (y agrego, en los niños y jóvenes) la caridad con los
pobres.
Los pobres, que como dice el Papa no son sólo los que no tienen casa, ropa y comida,
sino todos aquellos que en algún momento son vulnerables de algún modo: enfermos,
discapacitados, solos, cansados. Todos aquellos que por algún motivo no pueden
valerse por sí mismo en una determinada situación.
5. Respeto sobre la propiedad ajena.
No sólo el respeto para no dañar la propiedad ajena sino también la capacidad de
alegrarse por el bien del otro y no envidiar lo que otros han conseguido, promoviendo
la virtud del esfuerzo para llegar a las metas que nos proponemos.
6. Acostumbrarla a guardar un secreto.
En una sociedad donde todo se comparte y se viraliza, saber guardar un secreto
implica no sólo no contarlo, sino fundamentalmente respetar la intimidad de quien me
lo cuenta, su interioridad que se abre a mis oídos debe ser respetada y valorada como
algo sagrado.
7. Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.
Comprendiendo que todos podemos llegar a Dios por diversos caminos y de hecho
Dios tiene caminos particulares para cada uno, sin perder el propio rumbo y la propia
fe.
8. Dulzura con los criados, pobres y viejos.
Dulzura, de la mano del respeto, hacia todos en todo momento. El bienestar
económico, la salud, la juventud no me hace más digno o importante que nadie, por lo
tanto todos merecen mi respeto y dulzura.
9. Que hable poco y lo preciso.
Hablar cuando haga falta, diciendo la verdad, evitando difamar o contar chismes.
10. Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
Formal no implica rigidez, sino educación, que la mesa sea lugar de encuentro con la
familia y amigos, en un ámbito de respeto y alegría, con ánimo de compartir.
11. Amor al aseo y desprecio al lujo.
El cuidado del propio cuerpo, la limpieza, el bien vestir, con la dignidad de quien se
sabe hijo de Dios, evitando el lujo y gasto desmedido en cosas de moda pasajera.
12. Inspirarle amor por la Patria y por la Libertad.
Amor por la patria que debe ser aprendido en la familia, mediante el compromiso con
la Iglesia y las instituciones que trabajan para el bien común, instituciones que trabajan
por lograr que se respeten los derechos de todos, especialmente de los más
vulnerables.
Queridos amigos, todo esto se aprende en la familia, de la mano de los padres,
hermanos, abuelos, tíos, que no sólo hablan de qué o cómo hacer, sino también dan
ejemplo de compromiso, respeto, siempre intentando ser una mejor versión se sí
mismos.

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