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Trabajo Practico #3
Trabajo Practico #3
Opinión A: “un loco suelto es un peligro para la sociedad, deberían matarlo porque no
se regenera más!”
Opinión B: “¿Qué garantiza que no lo hubiera hecho un cuerdo? ¡Todos los días hay
asesinatos de gente sana, en todo caso estamos todos locos!”
Opinión C: “estamos enfermos como sociedad, este pobre infeliz es una muestra más
de esa enfermedad”
Opinión D: “Los locos tienen que estar en su lugar, el loquero. No podemos
exponernos a que alguno de ellos nos mate porque sí. Cada cual, en su lugar, si está
enajenado, tiene que estar encerrado”
Opinión E: “los locos no son malos. Dios no les dio la misma oportunidad de estar
sanos, más bien hay que escucharlos porque dicen verdades que los crápulas y falsos
de siempre no se animan a decir”
Opinión F: “hay mucho loco suelto, ¿tenemos que encerrar a todos? ¡¡Hasta gobiernan
países y nadie se queja!!”
Opinión G: “¡¡pero si era tan religioso y educado, no puede ser loco!!”
Opinión H: “a los anormales hay que reeducarlos, hay que darles una oportunidad, si
no sirven más, no se reeducan, hay que encerrarlos de por vida. Son las
degeneraciones que a veces se da en toda sociedad”
Opinión I: “lo que hizo es producto de no controlar sus pasiones, su mente no controló
sus pasiones”.
Opinión J: “un enfermo mental no es un delincuente, es víctima de un sistema familiar
y social que lo dejó hacer cualquier cosa de entrada y ahora no puede controlarse”
Opinión J: “eso les pasa por vagos, si hubiera tenido trabajo de entrada, no sería un
desocupado que anda jodiendo la vida de los demás, con los planeros pasa lo mismo”
Desarrollo
Opinión H: "a los anormales hay que reeducarlos, hay que darles una
oportunidad, si no sirven más, no se reeducan, hay que cerrarlos de por vida.
Son las degeneraciones que a veces se da en toda sociedad"
Esta opinión la relacionamos con la contrarreforma de la iglesia quien asumía la
responsabilidad y misión de asistir al "enfermo" mediante el tratamiento por el cual la
persona se entregaba a Dios para volver en razón. Una vez rehabilitada la persona se
reincorporaba a la sociedad con un trabajo y con un seguimiento por parte de la iglesia
y el estado para "controlar su buen funcionamiento". Aquellas personas que no se
entregaban a Dios y no llegaban a rehabilitarse permanecian encerradas.