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UNIDAD 5: ENVEJECIMIENTO NORMAL Y PATOLÓGICO

Temas:

• Envejecimiento normal y patológico. Diferencia entre declive y deterioro. Demencias y la Depresión en la


ancianidad. Las habilidades funcionales. Insomnio. El dolor crónico y dolor agudo. Modalidades de intervención
gerontológicas. El rol del profesional de salud. La felicidad y la sabiduría.

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ENVEJECIMIENTO NORMAL Y PATOLÓGICO

La expresión envejecimiento normal se refiere al envejecimiento promedio exitoso, un contexto que sobrepasa la simple
capacidad de sobrevivir para alcanzar prosperidad en la vejez. Un concepto multidimensional que abarca, trasciende y
supera la condición de buena salud, construido, además, por un conjunto de factores relacionados con el funcionamiento
físico óptimo, alto desempeño cognitivo, afecto positivo y compromiso social.

En este capítulo se desarrollan los signos más prevalentes en las personas que envejecen y su abordaje desde una
perspectiva fisiológica, sin dejar de reconocer que solo una mínima parte de ellas presenta límites estrictamente definidos
entre normalidad y trastorno. Tal como se evidenciará, muchas de las variaciones en el proceso de envejecimiento
patológico, destacado por lo diverso y lo complejo, se caracterizan por reducción de la eficiencia biológica, mayor
vulnerabilidad y pérdida progresiva de la capacidad de adaptación ante las exigencias del medio.

- La apariencia de la vejez: las modificaciones de la apariencia física (arrugas, canas, alteraciones posturales) signos
inequívocos de la edad avanzada que, además, desempeñan un papel importante en la autopercepción. El término
senilidad apunta hacia un estado patológico de debilitamiento físico y mental que padecen algunas personas ancianas y
que sobrepasa el grado de pérdida de facultades propio de la vejez.

- El sistema nervioso y la cognición: el envejecimiento afecta el sistema nervioso central de diversas maneras; la mayoría,
relacionadas con pérdida de poblaciones neuronales regionales, con mayor compromiso de la corteza, de los ganglios
basales, de los lóbulos frontales y temporales, así como de la formación del hipocampo. Dicho menoscabo anatómico
implica una disminución del peso cerebral de entre el 6% y el 11%. Además, aumento del tamaño de los surcos y
disminución de las circunvoluciones, ensanchamiento ventricular e incremento del volumen del líquido cefalorraquídeo y
reducción de la irrigación correspondiente entre un 25% a los 70 años.

- Los órganos de los sentidos: en lo referente a las variaciones de la esfera sensorial en la población anciana, los sistemas
involucrados, como la visión, audición y equilibrio, son los más afectados, al configurar perfiles de fragilidad que pueden
generar estados de discapacidad funcional y social.

- Abdomen, sistema digestivo y nutrición: sin temor a la equivocación, la pared abdominal del anciano no presenta
alteraciones en condiciones normales de salud, excepto cuando están malnutridos con estados de adelgazamiento en los
cuales aparece excavado.

- El riñón, el agua y los electrolitos: Investigaciones recientes sobre la función renal han confirmado que las alteraciones
provocadas por el envejecimiento se establecen en firme después de la séptima década de vida. No obstante, se sabe que
esa reserva funcional puede estar preservada hasta la novena década en individuos sanos, a pesar de los cambios
estructurales y fisiológicos descritos.

- Sistema urogenital: Acerca de la vejiga urinaria, se ha establecido que los ancianos, por lo general, presentan una merma
en su capacidad y su distensibilidad; por lo tanto, de la tasa de flujo urinario. Se reitera sobre la obligatoriedad de palpar
el abdomen de los ancianos con retención urinaria de presentación aguda, en quienes puede hallarse una masa en el
hipogastrio, eventualmente dolorosa. En mujeres ancianas se ha comprobado una disminución de la longitud de la uretra
y de la presión máxima de cierre uretral. Además, el número de contracciones no inhibidas tiende a incrementarse en la
vejez; de igual manera, se ha encontrado un ligero incremento del residuo vesical en una cantidad de 20 a 50 ml.

- Sistema endocrino e inmunológico: Desde una perspectiva muy amplia, se dispone de evidencia acerca de una reducción
leve del tamaño de la hipófisis y, también, de que la producción de prolactina y corticotropina permanecen invariables en
medio del proceso de envejecer. Adicionalmente, el rango de gonadotropinas (hormona foliculoestimulante y lutropina)
aumenta y la somatotropina disminuye. Algunos de esos cambios se relacionan de manera directa con el envejecimiento
musculoesquelético, foco de múltiples investigaciones en los últimos años que han demostrado el impacto de la
sarcopenia en el rendimiento general, y que involucra en su etiología el perfil endocrinológico por el descenso de
producción de la vitamina D, del influjo androgénico y de la secreción de somatotropina. Tal condición afecta alrededor
del 30% de la población mayor de 60 años y hasta el 50% de los mayores de 80 años. Concomitantemente, se produce
mayor infiltración grasa de los músculos con efecto perjudicial en la fuerza requerida para las ejecuciones de la vida diaria.

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DECLIVE VS DETERIORO

Deterioro

El deterioro cognitivo leve (DCL) se define como una alteración en la cognición de una persona, secundario a un proceso
del envejecimiento, una enfermedad de base o a un evento que originó un cambio en esta. Dicha alteración puede
percibirse como una disminución de las funciones cognitivas del paciente, como memoria, lenguaje, aprendizaje, entre
otras, pero sin afectar de manera considerable las actividades de la vida diaria. Así mismo, puede presentarse un aumento
en el tiempo de ejecución de tareas cotidianas, en comparación con personas de la misma edad. Posteriormente,
subdividió el DCL en siete etapas, en las cuales define un proceso gradual de deterioro con aspectos clínicos y de valoración
que determinan el estadio:

- Fase 1: no hay déficit cognitivo y la persona no refiere alteraciones de memoria o en las actividades diarias.
- Fase 2: déficit cognitivo muy leve, en el que empiezan olvidos tanto de nombres de personas cercanas como de ubicación
de los objetos.
- Fase 3: déficit cognitivo leve. Además de los problemas de memoria, empiezan a decaer la concentración y el desempeño
en el trabajo y en reuniones sociales. La orientación se ve afectada.
- Fase 4: déficit cognitivo moderado con olvido de datos autobiográficos, y en la cual se pierde la concentración y la
habilidad para realizar tareas complejas.
- Fase 5: déficit cognitivo moderado-severo, en que la persona requiere compañía permanente para actividades cotidianas.
Pueden ir al baño y comer solos. Hay desorientación en tiempo.
- Fase 6: déficit cognitivo severo. La persona puede olvidar su nombre, no está alerta a lo que sucede en su entorno, pero
interactúa y distingue personas conocidas de desconocidas. Requiere completa asistencia. Aparecen cambios
comportamentales, ansiedad, agitación y, a veces, se pueden tornar violentos.
- Fase 7: déficit cognitivo muy severo, en el cual existe total desconexión con su entorno. Pierde la habilidad para hablar,
no es capaz de recordar su nombre y, en muchas ocasiones, no recuerda cómo caminar.

Declive

El declive, en el contexto en el que no se habla de patologías asociadas y se considera como lo esperable al paso del
tiempo, se refiere a los cambios graduales y normales que pueden ocurrir en diferentes aspectos de la vida de una persona
a medida que envejece. Estos cambios pueden afectar principalmente la velocidad de procesamiento cognitivo, es decir,
el tiempo que una persona tarda en realizar tareas cognitivas o resolver problemas.

Una de las manifestaciones comunes del declive asociado con la edad es una disminución en la velocidad de
procesamiento cognitivo. A medida que las personas envejecen, es normal que puedan experimentar cierta demora en la
respuesta o en la ejecución de tareas cognitivas en comparación con su desempeño previo o en comparación con personas
más jóvenes.

A pesar de esta disminución en la velocidad de procesamiento, en muchos casos, el declive no afecta significativamente
las actividades diarias de la persona. Es decir, aunque puedan tomar más tiempo para realizar ciertas tareas, aún son
capaces de llevar a cabo sus actividades cotidianas de manera independiente y sin dificultades importantes.

Es importante destacar que el declive en la velocidad de procesamiento cognitivo puede variar en cada individuo y no
necesariamente es lineal. Algunas personas pueden experimentar un declive más rápido o más pronunciado que otras,
pero en general, es una parte natural del proceso de envejecimiento.

Es necesario tener en cuenta que el declive asociado con la edad no implica necesariamente un deterioro cognitivo
significativo ni la presencia de una enfermedad o patología específica. Sin embargo, si se presentan cambios notables que
afectan de manera significativa las actividades diarias o se observan otros síntomas preocupantes, es recomendable buscar
la evaluación de un profesional de la salud para descartar cualquier problema subyacente.

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DEMENCIAS Y DEPRESIÓN EN LA ANCIANIDAD

DEMENCIA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la demencia como un síndrome que implica deterioro de la memoria,
el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria. Aunque afecta en especial a las
personas mayores, no constituye un hallazgo normal del envejecimiento. A su vez, como se había señalado, el DSM-5 lo
denomina trastorno neurocognitivo mayor, y aclara que las categorías de este tipo de alteraciones comprenden los
trastornos en los que el déficit principal es la función cognitiva.

Factores de Riesgo: factores ambientales, baja educación, hipertensión arterial en la mediana edad, viudez, trastornos de
olfacción (déficit olfativo), velocidad de la marcha, enfermedad periodontal (infección de las encías) y fuerza de agarre.

Factores Protectores: actividad física, bilinguismo, multilingüismo, dieta vegetariana, dieta mediterránea, uso de
audífonos en pérdida auditiva, reserva cognitiva.
Clasificaciones de las Demencias:

Los trastornos neurocognitivos (TNC) (a los que el DSM-IV se refiere como delirium, demencia, trastornos amnésicos y
otros trastornos cognoscitivos) comienzan con el delirium, seguido de los síndromes del TNC mayor, el TNC leve y sus
subtipos etiológicos. Los subtipos del TNC mayor y leve son:

1) TNC debido a la enfermedad de Alzheimer:

Origen: Mutación genética. En la fase de TNC leve o en el nivel de gravedad más leve del TNC mayor, a menudo aparecen
depresión y apatía. En el TNC mayor de gravedad moderada son comunes los síntomas psicóticos, la irritabilidad, la
agitación, la agresividad y la deambulación sin objetivo. En las fases avanzadas de la enfermedad pueden observarse
alteraciones de la marcha, disfagia, incontinencia, mioclonías y convulsiones.

2) TNC vascular:

Origen: ACV. La valoración neurológica a menudo objetiva antecedentes de ictus o de episodios isquémicos transitorios y
signos indicativos de infartos cerebrales. Los cambios de personalidad y de ánimo, la abulia, la depresión y la labilidad
emocional también se asocian con frecuencia. El desarrollo de síntomas depresivos de inicio tardío acompañado de
lentitud psicomotora y disfunción ejecutiva es una presentación común entre los ancianos con enfermedad isquémica
progresiva de pequeños vasos ("depresión vascular").

3) TNC con cuerpos de Lewy:

Origen: Se acumulan los cuerpos de Lewy en ciertas regiones del cerebro. Los individuos con TNCCL a menudo sufren
caídas repetidas y síncopes, así como episodios transitorios de pérdida de consciencia inexplicados. Puede observarse
disfunción autonómica, como hipotensión ortostática e incontinencia urinaria. Las alucinaciones auditivas y otras
alucinaciones no visuales son comunes, al igual que los delirios sistematizados, los falsos reconocimientos delirantes y la
depresión. Cognición fluctuante con variaciones pronunciadas de la atención y el estado de alerta. Alucinaciones visuales
recurrentes bien informadas y detalladas. Características espontáneas de parkinsonismo, con inicio posterior a la evolución
del declive cognitivo.

4) TNC debido a la enfermedad de Parkinson:

Algunos síntomas que a menudo están presentes son la apatía, el ánimo deprimido, la ansiedad, las alucinaciones, los
delirios, los cambios en la personalidad, el trastorno del comportamiento del sueño de movimientos oculares rápidos y la
somnolencia diurna excesiva. La enfermedad de Parkinson se inicia típicamente entre la sexta y la novena décadas de la
vida, apareciendo la mayoría de los casos a principios de la década de los 60 años.

5) TNC frontotemporal:

Origen: Mutación genética. El trastorno neurocognitivo (TNC) frontotemporal, mayor o leve, incluye una serie de variantes
sindrómicas caracterizadas por el progresivo desarrollo de cambios en el comportamiento y la personalidad o por déficits
en el lenguaje. Los individuos con la variante comportamental del TNC frontotemporal, mayor o leve, presentan diferentes
grados de apatía o desinhibición. Pueden perder el interés por las relaciones sociales, por el autocuidado y por sus
responsabilidades personales, o presentar comportamientos socialmente inapropiados. La falta de planificación y
organización, la distraibilidad y la escasa capacidad de juicio son síntomas neurocognitivos comunes. Aparecen déficits en
la función ejecutiva, con bajo rendimiento en las pruebas de flexibilidad mental, razonamiento abstracto e inhibición de
respuestas, pero el aprendizaje y la memoria están relativamente preservados, y la habilidad perceptiva motora casi
siempre está conservada en las fases iniciales.

6) TNC debido a lesión cerebral traumática:

Existen evidencias de un traumatismo cerebral, es decir, impacto en la cabeza o algún otro mecanismo de movimiento
rápido o desplazamiento del cerebro dentro del cráneo, con uno o más de los siguientes: El TNC mayor o leve debido a un
TCE puede estar acompañado por trastornos del funcionamiento emocional (p. ej., irritabilidad, facilidad para frustrarse,
tensión y ansiedad, labilidad afectiva), cambios de personalidad (p. ej., desinhibición, apatía, suspicacia, agresividad),
alteraciones físicas (p. ej., cefalea, fatiga, trastornos del sueño, vértigo o mareo, acúfenos o hiperacusia, fotosensibilidad,
anosmia, menor tolerancia a los fármacos psicotropos) y, especialmente en los TCE más graves, síntomas y signos
neurológicos (p. ej., convulsiones, hemiparesia, alteraciones visuales, déficits de pares craneales) y evidencia de lesiones
ortopédicas.
7)TNC debido a infección por VIH:

El TNC mayor o leve debido a la infección por el VIH es habitualmente más prevalente en los individuos con episodios
previos de inmunosupresión grave, cargas virales elevadas en el líquido cefalorraquídeo e indicadores de enfermedad
avanzada por el VIH, como la anemia y la hipoalbuminemia. Los individuos con TNC avanzado pueden presentar síntomas
neuromotores prominentes, como descoordinación grave, ataxia y lentitud motora. Puede haber pérdida de control
emocional, con afecto agresivo o inapropiado y apatía.

8) TNC inducido por sustancias/medicamentos:

El TNC de duración intermedia inducido por sustancias con efectos depresores sobre el sistema nervioso central puede
manifestarse con síntomas añadidos de mayor irritabilidad, ansiedad, alteraciones del sueño y disforia. El TNC de duración
intermedia inducido por sustancias estimulantes puede manifestarse mediante depresión, hipersomnia y apatía de rebote.
En las formas graves de TNC mayor inducido por sustancias/medicamentos (p. ej., el asociado con el consumo de alcohol
de larga duración) puede haber rasgos neuromotores prominentes, como descoordinación, ataxia y lentitud motora.
También puede haber pérdida de control emocional, con afecto agresivo o inadecuado y apatía.

9) TNC debido a la enfermedad de Huntington:

La depresión, la irritabilidad, la ansiedad, los síntomas obsesivo-compulsivos y la apatía se asocian con frecuencia a la
enfermedad de Huntington, mientras que la psicosis lo hace de forma más rara, y a menudo estos síntomas preceden al
inicio de los síntomas motores. La edad media al diagnosticarse la enfermedad de Huntington es de unos 40 años. El
trastorno es gradualmente progresivo, con una supervivencia mediana de aproximadamente 15 años a partir del
diagnóstico de los síntomas motores.

10) TNC debido a enfermedad por priones:

Los síntomas prodrómicos de la enfermedad por priones incluyen fatiga, ansiedad, problemas de apetito o de sueño y
dificultades para concentrarse. Tras varias semanas, estos síntomas pueden seguirse de descoordinación, alteraciones de
la visión y anomalías de la marcha u otros movimientos que pueden ser mioclónicos, coreoatetoides o balísticos, junto
con una demencia rápidamente progresiva. La enfermedad por priones puede desarrollarse a cualquier edad en los
adultos —el pico de edad para la ECJ esporádica se sitúa aproximadamente en los 67 años—, aunque se han descrito casos
desde la adolescencia hasta etapas tardías de la vida.

11) TNC debido a otra afección médica:

Otras afecciones médicas diversas pueden producir trastornos neurocognitivos (TNC). Éstas son: lesiones estructurales (p.
ej., tumores cerebrales primarios o secundarios, hematoma subdural, hidrocefalia lentamente progresiva o normotensiva),
hipoxia debida a hipoperfusión por insuficiencia cardíaca, afecciones endocrinológicas (p. ej., hipotiroidismo,
hipercalcemia, hipoglucemia), afecciones nutricionales (p. ej., déficits de tiamina o niacina), otras afecciones infecciosas
(p. ej., neurosífilis, criptococosis), trastornos inmunitarios (p. ej., arteritis temporal, lupus eritematoso sistémico), fallo
hepático o renal, afecciones metabólicas (p. ej., enfermedad de Kufs, adrenoleucodistrofia, leucodistrofia metacromática,
otros trastornos del almacenamiento de la edad adulta y de la infancia) y otras afecciones neurológicas (p. ej., epilepsia,
esclerosis múltiple). En general, las causas poco habituales de daño del sistema nervioso central, como las descargas
eléctricas o la radiación intracraneal, son evidentes a partir de la historia clínica. Lo que más apoya que el TNC esté inducido
por la afección médica es la relación temporal entre el inicio o la exacerbación de dicha afección médica y el desarrollo del
déficit cognitivo. La certeza diagnóstica en cuanto a esta relación puede aumentar si los déficits neurocognitivos mejoran
parcialmente o se estabilizan en el contexto del tratamiento de la afección médica.

12) TNC debido a múltiples etiologías:

Esta categoría se incluye para contemplar la presentación clínica de un trastorno neurocognitivo (TNC) para el cual hay
evidencia de que varias afecciones médicas probablemente han jugado un papel en su desarrollo. Además de la evidencia
que indica la presencia de múltiples afecciones médicas que se sabe que producen TNC (es decir, hallazgos de la historia
y la exploración física), puede ser útil referirse a los criterios diagnósticos y al texto para las diversas etiologías médicas (p.
ej., TNC debido a enfermedad de Parkinson) para más información acerca de cómo establecer la conexión etiológica para
esa afección médica en particular.

13) TNC no especificado:


Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un trastorno
neurocognitivo que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes
del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de
los trastornos neurocognitivos. La categoría del trastorno neurocognitivo no especificado se utiliza en situaciones en las
que no puede determinarse la etiología concreta con la certeza suficiente para confirmar una atribución etiológica.

Delirium

A) Una alteración de la atención (p. ej., capacidad reducida para dirigir, centrar, mantener o desviar la atención) y la
conciencia (orientación reducida al entorno).
B) La alteración aparece en poco tiempo (habitualmente unas horas o pocos días), constituye un cambio respecto a la
atención y conciencia iniciales y su gravedad tiende a fluctuar a lo largo del día.
C) Una alteración cognitiva adicional (p. ej., déficit de memoria, de orientación, de lenguaje, de la capacidad visoespacial
o de la percepción).
D) Las alteraciones de los Criterios A y C no se explican mejor por otra alteración neurocognitiva preexistente, establecida
o en curso, ni suceden en el contexto de un nivel de estimulación extremadamente reducido, como sería el coma.
E) En la anamnesis, la exploración física o los análisis clínicos se obtienen datos indicando que la alteración es una
consecuencia fisiológica directa de otra afección médica, una intoxicación o una abstinencia por una sustancia (p. ej.,
debida a un consumo de drogas o a un medicamento), una exposición a una toxina o se debe a múltiples etiologías.

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DEPRESIÓN

Los trastornos depresivos son el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, el trastorno de depresión
mayor (incluye el episodio depresivo mayor), el trastorno depresivo persistente (distimia), el trastorno disfórico
premenstrual, el trastorno depresivo inducido por una sustancia/medicamento, el trastorno depresivo debido a otra
afección médica, otro trastorno depresivo especificado y otro trastorno depresivo no especificado. El rasgo común de
todos estos trastornos es la presencia de un ánimo triste, vacío o irritable, acompañado de cambios somáticos y cognitivos
que afectan significativamente a la capacidad funcional del individuo. Lo que los diferencia es la duración, la presentación
temporal o la supuesta etiología.

1) Trastorno de depresión mayor: es un tipo de trastorno depresivo que se caracteriza por la presencia de un estado de
ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, según se desprende de la información subjetiva (p. ej., se
siente triste, vacío, sin esperanza) o de la observación por parte de otras personas (p. ej., se le ve lloroso). Además del
estado de ánimo deprimido, el trastorno depresivo mayor se caracteriza por una disminución importante del interés o el
placer por todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días (como se desprende de la
información subjetiva o de la observación).

2) Trastorno depresivo persistente (distimia): es un tipo de trastorno depresivo crónico, pero en menor intensidad, que se
caracteriza por un estado de ánimo deprimido que aparece la mayor parte del día, durante la mayor parte de los días,
durante al menos dos años. Durante los períodos de ánimo deprimido en el trastorno depresivo persistente, se deben
presentar al menos dos de los seis síntomas siguientes, que incluyen: pérdida o aumento de apetito, insomnio o
hipersomnia, falta de energía o fatiga, baja autoestima, dificultades para concentrarse o tomar decisiones, y sentimientos
de desesperanza.

Clasificación de las Depresiones (Salvarezza)

1) Depresiones Neuróticas: son un tipo de depresión que se caracteriza por estar relacionadas con una experiencia vital
identificable en un momento más o menos cercano del pasado del paciente. Estas experiencias vitales pueden ser
asimiladas a una pérdida, ya sea real o percibida por el individuo. En este tipo de depresiones, las causas que
aparentemente determinan su aparición pueden ser relacionadas con eventos traumáticos, cambios significativos en la
vida o situaciones estresantes.

- Duelo Normal: se considera que es previsible que a lo largo de la vida se produzcan pérdidas, y la reacción adecuada ante
estas pérdidas es la tristeza. En este proceso, se reconoce que la expectativa de satisfacer deseos y necesidades con el
objeto o la persona perdida ya no será posible. El trabajo de duelo consiste entonces en el desprendimiento emocional
del objeto o persona perdida y en la búsqueda de una adaptación a la nueva realidad.
- Duelo Patológico: la persona puede tener dificultades para aceptar la realidad de la pérdida y experimentar una profunda
tristeza, desesperanza y desesperación. Puede haber una sensación de estar atrapado en el dolor y una incapacidad para
avanzar en el proceso de duelo.

2) Depresiones Psicóticas: son un grupo de trastornos depresivos en los que se presenta una alteración del juicio de
realidad. En estos casos, la persona experimenta síntomas psicóticos, como alucinaciones (percepciones falsas, como
escuchar voces que no existen) y delirios (creencias falsas e irracionales). Estas alteraciones pueden afectar cualquiera de
las tres áreas de la conducta: el pensamiento, las emociones y el comportamiento.

- Psicosis Maniaco-Depresiva: es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por la alternancia de períodos de
manía y depresión. También se conoce como trastorno bipolar, ya que implica cambios extremos en el estado de ánimo,
desde episodios de euforia y energía excesiva (maniacos) hasta episodios de tristeza profunda y desesperanza
(depresivos).

- Melancolía Ansiosa: es un trastorno depresivo que se caracteriza por una combinación de síntomas de ansiedad y
depresión. En la melancolía ansiosa, la persona experimenta una profunda tristeza, desesperanza y desesperación, así
como una intensa ansiedad y preocupación. Puede haber una sensación de estar atrapado en el dolor y una incapacidad
para avanzar en el proceso de duelo. Además, la persona puede tener dificultades para aceptar la realidad de la pérdida y
experimentar una reacción desmedida ante la misma.

3) Depresiones Secundarias: son un tipo de trastorno depresivo que se desarrolla como resultado de una condición
médica, como enfermedades crónicas, trastornos endocrinos, enfermedades neurológicas, trastornos del sueño,
enfermedades infecciosas, entre otras. También pueden estar asociadas con el uso de ciertos medicamentos o sustancias.

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INSOMNIO

En términos generales, la definición de insomnio comprende la insatisfacción por la cantidad o calidad del sueño asociada
con la dificultad para conciliar el sueño al acostarse, despertar en la mitad de la noche con limitación para volver a dormir
o despertarse muy temprano en la mañana sin posibilidad para dormirse de nuevo.

El rasgo esencial del trastorno de insomnio es la insatisfacción con la cantidad o calidad del sueño con quejas sobre la
dificultad para conciliar o mantener el sueño. Las molestias del sueño se acompañan de un malestar clínicamente
significativo o de un deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

Pueden aparecer diferentes manifestaciones del insomnio en diferentes momentos del período del sueño. El insomnio del
comienzo del sueño (o insomnio inicial) consiste en la dificultad para quedarse dormido en el momento de acostarse. El
insomnio de mantenimiento del sueño (o insomnio medio) conlleva frecuentes o largos despertares a lo largo de la noche.
El insomnio tardío conlleva el despertar temprano con incapacidad para volverse a dormir.

El trastorno de insomnio conlleva tanto alteraciones diurnas como dificultades de sueño nocturnas. Entre ellas se
encuentran la fatiga o, menos frecuentemente, la somnolencia diurna; lo último es más frecuente entre los sujetos
mayores y cuando el insomnio es comórbido con otra afección médica (p. ej., el dolor crónico) o con un trastorno del
sueño (p. ej., la apnea del sueño). El deterioro cognitivo puede determinar dificultades en la atención, la concentración y
la memoria, e incluso para realizar habilidades manuales simples. Las alteraciones afectivas asociadas se describen
típicamente como irritabilidad o labilidad afectiva y, menos frecuentemente, como síntomas de depresión o de ansiedad.

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DOLOR CRÓNICO Y DOLOR AGUDO

El dolor es una experiencia subjetiva que repercute en las dimensiones sensoriales, afectivas y comportamentales de quien
lo padece. En la esfera sensorial se identifican las características somatosensoriales de la señal nociceptiva (intensidad,
localización y características).

Dolor Crónico: Tiene una duración superior a tres meses. El crónico, es una maladaptación del sistema nervioso en la cual,
por mecanismos mediados, tanto por el sistema nervioso periférico como por el central, existe una modificación en los
circuitos dolorosos y se produce una percepción dolorosa prolongada que conduce a la pérdida de su condición protectora
para convertirse en una nueva enfermedad.
Dolor Agudo: Tiene una duración menor a tres meses. El dolor agudo, usualmente, es el que cumple la función de
detección del daño de un tejido.

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MODALIDADES DE INTERVENCIÓN GERONTOLÓGICAS

Medidas de prevención en demencias y enfermedad de Alzheimer

Existen diferentes medidas de prevención que pueden aplicarse a pacientes con demencia, en general, y en pacientes con
ea, en particular.

- La prevención primaria tiene por objetivo evitar o retrasar la aparición de la enfermedad y de sus síntomas asociados.
De esa manera, la idea de estas medidas consiste en optimizar los factores protectores y disminuir los factores de riesgo
o los agentes causales de la enfermedad.

- Las medidas de prevención secundaria se basan en el diagnóstico precoz y la instauración de tratamientos que puedan
mejorar la calidad de vida del paciente. Lamentablemente, no contamos en la actualidad con fármacos capaces de
modificar el curso natural de la EA; sin embargo, existen algunos medicamentos que pueden reducir sus síntomas, sobre
todo algunas de las alteraciones en la memoria (inhibidores de acetilcolinesterasa y antagonistas tipo TV-metil-d- aspartato
[nmda]).

- La prevención terciaria busca minimizar las consecuencias y secuelas de la enfermedad, por ejemplo, la dependencia
progresiva y los problemas asociados al diario vivir. La ea es una patología de alto costo, tanto para los cuidadores como
para el sistema sanitario, debido a las hospitalizaciones y los medicamentos prescritos.

- Finalmente, las medidas de prevención cuaternaria tienen por objetivo evitar las reacciones adversas y los efectos
negativos de las actuaciones sanitarias. Se hace necesario que una gran parte de los profesionales de la salud estén
capacitados sobre las características de la enfermedad y sus consecuencias. De hecho, el manejo de los pacientes con ea
y otros tipos de demencia es multidisciplinario e incluye el concurso de médicos generales, neurólogos, geriatras,
psiquiatras, terapeutas ocupacionales, psicólogos, entre muchos otros.

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