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La Psicología en La Educación (Texto Elaborado Por Rocío Peredo)
La Psicología en La Educación (Texto Elaborado Por Rocío Peredo)
(Texto elaborado por Rocío Peredo para el Módulo de Aprendizaje del Diplomado
de Educación Superior de la Carrera de Ciencias de la Educación de la UMSA – 2005)
Tome unos minutos para recordar el nombre de los mejores docentes que haya
tenido en la escuela y en la universidad. ¿Qué había de especial en ellos para que los
recuerde después de tantos años? ¿Cómo influyeron en usted?
Los docentes están dedicados a sus estudiantes y tienen que enfrentar sus
variadas capacidades, desafíos y necesidades diversas. Estos docentes no solo deben
comprender sus materias sino también la forma de pensar de sus estudiantes con la
profundidad suficiente que les permita crear de forma espontánea nuevos ejemplos,
analogías y explicaciones que aclaren las dudas. Deben ser capaces de hacer que a sus
estudiantes les resulten reales y comprensibles los conceptos y principios abstractos,
haciendo un uso apropiado de las nuevas tecnologías. Asimismo, estos docentes son
capaces de revisar en forma eficaz las tareas, identificando el tipo de errores o
dificultades de los estudiantes para corregir las equivocaciones a tiempo; también son
capaces de reagrupar a los estudiantes, hacerlos participar, generar motivación hacia el
estudio, dar orientaciones y retroalimentación, distribuir trabajos, solucionar los problemas
en el aula y comprobar si su enseñanza resultó exitosa, es decir, si sus estudiantes
aprendieron de forma satisfactoria.
Por tanto, el papel mediador del docente estará relacionado con la ayuda
académica que brinda al estudiante en determinado momento del proceso de aprendizaje.
Al inicio, las intervenciones y acciones del docente deben ser proporcionalmente mayores
y después, hacia el final del proceso a medida que el estudiante va alcanzando mayores
niveles de competencia, la ayuda del docente va disminuyendo. Esto significa que las
intervenciones y directivas del docente deben mantener una relación inversa con el nivel
de competencia en la tarea de aprendizaje que realiza el estudiante (Díaz Barriga y
Hernández, 1998).
Rogoff (1984) plantea cinco principios generales que caracterizarán las situaciones
de aprendizaje en las que se da un proceso de mediación docente y de participación
activa:
El aprendizaje tiene un carácter tanto individual como social que son evidentes en
los espacios de nuestras aulas universitarias, en las interacciones entre estudiantes y
profesores. El aprendizaje se compone de conocimientos, habilidades y valores
personales, y se produce en un contexto de actividad sociocultural y de experiencia
compartida y colectiva.
Existe una mayor aceptación que un buen aprendiz busca alcanzar dos objetivos:
entender el sentido de las tareas que debe realizar y regular su propio aprendizaje. Este
punto de vista proviene en parte de las investigaciones sobre cognición y en parte de las
investigaciones sobre auto-regulación (observar el propio proceso de aprendizaje y
regularlo).
Por ejemplo, se suponía que la lectura era una actividad pasiva que
se daba fundamentalmente como resultado de la decodificación y del aprendizaje del
significado de palabras aisladas. Por lo tanto, el objetivo de la lectura era “acercar” el
texto (Pearson, 1985). También existía el difundido supuesto de que la inteligencia
era relativamente inmodificable, ya fuera por la escuela o por los esfuerzos del
individuo para controlar su propio aprendizaje (Jensen, 1969). Ahora sabemos que
no es así.
Este nuevo retrato del “aprendiz modelo” se refiere a alguien activo, estratégico,
planificador y constructivo en la vinculación de la información nueva con los
conocimientos previos.
Este supuesto parte de otros, relacionados con los objetivos del aprendizaje, y los
amplía. Investigadores de diversos campos creen que la información se almacena en la
memoria en estructuras de conocimiento denominadas “esquemas cognitivos”
(schemata). Un esquema es la suma de lo que el individuo sabe sobre un tema o un
tópico determinado. Pero los esquemas no son meras colecciones de información. Están
altamente interrelacionados y tienen propiedades activas que permiten al estudiante
involucrarse en una variedad de actividades cognitivas reflexivas y de planificación tales
como hacer deducciones, establecer relaciones y analogías, formular hipótesis o supuetos
y evaluar (Anderson, 1984; Jenkins, 1974).
a. La lectura
b. La resolución de problemas
c. La escritura
Dos características que nos interesan aquí son el género y las estructuras
textuales. Ejemplos de géneros diferentes son la ciencia ficción, la poesía y los
documentales. Las estructuras textuales que más comúnmente se asocian con los textos
expositivos son las de comparación y contraste, causa y efecto, descripción, problema y
solución, secuencia, y concepto y ejemplos, según Anderson y Armsbruster (1984). Estas
estructuras se encuentran en libros de texto de cualquier disciplina y también en los de
ficción.
Por ejemplo, los expertos saben que los autores usan palabras y
expresiones guías (por ejemplo, “en contraste” o “había una vez”) para marcar un
tipo peculiar de estructura textual o género. Los “aprendices modelos” también son
conscientes de las preguntas o categorías de información fundamentales que están
asociadas con los géneros, las estructuras textuales y los contenidos.
Por lo tanto, los marcos son esencialmente un medio para representar texto.
Por otro lado, otros marcos tienen que ver con los contenidos. Veamos a
continuación los siguientes ejemplos:
Primero, el texto considerado que está bien organizado y bien escrito puede
facilitar su recuerdo de manera considerable, comparado con los textos pobremente
escritos. Muchos estudios han demostrado que estudiantes de diferentes edades y
niveles tienden a usar la estructura de un texto para organizar su recordación, si el texto
está bien señalizado (Meyer, Brandt y Bluth, 1980; Meyer, 1984).
Del mismo modo, estudiantes de diversas edades parecen recordar los patrones
más familiares, tales como relatos, mejor que los patrones que se usan en la información
expositiva; y los patrones más estructurados, como comparación y contraste, se
recuerdan mejor que los patrones de final abierto, como la descripción (Amiran y Jones,
1982; Schnotz, 1985).
En cambio, los textos desconsiderados son una razón de peso para el fracaso en
la comprensión.
Cada vez hay más investigación sobre los efectos y las funciones del uso de
marcos y esquemas gráficos para la comprensión y el recuerdo. Los gráficos son
representaciones visuales de texto, como los mapas conceptuales, redes semánticas, los
diagramas de flujo y las matrices o tablas de doble entrada.
Una habilidad es una actividad mental que puede aplicarse a tareas específicas de
aprendizaje. Inferir, predecir, analizar datos, resumir y hacer mapas gráficos de un texto
son ejemplos de habilidades. Las estrategias son procedimientos específicos o formas de
ejecutar una habilidad determinada; por ejemplo, usar un conjunto específico de reglas
para resumir o un emplear un procedimiento para hacer una predicción peculiar.
Por otra parte, gran parte del control del uso de estrategias se relaciona con la
perseverancia de los estudiantes en auto motivarse, tomar decisiones sobre la
importancia de la tarea, organizar su tiempo y evaluar el éxito o fracaso.
Es decir, los buenos estudiantes tienden a perseverar en la tarea
hasta que está hecha a su entera satisfacción y a atribuir su éxito a sus propios
esfuerzos. Son conscientes de que pueden lograr mucho en el control de su propio
aprendizaje, y constantemente trabajan para elegir las estrategias adecuadas y para
monitorear el uso de estrategias en todo el proceso de aprendizaje. Por lo tanto, los
buenos usuarios de estrategias aprenden a aprender de manera independiente y
eficiente. En cambio, los estudiantes de bajo rendimiento tienden a atribuir las
causas de su desempeño a la suerte o a otros factores que van más allá de su
control, y por lo tanto se preocupan menos por la planificación, el monitoreo y la
revisión.
Entre las fases generales del aprendizaje pueden identificarse cuatro etapas
relacionadas entre sí con un logro progresivo de aprendizaje:
4. Bibliografía
Fly Jones, B & cols.. (2001). Estrategias para enseñar a aprender. Buenos
Aires: Aique.