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M.A. Licda.

Carla Jeanette Álvarez de Villatoro

CONCENTRACIÓN DE RIQUEZA EN GUATEMALA:

Como sucede en la mayoría de los países del continente americano, Guatemala


coloquialmente “la República Bananera” es uno de los que menor índice de desarrollo
humano refleja y tiene uno de los peores ingresos per cápita en sus habitantes, los cuales
sobreviven con menos de 2.70 dólares al día para una familia promedio de 5 integrantes.

A nivel de Latinoamérica y el caribe, Guatemala posee los peores indicadores, en cuanto


desarrollo económico, salud, (morbi-mortalidad) educación, pobreza, pobreza extrema y
desnutrición.

A esto le sumamos el nivel de endeudamiento del país mismo que se triplicó para este
año 2021 lo cual sume al fisco en un nivel extremadamente peligroso de inflación y
desequilibrio financiero, el cual supera los ingresos netos del estado.

Esto contrasta con el registro de que en Guatemala existan 260 personas cuya riqueza
equivale a 23 veces la inversión pública en Salud, 21 veces la inversión en
Educación y controlan el 56 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) del país.

Para poder comparar en términos comprensibles esta apreciación de amasamiento de


riqueza, tendríamos que figurar: a una persona promedio de bajos ingresos, la cual
debería trabajar 387 años continuos para poder ganar lo que cada una de estas personas
produce en un mes.

Estas 260 personas señaladas son parte del uno (1) por ciento de la población de clase
alta, que reside en el país cuyos ingresos mensuales equivalen a los salarios del 42% del
resto de ciudadanos con menos recursos.
Los datos, ejemplo de la desigualdad en la que permanece sumergido el país, se
extrajeron de la OXFAM Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxford Committee
for Famine Relief), quien destacó a Guatemala como uno de los lugares de América
Latina con un acceso limitado y de los más precario a buenas condiciones de vida.

Rosa María Cañete, economista y coordinadora de la campaña e intervención del OXFAM


en el País, puntualiza que las cifras pueden ser inexactas, por la falta de acceso a la
información de los recursos de las grandes fortunas, pero asegura que son un buen
indicador del que partir para analizar la concentración de los ingresos y de la riqueza
concentrada en le élite empresarial asentada en el país.

Jonathan Menkos, director ejecutivo del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales


(ICEFI), menciona que el problema con esta desigualdad vivencial de más de la mitad de
los guatemaltecos es que ellos soportan el peso de la mayor parte de impuestos producto
de las transacciones y operaciones legales dentro del marco legal del país.

Lo cual abre una brecha enorme para la proliferación del comercio informal y la economía
de baja escala regida por el contrabando y la apertura de negocios no registrados que
lesionan todavía más la ya deteriorada relación de mercado existente.

Como si lo anterior fuese poco las personas con mayor índice de riqueza y poder
adquisitivo en Guatemala tienen una tasa efectiva de impuestos sobre la renta de
únicamente 1.8%. En México, el país con mayor porcentaje de impuestos sobre las
rentas más altas, la tasa sube a 11.7%, según datos de OXFAM. Lo cual explica el
marcado escenario de evasión y mínimo aporte que este uno por ciento privilegiados hace
a las finanzas públicas de Guatemala.

Y como esto genera un círculo vicioso en el propio sistema, la inversión que el Estado
hace con estos fondos tampoco ayuda a aliviar la desigualdad.

Menkos destaca que en Guatemala “por cada Q1 que se invierte en un hombre, Q0.87
se invierten en una mujer”.
Este margen de discriminación persiste en la población maya, siendo acá la diferencia: al
hacer la comparación entre una persona no indígena y otra indígena: Q1 por cada Q0.37.
Para los 7.1 millones de habitantes indígenas que residen en el país. Prueba de ello es
que el Estado de Guatemala destinó en 2015 Q12,458 millones para la población ladina,
mientras que solo—9.2 millones— a los nativos de las comunidades más postergadas y
marginales, la inversión total del país fue de Q31,651 millones.

Guatemala, por delante de Honduras y otras naciones es el país centroamericano donde


la política fiscal tiene una menor incidencia en la reducción de la desigualdad, donde la
discriminación en relación a género y etnia es mucho más evidente, según datos de
ICEFI.

Y la exoneración de impuestos a grandes sectores como el azucarero, el avícola o de


maquilas, es otro de los factores que no ayuda a disminuir la brecha. Y por el contrario
consolida el nivel de riqueza inequitativa de los grandes sectores empresariales, los
cuales manipulan el escenario político actual a su conveniencia; dictando órdenes,
argumentos y privilegios más allá del bienestar general, damnificando a la pequeña
empresa, al trabajador y al ciudadano común, el cual debe lidiar con las limitantes antes
expuestas, para proveer al estado, los insumos necesarios para su subsistencia del país.

En el mercado de trabajo también se evidencia el problema, en este contexto las mujeres


guatemaltecas son las que más horas dedican diariamente al trabajo no remunerado: 7
horas y 15 minutos aproximadamente. Y solo el 21.2% de las personas asalariadas está
afiliada al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) gozando de sus beneficios;
lo mismo sucede con la clase trabajadora por contrato de los cuales solo el 34.6% han
firmado un contrato por servicios técnicos o profesionales durante un periodo mayor a un
año, de manera continua e ininterrumpida.

Por lo que una adecuada reforma fiscal, donde el Congreso pueda legislar a favor de los
intereses de la población, permita una distribución equitativa de los impuestos, mejorando
los índices de recaudación a todas aquellas empresas y personas individuales que
evaden este compromiso considerando a Guatemala un paraíso fiscal, acompañado del
incentivo de un empleo formal bien remunerado, con la adecuada protección social y
garantías laborales mínimas permitirán, lograr este aspecto tan fundamental de la
economía y desarrollo, social, comunitario, familiar y personal.

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